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Identificación y análisis de los factores explicativos de la percepción de inseguridad en Colombia en 20161
Análisis Jurídico – Político, vol. 2, núm. 3, pp. 229-256, 2020
Universidad Nacional Abierta y a Distancia

Análisis Jurídico – Político
Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Colombia
ISSN: 2665-5470
ISSN-e: 2665-5489
Periodicidad: Semestral
vol. 2, núm. 3, 2020

Recepción: 01 Junio 2020

Aprobación: 23 Julio 2020

Los autores que publican con la revista Análisis Jurídico - Político aceptan los siguientes términos: Los autores ceden los derechos patrimoniales a la Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD de manera gratuita, dentro de los cuáles se incluyen: el derecho a editar, publicar, reproducir y distribuir tanto en medios impresos como digitales y otorgan a la revista Análisis Jurídico - Político el derecho de primera publicación el trabajo licenciado simultáneamente bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License la cual permite a otros compartir el trabajo con un reconocimiento de la autoría de la obra y la inicial publicación en esta revista, sin fines comerciales.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: Los altos niveles de percepción de inseguridad o miedo al crimen pueden tener efectos negativos sobre el bienestar de las personas, como inducirlas a sensaciones de aislamiento o vulnerabilidad, a evadir moverse por ciertos lugares, aumentar la inversión privada en seguridad y fragmentar su sentido de comunidad. Además, los altos niveles de percepción de inseguridad pueden, a su vez, incrementar los niveles de criminalidad. En el caso de Colombia, la percepción de inseguridad es casi cuatro veces superior a la tasa de ciudadanos afectados por un delito. De allí que la presente investigación tenga como objetivo identificar los principales factores explicativos de la percepción de inseguridad en las ciudades de Colombia a través de un modelo de regresión múltiple basado en cinco teorías de percepción de inseguridad y la información de la Encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana del 2016. Los principales resultados de la investigación muestran que las teorías de victimización, incivilidad y redes sociales son las que mejor explican la percepción de inseguridad en Colombia en el 2016.

Palabras clave: percepción de inseguridad, miedo al crimen, incivilidad, victimización, redes sociales, Colombia.

Abstract: High levels of perception of insecurity can have negative effects on people’s well-being, such as making them feel isolated or vulnerable, avoid certain places, increase private investment in security and fragmenting their sense of community. On top of that, high levels of insecurity perception can, in turn, increase crime levels. In Colombia, the insecurity perception rate is almost four times higher than the rate of citizens affected by an offence. Hence, the objective of this research is to identify the main explanatory factors of the perception of insecurity in the cities of Colombia, through a multiple regression model based on five theories of perception of insecurity and the information from the Survey of Coexistence and Citizen Security of 2016. The main results of the research show that the variables associated with the theories of social networks, victimization and uncivility are the ones with the higher explanatory power of the perception of insecurity in Colombia.

Keywords: perception of insecurity, fear of crime, incivility, victimization, social network, Colombia.

Introducción

La percepción de inseguridad, o miedo al crimen, se entiende como un sentimiento de ansiedad y peligro ante la posibilidad de ser víctima de un delito con consecuencias físicas o materiales (Foster y Giles-Corti, 2008) provocado por señales percibidas en el entorno en el que se desarrollan los individuos (Garofolo, 1981). Según la Encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana (ECSC), en 2016 la tasa de percepción de inseguridad en Colombia era casi cuatro veces superior a la tasa de ciudadanos afectados por un delito. Así, mientras que cerca del 62.7% de las personas manifestaron sentirse inseguras en la ciudad en la que vivían, solo el 16.7% de las personas reportaron haber sido víctimas de un delito. Además, el reporte del índice de paz global del 2018 presenta la percepción de inseguridad como uno de los principales retos a superar en Colombia (IEP, 2018).

Los altos niveles de percepción de inseguridad o miedo al crimen pueden tener efectos negativos sobre el bienestar de las personas. Concretamente, pueden inducir a las personas a sensaciones de aislamiento o vulnerabilidad, a evadir moverse por ciertos lugares, alterar el relacionamiento entre ellas y aumentar la inversión privada en seguridad (Ruiz y Turcios, 2009; Wills et al, 2009; Farrall, Jackson y Gray, 2009; Jackson y Kuha, 2016). Debido a eso, según Hale (1996), las políticas de reducción del miedo al crimen deben tener la misma importancia que las políticas de prevención y reducción del crimen.

Sin embargo, y a pesar de la importancia y el creciente interés de la comunidad internacional por explicar fenómenos relacionados con la percepción de inseguridad (Hale, 1996; Jackson, 2009) existe una baja producción científica alrededor de esta cuestión en Latinoamérica (Vilalta, 2013). De hecho, para el caso concreto de Colombia, los trabajos conocidos hasta hoy se centran o bien en el estudio de poblaciones pertenecientes a un área geográfica específica como Bogotá (Observatorio de Seguridad Bogotá, sf; Romero, 2013) o en un grupo demográfico concreto como son los estudiantes universitarios (Ruiz, 2007), lo que limita su representatividad a nivel nacional y debilita su capacidad propositiva sobre la política pública de convivencia y seguridad ciudadana relacionada con el miedo al crimen a nivel nacional.

Por todo ello, la presente investigación se propone, a partir de los datos de la ECSC, responder a la siguiente pregunta: ¿cuáles son los principales factores explicativos de la percepción de inseguridad en las ciudades de Colombia en 2016?

Por consiguiente, el objetivo de la investigación es identificar los principales factores explicativos de la percepción de inseguridad en las ciudades de Colombia a través de un modelo de regresión múltiple basado en cinco teorías de miedo al crimen y la información sobre percepción de inseguridad, victimización, ciudadanía y sociodemográfica de una muestra representativa de 168 886 personas mayores de 14 años residentes en 28 ciudades principales de Colombia proporcionada por la Encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana (ECSC) de 2016 del DANE. Más concretamente, el modelo elegido toma como punto de partida la propuesta de Bissler (2003) de estudiar la percepción de inseguridad de manera multidimensional a partir de cinco teorías de inseguridad y miedo al crimen: incivilidad, victimización, vulnerabilidad física, vulnerabilidad social y redes sociales.

Así, este trabajo intenta iniciar un camino para profundizar en el entendimiento de la percepción de inseguridad en Colombia a nivel nacional que permita orientar la generación de políticas públicas orientadas a reducirla. Para esto, la presente investigación se encuentra dividida en 4 secciones: marco conceptual y teórico, pauta analítica, resultados, conclusiones y recomendaciones.

1. Marco conceptual y teórico

De forma general, el miedo al crimen es entendido como la “reacción emocional de temor o ansiedad al crimen o símbolos que una persona asocia con el crimen” (Skogan y Maxfield, 1981) o un sentimiento de ansiedad y peligro ante la posibilidad de ser víctima de un delito (Vilalta, 2010; Foster y Giles-Corti, 2008), entendiéndose por crimen los delitos mayores como asaltos, atracos, robos, asesinatos y secuestros, dejando de lado los crímenes de cuello blanco. Sin embargo, a fines de esta investigación, la definición de miedo al crimen será limitada a la sensación de peligro y ansiedad producida por la amenaza del daño físico provocada por señales percibidas en el entorno en que se relacionan los individuos (Garofolo, 1981).

Para aliviar los temores del miedo al crimen, las personas pueden presentar comportamientos de acuerdo con dos patrones: (1) comportamiento restringido, donde la exposición a situaciones peligrosas se minimiza al evitar ciertos lugares y actividades; y (2) comportamiento de protección, donde se actualizan las medidas de seguridad (Skogan y Maxfield, 1981). Pero tomar precauciones extremas puede ser contraproducente ya que puede tener consecuencias negativas como inducir a la sensación de aislamiento, alterar el relacionamiento de los individuos, incrementar la vulnerabilidad, restringir el movimiento por ciertos lugares, aumentar la inversión privada en seguridad y reducir el bienestar en general (Hale, 1996). Al mismo tiempo, sin embargo, algunos de estos patrones provocados por la percepción de inseguridad o el miedo al crimen pueden ser considerados positivos al inducir a las personas a tomar precauciones en contra de la victimización (Hale, 1996; Ruiz y Turcios, 2009; Wills et al, 2009; Farrall, Jackson y Gray, 2010; Lorenc et al, 2012).

Por lo tanto, el miedo al crimen tiene que ser elevado para ser considerado negativo para el bienestar de los individuos, tal y como lo plantea Hale (1996).

Debido a las potenciales consecuencias negativas de la sensación de inseguridad y a que el miedo al crimen se caracteriza por estar más extendido que el crimen (Hunter, 1978), según Hale (1996), las políticas de reducción del miedo al crimen deben tener la misma importancia que las políticas de prevención y reducción del crimen.

Para poder diseñar políticas públicas orientadas a reducir la percepción de inseguridad, es necesario saber cuáles son sus determinantes. En este sentido, Meyers y Chung (1998) exponen que el miedo al crimen debe ser analizado desde diferentes enfoques y como un fenómeno multidimensional. En esta misma línea, Bissler (2003) propone estudiar los determinantes de la percepción de inseguridad a partir de cinco teorías de miedo al crimen: la teoría de victimización, la teoría de incivilidad, la teoría de vulnerabilidad física, la teoría de la vulnerabilidad social y la teoría de las redes sociales. Estas cinco teorías, que se desarrollan a continuación, son las que se utilizarán en esta investigación como base teórica para identificar los factores explicativos de la percepción de inseguridad en las ciudades de Colombia en 2016.

1.1 ​Teoría de la victimización

La teoría de la victimización es la más común para explicar el miedo al crimen. Esta teoría se basa en los efectos psicológicos y/o materiales prolongados que un individuo puede tener después de tener una experiencia de victimización directa o indirecta, entendiendo por victimización directa la que sufre la propia persona y por indirecta la que sufre un individuo a causa de lo sucedido a sus conocidos (ver Figura 1). Así, según la teoría, una persona tendrá una mayor probabilidad de sentirse insegura si ha sido víctima de un crimen que si no lo ha sido (Bissler, 2003; Garofalo, 1979; Vilalta, 2013; Prechathamwong y Rujiprak, 2018; Rountree, 1998; Mawby and Gill, 1987).


Figura 1:
Mecanismo causal de la victimización
Vilalta (2013)

A pesar de ser una teoría muy extendida, la evidencia empírica al respecto no es concluyente. Mientras Vilalta (2013) encuentra que la victimización directa, y en menor medida la indirecta, están asociadas con un mayor miedo al crimen, otros académicos no han encontrado una correlación independiente entre victimización directa y temor al crimen o han encontrado una relación muy débil, llevándolos a concluir que la victimización no es un buen predictor del miedo al crimen (Skogan y Maxfield, 1981; Carcach et al., 1995).

Bissler (2003) argumenta que estos resultados divergentes pueden deberse a la interacción entre la victimización y otras variables relevantes, que median esta relación. Por ejemplo, los efectos de la victimización sobre el miedo al crimen pueden ser mayores si la persona se siente incapaz de evitar o hacer frente a una nueva situación de victimización. Por el contrario, estos efectos pueden ser menores si el individuo cuenta con amistades y redes familiares más fuertes, ya que se espera que un individuo tenga más capacidad de recuperarse o reponer los daños de una victimización en presencia de una mayor red social que brinde soporte y recursos (Vilalta, 2013).

Por lo tanto, de acuerdo con la teoría de la victimización, haber sido víctima directa o indirecta de un delito son dos de los principales determinantes del sentimiento de inseguridad, teniendo la victimización directa un mayor impacto. Sin embargo, la propia teoría de la victimización también apunta a la existencia de otros factores mediadores de la percepción de inseguridad, como la autopercepción del individuo sobre su capacidad de evitar nuevas victimizaciones o las redes sociales de que dispone para reponerse de ellas, y que se desarrollan de forma más detallada en las siguientes secciones bajo las teorías de vulnerabilidad social y física y la teoría de las redes sociales.

1.2 Teoría de la incivilidad

La teoría de la incivilidad es, junto a la de victimización, una de las más extendidas para explicar el miedo al crimen (Covington y Taylor, 1991; Hale, 1986; Hunter, 1978). Esta hace referencia a la influencia que tiene el contexto y la suma de factores externos del entorno sobre la percepción de miedo al crimen del individuo.

Bissler (2003) argumenta que no todas las señales de incivilidad representan la existencia de actividad criminal en la comunidad, pero pueden indicar un quiebre en la cohesión de la comunidad o en las normas establecidas que puede ser interpretado por los residentes como un posible peligro incrementando así el miedo al crimen. De manera específica, Hunter (1978) plantea que las personas que viven en áreas con señales de desorden social tienden a reportar una mayor percepción de inseguridad. Además, esta teoría postula que la incivilidad tiene un alto impacto sobre la percepción de inseguridad de los individuos debido a que, en su experiencia diaria, estos se encuentran más expuestos a las señales de incivilidad que al crimen (Hunter, 1978).

Skogan (1990) y Bissler (2003) plantean que la incivilidad puede ser analizada, de forma general, a partir de dos tipologías de desorden: el desorden físico y el desorden social. El primero hace referencia a la presencia en el entorno de lotes vacíos, edificios en mal estado, basura en las calles o grafitis, entre otros. Mientras que el segundo hace referencia a la existencia de comportamientos delictivos o antisociales como el consumo de bebidas alcohólicas en áreas públicas, el acoso a peatones, la presencia de pandillas, la venta de drogas en la calle o peleas y disturbios, entre otros.

Además, la evidencia empírica de Prechathamwong y Rujiprak (2018) muestra a través de un modelo causal que la desorganización social percibida y la experiencia de victimización afectan indirectamente el miedo al crimen a través del riesgo percibido de victimización (ver Figura 2).


Figura 2:
Mecanismo causal de la incivilidad
Elaboración propia a partir de Skogan (1990), Bissler (2003) y Prechathamwong y Rujiprak (2018)

Anteriormente, Kanan y Pruitt (2002) y Wyant (2008) encontraron una correlación estadísticamente significativa entre la desorganización social y el miedo al crimen y Ziersch et al (2007) que el sentimiento individual de seguridad tiene una relación positiva con la percepción de un lugar limpio, ordenado y pacífico. Finalmente, Vilalta (2013) muestra que las señales de incivilidad, como la presencia de grupos y el desorden público, es uno de los mayores determinantes del miedo al crimen.

Entonces, según la teoría de la incivilidad, los comporta- mientos incívicos y las señales de desorden físico en una zona determinada pueden afectar la percepción de inseguridad de los individuos que habitan en ella, siendo pues factores determinantes para tener en cuenta.

1.3 ​Teoría de la vulnerabilidad física

Uno de los hallazgos más consistentes en el estudio de las encuestas de percepción de inseguridad es la relación entre miedo al crimen e indicadores sociodemográficos de vulnerabilidad de los individuos. Para su análisis, Skogan y Maxfield (1981) proponen que la vulnerabilidad sea estudiada desde dos dimensiones: la física y la social.

La vulnerabilidad física hace referencia a los atributos personales que comportan una menor capacidad para defenderse ante el peligro y para soportar ataques y exposiciones a traumas físicos y psicológicos. Así, a diferencia de la victimización directa que se basa en los efectos psicológicos de la situación objetiva de haber sido víctima de un delito, la vulnerabilidad física se basa en el estado emocional subjetivo que provoca la idea de no ser capaz de hacer frente a un delito (Skogan y Maxfield, 1981; Bissler, 2003).

Por lo tanto, la teoría de la vulnerabilidad física predice que el temor al crimen será mayor en aquellas personas que tengan más limitantes para defenderse por sí solos o responder a un hecho victimizante por pertenecer a un grupo sociodemográfico determinado (Hale, 1996). Empíricamente, el sexo y la edad son las características físicas que, de forma más generalizada, muestran relación con el miedo al crimen (ver Figura 3).

A nivel de sexo, las mujeres presentan una mayor propensión a reportar miedo al crimen que los hombres. Estas diferencias pueden ser explicadas en parte por distintas experiencias de victimización, niveles de vulnerabilidad social o relación con las señales del entorno de hombres y mujeres (Killias, 1990; Smith y Torteston, 1997), por lo que es importante poder separar estos efectos de los causados por las características físicas de los dos sexos. Adicionalmente, Prechathamwong y Rujiprak (2018) y Sutton y Farrall (2004) señalan que parte de esta diferencia en el miedo al crimen reportado entre mujeres y hombres puede deberse, además, a que los hombres tienden a reportar menos miedo que las mujeres, aun cuando estos sienten miedo. Sin embargo, es difícil distinguir entre los dos efectos debido a uno de los principales problemas de las encuestas donde se autoreporta el miedo: que las respuestas pueden estar condicionadas por la necesidad de los encuestados de moldearlas para crear una imagen favorable de ellos (Tourangeau, 2000).


Figura 3:
Mecanismo causal de la vulnerabilidad física
Vilalta (2013).

En lo referente a la edad, Clemente y Kleiman (1977) muestran que las personas mayores tienden a sentir más miedo al crimen que las jóvenes. Scarborough et al. (2010) también encuentran que el miedo al crimen crece a medida que incrementa la edad, pero solo cuando se usan modelos que controlan por las actitudes del individuo y las características del barrio.

Por consiguiente, se puede decir que, según la teoría de la vulnerabilidad física, las características físicas, como la edad y el sexo, que puedan comportar una mayor sensación de vulnerabilidad física pueden incrementar la percepción de inseguridad.

​1.4 Teoría de la vulnerabilidad social

Por otro lado, la teoría de la vulnerabilidad social plantea que los individuos con niveles socioeconómicos bajos presentan una capacidad reducida para prevenir o recuperarse de un crimen y que, por lo tanto, niveles altos de vulnerabilidad social aumentan la percepción de miedo al crimen (Skogan y Maxfield, 1981; Rountree, 1998) (ver Figura 4).


Figura 4:
Mecanismo causal de la vulnerabilidad social
Vilalta (2013).

Según el INEGI3 (2017), la vulnerabilidad social puede venir representada por características como los bajos niveles de educación, el desempleo, un estrato social bajo o los ingresos. La baja capacidad económica representa una explicación al miedo al crimen debido a que dificulta la reposición de objetos robados o la reparación de bienes de propiedad dañados a causa de un crimen, representa un alto costo de oportunidad al causar que se pierda tiempo de trabajo en reponerse de las consecuencias de una victimización directa y reduce la probabilidad de tener contratado un seguro privado que cubra contra estos eventos. Además, las características sociales y económicas de un individuo determinan la zona en la que vive, trabaja y juega. Por ejemplo, las personas más vulnerables socialmente suelen vivir en contextos donde las tasas de criminalidad son más elevadas, lo que puede afectar su percepción de inseguridad a través de la victimización directa o indirecta (Skogan y Maxfield, 1981).

En este sentido, los hallazgos empíricos muestran que un mayor gasto social del estado se asocia con un menor temor al crimen. De forma específica, Jackson y Gouseti (2012) muestran que los programas sociales que fortalecen las capacidades de autogestión o independencia económica y social, las medidas de protección social en el cuidado infantil temprano y la educación, pero también las mejoras en las tasas de empleo y desempleo tienen un efecto fuerte sobre la reducción del temor al crimen. En contraste, las medidas de protección social y otros indicadores que se restringen al mero apoyo financiero, por ejemplo, el desempleo, la vejez y otras prestaciones en efectivo, no se asocian con menos inseguridades públicas sobre la delincuencia.

De esta forma, la teoría de la vulnerabilidad social postula que los individuos con menores capacidades económicas, y por lo tanto con menor capacidad de reponerse de los delitos, presentan una mayor percepción de inseguridad. Así, variables como el empleo, el nivel de educación o el estrato socioeconómico serían, según esta teoría, determinantes del miedo al crimen.

1.5 Teoría de las redes sociales.

La relación entre las redes sociales y el miedo al crimen ha sido poco explorada hasta el momento. Sin embargo, Bursik y Grasmick (1993) plantean que, en promedio, mayores redes sociales pueden reducir el miedo al crimen debido a que aumentan la capacidad de un individuo de reponerse o evitar un hecho victimizante a través de la rápida respuesta de una comunidad frente al peligro. En este mismo sentido, Sampson y Groves (1989) plantean que las redes sociales pueden proveer soporte a los individuos al estimular su autoconfianza, una de las principales características del empoderamiento, y facilitar al individuo el acceso a recursos financieros y emocionales para tratar con las adversidades de un hecho victimizante. Por otro lado, sin embargo, las redes también pueden presentar efectos negativos sobre la percepción de miedo a través de la victimización indirecta, al permitir que se esparzan las noticias sobre otras personas (amigos, vecinos o familiares) que han sido víctimas de un crimen (Bursik y Grasmick,1993; Dammert, 2014; Vilalta, 2010).

En adición, Bursik y Grasmick (1993) plantean que las redes sociales también tienen (de forma indirecta) la capacidad de controlar los residentes de una comunidad y consecuentemente el crimen, por lo que las áreas que carecen de redes sociales o recursos tienden a tener mayores niveles de criminalidad. Así, los rápidos cambios demográficos también tienen incidencia en el miedo al crimen. Sobre todo cuando estos cambios comportan la llegada de personas que son consideradas como “extraños” por los residentes, que además desconocen sus intenciones. Este desconocimiento lleva a hacer inferencias sobre un área determinada y, más específicamente, sobre la clase de personas que habitan allí que provocan una sensación de desorden y pérdida de la sociedad civil. Por lo tanto, los lazos sociales informales pueden reducir el miedo al crimen y la desconfianza en contextos de desorden social (Ross y Jang, 2000; Villarreal y Silva, 2006).

Finalmente, la confianza de la población en la capacidad del estado para mantener el orden social también afecta la percepción de inseguridad de los individuos (Hunter, 1978). En este sentido, Bissler (2003) plantea que los lazos públicos entre la comunidad y las instituciones públicas, como la iglesia y la policía, permiten fortalecer la confianza dentro de las comunidades y reducir la percepción de inseguridad. De forma específica, Vilalta (2010), Dammert (2014) y Alda et al (2017) muestran que la confianza en la policía presenta una relación negativa con el miedo al crimen, es decir, que altos niveles de confianza en la policía reducen el miedo al crimen.

Por lo tanto, la teoría de las redes sociales postula que las personas que presentan menores lazos con la comunidad, o las comunidades que no están cohesionadas y poseen pocos recursos, tienden a tener mayor miedo al crimen y que la confianza en las fuerzas de seguridad o la confianza en los otros ciudadanos son variables para tener en cuenta para analizar la relación entre las redes sociales y el miedo al crimen (ver Figura 5).


Figura 5:
Mecanismo causal de la vulnerabilidad social
Vilalta (2013)

2. Pauta analítica

Con el objetivo de identificar los factores determinantes de la percepción de inseguridad en Colombia, esta investigación pretende contrastar la validez de las dinámicas planteadas por las cinco teorías de percepción de inseguridad y miedo al crimen usando microdatos a nivel de individuo sobre la percepción de inseguridad y sus posibles determinantes.

Para ello, primero se construirán, a partir de la información disponible en la ECSC de 2016, variables que capturen las dimensiones propuestas por las cinco teorías como determinantes de la percepción de inseguridad. Estas se utilizarán más adelante como variables explicativas en un modelo de regresión lineal multivariado que tendrá como variable dependiente la percepción de inseguridad. Finalmente, se utilizará el coeficiente de correlación independiente y el criterio de significancia estadística para determinar cuáles son los factores más determinantes de la percepción de inseguridad para el caso de Colombia.

2.1 ​Datos

La investigación toma como fuente de información la Encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana (ECSC) del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) correspondiente al año 2016. La ECSC es la herramienta de seguimiento, evaluación y monitoreo de la política de seguridad ciudadana de Colombia, y contiene información sobre características generales de las personas, delitos y percepción de seguridad y convivencia.

La encuesta contiene información a nivel de individuo de una muestra representativa de 231 083 personas pertenecientes a 68 522 hogares en las 28 principales ciudades del país. Sin embargo, esta investigación trabaja únicamente con la información de los mayores de 15 años, lo que corresponde a 168 886 personas, ya que solo estos reportan información referente a su percepción de inseguridad en el barrio que habitan.

​2.2 Metodología y variables

Con la finalidad de identificar los principales factores explicativos de la percepción de inseguridad en las ciudades de Colombia en 2016, se optará por un modelo de elaboración propia definido a partir de las cinco teorías de miedo al crimen y la información disponible en la ECSC 2016. El modelo de regresión lineal múltiple definido permitirá estimar la asociación con el miedo al crimen de cada uno de los factores incluidos en el modelo, manteniendo el resto constantes.

La variable dependiente del modelo será la percepción de inseguridad en el barrio reportada por los individuos ya que, según Hale (1996), la información proveniente de encuestas, y en específico la referente a la percepción de inseguridad, tiene mayor precisión cuando esta es reportada a nivel de barrio, al ser este el entorno más cercano al encuestado y por lo tanto el que mejor conoce. Así, la variable dependiente será igual a 1 para las personas que reportan un nivel de percepción de inseguridad medio o alto en el barrio donde habitan y 0 para aquellos que reportan sentirse seguros o poco inseguros. Esta categorización se realizó teniendo en cuenta la sugerencia de Hale (1996), quien propone que la variable de percepción de inseguridad debe permitir identificar no el número de personas que se sienten inseguras, sino aquellas que lo hacen con una alta intensidad, ya que son los altos niveles de percepción de inseguridad los que pueden generar los efectos negativos del miedo al crimen.

Tabla 1
Factores explicativos de la percepción de inseguridad según las cinco teorías de miedo al crimen

Elaboración propia

Del otro lado, teniendo en cuenta las cinco teorías del miedo al crimen, la evidencia de trabajos previos y la información disponible en la ECSC de 2016, como factores explicativos se usarán los presentados en la Tabla 1. Estos factores serán operacionalizados en las variables explicativas que se presentan en la Tabla 2.

Tabla 2
Variables explicativas de la percepción de inseguridad según las cinco teorías de miedo al crimen

Elaboración propia

Más concretamente, se considerará que hay presencia de grupos en el barrio (presencia_grupos = 1) cuando el encuestado reporte que conoce de la existencia de pandillas, bandas criminales, guerrillas, Bacrim o grupos expendedores de drogas en el barrio; que hay comportamiento antisocial (comport_ antisocial = 1) cuando el encuestado reporte que en el barrio donde habita hay comportamientos incívicos como consumo, expendio y distribución de drogas, riñas y peleas, vandalismo o petardos y granadas; que existe victimización directa (víctima_ directa = 1) si el encuestado reporta haber sido víctima durante el 2016 de delitos como hurto a personas, hurto a residencia, hurto a vehículo o extorsión4; y que la victimización indirecta (víctima_indirecta = 1) existe cuando los encuestados reportan tener conocimiento sobre hurtos a personas, hurtos a viviendas, hurtos a vehículos o extorciones en el barrio. En referencia a las variables de vulnerabilidad social, el estrato socioeconómico toma valores entre 1 y 6, siendo 1 la clase más baja y 6 la clase más alta, siguiendo el sistema de estratificación del país. Así, se ha añadido una variable binaria para cada uno de los estratos del 2 al 6, además de una adicional para aquellas personas de las que no se conoce el estrato social. Para el nivel de educación, se han añadido tres variables binarias para educación secundaria, media y universitaria, dejando como categoría de referencia las personas que tienen educación primaria o menos, más una categoría adicional para aquellos de los que no se conoce el nivel educativo. Finalmente, la variable de empleo toma el valor 1 si el individuo está empleado y 0 en cualquier otro caso. Para la teoría de vulnerabilidad física, la edad se ha dividido en 7 rangos de diez años para los individuos de entre 15 y 85 años y un rango adicional para mayores de 86 años. Finalmente, se considera que existe confianza en la policía y las fuerzas militares (conf_ policía =1 y conf_militares =1) cuando las personas reportan un nivel de confianza medio o alto en estas instituciones.

Así, el modelo que se estimará tendrá como variable dependiente la percepción de inseguridad y como variables explicativas las presentadas en la Tabla 2. Además, se incluirán como variables de control la ciudad donde vive el individuo.

[Ecuación 1: Modelo explicativo de la percepción de inseguridad]

Finalmente, a pesar de contar con una variable dependiente binaria se optará por el método de estimación de mínimos cuadrados ordinarios, para facilitar la interpretación de los coeficientes estimados en términos de efectos marginales. Para identificar qué factores están asociados con una mayor percepción de inseguridad, se utilizará el criterio de la significancia estadística y la magnitud de los coeficientes estimados.

Resultados

Esta sección tiene como objetivo mostrar las estimaciones producto de la aplicación del modelo de regresión lineal que establece la correlación independiente entre la percepción de inseguridad y las variables seleccionadas de las cinco teorías de percepción de inseguridad y miedo al crimen. La Tabla 3 muestra estas estimaciones.

Empezando por la teoría de la incivilidad, operacionalizada a través de las variables de presencia de grupos y comportamiento antisocial, el modelo estima que los signos de incivilidad en el barrio tienen una correlación independiente positiva con la percepción de inseguridad. Más concretamente, manteniendo el resto de las variables constantes, los individuos que reportan conocer la presencia de grupos y actividades relacionadas con el desorden social en el barrio, en promedio, tienen una probabilidad de sentirse algo o muy inseguros 18,7 puntos porcentuales mayor que los que reportan no ser conocedores de ninguno de los dos fenómenos. De forma individual, manteniendo todas las demás variables constantes, la presencia de actividades incívicas en el barrio, como peleas y riñas o consumo de drogas en las calles, es la variable asociada a un mayor incremento de la probabilidad de sentirse inseguro, debido a que está asociada a un incremento de 12,9 puntos porcentuales en la probabilidad de sentirse algo o muy inseguro en el barrio donde vive. Estos resultados se corresponden con los resultados empíricos de otros autores y con la teoría de la incivilidad planteada, que postulan que la presencia de señales de desorden social conlleva un incremento en la percepción de inseguridad.

Tabla 3
Correlación entre la percepción de inseguridad y las teorías de percepción de inseguridad y miedo al crimen

Elaboración propia a partir de la ECSC 2016

Con relación a la teoría de la victimización, los resultados muestran que, manteniendo todas las demás variables constantes, haber sido víctima directa durante el 2016 está asociado con un incremento en la probabilidad de sentirse algo o muy inseguro de 13,2 puntos porcentuales. Así mismo, la victimización indirecta también tiene una correlación independiente positiva con la percepción de inseguridad al estar asociada, en promedio, a un incremento de 8,3 puntos porcentuales en la probabilidad de sentirse algo o muy inseguro. Por lo tanto, teniendo en cuenta estos resultados, se encuentra que, tal y como lo predice la teoría de victimización, ser víctima directa o indirecta está correlacionado positivamente con la percepción de inseguridad, teniendo la victimización directa una mayor asociación con esta.

Por otro lado, los resultados referentes a la teoría de la vulnerabilidad social, operacionalizada a través del máximo nivel de educación alcanzado, el empleo y el estrato socioeconómico, son menos concluyentes. Para empezar, tener educación secundaria no comporta una diferencia significativa en la probabilidad de sentirse inseguro en el barrio respecto a tener educación primaria o menos. Sin embargo, las personas que alcanzaron un nivel de educación media y universitaria, manteniendo las demás variables fijas, reportan, respectivamente y en promedio, una probabilidad de sentirse algo o muy inseguros 2,4 y 4,5 puntos porcentuales mayor, respecto a aquellos que tienen formación primaria o menos. Por lo tanto, mayores niveles de educación están asociados a una mayor percepción de inseguridad, en contraposición a lo que predice la teoría de la vulnerabilidad social. Respecto al empleo, nuevamente se puede apreciar que la correlación independiente estimada está también en contraposición con la teoría de la vulnerabilidad social, al encontrarse que tener empleo está asociado a un incremento promedio de 2,2 puntos porcentuales en la probabilidad de sentirse algo o muy inseguros. Finalmente, las variables de estrato socioeconómico muestran que, en promedio, vivir en estratos superiores está asociado con una reducción en la percepción de inseguridad en el barrio. En este caso, sin embargo, merece la pena remarcar que el estrato socioeconómico viene marcado por la zona donde reside el individuo y que, por lo tanto, a parte de la situación socioeconómica de la persona, las variables de estrato pueden capturar otras dimensiones relacionadas con las condiciones del barrio, como señales de incivilidad o de desorden físico, no contempladas en el modelo: edificios abandonados, grafitis en las paredes, basuras en la calle, acoso de peatones, etc.

En cuanto a la vulnerabilidad física, la edad está asociada a un incremento en la percepción de inseguridad entre los 36 y 65 años, respecto a las personas que se encuentran en el rango de edad de 15 y 25 años. No obstante, las personas que se encuentran en los rangos de edad superiores (76 años o más) muestran una menor probabilidad de sentirse algo o muy inseguros respecto a los de 15 a 25 años. De nuevo, estos resultados no coinciden con la dinámica teórica de la vulnerabilidad física que plantea que son las personas mayores las que presentan mayor miedo al crimen debido a que son las menos capaces de defenderse. Por el contrario, la variable de género sí que sigue el patrón marcado por la teoría de vulnerabilidad física, al asociar ser mujer a un incremento de 5,6 puntos porcentuales en la probabilidad de sentirse algo o muy inseguro, manteniendo las demás variables constantes.

Con relación a la teoría de las redes sociales, las personas que dicen confiar en la policía y en las fuerzas militares reportan, en promedio, una probabilidad de sentirse algo o muy inseguras 9,2 puntos porcentuales inferior a las que dicen no confiar en la policía ni en las fuerzas militares. Este resultado es consistente con la dinámica planteada en la teoría, al asociar mayores niveles de confianza en las fuerzas de seguridad del estado a una menor percepción de inseguridad.

Finalmente, hay que destacar que de manera conjunta todas las variables incluidas en el modelo (incluyendo los controles por ciudad) permiten explicar el 14,3% de las variaciones en la percepción de inseguridad en las 28 ciudades de Colombia en el año 2016. No obstante, aunque el modelo permite avanzar hacia la comprensión de los determinantes de la percepción de inseguridad en este contexto, para futuras investigaciones sería interesante que se pudieran incorporar en los modelos otras variables identificadas como relevantes en la literatura pero que no se encuentran disponibles en la ECSC de 2016. Por ejemplo, factores relacionados con el desorden físico, como presencia de grafitis en las paredes, basuras en las calles, alumbrado o edificios en mal estado; con la vulnerabilidad social, como pertenecer a minorías étnicas; con las redes sociales, como la confianza entre vecinos; o experiencias de victimización previas a 2016, entre otras, con la finalidad de alcanzar una perspectiva más amplia de los factores determinantes de la percepción de inseguridad y miedo al crimen.

4. Conclusiones y recomendaciones

El análisis empírico llevado a cabo para responder a la pregunta de investigación ¿cuáles son los principales factores explicativos de la percepción de inseguridad en las ciudades de Colombia en 2016? lleva a concluir que las teorías de miedo al crimen que mejor la explican son la teoría de la victimización, la de la incivilidad y la de las redes sociales.

Esto debido a que, para el caso de Colombia y de acuerdo con el modelo estimado, existe una mayor probabilidad de sentirse inseguro en el barrio donde se vive si se ha sido víctima directa o indirecta de un delito, siendo la victimización directa la que mayor correlación tiene con el sentimiento de sentirse algo o muy inseguro en el barrio. Adicionalmente, y en línea con lo que sugiere la teoría de la incivilidad, la presencia de grupos y el comportamiento antisocial en el barrio también están asociados, según el modelo estimado, con una percepción de inseguridad mayor. Además, el incremento asociado a las señales de incivilidad es de una magnitud casi tan grande como el asociado a la victimización, lo que, según Hunter (1978), puede ser explicado por la mayor frecuencia con la que los individuos se relacionan con el entorno de su barrio en comparación a la frecuencia con la que se enfrentan a situaciones de victimización. Por su parte, y acorde con la teoría de las redes sociales, la confianza en la policía y en las fuerzas militares está asociada a una reducción en la percepción de inseguridad.

Por otro lado, para la teoría de la vulnerabilidad física, operacionalizada a través de la edad y el sexo del individuo, las estimaciones no coinciden plenamente con lo predicho por la teoría. Concretamente, la edad muestra la particularidad de que son las personas mayores las que presentan una menor propensión a sentirse algo o muy inseguros a pesar de ser las más vulnerables físicamente. Por lo tanto, las dinámicas teóricas que se plantean desde la teoría de la vulnerabilidad física, no se cumplen en el caso de la edad, aunque sí lo hacen para el caso del sexo. Una posible explicación a esta dinámica es que las personas mayores en Colombia presentan menos temor al crimen debido a que sienten que su probabilidad de ser víctima de un delito es más baja que cuando eran jóvenes y las cifras de criminalidad en el país eran superiores debido a problemas relacionados con la guerra de carteles de drogas y la debilidad institucional en el territorio. Además, las personas mayores se encuentran cada vez menos expuestas a escenarios o situaciones que puedan convertirlos en víctimas de un delito debido a sus rutinas. Estas ideas, no obstante, representan conjeturas que deberán ser comprobadas por futuras investigaciones.

En lo referente a la teoría de la vulnerabilidad social, de forma global las estimaciones muestran que son las personas menos vulnerables, y no las más vulnerables como sugiere la teoría, las que reportan mayor probabilidad de sentirse inseguras, ya que tener empleo y tener elevados niveles de educación mostraron una asociación positiva con la percepción de inseguridad en contradirección con la teoría, que plantea estas dos variables como reductoras de la percepción de inseguridad. Algunas explicaciones posibles son que las personas con empleo y mayores niveles de educación pueden percibir más tipos de peligros, conocer más la realidad en la que se mueven o tener más interiorizados los posibles riesgos de la criminalidad. Sin embargo, el estudio de las razones que subyacen las asociaciones estimadas queda fuera del alcance de este trabajo, y deberán ser analizadas en investigaciones futuras. Así, en el caso de la teoría de la vulnerabilidad social, la única variable que se comporta según lo predicho es el estrato socioeconómico, siendo los estratos socioeconómicos más altos los que presentan menor percepción de inseguridad. Aun así, como ha sido argumentado, esta variable puede estar capturando otras dimensiones adicionales a la vulnerabilidad socioeconómica, debido a que, en los barrios de estrato más alto, generalmente, el entorno también es mejor en dimensiones no controladas en el modelo (entre otras, desorden físico o sistemas de seguridad privados que respaldan las falencias de los sistemas de seguridad estatales).

Por último, el modelo aplicado explica, de forma agregada, el 14,3 % de las variaciones en la percepción de inseguridad en Colombia en el 2016, permitiendo así identificar áreas relevantes para la construcción de políticas públicas orientadas a reducirla.

Basado en las conclusiones anteriormente expuestas, se podrían hacer las siguientes recomendaciones en términos de política pública, teniendo en cuenta, pero, que estas son tentativas y están limitadas a las zonas urbanas, ya que en los datos utilizados no se cuenta con información para las zonas rurales del país.

Teniendo en cuenta esta salvedad, se podría decir que debido a la importancia que cobra la victimización (directa o indirecta) en la futura percepción de inseguridad, se hace necesario que los programas de convivencia y seguridad ciudadana (CSC) no se concentren solamente en el desarrollo de estrategias para reducir el crimen, sino también en diseñar e implementar estrategias dirigidas al monitoreo y seguimiento de las víctimas de un delito, y especialmente de las víctimas directas, la cuales mostraron tener mayor percepción de inseguridad un año después del hecho delictivo. Esto con la finalidad de brindarles un apoyo que les permita recuperarse de las consecuencias materiales, físicas o psicológicas de los hechos victimizantes y reducir así las consecuencias negativas de ser víctima de un delito.

De otro lado, la reducción de las señales de incivilidad en los barrios también representa una variable importante a tener en cuenta en los programas de CSC, debido a la elevada frecuencia con la que los individuos las perciben, tal y como se expuso anteriormente. Para esto, debería incrementarse la presencia y los controles de la policía orientados a limitar los comportamientos incívicos y la presencia de grupos en las zonas con mayores señales de incivilidad con la finalidad de aumentar la confianza de las personas en su barrio y reducir la percepción de inseguridad. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la dispersión de los grupos delictivos y actividades de incivilidad, como el consumo de drogas o alcohol, puede generar que estas se trasladen a otras zonas, implicando, muchas veces, que se elimine el problema en un área y se incremente o genere en otras. Así, para que esta estrategia funcione, según Grabosky (1995) los controles o instrumentos prohibitorios diseñados para eliminar la incivilidad deben garantizar la libre movilidad de personas, la no creación y dispersión de grupos delictivos, y que estas medidas no sobrepasen el respeto por los derechos humanos, lo que provocaría que se obtengan resultados adversos para la percepción de inseguridad. En este sentido, una aproximación propuesta por Grabosky (1995) es crear un enfoque más positivo que implique la creación de entornos recreativos que permitan de forma más constructiva canalizar las energías de la población más joven. Asimismo, también debe ser compromiso de los gobiernos locales extender las condiciones y los recursos presentes en los estratos más altos que previenen las señales de incivilidad también a los estratos más bajos, con la finalidad de reducir la percepción de inseguridad de aquellos que viven en ellos.

De forma complementaria, las redes sociales son otro aspecto importante a trabajar para reducir la percepción de inseguridad en Colombia, debido a la relación inversa que presentan estas dos variables. Por ejemplo, el trabajo conjunto de las comunidades y la policía en el barrio representa una estrategia importante para controlar las actividades de incivilidad relacionadas con la presencia de grupos y el desorden social y físico, a partir de la compartición de información sobre la presencia de grupos que alteran la seguridad y la conservación de los espacios públicos limpios, con luz y sin ruidos. El trabajo conjunto entre la comunidad y la policía facilita, no solo el incremento de la confianza en la policía, sino también su labor de vigilancia al permitirle, a través del trabajo con la comunidad, que se eviten actividades criminales o de incivilidad y así no tener que usar medidas directas de control. Además, trabajar de forma conjunta también ayuda al entendimiento de las dinámicas de seguridad y convivencia en el barrio y al entendimiento de los objetivos de la policía por parte de la comunidad. Así mismo, esta estrategia también es tendiente a fortalecer las redes sociales entre vecinos, ya que las instituciones locales, como la policía, pueden servir para proporcionar esfuerzos organizados, modelos a seguir y actividades sociales dirigidas al establecimiento de vínculos entre los vecinos para que pueden cuidarse mutuamente y supervisar a la juventud, ayudando a la reducción de la percepción de inseguridad (Bissler, 2003).

Finalmente, a nivel de agenda de investigación, los centros de estudios, universidades y gobernaciones locales deberán continuar profundizando en la identificación de los determinantes del miedo al crimen y las razones que subyacen las asociaciones encontradas en esta investigación, especialmente para los resultados obtenidos con relación a la edad, el empleo y la educación, las cuales no se corresponden con las teorías de la vulnerabilidad social y la vulnerabilidad física, para explorar de forma cualitativa las posibles explicaciones al comportamiento de estas variables. Para ello, se hace necesario continuar con la recolección de información sobre percepción de inseguridad y sus determinantes, ampliándola para incluir otras dimensiones identificadas como importantes y que no se encuentran en la ECSC del 2016 como desorden físico, capital social o pertenencia a grupos sociales vulnerables.

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Notas

1 Este artículo de investigación científica se ha elaborado en el marco del Doctorado en Ciencia Política, Políticas Públicas y Relaciones Internacionales, de la Universidad Autónoma de Barcelona, bajo la dirección del profesor Rafael Grasa Hernández.
3 Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México.
4 La selección de los delitos de victimización son los sugeridos por el DANE en el documento “Metodología General de la Encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana de 2016”.
5 El coeficiente estimado (β) multiplicado por 100 representa la variación en puntos porcentuales en la probabilidad de sentirse algo o muy inseguro asociado a la variable que acompaña al coeficiente en el modelo.̂̂

Notas de autor

2 Docente investigador del grupo Estudios Socioeconómicos, Administrativos y Con-tables. Economista. Máster en Ciencias del Desarrollo y Crecimiento Económico por la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Lund, Suecia. Máster en Relaciones Internacionales, Seguridad y Desarrollo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Cor-poración Universitaria del Caribe.


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