Recepción: 08 Febrero 2018
Aprobación: 31 Octubre 2019
Resumen: La obra de Andrés Bello como representativo educador de generaciones, se ha caracterizado por poseer una vigencia y permanencia especial para el desarrollo y comprensión del pensamiento educativo en general y, en especial, en todo aquello que representa el proceso de formación de un ciudadano dotado de una serie de capacidades que le permitieran actuar patrióticamente y bajo la responsabilidad y autonomía, como exigencias para responder a las demandas sociales de su época. Todo ello llevado al plano actual, pretende demostrar que la obra de Bello viene a posicionar que las funciones propias de todo sistema educativo y de las nuevas tendencias de la alfabetización académica, pretenden formar ciudadanos con un pensamiento crítico y reflexivo como condiciones fundamentales para actuar coherentemente dentro de escenarios democráticos, aspectos en los que se refleja claramente la correspondencia de los aportes de Bello con las exigencias de la lectura académica como una nueva manera de enfrentarse al mundo educativo y social con la puesta en marcha de habilidades creativas, con un espíritu crítico, nuevos conocimientos e ideas, así como con las posibilidades de juzgar su acción y la de terceros.
Palabras clave: lectura, educación, ciudadanía, autonomía educativa, responsabilidad.
Abstract: The work of Andres Bello, as a representative educator of generations, has been characterized by having a special validity and permanency to the development and understanding of educational thought in general and, especially, in all that represents the process of forming a citizen endowed with a number of capabilities that enable him to act patriotically under the responsibility and autonomy, as exigencies to meet the social demands of his time. All this carried to the current plane, intends to demonstrate that the work of Bello comes to position that the functions of any education system and new trends in academic literacy also intend to form citizens with a critical and reflective thinking as fundamental conditions to act coherently within democratic scenarios, aspects that clearly reflects the correspondence of the contributions of Bello with the exigencies of the academic reading as a new way to face the educational and social world with the launching of creative skills, with a critical spirit, new knowledge and ideas, as well as the possibilities to judge their actions and from third parties.
Keywords: reading, education, citizenship, autonomy educational, responsibility.
INTRODUCCIÓN
Andrés Bello ha sido visto históricamente como uno de los principales promotores de valores encausados hacia la libertad de pensamiento a nivel de Hispanoamérica, pues sus planteamientos y concepciones han sido consideradas como iniciativas cuya contribución puede categorizarse bajo la consigna del querer romper con los esquemas de dominación, ello debido a que en su seno se agruparon las más diversas visiones sobre la necesidad de aprender a pensar por nosotros mismos, sin someternos a modelos y diseños impuestos que implícitamente intentaban ejercer los más amplios deseos de subyugación. En este sentido, su propuesta de emancipación estuvo centrada en la formación de un pensador capaz de generar discusiones, de ilustrarse su propia realidad, de rebelarse contra las imposiciones y, además, de conseguir la aplicación del conocimiento a su entorno inmediato como punto de partida para generar transformación en todos los espacios ávidos de participación (Lovera Desola, 1994).
De esta manera, la iniciativa de Bello de propiciar la necesaria comprensión de la historia patria y de la modernidad, lo posicionaron como un educador con una extensa vigencia y proyección futurista, aspectos que se pueden ser evidenciados con prontitud y franqueza en gran parte de sus postulados, en los que consiguió unificar y poner en orden el conocimiento de su época al inclinar sus esfuerzos en recoger el mundo del pensamiento de propio de su tiempo, con una dedicación especial y sin perder de vista el carácter iluminador, características que lo han hecho atravesar cada momento histórico como un referente de consulta obligatoria, que avizora la comprensión multidimensional bajo la cual se mueve la dinámica de nuestro continente (Murillo, 1986).
Partiendo de estas premisas, con la presente disertación se pretende como objetivo fundamental el realizar una revisión de los principales postulados teóricos contenidos en la obra de Andrés Bello y sus aportes a las nuevas tendencias de la lectura académica como una actividad que permite la formación de ciudadanos, para lo cual se acude a algunos referentes actuales que sirven de sostén para demostrar la vigencia de un pensamiento cuya congruencia y actualidad responden a las recientes visiones que se tienen de la lectura como un proceso transformador de la vida social. En apoyo a este planteamiento afirmación se afirma que sus aportes responden a una serie de exigencias que consiguen posicionar su obra bajo el cobijo de las siguientes cualidades ?profundidad en el pensamiento, análisis crítico, serenidad, honradez, precisión, amor a las realidades y odio a lo abstracto; por su sencillez, la claridad en la expresión y preocupación por la síntesis? (Ocampo, 2009, p.4).
DISERTACIÓN TEMÁTICA
Andrés Bello ha sido asumido históricamente como uno de los promotores de la libertad de pensamiento a nivel de Hispanoamérica, pues sus ideas han sido consideradas como iniciativas cuya contribución puede categorizarse bajo la consigna del querer romper con los esquemas de dominación, en cuyo seno se agruparon las más diversas visiones sobre la necesidad de aprender a pensar por nosotros mismos, sin someternos a modelos y diseños impuestos que implícitamente intentaban ejercían los más amplios deseos de subyugación. En este sentido, su propuesta de emancipación estuvo centrada en la formación de un pensador capaz de generar discusiones, de ilustrarse su propia realidad, de rebelarse contra las imposiciones y, además, de conseguir la aplicación del conocimiento a su entorno inmediato como punto de partida para generar transformación en todos los espacios ávidos de participación (Lovera Desola, 1994).
De esta manera, la iniciativa de Bello en propiciar la necesaria comprensión de la historia patria y de la modernidad, lo posicionaron como un educador con una extensa vigencia y proyección futurista, aspectos que se pueden evidenciados con prontitud y franqueza en gran parte de sus postulados, en los que consiguió unificar y poner en orden el conocimiento de su época al inclinar sus esfuerzos en recoger el mundo del pensamiento de propio de su tiempo, con una dedicación especial y sin perder de vista el carácter iluminador, características que lo han hecho atravesar cada momento histórico como un referente de consulta obligatoria, que avizora la comprensión multidimensional bajo la cual se mueve la dinámica de nuestro continente (Murillo, 1986).
En función de estas premisas, con la presente disertación se pretende como objetivo fundamental el realizar una revisión de los principales postulados teóricos contenidos en la obra de Andrés Bello y sus aportes las nuevas tendencias de la lectura académica como una actividad que permite la formación de ciudadanos, para lo cual se acude a algunos referentes actuales que sirven de sostén para demostrar la vigencia de un pensamiento cuya congruencia y actualidad responden a las recientes visiones que se tienen de la lectura como un proceso transformador de la vida social. En atención a ello algunas posturas coincide en decir que sus aportes responden a una serie de exigencias que consiguen posicionar su obra bajo el cobijo de las siguientes cualidades ?profundidad en el pensamiento, análisis crítico, serenidad, honradez, precisión, amor a las realidades y odio a lo abstracto; por su sencillez, la claridad en la expresión y preocupación por la síntesis? (Ocampo, 2009, p.4).
Al respecto y desde una óptica plenamente sociocultural como la tendencia más actual y mayormente aceptada de la lectura, coinciden con Bello al proponer que todo este proceso en que el mundo se encuentra inmerso, amerita de un ciudadano revestido de competencias que lo ayuden a asumir más que nunca una postura responsable, y dice de ese nuevo lector-ciudadano que ?debe tener la sensibilidad lingüística suficiente, conocimientos idiomáticos, capacidad de atención y análisis, para poder comprender su propia realidad? (Cassany, 2004, p.4). Todo ello implica entre otras cosas que, el saber leer como condición fundamental en la formación integral del hombre, tiene como propósito el desarrollar habilidades críticas y reflexivas, y en tal sentido, capacidades procesar la información que le llega como supuestas verdades absolutas e irrefutables, para lo cual se cree perentorio el poner en marcha su arsenal de cognitivo que le permitan dilucidar aparentes verdades e incongruencias escondidas tras discursos que se le muestran como ciertos (Lovera Desola, 1994). Frente a esta posición es posible afirmar que se trata de ?desarrollar competencias que permitan leer de manera autónoma, significativa y critica los distintos textos? (Sanmartí, 2011, p.2).
Esta concepción de lectura coincide con Bello, pues termina por reafirmar que, el lector es visto como un participe protagónico del proceso, dotado de un conjunto de habilidades en medio de un mundo informativo y dinámico, revistiéndolo de un posicionamiento cargado de mayor responsabilidad que lo obliga a realizar la activación de controles metacognitivos, que le habiliten para desentrañar las intenciones y los propósitos, así como lo que no se encuentra explícito en los textos (Smith, 1983; Goodman, 1996; Solé, 1996). De allí que, hablando del lector como un agente democrático, intenta mostrar que su función se circunscribe a ?la búsqueda de la máxima relevancia o coherencia para poder identificar aquellos aspectos del escrito que permanecen oscuros o para poder hacer hipótesis plausibles sobre su significación y sobre los intereses que esconden? (Cassany, 2004, p.4).
A esta afirmación Bello haciendo referencia a la necesidad de formar a un ciudadano participativo como producto de la práctica académica de la lectura, propone como condición elemental el desarrollo de un pensamiento más elaborado, fecundo y fundado en lo crítico y lo reflexivo, que frente a la complejidad y al carácter denso de su contexto y de los textos a los que se enfrenta y, a la abundante y muchas veces confusa información, consiga el despliegue de habilidades valorativas que junto a procesos cognitivos le permitan la detección de aspectos válidos y certeros de la información que circula en su entorno inmediato y no tan inmediato (Ocampo,2009). Frente a esta exigencia los postulados de Bello, hacen referencia a que el autor en su visión adelantada para la época previó el carácter complejo de los siglos venideros, situándolos como los más difíciles de comprender, por lo que propuso que el verdadero ciudadano debía ser un lector eficiente que ameritaba del manejo de ?una serie de claves para moverse con propiedad en una sociedad compleja, tales como la interpretación, la explicación y el intuir el futuro? (Álvarez, 1981, p.178).
En este mismo orden de planteamientos, es de hacer notar que la propuesta de Bello a pesar de distar cronológicamente de las actuales tendencias de la lectura académica, consigue claramente reflejar su preocupación por el fortalecimiento de una serie de habilidades intelectuales como las denominó en su discurso de inauguración de la Universidad Chilena, en el que justamente hizo referencia a la responsabilidad que revestía el ser ciudadano, aludiendo a ello lo siguiente ?¡Jóvenes chilenos!, aprended a juzgar por vosotros mismos; aspirad a la independencia del pensamiento. Bebed en las fuentes: a lo menos en los raudales más cercanos a ellas" (Bello, 1948). En esta apreciación, se logra avizorar el especial énfasis que le imprime Bello a la ejercitación del pensamiento como una manera de desarrollar habilidades para accionar en lo social, permitiéndole al ciudadano la trascendencia hacia la interpretación y valoración del mundo por medio del dialogo critico posibilitado por la indagación, condiciones fundamentales para actuar coherentemente en un mundo de caos y de crisis (Jurado, 2008).
Convencidos de la importancia de estas nuevas necesidades que implican un mayor compromiso por parte del lector, Bello (1948), Argudin y Luna (1995) junto a Smith (1983), Goodman (1996), Solé (1996), Ocampo (2009) coinciden en dejar por sentado algunos aspectos que cualquier lector eficaz debe poseer, entre ellas el contar con habilidades que lo lleven a procesos de reflexión desplegados sobre contenidos, realidades y especialmente sobre un mundo en crisis, es decir, un ciudadano con la capacidad de seleccionar y evaluar la manera como se puede ser manipulado, constituyéndose ello en un reto que en la actualidad debe ser asumido para procesar cúmulos informativos que intenten generar reacciones opuestas a lo realmente aceptable. Por esta razón y en atención a la razón social que esconde la lectura eficiente, se hace alusión a la necesidad de generar procesos que contribuyan con el ejercicio de estrategias y actitudes que permitan el aprender para toda la vida como un continuo que favorezca el desarrollo de habilidades de comunicación (Carlino,2003).
Para ello, se propone en función de las ideas de los autores antes mencionados, una metodología constituida por una serie de interrogantes que deben ser respondidas por un lector crítico y reflexivo durante el proceso de lectura académica, ellas son: ¿Cuál es la fuente? ¿Es veraz? ¿Está actualizada? ¿Cuál es el propósito y objetivo del autor? ¿Cómo presenta el autor la información? (hechos, inferencias u opiniones) ¿Qué tono utiliza el autor? ¿Qué lenguaje utiliza el autor? ¿Cuál es la hipótesis o tesis que el autor propone? ¿Es coherente y sólida la argumentación del autor? ¿Cambió mi opinión el texto? ¿Me hizo reflexionar?
En este esquema de acciones, se muestra que el proceso de lectura académica como actividad formadora del nuevo ciudadano, es una clara demostración de los requerimientos que debe consolidar y ejercitar el lector, quien ya no debe centrar su atención solo y exclusivamente en conseguir dilucidar lo que el texto le muestra, con sus contenidos implícitos y sus intenciones oscuras, sino además, debe identificar desde aspectos personales (motivaciones, intereses y propósitos) hasta el posicionamiento ideológico y la apreciación de la realidad que el autor está exponiendo, con la finalidad de buscar todos los elementos que puedan generar una interpretación y un análisis fundado en la coherencia y en el pensamiento crítico. Al respecto, es posible añadir sobre este proceso de lectura crítica que ?es una disposición, una inclinación de la persona a tratar de llegar al sentido profundo del texto, a las ideas subyacentes, a los razonamientos y a la ideología implícita? (Serrano, 2008, p.5).
Frente a esta afirmación, la obra de Bello Modos de leer la historia, en la plantea algunas sugerencias que el lector debe asumir como ineludibles para consolidar procesos de comprensión critica de la realidad. Para ello esgrime que, es necesario un acercamiento válido de todo aquello que se esconde tras un postulado o un conjunto de ideas, para lo cual es necesario conocer lo que se encuentra escondido, es decir, aquello que no se percibe a simple vista, requiriéndose de un proceso inferencial que mediante el manejo de los antecedentes y premisas, favoreciera la formación de juicios que pongan en claro los hechos. De este modo, se puede decir que, la lectura académica en Bello consigue un referente, pues el mismo la deja ver como una forma de acceder al conocimiento, pues permite entre otras cosas el aprender nuevos datos con el propósito de actuar responsablemente sobre ideas y nociones, dotando y ejercitando al ciudadano para tomar decisiones coherentes y apropiadas que vayan en pro de la sociedad (Sanmartí, 2011).
Al respecto, es posible decir que los aportes de Bello a la formación de un lector audaz y comprometido con la vida patria, debía estar enmarcado en ?el desarrollo de un pensamiento crítico interpretativo, que usara la investigación para comprender lo que se encontraba tras lo aparentemente auténtico de las ideas propuestas por terceros? (Caldera, 1981, p.190). A ello se suma un planteamiento propuesto por el mismo Bello en su obra modos de escribir la historia, en la cual expone entre otros aspectos, la necesidad de que todo ciudadano adoptara un posicionamiento coherente y firme como parte de su actuar social, que se enmarcara en hacer uso de la razón para comprender los sucesos, trazar lineamientos generales (premisas) y considerar los antecedentes (hechos y experiencias pasadas) como una manera de combatir teorías y supuestos, así como ideas desfiguradas intencionalmente, es decir, interpretando a Bello, formar ciudadanos aptos para la convivencia republicana ( Subero, 1968; Zambrano, 1981).
Todo ello implica entre otras cosas, que las apreciaciones de Bello avizoraban que en los siglos subsiguientes los procesos educativos y la lectura como parte de ellos, venían cargados de diversas demandas y, por ende, para afrontar los embates de estos cambios, se debían elaborar nuevas maneras de acercase a los textos y a un mundo complejo, en que las circunstancias iban a requerir del asumir con responsabilidad y sentido crítico como aspectos fundamentales que, consolidados por la formación que se impartía en los escenarios educativos, permitieran a este nuevo ciudadano enfrentar un mundo signado por el cambio y la incomprensión. De esta manera y haciendo referencia a esos factores que generan cambio propone que este ciudadano debe estar en la capacidad de ?leer otro tipo de textos, con objetivos también más ambiciosos, en contextos nuevos, que nunca antes habían existido? (Cassany, 2004, p.2).
En apoyo a esta postura se hace énfasis en la necesidad de prestar especial atención a la avasalladora realidad que se nos presenta, aspecto ya previsto en el pensamiento de Bello, quien vio en un adelanto al futuro que, una manera de hacer frente a los embates generados por la multiplicidad de información con propósitos diversos, requería del repensar la lectura, dejando ya de verla de forma infravalorada y hasta subestimada, para posicionarla bajo la connotación de un proceso complejo, que debía enfocarse en la preparación de un ciudadano capacitado para realizar prácticas de lectura en las que se accionaran y se le diera cabida a las bondades propias del pensamiento crítico y reflexivo, que propiciasen la conciencia para ?considerar la lectura académica como una técnica que favorezca el descubrir ideas e información dentro de un texto escrito? (Kurland, 2003, p.23). Como complemento a lo ya expuesto, es posible afirmar que leer académicamente implica la puesta en funcionamiento de ?destrezas cognitivas que permitan destacar las intencionalidades del autor, extraer el contenido que aporta un texto y verificar si es correcto o no? (Cassany, 2006, p.82).
De lo anterior se desprende que, la propuesta de Bello se refería justamente a la necesitada de estructurar un modelo de educación integral que cambiara al ciudadano de su época y por ende lo preparara para actuar con un mayor sentido de pertenencia social, dejando entrever que la formación debía estar integrada por la confluencia de aspectos entre los que destaca el pensamiento minucioso en el que se profundizara en la búsqueda acuciosa de relaciones causales, aspecto que solo se lograba consolidar siempre y cuando lectura tuviera como propósito ahondar sobre el conocimiento mediante el uso de habilidades cognitivas que le permitirán según Ocampo (2009)haciendo a alusión a Bello, el propiciar como fin último ?que piensen y busquen soluciones a sus propias realidades; que investiguen sus problemas y formulen las posibles soluciones; un hombre hispanoamericano que busque la creación de modelos propios adaptables a la solución de los problemas hispanoamericanos (p.10).
Esta concepción de la lectura vista desde Bello hasta las apreciaciones actuales, pueden asumirse como una práctica que si bien es cierto, ha sido calificada como un proceso desarrollado en espacios convencionales, luego, con la aparición de las nuevas demandas emergidas desde el complejo social, sufrió modificaciones que la reposicionaron como una alternativa en la que depositó la posibilidad de generar mayor conciencia y sensibilidad critica como condiciones fundaméntales para propiciar la participación efectiva del individuo en sociedad. De allí, que se afirme que el carácter omnipresente de las exigencias sociales, laborales y académicas, que han albergado en la lectura académica bajo este innovador enfoque, las más elevadas posibilidades para revestir al ciudadano de todo los tiempos, de las potencialidades que le permitan enfrentarse efectivamente a los grandes manipulaciones informativas, en los que el común denominador es la ausencia de rigurosidad, veracidad y confiablidad, aspectos a los que debe enfrentarse con todo el arsenal cognitivo para dilucidar entre lo útil y lo inútil, lo falso y lo verdadero.
Al respecto conviene decir que, Bello consigue acertadamente con su propuesta de lectura, llevar al ciudadano a hacer uso de un método denominado ad probandum, al cual le atribuyó como función el conseguir desentrañar a través de la investigación, el intimo espíritu de los hechos, de las ideas propuestas en escritos y ensayos, que debían ser valoradas por el lector de manera global, es decir, estimando el texto como un todo del cual se deducían apreciaciones generales que le permitieran la comprensión de hechos y fenómenos mediante el encadenamiento de causas y efectos como de su esencia, apreciando fundamentalmente el espíritu y tendencias de lo expuesto. A ello agrega el autor interpretando la finalidad de este método diseñado por Bello, que la lectura como una actividad intelectual tiene como finalidad el llevar al ciudadano a desarrollar premisas para luego elaborar argumentos convincentes que mediante el uso de la razón pudieran responder coherentemente al emitirse ideas imprimátur cuyo valor consiguiera posicionarse como verdades con aprobación universal (Bello, 1948).
De esta manera, en Bello la participación de este nuevo ciudadano dentro de los diversos escenarios sociales, estaba determinado por la posibilidad de atender responsablemente y de manera autónoma los retos de un entorno, que ya para su época se veían caracterizados por lo dinámico y cambiante, en el que el énfasis en la postura de Bello sobre el ciudadano de su tiempo, corresponde a ?un verdadero creador e investigador que se acostumbre a luchar con las dificultades; que reconociera los hechos y las dificultades, pero también, que comprendiera y buscara soluciones inmediatas y mediatas? (Ocampo, 2009, p.11). En una apreciación más reciente, se logra ver este principio con adaptaciones y se hace referencia a la necesidad de integrarse a la comprensión de una nueva cultura lectora, que va más allá del abordaje de contenidos académicos de manera superflua, sino en la posibilidad de convertir la misma en ?una condición para el ejercicio de la ciudadanía y la consolidación de un pensamiento democrático, en que las posturas, las apreciaciones y los posicionamientos reflexivos y críticos tienen amplia aceptación en la construcción de formas avanzadas de pensamiento? (Pérez, 2004; Serrano, 2007).
REFLEXIONES FINALES
Luego de los intentos por romper con la conceptualización de la lectura académica como una actividad carente de sentido, propósito y centrada en la mera descodificación, se ha pasado a concebir tan importante proceso, como la unificación y confluencia de procesos y subprocesos cognitivos, afectivos, emotivos y motivacionales, que unidos al conocimiento de lo social y cultural ( Bello,1948; Cassany, 2006) vienen a propiciar la aparición de un lector enfrentado a una realidad dinámica que le exige desplegar competencias específicas que le permitan desarrollar un pensamiento más elaborado que dé paso a la reflexión, a lo critico y a lo analítico, como respuestas coherentes hacerse parte de una cultura académica y, a su vez participar responsablemente en los nuevos espacios creados para el desarrollo de la ciudadanía (Álvarez, 1981).
En razón de ello, la propuesta de Bello es asumida como una de las visiones más avanzada sobre el leer académicamente, pues se integran constructos como la interpretaciones, el análisis y el pensamiento crítico como actividades cognitivas que le otorgaban significado y, por ende transformación de los esquemas de conocimiento que poseía el mundo y su realidad. En un giro progresivo para el momento, la obra de Andrés Bello consigue posicionar al lector, su realidad y al texto en una relación científica sobre la cual se cimentaban ideas libertarias que justamente nacían de un pensamiento reflexivo, cuyo propósito no era otro que el preparar al ciudadano para cuestionar, identificar razones, así como posicionamientos que muchas veces los textos ocultan en la información que exponen (Carlino, 2003).
En función de esta nueva dinámica que propone la lectura vista desde Bello y los aportes surgidos en la actualidad, se plantean las siguientes apreciaciones:
1. La lectura la concepción de Bello, viene a generar todo un avance en la configuración de nuevas prácticas para su época que al igual que en la actualidad tuvieron como cometidos el posicionar al lector como un sujeto que no se acerca a los textos sin poner en marcha todas sus experiencias y conocimientos previos, sino por el contrario se funda en su bagaje histórico para procesar, refutar, verificar y evaluar la calidad de la nueva información que se le presenta, en un compromiso que le permite generar la construcción de sólidas apreciaciones que le posibiliten el responder eficaz y coherentemente a la transformación de sus esquemas y por ende a participar responsablemente de una nueva cultura y del mundo de lo social.
2. El lector es responsable de fijar la atención sobre aquellos aspectos que mayor interés, pues en función de ello puede desarrollar competencias reflexivas y de pensamiento crítico que le permitan la lectura los diversos discursos sociales, de lo que sucede en su mundo y de lo que otros dicen del mismo y, por ende ejercitarse para desentrañar mediante el reconocimiento de aspectos como el propósito del autor leído, las ideologías implícitas, las referencias culturales y sociales, así como la identificación de las cualidades propias del género, entre otros aspectos que le permitirán la elaboración de un mayor sentido y significado, sin dejar a un lado la apropiación de razonamientos establecidos por cada disciplina como parte de sus propias convenciones (Carlino, 2002).
3. Los aportes de la obra de Andrés Bello a la actividad pedagógica en materia de lectura académica, son innumerables, pues para el momento hablaba de la necesidad de aplicar estrategias de lectura que despertaran el espíritu crítico y científico. Todo ello llevado al plano actual, implica la puesta en funcionamiento de la capacidad para seleccionar información, la elaboración predicciones, inferencias e hipótesis, utilizando para su verificación el uso de experiencias y conocimientos propiciados por la carga cultural y social que el lector como sujeto autónomo y analítico utiliza para hacer efectivo el proceso. Todo ello es preciso para mencionar que parte de las bondades del modelo son: el fortalecimiento de un pensamiento más elaborado, con esquemas bien estructurados, que coadyuvan a fomentar el sentido crítico en el que el lector se convierte en un evaluador de la información que le vienen a sus manos; por otro lado, favorece prácticas como la elaboración de argumentos, cuestionarse sobre posturas y opiniones, obteniendo como resultado la construcción y participación en una nueva cultura.
Finalmente se puede esgrimir que, uno de los medios más eficaces para acceder al conocimiento y para comprender los cambios y las transformaciones que presenta el siglo XXI, corresponde indiscutiblemente a la lectura académica como actividad a la que se le atribuye función formadora de ciudadanos modernos, pues la misma viene a exigir al nuevo lector la puesta en marcha de prácticas y competencias para conseguir objetivos de diversa índole, cuestión que en Bello se centraba en la independencia de pensamiento y como consecuencia de ello, mejorar el actuar del ciudadano, asegurando con ello el poder llegar a lo más profundo de cada uno de los argumentos, razonamientos e ideologías propuestas que posee un texto y, que visto desde la óptica educativa no se pueden consolidar de manera efectiva sino es a través de la intervención de actividades de guía y orientación, que contribuyan con la formación como un proceso permanente que busca los cometidos de la alfabetización académica.
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