Artículo científico

PIONEROS DE LA MODERNIDAD EN CIUDAD JUÁREZ: CAPILLA DEL SEMINARIO CONCILIAR

Pioneers of Modernity in Ciudad Juarez: Chapel of the Council Seminar

Leticia Peña Barrera
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México

Chihuahua Hoy

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México

ISSN: 2448-8259

ISSN-e: 2448-7759

Periodicidad: Anual

vol. 20, núm. 20, 2022

chihuahua.hoy@uacj.mx

Recepción: 31 Marzo 2022

Aprobación: 16 Agosto 2022



DOI: https://doi.org/10.20983/chihuahuahoy.2022.20.4

UACJ

Resumen: En este trabajo me refiero descriptivamente al momento histórico en que se construyó la Capilla del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez y a quienes, tanto obispo como arquitecto, supieron interpretar los cánones de la reforma de la iglesia que se gestaba para construir un ícono arquitectónico moderno. Se hace reconocimiento a aquellas personas que contribuyeron, a través de su visión, a definir edificaciones relevantes en el campo de la modernidad y que se adelantaron a su tiempo: el arquitecto Óscar Sánchez Cordero, el Ing. Adolfo Álvarez como constructor y el Obispo Don Manuel Talamás Camandari.

Palabras clave: arquitectura, Ciudad Juárez, iglesia, modernidad, pioneros.

Abstract: In this work I refer descriptively to the historical moment in which the Chapel of the Conciliar Seminary of Ciudad Juárez was built and to those who, both bishop and architect, knew how to interpret the canons of the reform of the church that was gestated to build a modern architectural icon. Recognition is given to those people who contributed, through their vision, to defining relevant buildings in the field of modernity and who were ahead of their time: the architect Oscar Sanchez Cordero, the engineer Adolfo Alvarez as a builder and Bishop Don Manuel Talamas Camandari.

Keywords: architecture, church, Ciudad Juarez, modernity, pioneers.

Introducción

En la ciudad podemos encontrar, al recorrer sus calles y ambientes, verdaderas obras arquitectónicas que corresponden a momentos de grandeza y desarrollo de la economía local. Identificamos algunas construcciones art déco de inicios del siglo xx, que corresponden a una corriente de diseño arquitectónico a nivel mundial y que actualmente se encuentran en condiciones de deterioro y abandono; ejemplo de ello es el cinema Plaza. Hay otra arquitectura que en las décadas de los treinta y cuarenta hace referencia al auge del desarrollo económico basado en la industria del entretenimiento, como los cinemas Victoria y Reforma y el edificio La Fiesta, que respondían a una nueva forma de esparcimiento.

Varios ejemplos de arquitectura moderna que vale la pena mencionar son el Ex-Hipódromo; el antiguo edificio del Pronaf, que diseñó Mario Pani; o el hotel Camino Real, pionero de las obras de Legorreta, que lamentablemente fue destruido; o el Museo del inbal (antes INBA), de Pedro Ramírez Vázquez, entre algunos. En este proceso de auge y desarrollo de la economía de la ciudad tenemos las magníficas obras del arquitecto Óscar Sánchez Cordero, quien es, quizá, el mejor exponente de la Arquitectura Moderna a finales de 1950 y las siguientes décadas. Ya en algunas revistas de Estados Unidos y en enciclopedias de Arquitectura, se menciona como un gran ejemplo de arquitecto modernista, siendo en su caso un buen consejero para el obispo de una ciudad que en esa época carecía de edificaciones religiosas para la evangelización. Tal es el caso de la monumental obra de la Capilla del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez, que tomó relevancia durante la visita del papa Francisco a Ciudad Juárez el 17 de febrero de 2016.

Las imágenes que comparto tienen algunas interpretaciones de cómo se fue gestando esta capilla, a partir de la carta que don Manuel Talamás Camandari envió al presbítero Hugo Blanco Miranda, rector del Seminario, y que fue también remitida al arquitecto Óscar Sánchez Cordero. El obispo estuvo en la cuarta sesión del Concilio Vaticano II, realizada en Roma el 14 de septiembre de 1965 y el 8 de diciembre de 1965, donde surgieron los cambios más importantes que la Iglesia ha gestado. El resultado: una magnífica Capilla del Seminario Conciliar, que se adelantó a los preceptos del Concilio Vaticano II, a partir de la creatividad, indudable capacidad y sensibilidad que ambos actores lograron interpretar para su consecución en este momento histórico.

La Capilla del Seminario es, sin duda, la obra más emblemática del cambio de la Iglesia en su momento histórico, ya que recupera las modificaciones de la visión conciliar del diseño de templos que influyeron en la consecución de su construcción, introduciendo de manera pionera los cambios que se advertían para dar seguimiento a los resultados del Concilio Vaticano II. Ahí tenemos la indudable inteligencia y entendimiento de un obispo como don Manuel Talamás Camandari, que supo interpretar este instante, aunado a la sensibilidad y capacidad creativa y constructiva del arquitecto Óscar Sánchez Cordero para resolverlos. Ambos fueron aliados, amigos, empresarios, compañeros de la Historia, para aportarle a esta ciudad los edificios religiosos más emblemáticos en cuanto a cualidades arquitectónicas y constructivas. En el análisis que presento dispongo de fotografías, una carta y la interpretación de los cambios canónicos que la Iglesia impondría en el diseño de sus templos posteriormente.

En la historia de la Iglesia Católica pocos eventos de cambio han sido tan relevantes como el llevado a efecto durante el Concilio Vaticano II, que de manera imperativa dio un giro a la forma de entender y concebir a Dios, a Jesucristo y a su acercamiento con los creyentes, que significó llevar el Evangelio a todos los hombres. Los que fuimos formados con estos preceptos advertimos muy poco las diferencias de una iglesia pre y pos-Concilio. Es, sin duda, un momento que revolucionó a una arcaica y precaria visión de un Dios que permanecía ajeno a las necesidades de sus feligreses.

En el caso de la Arquitectura, las formas responden a un modelo económico y de gobierno que concierne a esa situación histórica. Por eso, en la Antigüedad, un gobernante rey establece en el palacio o castillo el símbolo de su poder. En la Grecia Antigua, el ágora corresponde al periodo democrático; en la Edad Media, la catedral, al poder del obispo o la Iglesia en la ciudad. Es con esta condición que se presenta la influencia del arquitecto Óscar Sánchez Cordero en el obispo don Manuel Talamás Camandari, quien fusiona habilidades y sinergias para lograr soluciones arquitectónicas para la Iglesia, que corresponden a un momento histórico por la importancia de los cambios que tendrán que asumirse de manera emergente.

Como antecedentes, la Iglesia, en el periodo del pre-Concilio, mantenía el uso del espacio del oficio o presbiterio sin conexión visual a la congregación de fieles. En el ritual de la misa, el sacerdote estaba de espaldas a los feligreses, usaba el lenguaje latín y los movimientos durante la elevación no eran visibles. No se tenía acceso a la Biblia y su mensaje era desconocido para la mayoría. La iconografía del edificio mantenía representaciones (vitrales, retablos, imágenes) que ayudaban a interpretar el Antiguo y Nuevo Testamento (libros de la Biblia), sin textos o que estaban en latín. En cuanto al uso del espacio del presbiterio, el altar y el sagrario estaban adosados al muro final, y el púlpito, si existía, estaba en la nave principal.

En las iglesias pre-Concilio se tuvieron que agregar el altar al centro, pues el acto de la transfiguración del vino y el pan se volvió el tema central de la celebración. Muchos presbiterios fueron modificados con estilo neoclásico, dejando oculto el antiguo altar barroco; se agregó el atril para la participación de los fieles con la palabra y se ubicaron la sede y el lugar para los acólitos, y la mesa de vinajeras litúrgicas, visibles a todos. En muchos casos se construyeron escalones de acceso al presbiterio por la nave principal, para facilitar el paso de las personas que realizarían las lecturas, un cambio en la liturgia con mayor participación de los asistentes. En la figura 1, la parroquia de San Francisco de Asís en Tepatitlán, Jalisco, presenta estos cambios en el altar, atril y sede de mármol, superpuesto al altar del pre-Concilio en cantera del muro final, que quedó oculto (véase figura 1).

Figura 1. Parroquia de San Francisco de Asís en Tepatitlán, Jalisco

Parroquia de San Francisco de Asís en Tepatitlán Jalisco
Figura 1.
Parroquia de San Francisco de Asís en Tepatitlán Jalisco
Fuente: Fotografía propia (Peña, 2013).

Previendo estos cambios durante la estancia en las sesiones del Concilio Vaticano II, don Manuel Talamás Camandari envió algunas indicaciones mediante correspondencia con el rector del Seminario, presbítero Hugo Blanco Miranda, y el arquitecto Óscar Sánchez Cordero, como se puede leer en la carta que recibió el sacerdote (véase figura 2).

Imagen de la carta de don Manuel Talamás Camandari
Figura 2.
Imagen de la carta de don Manuel Talamás Camandari
Fuente: Carta del Archivo Histórico del Seminario (Pbro. Hugo Blanco Miranda) proporcionada por el Pbro. Lic. Juan Manuel Orona, rector del Seminario en julio de 2021 (consulta: 7 de julio de 2021).

En este escrito se muestran algunas descripciones que plantea la carta de don Manuel Talamás Camandari para el diseño de la Capilla del Seminario Conciliar, enviada desde Venecia, en el hotel Allegro Gabrielli Sandwirth, en el que se hospedaba ese fin de semana. La carta estaba dirigida al rector del Seminario, Pbro. Hugo Blanco Miranda, que se conserva como parte del Archivo Histórico que lleva su nombre. Está fechada el 31 de octubre de 1965 y concuerda con la estancia de don Manuel, en Roma, en sesiones que se prolongaron al 8 de diciembre de ese año (véase figura 2).

Vale la pena especificar que en ese momento se estaban postulando los principios pastorales que se publicarían el 7 de diciembre de 1965 en el documento Gaudium et spes (Alegría y esperanza), que recoge parte de las ideas que don Manuel define anticipadamente para la capilla conciliar.

La carta informa ideas a seguir: “he escrito al arquitecto Oscar Sánchez una serie de cartas con directivas para resolver los problemas de la capilla y con varias sugerencias a fin de que se proceda a ganar tiempo antes del fin de año” (Talamás, 1965, p. 1). La mayoría de estas indicaciones, se refieren a la iconografía interior y exterior que deberían agregarse en los acabados de la capilla, atendiendo a los nuevos preceptos.

Los cambios que se gestaban en el Concilio Vaticano II, se describen en parte de la carta que buscaba adelantarse al tiempo y poderlos integrar, dando muestra de la seriedad y compromiso apostólico que se había adquirido durante su participación en este suceso histórico: “la Iglesia se propone intensificar en fieles y sacerdotes la lectura, meditación y estudio de la Sagrada Escritura que ponen de relieve lo que es la palabra de Dios para nosotros” (Talamás, 1965, p. 3).

La información que ofrece la carta nos plantea la trascendencia del momento histórico de la construcción de la Capilla del Seminario Conciliar, antecediendo los acuerdos o reflexiones que debían desarrollarse para otros templos y en los modelos de liturgia que se establecieron posteriormente. Era, sin duda, un momento de alegría y esperanza, como lo retoma la Gaudium et spes; cambios que implicaban una organización espacial en el interior del espacio litúrgico y en el modelo de evangelización que hasta ese momento venía imponiéndose.

El espacio litúrgico que más cambios incorpora es el presbiterio, ya que el sacerdote en lugar de impartir la misa en latín y de espaldas a los feligreses lo hace en la lengua del lugar y dirigiendo la voz a su grey. Este hecho cambió la ubicación del altar al centro, fijo y de piedra, que facilita el involucramiento de varios sacerdotes, el obispo y laicos, como diáconos o monaguillos. El altar al centro también en muchos casos permitió contar con una nave central con diseño radial que acercaba más a los feligreses. También, se localiza el ambón (atril o podio donde se proclama la palabra), para que diáconos y lectores laicos colaboren con las lecturas, volviéndose parte fundamental la participación de los que profesaban la fe. “Hasta 1962, dentro de la iglesia romana existía un desprecio por el mundo y la vida terrenal, debido a la doctrina medieval del contemptus mundi. Esta cosmovisión había puesto un abismo entre el clero y la realidad cotidiana” (Peletay, 2021, p. 3).

Sin tener en cuenta estos cambios no es fácil comprender la solución innovadora que el arquitecto Óscar Sánchez supo conciliar para atender los cambios que don Manuel Talamás prefiguraba en sus cartas enviadas desde Roma, resolviendo de manera primigenia estas transformaciones que se adelantaban o registraban de manera paralela en la historia de la Iglesia local.

En la carta se plantean detalles sobre la iconografía que debe proponerse al interior, en la nave principal y en el presbiterio; se menciona en su descripción que “Estos textos se pondrían en mosaico italiano. […] tú mismo con ayuda de los Padres del Seminario escojan los más aptos textos, breves, claros, tajantes, etc.” (Talamás, 1965, p. 3). Ideas que apenas se están concibiendo en el imaginario de los obispos que asistieron al Concilio Vaticano II y que el arquitecto Óscar Sánchez —y los seminaristas que los diseñaron— logra conciliar las nuevas ideas, con una concepcion distinta de Iglesia, pero que lo covierten en un pionero de la arquitectura pos-Concilio Vaticano II.

Explica don Manuel Talamás (1965) que las frases deben ser cortas, con letras modernas y con pocas palabras: “Yo, al sugerirle al arquitecto le dije que podían ser puestos los textos después de dos o tres alegorías, pero que el determinara”. Sigue explicando: “que ninguno de estos textos quede en las partes laterales correspondientes al presbiterio, pues conviene que queden visibles a los fieles” (Talamás, 1965, p. 2); esto se ejemplifica en las fotografías que se presentan en la figura 3.

Fotografías de la disposición de las frases visibles a los fieles
Figura 3.
Fotografías de la disposición de las frases visibles a los fieles
Fuente: Fotografías para el artículo (Peña, 2021).

En la definición de estos detalles don Manuel Talamás (1965) continúa explicando:

que al ejecutar estos textos en mosaico italiano, la disposición de las palabras y el tipo de letra sean modernas. El tipo de letra la puedes escoger de muestrarios o de anuncios modernos en revistas, pero que sean serios no teatrales o frívolos, por supuesto. […] en lo moderno no gusta llenar completamente, sino sólo parcialmente, vr gr. Todo, naturalmente, aprovechado por el arquitecto o de plano diseñado por él o bajo su dirección. (p. 4)

Sin duda, la confianza del señor obispo en las cualidades creativas, de diseño y de gestión, por parte del arquitecto Óscar Sánchez Cordero, son definidas por él mismo, quien lo indica de manera gráfica: “Te repito que deben ser textos breves. Al calce de cada texto se pondrá la cita referente al libro de donde se tomó cada uno” y que en la figura 3, se puede registrar como lo prefiguraba (Talamás, 1965, p. 4) (véase figura 4).

Expresión gráfica de las ideas para la iconografía de la Capilla del Seminario Conciliar
Figura 4.
Expresión gráfica de las ideas para la iconografía de la Capilla del Seminario Conciliar
Fuente: Carta del Archivo Histórico del Pbro. Hugo Blanco Miranda, proporcionada por el Pbro. Lic. Juan Manuel Orona, rector del Seminario en julio de 2021 (consulta: 7 de julio de 2021).

Un reto arquitectónico sin duda innovador

En conversaciones con el arquitecto Óscar Sánchez recuerdo que mencionaba sobre el reto para la solución arquitectónica de la capilla, lo que implicó la definición de elementos estructurales y alternativas de diseño, que fueron resueltos para dar la jerarquía que el espacio de evangelización debía tener entre los elementos arquitectónicos que ya existían. En ese sentido, supo equilibrar elementos de altura con estructuras realmente esbeltas que propician un interior dinámico y con perspectiva hacia el sitio visual más importante: el altar. La capilla del Seminario, se vuelve un ícono de la Arquitectura Moderna, que me compromete como arquitecta, académica y amiga a saber valorar. La solución exterior que unifica los edificios de residencia de seminaristas, de cuatro niveles, que ya se habían construido, y la simplificación estructural utilizada por el Ing. Adolfo Álvarez, definen los cánones que corresponden a la modernidad, son la conjunción de un edificio que sublima el espíritu de quien disfruta su interior; es decir, la arquitectura como arte con valor universal.

Localizar la capilla entre dos edificios que tenían gran altura, es el primer reto que Óscar Sánchez supo resolver. El exterior debía trazarse con una orientación poco favorable para el contexto climático de la ciudad (este y oeste), alcanzando una altura de 23 metros, aproximadamente, 15 metros de ancho y 35 metros de longitud, obra monumental que permite albergar a los fieles que serán formados por una iglesia que estaba en plena transformación (véase figura 5).

Fotografías del exterior y el interior de la capilla
Figura 5.
Fotografías del exterior y el interior de la capilla

Las imágenes del exterior y el interior que contrastan, se resuelven de manera técnica y artística. En el exterior, los arcos parecen estar suspendidos en los vitrales que pudieran tener una mayor apariencia masiva y se logra disminuir la incidencia solar de la orientación (este-oeste), la menos favorable por el soleamiento que se recibe, ofreciendo al interior una alegoría de colores por medio de luz que ingresa por la mañana y la tarde, debido al colorido de los cristales, luminosidad cenital que conmueve la sensibilidad en un ambiente de recogimiento. Los arcos presentan una saliente que funciona como partesol, que logra mitigar la incidencia solar haciendo sombra en las ventanas y solo dejando entrar la luz de manera indirecta y con el colorido del vitral.

Fotografías del interior de la capilla
Fotografías del interior de la capilla
Fuente: Manuel Octavio Nava Salas (2021).

En cuanto al interior de la capilla, las cualidades de la arquitectura de Óscar Sánchez Cordero son resultado de la capacidad creativa y solución técnica que corresponde al auge de la Modernidad; los arcos interiores dan profundidad y dinamismo, que mediante la perspectiva dirigen la mirada del observador hacia el altar dispuesto en el orden que definiría Vivian Silverstein (1987): “majestuosas vistas espaciales Le -corbusianas, las losas rectangulares flotantes, las proezas de ingeniería innovadoras y detalles exuberantes aportados por artistas y artesanos se materializarían más tarde en la arquitectura que Sánchez creó en Juárez” (p. 30).

Es posible encontrar un Dios cercano y, a la vez, altísimo. Los arcos del interior equilibran su efecto de gran altura mediante una línea horizontal ante el observador, efecto que prevalece en ambos lados de la nave y que acentúan la visual hacia el altar, que con habilidad técnica y estructural resuelve el Ing. Adolfo Álvarez. Es la conjunción de elementos arquitectónicos y adecuación al lugar, donde se alcanza un ambiente de calidez que nos acoge en su interior.

Una arquitectura para la posteridad

En la visión de ambos personajes, Manuel Talamás y Óscar Sánchez, podemos identificar sinergias que contribuyen a resolver necesidades que desde una postura visionaria dejan para la posteridad; el arquitecto mencionaba que las iglesias eran construcciones que permanecían por siglos en la historia de la humanidad. En este sentido, y en una época en la que lo efímero y poco duradero es el canon que prevalece, entender el compromiso de ambos actores y la capacidad ingenieril de Álvarez, es una generosa contribución a la historia de la arquitectura de la ciudad. Ya que no se enfocaron en resolver un problema como si fuera una nave industrial, sino que aportaron edificaciones con cualidades que dan trascendencia al momento histórico en que fueron construidas.

Si hacemos un análisis de las cualidades arquitectónicas de la obra de Óscar Sánchez Cordero, nos permite profundizar en los valores que las edificaciones deben presentar para ser consideradas Patrimonio de la Humanidad: es, quizá, esto lo que atrapó al papa Francisco cuando en su visita a Ciudad Juárez ingresó a la Capilla del Seminario, haciendo de este lugar un espacio elegido para recordar este momento histórico de relevancia mundial y, sobre todo, porque no estaba previsto en el itinerario de Su Santidad.

Las cualidades arquitectónicas que he podido analizar como parte de este legado, no solo en la construcción de la Capilla del Seminario, sino también en la renovación de la Catedral, la Capilla de Senecú y el Obispado Episcopal de la ciudad, definen no un edificio construido, sino la creatividad e ingenio de quien lo diseña y concibe, dando a nuestra profesión un nivel superior de un simple técnico. Esta innovación que tanto se menciona en la actualidad, se ha bloqueado del imaginario de los jóvenes al despreciar en sus haberes las capacidades creativas de un valor como arte universal. Es la diferencia entre arquitectos e ingenieros y nos obliga a retomar estas cualidades creativas para embellecer nuestra ciudad.

En 2001, en el homenaje que hicimos en la UACJ al arquitecto Óscar Sánchez Cordero, en ese momento académico de la Licenciatura en Arquitectura y tras su 80 aniversario, se planteaba la descripción de las cualidades de su obra, que han sido enriquecidas a lo largo del tiempo, exponiendo lo siguiente:

Sin duda, la obra del arquitecto Óscar Sánchez Cordero tiene el don de la arquitectura como obra de arte, que imprime universalidad al ser apreciada y percibida por todos como un bien estético, emblemático y con un estilo único que corresponde a cada obra creada.

En la revista Texas Architects, la autora explica otras cualidades de la arquitectura moderna de Óscar Sánchez Cordero, haciendo referencia a las dificultades que enfrentaba la construcción por la falta de materiales y mano de obra calificada que “evitó las largas demoras comúnmente asociadas con el pedido de bienes fuera de la ciudad. Otro hecho de la vida para la práctica de la arquitectura en la frontera era la dificultad de encontrar artesanos confiables y capacitados” (Silverstein, 1987, p. 32).

La tarea de construcción en esa época en la ciudad, se basaba en las habilidades técnicas de sus edificadores y en el conocimiento de los materiales del lugar o en la búsqueda de otras opciones en el país. Menciona Adolfo Álvarez, en el libro de Orona (2022), que subir los 23 metros de altura con un andamio y colar las estructuras no fue una tarea fácil. Como señala Solverstein: “La escasez de buenos artesanos y la falta de materiales fueron problemas especialmente significativos” en la mayoría de las obras de Óscar Sánchez. Solo en caso excepcional había recurrido para adquirirlos en Estados Unidos (Silverstein, 1987, p. 32).

En cuanto a las condiciones climáticas de la ciudad, el arquitecto tenía plena conciencia de que las soluciones debían considerar ambientes definidos por el diseño que privilegia la “calefacción solar pasiva y ventilación natural” (Silverstein, 1987, p. 32), logrando que el espacio ofreciera un lugar con confort térmico de ocho a diez meses al año, aspecto que reduce el consumo de energía en forma excesiva.

En las descripciones que hace en la carta don Manuel Talamás Camandari (1965) ofrece una idea de la importancia que tenía hacer la Capilla del Seminario, a partir de los cambios que los tiempos requerían para la transformación de la iglesia, sabiendo que la iconografía es la forma de explicarlo; para su adecuación en la construcción interpela al arquitecto Óscar Sánchez Cordero desde su formación académica para resolverlo. La ubicación de los vitrales permite contar con iluminación y ventilación natural, sin depender de medios mecánicos de enfriamiento o calentamiento, “Sánchez aprendió a mantener al mínimo el uso de los sistemas eléctricos en las instalaciones públicas” (Silverstein, 1987, p. 30) (véase figura 6).

Imagen de mosaicos y vitrales para la ventilación e iluminación natural pasiva
Figura 6.
Imagen de mosaicos y vitrales para la ventilación e iluminación natural pasiva
Fuente: Manuel Octavio Nava Salas (2021).

Ambos, obispo y arquitecto, han logrado trascender en nuestra ciudad no solo por sus envestiduras o actividad profesional, sino por la herencia del legado en bienes que con el tiempo prodigaron y que no dejamos de admirar. Ellos asumieron la responsabilidad de la trascendencia que se tiene al decidir resolver una necesidad desde la perspectiva histórica, al aportar lo maravilloso de su talento creativo enriqueciendo la imagen urbana con Arquitectura Moderna de “estilo internacional” con soluciones audaces que corresponden al lugar (región y clima) y nunca como resultado de un capricho o arbitrariedad; por ello, es fundamental que en este tipo de obra arquitectónica, se custodien todos sus detalles sin alteración respetando los principios que la rigen.

En las figuras 7-9, se tienen algunos elementos de diseño que ejemplifican lo singular y único, que fue elaborado para contar con este patrimonio arquitectónico religioso con elementos de diseño de una calidad excepcional.

Fotografía del altar labrado en cantera (diseño de Manuel Montes)
Figura 7.
Fotografía del altar labrado en cantera (diseño de Manuel Montes)
Fuente: Manuel Octavio Nava Salas (2021).

La imagen de la figura 7 fue labrada por el maestro Luis Muñoz Torres en el sitio con base en un dibujo que hizo Miguel Montes cuando era seminarista; el arquitecto mencionaba que hizo un trabajo excepcional, sin trazos o dibujos previos, sino directamente en la piedra como el más experto escultor.

En la figura 8 se presenta la fotografía de la vista al coro, que se ubica en la parte posterior de la capilla, y se realza el barandal con símbolos que evocan la música y la grandiosidad del canto en la liturgia. También diseño de Miguel Montes.

Fotografía con vista al acceso y el coro
Figura 8.
Fotografía con vista al acceso y el coro
Fuente: Manuel Octavio Nava Salas (2021).

Otra imagen que se agrega en estas fotografías finales, es la iconografía del exterior de la capilla, los retablos de este entorno; imágenes y frases que respaldan el nuevo sentido de la evangelización que corresponden a este momento de la Modernidad y que fueron plasmadas a partir de las ideas que varios seminaristas retomaron de la Biblia (véase figura 9).

Imagen de la iconografía en el exterior de la Capilla del Seminario Conciliar
Figura 9.
Imagen de la iconografía en el exterior de la Capilla del Seminario Conciliar
Fuente: Manuel Octavio Nava Salas (2021).

A manera de conclusión

La aportación del arquitecto Óscar Sánchez Cordero y del obispo Manuel Talamás Camandari al patrimonio arquitectónico de la Iglesia católica en Ciudad Juárez responde al interés de comprender la trascendencia que tienen las edificaciones para la posteridad. La calidad y belleza de la Capilla del Seminario Conciliar conforma el espacio para la espiritualidad. La luz natural colorida, la escala y la sencillez de las formas interiores ofrecen el ambiente propicio de calidez y magnificencia, y que a cincuenta y siete años de su construcción, sin gran deterioro, es el ejemplo ineludible de nuestra herencia arquitectónica universal.

Conocer a ambos personajes me dio el privilegio de contar con la amistad del arquitecto Óscar Sánchez Cordero y la confianza de don Manuel Talamás Camandari en la tarea de apoyar a los menos privilegiados con el Programa de Autoconstrucción. Me honra hacer evidente las capacidades de dos inigualables y talentosos hombres, que confiaban en sus capacidades y dedicaron gran parte de su vida para legar a la ciudad un patrimonio religioso de calidad, ya que la presencia del papa Francisco en este recinto lo reconoce como sitio excepcional, y como diría Isabel Sánchez Burciaga (hija del arquitecto Sánchez Cordero): “se le hizo justicia”, acontecimiento que ubica a sus hacedores en el sitio privilegiado de la Historia en la conjunción de saberes del arquitecto, el ingeniero y Obispo, para la memoria de los juarenses. Ellos son nuestros maestros, de quienes como sus discípulos tenemos un compromiso mayor; reconocerlos como seres excepcionales constructores de la Historia de la ciudad, legado que estamos obligados a resguardar.

Agradecimientos

Mi agradecimiento al rector del Seminario y presbítero, licenciado Juan Manuel Orona, quien compartió información para la redacción de este artículo. A Manuel Octavio Nava Salas, por sus magníficas fotografías. A Isabel Sánchez Burciaga (hija del arquitecto Óscar Sánchez Cordero), por invitarme a colaborar y compartir momentos memorables en esta recuperación histórica. A Karina Dávila y Diego Ontiveros, por sus reportes de levantamiento. A Carlos Vázquez, por sus revisiones y comentarios en el estilo de este artículo siempre tan oportunos.

Referencias bibliográficas

Archivo Histórico del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez (1965). Carta de don Manuel Talamás Camandari al rector del Seminario, Pbro. Hugo Blanco Miranda (31/10/1965). Archivo Histórico del Pbro. Hugo Blanco Miranda. Carta original.

Briceño, G. (2018). Concilio Vaticano II. Recuperado el 27 de febrero de 2022, de https://www.euston96.com/concilio-vaticano-ii/

Concilio Vaticano II (1965). Lumen gentium, 10. Recuperado el 25 de marzo de 2022, de http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html

Orona, J. M. (2022). El corazón del Seminario, su capilla. México: Juan Manuel Orona.

Peletay, M. (2021, 30 de junio). ¿Qué fue el Concilio Vaticano II? La reunión para “modernizar” al catolicismo. Desde Lutero hasta el Concilio Vaticano II. La relación entre evangélicos y católicos. Biteproject.com. https://biteproject.com/concilio-vaticano-ii/

Peña Barrera, L. (2001, agosto). Una arquitectura para la posteridad. En homenaje del 80 aniversario de Óscar Sánchez Cordero. Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (inédito).

Silverstein, V. (1987). Óscar Sanchez Cordero: Juárez Modernist. Texas Arch. Mag., 37(2), March-April. American Institute of Architects. Retrieved February 22nd, 2022, from TA-1987-03-04.pdf (usmodernist.org).

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