Reseñas
Recepción: 13 Diciembre 2023
Aprobación: 16 Enero 2024
Savignano A.. El problema de los otros en Jean-Paul Sartre: magia, conflicto y generosidad.. 2022. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sb Editorial. 304pp.. ISBN 978-987-8918-42-6 |
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Savignano, A. (2022) El problema de los otros en Jean-Paul Sartre: magia, conflicto y generosidad. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Sb Editorial, 304 pp. ISBN 978-987-8918-42-6.
Este libro consiste en un recorrido por la teoría de la intersubjetividad de Jean-Paul Sartre, desde la década de 1930 hasta los Cahiers pour une moral, escritos entre 1947 y 1948, aún no traducidos al castellano. Alan Savignano reconstruye las etapas del pensamiento sartriano relevando los conceptos fundamentales de la obra y sus cambios y matices. El ensayo ofrece a la comunidad una exposición crítica del proyecto de emancipación moral y social que Sartre prometió en El ser y la nada y que desarrolló en los Cahiers, póstumamente publicados. El autor se propone corregir la interpretación hegemónica de la teoría de la intersubjetividad sartriana, según la cual las relaciones humanas serían exclusivamente conflictivas y que sugeriría un individualismo pesimista. Pero un balance íntegro sobre la teoría de la intersubjetividad en Sartre demanda un estudio detallado de los Cahiers, tarea que el autor de este libro satisface con creces.
El texto se organiza, tras la introducción, en tres partes que contienen veintiún capítulos y la conclusión. En los capítulos I y II de la primera parte Savignano repone la psicología fenomenológica de Sartre de la década de 1930, en que la intersubjetividad se sostiene en los conceptos de la conciencia mundanizada, la magia y el rostro. En La trascendencia del ego se postulan dos vías para la aprehensión de la conciencia: la reflexión pura con que se la atestigua como flujo de vivencias irreflexivas, y la reflexión impura o cómplice con que se la fija como una entidad con el carácter cósico del ego. Con todo, el ego es más que la conciencia alienada, es también la conciencia mundanizada y personal; “el yo es un concepto ambiguo de la fenomenología sartriana; una copia, un farsante, una máscara, pero también un anclaje, un mediador, una identidad” (p. 98). En La imaginación, Sartre establece su concepto de la intencionalidad como nihilización; la imaginación como negación del estado actual de las cosas y la proyección de otro que no es. En el Bosquejo de una teoría de las emociones, Savignano releva en primer plano el concepto de lo mágico, que Sartre toma de la antropología de Lucien Lévi-Bruhl, y que mienta el carácter ambiguo y contradictorio de ciertos fenómenos de la experiencia humana que exceden las relaciones lógicas y causales. Así, son mágicos tanto los actos de la imaginación, como las conductas de huida y la percepción del otro.
En el capítulo III, los “Abordajes tempranos de la intersubjetividad”, se presenta al otro sartriano como el objeto mágico por excelencia, que se dona a la vez como cuerpo y como conciencia, mundano y extra-mundano; atado al orden causal del mundo y como polo de vivencias prácticas y anímicas. Así, tanto mi yo como el de los otros son trascendencias visibles. En el artículo Visages, de 1939, Savignano encuentra en germen el modelo intersubjetivo que aparecerá en El ser y la nada. La aprehensión del otro como trascendencia visible tiene por sillar indisociable el rostro, cuyo carácter mágico lo destaca sobre el resto de las trascendencias; “la brujería primitiva no es sino la expresión del modo de ser trascendencia del otro, esto es […] su actividad de superar la inercia del ser […] hacia una serie de finalidades que impone libremente a las cosas” (pp. 125-26). Así, en Visages el otro es ya esa hemorragia por la que el mundo me es expropiado y organizado con fines ajenos, y, sin embargo, no es todavía la sede de la mirada alienante que me expropia y define. Hasta aquí, concluye Savignano, la intersubjetividad sartriana no es esencialmente agonística.
La segunda parte del libro consiste en una reposición eficiente y minuciosa de la intersubjetividad de El ser y la nada. De acuerdo con Savignano, en este período teórico Sartre realiza un giro copernicano respecto del anterior; “la atención se traslada de la compresión intuitiva y empática del otro a partir del cuerpo […] a la vivencia inmanente y afectiva de la alienación de mi conciencia a causa de la mirada de los demás” (p. 138). En esta etapa la captación afectiva del ser-para-otro no demanda la presencia empírica de otro sujeto, sino que basta la posibilidad de volver a ser mirado. De modo que el ego ya no se constituye en la reflexión impura, sino que es revelado originariamente por la mirada del otro, la cual implica simultáneamente una pérdida y una ganancia. El fenómeno de la mirada padecida nos revela al prójimo-como-sujeto, pura alteridad indeterminada, anónima, extra-mundana, pre-objetiva y pre-numérica que, por tanto, no es pasible de comprensión empática. Savignano condensa el efecto alienante de la mirada ajena en la fórmula de la des-soberanización de la conciencia, esto es, la revelación súbita de no ser ella la única fuente legisladora de valor y de sentido, ni el único polo de posibilidades, sino que aparece como secundaria y dependiente del valor, del sentido y de los posibles que el otro despliega y a los que queda condicionada. Al devolverle la mirada al otro lo aprehendo en el modo prójimo-como-objeto, como subjetividad encarnada, trascendencia fijada.
Tras reponer las críticas de Sartre a Husserl, Hegel y Heidegger, en un fragmento notable, Savignano compara y distingue la dialéctica amo-esclavo hegeliana de la teoría sartriana de la mirada, que la vulgata a veces hace equivalentes. La diferencia es metodológica: con Hegel somos testigos de la lucha entre las autoconciencias y conocemos el resultado para cada una, pero desde la fenomenología de El ser y la nada la descripción nunca abandona “los límites del cogito, que son infranqueables” (p. 153). De modo que mirar al otro y objetivarlo no garantiza que él nos reconozca como sujetos autónomos. Sin embargo, Savignano concluye el fragmento sin manifestarse respecto del siguiente problema: si el mirar o ser mirado son momentos de una vivencia subjetiva, ¿es posible una interacción entre dos sujetos que simultáneamente se miran y se objetivan uno al otro, o entre dos que se sienten mutuamente mirados? Pero si, según Sartre, el vínculo intersubjetivo es una relación de ser y no de conocimiento, ¿cabría equivocarse respecto de quién mira y quién es mirado? Este capítulo ofrece herramientas para intentar resolver la cuestión.
En el capítulo II, “Ser visto por el Otro”, de la segunda parte del libro, en otro pasaje destacable el autor reconstruye la relación antitética del prójimo-como-objeto y el prójimo-como-sujeto trasladando legítimamente la noción de metaestabilidad que Sartre emplea en su descripción de la mala fe. De acuerdo a Sartre, la mala fe consiste en el auto-engaño mediante el cual el sujeto emboza su facticidad o su trascendencia, bien para evitar la responsabilidad por sus actos pasados, bien para justificar los presentes y futuros atribuyéndose una identidad propia del ser en-sí. La metaestabilidad de la mala fe consiste en que alterna volublemente entre la pura trascendencia y la pura facticidad, y en que es “por un lado, una actitud espontánea que el sujeto elige sostener […] y, por otro lado, una suerte de ensueño en que la conciencia cae encantada por sus propios artilugios” (p. 214). Así también, sostiene Savignano, la aprehensión del prójimo-como-sujeto, pura trascendencia que des-soberaniza mi conciencia con su mirada, pasa sin solución de continuidad al modo del prójimo-como-objeto, al mirarlo y definirlo en su facticidad. El vuelco de un modo a otro es súbito, voluble; gestáltico. Puesto que “ha de ser una cosa o la otra”, prójimo-como-sujeto o como objeto, yo-sujeto o yo-objeto, este modelo de intersubjetividad presenta al otro como limitante activo de mi propia libertad y la muerte de mis posibilidades. Lo que en El ser y la nada Sartre describe fenomenológicamente, lo sintetiza en A puertas cerradas con el famoso adagio “el infierno son los otros”.
En la tercera parte del libro se presenta, explica y critica la teoría que Sartre ensayó en los Cahiers pour une morale como intento de superación de las relaciones infernales, hacia una intersubjetividad de libertades que requiere la conversión de los individuos a la existencia auténtica. En el capítulo I, “La existencia antes de la conversión”, se analizan por separado los modos de la inautenticidad, la mala fe, el espíritu de seriedad, la opresión social y la infancia; el conjunto de actitudes de rechazo de la situación, de refugio en el ego y la asunción dogmática de valores y visión del mundo. Savignano reconstruye el intento de Sartre de vincular los aspectos ontológicos de la subjetividad e intersubjetividad con la dimensión histórico-social. Desde el debate Engels-Dühring sobre la opresión, Sartre propondrá una suerte de síntesis existencialista y materialista. La opresión se erige sobre la desigualdad material pero se sostiene por libre elección de sujetos inauténticos que, por mala fe y espíritu de seriedad, reifican como naturaleza el contingente estado social del mundo; “de esta forma, el reinado del infierno pasa a comprenderse como un producto histórico, no un a priori de la condición humana” (pp. 224-25). El capítulo incluye una crítica del carácter utópico y circular de la moral sartriana: la conversión simultánea de todos los individuos a la autenticidad es “la combinación menos probable”, dadas las relaciones de dominación a las que están sujetos, a la vez que la existencia auténtica de los individuos es la solución de dichas relaciones infernales.
El capítulo II, “La existencia después de la conversión”, consiste en la descripción del sujeto que ha abrazado auténticamente su condición de ser para-sí. Así, desembarazado de su ego, suspendida la práctica de la reflexión impura, el sujeto se aprehende como puro flujo del hacer creativo y espontáneo. La existencia auténtica implica el abandono del proyecto del tener y de la auto-fundamentación a partir de la apropiación del en-sí y de los otros. El modo subjetivo de la autenticidad es el yo-obra, el proyecto en curso. Veremos que el sujeto auténtico corre siempre el riesgo de recaer en la inautenticidad, y que el proceso es analogado por Sartre a la noción de la revolución permanente que sostuvo León Trotsky. Savignano expone los dos sentidos de esta analogía: por un lado, como conversión permanente refiere a la vigilia constante del sujeto sobre sí para evitar su objetivación en un ego y en el dogma de la libertad; por el otro, la revolución permanente, opuesta a la doctrina estalinista de la revolución en un solo país, mienta a la autenticidad como un proyecto colectivo que requiere de la conversión de todos en simultáneo. Sartre presenta su moral como una revolución que debe preceder a la revolución social. El autor concluye que para Sartre la conversión de los individuos debe ser promovida mediante un igualamiento progresivo de sus situaciones materiales que debilite el espíritu de seriedad y habilite la aprehensión auténtica de sí y de los otros, hacia la negación del estado infernal de las cosas y la proyección de uno más justo a realizar.
El capítulo continúa con una descripción del sistema de valores, en los Cahiers pour une morale, gradados según manifiesten la libertad en mayor o menor medida. Savignano repone el delicado equilibrio moral que demanda la existencia auténtica: puesto que la libertad no es un ser en-sí ningún valor puede representarla, sino solo aproximarse a ella como una asíntota a una línea recta; y, puesto que los valores son proyecciones de la conciencia hay que renunciar a reificarlos dogmáticamente y recaer en el espíritu de seriedad. El valor supremo, el que pronuncia el mayor grado de libertad, es la generosidad del yo-obra, del puro ser-para-otro que se dona a sí y compromete su obra como medio de realización de los otros. Mediante el don se aprehende e interpela afectivamente al otro sin mediación de una representación yoica. Lejos de ser un valor de sumisión –nos muestra Savignano–, la generosidad es el cuasi-reverso de la libertad; según Sartre, “es la virtud del agente histórico”. Estos fragmentos hacen patente los esfuerzos de Sartre de convertir el modelo ontológico de la intersubjetividad en uno moral atravesado por la responsabilidad por la comunidad y el compromiso con el cambio social.
En el capítulo IV se exponen y analizan los tres tipos de solicitudes al otro. La súplica es propia de la existencia inauténtica, de la opresión; el subordinado actúa de mala fe rebajándose a objeto en manos del amo, y es presa del espíritu de seriedad, pues desde su condición de vulnerabilidad eterniza la relación social y su posición en ella. La exigencia y el deber son también solicitudes inauténticas toda vez que el código de derechos y deberes es asumido como fijo y eterno y se lo acata como al das Man heideggeriano; en Sartre, el espíritu de seriedad. En oposición al deber kantiano, cuyo acato realiza la autonomía del sujeto, Savignano revela que en los Cahiers se postula lo contrario: el regirse por el valor reificado en deber hace heterónomo al sujeto. Los tipos de solicitud auténtica o moral son la llamada y la ayuda, en que las libertades no egoicas se comprenden recíprocamente como proyectos y se suscitan mutuamente a la colaboración. En este capítulo final Savignano engrana y pone en acto los conceptos expuestos de la solidaridad, la generosidad, el don y el yo-obra en la relación intersubjetiva auténtica. De modo que si en las relaciones infernales de El ser y la nada, ante el otro nos aprehendemos como enemigo o instrumento, en los Cahiers pour une morale, desde la misma base ontológica, se abre la posibilidad de relaciones de colaboración en las que cada uno se torna en promotor del colectivo y en guardián del otro.
El problema de los otros en Jean-Paul Sartre es una obra erudita y dinámica en que el autor repone y explicita la compleja y cambiante teoría de la intersubjetividad sartriana, desde 1936 hasta 1948. Con este libro el Existencialista vuelve al escenario académico reivindicado por Savignano de las críticas usuales que se le ha dirigido, fruto de la mala comprensión de su doctrina y del desconocimiento de los Cahiers pour une morale. Encontramos en este libro un sólido texto de consulta para el estudio de la obra clásica de Sartre y también un acceso privilegiado a las reflexiones sobre la moral, la sociedad y la historia de los aún no traducidos Cahiers; el eslabón perdido entre El ser y la nada y la etapa filosófica de la Crítica de la razón dialéctica.
El mérito individual de Savignano por la publicación de su investigación dedicada al olvidado Sartre, se articula en SB Editorial con otra publicación sartriana, Camus, Sartre, Barico y Proust (2021), dentro de una colección de obras de temática fenomenológica como la Fenomenología de la sorpresa (2023), Merleau-Ponty lector de Proust (2019) y Fenomenología de la vida afectiva (2021) entre otras.
Carlos Aste
(Universidad de Buenos Aires)