ARTÍCULOS
Recepción: 27/08/22
Aprobación: 15/03/23
Resumen: El término gramatical “relativo” usado por Restivo en su obra Arte de la Lengua Guaraní (1724), tanto para los pronombres propiamente relativos (según la terminología gramatical de hoy día), como para los pronombres personales, reflexivos, recíprocos, posesivos, deícticos, anafóricos y para las palabras triformes, resulta desconcertante. Para comprender esos usos, he estudiado el sentido de “relativo” (utilizado también por Anchieta, Aragona y Ruiz de Montoya, los mejores exponentes de la Gramática misionera del tupí-guaraní) a partir de la terminología gramatical del Renacimiento. Mi trabajo consiste en aclarar una por una las funciones que desempeñan los “relativos” en esta lengua.
Palabras clave: Restivo, Arte, pronombres personales, “relativo” como correferente.
Abstract: The grammatical term “relative” used by Restivo in his work Arte de la Lengua Guaraní (1724), for the properly relative pronouns (according to today’s grammatical terminology), as well as for personal, reflexive, reciprocal, possessive, deictic, anaphoric pronouns and for triform words, is disconcerting. To understand such uses, I have studied the meaning of “relative” (also used by Anchieta, Aragona and Ruiz de Montoya, the best exponents of the missionary Grammar of Tupi-Guarani) from the grammatical terminology of the Renaissance. This study describes each of the functions performed by the previously mentioned "relatives".
Keywords: Restivo’s Arte, personal pronouns, “relative” as correferent.
Ca na’aqtac maye ỹecteua’a ca shiỹaxahua nahua guaraní la’aqtaqa qataq dam naigui sona’aqtac relativo huaña ye Pablo Restivo (título en qom)
Tolheyis toj titsepyena guaraní wet anahil toj lhamil ichemyenlhi wet ithatlhi ihi Pablo Restivo (título en wichí)
Nama>gt; lalamaxaret leenaxat guaraní chaqaina quiyi ỹa>gt;ajnac anamaq gramatical “relativo” en Pablo Restivo (título en moqoit)
Introducción
Pablo Restivo nació en Mazzarino (Italia) en 1658, ingresó en la Compañía de Jesús en 1677 en Sicilia, donde estudió Filosofía y Teología; fue también profesor de Humanidades en Malta. Llegó a Buenos Aires el 6 de abril de 1691. Fue destinado como misionero a Candelaria (hoy en Misiones, Argentina), donde practicó la lengua guaraní; posteriormente fue destinado a Chiquitos. Fue rector del Colegio de Tarija durante los años 1701-1705, se trasladó a Salta y de ahí a Asunción. Fue Superior General de Misiones; murió en Candelaria en 1740.
Entre sus obras lingüísticas destacamos por orden cronológico las siguientes:
- Arte de la lengua guarani por el P. Blas Pretovio de la Compañia de Jesus. En el Vruguay. Año de 1696. Manuscrito de la Universidad de Granada, 1696.1
- Breve Noticia de la Lengua Guarani Sacada de el Arte y Escritos de los P. P. Antonio Ruiz de Montoya y Simon Bandini. Misiones del Paraguay, 1718.
- Vocabulario de la lengua guarani/compuesto por el Padre Antonio Ruiz...; revisto, y augmentado por otro Religioso de la misma Compañia (Restivo). Santa María la Mayor, Paraguay, 1722 (edición impresa; un ejemplar en la Universidad de Granada, 589 páginas a doble columna).
- Vocabulario Español-Indiano. University of Manchester (MS español 7). Sin fecha (idéntico texto que el anterior con correcciones añadidas y a una sola columna, 1216 páginas).
- Vocabulario de la lengua guaraní compuesto por el P. Blas Pretovio de la Compañía de Jesús. Berlín, Biblioteca Regia, 1728 (252 páginas).
- Lèxicon hispano-guaranicum. Vocabulario de la lengua guaranì. Inscriptum a R.P. jesuita Pablo Restivo (reimpreso por Christians Frederic Seybold). Stuttgart, 1893.
- Compendio de los vocablos más usados de la lengua Española y Guaraní, sacado del Vocabulario del P. Blas Pretovio de la Compaía de Jesús, 1729.
Para nuestro objetivo tendremos especialmente en cuenta el Arte de la lengua Guaraní, por el P. A. Ruiz de Montoya S.J. Con los Escolios, Anotaciones y Apéndices del P. Paulo Restivo, Santa María la Mayor, 1724. Seguimos la edición y transcripción de esta obra hecha por Silvio M. Liuzzi2 en 1996.
Las gramáticas guaraníes de Alonso de Aragona (1585-1629) aproximadamente de 1620 y la de Antonio Ruiz de Montoya (1585-1652) del año 1640, que siguen las directrices de Anchieta (1595), constituyen las bases de la gramática de Restivo.3 Nosotros, al estudiar los pronombres personales y la noción de “relativo”, podemos contar con los antecedentes de Aragona, que ya contiene los mismos conceptos de pronombre primitivo, nombres triformes como relativos, y el concepto de “relativo” en el sentido de correferente; e incluso podemos remontarnos hasta Anchieta:
Do pronom relativo & reciproco. (...) E reciproco: suus sua suum se sibi. De qui quae quod se dira abaixo porque ha o mesmo que os participios. (...) Do relativo Ç. Os nomes começados por, t. tem pôr relatiuo, ç. com zeura, & preposito o adiestiuo, ou genitiuo o mudâo em, r. (Anchieta, 1595, p. 12)
Se plantean en el Artede Pablo Restivo ([1724] 1996), diversas cuestiones referidas a los pronombres de la Lengua Guaraní. Parece confuso y desconcertante el uso que nuestro autor hace del término “relativo”, cuando lo utiliza para los pronombres relativos que hacen de introductores de oraciones relativas, y a la vez lo usa con el significado de correferencia, bien sea de los pronombres personales, de los deícticos, de los anafóricos y finalmente de las palabras triformes en la Lengua Guaraní. Si logramos aclararlo, no sólo se evitará una lectura superficial llena de supuestos equívocos, sino más bien al contrario, se comprenderá la coherencia de su pensamiento gramatical.
El concepto gramatical de “relativo” tiene un uso generalizado en la Gramática latina del Renacimiento,4 la única gramática o la predominante en Europa en esa época; y por eso será útil para comprender las categorías que las gramáticas misioneras aplican a las lenguas aborígenes. Se habla de la influencia del latín como lengua de referencia para los propios misioneros en su estudio de las lenguas amerindias, tal como dice Breva Claramonte (2008, p. 30):
Los misioneros europeos tenían conocimientos del latín –por ser lengua de cultura, de la ciencia y de la iglesia– y algunos del griego; en esa época, el latín era la puerta de entrada al estudio de la gramática, de la retórica y de la lógica. Habían aprendido a hablar y a escribir latín a través de las múltiples gramáticas prácticas que circulaban por Europa.
Pero no debe olvidarse tampoco que lo mismo vale para las gramáticas no misioneras, ya que las primeras gramáticas “nacionales” en Europa también tuvieron en la gramática latina el punto de partida y referencia. La primera de un idioma europeo fue la Gramática Castellana de A. Nebrija de 1492, que surgió tras el trabajo previo sobre la lengua latina y de sus diccionarios latino-castellano y castellano-latino. La segunda gramática europea fue la italiana de Giovani Francesco Fortunio de 1516 con el título Regole grammaticali della volgar lingua, que, como se ve, tiene como referencia otra gramática, la culta.5
Las Introductiones Latinæ (1481) de Nebrija, con múltiples reediciones, las Introducciones latinas contrapuesto el romance al latín (hacia 1488) y los Diccionarios Latino-castellano y Castellano-latín (1485) de este autor, han servido de modelo para las gramáticas y vocabularios de los distintos idiomas americanos y asiáticos escritos por los misioneros españoles. Para las misiones portuguesas y especialmente las jesuíticas, se postula (Zimmermann, 1997, p. 80; y Zwartjes, 2002, p. 61) la influencia del jesuita Manuel Álvares (1526–1582) y de su obra De Institutione grammatica, cuya primera edición fue en 1572, y que también fue reeditada muchas veces ya que fue recomendada por la Ratio studiorum de los jesuitas. Pero la primera gramática tupí, la de Anchieta, Arte de grammatica da lingoa mais usada na costa do Brasil, aunque publicada en Lisboa en 1595, ya estaba acabada en 1560 en forma de manuscrito (Rodrigues, 1997, pp. 373 y 392), por lo que es anterior a la gramática de Álvares.6 En otra zona misional católica, el Canadá francés, se utilizaron los Rudimenta (1514) y los Commentarii grammatici (1538) de Johannes Despauterius (hacia 1460-1520).
1. Términos equívocos
1.1. Los pronombres personales
Veamos en primer lugar la doctrina de Restivo respecto a los pronombres personales. En la Parte segunda de su Arte ([1724] 1996, p. 16) “Del Pronombre, Capítulo primero §.I. Declinación de los Pronombres”, se dice: “Los Pronombres primitivos son: che, ‘yo’; nde, ‘tú’; ore, ‘nosotros’ excluyendo la persona con quien habla; ñande, ‘nosotros’, incluyéndola; peẽ, ‘vosotros’, cuya declinación es cual sigue (…)”. En este mismo capítulo primero incluye también a ha´e (pronombre de 3ª persona) al que denomina “pronombre relativo”. Quizás la separación de ha´e respecto a las dos primeras personas al haberse impreso en la página siguiente, pueda inducir a alguien a pensar que Restivo considera pronombres personales y primitivos únicamente los de primera y segunda persona, los intervinientes en la conversación. No cabe pensar tal cosa. Ruiz de Montoya ([1640] 1876, p. 4-5), incluye en la lista de pronombres tanto los de primera y segunda como los de tercera: hic, iste, ille, is, ipse con sus correspondientes pronombres guaraníes, aunque ciertamente no habla de “primitivos”;7Anchieta (1595, pp. 11-13 habla de las dos primeras personas, pero también de Acê como “terceira pessoa”, y que de las tres se derivan los posesivos; y seguidamente dentro del mismo capítulo habla del “pronome relatiuo & reciproco”: el reflexivo, el anafórico y los nombres triformes.8
Para el latín Nebrija denomina “primitivas” o “primogénitas” las personas de los pronombres personales, sin limitarse a las dos primeras personas. En la Gramática Castellana Nebrija dice:
Las especies del pronombre son dos, como dijimos del nombre, primogénita & derivada. De la especie primogénita son seis: yo, tu, si, este, ese, el. De la especie derivada son cinco: mío, tuio, suio, nuestro, vuestro, etc. (…) Las personas del pronombre son tres, la primera q(ue) habla de si como ío, nos. La segunda a la cual habla la primera como tu, vos. La tercera de la cual habla la primera como el, ellos (…) Todos los otros nombres & pronombres son de la tercera persona.9 (Nebrija, 1492, libro III, cap. VIII, del pronombre, edición sin numeración)
Igualmente Álvares (1572) para el latín, quien pone entre los primitivos, no sólo ego y tu sino también sui, hic, iste, ille, etc., mientras que como derivados pone a los posesivos. En efecto, en latín se transfieren características de las personas intervinientes y no intervinientes a otros pronombres: a los posesivos que se refieren a la persona poseedora; a los demostrativos que se distinguen entre sí por la mayor o menor proximidad y alejamiento respecto a las personas intervinientes; a los identificativos, que mantienen la referencia e incluso los étimos de los pronombres personales.
También para el guaraní se utilizan los pronombres personales de primera y segunda personas en función de posesivos, aunque para la tercera utilicen índices propios de los posesivos; los demostrativos se distinguen por la mayor o menor proximidad y alejamiento a los intervinientes; y los que se denominan ya desde Anchieta (1595, p. 12): “pronome relativo & reciproco”, tienen como función la referencia personal. Restivo ([1724] 1996, p. 103) en el escolio incluye el identificativo:
El recíproco en sí mismo de primera, segunda y tercera persona se hace con ae. a'e tekatui &c., ut: cheae aha, ‘yo mismo fui’, ‘yo fui en persona’; cheae tekatui lo explica más, porque cheae también puede decir ‘yo solo’, como diré en el Tratado de las Partículas.
¿Qué capacidad de referencia tienen los pronombres personales? Los pronombres de primera y segunda persona: ego (‘yo’) y tu (‘tú’) hacen referencia (en eso consiste su capacidad de ‘relación’) dentro de la oración a los intervinientes en la comunicación, al emisor y al receptor, que no tienen una referencia fija, sino que puede ir cambiándose, de suerte que el ego (yo) de ahora puede ser un tu en una secuencia posterior de la interacción. Son como los deícticos, pero que no apuntan al espacio ni a una muestra, sino al contexto comunicativo; no cabe ambigüedad desde luego para el “yo”, pero tampoco para el “tú”, ni siquiera para el “nosotros” ni el “vosotros”, que se reconocen por el contexto. No siempre los pronombres sustituyen a un nombre; a veces los pronombres se usan donde ningún nombre cabe; en tibi gratias habeo: “te doy la gracias” (Monteil, 1979, p. 217), tibi no está sustituyendo a ningún nombre, ya que tan sólo por el contexto, siempre variante, se conoce la referencia de tibi. Ego y tu (yo y tú) tienen un comportamiento lingüístico curioso en latín: ignoran el género, pero no ignoran el número, aunque su plural no tenga la significación habitual de los plurales (e.d., la reiteración de “yo” o de “tú”), sino otros valores: nos ‘nosotros’ es igual a (yo + tú), o bien a (yo + él). Vos es igual a (tú + tú) o (tú) o (tú + él). Con lo que de repente en el plural se ven asociadas personas que no intervienen en la comunicación, pero sí son aludidas mediante ‘vos(otros)’. Cosa que ocurre también en guaraní, que le da a ore (nosotros) el valor de exclusión de la(s) persona(s) con quien(es) se habla, y en cambio a ñande (nosotros) le da el valor de inclusión.10
No se usan los pronombres personales de forma expresa como meros sujetos o tópicos ni en latín clásico ni en guaraní. Ego, tu: che, nde, sólo se usan cuando se los quiere subrayar, focalizar, enfatizar.11 Se supone que en las desinencias verbales (en latín) y en los prefijos verbales personales (en guaraní) se proporciona suficiente información sobre la persona. En cambio, cuando falta el verbo, es normal que se use en su defecto el pronombre personal sujeto: tu stultus!: ‘¡eres tonto!’: nde viru. Para el guaraní observa Restivo ([1724] 1996, p. 34-35):
El otro género es de absolutos o neutros conjugados por los pronombres che, nde, &c. Esta conjugación en todo rigor es de nombres que conjugados por pronombres se hacen verbos, los cuales incluyen regularmente el verbo ‘ser’ o ‘tener’, de esta suerte: kyse: ‘cuchillo’; che kyse: ‘es mi cuchillo y tengo cuchillo’ ; marãngatu: ‘bueno’; che marãngatu: ‘soy bueno’.
2. El pronombre de tercera persona ha´e
Sorprende que inmediatamente después de la descripción de la 1ª y 2ª personas, Restivo ([1724] 1996, p. 20) denomine al pronombre personal ha'e, “pronombre relativo”, y al acabar su tratamiento diga: “Del [relativo] qui, quae, quod (‘que, el cual, la cual, lo cual’) se hablará después, tratando de los participios”. ¿Cómo es que considera Restivo igualmente “relativos” al pronombre de tercera persona y al que introduce oraciones relativas? Indudablemente ha de entender el “pronombre relativo”, de forma diferente a como lo entendemos hoy día. El editor comenta ibidem: “Los pronombres latinos citados son efectivamente relativos. En cambio el título del párrafo (i.e. “pronombre relativo nom. Ha'e”) no corresponde a lo anunciado, puesto que se analiza la tercera persona ha'e”.
En el escolio siguiente dice Restivo: “El pronombre relativo es ha'e, ut: ‘él lo dijo’, ha'e omombe'u; también puede decir ‘ese’” ([1724] 1996, p. 21). Y seguidamente trata de los verbos triformes. Lo mismo en Aragona ([1620] 1979, §1, p. 11), quien da la definición de “relativo” como sigue: “Ha'e: ‘el’ (sc. él), como en romance se [dice ‘e]l, f[u]e el, lo dixo el, lo mando, es del, fue con el, vinose el’; estos romances se llaman relativos porque refieren la persona de quе se tr[ata o ha]bla” (la puntuación y cursiva son mías). Esta definición del término “relativo” en Aragona es la que dan las gramáticas del Renacimiento, tanto latinas como griegas. Así en Nebrija (1495, p. CIIII), se define el “relativo” como la capacidad de correferencia que tiene el pronombre con un antecedente: De Relatiuis. Relatiuum est quod rem antecedentem refert (...) sunt relativa idcntitatis (...)[et] diuersitatis. Relativum est quod refert aliquod antecedens. Antecedens vero est quod refertur ab aliquo relativo (‘relativo es cuando se alude a algo precedente, y antecedente es lo referido por algún término relativo’). Y Linacre ([1555] 1998, liber I, p. 6, De pronomine): “los cinco pronombres (ego, tu, hic, iste, ille: ‘yo, tú, éste, ése’) junto con el compuesto (idem: ‘el mismo’), pasan a ser correferentes (i.e., relativos) en el caso de que algo que precedió en la frase, lo vuelvan a referir”; e igualmente Álvares (1572, p. 49).
Y es que los gramáticos griegos consideraban que los pronombres son fóricos (anafóricos: anaphorikaí) o correferentes porque su contenido semántico no es lexemático sino correferencial con los nombres propios a los que sustituyen, o con la realidad manifiesta a la que se refieren o remiten. No goza el pronombre ni de la plenitud semántica ni de las funciones sintácticas del nombre, ya que no pueden ser predicados (Monteil, 1979, p. 217). Los pronombres está claro que no tienen el contenido semántico de los nombres, sino tan sólo la capacidad referencial (para identificar objetos o personas singulares, presentes o ausentes y aparecidos anteriormente), y eso es lo que significa “relativo” para los gramáticos del Renacimiento.12
La tercera persona, que no se refiere a intervinientes del proceso comunicativo (por lo que bien se la puede considerar a veces como “no persona”, Benveniste, 1966, p. 227-236; Ruiz Castellanos, 2002, p. 24), no tiene en latín un pronombre específico (Monteil, 1979, p. 220),13 si no es para los casos oblicuos del reflexivo: se, sui, sibi, correferentes con un sujeto en tercera persona.14 Se dice que para suplir dicha falta se usa en latín el ille demostrativo. Esto mismo parece que pasa en guaraní, ya que la forma ha'e no procede de un pronombre personal sino de un demostrativo primitivo (Dietrich, 2009-2010, p. 336). Así es como la tercera persona es usada a la vez en función deíctica y anafórica o de correferencia. Y por esa razón Restivo denomina a ha'e “relativo”, es decir, como anafórico a pesar de tener un origen demostrativo y sin excluirlo de los pronombres personales.
3. Los pronombres deícticos
Es más, en Restivo ([1724] 1996, parte II, cap.II, §.II, p. 19. “De los otros Pronombres de tercera persona” se dice: “Ã, ava, akói, aipo, ko demostrativo, ku demostrativo ausente ‘eso, esos’, ut: ku kuarahy, ‘ese sol; ma, mava'e, pe’, etc.”. El editor comenta (nota 31): “Título de párrafo una vez más equívoco, puesto que la lista que sigue trata de los pronombres demostrativos o deícticos e interrogativos”. Y es que igual que ha'e es correferente (“relativo”), los demás demostrativos o deícticos también lo son, y se han de incluir entre los “relativos” o anafóricos como hace Restivo: “ko demostrativo, ku demostrativo ausente ‘eso, esos’, etc.”. Estos pronombres deícticos pueden usarse como anafóricos.
Los pronombres “esto, eso, aquello”: ko, pe, aipo, etc., tienen una capacidad de referencia que en principio ejercen de la forma más elemental, la deíctica. Ya lo advierte Apolonio (1987, 2.11, p. 162-163): “Los deícticos, no es que se empleen en sustitución de nombres, sino donde no pueden usarse nombres”.15 Señalar es anterior a denominar o identificar. Aun así pueden liberarse los deícticos de las constricciones espaciales16 y referirse a objetos ausentes: ko > ku. A la deixis de objetos tanto presentes como ausentes alude Restivo ([1724] 1996, p. 21-22): “Ko, kova'e, ‘éste, ésta, esto, éstos’, &c., demostrándolo / Ku, ‘eso, esos’, ut: ku kuarahy, ‘ese sol’”.17 Así los deícticos son usados no sólo en una referencia ante oculos, sino también en ausencia e incluso aludiendo a algo anterior, lo que incrementa su capacidad de referencia, y es lo que los hace “relativos”. Tanto en latín como en guaraní, podemos observar la siguiente línea de abstracción:
Lo que diferencia en capacidad de referencia a los (ana)fóricos frente a los deícticos es la mayor intensidad de estos, debida a la presencia física que tiene el objeto (al que se señala con el gesto o se muestra), frente a una presencia solamente mental (mera alusión a una cosa ya conocida o que va a ser presentada enseguida), propia de los (ana-) o (cata)fóricos.
Aragona ([1620] 1979, §.1, p. 11), explicita la capacidad de referencia:
‘Vinose el’: estos romances se llaman relativos porque refieren la persona de quе se tr[ata o ha]bla”. Y también en §.1: “Aypo, Aypobaè, ‘esso’, quе refiere cosa de quе tratamos, y no vemos. Ut, ‘esso quiciera yo, esso digo yo, esso me par[ece a] mi, e[sso] me passa a mi’.
Lo mismo ocurre en latín, hic, ille, aunque sean demostrativos, se usan también como anafóricos; que es lo que advierte el texto citado de Linacre:
Quinque vero (ego, tu, hic, iste, ille) cum vno composito (idem) in relativa transeunt, quando scilicet aliquid quod in oratione praecessit, repetunt”: ‘los cinco pronombres (ego, tu, hic, iste, ille) junto con el compuesto (ídem), pasan a ser correferentes en el caso de que algo que precedió en la frase, lo vuelven a referir’. ([1555] 1998, p. 6)
4. Los pronombres (ana)fóricos
En conclusión: los pronombres demostrativos pueden hacer también la función de (ana)fóricos o correferentes. Dentro de los deícticos latinos podemos incluso contraponer la distinta capacidad de referencia del demostrativo ille a la de hic. Hic se refiere al elemento más cercano del texto; ille al más alejado. “Así se hace simplemente un trasvase de los criterios de cercanía y lejanía (respecto a las personas intervinientes) desde la realidad a los textos” (Codoñer, [1973] 2020, p. 83). Y de ahí la coincidencia que tiene ille con is, que es reconocidamente anafórico. La Cerda (1598, p. 158) afirma: “hic, ille, iste, ipse, is, idem [...], se llaman ‘relativos’, cuando se refieren a cosa ya passada como Virgilius carmina composuit, idemque ea cecinit: ‘Virgilio compuso poemas y el mismo los recitó’”. Nótese el significado de la palabra “relativo” como “correferente” o “(ana)fórico” y la inclusión de hic, ille, etc., entre los anafóricos.18
Restivo observa que el pronombre guaraní de tercera persona hace la función de fórico: “El pronombre relativo es ha'e, ut: ‘él lo dijo’, ha'e omombe'u; también puede decir ‘ese’ ut: ha'eva'e Tupã voja marangatu Simeon ja rako, &c. (Nic.); ‘ese Santo llamado Simeón’, habiéndose primero hecho mención de él” ([1724] 1996, p. 21). E incluso la función de identificativo: “ha´eva´e, 1. ha'eva'e kuña, ‘esa india’; pospuesto al nombre significa muchas veces ‘ese mismo’, ut: ava ha'eva'e, ‘ese mismo Indio’” (p. 23).
Los generativistas (Chomsky, 1982; De Monte, 1983) distinguen tres tipos de referencia: la de los reflexivos (sí mismo), la de los pronominales (él) y la de las expresiones referenciales (por ejemplo, nombres propios: Juan). Los reflexivos están ligados (coindizados) por llevar la misma referencia que el antecedente, y estar gobernados por él, llevando su mismo género y número, dentro del componente (sintagma, cláusula u oración) del que forman parte ininterrumpidamente. Los nombres propios no pueden reiterarse, de lo contrario, adquirirían una interpretación disyuntiva /#/; y por la misma razón los pronombres anafóricos aparecen, si está bien establecido el tópico, sólo cuando hay que enfatizarlo, cuando se produce un paso nuevo en el texto y según Prisciano (1859, XVII, p. 141-143) sobre todo para evitar la interpretación disyuntiva del nombre reiterado.
5. El pronombre relativo de las oraciones relativas
El pronombre relativo (propiamente dicho; e.d., lo que hoy día entendemos por “relativo”) qui, quae, quod19 en latín es un anafórico que se remite a su antecedente, con el que concuerda en género y número, pero que al mismo tiempo es capaz de romper la concordancia de caso, al iniciar una oración, en la que el pronombre relativo cumple una función sintáctica propia y posiblemente diferente de la de su antecedente.
Trata Restivo de las oraciones de relativo o adjetivas guaraníes cuando habla del participio, al que considera un adjetivo equiparable a la oración de relativo. Dice:
La partícula ‘que’ no es siempre nota de infinito (sc. infinitivo); muchas veces es de participio (…) Cuando se pospone al nombre explícito o implícito, es nota de participio, ut: ‘el muchacho que azoté, el que enseña, lo que yo busco’, &c., que en la lengua latina se pueden hacer por el relativo qui, quae, quod. ([1724] 1996, p. 79)
Pero un participio guaraní como t-embi-mbo'e no hay que tomarlo como ‘el alumno al que o a quien yo enseño’, sino como un atributo: ‘ese alumno (es) mi enseñado’: che-r-emimbo'e.
Respecto a los interrogativos, estos parecen usar en latín las mismas formas que el relativo, pero sus capacidades de referencia son inversas, por ser inquisitivas en vez de alusivas, i.e., le plantean al destinatario la identificación y una vez hallada la respuesta, se ve la correlación. Los interrogativos tratan de identificar objetos, personas singulares y también circunstancias de modo, lugar, tiempo, etc., siguiendo el proceso inverso de la anáfora. En guaraní las partículas interrogativas se asocian a adverbios y pronombres personales y demostrativos: “Pi de ordinario se suele juntar con los pronombre che, ko, kova'e, ãng y a la partícula po”; “Pako es pregunta de cosa pasada o tal cual vez de presente, ut: mba'e guyra pako oñe'ẽ ra'e: ‘¿qué pájaro fue aquel que cantó?’” (Restivo, [1724] 1996, p. 97).20
Los pronombres indefinidos no son fóricos sino que designan a base de los distintos cuantificadores: universales, particulares, singulares, positivos o negativos: Opavave: todos. Mayma yvypóra: todos los humanos; maymáva: todos. Ñavo: cada uno. Avave, avavete: nadie. Mba’eve: nada.
6. Los triformes (t, h, r) como relativos a la persona
Otro uso de la palabra “relativo” es el que describe una característica peculiar de las lenguas de la familia tupí-guaraní, que consiste en una triple forma de inicio de ciertos lexemas (nombres, adjetivos, verbos e incluso los adverbios) en T-, H-, R-, que alternan según sea la referencia que guardan respecto a otras palabras o prefijos. Pero de suerte que esa referencia se convierte en referencia personal: tape, hape, rape: ‘el camino’: T- marca la falta de relación personal o posesiva y es el tipo absoluto; R- y H- marcan la relación con las personas bien sean intervinientes (1ª y 2ª personas: che/nde rera: ‘mi/tu nombre’)21 o bien no intervinientes en la conversación (3ª persona): hera ha´e Susána: ‘su nombre es Susana’.
Se da también esa alternancia (T-, R-, H-) en ciertos verbos siguiendo ‘una indexación de persona’ (person indexation): Toma (che/nde)-reka: ‘Tomás me/te busca’ (ejemplos tomados de Gimeno, 2012, p. 49). Como indica Estigarribia Fioravanti, 2020, p. 135: “Relational verbs change their prefix to H- or R- depending on the person prefix used before them”.
Y esa alternancia se da no sólo para los nombres, adjetivos y verbos triformes, sino incluso en algunos adverbios; son ejemplos de Restivo ([1724] 1996, p. 154) los siguientes: “rupive, adverbio que significa ‘juntamente’, cuyo relativo es hupive, ‘juntamente con él’; recíproco gupive, ‘juntamente consigo’ (…)”.
A todo ello alude Aragona ([1620] 1979, §.1, p. 11): “Notese bien este Pronombre relativo el qual tiene dos [let]ras H, y Y, con las quales hablan siempre los Yndios antepuestas a nombres & verbos, y adverbios tambien”. Restivo lo trata con sus reglas y excepciones, y denomina a los triformes “relativos” y “recíprocos”:22 “Explicación de los Relativos y Recíprocos §.I. En el §.III de la Primera Parte”, hablando de la composición de los nombres:
Dijimos que el nombre que empezare por T- vel H- en composición, esto es cuando precede o se junta con algún nombre o pronombre, la mudan en R-, exceptuados algunos que se pusieron en el apendix de dicho Cap. [I]. Tratando ahora de los relativos y recíprocos se observe lo siguiente. Todo nombre o verbo que empezare por R- o de cualquiera manera en la composición tuviere R-, tiene por Relativo H-, y por Recíproco G-, la cual toma una U por el buen sonido si el nombre no lo tuviere. (Restivo, [1724] 1996, p. 154)
Las influencias sobre Restivo se remontan, como ya hemos advertido, a Anchieta (1595, p. 13). Sigue en esto también Restivo el Arte de A. Ruiz de Montoya:
Toda parte de oración, que començare por R- ò que reciba R- de qualquiera manera que sea, tiene por relativo H- y por reciproco G-, la qual por el buen sonido admite U, si el nombre no lo tiene. De ‘nombre’, téra; cheréra, ‘mi nombre’; héra, ejus; güera, suum nomen. (Ruiz de Montoya, [c.1640] 1876, p. 11-12)
Se da otro tipo más de alternancia (H-, I-) que marca la “relación” con la tercera persona, usándose, tanto para tercera persona, como para los atributos cualitativos y para referirse al objeto de tercera persona antepuesto a los verbos transitivos: a-i-kuaa ‘lo sé (algo)’, a-i-mo’ã ‘lo pienso (algo determinado)’. (H-, I-) están en distribución complementaria sin una función diferenciada, aunque se usa H- para los nombres triformes e I- para todo lo demás.
7. Otras referencias personales
Los pronombres de 1ª y 2ª personas como objeto directo se anteponen inmediatamente al verbo, son átonos y suprimen la característica personal (a, re, etc.); en cambio la 3ª persona no se sitúa inmediata al verbo o se pospone a él: Toma o-heka Jose(pe): ‘Tomás busca a José’. Además, cuando la 1ª persona es sujeto y la 2ª objeto, ésta se transforma: nde > ro y peê > po; así, che ro/pohecha (‘te/os veo’), ore ro/pohecha (‘te/os vemos’). Existe una jerarquía de personas: la 1ª persona es más importante que la 2ª y ésta que la 3ª, y cuando el objeto directo es jerárquicamente más alto que el sujeto, el objeto se marca mediante el prefijo de persona no activa delante del verbo: che rendu porâpa peê?: ‘¿me oyen ustedes bien?’. O bien peêpa che rendu porâ?
Por otro lado, los verbos chendales, que son adjetivos o nombres verbalizados: mitâ > che chemitâ: ‘yo soy un chaval’, utilizan como prefijos che, n(d)e y los demás pronombres personales. Che chejapu: ‘yo soy una mentira, soy un mentiroso’. Nótese que no utiliza la marca de persona verbal -a ni -ai, sino la repetición del pronombre personal nde ndejapu: ‘eres un mentiroso’. En cambio, la tercera persona de los verbos chendales utiliza los índices posesivos: i-mitâ: ‘está hecho un chaval’, ha´e ijapu: ‘él es un mentiroso’.
Finalmente, en todos los demás verbos la persona está presente ya que van precedidos de un prefijo personal: a-, re-, o-, etc. en el modo indicativo; en el imperativo propio también van precedidos por el prefijo e-, te- para la 2ª persona; y en los imperativos impropios, permisivos o exhortativos, se distinguen la 1ª y 2ª de la 3ª persona: ta / te / to.
En conclusión
He pretendido realizar un trabajo de contraste entre los pronombres personales latinos y los guaraníes y el uso del concepto de “relativo” en los gramáticos latinos y los gramáticos misioneros de la lengua tupí-guaraní. Hay aspectos en que coinciden ambas lenguas: los pronombres personales son “primitivos” en cuanto que se ven reiteradas las diferencias entre personas intervinientes y no intervinientes en los demás pronombres (tanto en latín como en guaraní): posesivos, demostrativos, reflexivos, identificativos. Pero hay un momento en el que las lenguas tupí-guaraníes difieren de la latina y de las lenguas romances, por una característica que les es propia y que se produce, no ya en los pronombres, sino en las categorías lexemáticas (nombres, adjetivos, verbos e incluso adverbios) que son triformes, y que comienzan por (T-, R-, H-) y (H-, I-). Estas palabras lexemáticas establecen una referencia personal y una contraposición entre personas intervinientes y no intervinientes en la conversación. Considero esta omnipresencia de la persona en cierto sentido un rasgo tipológico o al menos una característica muy marcada y propia de las lenguas tupí-guaraníes.23
La noción gramatical de “relativo” como correferencia, propia de la terminología de las gramáticas renacentistas, tiene una gran aplicación en la gramática de Restivo y en la gramática misionera del tupí-guaraní; explica la capacidad de referencia de los pronombres personales, y desde ellos como “primitivos”, la de los pronombres posesivos, reflexivos, deícticos, (ana)fóricos, los pronombres que encabezan relativas, pero además y finalmente, la referencia a la persona se sigue dando en las palabras triformes: nombres, adjetivos, verbos y adverbios, determinantes/determinados, predicados nominales, etc.
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Notas
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