Artículos de Investigación
La Otra Fama de Montes de María Un Festival Audiovisual de Producción Propia en el Caribe Colombiano como Escenario Estratégico de Comunicación con Incidencia Territorial
The Other Fame of Montes de María An Audiovisual Festival of Own Production in the Colombian Caribbean as a Strategic Communication Stage with Territorial Impact
A Outra Fama de Montes de María Um Festival Audiovisual de Produção Própria no Caribe Colombiano como Palco de Comunicação Estratégica com Impacto Territorial
Mediaciones
Corporación Universitaria Minuto de Dios, Colombia
ISSN: 1692-5688
ISSN-e: 2590-8057
Periodicidad: Bianual
vol. 18, núm. 28, 2022
Recepción: 20 Octubre 2021
Aprobación: 16 Diciembre 2022
Cómo citar: Orozco Araújo, A. (2022). La Otra Fama de Montes de María. Un Festival Audiovisual de Producción Propia en el Caribe Colombiano como Escenario Estratégico de Comunicación con Incidencia Territorial. Mediaciones, 28(18) Pp. 75-96: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.28.2022.75-96
Resumen: En el Caribe colombiano se encuentra la subregión de Montes de María, conformada por 15 municipios y ubicada entre los departamentos de Sucre y Bolívar. Este territorio es un santuario ecológico y agrícola, su ubicación geoestratégica la ha convertido en uno de los lugares más afectados por el conflicto armado interno en Colombia. La fama de Montes de María fue ampliamente ilustrada en la prensa nacional y local por sus masacres, desplazamientos, campos desolados y el inmenso dolor de sus habitantes. Este texto pretende visibilizar la otra famma de esta región: el Festival Audiovisual de Montes de María, el cual tiene como propósito fundamental re-construir la memoria de la cultura campesina montemariana cuyas bases se encuentran en su vocación asociativa, su tradición agrícola familiar, su fuerte arraigo a la tierra, su riqueza oral, la creatividad de su arte campesino y sus capacidades comunicativas. Este texto surge del senti-pensamiento de la autora inmersa en el proceso de acompañamiento, desde hace 20 años, al Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21, generador de este festival; el cual ha posibilitado que los y las habitantes de esta región cuenten con un escenario estratégico desde la comunicación para que se tomen la voz y la palabra pública a través de imágenes en movimiento que evidencian su apuesta incansable por alcanzar la paz, el afianzamiento de su identidad cultural, el respeto a los Derechos Humanos y la reconciliación de este territorio.[1]
Palabras clave: Cultura campesina, memoria, festival audiovisual, comunicación popular y comunicación estratégica.
Abstract: In the Colombian Caribbean is the Montes de María subregion, made up of 15 municipalities and located between the departments of Sucre and Bolívar. This territory is an ecological and agricultural sanctuary, its geostrategic location has made it one of the places most affected by the internal armed conflict in Colombia. The fame of Montes de María was widely illustrated in the national and local press for its massacres, displacements, desolate fields and the immense pain of its inhabitants. This text aims to make visible the other range of this region: the Montes de María Audiovisual Festival, which has as its fundamental purpose to re-construct the memory of the Montemarian peasant culture whose bases are founded on its associative vocation, its family agricultural tradition, its strong roots in the land, its oral wealth, the creativity of its peasant art and its communication skills. This text arises from the senti-thought of the author immersed in the process of accompanying, for 20 years, the Montes de María Línea 21 Communications Collective, generator of this festival, which has enabled the inhabitants of this region to have access to a strategic setting from communications, so that their public voice and word are taken through moving images that demonstrate their tireless commitment to achieve peace, the consolidation of their cultural identity, respect for Human Rights and the reconciliation of the inhabitants of this territory.
Keywords: Peasant culture, memory, audiovisual festival, popular communication and strategic communication.
Resumo: No Caribe colombiano está a sub-região de Montes de María, formada por 15 municípios e localizada entre os departamentos de Sucre e Bolívar. Este território é um santuário ecológico e agrícola, sua localização geoestratégica o tornou um dos lugares mais afetados pelo conflito armado interno na Colômbia. A fama de Montes de María foi amplamente ilustrada na imprensa nacional e local por seus massacres, deslocamentos, campos desolados e a imensa dor de seus habitantes. Este texto pretende dar visibilidade a outra vertente desta região: o Festival Audiovisual de Montes de María, que tem como finalidade fundamental reconstruir a memória da cultura camponesa montemariana cujas bases se encontram na sua vocação associativa, na sua tradição agrícola familiar, suas fortes raízes na terra, sua riqueza oral, a criatividade de sua arte camponesa e suas habilidades de comunicação. Este texto surge do sentimento da autora imersa no processo de acompanhamento, durante 20 anos, do Coletivo de Comunicações Montes de María Línea 21, gerador deste festival, que tem permitido aos habitantes desta região o acesso a um cenário estratégico a partir da comunicação para que a voz e a palavra públicas se concretizem através de imagens comoventes que demonstrem o seu incansável empenho pela paz, pela consolidação da sua identidade cultural, pelo respeito pelos Direitos do Homem e pela reconciliação deste território.
Palavras-chave: Cultura camponesa, memória, festival audiovisual, comunicação popular e comunicação estratégica.
Apertura
Nos encontramos en una tarde húmeda del mes de octubre en Cartagena. Rafael Armando Bayuelo, nos esperaba en la entrada del Centro de Convenciones de Getsemaní a Cecilia, Ana, Sandra y a mí, ellas tres amigas y colegas argentinas. Rafael nos llevaría en su carro hasta El Carmen de Bolívar, en Montes de María, y nos demoraríamos aproximadamente dos horas y media en llegar para participar del Festival Audiovisual de Montes de María –FAMMA- 2018; un Festival en el que se juntan la imagen, el sonido, el movimiento y la creatividad para producir cortos audiovisuales realizados por diversos actores sociales de los 15 municipios que conforman la región de Montes de María: María La Baja, San Juan Nepomuceno, El Guamo, San Jacinto, El Carmen de Bolívar, Zambrano y Córdoba (Bolívar), San Onofre, Los Palmitos, Morroa, Chalán, Colosó, Ovejas, San Antonio de Palmito y Toluviejo (Sucre).
Cuando tomamos la carretera que nos llevaría a esta subregión del caribe colombiano, ubicada entre los departamentos de Bolívar y Sucre, me devolví 18 años atrás, al momento en el que había ido por primera vez a El Carmen de Bolívar. No había tantos camiones, ni buses como los que apreciaba en este viaje; para decir verdad la carretera estaba desolada en ese año 2000 porque los actores armados tenían la clara misión de dispensar miedo, terror, silencio, ruptura, desplazamientos y mucho dolor a través de 104 masacres, cometidas entre 1995 y 2007, que dejaron centenares de muertos, miles de desplazados y los campos desolados.
El proyecto para el cual yo trabajaba en esa ocasión era un programa de Estado que le apostaba a la comunicación y la niñez. Viajé con otra compañera porque haríamos un taller a niños y maestros de instituciones educativas para jugar, danzar y charlar sobre la comunicación como dadora de sentidos, garante de la participación social y del respeto a los derechos humanos. A este taller habíamos sido invitadas por Soraya Bayuelo y Beatriz Ochoa, las coordinadoras del Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 –CCMMaL21.
Durante casi dos décadas de oscuridad, impunidad, dolor y sufrimiento, Montes de María tuvo la “fama” de ser identificada como “zona roja” o “zona de guerra”, denominación que se le daba en Colombia a las regiones del territorio nacional que eran escenario del fuego cruzado entre los actores armados. Sin embargo, en esta ocasión en el 2018 viajábamos a la otra FAMMA, al VII Festival Audiovisual de Montes de María, inspirado también por las mismas mujeres que me habían invitado en el 2000 a conocer su territorio: Sora y Bea como les decimos cariñosamente quienes las conocemos de cerca.
La cultura montemariana tiene una resiliencia muy particular que Soraya prefiere llamar re-existencia, porque ellos provienen de los pacíficos pueblos indígenas malebúes y zenúes que habitaron esas tierras antes de la época de la colonia, como lo muestra el bello museo comunitario de San Jacinto (Bolívar), un municipio artesanal, ubicado a 20 minutos de El Carmen de Bolívar, reconocido por sus hamacas y sus gaitas. Esa re-existencia es la que ha permitido volver a tejer sus lazos comunitarios, sanar sus heridas, volver al campo con su azadón, mantener su alegría y sus vínculos comunitarios, y sostener su memoria colectiva que ha estado resguardada por su tradición, su vocación agrícola y su cultura oral.
Montes de María fue una de las regiones en donde más se fortaleció la ANUC, Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, la cual tuvo su origen legal en un decreto expedido en 1967 por el entonces presidente de Colombia Carlos Lleras Restrepo, que buscaba una reforma agraria en la que se titulaban las tierras a arrendatarios que por años habían labrado las fincas de sus patrones. Uno de los líderes campesinos más destacados fue Jesús María Pérez, líder del movimiento agrario de Los Palmitos (Sucre), quien junto con otros campesinos luchó durante décadas por sus tierras con la premisa de que la “la tierra es pa´el que la trabaja”. Jesús tendría un homenaje por su vida y por su lucha el día de la inauguración del FAMMA, pero 24 horas antes se despidió de este plano terrenal diciendo antes de morir: “Me voy tranquilo, porque ya vencí a la muerte”. Esta es una frase con un significado que representa las veces que la muerte lo buscó a él, a su familia, a sus vecinos, a su comunidad y a todos los montemarianos a través de todos los actores violentos enviados por hacendados, políticos corruptos, empresarios de la agroindustria, narcotraficantes y señores feudales; pero aun así pudieron resistir a ella, a la muerte, y seguir re-existiendo. De este sentimiento seguramente nace la canción con ritmo de porro que se llama “Conmigo que nadie se meta” compuesta por el médico Nando Coba del municipio San Juan Nepomuceno (Bolívar) e interpretada por el grupo folclórico “A son de gaita”:
“La muerte me vino a buscar
Y yo le dije carajo respeta
Yo tengo 100 años no más
Por ahí por donde viniste regresa
Conmigo que nadie se meta.”
Los montemarianos son copleros, decimeros y cuenteros innatos. Seguramente lo heredaron de sus abuelos que interpretaban sonidos melodiosos escuchando la naturaleza, mientras desarrollaban sus oficios del campo y, al agregarle gaita, tambor y acordeón, hacían que naciera una entonada canción. Esto quiere decir que su cultura se ha ido transmitiendo en gran parte por tradición oral, que nunca podrá ser asesinada porque ésta es heredada por las nuevas generaciones que la resignifican y le otorgan su propio valor simbólico como se refleja en la mayoría de las producciones audiovisuales que se presentan en el FAMMA.
Lo que más llama la atención en términos culturales de la gente del pueblo Montemariano es que tienen una inmensa capacidad para componer y para cantar de una manera tan afinada sin haber pasado por una escuela de música. Cantan a sus ojos de agua que están custodiados por los árboles de Caracolí, cantan a sus pájaros como al mochuelo que tiene pico´e maíz de ojos negros brillantinos, cantan a sus amores y desamores, cantan también a sus muertos y también le cantan a la paz, al perdón y a la reconciliación. Rafa Bayuelo nuestro conductor hacia El Carmen de Bolívar no era la excepción; también nos brindó su repertorio de canciones compuestas por él mientras hacíamos el recorrido por la carretera mientras nos acompañaba la luna llena que justo iniciaba fase ese día.
Es esta vocación musical la que le dio misión y vida a la Escuela de música Lucho Bermúdez, en El Carmen de Bolívar, la cual fue inaugurada en 2014. Allí hay un auditorio con capacidad para unas 200 personas, donde se llevaría a cabo una buena parte de las más importantes actividades de este Festival, al cual íbamos Cecilia, Ana, Sandra y yo.
En el 2000 conocí a un niño al que le decían El Cochi, o Edilberto Narváez. Recuerdo que se sentía muy atraído por el lenguaje sonoro y participó de los colectivos radiales que empezaban a gestarse en Montes de María, gracias al CCMMaL21; llamado así porque estas dos mujeres Soraya y Beatriz, visionaban en el siglo XX un camino que ayudaría a su territorio a dar el salto al siglo XXI (“Línea 21, una línea diferente para informar en el siglo XXI”) y el puente para lograrlo sería la comunicación y la cultura como escenario estratégico de este territorio. Edilberto Narváez, o El Cochi, fue un niño que hizo parte de este sueño. A él lo conocí cambiando de voz y hoy es un hombre con unas cuerdas vocales y un timbre de voz potentes que no tienen nada que envidiarles a los locutores de los magazines de las grandes cadenas radiales de la mañana. Seguramente por esta razón Cochi fue elegido el maestro de ceremonias del FAMMA que en cada una de las cinco noches presentó en la plaza principal de El Carmen de Bolívar las piezas audiovisuales producidas por los montemarianos, y también por productores de la región Caribe.
Festival audiovisual montemariano: de la mancha roja del conflicto a la alfombra colorida de la esperanza
La gestión y logística que hay detrás de este magno evento, que convoca a muchas entidades públicas y privadas del orden nacional y regional que auspician el Festival, conlleva unos esfuerzos ingentes que requieren de la simpatía, la extroversión, gran facilidad para las relaciones sociales, buen humor y carácter abierto como el de Soraya Bayuelo; y a la vez paciencia, mesura, reserva, actitud metódica, competencias administrativas y contables para que no falte ningún detalle, cualidades con las que cuenta Beatriz Ochoa.
Para que la energía del Festival se desenvuelva fluidamente, Soraya y Beatriz están acompañadas por un grupo de aproximadamente 15 personas de base que han llegado al colectivo por razones distintas. Todas y todos hacen cosas diversas, sin distinción, en el oficio de este Festival. En estos 6 días no hay diferenciación en las profesiones o en las procedencias de lugar o en los rangos dentro del colectivo, pues se trata de que el Festival salga lo mejor posible, porque los más importantes invitados a este evento son los pobladores de Montes de María: niños, jóvenes, hombres, mujeres y abuelos, la mayoría campesinos que han sido víctimas de la violencia. Todos ellos vinieron a este Festival a presentar su obra maestra audiovisual de variados géneros; y en sus piezas narran diversas historias como el origen de sus pueblos, los juegos de los abuelos, asuntos relativos a la identidad de género, el cultivo de sus expresiones musicales, los fragmentos del conflicto que padeció su comunidad, sus nuevos sueños y reflexiones de orden existencial, como optar por la venganza o por el espíritu del perdón después de la guerra.
Todos los participantes se llevan su estatuilla, la cual es una cinta de sueños que se le entrega a la mejor ficción, al mejor documental, a la mejor dirección, al mejor sonido, al mejor equipo de producción, a la mejor actuación, a la mejor edición, a la mejor investigación y a la mejor fotografía. De igual manera son premiadas las obras que llegan de la región Caribe, del ámbito nacional e internacional, y también les entregan el galardón a los líderes más destacados en el campo de la gestión cultural, la música, los cantos y las danzas. Nadie se queda sin premio, porque acá lo que importa es el proceso colectivo, la creación, la unión de voluntades, el trabajo en equipo, el sentido de cambio social a través de la producción audiovisual, la participación activa de todos los actores y la intencionalidad del relato. Todo lo anterior es mucho más importante que la calidad o factura de la pieza audiovisual en sí, aunque los jóvenes productores se cualifican cada vez más en las áreas técnicas de la producción audiovisual, a través de los procesos de formación con los que cuenta el CCMMaL21. Se trata de ir de la comunicación a la cultura, es decir, perder el objeto para ganar el proceso como diría Jesús Martín-Barbero (1984), uno de los más reconocidos investigadores y pensadores de la comunicación/cultura en Iberoamérica: “fue así como la comunicación se nos tornó cuestión de mediaciones más que de medios, cuestión de cultura y, por tanto, no sólo de conocimientos sino de reconocimiento”. (Barbero, 1987. p.10).
Este Festival se caracteriza por su dimensión intergeneracional. El señor Ricardo Teherán del municipio de Ovejas, de casi 80 años, actúa desde hace algunos años en diversas producciones del género ficción, realizadas por los jóvenes montemarianos, como Amor Gaitero que recrea el personaje musical más importante de este municipio: la gaita. La presencia de Ricardo Teherán contrasta con la de un niño llamado Juan José de 7 años nieto de una señora que vende fritos[2] en la plaza de El Carmen de Bolívar y que, de tanto verlo deambular por los alrededores del parque, el CCMMaL21 decidió invitarlo a participar en la realización de sus procesos formativos y a ser actor protagónico de una de sus producciones. Juan José debutó este año en la producción El gran sueño, ganándose las sonrisas del público por su espontaneidad y protagonizando su misma historia: la de un niño que vende fritos en el pueblo y anhela ser como los jóvenes que practican BMX (disciplina del ciclismo que se ejercita con bicicletas cross y que tiene una modalidad particular que es completar recorridos en el menor tiempo posible y hacer acrobacias). Este es el mismo deporte que ha hecho bicampeona olímpica a la deportista colombiana Mariana Pajón. Lo particular en el caso de los jóvenes del colectivo Carmen Bike de El Carmen de Bolívar es que ellos mismos se han propuesto cavar la tierra y moldear los surcos en la arena arcillosa para propiciar el paso de sus bicicletas. Esta producción que ganó el premio a la mejor fotografía reflejaba el sueño de los jóvenes, sus esfuerzos por ahorrar dinero para obtener una bicicleta y estimular a Juan José a hacer lo mismo.
El Festival Audiovisual de Montes de María FAMMA es para Angie Forero (una comprometida comunicadora social convencida de la importancia de fomentar y visibilizar los relatos de los territorios) un espacio de encuentro entre colectivos de comunicación comunitaria y realizadores de cine, no solo de Montes de María y del Caribe, sino de todo el país. Angie, quien también es desde el 2008 asesora de la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos (antes Dirección de Comunicaciones) del Ministerio de Cultura, expresa:
En el FAMMA podemos ver las producciones realizadas por los narradores y narradoras de la memoria de Montes de María y también las de otros colectivos de comunicación de Colombia y películas recientes de cineastas independientes. Más allá de ir a ´ver películas´ es un espacio de diálogo de saberes entre esos colectivos y también con otros profesionales de cine y televisión y de distintas expresiones artísticas. El FAMMA ha ido ganando elementos cada año porque también tiene el cine itinerante por los distintos corregimientos de El Carmen de Bolívar y municipios de Montes de María como la programación del Cine Monte Adentro. Es también un escenario de celebración conjunta y de encuentro maravilloso de intercambio de experiencias y saberes entre los creadores audiovisuales comunitarios. (A. Forero, comunicación personal, 30 de marzo de 2021).
Además de realizadores de cine y producciones audiovisuales locales y nacionales, el FAMMA también cuenta con invitados internacionales. En la séptima edición, alusiva al tema Cuerpo y Territorio, se destacó el mejor audiovisual internacional llamado Identidad, premiado en otros festivales y producido por Iván Jaripio, un joven director audiovisual perteneciente a la cultura Piriatí Embera, un pueblo indígena panameño. En un verdadero homenaje al cuerpo y al territorio, pretende comunicar en menos de 4 minutos, a través de un paralelo, el despojo de los atuendos y símbolos ancestrales pintados en el cuerpo de una mujer indígena rodeada de la naturaleza selvática; y al mismo tiempo la llegada de las motosierras, de los edificios de las grandes urbes, otros símbolos religiosos que representan la pérdida de la identidad de su cultura y territorio por cuenta de la llegada del “progreso y desarrollo”.
Otra pieza que toca las fibras hondas es Tierra y Cuerpas de Hicotea Producciones y su joven directora sucreña Claudia (Chiro) Castellanos. Es una producción que invita a reflexionar sobre la violencia patriarcal en el mundo campesino montemariano ejercida por unas “masculinidades despóticas”. Así las llama María Emma Wills, coordinadora del proyecto “Género y memoria”- Región Caribe- del grupo de Memoria histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Estas masculinidades despóticas además de eliminar los cuerpos físicos también destruyen las diversas identidades de género y las posibilidades de ser “otro/otra”. Tierra y Cuerpas es un diálogo de un joven transgénero que fue despojado de sus tierras y de su familia y que, en la medida que pudo ir conociéndose a sí mismo/a, autoafirmarse y auto reconocerse como mujer, identificar sus gustos artísticos, emprender sus búsquedas, reinventarse, sanar su cuerpo y su alma; al mismo tiempo la tierra, que murió con la guerra, fue reverdeciendo para volver a brotar y florecer como en un ciclo de vida-muerte-vida. Wills (2011) explica que las víctimas son portadoras de estéticas, porque tienen la habilidad de poner en escena y transmutar el horror del que fueron testigos en arte, música, palabras; de esta manera guardan la esperanza de un futuro mejor, no se quedan encerradas en su sufrimiento porque anhelan una vida digna y reconocerlas es ver en el otro su capacidad de agencia y de “dejar huella”.
El grupo que hace las veces de partera de este Festival Audiovisual, además de Soraya y Beatriz, está integrado por Alvaro Ruíz, Inty Bachué Buelvas, Edilberto Narváez, Saray Romero, Lizbeth Pérez, Luis David Peluffo, los jóvenes del semillero de investigación y productores audiovisuales y los colectivos de Narradores y Narradoras de la Memoria de los Montes de María. Todos ellos se deslindan de su profesión y oficio cotidiano del colectivo para volcarse por completo al FAMMA: realizar la acreditación del primer día; paladear la agenda académica; curar las muestras de las películas; desarrollar el minuto a minuto de las presentaciones en tarima; buscar los almuerzos, distribuirlos; acompañar al hotel a los invitados nacionales e internacionales; repartir agua, hacer crispetas en las noches para la gala de cada película presentada en la plaza central de El Carmen de Bolívar, donde va gratuitamente cada carmero que lo desee con su familia a tener cine bajo las estrellas. También son madres y padres del colectivo de comunicaciones Italia Samudio, Giovanny Castro, Rosángela Roncallo, Rosa Valdéz, Marelsy Blanco, Tatiana Duplat, Libia San Martín, Willian Barreto, Mercedes Posada, Modesta Muñoz, Neyla Cristina Otero, Boris Señas, Casa Productora, dirigida por German Cepeda y Eduar Aguilar, y el Colectivo Carmen Bike; sólo por nombrar algunos.
En la casa de la esquina en toda la plaza principal, sede del CCMMaL21, y que tiene un lindo patio de atrás llamado “el patio de las yucas”, han pasado muchos hombres y mujeres, niños, niñas, estudiantes de comunicación social, investigadores académicos, funcionarios del estado, gestores culturales, docentes, líderes sociales, productores y documentalistas audiovisuales, agentes de la cooperación internacional, periodistas, profesionales y docentes de la comunicación colombianos y extranjeros. Las hojas y flores coloridas de este patio han escuchado muchos pensamientos, han presenciado muchos encuentros y han sido testigos de más de una noche de música y baile. Las paredes de ese patio ya tienen estampada la sombra de Soraya bailando con una botella en la cabeza.
El FAMMA nació en el 2004. Hoy es un adolescente que ha ido madurando y que se encuentra en pleno crecimiento; su voz se vuelve más grave porque visibiliza las múltiples voces de este territorio con razonamientos más complejos y sentimientos mejor plasmados en la pantalla; cada vez es más independiente porque las producciones han sido gestionadas, en palabras de Soraya, “con autonomía y gobernanza”, por los mismos jóvenes; está preocupado por su imagen, es decir, las representaciones propias que se generan en este territorio; está enfocado en sí mismo porque necesita ir cada vez más definiendo su identidad, dado que la premisa principal es que pueda fortalecerse localmente como una experiencia verdaderamente endógena. Así lo expresa Álvaro Ruiz Velasco, quien llegó a esta región de Montes de María en el 2010, tomó de la mano al Festival cuando apenas era un niño de 6 años, y también ha contribuido en gran medida a que el FAMMA pueda vestirse, amarrarse los zapatos, armar guiones, actuar, dirigir, producir, editar y confiar en sí mismo. Álvaro además de ser el director artístico de este adolescente inquieto, el FAMMA, también es artista plástico, director y cinematógrafo caucano; quien con su opera prima el largometraje de ficción Nuestro silencio, primera película escrita, producida y realizada totalmente en Popayán, hace un homenaje a los familiares de las personas desaparecidas en este conflictivo departamento del suroccidente colombiano. Álvaro también coordina el archivo audiovisual de los Montes de María en el Colectivo de Comunicaciones, proyecto que ha sido ganador en dos oportunidades de la Beca de Gestión de Archivos Audiovisuales del Programa de Estímulos del Ministerio de Cultura. Su compromiso ha sido apoyar procesos de comunicación y de realización artística en comunidades indígenas, campesinas y afro. Es por eso por lo que seguramente salió de Cochabamba, una ciudad boliviana de más de 2.500 metros de altura y las montañas andinas en donde había vivido 7 años, para descender a menos de 200 msnm sobre la serranía de San Jacinto, muy cerca del litoral Caribe colombiano y desde allí sacar adelante su empeño en visibilizar las narraciones de los campesinos montemarianos y sus representaciones sobre el territorio.
Ellos tres: Soraya, Beatriz y Álvaro trabajan sincronizadamente como un reloj: mientras Soraya marca las horas, Beatriz es el minutero, y Álvaro, el segundero. En esas milésimas de segundos, también están mujeres como Saray e Inty, corriendo detrás de toda la trastienda del Festival, cuidando los detalles, haciendo parte de los conversatorios, y contando sus experiencias. Saray se mueve como coordinadora de la Red de Jóvenes de Ovejas e integra el proceso de catalogación de los archivos audiovisuales, que el CCMMaL21 ha venido recopilando durante más de 25 años. Por su parte, Inty también va y viene sin pausa y sólo la podemos ver sentada un momento en el auditorio de la escuela de música Lucho Bermúdez para que nos cuente su experiencia del Laboratorio Caribe en Clave Digital que impulsa la producción de contenidos convergentes sobre manifestaciones y prácticas culturales de la región, convocado por la Dirección de Comunicaciones del Ministerio de Cultura, en alianza con este Colectivo.
El FAMMA: un puerto de llegada de los relatos montemarianos
He seguido de cerca el Colectivo de Comunicaciones Montes de María línea 21 en sus diferentes facetas. Paulo Freire, el famoso pedagogo y filósofo brasileño, destacado defensor de la pedagogía crítica, recomendaba no apegarse a un solo método y esto es lo que siempre ha hecho el CCMMaL21: correr los límites para no paralizar su búsqueda pedagógica y comunicativa. Al principio de la década del 2000 el colectivo trabajó con niñas y niños a través de una estrategia que se llamaba “El lunes pinta bien”, en donde los niños dibujaban lo que veían, lo que sentían, en medio de la guerra y sus familias desplazadas, y la cámara del colectivo era testigo de estas narraciones para luego presentarlas en el canal de TV comunitario que tenían: Línea 21 Televisión, “la mejor imagen de El Carmen de Bolívar”. Posteriormente continuaron, según Soraya, con “el cineclub como estrategia de resistencia, de movilización social, de formación, de recuperación del espacio público y de la noche”. En esa época, después de tantos hechos de sangre, optaron por colocar en la mitad de la plaza un mantel blanco que serviría de pantalla, un video-beam, unas extensiones; y, rodeados de las trincheras de la policía, asistieron cerca de 300 personas a tomar su espacio público, el que siempre les había pertenecido, pero que por cuenta de los actores armados se les había arrebatado para mandarlos al silencio de los patios del respaldo de la casa para resguardarse del miedo y de la muerte. Se dieron cuenta que esta experiencia fue muy importante y decidieron volver el cineclub un proyecto itinerante y realizarlo en San Jacinto, en Palenque, en Ovejas, Marialabaja, Chalán y Colosó y en muchos otros municipios cercanos a El Carmen de Bolívar; aunque el mandato oficial de aquella época impedía la circulación de las personas en el territorio de Montes de María después de las 6:00 p.m.
El Cineclub Itinerante es una gran metáfora de transformación, apropiación, movilización y participación comunitaria. Soraya explica que “esta metáfora está inspirada en la película de Woody Allen La RosaPúrpura del Cairo donde los personajes se salen de la pantalla para interactuar con la audiencia. Aquí pretendemos que la gente de los Montes de María se meta en la pantalla del cine para ser los protagonistas de su propia historia y sus sueños”. Esto es lo que Freire (2006) llamaría “biografiarse, existenciarse, historizarse” como una idea animadora de la educación, como “práctica de la libertad”.
Estos fueron los inicios de este maravilloso Festival, FAMMA, que hoy reemplazó el mantel blanco y el video-beam por una pantalla gigante con parlantes y equipos de alta calidad, gestionados con el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, FICCI, y la alianza del FICCI Móvil, Bolívar Sí Avanza e ICULTUR, Instituto de Cultura y Turismo de Bolívar, quienes también brindaron silletería para los espectadores de estas noches. Desde el 2018, el FAMMA cuenta también con la alianza de Patrimonio Fílmico Colombiano y la ANTV-Autoridad Nacional de Televisión - para llevar este cine “monte adentro” con equipos de proyección y sonido de alta definición. Las comunidades rurales de El Salado, Capaca, El Hobo, Caracolí y Patio Grande han podido disfrutar del cine bajo las estrellas y la luna en cada una de estas noches donde el FAMMA va a plantar la pantalla del cine, re-significando los lugares donde otrora la guerra hizo un teatro de operaciones para la muerte y el desplazamiento.
Desde la década del 2000, el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 venía desarrollando estrategias radiales y dinamizando las instituciones educativas a través de radios escolares y cine-foros, pero había decidido en esa época que la columna vertebral de su práctica comunicativa sería el lenguaje audiovisual y especialmente el cinematográfico, porque tenían un canal de TV. A través de la estrategia comunicativa del canal se produjeron 14 programas semanalmente durante quince años. Veinticinco años después muchos de esos programas están hoy digitalizados; son los que hacen parte de este proyecto de gestión de archivos audiovisuales que han registrado la historia de Montes de María de las últimas dos décadas, desde una mirada propia y alternativa a las representaciones de los medios hegemónicos de Colombia; archivo que lo convierte en patrimonio audiovisual de la memoria de esta región del país y el primero de apropiación comunitaria de Latinoamérica.
En el año 2004, un año después de que el Colectivo de Comunicaciones de Montes de María Línea 21 fuera merecedor del Premio Nacional de Paz, nace el Festival Audiovisual de Montes de María que se realizaría bianualmente, pero a partir del 2017 decidieron hacerlo anualmente. Los jóvenes de los colectivos de comunicación de todos los municipios de Montes de María ya habían realizado muchas producciones, pero faltaba un escenario para ponerlas a circular y difundir públicamente. Entonces “los pelaos[3] tienen allí su plataforma con la alfombra verde de la esperanza, son nobeles productores audiovisuales con sus propias historias”, dijo Soraya en uno de esos encuentros donde la invitan a diversos lugares de Colombia para hablar de cultura, patrimonio, comunicación, educación, derechos humanos, territorio y memorias, entre otros temas.
Un ejemplo de lo que afirma Soraya es el corto Que me llamen Inocente, dirigido por Jesús Herrera del Semillero de investigación de narradores y narradoras de la memoria, Carmen Bike. El corto ofrece el testimonio sobre la historia real de Manuel Fernández Serpa, un joven campesino al que, en el 2003, cuando tenía 18 años, lo detuvieron injusta e ilegalmente porque lo señalaron como guerrillero; el impacto que generó este acontecimiento no solo fue emocional, psicológico y moral, sino que además fue estigmatizado por su comunidad. En este cortometraje Manuel expresa:
Sería mi orgullo y mi legado que los Montes de María vuelvan a ser como antes que no había violencia, que no había nada que nos afectara a nosotros, ni al campesinado, ni a los compradores, ni a la cabecera municipal, como tierra de paz. No quiero que haya más violencia ni en la zona alta, ni media, ni baja en los montes de María. No queremos mostrarle un lado oscuro a la niñez, sino un lado bonito, amable, como si fuera el paraíso, porque eso era lo que vivíamos, del 97 para acá hasta el 2006 fue la violencia más grande de Los Montes de María, pero tenemos que recuperar las tradiciones que se han ido perdiendo como las fiestas del Tabaco y las celebraciones de la Virgen del Carmen. (Fernández, 2019).
El FAMMA también es para pensarlo, conversarlo y corporizarlo
Una de las premisas políticas y epistemológicas del CCMMaL21 es que los niños, niñas y jóvenes son sujetos políticos de su propio desarrollo y que la comunicación es una estrategia para que ellos y ellas se constituyan como tal. En este sentido el conocimiento no es propiedad intelectual de la academia y de quienes poseen títulos universitarios, porque todos los pobladores montemarianos son sujetos de saberes y la estética que visibilizan en las producciones audiovisuales son un reflejo de su vida cotidiana; y es en ella donde se guarda la memoria, la importancia del aprender-haciendo, en donde se generan metodologías propias. De esta manera, se van forjando diversas pedagogías ciudadanas y se colectiviza la comunicación. Para la investigadora y comunicadora social argentina Cecilia Ceraso, madrina y acompañante de este colectivo durante casi 20 años, la comunicación transformadora es la dimensión cultural de la acción política, que se constituye en batalla cultural y en la puja por el discurso propio emancipado frente al discurso impuesto por la colonización (2018. p.41). Para Ceraso el lenguaje audiovisual es un cauce que narra las historias de vida y por lo tanto del territorio, y todo lo anterior ayuda a generar culturas de paz. Esto significa que hacer la paz desde la comunicación no sólo es que los medios de comunicación hablen de paz, sino que un tejido social puede expresarse, decir lo que piensa e inclusive entrar en disensos con los otros discursos sobre la paz.
El FAMMA, además de ser un festival en el que se exhiben producciones audiovisuales del territorio montemariano, es un escenario de formación para sus protagonistas e invitados donde también se hace reflexión académica y talleres experienciales en corporalidad y producción audiovisual, donde todos los participantes se inscriben por gusto propio. La poderosa frase del sociólogo portugués Boaventura de Souza Santos: “No hay justicia social sin justicia cognitiva” (2006 p. 33) encaja perfectamente en el FAMMA. Esto significa que entender el universo de saberes del otro y las muchas formas de conocer el mundo y las posibilidades mentales que nos proporcionan nuestras culturas es también una dimensión fundamental para la construcción de la paz y el encuentro con los múltiples rostros que componen lo humano, porque en Montes de María, como en muchos otros territorios de Colombia, no sólo se ha ejercido la violencia física, sino también la violencia epistémica que ha sido además causante de nuestra profunda inequidad social.
En las tardes del FAMMA hubo conversatorios que buscaban orientar la reflexión hacia el lugar de las instituciones públicas en la pedagogía de la paz y la justicia en el marco de la justicia transicional que vive Colombia. En uno de estos conversatorios se invitó a un hombre excepcional llamado Ciro Galindo, protagonista de la película documental Ciro y yo, dirigida por Miguel Salazar. Vimos este documental como parte del cierre del VII Festival Audiovisual de Montes de María, que narra la historia real de Ciro, un campesino colombiano, nacido a comienzos de la década de 1950, que toda su vida tuvo que huir de la violencia, y que fue víctima de todos los grupos armados enfrentados. A través de la vida de Ciro se puede comprender la historia de la guerra en Colombia y de nuestro confuso y trágico relato como Nación. Sin embargo, él sueña con vivir en paz y lleva un mensaje de esperanza y de perdón a pesar de haber vivido por más de 60 años los laberintos sin salida de esta guerra irracional. Cuando terminamos de ver el documental en la plaza de El Carmen de Bolívar, Soraya dirigió unas palabras de homenaje y gratitud a Ciro y luego lo busqué para expresarle que lo que más me había impactado del documental fue cómo, a pesar de todas las injusticias que vivió, como la negligencia del Estado y la absoluta impunidad, él aún seguía confiando en la legalidad y acudiendo a las instituciones públicas para denunciar, para quejarse, para realizar peticiones, para reclamar con una paciencia infinita. Le pregunté por qué seguía creyendo en las instituciones del Estado que no habían protegido su vida, ni la de su familia, y me contestó: “Porque a ellas hay que recordarles que tienen que defender nuestros derechos como ciudadanos que somos”. Una respuesta tan sencilla, pero tan difícil de comprender ante la cantidad de violaciones a su integridad personal como ser humano y como colombiano. Pude constatar en ese momento que estábamos ante un hombre con la dignidad intacta, impecable en sus principios éticos y puro de corazón. Ciro y yo representa la dignidad del hombre campesino, porque él también venció la muerte mil veces como el líder de la ANUC en Montes de María, sin empuñar un arma, sin irse por las vías de la ilegalidad y sin huir defendiendo el derecho de lo que es propio.
Un festival audiovisual virtual en contexto de pandemia
Aunque los mayores virus de este territorio han sido las dinámicas de violencia generadas por los actores armados, el narcotráfico, las disputas territoriales por intereses geoestratégicos, la corrupción política de las administraciones locales, las deficiencias en infraestructura vial, en servicios de acueducto y alcantarillado, en saneamiento básico y principalmente la ausencia del Estado colombiano; la emergencia sanitaria producida por la pandemia global del Covid-19 acrecentó las dificultades en este territorio, cuya principal fuente de economía es la agricultura familiar campesina y la comercialización de sus productos, y también aumentaron los obstáculos para realizar los procesos relativos a la sustitución de tierras.
Al igual que en otras zonas rurales del país, en Montes de María se ha revelado la brecha digital como otro reflejo de la desigualdad que existe en el mundo digital, porque afecta a grupos sociales vulnerables. En la región de Montes de María el acceso a internet fijo es limitado, la calidad de la conexión es muy precaria, la señal se va con frecuencia, o los saldos de los celulares no alcanzan para conectarse. Sin embargo, el CCMMaL21 en la última semana de noviembre saltó todos los obstáculos para poder realizar el 9° Festival Audiovisual de los Montes de María 2020: Escenarios Abiertos para el Cine, la Paz, la Memoria y la Reconciliación, y lograron materializar 15 producciones audiovisuales locales.
Osneider Meléndez, director del corto La Voz del Pueblo y perteneciente al Colectivo de Comunicaciones 3C de Chinulito- Municipio de Colosó, Sucre, expresó:
Fue una odisea producir el corto, ya que yo vivo en Sincelejo y me tuve que ir para allá en moto, en plena pandemia, tuvimos que desplazarnos a pie para llegar a donde están los personajes que íbamos a grabar, pero se logró sacar adelante el proyecto y el diario de los campesinos que se dedican a cultivar la tierra y cómo también a través de la música nosotros podemos expresar todo eso que tenemos. (Meléndez, entrevista personal realizada por el CCMMaL2, noviembre de 2020).
En este corto se muestra la composición de Andrés Montes, campesino del corregimiento de Arenita-Colosó, quien se dedica a la agricultura, a sembrar ñame, maíz, plátano, yuca, arroz, y compone canciones en sus ratos libres. El siguiente coro pertenece a la canción El virus corona, la cual compuso cuando estaba viendo el noticiero y se enteró de la presencia del Covid-19 en el mundo:
Y todo el mundo entero se encuentra conmovido
Con el virus corona que comenzó con los chinos
´hombe´ no es mentira esa es la verdad
puedan hacer la medicina para esa enfermedad.
El 25 de noviembre se conmemora anualmente el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y el CCMMaL21 también lo hizo en esta edición, a través de un homenaje a las mujeres emprendedoras de Montes de María que dirigieron sus propios documentales, cuyos relatos destacan la lucha por la tierra y la soberanía alimentaria. Uno de ellos es Dulce herencia del Colectivo de Mujeres Amas de Casa Rurales del Hobo- AMARHO; el cual refleja el valor de Marleny Martínez, una mujer campesina, cabeza de la familia Pérez Martínez, de la comunidad del Hobo, El Carmen de Bolívar; quien conserva con fortaleza un trapiche, su mayor legado, el único existente en el territorio y herencia de su esposo.
El documental muestra las matas de caña cargadas por los burros, medio de transporte de los campesinos montemarianos, que portan la vida y la soberanía alimentaria en sus lomos y que en décadas anteriores tuvieron que cargar a los muertos de las masacres o ser usados como bombas. Este audiovisual narra todo el proceso de la caña hasta convertirla en panela pura, sin químicos. Mientras se produce la miel, la melcocha, la panela con coco, con maní y con ajonjolí, se puede cuidar a los niños, darle trabajo a la comunidad y endulzar la vida del Hobo.
El retrato de este documental reafirma las conclusiones de la antropóloga Italia Samudio (2021), coordinadora del área de Investigación del CCMMaL21, quien destaca en una de sus producciones escritas la historia territorial del liderazgo femenino campesino, en medio del conflicto armado y su lucha por el acceso a las tierras, y por la defensa y ejercicio de sus derechos. Para Samudio las luchas reivindicativas y los anhelos colectivos de transformación en los procesos agrarios y productivos tienen nombre de mujer por su gran tradición asociativa desde principios del siglo XX.
En esta edición se exhibió por primera vez las producciones realizadas por la comunidad LGBTI+. El colectivo Mariposas al vuelo, de la comunidad LGBTI+ de El Carmen de Bolívar, realizó el audiovisual Tacones de la noche, cortometraje que refleja, a manera de contraste, las actividades que les permitían auto-reconocerse como los reinados, y también las expresiones de discriminación y violencia sobre los cuerpos de estas personas, que permiten ver los múltiples conflictos que ha tenido que atravesar esta comunidad.
Una de las jóvenes del CCMMaL21, Saray Romero, estuvo a cargo del proceso de formación audiovisual al colectivo LGBTI+ Mariposas al Vuelo:
Nosotros nos reunimos 3 veces por semana, fue un año intenso tanto por la pandemia como por las ganas de grabar el primer documental LGBTI de El Carmen de Bolívar; pudimos desarrollar los módulos de producción audiovisual y también los de investigación, creación del guion y la construcción colectiva del cortometraje Noches de Tacón. Se puede ver lo que la comunidad LGBTI hacía antes del conflicto armado y cómo este los relegó y también ocasionó el maltrato por parte de todos los actores armados que pasaron por este territorio. El documental está basado en historias reales de sus vivencias y cómo también han hecho procesos de sanación y liberación de muchas culpas y cargas que les impuso la sociedad. (S. Romero, comunicación personal, 30 de marzo del 2021).
En la entrega del informe a la Comisión de la Verdad sobre experiencias e impactos del conflicto armado en personas afro LGBTI+ del Sur de Bolívar, Poveda (2021) afirma que no se puede concebir una identidad dividida o fragmentada, se habita el territorio siendo afro LGBTI+ en su conjunto. Las personas de la comunidad LGBTI+ no pueden asumir su experiencia separando su sexualidad, su identidad de género y su pertenencia étnico-racial; es a partir de la autoidentificación y del autoreconocimiento de las personas que se denota cómo entienden sus vidas.
Lo anterior significa que es necesario que las orientaciones sexuales y las identidades de género diversas sean respetadas, escuchadas y visibilizadas, y que a través de la construcción de sus propios relatos se fortalezca la inclusión, la reivindicación de sus derechos y la construcción de la memoria colectiva.
¿Por qué el Festival Audiovisual de Montes de María, FAMMA, es comunicación estratégica para el territorio de Montes de María?
- Porque la comunicación es un espacio estratégico en la dinámica sociocultural (Massoni, 2014) y desde el cual pensar la sociedad (Martín-Barbero, 2012). El FAMMA es un escenario que convoca a diversos actores sociales y culturales, que les permite pensarse en su territorio y entender sus modos de ser y estar juntos.
- Porque el FAMMA es un lugar de encuentro, hibridación y transformación en donde se articulan las percepciones plurales de la realidad. Esta interacción implica entender que no hay un narrador centrado, emisores o receptores, sino que todos son productores de sentidos y recreadores de su realidad, a través de sus propios relatos, narraciones y formas de mirar su territorio.
- En el Festival Audiovisual de Mont
- En el Festival Audiovisual de Montes de María, la comunicación se ha encarnado y ha dejado de ser instrumental para ser constituyente de su cultura y de su trama vital. Deja de ser transmisión para pasar a ser acción transformadora.
- En el FAMMA los medios audiovisuales no son un sistema unidireccional, son un escenario, texto y pre-texto, que articula y cohesiona a la comunidad como derecho humano y como proceso de relacionamiento social, que propicia los cambios necesarios para lograr equidad, justicia social y el desarrollo propio que los montemarianos desean.
- El FAMMA es comunicación estratégica para el cambio social (Gumucio, 2008) y tiene como eje los procesos de comunicación del territorio, antes que los mensajes. Parte de la apropiación de los medios, la cual debe entenderse como un modo de desarrollar la capacidad propia, comunitaria y colectiva, de adoptar la comunicación y sus medios como un proceso coadyuvante de sus luchas sociales.
El Sin Fin
Los vientos que se mueven en el FAMMA tienen la misma calidez de la brisa caribeña, que tan solo a cuatro horas inspiraron a Gabriel García Márquez para escribir los relatos que fundaron ese realismo mágico que muestra lo irreal, lo extraño y supersticioso como algo cotidiano y común. Como en el sin fin de una película, así seguirá rodando año tras año el Festival Audiovisual de los Montes de María, FAMMA, porque hay un sinfín de historias y narraciones en este territorio, que el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21, CCMMaL21, seguirá descubriendo y registrando con testimonios, sonidos, imágenes en movimiento. Sus habitantes desean que el mundo se entere que en este territorio también hay actores naturales que representan sus vidas y después se salen de las pantallas para volver a caminar por las calles, vender fritos, montar en bicicleta, producir panela, cargar una cámara, bailar, amar y hacer lo que más les gusta: ¡CANTAR!
Ven conmigo y vamos a sembrar,
en surcos de armonía el amor,
que germine la felicidad,
y la paz tan querida.
Luis de Jesús Mercado Guerra.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Salazar, M., Vela, C (productores) Salazar (director). Ciro y yo [Documental] Colombia. https://www.youtube.com/watch?v=si8vUFK9Uww
Notas
Información adicional
Cómo citar: Orozco
Araújo, A. (2022). La Otra Fama de Montes de María. Un
Festival Audiovisual de Producción Propia en el Caribe Colombiano como
Escenario Estratégico de Comunicación con Incidencia Territorial. Mediaciones, 28(18) Pp. 75-96: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.28.2022.75-96
Conflicto
de intereses: La autora ha declarado que
no existen intereses en competencia. : https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.28.2022.75-96
Este artículo de investigación se deriva
de la sistematización de experiencias Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea
21y el acompañamiento que hace la autora a este colectivo hace más de 20 años,
como parte del área pedagógica del Colectivo de Comunicaciones Montes de
María Línea 21 CCMMaL21.: https://doi.org/10.26620/uniminuto.mediaciones.18.28.2022.75-96