Resumen: Considerando la proliferación de formatos televisivos globales, esta investigación analizó la relación específica entre los medios de comunicación y la música en el programa “The Voice Brasil Kids 2018”. El propósito fue entender cómo la gestualidad evidenciada genera una brecha entre las características infantiles del talent show y los significados implementados en performances previamente determinadas. Este estudio cualitativo (con investigación bibliográfica, análisis de contenido, análisis estructural) presenta argumentos sobre aspectos que implican producciones en formatos y se establece por el sesgo de análisis que reconoce el gesto como elemento de comunicación con significativo impacto en la performance mediatizada técnicamente. Por último, esta investigación señala que la brecha entre la especificidad infantil del programa y la gestualidad (implementada en actuaciones previamente determinadas) se apoya en el uso de gestos con significados orientados a la esfera adulta y que el repertorio también puede reforzar esta perspectiva.
Palabras clave:Franquicias televisivas, Formatos televisivos, Talent show infantil, Performance de la voz cantada, Gestualidad.
Abstract: Considering the proliferation of negotiations around global television formats, this research demanded understanding specific relationship between media and music in “The Voice Brasil Kids 2018”. The purpose was to understand how the gestuality evidences gap between the children’s feature of talent show and the meanings implemented in previously determined performances. This qualitative study (with bibliographic research, content analysis, structural analysis, analysis for the viability of the essence) presents arguments about aspects that involve productions in format and is established by the analysis bias that recognizes the gesture as an element of communication with significant impact on the technically mediated performance. Finally, this research pointed out that the gap between the child specificity of the program and the gestures implemented in previously determined performances is supported by the use of gestures with meanings focused on the adult sphere, and the repertoire can also strengthen that perspective.
Keywords: Televisions franchises, Television formats, Children’s talent show, Performance of the voice sing, Gestures.
Franquicia televisiva en formato talent show infantil y la gestualidad en la performance del canto1
Recepción: 07 Agosto 2019
Aprobación: 29 Octubre 2019
Publicación: 05 Diciembre 2019
El 13 de enero de 2016 se lanzó el primer episodio del programa “The Voice Brasil Kids”. En aquel momento, el mismo formato dedicado al público adulto ya cumplía cuatro años ininterrumpidos en la emisora brasileña Rede Globo. El producto ya presentaba rentabilidad suficiente para motivar la inversión en otro con el mismo concepto y estructura, pero con una versión más juvenil, es decir, con la participación de niños entre 9 y 15 años de edad).
En las últimas décadas, la propensión a las producciones basadas en este tipo de formatos ha aumentado y los enfocados en los niños también se han insertado en este modelo mediático. La dinámica actual en los medios de televisión ha hecho más significativa la adaptación, transferencia y reciclaje de narrativas. En el centro de esta tendencia global está la inclusión de producciones de franquicias (productos vendidos internacionalmente para adaptación y consumo local) en la parrilla de programación de la televisión abierta brasileña.
Según Moran & Malbon (2006), detrás de la proliferación de estos productos hay un conjunto de nuevos arreglos económicos diseñados para garantizar la seguridad en las inversiones mediáticas. Afirman que la adaptación de “materiales y contenidos ya exitosos ofrece alguna oportunidad de duplicar los éxitos pasados y existentes”2 (p. 12). Empero, Waisbord (2004) considera que, como sólo algunas decenas de empresas de medios de comunicación son capaces de hacer negocios en este tipo de formatos, más que la integración global de la economía, lo que está ocurriendo es la diseminación mundial estandarizada. En otras palabras, el público está viendo las variaciones nacionales de un mismo programa. Eso no es fatídico, aunque lo parezca: lo alentador es la permanente necesidad de implementar, en esos formatos, vínculos con lo local. “La sabiduría convencional en la industria parece ser que al público le gusta reconocer temas, lugares y personajes familiares en la televisión”3 (Waisbord, 2004, p. 370).
Dicho esto, existen diferentes perspectivas para examinar la frenética producción y diseminación de formatos; sin embargo, en todas estas, los factores económicos deben ser considerados. Es primordial comprender la potencialización del flujo de comunicación a escala global4 en la categoría de formatos televisivos como resultado del entrelazamiento de estos con el modelo franquiciado de negocios. De esa forma, se obtendrá una evidencia del proceso de globalización mediática para la actualidad.
Moran (2009) considera a la franquicia como un componente altamente significativo para la industria y práctica cultural en la televisión moderna. Para el autor, independientemente de la estructura o forma (“reality show”, “game show”, “talent show”, “sitco”, entre otros), el modelo de negocio asociado a la producción mediática indica que “el advenimiento del formato de programa de TV parece señalar el triunfo de la globalización de los medios de comunicación, incluso afirmando la importancia continua de la programación local o nacional”5 (p. 116).
“The Voice Kids”, de la empresa holandesa Talpa Media Group y exhibido simultáneamente en Brasil, era considerado exitoso en más de treinta6 regiones del mundo, con altas audiencias en todas las temporadas y entró en la lista de los diez programas más visto en la emisora Rede Globo. También fue nominado al Emmy Internacional Kids7 entre 2016 y 2018.
Sin embargo, hay que recordar que la televisión sigue siendo uno de los medios más utilizados, aunque esta constatación está estrechamente relacionada con la rutina de las audiencias multiweb. Jenkins (2015) ya relataba esa circunstancia al estudiar la “cultura de la convergencia” y darse cuenta de la existencia de un flujo antagónico entre contenidos que convergen y dispositivos que divergen por la multiplicidad de aparatos.
Sorprendente o no, incluso con el avance de la web 2.0, la televisión continúa como medio de comunicación más utilizado por los brasileños8 , reafirmándose que esta opción no está aislada. Las investigaciones de Kantar IBOPE Media9 (2017 y 2019) reflejan que en tres años ha aumentado, en un 95%, la cantidad de internautas que ven televisión y navegan en Internet al mismo tiempo.
Si la televisión se mantiene en la cima de las preferencias, vale anotar que el contenido televisivo ya no es exclusivo de esta: el escenario es otro. La convergencia mediática impone la necesidad de reverberación en otras pantallas, y eso, obviamente, se consolida gracias a la web. Por ejemplo, “The Voice Brasil Kids” es transmitido en vivo también por GloboPlay (plataforma digital con streaming de videos del Grupo Globo) y, después de su exhibición, permanece disponible a los internautas registrados. Perspectiva que se alinea al ethos actual de consumo de medios, aumentando considerablemente la audiencia sobre el producto.
A pesar del éxito alcanzado por la franquicia “The Voice Kids”, esta investigación se centra en cuestiones específicas: si bien el formato fue diseñado bajo la premisa de reconocer “talentos infantiles”, ¿cuál es el origen de este producto televisivo?, ¿cuáles son sus características y estructura?, ¿a qué dispositivos de selección y análisis están expuestos los niños? Y, sobre todo, ¿cómo la gestualidad evidencia la brecha entre la característica infantil del programa y los significados implementados en actuaciones con determinaciones previas? Sin duda, investigar sobre gestos físicos (para verificar aspectos relativos a la brecha entre la razón existencial del programa y los significados expresados en performances con determinaciones previas) se justifica por la observación de aspectos que corroboran medios de comunicación y música, por el reconocimiento del concepto de performance mediatizada (propicia al análisis en el ámbito televisivo). Al mismo tiempo, está la necesidad de fortalecer la permanencia de investigaciones sobre productos televisivos, vista la continua reformulación de ese medio para cautivar a consumidores inmersos en la cultura digital.
Es propicio indicar la relevancia de este análisis, ya que a través de dicho talent show, se pueden verificar mensajes que se revelan a partir de la performance. Sobre esta, Valente (2005, p. 93) sostiene que “la performance engloba elementos formales de las diversidades poéticas de la oralidad (canto, narración de historias, teatro, etc.), que se refieren tanto al emisor como al receptor del mensaje”. La autora enfatiza que la respiración, la entonación de la voz, la mirada y los gestos son parte de la actuación musical Siendo así, el estudio en cuestión aprecia la comprensión del objeto en su razón de ser y eso privilegia la utilización del enfoque cualitativo, sobre todo por la finalidad de aprehender vínculos que unen conocimientos para consentir el entendimiento del conjunto. En este escenario, fue imprescindible (e inevitable) la sistematización metodológica específica que se corroboró durante la ejecución de tres etapas: a) profundización temática y contextual; b) exploración del material y c) análisis específico con resultados e inferencias.
Además de las averiguaciones teóricas sobre los factores que permean el diseño y el mantenimiento del producto, se estudió toda la estructura del formato, su naturaleza y mecanismos. Esto se debe a que los objetivos se alinearon con la intención de comprender específicamente aspectos del modelo de franquicia y su uso en el ámbito televisivo; reconocer el formato “The Voice Kids” como “talent show infantil” y propiciar el develamiento de su estructura; presentar la performance como componente indisociable al canto y la gestualidad como factor de impacto en su ejecución; y, sobre todo, analizar los gestos presentes en la actuación (previamente determinada) de los finalistas del “The Voice Brasil Kids 2018”, para verificar los significados que se desvían de la naturaleza infantil del programa.
Así que, en cierto modo, esta investigación tiene una doble utilidad. Por un lado, explica, a partir del hilo conductor “The Voice Brasil Kids”, aspectos que implican producciones en formato para diseminación global, su diseño y estructura. Por otro lado, ayuda a entender un sesgo de análisis para productos de talent show, a partir del reconocimiento de la gestualidad como elemento de comunicación con significativo impacto en la transmisión y recepción de la performance mediatizada.
Las nuevas tecnologías suelen aparecer como paradigmas que superan y vuelven obsoletas las anteriores. En esa lógica apocalíptica, el impreso habría sucumbido a la radio que, a su vez, entraría en desuso con el ascenso de la televisión y esta (quién sabe) se limitaría a la función de objeto museológico con el advenimiento de la Internet. Sin embargo, estos medios coexisten y encuentran lugar en la dinámica comunicacional de diferentes formas y con sus especificidades.
De hecho, la combinación de los medios clásicos con los nuevos medios se ha convertido en imprescindible para la sustentación de los medios. El impreso alcanzó un público segmentado, las audiencias de la radio (que hacían llamadas telefónicas como forma de interacción en vivo) ahora prefieren enviar mensajes a través de aplicaciones. En la actualidad, la interactividad está invadiendo la experiencia televisual y abriendo nuevos nichos de mercado con la producción y distribución online de productos.
De esta forma, los medios de comunicación televisivos se están renovando con el protocolo global de comunicación en red, pero este cambio no se limita a la relación con los espectadores. Esta encuentra prometedores caminos en la potencialización del comercio de programas televisivos (práctica ya experimentada en tiempos pasados). En el transcurso de aproximadamente dos décadas, la emisora brasileña Globo exhibió más de cuarenta temporadas con formatos, de los cuales, cerca del 40% fueron “talent shows musicales”.
En el centro de esta tendencia, más que factores exclusivamente comunicacionales, está imbuido el modelo de negocios que tan bien se adhirió a esos tipos de producciones televisivas: el franchising. Como alternativa pertinente a las operaciones corporativas transnacionales que se vacían de los límites culturales y espaciales para promover productos mediáticos estandarizados, tal modelo favorece el sesgo económico en la esfera comunicacional, la reducción de riesgos, la racionalización de costes y el aumento de la rentabilidad.
La práctica es versátil. Según el medio en que se expone el producto, la franquicia de medios puede ser denominada televisiva, cinematográfica, de juegos, entre otros. El modelo de negocio se utiliza a menudo en la venta de tramas de novelas y programas de humor, pero el crecimiento en la adhesión de formatos en reality TV se ha destacado en los últimos años. Producciones como “The Voice Brasil Kids” (con la participación de personas comunes y distanciadas de tramas ficticias) alcanzan resultados significativos en número de audiencias.
Aunque ampliamente impulsado, sistematizado y formalizado a partir de 1990, la comercialización de franquicias televisivas comenzó a destacar en 1953 en Baltimore (EE. UU.). Para Moran & Malbon (2006), que examinaron con diligencia ese contexto, el programa infantil “Romper Room”, de Bert y Nancy Claster, fue la primera franquicia televisiva de la historia. La producción fue fruto de un año prometedor para el país: pequeñas empresas estaban en proceso de cambio, debido a la adhesión de un nuevo modelo de negocio. La franquicia, que hasta entonces tenía como foco la distribución de bienes materiales y productos, ahora despuntaba con nuevo arreglo comercial dirigido a restaurantes fast food (como Burger King, Kentucky Fried Chicken y McDonald’s). Bajo esta premisa, la pareja Claster implementó la novedad también en el ámbito televisivo.
Según Moran & Malbon (2006, p. 22), “Bert y Nancy Claster rechazaron la oferta de CBS Network para comprar el programa y, en su lugar, licenciaron o franquearon el formato para una serie de emisoras de televisión locales en todo el país”10. Además de la estructura, la inversión garantizaba a los franquiciados el soporte para implementación y ejecución, además de productos con la marca del programa. El éxito y la seguridad económica motivaron la adhesión del formato en otros países, como Japón y Australia.
Aliada con el modelo de franquicias, la producción de formatos se mantuvo con números crecientes. Esto se debe a que se ha originado una práctica específica para la industria televisiva. El formato (con elementos invariables, pero cautivante en su producción) llegó a ser comparado por Moran (1998, p. 13) con la superficie de una tarta que “semana tras semana sigue siendo la misma, pero su relleno se modifica”11.
La idea de que en realidad “no hay nada nuevo bajo el sol” es indisociable a los formatos televisivos. Según Waisbord (2004, p. 363), “copiar, imitar y saltar en la ola de todo lo que parece funcionar en el momento han sido típicas de la industria televisiva desde sus orígenes e, indiscutiblemente, se han vuelto aún más comunes últimamente”12. Lo que, en su opinión, está estrechamente relacionado con el aumento de las presiones por unos beneficios más altos en períodos de tiempo más cortos.
Se suele afirmar que la intensa demanda por ese tipo de franquicia se asocia con el éxito alcanzado por los reality shows como “Big Brother”, populares en más de cuarenta países. Sin embargo, otros factores deben ser considerados: utilización del modelo de franquicia de negocios; medidas protectoras en el sistema televisivo; tendencia a la estandarización de la televisión comercial en diferentes espacios globales; integración de sistemas de televisión con el intercambio de información sobre la repercusión positiva de programas; así como los contactos interpersonales en encuentros como el MIP (Formats International Pitch), para la aprehensión de tendencias globales.
La versión infantil del formato “The Voice”, de acuerdo con el Painel Nacional de Televisão (PNT) de Brasil, alcanzó 21,8 puntos de audiencia en marzo de 2018, es decir, unas 15 millones de personas (Kantar IBOPE Media, 2019). Pero ese índice puede ser considerado predecible, teniendo en cuenta que la Rede Globo invierte en este tipo de formatos desde la adquisición de “No Limite”, primer reality show realizado en Brasil. Sin embargo, esta no es la única vertiente en la que la emisora se relaciona con el mercado exterior.
Desde sus inicios, en 1965, Globo contó con el apoyo técnico y operativo del grupo estadounidense Time Life. Según Grael, citado por Campos (2012, p. 39), la presencia de Time Life fue responsable de la mentalidad empresarial de la dirección de la emisora, convirtiéndose en una de las primeras en Brasil en iniciar su proceso de internacionalización, sobre todo en los años setentas, a través de la exportación de telenovelas. La participación de Globo en la Marché International des programmes de Télévision (MIPTV), fue imprescindible para la inserción de productos de la empresa en el escenario europeo. En los Estados Unidos de América, la tarea fue más compleja13.
En la actualidad, además de la distribución, la adquisición de productos mediáticos por Globo se ha intensificado. En el 2002, la empresa formó una joint venture (terminando el contrato luego de 15 años) con Endemol Shine Group, lo que facilitó la producción de formatos, así como la inserción de estos en productos ya existentes. En 2012, Globo adquirió el derecho de producir el talent show “The Voice” en Brasil. El acuerdo, firmado con Talpa Media Group, fue reflejo del éxito alcanzado por el formato desde su primera exhibición (con el título “The Voice of Holland”). Al estrenarse en 2011 en la NBC, el formato generó 65 adaptaciones locales, transmisiones en más de 180 países y cuatro premios International Emmy Award.
Dado el éxito en 2012. Talpa Media Group comenzó a comercializar “The Voice Kids”, “The Voice Teens” y, en 2018, “The Voice Senior”, para participantes con más de 60 años de edad. Globo se unió a la inversión de la versión infantil en 2016 y alcanzó popularidad. En todo caso, la inversión de las emisoras brasileñas en producciones de entretenimiento pertenecientes al género televisivo infantil no es un fenómeno reciente. Para Souza (2015, p. 115), “los programas infantiles siempre han buscado experiencias internacionales y también argumentos de la literatura para los guiones de programas que entraron en la historia14 e influyeron en el género”.
Durante décadas, las parrillas de programación de emisoras brasileñas (sobre todo en las mañanas, de lunes a sábado) estuvieron saturadas por productos potencialmente dirigidos al público infantil, incluyendo la de Globo. Sin embargo, después del año 2000, la emisora comenzó a restringir estos espacios hasta que, actualmente, la categoría de “programas infantiles” ya no aparece en programación.
El formato se alinea con las perspectivas de cualquier otro producto de la “reality TV” y no necesariamente dirigido a la clasificación de género infantil. Sin embargo, aunque la concepción del programa parece susceptible a la desvinculación de este género (incluso por su derivación de formato adulto), se caracteriza por la premisa de “revelar talentos infantiles de la música en el ámbito nacional” (Globo.com, 2015). Esto significa que la presencia de los niños es la prioridad y el factor condicionante a la participación.
Por lo tanto, lo que define a “The Voice Brasil Kids” es principalmente su público objetivo. El reglamento del programa, presentado por la emisora, establece que los interesados en participar deben tener como mínimo “9 (años) años completos y máximo 15 (quince) años [...] sus respectivos representantes legales y sólo estos podrán inscribirlos [...] aceptar los términos del presente Reglamento, responsabilizándose íntegramente de estos y de sus actos” (Globo.com, 2015).
Siendo así, aunque el talent show no parezca (comercialmente) apto para componer el género televisivo infantil, es cierto que la participación de niños modifica diferentes aspectos de la producción. Según Souza (2015, p. 114), en algunas de estas, “psicólogos, educadores, médicos y profesionales de educación física son consultados por el equipo de televisión” e incorporados al grupo para acompañar al niño y establecer diálogos instructivos con los padres.
Siendo un producto de medios viabilizado con (o para) niños, existe en su elaboración la necesidad de establecer cuidados y responsabilidades que lo diferencien de programas de adultos. Entonces, además del nombre del programa, la presencia de niños y niñas no es el único factor diferenciador del formato (aunque lo parezca). La dinámica del producto es adecuada para satisfacer las particularidades del segmento “kids”. Según Souza (2015, p. 117), las posibilidades televisivas que se apropian de esa vertiente no está limitada e incluso está contemplada dentro de la reality TV.
Los games shows también se utilizan para atraer la atención del espectador. El niño puede participar en casa o animar a un competidor o equipo invitado al programa. Musicales también se producen a menudo (Souza, 2015, p. 117).
Si los dibujos animados, las telenovelas, series de ficción, largometrajes, talk shows con propósitos instructivos; programas de concursos (de deportes, educativos, musicales) con naturaleza puramente competitiva y de entretenimiento, entran en el portafolio de los programas infantiles, entonces “The Voice Brasil Kids” estaría incluido dentro del género infantil. Esto no significa que el producto pertenezca únicamente a dicho género.
Para Juan De Mol, citado por Brandalis (2017), “el público quiere ver artistas con talento y no que finjan tener talento”. Esta sentencia refleja la característica primordial de los formatos en talent show: la demostración de competencia. La diversidad de producciones que aparecen constantemente en las emisoras de televisión hace que se atenúen las diferencias entre cada grupo de productos. A menudo, los formatos acaban siendo encuadrados simplemente como reality shows.
Según la línea de tiempo de Globo, se considera a “The Voice” como un “reality show” (Globo.com, 2013). Sin embargo, “talent show” y “reality show” están fundamentados en la “reality TV” (Hill, 2007), caracterizada por englobar productos mediáticos cada vez más realistas, pero también conjugando aspectos ficcionales.
La definición de Globo no está desprovista de motivos. Souza (2015), en su clasificación de géneros y formatos en la televisión brasileña, precisa que el “reality show” es sinónimo de “reality TV” (p. 92), ya que comparten las técnicas y estructuras narrativas que unen la realidad y la ficción. Si, por un lado, predomina el sofisma de que la reality TV se limita a formatos con diseminación global (reality show), por el otro se reconoce que la reality TV es una variedad de programación que modeliza las más diversas producciones televisivas (desde las “bromas” con cámaras escondidas hasta los más famosos reality shows).
Esta amplitud hace que su definición, como género televisivo, sea difícil de posicionar en tipologías tradicionales. Para Hill (2007), la reality TV posee una característica sumativa y transita entre información y entretenimiento, drama y documental. Más recientemente, “la reality TV está asociada con todo, desde personas hasta mascotas, desde el nacimiento hasta la muerte. Entonces, ¿cómo categorizamos este género diverso?15 (Hill, 2004, p. 41).
Al examinarse “The Voice Brasil Kids”, a partir del análisis estructural, se logró la identificación de una estructura híbrida que (aparentemente) no es inusual en otros formatos con diseminación global. En este punto, es posible afirmar que dicho programa no se restringe exclusivamente a la esencia del talent show, sino que incluye rasgos del reality show y está fuertemente marcado por el game show16.
En general, los formatos de reality TV incluyen características de competición. La naturaleza del reality show penetra en el programa, principalmente por el protagonismo de “niños comunes” (como garantía de veracidad de las vivencias presentadas) y se ramifica en otras acciones durante los episodios, desde el transporte de la idea ficcional hacia el ámbito de lo vivido (efecto realista).
El insight, realizado para la percepción de esta estructura híbrida, motivó la observación (de modo sumario) de otros tres formatos globales exhibidos en la televisión brasileña durante el año 2018. Resultado: dos de estos presentaron hibridización. El primero, “Bake Off Brasil”17, mezcla talent show (que confiere a los jurados la evaluación de competencia y aptitud para la pastelería), reality show (con el uso permanente de cámaras que monitorean el comportamiento de los participantes) y game show (competencia en torno al título de mejor pastelero amateur del país, con eliminaciones de participantes cada semana).
El segundo es “Big Brother Brasil”. El programa es primordialmente un reality show, pero el juego show está fuertemente ligado a su desarrollo (no sólo por la disputa del premio principal, en efectivo, sino a través de las diversas pruebas y competiciones que ofrecen recompensas en el transcurso del programa). El tercero, “Fábrica de bodas”18 no presentó estructura híbrida. El formato parece seguir, de forma fidedigna, la propuesta propia de un reality show.
En este contexto, es posible afirmar que el “The Voice Kids”, a pesar de su estructura híbrida, se mantiene dentro del eje del talent show. Del mismo modo, los programas “Bake off Brasil” y “Big Brother Brasil” permanecen como talent show y reality show respectivamente, porque independientemente de la hibridización, los formatos deben caracterizarse por su principal objetivo.
En otras palabras, cuando el enfoque (la razón de ser, la idea principal) se establece en torno a la demostración de competencia y aptitud, estamos ante un talent show; si la primacía está en subrayar la noción de realidad, hablamos de un reality show; si el formato está centrado en la competición, es claramente un game show. La diferenciación propuesta sólo es relevante si la hibridización ocurre alrededor del eje, pero sin cambiar la esencia del formato.
Dicho esto, es necesario considerar los indicadores con los cuales se analizó “The Voice Brasil Kids”, considerado talent show con estructura híbrida. Para esto, es imprescindible considerar que la producción televisiva se organiza en cinco etapas: a) audiciones a ciegas; b) “batallas”; c) shows en vivo (octavos y cuartos de final); d) semifinal y e) final.
Antes de lanzar el primer episodio de la temporada, la selección19 de participantes se realiza en las principales ciudades del país. De acuerdo con el reglamento, “Globo podrá utilizar cualquier método en la selección de los participantes para el programa, bajo su propio criterio [...] sin ningún tipo de explicación o indemnización” (Globo.com, 2015). Es decir, no se establecen criterios precisos (por ejemplo, artísticos) para este procedimiento.
Aunque se prevén entrevistas personales y pruebas, la emisora se limita a informar que los participantes “podrán ser evaluados por un jurado compuesto por miembros de Globo [...] Las decisiones del jurado serán independientes e inapelables” (Globo.com, 2015). También afirma que, entre otras posibilidades, en cualquier fase podrá eliminar, sin ninguna explicación formal, al participante con desempeño incompatible al talent show. Sin embargo, los parámetros para tal procedimiento no aparecen en el reglamento.
Aunque se han realizado clasificaciones, la primera fase (audiciones a ciegas) se justifica por la necesidad de identificar voces infantiles aptas (sin especificar criterios) para el programa. En esta etapa, además de quedar evidenciado el talent show como eje de la producción, también comienzan a ser presentadas las características de game show que se intensifican posteriormente.
Las audiciones a ciegas transcurren con la finalidad de integrar tres equipos liderados por cantantes destacados en el escenario nacional, reconocidos por su calidad técnica. Si bien no se fortalece la idea de un profesor comprometido en incentivar el aprendizaje de habilidades artísticas, se imprime la idea de entrenamiento20.
La primera fase funciona así: cada niño se dirige al escenario y se pone delante de la audiencia mientras que los evaluadores se sientan en sillas colocadas de espaldas con la frase “Quiero que”. Los evaluadores no ven quién está cantando: si uno de ellos pulsa un botón (que mueve la silla hacia adelante) significa que el intérprete está apto para la siguiente etapa y pertenecerá al equipo del cantante que lo eligió. Si esto ocurre con más de uno de los evaluadores, el niño podrá expresar su preferencia sobre el equipo que desea integrar. A medida que cada equipo alcanza el número máximo de 24 integrantes, no se permiten nuevas opciones: en la silla del evaluador responsable aparece la palabra “bloqueado”. A partir de entonces, hasta la semifinal, la disputa ocurre entre los miembros del mismo equipo.
Esta lógica impregna cada uno de los episodios iniciales, pero otros elementos de la estructura híbrida se intercalan. El componente reality show cumple con énfasis la razón de ser de la reality TV al eliminar barreras entre el mundo vivido y el mediático (Hill, 2007) antes, durante y después de la actuación de los niños. En el programa se experimentan situaciones emotivas.
La participación de personas comunes sirve de apoyo a la dinámica del programa. A partir de la segunda fase (“batallas”) los equipos se dividen en tríos: el evaluador presenta el repertorio y orienta como debe ser la ejecución de cada música. En esta etapa, el efecto de realidad también aparece en videos con la demostración del ambiente de ensayo (monitoreado por cámaras), lo que permite al público la aproximación de algunos momentos claves, como la composición de los tríos, presentación de las canciones, orientaciones de los evaluadores y ensayos previos de la canción a ejecutar.
Durante las presentaciones de esta fase, los evaluadores se encargan de disminuir el número de competidores (de 24 a 8) en cada equipo. Sólo un niño de cada trío puede continuar hacia la tercera etapa. Estos son, sin duda, los que demuestran mejor aptitud y competencia. Ya en la tercera y cuarta fases (“shows en vivo” y “semifinal” respectivamente) además de la decisión de los técnicos, la preferencia del público se toma en cuenta para definir a aquellos participantes que continúan en el programa.
A partir de entonces, hasta la etapa final del “The Voice Brasil Kids”, la naturaleza gamer deja una huella indeleble: el “ternurómetro”. Similar a las barras de energía comúnmente utilizadas en juegos digitales, este termómetro (más un sesgo de evaluación) mide los índices de “ternura” durante la presentación de cada niño. No interfiere en el resultado, aunque proporciona motivación y compromiso.
Mediante el uso de hashtag (#FofuraTVK) en las redes sociales, el ternurómetro mide la percepción del público a través del número de comentarios realizados durante la actuación de cada niño. Cuanta más interacción, mayor es el nivel del ternurómetro y así la dinámica continúa hasta que la barra alcanza su límite más alto.
Al final, la decisión de quién recibe el premio21 queda totalmente a cargo del público. Las votaciones tienen lugar a través de la Internet, del site GShow (portal de entretenimiento Globo). En esta fase final, tres niños (uno de cada equipo) permanecen en la competición y se presentan individualmente, en tríos, con participantes que ya dejaron la competición, así como acompañados por sus respectivos evaluadores.
El talent show infantil “The Voice Brasil Kids 2018” consigue articular a su eje, canciones, disputa y realidad de forma inequívoca. En todo caso, el rendimiento del canto (primacía durante toda la producción del formato) es un elemento vital dentro de este formato. A diferencia de los presentadores y evaluadores, los participantes tienen sus acciones asociadas predominantemente a la voz cantada.
Entre los mitos más frecuentes sobre la voz cantada, figura la asociación de esta únicamente con el sonido. Con el tiempo, es posible reconocer que la voz es “más que las palabras que se pronuncian, más que la calidad del sonido que sale de la boca; es el cuerpo entero, caja de resonancia que habla, emanando energía” (Valente, 1999, p. 119). La voz comprende una actividad que compromete a todo el cuerpo.
Ante la percepción unificadora de los elementos que integran la ejecución de una canción, Valente (1999) hace referencia a la performance de la voz cantada: la esencia de la voz también está relacionada con la forma en que se evidencian las acciones corporales. Por este motivo, podría surgir la pregunta: ¿qué ocurre con la performance cuando sólo se presenta la voz? Con la interferencia de aparatos técnicos, durante la emisión y recepción de la performance, hace que Valente (2003, p. 111), explique que “incluso cuando la experiencia de la actuación del cantante se da por la audición mediatizada, la imagen visible (el cuerpo del intérprete) se hace presente, de alguna manera, por medio de signos de naturaleza estética y cinética (retratos y películas)”. En otras palabras, el oyente aprehende los matices de la voz cantada y restablece la performance a partir de la imaginación.
Este desfase de tiempo y espacio fue denominado “esquizofonía” (Schafer, 2001). En este caso, el rendimiento no se aleja del atributo visual; sin embargo, la interposición de medios técnicos continúa separando emisión de audición, según el sentido de la palabra griega: schizo (hendido, separado) y phono (sonido, voz).
Para Zumthor (2000), los medios (del disco a la televisión)22 modificaron las condiciones de funcionamiento, pero no interfirieron en su naturaleza. Aquello que se pierde con los medios, y así necesariamente permanecerá, es la corporeidad, el peso, el calor, el volumen real del cuerpo” (p. 19). La actuación cambia, pero no desaparece.
En ese contexto, la canción, entre texto y música, evidencia la voz del cantante más allá de lo que se pronuncia. Eso es porque hay verdades que el contenido textual no puede revelar. Para Zumthor, citado por Valente (2005), “la fuerza del discurso, el talento del cantante, fundan definitivamente la realidad de lo que se dice” (p. 96).
En la performance mediatizada, la voz no recibe estatus de mero producto mediático, sino que abarca características propias que (inevitablemente) se incorporan al escenario. La historia de vida del cantante está impregnada en su vocalidad23, emergen vínculos culturales que subyacen a aquella poética que se materializa a través de la performance” (Valente, 2005, p. 96). Es decir, el sentido de la canción ejecutada también se relaciona con quien la ejecuta.
En “The Voice Brasil Kids 2018”, se brinda autoridad y poder a las imágenes y generan un mensaje que, a propósito, necesita ser cautivante. En ese escenario, la predisposición más profunda está en escuchar y ver. En la ejecución de canciones, estos procesos (que se complementan y necesitan coherencia interna) inducen al sobresalto de la conquista por la demostración de competencia. La voz se convierte en cuerpo (desde el vibrar de las cuerdas vocales) y emociona, aunque el oyente no está plenamente apto para descifrar los códigos de lenguaje pronunciados.
La ropa del cantante es la primera información que ofrece al inicio de su presentación. La indumentaria se considera como elemento no verbal que remite al vínculo de origen. Sin embargo, esta no es la única que indica la naturaleza de la canción. La forma de cantar caracteriza y tipifica, inevitablemente, cada género. No es necesario que el oyente investigue el origen de la obra o estilo para reconocer su naturaleza: rasgos característicos ya están inscritos en esta.
Trotta (2008) afirma que “la forma con que una determinada música ‘suena’ depende aún de la manera de tocar (y cantar) y de mezclar los timbres, que caracteriza el perfil sonoro de la música y el género musical al que potencialmente se ajusta” (p. 9). De esta manera, la asociación entre desempeño y género influye (o caracteriza) la actuación del intérprete, así como la del oyente. Al experimentar la pulsación, sentir el ritmo, el cuerpo ya experimenta movimientos particulares.
Para Trotta (2008), el ritmo es un elemento que permite el reconocimiento y la asociación inmediata a un ambiente determinado, ya sea musical, social o afectivo. La sensibilidad a la canción conduce la estructura física de forma orgánica y, normalmente, a la idea de performance naturalizada.
El género aparece como hilo conductor que (la mayoría de las veces) es determinante para la unión del cuerpo y la voz. Esto se relaciona con la asimilación de información musical a lo largo de toda la vida. Según Valente (2003), “desde la primera infancia, los sonidos inculcados en la memoria constituyen el repertorio del ciudadano [...] no se pueden quitar con facilidad” (p. 34).
En “The Voice Brasil Kids 2018” es posible identificar, a partir del repertorio elegido por los evaluadores, una significativa inclinación por el pop24. Este corresponde a más del 30% del total de las canciones interpretadas. El sertanejo25 aparece a continuación, con alrededor del 18%, y la música popular brasileña y rock26, con poco más de 12% cada uno. Si se considera la naturaleza del programa, el género infantil tiene un número inexpresivo, sólo el 7%. Para Valente (2003) “la dimensión complementaria de esta cuestión se encuentra en el hecho de que la popularización de los medios no sólo creó un mercado que se ha expandido a lo largo de todo el siglo, sino que también esbozó sus tipos básicos de repertorio” (p. 94). Otro factor (no necesariamente desvinculado del primero), puede tener origen en la formación musical y actuación profesional de técnicos.
Claudia Leitte, como cantante orientada al pop y axé, implementa en su actuación, como técnica, características que propician opciones composicionales alineadas a su experiencia musical. Lo mismo ocurre con el dúo Simone & Simaria (sertanejo y forró27) y con el cantante Carlinhos Brown (samba-reggae, soul28, axé, entre otros). En este escenario, se sostiene que (desde la fase audiciones a ciegas) los evaluadores priorizan la elección de participantes que correspondan o se aproximen a sus perspectivas profesionales. Por muy cuestionable que sea esto, no debería sorprender.
De vuelta a la premisa de que “todo el cuerpo está indisolublemente integrado en la performance de la música” (Valente, 1999, p. 128), es importante destacar la importancia del elemento de la gestualidad. Este componente (unido al ámbito visual) corrobora con la esencia de los medios televisivos y, al mismo tiempo, permite evidenciar significados algo discretos (o no percibidos) si se comparan con otros elementos más evidentes de la performance. El gesto y su uso tiene diferentes aplicaciones, a menudo sus aspectos diferenciativos29se encuentran respaldados en el mismo área de conocimiento.
Es necesario aclarar que el gesto, en esta investigación, es reconocido en su concepción física, formando parte de la comunicación no verbal30, que “ocurre en la ausencia de la palabra y abarca todas las manifestaciones de comportamiento no expresadas por ella” (Vargas, 2010, p. 288).
Son múltiples los mensajes que el cuerpo transmite. A través de la cara, de los miembros, de la postura, entre otras posibilidades, la comunicación efectiva de forma no verbal extrapola (muchas veces) lo que se dice. Siendo así, por pertenecer al campo de la comunicación, necesita ser entendida como poseedora de significados, ya que respalda la transmisión y recepción de mensajes en determinado contexto.
Según Johnson (1997), el gesto es el movimiento corporal con diversos significados en las diversas culturas: “el mismo movimiento puede tener diferentes significados en diferentes situaciones. La mano levantada, por ejemplo, puede significar un voto, un adiós o un saludo, un saludo, o una solicitud de atención y permiso para hablar” (p. 117). Los gestos humanos son polisémicos al depender del contexto comunicativo en que son producidos.
Incluso sin palabras, la efectividad de expresar información a través de la gestualidad revela que es una forma eficiente de comunicación humana. Bajo la mirada observadora, en medio de sonrisas y expresiones faciales, es posible identificar verdaderas intenciones y contradicciones entre palabra y gesto. El sesgo no verbal en una conversación, por ejemplo, permite el reconocimiento de concordancia o refutación. Ese intercambio de informaciones no expresadas en palabras delimita la continuación o finalización del diálogo. Esto se debe a que el gesto es un componente de expresión de emociones.
Durante la ejecución de las canciones, los gestos aparecen continuamente (aunque de manera ponderada) y se asocian al contenido oral como forma de complementación, descripción, evidencia e incluso contraposición. Sin duda, están directamente relacionados con la interpretación musical y poseen fundamental importancia para la generación de significado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la gestualidad también está ligada a la naturaleza de la canción.
Por ejemplo, si rememoramos actitudes de intérpretes con micrófonos32 en las manos (figura 1), podemos señalar diferentes gestos. Según Valente (2003, p. 109), “el cantante romántico lo toma en las manos y el pegamento en los labios como susurrando en el oído de la amada”, en la performance del rock, “en la fase beatlemaníaca, el micrófono se acercaba a las bocas [...] Pero luego sufrió una alteración radical: el cantante de rock [...] pasó a empuñar el micrófono como objeto fálico, envolviendo a su audiencia en una ambiencia de tribu primitiva”.
Valente (2003) enumera otras actitudes: la de “competencia o afrenta, cuando el cantante se aleja y se acerca al aparato, como si fuera un rival mecánico; o aún, el acto de tomar el micrófono como receptáculo total de la voz” además de la utilización del micrófono como una especie de “juguete moviendo en todas las direcciones, tal como accesorio coreográfico (caso contumaz en las modalidades danzantes)”, entre otras verificaciones.
Por eso, la funcionalidad de la gestualidad durante la ejecución de la canción debe ser considerada en su sentido amplio, con el fin de captar minuciosidades en la performance. El gesto, ya sea de rostro (de mirada y mímica), de miembros superiores, de la cabeza, del busto o de cuerpo entero (Valente, 2003), realizado conscientemente o inconscientemente, tiene en su esencia la comunicación. Esto incluiría no sólo gestos emblemáticos, sino también cualquier otro movimiento capaz de transmitir significado”33 (Iazzetta, 2000, p. 261).
De acuerdo con Valente (2005, p. 94), entre los tipos de gestos existen los que “acompañan los propios elementos composicionales (marcación rítmica, creciendo, la entrada de un instrumento) e instrumentales (especialmente dinámica y modos de ataque)”, así como también los que atienden a la narrativa de la escena dramática (por ejemplo, el contenido del poema cantado o de un aria de ópera)”. En este contexto, la expresión gestual más simple es muy significativa.
Si bien es primordial a la noción de gesto, el movimiento no es su equivalente. El conjunto de acciones aparece como aspecto fundamental para la performance (el movimiento de las manos, del cuerpo, y del propio aparato vocal forman parte de ese contexto); sin embargo, limitar gestos a la idea de movimiento simplifica (precariza) el reconocimiento de cuestiones que necesitan ser entendidas bajo la égida de los significados.
Al existir diversas posibilidades de comunicación que se manifiestan a través del gesto físico, no es admisible considerar como gesto aquello que promueve el mismo resultado, independiente de quién lo realizó o de cómo fue ejecutado. Iazzetta (2000) expone que “más que un cambio en el espacio, o una acción corporal, o una actividad mecánica: el gesto es un movimiento expresivo que se hace real a través de cambios temporales y espaciales”34 (p. 260). La gestualidad, en su sentido amplio, no se limita al movimiento, es expresión.
Existe el factor subjetivo, racional y consciente que promueve intencionalidad en el gesto y lo hace “integral” dentro del contexto en que se aplica. La gestualidad en la comunicación cotidiana tiende a ser, en parte, propensamente involuntaria, con la subjetividad de quien habla expresada en detalles. Sin embargo, al considerar las actuaciones de los participantes en “The Voice Brasil Kids 2018” aparece otro factor: la determinación previa de la performance de cada participante.
La idea de esta determinación no es una conjetura. Además de ser evidenciadas en los episodios y estar prevista en reglamento, la propia Eduarda Brasil, ganadora de la temporada 2018, cuando sorprendida (en vivo) en el momento de la obtención del premio, afirmó: “¡Yo no sabía que ya estaba en vivo [...] no me lo creo! Pensé que estábamos entrenando”. Es decir, la necesidad de que todo ocurra según lo determinado, hace que la producción del programa no dude en utilizar los momentos en que se exhiben anuncios comerciales para capacitar a los participantes.
Así, cada participante está bajo la dirección de un evaluador técnico cuya función es prepararlo para la interpretación de las canciones, de acuerdo con modelos propios. Cabe destacar la influencia de productores, presentadores, técnicos y demás ejecutores del formato en las presentaciones de los participantes. Es inevitable relegar la responsabilidad de esos agentes en la sustentación de la concordancia entre la performance y el concepto diferencial del talent show que, en este caso, trabaja bajo la denominación “kids”.
Desde esta perspectiva, los detalles de los gestos marcan la diferencia. La subjetividad de la acción aparece, en el talent show, como especificidad que está más allá del dominio del intérprete y se consolida con las prerrogativas de los “gestores” del formato. Como Shakespeare (2011) señala, “el mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres son en realidad actores: tienen sus salidas y sus entradas y en el transcurso de la vida actúan en varios papeles” (p. 54).
Entonces, metafóricamente, es necesario considerar el escenario, el papel que los participantes del formato necesitan desempeñar y, más que eso, el guion que se les entrega. De esta forma, es posible inferir que la subjetividad del gesto (en el ámbito de la performance) es “compartida” o, para no causar perturbación al significado de la palabra subjetivo, se puede decir que la gestualidad no está respaldada por el dominio personal.
Así como la noticia periodística es permeada por agentes ocultos a la firma del material (como línea editorial, política empresarial, contratos con anunciantes, preferencias de la dirección, interferencias del jefe de redacción, etc.), en el talent show “The Voice Brasil Kids”, la concepción del formato, los criterios secretos de aptitud, las determinaciones de la producción, las preferencias de los técnicos, la propensión de los participantes (de forma minoritaria), entre otros factores, componen la subjetividad expresada en la gestualidad de la performance previamente determinada.
Sin embargo, tampoco se puede ignorar la subjetividad de quien ve. En este caso, la interpretación del gesto recibe perspectivas diferentes, que consideran no sólo el contexto, sino que también se adhieren a la formación individual. Esto se debe a que el significado (relativo a palabras o signos35), puede ser el resultado de diferentes comprensiones, que no necesariamente son reflejos de elementos presentes en la enunciación, y mucho menos están vinculados al propósito motivador de la acción. Es decir, el significado es independiente.
Por lo tanto, la tarea de analizar el desempeño de los participantes ya induce a la perspectiva individual, lo que no implica la construcción de un enfoque tendencioso, sino, una tendiente al contexto del hecho y a la formación personal del investigador.
Sobre esto, Husserl (2002) explica que el entendimiento de los significados, a partir de la evidencia apodítica conferida por la subjetividad (“trascendental”36) puede ser posible a partir de la exploración de la conciencia. Según Husserl (2002), el retorno a lo que ya está prefigurado mentalmente permite obtener evidencias de la realidad. Lo cual, desde luego, no impide al investigador admitir sus limitaciones ante lo desconocido.
Es importante subrayar, sin embargo, que el análisis pertinente a esta investigación no se apoya en actitudes auténticas de participantes (a excepción de algunas entrevistas, no es frecuente la presentación genuina de los niños). Es decir, el enfoque no está en la formación personal, posturas, formas de expresión u otras peculiaridades, sino en performances reconocidas como previamente determinadas. Esto agrega a la investigación la revelación de lo que hay detrás de la presentación del formato. De esta manera se puede comprobar que, al igual que la estructura híbrida del programa, no se presenta como tal: otras dimensiones pueden ser explotadas dentro de la producción televisiva (en este caso, a partir del reconocimiento de la previa determinación de la performance) para la exploración de lo incógnito (o lo poco aparente), con el fin de revelar la verdadera esencia del formato.
Bajo esta premisa, con el enfoque en la gestualidad durante la ejecución de canciones en la fase final del “The Voice Brasil Kids 2018”, será posible analizar interpretaciones que expliquen cómo la gestualidad delinea una brecha entre la característica infantil del programa y los significados implementados a través de performances previamente determinados, considerados para el análisis como aquellos que no (o mínimamente) permiten autonomía gestual.
El establecimiento de procedimientos fue esencial para resolver el problema. El reconocimiento de las especificidades en el marco del “The Voice Brasil Kids” no está predeterminado. Según Machado & Vélez (2007), siempre hay uno o varios métodos de enfoque implícitos en cada producción televisiva.
Es necesario tener suficiente humildad para experimentar el producto en su singularidad y diferencia, en lugar de descaracterizarlo, encuadrarlo en categorías genéricas que sólo sirven para atestiguar la teoría, pero no para explicar el objeto (p. 10).
La naturaleza, estructura y mecanismos de “The Voice Brasil Kids” fueron examinados a través del enfoque cualitativo (con algunos procedimientos cuantitativos37). Esto significa que el enfoque no se basa en la medición o enumeración del fenómeno estudiado, sino en la comprensión de los procesos.
Se empleó el método de análisis de contenido asociado a adhesiones específicas. La elección fue pertinente para la evaluación del formato. Aunque inicialmente el análisis de contenido se ha utilizado para textos impresos, su campo de aplicación es extremadamente amplio: “en última instancia, cualquier comunicación, es decir, cualquier transporte de significados de un emisor a un receptor controlado o no por este, debería poder ser escrito, descifrado por las técnicas de análisis de contenido” (Bardin, 2004, p. 32). Así, la ejecución de la investigación se desarrolló en tres etapas: a) profundización temática y contextual; b) exploración del material; y c) análisis específico con resultados e inferencias. Esta sistematización busca verificar cómo la gestualidad en la performance (previamente determinada) de participantes del programa “The Voice Brasil Kids 2018” revela la implementación de significados discordantes con la naturaleza infantil del programa. Para esto se han tenido en cuenta los siguientes objetivos específicos:
Comprender aspectos del modelo de franquicias y su utilización en el ámbito televisivo.
Reconocer el formato “The Voice Kids” como talent show infantil y propiciar el develamiento de su estructura.
Estudiar la perfomance como componente indisociable al canto y la gestualidad como factor de impacto en su ejecución.
Analizar los gestos presentes en la performance (previamente determinada) de los finalistas de “The Voice Brasil Kids 2018” para verificar significados que se desvían de la naturaleza infantil del programa.
En primer lugar, fue imprescindible la inmersión en la temática abordada y en el contexto relativo al formato “The Voice Kids”. La revisión bibliográfica permitió adherirse y refutar proposiciones teóricas para construir una línea de razonamiento que priorizara el reconocimiento de las peculiaridades del producto estudiado. Etapa que, según Stumpf (2005), puede ser identificada como el establecimiento de las bases.
Además de la contribución bibliográfica, ya en la segunda etapa (exploración del material), la naturaleza, estructura y mecanismos del programa fueron evaluados a partir del análisis estructural. Sin duda, su uso ha sido considerable ventaja para detectar matices. En ese momento fue posible identificar su estructura híbrida.
En la tercera etapa, dada la peculiaridad del análisis, se definieron tres procedimientos: a) verificación de la trayectoria de los finalistas en el talent show; b) evaluación de presentaciones (ejecutados en el último episodio38, antes del inicio de la votación) y extracción de frames de vídeo; y c) análisis e identificación de significados implementados en la gestualidad de los finalistas.
La elección por priorizar el análisis de la performance (con determinación previa) de los finalistas de la temporada 2018, se debe a que la actuación de los participantes es más propensa a la representatividad del conjunto. Esto es porque, además del tiempo de permanencia de los niños en el talent show, la etapa de finalistas es el clímax del formato.
Dicho esto, la primera operación consistió en identificar el género musical de cada finalista durante el programa. El material ya viabilizado en la segunda etapa favoreció ese procedimiento. A continuación, al considerar las presentaciones en solitario (mostradas antes del inicio de la votación), la evaluación y extracción de frames se delimitó a esas interpretaciones. Además, se utilizaron frames (en los cuales los finalistas aparecen simultáneamente) de la presentación en cuarteto.
Así, el tercer procedimiento (análisis e identificación de significados implementados en la gestualidad de los finalistas), tomó en cuenta la técnica fundamentada a partir del enfoque sobre la viabilización de la esencia, desarrollado por Husserl (2002). Esto se debe a que, aunque el gesto se implementa con intención específica, no exime la posibilidad de interpretación bajo otra perspectiva.
El análisis de las singularidades en la gestualidad de los finalistas se funda en la comprensión de los signos como elementos materiales que pueden o tener un significado que extrapola una situación concreta. En otras palabras: el significado comienza cuando el signo deja de relacionarse estrechamente con el hecho.
El 8 de abril se retransmitió el último episodio del programa “The Voice Brasil Kids 2018” (Globoplay, 2018a). Coincidencia o no, aún en la fase de audiciones a ciegas, los finalistas Eduarda Brasil (Globoplay, 2018b), de 15 años; Neto Junqueira (Globoplay, 2018c), de 14 años; Talita Cipriano (Globoplay, 2018d), de 14 años; y Mariah Yohana (Globoplay, 2018e), de 10 años, recibieron la aprobación unánime de los evaluadores técnicos y tuvieron la oportunidad de elegir39 los equipos que iban a integrar.
En muchas situaciones (quizás en la mayoría) esta constatación agotaría el factor de similitud entre los participantes, después de todo son intérpretes con estilos40 notablemente diferentes41. Sin embargo, al considerar significados presentes en la gestualidad de los mencionados intérpretes y su interrelación con la característica infantil del talent show, esta perspectiva tiende a ser refutada. Entonces, con la finalidad de proceder con el análisis, es necesario reconocer las peculiaridades propias de cada finalista.
Al comenzar con la ganadora, Eduarda Brasil42, es indiscutible que (desde la fase audiciones a ciegas), su predilección por el género forró fue muy notoria. Con la canción “Forró del Xenhenhem”43 (Elba Ramalho) fue aprobada en el talent show y eligió componer el equipo del dúo Simone & Simaria, que correspondía con su preferencia musical.
En la fase de “batallas”, al componer el trío44 que interpretó la música “126 Cabides” (de Simone & Simaria), fue considerada la más apta. A continuación, en la disputa con Augusto Michel, Felipe Gaspar y Jennifer Campos, cantó “Baião” (Luiz Gonzaga) y siguió para la siguiente fase. Con la interpretación de la canción “Feria de Mangaio” (Sivuca, popularizada por Clara Nunes) que la concursante aseguró su lugar en la final. En dicha etapa interpretó las canciones “Frevo Mulher” (Zé Ramalho) y “Lamento sertanejo” (Gilberto Gil), además de “Forró do Xenhenhém”, en conmemoración por la victoria. Resulta evidente en Eduarda Brasil su predilección por un repertorio típicamente nordestino (de donde ella proviene) y su peculiar acento regional, lo cual movilizó positivamente las decisiones del público. Así, este tipo de formatos atestiguan que la televisión es global y nacional. Como sostienen Waisbord (2004) y Moran (2009), la televisión sigue estando moldeada por la globalización de la economía mediática y por la atracción de las economías de culturas nacionales.
Neto Junqueira, que desde las audiciones a ciegas evidenció preferencia por el rock, debutó en el programa con la interpretación de “Use Somebody” (Kings of Leon). Posteriormente, en la fase de batallas, el concursante se aventuró en el género reggae, cantando junto con los participantes Dudu Marodin y Gabriel Ciríaco. En los octavos de final alcanzó el 50% de los votos del público al cantar “Do Seu Lado” (Jota Quest). En los cuartos de final interpretó “Lo que queda del Cielo” (El Rappa) y cerró dicha fase con una preferencia del 54%.
En la semifinal, Junqueira alcanzó no sólo la mayoría de votos del público (43%), sino también la bonificación de 20 puntos por su técnica. Con la canción “Dice para mí” (Bruno Bonicini) clasificó para representar al equipo de Cláudia Leitte en el último episodio del talent show. Las canciones escogidas para ese momento fueron “Papo reto” (Charlie Brown Jr.) y “Smells Like Teen Spirit” (Nirvana), además de presentaciones con otros finalistas.
Talita Cipriano ingresó en el talent show con la interpretación de la canción “Fim de tarde” (Fat Family). Las evaluadoras técnicas Cláudia Leitte y Simone & Simaria giraron sus sillas con menos de cinco segundos de presentación de la concursante; tras veinte segundos, el evaluador Carlinhos Brown también aprobó la interpretación. En la fase de batallas, la finalista fue aprobada al cantar “Signed, Sealed, Delivered I’m Yours” (Stevie Wonder). Asimismo, pudo superar los octavos y cuartos de final con las canciones “Esse brillo é meu” (Iza) y “The Greatest Love of All” (Whitney Houston).
Cipriano se decantó por el soul y el pop. En la semifinal cantó “Crazy” (Gnarls Barkley). Pese a obtener un porcentaje bajo en las preferencias del público, fue (una vez más) aprobada por el jurado. En su primera presentación en el episodio final, interpretó “Jeito Sexy” (Fat Family) y “The Voice Within” (Christina Aguilera).
En cuanto a la actuación de Mariah Yohana, desde las audiciones a ciegas, su género preferido fue el infantil. Ingresó al talent show a través de la interpretación de “É de Chocolate” (Trem da alegría). En la fase de batallas, “Narizinho” (Ivete Sangalo) hizo que la concursante destacara ante Alane Freitas y el dúo Larissa & Isabela.
En la fase de shows en vivo, la ejecución de las canciones “Uni duni Tê” (Trem da alegria) y “Biquini de Bolinha Amarelinha” (Blitz) hizo posible que superase los octavos de final, que culminó en la interpretación de “Depende de Nós” (Ivan Lins). En la fase final, “Piuí, piuí, piuí abacaxi” (Trem da alegria) y “Não se reprima” (Menudo) fueron las canciones elegidas. La concursante también interpretó “Acima do Sol” (Skank), acompañada de otros participantes.
A medida que los finalistas se presentaron, fue posible identificar indicios constantes de actuaciones previamente determinadas. Si el grado de evidencia de este aspecto fuera representado en una escala gradual, sin duda, Mariah Yohana estaría liderando la lista (por encima de Eduarda Brasil) y Neto Junqueira en la última posición (debajo de Talita Cipriano). Sin embargo, ninguno de los participantes estaría exento completamente. Tal factor está presente (significativamente) en el rendimiento de todos los concursantes.
Ante esto, surge la siguiente interrogante: ¿existe en el episodio alguna presentación en la que la performance no esté previamente determinada? La respuesta es afirmativa: aunque no es el principal enfoque del análisis, es importante tomarlo en cuenta para ejemplificar lo que puede ser considerado como performance autónoma. En ese sentido, los siguientes frames (figura 2) fueron extraídos de la presentación del cuarteto de concursantes al cantar “Sonífera Ilha” (Titãs).
A modo de ejemplo, si comparamos la gestualidad en la presentación en grupo (cuarteto) con las intervenciones en solitario de los finalistas, se evidencia que en la primera no hay elaboración previa rigurosa, lo que cambia significativamente el resultado. Precisamente, los participantes sólo obtienen orientaciones sobre los momentos en que deben permanecer sentados o de pie.
Las posturas y los gestos del cuerpo (miembros superiores, cabeza, rostro), a pesar de estar influenciados por los estilos de cada finalista, no expresan atributos que determinen la brecha entre la característica infantil del programa y la gestualidad en la performance.
Durante la interpretación de la canción “Frevo Mulher”, se identificaron aspectos que se distancian, en significado, de lo que se espera ver en un programa de vertiente infantil. Después de cantar el estribillo “É quando o tempo sacode a cabeleira, a trança toda vermelha, um olho cego vagueia procurando por um” (Ramalho, 1979), la concursante exhibe el siguiente gesto en su rostro, junto con la elevación de su mano izquierda (figura 3).
Dicha configuración (cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, expresión con mirada seductora, sonrisa ligeramente elevada a la derecha y mano erguida con delicadeza) permite reconocer en la intérprete una actitud que se asemeja a la de una mujer seductora. La comunicación no verbal expresada en la mirada, por sí sola, induce a la percepción del mundo más propicia a un grupo de edad superior. Su gesto no está lejos de aquello que es propagado en anuncios de televisión, telenovelas o, incluso, en la actuación de otros intérpretes en los medios de comunicación.
Durante la ejecución, Eduarda Brasil utiliza sonidos que se vinculan a la interpretación propia de Ramalho, Sin embargo, es perceptible en este cuadro de vídeo que la participante presenta una gestualidad inusual a la ejecución de “Frevo Mulher”, si lo comparamos con interpretaciones profesionales, como la de las cantantes brasileñas Elba Ramalho (Globoplay, 2018f), Amelinha (Globoplay, 2018g), Lucy Alves, entre otras. Si bien imprimir una personalidad propia en el canto es un punto positivo, es necesario reflexionar si la gestualidad está ligada a la naturaleza de la canción: la ejecución de la performance permite inferir que la postura de la concursante está más cercana a la urgencia de reducir las fronteras entre la adultez y la niñez.
En otro frame, con una visión completa de la gestualidad, la participante alterna el movimiento ascendente de la cadera a derecha y a izquierda, siguiendo una marcación rítmica que expresa seducción. De esta forma, el cuerpo de Brasil (figura 4) modaliza el discurso y hace explícito e traslado de la idea originaria del frevo, en el sentido de una “fiesta animada” (Albin, 2006) hacia una intención más provocativa.
La gestualidad (más de mujer que de niña) es discordante a la característica del formato. Sin embargo, el gesto corporal receptivo, al dirigirse al público y músicos que comparten la escena (figura 5), cosecha reconocimiento y éxito durante la presentación. La envergadura del cuerpo y manos en dirección a quien está siendo dirigida la atención, la proximidad permitida e interacción a través de la mirada, reflejan el análisis gestual realizado.
Brasil añadió episodios de interacción a su interpretación musical, conjugándolo con gestualidad adulta. En tramos como “Gemeram entre cabeças a ponta do esporão” (Ramalho, 1979), es recurrente la imagen de Brasil realizando gestos corporales que podrían ser descritos como una lenta “inclinación” lateral. De hecho, eso es exactamente lo que hizo. Incluso con las manos libres, no hay impedimento para su gestualidad que se concentra en el rostro y que a veces se extiende por todo el cuerpo.
Si consideramos los gestos al tomar el micrófono (figura 6), es importante tener en cuenta que la finalista no lo mueve mucho. De hecho, en ciertas situaciones, lo trata como extensión de su cuerpo o, simplemente, como un instrumento necesario para su canto. En algunos momentos, lo utiliza cerca de la boca, en otros, principalmente en notas más agudas, lo aleja considerablemente. Esto ocurre, sobre todo, en situaciones de exigencia vocal, en las cuales, incluso, su facción se torna más enfática.
La canción “Papo reto” (Charlie Brown Jr.) fue elegida para su presentación en la fase final. Marcada explícitamente por el empleo de vocabulario transgresor (incluso para los adultos), la elección de esta canción establece un explícito distanciamiento de la propuesta “kids” inherente al formato. Si bien algunos fragmentos se omitieron, la elección no debió ser incluida en un repertorio de talent show infantil. Sin embargo, por más agresiva que resultase esta opción, dicho género musical fue fiel a la inclinación evidenciada por Junqueira desde el inicio del programa.
Dicho esto, el primer elemento gestual, en su performance es el acoplamiento al uso del micrófono (figura 7). Sin duda, su postura no está lejos de las consideraciones de Valente (2003) sobre la gestualidad de los intérpretes de rock. La mayor parte del tiempo, el finalista se presenta con el aparato muy junto a la boca.
Asimismo, el participante se mueve en el escenario de manera muy similar a lo que exige el género: gestos agresivos, meneando compulsivamente la cabeza con una fuerte marcación rítmica. La mano, moviéndose casi siempre a la altura del tórax, en algunos momentos asume la función de enfatizar ese parámetro. En otros momentos lo abandona para permitir la gesticulación.
La performance previamente determinada no se manifiesta con tanto énfasis, exceptuando el sincronismo de las acciones del intérprete con los disparos de cohetes de humo distribuidos por el escenario. Pero cuando los gestos del rostro (que corresponden vehementemente al contenido de la narrativa) comienzan a explicitar miradas, a veces prolongadas, con expresiones que inducen a significados inherentes a la amenaza e intimidación, la performance determinada comienza a ser revelada (figura 8).
Otro factor que merece destacarse es su interacción con la cámara. El énfasis gestual dirigido a los que lo asisten y acompañan demuestra una particular distinción en su desempeño. A diferencia de otros finalistas, el mencionado concursante da pasos confiados hacia la cámara, mientras recita la letra de la canción. En otros momentos, el finalista sólo lanza miradas hacia la cámara (con cierto grado de superioridad) como reclamando atención. En suma, los elementos gestuales que el participante establece una distancia hacia los formatos de sesgo infantil.
En la interpretación de la canción “Jeito sexy”: el gesto y posición corporal de la participante (figura 9) se evidencia una performance bajo determinación previa. Durante su baile (con movimientos de brazos y piernas), la influencia del discurso cantado se potencia para la obtención de significados. La inclinación, que se repite varias veces, demuestra la exhibición de gestos adultos (por no decir sensuales) en la performance, sumándose a las mismas exigencias de la composición musical, la cual induce a cierta gestualidad, determinándose que la selección de la música apoyó la motivación de rasgos adultos.
Mientras Cipriano canta “Oh baby, vem mexendo assim” (Family, 1998), la mano libre de la concursante subraya el contorno de su cuerpo en dirección a las caderas, de abajo hacia arriba, hasta alcanzar su punto máximo para luego abrirla a la altura del rostro (figura 10). Nada más lejos de la naturaleza “kids” del programa.
La gestualidad seductora (tanto en las interpretaciones de Cipriano y Brasil) se agudizarían por el factor de la indumentaria. Sin embargo, los trajes de las participantes (que las cubren casi completamente y no se adhieren a sus cuerpos) no se emplean para potenciar sus movimientos. Comparativamente, los gestos del rostro de Cipriano (más ligadas a la narrativa) no son tan enfáticos como los de Eduarda Brasil. Su gestualidad está varias veces ligada a la dinámica musical y refleja la ejecución de ornamentos vocales. Cipriano toma el micrófono (figura 11) como si este fuera el receptáculo de su voz (Valente, 2003). Los frames de vídeo muestran que la finalista aparece con labios en formato de “o” en los momentos en los que prioriza la impostación de la voz o el registro de notas graves. Cuando aparece con los labios más abiertos, generalmente está ejecutando melismas45: esta gesticulación facial está íntimamente ligada a la pronunciación de los fonemas.
Al ejecutar la canción, su movimiento en el escenario parece desarrollarse de forma más autónoma y bastante enfática. Cipriano transita por diversos espacios y logra resaltar el ritmo de la canción con sus gestos. Su interacción con integrantes de la banda y el público no es significativa. Sólo en el momento final se identificó un direccionamiento específico hacia sus compañeras de escenario.
Hemos podido identificar una tendencia en las presentaciones en solitario de los tres finalistas mencionados: la implementación de una gestualidad adulta. Esta tendencia, sin embargo, también se apoya en diferentes opciones musicales (aunque no son razones definitivas para la introducción de algunos de estos gestos).
Desde la fase inicial de audiciones a ciegas, la participante se presentó con un repertorio claramente infantil: en palabras del evaluador Carlinhos Brown, representó “la voz del niño brasileño”. En todo caso, su presencia en la fase final justificó la naturaleza del programa, como “talent show kids”.
La gestualidad de Mariah Yohana (figura 12) fue acorde con el género musical. La elección de la canción fue primordial para la concepción de su actuación: al interpretar “Piuí, piuí, piuí Abacaxi” (Trem de la Alegría), la concursante recurrió a movimientos alineados a la naturaleza de la composición, es decir, implementó gestualidad alusiva a lo que se está cantando, como forma de “concretización” del discurso.
Los gestos de rostro son significativos: expresan emociones de alegría, diversión y de ensoñación (potenciado por el escenario con un enorme globo blanco y azul, además de humo con aspecto de nube), todos elementos alusivos al concepto de “niñez”. En este contexto, esto evidencia que para cada tendencia surge una contratendencia que lo complementa. En ese sentido, Penn (2008) afirma que “para cada impulso de modernización, hay una corriente de apego a los viejos valores” (p. 453). Este fenómeno se materializó en la final del programa “The Voice Brasil Kids 2018”, encarnado en la participante Mariah Yohana.
El micrófono, sostenido por la mano izquierda (figura 13), no interfiere en la visualización de sus expresiones, ya que permanece razonablemente alejado de la boca durante toda la canción. Además, la ropa de la participante favoreció aún más la correspondencia con el universo infantil. Los vestidos coloridos (en tonos lilas, con detalles rosas) y el lazo en la cabeza demostraron, como señala Valente (2005), el área de actuación de la intérprete antes de su presentación.
Los gestos corporales de Mariah Yohana están coordinados por movimientos previamente definidos: al cantar “Piuí, piuí, piuí abacaxi, choque, choque, choque, choque por aí” (Mendes, 1987), la finalista levanta el brazo derecho y lo mueve verticalmente, simulando de forma lúdica, la rutina de un conductor de tren.
La desvinculación de Mariah Yohana con la performance previamente determinada residió en su mirada: se presenta ocasional y a menudo fugaz, tanto hacia el público como hacia la cámara. El contacto visual poco prolongado caracteriza una parte significativa del rendimiento y a menudo está orientado hacia arriba, hacia abajo o concentrado en los movimientos de las manos. Las expresiones de la participante, la naturalidad de su emisión vocal, su carisma y gestualidad adecuada a la condición de niño fueron diferenciales para la determinación de la performance. Después de todo, no había motivos para introducir cambios en la idea de predisposición a la gestualidad adulta. De esta forma, Mariah Yohana no presentó aspectos predominantes en la actuación de los demás finalistas y aparece en el contexto como una contratendencia.
La transformación de programas televisivos en productos de consumo para la concesión de licencias y distribución mundial es el núcleo de las empresas dedicadas al reality TV. Esto se debe a que la comunicación y la economía se han entrelazado aún más con el avance de la globalización y el crecimiento de las corporaciones de medios, que establecen relaciones marcadamente económicas en el ámbito global. Además de programas “enlatados” y guiones, los formatos franquiciados aparecen como opción frecuente en la programación de emisoras brasileñas: reality shows, game shows, y talent shows son opciones rentables que garantizan bajo riesgo en la inversión. Sin duda, “The Voice Brasil Kids” representa ese escenario.
Aparte de la fórmula híbrida de entretenimiento (talent show, game show y reality show), “The Voice Kids” acentúa un aspecto subyacente a la producción televisiva: la proliferación de gestos con significados adultos en la actuación de los participantes infantiles. Los géneros musicales elegidos por los finalistas Neto Junqueira y Talita Cipriano pertenecen a la esfera adulta y que no difieren a los que se exhiben en la versión adulta del formato. Las temáticas (volcadas a las relaciones sentimentales, a la rebeldía y un vocabulario transgresor) son antagónicas a la naturaleza infantil del programa.
Esta disminución de las fronteras entre niños y adultos se refuerza con los contenidos de la publicidad, que suele presentar a los niños como adultos inteligentes y atractivos, reduciendo significativamente las diferencias entre ambas dimensiones. Esto se puede constatar al visualizarse la performance de Talita Cipriano, Neto Junqueira (ambos de 14 años) e incluso la de Eduarda Brasil (15 años) La presente investigación no tiene como objetivo defender la dicotomía entre las fases de “adolescencia” y “juventud”, sino la necesidad de determinar con claridad la naturaleza del programa y lo que hace aptos a los participantes dentro de la producción. Del mismo modo, se quiere identificar el grado de responsabilidad que tiene la productora brasileña de este formato de esta brecha entre la naturaleza “talent show infantil” y los significados que aparecen en las actuaciones previamente determinadas.
Desde la primera fase, la esencia del programa parte del eje “talent show”, bajo la premisa de “revelar los talentos de los niños de la música nacional”.
Es decir, el objetivo principal de la producción televisiva es exhibir la competencia y aptitud musical de los niños. El hecho es que (desde la perspectiva de los significados de gestos implementados a las actuaciones determinadas previamente) sólo la participante Mariah Yohana correspondió a la vinculación entre la actuación del intérprete y la esencia temática del formato.
Las redes sociales recogieron una considerable cantidad de quejas sobre la necesidad de ampliar el alcance nacional de la versión “teens” del programa, así como la reducción de la edad máxima para participar en la versión infantil. Esa sería una alternativa para que los rangos de edades no afecten el criterio de elección del público, pero no se puede asegurar que sería efectiva para preservar (a través de los significados de la gestualidad implementada en las actuaciones) la característica “kids” del programa.En suma, el formato “The Voice Kids” no se centra únicamente en el rendimiento de un participante en particular. Todo tiene que atender a la estructura híbrida (talent show, game show y reality show) que brinda garantías de inversión. De esta forma, la actuación mediatizada es el verdadero espectáculo.
Para citar este artículo: Firmino da Silva, M., & De Oliveira Lima, M. (2019). Franquicia televisiva en formato talent show infantil y la gestualidad en la performance del canto. Correspondencias & Análisis, (10). https://doi.org/10.24265/cian.2019.n10.11