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Migraciones, mediatización y espacios digitales: sobre las configuraciones de la movilidad en la investigación
Migrations, mediatization and digital spaces: On the configurations of mobility in research
Migrações, mediatização e espaços digitais: Sobre as configurações da mobilidade na investigação
Mediaciones, vol. 19, núm. 30, pp. 142-154, 2023
Corporación Universitaria Minuto de Dios

Artículos de Reflexión

Mediaciones
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
ISSN: 1692-5688
ISSN-e: 2590-8057
Periodicidad: Bianual
vol. 19, núm. 30, 2023

Recepción: 14 Octubre 2022

Aprobación: 16 Mayo 2023

©Corporación Universitaria Minuto de Dios – UNIMINUTO

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

Cómo citar: Busso, M. (2023). Migraciones, mediatización y espacios digitales: sobre las configuraciones de la movilidad en la investigación. Mediaciones, 30(19),pp.142-154.

Resumen: en este artículo se tratarán problemáticas ligadas al estudio de espacios digitales de la migración, tomando como punto de partida el caso de los grupos creados por migrantes argentinos en la red social Facebook. En particular, revisaremos ciertas configuraciones que adquiere el proceso migratorio en el marco de la mediatización actual, para lo cual consideraremos aspectos de corte epistemológico ligados al ámbito de lo online. Asimismo, presentaremos algunos puntos propios del ámbito de la observacióna los que debe enfrentarse el investigador, derivados del estudio de dichos espacios, y que implican a su vez redefiniciones sobre lo íntimo y lo público en Internet.

Palabras clave: migraciones, sitios de redes sociales, mediatización, online, investigación.

Abstract: This article will address issues related to the approach to digital spaces of migration, starting from the case of groups created by Argentine migrants on the social network Facebook. In particular, we will review certain configurations that the migration process acquires in the context of the current mediatization, for which we will address epistemological aspects linked to the online environment. Likewise, we will present some specific points that the researcher must face, related to the field of observation derived from the study of these spaces; in turn, they imply redefinitions about the intimate and the public on the Internet.

Keywords: migrations, social network sites, mediatization, online, research.

Resumo: Este artigo abordará questões relacionadas com a abordagem aos espaços digitais da migração, tomando como ponto de partida o caso dos grupos criados por migrantes argentinos na rede social Facebook. Em particular, iremos rever certas configurações que o processo de migração adquire no quadro da actual mediatização, para as quais iremos abordar aspectos epistemológicos ligados à esfera online. Apresentaremos também alguns pontos específicos do campo de observação derivados do estudo destes espaços que o investigador deve enfrentar, o que por sua vez implica redefinições do íntimo e do público na Internet.

Palavras-chave: migrações, sítios de redes sociais, mediatização, online, investigação.

Introducción

En los últimos tiempos, los estudios sobre migraciones se han visto enfrentados a desafíos ligados a la creciente difusión de espacios digitales, como las redes sociales de Internet, que reclamaban la atención analítica al implicar no sólo cambios en la gestión comunicativa de los desplazamientos, sino también al habilitar la creación y la puesta en circulación de nuevos sentidos asociados a la propia definición del proceso migratorio y a la propia identidad como sujeto migrante.

En ese sentido, la investigación relativa a tal área de estudios ha debido plantearse nuevos interrogantes y ha tenido que adecuar sus métodos para el abordaje de un objeto muchas veces esquivo, atendiendo a preguntas y reflexiones sobre la relación de las tecnologías con la vida cotidiana, sobre el abordaje de las sociabilidades y comunidades gestadas al calor de Internet, e incluso relativas al análisis de la reconfiguración actual del sistema de medios.

En este trabajo, trataremos algunas de las particularidades que reconocemos en el estudio de los espacios digitales de la migración, a partir de las reflexiones suscitadas por nuestra investigación sobre migrantes en la red social Facebook. En esa investigación, nos hemos propuesto analizar las identidades construidas discursivamente por emigrados argentinos residentes en distintas partes del mundo, elaboradas y sostenidas en Facebook, en particular en los así llamados grupos de dicha red social[1].

Para ello, hemos realizado una conformación inicial del corpus, seleccionando los tres grupos más numerosos presentes en Facebook, teniendo en cuenta que estuvieran destinados a argentinos residiendo en el exterior[2], y cuyos objetivos propuestos fueran los de compartir experiencias, relatos y reflexiones sobre la propia experiencia emigratoria y sobre aquello que definía a los participantes en esos grupos en tanto argentinos y en tanto emigrados. A partir de allí, y mediante el empleo de un abordaje teórico-metodológico que articula el análisis de los discursos sociales, los estudios enunciativos y la semiótica de los medios, hemos analizado las publicaciones realizadas por los participantes de estos grupos, buscando reconstruir los colectivos de identificación por ellos propuestos[3] –es decir, la delimitación de pertenencias identitarias compartidas-, avanzando también en el reconocimiento de los vínculos transnacionales que en el marco de dichas identidades se establecen entre esos migrantes.

En este abordaje propuesto, sostenemos entonces que en redes sociales como Facebook, los contenidos propuestos por sus usuarios adquieren sentido en la interconectividad y en el carácter público –en el sentido de disponible, de accesible a todos- propio de esa plataforma. Para el caso de los migrantes argentinos en grupos de Facebook, es necesario considerar además que las distintas publicaciones por ellos realizadas forman parte de un proceso de reinterpretación de los significados atribuidos a diversos aspectos de la movilidad, a las experiencias locales, transnacionales o globales en las que los sujetos se insertan y de las que participan; y de redefiniciones de las certezas identitarias que dichos procesos conllevan.

A partir de las problemáticas que hemos enfrentado en el diseño y en la realización de la investigación mencionada, entonces, presentaremos ciertas cuestiones que consideramos ineludibles para el abordaje de objetos de estudio que articulen la migración con los distintos espacios digitales en las que ésta también se desarrolla. En ese sentido, partiremos por revisar la problemática de lo online y de lo offline y su incidencia en el diseño de la investigación y en la conceptualización misma del proceso a estudiar. Asimismo, nos preguntaremos por el particular estatuto del investigador en tanto que observador de dichos espacios digitales, trayendo a colación algunas de sus implicaciones epistemológicas. Finalmente, presentaremos someramente la necesaria reflexión acerca de la mediatización creciente de las sociedades contemporáneas y de la reconfiguración de los ámbitos de lo público y de lo íntimo, para interrogarnos acerca de las formas discursivas en las que ello se manifiesta en las migraciones actuales.

Estudiar la migración, ¿entre lo offline y lo online?

En la Introducción a este artículo mencionamos que nos interesa tratar las particularidades que adquieren los procesos migratorios en relación con los espacios digitales. Específicamente, desde el punto de vista del análisis de estos procesos, nos proponemos en este apartado reflexionar sobre dichas migraciones mediatizadas en relación con las opciones teóricas realizadas por el investigador. Para ello, comenzaremos por ubicarlas en el marco de la ¿falsa? dualidad entre online y offline que suele aparecer como definitoria a la hora de plantear su estudio.

En la investigación que hemos mencionado como detonante de las presentes reflexiones, hemos buscado analizar los discursos producidos por emigrados argentinos en grupos de la red social Facebook. Ese estudio nos ha permitido reconocer distintas cuestiones a las que es necesario atender a la hora de diseñar una investigación de ese tipo: es decir, que toma como su objeto de estudio materiales presentes en el entorno digital de Internet, que consideramos centrales para entender -a su vez- los procesos migratorios contemporáneos (Lorenzana, 2016).

En primer lugar, asumimos que en tales plataformas se despliegan y se consolidan particulares matrices de sociabilidad, bajo el formato de comunidades en línea. Previamente, hemos abordado esta cuestión en las otrora populares páginas de foros en Internet (Busso, 2017), y agregamos aquí que el particular formato de los grupos de Facebook se organiza como una comunidad online basada en un tema de interés común que funciona a modo de aglutinador, y donde los creadores o administradores pueden seleccionar el nivel de visibilidad y de accesibilidad[4].

Esos espacios de socialización, justamente, se caracterizan por el establecimiento de relaciones e intercambios basados en intereses compartidos, los cuales “aunque en su mayor parte también se comparten en la realidad presencial, adquieren un potencial comunicativo y de identificación personal cualitativamente diferentes” (Ruiz-Torres, como se citó en Dettano y Cena, 2020, p. 64). A grandes rasgos, entonces, la interacción se organiza a partir de una publicación realizada por uno de los participantes del grupo, a la cual se anudan respuestas de otros participantes, conformando una suerte de conversación[5].

En muchos estudios recientes sobre migraciones, se ha referido la importancia de las comunicaciones mediadas por Internet para el establecimiento de vínculos entre los migrantes y sus lugares de origen (véase por ejemplo Medina y Gutiérrez Zúñiga, 2016), principalmente en lo que respecta a su utilidad en tanto herramienta de comunicación. En lo que a nuestro trabajo respecta, y recuperando lo expresado en los párrafos precedentes, asumimos que los ámbitos digitales también son espacios en los que se crean lazos simbólicos e identitarios propios de los diferentes momentos del proceso migratorio.

Con dicha organización del dispositivo así planteada o, puesto en otros términos, con un corpus y una materialidad significante así delimitados, las características del abordaje del investigador con respecto a ese material de análisis necesariamente incluyen ciertas técnicas ligadas a la llamada etnografía virtual (Estalella y Ardèvol, 2007). En ese sentido, los límites del presente trabajo no nos permiten poner bajo la lupa la totalidad de las implicaciones de tal opción metodológica. Sí nos interesa detenernos en ciertas cuestiones ligadas al estatuto que se otorga en ella a los materiales presentes en Internet, que tienen su base en asumir a la Red como herramienta o bien como objeto de análisis en sí mismo. De igual manera, y en estrecha relación con lo anterior, encontramos distintas conceptualizaciones de lo online y de lo offline que allí se manifiestan y que -en consecuencia- inciden en la conceptualización de las migraciones que surgen de tales abordajes.

Si partimos de las indagaciones pioneras sobre lo que sucedía en Internet (principalmente, el estudio de las así llamadas ciberculturas, o la creación y el desarrollo de comunidades en línea (Baym, 2006; Jankowski, 2006; Ardèvol, Estalella y Domínguez, 2008, entre otros), indudablemente éstas pusieron sobre el tapete la necesidad de diferenciar Internet –o más bien, a las distintas interfaces allí alojadas- en tanto herramienta de acceso al objeto a estudiar, o como objeto de estudio en sí mismo. A pesar del tiempo transcurrido desde esos primeros momentos, esta ambivalencia no siempre ha sido superada, y encontramos muchas veces superposiciones o confusiones en la delimitación clara de esos niveles, tal como lo mostraron oportunamente Estalella y Ardèvol (2010):

La distinción que hemos establecido inicialmente entre Internet como instrumento de investigación e Internet como campo de estudio corresponde a un intento por mostrar en qué medida la utilización de Internet en el trabajo de campo ha sido descentrado del estudio de Internet. Esa dimensión dual corresponde a casos extremos de la articulación de Internet en la investigación; en muchos de estos trabajos Internet es, sin embargo, tanto objeto de estudio, como campo empírico e instrumento de investigación (ya que alguna de sus tecnologías son usadas para producir datos exclusivamente). (p. 6)

Sostenemos aquí que hay algo de ilusorio en la posibilidad de una separación tajante entre herramienta / objeto de estudio. Incluso en el planteamiento de una investigación donde los dispositivos ligados a Internet intervengan fundamentalmente para brindar una mayor accesibilidad al objeto desde un abordaje cualitativo (como, por ejemplo, la posibilidad de contactar por chat o por mail a los migrantes que participan de una determinada red social, para aproximarse a un determinado tema o para realizar entrevistas en profundidad), esa mediación del dispositivo tecnológico indudablemente dejaría sus huellas en el objeto a abordar y en los datos recolectados.

En efecto, esa presencia sería visible en instancias tales como la configuración de un espacio-tiempo sincrónico o diacrónico a compartir o a habitar alternadamente, según el caso, por los usuarios de la plataforma y por el investigador (por ejemplo, para el caso de una entrevista vía chat de carácter sincrónico, o bien de un intercambio dialogado vía mail, de carácter asincrónico); en la imagen de sí planteada por el investigador (como un participante de la red social a la par de los otros participantes, o por el contrario como una figura de saber o de autoridad ajena a las dinámicas del sitio); en los recursos lingüísticos y expresivos empleados, entre otras. Así, la intención de asumir como separables herramienta y objeto para el caso de las plataformas de Internet -y de presuponer para las herramientas atributos de transparencia y de objetividad- conlleva el riesgo de que se ignoren condicionamientos y potencialidades propios de las técnicas de recolección de datos existentes en línea, que sería deseable fueran tenidos en cuenta como parte constitutiva del análisis.

A su vez, esta problemática se plantea en estrecha relación con otra discusión, presente en los estudios pioneros sobre las identidades en línea, pero que suele persistir -solapadamente- aún hoy. Nos referimos a la separación entre lo online y lo offline[6], o entre lo virtual y lo físico.

Así, en un primer momento encontramos trabajos que planteaban una clara escisión –en términos de enmascaramiento, o de liberación- del propio yo en una identidad ficticia construida en la Red (por ejemplo, es el caso de los trabajos iniciales de Turkle, 1984). En los últimos años, son más frecuentes las investigaciones que han problematizado esa hibridez, ese continuum entre lo online y lo offine, fundamentalmente desde una mirada sociotécnica sobre la relación entre tecnología y vida social, como es el caso de trabajos de Meneses Cabrera y Cardoso Cardona (2014), y Ruiz Méndez y Aguirre Aguilar (2015), que se preocupan por comprender los fenómenos culturales ligados a las nuevas formas de sociabilidad habilitada a partir de las tecnologías de la comunicación. Sin embargo, y a pesar de este reconocimiento, en muchos casos el desdoblamiento entre el mundo online y el offline suele no enunciarse como tal, pero permanece velado en los presupuestos de abordaje del mundo digital.

En el ámbito del estudio de las migraciones, por ejemplo, creemos que puede reconocerse la persistencia de esta escisión en algunos planteamientos de “abordaje multisituado”, propuesto para comprender acabadamente un fenómeno del que –al mismo tiempo y casi contradictoriamente- se sostiene que es necesario abordarlo en espacios separados, como la interacción física y aquella virtual.

Entonces, y más allá de que este tipo de abordaje puede aportar la complejidad necesaria para el estudio de un fenómeno tan denso como las migraciones, encontramos también que en muchos casos suele persistir bajo esa opción el presupuesto que entiende lo virtual como abstracto, evanescente, inasible. Ello en oposición a lo físico, lo presencial o lo offline, al que se le atribuyen cualidades de una mayor realidad o tangibilidad, y que –eventualmente- terminaría por trasladar la mayor legitimidad asociada a esos atributos, al espacio en línea que se busca estudiar.

Ya desde hace un tiempo, Estalella y Ardèvol (2007) advertían sobre ello al reconocer que esta problemática se encuentra en muchos estudios donde se aplica la etnografía virtual a las comunidades presentes en Internet, entre las que podrían claramente encontrarse aquellas comunidades de migrantes como las que hemos mencionado en este trabajo. Tal como lo explican los autores,

(…) el adjetivo “virtual” no está exento de polémica, ya que, por una parte, marca una polaridad frente a “real”, dando a entender que las relaciones que se estudian son menos “reales” que las que mantenemos físicamente, cara a cara o incluso por teléfono; o que las interacciones y las relaciones mediadas por el ordenador son a priori diferentes de las que se establecen cara a cara. Y por otra, puede suponer que se limita la etnografía al estudio de la interacción online, descuidando los aspectos offline de toda interacción mediada por ordenador y de los contextos locales en los cuales se encuentran los sujetos. (Estalella y Ardèvol, 2007, p. 4)

Si bien la profusión y la actualidad del debate planteado no nos permiten realizar un recorrido exhaustivo por la bibliografía de referencia, entendemos aquí que los intercambios y vínculos cotidianos entre los sujetos deben pensarse en el marco de una especie de continuo diario, marcado por una incesante entrada y salida a las plataformas digitales por parte de los distintos sujetos, y donde las fronteras entre ambos mundos, online y offline, son porosas e interpenetrables[7] (Dettano y Cena, 2020, entre otros). Ello no implica, sin embargo, plantear la equivalencia entre esas distintas modalidades de intercambio[8]; cada plataforma contempla variaciones al interior de los distintos espacios.

Para clarificar lo dicho: si nos ubicamos en el plano de las redes establecidas entre los migrantes en Internet, veremos que para la construcción de tales vínculos interpersonales aparecen distintas estrategias de presentación de sí mismo ante los otros (selección del contenido a publicar, toma y producción de una imagen fotográfica en particular, elaboración o reposteo de un contenido audiovisual, etc.) que responden tanto a las habilitaciones enunciativas de cada plataforma, como a una suerte de uso estratégico de las mismas, relacionado con modos de vinculación propios del ámbito digital y no del físico (véase Gurevich, 2018). Y esto no supone necesariamente plantear una contradicción entre ambos mundos, sino que es una muestra de la fluidez con la que la vida se desarrolla en plataformas.

Ahora bien, ¿cómo abordar específicamente aquello que sucede en entornos digitales? A los fines del presente trabajo, nos interesa enfocarnos en una problemática puntual ligada a la labor del/de la investigador/a[9]: su rol a la vez como participante y observador/a. Justamente, el objetivo de recolectar información de sitios de redes sociales como Facebook implica acceder a espacios en línea a los que –planteándolo en clave etnográfica y sociológica- también se observa. Entonces, un abordaje de este tipo conlleva una mirada reflexiva –o autorreflexiva– acerca de las potencialidades y las limitaciones que supone el estudio de espacios online, actualizando así la discusión acerca de los distintos niveles de observación del investigador social (Verón, 2013), en la que éste observa a otros observadores y, a su vez, se auto-observa en tales tareas.

Sobre esta cuestión, y desde una mirada que busca entender los sentidos circulantes en una sociedad, el semiólogo Eliseo Verón (2013) explica que todas las teorías sociales asumen que los actores observados son a su vez observadores en primer grado: se atribuyen determinadas propiedades, intenciones, etc., en el establecimiento de relaciones entre ellos. A su vez, “cuando nos colocamos en posición de observadores de la semiosis social (…) realizamos observaciones de segundo grado, es decir, observaciones de actores que son, al mismo tiempo, observadores” (Verón, 2013, p. 402). Para este autor, la diferencia entre ambas posiciones radica fundamentalmente no sólo en que los observadores de segundo grado son a su vez auto-observadores, sino en que esa doble observación responde a condiciones institucionales específicas: discursos científicos que producen conocimiento sobre el hombre y sobre la sociedad. El investigador, en ese sentido, articula su doble observación mediante su exposición en un “espacio público del discurso científico” (Verón, 2013, p. 407), cuyas condiciones institucionales de producción brindan un espacio autorreferencial necesario para la puesta en discurso de las reflexiones teóricas o de los resultados empíricos obtenidos. Ello nos remite al carácter construido de los fenómenos a estudiar, en el marco de un conocimiento reglado y aceptado por la comunidad científica (Baggiolini, 2019).

Por supuesto, esta problemática epistemológica relativa a los niveles de observación en ámbitos digitales tiene su correlato en la definición de investigaciones aplicadas, en particular en la delimitación del aparato técnico-metodológico a ser empleado. En ese sentido, es pertinente recuperar el planteo de Rogers (en Meneses Cárdenas, 2019) sobre la división entre métodos extractivos y métodos observativos, ligados a actitudes más o menos pasivas, o más o menos explícitas, de la acción de investigador. Así, los métodos extractivos se ligan más bien a instancias cuantitativas (como por ejemplo, aquellos ligados a la minería de datos, al big data y al geodata)[10], y los observativos están vinculados con la experiencia del investigador en los espacios analizados. Aquí adherimos a las posturas que no plantean una opción excluyente entre ambas posibilidades, bregando más bien por la riqueza de la combinación entre el big data y los métodos digitales manuales (Nunes de Sousa y Cobos, 2020; Gindin y Busso, 2018) Para finalizar este apartado, dejamos apuntada una cuestión cuyo desarrollo excedería los objetivos del presente artículo. Sin duda, la presencia del investigador y el ocultamiento o develamiento de su posición de observación son problemáticas para las que no se cuenta con una respuesta unívoca en el marco de los abordajes de corte etnográfico. Más allá de resaltar –cuestión nada menor- la necesidad de atender a los dilemas éticos que conlleva una posición oculta de la propia labor de investigación, al habilitar la recolección de materiales sin ser visto (Bárcenas Barajas y Preza Carreño, 2019, entre otros), la bibliografía sobre el tema también insiste con que es necesario tener en cuenta las demandas y el diseño de cada investigación para plantear una posición sobre el tema (Estalella y Ardèvol, 2007)[11].

Sobre las migraciones mediatizadas

La preocupación por este reduccionismo que marcábamos sobre lo virtual y sus consecuencias en los diseños de estrategias de análisis para el estudio de procesos migratorios en espacios digitales nos lleva necesariamente a mencionar otra problemática relacionada. Se trata de la mediatización, concepto que consideramos crucial para aproximarnos a la complejidad de los movimientos de personas en nuestra contemporaneidad, y que involucra a los cambios tanto en la estructura como en la composición y en el funcionamiento del sistema de medios[12]. A ello dirigiremos ahora nuestra atención.

Nos posicionamos desde lo que ha dado en llamarse la escuelasociosemiótica en el estudio de las mediatizaciones[13] –aquí, en la serie corta de la mediatización, ligada a la historia de los modernos medios de comunicación de masas[14]-, donde el concepto de sociedades mediatizadas implica que el funcionamiento mismo de la sociedad es inseparable de la existencia de los medios, a partir de un proceso de mediatización creciente, en el cual la sociedad se organiza en relación con el sistema mediático; entramado que permitiría explicar la producción de sentidos circulantes.

Tomando a Verón (2001) como uno de los exponentes principales de esta corriente, retomamos sus afirmaciones cuando sostiene que en las sociedades mediatizadas “el funcionamiento de las instituciones, de las prácticas, de los conflictos, de la cultura, comienza a estructurarse en relación directa con la existencia de los medios” (p. 15). Así, el pasaje de una sociedad mediática a una mediatizada comporta dos grandes cuestiones: por un lado, el tránsito del nivel de la representación al de la construcción de la realidad (es decir, se dejan de pensar los medios como dispositivos que reproducen o que espejan lo real para comenzar a entenderlos como imbricados en su construcción); y, por el otro, la consideración de que los medios se convierten en mediadores ineludibles en la gestión de lo social.

Como subraya Cingolani (2014) al analizar las transformaciones sufridas con la mediatización, asignar tal rol crucial a los medios no implica proponer una disyuntiva entre determinismo tecnológico y preeminencia de lo socio-cultural. Los procesos de mediatización, por el contrario, no implican únicamente la puesta en juego de un recurso tecnológico (y mucho menos “asumir que es suficiente conocer el recurso o medio para conocer su efecto” a nivel de instancias significantes o de prácticas culturales, sino que se trata de entenderlos de forma opuesta a una “exterioridad recíproca” (p. 13-14)[15].

Desde el punto de vista de la mirada sociosemiótica sobre la mediatización, la presencia de Internet en la constitución de esta trama (aquí, Internet entendido como metamedio o medio de medios; Manovich, 2013[16]) implica atender a las transformaciones que se puedan haber producido en el marco de la producción y la recepción de los discursos mediatizados. Las lógicas de Internet y de los entornos digitales nos enfrentan tanto a una proliferación de discursos producidos en forma simultánea por gran cantidad de individuos (abandonándose así el sistema broadcasting del uno a muchos), como a la posibilidad de que estos sean fácil y públicamente accesibles, y donde además se acorta la distancia temporal entre ambos polos.

Como señala, en adición, Valdettaro (2010), en ese panorama actual de la mediatización estamos atravesando un período de fin de lo masivo, en el que se mediatizan los distintos ámbitos de la vida y de la acción de los individuos, mientras que los medios se diluyen en la vida cotidiana, y donde la oferta mediática se distancia cada vez más del tiempo de su consumo. En consecuencia, los sujetos experimentarán nuevas formas de identificación y de subjetivización –individuales y colectivas- ligadas a dicha dinámica.

Según esta investigadora, es la mirada sociosemiótica la que puede ayudar a elaborar una visión más acabada sobre las subjetividades construidas en Internet, al permitir un abordaje complejo del vínculo entre producción y reconocimiento en el que participan sus usuarios (Valdettaro, 2010). Si en el estudio de los medios tradicionales los destinatarios de los discursos mediáticos se ubicaban en una posición de recepción (y para los que se plantearon intentos de reconocerlos e identificarlos, que fueron desde registros estadísticos al estudio del consumo de esos actores), la digitalización creciente de los distintos ámbitos de la vida social nos enfrenta a la conformación de subjetividades y de lazos colectivos que son interrogados por ella, y que se organizan a partir de las transformaciones de los vínculos entre los polos de la producción y del reconocimiento[17].

Como investigadores de las migraciones, entonces, el análisis de lo que sucede en los sitios de redes sociales – en términos de estudio de las subjetividades allí desplegadas- debería hacer foco en aquello que permite el agregado de los individuos en esos polos: es decir, el estudio de esa especie de amalgama, más o menos volátil, que permite construir relaciones y vínculos: “los tipos de componentes que se enlazan en las llamadas redes sociales generan dominios de diverso tipo: psicológicos, afectivos, identitarios, económicos, jurídicos, estéticos, religiosos, etc. De las características de dichos componentes (…) va a depender el tipo de conexión que se establece en las redes” (Valdettaro, 2009, s.p.). Justamente, ese tipo particular de relación es el que deberemos reponer en nuestro trabajo, captando la especificidad que funda dichos vínculos.

Es necesario mencionar un aspecto de relevancia a la hora de pensar esas matrices de socialización en Internet, que se vincula con la cambiante delimitación de lo público y de lo íntimo en ámbitos digitales. Efectivamente, a partir del análisis de los discursos de los migrantes que circulan por sitios de redes sociales, podemos sostener que en ellos se construyen determinados colectivos de identificación (Busso, 2016), que alcanzan a quienes comparten ese estatuto. Al mismo tiempo, inciden en el establecimiento de identidades colectivas, donde -dada la particular lógica enunciativa de las redes sociales- es central la presentación del sí mismo ante la mirada de los otros.

De este modo, la organización de la interfaz como un espacio donde lo central es compartir contenidos con otros, en especial de carácter íntimo, se articula con la construcción de la propia vida como una especie de relato (Van Dijk, 2016) que discurre ante la atención de otros usuarios conectados. Allí conviven tanto la pretensión de una representación fiel de la propia vida, como una selección de qué mostrar, realizada por el usuario: “un yo que se supone auténtico y franco elige qué mostrar y decir porque se sabe bajo la mirada del otro: lo que los usuarios cuentan en la plataforma es aquello que revelan a los demás” (Gurevich, 2018, p. 25).

Creemos que ya han sido superadas –o complejizadas- aquellas posturas que sostenían que la mostración de sí en los sitios de redes sociales se debía meramente a un afán narcisista de exhibición de la propia personalidad o del propio cuerpo. Proponemos que, más bien, esa publicación de aspectos personales, cotidianos, apunta a la creación de lazos con los públicos conectados, de los cuales se pretende la interacción con el contenido publicado, o –aunque más no sea- su mirada y aprobación hacia un yo personaje[18]. El afán mismo de visibilidad, entonces, nos enfrentaría a una reconceptualización de la naturaleza de aquello que se muestra. Como propone Gurevich,

(…) la mirada del otro no es una irrupción en lo íntimo, que adquiría su carácter de tal al quedar resguardado en los muros opacos de los cuartos en que se producía. (…) En este nuevo régimen de lo visible, el yo conectado gestiona el despliegue de su persona en actos de puesta en forma que ponen en crisis distinciones antes opuestas: privado / público, presencia / ausencia, real / virtual, interior / exterior. (…) Si la intimidad es introdirigida, interna y reservada, ¿cómo nombrar eso que se comparte? ¿Es la intimidad que se abre y comunica o lo íntimo pasa a ser un efecto, un constructo, una retorización? (Gurevich, 2018, p. 60)

Las rearticulaciones en el régimen contemporáneo de lo público y de lo íntimo nos obligan a repensar una cuestión estrechamente vinculada, a la que ya hemos aludido: el abordaje de la visibilidadpública propia de las redes sociales (entendiendo aquí a lo público en su acepción de abierto o de disponible al público). Los materiales disponibles en Internet, en este sentido, se caracterizan por una posible visibilidad amplia de aquello que es publicado: “lo que es visible u observable, lo que se realiza ante espectadores, lo que se expone a todos o a muchos para que pueda ser visto u oído” (Thompson, 1998, p. 166).

Como investigadores de los procesos migratorios, atentos a las dinámicas mediatizadas en las que se desarrollan, estas fronteras lábiles entre lo público y lo íntimo nos enfrentan a nuevos desafíos. En los objetos de estudio que nos convocan, se conjugan ahora redefiniciones en la naturaleza de los materiales a abordar, así como nuevas problemáticas vinculadas a la accesibilidad del investigador a dichos espacios (Capogrossi, Magallanes y Socaire, 2015). Ambas cuestiones, a su vez, se enlazan con problemáticas propias de la gestión de información –privada o pública- de los usuarios (Van Dijk, 2016).

Como hipótesis a ser desarrollada en trabajos futuros, creemos que para establecer estrategias de análisis que contemplen estas cuestiones es necesario plantear una distinción. Por un lado, nos encontramos con la configuración de acceso de ciertas plataformas de Internet (es el caso de los grupos de Facebook, por ejemplo), donde el interés de la plataforma reside en plantear una preocupación por la información sensible de los usuarios. Por otra parte, otro nivel es el de la publicidad que se propone para los contenidos presentes en estos espacios digitales, donde no parecieran darse mayores desvelos relativos al carácter o a la posible propagabilidad de los contenidos allí depositados.

Es pertinente, en este punto, recordar el planteamiento de Boyd y Marwick (2011), quienes sostienen que los usuarios de los sitios de redes sociales conocen que aquello que publican en tales sitios tiene un alto potencial de visibilidad y de viralización, muy distinto a las conversaciones de un ámbito privado o doméstico. Esto no significa, sin embargo, que no existan preocupaciones por la gestión de propios datos sensibles que se hacen disponibles en Internet, ni tampoco que todo se convierta en publicable o libremente accesible.

Las redes sociales de Internet así entendidas, es decir, como ámbitos mediatizados donde se inviste de sentido a las migraciones a través de la presentación de la propia vida y de la propia experiencia ante otros, nos demandan abordarlas como un elemento central para la generación de sentidos colectivos en nuevas situaciones de (des)arraigo. En tanto investigadores, los discursos que allí se hacen visibles con los rasgos que hemos esbozado en este trabajo nos permiten reconstruir cuestiones tales como el establecimiento de lazos reterritorializados (Andersson, 2013), así como analizar las reconfiguraciones identitarias que acarrea la migración. Comprender las migraciones actuales, desde este punto de vista, exige reconocer y atender a estas dimensiones, también hacedoras de la experiencia de la movilidad.

Reflexiones finales

El estudio de las migraciones a partir de espacios digitales en Internet nos enfrenta a reconfiguraciones de nuestro objeto de estudio: no sólo ligadas a las complejidades de los procesos de movilidad contemporáneos, sino también derivadas de la propia materialidad significante de las plataformas abordadas.

Partiendo de la base de discutir la separación entre lo online y lo offline, que nos permitió retomar algunas preguntas acerca del estatuto epistemológico de los actores presentes en Internet, y de la definición misma de los procesos migratorios, hemos pasado revista por aspectos relativos a la cuestión de los niveles de observación y de las estrategias del investigador en relación con ese problema. Hemos planteado, asimismo, posibilidades de abordaje de las migraciones en espacios digitales a partir de comprender el proceso de mediatización creciente de la sociedad en el que aquellas se desarrollan, y hemos apuntado que esa comprensión implica volver a preguntarnos acerca de la delimitación difusa de lo público y lo privado en Internet, con sus necesarias consecuencias en las características de la definición de sí mismo como migrante, por parte de los usuarios de las plataformas estudiadas.

En ese sentido, consideramos que el análisis de las migraciones, desde una perspectiva que se preocupe por articular estas cuestiones, necesariamente deberá asumir que hay un cierto desborde de su objeto, y que intentar asirlo implica involucrarse con esos aspectos –muchas veces no resueltos- propios de los estudios sobre espacios digitales. Cuestiones como las lógicas y la organización misma de las plataformas digitales en tanto materialidad significante, y su relación con la construcción de ciertas modalidades de identificaciones colectivas constituyen sin duda algunos de estos aspectos propios del abordaje de espacios digitales. Estas problemáticas, junto con otras que no hemos tenido la posibilidad de desarrollar aquí, pero que también forman parte de las complejidades del objeto de estudio (por apuntar algunas para desarrollos futuros: el tipo de organización de las publicaciones realizadas por los usuarios de las distintas plataformas con base en opacos criterios algorítmicos, la incesante variación en las posibilidades de los investigadores para acceder a un archivo de las plataformas y a almacenarlo, entre otras) deben ser tenidas en cuenta en la indagación académica en lo que respecta al estudio del mundo online, y que necesariamente se trasladan al abordaje de las migraciones mediatizadas.

En este trabajo nos propusimos mostrar que las readecuaciones en el diseño e implementación de estrategias de investigación –muchas veces marcadas por la aceleración y el cambio constante, propios del ambiente digital- no hacen desaparecer, ni deben hacerlo, la preocupación teórica y metodológica que implica la reconfiguración de los procesos de movilidad. Algunas de esas reflexiones son las que hemos intentado plasmar en estas páginas; aspiramos a que ellas contribuyan, en la medida de lo posible, a poner de relieve el espesor de los nuevos sentidos asociados a los procesos migratorios.

Referencias

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Notas

[1] Las herramientas propias de los grupos de Facebook han sido abordadas por Acosta (2012). Adelantamos aquí que dichos grupos se encuentran organizados fundamentalmente en base a tópicos o intereses comunes propuestos por los propios usuarios, y que pueden funcionar como un instrumento de socialización o de intercambio de recursos colectivos.
[2] Destacamos que en los grupos de emigrantes argentinos en Facebook participan argentinos residentes en distintas partes del mundo, que efectivizaron su emigración en distintos momentos de los últimos decenios.
[3] Con colectivos de identificación aludimos a entidades fundamentalmente semióticas, en las que se dirimen pertenencias y vínculos de interés colectivo que funcionan a modo de aglutinador. Nos remitimos aquí a Verón (2001 y 2013), quien sostiene que con la elaboración de colectivos de identificación es posible reunir e identificar semióticamente a una pluralidad de actores.
[4] Para mayores detalles acerca de las características de la configuración pública o privada de los grupos, véase https://www.facebook.com/help/220336891328465?ref=learn_more. Última consulta 28/9/2022.
[5] En este formato, y a diferencia de lo que sucede en otras configuraciones dentro de la misma plataforma, las publicaciones o posteos realizados por sus miembros aparecen sin diferencias de jerarquía en el feed de publicaciones o –como se denomina actualmente- en la conversación. Esto es diferente de lo que sucede, por ejemplo, en el formato página dentro de Facebook, donde las publicaciones visibles en la timeline son aquellas firmadas por la página en sí misma, y las publicaciones directas de los seguidores o visitantes (esto es, no los comentarios a publicaciones de la página, sino las publicaciones en el muro) se ubican en un lugar secundario en lo que respecta a su visibilidad.
[6] Optaremos por la denominación de online y de offline por sobre aquellas ligadas a lo virtual y a lo real o presencial, por ser más exactas en lo que respecta al tipo de vínculo basado en la interacción que –creemos- se sucede en las redes sociales de Internet. Mencionamos, asimismo, que no desconocemos los estudios recientes sobre el así llamado onlife, término popularizado a partir de la publicación del Onlife Manifesto, de la Unión Europea en 2013, en el que se da cuenta de transformaciones ligadas a la vida humana atravesada por las tecnologías, y donde se reconoce el desdibujamiento de la distinción entre lo real y lo virtual, a la par que se da cuenta de la porosidad de los límites entre lo que es humano, lo que es maquínico y lo que formaría parte de la naturaleza (Gómez Cruz y Ardèvol, 2013; Bárcenas Barajas y Preza Carreño, 2019).
[7] Desde una mirada más bien sociotécnica, ello ha sido analizado a partir de la ubicuidad de las pantallas y las transformaciones sociales y culturales derivadas de la creciente informatización de la sociedad. Véase por ejemplo Levis (2009).
[8] En ese sentido, la experiencia pandémica reciente ha avanzado al mismo tiempo en la creciente imbricación de ámbitos como la sociabilidad, la educación y el trabajo online, así como en el reconocimiento de lo particular de la continuidad de las interacciones sociales en presencia y su tejido simbólico. Entre otros, véase por ejemplo Igarza (2021).
[9] Por razones de economía en la exposición, emplearemos a partir de aquí “el investigador”, entendiendo que incluimos a distintas opciones de género.
[10] Para una interesante reflexión acerca de una articulación entre la perspectiva de la datificación y la teoría semiótica sobre la producción de discursos sociales, véase Gindin, Cingolani y Rodríguez-Amat (2021).
[11] La pregunta por la estrategia a plantear sobre la presencia del investigador en el ambiente digital estudiado ha recibido distintas aproximaciones. Dependiendo de las características del ambiente a analizar, podemos encontrar que se manifiesta la necesidad de develar la presencia de aquél, así como de explicitar sus objetivos de investigación, articulando formas de observar y de participar de forma reflexiva; o bien que se planteen estrategias alternativas tendientes a no distorsionar la investigación o a no ejercer una influencia no buscada sobre las interacciones de los participantes de -por ejemplo- grandes grupos en interfaces digitales (Mendoza Riquelme, Ganter Solís y Basulto Gallegos, 2018; Pereira Ferraz y Porto Alves, 2017). Asimismo, otros autores también han dado cuenta de la posibilidad de que la propia presencia sea más oculta, mediante el empleo de distintas técnicas de observación de las timelines bajo la lupa del analista (Meneses Cárdenas, 2019).
[11] La pregunta por la estrategia a plantear sobre la presencia del investigador en el ambiente digital estudiado ha recibido distintas aproximaciones. Dependiendo de las características del ambiente a analizar, podemos encontrar que se manifiesta la necesidad de develar la presencia de aquél, así como de explicitar sus objetivos de investigación, articulando formas de observar y de participar de forma reflexiva; o bien que se planteen estrategias alternativas tendientes a no distorsionar la investigación o a no ejercer una influencia no buscada sobre las interacciones de los participantes de -por ejemplo- grandes grupos en interfaces digitales (Mendoza Riquelme, Ganter Solís y Basulto Gallegos, 2018; Pereira Ferraz y Porto Alves, 2017). Asimismo, otros autores también han dado cuenta de la posibilidad de que la propia presencia sea más oculta, mediante el empleo de distintas técnicas de observación de las timelines bajo la lupa del analista (Meneses Cárdenas, 2019).
[12] Como bien sostiene Fernández (2014), el uso del término mediatización abarca dos niveles complementarios, aunque diversos: “por un lado, se designa un fenómeno histórico identificado con el desarrollo de las tecnologías mediáticas o, en términos más circunscriptos, con la constitución de los medios de comunicación; por el otro, el término define una perspectiva teórico/sociológica de análisis” (Fernández, 2014, p. 191)
[13] Valdettaro (2016) da cuenta de tres grandes núcleos académicos en el estudio de las mediatizaciones: la escuela nórdica, la escuela de Toronto y la escuela sociosemiótica. Como exponente de la primera podemos referenciar a Hjarvard (2016), para quien el estudio de la mediatización se enlaza “con la crítica a los estudios sobre efectos de la comunicación, encarados ahora de manera compleja, transdisciplinaria y bajo una mirada sistemática, en la cual la mediatización adquiere un carácter de condición estructural de inter-dependencia con los procesos sociales, culturales e institucionales” (Valdettaro, 2016, p. 22), y permite considerar la total integración de los medios –incluidos los digitales- al entramado cultural y social. Sobre la escuela de Toronto –ligada al McLuhan Center de Canadá- puede mencionarse su abordaje de la mediatización, entendida como proceso cultural complejo, que recupera la noción de ecología y donde los medios pueden ser pensados como extensiones del hombre en su relación con el entorno y la cultura (Granata, 2016).
[14] Ello se diferencia de la serie larga de la mediatización, que excede a la historia de los medios de masas y se vincula con la dimensión antropológica del hombre en tanto sapiens, la que se superpone a su vez con las evoluciones técnicas que han permitido la autonomización de los mensajes relativos a la comunicación entre los hombres, así como su persistencia en el tiempo (véase Verón, 2013).
[15] Según la propuesta de este autor, las problemáticas del orden de la mediatización implican la acción de un dispositivo tecnológico en los vínculos interpersonales, lo que produce distintos desfases entre las dimensiones espacial, temporal y de intersubjetividad (Cingolani, 2014).
[16] Recordemos que para Manovich, “la novedad de los metamedios no se encuentra en el contenido, sino en las herramientas de software empleadas para crear, editar, visualizar, distribuir y compartir contenido. De igual modo, dicha novedad es posible gracias a la posibilidad de añadir constantemente nuevas propiedades (nuevas técnicas de software) en una dinámica de ampliación y redefinición constante” (Manovich, 2013, p. 130).
[17] Excede a los límites de este artículo profundizar en esta cuestión. Mencionamos la relevancia de analizar la cuestión de la elaboración y la recepción de contenidos desde la propuesta de Verón (1998) en términos de la tríada producción – circulación – reconocimiento, y donde, si bien en la Red existe un borramiento entre producción y reconocimiento, la actividad de los usuarios está lejos de ser absolutamente libre (pensemos, para el caso, en las burbujas mediáticas y la lectura guiada por los algoritmos, o incluso en los sistemas de recomendación que guían el recorrido de los usuarios por distintas plataformas; véase Cingolani, 2017).
[18] La referencia aquí es a Sibilia (2009), quien propone que en espacios como las redes sociales de Internet lo que se produce es la creación de un personaje llamado “yo”, donde lo que se recrea es la propia personalidad. Para esta autora, se trata entonces de subjetividades que buscan ser amadas, que buscan la aprobación ajena, por lo que deben verse y ser capaces de mostrarse en la superficie de las pantallas. Estaríamos transitando, entonces, una época en la que se produce un desplazamiento de esa subjetividad interior hacia nuevas formas de elaboración del propio yo, donde las estrategias de visibilidad de los individuos en distintas interfaces “serían estrategias que los sujetos contemporáneos ponen en acción para responder a estas nuevas demandas socioculturales, balizando nuevas formas de ser y estar en el mundo” (Sibilia, 2009, p. 28).

Información adicional

Cómo citar: Busso, M. (2023). Migraciones, mediatización y espacios digitales: sobre las configuraciones de la movilidad en la investigación. Mediaciones, 30(19),pp.142-154.

Declaración: La autora declara no tener conflicto de interés.



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