Cátedra: Revista Especializada en Estudios Culturales y Humanísticos
Universidad de Panamá, Panamá
ISSN: 2415-2358
ISSN-e: 2523-0115
Periodicidad: Anual
núm. 17, 2020
Recepción: 19 Noviembre 2019
Aprobación: 15 Diciembre 2019
Resumen: Este artículo es una aproximación al concepto social-conformismo de Marcos Roitman en los jóvenes en Panamá y su relación no tan evidente con las desigualdades. Esta relación tiene como consecuencia la característica de que, si hay una población social-conformista, no verá en las desigualdades problema alguno y podrá vivir con ellas, por consiguiente, nada hará para revertir esta patología social que afecta a millones de personas en el mundo y en particular la región.
Palabras clave: Social-conformismo, mercado, desigualdades, neoliberalismo, operador sistémico.
Abstract: This paper is a approximation to the concept of social-conformism of Marcos Roitman in the young people in Panama, and their relationship not obvious with the inequalities. This relationship results in the characteristic that if there is an social-conformist people, not see in the inequalities problem and can live with them, therefore anything done to reverse this social disease that affects millions of people worldwide and in particular the region.
Keywords: Social-conformism, market, inequalities, neoliberalism, systemic operator.
“El problema radica en la presentación de una teoría social –sistémica cuyo objetivo es la muerte del sujeto, en tanto voluntad creadora de futuro”
Marcos Roitman Rosenmann El pensamiento sistémico
“América Latina no era la región del mundo más pobre, sino la más desigual en cuanto a la distribución de sus recursos socioeconómicos”
Juan Pablo Pérez Sáinz Mercado y Bárbaros
“La cuestión de la desigualdad y la redistribución está en el centro del conflicto político”
Thomas Piketty La economía de las desigualdades
Eduardo Galeano
Método y conceptos
Muchas veces se realizan investigaciones muy abstractas donde el sujeto –el ser humano– se invisibiliza; en el mejor de los casos se convierte en una cifra en un informe, dejando sus problemas materiales a un lado.
En cuanto al método, en la (crítica de la) economía política4 Carlos Marx nos plantea lo contrario de esas investigaciones abstractas, y nos anima a plantearnos los problemas de forma científica y concreta; es decir, a tomar en cuenta los problemas materiales del ser humano de carne y hueso, en sus “múltiples determinaciones y relaciones” (Marx, 2007:21).
La pregunta valida es cómo rescatar esos sujetos invisibilizados si no es a partir de sus propias historias, de sus propias opiniones, de sus propias subjetividades, la mayoría de las veces construidas desde la industria cultural capitalista. Así, desde estas subjetividades podemos rescatar esos sujetos con sus contradicciones y plantearnos el problema objetivamente.
En ese sentido, el método que utilizaremos es cualitativo y crítico en el sentido que le da Marx; es decir, hacer el recorrido de lo abstracto a lo concreto, en donde se visibilice al sujeto que sufre las desigualdades de este sistema.
En este recorrido vamos a trabajar centralmente con un concepto desarrollado por Marcos Roitman, el social – conformismo en relación con las desigualdades; este segundo concepto está tomado del pensamiento de Juan Pablo Pérez Sáinz (2014) y también de Thomas Piketty, aprovechando el impacto mediático que ha ganado su obra, y una idea fundamental que emana de ella: que las desigualdades siguen in crescendo desde décadas pasadas y que sólo un pequeño porcentaje de la población global se queda con el mayor porcentaje de capital. Es decir, los principales conceptos que vamos a problematizar son: el social – conformismo, el operador sistémico5 y las desigualdades. Los dos primeros conceptos a partir de la obra de Marcos Roitman “El pensamiento sistémico. Los orígenes del social – conformismo”. Esta será nuestra referencia.
El social – conformismo es en síntesis una actidud sumisa de ir en contra del “poder legalmente constituido” (Roitman, 2004:1), esta actitud puede ser individual o colectiva; ya adquirida, va moldeando la personalidad a sus intereses construidos. “En ese sentido […] el conformismo social, (o social – conformismo) se edifica sobre estructuras mentales de carácter complaciente” (Roitman, 2004:3). En el momento en que el sujeto es troquelado al social – conformismo es un sujeto complaciente y asocial6.
Al ya estar condicionado por esa actitud y “se reconoce en otros cuando observa que ellos actúan de igual manera” (Roitman, 2004:4), se va formando una cadena interminable de social–conformistas. El operador sistémico –nuestro otro concepto– no es más que aquel sujeto (puede ser hombre o mujer) social – conformista que ya es parte funcional del aparato del gran sistema capitalista, el operador sistémico es parte del engranaje del sistema, hace posible su funcionamiento.
El otro concepto, diríamos que fundamental, es el de desigualdades (en plural) ya que las hay de todo tipo, no solo económicas, sino también de raza y de género que en ocasiones quedan doblemente invisibilizadas por un discurso hegemónicamente racista y patriarcal (esto también condiciona la actitud de las mujeres). Pero trataremos de tener como marco conceptual (de referencia) las desigualdades de excedentes a partir de la obra de Juan Pablo Pérez Sáinz, Mercados y barbaros, por ser una obra crítica en el sentido que se tienen que pensar las desigualdades en referencia con la igualdad –como horizonte posible–, no las desigualdades como un fenómeno natural y permanente. Contrarrestar estas desigualdades cimentadas en el mercado7, solo es posible derrotando, digámoslo así, al social–conformismo en todas sus dimensiones8 y actuando desde una “ciudadanía social” (Pérez Sáinz, 2014: 71). Esta será nuestro horizonte práctico, si se le quiere llamar de una manera.
Para introducirnos al problema, algunos temas y objetivos
El presente artículo se plantea «como hipótesis problematizadora» de forma aproximativa e introductoria, la aplicación del social-conformismo y la posible relación con las desigualdades, como una plataforma para mantenerlas. Nuestro primer objetivo es hacer de esta relación no tan evidente, algo problemáticamente posible. Ya que no siempre una cosa con otra están en evidente relación, sino más bien encubierta.
Vamos a ver cómo una actitud social–conformista puede tener (posiblemente) relación con las desigualdades, al menos las que podemos confirmar o constatar dependiendo de la dimensión y complejidad de la investigación: por ingreso o por excedente, tal como lo plantea Juan Pablo Pérez Sáinz (2014). Ya sea por ingreso o por excedente, las desigualdades limitan las capacidades individuales y colectivas. Por lo que una investigación – desde el pensamiento crítico– tiene que plantearse esto como elementos insoslayable.
En la dinámica de las desigualdades, cada individuo pierde la capacidad como tal y como colectividad de poder desarrollarse (socialmente), cuestión que no es posible con la mala distribución de las riquezas, la concentración de poder económica en pocas manos9 y con mercados que crean desigualdades, que es la lógica del sistema capitalista. Esto que ya es un fenómeno real, que pasa al frente como algo corriente, se ha normalizado10 en Panamá, al menos las que afectan concretamente al sujeto11 y que son evidentes, como lo son las desigualdades de ingreso12 y de excedente ampliamente estudiadas por Juan Pablo Pérez Sáinz (2014), desde una perspectiva recalcamos crítica porque pone en cuestión al propio sistema en sí. No un mero reformismo que abunda en los estudios de las desigualdades.
Se han normalizado las desigualdades en el caso de Panamá, decimos, porque se confunde con que el adquirir bienes innecesarios y de mala calidad, pero nuevos y a bajos precios, es suficiente para ser feliz13; esto supondría que no se estaría dentro de la condición de no tener las capacidades para satisfacer las necesidades reales. Esta ilusión ha sido subvencionada por los grandes centros comerciales, la lógica del shopping center, donde se hace gimnasia consumista. Estos centros comerciales se convierten en grandes pistas de consumo y relajación, donde la sociedad está poseída por el fetiche de la mercancía y se relaja comprando u observando las vitrinas. Estas son las nuevas terapias anti estrés en el neoliberalismo.
Esta ilusión consumista hace pasar desapercibido que vivimos bajo un esquema de desigualdad de ingreso y de excedente. Un libro reciente de Therbon (2015): “La desigualdad mata”, nos presenta la cruda realidad: que este problema social es una vejación a la dignidad humana. Hay que tener claro que, para el pensamiento crítico, es necesario tener en cuenta “que la desigualdad es una cuestión social medular de América Latina y que no puede ser soslayada” (Pérez, 2014: 15). No podemos pasar por alto esta realidad ya palpable en lo cotidiano, a pesar que no hay una reacción que contrarreste esta oleada de social- conformismo como actitud inhibidora de cualquier cambio a lo establecido.
Otro objetivo de este artículo es tener una percepción, al menos aproximativa, del social-conformismo en un componente de la sociedad panameña. Este concepto, tal cual lo plantea Marcos Roitman, tiene incidencias directas con el laizes faire a las desigualdades como algo natural; es decir, si somos social conformistas, bajo ninguna circunstancia vamos intentar cambio alguno o, inversamente, si no lo somos qué hacemos o qué se está haciendo para revertir todas estas desigualdades, ya sea de ingresos o excedentes. ¿Por qué no estamos en las calles (en las plazas y espacios públicos) exigiendo un país diferente sin desigualdades?
¿Acaso en Panamá no hay suficientes problemas, ineficiencias que son producto de la mala administración pública (deliberaciones políticas)?
La percepción es que si hay algo de social-conformismo, en esas circunstancias las desigualdades no serian ningún problema, ya que alguien social conformista no lo ve como tal. Otro componente que no puede pasarse por alto en el pensamiento crítico, es que estamos ante un cambio de época14; es decir, se están dando cambios globales –movimientos anti- sistémicos salen a las calles y gobiernos posneoliberales llegan al poder–. Este paréntesis abre a la discusión (otro tema), el efecto que tiene estar en la geopolítica del Imperio15 y las consecuencias (negativas) en todas las dimensiones de ser su periferia16.
Otro tema que guarda relación y nos ayuda a introducirnos en la hipótesis problematizadora, es el tipo de educación que recibe el grueso de la población, ya que, para el caso de Panamá, tenemos una educación inconsistente, con un perfil difuso, y que no tiene como horizonte próximo forjar una conciencia crítica que revierta sea el caso, los avances en la conciencia individual y colectiva del social-conformismo.
Esto se ve reflejado en lo cotidiano en la forma de ser y actuar; en la actualidad, en la adicción al smartphone17, en la alienación de las relaciones individuales y colectivas; este dispositivo de comunicación, con los demás sistemas y códigos (internet y mass medias), son un arma de doble filo: por un lado brindan información al instante, pero por otro venden sus productos chatarras y brindan información diseñada a los intereses (publicidad y consumo) para el mercado.
La red de información también nos presenta otro paradigma cuando surge la cuestión de que la capacidad de información que está en línea es superior a nuestra capacidad intelectiva de digerirla; entre propaganda e información chatarra, poco contenido de valor queda. En cambio, la información diseñada por el mercado, si permea en la sociedad.
Características del sistema educativo público
El sistema educativo panameño se divide en cuatro niveles: preescolar, básico general, medio y superior. Nos vamos a enfocar en la educación media, porque es allí donde está esa masa de jóvenes que puede idear (utópicamente, no hay que perder las esperanzas) cambios o vivir conforme con las calamidades del medio en que vive. Además de ser la etapa más conflictiva de la juventud (de 15 a 18 años), es la etapa donde se crea medianamente un criterio que da paso a la mayoría de edad. Sería estupendo pensar en esa mayoría de edad (en sentido kantiano), donde cada cual se valga de su conocimiento. Pero en las condiciones culturales en las que se encuentra Panamá, ese ideal se ve alejado de la realidad. Esta edad es en la que hay más conflictos, se está sujeto a la presión de grupo, hay problemas sociales que afectan como los embarazos no deseados, las drogas, el alcohol, la deserción escolar y muchas otras patologías sociales que afectan a este grupo en Panamá, que es muy vulnerable.
En la actualidad son bastantes los jóvenes, y hasta el 2022 mantendrán su magnitud por la tendencia demográfica, según el (PNUD, 2014). Luego se proyecta una tendencia a la baja de esta franja de población, por lo que es importante atender esta franja social con elementos científicos y empezar a hacer los cambios (de larga duración) necesarios de forma inmediata.
El nivel de educación media, donde enfocamos nuestra muestra para aplicar el concepto social - conformismo, es lo que se conoce como segundo nivel o ciclo educativo; el nivel en que el joven tiene también la opción de tomar el bachillerato que va a estudiar, que tampoco es tan integral, y cada vez más tiende a una educación al servicio de la sociedad de mercado como diría Karl Polanyi (2007).
Según “el decreto ejecutivo N. 21 de 31 de enero de 2014 [se] establece que se implementarán en los centros educativos “15 bachilleratos: en Ciencias, en Humanidades, Industrial en Refrigeración y Climatización, Industrial en Electricidad, Industrial en Electrónica, Industrial en Tecnología Mecánica, Industrial en Construcción, Industrial en Autotrónica, Industrial en Informática, en Agropecuaria, en Comercio, en Turismo, en Servicio y Gestión Institucional y Bachillerato Integral. Es evidente la tendencia a enfatizar el área técnica como opción formativa, mientras la humanística y científica quedan en segundo plano. Salvo el bachillerato en Ciencias, éstas han sido reducidas a la matemática y a la educación física e integral en la mayoría de los bachilleratos” (Rodríguez Reyes, 2015:16)
Otro de los aspectos a tomar en consideración para ver la relación que queremos evidenciar (en nuestra hipótesis problematizadora) es que entre una forma de ser y actuar social conformista y una realidad no tan favorable para la emancipación ciudadana (individual) y de los pueblos (colectiva), como es vivir bajo un esquema de desigualdades, es difícil otra explicación que no sea que una educación sin componentes críticos promueve esta actitud, y difícilmente problematizará sobre ello. Así, se percibirán las desigualdades como un hecho natural, normal, con el que se tiene que vivir permanentemente. En ese sentido, el social – conformismo se presenta como la herramienta troqueladora para que la sociedad en general vea las desigualdades como algo inherente a sí mismo y no algo provocado por un sistema cada vez más excluyente.
A pesar que vemos que aumentó la cobertura y que un mayor número de estudiantes pudo acceder al sistema educativo público18, no hay un cambio significativo (real) en el sistema público. Más allá de un crecimiento económico, del que tanto alardean los gobiernos, no hay un desarrollo integral en el sector educativo. Problemas desde los más elementales siguen afectando este sistema, a nivel escolar todavía hay centros en muy mal estado de infraestructura, los y las maestras no cuentan con los recursos necesarios. En la pre media hay grandes déficits de diversa índole.
En general, en las escuelas públicas de la capital hay un palpable clima de hostilidad a que estos centros sean tratados como centros de saber (donde se imparte y adquieren conocimientos); en algunos de estos el lenguaje de los estudiantes demuestra un bajo nivel cultural, aunado a ello, el comportamiento no es el más adecuado, más allá de cualquier moralismo.
En Panamá hay dos realidades muy marcadas, donde se deja entrever dos países en uno mismo, el de los ricos y otro de los pobres, también se puede hablar de dos educaciones más allá de la diferencia entre la pública y la particular (privada). Me refiero a la educación para dominados y para los dominadores; estos últimos son educados en escuelas con estándares internacionales (costosas) y continúan la universidad en Norteamérica o Europa. En la mayoría de los casos, estos estudiantes no conocen la pobreza que existe en Panamá, la ruta desde sus viviendas hasta las escuelas donde estudian no contempla el mapa de la pobreza. De regreso a Panamá, estos ocupan altos cargos privados o públicos que deberían tener un margen de responsabilidad social, cuestión que no se percibe en la práctica, ya que ni siquiera han conocido el otro Panamá, por lo que poco se preocupan por ello. En cambio, los estudiantes que asisten a las escuelas públicas y pertenecen a familias que viven del salario mínimo en el mejor de los casos o en pobreza en otros, no se sienten pobres.
Sobre el estado del sistema educativo público y el “nuevo proceso podemos decir que en el área de desarrollo de la actividad educativa, el programa de Transformación Curricular se impulsa con el objetivo de modernizar el sistema educativo panameño. En el año 2012, existen 84 colegios inmersos en el proceso de cambio de los planes de estudio y sus formas de desarrollo. Igualmente se impulsa el programa de modificación del currículo. Para el año 2012, 103 colegios y 33.000 docentes habrían participado en los seminarios y cursos relacionados con la modificación del currículo” (Rodríguez, 2013: 38). A pesar de todos estos cambios, no hay evidencias empíricas de cambios hechos para subvencionar las deficiencias de índole científicas y tecnológicas, ni qué hablar de las deficiencias humanistas y la promoción de un pensamiento crítico, que integre el conocimiento (científico↔técnico↔humanista).
En Panamá pareciera que prevalece una educación que promueve el social- conformismo, que ha incidido en la masa de jóvenes que, de forma explícita, se muestra complaciente con la realidad19, a pesar de una notable persistencia de las desigualdades que corroen la sociedad panameña.
Otra característica del sistema educativo público es el bajo salario de los docentes. Estos, en su mayoría, tienen que trabajar en dos escuelas (dos jornadas), en turnos diferentes para poder sopesar los altos precios de la especulación en vivienda y el alto costo de vida. Esto diezma la capacidad intelectiva de cualquier profesor, por lo que no rinde lo suficiente en la jornada escolar, creando déficit en los contenidos que se desarrollan y en el conocimiento que tiene que adquirir un estudiante. En la línea de revertir el bajo salario de los profesores, en el 2014, la Asociación de Profesores de la República de Panamá encabezó una lucha (con huelga de hambre) por el mejoramiento salarial de (todos) los profesores del sistema público; ésta lucha está en curso y dependerá de la organicidad de este sector alcanzar lo que se acordó: un aumento salarial progresivo en nueve años a partir de la fecha. Esta es una de las reivindicaciones que se tienen que dar para hacerle justicia al sistema educativo, como también la necesidad de equiparar a las escuelas con las herramientas tecnológicas y las infraestructuras necesarias, pero con un personal con la capacidad de hacer un uso eficiente de las mismas.
El fundamentalismo del mercado ¿mito o realidad?
La discusión por el mercado tiene que estar en función de la producción, así como Marx (2007) enfocó el problema a partir de los Grundrisse, una producción cada vez más explotadora, donde lo que tiene importancia es la acumulación, que se obtiene a partir de la fuerza de trabajo que es comprada. La crítica al mercado20 –que es la que queremos hacer aquí– tiene que pasar por esta concepción más profunda-concreta, porque el mercado en sí no es nada, sino por la fuerza de trabajo «ahora también la especulación financiera» y el consumo que se obtiene la interminable acumulación.
Gentile (2014) en su blog Contrapuntos21 ha señalado que “reorientar la educación hacia las demandas y necesidades del mercado es la solución propuesta por el FMI, así como por el Banco Mundial, una receta que vienen repitiendo desde hace más de treinta años y que siempre plantean con una sorprendente pretensión de originalidad”. Esto plantea una dicotomía que en la experiencia latinoamericana trajo como consecuencia la precariedad de los sistemas educativos públicos (como en el caso de Haití que hay un altísimo porcentaje de la educación es privada), y confundir crecimiento económico con desarrollo económico (que no es lo mismo). El crecimiento económico solo favorece a las élites económicas que tienen el control de los mercados, mientras que el desarrollo económico «debe» potenciar la calidad de vida en todas sus dimensiones, con una efectiva política pública que se enfoque en los problemas sociales.
En los últimos años se engañó (a la sociedad) diciendo que estar al servicio de la sociedad de mercado, casi de forma exclusiva, solventaría los problemas económicos, propiciando un crecimiento, lo que en efecto ocurrió, sin embargo, aún se está a la espera que eso tenga resonancias materiales en la sociedad. Se enfocó la educación pública a formar mano de obra “calificada” para las demandas de la sociedad de mercado, pero la vinculada al sector terciario, lo que tampoco empoderó (con capacidades económicas para satisfacer sus necesidades reales y materiales) a este segmento social que quedó trabajando en este sector. En la actualidad, muy sutilmente a través de la idea de educar para el desarrollo nacional, persiste la idea de educar para la sociedad de mercado.
Esta realidad social –de vivir bajo esquemas de desigualdades– nos presenta la necesidad de cambiar este tipo de educación y, plantearse una con pensamiento crítico que revierta las desigualdades que tanto afectan a la humanidad. A pesar de que suena utópico esto de plantearse otro tipo de educación como una forma emancipadora en potencia, es necesario como ensayo para la praxis colectiva, con riesgo al error; pero con la convicción de que, si no se plantea otra forma a partir de otro tipo de educación, jamás sabremos si en efecto se pudo dar la vuelta al social-conformismo.
Es decir, que hay que cambiar y contrarrestar el social-conformismo en su propio medio, los sistemas educativos, para que a partir de ahí se pueda enfrentar las desigualdades realmente existentes con otra actitud. De lo contrario, todo seguirá estando tal cual, sin potencial de un cambio.
Esta denuncia que hace Gentile (2014) la experimentamos en Panamá con unos gobiernos (al menos estos últimos cinco periodos de “democracia representativa” después de la dictadura de Manuel Noriega) que optan por una educación escolarizada que garantice la mano de obra medianamente calificada, para satisfacer las necesidades de la sociedad de mercado22 y la vocación histórica de Panamá como país de tránsito que une el sur con el norte y el atlántico con el pacífico. Esta es una condición natural a la que no se puede renunciar por el hecho de un deseo, es una particularidad geográfica que determina el funcionamiento económico e incluso cultural de un territorio. Pero no debemos hacer de ello las cadenas que nos atan; al contrario, debemos utilizar nuestra posición geográfica (y nuestros recursos) para garantizar un país sosteniblemente justo, como nos enseñara Guillermo Castro H, sostenible por lo humano que éste sea.
Hay una gran confusión en cuanto diferenciar desarrollo nacional con crecimiento económico; solemos reducir lo primero a lo segundo, mientras que lo segundo está reducido a la lógica del mercado mundial. Esta visión economicista y limitada es muy persistente en Panamá.
Así como nos preguntamos si la globalización lo es todo, también nos debemos preguntar si realmente el mercado lo es todo, si es un mito o una realidad. Sabemos que la globalización conecta todos los puntos del planeta, no solo económicamente sino culturalmente. Cabe hacer la inteligente diferencia de García Canclini (1999) entre globalización circular y tangencial, en cuanto que a veces pensamos que lo que vivimos, lo que podemos tocar, ver y medir con nuestros sentidos, es lo global. Lo global circula por el mundo y no es posible enterarse de todo.
Con el mercado ocurre lo mismo: ¿es realmente el mercado el amo y el ciudadano el esclavo de sus deseos?, como si este fuese un ente omnipresente que dictamina desde las alturas cómo deben ser las cosas, cómo son correctamente, y que toda gira en torno a sus intereses. Esto nos lleva al dilema de que si los pueblos no tienen historia y sus gentes no tienen criterios de discernimiento; de esto y otras cosas más tratamos de problematizar, en la medida que la ubicuidad del mercado dice presente ya de forma explícita por doquier; aquí no se trata de un antojo interpretativo, de que el pensamiento único (pensamiento del mercado y de lo establecido) acuse de contaminación ideológica a cualquiera que lo critique, sino ya de un hecho concreto.
Que el mercado está en todas partes, es algo ya vivencial, tangencial, pero a la vez circular, ya que el mercado está en todas partes, va imponiendo sus cánones desde las grandes transnacionales mercantiles (de los países industrializados) de forma concreta, en Panamá en función del particular funcionamiento que tiene el Canal en la economía mundial, desde inicios del moderno sistema mundial, que en su etapa actual, neoliberal, no se ha diferenciado mucho de lo que era hace quinientos años.
Todo esto nos lleva a preguntarnos ¿hasta qué punto vivimos un fundamentalismo del mercado? ¿Es fundamental para todas las relaciones? ¿El mercado reduce todo a objeto– mercancía? Ya las evidencias empíricas nos demuestran una tendencia a que sí, al menos en el caso de Panamá.
Las desigualdades realmente existentes
En el plano global podemos constatar que vivimos en medio de desigualdades, como señala el informe de OXFAM (2014: 8), además que son “elecciones políticas deliberadas” las que la producen, donde “7 de cada 10 personas en el mundo viven en un país donde la desigualdad económica es mayor ahora que hace 30 años” es decir, es un fenómeno que va in crescendo, donde las soluciones reformistas ya no serán suficientes, sino que deben ser estructurales.
Todas estas cuestiones que afectan al grueso de la población global y traerán como consecuencia una implosión ciudadana debido a que “la desigualdad conspira contra las democracias” (CEPAL, 2015); en Panamá no tiene resonancias mayores, más allá de los pequeños movimientos sociales fraccionados, menos en los jóvenes. Las desigualdades, al parecer, pasan desapercibidas para ellos; no es evidente algún descontento en este grupo. A pesar de que ya hay las pruebas suficientes para saber que vivimos en un mundo lleno de desigualdades, mediáticamente, por su gran impacto y difusión, el libro de Piketty (2014) lo ha demostrado así a través de un largo tramo histórico donde se muestra la ineficiente distribución de las riquezas.
En el plano nacional, tenemos un país donde hay riquezas pero no hay una eficiente distribución de ellas; este fenómeno se ha empeorado más por causas de la corrupción generalizada de la clase política, que han generado pérdidas multimillonarias al erario público. Esto ha mermado la economía no solo del gobierno sino de todo el país, poniendo en peligro a algunas de sus instituciones23.
Hay suficiente información institucional del Informe de Desarrollo Humano del PNUD (2014) y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Gobierno de Panamá y ONU Panamá, 2014) para inferir esta necesidad (de cambios estructurales), sin necesidad de acudir a una bibliografía más crítica.
El distrito de Panamá, donde concentramos nuestro breve muestreo, presenta grandes desigualdades. “Visto según corregimiento, por ejemplo, mientras en Ancón la mediana de ingresos del hogar es de B/ 2,403.0, en San Martín es de B/ 457.0. Además, se aprecia que el auge económico lo disfrutan corregimientos como Bethania, Bella Vista, San Francisco, Ancón, en tanto que El Chorrillo, Curundú, Chilibre, Pacora, y la mayoría de los corregimientos no lo disfrutan. Igualmente se aprecian desigualdades en la educación. Mientras el analfabetismo en Bethania, Bella Vista, Pueblo Nuevo, y San Francisco es inferior al 1% de sus respectivas poblaciones; en San Martín el analfabetismo es superior al 5%”24.
Si bien hay un auge económico en Panamá que siempre está de puntero en los índices de crecimiento, también hay desigualdades que serían impensables con gobiernos que tengan una visión social del conjunto de los problemas. Por ejemplo, no impulsar el sector agropecuario que ha sido marginado, más con el libre comercio (los TLC), que beneficia a las grandes transnacionales que exportan a Panamá, como no invertir en educación de forma consecuente, ni en investigación científica para el desarrollo.
¿Existen las desigualdades? SI; el problema es cómo enfrentarlas. El problema es más complejo cuando ya la solución no es una mera distribución de ingresos, ni la renta recibida por algún trabajo o cualquier otro ingreso, subsidio o lo que fuere. En la lógica básica del capital, eso resulta poco posible cuando un capitalista lo que quiere es acumular más capital; si no fuera así entonces no sería capitalista. Aquellos que se arropan con el apelativo de filántropos y donan sus “riquezas” o parte de ellas a fundaciones, lo hacen para evadir impuestos. La responsabilidad de las empresas millonarias se ha reducido a una que otra donación que bien se puede pagar como impuesto, pero que ganan puntos en una moral invertida, presuponiendo que con una donación hacen el “bien” (eso es el espíritu de la Teletón).
El problema es más complejo cuando incluimos no solo la distribución de ingreso, sino los excedentes, en las grandes empresas, los excedentes, como sus propias lógicas básicas lo prueban, se quedan a través de los mercados, como es obvio en manos de los que tienen el control de ello, luego de cubierto todos los gastos (incluyendo la fuerza de trabajo).
Revertir esto es aún más difícil que si solo tomáramos como referencia el ingreso para enfrentar las desigualdades; en ese sentido, también es propio decir que las sociedades (y los pueblos) no se pueden desarrollar si no desarrollan sus modos de producción que, en el moderno sistema mundial que vivimos, son de naturaleza capitalista. Esto lo que hace es que toda la maquinaria productiva y distributiva organice mercados cada vez más sofisticados donde no pueda haber ni una distribución de ingreso y mucho menos de excedentes, por cuanto esto último atentaría contra su propia lógica.
Siguiendo una lógica básica del capitalismo, al momento de que los empresarios capitalistas se queden (se apropian) con el excedente, se desarma cualquier empoderamiento social. Lo que se adviene en este enfoque, entonces, sería una constante pugna por el poder y la disminución de una contraposición a este. Aquí el social- conformismo juega un papel de primera línea, para desalentar cualquier posición en contra de lo ya establecido.
Aproximación general a los supuestos teóricos del social-conformismo de Roitman
Es necesario aclarar este concepto (social-conformista) para comprender sus consecuencias en la sociedad, cuando tenemos un sistema educativo público que no ha diferenciado, al menos en lo formal, la diferencia entre educación y escolarización25. Antonio Gramsci distinguía lo uno sobre lo otro; pero señalaba que el problema consistía en que el conocimiento que se estaba trasmitiendo –en los centros educativos de la Italia de la época– eran “cosas ajenas a la realidad” (Gramsci, 1999: 282), lo cual distorsionaba cualquier conocimiento y compromiso. Ya este autor nos advertía que ese tipo de educación se presentaba como “aureola democrática” (Gramsci, 1967: 133). Lo que se plantea hoy con la educación por competencias en los centros educativos en Panamá (sea en el sistema público o en el particular (privado26) no tiene mucha diferencia con lo que planteaba Gramsci ya varias décadas atrás.
Para corroborar la tendencia de este tipo de educación, en la declaración del grupo de trabajo Políticas educativas y derecho a la educación en América Latina y el Caribe de (CLACSO, 2014) queda bien sintetizada la crítica a esta concepción de la educación, que se encuentra desarrollada en el informe PISA, por sus siglas en inglés, organizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Teniendo en cuenta que este proyecto tiene como consecuencias, según la declaración del grupo, “efectos enajenantes, mercantiles y estigmatizantes, además que conocimientos apolíticos”.
PISA solo se centra en la evaluación como “un fin en sí mismo” dejando todas las otras capacidades marginadas. La declaración culmina señalando que el proyecto educativo debe ser concebido como una “construcción colectiva democrática, liberadora y emancipadora”; propuesta que, al parecer, al menos en su formulación teórica no ensambla con el social-conformismo y el sistema capitalista que lo desarrolla. En apretadas líneas podemos decir que el social-conformismo es tener “una vida complaciente y libre de ataduras provenientes de la conciencia, que rechaza todo tipo de compromiso social” (Roitman, 2004: 2); esto sería parte de un debate pendiente en América Latina y el Caribe – y en Panamá en particular– sobre la mal llamada crisis de valores, y la apatía de los jóvenes a cualquiera cambio y cualquier compromiso político a favor de una causa social o un mundo más democrático y justo. Ya que no se trata de una pérdida de “valores” per se, sino de una actitud inducida.
Roitman plantea algunas características del social-conformismo (ver Cuadro 1) que nos sirven como indicadores específicos para poder medir (aplicar) este tipo de comportamiento en una muestra concreta de estudiantes, para el caso de Panamá, en el sistema educativo público en la sección media.
Gran parte de esta masa de estudiantes del sistema público, es la mayoría en nuestro universo de jóvenes en Panamá. Es decir, aquí está el grueso de la sociedad que se inserta luego, de alguna u otra forma, a la economía nacional y actúa en la sociedad; es la que potencialmente puede hacer cambios o mantener el status quo. Ver qué nivel de aplicabilidad tiene este concepto, es a lo que hemos querido introducirnos a través de entrevistas con un grupo focal, para ver la opinión de los jóvenes con respecto a los indicadores y reactivos correspondientes que nos aproximen al concepto social – conformismo planteado por Roitman, para, con base en ello, poder inferir que la sociedad (al menos en el caso de Panamá) podrá o no ser capaz de cambiar o exigir un mundo más justo y democrático –al menos a corto plazo– y, por extensión, buscar alternativas a las desigualdades, que es lo que nos importa relacionar con este concepto. La realización del social–conformismo y su operador sistémico es fundamental para seguir manteniendo las desigualdades realmente existentes; es decir las que vivimos en la región más afectada por esta patología social. Porque de ser social conformista la juventud panameña, las desigualdades no serian un problema y podríamos estar perfectamente conformes con ellas.
Para medir (aplicar) estas características generales de social-conformismo propuesto por Roitman, trabajamos con un grupo de jóvenes graduandos (10 hombres y 10 mujeres), de uno de los colegios emblemáticos de Panamá, el Instituto X27, estos jóvenes están próximos a la mayoría de edad (no la kantiana) y, como señalamos en líneas anteriores, son el segmento social que se incorpora de alguna u otra forma a la economía del país, y a la vez, continúa estudios universitarios, a la misma vez, la mayoría de los universitarios trabaja, como lo muestran las estadísticas universitarias, carreras técnicas, vinculadas al mercado o carreras “tecnológicas”, porque está vendida la idea que en estas carreras se garantizan trabajos rentables. También hemos tomado en consideración la cuestión de género para medir las diferencias si es el caso, del social-conformismo.
A. | Características generales del social-conformismo | Indicadores28 |
Pérdida de la centralidad de lo político. | · Apático a la política · Carece de un proyecto de transformación social · Promueve el individualismo (pierde el sentido de lo cooperativo) | |
B. | Desarticulación en las formas del pensar. | · Carece de principios explicativos de las cosas que pasan · Subyace a la construcción histórica que haga el sistema del pasado · Carece de otra visión del mundo, más que la que propone el sistema |
C. | Desconcierto teórico. | · Carece de cualquier teoría para aprehender la realidad. · Separa las leyes objetivas por posiciones subjetivas · Elimina el contexto histórico y el análisis social a la hora de pensar |
D. | Desaliento de la conciencia crítica. | · Piensa en función de deseos e intereses particulares. · Instrumentaliza la conciencia · Prevalece la razón como cuestión práctica. |
A. Perdida de centralidad de lo político
Hay dos constantes en las democracias participativas timoneadas por el sistema de partidos, en el caso de Panamá, hay una considerable baja de votantes, tomando en cuenta los habilitados para votar, este fenómeno notable en los jóvenes, con una abierta actitud apolítica, lo otro, es que hay una desideologización de los partidos, denunciado públicamente por los sectores más orgánicos de los partidos existentes (principalmente la generación que luchó en la gesta heroica del 64, de tendencia social demócrata o de izquierda que experimentó el proceso torrijista).
La socialdemocracia y el nacionalismo pasaron a ser derecha llanamente, y la izquierda partidaria pasó en el mejor de los casos al análisis fuera de posibilidades en la realpolitik. En el primer ejemplo de la baja considerable de votantes, hay una evidente pérdida de centralidad de lo político, que se concretizó aún más con desmontar el carácter ideológico de los partidos. Los partidos quedaron presos del clientelismo político y el oportunismo electoral. Aunado a todo esto, según un estudio de la Vanderbilt University hay poca tolerancia a la forma de gobierno; al respecto Pérez (2014) señala: “Nuestro análisis indica que la tolerancia política en Panamá ha disminuido significativamente desde 2004, y la filiación partidista y el apoyo al sistema son determinantes críticos”. Todos estos elementos nos indican estáperdida de centralidad de lo político, de la que nos habla Roitman.
Esta pérdida de centralidad de lo político, nos indica que “asistimos a un nuevo diseño de futuro” (Roitman, 2004: 41), «sin formación politica, así los sujetos y pueblos son más dóciles» donde es más fácil que los noticieros, los diarios, los grandes medios de comunicación masivos construyan ideas, percepciones e historia(s); todo es mediático, estamos en una hiper era, donde vale sólo lo que fluye y se diluye en la red, lo político como acción de lo común o como servicio pierde su centralidad, y ni siquiera está en el ideal utópico de la juventud. Esto condiciona los procesos ciudadanos y, por lo tanto, el comportamiento en relación con los demás y el mundo en que vive. Todo se basa en lo que determine el mercado (la producción), de ahí en adelante nada vale o no tiene cabida en esta sociedad de mercado. Los principios políticos basados en la ética -este rol lo jugaba el ciudadano o el militante- son suplantados, diría Roitman (2004: 42), por el “operador sistémico” cuyo accionar está en función de la razón “tecnoeconómica”, donde sólo es válido la técnica y lo económico que proviene del mercado; el operador sistémico no posee juicio crítico, ni puede pensar libremente «solo opera para que el sistema funcione».
Esta pérdida de centralidad de lo político está determinada según Roitman (2004: 42) “por los intereses y deseos provenientes del mismo sistema”, estos a su vez son todo lo contrario a la idea de la política como bien común y servicio.
La política, en el mejor de los casos, es entendida como la forma de mantener la gobernabilidad y la institucionalidad29, claro está que desde el pensamiento crítico tenemos que ver la gobernabilidad como forma de dominación y, la institucionalidad como algo concreto, donde se ha acantonado la élite económica en el sistema de partidos a supuestamente salvaguardar los bienes del Estado que es de todos y todas, y que en nombre de la transparencia han saqueado las arcas del Estado.
Hay varios ejemplos que demuestran que las instituciones están hasta el tuétano en corrupción, en el caso de Panamá hay un déficit presupuestario de más de dos mil millones de dólares en la administración presidencial de 2009 al 2014. En la discusión coyuntural se quiere medir en qué administración se robó más, si en esta o las pasadas o las anteriores, y que con el período presidencial actual ya está resuelto el problema. No se ve que la corrupción en las instituciones es una patología de nuestra clase política en general, no de un partido ni de un sujeto, sino la crisis en curso de nuestra clase política.
Roitman ve lo político como “una concepción social y colectiva”, en contraste con lo que brinda el sistema; lo político como “una representación para la gestión y administración de intereses privados” (Op. Cit, 2004: 43) y el operador sistémico cumple obediencialmente esta tarea, es el que hace posible dicho funcionamiento.
Para medir esta primera característica, ensayamos tres preguntas, que son reactivos específicos, para analizar la pérdida de centralidad de lo político: (1) ¿Ha participado en alguna actividad de política en el país, ya sea escolar o comunitaria? (2) ¿Habla sobre política? (3) ¿Considera usted que el país [Panamá] marcha bien?
Para operacionalizar esto, hemos tratado de enfocarnos en los tres indicadores de esta primera característica: A. Apático a la política, B. Carece de un proyecto de transformación social, y C. Promueve el individualismo (pierde el sentido de lo cooperativo).
Ahora veamos lo que nos respondieron los jóvenes:
Sobre la pregunta 1: ¿Ha participado en alguna actividad de política en el país, ya sea escolar o comunitaria? nos respondieron: “no me gusta el tema”; “no me ha interesado”; “no he tenido la oportunidad”; “he participado como promotor electoral en el año 2014”; “aún no he participado, pero espero votar”; “no soy fanático a involucrarme a actividades que tienen que ver con política”; “participé en votaciones para escoger al diputado estudiantil”; “realicé encuestas políticas”; “he participado en el censo de población”.
En estas respuestas vemos claramente las características indicativas de pérdida de centralidad de lo político de Roitman, donde es de poco interés lo político. Cabe hacer algunos comentarios sobre ellas, la mayoría de los jóvenes varones no ha participado en ninguna actividad política, (de organización, planificación o cooperación), en el mejor de los casos participan en alguna que otra actividad de encuestas privadas, para medir la influencia de votos, o alguna actividad organizada por el Tribunal Electoral, entidad que promueve “valores cívicos universales” (lo que es correcto, en cuanto no favorezcan a ningún partido en particular), con una visión de “ciudadano” desvinculado de partidos e ideologías. Un ciudadano sin ataduras que comprometan su subjetividad a una formación política.
Sobre la pregunta 2: ¿Habla sobre política? nos respondieron: “el tema es importante pero no mucho para mí”; “si, hablo sobre política, pero no sé cómo funciona”; “estoy al tanto de los medios”; “sí veo noticias, además mi mamá es editora de un periódico”; “generalmente no hablo sobre política; y los medios suelen confundir”; “es un tema del que me gustaría hablar y discutir más adelante”; “Estoy al tanto de las noticias, porque así uno sabe la forma como se maneja el país”. En estas respuestas también indican que no hablan sobre política y no saben de qué se trata. Solo en dos respuestas de estos jóvenes vemos una preocupación efímera por estar informados, por cuestiones muy particulares, por los medios de comunicación, que en la mayoría de las veces construyen percepciones y promueven el pensamiento único o sistémico, a decir de Roitman. Todo esto acuerpa la valides de la primera característica.
Sobre la pregunta 3: ¿Considera usted que el país [Panamá] marcha bien, cambiaría algo? nos respondieron: “sí cambiaría algo”; “no lo creo, deberán escoger a las personas por sus valores”; “marcha más o menos”; “sí marcha bien”; “hay demasiadas fallas” “no marcha bien”; “cambiaría el medio de transporte”; “trataría de buscar alternativas” “hay una leve mejoría con Varela”. Vemos un parcial social - conformismo de cómo está el país.
Si hemos constado que en la pregunta 1, la mayoría no ha participado de ninguna actividad política, como va a cambiar algo, eso en gran medida, por que no ve que hay problemas en cómo está el país, dirán que sí hay problemas y que, si cambiarían algo, pero hacen referencia a cuestiones inmediatas que lo afectan directamente, en ninguno de los casos hay la preocupación por un cambio real en el país. Porque no ven en ello algo importante.
En el caso de las jóvenes (mujeres) no notamos ninguna diferencia sustancial con respecto a las respuestas de los jóvenes (hombres), en esencia respondieron lo mismo, pero cabe enfatizar que en todas las respuestas a la pregunta 1, ¿ha participado en alguna actividad política?; lo más que han hecho es participar de alguna actividad organizada por algún organismo electoral, en su efecto el Tribunal Electoral, como “promotora electoral” o “lecciones para un diputado estudiantil”. En la mayoría de los casos participan en alguna actividad de esta índole no por iniciativa propia, sino por alguna imposición del colegio a través de la labor social, como requisito para graduarse y terminar el ciclo escolar que le da paso a la universidad, o bien porque son remuneradas, además estas iniciativas no son de ninguna manera espacios de formación política o promoción del cooperativismo como forma de organización.
En las diez entrevistas a las jóvenes, en las respuestas, solo hay una posible actividad política partidaria a saber “ayudé hacer filas y a organizar una campaña política”.
En la pregunta 2 ¿habla sobre política? vemos una actitud apolítica evidente cuando responden “no estoy muy interesada en lo político”; “no hablo sobre política”; “la política no es algo que me llame mucho la atención”; otras respuestas siguen el mismo tenor “no, porque no estoy tan informada del tema” que puede ser por dos razones, una por que no le interesa, o porque en realidad los medios realmente no informan30. O en un caso peor desinforman. En este punto no es muy alentador que respondan “los medios de comunicación, radio, prensa, tv, y web están informando” ya que, como señalamos en líneas anteriores, estos medios crean percepciones y alteran los hechos dependiendo de la línea editorial31 que le den –que por lo general representan los intereses de los sectores económicamente dominantes–. Claro está, que también hay medios alternativos, como medios independientes y parciales, que brindan información (confiable) que le hace contrapeso en lo sustancial y no en lo mediático al pensamiento único-sistémico.
Sobre la pregunta número 3 ¿considera usted que el país marcha bien? tampoco hay mucho contraste. De la percepción que se tiene de cómo marcha el país, una posición intermedia representaría una demostración somera de social-conformismo, teniendo en cuenta la realidad del país, donde se vive con contradicciones sociales, económicas, civiles y culturales. Habría que preguntarse bien con respecto a qué, pero no podemos afirmar someramente que las cosas están bien, en términos generales.
De las diez jóvenes entrevistadas, siete respondieron que el país no marcha bien, lo que parecería crítico, sin embargo, ninguna hizo alusión alguna a cambios reales o coherentes, a un proyecto o visión política entendida como bien común o servicio. Todas las referencias a injusticias o denuncias son a cuestiones efímeras y coyunturales. Esto se debe al cambio reciente de gobierno, donde acaba de pasar una estampida de corrupción con la administración presidencial de 2009-2014, que cualquier cambio era síntoma de mejora.
Como hemos constatado con las respuestas, al menos en esta primera característica sí hay un grado de aplicabilidad de los indicadores de este concepto en los jóvenes entrevistados. Esta primera característica es el péndulo de las demás, por lo que ya, al menos en esta muestra, marcará un paso en la sustentación de nuestra «hipótesis problematizadora».
B. Desarticulación en las formas del pensar
Pensar aquí en el sentido del proceso mediante el cual uno puede articular una o varias ideas con al menos una forma tanto de concebir como de entender y vivir en el mundo. Desde la más “sofisticada” teoría científica hasta el más elemental principio del Buen Vivir de la cosmovisión de los pueblos originarios latinoamericanos, como por ejemplo la armonía con la madre tierra. Esto tiene como eje articulador, el conocimiento en sí, pero este a su vez entendido “no como una simple reproducción conceptual de los datos objetivos, sino una auténtica transformación y constitución de la realidad”32. Si no hay conocimiento no se puede pensar y menos transformar nada.
En ese mismo sentido podemos mencionar que un pensamiento tiene que ser crítico o si no es pensamiento33. Seria en tal caso un engranaje del pensamiento sistémico para imponer la realidad. Esto mucho se ha aplicado en los medios periodísticos, denuncia Estefanía (1997). Todas estas ideas van limitando “la acción del ciudadano” porque al estar troquelado, pocas opciones le quedan, ya que “no cabe otra visión más que la generada por el propio sistema” (Roitman, 2004: 48).
¿Qué nos ha llevado a esto? “la educación preescolar, básica, media34 y superior son los objetivos centrales del proyecto fundacional de un orden cuyo lenguaje debe coincidir con los principios y presupuestos que determinan la razón del pensamiento sistémico” (Roitman, 2004: 49). Esto concuerda muy bien con la crítica de Bourdieu y Passeron en su texto La reproducción35, donde los sistemas educativos son reproductores de las clases sociales.
La mayoría de los jóvenes que entrevistamos viven en sectores donde hay problemas socio-económicos, de ordenamiento urbano, viales, sanitarios, de violencia, y muchos más. Estos son indicadores suficientes para no estar conforme con el contexto en que se vive, aún cuando se tenga alguna solvencia económica. Pareciera que la educación que recibimos nos va creando cierta forma de ser, social conformista y, a pesar de que hay motivos suficientes para ser críticos con la situación, como para buscar alternativas consecuentes, no se reacciona, se queda conforme.
No hay una articulación del pensar con el hacer (la praxis). El nuevo “ser (a) social” se adapta fácilmente al medio en que vive, aunque este no tenga las necesidades básicas garantizadas, y donde se respeten sus derechos y tengan las posibilidades de realizarse como ser humano36.
A final de cuenta, lo que se crea es un vaciamiento teórico –en el siguiente punto lo veremos más detenidamente– donde no vale ninguna teoría, las cosas se dan por que se dan, por sí solas, por espontaneidad, no se le busca una coherencia a las cosas que pasan, las series norteamericanas37 de desenfreno juvenil, de rumbas interminables y risas enlatadas son ejemplos empíricos de ello, en que los jóvenes son como un vaso vacío que se llena de la basura de los medios.
En la experiencia latinoamericana, a pesar de estar enajenados, no se pierde la esperanza de que en algún momento se realicen los cambios necesarios para contrarrestar las vejaciones del pensamiento único-sistémico, el social–conformismo y el operador sistémico (es decir el sistema).
Ahora analicemos los resultados de nuestra entrevista, los contrastes y las claras muestras de esta otra característica desarticulación en las formas de pensar a medir en nuestro contexto, en nuestra juventud, en sus subjetividades.
Sobre la pregunta 4: ¿ha buscado la causa de los problemas que lo afectan38?; vamos a ver algunas respuestas39, “Sí: [la solución sería] superarme y educarme más”; “No: pero [los problemas] deben venir de hace tiempo”; “[los problemas son por] falta de ética y valores”; “si: [la solución sería] informarnos más [y buscar un] y sistema de justicia real”.
Aquí vemos que la respuesta más esperanzadora para un cambio es la de “educarme más”, pero educarse dentro del mismo sistema y sus valores, ya no es suficiente, al menos de la perspectiva crítica que queremos resaltar. Las respuestas de que los problemas deben venir de hace tiempo, pero que no despiertan interés por indagar el porqué de las cosas, como también varias respuestas con un NO llanamente, son una silueta entristecedora de la cruda consecuencia del social-conformismo en la actitud de nuestra juventud. Por un lado, no se preguntan, no indagan por los problemas que lo afectan, al menos con esta pequeña muestra que hemos tomado. Por otro lado, hay algunas luces en el túnel, cuando una respuesta dice que la solución sería buscar un “sistema de justicia real”40.
En el caso de las jóvenes, para esta misma pregunta, nos respondieron: “no sé mucho sobre el tema”; “los resolvieran estudiando”; “la causa del problema es que al no concientizarnos y tomar acciones para evitar un determinado suceso”; “sinceramente no”; “Sí, delincuencia y corrupción”; “la causa de los problemas que me afectan41, es la mala administración y poca sabiduría de quienes están al mando de muchas de las instituciones del gobierno”; “no, porque no tengo problemas tan graves como los tienen otras personas42”. Una variante significativa en el caso de las jóvenes entrevistadas es que las respuestas fueron más pensadas a pesar de que no haya mucha diferencia con la de los jóvenes.
La pregunta 5: ¿ha pensado otra concepción de sistema como en el que vive? también enfocada a esta característica desarticulación en las formas de pensar. En el plano utópico con las jóvenes tenemos las siguientes respuestas: “sería como si viviésemos un sueño donde no hubiese violencia, hurtos, pobreza ni robos de parte del gobierno”; otras respuestas interesantes, “que hubiera más unidad, menos conflicto”; “el sistema actual es espantoso”.
Pareciera que estas respuestas tienen como horizonte lo inmediato y quimérico (en el sentido estricto de algo no realizable); es decir, la pregunta obliga a una respuesta que no está dentro una solución realizable, y que si se puede hacer alguna valoración aunque discrepe con los valores mismo de mi forma de ser y actuar, no tendrá mucha importancia.
Por ejemplo: no me interesa la política, pero quiero un cambio político, no pienso en cómo hacer ese cambio, pero en la inmediatez puedo pensar cómo sería ese cambio, y recurro a lo quimérico de lo que quiero, a partir de las afecciones inmediata que vivo, no a partir de una argumentación coherente de lo que pasó, está pasando y puedo intervenir para que ocurra, es decir hay una evidente desarticulación en las formas de pensar.
Una idea más pesimista sería que no se puede concebir otro sistema diferente a éste, porque no se tiene la capacidad de hacerlo. No se cuenta con un horizonte creativo, si ni tan siquiera hay facilidad para comprender lo que se lee, y peor aún, no se lee. Y si se lee en Panamá es más bien literatura que está de moda, del momento, los best seller.
Los jóvenes tampoco hicieron uso del juicio crítico, algunos respondieron “soy contento como soy”; y otros tantos también desde el horizonte inmediato con poca articulación en la forma de pensar.
En este grupo hubo una respuesta particular por su contenido crítico, y también vale resaltar que en la siguiente pregunta, este mismo joven entrevistado respondió contundentemente, lo que no hace perder las esperanzas43 totalmente. A la respuesta que nos corresponde por el momento, el joven respondió: “que el gobierno deje de controlarnos”. Tal cual la respuesta no dice nada más allá de lo inmediato, en la siguiente pregunta y respuesta encontraremos la ilación que le da un contenido crítico a este entrevistado. Esto no quiere decir que en su conjunto el grupo, al menos hasta estas dos características, está alejado de los presupuestos teóricos de Roitman y el social-conformismo.
C. Desconcierto teórico
Otro de los síntomas de los tiempos que estamos viviendo, de la nueva construcción de futuro, está deshacer de nuestro ser y hacer cualquier presupuesto teórico, el sistema operativo tiene sus propias redes de las cuales no necesita más teoría, sino la que el mismo fundamenta: el neoliberalismo.
Esta característica de “desconcierto teórico debe interpretarse como una circunstancia producida por la consolidación de un sistema autorreferencial tendiente a eliminar la acción de teorizar en tanto acto reflexivo para la aprehensión de la realidad” (Roitman, 2004: 53.).
El social conformista y el operador sistémico (el que hace que funcione el sistema) son incapaces de articular una serie de ideas que conformen coherentemente una explicación del mundo o parte de él; las excepciones a este comportamiento son mínimas, muy poco se utilizan enfoques teóricos para explicar algún fenómeno, no se va más allá de alguna que otra explicación subjetiva para dar razón de algo.
Por lo tanto, el social conformista solo procesa información dentro de lo que le brinda el sistema y opera a su interior, no es discordante ya que actúa según las reglas que aquél le dé y está limitado por ello. Es un proceso mediante el cual se configura un estado de ánimo que liga con el interés del sistema, como el que hemos visto en la característica A: un poco importa, una conducta apolítica per se a cualquier experiencia alternativa. La forma de ver lo social, como conjunto de hechos que dan sentido a la vida, es suplantada por el ¡ya!, el momento, ahora, como si antes no había nada. En ese sentido es interés del sistema borrar la historia o construirla a su modo.
Aquí también una de las críticas constructivas que se le puede hacer a las ciencias sociales actuales, es que la teoría está subordinada a las evidencias empíricas44. Es decir, que se puede estar haciendo ciencia (social) conformista, produciendo conocimiento conformista donde “la teoría queda reducida a un objeto de consumo codificado en el interior del sistema” (Roitman, 2004: 54.); y no un planteamiento para la construcción de alternativas.
Pasemos a la pregunta 6, para ver esta tercera característica ¿Usted ha teorizado o utilizado alguna teoría para explicarse algún fenómeno que ve en la realidad? Veamos lo que nos respondieron los y las jóvenes para analizar esta característica del social–conformismo.
La mayoría de las jóvenes respondieron en su mayoría que No, por una razón sencilla: es que si nunca lo han hecho, no pueden hablar de eso. Una respuesta ilustradora es: “la verdad no, pero creo que se deben realizar muchas teorías”; otra también en la misma dirección: “no estoy informada en el tema”. Ambas respuestas nos ilustran con respecto a este desconcierto.
Los jóvenes por su parte también añaden otros elementos interesantes en el mismo sentido que las mujeres, como “no sé ninguna”; “nunca lo he hecho”; “creo que en mi vida no me he puesto a razonar”.
Recordemos que en la característica dos, anterior a esta, señalamos una respuesta que valía resaltar por su contenido crítico; en esta característica la misma persona ha respondido otro contenido de importancia desde una óptica crítica: “el gobierno quiere enseñarnos a los estudiantes únicamente lo que ellos quieren que nosotros sepamos, no lo que deberíamos saber”. Hasta aquí vemos un contraste, aunque marginal, ya que en su mayoría las respuestas se acercan a un pensamiento social conformista, que pudiéramos llamar crítico en un sentido amplio, en tanto esta valoración discrepa en contenido con las otras, da esperanza.
He aquí los dilemas del alcance del sistema capitalista, que estamos viviendo, dos fenómenos contradictorios complejos a la misma vez. Un sistema que impone y un anti sistema45 en construcción que dispone. Esto último que en Panamá aún no ha despertado, lo hará cuando las contradicciones se tensen de tal modo, que la única salida sea un cambio radical al estado de cosas existentes.
D. Desaliento de la conciencia crítica
Esta característica bien podría llamarse falta de pensamiento crítico. Este aspecto lo trataremos brevemente más adelante en otro epígrafe, a partir de Marx, Hinkelammert y el propio Roitman que lo llamaría pensamiento anti sistémico.
“Desde el uso crítico de la razón y el estado de conciencia es totalmente imposible justificar actos de violencia, apropiación, tortura, corrupción, explotación guerra y dominio dictatorial46 cometidos en nombre del progreso de la humanidad” (Roitman, 2004: 61.). Si esto es permitido, a nivel de no repudiarlo, es porque en efecto esta característica nos corresponde.
Antes de culminar el análisis de estas cuatro características, enfaticemos en que lo central de ellas es la perdida de centralidad de lo político, que a la misma vez se puede interpretar como pérdida de cooperación entre las personas.
Entre las tantas cosas con que nos enfrentamos en este punto, está que hay una fuerte disputa sin sentido entre teoría y práctica. Esta concepción viene del sistema, porque no le es dable que se teorice otras alternativas, siempre se le acusa a la teoría crítica su inaplicabilidad, y cuando proyectos políticos se presentaban como alternativos al capitalismo y asumían puestos de mando, los errores se los achacaban a la teoría, en vez de a la (realidad) práctica, ya sistémica, cualquier alternativa (sin realmente lo es) a lo interno del sistema (capitalista) tenderá al fracaso por su incompatibilidad. Muchos “prácticos” caen en esta paradoja, y en un descuido arremeten contra la teoría, viviendo en el sistema y absorbidos por él. Hay que pensar un poco en el concepto praxis, donde se conjuga teoría y práctica, teniendo como horizonte ir más allá del sistema.
Mucho nos cuesta “decir que no” (Roitman, 2004; 61) a lo que deponga el sistema; la instrumentación de la razón es el eje coordinador de nuestras acciones que se cosifican, así como lo hacen las investigaciones abstractas, donde ya no somos seres humanos sino números en una gráfica o en un informe. Esto es la muerte del sujeto de carne y hueso.
Para analizar esta característica de desaliento de la conciencia crítica, ensayaremos una pregunta abierta, pues uno de los indicadores de esta característica es que se piensa en función de intereses y deseos, algo muy particular en la juventud. La pregunta es ¿Qué es más importante para usted, ¿cómo son las cosas, o como quiere que sean? La primera parte de la pregunta, cómo son las cosas, es la parte objetiva de la pregunta y, la segunda parte como quiere que sean las cosas, es la parte utópica (subjetiva si se prefiere). El que opte por responder la primera parte parecería objetivo, siempre y cuando critique el estado de la cuestión. El que opte por responder la segunda parte, parecería subjetivo e incluso, como señala nuestro indicador, pensaría en función de deseos; pero hemos puesto la palabra utópica en sentido que es posible una respuesta en esta segunda parte que planteé algo no realizable y que le gustaría que las cosas fueran de otra forma.
Los jóvenes respondieron: “me interesa como son las cosas porque así puedo ver que está mal, y poder cambiarlo”; “las dos, porque una cambia a otra”; “como son las cosas, porque eso es lo que está ocurriendo en el momento, si fueran como yo quiera las cosas, serían perfecta, pero no siempre es como se quiere”; “que en verdad funcionen y tengan base”; “creo que siempre pueden mejorar las cosas”; “como son las cosas puede representar cierta incomodidad para muchos, por otra parte si las cosas fueran como queremos que sean, pudieran ser con comodidad o un futuro disturbio”; “me importa más el cómo son las cosas por lo que es y hay que adaptarse”; “es más importante como son las cosas porque es lo que vemos y vivimos a diario en nuestra sociedad actual”; “para mi es importante como son las cosas, ya que deben ser rectas, correctas sin pensar en el beneficio propio”; más importante es el ahora de país”.
Solo dos respuestas dan signos de al menos pensar un cambio, las demás están enmarcadas en sólo la primera parte de la pregunta, pero sin criticar el statusquo. Los que responden en función de la segunda parte de la pregunta lo hacen más en función de deseos e intereses que de alguna valoración utópica o de realizar algún cambio.
Ahora veamos las respuestas de las jóvenes a la misma pregunta. “para mi es importante [como] quisiera que sea, y así poder aspirar a poder tener cosas mejores y sentirme satisfecha”; “como son las cosas, porque es mejor focalizar en el presente y no en el futuro”; “como son las cosas, porque es la realidad de lo que estamos viviendo”; “para mi es más importante como quiero que sean las cosas, porque quizás no pueda remediar como son las cosas, pero si puedo ver que puedo lograr para que las cosas sean mejores”;“como son las cosas, porque nosotros tenemos que vivir nuestro hoy y después ver cómo queremos que sean”; “creo que más importancia tiene como están ahorita mismo y como debe arreglarse a situación por lo que se está pasando”; “es más importante como son las cosas, porque las cosas no siempre serán como queremos”; “como son las cosas, porque algunas cosas son correctas”; “como quiero que sean porque todos queremos un país mejor”; “es más importante como son las cosas porque al querer como quisiera sería de una perspectiva muy diferente”.
Vale el mismo comentario para los jóvenes, dentro de estas respuestas no hay ninguna posición crítica consecuente. Solo la respuesta queremos un país mejor denota algún rasgo que pudiésemos considerar como conciencia crítica, pero si no viene acompañada de una praxis en esa dirección no lo podemos corroborar o afirmar.
En las cuatro características analizadas, no se ha podido advertir ninguna diferencia en particular entre hombres y mujeres.
En términos generales, la razón instrumentalizada para los fines e intereses del sistema, domina nuestra juventud y desalienta cualquier conciencia u acción crítica de los jóvenes en particular; se basa en deseos e intereses y poco o nada en principios solidarios. El núcleo del sistema regula esos deseos e intereses que tampoco van muy lejos.
Una “vuelta de tuerca” solo es posible desde un pensamiento anti sistémico, es decir todo lo contrario al social - conformismo.
¿Cuál es la contrapropuesta al social-conformismo?
En 1994 irrumpe el EZLN en México, pronto logró tener un impacto global, consolidándose en un movimiento realmente anti-sistémico, con gran cobertura por los medios alternativos, su ideal de “mandar obedeciendo” se esparció en red por todas partes, las intervenciones del subcomandante insurgente Marcos (ahora Galeano) hicieron eco por todas partes. La web del EZLN Enlace Zapatista envía información en diferentes idiomas, su escuelita zapatista congrega a personalidades, activistas e intelectuales de todas partes del mundo; de diferentes continentes se solidarizan con el nuevo movimiento que nadaba contra la corriente, contra el (TLCNA). Una lucha abiertamente contra el libre comercio. Mientras los otros países como Panamá firman conformes estos tratados como grandes gestiones gubernamentales supuestamente a favor del desarrollo nacional, los zapatistas nos anunciaban la perversidad de estos (social y ecológicamente).
Se popularizó este tipo de movimiento (anti sistémico) con nuevas características y nuevas lecturas de la realidad, con nuevas propuestas alternativas; se inyectó el concepto autonomía47 a estas nuevas formas de protesta (por ejemplo, la marcha del silencio, o el espejo del sub Marcos). Se inicia un nuevo ciclo de lucha en contra del sistema (capitalismo/neoliberal) con un nuevo referente: el EZLN.
Para esa misma fecha, Ignacio Ramonet lanza el concepto “pensamiento único”48 que define como: “Una especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba por ahogarlo…la traducción en términos ideológicos con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en particular las del capital internacional” (Ramonet, 1998: 15). Otra voz se alzaba contra los ordenamientos de los grandes bancos y los grandes medios de comunicación, contra el libre comercio y en contra del pensamiento único.
Diría Roitman (2004)sistémico, a diferencia de Ramonet (1998) que diría único; el final es el mismo: luchar contra el pensamiento que promueve el social-conformismo. En ese sentido, la tarea que se plantean Roitman y Ramonet (con sus conceptos) es formular un pensamiento diferente a este único/sistémico. Teniendo en cuenta este panorama, la respuesta sencilla, pero a la vez compleja a la pregunta es ¿Cuál es la contrapropuesta al social- conformismo?: Es el pensamiento crítico, a este Roitman lo llama anti-sistémico. Para los fines de esta investigación lo usamos como sinónimo. Claro respetando el énfasis que le da Roitman, en cuanto es un pensamiento que es diferente al pensamiento del sistema.
Aquí vemos el pensamiento crítico [como] la contrapropuesta al pensamiento único – sistémico [y al social conformismo], es decir lo ya establecido, lo que no se discute, lo que es verdad por encima de todo y, criticarlo es profano.
Renán Vega Cantor ha descrito el enfoque que queremos resaltar de pensamiento crítico, se trata de “rescatar la esencia de una reflexión que no se quede en la mera contemplación, aceptación o apología de todo lo existente”. Las características del pensamiento crítico son: “Es un pensamiento histórico, radical, anticapitalista, abierto, que cuestiona la idea optimista de progreso, es ecologista y anti patriarcal, anticolonialista y antiimperialista, que reivindica a los oprimidos de todos los tiempos y a sus luchas, comprometido y no meramente contemplativo, universitario y extrauniversitario al mismo tiempo y, es un pensamiento digno” (Rodríguez Reyes, 2015: 45). Estas características que rescata Renán Vega no serán las únicas, habrá más, pero para iniciar el largo camino de pensar/comprender/transformar el complejo mundo moderno, son necesarias.
Estos son algunos elementos necesarios para que, de lo anti sistémico, de lo crítico se inicie la construcción de una contra propuesta al social - conformismo.
La contra propuesta al social –conformismo es el pensamiento crítico
El pensamiento crítico no logra mayor difusión porque es atacado por las fuerzas dominantes que no quieren cambio alguno a lo establecido en todas sus dimensiones (cultural, social, y epistemológicamente). No le conviene el desarrollo de ese pensamiento, por lo que mejor es suprimirlo y promover el operador sistémico y el social conformista.
¿Cómo y cuándo llegarán los cambios? ¿Qué busca el pensamiento crítico?
Veremos una cita de Marx en el prólogo a la «contribución a la crítica de la economía política» donde señala que los cambios no dependen de deseos; Marx diría que los hombres “contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad” (Marx, 1976:517), relaciones que producen desigualdades. Más adelante seguirá “Ninguna formación social desaparece antes que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien mirada las cosas, vemos siempre que estos objetivos solo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando las condiciones materiales para su gestación” (Marx, 1976:518).
Ambas citas de Marx son muy actuales, y para responder a la pregunta ¿Cómo y cuándo llegaran los cambios? nos brindan una interpretación de las más sólidas y contundentes: no puede haber otra formación social si ésta no se agota en sus propias relaciones (y contradicciones), ya el capitalismo con su maquinaria de producción ha desarrollado al máximo todas sus fuerzas productivas, acarreando como consecuencia una devastación social y ecológica, que pone en peligro la vida del ser humano en el planeta49, esta condición material, que afecta a millones de personas será el motivo para pensar que realmente necesitamos cambios que darán paso a otra forma de organizarnos socialmente o desaparecer como especie.
¿Qué busca el pensamiento crítico? Como hemos dicho en líneas anteriores para una formulación sobre este pensamiento, nos basaríamos en Marx que nos invita a pensar concretamente (haciendo el largo viaje de lo abstracto a lo concreto). En Roitman, como ya hemos visto, la aplicación de su concepto nos ayudó profundamente para tener un perfil de nuestra juventud, al menos de forma aproximativa; y en la muy general descripción de Renan Vega, nos da una panorámica del pensamiento crítico (Roitman prefiere llamarlo anti sistémico).
Pero para enumerar algunos aspectos básicos del pensamiento crítico haremos referencia a Franz Hinkelammert (como señalamos anteriormente) y su Hacia una crítica de la razón mítica que nos deje ideas de por dónde es posible hacer la contrapropuesta al social- conformismo y, a su vez, de-construir la plataforma que hace persistir las desigualdades.
“Todo pensamiento, que critica algo, por eso no es pensamiento crítico. La crítica del pensamiento crítico la constituye un determinado punto de vista, bajo el cual esta crítica se lleva a cabo. Este punto de vista es el de la emancipación humana”. (Hinkelammert, 2007:278).
Podríamos decir que el pensamiento crítico pone en el centro de toda discusión la emancipación humana (cuestión que es instrumentalizada en la actualidad). En medio de la sociedad burguesa surgieron movimientos de emancipación y en esta sociedad capitalista también los habrá, pero ahora deben surgir de los y las afectadas, del ser humano de carne y hueso, no de un sector que represente a las mayorías, pues la emancipación humana debe ser horizontal no vertical.
Para una idea del pensamiento crítico de Hinkelammert, enumero algunos aspectos a partir de su idea regidora de “la ética de la emancipación: el ser humano como ser supremo” (Hinkelammert, 2007: 280)
Con estas ideas básicas, que a todas luces van en contra de toda lógica sistémica, donde el ser humano pasa a un segundo plano, donde en las desigualdades es humillado, donde no hay justicia y, no se piensa en el bien común, es justo empezar. Revertir esa lógica sistémica es tarea de todas y todos los que se inscriban en el pensamiento crítico.
A modo de conclusión
Hay una relación, no tan evidente, entre el social–conformismo y las desigualdades, una relación no directa y que no se analiza desde un enfoque sistémico, sino desde el pensamiento crítico, para ver esas consecuencias perjudiciales para la emancipación humana50 subjetiva y colectiva.
Ya son evidente las desigualdades, como ya lo han explicado desde diferentes enfoques: Therbon (2015), Piketty (2014) y Pérez Sainz (2014). La pregunta sería ¿Por qué no hacer cambios? Ya no reformas, sino revolucionarios, en cuanto revolucionar lo que ya está, y darle una vuelta de tuerca.
Es que no se pueden hacer cambios porque no hay quien haga los cambios, lo que hay es una juventud diezmada por todos los presupuestos de Roitman de social-conformismo, al menos en esta muestra cualitativa que hemos sacado, donde este concepto (teórico) ha resistido a la realidad (práctica) de un grupo de jóvenes, un concepto desarrollado teóricamente pero que tiene asidero concretamente en el “pensar” y accionar de este grupo de jóvenes.
El crudo resultado que articulan el “operador sistémico” con ese ciudadano adormecido por el pensamiento único, del que nos habla Ramonet y sistémico de Roitman, nos palidece, cuando estamos en un proceso de larga duración de cambio de época, cambios que marcan el ocaso de un sistema y el despertar de otro que desconocemos sus características. Puede que sea más explotador que este. No se sabe.
La mayoría de respuestas que dieron los jóvenes encajaban con los presupuestos teóricos del social–conformismo, somos claros y enfáticos en señalar que la muestra no es suficiente para afirmar que la juventud panameña es social-conformista, porque este muestreo no tiene la extensión suficiente para determinar científicamente que los presupuestos de Roitman son aplicables tal cual al caso de Panamá. Se requerirá un equipo interdisciplinario para alcanzar una conclusión más concreta en cuanto encontrar empíricamente más elementos que alimenten nuestros indicadores y características. Pero teóricamente51 podemos afirmar que, a partir la investigación realizada, sí hay una relación transversal de una cosa como el social-conformismo, con una sociedad que se siente cómoda, sin necesidad de luchar por erradicar la pobreza, las desigualdades que tanto nos afectan día tras día, el social conformista se adapta a esta realidad que nos lanza el sistema.
Aunado a esto, el sistema educativo no coopera en cambiar sustancialmente el tipo de educación impartida, que a todas luces carece de interdisciplinaridad, cuestión indispensable para un pensamiento crítico como contrapropuesta al conformista. Diríamos que este sistema educativo promueve el social-conformismo, no dota a los profesores de herramientas y, las condiciones no son las más favorable para el cambio, eso no resta que profesores hacen lo mejor que pueden, pero con los límites del sistema que arrolla cualquier alternativa.
Pero si no hacemos nada, viviremos con el remordimiento de nunca haberlo hecho. Viviremos con eso de lo que nos habla Aldous Huxley en Un mundo Feliz:
“El remordimiento crónico, y en ello estás acordes todos los moralistas, es un sentimiento sumamente indeseable. Si has obrado mal, arrepiéntete, enmienda tus yerros en lo posible y encamina tus esfuerzos a la tarea de comportarte mejor la próxima vez. Pero en ningún caso debes entregarte a una morosa meditación sobre tus faltas. Revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse”. (Huxley, 1994).
El sentimiento indeseable de no haber hecho nada en contra del social–conformismo en una sociedad donde “todo lo solido se desvanece en el aire”52.
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Notas
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