Resumen: En la ciudad de La Plata, al igual que en otras ciudades del país y de América Latina, se han venido sucediendo una serie de disputas y conflictos en torno al uso y apropiación del espacio urbano. Durante el año 2010 Parque Sicardi, barrio de la periferia platense, fue escenario de un conflicto que puso en tensión a distintos actores sociales. Este trabajo se propone analizar las prácticas de fronterización actualizadas en este conflicto urbano, con el objetivo de mostrar cómo la construcción de una frontera simbólica por parte de los residentes del barrio logró imponerse sobre la figura de la propiedad privada como forma legítima de acceso al suelo. En cuanto al abordaje metodológico se analizaron fuentes secundarias, particularmente notas periodísticas de diferentes medios locales y las publicaciones de los propios vecinos en las redes sociales, y se realizaron observaciones en el barrio y una entrevista en profundidad al referente de la organización.
Palabras clave: Frontera simbólica,Conflicto urbano,Mercado de suelos.
Abstract: In La Plata city, as in other cities of the country and of Latin America, there has been a number of disputes and conflicts around the use and the appropriation of the urban space. During 2010, Parque Sicardi, a neighbourhood in the periphery of La Plata, became scenario of a conflict that involved different social players. This paper proposes to analyze the ?Bordering practices? in this urban conflict, with the aim of showing how the construction of a symbolic frontier by the neighbourhood residents succeeded to impose on the figure of private property as a legitimate way of accessing the land. Regarding the methodological approach, secondary sources were analyzed, particularly journalistic articles from different local media and the posts of neighbours in social network sites, observations in the neighbourhood and an in-depth interview to the referent of the organization were done.
Keywords: Urban conflict, Symbolic frontier, Land Market.
Artículos
Prácticas de fronterización y acceso al suelo urbano en Parque Sicardi. Cuando la propiedad privada cede ante las adscripciones de clase.
Bordering practices and access to urban land in Parque Sicardi. When the private property yields to class affiliation.
Recepción: 14 Mayo 2018
Aprobación: 14 Noviembre 2018
Desde hace ya varias décadas, y en la mayoría de las ciudades de América Latina se han venido sucediendo una serie de disputas y problemáticas en torno al uso y apropiación del espacio por parte de distintos actores, que tensionan el orden urbano[1] existente ( Duhau y Giglia, 2004). Tal como plantea Torres (2013), en los últimos tiempos se ha rejerarquizado la dimensión espacial como una variable explicativa fundamental de la realidad social. En este marco, pensamos al espacio no como mero soporte de los procesos sociales sino como una instancia relacional más de la totalidad social, condicionante de dichos procesos al mismo tiempo que producto ( Blanco, 2007; Torres, 2013).
Desde esta perspectiva, abordamos un conflicto que tuvo lugar durante el año 2010 en Parque Sicardi, barrio de la periferia platense, al producirse un ?veto social? a la instalación de unas cien familias de sectores populares, nucleadas y coordinadas por la organización social María Claudia Falcone [2] que, habiendo comprado sus tierras por la vía del mercado, encontraron una fuerte resistencia por parte de los residentes del barrioy se vieron obligados a dejar sus terrenos. A partir de ese momento, se inician una serie de cruces y negociaciones entre ambas partes y el gobierno local hasta que, varios meses después, logran construir sus casas en otro barrio de la ciudad.
En el análisis de este caso nos resulta interesante la lectura que hacen de los conflictos urbanos[3]Cosacov y Perelman (2011), quienes cuestionan el diagnóstico de la ciudad fragmentada ?hegemónico en América Latina?, según el cual ?lo urbano? pareciera disolverse en función de pequeñas ?islas? o ?mundos? inconexos, donde los diferentes grupos sociales no tendrían interacción ni encuentros. En su lugar, ponen en el centro del análisis a las interacciones conflictivas entre grupos con diferentes capacidades materiales y simbólicas de apropiación del espacio urbano. A diferencia de lo que sucede en otras ciudades latinoamericanas, en nuestro país existen ?contactos? y encuentros entre grupos distantes en términos sociales pero próximos en términos físicos donde los límites o la exclusión no están dados por dispositivos físicos sino por la presencia de fronteras simbólicas, es decir, distinciones y clasificaciones hechas por los propios actores sociales para categorizar objetos, personas, prácticas y espacios.
En cuanto a la estrategia metodológica, es necesario destacar que llegamos a este caso mediante un estudio de la dinámica del mercado del suelo en el Gran La Plata, donde se realizó un relevamiento y análisis de la dinámica de precios del suelo urbano [4]. A su vez el tema fue trabajado, en el marco del proyecto antes citado, en una tesina de grado de la Licenciatura en Geografía (FaHCE-UNLP) donde se abordó la relación entre el precio del suelo y el nivel socioeconómico de los hogares de la Plata entre los años 2001 y 2010 ( Matteucci, 2015). Sin embargo tras encontrar que las disposiciones subjetivas de los residentes del barrio y sus adscripciones de clase se impusieron sobre las reglas del mercado de suelo, se decidió trabajar sobre ello, enfocando la atención en las prácticas de fronterización actualizadas en el conflicto, así como su relación con la formalidad del orden urbano. Es en base a ello que se emplearon herramientas metodológicas cualitativas: en primer lugar se analizaron fuentes secundarias, particularmente notas periodísticas de diferentes medios locales y las publicaciones de los propios vecinos en las redes sociales, y en segundo lugar, se realizaron observaciones en el barrio y una entrevista en profundidad al referente de la organización.
En lo que sigue el trabajo se organizará en tres apartados: en el primero de ellos realizamos una breve caracterización del barrio ?haciendo referencia a su origen y sus características socio demográficas principales? y mencionamos los sucesos más destacados del conflicto.En el segundo analizaremos lasprácticas de fronterizaciónde los residentes de Sicardi actualizadas en el conflicto. Sin desconocer el carácter histórico y polisémico del concepto de frontera (Briones y del Cairo, 2015, en Cabral, 2016) emplearemos como recurso heurístico la noción de frontera simbólica ( Cosacov y Perelman, 2011), que nos permitirá hacer dialogar los discursos sociales, las nociones morales y las negociaciones presentes en el conflicto. Por último, esbozamos una serie de comentarios finales donde retomamos los puntos más destacados del trabajo.
Parque Sicardi se ubica dentro de la delegación de Arana, en el partido de La Plata, distante a unos 11 kilómetros al sudeste del centro de la ciudad, entre el Aeródromo Provincial y la localidad vecina de Ignacio Correas.
Producto de un loteo de fines del siglo XIX que fracasó comercialmente, en la década del 70 comienza un lento proceso de ocupación y poblamiento, que facilitó el acceso a terrenos amplios y económicos de distintos sectores. Si bien en sus comienzos su composición social fue muy heterogénea, paulatinamente se fue consolidando un perfil socioeconómico asociado a sectores medios en relación a proyectos de segunda residencia [5]. Finalmente, lo que era un extenso loteo con bajos niveles de ocupación y edificación, experimentó un brusco cambio en la demanda: ante las dificultades para acceder a un terreno en la ciudad ?como consecuencia de la valorización que los inmuebles urbanos experimentaron luego de la devaluación de 2002 [6]? las casas-quintas fueron cediendo lugar a formas de residencia permanente con una creciente reconfiguración de su composición social ( Vértiz, 2016).
De este modo, constituyendo el eje de crecimiento opuesto al sector de mayor renta de la ciudad?ubicado entre el casco fundacional y la ciudad de Buenos Aires, donde tradicionalmente se asentaron los sectores de mayores ingresos? Sicardi se volvió una zona de gran crecimiento poblacional: encomparación con el partido de La Plata, su crecimiento demográfico intercensal fue elevado: 74% para Sicardi y 14% para La Plata ( Matteucci, 2015). En cuanto al crecimiento de la construcción de viviendas nuevas entre ambos censos el crecimiento en La Plata fue de un 16,6 % mientras que en Sicardi fue de 221%.
Sin embargo, a pesar de su marcado crecimiento y de ser una apuesta para los sectores medios de la ciudad, la relativa ?juventud? del barrio hace que la definición del perfil socioeconómico implique disputas con otros sectores sociales. En este sentido, el caso que abordaremos, más que de la defensa de una frontera simbólica, se trata de su construcción, de las prácticas de fronterización que en él se actualizaron, entendiendo a estas como ?las diversas maneras en que colectivos sociales marcan un adentro y un afuera, que encuentra un correlato en la diferenciación nosotros/otros? (Briones y del Cairo, 2015, en Cabral, 2016).
El conflicto se desata entre los meses de agosto y septiembre de 2010, cuando la organización social María Claudia Falcone [7]compra, a través de diversas fuentes de financiamiento estatal [9] y el ahorro, una fracción de tierra indivisa en el mercado formal [8] (5 ha. ubicadas entre las calles 8 a 11 y 640 a 643) con el objetivo de lograr su posterior subdivisión a fin de construir viviendas para unas 100 familias. Luego de varios trámites ante el municipio consiguieron la pre-factibilidad de los servicios y lograron la rezonificación por un decreto del poder ejecutivo municipal, previo dictamen de la Dirección de Planeamiento.
Sin embargo, desde que la compra de tierras tomó estado público, distintos actores de la zona se opusieron al uso y apropiación de los terrenos por parte de sus dueños. En el momento en que las familias fueron a tomar posesión de las tierras se encontraron con un piquete de los vecinos[10] que impedía el ingreso al predio, produciéndose un enfrentamiento entre los dos grupos con intervención de la policía bonaerense. A raíz de ese acontecimiento se conformó una mesa de negociación política entre representantes de la organización y funcionarios estatales, desde donde, luego de proponer algunos terrenos fiscales que fueron rechazados por su localización periférica, acordaron ocupar un predio con restricciones técnicas que impedían su comercialización [11]. En el apartado siguiente, analizaremos el caso deteniéndonos en las prácticas de fronterización que en él se actualizaron y las disputas por la apropiación simbólica y material del territorio.
Las categorías de territorioy territorialidad, resultan interesantes para analizar este conflicto. Schneider y PeyreTartaruga (2006) nos invitan a romper con una noción instrumental del territorio y pensarlo como la proyección espacial del poder basada en relaciones sociales con desiguales accesos a las estructuras materiales y simbólicas (Raffestin, 1993, en Schneider y PeyreTartaruga, 2006). Es decir, resulta interesante analizar la capacidad de los distintos actores sociales para apropiarse de diferentes espacios y lograr un proceso de territorialización.
Territorio y territorialidad forman parte de un binomio que, por separado, darían una concepción fragmentada de la realidad y los conflictos sociales. La territorialidad permite evidenciar y comprender las particularidades simbólicas y culturales de los territorios y su apropiación y representación a través de la actividad humana, del trabajo, de la economía, la política, y las relaciones sociales de producción ( Rincón García, 2012). Según Haesbaert (2007) y Sack (1983 y 1986, en Schneider y PeyreTartaruga, 2006), la forma más clara de territorialidad se expresa en el reconocimiento jurídico de territorios, siendo uno de ellos el de la propiedad privada de la tierra. La territorialidad se expresa entonces a través de relaciones de poder, mediando las relaciones entre espacio y sociedad.
De este modo, la instalación de sectores de menores ingresos ?en un barrio que venía consolidando un perfil socioeconómico de sectores medios? cuestionó el ejercicio de la territorialidad de los residentes de Sicardi, quienes llevaron a cabo distintos repertorios de acción colectiva que, paradójicamente, comparten con los sectores de los cuales intentan distinguirse aunque basados en articulaciones morales y discursos sociales específicos.
Ahora bien, la acción colectiva y sus repertorios están imbricados en rasgos estructurales a nivel económico, político, cultural e institucional. Siguiendo a Tilly, Auyero (2002) nos invita a pensar en conjunto la macroestructura y los microprocesos. En este sentido, hay dos puntos macroestructurales en los que quisiéramos emplazar nuestro conflicto. En primer lugar, tener presente que en la salida de la crisis de 2001-2002, a partir de la recomposición del salario y tomando a la industria de la construcción como sector que traccionó la economía, pero sin una articulación con una política de suelo, los sectores medios encontraron en la periferia de la ciudad la posibilidad de acceder a la vivienda propia compitiendo con los sectores populares ya radicados allí. En segundo lugar, mencionar que los cambios acaecidos en los repertorios de beligerancia popular a fines de la década de los 90 y principios de los 2000 en la Argentina producto de los procesos de desproletarización, retirada del estado y descentralización (cortes de ruta, escraches, puebladas, asambleas autoconvocadas) fueron reapropiados y resignificados por los residentes de Sicardi y modificados de acuerdo al sector social que los encarna. Como vemos, los repertorios de acción colectiva, lejos de ser estancos implican procesos de aprendizaje, apropiación y reapropiación entre actores de distintos sectores sociales [12].
En el conflicto analizado los residentes de Sicardi utilizaron distintos repertorios (asambleas barriales, cortes de calle y vigilias) para impedir que los miembros de La Falcone construyan sus viviendas en esos terrenos. Sin embargo los ?vecinos? tuvieron la necesidad dedistinguirsediferenciando cuáles son los modos legítimos e ilegítimos de llevar adelante un reclamo. Al respecto, es interesante destacar el caso puntual sucedido en una de las reuniones de la asamblea autoconvocada? presentada como un mecanismo democrático y participativo? donde la delegada de Arana fue agredida por algunos de los participantes y el modo en que los miembros de la asamblea se posicionan frente al hecho:
El 99 por ciento de los vecinos repudiamos ese hecho, no es nuestro vehículo agredir ni conseguir cosas vía la violencia. Así tampoco el corte de calle, no creemos que sea el mecanismo. Hay autoridades y un orden administrativo y de gobierno en la ciudad de La Plata, al que nosotros apelamos para que intervenga y le ponga corte a esto. (?) Yo no estoy actuando desde la política, sino como vecino[13]. (?Creo que el conflicto de los asentamientos en Parque Sicardi se va a poder resolver?, 2010).
En esta cita vemos cómo el entrevistado se distingue de ?la política? y de los ?cortes de calle? presentándose como un ?vecino? que pondera el ?orden administrativo?; paradójicamente el corte de callefue un repertorio utilizado por los sicardenses. Una de las salvedades que los miembros de la asamblea hacen, para distinguirse de quienes tradicionalmente cortaron calles y rutas, es el lugar que se le da al trabajo al respetar los horarios laborales de quienes viven el barrioal momento de realizar los cortes de calle [14]. En términos generales, los cortes se mantuvieron varios días, hasta que los asambleístas tuvieron la certeza de que el ?nuevo asentamiento? no se iba a llevar a cabo, impidiendo el ?avance? del grupo de la Falcone, con ?barricadas cargadas de fuego?, ?quema de cubiertas, presencia policial y de gendarmería? ( ?Otro capítulo de tensión en Sicardi?, 2010).
A estos argumentos, que aparecen al diferenciar el uso que le dan a determinados repertorios, los volveremos a encontrar en los discursos sociales y los preceptos morales mediante los cuales se construye la frontera simbólica que separa a los vecinos residentes de Sicardi y los miembros de La Falcone. Entendidas como criterios de diferenciación, clasificación y categorización, las fronteras simbólicas implican la actualización y el despliegue de Moralidades, Conflictos, Discursos Sociales y Negociaciones ( Cosacov y Perelman,2011) .Analizarlos nos permite ver cómo las reglas formales que se erigen detrás del orden urbano ?en este caso la posesión del título de propiedad de las tierras por parte de la organización social? cedieron ante los usos y moralidades legítimos de uno de los grupos que disputaron ese territorio.
Uno de los argumentos utilizados para justificar por qué es indeseable la instalación de la organización en el barrio, se vincula al modo en que fueron adquiridos los terrenos: si mediante el otorgamiento de subsidios estatales o mediante el ?trabajo esforzado? y la ?meritocracia?. En este binomio los integrantes de La Falcone aparecen desacreditados por no haber comprado sus tierras con el ?fruto de su trabajo? sino a través de un subsidio nacional, versión sostenida a pesar de ser desmentida por los integrantes de la organización.Luego de que un medio local publicaraun artículo titulado " NO a la discriminación en Parque Sicardi, SÍ al barrio María Claudia Falcone", un lector responde:
No es discriminación, a los que vivimos ahí los terrenos los pagamos con dinero de nuestro trabajo NO LOS REGALARON, también pagamos alquileres mientras construimos e impuestos altísimos para pagarle a gente que NO TRABAJA todas las asignaciones que reciben, (...) y no pagan por su salud gracias al hospital público que también pagamos nosotros con nuestros impuestos, (...) LOS DISCRIMINADOS SOMOS NOSOTROS!!! ( ?No a la discriminación en Parque Sicardi?, 2010).
Es interesante ver cómo al no poder apelar a la ilegalidad ya que la organización era propietaria de las tierras se apela a la ?vagancia?: nosotros nos lo ganamos sacrificialmente mediante nuestro trabajo y a ellos se lo regalan; además, aparece lo que Cosacov y Perelman (2011) llaman ?mirada fiscalista?: los miembros de la Falcone ?no pagan? por ningún servicio social, al contrario, son mantenidos indirectamente por un nosotros legítimo. Otro argumento recurrente se vincula a la noción de ?dignidad?, una noción moralizante del otro, que funge de criterio de clasificación y enclasamiento. Lo dignoy lo indignoaparece vinculado tanto a las viviendas que fueran a construir desde la organización, como a los modos de habitarlas: hay usos del espacio más legítimos y correctos que otros. Sin embargo este criterio de distinción se enmascara detrás de nociones de ?cuidado? hacia quienes no se quiere dejar "entrar" al barrio:?No se está discriminando a nadie sino que están pidiendo que quienes se instalen a vivir allí, lo hagan dignamente? (? Creo que el conflicto de los asentamientos en Parque Sicardi se va a poder resolver, 2010). De este modo el discurso es matizado a través de un desplazamiento, ya que se evita la clasificación de "gente indigna" mediante la apelación a "condiciones dignas".
También se recurre a argumentos que actualizan nociones raciales y xenófobas asociadas al miedo a ?ser invadidos? por "migrantes limítrofes" y "gente del conurbano", la cual sería trasladada allí de la mano de mecanismos clientelares de la política local [15]. En palabras de un dirigente de la organización, el racismo "Es uno de los ejes más fuertes. No solamente en términos de países limítrofes sino también el racismo considerado en términos de pobres y villeros" (? Extrañas similitudes entre la crisis del Parque Indoamericano y el de Sicardi?, 2010).
Aparecen además argumentos en contra de los nuevos propietarios que no se vinculan directamente con las tradicionales apelaciones de clase que se han atribuido a los sectores medios, pero que sin duda tienen un componente clasista. Por un lado, se sostiene que ante la construcción de las nuevas viviendas las ya existentes sufrirán una fuerte desvalorización en el mercado. Por el otro, se arguye que se producirán cambios negativos en la rutina del barrio vinculados a la ruptura de la tranquilidad de las periferias y la relación con la naturaleza [16], así como los riesgos ambientales que implicaría la construcción de esas nuevas viviendas. Por último, se argumentó insistentemente en la falta de planificación de las nuevas viviendas.Lo paradójico es que el crecimiento de Sicardi se caracteriza por la falta de planificación, malos accesos, falta de redes de agua potable, cloacas y gas natural, mientras que La Falcone contaba con un proyecto de urbanización creado en la cátedra de Urbanismo Social de la Universidad de Buenos Aires.
En este sentido, en los comentarios de una nota publicada por una agencia de noticias encontramos argumentos como el siguiente:
"Gente ..no sirve .. Estos barrios ya están colapsados ..los servicios no dan a basto, no hay gas, el frio es intolerable, el agua está contaminada, apenas podemos vivir nosotros, desistan .. Van a vivir inundados .. (..) No sean giles? (?No a la discriminación en Parque Sicardi?, 2010).
Tal como señalan Cosacov y Perelman (2011) citando a Carman (2006), lo ambiental aparece como un argumento neutral donde un supuesto bien común se presenta como vector de las acciones, despojado de ideología.
Ahora bien, el análisis de la construcción de una frontera simbólica implica también pensar en negociaciones ( Cosacov y Perelman, 2011). Para ello resulta interesante observar el rol desempeñado por el Estado ?en sus diferentes escalas? como un actor importante en la ?mediación? [17] entre las dos partes que protagonizaron el conflicto y en su resolución: en primer lugar, a partir del pedido de la organización, el Concejo Deliberante de la ciudad aprobó ?mediante una excepción al Código de Ordenamiento Urbano la rezonificación del predio, sin la cual no se podría llevar adelante el proyecto urbanístico ( ?Parque Sicardi: Llevan Conflicto al Concejo?, 2010; ?No son solo casas?, 2010). Sin embargo, la asamblea de autoconvocados de Sicardi, luego de reunirse con el legislador provincial Gabriel Bruera (Frente para la Victoria) y el Director General de Desarrollo Social, consiguió el compromiso del gobierno local de no permitir el ingreso de la organización al barrio, garantizado por la presencia de infantería ( ?Parque Sicardi: indefiniciones tensan el conflicto entre vecinos?, 2010).
Posteriormente, la comisión de Planeamiento reunió a ambas partes y cada una volvió a mostrarse intransigente: la Falcone reiteró que es la dueña de las parcelas y los asambleístas insistieron en que no permitirían que el proyecto avance hasta que el Estado municipal garantice que el emprendimiento no impactará negativamente en el barrio [18] ( ?Otro capítulo de tensión en Sicardi?, 2010). Después de aproximadamente un mes de negociación, se le ofrece a la organización el terreno en el que están actualmente: unas 8 manzanas que se ubican en el barrio Los Robles pertenecientes a Villa Montoro S.A.C.I.F.I, una sociedad inmobiliaria y financiera. Las mismas forman parte de un predio de 30 manzanas que desde 1967 tenía restricciones técnicas que impedían su comercialización. Como corolario, al ceder parte de su propiedad, la firma podrá comenzar a vender sus terrenos. Finalmente, las autoridades se comprometieron a rezonificar la zona y conseguir ?por parte del titular de la tierra? la cesión gratuita de 102 lotes y las obras necesarias para levantar las restricciones de las direcciones de Hidráulica y Geodesia. A cambio, La Falcone debía dejar libre el terreno de Sicardi [19] y el titular de la tierra recibía las obras y la rezonificación para los 400 lotes restantes que luego podría comercializar libremente.
Para cerrar nuestro trabajo quisiéramosmostrar cómo este conflicto, y los dispositivos de clasificación y moralización que se pusieron en juego en ese momento, vuelven a aparecer años después cuando una mujer y sus hijos construyen una casilla en los márgenes del arroyo que separa a Parque Sicardi de la localidad de Ignacio Correa. Al respecto, se puede leer en el perfil de Facebook ?Sicardi Crece?, importante canal de comunicación barrial:
"En el 2010... P. SICARDI SE UNIO!! Ante una Amenaza.. Nos querían meter una villa, se acuerdan..? Venían de la mano de pablo.. Y GRACIAS a los vecinos que se unieron, dejando de lado sus diferencias... Logramos EVITAR QUE NOS INVADAN. HOY nos están copando el patio de atrás?YA HAY una familia instalada en el puente del arroyo correas. Y hay algunos sicardenses nuevos o desmemoriados que los ayudan? El tiempo y el rumor corre! y en nuestra contra ... mañana serán 100 y ya no marcharán.."
Como vemos las desigualdades sociales urbanas se reproducen y legitiman en el tiempo más allá de las condiciones formales que rigen el orden urbano establecido.
A lo largo de este trabajo pensamos el conflicto desatado entre los vecinos de Parque Sicardi y los miembros de La Falcone como una disputa por la apropiación material y simbólica de un territorio, siendo nuestro propósito analizar los discursos sociales, las moralidades y las negociaciones actualizadas en él. Para ello presentamos en el segundo apartado las características y trayectoria del barrio, así como los principales mojones del conflicto. Posteriormente analizamos la disputa deteniendo la atención en las prácticas de fronterización que se actualizaron durante el conflicto. Un primer punto analizado fue el modo en que los miembros de la asamblea de autoconvocados actualizaron repertorios de acción colectiva nacidos al calor de las luchas que los sectores populares encarnaron desde mediados de los años 90 hasta la crisis de 2001-2002. En este punto señalamos cómo desde el uso mismo de los repertorios los vecinos de Sicardi buscaron diferenciarse de los miembros de La Falcone. Luego, recorriendo sus argumentos fue posible identificar cómo su acción estuvo motorizada por ciertas actualizaciones identitarias vinculadas al clasismo, el racismo y la xenofobia, como son la oposición entre vagancia y sacrificio, la mirada fiscalista y las nociones de digno e indigno. Por otro lado identificamos argumentos que apelan de manera contradictoria a la necesidad de un crecimiento urbano planificado ?con una puesta en escena del higienismo fundacional de las diagonales en un barrio caracterizado por un crecimiento urbano a fuerza de desbordes, falta de infraestructura y servicios?,así como la referencia al cuidado del ambiente.
Creemos que todos estos argumentos motorizan prácticas de fronterización en las que subyace el temor a que se devalúe el capital locacional y económico que poseen los vecinos de Sicardi. Finalmente, destacamos cómo tanto la organización como los asambleístas pusieron en juego diversas estrategias y repertorios ejerciendo una doble presión sobre el Estado, condicionando la resolución del conflicto, donde además, el mercado terminó teniendo un rol importante.
En síntesis, sostenemos que en Parque Sicardi, a diferencia de otros contextos urbanos latinoamericanos, fue la construcción y defensa de una frontera simbólica y no un dispositivo físico lo que reprodujo las diferencias sociales entre grupos que disputan un territorio. Intentamos mostrar cómo la norma formal ?la propiedad privada en este caso?, que está detrás del orden urbano,fue vencida en este conflicto por el modo en que los sectores medios organizados ejercen su territorialidad disputando el sentido de la residencia legítima en el barrio.