Artículos
Recepción: 02 Abril 2014
Aprobación: 24 Octubre 2014
Resumen: El presente estudio tenía como objetivo general determinar si el contexto familiar y el autoconcepto están relacionados con el desempeño académico en adolescentes, para ello se aplicaron los instrumentos: Escala de factores históricos de violencia juvenil y el cuestionario de autoconcepto. La muestra fue de 1.112 jóvenes del área metropolitana de San Salvador; se utilizó un diseño retrospectivo y transeccional, con la técnica de la encuesta. La media de edad total fue de 16.6 años; la muestra de mujeres fue de 563 (50,60 %) y la de hombres de 548 (49,30 %). En los resultados se encontró que existe una correlación importante entre el contexto familiar, el autoconcepto y el desempeño académico de los jóvenes de educación media.
Palabras clave: Contexto familiar, Autoconcepto, Rendimiento académico.
Abstract: This study had as general objective to determine if the family context and the self-concept are related to academic performance in teenagers, for this purpose the following instruments were applied: historical factors of youth violence and the self-concept questionnaire scale. The sample was of 1.112 young from the metropolitan area of San Salvador, a retrospective design and transactional, with the survey technique was used. The mean total age was 16.6 years; the sample of women was of 563 (50, 60 %) and that of 548 men (49, 30 %). The results found that there is a significant correlation between the family context, self-concept and the academic performance of youth in secondary education.
Keywords: Family context, Self-concept, Academic achievement.
La familia es definida como “el conjunto de personas que viven juntas, relacionadas unas con otras, que comparten sentimientos, responsabilidades, información, costumbres, valores, mitos y creencias (Zavala, 2001). Además, la familia es un contexto de relaciones afectivas, que enseñan al niño y al joven patrones de conducta socialmente aceptados o desviados, por ejemplo, un padre que enseña a su hijo el consumo de cigarrillo y alcohol; un ambiente familiar de mucha tensión y conflictos familiares, donde la norma es el uso de la violencia. La familia es esencial en el desarrollo de la personalidad del niño y en consecuencia del adulto, es ahí donde se gestan rasgos de personalidad como la estima, el autoconcepto, la confianza, la seguridad y los valores como la responsabilidad, solidaridad, compasión, empatía, el altruismo y una perspectiva positiva o negativa de sí mismo y de la vida. Una familia disfuncional es aquella que no promueve o no procura un adecuado desarrollo de la personalidad del niño y el joven; estas familias están caracterizadas por el conflicto entre sus miembros; existe mucha violencia y falta de cooperación y solidaridad entre ellos. Como consecuencia, una familia disfuncional carece de la capacidad para transmitir los valores y el desarrollo de una estabilidad emocional y psicológica adecuada al niño y los jóvenes. Algunos de los efectos tangibles y medibles en los jóvenes procedentes de familias disfuncionales son una pobre autoestima, bajo autoconcepto, conductas agresivas, problemas de relaciones interpersonales, pobre desempeño académico, comportamientos antisociales como el consumo de drogas y alcohol, involucramiento en actividades delictivas, entre otras conductas.
Al analizar el contexto familiar en El Salvador, se encontró que más del 44 % de los jóvenes de educación media viven con uno de sus padres (Orantes, 2012). Así mismo, Zúñiga (2010) encontró que los jóvenes que habían crecido en hogares desintegrados presentaban mayores problemas en el autoconcepto: académico, personal y emocional; tenían más ansiedad, inseguridad, estrés y problemas de relaciones interpersonales que los jóvenes que vivían con ambos padres. También, en otro estudio nacional, se encontró que entre 20 y 25 % de los hogares salvadoreños presentaban disfunciones familiares, como falta de comunicación, apoyo y solidaridad entre sus miembros. Por otra parte, la Comisión Interamericana de Control y Abuso de drogas (Cicad) de la Organización de Estados Americanos (OEA), con el apoyo de la Comisión Salvadoreña Antidrogas (CSA), en el año 2011 presentó el informe sobre el consumo de alcohol en estudiantes universitarios salvadoreños, en el que indicaba que un 40 % de los jóvenes consume bebidas alcohólicas frecuentemente.
En el tema de la familia está el reconocimiento de que esta es la unidad o “célula” básica de la sociedad. Gubbins et al. (1999) argumentan que los aportes de la antropología han permitido demostrar que la familia, como institución social, aparece en todas las sociedades conocidas. Con el paso del tiempo, va perdiendo el carácter permanente por necesidades propias del desarrollo vital, que conlleva la asociatividad con otros individuos y sistemas sociales externos al grupo familiar, pero siempre se pertenece a una familia a lo largo de la vida. La salud familiar es vista como una dimensión biopsicosocial (Graça y Edward, 2006). Desde la perspectiva de Silva et al. (2000), se comprende la salud familiar como la estabilidad de la dinámica interna del cumplimiento de las funciones como familia. En tal sentido, Barcelata y Álvarez (2005) señalan que los patrones de interacción familiar generan distorsiones y violencia hacia algunos de sus miembros, por ejemplo: hacia los niños o las esposas. Así, el núcleo familiar busca el desarrollo de sus integrantes y tiene la capacidad de enfrentar los cambios del medio social y de su propio grupo, propiciando el desarrollo y crecimiento individual según las exigencias de cada etapa de la vida. Quiroga y Sánchez (1997) plantean que un ambiente considerado importante para explicar su satisfacción global es la familia, o espacio intersubjetivo de mayor grado de relación en la vida de un ser vivo. En efecto, en lo que enfatizan Silva, Jimenez, Ortiz y Lauro (2000), es en el fundamento de la relación. En este orden de ideas, Carrasquilla (1994) explicita que la persona es, en esencia, un ser de relación. Se realiza en la medida en que se relaciona con el otro, y se frustra en la medida en que no lo logre.
La importancia de la alteridad familiar radica en que gran parte de los recursos dispuestos por el individuo para definir sus relaciones humanas y sociales derivan, en primera instancia, de las vinculaciones establecidas con los miembros y los distintos subsistemas de su hábitat de origen. Gubbins et al. (1999) señalan que dentro de estos recursos se encuentran las personas, parientes o aquellos percibidos como tales por el individuo, y aquellos de carácter simbólico expresados por derechos, obligaciones, historias y vivencias compartidas; patrones morales y cognitivos. Estos recursos contribuirían en gran medida a la satisfacción de necesidades biológicas, psicológicas y sociales; requisitos relevantes para el desarrollo integral del ser humano. A su vez, influirían en la formación de creencias, hábitos e indicadores de riesgo para definir actitudes y conductas frente a la alimentación, las relaciones interpersonales, el entorno social y ambiental, la enfermedad y la muerte. Es por ello que Vielma (2003) presenta la familia desde su papel socializador y termina influyendo en la promoción de las patologías y de los desequilibrios. Es desde esta última perspectiva que estudiar la dinámica familiar de la población salvadoreña recobra mayor relevancia debido a que en El Salvador cerca de la mitad de los hogares están desintegrados por múltiples razones; entre ellas, la migración, madres solteras, embarazos prematuros (14 a 18 años); también, se afirma que en cerca del 40 % de los hogares salvadoreños la cabeza de hogar es una mujer. En este contexto, surgen muchos interrogantes; por ejemplo: ¿cómo este fenómeno afecta a los niños de estas familias?, ¿qué problemas emocionales y psicológicos han desarrollado?, ¿existe adecuada supervisión y control de estos niños?, ¿qué tipo de relaciones sociales y afectivas existen entre los miembros de la familia?, ¿qué tipo de características de personalidad tienen estos niños?, ¿qué destrezas y habilidades sociales presentan estos niños?, ¿se han adaptado adecuadamente a la sociedad salvadoreña?, ¿qué capacidades de resiliencia presentan estos niños?
El concepto de ecosistema (Bronfenbrenner, 1979) postula que la conducta individual se puede explicar mejor al comprender el contexto ambiental en el que se presenta. En este sentido, el ambiente humano es en extremo complejo, pues se incluye dimensiones físicas, estructuras sociales, económicas y políticas. No es fácil ni sería consistente postular un modelo de familia normal y patológica, por lo que nuestra atención deberá estar centrada en la funcionalidad o disfuncionalidad familiar, fijándonos en cuáles son las estructuras, procesos y paradigmas que permiten a la familia cumplir sus funciones esenciales, que se pueden resumir en: lograr un desarrollo integral de las personas en el contexto familiar, en sus diferentes etapas del ciclo evolutivo, y favorecer el proceso de socialización. El modelo estructural se define como “el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia” (Minuchin, 1977). Estas pautas establecen cómo, cuándo y con quién cada miembro de la familia se relaciona, regulando la conducta de sus miembros.
Referente al contexto familiar, estudios previos señalan (Estévez-López, Musitu y Herrero, 2005), por ejemplo, que un ambiente familiar negativo, caracterizado por problemas de comunicación entre padres e hijos adolescentes, constituye uno de los factores familiares de riesgo más estrechamente vinculado con el desarrollo de problemas de salud mental en los hijos. Como contrapartida, la comunicación familiar abierta y fluida, es decir, el intercambio de puntos de vista de manera clara, respetuosa, afectiva y empática entre padres e hijos (Maganto y Bartau, 2004) ejerce un fuerte efecto protector ante los problemas de conducta antisocial e influye positivamente en el bienestar psicológico del adolescente (Cava, 2003; Musitu, Buelga, Lila y Cava, 2001). El modelo propuesto sugiere que los problemas de comunicación familiar se convierten en malestar psicológico en los hijos. Estudios longitudinales recientes han demostrado que existe una bidireccionalidad, tanto en la asociación entre el clima familiar negativo y los problemas de ajuste psicológico en los hijos adolescentes, como en la sintomatología ansiosa, depresiva, comportamientos antisociales y conductas delictivas (Begotti, Borca, Calandri, Cattelino e Ingoglia, 2004; Murphy y Reiser, 1999). El clima familiar negativo está relacionado con el desarrollo del autoconcepto, la estima y un buen desarrollo psicosocial del joven.
Saura (1996) y Gil (1997) describen el autoconcepto como un conjunto de percepciones organizado jerárquicamente, coherente y estable, aunque también susceptible de cambios, que se construye por interacción a partir de las relaciones interpersonales. El constructo autoconcepto incluye: ideas, imágenes y creencias que uno tiene de sí mismo, imágenes que los demás tienen del individuo; imágenes de cómo el sujeto cree que debería ser; imágenes que al sujeto le gustaría tener de sí mismo. El autoconcepto en la infancia y adolescencia puede estar especialmente condicionado por la imagen corporal (autoconcepto corporal). La imagen corporal es importante siempre, dado que la primera impresión que tenemos de los otros es a través de su apariencia física, lo es mucho más durante la adolescencia (Shelenker, 1982, 1985). Muchos adolescentes se inquietan y preocupan por su cuerpo. Los cambios rápidos que experimentan no dejan de producirles cierta perplejidad, extrañeza y cierta inquietud.
El autoconcepto es un constructo psicosocial estudiado desde casi todos los ámbitos de la psicología (Baumeister, Campbell, Krueger y Vohs, 2003; Gergen, 1984; Palacios y Zabala, 2007; Stevens, 1996) demostrándose en diversos estudios su correlación con el bienestar personal (Casas et al., 2007; Diener, 1994; Furr y Funder, 1998; Leung y Leung, 1992; Martínez, Buelga y Cava, 2007; Mruk, 2006) y con el ajuste psicosocial en la adolescencia (Fuentes, García, Gracia y Lila, 2011). Las cinco dimensiones de la escala AF5 (académico, social, emocional, familiar y físico) se fundamenta en el modelo teórico de Shavelson, Hubner y Stanton (1976), quienes consideran como característica general la organización jerárquica como una dimensión general y que el autoconcepto presenta diversos aspectos relacionados no ortogonales, pero distinguibles, que pueden encontrarse diferencialmente relacionados con distintas áreas del comportamiento humano (Musitu, García y Gutiérrez, 1994).
La autoestima es la suma de la confianza y el respeto que debemos sentir por nosotros mismos, y refleja el juicio de valor que cada uno hace de su persona para enfrentarse a los desafíos que presenta nuestra existencia. La autoestima es la visión más profunda que cada cual tiene de sí mismo, es la aceptación positiva de la propia identidad y se sustenta en el concepto de nuestra valía personal y de nuestra capacidad. La autoestima es la suma de la autoconfianza, del sentimiento de la propia competencia y del respeto y consideración que nos tenemos a nosotros mismos. Para Rogers (1994; en Gil Martínez, 1997) la autoestima constituye el núcleo básico de la personalidad. Por su parte, Markus y Kunda (1986) consideran que la autoestima influye en la autorregulación de la conducta, mediando en la toma de decisiones, influyendo en la elección de objetivos y en el establecimiento de planes de actuación. Por otra parte, se tiene que la dinámica familiar negativa está relacionada con la estima, el autoconcepto y el rendimiento escolar.
Los niños y jóvenes con alto rendimiento escolar tenían autoestima alta en el 68 % de los casos; la funcionalidad familiar en el 54 %, con predominio del sexo femenino en el 73 %, del turno matutino en el 95 %. Los escolares con bajo rendimiento escolar presentaron una autoestima baja en el 78 % de los casos, funcionalidad familiar limítrofe en el 43 %, sexo masculino en el 54 %, del turno vespertino en el 76 %. Al relacionar el rendimiento escolar con la dinámica familiar se encontró que la disfuncionalidad familiar era un factor de riesgo de bajo rendimiento escolar (Gutiérrez- Saldaña, Camacho-Calderón y Martínez-Martínez, 2007).
En el presente estudio se analiza la dinámica familiar como un factor relacionado con el autoconcepto y al rendimiento académico de los jóvenes; en el estudio se evalúa la posible existencia de disfunciones familiares, como: mala comunicación, el maltrato familiar, conflicto emocional y psicológico, que pueden estar desencadenando problemas de autoconcepto y de rendimiento académico.
Método
Participantes
En el presente estudio es de tipo ex post facto (Montero y León 2007). En la selección de la muestra se aplicó un muestreo no probabilístico de tipo intencionado. Para ello, se seleccionaron once centros educativos de mayor densidad estudiantil de San Salvador. Obteniéndose una muestra de 1.112 personas del área metropolitana. Para este estudio se utilizó un diseño retrospectivo y transeccional. La media de edad total fue de 16.6 años (DT = 1.61); la muestra de mujeres fue de 563 (50,60 %), con una media de edad de 16.5 (DT=1.58); y la de hombres, de 548 (49,30 %), con una media de edad de 16.6 (DT = 1.65); referente a con quien vive, se tiene que 582 (52,5 %) viven con ambos padres y 526 (47,5 %) viven con un padre o pariente cercano; en cuanto a si desempeña alguna actividad laboral, 218 (19,8 %) expresan que sí; 246 (22,4 %) expresaron que algunas veces; y 636 (57,8 %) manifestaron que no desempeñan trabajo alguno.
Instrumentos
Escala de historia de violencia juvenil (victimización) (Eshivi). Es una prueba que evalúa las experiencias pasadas y presentes de violencia en el hogar durante la niñez y adolescencia. Los supuestos teóricos están basados en el modelo de factores de riesgo de violencia juvenil planteados por Borum, Bartel y Forth (2003); la escala fue construida y validada por Gutiérrez, Sánchez y Martínez (2013); la prueba está estructurada en seis factores: víctima de violencia psicológica, supervisión y control de los padres, víctima de violencia física, violencia física expresada, ambiente familiar hostil y conflicto emocional. Cada factor está conformado por los ítems: el factor 1, Víctima de violencia psicológica (ítems: 9, 10, 11, 12, 13,14, 15, 16, 18, 19 y 20), con una consistencia interna mediante el alfa de Cronbach de 0.90; el factor 2, Supervisión y control de los padres (ítems: 24, 25, 26, 27, 28, 29 y 30), con una consistencia interna mediante el alfa de Cronbach de 0.78; el factor 3, Víctima de violencia física (ítems: 5, 6, 7, 8 y 17), en el que la consistencia interna mediante el alfa de Cronbach fue de 0.73; el factor 4, Violencia física expresada (ítems: 1, 2, 3 y 4), en este la consistencia interna mediante el alfa de Cronbach fue de 0.67; el factor 5, Ambiente familiar hostil (ítems: 21, 22 y 23), con un alfa de Cronbach de 0.76; y el factor 6, Conflicto emocional (ítems: 31 y 32) 0, con un alfa de Cronbach de 0.69. Tanto el análisis factorial como el de consistencia interna proporcionaron resultados aceptables en una muestra de adolescentes salvadoreños para medir factores históricos de violencia en el hogar, como un factor de riesgo de violencia juvenil; por tanto, la escala posee adecuadas propiedades psicométricas de validez de contenido, validez de constructo y confiabilidad para ser utilizada en jóvenes salvadoreños.
Escala de Autoconcepto AF5 (García y Musitu, 1999). Esta escala es adecuada para medir el autoconcepto, es de fácil administración, por economía de tiempo y multidimensionalidad; su adaptación a muestras de habla hispana; la posibilidad de contar con baremos amplios, y, finalmente, todo ello apoyado por unas adecuadas características psicométricas. Se ha calculado la consistencia interna de cada uno de los factores mediante el coeficiente alfa de Cronbach. Se han realizado análisis de validez factorial y de fiabilidad de la escala, mediante los programas EQS 5.7 (Bentler, 1995) y SPSS 9.0, respectivamente. Para el estudio de la validez factorial del cuestionario se utilizó análisis factorial confirmatorio, partiendo de un modelo a priori de la estructura del cuestionario fundamentado, tanto en razones teóricas como en factores exploratorios realizados en otras muestras. La fiabilidad de los factores de la escala se ha medido mediante el coeficiente alfa de Cronbach. Se han obtenido dos estimaciones de las fiabilidades de los ítems: mediante las saturaciones factoriales del análisis factorial confirmatorio (Bollen, 1989); y mediante la correlación de cada ítem con el total del factor con el que se encuentra teórica y empíricamente relacionado. En el primer factor, académico-laboral, todos los ítems resultan muy bien explicados a partir del constructo hipotetizado, como muestran una saturación mínima de 0.615, y, el resto, por encima del 0.7. El segundo factor, autoconcepto social, presenta también, en general, saturaciones factoriales elevadas, salvo en el caso del ítem 22, con una saturación con el factor muy pobre, indicativa de que no se encuentra relacionado de forma relevante con el factor, y, por lo tanto, no es un buen indicador de este. El tercer factor, autoconcepto emocional, presenta saturaciones elevadas en todos los ítems, con una saturación más baja de 0.46 correspondiente al ítem 3 (tengo miedo de algunas cosas). El cuarto factor, autoconcepto familiar, presenta valores muy elevados, por encima de 0.68, en todos los casos, salvo en el ítem 4 (soy muy criticado/a en casa), con saturación ligeramente superior a 0.4. Finalmente, el quinto factor, autoconcepto físico, presenta una saturación factorial mínima de 0.4, correspondiente al ítem 10 (me buscan para realizar actividades deportivas), mientras que el resto de ítems explicados por el factor presentan saturaciones por encima de 0.5. Se ha calculado la consistencia interna de cada uno de los factores mediante el coeficiente alfa de Cronbach. El factor de mayor consistencia interna es el académico- laboral, con un coeficiente alfa de 0.88. Por el contrario, el autoconcepto social presenta la menor consistencia interna, con un valor del coeficiente alfa de 0.69. Entre estos valores de consistencia se sitúan con valores muy similares el resto de factores: 0.73, el autoconcepto emocional; 0.77, el autoconcepto familiar; y 0.75, el autoconcepto físico. En el presente estudio se hicieron los análisis psicométricos de la prueba, obteniendo los resultados siguientes: en autoconcepto académico y laboral (a= 0.79), ítems: 1, 6, 11, 16, 21, 26; en autoconcepto social a = 0.69), ítems: 2, 7, 17, 27; en autoconcepto emocional (a= 0.70), ítems: 3, 8, 13, 18, 23, 28; en autoconcepto familiar (a= 0.77), ítems: 9, 19, 24, 29; y en autoconcepto físico (a = 67), ítems: 5, 10, 15, 20, 25, 30. En este estudio fueron eliminados los ítems 4, 12, 14, 22 por presentar una saturación factorial inferior a 0,40 y una correlación ítems total corregida inferior a 0,30.
Procedimiento
Tras la capacitación y orientación, tanto del uso de las pruebas de medición como de la metodología del trabajo de campo del equipo investigador, de forma paralela, se planificó y elaboró un cronograma de evaluaciones de los centros educativos, previo al envío de una carta de solicitud a los directores para administrar la prueba. La PNC puso a disposición del equipo los recursos, tanto humanos como logísticos del proyecto. De acuerdo con el calendario de trabajo de campo, los días de salida, el equipo se reunía entre las 07:00 y las 07:30 a.m. en las instalaciones de la Universidad Tecnológica de El Salvador, luego se trasladaba el equipo en dos grupos a los centros educativos programados por cada salida. Estando en el lugar, el coordinador del equipo de trabajo se contactaba con el director o coordinadores del centro educativo para seleccionar los grados y secciones que se debían evaluar. Luego se daban las indicaciones finales a cada equipo evaluador y se entregaba un número de pruebas de acuerdo con el número de estudiantes que evaluarían, ya previsto por el muestreo no probabilístico de tipo intencionado. Seguidamente, eran distribuidos los evaluadores en las diferentes aulas del centro educativo. Al momento de abordar a los estudiantes, los evaluadores cumplían la siguiente rutina: presentación personal con identificación visible; se explicaba a los estudiantes sobre el trabajo que se estaba haciendo y se solicitaba su colaboración para responder un cuestionario anónimo. Se procedió a leerles las indicaciones y sobre los datos generales; se les explicó las opciones de respuestas. El evaluador insistía en la importancia del estudio, sobre la anonimidad de la prueba y sobre la sinceridad en la respuesta. Por parte de las instituciones educativas seleccionadas, se recibió una apertura y colaboración para la aplicación del instrumento. Después de la primera jornada de aplicaciones, el equipo se reunió con el director del proyecto con la intención de revisar cada una de las pruebas aplicadas y descartar aquellas que presentaban alguna anormalidad, por ejemplo, más de cinco ítems en blanco, si durante la aplicación se observaba estudiantes distraídos o desmotivados, sospechas en el patrón de respuesta (aquiescencia). Al final se descartaron 55 pruebas. El paso siguiente fue iniciar el procesamiento y tabulación de las pruebas en la base de datos creada en el paquete estadístico SPSS versión 19.0 para Windows. Luego se hacen los análisis exploratorios de rutina y los análisis finales de salida.
Resultados
El análisis de correlaciones entre las variables del contexto familiar y el Autoconcepto de los jóvenes demuestra que existe una correlación estadística significativa entre la mayoría de las variables analizadas, y que estas van desde leves a moderadas, y en su mayoría son negativas. En este sentido, se encontró que existe una correlación significativa entre ser víctima de violencia psicológica y familiar con autoconcepto familiar (r = –.456; p = .01), indicando una correlación negativa, lo que significa que aquellos jóvenes que son víctimas de violencia psicológica en el hogar presentan un pobre autoconcepto familiar. Existe una correlación significativa entre la supervisión y control de los padres con el autoconcepto familiar (r = .542; p = .01), reflejando una correlación positiva, significando que los jóvenes que presentan una adecuada supervisión de sus padres tienen un mejor autoconcepto familiar. Por otra parte, se encontró una correlación estadísticamente significativa negativa entre el ambiente familiar hostil y el autoconcepto familiar (r = –.533; p = .01), revelando que los jóvenes que presentan un ambiente familiar hostil son quienes también presentan un pobre autoconcepto familiar (ver tabla 1). También en el estudio se observa una correlación significativa entre supervisión y control de los padres con el autoconcepto académico de los jóvenes (r= .399; p = .01); existe una correlación negativa leve entre las diferentes dimensiones del ambiente familiar con el autoconcepto académico y la mayoría de las dimensiones del autoconcepto.
Al analizar las dimensiones de autoconcepto (académico, social, emocional, familiar, físico), asociado al contexto académico y escolar de los jóvenes, se encontró que existe una correlación estadísticamente significativa entre el compromiso con el rendimiento escolar y el autoconcepto académico (r = .572; p = .01); entre compromiso con la escuela y el autoconcepto académico (r =.436; p = .01); entre rendimiento académico y autoconcepto académico (r = .622; p = .01). También se encontró correlaciones significativas entre las dimensiones académica y escolar (compromiso con el rendimiento escolar, compromiso con la escuela y rendimiento académico) con las dimensiones del contexto familiar; así como con la mayoría de las dimensiones de autoconcepto (ver tabla 2).
En la fase del análisis inferencial de resultados se hizo una comparación de las medias aritméticas en función del sexo de los(as) jóvenes en estudio. Para ello se han seleccionado algunos factores relevantes del contexto familiar relacionados con algunos rasgos de personalidad, como el autoconcepto y la responsabilidad escolar y académica de los(as) jóvenes. En este sentido, se encontró que existen diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres, al ser víctimas de violencia psicológica y familiar en función del sexo (t 1088 = 3.886; p < .001), siendo las mujeres quienes presentan una mayor victimización psicológica en la familia en comparación con los hombres. Con referencia al ambiente familiar hostil, la prueba t demostró que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres (t 1104 = 6.109; p < .001), presentando un mayor ambiente familiar hostil las mujeres en comparación con los hombres. Con relación al ambiente familiar hostil en función de con quién creció, se encontró que existen diferencias significativas entre los que crecieron con ambos padres y los que crecieron con un padre/pariente (t 1101 = –3.039; p = 0.002), presentando un mayor ambiente familiar hostil quienes crecieron con un solo padre o pariente cercano en comparación con los que crecieron con ambos padres. También se encontraron diferencias significativas en autoconcepto familiar en función del sexo (t 1081 = –2.688; p = .007), presentando un mejor autoconcepto familiar los hombres en comparación con las mujeres. Al comparar el autoconcepto emocional en función del sexo, se encontró que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres (t 1055 = 9.158; p < .001), presentando un mejor autoconcepto emocional las mujeres en comparación con los hombres.
Referente al compromiso con el rendimiento escolar en función del sexo de la muestra en estudio, se encontró que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres (t 1071 = 30.08; p = 0.003), presentando un mayor compromiso con el rendimiento escolar en las mujeres en comparación con los hombres. Al analizar el compromiso con el rendimiento escolar en función de con quién vive, si con ambos padres o con un padre, se encontró que existen diferencias significativas entre ambos grupos (t 1068 = 1.992; p = 0.047), presentando un mayor compromiso con el rendimiento escolar los(as) jóvenes que viven con ambos padres en contraste con los jóvenes que viven con un padre o pariente cercano. Consecuentemente los resultados estadísticos demuestran que existe un mayor rendimiento académico en las mujeres al compararlas con los hombres. De igual forma, presentan un mayor rendimiento académico aquellos jóvenes que viven con ambos padres comparados con los que viven con un padre o pariente cercano.
Discusión/Conclusiones
La discusión se centra en poner de relieve los hallazgos más importantes del presente estudio. En este sentido, cabe destacar que existe una asociación importante entre los jóvenes que fueron víctimas de violencia psicológica y familiar en el hogar y su autoconcepto familiar. Es probable que aquellos jóvenes que fueron víctimas de violencia en el hogar sean quienes presentan un pobre autoconcepto de su familia. En este mismo sentido, hay una correlación significativa entre los jóvenes que proceden de ambientes familiares con hostilidad con aquellos que presentan un pobre autoconcepto familiar. También hay una conexión significativa entre los jovenes que tienen una adecuada supervisión y control de los padres con aquellos jóvenes que tienen un buen autoconcepto académico, indicando que los jóvenes que proceden de familias estables, con adecuados controles de los jóvenes, tendrán un mejor autoconcepto académico, sugiriendo que estos últimos tendrán un mayor rendimiento académico. En conjunto, las diferentes dimensiones del contexto familiar están relacionadas con las distintas dimensiones del autoconcepto. Es probable que la disfunción de la dinámica familiar sea un factor que afecta el autoconcepto de los jóvenes y su rendimiento académico. Lo anterior está en sintonía con lo planteado por Gutiérrez-Saldaña, Camacho-Calderón y Martínez- Martínez (2007), quienes encontraron que al relacionar el rendimiento escolar con la dinámica familiar se encontró que la disfuncionalidad familiar era un factor de riesgo de bajo rendimiento escolar.
El estudio demuestra una relación significativa entre el autoconcepto, especialmente el académico, con el compromiso con la escuela y su rendimiento académico; sugiriendo que aquellos jóvenes con un adecuado autoconcepto tendrán un pronóstico favorable hacia los estudios, con la escuela, y tendrán un mejor desempeño académico. El análisis de contrastes demostró que son las mujeres quienes sufren más violencia psicológica; presentan un ambiente familiar más hostil en comparación con los hombres. En consecuencia, también presentan un pobre autoconcepto familiar, sin embargo, presentan un mejor autoconcepto emocional que los hombres. Paradójicamente, son las mujeres quienes presentan un mayor compromiso con sus estudios y un mayor desempeño académico en comparación con los hombres. Es probable que está paradoja se deba a las exigencias que les imponen las condiciones socioculturales del país y de la región en general, debido a que en El Salvador las mujeres, históricamente, han sido marginadas y excluidas de sus derechos fundamentales; quizá este estudio revela el esfuerzo extraordinario que las mujeres están haciendo para minimizar o debilitar los factores culturales que las limitan de sus derechos, desarrollo y crecimiento igualitario para hombres y mujeres.
Referencias
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