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El papel de la educación en la era del Antropoceno
The role of education in the Anthropocene era
D’ Perspectivas Siglo XXI, vol. 10, núm. 19, pp. 33-47, 2023
Campus Universitario Siglo XXI

Artículos de investigación

D’ Perspectivas Siglo XXI
Campus Universitario Siglo XXI, México
ISSN-e: 2448-6566
Periodicidad: Semestral
vol. 10, núm. 19, 2023

Recepción: 09 Enero 2023

Aprobación: 28 Enero 2023

Campus Universitario Siglo XXI

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: La condición actual del planeta representa un reto para la humanidad, debido a la presencia de grandes problemas ecológicos, aunado a un estilo de vida humano consumista y voraz, al mismo tiempo costoso, que vulneran las condiciones de existencia en la tierra. Esta serie de sucesos pertenecen a una era geológica que manifiesta cambios, en gran medida, provocados por los seres vivos: el Antropoceno. Resulta valiosa la labor de reflexión y conciencia de la educación como medio para fomentar la responsabilidad, es decir, como una posibilidad de educar a seres humanos que tengan la capacidad de hacer frente al contexto presente y futuro. El tema es la educación en la era del Antropoceno, y para ello en primer lugar se reflexiona sobre el estilo de vida que tiene la sociedad actual, posteriormente, se analiza cómo es que se ha llegado al Antropoceno, qué dio paso a él y qué lo caracteriza, para poder entender porque también es llamada la “era de los seres humanos”. Y por último, se explica por qué a través de la educación humanista podría ser posible encontrar un punto de apoyo para fomentar la responsabilidad y la conciencia humana en el contexto actual.

Palabras clave: Antropoceno, consumismo, educación, responsabilidad.

Abstract: The current condition of the planet represents a challenge for humanity, due to the presence of great ecological problems, coupled with a consumerist and voracious human lifestyle, at the same time costly, which violate the conditions of existence on earth. This series of events belong to a geological era that manifests changes, to a large extent, caused by living beings: the Anthropocene. The work of reflection and awareness of education is valuable as a means to promote responsibility, that is, as a possibility of educating human beings who have the capacity to face the present and future context. The theme is education in the era of the Anthropocene, and for this in the first place we reflect on the lifestyle that today's society has, later, we analyze how it has reached the Anthropocene, what gave way to it and what characterizes it, in order to understand why it is also called the “era of human beings”. And finally, it explains why through humanistic education it might be possible to find a foothold to foster human responsibility and awareness in the current context.

Keywords: Anthropocene, Consumerism, Education, Responsibility.

Introducción

El Antropoceno no es un cambio reciente, históricamente su comienzo se marcó desde el año 1610, a su vez, el término se popularizó a partir del 2000, donde ha adquirido mayor relevancia en tanto se han presentado una serie de alteraciones medioambientales que ponen en evidencia la condición sensible en que se encuentra el planeta. De igual forma, las investigaciones del Antropoceno se abordan desde el plano filosófico, concretamente a partir de la ética, con alcances en la práctica, ya que lo ideal no sería solo tomar conciencia, sino implementar acciones justas de coexistencia con la naturaleza.

El ahora representa un escenario de diversos matices: por una parte, se encuentra una sociedad más competitiva, consumista e individualista, acompañada en todo momento de las redes sociales que, de forma gradual permean en gran parte de la población a nivel mundial; por otra parte, se manifiesta un cúmulo de cambios ambientales que ponen sobre la mesa la preocupación por la progresión de los desastres ecológicos, esto precisa de acciones contundentes para mejorar las condiciones de vida de los seres que habitan el planeta. Las redes sociales y el sistema económico vigente desvirtúan la magnitud de los hechos, así como la atención de las personas, esta condición limita sobremanera la capacidad de acción con respecto a los hechos que dañan la naturaleza.

El objetivo principal de esta investigación es hacer hincapié sobre la urgencia de abordar el Antropoceno desde una perspectiva ética para comprender las implicaciones económicas, sociales y medioambientales que implica. Se toman como guía los siguientes ejes: analizar la sociedad actual y su estilo de vida; conocer el Antropoceno y sus implicaciones, y reflexionar sobre una alternativa a través de la educación para afrontar las condiciones de la era actual.

Nudo

1. Sociedad actual y estilo de vida

Ante la serie de cambios que presenta el planeta resulta pertinente conocer la forma de vida de la sociedad, qué es lo que hace, a qué se dedica, qué le gusta y por qué. A partir de ello, se analizan aspectos que definen su formación como seres humanos.

La sociedad actual es más frívola que en épocas anteriores, muestra características específicas que detonan en la formación de seres humanos más egoístas, competitivos, acumuladores y consumistas; el estilo de vida promedio de las personas está determinado por la economía, esta sintetiza una forma de relacionarse y existir. Según Sandel (2013): “la moralidad representa el modo como nos gustaría que el mundo se comportara y la ciencia económica representa el modo como realmente se comporta” (p. 93). Es decir, la economía no es una ciencia que haga valoraciones éticas o morales, a ella le importan los cálculos, el mercado y condiciones utilitaristas de cuanto existe. En ese sentido, se ha construido una sociedad que genera riquezas, para unos pocos, y que mantiene al resto de la población con un estilo de vida competitivo para posicionarse en un estatus socialmente aceptado, por medio del trabajo, las compras, la manera de relacionarse y estar.

De esta forma, es posible percibir en, las costumbres, la religión, la cultura y otros aspectos de la vida común la presencia del móvil económico y mercantilista, sin que genere asombro en las personas, ni mucho menos que estas se cuestionen sobre su pertinencia. Para Guerrero (2020) la industria de la mercadotecnia “trabaja bajo aspectos psicológicos y subliminales que operan en los mensajes publicitarios y en las redes sociales, conduciendo e induciendo la adquisición permanente de productos que no son fundamentales para vivir, pero es pertinente señalar que se inyectan necesidades” (p. 65).

En consecuencia, bajo el estandarte del consumo se ha hecho posible convertir objetos triviales en vitales, y los bienes comunes y fundamentales en mercancías. Las personas de este tiempo valoran las cosas superfluas y banales, se rodean de un sin número de objetos en la llamada carrera por construir el estatus social deseado. En este sentido, se califica el nivel de vida con respecto a la cantidad de bienes e ingreso económico que se posee, se desdeña el crecimiento interno y la satisfacción personal, que en la mayoría de los casos no coincide con el dinero acumulado de a un individuo, ni es garante de plenitud o felicidad.

El sistema económico vigente incentiva a la sociedad a crear una dependencia hacia el consumo, con la idea de que así conseguirá calidad de vida, pero la realidad es distinta, porque inconscientemente, esto se transforma en una competencia, en la que solo saldrán ganando los grandes empresarios.

Es difícil escapar a ese modelo, debido a que esconde un control feroz por distintos medios, sobre todo por el auge del internet y las redes sociales que invaden de mensajes y ofertas todo cuanto está a su alcance. La población, en general, tiene una vida de consumo en distintos ámbitos: la alimentación, los servicios de salud, el transporte, el ocio, el trabajo, la escuela, el calzado y la vestimenta. Sandel (2013) hace una crítica hacia la sociedad contemporánea y a lo débil que ha sido al permitirle al mercado ingresar en los estratos más privados de la vida social y, en consecuencia, obtener ganancias de eso.

Por otra parte, este escenario impulsa el individualismo y la competencia entre todos, ya que lo importante es quién tiene más y en qué medida, así como los medios por los cuales estos se refleja: un puesto de trabajo, una casa, un auto, vacaciones y lo que se pueda añadir a eso.

Sobre esta línea, es sencillo comprender cómo ha tenido tanto crecimiento el individualismo exacerbado, es decir, la experiencia de vivir se ha convertido en un plan personal, cada vez más solitario y sin el acompañamiento del grupo social o familiar. Este viaje individual lo ha impulsado la mercadotecnia mediante sutiles mensajes, que inconscientemente, reformulan la idea previa de unidad. Ya lo diría también Lipovetsky (2000): “El narcisismo, nueva tecnología de control flexible y autogestionado, socializa desocializando, pone a los individuos de acuerdo con un sistema social pulverizado, mientras glorifica el reino de la expansión del Ego puro”(p. 55), de manera que la idea de comunidad se disuelve hasta tornarse complicado el sentirse acompañados por otros, o preocuparse por algo fuera de sí mismos.

En efecto, son imperceptibles para la sociedad los efectos nocivos que provoca su propia acción e inacción, se podría pensar en una especie de negación e incluso de adicción al consumo, todo ello en la medida que le recompensa con una sensación de felicidad efímera sin asumir los riesgos de su constante voracidad. El mundo actual está representado por el internet y las redes sociales, con su inmediatez de mensajes y su gama enorme de información al instante. Existe una conexión creciente que ha reducido la capacidad de relación con el exterior y evita de esa manera las interacciones sociales cara a cara, por lo tanto, ha aumentado la conexión con un sitio virtual disociado de la realidad.

Lo anterior implica la concreción de un espacio paralelo a la existencia, en donde, aparentemente, es más fácil construir relaciones y evitar el contacto, al menos, en alguna medida posible. Esto limita la capacidad de crear conciencia sobre los efectos negativos de la acción personal y grupal, porque el mundo real no es tan evidente ni agradable para todos. La soledad aumenta en este tipo de condiciones, y el egoísmo también. Por lo tanto, los valores de la sociedad actual cambian, la felicidad se proyecta en objetos o momentos de placer, en la acumulación y en la competencia: el llamado estatus social.

Todos estos factores son clave en la presentación de los perfiles de los usuarios de las redes sociales, desde los que las personas buscan interacciones sociales agradables, pero las investigaciones muestran que:

las redes sociales y su enfoque en los 'me gusta' cuantificados, o las notificaciones frecuentes, parecen estar asociados con la activación de áreas en el cerebro que hacen no solo disfrutar de estas interacciones, sino biológicamente anhelar más de ellas. Estas son las mismas regiones del cerebro asociadas con la adicción a sustancias ilegales. (Velázquez, 2021, p.1)

No parece tan extraño entonces, que la sociedad actual tenga un gusto particular por el internet y las posibilidades que ofrece, ya que al potenciar una sensación de bienestar aunado al sentido de pertenencia que ofrece, se torna atractivo para las personas.

Generalmente se activan las mismas zonas del cerebro encargadas de producir dopamina y oxitocina (asociadas con el circuito del placer, más allá de las adicciones) a través de situaciones como el reconocimiento, la integración social y la atención. Esto, a su vez, se vuelve una condición placentera esperada de las redes sociales. Conlleva la posibilidad de interacción en todo momento, a cualquier hora y lugar, a diferencia de las relaciones reales, en las que no es posible contar con un intercambio social 24/7, más bien está determinado por lugar, tiempo, espacio y disposición.

Al ser seres sociales, las personas disfrutan de ser reconocidas, de saber qué está pasando con los demás, o tener acceso a su información pública, así mismo, crece la sensación de satisfacción al crear un espacio digital que se construye de los fragmentos de vida que alguien quiera compartir. Pero también disminuyen las interacciones físicas, cara a cara, el anonimato o la reducción de visibilidad directa crea una brecha entre personas, que hace más fácil la comunicación a distancia (lo cual es una gran ventaja cuando no existe otra forma de estar en contacto), pero que evita la creación de una relación estrecha. Esto deriva en sentimientos de rechazo, depresión, soledad, porque se vuelve más fácil estar e interactuar en un mundo paralelo que en la realidad.

De esta manera, la adicción a la redes sociales así como la dependencia que surge de ellas, como consecuencia de una inconformidad personal con la sociedad, fungen como el escaparate perfecto del mundo real, dado que las condiciones en las que se vive, por urgentes que sean, no son importantes para alguna parte de la población.

La realidad tal cual, puede ser un sitio no muy agradable para todos, por lo que permanecer a cierta distancia de él, a algunos les ha parecido más conveniente. Es posible llegar a otra conclusión, pues muchos usuarios de plataformas sociales no están a gusto con sí mismos, por lo que manifiestan problemas de rechazo, depresión, ansiedad y soledad, es decir, tienen una lucha interna se refugian o encuentran un escaparate en internet o en sensaciones pasajeras, que les ayuden a producir dopamina y oxitocina. En consecuencia, es posible comprender que son personas con un comportamiento que obedece a un vacío interior, a falta de autoestima, carencia de reconocimiento y validación social, que no están atentos ni perciben la realidad de forma general.

Las personas poseen una vida promedio, y tienden a cubrir sus necesidades en relación a lo que ven, escuchan, o es trend topic en redes sociales, porque finalmente, ese es el mundo al cual pertenecen por convicción. Allí es donde la mercadotecnia y el consumismo encuentran un lugar ideal para influir sobre los individuos y los estilos de vida que promueven; eso también es una moda.

Este incipiente interés por el planeta y la creciente irresponsabilidad humana ponen en peligro la continuidad de la vida en condiciones favorables. La sociedad humana no es consciente de lo que pasa porque es adicta a un sin fin de cosas, por su incipiente interés en el mundo real y porque atraviesa una crisis existencial sin precedentes.

2. El Antropoceno

El futuro ha llegado y es un momento donde las circunstancias hacen pensar a muchos científicos que la era geológica donde se sitúa la tierra ha cambiado. Las etapas por las que pasa el planeta sirven para comprender el paso de la vida por él y sus diversas formas en que se manifestaron en su momento, de igual modo pueden explicar cómo es que llegan a su fin cada una de ellas. Actualmente, se considera que el Holoceno ha terminado y ha dado paso al Antropoceno.

Rubio (2022) indica:

el término surgió en el año 2000, en una reunión científica celebrada en México en la que se presentaban datos sobre el impacto de las actividades humanas en los océanos, los suelos y la atmósfera. En el público estaba Paul Crutzen, ganador junto con Mario Molina y Sherwood Rowland del Premio Nobel de química en 1995 por explicar cómo se forma el agujero en la capa de ozono de la atmósfera. A medida que los expositores presentaban sus datos haciendo alusión al Holoceno, la época geológica en que oficialmente nos encontramos, Crutzen se agitaba cada vez más, hasta que estalló, exclamando que ya no estábamos en el Holoceno, sino en el Antropoceno (antropos, “hombre”: la era del hombre, o de la humanidad). (p. 2)

A partir de ese momento el término se popularizo y se comenzó a utilizar con mayor frecuencia en diversos espacios, aunque los geólogos aún no lo aceptaban por completo. El motivo de su renuencia residía en que no había indicios tan marcados en las rocas o en la corteza terrestre que sustentara el cambio, y más aún, el cambio de era geológica habría sucedido en menor tiempo que las eras anteriores.

Sin embargo:

A pesar de no haber sido aún reconocido explícitamente por la comunidad científica internacional como una nueva unidad formal dentro de la escala de tiempo geológico, lo cierto es que en los últimos años la idea del Antropoceno está penetrando con mucha fuerza en la literatura científica de todo el mundo para señalar el grado con que las actividades humanas están alterando los ecosistemas del planeta. Paralelamente a este creciente interés científico, el término Antropoceno está experimentando una ascendente popularidad mediática y social, estando cada vez más presente en los medios de comunicación, en internet, en el discurso de los movimientos ecologistas y en las librerías de todo el mundo. (Aguado, 2017, p. 46)

No existe un consenso uniforme respecto de los inicios del Antropoceno, algunos investigadores y científicos plantean que inicia en el Cuaternario, cuando el ser humano empieza a tener una influencia sobre el medio ambiente:

Ahora bien, el Cuaternario se divide geológicamente en Pleistoceno y Holoceno. El primer período abarca desde la aparición de los primeros miembros de la familia homo hasta hace 12 000 u 11 000 años, cuando comienza el Holoceno. El comienzo del Holoceno, por su parte, se considera desde el fin de la última glaciación. (Segovia, 2017, p. 57)

En esta era aparecen los primeros vestigios de asentamientos humanos y comunidades agrícolas, este podría ser considerado como un inicio del Antropoceno, ya que refiere los primeros vestigios de interacción humana con el medio y su futura modificación. Posteriormente, un grupo de científicos de la Universidad de Leicister, el Anthropocene Working Group:

propuso la tesis de que el Antropoceno habría comenzado en 1950, con los residuos radiactivos de las bombas atómicas, pues la marca que determina ese cambio son los residuos radiactivos del plutonio, tras los numerosos ensayos con bombas atómicas realizados a mediados del siglo XX. (Svampa, 2019, p. 12)

Para estos estudiosos la huella ecológica que determinaría el inicio de una nueva era tendría que ver con procesos más complejos y marcados en la faz de la tierra así como en sus procesos.

Otra visión se puede observar en Padilla (2019), para quien:

El Holoceno –la época actual– se inició hace 12 000 años con el fin de la Edad del Hielo y el inicio del asentamiento sedentario de los seres humanos gracias a la agricultura, mientras que el Antropoceno se diferenciaría en el hecho de ser consecuencia del impacto ecológico que la revolución industrial del siglo XVIII tuvo sobre el planeta y sobre todo de la llamada “gran aceleración” de la post-guerra de mediados del siglo pasado por el salto exponencial del crecimiento demográfico, de la producción mundial, de los procesos de urbanización, de la agricultura (debido a la utilización de fertilizantes químicos), de la deforestación, de la construcción de represas, de la depredación de peces en los océanos, de la utilización de combustibles fósiles. (p. 67)

Rubio (2022) coincide en que:

estos cambios se hacen patentes a partir de la llamada Gran Aceleración, posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando se dispararon la población humana y la industrialización y aumentó la producción mundial de plástico, aluminio y concreto, materiales artificiales casi indestructibles que hoy se encuentran por doquier y cuyos restos forman los llamados “tecnofósiles”, los marcadores geológicos de nuestra era. (p. 3)

Se conviene en que, en general, se trata de un periodo marcado por el paso de los seres humanos y las interacciones que estos tienen sobre el planeta, sea que se valide un tiempo u otro, su importancia radica en la ola de investigaciones y discusiones que incita, sobre todo por la complejidad de factores que lo acompañan y que precisan de un cambio necesario para seguir contando con posibilidades reales y sanas de existir y coexistir.

El Antropoceno, o era de los seres humanos, se posiciona como un momento histórico determinante, debido a la ola de trasformaciones que implica: el cambio climático, la deforestación, la desertificación, la pérdida de biodiversidad biológica, la contaminación, etcétera:

Este momento de la historia humana es el que marca el inicio del uso descomunal de energía satisfecho con combustibles fósiles, momento que ha ocasionado un extenso cambio en la composición química de la atmósfera que ha resultado en la modificación de su balance en términos de efecto invernadero y así impulsa la tendencia progresiva hacia el calentamiento global o más convenientemente al cambio climático global. (Equihua et al., 2015, p. 69)

Se calcula que el sistema energético del planeta depende en un 81% de las fuentes no renovables como los combustibles fósiles.

Al considerar que estas fuentes primarias de energía humanas son finitas, adquiere mayor relevancia lo que se hará después, en un futuro no muy lejano cuando cesen esas fuentes. Por otra parte, el calentamiento global aumenta de manera considerable, emitiendo efectos nocivos para todas las formas de vida del planeta. Concretamente el Antropoceno da cuenta, a través de su descripción y características, de un momento geológico, si bien temprano para lo que se había documentado con anterioridad, pero ya existente. Actualmente es controversial asumir un término u otro, la relevancia de este hecho está en la necesidad de parar, como última opción para la humanidad, si se quiere pensar en un mañana.

La forma de vida como se conoce actualmente debe reinventarse totalmente y asumir que el consumismo y la adquisición descontrolada están acabando con las posibilidades de existir. El estilo de vida de más de la mitad de los humanos es particularmente agresivo y voraz, y no es una cuestión premeditada, todo lo contrario, es tan normal que resulta un tanto complejo decidir de qué cosas es posible prescindir y en qué medida.

De acuerdo con el Informe de Desarrollo Humano (2020):

para sobrevivir y prosperar en esta nueva era, se debe trazar una nueva senda del progreso que respete los destinos entrelazados de las personas y el planeta, y reconozca que la huella material y de carbono de quienes más tienen está socavando las oportunidades de las personas que menos tienen. Cuatro mil generaciones podrían vivir y morir antes de que el dióxido de carbono liberado desde la Revolución Industrial hasta la actualidad se eliminara de la atmósfera. Pero los responsables de la toma de decisiones siguen subvencionando los combustibles fósiles, prolongando así nuestra dependencia del carbono como si se tratara de una droga que circula por las venas de la economía. (PNUD, 2020, p. 5)

Es posible fincar un mañana prometedor, pero se requiere de un cambio más que radical: viable, no solo para los humanos, sino para todas las formas de vida que existen en el planeta, teniendo previo conocimiento y conciencia del momento que ya se vive. La parte fundamental de esta situación radica en que se quiera hacer algo desde ahora, que se establezcan medidas rigurosas y drásticas para frenar el impacto ecológico. Entonces:

¿por qué nos negamos a ver la situación real? Entre otras, por las siguientes razones: la fe ciega en el progreso y el desarrollo, esto es, en un sistema que aumenta sin cesar la cantidad de riquezas disponibles; la creencia en la capacidad de la ciencia y la tecnología para resolver cualquier problema y todo fenómeno atribuido a causas externas. (Issberner y Léna, 2018, p. 9)

Entre lo anterior se menciona la contaminación, la existencia de poderosos intereses que sacan provecho de esta dinámica y ejercen presiones intensas, y la colonización de la mentalidad de los consumidores por parte de los medios informativos, que provocan un ansia de consumo individual para obtener comodidades, distinguirse de los demás y conseguir un reconocimiento social.

El Antropoceno en sí mismo representa más que una era geológica, es un tránsito material importante debido a que los cambios que se manifiestan en el planeta son consecuencia del acceso irrestricto y agresivo de los seres humanos a los recursos, esto ha desembocado en una alteración total de los procesos de vida y funciones de la tierra. Además de que es un hecho urgente de revertir, para todas las especies, porque el cambio climático avanza con mayor fuerza, con destrozos de una magnitud enorme, y esto supone un peligro latente para la continuidad de la vida tal como se le conoce hasta ahora. El daño que se ha provocado a la naturaleza, casa de todos los seres por excelencia, ha sido causado por la mano del hombre, es el responsable de todo el caos ambiental, de la extinción de miles de especies animales y vegetales, así como de la contaminación de mares, ríos, suelos, además de la sobreexplotación de los bienes y recursos naturales, sobre todo de los no renovables.

La configuración del Antropoceno comprende un mensaje claro y contundente sobre la realidad que representa, así como advierte las posibles consecuencias nocivas para los seres, no es de utilidad minimizar ahora los hechos ni sus futuros efectos, por el contrario, tiene todo el sentido mostrarlos, ya que permitiría salir de esa comodidad que significa el seguir pasivos e inactivos ante la transformación. Sin duda, resaltar los aspectos negativos o no tan buenos del mundo puede percibirse como cataclismo, pero es el mismo que miles de seres vivos (humanos y no humanos) enfrentan cada día, suavizar el contexto no modifica el presente ni el futuro. “El concepto ‘Antropoceno’ implica algo más que un intercambio de ideas científicas, es más bien un sitio en el que se renegocian posiciones éticas fundamentales” (Trischler, 2017, p. 57).

La reflexión que se puede hacer del tema responde por completo a la existencia, a un momento histórico que precisa de acciones, desde el plano filosófico la tarea va más allá de lo ideal, es decir, es casi obligado pensar el presente con las distintas aristas que conlleva, de ahí que sean un asunto multidisciplinario, no se pretende dar una solución específicamente desde las ciencias duras, debido a que lo que se desea abordar es la condición de responsabilidad que subyace en cada ser humano, lo cual no puede ser tangible ni cuantificable, pero que significa un aporte inconmensurable para las alternativas de vida en la Tierra.

La condición de urgencia es una realidad y permite pensar vías alternas para provocar un cambio, en este caso sería despertar la conciencia, hacer a una sociedad humana responsable y sostenible en doble sentido: aceptar el error y corregir el daño, una herramienta posible y poderosa se encuentra en la educación. La crítica sobre el Antropoceno, más que demostrar un hecho geológico, manifiesta la expresa necesidad de deconstruir la forma en que los humanos se relacionan con la naturaleza y forjar un modelo sostenible de vida.

3. Educación humanista

La sociedad actual es adicta al consumo, de cualquier cosa o emociones, a la compra innecesaria, ahí es donde reside el origen de este estilo de vida y de la problemática ambiental. Se precisa de una rehabilitación del ser humano con respecto a sus creencias y hábitos, ya que generan malestar, enfermedades, destrucción, y todo lo que se encamine a la aniquilación. El peor escenario es que no solo afecta a humanos, sino a todo cuanto posee vida.

La cuestión que se plantea entonces es: ¿en qué podría encontrarse una solución o, al menos, una estrategia que permita dar alcance al contexto como se presenta? Una vía está en la educación, pero no cualquier tipo de instrucción, sino una que posea la capacidad de abrir paso a la conciencia y con ello, al hecho mismo de poder generar un cambio eficaz y contundente.

Podría pensarse que gran parte de la población a nivel mundial está escolarizada, y es verdad, pero se ha propiciado un estilo de educación que valora la competencia, las habilidades generales y la capacidad de las personas para producir resultados, por sobre la habilidad comprensiva y reflexiva. Es decir, que el modelo económico vigente, de la mano del sistema de creencias y el estilo de vida actual, necesitan personas competitivas, que no hagan equipo y que no piensen en los demás, es un sistema que motiva el egoísmo y la acumulación, toda vez “cada individuo obtiene ingresos y bienes de acuerdo a cuanto trabaja”. Erróneamente, la idea de progreso a través de los años ha impulsado la creación de necesidades que no son básicas, pero que en cierta medida se han instaurado y, con ello, han logrado posicionarse como gastos fijos en un humano promedio. Es decir, no se necesita reflexionar o hacer conciencia del tipo de vida que se vive, simplemente existe un modelo común de cómo se debería vivir y cuál es el prototipo de éxito y/o realización. Vargas (2012) dice que para cumplir esta función, “el sistema de dominación ha encontrado en los medios masivos de comunicación un excelente instrumento para la manipulación de las conciencias” (p. 8).

Con la instauración del neoliberalismo en el mundo, particularmente en América Latina, se vivió una desestabilización y modificación en aras de contribuir al desarrollo de los países huéspedes, como señala Guerrero (2020), ya que el Estado se encargó de poner las bases para que las empresas se sintieran seguras y quisieran invertir, aunque con ello perdieron su autonomía y se encaminaron a un nuevo orden, que les concedía más permisos de los que podían imaginar. Entre tales deseos se encontró la modificación del sistema educativo en México, concretamente con la Reforma Educativa Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) del 26 de septiembre y la del 21 de octubre de 2008, ambas publicadas en el Diario Oficial de la Nación en los acuerdos 442 y 444 de la Secretaría de Educación Pública.

Con tales reformas se buscaba la eliminación de las humanidades del marco curricular que debía atender básicamente las disposiciones del “Acuerdo de Bolonia”, el cual solicita a los países un plan educativo por competencias, acorde al sistema capitalista y mercantil, para el que no es de utilidad el plano humanista. Según Vargas (2012) la reforma que se quería imponer tenía sus bases en lo tecnológico y en que cuando los estudiantes egresaran de la preparatoria ya estuvieran listos para ingresar al mercado de trabajo.

Esto representó un gran movimiento social en México, sobre todo en la comunidad académica y filosófica que, finalmente, después de una ardua resistencia, negociación y diálogos, lograron revertir ese hecho, con ciertas reservas.

Es inaudito el alcance que han tenido la ETS (Empresas Trasnacionales) en el mundo así como los estratos sociales a los que han logrado permear, con la intención de monetizar a todo cuanto tengan alcance, ya sea la propia sociedad, y el planeta entero, por tanto, resulta imperante reconstruir la educación desde los cimientos, para un mundo que ya no es el mismo y que cambia a pasos acelerados.

Primero, lo más importante es dejar de pensar en los seres humanos como individuos, más bien verlos como seres sintientes y trascendentales, no solo como el medio para lograr un objetivo. Segundo, se trata de educar para despertar la capacidad reflexiva, por tanto, la conciencia. Y tercero, poder generar el sentido de responsabilidad para con la realidad, para tomar decisiones propias y no ser carnada fácil del sistema económico y de la mercadotecnia. “Cabe insistir que la conformación de una educación determinada es un proceso de larga duración, nuevamente complejo y no exento de contradicciones cuya función es definir la actitud del individuo frente a los otros y frente a la comunidad de la que forma parte” (Vargas, 2012, p. 111).

En tiempos tan frágiles como los actuales tienen un peso adicional educar sobre los valores ya conocidos pero poco practicados, como el respeto y la responsabilidad. Son términos por la mayoría conocidos pero desprovistos de todo sentido, porque han caído en el uso común de personas que obran de mala fe, que tienen una doble intención, por lo que las palabras, las acciones y las promesas ya no significan nada, pueden cambiar sin previo aviso, de manera ventajosa y ruin. Las personas necesitan recuperar el sentido de la vida, de una que vale la pena de vivirse con virtud, debe ser la capacidad de obrar bien.

La educación por competencias o para cumplir un objetivo determinado cual si se fuera una máquina no tiene sentido, porque se estaría negando la indeterminación que viene de la mano del estar vivo. Si bien, no es algo que pueda darse de manera espontánea ni con la fluidez que se requiere, es menester impulsar en los pupilos esa capacidad de reflexión para que tengan herramientas suficientes ante la realidad que viven, para que no sean objetivos sensibles entre el mundo virtual y el real. No se trata de demeritar el uso de la tecnología, por el contrario, implica usarla para el beneficio humano, no para sucumbir ante ella, sobre todo para hacer frente al caos ambiental propio del Antropoceno.

Ninguna ética anterior hubo de tener en cuenta condiciones globales de la vida humana ni el futuro remoto, más aún, la existencia misma de la especie. El hecho de que precisamente hoy estén en juego esas cosas exige, en una palabra, una concepción nueva de los derechos y deberes, algo para lo que ninguna ética ni metafísica anterior proporciona los principios y menos aún una doctrina ya lista. (Jonas, 1995, p. 34)

Jonas (1995) manifiesta con firmeza la necesidad de hacer conciencia sobre los momentos tan determinantes que ya se presentan para el planeta en su totalidad, y de los cuales solo existe una especie responsable de tal grado de afectación. Insiste en que la vida como se ha conocido hasta años anteriores seguirá cambiando y a ritmos más acelerados, por lo tanto, llegará un momento en que la situación se hará insostenible. Hace hincapié en las generaciones humanas venideras y en la responsabilidad que hay en el presente para con ellas. El futuro puede ser finito, la opulencia, el consumismo y el modo de vida hedonista no dan la cara a una naturaleza que ya no posee el tiempo suficiente para regenerarse y que cuenta con recursos a tope por sobreexplotación.

A modo de resumen, Jonas lo plantea de la siguiente forma: “Obra de tal como que los efectos de tu acción sea compatibles con la permanencia de una vida humana autentica en la tierra” (Jonas, 1995, p. 40). La responsabilidad ética va más allá del presente, para un futuro que suena algo utópico bajo las condiciones presentes de vida y de comportamiento humano, ya que la vida se encuentra en un peligro latente, en oposición a un comportamiento humano que ostenta tener recursos en abundancia:

Lo que caracteriza al imperativo de Jonas es su orientación hacia el futuro, más concretamente hacia un futuro que ultrapase el horizonte cerrado, en el interior del cual el agente transformador pueda reparar los daños causados por él, o sufrir la condena de los eventuales delitos que él haya perpetrado. (De Siqueira, 2001, p. 280)

Este tipo de cambio solo puede darse a través de la educación humanista que tiene como objetivo el desenvolvimiento del ser, en las mejores condiciones y para los mejores escenarios, no se trata de un mundo utópico, pero sí uno donde las personas cuenten con las herramientas intelectuales necesarias para saber elegir y guiar sus pasos en pro de un bien común. La tradición antropocéntrica ya no tiene cabida, porque el reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derechos debe ser parte fundamental de esa nueva educación que el presente requiere. Se trata de ampliar los horizontes del entendimiento, a fin de reordenar el caos que existe a nivel del pensamiento y planetario. En que los seres humanos tengan la capacidad de juzgar y decidir con bases propias, así como de hacerse cargo de sus actos, en este caso los negativos y no solo de vivir en inconciencia y la alienación.

Al mismo tiempo, esa educación humanista que se presenta como opción no puede centrarse en una región en particular, dado que las implicaciones del Antropoceno no se limitan a un área específica, por el contrario, se hace manifiesto por todo el planeta y en diversas condiciones; lo único que pudiera ser válido para ello es la base de unos valores bien fundamentados. Es decir, la responsabilidad es lo mismo en cualquier lugar, sin importar la condición económica, política y social, lo que sí permite una flexibilidad de aplicación son las circunstancias pero, lo que se aspira para la humanidad es despertar un sentido de cooperación y conciencia colectiva para un hecho de dimensiones imponentes.

Conclusiones

El estilo de vida humano actual genera un impacto considerable en la estabilidad del planeta, la magnitud es tan crucial que por primera vez en la historia de la tierra no se había visto una huella ecológica tan impactante como ahora.

La cantidad de deshechos vertidos en el planeta, el cambio climático, la desertificación, la acumulación de CO2 en la atmosfera, la extinción de especies animales y vegetales sin precedentes, etcétera, son solo algunas de las características del Antropoceno o era de los seres humanos.

Aunado a ello, el estilo de vida voraz y depredador, de la mayoría, de las personas en el mundo redunda en una crisis triple: energética y material; ecológica; y social. En la primera, porque los bienes y recursos naturales se ha explotado a un punto de alcanzar casi su límite, con el petróleo por ejemplo. En la segunda, porque la destrucción contra el planeta en contaminación, destrucción, extinción y cambio climático ya están en niveles de alto riesgo. Y por último, en la social, hace alusión a que existe una minoría derrochadora y el resto de la población sufre las consecuencias, como altos costos energéticos, inequidad en consumo, entre otros.

El Antropoceno no solo es una era geológica de civilización industrial-tecnológica, de las redes sociales, y la inmediatez, también se caracteriza por tener una población abstraída de la realidad y poco consciente de las condiciones en las que vive. La circunstancia de preocupación la genera el grado de descontrol e irresponsabilidad humanas con la vida presente y las posibilidades futuras.

La huella ecológica que presenta el planeta es de un alcance tan profundo que la vida está en riesgo, y se necesitan acciones contundentes para frenar y reparar el daño. Las consecuencias ya amenazan a todo cuanto posee vida, muchas formas de vida están siendo amenazadas por una sola especie: la humana. Aquí es donde la educación tiene un papel fundamental, el de crear conciencia, de despertar el espíritu reflexivo para salir de ese adormecimiento, de ese mundo paralelo de las redes sociales y el internet. Ese mundo, finalmente, es solo ficción y se alimenta de las necesidades de reconocimiento y validación humanas, como consecuencia de una pérdida del sentido y del nihilismo.

El individualismo exacerbado, propiciado por el sistema económico vigente, no tiene sentido ante un mundo que está agonizando; la preparación para un sistema industrial y automatizado no es la respuesta al cambio que se requiere. Las humanidades tienen un papel primordial, porque están enfocados al ser humano, a su verdadero yo, al encuentro de sí mismo.

[…] las características de la educación humanista promueven que la base de las decisiones educativas sean las necesidades de los individuos y que se incrementen sus opciones; darle valor tanto al conocimiento personal como al público; que el desarrollo de un individuo esté condicionado a no interferir en el desarrollo del otro; y que un programa educativo fomente un sentido de importancia, valor y merecimiento en cada persona implicada. (Aizpuru, 2008, p. 36)

A través de ese reconocimiento es posible considerar y sentir como uno, a lo que está fuera de sí, que no es uno pero si otro como yo, por el hecho de ser. En este sentido, no se incluye lo humano y todo cuanto existe, se trata de aprovechar, de manera ventajosa, todo cuanto se pone enfrente, ya sea un animal, una planta, el agua, el aire u otro ser humano.

Los valores que se invita a retomar, más que como conceptos vagos y triviales son la representación de un bien inmaterial, una virtud en quien lo posee y lo practica, de la misma forma que lo hace grande y digno de respeto. Esto tiene un especial sentido en un lugar en el que el dinero ha socavado pueblos, Estados, personas y la vida en general. Debe existir un límite inapelable y fuerte para lo que vale la pena, lo más valioso para la vida y el planeta no tiene un precio, ni puede seguir estando a merced de los intereses de unos pocos cuando la continuidad de la existencia se encuentra en peligro. Este tipo de reflexiones y límites se pueden poner a través de la educación, que tiene como posibilidad el inculcar valores y comportamientos deseables para la sociedad, por ejemplo, en el marco del Antropoceno ha sido posible divulgar a través de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, una serie de prescripciones que fomentan un estilo de vida sostenible, en pos de un cambio esperado, estos objetivos ya son parte de programas de universidades, congresos, y acciones voluntarias de iniciativa pública y privada.

Se busca encontrar un discurso suficiente que sea capaz de permear en la población estudiantil, así como incentivar el sentido de responsabilidad e iniciativa través de la conciencia del momento histórico que acontece. De manera que sea posible percibir una forma de vida más sencilla, humilde recíproca para las otras formas de vida que habitan el planeta, es decir, encontrar la manera correcta de coexistir en armonía.

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