Dosier
Recepción: 15 Marzo 2024
Aprobación: 30 Abril 2024
Publicación: 01 Mayo 2024
Resumen: Es bien sabido que la aparición del concepto de ‘literatura comprometida’ está estrechamente vinculada a la revista parisina Les Temps Modernes. Es igualmente conocido que Jean-Paul Sartre acuñó un término que, por un lado, constituye una lámina interpretativa del uso y de la utilidad políticos de la literatura en la segunda mitad del siglo XX y, por otro, que fue duramente criticado por los teóricos literarios autonomistas y posestructuralistas en los años posteriores. El artículo analiza las primeras transferencias transnacionales del concepto de Sartre en las revistas culturales de principios de la posguerra y plantea la hipótesis de que el estatus del concepto representa una función sismográfica para la agenda político-cultural de las revistas y una prehistoria de las críticas posteriores. Tras una breve y panorámica reconstrucción de la circulación global de este dispositivo teórico en la historia cultural de la posguerra, me centro en un estudio de caso de Realidad, revista fundada en Buenos Aires por intelectuales argentinxs y exiliadxs españolxs antifascistas. En esta Revista de Ideas aquella transmisión cultural sigue el imperativo de despolitizar el texto original a través de una cuidadosa selección de los fragmentos traducidos, elementos paratextuales y comentarios directos que se distancian del autor francés. Pero también muestra que este concepto se integra en la estructura intertextual de una revista que intenta situar el medio de la literatura no sólo como síntoma sino también como posible forma de superación de una crisis de convivencia social.
Palabras clave: Literatura comprometida, Revistas culturales, Jean-Paul Sartre, Segunda posguerra, Teoría literaria.
Abstract: It is well known that the genesis of the concept of Committed Literature is closely associated with the parisian little magazine Les Temps Modernes. It is equally well known that Jean-Paul Sartre coined a term which, on the one hand, constitutes an interpretative foil to the political use and utility of literature in the second half of the twentieth century and, on the other, was severely criticized by autonomist and poststructuralist literary theorists in the years that followed. The article analyzes the first transnational transfers of the Sartrean concept in the cultural magazines of the early postwar period and hypothesizes that the status of the concept represents a seismographic function for the cultural-political agenda of the magazines and a prehistory of later critiques. After a brief and panoramic reconstruction of the global circulation of this theoretical device in postwar cultural history I focus on a case study of Realidad, a magazine founded in Buenos Aires by Argentine intellectuals and Spanish anti-fascist exiles. In this Revista de Ideas that cultural transmission follows the imperative of depoliticizing the original text through a careful selection of translated fragments, paratextual elements and direct comments that keep distance from the French author. But it also shows that this concept is integrated into the intertextual structure of a little magazine that tries to situate the medium of literature not only as a symptom but also as a possible way of overcoming a crisis of social coexistence.
Keywords: Committed literature, Little magazines, Jean-Paul Sartre, Second postwar period, Literary theory.
Partiendo del caso de una recepción franco-argentina en tiempo real del célebre concepto de ‘literatura comprometida’ de Jean-Paul Sartre, las siguientes reflexiones pretenden aportar pistas para examinar las condiciones materiales y mediales de los procesos de circulación global y sus manifestaciones históricas en el convulso contexto de la segunda posguerra. Los seis ensayos de Sartre, que se publicaron por primera vez en la revista parisina Les Temps Modernes (1945-2019) y que dieron origen a la monografía Qu'est-ce que la littérature? (1948),1 no sólo se convirtieron en un objeto de crítica en su país - como lo evidencian las famosas reservas postestructuralistas expresadas nada menos que por Roland Barthes (1953) -, sino que también suscitaron controversias acaloradas en los medios de comunicación internacionales.2 La revista alemana de pensamiento europeo Merkur (1947- ) publica un extracto comentado de la obra de teatro comunista Le mains sales (1948, n° 10) de Jean-Paul Sartre, induciendo una tensión discursiva entre la ética literaria del ‘compromiso’ representada por el controvertido filósofo frente a su propia programática conservadora de una ‘responsabilidad del espíritu’ (Paeschke, 1947, n°1) estilizada como herencia de la tradición cultural europea (Klessinger, 2020). Apenas pocos meses antes, se observa un fenómeno semejante cuando la revista argentina Realidad (1947-1949) publica un fragmento cuidadosamente seleccionado del ensayo teórico literario de Sartre (1947, n° 6) en su primera traducción al español, suscitando reacciones descomunales sobre los supuestos enredos políticos del autor francés.
La autodeterminada Revista de Ideas se publica Buenos Aires entre 1947 y 1949 por intelectuales argentinxs y españolxs exiliadxs a raíz de la Guerra Civil y la imposición de la dictadura franquista, definiéndose en el editorial del primer número como revista cultural “que no quiere ser literaria en el sentido habitual de la palabra” (Anónimo, 1947, n° 1, p. 4), siguiendo una agenda marcadamente ensayística y crítica.3 Identificando su imaginario cultural con lo que denomina “la vieja e ilustre cultura de Occidente” (Anónimo, 1947, p. 1), la revista promueve un programa arraigado en la nostalgia de un tradicionalismo intelectual moderno, un antiperonismo sutil y un anticomunismo que refleja la política cultural de un liberalismo notorio en vísperas del “Cultural Cold War” (Stonor Saunders, 1999). A lo largo del prólogo, aquella revista dirigida por el filósofo argentino Francisco Romero además reflexiona sobre el papel de América Latina en la nueva constelación geopolítica de la posguerra y sobre la función del medio como una suerte de sucursal de ultramar para la difusión de la cultura occidental.
La identificación de la revista con la categoría histórica, civilizatoria y cultural de Occidente proporciona un argumento a favor de la veracidad de una hipótesis teórica de Beatriz Sarlo sobre estos medios: “Las revistas tienen sus geografías culturales que son dobles: el espacio intelectual concreto donde circulan y el espacio bricolage imaginario donde se ubican idealmente” (1992, p. 12). Fiel a esta caracterización, Realidad se distribuye en los países hispanohablantes de América, mostrando en sus 18 números una constante preocupación temática por la crisis de la cultura occidental moderna, ya sea en las contribuciones de autorxs ‘extranjerxs’ como Arnold Toynbee, Bertrand Russell o Martin Heidegger, o en los ensayos, comentarios y críticas de autorxs ‘autóctonxs’, argentinxs, como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar o Eduardo Mallea, entre otrxs. Mientras que la publicación de Jean-Paul Sartre parece así, a primera vista, inscribirse en la política editorial de una recepción de autorxs europexs y norteamericanxs, el simpatizante del Parti Communiste Français (PCE) desafía, por otro lado, la agenda política-cultural de la revista, tanto en el plano ideológico como en su crítica del intelectualismo burgués.
A continuación, trataré de analizar de qué modo la transferencia de Sartre contribuye de forma ejemplar a la diversificación del perfil de Realidad. Revista de Ideas creando una suerte de campo de tensión discursiva en el seno de la revista cultural. En este montaje experimental considero el medio de la revista cultural como un espacio caleidoscópico especialmente adecuado para reconstruir los procesos de transferencia de ideas, discursos, conceptos y prácticas. El enfoque decididamente mediático no considera los textos publicados en las revistas como objetos autónomos ni entiende aquel medio de comunicación como un mero contenedor de producciones de la alta cultura. Partir de un concepto ampliado de cultura de los estudios culturales permite considerar las revistas culturales como artefactos con una lógica mediática propia, una forma particular de ordenar sus saberes y un lugar en historia de los medios de comunicación (Frank, Podewski y Scherer, 2009). Textos y paratextos, imágenes e ilustraciones o cualquier otra información, no sólo se reúnen aquí en un sentido antológico, cerrado, sino que se ponen abiertamente a disposición. La revista así cumple una función de escaparate de la cultura moderna nacional e internacional al pretender de “mostrar los textos en vez de solamente publicarlos” (Sarlo, 1992, p. 11).
Por esta orientación prefiero inspirarme en un enfoque teórico que hace hincapié en la medialidad de los procesos de intercambio y entrelazamiento cultural antes que en los textos clásicos del transfert culturel de Michel Espagne y Michael Werner. Hans-Jürgen Lüsebrink (2005) en una monografía sobre la comunicación intercultural propone tres pasos en la caracterización de la transferencia cultural: el proceso de selección, el proceso de integración y el proceso de una mediación intercultural. La importación de objetos, discursos y prácticas seleccionados se produce como reacción a una motivación inherente a la cultura autóctona y se realiza a través de personas, instituciones y medios de comunicación como instancias de transmisión. El valor específico de los medios de comunicación reside en su capacidad para transportar imágenes de otras culturas con intensidad y calidad variables (Lüsebrink, 2005, p. 133).
La ‘literatura comprometida’ en circulación global: Les Temps Modernes, Merkur, Realidad
El intento de seguir las huellas del concepto de ‘literatura comprometida’ en los medios de la segunda posguerra requiere una visión de los procesos de transferencia que trascienda las fronteras nacionales. Aunque en los siguientes capítulos me centraré en Realidad. Revista de Ideas (1947-1949) para ilustrar las modalidades de la representación mediática de esta transferencia mediante un estudio de caso, conviene prestar atención al hecho de que este dispositivo de teoría literaria también es discutido simultáneamente en otras revistas. Las seis entregas que Sartre dedica a la pregunta “Qu’est-ce que la littérature?” aparecen bajo este mismo título de forma sucesiva entre febrero y julio de 1947 en los números 17 a 22 de la revista mensual Les Temps Modernes (1945-2019), editada en su primeros años por el propio Sartre junto con otrxs intelectuales claves del campo cultural francés: Simone de Beauvoir y Maurice Merleau-Ponty. Al firmar la “Présentation” (1945, n° 1) en el primer número de la revista, Sartre no solo subraya su protagonismo en la concepción de la revista, sino también brinda el primer testimonio de una reflexión pública sobre la idea del compromiso del escritor, que adquirirá una forma más sistemática en sus ensayos posteriores. En este sentido, la publicación de este prólogo no sólo marca un acto fundacional para la revista, sino también para un concepto que se convierte en una lámina interpretativa de la literatura política de la segunda mitad del siglo XX:
[N]uestro objetivo es contribuir al cambio de la sociedad que nos rodea. Con ello no nos referimos a un cambio de almas: dejamos gustosamente la dirección de almas a autores que tienen una clientela especializada. Para nosotros que, sin ser materialistas, nunca hemos distinguido el alma del cuerpo y que sólo conocemos una realidad indisociable, la realidad humana, nos ponemos del lado de los que quieren cambiar tanto la condición social del hombre como su concepción de sí mismo. Nuestra revista se pronunciará sobre cada uno de los próximos acontecimientos políticos y sociales. No lo hará políticamente, es decir, no servirá a ningún partido; pero se esforzará por identificar la concepción del hombre en la que se inspiran los puntos de vista opuestos, y dará su opinión de acuerdo con la concepción que apoye (1945, pp. 7-8).4
Lejos de comprometerse de antemano con un abanico de temas, disciplinas y debates tangibles, Sartre traza una especie de brújula ética destinada a guiar la política editorial de la revista y el papel del escritor en la posguerra. No demasiado específica para encapsular un estrecho corredor de opinión, pero lo suficientemente amplia para responder a las contingencias del cambio histórico, la revista debe mantener su polo de identidad como un yo que permanece consciente de sí mismo a lo largo del tiempo y reúne una especie de coherencia narrativa entre sucesivos acontecimientos individuales en el tiempo. En términos filosóficos, Sartre se distancia tanto del materialismo marxista como del dualismo cartesiano partiendo de un concepto amplio de política y una antropología que no considera al ser humano como algo separado del ramaje histórico, social y material. Por esta misma razón, dentro de su sistema es posible repensar e incluso cambiar los rumbos de la historia a través de la escritura. Sartre tiene la confianza que una autoafirmación sobre los propios principios, valores y acciones, basada en un diagnóstico crítico de la sociedad contemporánea, pueda orientar a medio y largo plazo las decisiones editoriales de un periódico en un tiempo histórico en crisis. En este sentido, el autor francés reflexiona no sólo sobre los objetivos de Les Temps Modernes, sino indirectamente también sobre el lugar institucional y las posibilidades de la revista cultural en cuanto género mediático e interfaz de procesos culturales y sociales.
Este editorial de la revista y los ensayos posteriores dan testimonio de que el mantra del ‘compromiso’ circula apenas pocos meses después de la liberación de París de la ocupación de las tropas nazis en el campo intelectual francés. Frente a esta enérgica politización de la literatura en el círculo en torno a Sartre, en la revista alemana Merkur, dirigida por el periodista Hans Paeschke y el romanista Joachim Moras, esta concepción se situará más bien al margen de los centros de gravedad discursivos. Hanna Klessinger (2020) ha reconstruido de forma detallada la recepción del quinto y sexto acto de Las manos sucias (1948) de Sartre en la revista alemana. Su observación es que la selección de estos dos actos de un total de siete, el prefacio y el comentario paratextual sirven para relativizar estratégicamente el contenido político de las hazañas heroicas del protagonista en la obra comunista (Klessinger, 2020, pp. 352-357). Según Klessinger, la inclusión de un autor de referencia de la Nueva Izquierda en la deutsche Zeitschrift für europäisches Denken (revista alemana de pensamiento europeo) - así el subtítulo del medio - se revela como una auténtica “prueba de carga” (2020, p. 352) del conservadurismo de un periódico que hace una apología del elitismo intelectual europeo del periodo de entreguerras. Además, el concepto puede leerse como la antítesis de la idea de la ‘responsabilidad del espíritu’, proclamada en un ensayo programático del coeditor Hans Paeschke (1947) en el primer número.
Fundada en la nueva República Federal de Alemania, la revista prefiere responder a los retos de la crisis de posguerra con la idea de continuidad en términos intelectuales en lugar de suscitar una transformación o metamorfosis más radical. Este discurso se plasma tanto en su lista de colaboradorxs al publicar preferiblemente voces paradigmáticas del tiempo de entreguerras como José Ortega y Gasset, André Gide, T.S. Eliot, Max Rychner y Arnold Toynbee, así como en sus discursos de crisis de la sociedad contemporáneo, sus análisis estéticos y sus creaciones de categorías culturales esencialistas. Hay dos explicaciones principales para este intento de mantener el vínculo con el pasado: Por un lado, los redactores trasladan a Merkur sus redes de colaboradorxs de anteriores proyectos editoriales. Hans Paeschke dirigió la Neue Rundschau entre 1939 y 1944, mientras Joachim Moras edita la Europäische Revue entre 1938 y 1944, en la que lxs autorxs mencionadxs, entre otrxs, ejercieron una especial influencia intelectual, sobre todo en los años treinta. Por otro lado, la presencia del célebre romanista alemán Ernst Robert Curtius cumple una función de mentor intelectual en el proyecto de la revista cultural de posguerra por su mediación de contactos y el persistente apoyo en la elaboración de una agenda cultural humanista y europeísta (Schmich, 2020, pp. 189-190).5
Un principio fundamental transmitido a Paeschke y Moras por el autor de La literatura europea y la Edad Media latina (1955) es la idea de una “tensión constante” (1956, p. 301) entre fuerzas opuestas, principio inspirado en el Romanticismo alemán de Gotthold Ephraim Lessing y Friedrich Schlegel. Este modelo abstracto se materializa en la composición de los números de la revista mediante la yuxtaposición de posiciones heterogéneas, es decir, estáticas y dinámicas, progresistas y conservadoras, nuevos y clásicos. La idea que subyace a este principio de composición es evitar que los extremos se alejen, o, mejor dicho, lograr una penetración mutua de un polo por el otro en lugar de derivar hacia canales de opinión demasiado homogéneos (Bock, 2001, p. 158-162). Mantener una dialéctica sin síntesis, en el limbo, encarna un anhelo de redención como constante de la modernidad y sus sujetos alienados en perpetuo conflicto de identidad (Kießling, 2012, p. 316). Con vistas a este principio editorial resultaría aún más difícil identificar la revista alemana con una posición ideológica o estética concreta que Les Temps Modernes, pero al menos explicaría su apertura a voces supuestamente heterodoxas como la de Jean-Paul Sartre.
En el caso de Les Temps Modernes y Realidad, la presencia del hilo del pasado es menos evidente, entre otras cosas porque no escenifican su compromiso con la tradición como un programa editorial. Opino que en una comparación transnacional sería pertinente señalar esta común tradición velada como vínculo oculto entre las revistas. La aparición de los tres periódicos de posguerra está íntimamente ligada a la desaparición temporal o total de reconocidas publicaciones del periodo de entreguerras: la Revista de Occidente (1923-1936), publicada bajo la dirección del filósofo cultural José Ortega y Gasset, cesó su primera fase de publicación al estallar la Guerra Civil española. En los mismos años la NSDAP convierte el mensual alemán Europäische Revue (1925-1944), editado anteriormente por Karl Anton Rohan, en un órgano de propaganda nacionalsocialista, en una fachada con el mismo nombre, pero sin valor intelectual ninguno. La revista francesa Nouvelle Revue Français (1909-1944), publicada por Gallimard en París, sufre un destino similar cuando se prohibió su publicación entre 1944 y 1953 por haber colaborado previamente con las tropas de la ocupación nazi. Basta con echar un vistazo al índice de los números de estas revistas, engullidas por los trágicos acontecimientos de los años treinta, para darse cuenta de que sus portavoces - como José Ortega y Gasset, André Gide y Ernst Robert Curtius - mantenían un animado intercambio personal e intelectual. Estos tres intelectuales están presentes de una u otra forma en las revistas de posguerra, ya sea mediante de una participación activa o bien por su influencia duradera como en el caso de los discípulos españoles de Ortega y Gasset, los secretarios de redacción de Realidad Francisco Ayala y Lorenzo Luzuriaga. En cambio, en algunas revistas se mantiene un interés por mantener el vínculo no solo con los propios mentores, sino también con las figuras intelectuales de otros países. Prueba de ello son las publicaciones sobre André Gide en Realidad. Revista de Ideas y el epistolario entre los editores del Merkur con José Ortega y Gasset, conservada en el Archivo de Literatura Alemana de Marbach (Schmich, 2020, pp. 188-189).
Aunque este no es el lugar para indagar más a fondo en esta comparación, opino que es relevante señalar esta línea de continuidad de los proyectos del intersticio temporal de la temprana posguerra con aquellos que en el pasado defendían el universalismo europeo, también en vista del colapso de los metarrelatos como síntoma de la posmodernidad (Lyotard, 1979). Estas conexiones discursivas y personales dan pistas no solo para un futuro análisis histórico cultural de las continuidades y rupturas con la tradición liberal europea, en una dimensión transnacional, transatlántica y postcolonial. También ofrece informaciones sobre la cuestión de por qué circularon discursos, debates y conceptos similares en las publicaciones periódicas de posguerra, críticas todas con los sistemas totalitarios y sus estrategias de represión, pero políticamente heterogéneas, a la vez. Una hipótesis de este estudio es que la forma específica en que se maneja el concepto sartreano del ‘compromiso’ tiene una función sismográfica para los perfiles políticos de las respectivas revistas. En la revista francesa Les Temps Modernes el principio ocupa una posición central como brújula ética de la producción cultural de posguerra. En cambio, en el Merkur el ‘compromiso’ se opone de forma antagónica a la concepción tradicionalista de la ‘responsabilidad del espíritu’ conforme a la idea romanticista de una “tensión constante” entre categorías antagónicas.
El hilo de la crisis: sobre el lugar de la literatura en una revista de pensamiento
Para completar este mapa y sacar conclusiones sobre la función específica del concepto de Sartre en las complejas ramificaciones intertextuales de Realidad, me gustaría primero discutir brevemente la importancia de la teoría literaria en la revista argentina. Como se mencionó en la introducción de este ensayo, en su primer número la revista se anuncia como un medio “que no quiere ser literaria en el sentido habitual de la palabra” (Anónimo, 1947, p. 4). Es indicativo de las discrepancias del consejo de redacción de la revista - que también se expresan en diversos escritos autobiográficos, epistolarios y otros documentos históricos - que Realidad, al final de su primer año de publicación, ya tratara de corregir este rumbo para abrirse a también a escritos de creación literaria como anuncia en una nota anónima (1947, p. 462). Al final la revista no publicó ningún escrito que no pudiera clasificarse dentro del espectro de lo ensayístico y crítico hasta el último año de su aparición. En 1949 se encuentran los relatos La razón humana de Eduardo Mallea y El Tajo de Francisco Ayala en los dos últimos números respectivamente. Según las declaraciones subjetivas que figuran en la autobiografía de este último, la estrategia detrás de esta perfilación consistía en mantener un rasgo distintivo frente a otro proyecto liberal, cosmopolita y antiperonista en el campo cultural argentino: la revista literaria Sur de Victoria Ocampo (Ayala, 2010, p. 173).
Raquel Macciuci (2011, 2013) ha dedicado diversos artículos a las simetrías temáticas entre los dos proyectos culturales, las transiciones de sus redes personales y la importancia de las disputas entre el círculo de Jorge Luis Borges y el de Eduardo Mallea sobre las bases estéticas de la literatura en el seno de Sur para la posterior fundación de Los Anales de Buenos Aires (1946-1948) y Realidad (1947-1949) respectivamente. Sin entrar en detalle, parece que un concepto de literatura subordinado a propósitos éticos, en el sentido de Mallea, ha llegado a ser el criterio para la selección de textos de teoría literaria de Realidad. Si bien no en forma de poemas, obras de teatro y cuentos breves, la literatura en efecto encuentra su lugar en la revista como preocupación temática de ensayos reflexivos, es decir: como objeto de un pensamiento teórico sobre la literatura como medio en crisis. En la Revista de Ideas se discute sobre la función social del escritor en la vida pública, los géneros literarios, la esencia filosófica de Cervantes e incluso sobre el concepto goetheano de la literatura universal, en paralelo, por cierto, con el romanista alemán Erich Auerbach (1952) exiliado en Estambul. En general, es llamativo que la literatura nunca es considerada en estos debates un fenómeno autónomo respecto a su forma, producción y recepción. La base conceptual consiste más bien en considerar lo literario como una forma de expresión artística situada espacial y temporalmente y determinada por factores sociales, culturales y materiales. Un ejemplo de ello es el crítico literario Guillermo de Torre, un colaborador habitual de Realidad. En su reflexión sobre el concepto de literatura universal, no se cansa de subrayar que la difusión mundial de las obras literarias no se debe atribuir únicamente a su valor estético, sino también a las condiciones geopolíticas, económicas y sociales de su país de origen (1949, n° 17-18). Esta forma de crítica cultural es sintomática de la reflexión literaria en la revista, la de Sartre incluida, como veremos en adelante. Sin embargo, la revista en su editorial del primer número apenas da esta impresión, presentándose como un proyecto apolítico que observa el panorama del mundo occidental de posguerra desde un “mirador argentino” (Anónimo, 1947, n° 1, p. 4) con la objetividad propia de una actitud distanciada.
Como se ha mencionado en la introducción de este estudio el tema central de Realidad consiste en el diagnóstico y la posibilidad de una superación de la crisis de Occidente. La revista cultural pretende contribuir a una patología de los mecanismos destructivos de la modernidad en un afán humanista al reunir perspectivas de disciplinas muy diferentes como la filosofía, la sociología, la crítica de arte, la ciencia política y la educación. Aunque en los textos que aparecen en Realidad el periodo de posguerra nunca es considerado un mero un sinónimo de la crisis, sino más bien su punto de inflexión, algunos análisis se centran en fenómenos contemporáneos como las nuevas constelaciones geopolíticas, el avance de la tecnología y la opresión de los Estados totalitarios. Si se trata de abrazar una crisis que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida histórica, esta ambición también se aplica al campo de la literatura. O viceversa: la crisis de la literatura es también un síntoma de la crisis de la cultura moderna en general, de modo que los problemas sociales, éticos e interculturales pueden negociarse reflexionando sobre el tema de la literatura.
El arriba mencionado miembro del consejo de Realidad. Revista de Ideas, Guillermo de Torre, apenas dos años después del cierre de la revista publicó Problemática de Literatura (1951), una monografía que hace uso de una amplia gama de observaciones de la teoría, crítica y historia literaria para examinar el eclipse de una crisis existencial. Esta amplitud de miras de de Torre convierte su teoría literaria en una historia de las ideas que brinda una lectura fructífera para investigar la relación entre la crisis de la literatura y la crisis de la modernidad en general. La tesis central de su libro consiste en el análisis histórico cultural de que, a partir de las vanguardias históricas a finales del siglo XIX, la temporalidad de la obra y del artista se convierte en el punto de Arquímedes de la producción estética. Esta conciencia de historicidad, según de Torre, no se detecta únicamente en las obras, los movimientos y corrientes estéticas sino también en la desorientación existencial latente en cada acto de creación (De Torre, 1951, pp. 16-18). La conciencia de temporalidad conduce a lo que Georg Lukács ha llamado ‘indigencia transcendental’. O en las palabras de de Torre:
Se trata de una crisis más honda y subterránea: la crisis de la literatura en cuanto concepto previo. Es la crisis de un supuesto básico en el que se comienza perder la fe; es la aparición de una serie de dudas - llevadas en ocasiones hasta el ataque - sobre la justificación radical de la literatura; es el litigio sobre su propia razón de existir; es el preguntarse: ¿por qué se escribe? o ¿para quién se escribe?; es hacerse cuestión el elemento previo y el instrumento específico, el lenguaje, el material significante, considerando en sí y como vehículo (1951, p. 16).
Una crisis que traspasa los límites de lo racional, de la conciencia y de lo objetivable alcanza ámbitos de la vida humana a los que sólo el psicoanálisis y las religiones han atrevido acercarse. Es evidente que la magnitud de esta desorientación en cuanto a los propios medios, las capacidades y las razones de ser, son dudas que no exclusivamente conciernen a la literatura. El diagnóstico de De Torre puede leerse como un valioso testimonio histórico del ambiente desesperanzado de los primeros años de la posguerra, publicado, por cierto, el mismo año que Kulturkritik und Gesellschaft (1951), de Theodor Adorno, que contiene el famoso axioma sobre la barbarie de una escritura después de Auschwitz. En el caso de Guillermo de Torre, llama la atención cómo transforma las dudas existenciales que, en última instancia, sólo pueden comprobarse en la experiencia de un sujeto individual, en el diagnóstico general de la disposición mental de una formación histórica. Para el autor de Valoración literaria del existencialismo (1948), la conciencia de la temporalidad de la existencia y la consiguiente renuncia a cualquier principio, valor y categoría esencialista conduce a una crisis multidimensional siempre latente en la práctica de escritura de los sujetos concernidos como contemporáneos.
Es un hecho notable que una de las preguntas planteadas por de Torre en el extracto citado aparezca como título de un texto fundamental de la cultura del exilio español republicano: el ensayo “¿Para quién escribimos nosotros?” del secretario de redacción de Realidad, Francisco Ayala, publicado en 1949 en la revista mexicana Cuadernos Americanos. El ensayo puede leerse como una evaluación crítica de las condiciones sociales, políticas y discursivas de las prácticas intelectuales desde la Guerra Civil española. La particularidad de este balance reside, sin duda, en que Ayala no sólo escribe desde la perspectiva del exilio republicano, sino que también incluye a los intelectuales liberales que viven en la oposición antifranquista en su país. De este modo, Ayala imagina una comunidad de intelectuales antifranquistas fragmentada en distintas zonas geográficas, pero unida por ideales políticos y culturales semejantes. Una de las principales patologías del autor granadino se refiere a la pérdida de una esfera pública en España debido a la implantación de un Estado totalitario cuyos mecanismos de control y censura impiden cualquier libertad artística por parte de los productores y la posibilidad de una recepción crítica por parte de los lectores (Ayala, 2007, pp. 193-215). Para Ayala, el público al que se adapta el escritor es siempre constitutivo para la composición temática, estilística y referencial de un texto. En este sentido, la pérdida de lxs lectorxs provocada por un sistema represivo representa una ruptura dramática en los procesos dialécticos de producción de la comunidad antifranquista transnacional.
He intentado reconstruir tanto las discusiones sobre el estatus de la literatura en Realidad. Revista de Ideas como las concepciones de literatura de dos de sus protagonistas con vistas a la recepción de Sartre en la revista argentina. La publicación de Sartre se inscribe en el marco general de una inclinación hacia el pensamiento literario practicado en las páginas de la revista. Además, en el capítulo siguiente se mostrará que los párrafos del texto de Sartre estratégicamente seleccionado por la revista argentina, es particularmente compatible con la reflexión de Ayala sobre la relación entre escritor y sociedad. Sartre plantea así cuestiones que pueden relacionarse con el diagnóstico de de Torre sobre la crisis de la literatura y la inseguridad existencial de los años cuarenta y cincuenta, que influyeron de forma duradera en las formas de convivencia social e intercultural.
Despolitización transmedial: Sartre en Realidad
Los modos de introducción del escritor francés en la red intertextual de la revista sacará a la luz distintas estrategias de apropiación del pretexto sartreano: 1) La traducción y selección de un fragmento cuidadosamente despolitizado de Qu'est-ce que la littérature?; 2) Los comentarios paratextuales destinadas a orientar (e incluso dirigir) la percepción del lector; 3) El comentario crítico del texto en artículos posteriores suscitando un debate sobre Sartre; 4) Su conectividad con los debates teóricos llevados a cabo en y alrededor de la revista en su intento de abarcar la crisis de la literatura.
La revista argentina publicó un extracto de la última de las seis partes que habían aparecido en julio de 1947 en Les Temps Modernes bajo el título “Qu'est-ce que la littérature? (Fin)” como “¿Qué es la literatura? Burguesía y proletariado”, añadiendo así un subtítulo que pone énfasis en el carácter sociológico del ensayo de Sartre. Hasta aproximadamente la mitad del texto, se trata de una traducción fiel del texto original francés al español. En la segunda parte, el medio de destino recurre a la estrategia de selección de párrafos concretos y trabaja con omisiones considerables del texto original, especialmente en aspectos de la cultura francesa que trascienden el marco semántico de referencia, reflexiones teóricas sobre la el valor y la validez del arte y comentarios críticos sobre la literatura comunista de autores como Paul Nizan. La despolitización transmedial del texto original se ve reforzada por un comentario paratextual anónimo como nota a pie de página:
El escrito que sigue forma parte, y precisamente la parte nuclear, de un ensayo recién concluido, donde plantea y estudia Sartre el problema de la actividad intelectual en las circunstancias de nuestro mundo actual. Nos proponemos con su publicación estimular a un examen desde nuestro ángulo del problema dilucidado desde el suyo por el escritor francés (Anónimo, 1947, n° 6, p. 462).
El comentario pretende orientar la percepción del lector de forma a priori subrayando el valor y la actualidad de un ensayo presentado como reflexión abstracta y universalmente aplicable sobre las prácticas intelectuales en el contexto de posguerra. Sin alusiones al contexto espacial y temporal de origen del texto, la revista intenta legitimar la funcionalidad de una transferencia del autor francés para su propio contexto sociocultural. Llama la atención la vehemencia con la que la revista intenta distanciar su perspectiva de la de Sartre en la última parte del comentario. Esta sospecha se solidifica si se considera que el autor es interpretado en la revista en numerosas ocasiones como máximo representante del existencialismo y presentado en un comentario paratextual de la “Carta sobre el humanismo” de Martin Heidegger como antagonista intelectual del simpatizante del nacionalsocialismo (Anónimo, 1948, n° 7, p. 1).6 El hecho de que la funcionalidad de las ideas foráneas para la propia cultura constituya en la recepción de Sartre el principio rector también podría explicar por qué el ensayo, en contraste con otros importantes autorxs occidentales como Hans Kohn (1947, n° 1), Martin Heidegger (1948, n° 7) o Arnold Toynbee (1948, n°9), no forme el artículo principal del número. En el índice el texto de Sartre se ubica debajo de un artículo del existencialista liberal Carlos Alberto Erro sobre la “regeneración” (1947, p. 339) de la nación argentina inspirada en la Generación del 37. La frontera estilizada por la revista mediante estas estrategias de apropiación mediática tiene una semántica más política que geográfica, cultural o de clase, como muestran las reacciones directas a Sartre. La revista pretende transformar este artefacto en una patología social propia de su discurso de crisis.
En concreto, el fragmento seleccionado tiende un puente hacia las reflexiones de Francisco Ayala sobre la relación entre el escritor como actor dependiente de un público lector crítico como clientela. En vez de responder a la pregunta del título “¿Qué es la literatura?” el ensayo se centra en un balance crítico de los profundos cambios de la sociedad contemporánea y las consecuencias resultantes para las formas de distribución y recepción de la literatura. En su análisis el intelectual francés observa esta situación crítica desde un doble prisma centrándose tanto en las condiciones materiales de la literatura como en el dilema del escritor como sujeto político en búsqueda de un público receptor. Respecto al primer punto Sartre ve una inflexión en la profesión del escritor y el mundo editorial debido a la distribución internacional del libro y la aparición de los medios de comunicación de masas bajo nuevas condiciones tecnológicas y socioeconómicas. Al igual que el ya citado de Torre en su ensayo sobre el enfoque de la literatura mundial, Sartre considera con sobriedad las estructuras neocolonialistas de un mercado del libro como sistema parcial de un capitalismo global. Un producto literario solo puede convertirse o en un objeto de consumo popular para el entretenimiento de las masas o en un producto de prestigio intelectual sin efectos monetarios (Sartre, 1947, p. 346). En otras palabras, dadas las nuevas condiciones mediáticas y económicas de difusión en un mercado de bienes culturales, el intelectual nunca puede acumular capital simbólico y económico al mismo tiempo. Además de examinar las condiciones materiales de la difusión de la literatura, Sartre escudriña el dilema del autor contemporáneo en relación con la clase social del público al que se dirige. En estos párrafos el ensayo reconstruye el proceso de transformación histórica social que culmina en la constelación geopolítica de la Guerra Fría y el paisaje de una Europa devastada por la guerra que ha perdido toda pretensión de superioridad moral y cultural. Ante este panorama el escritor contemporáneo tiene dos opciones: escribir para una burguesía en decadencia cuya autodestrucción está en pleno apogeo o para un proletariado, que reconoce su propio trabajo literario como parte de la lucha por una sociedad sin clases, para la revolución. El autor francés afirma que toda escritura para la revolución sólo funciona dentro del sistema de referencia cerrado de los códigos comunicativos, el lenguaje y el estilo del Partido Comunista. Por lo tanto, para el escritor contemporáneo no hay otra manera de dirigirse al proletariado que a través de una apropiación de estos códigos coloreados ideológicamente. Frente a la lectura de algunas críticas directas de Sartre en Realidad, el intelectual francés destaca que no está dispuesto a subordinar su libertad artística y poner sus prácticas culturales al servicio de un partido político (Sartre, 1947, pp. 347-364).
Es particularmente pertinente una hermenéutica precisa del texto seleccionado para evidenciar como el comentario directo a Sartre en la revista pasa completamente por alto su contenido: no hay aquí reflexión alguna sobre el análisis geopolítico y sociológico del mundo contemporáneo, sobre la desorientación del escritor en su búsqueda de un público activo o sobre las dificultades de una praxis cultural y artística al margen de los códigos tendenciosos de un partido determinado, planteados por Sartre. Por el contrario, en su comentario “La otra libertad” (1948, nº 8), aparecido dos números después del ensayo de Sartre, la escritora y mecenas de Realidad Carmen Gándara criticaba directamente los supuestos prejuicios ideológicos de un escritor al que se tacha generalmente de marxista. Grosso modo, el comentario se centra menos en la obra del autor francés que en su personaje público acusándole fervientemente de defender un concepto de literatura que tiende a subordinar cualquier práctica cultural al ciego fanatismo ideológico (1948, pp. 252-253). Independiente de la autoría de la comentarista liberal católica de la alta burguesía bonaerense, el texto también puede interpretarse como un distanciamiento político de la revista a la persona de Sartre en cuanto estrategia mediática. A diferencia de la selección del texto traducido y del comentario paratextual como mecanismos destinados a separar a la persona de la obra para enfatizar la funcionalidad de los pensamientos, se trata aquí de un ataque frontal al autor como persona pública.
En la descripción del ensayo, hice hincapié en que el dilema del autor contemporáneo, según Sartre, no debe llevar en modo alguno a una subordinación de su libertad artística a objetivos, intereses y códigos comunicativos de un partido político. Es llamativo que Carmen Gándara le acuse precisamente de esta actitud tendenciosa como sugiere el título de su comentario (1948, pp. 252-253). Para Gándara, la libertad del individuo se convierte en un mantra liberal según el cual la escritura solo puede aparecer, en última instancia, como una forma de producción desvinculada de los intereses prácticos, las circunstancias históricas y las condiciones sociales. Partiendo de una ética de la libertad elitista la autora eclipsa de paso también la propuesta sartreana sobre este concepto, mucho más sistemático. Para Sartre, la contribución concreta del escritor contemporáneo no consisten en la sumisión a los objetivos e intereses de un partido, sino en la purificación lingüística de una sociedad contaminada por los conceptos, códigos, imágenes y estilos polarizados por las ideologías.: “Si queremos restituir a las palabras sus virtudes, hay que realizar una doble operación: de una parte, la limpieza analítica que las desembarace de sus sentidos adventicios; de otra parte, la amplificación sintética que las adapte a la situación histórica” (Sartre, 1947, p. 364). La funcionalidad ética del lenguaje como sistema comunicativo entre los individuos de una sociedad requiere un mecanismo corrector que mediante la intervención aséptica en este sistema crea las condiciones para una convivencia pacífica. Dentro de la lógica del discurso de Sartre, es coherente que esta tarea sólo puede recaer en los artistas de las palabras. Al liberar el lenguaje de las mistificaciones, irracionalidades y polarizaciones de las ideologías - Sartre menciona el nazismo, el comunismo y el gaullismo -, el escritor contemporáneo hace una contribución decisiva a la convalecencia de una sociedad en crisis y, además, permite dirigirse de nuevo al público proletario superando las barreras de comunicación creadas por la propaganda de los partidos.
En el ramaje intertextual de la revista Realidad se encuentra un ensayo que retoma la idea de una conexión lingüísticamente legitimada entre el autor y el público para trasladarla a otro tipo de patología social. Es significativo que, a pesar de las ya mencionadas críticas a Sartre, sus consideraciones literario-teóricas centrales hayan encontrado una expresión duradera en las páginas de la revista. El joven crítico literario argentino Enrique Luis Revol publica en uno de los últimos números de la Revista de Ideas una reflexión sobre la sociedad del conocimiento y las tecnologías de la información, que sigue siendo de gran actualidad. A diferencia de la patología política y sociológica de Sartre, la crítica cultural de Revol se centra en las nuevas condiciones tecnológicas de una sociedad acelerada. Revol describe un mundo de máquinas, relaciones interpersonales efímeras y de alienación en un mundo urbano de la experiencia moderna. El diagnóstico principal de Revol se refiere a la experiencia de los sujetos que no solo habitan y producen este mundo, sino que también están sometidos a una avalancha constante de informaciones, imágenes y sobreestimulaciones, sin coherencia, orden y sentido (1949, n° 15, p. 324). Aunque estos rápidos desarrollos del mundo moderno tienen lugar en la superficie histórica, representan el núcleo central de su diagnóstico de la crisis contemporánea. Partiendo de este análisis histórico de una sociedad en crisis, Revol intenta contrastarlo con un antídoto tradicional que mira al pasado remoto de la civilización occidental. En particular su “Defensa de la poesía” - así el título del ensayo - puede leerse como un alegato a favor de la función tradicional del poeta en la polis griega como creador de mitos capaces de amalgamar de forma narrativa una comunidad de individuos trágicamente distanciados bajo las condiciones tecnológicas nuevas. Revol se revela como un amante de la tradición al considerar el poeta como una instancia separada del resto de la vida histórica, con dotes universalistas capaces de devolver el sentido a las apariencias, crear relatos colectivos y restablecer el orden social (p. 322).
Coda
Tanto para Revol como también para Sartre el escritor se revela como un sanador de una sociedad en crisis. Mientras que el escritor es visto por Revol en su función clásica de creador de mitos universales en un mundo moderno lleno de especialistas, Sartre parte de la premisa que un uso cauteloso del lenguaje puede restaurar la brecha entre el autor y el público que se abrió con las tragedias históricas del siglo XX, o bien por la instalación de un sistema político represivo, como advierte Francisco Ayala en su ensayo. Mientras que Guillermo de Torre sitúa las inquietantes manifestaciones de una profunda desorientación de la literatura como indicio de una crisis existencial más general, Sartre ve en la funcionalidad práctica del subsistema social de la literatura incluso un medio viable para desencadenar una superación de la situación crítica. Es decir, mientras los intelectuales españoles perciben la literatura como un sistema para visualizar los síntomas de la crisis general de convivencia social en cuanto diagnóstico, Sartre y Revol ven en la escritura una forma de terapia destinada a superar la crisis, una crisis, cuyos archivos y lugares de negociación son las revistas culturales de posguerra.
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Notas