Artículo de Investigación
Recepción: 15 Junio 2023
Aprobación: 28 Noviembre 2023
URL: http://portal.amelica.org/ameli/journal/670/6704682002/
DOI: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.20.32.2024.10-26
Cómo citar: Rocha, C. & Muñoz, M (2024). Las Redes Comunicativas para el Cambio Social, para la construcción de la paz y de gestión de los conflictos en los territorios. El caso de Yondó, Antioquia. Mediaciones, 32(20), pp.10-26.
Resumen:
En este artículo se hace un balance de lo que implican las Redes de Comunicación para el Cambio Social (RCCS) como escenario para la construcción de la paz y la gestión de los conflictos en los territorios. Este balance se hace identificando lo que es una red y una red comunicativa de esta naturaleza, las relaciones entre la RCCS y el tejido social, la importancia de esta Red para la paz democrática, la paz asumida como una construcción social y para el manejo colectivo de los conflictos en los territorios, la constitución de ciudadanías activas en la red, el empoderamiento social en este escenario y el poder de la red misma.
Este balance toma como base el proceso de investigación participativa llevado a cabo en Yondó, Antioquia, a lo largo de dos años, con líderes y lideresas sociales vinculados a diversas organizaciones sociales. Yondó es un territorio en el que se llevó a cabo el conflicto armado en Colombia y fue allí donde se constituyó la Red Ciudadana para la Paz en Yondó.
Al final se concluye con que estas RCCS son una posibilidad de construir comunidad a partir del diálogo de saberes y la interlocución directa entre los sujetos, en especial cuando éstas tienen como objetivo la construcción de la paz, como bien público, al hacerla parte de la esfera pública.
Palabras clave: Redes comunicativas, comunicación para el cambio social, paz, gestión de los conflictos.
Abstract:
This article takes stock of what the Communication Networks for Social Change (RCCS) imply as a scenario for the construction of peace and the management of conflicts in the territories. This balance is made by identifying what a network is and a communicative network of this nature, the relations between the RCCS and the social fabric, the importance of this Network for democratic peace, peace assumed as a social construction and for collective management. of the conflicts in the territories, the constitution of active citizenships in the network, the social empowerment in this scenario and the power of the network itself.
This balance is made based on the participatory research process carried out in Yondó, Antioquia over two years, with social leaders linked to various social organizations. Yondó is a territory where the armed conflict in Colombia took place and it was there that the Citizen Network for Peace in Yondó was established.
In the end, it is concluded that these RCCS are a possibility of building a community based on the dialogue of knowledge and direct dialogue between the subjects, especially when they have the objective of building peace, as a public good, by making it part of the community. public sphere.
Keywords: Communication networks, communication for social change, peace, conflict management.
Resumo:
Este artigo faz um balanço do que implicam as Redes de Comunicação para a Mudança Social (RCCS) como cenário para a construção da paz e a gestão dos conflitos nos territórios. Este balanço faz-se identificando o que é uma rede e uma rede comunicativa desta natureza, as relações entre a RCCS e o tecido social, a importância desta Rede para a paz democrática, paz assumida como construção social e para gestão colectiva. os conflitos nos territórios, a constituição de cidadanias ativas na rede, o empoderamento social neste cenário e o poder da própria rede.
Este balanço é feito a partir do processo de pesquisa participativa realizado em Yondó, Antioquia, durante dois anos, com lideranças sociais vinculadas a diversas organizações sociais. Yondó é um território onde ocorreu o conflito armado na Colômbia e foi lá que se estabeleceu a Rede Cidadã pela Paz em Yondó.
No final, conclui-se que estes RCCS são uma possibilidade de construção de uma comunidade baseada no diálogo de saberes e no diálogo direto entre os sujeitos, sobretudo quando têm como objetivo a construção da paz, como bem público, ao torná-la parte da a comunidade esfera pública.
Palavras-chave: Redes de comunicação, comunicação para a mudança social, paz, gestão de conflitos.
Introducción
Hace más de setenta años se ha venido consolidando en el continente latinoamericano un campo de la comunicación denominado comunicación participativa, que incluye la comunicación popular, para “otro” desarrollo – en el que se encuentra la comunicación para el cambio social y la comunicación para el buen vivir-, lo mismo que la educomunicación (Rocha, 2022).
Este campo posee varias características: a) nace de los mismos sujetos y sectores sociales; b) desarrolla procesos comunicativos en los que hay interacción, pero especialmente en ellos se hace explícita la interlocución entre quienes son partícipes; c) son procesos horizontales en los que los que no hay relaciones de dominación sino una búsqueda del poder colectivo; d) se manifiesta a través de las expresiones de los sectores populares urbanos, rurales, y de las diferentes expresividades de los movimientos sociales y demás formas de acción colectiva; e) involucra prácticas mediáticas alternativas, ciudadanas y populares que persiguen cambios sociales significativos para quienes se involucran en estos procesos y para la sociedad en su conjunto; f) es una comunicación que se construye en procesos sociales, y al tiempo, también es una comunicación que ayuda a construirlo; y g) es una comunicación eminentemente conflictiva, dado que ha nacido de las desigualdades e inequidades sociales, políticas y económicas, y busca enfrentar y evidenciar los diferentes conflictos que emanan de esas problemáticas.
Es en ese último punto en el cual se centra este texto. La comunicación para el cambio social, y en general todas las prácticas de este campo de la comunicación, ha estado muy presente tanto en la búsqueda de la construcción de la paz como en la gestión de los conflictos en diferentes escenarios, territorios y momentos históricos.
A diferencia de los estudios que se hacen desde el campo de la comunicación tradicional, centrados, por ejemplo, en las prácticas periodísticas en medio de procesos de paz, en los efectos de las redes sociales en este período, y en el contenido de los medios masivos en relación a la paz y el posconflicto (Roncallo et al., 2019), en los procesos comunicativos participativos se acompañan y reconocen prácticas y dinámicas de medios, portales y/o procesos sociales en los que se construye la paz o se gestionan los conflictos para mejorar la convivencia.
Podemos decir que en este campo de la comunicación participativa hay cinco grupos de estudios, prácticas mediáticas y dinámicas comunicativas que son reconocidas. El primer grupo se enfoca en la identificación de medios, secciones o programas que trabajan el tema de la paz y de los conflictos. El Centro de Pensamiento en Comunicación y Ciudadanía (CPCC), de la Universidad Nacional de Colombia, encontró que hay varias experiencias en Colombia de medios y estrategias que promueven la recuperación de la memoria del conflicto armado colombiano (Gamba et al.,2018). Tal es el caso de Historias del conflicto, un espacio radial en el que se habla del conflicto armado, con la participación de sectores académicos y de miembros de la sociedad civil. También se encuentra Hagamos memoria, una iniciativa de Canal Capital —un medio de la ciudad de Bogotá, de carácter público—, que apostó por contribuir a la memoria del país con crónicas y reportajes sobre lo acaecido en el conflicto armado, desde la perspectiva de las víctimas. De igual forma, Contravía, una serie periodística - investigativa, auspiciada por la Unión Europea, que fue un espacio televisivo semanal especializado en mostrar la vulneración de los derechos humanos en el marco del conflicto armado colombiano. Este programa se convierte en sí mismo en la memoria del conflicto armado colombiano.
El segundo grupo lo constituyen las experiencias de medios alternativos que apuestan por la paz y se reconocen como constructores de esta. Uno de ellos es El Turbión, medio de comunicación alternativo e independiente en la web, que trabaja por hacer visibles los movimientos sociales en el país y poner sobre relieve los conflictos de las comunidades más vulnerables, entre ellas, las víctimas del conflicto armado. Hay otros medios en la web como ¡Pacifista! que busca, más bien, hacer visibles iniciativas en pro de la paz; el portal Verdad Abierta, que nace a partir de la reinserción de las Autodefensas Unidas de Colombia — reconocidas por ser grupos paramilitares—, en el que se analizan temas coyunturales de los procesos de reinserción y de paz y conflicto.
En el tercer grupo se identifican medios y procesos comunicativos comunitarios, ciudadanos y para el cambio social que han asumido, por decisión propia, el conflicto como temática a tratar en sus agendas, en tanto que lo han vivido y porque se plantean la superación de los hechos victimizantes. En cuatro proyectos realizados con estos medios comunitarios y escolares colombianos —uno desarrollado en el departamento del Huila, dos en Cundinamarca y uno en Bogotá—, encontramos que el reto ya no es pensar la participación en la radio comunitaria o escolar, o a través del video, sino propiciarla a través de la construcción de piezas sonoras y audiovisuales y en la interlocución directa (Rocha, 2009)(Rocha et al.,2010)(Rocha, 2016)(Rocha et al., 2016). La estrategia fue asumir el conflicto como posibilidad de acción colectiva y de desarrollo social y humano. Hacer público el conflicto fue una estrategia positiva en la mayoría de las experiencias desarrolladas. En estos casos los conflictos se convirtieron en la posibilidad de acción colectiva.
El cuarto grupo está conformado por las experiencias de colectivos de comunicación de algunos de los territorios en los que se presentó el conflicto armado, y dinámicas sociales que hacen uso de este tipo de comunicación. Hay experiencias que se han concentrado en las potencialidades de sus territorios y en la recuperación de la memoria para hacerle frente al conflicto y para construir la paz. Ya son muy reconocidos proyectos comunicativos como los desarrollados en Montes de María, a través del Colectivo de Comunicación de Montes de María Línea 21, que ha hecho un trabajo de fortalecimiento de la identidad y de la recuperación de la memoria digno de imitar (Ceraso, 2021)(Quijano, 2020); en el piedemonte amazónico, con la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes (González, 2007) y algunas experiencias en el Magdalena Medio, con la Red de Radios Comunitarias del Magdalena Medio (Durán, 2011) y el colectivo de comunicación Sombrero, Pescao’ y Tambo’, en Simití, en el sur de Bolívar. Hay otras experiencias que no son de colectivos de comunicación, pero sí desarrollan acciones comunicativas para el cambio social, como las madres de la Candelaria, en Medellín, y las madres de Soacha, en Cundinamarca, las dos en Colombia (Tamayo y Navarro, 2017). Así mismo son conocidos los grupos de mujeres que hacen memoria con los tejidos, como el Costurero de Suba, Mujeres haciendo memoria y las costureras de Mampuján (Belalcazar y Molina, 2017), entre otras. Estas iniciativas han intentado, con mucho éxito, hacer memoria y reconstruir el tejido social, para revincular a la comunidad, alentando la solidaridad, el respeto mutuo y la confianza.
Y el quinto grupo lo conforman las iniciativas que se han desarrollado en el mundo, en las que se hace una pedagogía de la paz y se trabaja por movilizar procesos de gestión de los conflictos a través de medios o de formación en medios. En América Latina y en España se viene realizando un trabajo formativo y pedagógico significativo, como, por ejemplo, el de la Escuela de Noticias, en Campo Limpo, Sur de Sao Paulo (Brasil), en el que se desarrollan proyectos para la educación ciudadana e inclusiva (De Paula Xavier y De Matos Xavier, 2015); en esta misma línea, se cuenta el trabajo desarrollado en el municipio de Antiguo Cuscatlán, de El Salvador, llamado Conéctate con la paz, en el cual se utilizó la comunicación para prevenir la violencia y construir una cultura de paz (Gómez, 2015); y proyecto que se llevó a cabo en la Comunidad Autónoma de Galicia, realizado por la Asociación Gallega de Reporteros Solidarios, en formación en medios para la inclusión y el análisis crítico del discurso mediático (Novas, 2015).
Estos antecedentes denotan el desarrollo que ha tenido la comunicación participativa en relación con procesos de construcción de paz, gestión de conflictos, posacuerdo o posconflicto en el país y en el mundo.
En este artículo presentamos una sexta perspectiva de trabajo en comunicación participativa y para el Cambio Social en pro de la construcción de paz y manejo de los conflictos: se trata de la constitución de Redes Comunicativas para el Cambio Social (en adelante RCCS). Como veremos, las RCCS son espacios de construcción de tejido social a partir de la vinculación o revinculación comunicativa, en pro de la paz y la búsqueda de cambios sociales en los territorios.
Metodología
La metodología de trabajo empleada fue la Investigación Acción Participativa (o IAP, como se conoce popularmente), creada por Orlando Fals Borda en los años sesenta en nuestro medio (Fals Borda, 1987). La IAP una metodología inscrita en las llamadas ciencias sociocríticas o críticas. Estas ciencias, en opinión de Habermas, contribuyen a la conciencia crítica, la reflexión y la autorreflexión del sujeto para transformar su vida (Habermas, 1992).
Esta es una metodología que posee varias características clave: a) no hay una división entre el “sujeto” y el “objeto” de la investigación, por eso, en esta perspectiva de investigación los grupos humanos se convierten en investigadores, tanto como los académicos; b) todos los saberes entran en juego, tanto los saberes populares como los académicos; c) en la IAP se habla de praxis social o de socio praxis ( Rodríguez Villasante, 2006). En últimas de lo que hablamos con esta denominación es de la transformación de las situaciones que los habitantes de un territorio han vivido; y d) es un proceso eminentemente participativo, en el que tienen cabida todos los involucrados en una dinámica de transformación.
Esta investigación participativa se desarrolló durante dos años, entre el 2018 y el 2019, en el municipio de Yondó, Antioquia (Colombia), ubicado en la región del Magdalena Medio colombiano. Es un municipio que ha sido castigado por el conflicto armado durante décadas. En este territorio se han presentado acciones armadas de todos los grupos armados, legales e ilegales. Hoy es considerado uno de los 170 municipios PDET (en los que tienen o tendrían lugar los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial), considerados así porque en estos tuvo lugar el conflicto armado entre las Farc-Ep y el gobierno nacional (véase Figura 1)
El proyecto se desarrolló en tres fases, a saber: 1. Reconocimiento de las formas de relación y de acción, y de los aprendizajes construidos por las organizaciones sociales y los colectivos de comunicación, en el contexto del conflicto, a partir de la reconstrucción de la memoria colectiva; 2. Construcción colectiva de diagnósticos territoriales para identificar fortalezas, debilidades y potencialidades, sobre la participación y la configuración de ciudadanía en los territorios, desde la perspectiva de quienes los habitan; y 3. Construcción colectiva de iniciativas y proyectos de gestión territorial para el fortalecimiento de la ciudadanía y las organizaciones sociales.
En la primera fase se recurrió a la Recuperación Colectiva de la Historia y la Memoria, RCHM, como herramienta metodológica. En la segunda fase se trabajó con sociogramas, que son grafos de redes sociales, realizados por los mismos participantes. Y en la tercera fase, se utilizaron las matrices de reflexión, los sociogramas, pero en prospectiva, y la cartografía social, como herramienta para identificar relaciones en el territorio.
En este proyecto participaron cerca de 40 líderes y lideresas pertenecientes a organizaciones o colectivos de mujeres, jóvenes, desempleados, víctimas del conflicto armado, campesinos, pescadores, docentes, estudiantes, credos religiosos y otros movimientos sociales.
Resultados
Construcción y reconstrucción del tejido social. Lo que implica una red comunicativa
En la primera fase de la investigación, denominada “Reconocimiento de las formas de relación y de acción, y los aprendizajes construidos por las organizaciones sociales y los colectivos de comunicación, en el contexto del conflicto, a partir de la reconstrucción de la memoria colectiva” se trató de indagar sobre cómo se conformó el tejido social en Yondó, a través de la construcción colectiva de una línea de tiempo en la que se enfatizó en la vida asociativa y colectiva (véase Figura 2)
La vida institucional de Yondó se ha constituido gracias a la acción colectiva de muchos habitantes de la zona. En toda la década del 70 se realizaron algunas acciones colectivas significativas que dieron paso a la constitución del municipio, pero sin una organización propiamente dicha. A pesar de esto, se fue gestando la organización social a partir de algunas de estas acciones, que fueron muy representativas.
En general, las organizaciones sociales y las movilizaciones campesinas han estado presentes en estas últimas décadas, pero en los 80 estuvieron permeadas por los grupos insurgentes. Es tan así que se considera que en los 80 se sintió más fuerte el actuar de la insurgencia que del propio paramilitarismo. En la década mencionada, la represión del Estado fue evidente en la medida en que la organización social fue creciendo.
En la década de los 90, hubo más organización, pero, a la vez, más desarticulación y menos participación, lo que se considera como una debilidad en las organizaciones. La participación es un proceso de construcción colectivo. No hubo mucha participación por la presencia de poderes en el territorio, lo que debilitó la organización, la relación con el territorio y entre los sujetos políticos.
Las organizaciones sociales estuvieron muy articuladas en los 60, 70 y 80, pero después de los 90 cada una fue realizando su propio trabajo. Aparecieron más organizaciones con menos articulación e, incluso, hubo disputas y conflictos entre ellas.
En la primera década del dos mil, los grupos paramilitares impusieron su poder a través de un orden que buena parte de las organizaciones sociales tuvo que aceptar. Por supuesto, no ocurrió lo mismo con todos los grupos; por ejemplo, la Asociación Campesina del Valle del Cimitarra (ACVC), compuesta por campesinos, muchos de ellos desplazados por el conflicto armado, se organizó para resistir social y políticamente ante la arremetida de los poderes hegemónicos.
En suma, en Yondó aún existe una dinámica asociativa que surgió en el año 1978, pero que se registra incluso desde que era parte del municipio de Remedios, también de Antioquia. Esa asociatividad se ha visto afectada por el conflicto armado en Colombia, en especial por la presencia de los grupos armados. Según el Registro Nacional de Víctimas, en Yondó se han presentado 6 529 víctimas, de las cuales 6 407 son del conflicto armado. Hay 5 973 víctimas sujetas de atención y hay 434 víctimas directas de desaparición forzada y homicidios. Estas cifras demuestran cómo la población de Yondó ha sufrido el conflicto armado a lo largo de varias décadas y que este, por supuesto, ha incidido directamente en la construcción del “nosotros” en estos territorios.
Este recorrido pone de presente la necesidad de construir o reconstruir el tejido social en procesos de paz o de posacuerdo o posconflicto. Como vimos, en esta experiencia se han tejido muchas relaciones sociales y colectivas, pero se han roto por la misma dinámica de la guerra. Así, uno de los retos de la comunicación para el cambio social, y en general para el campo de la comunicación participativa, es contribuir a generar esos vínculos entre los sujetos sociales, de tal forma que se constituyan unas relaciones significativas en los territorios en los que se llevó a cabo el conflicto armado.
Por lo anterior surgió la idea de crear la Red Comunicativa para el Cambio Social (RCCS).
Primero, es necesario preguntarnos qué es una red. Una red social es una estructura social compuesta por un conjunto de actores, constituida por las relaciones entre ellos. Hoy se habla de redes sociales como las relaciones establecidas en el mundo digital, pero las redes sociales siempre han existido, son parte de la vida en sociedad. Por eso podemos decir también que las redes sociales son el conjunto de relaciones o de capital social con el que convivimos en una sociedad.
Ahora, si nos referimos a las Redes Comunicativas para el Cambio Social, este concepto ya implica la vinculación o revinculación de los actores sociales a redes de acción colectiva a través de procesos comunicativos para transformar los territorios y las diferentes realidades de las que son parte, o han hecho parte, los actores sociales. Lo anterior implica que las RCCS son construcciones sociales en las que se reconfigura el mismo tejido social. No se trata de hacer análisis de redes – con amplia trayectoria investigativa en las ciencias sociales (Aguirre, 2011)- sino de configurarlas a partir de la interlocución entre los sujetos.
Esta es una red comunicativa que busca tejerse desde las subjetividades y racionalidades de los sujetos, del sentipensamiento, diría Fals Borda (2009), partiendo de las necesidades, expectativas, realidades y búsquedas de los actores sociales de un territorio. Es un espacio en el que los actores sociales, a partir de una dinámica de interacciones, relaciones e interrelaciones, se convierten en sujetos o agentes de su propio buen vivir o del desarrollo local, regional, nacional o internacional, si ese fuese el caso.
Las RCCS son conductos invisibles y visibles articulados entre sí, por donde viaja una especie de energía social, que tiene la capacidad de propiciar la participación ciudadana en un espacio determinado y, por tanto, de producir un efecto o cambio de estado en el capital social, lo que implica su transformación en acciones de relación (interlocución) que benefician a los actores colectivos o individuales (interaprendizaje), según los intereses, recursos, sentires, percepciones y lógicas de vida.
En el caso que nos ocupa, se creó la Red Ciudadana para la construcción de la paz en Yondó (véase Figura 3), en la que se vincularon y revincularon campesinos, jóvenes, trabajadores de las empresas petroleras, grupos feministas y de víctimas, entre otros, a la construcción de la paz en estos territorios. Toda red contiene nodos, que son los actores sociales, y líneas, que son las interacciones y las relaciones. Tanto los nodos como las líneas fueron objeto de diálogo y conversación.
En la conversación surgió la construcción de una propuesta de acción colectiva en red, denominada Red Ciudadana para la construcción de la paz en Yondó. Esta partió de la necesidad de construir un espacio de articulación social y organizativa en el que cada uno de los participantes pudiese construirse colectivamente con los demás, y a la vez fortalecer los procesos organizativos propios.
Humberto Maturana (1998) afirmaba que siempre estamos conversando, pero que esta conversación se presenta “en el operar de coordinaciones de coordinaciones conductuales consensuales recurrentes” (Maturana, 1998, p. 42-43). Eso quiere decir que en la conversación se produce un entrelazamiento en el que se ponen en juego las cosmovisiones y las emociones. La conversación, pues, produce el vínculo en la red. Es un vínculo que nace de expectativas individuales o grupales, pero que se convierte en tejido social porque hace parte un entramado colectivo.
Los líderes y las lideresas de Yondó encontraron en esta red la posibilidad de comunicarse con otros con quienes en el pasado se habían considerado enemigos, con quienes conocían, pero no reconocían como sujetos de ese territorio, o con quienes desconocían por diferentes razones. Y en ese proceso comunicativo se fueron creando relaciones e interrelaciones en pro de un bien común: la paz en este territorio. Entonces a la red comunicativa se le dio un sentido colectivo que, de un lado, era el resultado de múltiples sentidos en la red, y de otro lado, era el propósito común que propiciaba nuevos vínculos a ella.
La paz democrática y la construcción de paz desde las RCCS
En Colombia estamos en un período bastante particular, lo llaman el posconflicto, que es la etapa posterior al Acuerdo de Paz entre el gobierno nacional y las Fartc-Ep. A este período preferimos llamarlo “posacuerdo”, porque siempre existirán conflictos en la sociedad, y, de hecho, han surgido nuevas conflictividades sociales con la reincorporación de este grupo guerrillero a la vida civil y con la llegada de otros actores armados a los territorios en los que se dio el conflicto armado.
En el posacuerdo se estipuló que los acuerdos de paz deben ser implementados en un período de quince años. El Acuerdo de Paz fue firmado en el año 2016, por lo que ya casi se cumple la mitad de ese período de implementación. No es un objetivo de este texto hacer un balance de esta etapa, pero sí resulta relevante reconocer que se han alcanzado algunos logros parciales, en cuanto a la reforma rural integral, a la dejación de armas y a la justicia transicional, pero aún hace falta mucho camino por recorrer en esos mismos ámbitos y en otros (Betancur-Restrepo y Rettberg, 2023).
La construcción y reconstrucción de RCCS se inscriben en este momento histórico. Por tal razón, la paz no se asume como ausencia de violencia o paz negativa (Boulding, 1978), sino que se acerca más a asumir la paz como la ausencia de condiciones estructurales para la convivencia, como la justicia social, tal como lo define Galtung (1996). Sin embargo, hay dos conceptos sobre la paz en los que tienen sentido las RCCS, como son la perspectiva transformativa y constructiva de la paz, y la idea de la paz democrática.
El primero es el concepto de paz transformadora y participativa, de Esteban Ramos (2015). En esta mirada, la paz es un proceso social en continua transformación que se lleva a cabo en la interacción y la relación sinérgica. Eso significa que la paz no es una situación estática, sino dinámica. Ese dinamismo y esa transformación permanente nos llevarían a asumir la construcción de la paz como un proceso de convivencia y de gestión progresiva y constante de las conflictividades sociales. Las RCCS se convierten en una posibilidad de generar relaciones sinérgicas entre los actores sociales para entre todos construir la paz y afrontar las conflictividades de manera colectiva, desde distintas orillas ideológicas, y desde distintas prácticas y estrategias.
El segundo concepto es el de la paz democrática que, en palabras de Boaventura de Sousa Santos (2017), es “una paz orientada a consolidar y ampliar la democracia, esto es, otorgarle más intensidad a la convivencia democrática de baja intensidad actualmente vigente” (p. 273). Diciéndolo en otras palabras, es un proceso en el que los actores de estos territorios, que incluyen a excombatientes, así como al estado o a las organizaciones sociales, gestionan sus conflictos de una manera pacífica y democrática. En últimas, lo que se persigue con una paz democrática es consolidar la democracia y en concreto la democracia vivida desde los mismos actores sociales.
Una de las grandes consecuencias del conflicto armado es la poca o nula autonomía de los habitantes en los que se vivió el conflicto armado. Eso conllevó a una ausencia de democracia, entendida como la posibilidad de participar de los asuntos públicos en estos territorios. Las RCCS permiten y facilitan la participación de diferentes actores desde diferentes roles.
En Yondó, por ejemplo, el conflicto armado privó a las organizaciones sociales de ejercer su autonomía. Aunque se han realizado elecciones en los 35 años que llevan como municipio, no ha habido libertad para decidir sobre el presente y futuro. La Red Ciudadana para la construcción de la Paz les ayudó a participar de una manera distinta, cada cual desde el lugar que quería ocupar y con las relaciones que quisieron construir en el presente y en prospectiva.
En el desarrollo de la segunda fase del proyecto, surgió entre los participantes la percepción de poca autonomía debido a la dependencia de la administración municipal y como consecuencia del conflicto armado. Se concluyó que la desconfianza era una de las causas de esta situación. La guerra ha fragmentado las relaciones entre las organizaciones por acusaciones mutuas de pertenecer a uno u otro grupo, y por los individualismos propios del sistema económico y político actual. Todos estuvieron de acuerdo con que este es un momento histórico para restablecer las relaciones en torno a la construcción de la paz en este territorio.
El tema de la dependencia de la alcaldía y Ecopetrol – compañía de orden nacional, dedicada a la explotación, producción, transporte, refinación y comercialización de los hidrocarburos, que desarrolla sus actividades en este municipio colombiano- fue discutido desde varios frentes. Hay quienes aseguraron que era imposible salirse de esta relación porque Yondó dependía de su alcaldía y de la ayuda de Ecopetrol, pero otros aseguraron que era hora de transformar esas relaciones y de construir unas en las que se trabaje conjuntamente por el bien de los habitantes de este municipio.
La constitución de ciudadanías activas o de alta intensidad en la red
En la primera fase de esta investigación participativa en Yondó: “Reconocimiento de las formas de relación y de acción, y los aprendizajes construidos por las organizaciones sociales y los colectivos de comunicación, en el contexto del conflicto, a partir de la reconstrucción de la memoria colectiva”, y en la segunda fase: “Construcción colectiva de diagnósticos territoriales para identificar fortalezas, debilidades y potencialidades, desde la perspectiva de los participantes sobre la participación y la ciudadanía en los territorios”, se realizó un diagnóstico colectivo sobre las ciudadanías presentes en la dinámica social del municipio y se encontró que hay dos tipos de ciudadanías muy comunes en este territorio: las ciudadanías del desorden y las de baja intensidad.
Las ciudadanías del desorden son, en opinión de Rocha y Ortiz (2017), aquellas que han sido constituidas ante la ausencia del Estado y por la dinámica de los sujetos. Estas ciudadanías se basan en las micro negociaciones en lo privado y en lo público, y son de carácter semipúblico y semiprivado, buscando la supervivencia personal y hasta grupal, en algunos casos.
Las ciudadanías de baja intensidad son aquellas que acogen especialmente los deberes establecidos. Es un “ciudadano siervo”, como lo llama Juan Ramón Capella (2006), caracterizado por la sumisión y el aconductamiento. La calidad del ciudadano se define más por los deberes que por los derechos que se asumen. Se valora al ciudadano por su docilidad y se critica al ciudadano por hacer visibles sus derechos.
Los líderes con quienes trabajamos consideran que por mucho tiempo fueron ciudadanos de baja intensidad, y tal vez fue así porque se limitaban a cumplir con lo establecido, pero a la vez fueron ciudadanos del desorden dado que su acción también se circunscribía a otras reglas de juego, las de la subversión y las de los grupos paramilitares.
Sin embargo, también han sido ciudadanos de alta intensidad, como los llama Aguiló (2009). La ciudadanía de alta intensidad implica la repolitización de la sociedad y la construcción colectiva de reglas de juego en los territorios. Son ciudadanos capaces de hacerse cargo de su convivencia, gestionando colectivamente sus conflictos, desde los privados hasta los más públicos y desde los personales hasta los territoriales y colectivos. Los líderes y las lideresas de Yondó identificaron esas ciudadanías en la constitución del municipio y en algunos momentos históricos en los cuales se conformaron movimientos sociales de resistencia, como uno campesino, luego del Acuerdo de Paz entre el gobierno y las Farc-Ep.
En la tercera fase, denominada “Construcción colectiva de iniciativas y proyectos de gestión territorial para el fortalecimiento de la ciudadanía y las organizaciones sociales”, surgió la idea de la Red Ciudadana para la construcción de la paz en Yondó. Esta partió de la necesidad de construir un espacio de articulación social y organizativa en el que cada uno de los participantes pudiera construirse colectivamente con los demás, y a la vez fortalecer los procesos organizativos propios. Lo llamaron “Red Ciudadana” porque buscaban constituirse como ciudadanos más activos e intensos en pro de la paz en este territorio.
Así, las RCCS son espacios para la constitución de ciudadanías activas e intensas. En una red de esta naturaleza se fortalece la construcción de ciudadanías desde abajo, se puede recuperar el potencial emancipador de los ciudadanos, revalorizar los espacios y escenarios como el barrio, la escuela, la familia, la producción, y las escalas de acción política, como las locales, regionales, nacionales, continentales y globales. Las RCCS se convierten así en espacios de construcción ciudadana, en los cuales la esfera pública no solo aparece, sino que se crea y reconfigura en la participación realmente ciudadana.
En las RCCS pueden participar actores de distinta índole, como organizaciones sociales tradicionales, como las Juntas de Acción Comunal, o más alternativas, como los colectivos de distintos matices, los movimientos sociales, las agrupaciones menos formales y las más formales, lo mismo que los individuos no incluidos en ninguna organización. La participación ciudadana pasa por la necesidad de manifestar y negociar sentidos con otros y de actuar en la esfera pública a través de mecanismos y estrategias de todo tipo, incluyendo las simbólicas, de tal forma que lo público sea construido desde la interlocución individual y colectiva.
El poder de la red o la red empoderada
En Yondó, y en buena parte de los 170 municipios en los que se llevó a cabo el conflicto armado en Colombia, el poder lo tuvieron los grupos armados y se ejerció a través de la violencia, la coacción y la dominación. Era un poder que buscaba la disciplina social, al estilo de lo mencionado por Foucault (2002), en la que el control se ejercía de manera directa e indirecta, en la búsqueda de la imposición de un orden social.
Pero esa no es la única manera de ejercer el poder. Manuel Castells (2012) se ha referido, desde hace un tiempo, a la comunicación y el poder en la sociedad red. En su opinión, la sociedad red es la estructura social resultante de la interacción entre organización social, cambio social y el paradigma constituido en torno a las tecnologías digitales de la información y la comunicación. La sociedad red tiene tres características: a) flexibilidad; b) adaptabilidad; y c) capacidad de supervivencia. Esas tres características hacen de esta sociedad actual una que cambia regularmente y que aprende paulatinamente a convivir con distintos, en espacios y escenarios digitales y vivenciales, como por ejemplo las redes mediadas por tecnologías de la información y la plaza pública.
Castells asume que hay cuatro relaciones de poder en la sociedad red: a) el poder de conectar en red; b) el poder de la red; c) el poder en red; y e) el poder para crear redes. De hecho, en este milenio, los movimientos sociales contemporáneos y las otras formas de acción colectiva han ejercido algunas de estas relaciones de poder, como es el caso de la revolución de Egipto, de los indignados en España, los movimientos estudiantiles en Chile y Colombia, y los movimientos en contra de la violencia contra la mujer, entre otros (Castells, 2015).
En el caso de la Red Ciudadana para la Paz en Yondó, el poder se centró, en primer lugar, en la misma red porque ese tejido social se viene convirtiendo en un espacio de diálogo, conversación y reflexión sobre ese territorio y son pocos los espacios que hay en el municipio con estas características; en segundo lugar, los miembros de esta red han ido descubriendo el poder en red y el de la conexión de esta Red, dado que las acciones y los intereses de los actores sociales ya no están aislados, sino articulados y reconocidos por otros miembros de la Red, y ya existen acciones comunes en red que contribuyen a la construcción de la paz y al fortalecimiento de las iniciativas específicas.
Así, el poder en la sociedad red se percibe en la capacidad para construir redes y para programar/reprogramar estas según los objetivos que se asignen, y la capacidad para conectar diferentes y asegurar su cooperación compartiendo objetivos y combinando recursos.
En las RCCS el poder se ejerce desde cada una de las conexiones de la red, en la interacción, la interlocución y en las relaciones construidas en esta. Ese tejido social, hilvanado a partir de flujos comunicativos en los que circula información, conocimiento científico, saberes populares, ancestrales, sentires y pensares, se va convirtiendo en poder cuando se genera un propósito común y hay cooperación para hacer posible ese objetivo colectivo. Las RCCS son un escenario propicio para potenciar los diálogos de saberes en medio de las dinámicas conflictivas o de violencia o posterior a ellas. Los diálogos de saberes se convierten en sí mismos en un poder porque son parte del proceso para alcanzar la cooperación y porque en ese intercambio los sujetos se van empoderando.
Las RCCS solo adquieren poder si hay cooperación, entendiendo esta como el conjunto de acciones que se realizan con el objetivo de alcanzar un propósito común o colectivo. Y solo se coopera si hay confianza entre los miembros de una red. Es lógico que si la RCCS tiene que ver con un proceso de paz, y se construye en un momento como el del posacuerdo o posconflicto o está enfrentando una conflictividad social, surjan desconfianzas entre los actores sociales. La violencia y la gestión inadeacuada de los conflictos genera temor y alta desconfianza. Luhmann (1996) mencionó que la desconfianza genera más incertidumbre y la confianza provoca una reducción efectiva de la complejidad. Eso quiere decir que la confianza tiene un tanto de expectativa y mucho de certeza. Es una apuesta que se hace en el presente, teniendo en cuenta el pasado, y mirando hacia el futuro (Figura 4).
Las RCCS son una posibilidad de acción conjunta, que supone la constitución de lazos de confianza. La única manera para que se dé la confianza, es otorgándola, haciendo compromisos grupales, de tal manera que se puedan verificar y reflexionar sobre ellos.
El mayor poder de las RCCS es el empoderamiento social que se construye en la interlocución, en las sinergias alcanzadas, en la negociación de sentidos y significaciones compartidas, y en el cambio o transformación lograda.
Conclusiones
Las conclusiones son cuatro: la primera es que las Redes Comunicativas para el Cambio Social vienen a convertirse en otra manera de hacer “comunidad”. Por mucho tiempo, la comunidad se constituía y se sigue constituyendo en muchos rincones del mundo a partir de las relaciones de vecindad y/o de proximidad cultural o geográfica. Lo “común” era para muchos y, es para otros, el espacio compartido o la cultura e identidad que une a un conglomerado humano.
Hoy las identidades y las culturas son múltiples y los espacios-tiempos son también distintos, como resultado de las migraciones y los desplazamientos, lo mismo que de la globalización económica y la mundialización de la cultura. En muchos casos, estamos conviviendo con una sociedad diferente a las anteriores, como ha ocurrido en la historia de la civilización humana, en la que han surgido nuevas ciudadanías y formas de estar y vivir en el mundo. Y, al tiempo, hemos convivido con grupos humanos que se han constituido a partir de las cosmovisiones compartidas, como los pueblos originarios.
Lo anterior genera unas nuevas necesidades comunicativas como la del reconocimiento mutuo y de la otredad, y la de desarrollar muchos más diálogos de saberes o ecologías de saberes, como las llama Boaventura de Sousa Santos (2010). La comunicación para el cambio social hoy podría alimentarse y construirse desde la mirada de la otredad y la negociación de sentidos y no tanto desde la perspectiva de lo común como algo preexistente. Lo común se hace o se genera en el diálogo de saberes, en escenarios como las Redes Comunicativas para el Cambio Social.
Ahora, en segundo lugar, las RCCS son vitales para la negociación de sentidos y la creación y recreación de la esfera pública. La paz es un bien común que debe hacer parte de la esfera pública, gracias a gestión de la misma sociedad. Las RCCS son espacios ideales para esa gestión/construcción de la paz y para afrontar comunicacionalmente las conflictividades sociales. Si la sociedad se hace cargo de sus conflictos y de construir la paz, se convertirá en una ciudadanía no solo activa, sino propositiva e intensa.
Por tanto, las ciudadanías intensas se constituyen también en procesos comunicativos para el cambio social, como las RCCS, en el que puedan reconocerse, rehacerse en el plano de lo público y concretarse en estrategias, propuestas y acciones concretas.
En tercer lugar, es necesario que en estos procesos el poder no se delegue o se desprecie, sino que se produzca en la interlocución directa entre los actores sociales. Las redes cuentan con características que pueden contribuir a la generación de poder social, como el descentramiento o la ausencia de centralidades, la elasticidad, la fluidez, la reticularidad – la configuración de muchos a muchos- y la adaptabilidad a diferentes contextos y tiempos. Todo lo anterior sumado a la necesidad de contar con propósitos comunes, que partan no solo de las expectativas colectivas, sino también de las realidades de los grupos y los individuos.
Las RCCS pueden convertirse en espacios de construcción de poder social, como fue el caso presentado en Yondó, Antioquia, en el que los partícipes logran empoderarse de su papel como ciudadanos al vincularse a la red, al interactuar en ella, y en el momento en que acogen a la paz como suya.
Si la paz es una construcción social permanente de cambios y transformaciones de la vida y la convivencia, y los conflictos son procesos de interacción antagónica entre partes, pero son co-construidos por ellas, las Redes Comunicativas para el Cambio Social pueden convertirse en el escenario ideal para su gestión y manejo por las condiciones ya presentadas y especialmente porque son los mismos actores sociales quienes se harían cargo de ello.
Y, en cuarto lugar, las RCCS son la posibilidad de hacer visibles los tejidos sociales históricos y presentes y los que se puedan construir en el futuro. Em Yondó, por ejemplo, son muchas y variadas las acciones que tanto individuos como organizaciones han desarrollado a lo largo de su historia con el ánimo de mejorar sus condiciones de vida. No se puede hablar de una historia de Yondó sin mencionar la historia cultural escrita desde abajo, desde las vivencias, percepciones y creencias de sus habitantes y colectivos. Como es evidente, es una historia de tensiones, conflictos, pero también de búsquedas colectivas, acciones articuladas y construcciones y vivencias compartidas.
Es con estos grupos y habitantes del municipio, con quienes se puede construir una paz democrática, que es la base del posacuerdo. Es decir, las organizaciones sociales del municipio ya cuentan con unos aprendizajes y saberes que les van ayudar a afrontar esta nueva etapa de la vida institucional y sobre todo de la vida política y cotidiana, como es la del posacuerdo.
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Notas
Información adicional
Procedencia: El
presente artículo es resultado de la investigación denominada “El posacuerdo en
Yondó (Antioquia). Una construcción desde la comunicación y el cambio social”.
Este proyecto fue financiado por la Dirección de Investigaciones de la
Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO.
Cómo citar: Rocha, C. & Muñoz, M (2024). Las Redes Comunicativas para el Cambio
Social, para la construcción de la paz y de gestión de los conflictos en los
territorios. El caso de Yondó, Antioquia. Mediaciones,
32(20), pp.10-26.