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Los recursos naturales en el centro de la geopolítica en el Sahel*
Natural Resources at the Center of Geopolitics in the Sahel
Tla-Melaua. Revista de Ciencias Sociales, núm. 48, 2020
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Artículos de Investigación

Tla-Melaua. Revista de Ciencias Sociales
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
ISSN-e: 2594-0716
Periodicidad: Semestral
núm. 48, 2020

Recepción: 06 Febrero 2019

Aprobación: 03 Marzo 2019


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: El artículo analiza —desde una perspectiva multidisciplinar— los elementos geopolíticos de la presencia de recursos naturales en la región del Sahel y sus condicionantes en las relaciones con las potencias europeas, así como los factores de inestabilidad que emanan de la región. Los autores proponen una lectura alternativa centrada en la geopolítica de la seguridad, considerando el rol que desempeñan los grupos armados en el norte de Mali y su expansión hacia las zonas fronterizas con Burkina Faso, Níger, Mauritania y Argelia.

Palabras clave: Recursos naturales, geopolítica, Sahel, europa, seguridad, grupos armados.

Abstract: The article analyzes —from a multidisciplinary perspective— the geopolitical elements of the presence of natural resources in the Sahel region and their determining factors in relations with European powers, as well as the factors causing instability that emanate from the region.

The authors propose an alternative reading focused on the geopolitics of security, considering the role played by the armed groups in the north of Mali and its expansion towards the border areas with Burkina Faso, Niger, Mauritania and Algeria.

Keywords: Natural resources, geopolitics, Sahel, Europe, security, armed groups.

SUMARIO

1. Introducción / 2. Una aproximación colonial / 3. La aproximación energética en el Sahel / 4. Paisaje de recursos / 5. ¿En qué contexto se sitúan los recursos energéticos del Sahel? / 6. Los recursos naturales en el desarrollo del conflicto y del yihadismo en el norte de Mali / 7. Conclusiones / 8. Bibliografía

1. Introducción

Una región se convierte en agenda de la geopolítica internacional cuando su suelo alberga tres fuentes de riquezas fundamentales: la tecnología, las energías y otros recursos naturales. Todas ellas se sitúan en la región del Sahel y en concreto en el espacio transfronterizo marcado por el este de Mauritania, sur de Argelia, norte y sur de Mali y norte de Níger. La variable de los recursos naturales como respuesta a las insurgencias nacidas en el Sahel ha sido estudiada especialmente en el escenario de Senegal, a partir de los años 80 cuando centenares de personas provistas de rifles y machetes se levantaron en forma de guerrilla para reclamar la independencia de la región de Zinguinchor, al sur del país. El sustrato de tales movilizaciones era el desigual reparto por parte del Estado de las riquezas naturales (especialmente la madera) recogidas en la zona de Casamance, al sur de Senegal1.

En lo que se refiere a la insurgencia maliense, detrás del eslogan de los movimientos armados aparecen también las letras secesionismo o yihadismo y la pregunta que hoy nos formulamos es, teniendo en cuenta el gran potencial de recursos que plantea la zona, si los recursos naturales legales podrían ser catalizador y razón de ser de los levantamientos armados. El artículo analiza esta problemática a través de una discusión teórica sobre las agendas económicas en la arquitectura de los conflictos, del conocimiento de la región a partir de viajes sobre el terreno de los autores entre 2013 y 2018 pero también como resultado de varias entrevistas personales semiestructuradas realizadas en Mali con personalidades malienses e individuos relacionados con los grupos armados durante el periodo de la post-intervención internacional hasta el primer acuerdo de paz (2013-2015).

De la misma manera que los recursos propios de la economía criminal (las drogas, la cocaína o la industria de los secuestros) han venido configurando en los últimos años la insurgencia maliense2, nos preguntamos si otro tipo de materias primas formarían igualmente parte de la narrativa de los grupos armados de hoy y constituirían fuente de inestabilidad en la región. Aunque las agendas económicas en el escenario de Mali no han sido trabajadas en profundidad, consideramos que se trata de algo fundamental puesto que son parte no sólo del interés de los actores no estatales, sino también estatales en el ámbito local, regional e internacional. De aquí la relevante geopolítica saheliana en los últimos años.

Actualmente la riqueza de las materias primas como el algodón o el ganado, seguidamente de los minerales (el oro) en la zona sur—los depósitos de oro y de diamantes hallados en el Adrar des Iforas (norte de Mali) y zona de nuestro estudio, donde han tenido lugar cada una de las crisis políticas, no han podido ser todavía explotados a causa de los altos costes de extracción. Sin embargo, estas materias cuentan para el estudio del conflicto de Mali por el potencial que representa para las élites armadas instaladas en el territorio pugnado. Existen igualmente materias primas que empezaron a comercializarse pero aún no fueron industrializadas (sal, magnesio, hierro…), y que son foco de atención de los países vecinos (Argelia) y de desestabilización porque los planteamientos políticos se establecen mirando con codicia las riquezas de un espacio de cada vez mayor interés económico (y menos político).

Precisamente en este floreciente espacio se mueven los grupos armados subversivos de oposición al Estado maliense y aunque el control de los recursos naturales no se sitúa en el origen del estallido del conflicto de 2012 o de la escalada de violencia que posteriormente se ha destacado entre las fronteras anteriormente citadas, sí es cierto que ya cobra mucha fuerza la hipótesis de que en la agenda de luchas territoriales de los diferentes grupos armados situados en el norte de Mali aparece el control de los recursos naturales. Igualmente, en las agendas de los actores internacionales involucrados en la estabilidad del Sahel se sitúa el dominio de los « centros de poder energéticos ». Por lo tanto, la protección y el despliegue de mecanismos securitarios en el Sahel no se estudian desde una visión constructiva de apoyar a la sociedad civil, proteger la Unidad Nacional de un país y contribuir en la sostenibilidad de las instituciones y sus recursos sino en proporcionar seguridad a cambio de obtener una mayor rentabilidad económica.

En este sentido, nos resulta muy útil profundizar en los estudios de la seguridad crítica que dejan de poner el acento en el Estado para centrarse en otros aspectos relacionados con la seguridad alimentaria, societal, económica o medio ambiental. Para los estudiosos de la seguridad crítica, la seguridad no se trata de una realidad objetiva sino de una construcción social. A este respecto se aparta de los estudios tradicionales de la seguridad que mencionan la estrategia, la estabilidad y el estado-central y se acerca a nuevos postulados que tienen que ver con el conjunto de la sociedad3. En este sentido, encontramos al actor estatal (internacional) y al actor no estatal con intereses propios de las agendas económicas. Cada actor trata de posicionarse en la región atendiendo a los recursos de los que disponen, los actores no estatales se imponen territorialmente con la fuerza de las armas para rivalizar con el Estado, caracterizado por una fuerte debilidad, y frente a la presencia rival armada de los Estados, los actores internacionales intervienen en aras de « garantizar una mayor seguridad » y « protección del Estado » y mediante su capacidad militar igualmente también buscan sacar provecho y rentabilidad de las riquezas que aportan los Estados sahelianos. El objetivo de algunos países claves como Francia consiste en posicionarse, a través de la vía de la seguridad, en un pasillo estratégico para garantizar un futuro abastecimiento en materia energética y de minerales. En este sentido, cuanto mejor posicionado está el actor en términos militares, mayor ganancia obtendrá en otros campos como el económico. Como conclusión en este primer apartado introductorio, el Sahel empieza a representar un escenario en las pugnas de los actores no estatales y estatales en lo que se refiere a cuestiones energéticas.

2. Una aproximación colonial

El interés estratégico que despierta actualmente la región de Sahel no data de hoy sino de los tiempos de la colonización en África. A partir del siglo XIX, cuando se desarrollaron las primeras expediciones en el continente africano el centro de interés no estaba relacionado con las migraciones o la violencia política, fenómenos de los últimos tiempos. Entonces, la tierra y su riqueza eran elemento central para los colonos. De hecho, el Sahel pasó a ser zona prioritaria cuando se descubrieron los primeros yacimientos petrolíferos en el sur de Argelia que condujeron a la administración colonial en la última etapa del periodo colonial a reorganizar el territorio y crear el 10 de enero de 1957 la Organización Común de Regiones Saharianas4, cuyo objetivo era « poner en valor la expansión económica y la promoción social de las zonas saharianas de la República Francesa y la gestión en la que participan Argelia, Mauritania, Sudán, Níger y Chad ». El Estado francés, desde el hallazgo de los importantes recursos energéticos—sobre todo las reservas de petróleo y gas— en el Sahel cuando todavía formaba parte del África Occidental Francés (AOF), no quería abandonar el Sáhara porque representaba un formidable potencial energético fundamental para el Estado francés. A este respecto, aunque Francia evocara en su argumentario la necesidad de promover a través de la OCRS a las poblaciones saharianos, existía un trasfondo de interés económico particular, es decir, ésta será una cobertura humanitaria para justificar la explotación económica. Al final de la colonización creó incluso un ministerio de Sáhara5. Numerosas obras han sido desarrolladas en la línea de la agenda francesa de convertir la OCRS en una empresa francesa política que permitiera la explicación de los recursos mineros del Sáhara6. Tras la independencia de Argelia y los países vecinos, Francia mantendrá esta política de proporcionar estabilidad, desarrollo y seguridad con el fin de preservar sus intereses económicos igualmente en la zona teniendo en cuenta su dependencia de los recursos energéticos en Níger, Libia o Mauritania.

3. La aproximación energética en el Sahel7

La necesidad de producir para obtener beneficios, permitir el crecimiento de la economía nacional de un país y generar desarrollo para poblaciones demográficamente crecientes es una constante en los países del Sahel. Esta franja del Sahel (del árabe costa, límite o zona limítrofe) que representa ocho millones de kilómetros y separa el desierto de la sábana africana del sur8, alberga los países desde la costa atlántica (Senegal), pasando por Mauritania, sur de Argelia, norte de Burkina Faso, norte de Níger, hasta Sudán, es actualmente influyente en la geopolítica mundial. En primer lugar, por su diversidad de recursos naturales que han enfrentado los imperios, el Sahel está compuesto por espacios de tránsito comercial, en los que el comercio transahariano ha sido leit motiv de su historia y en tercer lugar tras el descubrimiento de los recursos naturales –así como petróleo, uranio y reservas de agua– se volvió zona de interés geopolítico y geoestratégico.

En el desarrollo económico de las naciones, la dotación de recursos naturales es importante y uno de los que mayor influencia tienen en la estrategia del crecimiento es la energía. Los recursos naturales constituyen un patrimonio natural de los países y su conjunto heterogéneo podría considerarse como bienes de capital en un sentido estrictamente económico. Sin embargo, no todos los países producen energías clásicas y aun disponiendo de ellas no todas han utilizado sus rentas para generar desarrollo y bienestar social.

Hasta el momento, la región del Sahel se ha venido caracterizando por un fuerte déficit en recursos energéticos no por su ausencia sino por su no explotación o mala explotación. Así, por ejemplo, Níger –con quien Mali comparte una frontera de 840 kilómetros– tiene uno de los mayores depósitos de uranio del mundo y ocupa el quinto puesto como productor mundial de este mineral para la generación de energía nuclear. En este país se encuentra el gigante minero de Arlit, propiedad de la empresa francesa Areva, cuya explotación apenas tiene impacto en el desarrollo económico y social de las poblaciones. Otro de los países sahelianos con importantes recursos, pero aún no explotados es Mali, en su zona norte (Taoudeni) –frontera noroeste con Mauritania– se han hallado hidrocarburos (petróleo) y bolsas de uranio9. Otros recursos, fosfatos, carbón, magnesio o diamantes también han sido descubiertos en el Adrar de Ifoghas, Gao, Bourem, Menaka, Tassiga, Bassin (o cuenca) de Ullimiden (Mali). Y en la frontera noreste de Mali con Argelia, el hallazgo de una tecnología (que recibe el nombre entre los lugareños del norte de Mali de «tierra rara») también se sitúa en el centro de interés, de hecho, Francia que acordonó la zona desde su intervención en 2012, según fuentes estatales, han extraído grandes cantidades de esta tecnología. Estas zonas con ricos subsuelos están envueltas en luchas de poder entre élites milito-tribales y el poder central, incrementado con la intervención francesa que ha acelerado la inestabilidad en la región. Los avances que se habían realizado para la futura explotación de los recursos han sido paralizados mientras no existan perspectivas de paz en la región del norte de Mali.

4. Paisaje de recursos

¿A qué recursos nos estamos refiriendo? Por ejemplo, el Sáhara recubre inmensas reservas de agua y una de las más importantes transcurre entre Mauritania y Somalia pasando por Mali, Argelia, Libia, Níger, Chad, Sudán y Etiopía y más allá del agua, en esta franja citada se han descubierto todo tipo de minerales y energías, así como hierro, sal, diamantes, cobre, carbón, petróleo, uranio. Algunos de estos recursos se están explotando desde hace tiempo, otros no han podido ser explotados debido a la situación agravante de inseguridad. Así, por ejemplo, algunas empresas han realizado labores de prospección en los alrededores de Gao, Kidal, Menaka y Touadeni muy próximo a la frontera mauritana y han dado resultados positivos de hallazgo de bolsas de petróleo, sin embargo la proliferación de los grupos armados no permite una explotación concreta a corto plazo.

De todos los recursos mineros presentes en la zona más convulsa actualmente, el norte y centro de Mali, el petróleo es el que podría determinar nuevas pugnas entre actores estatales y no estatales. Las necesidades energéticas hacen que Mali sea también punto focal de la región sahariana en donde ya se explotan reservas de petróleo, son los casos de Argelia, Chad, Níger o Sudán. Balla Diarra es de los pocos malienses que ha realizado un estudio pormenorizado de lo que representa estratégicamente el norte de Mali y considera que los intereses en juego son muy importantes10. Así, actores económicos están vigilando la zona y su deriva teniendo en cuenta las perspectivas de futuro que se plantean. La empresa italiana, ENI, tiene un espacio de influencia en el territorio sahariano. La sociedad SIPEX, filial de la empresa por excelencia argelina, SONATRACH, también ha estado muy activa en el llamado Bassin de Taoudeni que parece ser que es la zona más atractiva y floreciente del norte de Mali. Precisamente su riqueza económica ha hecho que los grupos armados asentados sobre la tribu árabe berabich influyentes en esta zona lograran en las negociaciones políticas con el Estado de Mali hacer de Taoudeni una región propia11. Argelia a través de su operadora económica está igualmente muy presente en los hidrocarburos no sólo de Mali, también de Mauritania y de Níger.

Finalmente la operadora francesa TOTAL desde su bastión mauritano12 o nigerino tiene en sus previsiones la entrada en el potencial mercado energético del norte de Mali. Canadá—-actualmente muy activa en la exportación de oro, Australia y por supuesto la gigante China consideran el Sahel como una zona altamente estratégica. De hecho, sus altas perspectivas petrolíferas hacen creer que están dentro de las agendas de los grupos armados re-configurados en 2012. Más allá de los recursos energéticos clásicos se plantean otras fórmulas que permitan apoyar la economía de los países del Sahel y éstas están relacionadas con el desarrollo de las energías nuevas y limpias aprovechando el sol (fuente de energía abundante y disponible en África) que, por una parte, podría realizar una contribución muy importante en la producción de la electricidad y la extracción de agua, recursos escasos en los países trabajados y, por otra, atraería numerosos inversores del exterior, de hecho, ya se están desarrollando proyectos mediante la vía de la cooperación y la inversión privada que podrían tener un impacto fundamental en el desarrollo de los pueblos sahelianos para hacer frente al déficit de electricidad y agua. En este sentido planteamos la « seguridad energética » como elemento central de las agendas de los Estados y los actores estatales teniendo en cuenta las necesidades de estos pueblos golpeados por crisis humanitarias, enfermedades endémicas y des-protección social en toda su dimensión.

5. ¿En qué contexto se sitúan los recursos energéticos del Sahel?

Las últimas operaciones militares se desarrollaron tras la aparición el 15 de octubre de 2011 de un nuevo movimiento nacional de liberación de Azawad (MNLA) que se situó en la continuidad de un largo proceso de insurgencia localizada en la zona norte de Mali y más concretamente en la región de Kidal, al este del país saheliano fronterizo con Argelia. Se trataba del primer embrión de un grupo político que más tarde recurrió a las armas para volver a reivindicar a la administración central un reconocimiento distinto de la identidad tuareg así como la autogestión del territorio del norte de Mali que se conoce como Azawad. Es decir, el movimiento político-militar que se sitúa en la continuidad de un largo proceso de aspiraciones políticas por parte de los tuaregs subversivos, aprovechando la coyuntura de Libia en donde los tuaregs pudieron hacerse acopio de las armas y dinero; habían dado unos pasos cualitativos en el tipo de reclamo que transitó de la defensa de una identidad al clamor de una independencia para la región de Azawad. Sin embargo, la heterogeneidad tribal de la zona y las divisiones comunitarias hicieron complicado unificar un mismo discurso bajo una misma bandera y el movimiento prácticamente desde su nacimiento comenzó su propia desintegración dando lugar a ramificaciones ligadas a la especificad tribal no sólo tuareg, también árabe, peul y songhai, estas dos últimas las comunidades mayoritarias en el norte de Mali frente a los árabes y tuaregs, una minoría, pero la subversiva.

Frente a la insurgencia secesionista que se ha desarrollado en un espacio geográfico donde los elementos tradicionales como la estructura de clanes, el clientelismo o el comercio caravanero están presentes en la organización y actuación de los distintos grupos sociales, en el mismo espacio saheliano ha surgido una insurgencia con base ideológica yihadista. Tanto unos actores como otros se caracterizan por su constante movilidad, cambio de filas, que no siempre se explica desde el sentimiento ideológico sino desde la protección de una comunidad o clan, sus intereses y circunstancias. La tradición siempre se antepone a cualquier agente externo. Es necesario, en este punto del análisis, establecer un primer esquema que permita identificar con claridad las posiciones de dichos grupos y los intereses a los que sirven. Esto nos permite comprender su proceso de desfragmentación y alienación. Con lo que llevamos dicho hasta aquí, podemos concluir que existen esencialmente dos categorías de grupos armados13 cuyo conocimiento nos permite entender con claridad el rompecabezas de la insurgencia en el norte de Mali y que quedan clasificados en dos grupos generales acorde a objetivos y alianzas estatales o externos. En primera instancia se sitúan los Grupos Armados considerados como Legítimos (GAL) al sentarse a negociar con las fuerzas estatales y en consecuencia están fuera del espectro “terrorista”. Estos grupos se subdividen entre los que apoyan la tesis gubernamental y los opositores a la integridad territorial de Malí. Un ejemplo de ellos es el Movimiento de Liberación Nacional de Azawad (MNLA), Movimiento Árabe de Azawad (MAA).

En segunda instancia están los Grupos Armados No Legítimos (GANOL). En éste participan los elementos armados que no han formado parte de la mesa negociadora y mantienen su pulso contra las instituciones regionales y nacionales. Este es el caso de Al Qaeda en el Magreb Islámico, Frente de Liberación de Macina o Ansar Dine. Los dos grupos en momentos de la historia de Mali, se han unido para extraer una mayor rentabilidad de sus actividades, por lo que resulta difícil diferenciar las fronteras que les separan. La manera en la que interactúan entre sí, sus alianzas temporales o duraderas, según la coyuntura, y sus vínculos interregionales. Además, las repercusiones regionales y globales permiten abrir una mirada crítica de la seguridad que tiene en cuenta las estructuras sociales en las que se asientan los grupos armados y el contexto. Asimismo, debemos revisar el comportamiento de los grupos beligerantes y las redes o alianzas en las que se mueven con una influencia importante del componente tribal.

Para entender cómo Mali se ha convertido en zona de actividades y de refugio de los grupos terroristas yihadistas en el Sahel, es necesario realizar una retrospectiva de más de diez años. Examinando este intervalo resulta más fácil contextualizar el fenómeno, y reseñar la evolución que ha tenido la organización yihadista transitando de una fuerza global y regional a una fuerza local. Es óbice recordar que tras la derrota del Grupo Islámico Armado (GIA) en Argelia en manos del ejército argelino, después de una guerra atroz como consecuencia de la victoria del partido islamista Frente Islámico de Salvación (FIS) en las elecciones municipales y legislativas, el Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC) se refugió a finales de los años 90 en los confines del desierto del norte de Mali aprovechando la debilidad de las estructuras del Estado maliense y sus vecinos sahelianos. En la producción literaria de la evolución de los combatientes argelinos en el norte de Mali se asegura que éstos utilizaron el canal de los matrimonios con mujeres autóctonas para asentarse y alcanzar un fuerte arraigo entre las diferentes comunidades tribales14. Por ejemplo, uno de los líderes argelinos del movimiento yihadista, Mojtar Belmojar, tomó en matrimonio a varias mujeres locales, asegurándose la simpatía y la colaboración de varias poblaciones de la zona15. Asimismo, es adecuado puntualizar que estos individuos también se ganaron la integración en estas comunidades mediante la aportación de servicios básicos que el débil Estado maliense denegaba a estas comunidades situadas lejos del alcance gubernamental. En 2007, el líder de la organización, el argelino Abdelmalek Drukdel, anunció que la red pasaba a denominarse Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) sometiéndose a las órdenes de Al Qaeda central como franquicia en el norte de África16. Por tanto, AQMI y sus miembros se establecieron cómodamente en el norte de Mali, beneficiándose de los déficits del Estado en las zonas del norte del país, y también gracias a una controvertida política de no agresión directa del presidente maliense Tumani Turé (2002-2012), lo que les permitió disfrutar de una gran logística y organización en la zona antes del año 201217.

Así, Al Qaeda en el Magreb Islámico fue el embrión de la nebulosa yihadista que hoy conoce Mali y países de la región, como Burkina Faso o Níger. Si los primeros ataques en torno a los años 2005 y 2006 fueron en el vecino Estado de Mauritania, el repliegue era en Mali, convertido en lugar de refugio y santuario donde no habían protagonizado ningún acto de amplitud hasta el año 2012 en el que destacaron como un actor más de relevancia en el conflicto que enfrentó a la rebelión tuareg con el Estado maliense18. Aunque los principales líderes yihadistas eran argelinos, y por tanto, extranjeros para la zona donde se asentaban, en años posteriores se evidenció una tendencia que ha ido afianzándose, la incorporación a la filas yihadistas de población autóctona, incluso algunos de ellos se convertirán en líderes yihadistas19. Un primer ejemplo de ello fue la aparición del Movimiento por la Unicidad y la Yihad en África del Oeste (MUYAO). Se trató de la primera escisión de AQMI, fechada en 2011, cuando sus miembros—la mayoría de nacionalidad mauritana— anunciaron la existencia del grupo a partir del rapto de tres cooperantes europeos, dos de ellos españoles, en el campo de refugiados de Tinduf, Argelia. Desde entonces, el grupo, hoy dividido en otras agrupaciones con cierta base local, reivindicó la expansión de la yihad armada a todo el África Occidental, enfatizando que sus miembros y líderes no eran argelinos, en contraposición con AQMI, sino con un componente local del norte de Mali importante y de Mauritania. La aparición de MUYAO en el paisaje yihadista respondió igualmente a los primeros conflictos internos entre la base madre de la organización (argelina) y sus miembros ejecutores (mauritanos) por la repartición de los beneficios obtenidos de los tráficos de drogas y de los secuestros de occidentales20.

Tras el éxito inicial de la rebelión independentista en el norte de Mali a principios del año 2012 las organizaciones autodenominadas yihadistas no dudaron en sumarse a los enfrentamientos con el Estado maliense con el objetivo de levantar una estructura de violencia radical en el contexto de la yihad21. Su gran potencial armamentístico distribuido en las diferentes brigadas repartidas geográficamente en la zona les reportó un importante peso en la expulsión del Estado maliense. Tras la derrota del ejército, las organizaciones pasaron a controlar durante varios meses de 2012 las ciudades y las regiones de Tombuctú y de Gao, así como la región de Kidal, que se cree que compartieron con otro grupo armado, el grupo Ansar Din del ex líder maliense tuareg, Iyad Ag Ghali. Esta agrupación armada originaria del norte del país finalmente pasó a sumarse a la galaxia yihadista, confirmándose la evolución del yihadismo en la zona, de una clave extranjera hacia una clave más local.

Durante esos meses de control de ciudades y de regiones en el norte y centro de Mali se puso de manifiesto algunos de los elementos que han hecho que, a pesar de la intervención internacional militar en Mali en 2013, los grupos autodenominados yihadistas sigan teniendo éxito de reclutamiento y cierta simpatía entre algunas de las comunidades del norte y centro del país. En un principio el grupo rebelde tuareg Movimiento de Liberación Nacional del Azawad (MNLA) ocuparon las principales ciudades, pero su control duró poco ya que fue rápidamente usurpado por los miembros de los grupos yihadistas, AQMI, MUYAO y Ansar Din. Estos grupos pasaron a administrar y gestionar ciudades y poblaciones al apoyarse en las viejas rencillas locales entre comunidades étnicas e intraétnicas y a la situación de inseguridad y desorden que la conquista por el MNLA había causado en lugares como Gao o Tombuctú22. Tomando como lema la bandera del islam, la igualdad entre etnias y la impartición de ley y orden mediante la aplicación subjetiva de la ley islámica o sharía, los líderes de las organizaciones autodenominadas yihadistas supieron conectar con las poblaciones y ser aceptados como mediadores y administradores en un momento convulso para la zona tras el estallido de la rebelión mayoritariamente tuareg y la imposición de un orden liderado por ciertos clanes tuareg, y la ausencia del Estado maliense. Algunos de estos elementos han vuelto a ser explotados por los miembros yihadistas en los últimos años que explicarían en parte por qué estos grupos se mantuvieron activos y con capacidades de reclutamiento a pesar de los grandes esfuerzos internacionales por la reconstrucción y la rehabilitación del Estado maliense y sus capacidades militares emprendidos desde la reconquista del norte a partir del año 2013.

Los vasos comunicantes entre los secesionistas y los grupos yihadistas han existido desde principios del siglo XXI cuando se levantaron las primeras katibas lideradas por argelinos como Yahia Abou el Hammam cuya zona de influencia se sitúa en el sector fronterizo de Tumbuctú y este de Mali. Yahía forma parte de las partidas salafistas residuales de la insurgencia islamista en Argelia como resultado de la confiscación de las urnas en los años 90 por parte del Ejército que hizo que determinados líderes argelinos se exiliaran a tierras malienses y levantaran su propia yihad contra Argelia23. A lo largo de nuestra investigación, se observa que el Yihad se desliza hacia el secuestro de occidentales, el secular contrabando sahelo-sahariano, ahora aplicado a las drogas modernas (tabaco, cocaína, etcétera) y al tráfico de armas entre otros24. La instalación de un modelo de katibas encabezadas por líderes que debían iniciar un proceso de adhesión de jóvenes de toda la región para progresivamente constituir un ejército en el Sahel se consiguió en una la coyuntura de « Al Qaeda global » y la figura de Bin Laden en Afganistán. A partir de 2007, la organización de AQMI—heredera de la Al Qaeda global—comenzó a transitar hacia una regionalización y localización adhiriéndose autóctonos de Mali y autóctonos mauritanos unidos por espacios denominados por las mismas tribus.

Las katibas aunque pudieran proyectar estructuras rígidas, la realidad es que se han ido adaptando a los contextos internacionales y regionales. Es decir, las diferentes katibas han atravesado procesos distintos: desde constituir células locales a partir de la causa contra el régimen militar argelino hasta la internacionalización de las mismas por el impacto internacional de figuras como la de Bin Laden que promovió el discurso liberador de las poblaciones musulmanes. Los acontecimientos surgidos en el ámbito internacional han impacto de manera más o menos notable tanto en la estructura de AQMI como en su interna notoriedad. Podríamos decir, que su “éxito” internacional alcanzado por el agrupamiento de diversas nacionalidades se produce desde el cambio de estatus con la Baa’ya, pero esto solo duraría tres años (entre 2007 y 2010) porque con el tiempo, la organización se desmembró en más katibas y seriyas, que evolucionaron hacia estructuras cada vez más locales movilizadas por intereses materiales25.

Con esto lo que pretendemos decir que una ideología supuestamente compartida en aras de la integración de todos los musulmanes en una macrocomunidad islámica, sin fronteras, ni identidades nacionales, o el retorno del Islam original, no será la que oriente sus actuaciones. En su defecto, la búsqueda de una “salida profesional” o el control de la economía criminal guiarán el comportamiento de los actores26. De hecho, el movimiento GANOL en Mali se distingue, hoy, de otras organizaciones impregnadas de parecida ideología en Somalia, Yemen o Irak, por su falta de vocación global, a pesar de la adhesión puntual y simbólica de AQMI a la madre Al Qaeda a partir de 2006/2007 y por supuesto por su exclusivo interés en el negocio criminal.

Las cuantiosas rentas obtenidas mediante los distintos negocios en el Sahel a su paso por Mali son las causantes de la multiplicación de las células en el norte de Mali. Los llamados yihadistas con el fin de proteger sus partidas económicas buscaban una representatividad más o menos equitativa de las distintas nacionalidades, de las identidades comunitarias y tribales. Así las cosas, la creación de una katiba destinada especialmente a los argelinos, una comunitaria tuareg para preservar los intereses económicos de la comunidad tuareg o también una katiba mauritana para responder a los intereses de la comunidad árabe de Mauritania que, a pesar de ser la nacionalidad mayoritaria entre los integrantes de la organización AQMI se ha sentido marginal a la hora de repartirse los recursos. Las precarias condiciones económicas presentes en algunas zonas de la región son elementos que incentivan el crecimiento de movimientos de naturaleza terrorista u otros. Por ejemplo, las altas tasas de desempleo en algunos países africanos generan carencias económicas que impulsan -principalmente a los jóvenes- a involucrarse en actividades ilegales.

Lo anterior se sustenta en el hecho de que algunas organizaciones como AQMI han aprovechado esta situación para ofrecer oportunidades empleo informal a jóvenes africanos como estrategia de reclutamiento. No sólo ésta organización ha trabajado en la afiliación de los jóvenes través de los incentivos económicos, otros grupos de insurgencia del norte de Mali como el Movimiento de Liberación Nacional en Azawad (MNLA) o Ansar Dine han alcanzado alineamientos a sus organizaciones a través de promesas económicas, aunque siempre existen entre los insurgentes una atracción del discurso por alineamiento tribal o respeto al líder. Cualquier clarificación respecto a si la motivación o la oportunidad económica ha cobrado mayor peso entre los reclutas de las organizaciones es siempre difícil teniendo en cuenta que en la mayoría de las ocasiones se trata de un híbrido.

Incentivo sin motivación complicaría el compromiso del individuo dentro de la estructura y viceversa, la necesidad de sentir una motivación que no tiene por qué ser de ideología política sino que puede ser de carácter racial resultaría insuficiente y requiere, por tanto, ir acompañada de las ganancias obtenidas a corto y largo plazo27. En cualquier caso, el incentivo económico se puede utilizar como técnica a través de las actividades criminales, ilegales o legales en las que intervienen las élites armadas y que implican riesgos. Los posibles beneficios económicos y su progresivo incremento mueve negocios como señuelo para líderes y seguidores no estatales pero también estatales.

Las katibas yihadistas y las insurgentes secesionistas —sólo estas últimas habían supuesto una verdadera amenaza para la administración central—dieron un salto cualitativo en su acción y en 2012 unieron sus fuerzas para imponerse en las principales ciudades del norte de Mali terminando en una guerra que supuso la intervención de Francia con el fin de recuperar la integridad territorial.

6. Los recursos naturales en el desarrollo del conflicto y del yihadismo en el norte de Mali.

Años de negligencia y de falta de inversiones por parte del Estado central y las élites gobernantes de la región afectada, dejaron el norte del país africano con infraestructuras insuficientes y un acceso pobre a los servicios básicos. Los datos socioeconómicos de la zona norte están por debajo de la media del país28. Por ejemplo, en las ciudades norteñas de Tombuctú y Gao, entre el 26% y el 31% de la población vive bajo el nivel de la pobreza, comparado con el 9% que registra la capital, Bamako29. La sensación de marginalización económica en el norte también ha sido acompañada de una exclusión política y la alienación gradual de la tierra de pastoreo, que ha generado un fuerte sentimiento en contra del Estado entre las poblaciones nómadas, como por ejemplo los tuareg30.

Además del déficit de desarrollo y de la exclusión política, el progresivo calentamiento global y la creciente frecuencia de sequías han vuelto particularmente vulnerable el norte de Mali31. El norte de Mali es sensible a los cambios climáticos como las sequías, la desertificación, la deforestación o la escasez de agua. Desde 1960, algunos autores coinciden en que ha habido un incremento de un clima extremo en la zona y de la aparición de sequías con consecuencias desastrosas para los agricultores y pastores del norte de Mali32. Los efectos de estos condicionantes climáticos y la falta de una respuesta del Estado a ello, no sólo ha exacerbado la desigualdad entre el norte y el sur de país, sino que ha tenido un impacto político sobre las poblaciones del norte que se han sentido desconectas del sur y ha incrementado su apoyo a los grupos separatistas del norte, como el MNLA que protagonizó el levantamiento en el 201233. Las rebeliones tuareg han estado relacionadas con el acceso a la tierra, una tierra afectada por el calentamiento global cuyas consecuencias han puesto en peligro a la población de la zona y ha exacerbado la marginalización de los tuareg34. Durante la colonia francesa, los franceses llevaron a cabo una política de registro de las tierras y muchas comunidades tuareg perdieron su derecho a la tierra que habían poblado en el pasado. Con la llegada de la independencia, el acceso a la tierra no fue recuperado, sino que se mantuvo e incluso empeoró con las políticas de Mussa Traoré que pretendían “modernizar” el norte a través de la nacionalización de las tierras y la sedentarización de las comunidades tuareg35. Esta política, que mantenía además al norte del país como una zona militarizada y “poco útil”, contribuyó a la marginalización de las comunidades tuareg y favoreció las sucesivas rebeliones tuareg contra el Estado.

Las sequías que tuvieron lugar en 1973-74 y 1984-85 en la zona afectaron gravemente a los medios de subsistencia de las comunidades tuareg, como el número de ganado, y contribuyó a la migración de jóvenes tuareg hacia ciudades de países de la región.

Los periodos de sequía afectaron no sólo a las poblaciones, sino que fueron uno de los factores que motivaron las siguientes rebeliones, al interpretar muchos intelectuales tuareg que la ayuda exterior y la asistencia local no había sido distribuida equitativamente, siendo las poblaciones del norte mucho menos favorecidas en proporción a las de otras zonas en los programas de desarrollo36, cuando no había sido desviada tal ayuda37.

Los efectos negativos del cambio del clima y el empeoramiento de las condiciones ecológicas también han facilitado el reclutamiento de combatientes por los grupos yihadistas38. La falta de una alternativa económica y la percepción de que los hogares están amenazados por la posibilidad de una sequía, la degradación ambiental o el conflicto existente en el norte del país hacen que los jóvenes se adhieran a los grupos armados y yihadistas. Estos representan una opción para proveerse de empleo y de seguridad en un ambiente cada vez más hostil entre las diferentes comunidades, que compiten por el acceso a los recursos y la tierra39. En otros casos, la adhesión es a grupos de bandidismo, de tráficos o de secuestro de extranjeros, por tanto, alimentado en ciclo de inseguridad en la zona40.

La vulnerabilidad del norte del país y la creciente competición por los recursos, que se ven afectados por dicha vulnerabilidad ecológica, ha creado, como decimos, el aumento de la tensión entre comunidades e incluso entre las mismas comunidades. Un ejemplo de ello es la expansión de la presencia de la insurgencia yihadista a las zonas del centro de Mali, que tradicionalmente no habían sido lugar de refugio de los grupos yihadistas hasta el año 2012. Algunos autores han identificado que los conflictos actuales en las regiones centrales de Mali se relacionan con la explotación de los recursos (zonas de pastoreo, agricultura y pesca) y la dificultad a la hora de delimitar las zonas, situación que ha sido afectada por el conflicto que emergió en 2012, militarizando las relaciones entre comunidades41.

Los pastores peul o fulfudé fueron los primeros en unirse a uno de los grupos yihadistas conocido como MUYAO (Movimiento por la Unificiación del Yihad del África Occidental). Las motivaciones de la mayoría de los jóvenes que se unieron en el año 2012 a las filas yihadistas respondían a la necesidad de disponer de un arma con el objetivo de defenderse de las comunidades tuareg y los miembros del grupo armado secesionista MNLA (Movimiento Nacional de la Liberación de Azawad) que habían iniciado la nueva insurgencia y a los que se les acusaba de cometer actos de bandidismo, además de robar cabezas de ganado.

Si bien durante años la relación entre ambas comunidades había sido tensa por el control y la explotación de los recursos en las zonas del centro de Mali, en el año 2012 la presencia de los grupos yihadistas introdujo un elemento nuevo, la posibilidad de asociarse un tercer actor que podía proveer orden y seguridad a una parte de los actores enfrentados. Y es que, con la emergencia del yihadismo, los problemas entre comunidades por la explotación de los escasos recursos de la zona y la debilidad del Estado maliense en proveer el orden y la justicia que esperan dichas comunidades, ha supuesto un incremento de la violencia ya que ha permitido que grupos comunitarios se puedan armar42.

7. Conclusiones.

En este trabajo, hemos pretendido poner de relieve que en la región africana del Sahel se cumple la ecuación de que donde existen recursos naturales es inevitable la presencia de inestabilidad política y social y la intromisión militar de las potencias extranjeras. Hemos analizado la relevancia geoestratégica de la región a través de la presencia de recursos naturales bajo su tierra y de la formación de un nuevo frente de la “guerra contra el terrorismo”. Las potencias occidentales y del mundo tienen interés en la estabilidad de esta región por los numerosos recursos naturales que alberga, que aunque no sean críticos en el escenario de energías y minerales en el mundo, sí se consideran de relevancia. Francia, y otros actores, se posicionan en el Sahel militarmente para combatir las insurgencias yihadistas a la vez que buscan asegurarse el abastecimiento de materias primas. Los grupos yihadistas y grupos armados insurgentes de naturaleza, por su parte, codician también las tecnologías y las formas de enriquecimiento, muchas veces ilícitas, que ofrece esta inhóspita región castigada por el clima, favoreciendo su continuidad en el tiempo. A la hora de analizar el Sahel, es necesario incluir estos términos en la ecuación.

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Notas

* Artículo de investigación. Recibido: 06-02-2019. Aceptado: 03-03-2019.

TLA-MELAUA, Revista de Ciencias Sociales. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México / E-ISSN: 2594-0716 / Nueva Época, año 14, núm. 48, abril/septiembre 2020, pp. 295-314.

8 La parte sahariana, formada por rocas y dunas de arena, puede decirse que, más que habitada, ha estado tradicionalmente recorrida por tribus nómadas pastoras y comerciantes, mientras la saheliana –en gran parte coincidente con el curso medio del río Níger– aunque también de clima y geografía semidesérticas, ha sido el área donde históLa parte sahasólo se ha producido la sedentarización de la población, sino también la colonización de los grupos étnicos procedentes de la sabana.
10 Diarra, B., op. cit.
11 Mesa, Beatriz, op. cit.
12 Según Diarra, Francia está presente en Mauritania a través de una concesión de casi 500.000 kilómetros que se encuentra en la prologanción del Bassin de Taoudeni.
13 Nomenclaturas acuñadas por la autora Beatriz Mesa en su tesis doctoral El papel transformador de los grupos armados en el norte de Mali: de la insurgencia yihadista y secesionista al crimen organizado, 1993-2016.
14 Numerosas entrevistas de los autores entre 2013 y 2015 con líderes tribales del norte de Mali (Azawad) han asegurado que los primeros argelinos llegados a la región comenzaron como primera estrategia a establecer lazos matrimoniales con las mujeres, sobre todo con las árabes de la facción Al Wasra en la región del Este de Mali, frontera con Mauritania, donde se sitúa la katiba de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).
18 Nievas, op. cit.
20 Entrevistas realizadas por los autores con miembros arrepentidos de la organización de AQMI y de MUYAO. Septiembre de 2013, Bamako.
24 Mesa, Beatriz, op. cit.
26 Entrevistas de la autora con ex miembros de MUYAO, actualmente integrantes del grupo armado MAA (Movimiento Árabe de Azawad) que negocia con el Estado una salida a la crisis de Mali. Estos dieron cuenta del imparable negocio de la cocaína en donde había una participación directa de los diferentes grupos armados. Enero, junio y septiembre de 2013, Bamako.
35 Benjaminsen, op. cit.
37 Benjaminsen, op. cit.
40 Lecocq y Belalimat, op. cit.


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