Artículos

La praxis humana de la libertad y el reclamo por el ser genérico

The human praxis of freedom and the claim for the generic being

Esteban Rodríguez Sánchez
Universidad de Medellín, Colombia

Nuevo Derecho

Institución Universitaria de Envigado, Colombia

ISSN: 2011-4540

ISSN-e: 2500-672X

Periodicidad: Semestral

vol. 15, núm. 24, 2019

nuevo.derecho@iue.edu.co

Recepción: 22 Abril 2019

Aprobación: 12 Junio 2019



DOI: https://doi.org/10.25057/2500672X.1124

Cómo citar: Rodríguez, E. (2019). La praxis humana de la libertad y el reclamo por el ser genérico. Revista Nuevo Derecho 15(24):71-86

Resumen: Este artículo sostendrá que la relación entre trabajo y emancipación humana no puede ser simplemente presupuesta, sino que dicha relación implica considerar al trabajo como una actividad humana que posee un potencial para la construcción de la posibilidad de desarrollo de la emancipación humana constituyendo a sujetos capaces de transformar realidades políticas, económicas y sociales. En primer lugar, este artículo establece la necesidad de reivindicar la categoría de trabajo a través de una contex- tualización de las condiciones históricas concretas de la actualidad del neoliberalismo. Esto tiene como objetivo identificar los problemas a los que se enfrenta dicho concepto. En segundo lugar, una vez establecidos esos problemas, se pasará a reconstruir la propuesta de Boaventura de Sousa Santos atendiendo a las cuatro condiciones para el redescubrimiento democrático del trabajo. Finalmente, se realizará un análisis crítico de la propuesta de Boaventura. Este análisis tiene como objetivo, por un lado, esta- blecer los límites de la propuesta de Boaventura y, por otro, la radicalización de dicha propuesta. Se realizará a la luz de los conceptos de emancipación humana y de ser genérico planteados por Marx, con el fin de establecer la importancia de la construcción de relaciones humanas en la búsqueda de sujetos capaces de realizar transformaciones radicales a las problemáticas que se enfrenta la sociedad contemporánea.

Palabras clave: acción política, espacio de sociabilidad, emancipación humana, trabajo.

Abstract: This article argues that the relation between work and human emancipation cannot be presupposed, but this relation implies considering work as an activity that has a 1 Este artículo es resultado de los procesos de investigación llevados a cabo en el semillero de investigación: Ciudadanía, violencia y democracia a cargo del profesor de la Universidad de Medellín: Pedro Alejandro Jurado Castaño. 2 Estudiante de quinto semestre del pregrado en Ciencia Política de la Universidad de Medellín. Medellín, Colombia, correo: estebanrodriguezsanchezcsj@gmail.com. potential to construct subjects who are able to transform political, economic and social realities. First of all, this article establishes the necessity to claim for the category of work through a contextualization of the concrete historical conditions of the present neoliberalism. This contextualization aims to identify what problems the category of work must deal with. In second place, once those problems are identified, this article reconstructs the Boaventura de Sousa Santos proposal, which are the four conditions for democratic rediscovery of work. Finally, this paper analyzes critically de Boaventura’s proposal. The objective of this critical analysis is, on the one hand, to establish the limits of that proposal and, on the other hand, to radicalize that proposal. This critical analysis takes into account the concepts of human emancipation and generic being proposed by Marx. This aims to determine the importance of the construction of human relations- hips into the search for subject who are able to transform radically the problems of the contemporary society.

Keywords: Political action, sociability space, work, human emancipation.

Abstract: potential to construct subjects who are able to transform political, economic and social realities. First of all, this article establishes the necessity to claim for the category of work through a contextualization of the concrete historical conditions of the present neoliberalism. This contextualization aims to identify what problems the category of work must deal with. In second place, once those problems are identified, this article reconstructs the Boaventura de Sousa Santos proposal, which are the four conditions for democratic rediscovery of work. Finally, this paper analyzes critically de Boaventura’s proposal. The objective of this critical analysis is, on the one hand, to establish the limits of that proposal and, on the other hand, to radicalize that proposal. This critical analysis takes into account the concepts of human emancipation and generic being proposed by Marx. This aims to determine the importance of the construction of human relations- hips into the search for subject who are able to transform radically the problems of the contemporary society.

Keywords: Political action, sociability space, work, human emancipation.

La praxis humana de la libertad y el reclamo por el ser genérico The human praxis of freedom and the claim for the generic being

La categoría de trabajo ha vuelto a ser un tema de debate para la teoría política contemporánea. La reivindicación más radical de esta categoría la podemos encontrar en la teoría de Marx (1980), quien plantea, en los Manuscritos de economía y filosofía, al ser humano como ser genérico, es decir, como ser que se relaciona con su género. Allí, Marx reivindica el trabajo como la actividad que permite la universalización de este ser, esto es, la universalización de las relaciones humanas. Por tanto, Marx encuentra en el trabajo el medio para la construcción de la emancipación humana. Sin embargo, y con más de 150 años de diferencia, la teoría política más contemporánea parece haber vuelto sobre esta categoría y sobre sus implicaciones, encontrando en dicho concepto un potencial para la formulación de una democracia radical.

Por su parte, Boaventura de Sousa Santos (2005), uno de estos teóricos que, en su proyecto para la creación de sociabilidades alternativas que permitan la democratiza- ción de esferas que a primera vista no son políticas, ha visto en el trabajo un potencial capaz de reconstruir la economía como espacio para la democracia. Esto significa que la reivindicación de este concepto parece estar articulado a la reivindicación de un sujeto activo capaz de realizar transformaciones políticas que puedan enfrentar los dife- rentes problemas a los que se enfrenta una sociedad como la nuestra: a contaminación y la destrucción del medio ambiente, la pobreza en el mundo, la injustica y la miseria, la exclusión, la desigualdad, etc.

Cuando se habla de espacios de sociabilidad se hace referencia a espacios que permiten dimensionar el alcance de los problemas a los que se enfrenta la humanidad y del cual puedan surgir las posibles alternativas a aquellos problemas. Por eso dichos espacios no tienen forma, pues no pueden limitarse a una resistencia nacional o regional, sino que al enfrentarse a condiciones que colonizan desde las diferentes esferas de la vida, hasta las instituciones más importantes a nivel mundial, debe reconstruirse este

espacio a nivel internacional sin que ello implique ignorar esos otros espacios locales, regionales y nacionales.

Es decir, estos espacios de sociabilidad no son lugares concretos a los que se debe ir, no tienen como tal forma física, son espacios que se erigen como condición funda- mental que permite la acción de los sujetos en los asuntos políticos, económicos y sociales: “Solo en este espacio encontrarán respuesta la fuerza y la extensión de los fascismos que nos amenazan” (De Sousa, 2005, p. 308).

A pesar de esto, en este artículo se sostendrá que Boaventura parece dar por hecho la relación que permitiría concebir la posibilidad de sociabilidades alternativas como condición de transformación política, a saber, la relación que Marx establece entre el trabajo y la emancipación humana. Esto tiene como consecuencia que el concepto de ser genérico pase a un segundo plano y la construcción de espacios de sociabilidad se presupongan, ante los ojos de Boaventura, a partir de la solidaridad como sustento de dicho espacio. Por tanto, este artículo busca analizar críticamente la reivindicación de la categoría de trabajo en Boaventura a la luz de los Manuscritos de economía y filosofía (1980) de Marx con el fin de articular la propuesta normativa de Boaventura al de una construcción de la emancipación humana planteada en La cuestión judía (2008) y, de esta forma, radicalizar la propuesta de Boaventura.

Para cumplir con este fin, este artículo se dividirá en tres partes. En primer lugar, se realizará una reconstrucción de las condiciones históricas a las que se enfrenta hoy la categoría de trabajo a la luz del diagnóstico del neoliberalismo que realiza Wendy Brown (2017) en El pueblo sin atributos. Dicha reconstrucción funcionará como punto de arranque que permitirá identificar la necesidad de la democratización de las diferentes esferas de la vida —incluyendo el mercado—. En segundo lugar, y después de identi- ficar la necesidad de la democratización de esas esferas no-estatales —como las llama Boaventura—, se pasará a reconstruir la propuesta normativa de Boaventura De Sousa (2005). Esta reconstrucción abarca concretamente las cuatro condiciones para el redes- cubrimiento democrático del trabajo planteadas en El milenio huérfano. Allí se estable- cerá el papel de la reivindicación del trabajo como el acceso para una reconstrucción democrática de la economía. Finalmente, a la luz del concepto de trabajo planteado en Marx (1980) en los Manuscritos de economía y filosofía, y teniendo como horizonte normativo la construcción de una emancipación humana, se analizará críticamente la propuesta de Boaventura con el fin de establecer sus relaciones con la propuesta de Marx, la cercanía entre ambas y el potencial de la propuesta de Boaventura para la crítica de las condiciones políticas, sociales y económicas que enfrentamos en la actua- lidad. Este análisis crítico de la propuesta de Boaventura busca al mismo tiempo la reivindicación de dichos potenciales y su radicalización con el fin de poder enfrentar los problemas concretos de nuestra época.

2. Neoliberalismo y la economización de la vida

Wendy Brown (2017), en su libro El pueblo sin atributos, realiza un diagnóstico sobre la realidad contemporánea del neoliberalismo y propone entenderlo como “una forma

particular de razón que configura todos los aspectos de la existencia en términos económicos, está anulando silenciosamente elementos básicos de la democracia” (p. 13). Pero, ¿por qué se sigue hablando de democracia hoy?

Hay un concepto utilizado últimamente que parece configurar los elementos polí- ticos y democráticos de un gobierno en términos económicos: gobernanza. Esta es una forma muy particular de gobernar que mezcla elementos de la administración privada con elementos de la administración pública:

[...] cambia la concepción de lo político a la de un campo gerencial o administrativo y la del reino de lo público en ‘un dominio de estrategias, técnicas y procedimientos mediante los que diferentes fuerzas y grupos intentan hacer que sus programas sean operables (Brown, 2017, p. 169).

Por tanto, la gobernanza se convierte en un cálculo de medios y fines más que en la búsqueda del bien común. Ahora bien, la relevancia de este concepto radica en que permite que la razón neoliberal se convierta en una “racionalidad rectora”. Esto quiere decir que, por un lado, esta razón empieza a tener implicaciones prácticas, tanto en el nivel político-administrativo, como en un nivel incluso cotidiano (en las relaciones fami- liares, amorosas, en las amistades, etc.). Pero, por otro lado, implica que dicha raciona- lidad gobierna las formas mismas de existencia de los seres humanos. En efecto, lo que está en juego al plantear el neoliberalismo ya no como un tipo de políticas económicas, sino como racionalidad rectora, es toda la existencia humana desde sus esferas más cotidianas, hasta los niveles político-administrativos más relevantes para la organiza- ción institucional de un país. Así, las decisiones que se toman a nivel gubernamental ya no van dirigidas a la búsqueda del bien común, sino a gobernar un Estado como se gobierna una empresa privada. Esto causa que la democracia se conciba “como algo distinto o separado de la política y la economía: la democracia se vuelve meramente procedimental y se separa de los poderes que le darían sustancia y significado como forma de gobierno” (Brown, 2017, p. 171). La democracia queda reducida a una forma de consenso, pero no de la forma como lo entendió Rousseau, sino como un consenso basado en decisiones técnicas y económicas, mas no políticas. La forma de socavar los principios de la democracia adquiere una forma particular, porque no se socavan en favor de una nueva forma de gobierno, sino que los principios de la democracia (la igualdad y la libertad) se traducen en términos económicos. Esto quiere decir que se usan los mismos principios de la democracia contra la democracia misma, adquiriendo formas que no son democráticas:

La economización neoliberal de lo político no sólo despoja los términos de la justicia de- mocrática liberal de su capacidad para disputar los valores de mercado y su distribución en cualquier área de la vida sino también de limitar su alcance. La economización transforma esta capacidad en su opuesto al consagrar los términos de justicia y confirmar los valores y las distribuciones de mercado (Brown, 2017, pp. 289-290).

Ya no se habla tanto de libertad civil o política, sino de libertad de mercado o de inversión. El gran problema que aquí se plantea es que la inversión de los principios de la democracia, a partir de la economización de la vida, cierra la posibilidad de tan siquiera pensar en una alternativa a las condiciones actuales de injusticia y miseria,3 pues al reducir la existencia humana al mero cálculo instrumental de medios y fines, se hace muy complicado pensar en opciones alternas que hagan un cambio relevante capaz de transformar dichas condiciones de injustica y miseria.

Sin embargo, aún queda por resolver la necesidad de reivindicar la categoría de trabajo: ¿por qué esto es relevante para el trabajo? A la luz de este diagnóstico, el redes- cubrimiento democrático del trabajo es la posibilidad de concebir una transformación política radical que permita cambiar la estructura del mundo con el fin de buscar la emancipación humana. Pero hay un problema al que se enfrenta este redescubrimiento. Cabe aclarar que sobre la categoría del trabajo Brown no profundiza, pues su interés se centra en la racionalidad neoliberal y sus implicaciones, mas no en sus consecuencias con respecto al trabajo. Sin embargo, sí hace referencia a algo que una reivindicación de dicha categoría debe tener en cuenta: “el reino normativo del homo oeconomicus en cada esfera implica que no existen otras motivaciones, otros impulsos o aspiraciones además de los económicos, que no existe nada más en el ser humano además de la ‘mera vida” (Brown, 2017, p. 55). Con esto se introduce en este escrito un nuevo término: el homo oeconomicus como el sujeto que se guía por cálculos instrumentales de medios y fines, que socava el homo politicus como el sujeto que se gobierna a sí mismo y a los demás (Brown, 2017). El fin último es la ganancia personal, no el bienestar social. Esto implica que la humanidad misma queda reducida a “mera vida”, esto es, la vida recluida en el “reino de la necesidad”. Cuando Brown trae a colación el término de mera vida y del reino de la necesidad, la autora hace referencia a un breve fragmento de El Capital de Marx (2000) en el que define este reino:

Lo mismo que el salvaje tiene que luchar con la naturaleza a fin de satisfacer sus necesidades, a fin de preservar y reproducir su vida, también tiene que hacerlo el civilizado, y tiene que hacerlo en todas las formas sociales y bajo todos los modos posibles de solución (p. 272).

Por tanto, la vida que queda recluida al reino de la necesidad, la mera vida, se concentra en la satisfacción de necesidades básicas que imposibilitan el desarrollo humano y, por tanto, el desarrollo de una acción política transformadora. Para que el homo politicus adquiera existencia, es decir, que sea entendido como sustancia y fundamento de la democracia (Brown, 2017) y que se concentre en los asuntos del bien común y de la emancipación humana, este no puede permanecer en el “reino de la necesidad”, porque una acción política transformadora solo sería posible si la necesidad está superada, satisfecha. Esta reducción a la “mera vida” se convierte en un punto clave para entender la imposibilidad de pensar en una alternativa al neoliberalismo. Todas las acciones de los gobiernos, los Estados e incluso las acciones cotidianas siempre apuntan a confinar

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3 Slavoj Zizek afirma que esta es la grandeza de la ideología hoy: “se presenta precisamente como su opuesto, como una crítica radical de las utopías ideológicas” (Zizek, 2018, p. 26). La ideología actual, por tanto, se limita a las cosas tal y como son, resignándose a que las cosas no pueden cambiar.

la vida en “mera vida”, devora la humanidad reduciéndola a “capital humano” (Brown, 2017), es decir, valorizándola dentro un campo económico como factor de mercantiliza- ción y competencia. La cosa pública desaparece, se privatizan empresas nacionales, los índices económicos como el PIB se convierten en el único factor de prosperidad de los países y la capacidad de transformación de realidades políticas se imposibilita debido a que se está más ocupado en pensar cómo sobrevivir a la competencia del mercado que en el desarrollo de las capacidades humanas mismas.

3. La democratización del trabajo

El objetivo de Brown (2017) en El pueblo sin atributos es realizar un diagnóstico de la realidad contemporánea determinada por el neoliberalismo, pero aún no nos hemos adentrado en el concepto de trabajo como tal. La reconstrucción de Brown sirve como contextualización para poder identificar la necesidad de la reivindicación de la cate- goría de trabajo, pero dicha reivindicación no es interés de Brown. Por su parte, Boaven- tura de Sousa Santos (2005), en El milenio huérfano, asume una posición distinta al centrarse en la tarea de pensar en la forma de realizar un cambio que permita afrontar los problemas de nuestra realidad contemporánea.

La propuesta de Boaventura De Sousa se centra en la posibilidad de construir socia- bilidades alternativas que permitan la democratización de esfera no-estatales (como el mercado) para resistir a los problemas actuales del neoliberalismo: “Debe encon- trarse alternativas de sociabilidad que neutralicen y prevengan esos riesgos [los riesgos del neoliberalismo] y desbrocen el camino a nuevas posibilidades democráticas” (De Sousa, 2005, p. 296). El redescubrimiento democrático del trabajo como posibilidad de pensar “la economía como forma de sociabilidad democrática” (De Sousa, 2005, p. 298) se enmarca en el proyecto de construcción de esas formas de sociabilidad alternativa.

Esto significa que el fin del redescubrimiento democrático del trabajo consiste en que el trabajo se convierta en sustento de la ciudadanía, es decir, que el trabajo ya no se debe considerar como un mero factor de producción, sino como condición para la construcción de un sujeto activo políticamente capaz de participar y transformar su realidad política, social y económica. Por tanto, la ciudadanía y los espacios de sociabi- lidad alternativa, son, quede dicho de una vez, elementos necesarios para la construc- ción de una democracia radical. Ahora bien, para el redescubrimiento democrático del trabajo, y por tanto para la reconstrucción de la economía como espacio de sociabilidad, Boaventura propone cuatro condiciones para la construcción de una alternativa econó- mica que apunte a alcanzar de dicho objetivo. Estas son: 1) el trabajo debe repartirse democráticamente, 2) se debe reconocer el polimorfismo del trabajo, 3) se debe hacer la distinción entre trabajo productivo y economía real frente al capitalismo financiero o economía de casino y finalmente 4) se deben reivindicar los movimientos sindicales.

De acuerdo con Boaventura, la repartición democrática del trabajo debe pensarse en dos sentidos: el primero de estos es la competencia permanente con el trabajo de la naturaleza. El segundo es la repartición del trabajo mismo. La competencia con la naturaleza se convirtió en un proceso en que el trabajo humano solo puede existir a

costa del trabajo de la naturaleza, es decir, a costa de aquellos procesos naturales, por ejemplo: la fotosíntesis, la polinización, la reproducción de diferentes especies de animales y plantas, etc. de los que la vida humana aún depende. Por tanto, la destrucción de la naturaleza es un asunto que nos compete como seres humanos y, por esta razón, es también un asunto político. Así pues, la competencia permanente con el trabajo de la naturaleza significa que el trabajo humano debe poder compartir su actividad creadora con la actividad de la naturaleza:

[…] visto que el trabajo no incide, como pensó la modernidad capitalista, sobre una naturale- za inerte sino que se confronta y compite permanentemente con el trabajo de la naturaleza en una competencia desleal cuando el trabajo humano solo se garantiza a costa de la des- trucción del trabajo de la naturaleza, el trabajo humano debe saber compartir la actividad creadora con el trabajo de la naturaleza (De Sousa, 2005, p. 299).

Esto implica que la naturaleza no es un mero actor pasivo en la reconstrucción de democracia. En efecto, esa “competencia desleal” hace necesario que los procesos de la naturaleza se conviertan en un asunto político que no se limiten únicamente a propor- cionar medios para la actividad creadora humana, sino que se incorpore la naturaleza misma como un asunto propiamente humano.

El segundo sentido de la repartición democrática del trabajo se refiere al trabajo mismo. Boaventura De Sousa (2005) parte de un problema: “La permanente revolución tecnológica en que nos encontramos crea riqueza sin crear empleo” (p. 299). La solución, según el autor, es una redistribución global de la existencia actual de puestos de trabajo.

Para entender mejor a qué se refiere el autor con esto, vale la pena revisar las tres iniciativas que, según él, podrían crear la posibilidad de una distribución global del trabajo: las primeras dos son la reducción de la jornada laboral y el establecimiento de unos derechos laborales mínimos fijados internacionalmente que funcionen como mediación en los acuerdos internacionales de comercio; De Sousa llama a esta media- ción “cláusula social” y tiene como intención que las relaciones políticas y sociales de los ciudadanos no sean un factor excluido en la toma de decisiones comerciales. Así pues, el establecimiento de estos mínimos permitiría la inclusión de la ciudadanía en la toma de decisión del comercio internacional, politizando esferas que se relegan única- mente a ámbitos economicistas. Con esta condición, y a la luz de estas iniciativas, lo que está en juego es la politización del mercado, es decir, que los sujetos que lo conformen sean ciudadanos activos que puedan influir en la toma de decisiones de este. Ahora bien, si consideramos el hecho de que los diferentes factores políticos están determi- nados por condiciones históricas, culturales y sociales muy concretas de una localidad o un país, se podría pensar que el establecimiento de dichas garantías mínimas, que permitan politizar el mercado, derive en un proteccionismo discriminatorio. Esto lleva al planteamiento de la tercera iniciativa: una flexibilización en las leyes inmigratorias que tengan como horizonte la paulatina desnacionalización de la ciudadanía. Esto último contribuiría con el cumplimiento de la distribución del trabajo a una escala global y ya no solamente local o nacional.

La segunda condición para el redescubrimiento democrático del trabajo es el reco- nocimiento del polimorfismo del trabajo. Se debe tener siempre en mente que la idea que subyace a toda esta propuesta es la reivindicación de la capacidad que tiene el trabajo para la construcción de espacios de sociabilidad y ello implica entender que las condiciones actuales del trabajo, que apuntan cada vez más a “la proliferación de las llamadas formas atípicas del trabajo y el fomento por el Estado de la flexibilización de la relación salarial” (De Sousa, 2005, p. 300) y que implica unas consideraciones bastante concretas. Este fenómeno tiene como consecuencia la creación de nuevas formas de trabajo. Pero este reconocimiento solo puede ser realizable si se da bajo criterios de inclusión del trabajo mismo, pues “el capital global ha usado las formas atípicas del trabajo como un recurso en cubierto para convertir el trabajo en un criterio de exclusión” (De Sousa, 2005, p. 300). Así, por ejemplo, cuando el salario de un trabajo no permite subir el umbral de la pobreza, las formas atípicas del trabajo sirven como medio para justificar la pobreza ya no como un asunto histórico, sino como un asunto meramente personal, pues las formas atípicas del trabajo deberían permitir el acceso de dichas personas en estado de pobreza a un mundo laboral. De esta manera, las formas atípicas del trabajo se convierten en legitimadores de la exclusión del trabajo mismo. Por eso, sin un criterio de inclusión, el reconocimiento del polimorfismo del trabajo tendría el efecto contrario al de crear un ámbito de sociabilidad democrática.

especial énfasis en los países de África) para que estos puedan usarlos en su propio beneficio (De Sousa, 2005, p. 301). La segunda medida es la condonación de la deuda externa de los 50 países más pobres del mundo. Pues las deudas son tan enormes, que muchos países se endeudan aún más para pagarlas. Convirtiéndose en un ciclo inter- minable que deriva en la extracción de recursos naturales a costa de la vida misma de las personas y convirtiendo la pobreza en un problema cada vez mayor y cada vez con menos posibilidades de solución, al menos si las cosas continúan tal como están. (De Sousa, 2005, p. 294).

Finalmente, la cuarta condición es la reinvención del movimiento sindical. La clase obrera debe poder reestructurarse de tal forma que puedan superar las barreras que, a medida que la globalización del mercado se expande, se imponen a la construcción de un nuevo movimiento obrero que pueda adquirir fuerza suficiente como para ponerse en tensión con los capitalistas actualmente. Esa tensión se manifestaría en una eficacia transnacional de la clase obrera capaz de crear resistencia suficiente al fascismo financiero. Esta reestructuración debe asumir “las nuevas formas de opresión en las relaciones dentro de la producción, ampliando de este modo el ámbito convencional de las reivindicaciones sindicales, es decir, las relaciones de producción” (De Sousa, 2005, p. 303). Esto significa asumir una función social que recupere la solidaridad como fundamento del movimiento sindical y que esta permita la articulación del trabajo con otros ámbitos, que ya no son únicamente de la clase obrera, sino de una lucha que también involucra a las mujeres, los indígenas, los homosexuales, el medio ambiente, las personas de tercera edad, etc.

La radicalidad de la propuesta de Boaventura reside en que las democracias repre- sentativas, que consideran únicamente el Estado como el espacio público sobre el que se debe decidir, y que reduce dicha decisión a la elección de representantes cada cierto tiempo, resultan insuficiente frente a los problemas actuales: “no tiene sentido democratizar el Estado si no se democratiza la esfera no-estatal. Sólo la convergencia entre estos dos procesos de democratización permite reconstruir el espacio público de la deliberación democrática” (De Sousa, 2005, p. 305). Estas esferas no-estatales tienen una particularidad bastante importante. Aquí no se trata de la esfera privada de un individuo aislado, sino que son esferas que tienen relevancia porque pueden afectar e incluso transformar las formas de organización social, política y económica de la vida de los sujetos. La necesidad de hablar de estas esferas no-estatales surge de las nuevas formas de organización política, es decir, se crean espacios, aparte del Estado, que se vuelven de relevancia política:

[...] está ocurriendo es una transformación de la soberanía y la regulación: estas pasan a ejer- cerse en red dentro de un ámbito político mucho más amplio y conflictivo donde los bienes públicos hasta ahora producidos por el Estado (legitimidad, bienestar económico y social, seguridad e identidad cultural) son objetos de luchas y negociaciones permanentes que el Estado coordina desde distintos niveles de superordenamiento (De Sousa, 2005, p. 304).

Así pues, los procesos de democratización del Estado deben ir paralelos a los procesos de democratización de esferas no-estatales. Es aquí donde entra la rele- vancia del trabajo como categoría que permita sustentar la ciudadanía desde estas otras esferas. Es decir, cuando la ciudadanía encuentra su sustento en el trabajo, la acción política se dirigiría a la reconstrucción de la economía como un ámbito no-estatal que permita la transformación política desde espacios más amplios. Así pues, espacios como el mercado, que determinan las condiciones de acción y existencia de un Estado y de la vida misma de los seres humanos, también deben ser democratizados.

El fascismo social, como lo ha denominado Boaventura (2005), ataca estas esferas estatales y no-estatales de tal forma que no es sacrificar la democracia ante el capitalismo. En efecto, y también como señalaba Brown con la economización de la vida, se configuran los principios mismos de la democracia para ir en contra de la democracia misma.

Este fascismo no es como el de los años 30 o 40, aquí ya no se busca socavar la democracia sino fomentarla en ámbitos específicos y de formas específicas. Estas formas ya no hacen referencia a las formas de organización político-administrativa, sino que el fascismo social actúa más en un nivel social y cultural. Se expande en diferentes ámbitos que también puede ser estatales, pero no se limitan a estos.

Su consecuencia es, por tanto, la desdemocratización de todos los ámbitos estatales y no-estatales Esto implica la desaparición de la tensión entre democracia y capitalismo que ha venido socavando los mecanismos de participación política que una democracia representativa llegó a tener (De Sousa, 2005). Tensión que una democracia representa- tiva no puede resolver, pues no parece ser una opción que sirva para poner resistencias a los problemas actuales, ya que esta democracia reduce la acción política solamente al ámbito estatal.

La democratización del Estado y de las esferas no-estatales apunta, precisamente, a generar mecanismos de participación directa sobre los asuntos público y estos asuntos ya no se limitan únicamente a los asuntos estatales, sino que expanden sus horizontes hacia otros ámbitos que también nos afectan y, de esta forma, ponen resistencias a un crecimiento desmedido de la economía de casino.

Por tanto, la tensión ente democracia y capitalismo se manifiesta en la lucha polí- tica que busca resistir la expansión de los fascismos sociales. El redescubrimiento democrático del trabajo es precisamente el acceso a la esfera no-estatal del mercado y su posibilidad de redistribución social, es decir, la relevancia de la categoría del trabajo es su potencial de penetrar en el corazón mismo del mercado y convertirlo en un espacio de relevancia que genera un interés social y humano alrededor del reco- nocimiento y la inclusión del polimorfismo del trabajo, de la reivindicación de la clase obrera y los grupos excluidos a partir de la solidaridad y, finalmente, de la economía real donde la lucha contra la pobreza se convierta en el horizonte al que apuntar (Brown, 2017, p. 169)5.

4. Trabajo y emancipación

A pesar de esto, Boaventura De Sousa no parece aclarar el potencial emancipador del trabajo, sino que limita a este únicamente como el medio que permite abarcar demo- cráticamente la esfera de la economía. No parece desarrollar de forma más amplia el sentido emancipador del trabajo. Esta relación entre emancipación humana y redes- cubrimiento democrático del trabajo no puede ser algo simplemente presupuesto. El redescubrimiento democrático del trabajo tiene relevancia, según el autor, porque una democracia radical puede permitir ámbitos alternativos de sociabilidad en el que los sujetos sean concebidos como sujetos activos capaces de realizar transformaciones radicales (De Sousa, 2005) para enfrentar problemas como, por ejemplo, la repetida violación de derechos humanos, los problemas ambientales, los fascismos sociales, etc.

Boaventura no es el primero en tratar el trabajo y tampoco el único que ha retomado dicha categoría.6 La relación entre trabajo y emancipación humana ya se había formu- lado por Marx. Y volver a Marx significa, para cumplir con el objetivo de este artículo, radicalizar la propuesta de Boaventura, estableciendo el potencial que posee el trabajo para la construcción de la emancipación humana.

A la luz de los Manuscritos de economía y filosofía de Marx (1980), y en su crítica a la economía política planteada en dicho texto, se empieza a considerar una relación que la economía política ocultaba bajo la figura de la propiedad privada, a saber, la relación entre el trabajador y su trabajo. El fundamento de la producción, su fundamento real, es el trabajo. El alma de la producción es el trabajo e ignorar este bajo la defensa abso- luta de la propiedad privada es una consecuencia de algo que Marx denominó como “trabajo enajenado”, el cual consiste en

Que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desa- rrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu (Marx, 1980, pp. 108-109).

En efecto, hablar de la propiedad privada es hablar algo fuera del ser humano mismo, mientras que cuando hablamos del trabajo, estamos hablando de la sustancia que da a la humanidad su sustento. El ser humano se vuelve objetivo, se universaliza, mediante el proceso del trabajo. Cuando este es enajenado de su trabajo también significa que es enajenado de sí mismo ¿qué implica esto?

Importar tabla El ser humano es, para Marx (2008), un ser genérico, es decir, un ser capaz de rela- cionarse con los miembros de su género. El ser humano es, ante todo, un ser social y como tal sus acciones son acciones sociales. Esta capacidad de relacionarse con su género le concede la posibilidad de universalizarse. Esto quiere decir que el ser humano puede desarrollar capacidades que permitan las relaciones con otros seres

5. Conclusión

Si se plantea construir espacios de sociabilidad alternativa, no se puede simplemente obviar el tema del trabajo enajenado. El trabajo enajenado es la humanidad enajenada. Por tanto, se deben buscar alternativas y medios que permitan superar esa condición de para así crear un puente en la actividad creadora, en las capacidades humanas; para así crear relaciones sociales capaces de transformar realidad, de incluir en todos los ámbitos sociales (económicos, políticos e incluso artísticos y académicos) a los que han sido excluidos por la lógica de la economía de casino. Son los humanos mismos su propio fin del trabajo. La emancipación humana “es la recuperación del mundo humano, de las relaciones humanas, del humano mismo” (Marx, 2008, p. 196).

Por tanto, la relevancia política del trabajo reside en su capacidad creadora, en la capa- cidad de volver objetiva la humanidad misma, ya no como homo oeconomicus, sino como seres humanos que se desarrollan, que son capaces de transformar su realidad y que ya no se relacionan con sus otros como capital humano, sino como seres humanos activos. De ahí la relevancia del trabajo para una redemocratización del mundo, pues el trabajo es capaz de crear los espacios de intervención humana frente a problemas actuales.

Por último, acabar con el trabajo enajenado se erige como condición sine que non para la construcción de una democracia radical y la construcción de sociabilidades alternativas. Esto significa que para que el ciudadano se erija como sujeto políticamente activo, capaz de transformar su realidad política, económica y social y dispuesto a la deliberación democrática, se debe buscar el medio de satisfacer las necesidades, para así superar la “mera vida” y acceder al reino de la libertad. No puede existir acción polí- tica, sin la libertad de desarrollar las capacidades humanas.

La praxis humana de la libertad y el reclamo por el ser genérico

Brown, W. (2017). El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo. Barcelona: Malpaso.

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Información adicional

Cómo citar: Rodríguez, E. (2019). La praxis humana de la libertad y el reclamo por el ser genérico. Revista Nuevo Derecho 15(24):71-86

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[Artículo corregido , vol. 15, 71 - 86] https://revistas.iue.edu.co/index.php/nuevoderecho/article/view/1124

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