Artículos

Paz, turismo y convivencia

Peace, turism and coexistence

Armando Alvarado Pacheco
Parroquia San Rafael Arcángel Riohacha, Colombia

Entretextos

Universidad de La Guajira, Colombia

ISSN: 0123-9333

ISSN-e: 2805-6159

Periodicidad: Semestral

vol. 16, núm. 31, 2022

entretextos@uniguajira.edu.co

Recepción: 15 Mayo 2022

Aprobación: 10 Septiembre 2022



DOI: https://doi.org/https//doi.org/10.5281/zenodo.7355848

Se prohíbe uso comercial.

Resumen: El objetivo es analizar las dinámicas del Conflicto armado en La Guajira y su impacto humanitario y trazar una transición del modelo económico que ha venido operando en los últimos 45 años en La Guajira. Se reseña la presencia y actuar de grupos armados, seguidamente se analiza cómo aprovechar la posición geográfica privilegiada que tiene este territorio con 670 km de costa frente al mar Caribe, lo que equivale a una ventaja comparativa que facilita su desarrollo turístico. La metodología desde un enfoque etnográfico y auto-etnoegráfico devela el papel de la cultura, sus tradiciones, significados, cosmovisiones, sentimientos, se apoya en la observación participante, los conversatorios grupales, para la búsqueda de respuestas a interrogantes que han obstaculizado el desarrollo endógeno, el impacto que se espera generar es conocimiento y saberes contextualizados y situados desde el territorio que contribuyan con la formulación de Políticas públicas regionales y con la fundamentación de Currículos educativos, finalmente se espera resolver interrogantes tales como ¿existe la posibilidad de una Paz estable y duradera en Colombia?, ¿es posible vivir en Paz?, si los conflictos siempre estarán presentes, ¿cómo se resolverán?

Palabras clave: desarrollo turístico, paz, grupos armados, territorio, políticas públicas.

Abstract: The objective is to analyze the dynamics of the armed conflict in La Guajira and its humanitarian impact and to trace a transition of the economic model that has been operating in the last 45 years in the department of La Guajira. It reviews the presence and action of armed groups in La Guajira, then analyzes how to take advantage of the privileged geographical position that has this territory with 670 km of coast facing the Caribbean sea, which is equivalent to a corporate advantage that facilitates its tourism development. The methodology from an ethnographical and autoethnographical approach reveals the role of culture, its traditions, meaning, worldviews, feelings, relies on participant observation, group conversations, in the search for answers to questions that have hindered endogenous development, The impact that is expected to generate in knowledge and knowledge contextualized and located from the territory that contribute to the formulation of regional public policies and the foundation of educational curricula, finally we hope to resolve questions such as: Is there a possibility of a stable and lasting peace in Colombia? Is it possible to live in peace? , if conflicts will always be present, how will they be resolved?

Keywords: tourism development, peace, armed groups, territory, public policy.

¿Qué significa la Paz en el contexto actual?

Soñamos con una escuela que, por ser seria, se dedique a la Enseñanza de manera competente,

pero, que dedicada, seria y competente a la Enseñanza, sea una escuela generadora de alegría.

Paulo Freire

La Paz no es solo un imperativo categórico de la condición humana, es un querer de Dios. En la literatura bíblica encontramos que la primera expresión del Resucitado -Jesucristo- a sus discípulos fue “La paz esté con ustedes”, Lc 24,35-48 -Humanismo cristiano-. Se infiere en el texto bíblico que siempre Jesús ha querido que los seres humanos hechos a imagen de Dios Padre podamos vivir en una sana Paz duradera; en tal sentido, el Salmo 133,1 que se expresa textualmente “Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía”, El salmista nos invita a vivir en una sana convivencia , es una sana armonía, donde por el buen trato fluya la concordia y la alegría., En el himno del Gloria que entonamos en la Misa dominical encontramos la siguiente expresión “gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”; una vez más este canto a la grandeza y majestad de Dios nuestra que el querer y deseo del Creador es la sana convivencia y la vida armónica entre los hombres de buena voluntad.

No podemos olvidar la bella oración de san francisco “Oración por la paz”, y en unos de sus apartes dice “Señor hazme instrumento de tu paz”. A eso estamos llamados los seres humanos a ser canal de la gracia y de la bondad de Dios.

En Colombia existe una situación de conflicto entre el Estado y las fuerzas al margen de la ley, lo cual ha afectado significativamente a familias, territorios, regiones y al país en general. Lo más triste es que nos hemos acostumbrado a vivir y convivir en estos escenarios de guerra y violencia, como si fuera lo más normal o el pan de cada día.

Entre las causales que han generado los conflictos en el país se pueden destacar la exclusión a los empobrecidos, la muerte a los líderes sociales, sindicales y violentados a quienes no se les ha reconocido sus derechos por parte de las familias que han gobernado de manera unilateral los destinos de este territorio colombiano y a quienes se atrevan a pensar de manera distinta porque conciben un país diverso, son amenazados y rotulados.

En Colombia la política ha sido hegemónica, se llega al poder para continuar con las prácticas de dominio, enriquecimiento, expropiación y especialmente de vulneración de los derechos humanos.

La Guajira, no es la excepción, también ha vivido como el resto del territorio nacional, un poco del “trago amargo”, de la violencia desenfrenada desde la década de los 60 y su impacto en la pérdida de vidas, el desplazamiento forzado, la servidumbre y la humillación, estos elementos son notables y aumentan cada día; lo más peligroso de la violencia es su racionalidad, desde luego, la violencia es en sí misma un hecho terrible, arrasador de la vida y destructor de principios y valores.

El acuerdo de Paz firmado entre el presidente de la República de ese entonces, Juan Manuel Santos, y la FARC-EP -Bogotá, 24 de septiembre del 2016-, sin duda constituye uno de los mayores focos de atención y de interés para la sociedad colombiana.

Todos los organismos deliberativos donde confluyen los países de la órbita terrestre se han pronunciado en apoyo a este acuerdo, con las debidas observaciones. Extrañamente en Colombia este evento no ha alcanzado el mayor grado de consenso entre los ciudadanos, quienes somos los mayormente afectados y deberíamos ser los más interesados en resolverlo por la vía del diálogo y la concertación; no obstante, estamos lejos alcanzar este logro necesario para las nuevas generaciones y por esa misma razón hay que persistir (Acuña, 2017).

La comunidad internacional aplaude el logro que trata de poner fin al conflicto interno, sin embargo, internamente, no le hemos dado la importancia a tan magno evento, todavía nos seguimos ‘matando’ por una u otra razón, hostigamos, expropiamos a los indígenas y campesinos de sus tierras.

Sin duda, el conflicto armado ha azotado al país y la escuela ha sido víctima de ello. Ese conflicto ha afectado lo social y político y se vivencia en el Sistema educativo (directivos, docentes, estudiantes y comunidad), sus actores han vivido en “carne propia” el rigor de la crueldad y la maldad; los procesos de enseñante y aprendiente, han sido trastocados al fragor de quienes promueven la guerra y se alimentan de ella.

López-Jiménez, N. E., Castro-Javela, C. P., & Ramírez-Pérez, L. F. (2019), en su artículo “El maestro para la Paz, la equidad y la reconciliación, ¿un proceso posible?, focalizan su temática en la construcción de prácticas pedagógicas alternativas para la formación de maestros para la paz, la equidad y la reconciliación. A este propósito Acuña Alfonso (2017) expresa “hacer de la escuela un territorio de paz es una perspectiva que se materializa si logramos construir un país como territorio de paz. Esto porque en la escuela se viven los momentos y dinámicas que se desarrollan en la sociedad que le sirve de marco y porque la escuela es un órgano de esa sociedad en crisis”, además porque la escuela forma parte de la sociedad, es un microcosmos del cual participamos y somos responsables de su acontecer.

Asumir la escuela como territorio de paz no pasa por negar el conflicto, derivado de una sociedad que se construye día tras día, en medio de los más diversos intereses. Si nos reconocemos como sociedad pluriétnica y multicultural, es natural reconocer las tensiones, los encuentros y desencuentros que provocan los avatares de la lucha por la vida. Reconocer la naturaleza conflictiva de la condición humana nos pone en condiciones de búsqueda de aquellos mecanismos que permitan superarlo, siempre acudiendo a la palabra, al diálogo, a la concertación, al consenso, amparados en la idea de ceder ante el mejor argumento (Acuña, 2017).

Vivimos en un mundo pluri y multicultural, que culturalmente hay cosas o acciones propias de nuestro contexto que nos diferencian unos de otros, coincidimos en el deseo de vivir y estar en Paz, como un imperativo categórico. Hay valores universales como la vida, la Paz, la libertad y la equidad, traducida como justicia. En consonancia Morín, en su obra “Una política del hombre”, hace énfasis sobre una antro-política, lo que implica una cosmovisión que abarque las contradicciones y paradojas del hombre y nos lleve a comprender mejor y a mejorar el mundo en el que vivimos, lo cual supone transformar la sociedad y al individuo en sí con la posibilidad de una vida más intensa, íntegra, acorde con la naturaleza y, una vida más políticamente vivida; toda actitud transformadora conlleva tanto reflexión como acción política (Morín, 2002, p. 157).

En todas las sociedades es notorio advertir que no existe poder político sin dominación, esto es lo que precisamente se ha implementado en el país. Siempre el hombre anhela con esperanza vivir en Paz y tranquilidad. La Paz que a veces proviene de circunstancias externas (buenas relaciones con los demás e internas, estar bien consigo mismo).

En Colombia no podemos hablar de post-conflicto, porque el conflicto no ha acabado, la guerra sucia continua con intereses criminales, aquellos que están llamados hacer Paz, se alimentan de la guerra. En el país, los militares tienen la obligación constitucionalmente de salvaguardar los bienes y la tranquilidad de los patriotas, sin embargo, día a día vemos las noticias que se están inmiscuidos en colaborar con aquellos que públicamente se declaran gestores en contra de la Paz; hay muchos militares involucrados en hechos de guerra favoreciendo a los grupos al margen de la Ley.

La Paz ha sido esquiva, los seres humanos somos buenos o malos intencionados, o en otras palabras siempre nuestros intereses nos dominan. Se piensa más en los intereses personales, en los grupillos antes que la comunidad. Todo esto nos ha llevado al traste porque nuestra convivencia no es armoniosa y pacífica se ha vuelto violenta, agresiva y guerrerista.

El análisis de la escuela tradicional que hace Acuña (2017), lleva a plantear la posibilidad de una escuela alternativa y esto conlleva a una pregunta de fondo ¿una escuela alternativa es la solución? Si seguimos siendo los mismos con las mismas, es decir, el mismo comportamiento social, corrupción discriminación, unos pocos tienen todo, muchos carecen de lo necesario para vivir dignamente, escasa oportunidades para muchos y la clase domínate con todas las oportunidades para crecer y desarrollarse tanto personalmente como profesionalmente, entonces de nada serviría esa propuesta. No se trata de cambiar de nombre las cosas, se trata de cambiar de paradigmas, de actitudes, se trata de resemantizar lo existente, dar nuevos significados para entender la complejidad de los procesos y la importancia de los resultados.

No olvidemos que la educación pone al hombre de pie, es decir un hombre educado y preparado no se arrodilla ante los poderosos dominantes. La categoría de la equidad, merece una exégesis, ya que Colombia es unos de los países más desiguales socialmente y monetariamente. Concebir la desigualdad, de la mano con los índices de pobreza y mejores condiciones de vida, es una de las principales metas que se ha puesto Colombia en diferentes ámbitos. El Banco Mundial presentó el informe “Hacia la construcción de una sociedad equitativa en Colombia”, señala que el país está entre los más desiguales a nivel global (Portafolio2021). Esto ocasiona explotación y marginación.

Efectos de la violencia en La Guajira

La presencia del conflicto armado también ha hecho presencia en La Guajira, las comunidades campesinas, los indígenas, entre ellos los wayuu, etnia con mayor presencia en el territorio, que habita desde tiempos ancestrales en la parte norte de Colombia, ha sido afectada, despojada de sus viviendas, sus mujeres violentadas, los niños, excluidos de las escuelas.

Entre los grupos armados ilegales que hicieron presencia en La Guajira en 2012, se destacan las FARC con el frente 59 y en menor medida los frentes 19 y 41 y las bandas criminales conocidas como los Urabeños (llamados localmente Autodefensas gaitanistas de Colombia), los Rastrojos y el grupo armado Los Giraldo, integrado por disidentes de los Urabeños cercanos al desmovilizado jefe paramilitar Hernán Giraldo Serna (Fip. fundación de ideas para la Paz 2013), lo cual afectó la dinámica social y familiar.

La presencia de estos grupos se da por la cercanía a la Sierra Nevada de Santa Marta, de allí se alimentan de las drogas que producen, comercializan y exportan por la ruta del mar Caribe hacia Centro América con destino final los EE. UU., teniendo mayor fuerza en la Alta Guajira y de manera específica en los municipios de Maicao, Riohacha, Uribia y Dibulla; las actividades más recurrentes de esas bandas son el microtráfico y modalidades de extorsión. La violencia desplegada por las bandas criminales se explicaría en gran medida por la disputa de las bandas por el control del territorio y el negocio de tráfico de drogas.

La Guajira es un departamento limítrofe con la República Bolivariana de Venezuela, las Antillas, -Aruba y Curazao-, las bandas de narcotráfico utilizan los puertos naturales ubicados en el Cabo de la vela, Castillete y Punta Gallina. Se ha podido constatar que las bandas criminales tendrían alianzas con grupos delincuenciales al otro lado de la frontera, lo que ha facilitado el tráfico de drogas y otras actividades ilegales. Se puede afirmar que La Guajira se ha convertido en un corredor del narcotráfico por su posición estratégica del departamento.

La presencia de los grupos que generan la violencia, muerte y desplazamiento en este sector limítrofe, se alimentan y consolidan del mundo de las drogas, tráfico de armas, secuestro de personas y últimamente del tráfico del combustible venezolano, negocio que ha ido desapareciendo por la caída de la producción petrolera en el vecino país., agobiado por una crisis social y humanitaria.

Con base en la situación social descrita, el departamento de La Guajira, amerita una urgente atención de parte del Estado, de la fuerza pública de seguridad para un mejor control hacia las bandas narco criminales y para que pueda ser un territorio de paz y sana convivencia.

En la propuesta de una Escuela alternativa, se plantea una solución academicista, repensar el modelo educativo, político y económico. Pensar en una escuela transformadora a través de una agenda de diálogo social, en el que intervenga una pluralidad de voces -indígenas, afrodescendientes, desplazados, migrantes, sindicatos, instituciones estatales, privadas, es decir que exista comprensión de realidades para que realmente se vea la transformación de los Sistemas, sociales, políticos, educativos, ya no más paliativos, se necesitan hechos.

Se requiere un Sistema en el que el maestro recobre su identidad y deje de ser visto como un administrador u operador del currículo (políticas del neoliberalismo). El maestro debe ser generador de pensamiento, autocrítico, capaz de reflexionarse en su propia práctica pedagógica e investigativa.

Históricamente La Guajira ha estado impregnada por el mundo de las drogas, sin poder olvidar el de la famosa bonanza marimbera (década de los 70).

En lo que compete al accionar de la guerrilla específicamente del Frente 59, cuyas acciones en 2012 fueron ataques a la infraestructura y bienes dirigidos al Complejo carbonífero el Cerrejón (tanto a la mina como a la vía férrea).

Como se ha descrito el panorama no ha sido agradable debido a la presencia de grupos cuya fuente de financiación es la droga ilícita y el dominio territorial para poder operar. Esos flagelos alejan a La Guajira de ser destino turístico, hoy, se buscan espacios sanos, despejados de violencia, contacto con la naturaleza, silencio, entre otros disfrutes. Para lograr esos estados se requiere vincular al Sistema educativo, que interprete las realidades más cercanas y las convierta en objetos de estudio, se requiere de un Sistema que haga pedagogía para asumir los cambios, que sus actores sean multiplicadores de buenas prácticas, frente a este ideal Torres (2016) plantea que “La educación no es un problema de números, sino de significados existenciales. La educación es cultura, es la huella del ser humano” cobra significado porque no solo se necesitan personas que dominen lo cuantitativo, sino también de aquellas que manejen los valores, la ética, la convivencia, el respeto por la otredad.

Lo anterior facilitaría desarrollar una episteme que entienda otras formas de convivencia y subsistencia, en las que cobra importancia el turismo y el desarrollo endógeno, como perspectiva de aprovechar las riquezas culturales, lingüísticas, ambientales, poco conocidas como formas de esparcimiento. Un turismo propio que no recurra a las ‘moles’, que promueva el respeto por la madre tierra, el territorio ancestral, el agua, el aire, el sol.

A lo anterior se le suma los grupos culturales asentados en la Península, especialmente los wayuu, con una marcada tradición de saberes, con su propia interpretación de la vida y de la muerte, de los minerales, vegetales y animales.

Es una propuesta a largo plazo, hay que dar el primer paso, lo formativo no se agota en lo escolar; enseñar a vivir no es solo enseñar a leer, escribir y contar, no son solo conocimientos básicos de historia y geografía, ciencias sociales, y naturales. No es concentrarse en los saberes cualitativos ni dar prioridad a los saberes y formaciones profesionales especializadas, sino introducir una cultura de base que incluya el “conocimiento del conocimiento” (Morín, 2016). La invitación de Morín lleva implícita entender la educación no solo en y desde la escuela, la sociedad, también enseña, no solo se aprende en las cuatro paredes del claustro, la vida es un continuum, allí los aprendizajes son múltiples.

Lo expuesto por Morín permite fundamentar una propuesta investigativa, desde el doctorado como es incentivar una cultura turística desde la escuela, sobre una base teórica y epistémica.

Ahora bien, consolidar una cultura turística y de Paz vincula a varios actores, entre ellos los Territorios, los Sistemas educativos, económicos, la salud física, espiritual, mediante un enfoque humanista.

Otro componente temático del presente artículo, es trazar una transición del modelo económico que ha venido operando en los últimos 45 años en el departamento de La guajira, través de una ¨perspectiva socio pedagógica para la formación de una cultura turística y sostenible en las instituciones educativas del distrito turístico y cultural de Riohacha, La Guajira¨. Como propuesta para lograr tal fin es necesario la apropiar una cultura turística fundamentada en la educación.

Se vale creer y soñar por un departamento posicionado turísticamente. Mirar al mar para impulsar el desarrollo económico. Valorar la naturaleza como fuente de generación de riquezas.

El departamento de La Guajira en su Plan de Desarrollo (2017-2019) promueve este modelo económico.

El camino del desarrollo del Departamento, involucra acciones conjuntas para promover el crecimiento económico y social de la población, la formación de mano de obra calificada, el desarrollo del sector agropecuario y turístico impulsará la dinámica de competitividad regional, la eficiente inversión de recursos en sectores como salud, educación y agua potable, permitirán al Departamento reducir la pobreza y brindar a La Guajira, un Nuevo Tiempo para la reconciliación del Estado con la comunidad (p. 22).

Como se puede inferir del Plan de desarrollo departamental citado, uno de los componentes es el turismo, el cual forma parte de estas dinámicas para desarrollo social y económico, debe respetar las organizaciones territoriales locales, es decir, que el contexto prime sobre el texto. Por tal motivo la propuesta es la actividad turística como herramienta indiscutible para la Paz y el desarrollo económico departamental.

Desde épocas milenarias, La Guajira ha sido cuna de los wayuu, caracterizada por su espiritualidad, arraigo y amor a su territorio, el cual han defendido otrora y las más recientes de la presencia de grupos armados que han venido sembrando la violencia en todo el territorio nacional.

Esta investigación se concibe desde una perspectiva turística, ecológica y bioética, mediante el paradigma histórico hermenéutico, como lo plantea M. Martínez (2006) con su rigurosidad, criticidad, sistematicidad y complejidad, que permita mejorar la realidad, que viene siendo postulado de la filosofía Kantiana. Con estudio de caso y de campo. Para eso se necesita un nuevo paradigma, una nueva manera de pensar, percibir y valorar las riquezas naturales y paisajísticas que la madre naturaleza ha dotado a esta parte de la geografía colombiana.

La meta, es proyectar y posicionar el turismo como factor de desarrollo endógeno, económico y social, a través de una perspectiva socio-pedagógica para la formación de una cultura turística y sostenible en las instituciones educativas del Distrito turístico y cultural de Riohacha, La Guajira.

Salir de la dependencia de la economía del carbón y construir un nuevo modelo económico que no genere crisis ambiental, ya que no se habla de cambio climático sino de crisis ambiental, por la manera como los humanos hemos deteriorado los ecosistemas impuestos por las grandes capitales.

En suma, se necesita de una educación cuyo componente curricular transversal nos forme o eduque en la conciencia de un ser serti-pensante en pro de generar cambios en la sociedad para que podamos desarrollar una cultura por medio de la educación que nos permita vivir en una Paz estable y duradera que tanto anhelamos.

Referencias

Acuña, A. A. J. (2016). La escuela: territorio de paz. Una apuesta para el posacuerdo. Nodos y Nudos, 5(41), 85-89.

Conflicto armado en La Guajira y su impacto humanitario (2013). Consultado en: https://www.ideaspaz.org/publications/posts/525

Freire, P. (1997). La educación en la ciudad. Siglo XXI.

Gobernación de La Guajira (2017.2019). Plan de Desarrollo de La Guajira.

López-Jiménez, N. E., Castro-Javela, C. P., & Ramírez-Pérez, L. F. (2019). El maestro para la paz, la equidad y la reconciliación ¿un proceso posible? Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (Colombia), 15(1), 176-192.

Montenegro, D. D. (2005). La ciudad revisitada. Magazín Aula Urbana, (55), 7-7.

Morín, E (2002). Introducción a una política del hombre, Gedisa, Barcelona.

Pacheco, Í. T. (2016). La hermenéutica de Dilthey como método de comprensión del sujeto histórico: fundamento de una teoría de la gerencia educativa venezolana. SABER. Revista Multidisciplinaria del Consejo de Investigación de la Universidad de Oriente, 28(3), 608-614.

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R