Editorial
El año 1837 marca tanto el inicio del reinado de Victoria como la publicación de la primera novela de Charles Dickens, Pickwick Papers. Su última novela, The Mystery of Edwin Drood —publicada por entregas como la mayor parte de su obra—, quedó inconclusa debido a la muerte del autor en 1870. La gran productividad de su trayectoria nos permitiría celebrar casi cada año alguno de sus textos; por ejemplo, en 2021, cuando escribimos esta nota editorial, se cumplen ciento ochenta años de la publicación completa de The Old Curiosity Shop y Barnaby Rudge, además de ciento cincuenta años de la de Great Expectations. Sin embargo, el carácter sumamente prolífico de la obra de Dickens no sólo tiene que ver con la cantidad y el volumen de sus textos, sino también con la vida que éstos han tenido posteriormente en la cultura literaria y popular en habla inglesa y en otras lenguas. Dickens creó, pues, un mundo vibrante, poblado de personajes que han sido acusados de ser estereotípicos y planos y que, a la vez, se han vuelto icónicos, como el huérfano Oliver Twist, el avaro reformado Ebenezer Scrooge o Pip el soñador. También parte de este mundo son tramas y subtramas de secretos y revelaciones, injusticias y sacrificios, de humor y crueldad, que transcurren en escenarios impredecibles y que se han vuelto emblemáticos del Londres victoriano en el imaginario colectivo.
La obra novelística y periodística de Dickens acompañó y, en varios sentidos, examinó, interrogó y dio voz a la primera mitad de la llamada era victoriana, en la cual se suscitaron intensos y acelerados cambios en la sociedad inglesa con repercusiones, en no pocos casos, más allá de sus fronteras. Fue un periodo de consolidación de la cultura impresa y del comienzo de la masificación de los medios de información; de reformas sociales en respuesta a demandas populares; del recrudecimiento de la pobreza y la precariedad laboral como parte de la pujante industrialización; de revoluciones en el panorama europeo; de conservadurismo y radicalismo; de una brutal expansión imperial; de culto a lo doméstico. Éste es parte del mundo que creó .Dickens y su escritura dialoga con dicho mundo de formas a veces contrarias: desde la sátira al sentimentalismo, pasando por un realismo que las voces narrativas en primera y tercera persona manipulan de manera casi fantasiosa, llegando frecuentemente al absurdo y la caricatura.
En algunas escenas de sus obras, escribe George H. Ford (1970), Dickens abreva del manantial que Mathew Arnold llamaría “vida enterrada” y Marcel Proust “memoria involuntaria”. Basta que uno de sus personajes se rasque la nariz para que una avalancha de percepciones y vivencias lleguen hasta nosotros. Basta que nos describa el mundo desde una aparente única perspectiva para que se despliegue la posibilidad de alguien narrado, frente a la de alguien que narra, para oscilar, como bien apunta Luz Aurora Pimentel (2012), “entre la experiencia y la reflexión, entre el cuerpo en su relación con el mundo y el saber intelectual, reflexivo sobre el mundo” (50). Dickens es capaz de mostrar que, hasta en las cosas más habituales, se puede desplegar una revelación de lo real. Su escritura no sólo reforma, como ha escrito Kincaid (1987: 95), nuestros ojos y oídos, sino que los confunde al pedirles que se vuelvan en muchas direcciones al mismo tiempo, al darles una señal clara para luego desvanecerla.
Al describir la realidad, Dickens buscaba, como sugiere Vanfasse (2004), alcanzar la verdad de los objetos que representaba, y esa “verdad” no sólo se encuentra en su presencia y apariencia, sino también en lo que las cosas evocan, en lo que ocultan y en lo que queda de ellas al desvanecerse. En un escrito atinadamente titulado “The Spirit of Fiction”, el propio Dickens sostiene: “La idea que subyace es que la fantasía y la imaginación, incluso en sus formas más extrañas, no son necesariamente opuestas a la realidad, sino parte de ella y esa unidad es perceptible a cualquier mente sin prejuicios” (en Vanfasse, 2004: 120; nuestra traducción). El buen escritor, expresó Dickens, es el que puede capturar la realidad sin idealizarla, pero entendiéndola de una manera menos prosaica, menos esperada; quien puede distinguir, de vez en cuando, incluso en los lugares más comunes, alguna revelación patente que no puede ser ignorada y que le permita reconocer, en una frase que ya es lugar común, que “los hechos son más extraños que la ficción”. Desde luego, es debatible si el propio Dickens no idealizó, especialmente en ciertos episodios moralizantes, la realidad; lo cierto es que respondió al prosaísmo de su entorno haciendo de lo prosaico en su escritura una poética del caos social.
La puerta de entrada a este número lo constituye “El mundo surreal de Charles Dickens” de Luz Aurora Pimentel, quien justamente reflexiona en torno al peculiar realismo dickensiano. Dejando claro desde un inicio que emplea el adjetivo surreal sin conexión alguna con el movimiento artístico del surrealismo de comienzos del siglo xx, la autora nos invita a adentrarnos en escenas específicas de Bleak House, Little Dorrit y Our Mutual Friend y observar cómo se construye un efecto de suprarrealidad en ellas. Al hablar de lo surreal en la novelística dickensiana, Pimentel se refiere al actuar conjunto de “realismo, humor y exuberancia” y al empleo de rasgos estilísticos como la repetición y el catálogo heterogéneo para generar una realidad excesiva, una suprarrealidad que magnifica ante los ojos del público lector los absurdos —a veces jocosos, con más frecuencia amargos— de la sociedad inglesa del siglo xix. Así pues, esta suerte de realismo llevado al extremo por vía de la exageración y el juego literario puede desembocar en una mordaz crítica social —como la dirigida a la burocracia laberíntica e inhumana en Bleak House y Little Dorrit— o en “símbolo”, como sucede en Our Mutual Friend, donde un diálogo inserto en la descripción aparentemente descontrolada del establecimiento de un taxidermista y articulador de huesos remite al tema de la fragmentación del cuerpo y la identidad. Mediante la noción de suprarrealidad, Pimentel explica un régimen de representación característico de Dickens, en el que el realismo es conducido a uno de sus posibles límites.
Si el artículo anterior trata sobre el mundo creado por Dickens, el de Anaclara Castro-Santana, titulado “Del espíritu de las narrativas pasadas en Oliver Twist”, dirige su mirada hacia el mundo que creó . Dickens. En particular, la autora rastrea, desde una perspectiva comparatista, la paternidad del “huérfano más famoso” de la literatura inglesa en cuanto a sus antecedentes literarios y gráficos en el siglo xviii, e identifica sugerentes relaciones intertextuales e intermediales de Oliver Twist (1837-1839) con la obra novelística de Henry Fielding —específicamente Tom Jones (1749)— y las series de grabados de William Hogarth, producidos entre 1731 y 1751. En un primer momento, el artículo lleva a cabo un recuento de coincidencias y divergencias entre Oliver Twist y Tom Jones. Además del humor y de la figura del huérfano como representativa de la vulnerabilidad de ciertos grupos sociales, las novelas comparten, entre otros aspectos, un principio estructural en el que “el desenlace activa un proceso mental de reconstrucción retrospectiva”, y ostentan voces narrativas que buscan constantemente guiar el proceso de lectura. En cuanto a las diferencias, una de las más significativas, argumenta Castro-Santana, tiene que ver con el rango de edad de cada protagonista, lo cual tiene implicaciones decisivas en lo que respecta al contenido y tono de cada obra. En un segundo momento, el artículo se ocupa de los préstamos realizados por Dickens de elementos y personajes pertenecientes a una iconografía de la sordidez de la vida urbana llevada a cabo por Hogarth. De este modo, en las estampas de la pobreza, la violencia y otros vicios sociales realizadas por el novelista victoriano, es reconocible la influencia, en conexión con los temas y su tratamiento satírico, del artista visual del xviii.
Con el artículo de Lia Galván Lisker, “El diálogo entre los opuestos por medio de los personajes en A Tale of Two Cities (1859) de Charles Dickens”, de nuevo figura el legado del siglo xviii, en este caso a través de la Revolución Francesa, el escenario de fondo de uno de los textos más conocidos del escritor. Jugando con la exploración de dualidades expresadas desde el mismo título de la novela, la autora examina cómo ciertos pares de personajes en ella ofrecen la posibilidad de reformular cuestiones identitarias estereotípicas. Así, el contraste entre Alexander Manette y Ernest Defarge, Jarvis Lorry y Jerry Cruncher, y Charles Darney y Sidney Carton parece reunificar características aparentemente irreconciliables y ejemplifica la peculiaridad de la construcción de los personajes dickensianos. A partir del análisis de estrategias de caracterización narrativas como el retrato, el discurso figural y las acciones, derivado de los estudios de Luz Aurora Pimentel, Galván Lisker muestra cómo en A Tale of Two Citiesse complejiza la identidad de los personajes, y los extremos morales y los estrictos códigos victorianos se matizan. De esta manera, su texto nos propone observar cómo en esta novela se trazan primero, para luego desdibujarse, similitudes y diferencias no sólo entre personajes, sino también entre países y tiempos históricos.
La obra de Dickens también ha sido objeto de agudas críticas. No pocas personas han señalado que sus personajes femeninos tienden a ser unidimensionales y estereotípicos.1 Otra perspectiva desde la que han surgido debates sumamente reveladores es la poscolonial. Así, la sección dedicada a Dickens de este número cierra con la propuesta de Nair Anaya Ferreira por situarnos a contrapelo de las lecturas tradicionales sobre este escritor. En “Charles Dickens y las paradojas de la expansión imperial”, la autora se aproxima a las repercusiones que la expansión colonial y su representación tuvieron en la mentalidad victoriana, particularmente en lo que respecta a la llamada “Cuestión de la condición de Inglaterra”. Su idea es, siguiendo a críticos como Edward Said y Simon Gikandi, situarnos más allá de los enfoques culturales “occidentales” y recordar que la configuración identitaria asignada por el concepto de “Englishness” se deriva de una cultura paradójicamente alimentada por todos los rincones del imperio. Dickens sostuvo una relación ambivalente con su entorno y Anaya Ferreira subraya cómo el escritor conoció a fondo las repercusiones de la empresa imperial europea, sus múltiples tensiones sociales y políticas, y muestra que esta conciencia quedó articulada tanto en su creación novelística como en sus artículos periodísticos de formas muchas veces contradictorias y, a menudo, invisibilizadas. Cuestiones capitales como la emancipación de la esclavitud en el Caribe o las rebeliones en la India y en Jamaica ocurridas en el periodo se sedimentaron en la obra última de Dickens y reflejan los cambios en su posición con respecto a la representación de los Otros. Este artículo final de “Central Poligrafías” se propone entonces como una respuesta al “Comunicado antirracista” que la Dickens Society publicó en 2021 y que invitaba a explorar la obra del escritor desde un nuevo paradigma, desde una postura diferente que enfatice lo imperioso que resulta entender con mayor profundidad la complejidad de los fenómenos que han producido el mundo actual.
A mediados del siglo xx, el interés académico en Dickens y el estatus canónico de su obra no eran lo que son ahora. Los estudios sobre Dickens se han diversificado intensamente en décadas recientes. Su obra aparece en manuales sobre teoría narrativa, en exploraciones históricas de la literatura y la cultura victorianas y, desde luego, en revistas académicas y tomos dedicados enteramente a su vida y su corpus literario. Su producción es abordada desde enfoques críticos tan diversos como el de los estudios de género, los estudios culturales, la crítica literaria feminista y marxista, desde la perspectiva de las geografías urbanas, los afectos, la religión, el pensamiento político, además de las aquí representadas, que dan cuenta de las lecturas que pueden llevarse a cabo desde el ámbito académico en México.
La sección de “Otras Poligrafías” comienza con el artículo “El recurso de las imágenes y fotografías en cinco antologías sobre la Generación del 27: Gerardo Diego (1932), Vicente Gaos (1965, 1975), José Luis Cano (1982) y Víctor de Lama (1997)”, de Luis Gabutti Alarcón, en el cual se revisan varias antologías de este grupo de poetas y la manera en la que en ellas se establecen diferentes formas de imágenes de autor. Al análisis de los retratos de cada uno de los miembros de la Generación del 27 presentados en cada caso, Gabutti Alarcón añade las figuras de quienes arman las antologías y la importancia de la presentación grupal de la icónica fotografía que conmemoraba el Centenario de Luis de Góngora en Sevilla en 1927. El exhaustivo recorrido de la manera en que estas colecciones figuran y configuran a los autores, considerando nociones derivadas de los trabajos de Ruiz Casanova y Even-Zohar, hace de este estudio un acercamiento novedoso que muestra la importancia de la materialidad del libro y el valor simbólico que se otorga a las ilustraciones e imágenes fotográficas para consolidar no sólo a cada autor, sino también a generaciones completas. De esta manera, el texto enfatiza que el modelo de la antología resulta un dispositivo en el que se proyectan imágenes de autor configuradas no sólo por quienes hacen la antología, sino también por los textos seleccionados y por las imágenes visuales utilizadas para legitimar a algunos y ocultar a otros.
El artículo escrito por David Pruneda Sentíes, “Formato, Inc.: reflexiones sobre estilos de citación y estudios literarios”, también resulta muy original. A partir de una breve revisión de los estilos de formato y citación más utilizados en Estados Unidos, se estudia la relación que existe entre ellos y el contenido de los textos académicos que los usan, además de que se plantea que son el resultado de orientaciones epistemológicas adoptadas por las universidades de ese país desde la segunda mitad del siglo xix. Pruneda Sentíes sostiene que estos formatos son determinantes en las dinámicas de producción de conocimiento y moldean las investigaciones que enmarcan tanto ideológica como epistemológicamente. Por ejemplo, el estilo de la Modern Language Association permite que, independientemente de su origen geográfico, las reflexiones queden insertas en un espacio normado por una serie de fronteras formales. El estilo también hace que las voces del presente dialoguen con las del pasado gracias a la posibilidad y el orden de las citas, esas “membranas visibles” que las separan y unen al mismo tiempo. Algo similar ocurre con la aparente posibilidad de incluir diferentes lenguas o diferentes autorías gracias a medios como las notas al pie, medios que, como el conjunto de todas estas normas y paradójicamente, terminan por ser marcas de poder intelectual y reflejar procesos de dominación cultural.
Este número de Nuevas Poligrafías. Revista de Teoría Literaria y Literatura Comparada cierra, como ya es costumbre, con tres reseñas que dan cuenta de la pluralidad de las publicaciones recientes de los estudios literarios. En primer lugar, Daniel Gutiérrez Trápaga comenta el libro de Rocío G. Sumillera titulado Invention. The Language of English Renaissance Poetics (2019) centrado en un concepto clave de la literatura renacentista en inglés, la inventio, y mostrando cómo se trata de una noción fundamental para el periodo que derivó siglos más tarde en el imaginario creativo del Romanticismo europeo. El tema del libro de Sumillera, como enfatiza Gutiérrez Trápaga, vincula la retórica, la elocuencia, la gramática, la poética y las poéticas de las lenguas clásicas a las vernáculas y traza con erudición y claridad esta importante veta de la tradición y el pensamiento contemporáneos.
En seguida, José Emilio González Calvillo reseña el libro editado por Adriana de Teresa Ochoa que reúne ensayos de diferentes plumas sobre el tema de la autoría. Horizontes teóricos y críticos en torno a la figura autoral contemporánea(2019), como apunta González Calvillo, proporciona una visión panorámica de las mutaciones que el concepto ha atravesado desde hilos conductores como la colectividad, las revisiones históricas y las implicaciones del desarrollo tecnológico para la materia. Con gran sensibilidad, el texto traza vínculos entre los diferentes ensayos y da cuenta de la manera en la cual este tipo de estudios se nutre, entre otros, de la crítica feminista, de la historia literaria o de los estudios de traducción y de materialidades.
Finalmente, Carolina Ulloa reseña Children of Globalization. Diasporic Coming-of-Age Novels in Germany, England, and the United States(2021), de Ricardo Quintana-Vallejo, un estudio crítico sobre el género novelístico del coming-of-age en sus manifestaciones contemporáneas y sus relaciones con la diáspora. El libro aborda los procesos de formación y las negociaciones identitarias en muy diversas trayectorias hacia la vida adulta de sujetos diaspóricos en una gran variedad de novelas y de situaciones. Algunas de las diásporas estudiadas son las de ascendencia india, bangladesí y jamaiquina en Londres o la mexicana en Estados Unidos. Entre otras muchas cosas, Ulloa subraya la interseccionalidad de la construcción identitaria que el libro de Quintana-Vallejo evidencia, además de la importancia que la diversidad sexual, el ejercicio escritural y las redes de apoyo tienen en las comunidades diaspóricas y en los procesos de formación representados en estas novelas.
Cerramos esta nota agradeciendo la revisión editorial realizada por Ainhoa Brosa Mendoza, Mariana Ramírez Mendoza y Sofía Minerva Sánchez Nateras. También volvemos a dar las gracias a Maximiliano Jiménez e Isabel del Toro quienes, desde el Programa de Revistas de Investigación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, realizaron las revisiones técnicas de los textos y nos resuelven siempre cualquier problema con el OJS. Además, durante este periodo organizaron el archivo histórico en la plataforma. Este número de Nuevas Poligrafías. Revista de Teoría Literaria y Literatura Comparada está dedicado a la memoria de Marina Patricia Nateras Domínguez (1960-2021).
Referencias bibliográficas
Ford, George H. (1970). “Dickens and the Voices of Time”. Nineteenth-Century Fiction, 24(4), 428-448. https://doi.org/10.2307/2932384
Kincaid, James. R. (1987). “Viewing and Blurring in Dickens: The Misrepresentation of Representation”. Dickens Studies Annual, 16, 95-111.
McKnight, Natalie. (2008). “Dickens and Gender”. En David Paroissien (Ed.), A Companion to Charles Dickens (pp. 186-198). Blackwell.
Pimentel, Luz Aurora. (2012). “Visión autoral/ Visión figural: Una mirada desde la narratología y la fenomenología”. En Constelaciones I. Ensayos de Teoría Narrativa y Literatura Comparada (pp. 43-59). Bonilla Artigas Editores.
Vanfasse, Nathalie. (2004). “Grotesque but Not Impossible: Dickens’s Novels and MidVictorian Realism”. E-Rea. Revue Électronique d’Études sur le Monde Anglophone, 2(1), https://doi.org/10.4000/erea.500
Notas