Reseñas
Manuel Ramírez Chicharro, Más allá del sufragismo. Las mujeres en la democratización de Cuba (1933- 1952), Colección Mujeres, Historia y Feminismos, 3, Granada, Editorial Comares, 2019, 312 pp. ISBN: 978-84-9045-808-2
No me cabe duda, luego de realizar la lectura de este libro magnífico, que las mujeres cubanas padecieron – y seguramente siguen padeciendo – tantas y tan diversas desigualdades y violencias – al igual que millones de mujeres en todo el mundo. Veremos en seguida por qué.
Más allá del sufragismo es una aguda y profunda investigación que mereció el IX Premio de la Asociación Española de Investigación en Historia de las Mujeres a Tesis doctorales (2018). El doctor Ramírez Chicharro tiene también en su haber el Premio Extraordinario de Doctorado en Humanidades de la Universidad de Castilla-La Mancha (2019). Su doctorado lo obtuvo en este centro universitario en 2017.
La obra de la que damos cuenta en esta reseña llama poderosamente la atención por el hecho poco común de que un historiador varón se haga cargo – con indiscutible maestría –, de investigaciones de historia de las mujeres y de las relaciones de género. Ramírez Chicharro ha publicado sus sesudos estudios sobre sufragismo, mujeres afrodescendientes y asociaciones femeninas cubanas en revistas internacionales, como Women’s History Review, Culture & History Digital Journal y Revista de Indias. Y la editorial Doce Calles publicó en 2019 su primer libro bajo el título Llamada a las armas. Las mujeres en la Revolución Cubana, 1952-1959.
Empecemos por la cuestión formal de Más allá del sufragismo. La portada del libro ya nos dice mucho: un grupo de mujeres blancas y de color, levantando escobas; en el pie de foto se aclara que es un conjunto femenil apoyando, hacia 1951, al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), y que con las escobas simbolizaban que dicho partido “buscaba limpiar la corrupción”. Esta foto me recordó otra imagen de cien mil mujeres mexicanas que, en Pueblo Nuevo, Baja California, desfilaron utilizando una gran cantidad de escobas en 1952, durante la campaña presidencial del opositor Miguel Henríquez Guzmán, para hacer patente que barrerían el entramado de corrupción y autoritarismo del régimen priísta.[1]
En contraste, y desde la óptica del conservadurismo extremo que sigue prevaleciendo hasta nuestros días, las mujeres –al empuñar escobas– sólo tenemos como misión en el planeta limpiar y barrer nuestros recintos hogareños. Para controvertir estos sesgos machistas tan arraigados en la cultura y en el imaginario colectivos, surgieron a nivel global distintas movilizaciones feministas en distintas épocas. Han sido luchas incesantes por redefinir y descentrar nuestros roles de género, que también han impactado de distintas maneras en la parte varonil del género humano. Las nuevas masculinidades del siglo XXI van cobrando conciencia de que el patriarcado ha dañado por siglos a las mujeres, independientemente de su clase, de su etnia y de su posición laboral.
Pero concentrémonos en el libro. Otras 21 fotos se distribuyen a lo largo de sus páginas para ilustrarnos con gran tino distintos personajes femeninos, solos o en grupo.
La obra cuenta con 312 páginas distribuidas de la siguiente manera: un sumario que nos permite de entrada visualizar los contenidos y las temáticas abordadas en los distintos capítulos, un índice de abreviaturas, una introducción y siete capítulos. El primero se denomina “A las puertas del siglo XX. La lucha por la visibilidad política”; el segundo lleva por título “Las mujeres en la República. Condiciones y constricciones”; el tercero se refiere a “La entrada en las instituciones”; el cuarto aborda a las “Mujeres afrodescendientes y democracia racial”; en el quinto nos adentramos en la temática de las “Trabajadoras, sindicación y derechos laborales”; el sexto remite a “Adelantar el reloj. Asistencialismo, sanidad y educación”, y el último se centra “En defensa de la democracia”. Se agradece al autor que al final de cada capítulo nos ofrezca conclusiones parciales derivadas de los asuntos tratados en cada uno de ellos, pues expone atinadas recapitulaciones con lo más relevante a destacar.
Al final encontramos sus conclusiones generales, las fuentes documentales consultadas, las entrevistas realizadas y la bibliografía general. Ramírez Chicharro tuvo la fortuna de acceder a acervos documentales muy valiosos que, en su mayoría, no habían sido atendidos o revisados por especialistas, y que se encuentran localizados y preservados en España, Cuba, Estados Unidos y México. Además tuvo acceso a distintos testimonios éditos e inéditos, y reforzó a la vez la consistencia de su investigación entrevistando en La Habana a cuatro protagonistas de los acontecimientos que narra en su obra.
Por la experiencia que he tenido al manejar un gran volumen de nombres de personajes, hubiese sido muy útil que la editorial añadiera al final un índice onomástico. De esta forma resultaría fácil ubicar a mujeres y hombres que en este tipo de investigaciones de género se entrelazan en los procesos históricos integrando redes de distinta naturaleza, como partidos y formaciones políticas, asociaciones intelectuales, educativas, mutualistas, sindicales, feministas, etcétera. Un índice onomástico resulta una herramienta eficaz para ubicar a distintas mujeres en coyunturas sociopolíticas en donde tomaron la delantera en sus propuestas o en su protagonismo femenil, o que rotundamente se encontraban invisibilizadas, porque la historia, con dominancia masculina, las había cubierto con un manto de olvido al silenciar durante mucho tiempo las condiciones a las que fueron sometidas en ambientes de hostigamiento y represión.
Por cierto, varias mujeres mexicanas se asoman en esta historia de la Cuba femenil entre principios de los años treinta y hasta principios de los años cincuenta del siglo XX. Esto resulta relevante porque habla precisamente de las conexiones, los entrelazamientos y las sociabilidades que las mujeres tejieron en el concierto latinoamericano, más allá de pertenecer a un territorio nacional específico, y porque nos explica también los afanes dedicados a retroalimentar su espíritu, y de transmitir experiencias, saberes, imaginarios ideológicos y políticos, y de fortalecer, en última instancia, la creencia más firme de que las luchas emprendidas llegarían a buen puerto para demoler, con sus granitos de arena la continua desigualdad de género y las múltiples inequidades padecidas. Por ejemplo, en este entramado social del que da cuenta el autor, se dibuja el contorno de María del Refugio García Martínez relacionada con mujeres cubanas. La gran Cuca García, comunista y feminista tan ensombrecida en la historia mexicana de la primera mitad del siglo XX.
La obra de Manuel Ramírez Chicharro relata el caso de las mujeres cubanas, diseccionando por etapas las encrucijadas en las que se vieron envueltas en el llamado período de la República, que va de 1933 a 1952, es decir, entre la anuencia del sufragio universal y el estallido del movimiento insurreccional.
El libro, además, es un erudito ejemplo de cómo desplegar la perspectiva de carácter transnacional para profundizar la investigación y para situar el accionar de las cubanas en distintos planos y contextos. Con ello se amplían sus enlaces, sus solidaridades y sus sinergias continentales y mundiales. Y a la vez también quedan expresados los choques, los enfrentamientos y los rechazos sufridos, no sólo en el contexto local cubano, sino también a escala internacional en el período de entreguerras, durante el conflicto bélico global y en la etapa posterior, que acarreó grandes cambios, desafíos y tensiones en la posguerra con el despliegue de la Guerra Fría a nivel mundial.
Por otro lado, el volumen se adentra en las múltiples problemáticas padecidas por las mujeres de distintos sectores sociales, y va aún más allá porque se detiene a explicar con rigurosidad la marcada discriminación racial y la opresión sufridas por mujeres afrocubanas (negras y mulatas) exponiendo de qué manera incidieron los matices de la desigualdad, a medida en que los contingentes femeniles se ubicaban en la escala social y por su color de piel. Es decir, el autor presenta distintos planos en donde se entrecruzan categorías como clase, etnia, posición educativa y laboral, para discernir acerca de la gama de violencias e inequidades naturalizadas, y mostrando cómo éstas se insertaron en abigarrados procesos históricos que las perpetuaron en la sociedad cubana. Durante el período examinado por el autor, la isla transitó desde un colonialismo depredador, pasando por un diseño dictatorial y un acendrado conservadurismo social hasta intentar insertarse en el concierto de las llamadas naciones democráticas, aunque coaccionada, de distintas maneras e intermitentemente por el atroz expansionismo estadounidense.
En esta acotada democracia cubana del período de la República, se aceleró el reloj –como atinadamente nos dice el autor– con el despliegue de distintas organizaciones feministas y femeninas y sus relevantes pautas asociacionistas, aunque enmarcadas en la voluntad política de los gobiernos –con hegemonía varonil–, y en la puesta en práctica de distintas leyes en favor de las mujeres que por goteo fueron promulgadas en el marco del llamado Estado de bienestar.
Empero, esas políticas públicas no lograron revertir el imaginario simbólico y la tradición patriarcal, cuyas esencias siguieron infamando a toda la colectividad femenil cubana por el solo hecho de ser mujeres. La reproducción de los papeles de género en la sociedad cubana y los estigmas sociales las siguieron constriñendo a su espacio hogareño, manteniendo la idea de que ellas eran ciudadanas de segunda o, de plano, que debían ser tratadas como menores de edad. A la vez, naturalizando ellas mismas sus llamadas dotes maternales o su inclinación asistencial, como parte intrínseca de la llamada feminidad, como constructo social.
A contracorriente, entonces, las mujeres que a brazo partido se lograron colar en el panorama laboral, se colocaron en puestos de trabajo que supuestamente de manera natural podrían ocupar por su instinto maternal: maestras, enfermeras, trabajadoras sociales, etcétera. Y otra vez, el color de piel y el estatus social ubicaron en la parte más baja de la escala social a desempleadas o con empleos ínfimos, así como a sirvientas, domésticas, nanas y prostitutas.
Sólo una élite femenil logró cruzar los azarosos obstáculos de la discriminación y la desigualdad y aun así debió buscar distintas estrategias para desempeñar actuaciones políticas (como militantes de partidos, diputadas o como funcionarias públicas) y para desarrollar su activismo social, de beneficencia pública, en la enseñanza, en la esfera diplomática, etcétera, dentro de un orden social heteronormativo conservador y masculino. Su movilización reclamó demandas sociales y derechos políticos, y argumentó su desigualdad frente a los hombres; aunque en esencia no alcanzó a derribar el canon de género.
Debo enfatizar que este libro profundiza en las vetas actuales del debate historiográfico para centrar las capacidades y las experiencias relacionales de las mujeres, rescatando, en el período de estudio acotado, una multiplicidad de prácticas y representaciones históricas femeninas en sus gradaciones sociales y raciales. La obra da cuenta, entonces, de la relación intrínseca entre el ser social femenino y su conciencia social. Ambos se nutren, se construyen, se interconectan y se definen.
Como el autor mismo lo vaticina en su introducción, su libro sí incentiva
La reflexión sobre las tensiones entre las estructuras institucionales e ideológicas y la agencia de las mujeres; la evolución del feminismo y cómo partidos políticos y sindicatos reaccionaron frente a su ascenso durante el período de entreguerras; el nivel de interacción entre asociaciones nacionales y redes internacionales de mujeres; los acuerdos y disensos entre las feministas blancas y las afrodescendientes, o los posibles vínculos entre las ideas feministas, las políticas del bienestar y el pacifismo” (p. 1
Más allá del sufragismo, efectivamente, nos conduce por distintos escenarios vitales de las mujeres para explicarnos con amplia evidencia empírica cuáles fueron los saldos y si fueron positivos o no con respecto a esas incesantes y aterradoras batallas por el pleno reconocimiento de sus derechos civiles, sus derechos sociales y sus derechos políticos y de ciudadanía. A la vez, estas cruzadas femeniles, como bien demuestra el autor, nutrieron el anhelo democrático de la nación cubana, aunque no lograron con plenitud arrancar de raíz el estigma con que nacen millones de mujeres por el solo hecho de serlo.
A esas mujeres, ciudadanas del mundo, dedicó el doctor Ramírez Chicharro esta obra cardinal sobre las mujeres cubanas Más allá del sufragismo. Cito su dedicatoria: “A las mujeres que creyeron y pudieron. Y a las que, no pudiendo, alentaron a creer”.
Con esta afirmación rotunda, esta enjundiosa obra expone, cómo, contra todo pronóstico impuesto por los paradigmas patriarcales y machistas, las féminas nacen y se hacen mujeres en el espacio y en el tiempo. Las mujeres en la Historia siempre están en sus contornos, en sus confines y en sus desafíos; siempre estuvimos; siempre estaremos presentes, con agencia, con coraje y con denuedo.
La fina narrativa de esta obra ha conseguido retrotraer desde el pasado hasta nuestro presente a cientos de mujeres cubanas que permanecían silenciadas en los sótanos de la historia. La obra del doctor Manuel Ramírez Chicharro prefigura implícitamente los alientos por venir de nuevas sociedades con equidad para las mujeres, en una perspectiva igualitaria, libre de violencia, incluyente y creativa.