Reseñas
Finocchio, Silvia y González, María Paula (Editoras) (2023). La Historia en la escuela. Transformaciones de la enseñanza en el nivel secundario. Biblos. 263 págs. ISBN: 978-987-814-207-4
Clio & Asociados. La historia enseñada
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 2362-3063
Periodicidad: Semestral
núm. 39, e0056, 2024
![]() | Finocchio Silvia, González María Paula. La Historia en la escuela. Transformaciones de la enseñanza en el nivel secundario.. 2023. Argentina. Biblos. 263pp.. 978-987-814-207-4 |
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Desde principios del siglo XXI, la enseñanza de la historia en nuestro país ha asistido a numerosas y significativas transformaciones inducidas por una serie de factores, tales como los nuevos marcos legales en materia educativa (particularmente la Ley de Educación Nacional de 2006 y los diseños curriculares jurisdiccionales), las alteraciones en el sistema educativo a nivel global (por ejemplo, la expansión de la matrícula, la obligatoriedad del nivel secundario, la diversificación de la oferta de modalidades educativas, etc.), el impacto de las nuevas tecnologías y medios de comunicación tanto en la vida de los adolescentes y jóvenes (expresadas en nuevas formas de subjetividad y pautas culturales) como en las dinámicas de las aulas (nuevos artefactos y dispositivos, renovados materiales, etc.) y una creciente producción de investigaciones académicas y obras de divulgación histórica –de distinto valor–, entre otros.
El libro La Historia en la Escuela: transformaciones de la enseñanza en el nivel secundario editado por Silvia Finocchio y María Paula González, constituye una obra dedicada a exponer justamente algunas de las mutaciones más sobresalientes y visibles en la Historia como disciplina escolar en las últimas décadas. Se trata de una prolija compilación de estudios temáticos y transversales que, elaborados en clave diacrónica, a partir de enfoques teóricos originales y apoyándose en diversas fuentes de información, recogen los resultados de las diferentes líneas de indagación desarrolladas en el marco de un proyecto colectivo de investigación integrado por docentes e investigadores de distintas universidades nacionales tanto de la ciudad como de la provincia de Buenos Aires (Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Nacional de General Sarmiento, Universidad Nacional de Quilmes y Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires). El producto final es una novedosa obra que, con la esmerada e impecable edición que caracteriza al sello editorial Biblos, acopia una serie de estudios académicos que analizan e interpretan las transformaciones en la enseñanza del pasado evidenciados en los contenidos prescriptos por las normativas educativas y curriculares, plasmados en la oferta editorial u otros materiales escolares y/o expresados en las prácticas de los docentes en las aulas del nivel medio durante los últimos –¡y primeros!– cuarenta años de vida democrática ininterrumpida en la Argentina.
La compilación inicia con un capítulo a cargo de María Paula González que, a manera de estudio introductorio, presenta el marco teórico y las decisiones metodológicas adoptadas por el equipo investigador, las fuentes de información utilizadas y la manera en que las labores de indagación fueron llevadas adelante durante la vigencia del proyecto. Al leer este capítulo, los lectores podrán encontrarse con la explicitación de la hipótesis que los investigadores sostuvieron a lo largo del proyecto de investigación y que puede resumirse de la siguiente manera: en el marco más amplio de alteraciones educativas, culturales, comunicacionales y académicas, la Historia escolar atraviesa un proceso de redefinición de su “código disciplinar”, pasando de un modelo caracterizado como civilizatorio, nacionalista, elitista, fáctico, libresco y memorístico –que perduró durante buena parte del siglo XX– a otro mucho más flexible, orientado a la formación de las nuevas generaciones tanto en competencias sociales y digitales que le permitan abrirse camino en el mundo contemporáneo como en los valores propios de sociedades plurales y democráticas. Merece ser destacado el modo claro, preciso y directo con que la autora expone los presupuestos –conceptuales y técnicos– del proyecto, convirtiendo al acápite en una especie de modelo para cualquier otro equipo de investigadores que procure emular, ampliar o inclusive superar la empresa investigativa que conformó la base de este libro.
Siguiendo el orden del índice, el segundo artículo del libro a cargo de Silvia Finocchio y Carolina Losada aborda la situación de la enseñanza de la historia medieval y moderna en la formación escolar. A lo largo de este trabajo, las autoras examinan con pericia los efectos que ha tenido una silenciosa tendencia al ensimismamiento y al presentismo en la enseñanza de la historia durante las últimas décadas, haciendo que la dimensión espacio-temporal de ciertos procesos sociales estudiados en las escuelas secundarias se relativice y, por ende, que determinadas etapas del pasado humano sean minusvaloradas en los lineamientos curriculares, los textos escolares y las clases de historia. Al concluir su estudio, Finocchio y Losada subrayan que dicha tendencia resulta ser un verdadero obstáculo para una educación ciudadana de las próximas generaciones capaz de vincular las inquietudes del presente y el futuro de la humanidad y del planeta con una visión de la vida social mucho más proclive a emplear diversas escalas espaciales y conexiones temporales en el largo plazo.
De la pluma de Ernesto Bohoslavsky y Gabriela Carnevale, el tercer capítulo de la compilación presenta un minucioso análisis del estado de la enseñanza escolar de la historia latinoamericana en el nivel medio. Los autores plantean que los vínculos y las tensiones configuradas entre la producción historiográfica, el mercado editorial y las prescripciones estatales sobre esta particular problemática han posibilitado desmenuzar las similitudes, cercanías y asimilaciones entre el pasado argentino y el latinoamericano, dejando asentado como premisa que, en la mayoría de los casos, la historia de América Latina es considerada como una especie de encuadre general del caso argentino y no tanto como un conjunto de experiencias sociohistóricas con las cuales resulta factible establecer comparaciones a fin de identificar similitudes y diferencias. En esa dirección, Bohoslavsky y Carnevale resaltan los muchos beneficios que ha traído la inclusión de la perspectiva latinoamericana –y, por lo tanto, de la enseñanza de otros casos nacionales– en las clases de historia de los últimos años del nivel secundario, tales como el afianzamiento de aproximaciones menos nacionalistas y excepcionalistas a la historia argentina.
A continuación, el cuarto capítulo nos presenta una investigación de Emilce Geoghegan, Juan Gasparini y Vanesa Gregorini sobre las renovaciones, los debates y las ausencias en la enseñanza escolar de la historia argentina del siglo XIX. Para ello realizan un balance de la producción historiográfica desde el retorno a la democracia, focalizándose en dos contenidos escolares de gran importancia para comprender la sociedad argentina decimonónica: por un lado, el proceso de revolución y las guerras de independencia en el espacio rioplatense (con sus efectos en términos de nuevas formas de liderazgo y participación política) y, por otro, las relaciones interétnicas y las dinámicas de avance y retroceso sobre los espacios de frontera indígena (con sus consecuencias sobre las tierras, recursos y vida de los pueblos indígenas a fines de siglo). Basándose en esos dos tópicos, estas autoras y autor recalcan que si bien se han producido notables avances en la construcción de nuevos saberes sobre las temáticas y establecido nuevas agendas de enseñanza –que incluyen actores sociales tradicionalmente invisibilizados en la historia nacional–, los escenarios escolares también posibilitan detectar ciertas ausencias sobre problemáticas que hoy se encuentran registradas en la agenda pública pero que aún no cuentan con progresos holísticos por parte de la historiografía.
Avanzando hacia temas de historia argentina contemporánea, María Ximena González Iglesias se ocupa a lo largo del quinto capítulo de la enseñanza de “los años peronistas (1943-1955)”. Tal como se desprende de la lectura e interpretación que la autora efectúa sobre su corpus de fuentes, es posible identificar tres diferentes tendencias: en primer lugar, se registran formulaciones positivas en los encuadres normativos educativos respecto al abordaje de la temática en el nivel educativo; en segundo lugar, un conjunto de reformulaciones hibridas en los materiales educativos; y, en tercer lugar, una cierta estabilización interpretativa en las fuentes áulicas. Esta investigadora concluye que el “peronismo clásico” conforma uno de los contenidos de la historia escolar en el que no solamente es posible observar la real aplicación de abordajes históricos procesuales, multidimensionales, multivocales –en cuanto a actores e interpretaciones– y en diversas escalas, sino también la transposición de conceptos, problemas e interpretaciones del campo académico de referencia, permitiendo con ello estabilizar la interpretación del período como una etapa de “democratización del bienestar”.
Adentrándose en el campo de la historia argentina reciente, Yésica Billán se ocupa en el sexto acápite de indagar las narrativas escolares actuales sobre la violencia represiva entre los años 1955 y 1976. La autora se sumerge de lleno en las dificultades existentes alrededor de la enseñanza de esta temática que, a pesar de ser una cuestión abierta e irresuelta socialmente, debe ser abordada y debatida en las escuelas si se pretende formar a los estudiantes en valores y actitudes inherentes a la convivencia democrática (como el pluralismo, respeto y tolerancia). Con un recorrido argumental y reflexivo bien detallado, Billán advierte que las diferentes fuentes escolares examinadas hacen posible reconocer que la narrativa hegemónica se distancia de las tesis historiográficas que interpretan la violencia como un modo de acción política de una época que contó con la naturalización o el consenso de amplios sectores de la sociedad argentina. Antes bien, la autora concluye que gran parte de los problemas que existen en el estudio escolar de la historia argentina reciente radica en que la violencia continúa siendo un tema candente, por lo que no debe sorprender que en su tratamiento prevalezcan la fragmentación y la atomización de sus sentidos.
Seguidamente, el séptimo capítulo entrega una investigación de María Paula González centrada en el estudio de las actividades escolares prescriptas, sugeridas y practicadas en las clases de historia de las actuales escuelas secundarias. La especialista encara un minucioso examen diacrónico de las consignas de diferentes fuentes (planes, programas, diseños, libros de texto y materiales didácticos en línea, carpetas de estudiantes, etc.) con el propósito de identificar sus mutaciones a lo largo del tiempo y características actuales. Su indagación la lleva a detectar fenómenos de estandarización, innovación y dispersión tanto en las prescripciones y sugerencias curriculares como en las mismas prácticas. Al mismo tiempo, su periplo por las actividades escolares la conducen a reflexionar sobre las contribuciones de la dimensión práctica en la formación del pensamiento histórico para la configuración de una cultura política democrática de las jóvenes generaciones y, particularmente, en un mundo caracterizado por intensas transformaciones en las maneras de reconstruir, divulgar y apropiarse del conocimiento donde parece avanzar la “lógica comunicacional”.
A lo largo del octavo capítulo de la compilación, Marisa Massone brinda un interesante abordaje de la cuestión de los recursos didácticos de la historia como disciplina escolar. La investigadora esgrime que los materiales escolares empleados actualmente en las clases de historia exhiben una mixtura entre la cultura impresa y la digital, incluso cuando los elementos de esa mixtura detenten una presencia desigual en la materialidad que prescriben los diseños curriculares, en la que proponen los libros de texto y en la que se produce en las carpetas de los estudiantes.
Prosiguiendo el orden de exposición de la obra, el noveno capítulo contiene un estudio referido a la evaluación del conocimiento histórico escrito por Gisela Andrade. Luego de un exhaustivo recorrido por las normativas y propuestas, esta autora puntualiza que el carácter obligatorio de la escuela secundaria –establecido por la actual legislación educativa– conduce a la adopción de la evaluación formativa como enfoque central, esto es, no pensándola como simples instancias de acreditación de saberes disciplinares, sino más bien como un modo global y constante de puesta en valor de los trayectos de aprendizaje de los estudiantes durante el año escolar. En sus conclusiones, Andrade indica que cada vez es más frecuente hallar normativas y producciones que interpelan a los docentes a revisar sus sentidos y prácticas de la enseñanza, a seleccionar contenidos para evaluar, a plantearse propósitos posibles de concretar y, en definitiva, a concebir la evaluación como una herramienta para reforzar las funciones más allá de la acreditación y destinada a recoger información para fortalecer la comunicación con los estudiantes sobre los aprendizajes, así como adoptar decisiones sobre los mejores modos de acompañarlos.
Cerrando la compilación, Silvia Finocchio dedica el último capítulo a presentar un balance integral sobre los cambios producidos en la enseñanza de la historia en la Argentina desde el retorno de la democracia al país hasta el presente en dialogo con los principales hallazgos que resultaron de la investigación y que fueron expuestos en cada uno de los anteriores capítulos. Con la pericia de quien no solamente ha sido una atenta testigo de los cambios en el campo de la enseñanza de la historia durante los últimos cuarenta años, sino también –y especialmente– una aguda estudiosa de los mismos, la reconocida especialista subraya que es posible descubrir una importante transformación que se introdujo en las aulas antes que en las normas y que ocurrieron en diversos aspectos, como en los contenidos de historia, en las prácticas de la enseñanza de la historia y en su materialidad, así como también otros cambios en los modos de evaluar los aprendizajes históricos y las reflexiones para el futuro de la enseñanza de la historia.
Habiendo recorrido la obra en su totalidad, creemos oportuno señalar los méritos de la misma. Por un lado, se trata de un libro que reúne en un solo volumen una gama amplia de artículos sobre enseñanza de la historia que, en su totalidad, se introducen con la mirada propia de las y los historiadores en un campo de problemas que tradicionalmente ha sido copado por especialistas de otras disciplinas, como pedagogos y didactologos. En tal sentido, cada uno de los trabajos de este libro difiere de los abordajes clásicos que acostumbran leerse en muchos trabajos de investigación didáctica; estos últimos, si bien consideraran las mutaciones sucedidas en el terreno educativo, lo hacen a partir de enunciados generales y sin mayores precisiones sobre la complejidad y especificidad de los cambios en las disciplinas escolares. Al respecto, merece la pena destacar la riqueza de material factual con que los y las autoras construyeron sus argumentos y reflexiones, sin escatimar esfuerzos para evitar que algún registro de información quedase fuera de análisis en su intento por reconstruir las transformaciones operadas en la historia escolar dentro del nivel secundario. Por otro lado, sin alejarse completamente de los conceptos y debates propios de las ciencias de la educación, los y las partícipes de la compilación logran adentrarse al asunto de la enseñanza de la historia recuperando implícitamente gran parte de los mismos, dando respuestas a problemas generales de índole pedagógica con investigaciones originales y precisas. En esa dirección, los trabajos mantienen un sólido equilibrio entre los abordajes de la Historia y de las Ciencias de la Educación, por lo que esta compilación resultará sugerente para muchos docentes e investigadores interesados en comprometer sus esfuerzos en la construcción de conocimientos sobre el actual estado de otras disciplinas escolares.
Sin embargo, existen ciertas ausencias importantes en los estudios reunidos en este libro que deben ser señaladas. Una de esas ausencias que nos viene a la mente es la falta de trabajos que aborden la cuestión de la enseñanza de la historia antigua en la educación secundaria o bien que problematicen la inclusión de la perspectiva local y regional en las clases de historia argentina. Entendemos que el análisis y discusión de los recientes caracteres de la enseñanza de la historia de las sociedades de la antigüedad –incluyendo, dentro de este término, a los primeros sistemas socioculturales complejos de África, Asia y América– resulta relevante y necesario en la actualidad. Después de todo, al igual que la historia medieval y moderna, se trata de otras realidades precapitalistas sobre la que no solamente existe una abundante y renovada producción historiográfica incluso a nivel nacional, sino porque además su abordaje en los primeros dos años de la educación secundaria presenta al docente múltiples posibilidades y desafíos. En cuanto al enfoque local y regional, su ausencia en esta compilación llama poderosamente la atención dado que, si por un lado es una de las líneas historiográficas que ha ganado gran dinamismo dentro de distintas universidades y centros de investigación argentinos durante las últimas décadas, por el otro la dimensión local y regional aparece reclamado –una y otra vez– como un contenido que debería incluirse en los diseños curriculares, la producción editorial, los materiales escolares y las mismas clases de historia argentina y latinoamericana. Y si platicamos de miradas locales y regionales, también entendemos que la investigación original hubiese ganado en riqueza y complejidad si del proyecto hubiesen participado investigadores de otros espacios académicos del país con intereses y preguntas similares, ya fueran colegas de reconocida trayectoria, tesistas avanzados o jóvenes en formación. Si bien es totalmente legitima la elección de circunscribir la pesquisa a dos espacios geográficos –esto es, a la ciudad de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires–, no nos pareció acertado a nivel metodológico invocar el supuesto peso significativo que ambas jurisdicciones poseen en el mapa educativo argentino como una de las principales razones para sostener aquella decisión, motivo que muchos podrían tildar de porteñocentrismo. Esta crítica no va por el lado de algún tipo de reivindicación provincialista, sino por la de precisar si la hipótesis trazada originalmente por la investigación funciona en espacios educativos de otras jurisdicciones. Para aclarar bien este asunto, se me ocurre que la construcción de una red de investigación alrededor del mismo problema, pero ciertamente más amplia, incluyendo a investigadores de otras jurisdicciones, podría ser una decisión muy acertada en el futuro.
Concluyendo esta reseña, La Historia en la escuela es un libro que, debido a sus claras virtudes y a pesar –y también por– los puntos de discusión que suscita, conforma un notable esfuerzo de un grupo de docentes e investigadores por auscultar y develar aspectos del actual estado de la enseñanza de la historia en las escuelas secundarias argentinas, proponiendo miradas que abren puertas hacia una mejor comprensión de asuntos centrales de la historia como disciplina escolar. Es de esperar que el volumen, a más de las luces que arroja sobre la temática específica que aborda, sea aprovechado por funcionarios en el diseño de políticas educativas, por especialistas para ahondar en el debate académico acerca de los avances y dilemas que persisten en el campo de la enseñanza y, en definitiva, por los propios docentes, particularmente aquellos que tienen la necesidad de encontrar posibles respuestas a los ineludibles interrogantes de qué, cómo y para qué (o por qué) enseñar Historia.