Artículos de investigación
Recepción: 30 Junio 2022
Aprobación: 09 Noviembre 2022
URL: http://portal.amelica.org/ameli/journal/670/6703693010/
DOI: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.29.2022.220-239
Cómo citar: Vanegas Toala, Y. V. (2022). #SOSPuebloShuar: red de defensa ecoterritorial como práctica comunicacional activista frente a la megaminería en la Amazonía del Ecuador. Mediaciones, 29(18), pp. 220-239: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.29.2022.220-239
Resumen: A partir de los resultados obtenidos con la metodología de análisis de redes sociales (SNA, en inglés), el artículo describe las relaciones de fuerza que se entablan en torno a un hashtag en defensa del territorio del pueblo Shuar, en Ecuador, amenazado por la expansión minera. La investigación identifica los principales actores, en favor y en contra de esta causa, sus grados de influencia y la manera como sus interacciones en línea configuran unas condiciones de posibilidad para la reivindicación de luchas cuya ancestralidad no necesariamente las rezaga en el aprovechamiento de los recursos comunicacionales que la modernidad ofrece.
Palabras clave: Pueblo Shuar, Prácticas comunicacionales, Ciberactivismo, Giro ecoterritorial, Metodología de análisis de redes sociales.
Abstract: Based on the results obtained with the Social Network Analysis (SNA) methodology, the article describes the relations of force that are established around a hashtag in defense of the territory of the Shuar People in Ecuador, threatened by the mining expansion. The research identifies the main actors, in favor of and against this cause, their degrees of influence and the way in which their online interactions configure some conditions of possibility for the vindication of interests that, although ancestral, take advantage of the communication resources that modernity gives.
Keywords: Shuar People, Communication practices, Cyber-activism, Eco-territorial turn, Social Network Analysis.
Resumo: Com base nos resultados obtidos com a metodologia de Análise de Redes Sociais (SNA), o artigo descreve as relações de força que se estabelecem em torno de uma hashtag em defesa do território do povo Shuar no Equador, ameaçado pela expansão da mineração. A pesquisa identifica os principais atores, a favor e contra esta causa, seus graus de influência e a forma como suas interações online configuram condições de possibilidade para a reivindicação de lutas cuja ancestralidade não necessariamente os defasam no uso de recursos que a modernidade oferece.
Palavras-chave: Povo Shuar, Práticas de Comunicação, Ciberativismo, Virada Ecoterritorial, Análise de redes sociais..
Introducción
En Ecuador, durante las últimas dos décadas se ha consolidado una agresiva política extractiva en favor, principalmente, de la minería metálica: un total del 15,25 %[1] del territorio nacional ha sido concesionado de forma irregular a empresas trasnacionales de este sector. Actualmente, se encuentran en vigencia veintiséis megaproyectos de extracción metalúrgica, en distintas etapas de avance (Acosta, Cajas Guijarro, Hurtado Caicedo & Sacher Freslon, 2020). Al igual que en toda América Latina, este modelo de acumulación de capital extractivo responde a los imperativos de aquellos que Maristella Svampa (2011; 2019) denomina una era «neodesarrollista», que ha reactualizado el paradigma de desarrollo economicista por la vía de la extracción de bienes naturales, pese a las disputas políticas, sociales, ecológicas y culturales que detona la intrusión del «neoextractivismo». En efecto, en Ecuador han estallado complejos conflictos ecosociales, principalmente, con poblaciones indígenas y campesinas. Uno de los pueblos indígenas más vulnerados ha sido el pueblo Shuar -en la Amazonia ecuatoriana-, amenazado por los proyectos estratégicos de megaminería: Fruta del Norte, Mirador y Panantza-San Carlos. El común denominador para la consolidación de estos proyectos ha sido el mismo mecanismo sistemático: despojo territorial forzado, militarización con declaratorias de estados de excepción, criminalización de la protesta social, censura a la libertad de asociación y de expresión e, inclusive, el asesinato de líderes sociales, seguido de impunidad (Environmental Atlas Justice, 2021; Observatorio de Conflictos Mineros en América Latina, 2021; Observatorio de Conflictos Sociombientales del Ecuador, 2019). Paradójicamente, la política extractiva contradice las garantías constitucionales que reconocen la pluriculturalidad e interculturalidad como principios rectores y protectores de los derechos culturales, colectivos, territoriales y de autodeterminación de los pueblos originarios, y que reivindican el buen vivir como horizonte de acción, así como los innovadores derechos de la naturaleza.
En este contexto, en el campo comunicacional se juega la legitimización de la política extractiva, de forma tal que se evidencian disputas de sentido y por el poder. De un lado, una alianza de facto entre el gobierno, la industria extractiva y los medios corporativos ha generado una campaña permanente cuyo eje discursivo central pregona «minería es desarrollo: minería responsable». De otro lado, desde la sociedad civil han proliferado prácticas comunicacionales emergentes, en clave contestataria, que ejemplifican lo que Diana Coryat denomina una «cultura mediática en defensa de la vida y el territorio» (2019, p. 172). Esta dinámica sería el resultado de una militancia emergente, parte de lo que Svampa (2011, 2019) caracteriza como «giro ecoterritorial», para referir el cruce entre las reivindicaciones históricas por el territorio -agenciadas por los pueblos indígenas- y la matriz ecológica, crítica con el ethos extractivista -defendida por diversos actores que comulgan con un horizonte postextractivo y postdesarrollista-. De ahí que el giro ecoterritorial ha configurado redes colaborativas de diversos actores que han articulado estratégicamente prácticas comunicacionales activistas a sus repertorios de acción colectiva (Vanegas-Toala, 2020; 2021). Desde esas estrategias, se resiste a la racionalidad económica justificadora y legitimadora de la explotación de la naturaleza y construye sentidos alternativos de re-existencia sustentados en racionalidades ecológicas y culturales. Así, las prácticas comunicacionales activistas emergentes del giro ecoterritorial se han adscrito a procesos de protestas y movilización social contra la política extractiva.
En esa dirección, el hashtag #SOSPuebloShuar surgió como una práctica comunicacional emergente de protesta y de movilización social en reacción contra el despojo territorial forzado de la comunidad shuar de Nankints, en la provincia Morona Santiago, parroquia Panantza, cantón San Juan Bosco, un despojo en función del proyecto Panantza-San Carlos, emplazado en la Cordillera del Cóndor, uno de los lugares de mayor biodiversidad en la Amazonia del Ecuador. Esta etiqueta, utilizada en redes sociales digitales, principalmente en Twitter, emergió frente a la disputa territorial que confronta la cosmovisión indígena, reclamante de sus territorios como ancestrales, con la racionalidad moderna de la política extractiva estatal a favor de la minería. Este hashtag se convirtió en uno de los casos emblemáticos de la ecología mediática de prácticas comunicacionales activistas, por cuanto jugó un rol protagónico en la configuración de una red activista que visibilizó el conflicto a escala local, nacional e internacional.
De allí que este artículo gira alrededor de la siguiente pregunta axial: ¿Cómo la práctica comunicacional activista, articulada en el #SOSPuebloShuar, testimonia una reconfiguración en las formas de agencia vinculadas a la defensa ecoterritorial? Para ello, en primer lugar, mapea cuáles son los actores principales de la red para explicar cómo ellos generan relaciones colaborativas que tejen una agenda interseccional -que suma diversas reicindicaciones- y que, finalmente, impacta en las formas contemporáneas de acción colectiva desde las que se resiste al extractivismo.
Por esta razón, este artículo es un aporte al emergente campo de conocimiento que cruza los estudios de comunicación y los estudios de movimientos sociales, específicamente, aquellos que confrontan el modelo extractivo. Y es relevante, en tanto contribuye a comprender la importancia de las prácticas comunicacionales activistas mediadas digitalmente, en la visibilización de los complejos conflictos ecosociales que detona la industria minera. De hecho, en los últimos diez años han proliferado investigaciones de este tipo, centradas en tres ejes: 1) la comprensión de la comunicación comunitaria autogestionada por los pueblos originarios amazónicos, entre ellos los shuar, que han hecho su apropiación de las tecnologías de información y comunicación (TIC) frente a los conflictos socioecológicos (DW Akademie, 2020); 2) el rol de las radios comunitarias de los pueblos indígenas de la Amazonia sur del Ecuador, desde el lente de la interculturalidad crítica y la decolonialidad, como espacios de recuperación de la palabra frente a la racionalidad extractiva del Estado (A. M. Acosta, 2020; De Castro Muniz, 2017); y, finalmente, 3) la apropiación de las tecnologías audiovisuales en la reivindicación de identidades culturales de los indígenas Shuar como estrategia para la defensa territorial (Salazar Aguirre, 2019; Vanegas-Toala, 2021). En este contexto, este artículo aporta una comprensión de las prácticas comunicacionales activistas en defensa ecoterritorial que involucra a población indígena y no indígena; y, a diferencia de los estudios anteriores, comprende que la mediación digital permite la articulación de diversos actores, tecnologías y espacios.
Este artículo está estructurado en cuatro apartados. En el primero, se despliega la contextualización sociopolítica en la que surge la etiqueta #SOSPuebloShuar. En el segundo, presenta el marco teórico que vincula las prácticas comunicacionales de defensa ecoterritorial con las nociones de tecnopolítica (Reguillo, 2017; Rovira, 2017, 2019; Toret, 2013), activismo mediático híbrido (Treré, 2020) y prácticas comunicacionales activistas (Mattoni, 2013). En el tercero, se presenta la metodología de análisis de redes sociales (Diani, 2002; Passy, 2002) y se desarrollan las fases con las que se procesaron los tweets -trinos-. En el cuarto, finalmente, se presentan los resultados y las conclusiones donde se esboza la noción de activismo mediático convergente que se deriva de la lectura del rol que actualmente juega la comunicación en los procesos de defensa ecoterritorial.
Contextualización del #SOSPuebloShuar
A continuación, se expone una breve genealogía del surgimiento de la etiqueta #SOSPuebloShuar. El conflicto inició el 11 de agosto de 2016, cuando las fuerzas armadas desplegaron un operativo desproporcionado con 2000 mil policías y militares para desalojar forzosamente a la población de la comunidad de Nankints, que sumaba 32 personas, entre indígenas shuar y colonos mestizos. A través de una orden del Ministerio del Interior se autorizó el desalojo de la comunidad, para entregar este territorio a la empresa minera china Explorcobres S. A -EXSA-, pese a las irregularidades en la concesión de ese territorio que no cumplió la consulta previa, libe e informada, un derecho de los pueblos indígenas consagrado en la Constitución de la República (2008) y en el Convenio 169 de la OIT. Adicionalmente, el proyecto minero opera con una licencia basada en un estudio de impacto ambiental presentado hace diez años, en un contexto de legislación ambiental distinto, ya no vigente (Foro Social Panamazónico, 2017; Observatorio de Conflictos Sociombientales del Ecuador, 2021).
En un acto de resistencia, el 21 de noviembre de 2016, los indígenas realizaron una acción de recuperación de su tierra, que detonó el asedio terrestre y aéreo de la fuerza pública. El 14 de diciembre del 2016, el Gobierno declaró estado de excepción -que implica la suspensión de derechos constitucionales a la libertad de expresión, asociación, tránsito e inviolabilidad del domicilio-, acompañado de la militarización de Morona Santiago. Esta medida se impuso debido a los conflictos que habían dejado como saldo varias personas gravemente heridas, un policía muerto a fusil en un cruce de fuego entre fuerzas armadas y civiles desarmados. En este escenario, el Ministerio del Interior ofreció una recompensa de 50 mil dólares por información de los supuestos shuar responsables de la muerte del agente policial y, además, abrió procesos judiciales a indígenas criminalizados por protestar. El 18 de diciembre de 2016, las comunidades de Tsuntsuim, Tink y Warints, cuyos territorios fueron el lugar de acogida de los refugiados, fueron blando de ataque militar. El 21 de diciembre de 2016, la fuerza pública allanó la sede de la Federación Interprovincial de Centros Shuar (FISCH) para incautar documentos y detuvo a su entonces presidente, Agustín Wachapá, por el delito de «incitación a la discordia» (Federación Internacional de Derechos Humanos, 2017). En este contexto, otro agravante de la crisis fue la vulneración de los derechos de comunicación del pueblo Shuar, a través del allanamiento de la radio comunitaria La Voz de Arutam, por difundir un testimonio de Wachapá mientras se encontraba en prisión.
Esta secuencia de acontecimientos detonó la respuesta de la sociedad civil que, de forma autoorganizada, expresó su rechazo a estas acciones, en el espacio digital, a través de redes sociales; en el espacio mediático, sobre todo en medios alternativos, comunitarios y ciudadanos; y en el espacio geográfico, a través de protestas en marchas y plantones en calles y plazas. En este contexto, surgió el #SOSPuebloShuar como práctica comunicacional emergente, cuyos primeros tweets emanaron de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía del Ecuador (Confeniae) y de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), a partir del 16 de diciembre de 2016. Sin embargo, espontáneamente se fueron sumando diversos actores solidarios, así, con la disputa territorial del pueblo Shuar. De esta manera, la etiqueta articuló una red de diversos actores en oposición a la política extractiva y, al mismo tiempo, operó como un canal contrainformacional que visibilizó los conflictos socioambientales por fuera de la agenda del mainstream mediático imperante. Este hecho detonó una serie de procesos de mediación que se examinan en este artículo.
Marco teórico
Prácticas comunicacionales activistas en defensa ecoterritorial
En los últimos treinta años han proliferado diversas investigaciones que han teorizado sobre el rol de la comunicación en los movimientos sociales, sea como un dinamizador de la acción colectiva, de la identidad cultural o de la oportunidad política. Si bien gran parte de la literatura tiende a centrarse en el rol instrumental y funcionalista de la comunicación desde el lente del determinismo tecnológico, como acota Emiliano Treré (2020); actualmente, varios estudios han dado un giro hacia la noción de prácticas, lo cual supera el reduccionismo en la comprensión de la dinámica comunicacional de los movimientos sociales (Cammaerts, 2012; Mattoni, 2013; Mattoni & Treré, 2014; Treré, 2020). Este cambio de paradigma en este emergente campo de estudio, puede explicarse como un eco de los aportes que generó la concepción de prácticas mediáticas; que se produjo en el contexto anglosajón, a partir del pensamiento de Nick Couldry (2004); y, en América Latina, con el aporte de Jesús Martín-Barbero (1987). En “Theorising media as practice” (2004), Couldry plantea que los medios deben estudiarse tanto desde las prácticas sociales que los configuran, como las que se detonan a partir de estos. Mientras que en “De los medios a las mediaciones” (1987), Martín-Barbero piensa a la comunicación desde los procesos culturales, sociales, económicos y políticos que en ella se configuran, más allá del enfoque mediacéntrico. Desde este andamiaje, se recurre a la perspectiva holística de las prácticas comunicacionales activistas para explicar las redes configuradas por actores heterogéneos como forma contemporánea del giro ecoterritorial.
En esta línea, al considerar que Svampa (2011, 2019) caracteriza el giro ecoterritorial como una forma cooperativa de militancia, se tiene que esta integra varias matrices reivindicativas: la matriz indígena-campesina comunitaria, históricamente reclamante de la tierra y del territorio; y una matriz autonómica, vinculada principalmente a las luchas ecológicas y feministas (Svampa, 2017, p. 44). Este cruce innovador resulta en un híbrido político, cuyo potencial emancipador para la acción colectiva reside en la articulación colaborativa desde el diálogo de seres y saberes: por un lado, la «ambientalización de las luchas indígenas» (Leff, 2004); y, por otro lado, una «indigenidad emergente» (De la Cadena & Starn, 2009), en la que diversos grupos se solidarizan con las luchas de los pueblos originarios. En este sentido, el giro ecoterritorial comprende una serie de reivindicaciones: por un lado, los derechos humanos, territoriales, colectivos, culturales y de autodeterminación de los pueblos indígenas; y, por otro lado, los derechos de la Naturaleza, la lucha por los bienes comunes y el buen vivir.
Entre los actores que configuran el giro ecoterritorial se destacan diversos movimientos sociales -indígena, ecologista, feminista, de derechos humanos, entre otros-, organizaciones del tercer sector, medios de comunicación alternativos, comunitarios, ciudadanos e independientes, artistas y académicos con compromiso ético y político. Debido a esta articulación cooperativa, Svampa (2011,2019) enfatiza que la capacidad movilizadora se potencia a partir de la diversificación de estrategias de acción colectiva. Este trabajo cooperativo entre estos actores heterogéneos ha permitido articular diversas prácticas de resistencia a sus repertorios contenciosos; por ejemplo, «generación de diagnósticos comunes, amplificación de la plataforma del discurso antiextractivo, aplicación de instrumentos legales y técnicos y la configuración de nuevos imaginarios» (2019, p. 47). Efectivamente, las prácticas comunicacionales activistas han empezado a articularse a estos repertorios de acción colectiva de las resistencias frente al capital extractivo (Vanegas-Toala, 2020). Coryat (2019) encuentra que en la proliferación de prácticas comunicacionales contra el extractivismo se enmarcan dentro del giro ecoterritorial:
I understand these media cultures as a diverse array of individuals, groups, practices, and discourses that, as part of or in collaboration with communities and social movements, are engaged in communicational processes around the defense of life and territory. Many of the practitioners are connected through informal networks, common points of reference, goals, and practices. I contend that these media cultures are part of the ecoterritorial turn (Coryat, 2019, p. 163).
En esta línea, las prácticas comunicacionales del giro ecoterritorial devienen de esta articulación en red que integra múltiples locus de enunciación de sus actores. El común denominador es la crítica al modelo de desarrollo economicista y al modelo de despojo territorial forzado como un dispositivo de lo que David Harvey (2004) llama «acumulación por desposesión». Es así que, desde esta lógica colaborativa de múltiples actores, se teje un proceso de mediación a través de los agenciamientos de la comunicación que recogen y expresan la convergencia de diversas luchas. Reivindicaciones étnicas-culturales, en relación con los derechos humanos, colectivos, culturales y de autodeterminación de los pueblos originarios, en los que además se pugna por cosmovisiones que plantean formas ontológicas de relación con la Naturaleza. Reivindicaciones ecológicas-territoriales, debidas a la disputa de sentidos sobre la noción de territorio y territorialidad, entre las narrativas de poder y contrapoder que se dinamizan desde enfoques epistémicos y políticos diametralmente opuestos. De un lado, la racionalidad económica gubernamental-empresarial valora al territorio desde el lente productivista, como un espacio rico en recursos naturales. Por otro lado, la racionalidad ecológica-cultural de las redes del giro ecoterritorial concibe al territorio como el espacio histórico de vida, memoria y cultura de pueblos ancestrales (Escobar, 2014; Moreano, Molina, & Bryant, 2017; Porto-Goncalves & Leff, 2015). Finalmente, reivindicaciones ontológicas que pugnan por los derechos de la Naturaleza como uno de los aspectos más importantes desde la ética biocéntrica (Gudynas, 2015). Este conjunto de ejes reivindicativos son los demarcadores nodales de las prácticas comunicacionales activistas que pugnan por sociedades postextractivas desde una perspectiva del postdesarrollo.
Movimientos sociales en red: tecnopolítica y prácticas comunicacionales activistas
Con el acelerado desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los movimientos sociales y procesos de activismo han experimentado transformaciones en su estructura organizativa, acciones e identidad colectivas (Tilly & Wood, 2010, p. 193). En este nuevo escenario comunicacional, una de las reflexiones más significativas subraya la potencia en la creación de redes como una estrategia de contrapoder a través de la cual los «movimientos en red» tienen la posibilidad de autogestionar -de forma horizontal e independiente- sus procesos de «auto-comunicación de masas» (Castells, 2007, 2009, 2012), lo cual se concreta en el marco de una cultura de la convergencia, donde la participación es abierta y colaborativa (Jenkins, Ford, & Green, 2015). Así, también, el activismo mediado digitalmente se teorizó a partir de nociones como la de ciberprotesta (Van de Donk, Loader, Nixon & Rucht, 2004), la de ciberpolítica (Bell, 2006) y la de ciberactivismo (Tascón & Quintana, 2012). Sin embargo, a la luz del paradigma de las prácticas comunicacionales activistas, la visión se ha ampliado hacia una comprensión más holística que permite entender los procesos desplegados por los actores de los movimientos sociales y por las redes activistas, en la compleja ecología mediática actual y no sólo anclados al ámbito digital. Es así que surgen nociones como la de tecnopolítica (Reguillo, 2017; Rovira, 2017, 2019; Toret, 2015) y activismo mediático híbrido (Treré, 2020).
El concepto de tecnopolítica se ha popularizado a partir del ciclo de protestas que caracterizó las dos primeras décadas de este siglo[2] (Reguillo, 2017; Rovira, 2017, 2019; Toret, 2015; Treré & Barranquero, 2018). La tecnopolítica implica una forma novedosa de acuerpamiento social en red, configurada por «multitudes conectadas», que «usa estratégicamente las TIC para la organización, comunicación y gestación de acción colectiva» (Toret, 2015, p. 62). No obstante, su propuesta no sólo implica el ámbito de lo digital; al contrario, comprende una integración on-line/off line. Pese a que la tecnopolítica se articula a partir de la «acción conectiva» (Bennett & Segerberg, 2012), en referencia a la mediación digital como agente organizador de las multitudes que configuran el sistema-red, su dinámica de acción colectiva integra de forma simbiótica tres dimensiones: capa física -espacio urbano-, capa digital -espacio trasmedial- y la capa mediática -espacio mediático-. En efecto, la tecnopolítica implica una comprensión holística de las prácticas comunicacionales activistas del antes, del durante y del después de los procesos de movilización: por ejemplo, los activistas gestan la protesta con una convocatoria digital; esta se transmite en vivo por los manifestantes a través de sus redes sociales para superar el bloqueo mediático imperante; y, finalmente, al registrarse en el entorno hipermedial, las movilizaciones se configuran como un «acontecimiento aumentado» (Toret, 2015) en el «espacio público expandido» (Reguillo, 2017).
El enfoque de activismo mediático híbrido (Treré, 2020) es uno de los aportes más provocadores que comprende que las prácticas mediáticas de los movimientos sociales se dinamizan en la ecología mediática contemporánea. El autor parte de una crítica al reduccionismo instrumental, funcionalista y de determinismo tecnológico privilegiado en la comprensión de la comunicación en los movimientos sociales. Por esta razón, en su propuesta, lo híbrido se refiere a que los activistas interactúan de forma dinámica en, con y desde una amplia gama de tecnologías ―old/new―; espacios ―physical/digital―; actores ―human/non-human―; procesos de comunicación -internal/external- y canales ―corporate/alternative―. En este marco, Treré apuesta por una comprensión ecológica de las prácticas mediáticas activistas en las que se dan «configuraciones complejas de múltiples prácticas, actores e infraestructuras […] interconectadas» (2020, p. 34).
En este contexto, Alice Mattoni (2013) ha propuesto la noción de «activism media practice» para designar las acciones de comunicación estratégica que gestan los movimientos sociales, en la fase latente y visible de la movilización, con las que interactúan en tres campos: con los agentes mediáticos, como periodistas y relacionadores públicos; con las tecnologías, sean digitales o análogas; y con el entorno mediático, que incluye tanto sus prácticas comunicacionales autogestionadas e independientes como las interacciones con los medios convencionales. En este contexto, Mattoni argumenta que existe un vínculo entre los repertorios de acción contenciosa y los repertorios de comunicación activista. Los primeros refieren el conjunto de acciones políticas estratégicas que ejecutan los movimientos sociales para alcanzar objetivos comunes (Tarrow, 1997; Tilly & Wood, 2010). No obstante, estos están supeditados a la «estructura de oportunidades políticas», entendida como la suma de las condiciones del entorno político que estimulan o desalientan a los movimientos sociales a generar acciones colectivas (Tarrow, 1997, p. 49). Cada vez existe mayor conciencia de que el entorno mediático hace parte de dicha estructura de oportunidades, por cuanto influye en la probabilidad de que el movimiento social alcance sus objetivos. En este marco, Mattoni concluye que los repertorios de comunicación se definen como el conjunto de prácticas mediáticas activistas, dinámicas y situadas, que se ejecutan a partir de la comprensión del entorno mediático como oportunidad política (2013, p. 51) y esto hace parte de su proceso de mediación.
Metodología
La metodología a la que recurre esta investigación es el análisis de redes sociales -SNA, por sus siglas en inglés- aplicado al campo de los movimientos sociales. Esta perspectiva metodológica permite estudiar sistémicamente la relación entre actores y permite comprender cómo la acción colectiva se ve afectada por la configuración de redes entre diversos actores (Diani, 2002). Se centra en las relaciones interdependientes entre los actores que configuran una estructura de red que posibilita oportunidades o limitaciones para la acción (Caiani, 2014). Con esta perspectiva relacional se estudia la estructura social de la red, que contribuye a la comprensión de la configuración de la acción colectiva y los procesos de interacción de los múltiples participantes. Desde este andamiaje, el SNA se operativizó a través del software Gephi, de acceso libre, utilizado para mapear los actores principales y las relaciones que caracterizan la dinámica de los procesos de activismo ecoterritorial que se expresaron a través del hashtag #SOSPuebloShuar.
En una primera fase, se extrajeron datos de la plataforma Twitter, entre el 16 de diciembre de 2016 y el 28 de mayo de 2017, un total de 32 835 tweets de los cuales 5287 eran originales y 27 558 eran retweets. Para establecer la muestra, este conjunto de tweets se depuró en torno a dos criterios, de conformidad con lo propuesto por el SNA, que plantea un análisis de las interacciones entre distintos actores: el carácter original de los tweets (excluyendo a los retweets) y la variable «usuario-usuario», es decir, tweets que en su texto nombraban otra cuenta de Twitter. Como resultado final, se obtuvieron 1857 tweets que componen la base de datos sobre la cual se realizó el SNA, a través de métricas que generan la representación de las relaciones en grafos (Aragón, 2015) en concordancia con los objetivos de investigación planteados.
En una segunda fase, para mapear los actores relevantes que conforman la red #SOSPuebloShuar, se aplicó el algoritmo Eigenvector Centrality, que mide la influencia de cada nodo en la red al mostrar sus conexiones con otros que pueden estar bien conectados (Aragón, 2015): en este caso, una cuenta de Twitter relevante por su nivel de interconexión con otras cuentas de Twitter. A través de esta operación, se identificaron los principales actores -nodos clave- y se codificaron según la autodescripción de su cuenta de Twitter. A través de esta operación, se sistematizó en seis categorías de acuerdo con el sector de pertenencia: organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación especializados, activistas, movimiento indígena, organismos públicos y políticos gubernamentales.
En una tercera fase, se mapearon las comunidades estratégicas ―clusters― alrededor de los nodos clave, a partir de la función de modularity class, que mide la fuerza de las divisiones de la red. Se sistematizó a través del tipo de relaciones de cooperación y de desacuerdo; así, se establecieron dos grupos: A) el grupo activista de defensa, compuesto por una coalición cooperativa de actores que representan giro ecoterritorial; B) el grupo opositor, compuesto por los actores institucionales y personales que defienden el extractivismo. Este enfoque fue la base del análisis para entender la reconfiguración de la acción colectiva expresada en las prácticas comunicacionales activistas del giro ecoterritorial y sus principales ejes reivindicativos, que se establecieron en función del tipo de entidad que emitió los tweets.
Resultados y discusión
Mapeo de actores del #SOSPuebloShuar en clave ecoterritorial
A partir de la noción de multitudes conectadas, se tiene que la red activista #SOSPuebloShuar generó un enjambre tecnopolítico en clave ecoterritorial que congregó a una diversidad de actores de distintos sectores. Esto se explica debido a que la composición de la red -de acuerdo con la muestra tomada- logró integrar 1349 nodos -usuarios de Twitter- quienes conformaron una comunidad activista que, de manera emergente, confrontó la intrusión de la industria extractiva en territorio Shuar. La red se constituyó como un sujeto político colectivo híbrido, tejido a partir de la acción conectiva, en sintonía con las militancias del giro ecoterritorial. Se advierte el alto índice de interconectividad evidente en un total de 1933 aristas, es decir, interacciones entre usuarios de Twitter, y de un nivel de modularidad de 59 comunidades de nodos, todo lo cual se aprecia en el siguiente grafo:
En seguimiento de la metodología propuesta, se detectó que en la comunidad de nodos más importante se destacan las 25 cuentas de Twitter de mayor influencia y que representan los nodos clave, sea por haber generado tweets o por haber sido mencionadas en los tweets. Al mismo tiempo, se tomó como base la comunidad de nodos más importante de acuerdo con el valor de modularity class ―cluster valor 3―, debido a que reportó el mayor número de interacciones entre las cuentas que componen esta comunidad. En función de estas dos operaciones se logró identificar dos grupos que antagonizan entre sus posturas frente al extractivismo megaminero, tal como se aprecia en la tabla 1. Inicialmente, lo que denominamos el «grupo activista de defensa ecoterritorial», dinamizado gracias a la interacción de actores de la sociedad civil provenientes de una heterogeneidad de sectores y de diversas zonas geográficas, entre ellos, organizaciones no gubernamentales -ONG- de diversas líneas, medios de comunicación especializados, líderes de opinión activistas y el mismo movimiento indígena. Del otro lado, lo que denominamos el «grupo de oposición», conformado por aquellas cuentas que se increpan debido a que están a favor de la consolidación de la minería, categoría compuesta por instituciones públicas como el Ministerio de Interior y el Ministerio de Ambiente, y políticos gubernamentales, como el entonces presidente de la República, Rafael Correa, y el candidato presidencial oficialista Lenin Moreno.
Relaciones colaborativas que tejen una agenda interseccional ecoterritorial
Desde la cultura mediática emergente en defensa de la vida y del territorio como expresión de las militancias híbridas del giro ecoterritorial, el mapeo de actores relevantes permitió caracterizar las diferentes reivindicaciones que se entrecruzaron para cooperar como parte de las acciones de defensa que planteó el #SOSPuebloShuar. Así, se estableció que, a partir de la práctica comunicacional del uso del hashtag, el grupo activista de defensa se dinamiza a través de relaciones cooperativas entre los actores que se detallan a continuación: 1) organizaciones no gubernamentales: Amazon Watch, Acción Ecológica, Change Latin América, Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) y Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH) y Naciones Unidas Derechos Humanos América del Sur; 2) medios de comunicación especializados: IC Magazine, Pedro Canché Independent Journalism, Indean Country Today, Mongabay Latam, SOS Pueblo Shuar, Chakana News y Wambra Medio Digital Comunitario; 3) cuentas de activistas: Pepe Acacho, líder indígena; Jared Leto, artista internacional; Jorge Herrera Morocho, entonces presidente de la Conaie; Severino Sharupi, líder indígena; y Andrew E. Miller, director de Amazon Watch Advocacy. Finalmente, 4) cuentas institucionales del movimiento indígena: Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confenaie).
En esta línea, el hashtag #SOSPuebloShuar operó como un dispositivo político de activismo mediático convergente y dinamizador de un ecosistema de prácticas comunicacionales que dotaron de sentido la movilización a partir de la participación abierta y colaborativa de múltiples actores de diversos sectores; y, al mismo tiempo, articuló una red de defensa ecoterritorial a escala local, nacional e internacional. Estas interacciones mediadas digitalmente, gracias a la acción conectiva, se tomaron el espacio digital a través de la práctica comunicacional para defender los derechos humanos, culturales, colectivos, territoriales y de autodeterminación del pueblo Shuar. El grupo activista de defensa desencadenó un torbellino tecnopolítico en el que predominaron las relaciones de cooperación y que confirma el carácter postidentitario de articulación en red, como una nueva forma de acuerpamiento social. En este sentido, se considera que la etiqueta #SOSPuebloShuar permitió la gestación de un movimiento-red y la colaboración de distintos actores de diversos sectores y espacios geográficos. Así, #SOSPuebloShuar evidenció una forma de trabajo colaborativo a través de una serie de acciones coordinadas para increpar, contestar y resistir a distintos actores del grupo de oposición.
Relaciones colaborativas que tejen una agenda interseccional ecoterritorial
Debido a que el hashtag #SOSPuebloShuar evidenció el acuerpamiento social de una red de actores configurada a partir de prácticas comunicacionales activistas colaborativas, este apartado explora la reconfiguración de la acción colectiva a partir de la exploración de los actores más importantes y cómo entran en diálogo diversas agendas. Se tomó como referencia la comunidad de nodos más relevante dentro de la red #SOSPuebloShuar para analizar los repertorios de la práctica comunicacional activista. El grafo de la figura 3 muestra la comunidad de nodos de los actores relevantes que muestra mayor interconexión (cluster valor 3), está compuesta por más 130 nodos, es decir, cuentas de Twitter que forman parte de esta subred.
El análisis de esta comunidad revela las relaciones colaborativas a través del apoyo de diversos actores a la causa de pueblo Shuar en una convergencia interseccional que suma varias reivindicaciones de derechos: humanos, culturales, colectivos, territoriales y ecológicos en las que se observa cómo se teje un proceso de mediación en el que dialoga la defensa de los derechos de autodeterminación de los pueblos y nacionalidades indígenas con la defensa de los derechos de la Naturaleza.
En torno a la reivindicación cultural destacan las cuentas del movimiento indígena (@Conaie_Ecuador, @confeniae1, @SOSPuebloShuar, Mujeres CONAIE (@MujeresConaie), Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi MICC (@Micc_Ec), @JherreraMoroch y @PepeAcacho). Este conjunto de actores pugna por la defensa de los derechos colectivos y de autodeterminación de los pueblos indígenas, amparados en los principios constitucionales de plurinacionalidad e interculturalidad. Invocan el cumplimiento de la consulta previa libre e informada, como un mecanismo democrático mandatorio para los pueblos indígenas. En la reivindicación ecológica y territorial destacan las cuentas de movimientos ecologistas y cuentas de activistas académicos. En las primeras, destacan: @AcEcologica; Yasunidos (@yasunidos) y (@yasunidoscuenca), colectivo de la sociedad civil que lucha contra la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní; Minka Urbana Alternativas Vivas (@MinkaUrbana), colectivo urbano frente a la megaminería; y, Listen to the Amazon, plataforma para la protección de pueblos indígenas en defensa de la Amazonía (@ToTheAmazon). En las segundas, son notables las cuentas de Alberto Acosta (@AlbertoAcostaE), académico activista; y, María Arboleda (@lariarama), académica y ex miembro de la Comisión Ciudadana Anticorrupción. Reivindican los derechos de la Naturaleza, reconocidos constitucionalmente desde el 2008, y el posicionamiento de que son los pueblos indígenas quienes los custodian. Finalmente, en las reivindicaciones de derechos humanos son relevantes las cuentas institucionales y de activistas. En el primer grupo están la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, CEDHU (@Cedhu); la Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos, INREDH (@Inredh1); Wambra Medio Digital Comunitario (@WambraEC), medio de comunicación alternativo con enfoque en derechos humanos. En el segundo grupo, están las cuentas del artista visual y activista, Pit Becker (@paintmyblues); y, de Silvia Buendía (@silvitabuendia), abogada defensora de los derechos humanos.
Desde esta dinámica de relaciones entre diversos actores en la red #SOSPuebloShuar se articuló un agitado movimiento tecnopolítico en defensa ecoterritorial. Es notable como el hashtag -comprendido como un dispositivo político activista- da cuenta en una reconfiguración de la acción colectiva a partir de la práctica mediática digital. La apropiación tecnológica digital permite la integración de un ecosistema de prácticas comunicacionales activistas que visibilizaron la complejidad de los conflictos ecosociales y la sistemática vulneración de diversos derechos. Todo este mecanismo confrontó el discurso oficial al desmentir la propaganda extractivista que pregona que la «minería es desarrollo». En este sentido, el #SOSPuebloShuar es emblemático en tanto representa una forma contemporánea de articulación de la democratización de la comunicación, dado que posibilitó la participación de actores históricamente subalternizados a la esfera mediática imperante. Es destacable, además, que la comunidad de nodos más importante del #SOSPuebloShuar, revela su resonancia en los medios alternativos locales (Wambra Medio Digital Comunitario, Fundamedios, Plan V, La Barra Espaciadora), así como en la prensa especializada (IC Magazine, Indean Country Today, Mogaby Latam, Semana 56) e, incluso, la prensa internacional (El País de España, The Guardian de Inglaterra).
Conclusiones
En el contexto de la nueva militancia híbrida del giro ecoterritorial, se evidencia que las prácticas comunicacionales activistas en defensa de la vida y el territorio que se expresaron en el #SOSPuebloShuar son parte y se nutren de esta emergente forma organizativa de acuerpamiento social en resistencia a la política extractiva. A través del trabajo colaborativo de una heterogeneidad de actores locales, nacionales e internacionales, estas prácticas comunicacionales activistas logran generar un marco de acción y significación colectiva -un marco abierto y participativo- cuyo potencial emancipador se consolida en la suma de oportunidades y recursos simbólicos de cada uno de los actores: movimientos sociales -indígena, ecologista-; mediáticos -medios especializados, alternativos, ciudadanos y comunitarios-; del tercer sector -organizaciones no gubernamentales y fundaciones ecologistas, de derechos humanos, de derechos de los pueblos indígenas-, y académicos comprometidos. Este conjunto de actores logró consolidar, a partir del #SOSPuebloShuar, un remolino tecnopolítico hecho de multitudes conectadas gracias a la mediación digital. En este sentido, la lógica colaborativa entre la diversidad de actores genera una subjetividad política colectiva e híbrida que podría ser interpretada desde el marco del giro ecoterritorial. Se advierte que la defensa de la vida y el territorio que se expresó en el #SOSPuebloShuar conlleva implícitamente reivindicaciones culturales, colectivas, territoriales, ecológicas e interculturales.
El #SOSPuebloShuar es emblemático como un caso de integración de diversos actores que configuraron una comunidad postidentitaria; dado que articuló una estructura de red entre actores que, pese a sus diferencias, gestaron una comunidad de sentidos políticos críticos frente al extractivismo. De ahí que estas prácticas colaborativas de integración procuran una coconstrucción de racionalidades comunicativas, culturales y ecológicas plurales que desafían la racionalidad moderno-colonial de ethos extractivista. A su vez, el #SOSPuebloShuar dinamizó una narrativa autonómica en clave contrainformacional para denunciar las vulneraciones sistémicas de derechos detonados por la intrusión de la megaminería en el territorio de los shuar; así como para demandar el reconocimiento de racionalidades ecológicas y culturales que no comulgan con el modelo de desarrollo economicista propuesto por el Gobierno. Finalmente, las oportunidades mediáticas son evidentes debido a que, a fuerza de la presión ejercida por el #SOSPuebloShuar a escala local, nacional e internacional, muchas de estas narrativas se recogieron en diversos medios de comunicación: alternativos, especializados, comunitarios e, inclusive, corporativos.
Desde esta dinámica se comprende que las redes de defensa ecoterritorial aprovechan las oportunidades mediáticas del entorno digital como parte de sus repertorios de contienda y formas de acción colectiva. Esto permite una construcción colaborativa de dotación de sentido a la movilización, que se potencia dada la integración de actores heterogéneos con distintas agendas. De ahí que el análisis de la red #SOSPuebloShuar puede dar luces sobre la noción de activismo mediático convergente que apela a que los movimientos sociales contemporáneos generan apropiación de las tecnologías digitales para articular un ecosistema mediático que dota de sentido a sus reivindicaciones; y, por lo tanto, reconfigura las formas de acción colectiva a la luz de la práctica comunicacional.
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Notas
Información adicional
Cómo
citar: Vanegas Toala, Y. V. (2022). #SOSPuebloShuar:
red de defensa ecoterritorial como práctica comunicacional activista frente a
la megaminería en la Amazonía del Ecuador. Mediaciones, 29(18),
pp. 220-239: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.29.2022.220-239
El artículo procede de
la investigación doctoral de la autora, titulada Prácticas comunicacionales activistas en defensa ecoterritorial frente
a la megaminería en la Amazonía del Ecuador, para cuyo adelanto y
finalización la autora declara no haber recibido ningún tipo de subvención ni
de origen público ni privado, razón por la cual está exenta de cualquier
conflicto de intereses. La autora agradece de forma especial la generosa ayuda
de la doctora Laura Pérez-Altable, quien tuvo un rol fundamental para la
aplicación de la metodología de análisis de redes sociales.: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.29.2022.220-239