Artículos
El corpus teórico en campos emergentes. Apuntes para una geografía de las teorías
The theoretical corpus in emerging fields. Notes for a geography of theories
Geograficando
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2346-898X
Periodicidad: Semestral
vol. 19, núm. 2, e135, 2023
Recepción: 11 Julio 2023
Aprobación: 18 Agosto 2023
Publicación: 01 Noviembre 2023
Resumen: Desde diferentes ámbitos, como la investigación y la planificación territorial, nos planteamos en qué medida las teorías que utilizamos para abordar y comprender ciertos fenómenos sociales en los territorios terminan por acercarnos a resultados situacionales o simplemente estamos generando ejercicios de transferencias forzados. Según sean los objetos de estudios y unidades de análisis que abordemos, nos interpelan a tomar decisiones teóricas y metodológicas que provienen de campos emergentes específicos. Campos que pocas veces exploramos, dando por sentado que los espacios son contenedores de reportes teóricos, aunque su producción continua sin explicarse (Roy, 2013). El objetivo de este artículo es abrir el debate sobre cómo las teorías sociales pueden enriquecer el campo teórico–metodológico para acercar respuestas a diferentes problemas que la investigación aborda. Y para ello nos centraremos en gran parte en el debate y reflexión sobre las ciudades para discutir cuestiones metodológicas mediante la propuesta de “la geografía de las teorías”. Robinson denomina “geografía de las teorías” para hacer referencia a que históricamente la teoría urbana se construyó sobre una espacialidad restringida desde las pretensiones de conocimiento universal sobre las ciudades (Segura, 2014). Por ello, a lo largo del trabajo avanzaremos en la reflexión sobre esta geografía de las teorías, para empezar a mirar otras experiencias.
Palabras clave: Geografía de las teorías, Metodologías, Lugar, Teorías, Territorios.
Abstract: From different fields such as research and territorial planning, it is possible to consider to what extent theories used to address and understand certain social phenomena in the territories offer situational results or whether these are simply forced transfer exercises. Depending on the objects of study and units of analysis addressed, there is a challenge to make theoretical and methodological decisions which come from rarely explored specific emerging fields, taking for granted that spaces are containers of theoretical reports, although their production continues without explanation (Roy, 2013). The aim of this article is to open the debate on how social theories can enrich the theoretical-methodological field to bring answers to different problems that research addresses. To this end, the article will focus largely on debate and reflection about cities to discuss methodological issues through the proposal of a "geography of theories". Robinson’s term "geography of theories" refers to the fact that, historically, urban theory was built on a restricted spatiality under the claims of universal knowledge about cities (Segura, 2014). Therefore, the article will advance in the reflection on this geography of theories, to begin to look at other experiences.
Keywords: Geography of theories, Methodologies, Place, Theories, Territories.
Introducción
Este trabajo nace de la lectura de la obra de Ramiro Segura (2021) Las ciudades y las teorías. Estudios sociales urbanos. El libro, si bien se enfoca en las ciudades contemporáneas, lleva adelante un análisis de la influencia de las principales corrientes intelectuales en las ciencias sociales. Estas corrientes han buscado dar respuestas a las grandes transformaciones y cambios que han experimentado las ciudades a lo largo del tiempo. Es decir, en cada ciudad elegida por el autor en sus diferentes temporalidades, se gestó y configuró un cuerpo de teorías sociales, autores y autoras, y muchas veces escuelas de pensamiento, que emergieron en un determinado tiempo y espacio de producción. Esas coordenadas dieron lugar a corpus teóricos-metodológicos y maneras de comprender ciertos fenómenos sociales. Dichas coordenadas espacio-temporales brindaron marcos explicativos que requieren un análisis crítico y situacional, antes de migrar a otros estudios de caso.
Pero además de este generoso y necesario aporte, Segura nos permite extender el análisis a otros temas. De esta forma nos abre un espacio de reflexión para continuar profundizando dentro y fuera de su obra. Y partir de estas contribuciones hemos reparado en una de ellas: “la geografía de las teorías”. Para Segura, “Explorar, entonces, la geografía de estas teorías permite precisamente reponer su contingencia y desplazarlas de su lugar de modelo o parámetro de la modernidad metropolitana” (Segura, 2021, p. 56). Esta acción de desplazamiento es clave. Nos permite comprender que detrás de esa acción hay una decisión primordial en el campo metodológico. Reponer su campo de emergencia no invalida el uso de una determinada teoría en otras geografías de aplicación; por el contrario, nos refuerza las características y aportes de nuestros ámbitos de aplicación o trabajo de campo.
Con la cita anterior, la propuesta de desplazamiento nos invita a reflexionar sobre los corpus de las teorías en sus contextos de emergencia. Este ejercicio de análisis autónomo y situado no relega la posibilidad de repensar las teorías en otras geografías; por el contrario, colaboran en descartar ejercicios de transferencias forzadas, en no desvincularnos de la situacionalidad de los territorios y en ampliar las posibilidades de las teorías en nuestros campos de estudios.
Muchas veces exploramos desde las teorías sociales problemas cuya apariencia nos invita a replicar teorías, metodologías y conceptos sin mediación alguna. El hecho de abordar (erróneamente) recortes territoriales como paisajes homogéneos y autónomos nos impulsa deliberadamente a buscar respuestas en teorías sociales mediante ejercicios de transferencias mecanicistas.
Pero, en realidad, los territorios responden a problemáticas situadas y atravesadas por coordenadas espacio-temporales específicas, con comunidades sociales que configuran sus propios entornos; comunidades que, si bien se encuentran involucradas en procesos globales, de ningún modo pierden particularidades. Allí surge el debate sobre el rol de las ciencias sociales en la comprensión de los fenómenos sociales y sus respectivos correlatos espaciales. Por otro lado, la tendencia (tanto metodológica como temática) de los problemas globales nos deriva a realizar lecturas sobre acontecimientos y fenómenos desde la gran escala, en las que prima mayormente el análisis descriptivo. Este pasaje de escalas termina colonizando una mirada global y generando una desconexión con los lugares, y también impone teorías universales sobre los espacios.
Por ello, la geógrafa urbana sudafricana Jennifer Robinson habla de “geografía de las teorías” para referirse a que históricamente la teoría urbana se construyó sobre una espacialidad restringida desde las pretensiones de conocimiento universal sobre las ciudades (Segura, 2014). Para Robinson, es necesario descolonizar la imaginación sobre la urbanidad, poner en suspenso las categorías que clasifican de manera esquemática el universo urbano y acercarse a las ciudades ordinarias en su pluralidad, complejidad y conexiones con el mundo global (Segura, 2014).
Esta propuesta de una geografía de la teoría nos abre un camino de reflexión para (re)pensar algunas ideas sobre la ciudad, y las formas de investigar.
Para llevar adelante el trabajo retomaremos algunas ideas de la obra de Segura, categorías como la escala del lugar y los postulados de Ananya Roy y Jennifer Robinson sobre la geografía de la teoría.
La historicidad de los conceptos y sus claves metodológicas
Más allá de contextualizar las teorías, también debemos dedicarle un espacio reflexivo al uso de los conceptos. Muchas veces hay un empleo de las categorías y conceptos sin propiciar su análisis contextual y contingente. Esa a-historicidad conceptual la podemos reivindicar (excepcionalmente) en trabajos como el de Raymond Williams (2000) Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad. Aquí, Williams reconstruye el recorrido o trayectoria de los conceptos, teniendo en cuenta su contexto de emergencia, para entender en los extremos temporales (origen y tiempo actual) cómo se fue configurando ese concepto (Margueliche, 2018). Es decir, los conceptos no pueden escindirse de una génesis conceptual y de un marco de referencia histórico coyuntural.
Por otro lado, los conceptos como “lugar” albergan claves metodológicas. En primer término, porque las categorías muchas veces portan un contenido conceptual fuerte, polisémico y abstracto. Pero, no obstante, cobran relevancia a la hora de incorporarse a un cuerpo textual, a una reflexión determinada, entre otras acciones. En segundo lugar, algunos conceptos (más que otros) albergan fuentes metodológicas muy enriquecedoras.
En ese sentido, algunas categorías que se centran en la escala del lugar deben ser revisadas más allá de lo enunciativo en clave metodológica.
Una evidencia clara de decisiones metodológicas podemos identificarla a la hora de (de)limitar el espacio (un barrio, por ejemplo) antes de ingresar al campo de estudio. Al trabajar en los lugares, no debemos “caer en la tentación de la aldea” (Gorelik, 2008). Esta idea se puede comprender en la etnografía urbana (desde la Escuela de Chicago), en la cual se propiciaba recortar un grupo social bajo criterios de correspondencia o pertenencia étnica o cultural y abordarlo de manera autónoma.
“Se trataba de una suerte de etnologización de la vida urbana, como lo denominó Michelle de La Pradelle, por medio de la cual se recortan, al interior del espacio urbano, universos imaginados como autónomos, donde la tarea del investigador consistiría en entender su cultura” (Chaves y Segura, 2015, p. 15)
Esta decisión (metodológica) es muy común en la planificación de las ciudades. Con ella se asumen ciertos principios o ideas que permean las decisiones, estrategias o acciones sobre los lugares.
Lo que está en juego aquí es la distinción entre la ciudad como forma y materialidad y, por otro lado, lo urbano como las relaciones, las prácticas y los usos. Como sostenía Michel de Certeau, el “hecho urbano” antecede al concepto de “ciudad”, en la que la vida urbana revela lo que el proyecto urbano excluye (Segura, 2021).
Por ello, Massey (2012) nos propone pensar la escala local mediante su carácter extrovertido, en el que existen redes y líneas de fuga que conectan el lugar con otros lugares. Por medio de esta propuesta podemos salir de un imaginario hegemónico territorial del mundo (Amin, 2004), salida que nos lleva a (re)pensar teórica y metodológicamente los espacios como marcos políticos y culturales. Como afirma la investigadora india Roy (2013), debemos distanciarnos de los esencialismos estratégicos que nos ha impuesto el pensamiento académico occidental mediante una única institución llamada “Estudios de área” formulada en la época de la Guerra Fría. El debate, en principio, se centra en la siguiente disyuntiva: poner énfasis en la geografía de las características o poner énfasis en las geografías de los procesos.
Las “otras” ciudades
Roy (2013) describe cuáles son las principales teorías que han dominado en diferentes regiones. Por ejemplo, en América Latina se ha impuesto la teoría de la dependencia. Por su parte, en Asia del sur se ha impuesto la teoría de las identidades subalternas. Y, por otro lado, la investigación en Asia Oriental ha estado ocupada en la negación y la mediación de la globalización económica y el cosmopolitismo cultural.
En África, durante un tiempo, la bibliografía africanista sobre las ciudades se hizo eco de los temas del urbanismo de América Latina. En ese sentido, se centró en las temáticas de los campesinos en la ciudad, las estructuras de los sistemas mundiales de la dependencia y el subdesarrollo, como también en la informalización bajo las condiciones de la globalización neoliberal. O bien, la investigación académica abordaba determinadas condiciones geopolíticas, como el apartheid y el post-apartheid urbanos (Roy, 2013). Por último, el caso del urbanismo en Medio Oriente se considera un terreno epistemológico complejo. Para Roy (2013), es quizás la única región en los “estudios de área” que no es un territorio geográfico, sino más bien una construcción social. Las fronteras del Medio Oriente son constantemente reelaboradas: se amplían sobre África del Norte, extendiéndose en la imaginación pública hasta lugares en conflicto, y con frecuencia confundiéndose con los contornos de las sociedades (Roy, 2013).
Este breve (pero intenso) recorrido que Roy realiza sobre estas “otras ciudades” deja en claro que estos espacios urbanos están atravesados por perspectivas occidentales y que requieren abrirse a una metodológica situada y diferente.
Lo cierto es que el mapa o mapeo de estas ciudades globales (devenidas en referentes empíricos absolutos) termina borrando todas las otras ciudades que se ponen bajo el horizonte analítico (Robinson, 2002; en Roy, 2013).
Para Roy (2013), citando a Smith (2002), el espacio es un contenedor de reportes teóricos, pero su producción continua sin explicarse.
Abrir la geografía de las teorías para localizar el conocimiento
Trabajar con teorías, categorías y conceptos en diferentes geografías nos invita a llevar adelante una instancia de reflexión previa. A partir de ella podemos acercar algunos interrogantes. ¿Toda teoría se replica de manera automática en otras realidades? ¿Qué entendemos por determinados conceptos? ¿Qué dimensiones entran en su análisis? ¿Cómo juega el territorio en estas decisiones?
Preguntas de este tipo nos plantean el desafío de realizar un trabajo de lectura y análisis en el marco de un proceso situado y comparativo. Por ejemplo, cuando abordamos una categoría como la de la pobreza en contextos diferentes (por caso, China y la Argentina), debemos evitar caer en transferencias forzadas y respetar las construcciones conceptuales y culturales de cada lugar. En este sentido, debemos entender que no todas las categorías sociales son referenciadas de la misma manera en todos los lugares, como tampoco las posibles soluciones. Pero cabe aclarar que, inclusive dentro de un mismo ámbito, los conceptos sufren diferentes conceptualizaciones según las perspectivas teóricas que decidamos adoptar.
De este modo, cualquier categoría se puede operativizar para su abordaje en dos dimensiones metodológicas. La primera dimensión es de corte teórico-analítico, asociada a qué entendemos por el concepto, a contextualizar procesos culturales, políticos y económicos, debatir teorías y metodologías. La segunda dimensión es de corte práctico-empírico. Esta dimensión nos permite pensar procesos abstractos en marcos referenciales concretos, y de esta manera acercarnos a un análisis situado y contextualizado, como son los estudios de caso.
Esta doble articulación teórica-analítica y práctica-empírica nos permite ingresar en el objeto de estudio de manera integral y situada, construyendo un corpus teórico sin que se deslinde de la realidad social. Pero no siempre se logra. Y allí la geografía de las teorías nos abre un espacio de reflexión que colabora con estas cuestiones.
Geografías teóricas en las ciudades (globales y del Sur Global)
Para Roy (2013), las teorizaciones dominantes de las ciudades-región globales tienen sus raíces en la experiencia referenciada en Europa (Occidental) y Estados Unidos, y por lo tanto no son capaces de analizar las múltiples formas de las modernidades metropolitanas de otras latitudes. En ese sentido, la autora nos trae la discusión sobre los procesos urbanos del Sur Global, donde ciudades como Shanghái, El Cairo, Bombay, Ciudad de México, Río de Janeiro, Dakar y Johannesburgo tienen características y dinámicas que deben ser abordadas desde otras perspectivas.
La interpelación que se hace Roy es ¿pueden estas ciudades y sus experiencias reconfigurar el corazón teórico del análisis urbano y metropolitano? Porque hasta aquí el proceso de investigación y hegemonía del corpus teórico proviene de la experiencia de las ciudades globales de una parte del norte (global). En este punto debemos realizar algunas digresiones, ya que nos encontramos con varias limitantes que van más allá de la teoría en cuestión.
En primer lugar, la proliferación de trabajos centrados en las teorías y procesos urbanos de las ciudades globales desde paradigmas provenientes de los cenáculos de Europa y Estados Unidos. También hay que destacar una geografía de las editoriales y las traducciones de algunas obras. Esa territorialidad lingüística expande formas, saberes e ideas centrados en experiencias particulares de ciertos rincones del planeta. Por otro lado, está la citacionalidad en la bibliografía académica. Esta práctica es identificada y explicada de forma clara y contundente por la geógrafa Leslie Kern (2021) en Ciudad feminista. La lucha por el espacio en un mundo diseñado por hombres. La autora se interpela a través de la pregunta ¿quién escribe sobre la ciudad? Y allí empieza a visualizar y visibilizar en una determinada producción científico-académica que todos los artículos estaban escritos por hombres blancos de mediana edad. Y casi todos los expertos que los autores citaban dentro de sus capítulos también eran hombres. Esta citacionalidad no sólo impacta en la cuestión de género, sino que también afecta la difusión de temáticas, personas, y lugares. Este proceso termina hegemonizando y homogeneizando una perspectiva para abordar un todo. Por ello, es clave detenernos en los programas de nuestras carreras, como también en las bibliografías y sus editoriales, para comprender la constitución y configuración de las temáticas urbanas.
Retomamos la pregunta sobre si estas ciudades del Sur Global, a través de sus prácticas (teóricas, metodológicas y experienciales), pueden reconfigurar el corazón teórico del análisis urbano y metropolitano del Norte Global. La respuesta requiere no sólo poner en cuestión sus teorías, sino también colocar bajo la lupa los diseños curriculares universitarios, las editoriales, las ponencias, artículos académicos e investigaciones. Claro está que, además de la teoría, recobran fuerzas y necesidad las decisiones metodológicas. Esta idea de reinvertir la mirada y trabajar con las experiencias de las ciudades del Sur Global nos convoca no sólo a comprender los procesos organizaciones del hábitat y su campo analítico, sino también a concebir teorías que se vayan ganando un lugar en las agendas teóricas de nuestras investigaciones.
Aquí, a través de este interrogante, evidenciamos que las estructuras teóricas requieren ser interpeladas y no simplemente transferidas. Las investigaciones estructuradas nos han llevado (mayormente) a tomar teorías y buscar su correlato en las unidades territoriales. La pregunta de Roy nos invita a dar vuelta las cosas. La pregunta tradicional hubiera sido: ¿pueden las teorías explicar todos los procesos urbanos?
Como diría Becker (2009), cada oficio tiene sus trucos. Los oficios de la investigación en ciencias sociales también cuentan con sus propios artilugios. Algunos de estos trucos son simples reglas empíricas derivadas de la experiencia. Pero Becker advierte que los científicos sociales suelen debatir la “teoría” de manera elevada, como un tema de derecho propio. Lo que el autor propone es definir un término descubriendo cómo surge su significado en una red de relaciones. Pero aclara que estos “trucos” o artilugios casi siempre consisten en ejemplos ampliados que pueden funcionar como casos ejemplares. Por último, estos trucos son maneras de pensar acera de lo que sabemos o queremos saber, y nos ayudan a comprender la información y a formular nuevos interrogantes basándonos en lo que vamos descubriendo (Becker, 2009)
Roy, parafraseando a Robinson, sostiene que se da una “ficción reguladora” de la ciudad global del Primer Mundo. Sostiene que existe una brecha metodológica entre las ciudades del Primer Mundo (ciudades globales), que son vistas como modelos y generadoras de la teoría y la política, y las ciudades del Tercer Mundo, que son consideradas como problemas que requieren diagnósticos y reformas (Roy, 2013).
En ese sentido, Roy afirma que se requiere una “dislocación” del centro de la producción teórica, ya que no es suficiente con estudiar las ciudades del Tercer Mundo o Sur Global como casos empíricos exóticos y diferentes. Y aquí es interesante retomar o discutir el concepto de lo exótico o los procesos de exotización. Para Staszak (2012), lo exótico y el exotismo proponen dos puntos: el alejamiento y lo extraño. El exotismo se debe a la superposición de dos distancias: una distancia material y otra distancia simbólica. A su vez, el objeto exótico es atractivo, ya que tiene la capacidad de convocar las miradas, de atraerlas. Por ello, Staszak propone llamar exotización a la transformación que forzosamente recurre a dos tipos principales de procesos: la construcción geográfica de la alteridad y su domesticación. Llevando este tema a las ciudades del Sur Global, hablamos de espacios que se nos presentan diferentes, llamativos y atractivos a la mirada. Pero luego, al indagar en estas ciudades, caemos en la domesticación teórica de sus configuraciones organizacionales.
Para ello, Roy (2013) propone un tipo de teoría que se impulsa de manera simultánea entre las acciones de localización y deslocalización. La tesis es relativamente simple y analíticamente productiva: la teoría social urbana tiene una geografía y esa geografía importa. Por otro lado, la Geografía de la teoría se desagrega en tres cuestiones que se encuentran entrelazadas (Segura, 2014).
En primer lugar, las teorías y los conceptos urbanos (y no sólo ellos) se producen en lugares y en tiempos concretos, como resultado de la reflexión y la búsqueda de respuesta a transformaciones, problemas o conflictos situados espacial y temporalmente. Sin embargo, por mecanismos como la abstracción, la modelización y la generalización tendemos a olvidar (o a silenciar) esos lugares y esos tiempos en los que las teorías y los conceptos fueron producidos; vemos sólo conocimiento teórico “universal” o “general”. Reponer ese espacio-tiempo de la teoría constituye, entonces, la primera cuestión que permite explorar la situacionalidad y la contingencia del conocimiento producido.
En segundo lugar, la teoría social urbana se caracteriza además por tener lo que Jennifer Robinson (2002) denominó una geografía de la teoría restringida. Se trata, en efecto, de una teoría elaborada casi exclusivamente a partir de una espacialidad circunscripta a las historias y las experiencias urbanas europeas y norteamericanas, que paradojalmente tiene pretensiones de conocimiento universal sobre las ciudades y lo urbano. Esa capacidad ficcional de poder abarcarlo todo, tensionada con el origen teórico restringido que propone Robinson en su análisis, ha conducido habitualmente a ver al resto de las ciudades del mundo (es decir, a la mayor parte del heterogéneo y mundializado fenómeno urbano) como versiones diferentes y deficientes de lo que debería ser una ciudad. Por ello, debemos reflexionar críticamente acerca de los efectos de una geografía restringida de la teoría urbana.
En tercer lugar, y ante tal diagnóstico, se torna imperioso recuperar y desarrollar otras formas de abordaje de lo urbano que constituyan una alternativa productiva a la comparación estereotipada y eurocéntrica que se limita a medir los “desvíos”, las “carencias” y los “excesos” entre la ciudad (occidental, moderna, global) y las ciudades realmente existentes en el mundo.
En este sentido, la propuesta de Ananya Roy (2013) de trabajar con “geografías teóricas abiertas” nos permite reconocer la heterogeneidad y la multiplicidad de las modernidades metropolitanas contemporáneas. Por ello, abrir la geografía de la teoría consiste en realizar el doble movimiento de localizar el conocimiento urbano (siempre se estudia en lugares y no todos los lugares son buenos para todas las preguntas) y, a la vez, deslocalizarlo para ver todas las ciudades desde los conceptos y las visiones que se tienen desde lugares particulares del mapa. El objetivo se basa en desestabilizar los binarismos recurrentes en la teoría urbana: moderno/tradicional, Occidente/Tercer Mundo, global/local, y avanzar hacia otras formas de comprender la diversidad de situaciones urbanas. De esta manera, debemos aportar a la reflexión sobre los modos de descolonizar la imaginación de los estudios urbanos (Segura, 2021).
Otros aportes para seguir pensado
Prosiguiendo con la propuesta de realizar trabajos comparativos desde nuevas perspectivas (no colonizantes y hegemónicas), podemos acercar otras dos sugerencias metodológicas para reparar de manera diferente en estas acciones: la fusión de horizontes y la sociología comparada.
La primera sugerencia es la de Gadamer para la hermenéutica: la “fusión de horizontes”. Esta se refiere al choque de perspectivas culturales. En Gadamer, el diálogo es un medio para llegar a la fusión de horizontes y a la comprensión hermenéutica. La conclusión es que la hermenéutica sólo puede lograrse y llevarse lejos si los dialogantes tienen disposición para ello y si reconocen la importancia de la opinión del otro como un acto de razón; es decir, no como una abdicación de la propia razón (Viveros, 2019). En este sentido, es importante el ejercicio de construcción de conceptos que abone a un horizonte significativo para el diálogo, en el que las concepciones particulares no terminen deslegitimando las partes. Ello implicará que, en el ejercicio de construir una conceptualización, se integren las perspectivas entre geografías diferentes, y que éstas se pongan en dialogo, dándoles un nuevo sentido, pero sin deslegitimar las concepciones particulares de cada uno.
La segunda sugerencia se inscribe en la construcción de una metodología que enriquezca las miradas diferentes sobre temas en común. En este sentido, tomaremos la propuesta metodológica de la sociología comparada que trabaja Wacquant. La sociología comparada abandona la metodología meramente descriptiva y aspira a dar cuenta de cómo se desarrollan los hechos y fenómenos sociales. En el caso de llevar adelante el abordaje comparativo entre dos espacios urbanos que atraviesan situaciones de marginalidad, pero que se encuentran localizados en distintos puntos geográficos, será necesario incorporar múltiples dimensiones de análisis. En ese sentido, debemos sumar al análisis conceptual un recorte político-territorial para identificar aquellas políticas públicas o herramientas de gestión estatal que en cada contexto nacional son consideradas como remedios o paliativos para combatir desigualdades sociales en los contextos urbanos. Es decir, el Estado aparece como agente susceptible de análisis en un marco de correlación de variables.
Esta situación la podemos identificar de forma muy consistente en el trabajo de Wacquant (2006) Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado. En este libro, el autor despliega toda la propuesta metodológica de la sociología comparada, al tomar el gueto de Chicago (Estados Unidos) y las banlieue de París (Francia) como unidades comparativas. Pero lleva adelante este proyecto trayendo a la mesa de análisis toda una batería de acciones y decisiones que van configurando su campo de estudio bajo una fuerte rigurosidad metodológica
Por otro lado, la sociología comparada como metodología propicia la construcción de un puente epistemológico entre universos distintos.
La sociología comparada nos permite abordar dos espacios diferentes, distanciados no sólo física sino también conceptualmente. Muchas veces abordamos temas y categorías partiendo de preconceptos que se asumen como a priori o per se, sin profundizar de manera localizada y situada. La metodología de la sociología comparada, según Pereyra-García Castro (1989), nos permite:
En términos de Wacquant (2006), el trabajo comparativo actúa como una herramienta metodológica para iluminar el análisis de dos espacios. Esta herramienta actúa a través de un “movimiento pendular de casos”. En este sentido, el ejercicio comparativo nos invita a reflexionar sobre un determinado recorte territorial o estudio de caso en el que se pueda iniciar la propuesta metodológica de la sociología comparada, y de esta manera encontrar en ambos lugares similitudes y diferencias. La idea es enriquecerse en este proceso comparativo, respetando las construcciones y representaciones de las categorías en juego, como también comprender que no hay políticas de intervención de replicabilidad sin antes poner en contexto los conceptos abordados.
Algunas conclusiones
El artículo buscó poner en discusión las teorías y sus espacios de emergencia. Pero también, sobre la base de los autores y autoras trabajados, nos centramos en cuestionar la unilateralidad y las restricciones de las perspectivas, provenientes de Occidente (en especial de Europa Occidental y Estados Unidos), para dar respuestas a los procesos que se dan en las ciudades del Sur Global. Estas discusiones permiten también repensar las experiencias de otras ciudades del universo no occidental considerándolas ciudades modelo, fuera del exotismo, la extrañeza y la incomprensión. Por ello, para Robinson (2016) las ciudades existen en un mundo de ciudades y esto regularmente incita un gesto comparativo en el ejercicio de teorización urbana. Pero este ejercicio comparativo se ha realizado de forma dividida entre el norte (ciudades ricas) y el Sur Global (ciudades pobres).
Por otro lado, la propuesta de discutir una geografía de las teorías, más allá del urbanismo abre un abanico de consideraciones en la práctica docente, la investigación, la extensión y el campo profesional. Discutir estas geografías de las teorías es un verdadero ejercicio reflexivo, pero que no debe escindirse de los trabajos de campo o intervención territorial.
Como afirma Roy (2013), en la teoría urbana la práctica analítica de la “mundialización” está dominada por el marco de la ciudad global y la ciudad mundo. Esta ecología de la globalización presta atención a los circuitos del capital financiero y del capital informativo, pero ignora otros circuitos de la economía mundial. La metrópoli del siglo XXI es un camaleón.
Por último, la propuesta debe seguir avanzado y profundizando estudios de caso, realizar recorridos comparativos y destacar la singularidad de las otras ciudades, las nuevas teorías y las configuraciones geográficas que dan lugar a procesos para los cuales el urbanismo occidental ya no puede dar explicaciones. Centrarse en las características, procesos y dinámicas de las ciudades del Sur Global podría ser un proyecto necesario para iniciar una construcción teórica y metodológica situada, y que además nos permita repensar nuestras ciudades latinoamericanas desde otros paradigmas.
Referencias
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