Literatura

Aves sin nido o la refundación de la nación peruana

Birds Without a Nest or The Refundation of The Peruvian Nation

Ronald Sáenz Leandro
Universidad de Costa Rica, Costa Rica

Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica

Universidad de Costa Rica, Costa Rica

ISSN: 0377-628X

ISSN-e: 2215-2628

Periodicidad: Semestral

vol. 46, núm. 1, 2020

filyling@gmail.com

Recepción: 04 Diciembre 2018

Aprobación: 06 Febrero 2019



DOI: https://doi.org/10.15517/rfl.v46i1.41056

Resumen: Aves sin nido (1889) de la escritora peruana Clorinda Matto de Turner es una obra canónica en la expresión de la narrativa romántica del XIX en el continente americano. No obstante, la novela de Matto también destaca por el hecho de presentar algunos atisbos estéticos pertenecientes a la corriente realista-naturalista, lo que conlleva a encauzar a un tiempo tanto aspiraciones de construcción nacional, como de crítica social. El presente trabajo parte de los anteriores entendidos y postula una lectura a la luz de las posibles confluencias entre elementos tales como la raza, la clase, el sexo, la nación y la dominación política. Concluye que la novela puede ser leída como una propuesta de refundación de la nación peruana desde una óptica que privilegia el mestizaje, la migración campo-ciudad y la modernización burocrática del Estado. Estos elementos son presentados como la panacea que puede liberar al Perú de los legados histórico-institucionales que prolongan el atraso e impiden la renovación de los valores.

Palabras clave: Clorinda Matto de Turner, literatura latinoamericana, ficciones fundacionales, nación, Perú.

Abstract: Aves sin nido (1889) by the Peruvian writer Clorinda Matto de Turner is a canonical work in the expression of the nineteenth century romantic narrative in the Americas. However, Matto's novel also stands out for the fact of presenting some aesthetic glimpses belonging to the realist-naturalist current, which leads to channel both aspirations for national construction and social criticism. The present work starts from the previous experts and postulates a reading in light of the possible confluences between elements such as race, class, sex, nation and political domination. This work concludes that the novel can be read as a proposal to refound the Peruvian nation from a perspective that privileges miscegenation, rural-urban migration and the bureaucratic modernization of the State. These elements are presented as the panacea that can free Peru from the historical-institutional legacies that prolong the backwardness and impede the renewal of values.

Keywords: Clorinda Matto de Turner, Latin American literature, founding fictions, nation, Peru.



¿Quién sabe si después de doblar la última página de este libro se conocerá la
importancia de observar atentamente el personal de las autoridades, así
eclesiásticas como civiles, que vayan a regir los destinos de los que viven en las
apartadas poblaciones del interior del Perú?
(Matto de Turner, 2006, p. 93, Proemio de Aves sin nido)

1. Introducción

La cuestión que gira en torno a la formación de los estados nacionales en América Latina deviene problemática al menos en dos sentidos. Por una parte, trae a colación una dimensión temporal, esto es, ¿a partir de cuándo podemos hablar de estados nacionales propiamente dichos? Por otra, y relacionada con la anterior, debería acudirse a conceptualizar este fenómeno tomando en cuenta que los casos los constituyen sociedades con largas trayectorias de dependencia colonial y legados históricos instituidos.

Un punto de partida básico para afrontar la complejidad de la propuesta reside en considerar la formación de los estados y de las naciones en América Latina desde una perspectiva relacional, continua, desigual y no necesariamente progresiva. Es decir, como resultado de un proceso –no necesariamente resuelto– que combinaría, al menos, la economía (el aspecto material), la nación (el aspecto ideal) y el sistema de dominación (Oszlak, 1978, p. 14).

Esta apreciación conceptual conllevará a discutir, entre otras cosas, el presupuesto de la independencia como “momento fundacional” de los Estados. En realidad, hoy se sabe que este acontecimiento no tuvo cabida sino hasta finales del siglo XIX, con el ascenso del liberalismo y la reconfiguración de lo que hasta entonces se había entendido por “sentimiento nacional”, o inclusive la patria (González-Stephan, 2002, p. 41).

La doble distinción, material e ideal, de este proceso vendría a expresar, por una parte, el resultado de las tensiones para la integración de las nacientes repúblicas en la economía internacional; mientras que por otra, funcionaría a manera de amalgama utilizada por las élites liberales decimonónicas para otorgar sentido y noción de comunidad en la medida en que forjaban una aspiración identitaria adecuada a sus intereses. Bajo este panorama, resulta interesante la gran cantidad de formas mediante las cuales pueden expresarse estas tensiones –como las literarias–, incluso la manera en que arrojan luces sobre el peso que el legado ibérico centralista tendrá en las antiguas colonias. Asimismo, este ayudará a entender los distintos patrones de organización política, social y cultural que persistieron aún luego del periodo de independencia (Whitehead, 1994; Wiarda, 2003).

Ahora bien, si se concibe a la literatura como una práctica social, no es de extrañar que la crítica literaria no haya permanecido ajena a este tipo de debates. En su lugar, en las últimas décadas se ha gestado el auge de toda una vertiente interpretativa que toma en cuenta gran parte de las tensiones materiales e ideales de las jóvenes repúblicas latinoamericanas hacia la segunda mitad del siglo XIX, como punto de partida para el posterior contraste entre la práctica literaria y el proyecto ideológico de las clases gobernantes en el continente.

La relación entre la política o la historia, la ficción y la formulación de proyectos de identidad nacional ya ha sido ampliamente abordada por trabajos de referencia (Anderson, 1993; Hobsbawm, 1983). De manera más específica, este vínculo también ha sido estudiado para el caso de la novela decimonónica en América Latina (Lasarte, 2003; Sommer, 2004)1. Este trabajo ha marcado hábilmente las pautas para entender el corpus novelístico de esta época bajo la forma de “ficciones fundacionales”, las cuales sintetizan la yuxtaposición entre la política, el amor romántico u erótico y la nación2.

Aquí, las ficciones a las que se hace referencia no estarían divorciadas tajantemente del término convencional de “realidad”, sino que se les entiende como representaciones performativas que pueden llegar a condensarse en discursos y construcciones simbólicas, mismas que acarrean consecuencias tangibles para las sociedades (Schmidt-Welle, 2003, p. 11). Es de esta manera que:

Las novelas románticas se desarrollan mano a mano con la historia patriótica en América Latina. Juntas despertaron un ferviente deseo de felicidad doméstica que se desbordó en sueños de prosperidad nacional materializados en proyectos de construcción de naciones que invistieron a las pasiones privadas con objetivos públicos (Sommer, 2004, p. 23).

Este ensayo postula que es posible ubicar a Aves sin nido (1889) de la escritora peruana Clorinda Matto de Turner dentro de esta extendida expresión de la narrativa romántica en el continente. No obstante, la novela de Matto también destaca por el hecho de presentar algunos atisbos estéticos pertenecientes a la corriente realista-naturalista, lo que conlleva a encauzar a un tiempo tanto aspiraciones de construcción nacional, como de crítica social, siendo precisamente este entrecruce el que caracterizará y enriquecerá a gran parte de la novelística hispanoamericana de este periodo (Liñán, 2005, p. 17).

El presente trabajo parte de los entendidos anteriores para analizar la novela peruana a la luz de las posibles confluencias entre elementos tales como la raza, la clase, el sexo, la nación y la dominación. Así, en primera instancia, se brinda un marco general, tanto de la escritora y su contexto, como de los principales debates que la crítica ha efectuado para aproximarse a Aves sin nido. En lo siguiente, la distribución del texto responde a los ejes de interpretación propuestos, a saber, la formulación de un proyecto de identidad nacional (tomando en cuenta la tensión entre la dominación tradicional y el ideario modernizador del liberalismo) y la representación de la mujer criolla e indígena dentro de este marco.

2. Clorinda Matto de Turner, ¿precursora de la novela indigenista?

Si se piensa en la coyuntura inmediata que permea el despegue artístico de Clorinda Matto de Turner (Cuzco, 1852 – Buenos Aires, 1909), es ineludible hacer mención al clima de desazón generado por la Guerra del Pacífico (1879-1883), conflicto bélico que enfrentó a la alianza de Perú y Bolivia contra Chile, principalmente por el control de yacimientos minerales que involucraban las fronteras de los tres países.

La tónica que marcará este periodo se caracteriza por la incertidumbre de las incipientes repúblicas en torno a los límites y capacidades estatales, las cuales se encontraban mermadas, entre otras razones, por la dependencia del comercio exterior para la financiación del Estado y por ende de la guerra, por la deuda externa, por la dependencia en uno o pocos productos primarios, por la dificultad para la centralización del poder y por la dificultad de formación de una élite unificada alrededor de un proyecto de nación, entre otros (Centeno, 2014, p. 262).

Matto de Turner nace en Cuzco en el año 1852 e inicia su actividad durante este conflictivo periodo. Si se piensa en la producción artística, literaria y cultural del siglo XIX peruano, sin duda ella es una de las máximas referentes. Comienza a destacar en los círculos intelectuales a raíz de su inmersión en el ámbito periodístico, fundando en 1876 la revista cuzqueña El Recreo en la que llegarán a publicar escritores de renombre como la escritora argentina Juana María Gorriti o el peruano Ricardo Palma, siendo este último importante precursor del costumbrismo en el continente (Oviedo, 1997, p. 193).

Hacia 1880 se traslada a vivir a Lima, al tiempo que su carrera literaria y periodística comienza a ir en ascenso. De esta época destaca el medio intelectual en el que Matto de Turner se comienza a desenvolver: organiza debates políticos, veladas literarias y establece su participación activa dentro de los círculos de discusión cultural y, más específicamente, en “El Ateneo de Lima” (Ward, 2012, p. 364).

Para finales de la década asumirá la dirección de El Perú Ilustrado, diario limeño que promovió la internacionalización de sus colaboraciones desde una óptica latinoamericanista. Esta prolífica época coincide con la publicación de Aves sin nido, libro que le valió el reconocimiento inmediato debido a su éxito editorial, llegando a ser incluso la novela más leída y comentada en el ambiente de circulación intelectual de la época, aunque posteriormente le valdrá la censura eclesiástica y el exilio a Buenos Aires, donde finalmente morirá. La novela llegó a tener tal resonancia que contó con una edición en Argentina en el mismo año de su publicación, una traducción al inglés publicada en Londres y una edición en Valencia entre los años 1906 y 1908 (Ferreira, 2005, pp. 29-30).

La mención a la zozobra generada por el contexto bélico mencionado más arriba es importante en tanto Antonio Cornejo-Polar (1994, p. x) le atribuye la inquietud reformadora que recorrerá gran parte de su obra. En la prosa de la autora se podrá dilucidar la ambición de reconstrucción nacional, luego de una experiencia de fracaso nacional. La alternativa de su obra apunta hacia la modernidad, sobre todo si se piensa en la “trilogía” conformada por Aves sin nido (1889), Índole (1891) y Herencia (1893), las cuales en conjunto conforman un alegato didáctico-moralizante sobre la sociedad peruana y sus costumbres (Vicens, 2013, p. 47).

La relación entre las novelas mattianas y la modernidad, además de funcionar como enjuiciadora de actitudes, lleva consigo la redignificación del alma nacional. Esto es, que sugiere alternativas a los designios desafortunados de las élites tradicionales. Como se ha estudiado ampliamente, la salida más habitual otorgada por la novelística hispanoamericana del momento recayó en la órbita de la institución familiar: en los conflictos familiares se condensa la tensión dramática y es, en este sentido, la alegoría privilegiada de la nación (Cornejo-Polar, 2003, p. 110).

En la obra de Matto es posible ubicar toda una serie de temas que se repiten y que tienen que ver con la “cruzada civilizadora” en contra de las tradiciones que consideró rancias en ciertos estratos de la sociedad de su tiempo. Ahora bien, visto desde la actualidad, resalta el hecho de que sus preocupaciones adquieren un carácter interseccional, esto en tanto en Aves sin nido se condensan inquietudes que no solo tienen que ver con “el problema del indio” en el Perú, sino también con la situación de la familia y el papel de la mujer en su núcleo, con la separación entre la Iglesia y el Estado, la corrupción de las oligarquías serranas, la explotación sexual de las mujeres, el papel central de la educación para el progreso, o bien, con el auge de la industrialización y los medios de transporte.

Sobre estos temas es que versará la mayoría de escritos críticos que han tratado la obra de la autora peruana, siendo el más repetido y evidente el de la situación del indio. A este respecto, José Miguel Oviedo (1997, p. 113) afirma que Aves sin nido es, de hecho, una novela de transición –esto se discutirá más adelante– entre la tradición indianista y la literatura de corte indigenista. No obstante, esta última llegará a alcanzar su máximo apogeo en el panorama andino hasta la década de los treinta, con las novelas de Ciro Alegría, José María Arguedas, Jorge Icaza o Manuel Scorza, entre otros.

La importancia de la novela reside en gran parte en que adelantó muchas de las reivindicaciones que serán desarrolladas más ampliamente por los escritores indigenistas, no obstante, su adscripción a la corriente romántica mezcla estas con descripciones idealizadas y caricaturescas de la población indígena. En suma, Aves sin nido constituye una respuesta a esta problemática pero matizada por la perspectiva ideológica del progreso, y en este sentido es normal encontrar en ella visiones ahistóricas o hasta paradójicas. Esta situación –aunada a otras propuestas más contemporáneas como la cuestión de género– será una discusión que acaparará la atención de la crítica literaria hasta la actualidad.

Aves sin nido relata la historia de lo que acontece en un poblado de la sierra peruana llamado “Kíllac”, a raíz de la llegada de una familia acomodada –los Marín– representante de la burguesía liberal capitalina de la época. Kíllac es un poblado pequeño con mayoría de población indígena (“los naturales”) pero regentado por una minoría mestiza (“los notables”) que acapara los puestos fundamentales de la jerarquía administrativa, judicial y eclesiástica.

Las tensiones comienzan a surgir a partir del momento en que la india Marcela, esposa del indio Juan Yupanqui, acude ante la señora Lucía Marín para ponerla al tanto de los infortunios que padecen: abusos por parte de los comerciantes de lana a través del llamado “reparto”, el embargo de cosechas, la institución de la mita, entre otros. Bajo esta situación, Lucía logra convencer a su marido Fernando, gerente de una empresa minera, para que tomen partida por la familia de la india y le ayuden a saldar sus cuentas. Desde este momento, la novela transita por el rechazo de las élites locales ante lo que consideran una “intromisión” en el statu quo del pequeño pueblo serrano.

Con este breve resumen, no hay duda de que lectura más evidente de Aves sin nido es la que se condensa en la metáfora de “la nación como nido y el indio como ave desamparada” (Rénique, 2015, p. 77). Esta interpretación no solo se ve reforzada con el título de la novela sino con la repetición constante de la metáfora en diversos puntos de la narración. Esta situación ha suscitado el debate en torno a esta obra como novela indianista o indigenista3.

A pesar del éxito que en un principio Aves sin nido le trajo a la autora, la novela no llegó a tener mayor repercusión en las décadas posteriores, bien por el sometimiento a la censura eclesiástica, o bien por sus deficiencias estéticas. Hacia mediados del siglo XX, algunos estudiosos comenzaron a rescatar tanto a Clorinda Matto como a su obra, y a reivindicarla –al lado de Mercedes Cabello de Carbonera– como una de las precursoras del realismo social en Perú (Sales, 2006, p. 25).

Fernando Arribas (1991, pp. 64-65) llama la atención sobre el hecho de que Aves sin nido es ignorada por José Carlos Mariátegui en la parte dedicada a la literatura de su célebre Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (2007[1928]). Arribas afirma que esta cuestión se debe probablemente a la concepción tajante de indigenismo enarbolada por el Amauta. Para Mariátegui, la corriente indigenista genuina opta por superar la imagen del indio como “tipo, tema o motivo” romántico, pintoresco y/o exotista, y avanzar sobre una aproximación a la problemática del indígena que tenga en cuenta las condiciones estructurales que han pauperizado al campesinado indígena en el Perú.

Sobre esta razón es que el debate que ha permeado a la crítica ha transcurrido entre ubicar a Aves sin nido bien como novela exotista, bien como precursora del indigenismo, o bien, como novela indigenista con todo el derecho. La estudiosa Aida Cometta (1960) reconocerá que, aunque la novela peruana de Clorinda Matto está envuelta predominantemente bajo un molde romántico, “[...] es la primera novela que en el Perú y en el continente, nos presenta al indio como personaje humano” (p. 19).

Este es un tema complejo y que ha posicionado a la crítica de un lado u otro. Arribas (1991, pp. 73-74) termina por concluir que en realidad el discurso de la novela está más interesado por formular una alocución ética y moral que por entrar de lleno en la situación de la lucha indigenista. Para el autor, la presencia de personajes indígenas y la denuncia de su situación, se encuentra más encauzada hacia señalar el estado paupérrimo en el que se encontraba el Perú como parte de las consecuencias de la corrupción y la guerra: la situación del indígena es solo una excusa para tratar el atraso generalizado al que les habían llevado las élites tradicionales.

Tomás Escajadillo (2004, pp. 131-148), con una opinión similar, afirma contundentemente que Aves sin nido no puede ser estimada como una novela indigenista, siendo que a lo sumo puede ser considerada como su antecedente más importante. Para este autor, la sinceridad de las intenciones de Clorinda Matto se ven opacadas por la lejanía con la que caracteriza a los personajes indígenas de la novela, así también por lo difuminado que queda el sentimiento de reivindicación social ante el drama amoroso que se desarrolla en la trama.

3. La propuesta mattiana de la nación peruana

Aves sin nido no escatima al presentarse con un programa. En el proemio de la obra, la escritora llega a dejar muy en claro sus intenciones: la novela tiene una función correctiva y por lo tanto política. Hay aquí una intención explícita de refundar el Perú a través de la supresión de los vicios que, al parecer de la autora, están carcomiendo la sociedad, y remplazarlos por aquellos nuevos ideales que se enmarcan dentro de la nación moderna que se busca impulsar.

El anterior cometido ocurre al menos en dos vías. La primera se encuentra manifiesta en el proemio: “Repito que al someter mi obra al fallo del lector, hágolo con la esperanza de que ese fallo sea la idea de mejorar la condición de los pueblos chicos del Perú” (Matto, 2006, p. 94). La segunda, por su parte, se puede dilucidar en el interior de la trama, en la construcción de los personajes y de los diálogos, o incluso hasta en la misma voz narrativa omnisciente.

Siguiendo a Schmidt-Welle (2003, p. 11), en la narrativa del siglo XIX tiene lugar un proceso de “reterritorialización”, esto es, de sustitución de las fronteras discursivas. De esta manera, gran parte de la formulación de un proyecto de identidad nacional pasa por prestar atención a la evaluación del sistema de valores presentado en la novela, lo que resulta en que la mayoría pueden sintetizarse a partir de oposiciones tales como: campo / ciudad, civilización / barbarie, o bien, tradición / modernidad.

Así las cosas, de entrada se puede aclarar que no existe en la novela algo así como una visión peyorativa del campo como tal, al contrario, la descripción inicial de Kíllac coincide con la construcción de un locus amoenus bajo el cronotopo idílico-campesino: “El plano alegre rodeado de huertos, regado por acequias que conducen aguas murmuradoras y cristalinas; las cultivadas pampas que le circundan y el río que le baña; hacen de Kíllac una mansión harto poética” (Matto, 2006, p. 98).

Aunque es un poblado del interior andino, Kíllac se encuentra bien comunicado y es constantemente utilizado como centro de reposo para empresarios que hacen viajes de negocios al campo. Siendo así, tal parece que el elemento que siembra la discordia en “la vida poética del campo” tiene que ver más con la actitud de sus autoridades:

[...] como en todos los pequeños pueblos del interior del Perú, donde la carencia de escuelas, la falta de buena fe en los párrocos, y la depravación manifiesta de los pocos que comercian con la ignorancia y la consiguiente sumisión de las masas, alejan, cada día más, a aquellos pueblos de la verdadera civilización que, cimentada agregaría al país secciones importantes con elementos tendentes a su mayor engrandecimiento (Matto, 2006, p. 122).

El campo es tomado en cuenta como parte de la nación. Aquí no podrá encontrarse parte del discurso típico del caudillismo de provincias que ve en el interior de los países un territorio ajeno a sus fronteras. El problema aquí son las personas que se han criado o que residen en Kíllac.

Este punto es constatable con la manera en que se describe al matrimonio de los Marín, el cual proviene de la ciudad y su estancia en el pueblo llega a pasar desapercibida hasta que las circunstancias les obligan a tomar parte contra la insensatez parroquiana. La señora Marín, además de ser la encarnación de todos los buenos modos y costumbres, se presenta como una dama de sociedad que se encuentra en la capacidad de reunir a las autoridades del pueblo para solicitar la condonación de la deuda pendiente de la india Marcela.

Más adelante y ante el fracaso de su solicitud, Lucía logra convencer a su esposo Fernando para que este interceda por los Yupanqui. En el señor Marín no hay espacio para la duda y, aun siendo un empresario de ciudad, no destila la ambición desmesurada que la voz narrativa atribuye a los notables del pueblo, por ejemplo: “La persona de don Fernando Marín era distinguida en los centros sociales de la capital peruana, y su fisonomía revelaba al hombre justo, ilustrado en vasta escala, y tan prudente como sagaz” (Matto, 2006, p. 122).

Durante toda la primera parte solo conocemos la ciudad por sus virtuosos representantes. Asimismo, además del matrimonio Marín, otro personaje que en la novela llega a encarnar todo tipo de virtudes es Manuel, hijo adoptivo del gobernador de Kíllac, Sebastián Pancorbo, y de doña Petronila. Manuel partió a la ciudad siendo niño para educarse, lo que le permite volver ahora con veinte años convertido en un hijo ejemplar y en un “hombre de bien”, ahora abocado al estudio de las leyes.

La alianza que efectuará Manuel con el matrimonio de los Marín terminará por conformar el bando de los “modernizantes”, personajes racionales, gentiles, de buenos modales y partidarios de la justicia. Esta visión positiva también recubre a los indígenas que, si bien viven en el campo, son una raza que ha logrado resistir de buena manera a la corrupción de los notables. El apresamiento injusto del indio campanero (Isidro Champi) de la Iglesia suscita una reflexión en este sentido. La visión que aporta Matto es ciertamente idealista: aquí el indígena es esencialmente bueno y todo acto indigno de su parte es culpa de la presión a la que se ha visto sometido:

—¿Cómo saldrá Isidro Champí?

—Espero que bien. Ese indio es inocente, no lo dudes.

—¿Yo? Jamás lo he dudado; sé que cuando hace algo malo el infeliz indio peruano es obligado por la opresión, desesperado por los abusos (Matto, 2006, p. 251).

Ahora bien, por otra parte, es posible apuntar que la disputa por la idea de nación está emparentada con el origen de los personajes. No obstante, esta concepción difiere según el grupo que la formule. Para los notables está más relacionada con una cuestión primeramente material, como lo es el poder sobre el territorio, mientas que para los burgueses se convierte en una cuestión ideal que tiene que ver con los valores compartidos. La siguiente es la reproducción de una conversación mantenida entre los notables de Kíllac:

—Sí señor, nosotros estamos en nuestro pueblo.

—Cabales.

—Como nacidos en el terruño.

—Dueños del suelo.

—Peruanos legítimos.

Fueron diciendo los demás, pero a nadie se le ocurrió preguntar si los esposos Marín eran peruanos por haber nacido en la capital (Matto, 2006, p. 118).

El fragmento anterior ejemplifica de buena manera los argumentos que se vienen hilando. Para los notables, la legitimidad del “ser peruano” viene dada por la pertenencia al pueblo. En este sentido, tanto Manuel como los Marín adquieren el carácter de extranjeros: “—No faltaba más, francamente, mi señor cura, que unos foráneos viniesen aquí a ponemos reglas, modificando costumbres que desde nuestros antepasados subsisten, francamente” (Matto, 2006, p. 114), afirma el Gobernador en un diálogo con el cura.

Es en este punto que es posible postular que la disputa por la nación pasa a otro nivel, este es, el de la tradición y las costumbres (la postura de los notables) frente al poder racionalizador de la modernidad (la postura de los burgueses). Esta disyuntiva puede ser resumida a través de la tipología clásica expuesta por el sociólogo alemán Max Weber sobre las formas de dominación legítima, a saber, la tradicional4 y la legal-racional5. Para la primera concepción, las costumbres otorgan la viabilidad con el fin de que las autoridades civiles, eclesiásticas y judiciales puedan obrar a placer: embargan las propiedades, cobran deudas, violan y someten a mujeres indígenas y realizan juicios sumarios. Para la segunda, por su parte, toda la acción de las autoridades debe estar guiada por una causa justa y tipificada, lo que implica la existencia de un debido proceso.

Desde este punto de vista, la novela de Matto representa la lucha por la modernización estatal, misma que llegará a concluir con la instauración definitiva de los Estados burocráticos y la lucha contra los mecanismos informales de gobierno como el caciquismo, representado en la figura del Subprefecto. Es por esta razón que se presenta de manera positiva la instrucción de Manuel en jurisprudencia: “[...] si reflexiona usted por un momento sobre el personal que administra aquí la justicia, conocerá la necesidad de que una autoridad recta y bien intencionada haga cumplir las leyes” (Matto, 2006, p. 236). Para Manuel el uso de la violencia solo es justificable como ultima ratio –como cuando acude en defensa de los Marín–, mientras tanto la lucha se da por medio de los canales debidamente establecidos.

En este punto también entra en juego el papel civilizador de la educación, como se puede dilucidar en palabras de Fernando Marín: “yo amo a esa juventud estudiosa y seria que encuentra en su propia inspiración el aliento para el trabajo; por esto amo a Manuel y preveo que será un abogado distinguido, capaz de dar lustre al foro peruano” (Matto, 2006, p. 234). Esta cuestión, como en el fragmento anterior, se presenta mediante la fe en la instrucción temprana de la juventud burguesa como condición para el progreso, mientras que por otra parte, no excluye del todo al indígena.

Si se piensa en proyecto educativo, dentro de la idea mattiana de nación están incluidos los indígenas, no obstante, lo están en la medida en que se les homogeniza. La educación que se pregona para ellos está adecuada a la ideología liberal, lo que constituye todo un acto de invalidación epistémica. Para Aponte (1994, p. 48), esto último se explica por el hecho de que el ingreso de las hijas de los Yupanqui al núcleo de la familia de los Marín abandona rápidamente su connotación de tragedia por la orfandad y se presenta como un vehículo de movilidad social, al darse la posibilidad de brindarles una educación formal en la capital.

Así, con base en lo argumentado hasta el momento, es posible que la refundación de la nación peruana, a ojos de Matto, debe estar amparada en la transformación de la sociedad con base en el ideario liberal-positivista. Esto implicaba, entre otras cosas, combatir el uso de las costumbres como norma, modernizar a la masa indígena del país a través de la instrucción formal y el favorecimiento de la migración a la ciudad. En esta tarea, la literatura peruana jugaba un papel cívico trascendental.

4. Aves sin nido: mujer, familia y nación

Una lectura atenta de Aves sin nido revelará el importante papel que juegan los personajes femeninos en la novela, tanto de indígenas como de mestizas. De hecho, en las últimas décadas, los estudios literarios con enfoque de género se han interesado ampliamente por la figura de Clorinda Matto de Turner desde una doble perspectiva que incluye los discursos sobre la mujer planteados en sus obras, o bien, desde la biografía misma de la autora, como mujer influyente dentro del campo cultural peruano de finales del XIX (Johansson, 2008, p. 32).

De manera general, se puede segmentar la crítica entre la que mira en la obra de la autora un discurso revindicativo, incluso feminista, de la mujer (Bryan, 2004; Grabner, 2007) y entre la que señala abiertamente sus inconsistencias (Austin, 2010). Sobre la primera línea, Torres-Pou (1990) plantea que la imagen de “ángel del hogar”6 de los personajes femeninos (Marcela, Margarita, Lucía, Petronila, Teodora) no debe ser interpretada de manera cerrada, es decir, sin ver que en la misma novela también coexisten discursos disruptivos del sistema patriarcal.

Este es el caso del liderazgo ejercido por Lucía, una mujer inteligente y educada que en el momento que se le solicita, termina fungiendo como mediadora y protectora de la familia Yupanqui. Así también, aunque en menor medida, el personaje de Marcela que, aunque no es educada y no se encuentra dotada de estándares culturales altos, es quien decide interceder por su marido para alivianar las deudas a las que estaban siendo sometidos.

Hay entonces una doble vertiente discursiva en la novela. La primera que elogia la docilidad y la belleza de la mujer peruana hogareña, y la segunda que exige un papel activo de la mujer en los asuntos considerados como “masculinos”:

—Quítate, mujer, tú siempre estás con estas cantaletas. Francamente, las mujeres no deben mezclarse nunca en cosas de hombres; sino estar con la aguja, las calcetas y los tamalitos, ¿eh? –contestó enfadado Pancorbo; pero doña Petronila insistió en la réplica.

—Sí, eso dicen todos los que para acallar la voz del corazón y del buen consejo, echan a un diantre nuestras sanas prevenciones (Matto, 2006, p. 124).

La discusión anterior entre Sebastián Pancorbo y Petronila ejemplifica este punto. No obstante, al tiempo que se reclama la necesidad de la intervención femenina en la vida de los hombres, también se idealiza el temperamento de la mujer como intuitivo: “la voz del corazón”. Para Peluffo (2000), el espacio doméstico en Aves sin nido es el lugar privilegiado para el activismo político, y en el caso de la familia Marín, el mismo adquiere un carácter paternalista para con el indígena.

Si se examina detenidamente, aunque se afirma que el personaje de Lucía presenta dotes de liderazgo y características excepcionales para una mujer de la época, difícilmente las mismas puedan expresarse fuera del espacio del hogar, que es el reservado para la mujer dentro del discurso de la narración. Sobre este hecho, es significativo que la intercesión de Lucía a favor de los Yupanqui sucede en la sala de su casa, evidenciando la reserva del espacio público para los hombres.

La novela plantea que, aunque la educación de la mujer se valore de forma positiva, su discurso de posicionamiento ante el varón no va más allá del argumentum ad pasiones: “[...] —Caballeros, la caridad también es ley del corazón” (Matto, 2006, p. 107). Es por esta razón que el que llevará la lucha de ese momento en adelante será el esposo de Lucía, Fernando Marín.

Por otra parte, es interesante el hecho de que en Aves sin nido no hay personajes femeninos antagonistas. Esta función actancial está reservada exclusivamente para los hombres de la “trinidad embrutecedora del indio”7 y sus secuaces. Esta caracterización es importante tomando en cuenta el segundo discurso disruptivo que se puede encontrar en la novela: el de denuncia de la explotación sexual de la mujer.

Esta idea se desarrolla al menos en dos niveles. El primero refiere a la institución de “la mita”, bajo la cual en la novela se narra que el cura Pascual suele solicitar el servicio de las indias del pueblo en la iglesia como moneda de cambio ante las deudas adquiridas con la institución eclesiástica. De este hecho se sugiere que en realidad lo que se esconde tras esa práctica es la violación sistemática de las mujeres indígenas:

[...] Ahora tengo que entrar de mita a la casa parroquial, dejando mi choza y mis hijas, y mientras voy, ¿quién sabe si Juan delira y muere? ¡quién sabe también la suerte que a mí me espera, porque las mujeres que entran de mita salen... mirando al suelo (Matto, 2006, p. 101).

Hacia el desenlace de la novela, se revelará el hecho de que la violación no solo era un tema que sufrían las indias bajo la anterior institución, sino que iba más allá e incluso llegaba a tocar las fibras de las mujeres criollas. La cuestión de los hijos bastardos del anterior cura de Kíllac externaliza el hecho de que el abuso sexual puede correr de manera pareja para las mujeres, sin distinción de clase social o etnia.

En un segundo nivel puede señalarse la crítica ante el comportamiento de los potentados en los pueblos del interior. Esto se desarrolla en una pequeña trama que involucra al Subprefecto, el Coronel Paredes, durante su visita a uno de los pueblos de su jurisdicción cercano a Kíllac, en el que se empecina en poseer a Teodora, hija de don Gaspar Sierra: “Esta vez la escogida por el Coronel para formar número en la ya larga lista de su martirologio de hombre emprendedor, era pues una graciosa joven en cuya casa recibió sincero hospedaje la nueva autoridad” (Matto, 2006, p. 206).

La subtrama de Teodora y el Coronel Paredes envía un mensaje sobre la fidelidad y la espera. La hija de Gaspar se encuentra aguardando a su prometido e idealiza su regreso, por lo que la intromisión del Subprefecto constituye una traba en la promesa virginal de su futuro matrimonio. Por otro lado, doña Petronila cumple un papel similar en tanto considera correcto permanecer al lado de su esposo luego de la liberación de Sebastián, tras la oferta de su hijo Manuel para trasladarse a la ciudad.

Si se parte de la idea mattiana de “la literatura como fotografía”, la representación de roles familiares cumple la función de sedimentar imágenes de “buenos padres”, “buenos hijos e hijas”, “buenos esposos y esposas”. En este punto se vuelve a la analogía entre familia y nación, en donde la postura de Matto de Turner, aunque contradictoria en algunos términos, no deja de ser innovadora.

La autora no deja por fuera a los indígenas en su noción del Perú, sin embargo, el papel de la mujer indígena se valora en la medida que esta puede aportar a un proyecto de mestizaje. Esto se manifiesta en el recelo que le produce a Lucía la belleza de Margarita, la hija de la india Marcela:

Aquella muchacha era portento de belleza y de vivacidad, que desde el primer momento preocupó a Lucía haciendo nacer en ella la curiosidad de conocer de cerca al padre, pues su belleza era el trasunto de esa mezcla del español y la peruana, que ha producido hermosuras notables en el país (Matto, 2006, p. 114).

El fragmento transmite un marcado contraste. Por una parte, hay una postura que se puede considerar progresista para la época, que es el tema de incluir a la población indígena dentro de la nación peruana, pero por otra, esta inclusión en suma se encuentra condicionada por la procreación con el no indígena. Este dilema, en términos de Austin (2010, p. 529), indica la solución naíf del liberalismo decimonónico para la constitución de su identidad.

En síntesis, como se ha adelantado, la imagen femenina en Aves sin nido no deja de ser compleja. La novela arroja pinceladas de empoderamiento al tiempo que construye “Penélopes”. Esto invita a cuestionarse la cabida que pudiera tener la mujer en un proyecto como el que propone Matto, el cual incluso puede ir a contrapelo de su experiencia biográfica como figura prominente en la sociedad limeña.

Hay que aclarar que, aunque este hecho suponga dificultades para la articulación consistente de un proyecto nacional, no deja de resultar interesante en el sentido en que arroja luces sobre –en palabras de Quesada Soto (1994)– las “aporías” que se cimentan en las aspiraciones políticas nacionalistas de las oligarquías latinoamericanas del XIX y principios del XX, articulando así una aspiración hegemónica que pretendía permear todas las esferas de la socialización cotidiana, en suma: la mayoría indígena es aceptada para formar parte de un “nosotros nacional” en la medida en que su carácter logre adaptarse a los estándares que dictan las pautas del liberalismo patriarcal.

5. Reflexiones finales

Aves sin nido ha sido canonizada por la crítica literaria del siglo XX, entre otras razones, por el hecho de marcar el punto limítrofe de la literatura “sentimental y rebelde” que produjo la reapropiación del romanticismo en las letras americanas. Por una parte, esta novela es tardía en la medida en que la fecha de su publicación es muy cercana a Azul (1888), de Rubén Darío, la cual catapultará las expresiones del modernismo en la estética latinoamericana. Por otra, es iluminador encontrar que en esta obra de Matto se encuentran proclamas –tanto indigenistas como de género– que no llegarán a articularse en movimientos sociales hasta bastante entrado el siglo XX y que expresarán, en mayor o menor medida, la tensión entre las fuerzas económico-sociales, políticas e ideológicas de la época.

El presente artículo ha querido dar cuenta de la manera en que la novela trabaja cuestiones que tienen que ver con la relación entre criollos e indígenas y la imagen de la mujer –criolla o indígena– dentro de la formulación de un determinado proyecto de identidad nacional en la estructuración de la trama. Las contradicciones de la obra, más que restarle méritos, son reveladoras en el sentido de que dan luces sobre los cambios en el espíritu de la época y sobre el pensamiento de una intelectual perteneciente a la burguesía criolla, pero con niveles apreciables de conciencia social.

La obra da muestras claras de la disonancia acaecida entre el pensamiento hispanoamericano del siglo XIX, vinculado con las formas y los modelos culturales europeos y europeizantes (Gómez-Martínez, 1993), y la realidad inmediata de las provincias del interior de los países andinos: aunque el texto de Matto pone la mirada en las situaciones de represión, invisibilización e injusticia sufridas por los sectores desvinculados de las burguesías capitalinas del Perú, a su vez resulta imposible desvincularlo con la promesa de la modernización material velada tras la práctica escritural de la autora.

A fin de cuentas, como se ha propuesto en este trabajo, Aves sin nido puede ser leída como la declaración de intenciones de una mujer culta que aspira a presentar una salida válida para las “fotografías” deformadas de su tiempo. En esta tarea, a tono con la narrativa romántica fundacional decimonónica, la novela propone refundar la nación peruana desde una óptica que privilegia el mestizaje, la migración campo-ciudad y la modernización burocrática del Estado. Estos elementos son presentados como la panacea que puede liberar al Perú de los legados histórico-institucionales que prolongan el atraso e impiden la renovación de los valores, esto es, a fin de cuentas, como la “tropa de vacas” que entorpece el paso del ferrocarril del progreso.

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Notas

1 Para un estudio en esta línea centrado en la narrativa costarricense, véase Quesada Soto (1986).
2 Aunque con sus diferencias, Álvaro Quesada Soto (1998, pp. 67-70) habla de la “metáfora político-erótica” para el caso de las novelas del “arielismo costarricense”. A su criterio, esta narrativa recurre al romance como método para la resolución de las discusiones ideológicas.
3 Antonio Cornejo-Polar (1980, pp. 3-4) afirma que el carácter definitorio de la novela indigenista reside en la presentación de una trama en la que entran en conflicto dos culturas (indígena y mestiza) y en la heterogeneidad de los elementos que lo articulan a través de situaciones de desigualdad.
4 “Descansa en la creencia cotidiana en la santidad de las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados por esa tradición para ejercer la autoridad” (Weber, 2002, p. 172).
5 “Descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad” (Weber, 2002, p. 172).
6 En referencia a la tipología propuesta por Gilbert y Gubar (1984).
7 “Es decir, los notables del pueblo: el gobernador, el cura y el Juez de Paz, es decir, las autoridades locales. La diatriba de Matto hacia estas figuras justifica la adscripción de la autora a las ideas del escritor peruano Manuel González Prada” (Sales, 2006, p. 53).
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