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La lucha de José Vasconcelos contra la “falsa ciencia” en el centenario de Louis Pasteur
Saberes. Revista de historia de las ciencias y las humanidades, vol. 5, núm. 12, pp. 56-68, 2022
Historiadores de las Ciencias y las Humanidades, A.C.

Artículos libres

Saberes. Revista de historia de las ciencias y las humanidades
Historiadores de las Ciencias y las Humanidades, A.C., México
ISSN-e: 2448-9166
Periodicidad: Semestral
vol. 5, núm. 12, 2022

Recepción: 11 Febrero 2022

Aprobación: 03 Abril 2022

Resumen: En el presente artículo haremos una disección de la obra de José Vasconcelos para identificar la antinomia “ciencia verdadera” / “falsa ciencia”, a la que recurrió como una estratagema contra el positivismo, una doctrina que él se propuso erradicar de las instituciones educativas y culturales del país a través de un programa de cultura nacional diseñado en los años de 1920 a 1924 cuando fungió como rector universitario y secretario de Estado en los gobiernos de Adolfo de la Huerta y Álvaro Obregón. Este artículo pretende mostrar algunas creencias acerca de la ciencia difundidas por Vasconcelos al margen de las convenciones científicas de su época, así como su incorporación a los proyectos educativos y culturales encabezados por él. Al analizar el discurso de los intelectuales, en el cual apelan o interpelan a la ciencia motivados por intereses político-ideológicos, nos situamos en el marco de la historia política de la ciencia.

Palabras clave: José Vasconcelos, positivismo, cultura nacional, ciencia, política.

Abstract: In this article we will dissect the work of José Vasconcelos to identify the antinomy “true science” / “false science”, to which he resorted as a stratagem against positivism, a doctrine that he would eradicate from educational and cultural institutions of the country through a national culture program designed through the years from 1920 to 1924 when he served as university rector and secretary of state during the governments of Adolfo de la Huerta and Álvaro Obregón. This article aims to show some beliefs about science spread by Vasconcelos outside the scientific conventions of his time, as well astheir incorporation into educational and cultural projects led by him. When analyzing the discourse of intellectuals, in which they appeal or question science motivated by political-ideological interests, we place ourselves within the framework of the political history of science.

Keywords: José Vasconcelos, positivism, national culture, science, politics.

Introducción

En 1920, el grupo político encabezado por los generales Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles resultó vencedor en una revolución que culminó con el primero al frente del gobierno interino de la República Mexicana. Los tres militares impulsaron el establecimiento de un nuevo orden político y la reactivación de la economía nacional en un contexto en el que Europa buscaba recuperarse de la Gran Guerra de la que Estados Unidos emergió como una potencia mundial.

En alianza con este grupo de militares, una élite intelectual liderada por el abogado José Vasconcelos desarrolló desde la Universidad Nacional de México (fundada en 1910) y la Secretaría de Educación Pública (restablecida en 1921), un programa educativo con el que pretendía formar una cultura nacional a partir de la incorporación de los valores del humanismo —los que consideraba universales— y desde una visión idealizada de las culturas antiguas, incluidas las indoamericanas. Uno de los objetivos de su programa era erradicar de la educación pública el positivismo implantado como ideología de Estado por los “científicos” que colaboraron con la dictadura del general Porfirio Díaz, porque era una doctrina que dividió a los mexicanos al propagar entre ellos el materialismo y el egoísmo. Según Vasconcelos, erradicar el positivismo era una condición que permitiría superar las diferencias socioculturales de los mexicanos y formar una nacionalidad impermeable a la deshumanización del mundo moderno.

Entre los años de 1920 y 1924, Vasconcelos se propuso depurar el país, comenzando por las instituciones educativas, de lo que llamó “la ideología de la ciencia”. En sus diatribas contra esta “falsa ciencia” opuso una “ciencia verdadera”, que serviría para establecer las bases de un nuevo orden político encabezado por los hombres de letras en lugar de los militares y los promotores del materialismo. Para lograrlo recurrió a uno de sus principales proyectos editoriales: El Maestro, Revista de Cultura Nacional.

La revista —dirigida por Enrique Monteverde y Agustín Loera y Chávez— tuvo un tiraje mensual de 50 mil ejemplares impresos de forma mecanizada en los Talleres Gráficos de la Nación y los Talleres Gráficos de la Secretaría de Educación Pública. Estos últimos eran considerados como los más modernos de México.1

El Maestro, que era distribuido de manera gratuita entre intelectuales, profesores de primaria, instituciones educativas y organizaciones cívicas y culturales de México y América Latina, se articuló con las campañas de alfabetización, el establecimiento de bibliotecas públicas y la producción masiva delibros por parte de la Secretaría de Educación Pública. El Maestro fue parte de un proyecto editorial masivo que tuvo a la lectura como el medio para construir una nueva civilización basada en los principios humanistas del amor, la verdad y la belleza. Los autores del proyecto consideraban que los lectores podían adquirir conocimientos útiles para mejorar sus vidas a través de los contenidos de la revista.

En la difusión de esta clase de conocimientos, Vasconcelos incluyó una “nueva ciencia” por la que mostró afinidad en su obra literaria y en las circulares que emitió como secretario de educación. El Maestro difundió el “vegetarianismo”, la “naturoterapia” y el “yoguismo” como técnicas efectivas para conservar o restaurar la salud de los lectores, lo que alejó a la revista del canon de la medicina científica y de la política sanitaria implementada por los gobiernos posrevolucionarios, uno de cuyos ejes era la promoción y aplicación de la vacuna a nivel nacional.2 Esta “nueva ciencia” fue motivo de una polémica que concluyó con la suspensión del presupuesto para la revista, cuando el gobierno del general Álvaro Obregón buscaba reorientar sus gastos para enfrentar el levantamiento militar de Adolfo de la Huerta en diciembre de 1923.

Este artículo intenta mostrar aspectos controversiales del programa cultural de José Vasconcelos que han sido opacados por el mito del apóstol de la educación nacional.3 Mostrar las creencias de José Vasconcelos acerca de la ciencia nos ofrece una visión más compleja de su obra y, principalmente, del diseño de políticas culturales que buscaron transformar los hábitos de la población en materia de salud sin haber estado fundamentadas en las convenciones científicas de una época en que los gobiernos de la Revolución Mexicana apelaban a ciencias tales como la bacteriología y la microbiología para la realización de sus proyectos político-sociales.4Adicionalmente, queremos contextualizar la querella de Vasconcelos contra la “falsa ciencia” y las reacciones suscitadas en su contra en el marco de una disputa global entre dos culturas, representadas por científicos y humanistas, que buscaban dirigir la marcha de la humanidad en la década de 1920.5

Ciencia verdadera contra falsa ciencia

En 1921, siendo rector de la Universidad Nacional de México, el abogado José Vasconcelos presentó ante el Congreso de la Unión una iniciativa para establecer una nueva Secretaría de Educación Pública desde la cual impulsó su proyecto cultural, contando con el respaldo de políticos e intelectuales afines al régimen de la Revolución Mexicana.

En las discusiones que tuvieron lugar en la Cámara de Diputados, los simpatizantes de la iniciativa —como fue el caso del representante del estado de Aguascalientes, el médico militar Pedro de Alba— señalaron que la nueva institución tendría como encargos luchar contra “la falsa tradición científica”, contra la “ciencia oficial” y contra los “falsos sabios”, y difundir las modernas tendencias y métodos educativos para desarrollar “las facultades íntegras del ser humano, sin mutilarlas, sin presentarlas desde un punto de vista exclusivo”.6

Con términos semejantes a los empleados por Pedro de Alba, Vasconcelos expuso en el editorial del primer número de El Maestro (en abril de 1921) que su labor educativa consistía en desacreditar y destruir la “infamia de falsa ciencia”, a la que calificó como perversa, cobarde, cerrada, vana, servil, intermitente y desorientada.7

La “falsa ciencia” a la que se refirió Vasconcelos era el positivismo de Augusto Comte8y el precepto evolucionista de la lucha de las especies aplicado a las sociedades humanas.9En agosto de 1922, Vasconcelos pronunció un discurso en la Academia Brasileña de Ciencias en donde explicó su oposición a ambas doctrinas, reconociendo que el presidente Benito Juárez y el médico Gabino Barreda tuvieron buenas intenciones al difundir el positivismo en México a través de la Escuela Nacional Preparatoria con el objetivo de sustituir una enseñanza tradicional (verbalista y enciclopédica) por otra de carácter científico (práctica y experimental). Sin embargo, dicha doctrina era incompatible con la Revolución Mexicana porque

...a la luz de nuestro criterio actual, se nos presenta como injusta y absurda. Convenía muy bien a los amigos de don Porfirio Díaz; a todos cuantos en este mundo entienden que debían oprimir a los otros; pero era incompatible con las tendencias modernas de generosidad, de fraternidad entre todos los hombres, porque en cuanto a la cuestión social, se resumía en el precepto darwiniano de la lucha de los individuos, de la lucha de las especies, y los sabios del tiempo de don Porfirio decían en los diarios y revistas, en los libros y en la cátedra, que la situación del pueblo mexicano, en su mayoría era la más natural, puesto que se trataba de un pueblo inferior, ignorante; y que las clases superiores, educadas, descendientes de los europeos, ricos y poderosos, triunfasen sobre la masa, conforme a las doctrinas de que, en la lucha, el apto tiene que vencer a inepto.10

Para Vasconcelos, la revolución había sido una reacción en contra de esas creencias que dividieron a los mexicanos, mismas que —acusó— fueron difundidas por “los falsos sabios” que querían seguir gobernando bajo los preceptos de una ciencia positiva “que nada reconocía más allá de la materialidad”,11 de tal modo que era indispensable para la revolución contar con un programa cultural que promoviera otra ciencia, una “ciencia verdadera”.

Ante el público reunido en el Continental Memorial Hall de Washington, en diciembre de 1922, Vasconcelos definió a la “verdadera ciencia” como aquella,

...que es capaz de servir para la dicha de todos los hombres, no a la que los divide en castas de aptos e ineptos, de blancos y negros, de civilizados y no civilizados. La verdadera ciencia reside en la antigua, profunda y venerable sabiduría cristiana, que proclama la igualdad de todos los hombres y el derecho pleno de todos los seres a la libertad, a la dicha y a la vida, cualesquiera que sean sus espectivas capacidades.12

Vasconcelos representó la lucha de la “verdadera ciencia” (revolucionaria, moderna, incluyente, generosa, fraterna, profunda, venerable y cristiana) en contra de la “falsa ciencia” (positiva, materialista, oficial, tradicional, excluyente, perversa, cobarde, cerrada, vana, servil, intermitente, desorientada, injusta, absurda y opresora) como un conflicto entre las fuerzas del bien (encabezadas por los hombres de letras como él) y las del mal (dirigidas por los positivistas). En este sentido, Vasconcelos suscribió los planteamientos de la Internacional de los Intelectuales o del Pensamiento impulsados a través del Grupo Claridad, fundado en 1919 por Anatole France y Henri Barbusse, entre otros intelectuales franceses para quienes la guerra europea había sido la peor consecuencia de un mundo dirigido por las fuerzas de la materia; por lo tanto, la organización de una nueva sociedad correspondía a la élite de escritores, sabios y artistas de todo el planeta.13

Las ideas gobiernan a la materia

En México, Vasconcelos deseaba aglutinar a las fuerzas del bien alrededor de su proyecto cultural. En la época que fungió como rector universitario y secretario de Educación convocó a los sabios y artistas mexicanos para sumarse a la lucha en contra de las fuerzas de la “falsa ciencia” representadas por el “falso sabio”, el “parásito social”, el profesionista que vivía de la política y la burocracia, y que no merecía la gloria ni el respeto de sus semejantes porque usaba la ciencia para justificar la opresión.14

El verdadero hombre de ciencia, el artista, el idealista interesado en mejorar las condiciones de vida de todas las personas mediante el pensamiento,obrando con rectitud y produciendo riqueza, debería asumir la responsabilidad de dirigir el nuevo destino de la civilización. Vasconcelos confirmó su creencia en el liderazgo del espíritu y la voluntad sobre los hechos y la materia en una conferencia dictada en la Escuela Nacional Preparatoria en 1921 con el título de “Nueva ley de los tres estados”, en donde propuso los estados material, intelectual y estético para explicar el desarrollo de las sociedades humanas en lugar de las etapas teológica, metafísica y positiva de Augusto Comte. Estas fueron sus palabras:

..el espíritu no es más que un esfuerzo victorioso sobre la ley ciega de los hechos, y de que, si este esfuerzo no fuera capaz de reformar el medio ambiente, la humanidad jamás se habría levantado del nivel del bruto. Una contemplación inteligente de la historia demuestra que las acciones, las voluntades, las aspiraciones de los hombres, forman una corriente suprema que pasa por encima del medio y de todos los lugares comunes del materialismo.15

En otro texto publicado en El Maestro, escrito posiblemente por el empresario estadounidense Orison Swett Marden, promotor del Movimiento del Nuevo Pensamiento, se decía que, si las ideas precedían a los hechos y el pensamiento a la acción, los positivistas eran el brazo y los idealistas la cabeza. Estos últimos eran los patrocinadores de proyectos, utopistas capaces de realizar sus sueños.16

Queriendo ser coherente con estas ideas, Vasconcelos se rodeó, cuando fue rector de la Universidad Nacional de México y secretario de Educación Pública del gobierno del general Álvaro Obregón, de intelectuales que lo ayudaron a desarrollar su proyecto cultural. Se trató mayoritariamente de poetas jóvenes y educadores, entre quienes se encontraban Jaime Torres Bodet, Carlos Pellicer, José Gorostiza, Ezequiel Chávez, Rosaura Zapata y Vicente Lombardo Toledano (de quien se separó posteriormente por su orientación materialista), así como los centroamericanos Rafael Heliodoro Valle (hondureño) y Salomón de la Selva (nicaragüense), y la chilena Gabriela Mistral.

La “nueva ciencia” en el centenario de Pasteur

¿Cómo se manifestó la “ciencia verdadera” en uno de los principales medios de la Secretaría de Educación Pública, encargado de la difusión de la cultura nacional entre los mexicanos? Recordemos que uno de los objetivos de El Maestro era proporcionar a sus lectores “conocimientos útiles” sobre agricultura, ganadería, veterinaria, álgebra, geometría, geología, física, higiene, geografía, arqueología, historia, literatura y educación. Desde la perspectiva utilitaria de John Stuart Mill, el objetivo de estos conocimientos era la obtención de la mayor felicidad posible o la mitigación del sufrimiento humano.17 Bajo este principio, la revista reunió diversidad de temas y autores: desde la teoría de la relatividad de Albert Einstein y escritos del matemático Sotero Prieto, hasta textos sobre naturismo, vegetarianismo y yoguismo de autores franceses, estadounidenses, latinoamericanos y anónimos. Estos últimos textos, dirigidos a la incorporación de nuevos hábitos de alimentación e higiene en los lectores, aparecieron de forma permanente en la revista.

Vasconcelos dejó una impronta “naturista” en El Maestro a través de la difusión de una “nueva ciencia”, mediante la cual deseaba mejorar la salud de los mexicanos sin depender de la medicina científica y del uso de fármacos.18 En sus Estudios indostánicos, publicados en 1920, se refirió a la “nueva ciencia”, el yoguismo, como un sistema que permitía crear hábitos saludables de alimentación, respiración e higiene. Los textos del yogui Ramacharaka (seudónimo del estadounidense William Walter Atkinson, promotor, al igual que Orison Swett Marden, del Movimiento del Nuevo Pensamiento) fueron incluidos en las secciones de “Conocimientos Prácticos” y “Diversos Temas” de El Maestro junto con el vegetarianismo y la “naturoterapia”. En una circular dirigida por Vasconcelos a los profesores de las escuelas públicas se afirma que esta “nueva ciencia” es “superior a la nuestra”, la ciencia facultativa.19

La publicación de los artículos sobre “naturoterapia”, entre cuyos autores encontramos al estadounidense Harry Ellington Brook y al francés René Quinton, no fue bien recibida por todos los intelectuales afines al régimen de la Revolución Mexicana, como el ingeniero Félix Palavicini, quien fue uno de los principales promotores de la enseñanza técnica y miembro destacado del Congreso Constituyente de 1917, desde donde promovió la descentralización educativa, y director fundador de El Universal, uno de los periódicos de circulación nacional más importantes de la época.

En 1922, El Maestro publicó el artículo “Filosofía de la Enfermedad”, del escritor venezolano Carlos Brandt, quien acusaba a la medicina científica o facultativa, y especialmente a las vacunas, de impedir que el cuerpo humano sane por sí mismo al introducir venenos que causan su degradación. Brandt afirmaba que:

Si el sistema médico-facultativo no fuera tan torpe e ignorante a los altos designios de la naturaleza, no se ocuparía sino en favorecer y ayudar, racionalmente, el proceso natural de las enfermedades, para que el enfermo tenga mayores probabilidades de salvarse. Pero como la ciencia médico-facultativa le da toda la importancia al individuo, no preocupándose de la especie, practica la vacuna, que no solamente entorpece los procesos naturales, sino que tiene un fuerte poder tóxico de efectos desastrosos para la naturaleza humana.20

Brandt también afirmaba que, a diferencia de la medicina facultativa, que se limitaba a quitar los síntomas, la “naturoterapia” curaba al enfermo puesto que le proporcionaba una serie de principios filosóficos que le permitían vivir de forma natural, racional y sencilla.

La reacción de El Universal fue inmediata. El 16 de diciembre de 1922 publicó una nota con el siguiente encabezado: “Guerra a la vacuna y protección a la mugre, a la caspa, al piojo y a la tiña. El Maestro, publicación oficial de la Secretaría de Educación, patrocina esta cruzada, contraria a la que hace el Departamento de Salubridad”. El Universal juzgó severamente a la revista por la publicación del artículo de Brandt, acusándola de haber hecho un trabajo editorial precario y de estar en contra de los preceptos científicos de la higiene:

...inserta esta “revista de cultura nacional”, una formidable requisitoria contra la vacuna preventiva de la viruela, y a favor de la mugre, del piojo, de la caspa, de la tiña y de todas las enfermedades o plagas habidas y por haber, en rebelión continua contra la higiene. El artículo aludido (probablemente aportado a la Redacción de esta revista por el gran Secretario de la Redacción de esa clase de periódicos: las Tijeras) se llama “Filosofía de la Enfermedad” y está firmado por Carlos Brand [sic]; publicación contra la cual debe protestar el Departamento de Salubridad, en masa.

El Maestro, Revista de Cultura Nacional celebra así dignamente, el primerCentenario del insigne benefactor de la humanidad Louis Pasteur! ¡Qué honor para México!.21

Dos días después, el director de El Universal, el ingeniero Félix Palavicini, dedicó el editorial del periódico a El Maestro, refiriéndose a ella como “Una revista de incultura”. Para Palavicini, la publicación del artículo de Carlos Brandt tenía las siguientes agravantes:

  • Atacaba los descubrimientos de Luis Pasteur (nacido el 27 de diciembre de 1822) en su centenario: “Por una rara casualidad, coincidiendo con el aniversario de Louis Pasteur, la revista ‘El Maestro’, que según dice ella de sí misma, propugna por la cultura nacional, publicó en su último número una defensa de la mugre, que es un ataque en contra de los descubrimientos del inmortal sabio francés”.22

  • Era reaccionaria a los avances de la investigación científica: “El artículo a que hemos aludido, empero, se diría escrito en plena edad media, antes de que los experimentos irrefutables de Pasteur y de sus discípulos, abrieran nuevos horizontes a las investigaciones científicas”.23

Al día siguiente, El Universal publicó una sátira titulada “Fábulas para niños grandes. El conejo y el zorrillo”, escrita por “El Abate Benigno”, José Gómez Ugalde, en la que se burlaba de la revista porque a su juicio había hecho una apología de la mugre:

  • Quita le dijo el conejo / frunciendo el seño, [sic] al zorrillo; / hueles mal, jamás te bañas / y nunca vistes de limpio. / Para ver por dónde vienes / noche por noche al cortijo, / no es menester que los ojos / vuelva ninguno al camino, / pues con abrir las narices / está el asunto concluído.

  • Mira. En el claro del bosque / hay quince o veinte cochinos; / todos viven tan felices / como ninguno ha vivido. / No se bañan, la inmundicia / revuelven con el hocico / y, sin embargo, están gordos, / no enfermos ni raquíticos. / Con que... déjate, conejo, / de tanto amor a lo limpio; / la mugre es blasón, escudo, / “ex – libris”, pavés y abrigo.

  • Oh sabios! los pocos sabios / que en este México han sido!... / no echéis nunca en saco roto / la fábula del zorrillo.24

Ante los ojos de El Universal, El Maestro era una revista que iba a contracorriente de los avances de la medicina científica, razón suficiente para sugerir al gobierno de Obregón la suspensión de la revista. Para El Universal se trataba de un error imperdonable, cuando en México existía una tradición médico-científica en la prestigiada Escuela Nacional de Medicina, en la que Pasteur y los cazadores de microbios se estaban consolidando,25 además de una estrategia propagandística del gobierno revolucionario a favor de una política sanitaria basada en la educación higiénica —para prevenir enfermedades— y la difusión de la vacuna.26

Vasconcelos avaló la publicación en un medio gubernamental, con financiamiento público, de aquello que creía mejor para la salud de los mexicanos, la “nueva ciencia”, y no lo prescrito por las ciencias médico-experimentales ni la política sanitaria del régimen revolucionario. Aunque El Maestro quiso contener las críticas mediante la publicación de un nuevo artículo sobre las aportaciones de la teoría microbiana al desarrollo de la medicina moderna, escrito por el científico francés Emilio Picard,27 el daño estaba hecho.

Desde los primeros números la revista recibió la crítica de otros periódicos como El Demócrata, dirigido por el ingeniero Vito Alessio Robles, quien acusó al equipo editorial de El Maestro de estar conformado por jóvenes que hablaban “con el aire desdeñoso de un maestro agobiado por la sabiduría”.28 Pero para El Universal el problema era más grave puesto que, además de ser una revista “anticuada” y de “lectura difícil” desde el punto de vista periodístico, se trataba de una publicación a la que el gobierno daba “centenares de miles de pesos” por difundir la “incultura”.Para su director, Félix Palavicini, los “ríos de oro” invertidos en la revista eran un gasto irracional del gobierno: “...nos consta que, aun cuando [El Maestro] diera óptimos frutos, difícilmente compensaría los sacrificios que supone para el Tesoro Público, y ¡cuánto mayor será el desencanto que produzca la evidencia no sólo de la inutilidad, sino de los resultados contraproducentes que arrojan esos sacrificios!”.30

El Maestro dejó de publicarse en diciembre de 1923, cuando la Secretaría de Hacienda, encabezada por el ingeniero Alberto J. Pani, suprimió su presupuesto ante la necesidad de hacer “una economía de guerra”, para enfrentar el levantamiento militar del general Adolfo de la Huerta.31 Vasconcelos tomó la medida de Pani como un golpe en contra de su proyecto cultural, puesto que —según él— la revista “había llevado la fama de un México culto a todos los pueblos civilizados”, aunque también reconoció que nunca alcanzó “una alta calidad filosófica o literaria” ni pretendió ser una revista técnica.32 Finalmente, Vasconcelos renunció a la Secretaría de Educación Pública en 1924 por las constantes desavenencias políticas que tuvo con el régimen encabezado por Álvaro Obregón.

Conclusiones

Como parte de la difusión de su programa de cultura nacional, José Vasconcelos pronunció una serie de discursos en los que la “verdadera ciencia”, que representaba a las fuerzas del bien y del espíritu, sostenía una lucha en contra de la “falsa ciencia”, el positivismo que aglutinaba a las fuerzas del mal y la materia, y al que acusaba de dividir socioculturalmente a los mexicanos y de haber sido la causa de la Revolución Mexicana. Del lado de las fuerzas del bien, Vasconcelos colocó al yoguismo, el vegetarianismo y la naturoterapia, recurriendo a autores entre los que se encontraban algunos estadounidenses promotores del Movimiento del Nuevo Pensamiento. En su cruzada contra la “falsa ciencia” cimentada en la educación pública desde el régimen de Porfirio Díaz, Vasconcelos apostó por una “nueva ciencia”, que carecía del aval de la medicina experimental o científica a la que los gobiernos de la Revolución Mexicana apelaban para el desarrollo de sus programas político-sociales. Su cruzada se inscribió, adicionalmente, en una querella global en la que la élite de sabios, escritores y artistas deseaban asumir el liderazgo de la humanidad ante el fracaso de las fuerzas de la materia. En este artículo hemos mostrado aspectos controversiales de la obra de un personaje considerado como apóstol de la educación mexicana. La historia política de la ciencia nos permitió identificar el discurso sobre la “ciencia verdadera” como una estratagema de Vasconcelos para lograr uno de los principales objetivos de su programa cultural: la erradicación del positivismo como ideología de Estado. Sin embargo, sus creencias sobre la ciencia, incorporadas en un proyecto de cultura nacional, fueron a contracorriente de los deseos de los gobiernos de la Revolución Mexicana, que buscaban consolidar el nuevo orden político con la ayuda de los cánones científicos de la época.

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Notas

1 Los tres tomos de la revista pueden ser consultados en el repositorio digital de acceso abierto de Memórica. México, haz memoria: https://memoricamexico.gob.mx/es/memorica/el_maestro_revista_de_cultura_nacional_1921-1923.
2 Aréchiga, “Educación, propaganda o ‘dictadura sanitaria’. Estrategias discursivas de higiene y salubridad públicas en el México posrevolucionario, 1917-1945”, 57-88.
3 Véase Fell, José Vasconcelos: los años del águila; Curiel, La Revuelta. Interpretación del Ateneo de la Juventud (1906-1929), 366-402; Crespo, Itinerarios intelectuales: Vasconcelos, Lobato y sus proyectos para la nación, 95-157.
4 Saldaña, Las revoluciones políticas y la ciencia en México.
5 Canales, El físico y el filósofo. Albert Einstein, Henri Bergson y el debate que cambió nuestra concepción del tiempo.
6 Anónimo, “Discusión del Proyecto de Ley en la Cámara”, 274.
7 Vasconcelos, “Un llamado Cordial”, 6-7.
8 Zea, El positivismo en México: nacimiento, apogeo y decadencia.
9 Moreno de los Arcos, La polémica del darwinismo en México: siglo XIX.
10 Vasconcelos, “El problema de México. Conferencia pronunciada en la Academia Brasileira de Ciencias en 1922”, 136-37.
11 Vasconcelos, “El problema de México”, 136-37.
12 Vasconcelos, “Conferencia leída en el ‘Continental Memorial Hall’ de Washington, la noche del 9 de diciembre de 1922, a invitación de la ‘Chataucua International LectureAss.’”, 11.
13 Grupo Claridad, “La internacional de los Intelectuales”, 133-35.
14 Vasconcelos, “Declaraciones del Licenciado José Vasconcelos al hacerse cargo de la Rectoría de la Universidad Nacional”, 11-2.
15 Vasconcelos, “Nueva ley de los tres estados (Conferencia sustentada por el Señor Licenciado don José Vasconcelos, Rector de la Universidad Nacional, en el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, el 10 de septiembre de 1921)”, 156.
16 Marden, “Idealistas y positivistas (Querer es poder)”, 68-71.
17 Mill, El Utilitarismo.
18 Anónimo, “Cómo curarse sin drogas. El ayuno. La nueva ciencia”, 320-22.
19 Citado en Fell, 30.
20 Brandt, “Filosofía de la Enfermedad”, 597.
21 Anónimo, “Guerra a la vacuna y protección a la mugre, a la caspa, al piojo y a la tiña”,
22 Palavicini, “Una revista de incultura”, 3.
23 Palavicini, 3.
24 Abate Benigno, “Fábulas para niños grandes. El conejo y el zorrillo”, 3.
25 Véase Carrillo, “Los comienzos de la bacteriología en México”, 23-7; Priego y Saldaña, “Entrenando a los cazadores de microbios de la república: la domesticación de la microbiología en México”, 282-305.
26 Aréchiga, 57-88.
27 Picard, “La medicina y las teorías microbianas”, 62-7.
28 Alessio Robles, “Un lunar universitario”, 3.
29 “Guerra a la vacuna y protección a la mugre, a la caspa, al piojo y a la tiña”, 3.
30 Palavicini, 3.
31 Pani, Mi contribución al nuevo régimen, 1910-1933, 300-07.
32 Vasconcelos, “El desastre”, 118-23.


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