Artículos
Recepción: 26 Febrero 2017
Aprobación: 02 Noviembre 2017
Cómo citar / How to cite: Uribe Zapata, A. (2018). El Exploratorio, un laboratorio ciudadano en Medellín-Colombia. trilogía Ciencia Tecnología Sociedad, 10(18), 117-131.
Resumen: Este artículo es una caracterización del Exploratorio, un híbrido entre laboratorio ciudadano y taller público de experimentación de la ciudad de Medellín. Para ello se tendrán en cuenta cinco (5) aspectos: Definición, Contexto, Públicos, Actividades y Metodologías. El primero define el sitio y presenta sus principales referencias; el segundo, habla de su ubicación geográfica y social; el tercero, presenta tanto el público que diseña las actividades como el público asistente; el cuarto, sintetiza las principales actividades realizadas; el quinto indaga las principales metodologías empleadas. Se cierra el artículo con cinco (5) conclusiones generales.
Palabras clave: laboratorio ciudadano, tecnología educacional, educación extraescolar, aprendizaje informal, educación no formal.
Abstract: This article is a characterization of Exploratorio, a hybrid space between citizen laboratory and public experimentation workshop in the city of Medellin. For this purpose, five (5) aspects were considered: Definition, Context, Audiences, Activities and Methods. The first aspect describes the place and presents its main influences. The second one is about its geographical location and social position. The third one presents both the audience that designs the activities and the attending audience. The fourth one summarizes the main activities that are carried out. The fifth one explores the methods that were adopted. Finally, the article ends with five (5) general conclusions.
Keywords: citizen laboratory, educational technology, extracurricular education, informal learning, non-formal education.
INTRODUCCIÓN
Una manera de ver las ciudades inteligentes es como un conjunto de dispositivos y prácticas que suceden en tiempo real en las ciudades, y no como un ideal que se debe alcanzar en un futuro lejano (Fernández-González, 2015). Desde esa perspectiva, entran en escena iniciativas que promueven nuevos vínculos entre los ciudadanos con su ciudad, en aras de facilitar y estimular la gestión de la misma. Ejemplos de lo anterior serían los portales de datos abiertos, hackatones, iniciativas ciudadanas mediadas por lo digital, espacios públicos de experimentación social y los emergentes laboratorios ciudadanos.
Estos últimos son un ejemplo de apertura de los sistemas de innovación y de producción de conocimiento. Varios autores los denominan sistemas de Cuádruple Hélice, en la medida que involucran la participación de las universidades y centros de investigación, los gobiernos nacionales, las empresas y, este es el factor diferencial frente los modelos de Triple Hélice, la ciudadanía representada por emprendedores, creativos, comunidades abiertas y población en general, lo que deriva en sistemas más complejos y abiertos (Schiavo y Serra, 2013).
En Latinoamérica en general, y en Medellín en particular, se están configurando estructuras sociales mestizas que promueven relaciones horizontales con el saber, apuestan por otras formas de socialización y bien podían entrar en esa categoría de laboratorio ciudadano, así sea un término no siempre explícito por parte de las mismas iniciativas. Para minimizar esas ambigüedades y reconocer mejor las prácticas que suceden al interior de una ciudad compleja, que aspira a crear otros futuros1, vale la pena seguir analizando experiencias en curso y reflexionar sobre este referente a partir de un ejemplo concreto. En ese orden, este artículo se propone caracterizar el Exploratorio2, un híbrido entre laboratorio ciudadano y taller público de experimentación de la ciudad de Medellín.
METODOLOGÍA
Desde un prisma educativo, los laboratorios ciudadanos son espacios educativos no formales. Para caracterizar este tipo de prácticas, se han propuesto diversas maneras (Homs, 1999, 2007). Por ejemplo, Trilla-Bernet (1998), se concentra en las variables, organizadas acá libremente en cinco (5) díadas: de finalidades/funciones, contenidos/metodologías, espacio/tiempo, evaluación/titulación y gestión/financiación.
Por su parte, Homs (2007) hace otra propuesta de caracterización genérica de la educación no formal, apelando a los siguientes dos criterios de clasificación: la frecuencia de la característica y la influencia que ejerce la característica sobre las demás. Así, basada en esos dos criterios, propone cuatro niveles de caracterización en orden descendente.
En general, los criterios de caracterización que suelen ser más empleados son los que indagan por los destinatarios, los agentes, las instituciones que proveen este tipo de educación, los contextos en que se desarrolla; las áreas que se complementan, los aspectos metodológicos, los elementos organizativos y económicos, y el nivel de formalización que tienen este tipo de actividades (Homs, 1999).
No obstante, se debe insistir que las propuestas taxonómicas en este frente son numerosas debido a la multiplicidad de criterios existentes. Para este trabajo, por asuntos de espacio, se proponen cinco (5) categorías de análisis que, a nuestro juicio, recogen y sintetizan lo más relevante de las precedentes.
Son las siguientes: Definición, Contexto, Públicos, Actividades y Metodologías. El primero define el sitio y presenta sus principales referencias. El segundo, habla de su ubicación geográfica y social. El tercero presenta tanto el público que diseña las actividades como el público asistente. El cuarto sintetiza las principales actividades realizadas. Y el quinto indaga las principales metodologías empleadas.
Finalmente, aparte de la literatura académica, se emplearon dos fuentes de información. Uno, la observación participante, que se realizó entre el 2014 y el 2015. Dos, la revisión documental de los insumos generados por el Exploratorio durante ese lapso de tiempo.
DEFINICIÓN
Es un proyecto financiado por la Secretaría de Desarrollo Económico de la Alcaldía de Medellín, en conjunto con el Parque Explora3. Según su sitio web4, se define como un taller y un laboratorio ciudadano que facilitará la investigación, experimentación y creación colectiva desde diferentes campos del conocimiento. Para ello, buscará fomentar el encuentro ciudadano, los espacios de intercambio y diálogo entre las personas que asistan (como participantes o espectadores) e insistir de manera permanente en el principio pedagógico de aprender haciendo.
No obstante, el nombre (Exploratorio) y el subtítulo (taller público de experimentación) apelan a vocablos con historia. Por eso vale la pena detenerse en ellos.
Es un proyecto financiado por la Secretaría de Desarrollo Económico de la Alcaldía de Medellín, en conjunto con el Parque Explora[3]. Según su sitio web4, se define como un taller y un laboratorio ciudadano que facilitará la investigación, experimentación y creación colectiva desde diferentes campos del conocimiento. Para ello, buscará fomentar el encuentro ciudadano, los espacios de intercambio y diálogo entre las personas que asistan (como participantes o espectadores) e insistir de manera permanente en el principio pedagógico de aprender haciendo.
No obstante, el nombre (Exploratorio) y el subtítulo (taller público de experimentación) apelan a vocablos con historia. Por eso vale la pena detenerse en ellos.
Sobre el Exploratorio
La ciencia, desde sus inicios, ha sido una empresa académica inherentemente colaborativa. Basta pensar en el intercambio de cartas entre los primeros científicos adscritos a una universidad o la consolidación de los sistemas de revistas indexadas. Hoy, internet en concreto ha facilitado la comunicación entre personas e impulsado dinámicas de trabajo conjuntas. Una de las respuestas tangibles a este estado de cosas ha sido el Colaboratorio, que es una de las ideas subyacentes al Exploratorio. Este vocablo fue propuesto en la década de los ochenta del siglo pasado, por el científico computacional William Wulf. El término es un híbrido entre las siguientes palabras: colaboración y laboratorio. En principio se usó para nombrar un centro sin muros, en el que los investigadores pueden llevar a cabo su labor sin preocuparse por la ubicación física y teniendo la posibilidad de interactuar con colegas distantes, acceder a instrumentación, compartir datos, recursos computacionales e información en bibliotecas digitales (Wulf, 1993). Con esta idea los científicos, particularmente del campo de la biología molecular, la física espacial y la oceanografía física (Finholt, 2005, p. 79), buscaban expandir y fortalecer sus redes de trabajo, para que no estuvieran atadas al contexto espacio temporal en que surgían, apelando a la creciente tecnología digital y las incipientes, pero prometedoras redes digitales5.
Para la UNESCO, un Colaboratorio es:
… un centro de investigación o un laboratorio «distribuido». Al explotar las tecnologías de la información y la comunicación, esta estructura permite que científicos a los que separan grandes distancias trabajen juntos en un mismo proyecto. Compuesto por los términos «colaboración» y «laboratorio», este vocablo designa el conjunto de técnicas, instrumentos y equipamientos que permiten a científicos e ingenieros trabajar con centros y colegas situados a distancias que anteriormente dificultaban las actividades conjuntas que (UNESCO, 2005, p. 120. Comillas en el original).
Nuevamente, la definición tiene estrecha relación con la esfera científica y se ve como una forma de trabajo idónea en aquellos proyectos complejos, que superan las barreras nacionales y necesitan la presencia de múltiples actores a nivel internacional. Por ejemplo, investigaciones asociadas al genoma humano, la salud pública o el ITER6, un mega proyecto de gran complejidad que busca demostrar la factibilidad científica y tecnológica de la fusión nuclear.
En la actualidad, el vocablo ‘Colaboratorio’ abarca otros significados no circunscritos al ámbito de la ciencia institucionalizada. Por ejemplo, se puede también entender como un espacio abierto que facilita el encuentro horizontal entre el público en general y partes interesadas en alguna temática puntual, con el fin de encontrar soluciones contextualizadas a problemas locales de índole económico, social o ambiental. En otros términos, es un lugar en el que la gente puede pensar, trabajar y aprender de manera conjunta y con ello inventar futuros posibles que sean comunes para todos (Muff, 2014, pp. 12–13). Esta idea, alejada de los límites de la ciencia institucional, pero con una puerta abierta para los artistas, diseñadores y el público en general, se acerca más a lo propuesto por el espacio que acá se está caracterizando.
Sobre el taller público de experimentación
Esta denominación se familiariza con los crecientes living labs, citilabs, hacklabs, espacios maker o fablabs7 que pululan en la actualidad en el mundo y que se apoyan en un híbrido de ideas provenientes de la cultura digital, el aprendizaje en línea y la innovación social abierta de parte de los ciudadanos. Estos espacios tienen en común al menos cuatro aspectos. Primero, facilitan la experimentación a través del contacto con personas de diversa procedencia y múltiples tipos de herramientas. Segundo, invitan a que los usuarios asuman un rol activo en los proyectos que se lleven a cabo independiente de la duración, viabilidad o éxito de los mismos. Tercero, difuminan las categorías antagónicas de profesor y estudiante, ya que promueve un permanente aprendizaje entre pares, así como un diálogo activo entre los participantes. Cuarto, desmitifican términos como innovación, creatividad, investigación, entre otros usualmente asociados al ámbito científico profesional, ya que confían en los aportes de la ciudadanía alrededor de las iniciativas que se lleven a cabo.
Retomando el subtítulo, quizás el antecedente más directo de laboratorio/taller ciudadano sea el término inglés de Living Lab, que se podría traducir inicialmente como laboratorio viviente. Este concepto representa una metodología de investigación basada en el sujeto que busca detectar, prototipar, validar y refinar soluciones complejas en el marco de múltiples y variados contextos de la vida real (Eriksson, Niitamo y Kulkki, 2005). Otra forma de definir este término, sería decir que son un ecosistema de innovación ciudadana centrado en el usuario, con un enfoque que facilita la participación del mismo y otros actores de ciudad en los procesos de innovación, con el fin de generar valores sostenibles (Bergvall-Kåreborn, Ihlström Eriksson, Ståhlbröst y Svensson, 2009).
Estos laboratorios se han percibido al menos de once (11) maneras diferentes: desde un sistema regional, pasando por un ecosistema o metodología, hasta una herramienta para la gestión de la información (Leminen, 2015). En nuestro caso, para evitar esa multiplicidad terminológica, se entenderá este término a partir de un deliberado híbrido entre las definiciones de Ballon, Pierson y Delaere (2005) y Westerlund y Leminen (2011). Así, un Living Lab, o laboratorio ciudadano (Lafuente, 2016), sería un espacio físico o digital de experimentación, en el que la tecnología se adapta a contextos reales y los usuarios son considerados, antes que meros consumidores, coproductores de contenido. Deriva de una alianza entre lo público, lo privado y la ciudadanía, y se espera que allí, de manera conjunta, se lleven a cabo procesos de creación, prototipado, validación y ensayos de nuevas tecnologías, servicios productos y sistemas, pero en contextos de la vida real, no en laboratorios artificiales alejados de las personas. En síntesis, son laboratorios usados por las comunidades con el fin de innovar.
El Exploratorio, entonces, busca sintonizarse con las siguientes siete características propias de este tipo de espacios:
Las actividades de innovación suceden en contextos reales y están atadas al territorio.
Serán comunes las alianzas entre el sector público, el privado y la ciudadanía.
Lo importante son los usuarios.
Se espera un espacio para la creación, el prototipado y el ensayo, no en aras de generar un producto acabado, sino de aprender a partir de esos ejercicios de maduración paulatina.
Por la variedad de público, se espera también multiplicidad de objetivos. Además, los intereses de lo público, lo privado y la ciudadanía no siempre tienen que converger.
Se espera que no haya roles prefijados.
Se pondrán en práctica principios asociados a la innovación abierta y social.
Finalmente, vale la pena subrayar algunas diferencias entre la forma tradicional de llevar a cabo proyectos y el enfoque que se promulga desde estos laboratorios. Subrayamos seis (Leminen, 2015; Westerlund y Leminen, 2011). Frente a los objetivos, en un contexto tradicional se definen estos de antemano, mientras que en los laboratorios los objetivos son indefinidos, o al menos difusos al inicio, ya que lo que se logra, los objetivos finales, dependerá de las necesidades de los usuarios. El gestor de proyectos, en el primer caso, tiene un rol de control sobre los recursos y las dinámicas del proyecto según el objetivo trazado; mientras que, en el segundo caso, cada usuario gestiona y controla sus propios recursos, ya que muchas veces participan de manera voluntaria en los proyectos que despiertan su interés. En un proyecto estándar, los puntos de control pueden sufrir ajustes, pero solo si concuerdan con el objetivo macro; en un espacio de innovación abierta, los ajustes son flexibles y al no estar ligados de antemano a un objetivo pueden hacerse cambios, ajustes y modificaciones de manera permanente, incluso diario.
En un espacio tradicional, los usuarios son objetos de estudio y no tienen, por así decirlo, el mismo estatus de aquellos que llevan a cabo la investigación; en un laboratorio ciudadano, se espera que los usuarios estén en igualdad de condiciones que los demás participantes ya que se espera que sean co-creadores activos de productos, servicios o lo que se realice. Por lo general, al provenir los recursos de los aliados o la firma que está financiando el proyecto, estos casi siempre se determinan con antelación, son limitados y tienen que usarse de manera eficiente; en los otros espacios, al ser las metas cambiantes y permitir la entrada de nuevos actores y con ello saberes, los recursos pueden variar y pueden incluso surgir algunos que no se habían previsto.
Para cerrar, en un proyecto tradicional, se pueden utilizar herramientas de gestión, informáticos o no, que ayudan a los gestores y coordinadores de proyectos a seguir, controlar y monitorear el mismo de una forma eficiente; en los proyectos con filosofía abierta, es difícil abogar por una sola herramienta de gestión, ya que se toman decisiones colectivas acerca del futuro del proyecto y tanto el control como la coordinación se acercan más a una dinámica de auto organización que de imposición.
UBICACIÓN
En términos geográficos, el Exploratorio está ubicado en la zona norte de la ciudad de Medellín. Los vecinos institucionales son la Universidad de Antioquia, Ruta N, el Parque Norte, el Jardín Botánico, la Red de Escuelas de Música, Fundación EPM-Parque de los Deseos, la Casa Museo Pedro Nel Gómez, el Museo Cementerio San Pedro, Parque Explora, Planetario y el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia8. Además de la institucionalidad, otros vecinos son los pequeños talleres y artesanos de la zona, así como los habitantes de las comunas diez (10), La Candelaria, y cuatro (4), Aranjuez.
En términos sociales, el Exploratorio está en un sector que aspira desde hace años a convertirse en un referente cultural y científico no solo de la ciudad, sino del país9. En efecto, el Plan de Ordenamiento Territorial (en adelante POT) del 2014 denomina esta zona con el nombre de Distrito Medellinnovation ya que espera que este punto se vuelva el corazón de la innovación en la ciudad. Las razones detrás de esta apuesta gubernamental es que allí confluyen no solo instituciones educativas, culturales, de investigación y salud de diversa índole, sino que también incluye suelos «con tratamientos de Renovación Urbana» y cuenta con “infraestructuras asociadas al corredor del río” (Alcaldía de Medellín, 2014, p. 35).
Siguiendo con la lectura del POT, la municipalidad espera que esa zona, sin hacer desaparecer por completo las actividades históricas ya inscritas al sector, sea un ambiente digital, predomine la diversidad y la inclusión y sea el soporte de lo que llaman «nuevas industrias del Siglo XXI» (Alcaldía de Medellín, 2014, p. 35). Para potenciar este emergente ecosistema de la innovación, se están haciendo inversiones de infraestructura en el espacio físico público, así como campañas de sensibilización con los habitantes de la zona. Además, se están facilitando los aspectos legales con el fin de incrementar la competitividad de la zona, estimular la llegada de nuevos actores ciudadanos y la aparición de actividades económicas alternativas e innovadoras. El Exploratorio no se aleja de esta apuesta pública de ciudad y por ende el reto será doble. Por una parte, desarrollar una identidad propia frente sus vecinos institucionales; por la otra, buscar a futuro formas de financiación adicionales a las que pueda ofrecer el Parque Explora ya que el POT es ambiguo al respecto.
PÚBLICO
Al momento de escribir este texto, cinco personas conforman el equipo de trabajo del Exploratorio. Todos aportan por el bien de este espacio, ya que sostienen reuniones frecuentes (al menos una por semana) como equipo de trabajo. Cada uno se encarga de los contenidos y futuras propuestas en la programación; el trabajo con la comunidad; comunicación, divulgación y difusión; manejo/ gestión de la información interna y generada alrededor del proyecto; y mediación temática/ metodológica en las actividades puntuales que se llevan a cabo en el marco del Exploratorio.
El público asistente es casi imposible definirlo a priori. Sin embargo, fiel a su espíritu de creación manual, junto con su afinidad con la cultura maker, el Exploratorio es sensible a ese público, que en nuestro contexto se podría traducir como hacedores, o en una jerga más local y barrial, cacharreros y gomosos. Estos hacedores se podrían organizar en tres frentes.
Los nativos, es decir, aquellos artesanos urbanos, emprendedores, inventores locales o personas que se han vuelto buenos en sus respectivas prácticas, oficios o saberes y desde allí han aportado soluciones creativas a problemas del contexto.
Los que forman colectivos, o para usar nuevamente la jerga local, parches. Estos grupos híbridos entre lo no formal y lo informal, preocupados por lo público, pero desde diversas aristas, defensores de la cultura libre y las prácticas sociales asociadas, que integran el arte, lo educativo y lo político desde una perspectiva multidisciplinar, pero que al mirarlos en detalle resultan divergentes entre sí, pueden también hacer uso del espacio del Exploratorio.
Los emergentes. Acá estarían los que tienen ideas para llevar a cabo, interés por explorar su lado más experimental, personas con un espíritu artesanal en ciernes, pero que no tienen claridad sobre cómo empezar. Pueden acercarse al Exploratorio de manera voluntaria o conectarse con las dinámicas del espacio luego de asistir a alguna actividad del mismo.
No solo el público individual está invitado a ocupar este espacio. También las comunidades, el sector educativo formal y no formal e instituciones de diversa índole. Frente las comunidades, se destacan aquellas de origen barrial y comunitario, así como las que ya tienen una relación madura con el Parque Explora, es decir, aquellas que gestionan sus propios contenidos y actividades, pero utilizan con regularidad los espacios físicos del Parque.
El sector educativo formal y no formal está invitado. Desde lo formal, son bienvenidas instituciones educativas de todos los niveles escolares. Así, las comunidades educativas de básica y secundaria pueden recibir tanto apoyo técnico para sus proyectos escolares o animarse a realizar proyectos conjuntos que involucren temáticas artísticas o científicas. Igualmente, los profesores y estudiantes de educación superior también podrán usar el espacio del Exploratorio para llevar a cabo proyectos de investigación, así como desarrollar y prototipar ideas. También son factibles escenarios de alianzas que faciliten el intercambio de recursos y personas. Desde lo no formal, la situación es igual. Fuera de tener un espacio para llevar a cabo proyectos y poner a prueba ideas emergentes, se puede no solo reforzar la formación en áreas técnicas que involucran de manera explícita lo artesanal y el hacer, sino que también se puede aprovechar la experiencia de base de los hacedores nativos para ver qué tipo de relaciones, contactos o diálogos se podrían poner en práctica entre ellos y la comunidad interesada de estas instituciones educativas.
Otras instituciones también tienen cabida. El sector privado, por ejemplo, puede aportar experiencia, sostenibilidad o proveer servicios y tecnologías puntuales en diferentes momentos. Otras entidades gubernamentales, aledañas o lejanas en términos geográficos, también podrían hacer lo mismo. Así como organizaciones no gubernamentales (ONG) y colectivos de la ciudad que comparten los principios del Exploratorio.
ACTIVIDADES
Antes de presentar una síntesis de las actividades realizadas, es preciso subrayar que el Exploratorio se articula en cuatro (4) líneas temáticas que giran sobre los siguientes verbos: Ser, Hacer, Contar y Pensar.
La primera, el ser, apostaría por las personas y su relación con el contexto en diferentes niveles, desde lo personal, pasando por lo cultural, hasta lo ambiental. De ahí que temáticas asociadas a los alimentos, energías limpias, los cuerpos, la agricultura urbana, entre otros, hagan parte de este frente.
La segunda, el hacer, se concentra en la capacidad creadora de las personas. No en vano se promueve de manera permanente el principio pedagógico del aprender haciendo y se ve el error como un camino válido e incluso deseable. Para facilitar esas dinámicas de prototipado y experimentación, el Exploratorio estará equipado con herramientas y maquinaria que permitan explorar temáticas cercanas a la robótica, la impresión 3D, el mobiliario, instrumentos musicales, dispositivos de escucha, los satélites, entre otros.
La tercera, el contar, apela a la dimensión comunicativa. No solo contar en términos de difusión, sino como un diálogo, soportado en diversos códigos, que permite desde darle voz propia a las mismas iniciativas y facilita el camino para la conformación de redes y vínculos con otras personas.
La cuarta, el pensar, apela al ámbito cognitivo. Aunque en el sitio web esta línea está más vinculada a la idea de sistematización, documentación y análisis de las diversas actividades que surjan en el marco del Exploratorio, o sea, la denominada gestión del conocimiento, tanto a un nivel exógeno como endógeno, en este contexto también se puede ver este verbo a lo Sennett, esto es, un pensar indisoluble del hacer o, como lo dice este autor, «hacer es pensar» (Sennett, 2009, p. 9).
En suma, estas líneas de trabajo no se deben ver como estancos o islas aisladas entre sí, sino como elementos que se entrecruzan de manera permanente. Por esa razón las actividades realizadas no se clasifican según estas categorías, ya que las líneas de trabajo se difuminan, en mayor o menor medida, en tales actividades, pero sin reducirla a ninguna.
Entre el 2014 y el 2015, trabajaron o tuvieron acercamientos con colectivos, proyectos y artistas locales tales como Dedo, Grupo de dibujo, Platohedro, Territorio Expandido, Un/Loquer y Proyecto NN, Rotativa Lab, 4 Ríos y Dulce y Salada, Hamilton Mestizo, [Neuma], Miguel Isaza, Camilo Cantor, Aniara Rodado y Julián Bedox. Instituciones como la universidad EAFIT, la de Antioquia y la Biblioteca Nacional de Colombia. Emprendedores como 3D Natives, Cocreat3D y make-R. Invitados internacionales de España (Albert Cañigueral, Rubén Díaz, Carlos Gómez Caballero), Brasil (Bruno Vianna), Ecuador (José Luis Jácome Guerrero), Chile (Constanza Piña), México (Luz y Fuerza: Cine Expandido)10.
A inicios del 2016 empezó la construcción formal en un sentido arquitectónico. Para ello, primero se demolió la antigua Sala TIC y se intervinieron los locales ubicados en la plazoleta de acceso del Parque Explora. La obra se inauguró al finalizar ese año. Ahora es un espacio de dos pisos y tiene un área de 700 metros cuadrados. En su interior, cuenta con huertos verticales, una terraza y herramientas para el prototipado, carpintería, los textiles, la electrónica y los audiovisuales.
Por tal motivo, la estrategia del 2016 sufrió ajustes. Por una parte, se dinamizó el CISC + Laboratorio de ideas11, una iniciativa comunitaria apoyada por la Alcaldía de Medellín y que recibió hasta el final de ese año el acompañamiento del Parque Explora a través del equipo del Exploratorio. Por otra, mientras se estuvieron realizando las construcciones, se llevó a cabo una estrategia llamada Exploratorio Móvil12 con la que se visitaron diferentes sitios de la ciudad. En esas visitas se realizaron actividades y se sostuvieron conversaciones con las comunidades sobre el proyecto.
De la amalgama de actividades, incluso las que se están realizando en la actualidad, se pueden subrayar tres puntos. Primero, antes que apostar por una figura maestra permanente o un grupo fijo de expertos sin rotación alguna, se promueve una alta presencia de invitados nacionales e internacionales para la realización de los diversos talleres, conversatorios y eventos; y eso enriquece las dinámicas del espacio ya que no todos trabajan los mismos contenidos ni comparten las mismas metodologías. Segundo, más que actividades prolongadas en el tiempo, se apuesta por ejercicios concentrados e intensivos alrededor de ejes temáticos/metodológicos específicos. Tercero, antes que optar por personas con una formación técnica fruto de estudios universitarios, las sesiones casi siempre eran dirigidas por personas con experiencias en proyectos de diversa índole y del ámbito de las artes, pero con un interés personal o profesional por temas como la electrónica, la cultura libre y la tecnología en el sentido amplio del término.
METODOLOGÍAS
Pese a que no hay una metodología común ya que es difícil ubicar en un mismo saco la variedad de perspectivas que manejan los invitados e incluso los miembros actuales del Exploratorio, es posible identificar algunos principios/referentes, derivados todos de la cultura digital, que son cercanos a las dinámicas de trabajo que se han llevado a cabo hasta el momento. Estos son: la cultura libre, el movimiento DIY/DIWO/DITO y la ética hacker.
La cultura libre
La cultura libre no es sinónimo de cultura gratis. En este caso, el adjetivo libre está asociado a la noción libertad y se opone a la cultura del permiso, esto es, una cultura en la que solo es posible crear e innovar luego de pedir permiso a los poderosos o los creadores/innovadores del pasado (Lessig, 2005; Stallman, 2004). Hoy en día, un mayor espectro de la ciudadanía, no solamente la élite, es partícipe activa de la cultura. Como bien lo sintetiza Lessig (2005), «las culturas libres son culturas que dejan una gran parte abierta a los demás para que se basen en ella; las que no son libres, las culturas del permiso, dejan mucho menos» (p. 47). Fieles a este marco, en el Exploratorio apuestan por el procomún y un libre acceso al conocimiento. Para la muestra, su sitio web licencia los diversos contenidos que genera, desde los videos, las galerías de imágenes hasta los tutoriales derivados de los talleres, con licencias Creative Commons.
El movimiento DIY/DIWO/DITO
El acrónimo DIY, y sus derivados DIWO y DITO13, que se traducen en castellano como hazlo tú mismo, hazlo con otros y hacerlo juntos respectivamente, se remonta hasta la primera década del siglo pasado y hacía referencia a proyectos de vivienda y decoraciones domésticas realizadas por los mismos dueños de las casas (Gelber, 1997, p. 79). Así, las casas cada vez pasaban de ser lugares para hacer cosas, como un contenedor de actividades, a ser espacios sobre los cuales se hacían cosas, como un objeto susceptible de manipulación. En vez de pagar a un profesional por un servicio asociado a la reparación, modificación o creación de un objeto, la gente lo hacía por su cuenta y con sus propias manos. En cierta forma, era una manera de subsistencia personal. Fuera de estar vinculado a este movimiento de mejoras voluntarias al hogar, el término DIY ha tenido también relación con otros tres movimientos no necesariamente conectados entre sí: Artes y Oficios (Arts and Crafts) de los siglos XIX y XX, la contracultura y el punk (Wohlfeil, 2014).
El movimiento de Artes y Oficios se puede leer como una reacción artística en la que se promueve la artesanía, el hacer manual en contra del mecánico, como una forma de resistencia hacia los crecientes métodos industriales de trabajo, propio de los siglos XIX y XX, donde cada vez más se separaba a las personas de las obras que realizaban. O sea, la industrialización aumentaba la alienación de las personas al tiempo que disminuía su creatividad y expresión individual.
La retórica del DIY también ha estado vinculada, desde la década del sesenta del siglo pasado, a los movimientos contraculturales, alternativos y de resistencia. Entre otros rasgos, lo contracultural de los años sesenta se caracterizaba por defender lo natural, celebrar lo simple y austero, y asumir una postura crítica frente el consumismo rampante. Por su parte, el movimiento punk de los años setenta, a través de la música, los zines, y la ropa representaba el espíritu de la autosuficiencia, la producción propia artesanal y la resistencia a la máquina corporativa (Watson, 2012).
En la actualidad, superando la fase de subsistencia e industrialización personal, algunos sostienen que estamos en la tercera ola del DIY (Fox, 2014). Gracias a las características de creación que ofrece la segunda generación de internet, el diseño asistido por computador, la impresión en 3D y el denominado internet de las cosas, las personas comunes y corrientes, gracias a los espacios hacker, maker o fablabs que han abaratado y democratizado los insumos, ahora tienen la posibilidad real de inventar, diseñar, hacer e incluso de vender bienes realizados por ellos mismos. También, de explorar la cultura del prototipo (Corsín-Jiménez, 2014) y pensar con las manos (Pallasmaa, 2014). En nuestro contexto, el Exploratorio, en principio, ofrecería esas oportunidades a las personas gracias a la dotación, los talleres y la gente que se podría conocer allí. Además, el espíritu DIY, y sus derivados sociales DIWO y DITO, estaba presente en varios de los eventos realizados además de ser uno de los referentes teórico/prácticos de varios de los invitados.
La ética hacker
Es el código ético que siguen diversos creadores digitales y que se puede resumir en cuatro principios: primero, facilitar el acceso a los recursos digitales e informáticos; segundo, se prioriza la parte práctica antes que la teórica; tercero, la información debe ser libre; cuarto, desconfianza hacia la autoridad y por tanto fomento hacia la descentralización.
Aunque en el imaginario social la palabra hacker se vincula de manera irreversible con el mundo informático, es preciso resaltar que no es el caso. El mismo Jargon File14, el fichero oficial del argot hacker que está publicado en línea, explica que ser hacker es más un asunto de actitud que de profesión. En ese orden, cualquier persona, así no tenga formación técnica en sistemas informáticos, puede acoger la ética hacker.
Dicha ética, sintetizada por el pensador finlandés Pekka Himanen (2004), se deriva de las prácticas observadas en tres ámbitos (trabajo, dinero y ética). Frente al trabajo, los hackers anteponen el entusiasmo y la pasión que les genera un proyecto antes que lo meramente económico. De ahí que se entreguen de cuerpo y alma, al tiempo que se divierten, en lo que hacen. Antes de ver el trabajo como algo que debe hacerse, es algo que desean hacer, esto es, un esfuerzo gozoso.
El dinero no es la meta suprema. Antes que esperar recibir una retribución económica astronómica, los hackers hacen hincapié en que sus trabajos sigan teniendo el carácter de abierto y de libre acceso, puesto que para ellos la información es un bien mayúsculo que debe circular. De esta forma, para con sus trabajos, la mayoría de hackers difunden de manera abierta los resultados para que otros los utilicen, revisen, prueben o desarrollen. Como este tipo de prácticas no estaban reguladas y no era descabellado pensar que algún individuo o sociedad podría reclamar como propios los frutos colectivos, se empezaron a explorar formas de licenciamiento alternativas, como las licencias libres. Por eso, antes que el dinero, es de vital importancia sentir pasión por lo que se hace, pertenecer a un grupo y sentirse reconocido por el mismo y por sus pares. Este rasgo no solo pone en entredicho el mito del hacker asocial, sino que ilustra que existen otros factores de motivación para las prácticas que llevan a cabo. No obstante, sería un error inferir que exista un rechazo tácito hacia cualquier tipo de transacción económica ya que muchos hackers tienen una independencia financiera, gracias a trabajos remunerados que realizan por aparte o acciones rentables que les permiten dedicarse de lleno a sus pasiones.
En general, los hackers defienden dos derechos: la libertad de expresión y la privacidad, ya que son la piedra de toque de la primera generación de internet. Pero no hay ingenuidad en esta defensa. Saben que internet puede ser al mismo tiempo un medio opresor, homogeneizador y promotor de la censura. Por eso los hackers insisten tanto, por una parte, en defender las transacciones anónimas, demandan un mayor control sobre los datos personales y abogan por sistemas tecnológicos menos invasivos, pero, por otra parte, reclaman mayores canales de expresión en línea, promueven usos creativos de las tecnologías digitales, practican la descentralización y asumen como dogma la participación comunitaria.
El Exploratorio, al facilitar el acceso en línea de los contenidos que se generan en el marco de sus actividades, promueve dinámicas de trabajo en las que se privilegia el formato taller, defiende el error como fuente de aprendizaje y anteponer lo experiencial antes que lo expositivo y magistral; pone en práctica la ética hacker en el diseño de sus actividades. Además, la descentralización deliberada, que se evidencia tanto durante el desarrollo de las actividades como en la multiplicidad de lugares donde se llevan a cabo las mismas, ilustran ese espíritu hacker de liberar la información, aceptar la serendipia, minimizar las posturas autoritarias y abogar por la descentralización como principios de trabajo creativo.
REFERENCIAS
Alcaldía de Medellín (2014). Acuerdo N° 48. Recuperado de https://www.medellin.gov.co/irj/go/km/docs/pccdesign/SubportaldelCiudadano_2/PlandeDesarrollo_0_17/ProgramasyProyectos/Shared%20Content/Documentos/2014/POT/Gaceta4267ACUERDO48POTinternet.pdf
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Notas
Información adicional
Cómo citar / How to cite: Uribe
Zapata, A. (2018). El Exploratorio, un laboratorio ciudadano en
Medellín-Colombia. trilogía Ciencia
Tecnología Sociedad, 10(18), 117-131.
Enlace alternativo
https://revistas.itm.edu.co/index.php/trilogia/article/view/667 (html)