Introducción

La educación primaria es la encargada de garantizar la correcta formación académica en los estudiantes, con el fin de asegurar su preparación para el nivel inmediato superior (Educación Media General). No obstante, las debilidades evidentes en las competencias de lectura y escritura que subyace en los escolares se manifiestan en el bajo rendimiento estudiantil, esto es una realidad que los docentes pueden comprobar día a día. Al respecto, es notoria la desvinculación que existe en la atención, ajuste y seguimiento de las acciones dirigidas a desarrollarlas, sabiendo que es la piedra angular para garantizar una educación de calidad.

Lo planteado conlleva actualmente a encarar una lucha contra el iletrismo. En este sentido, Ramsey (2002) lo define como la pérdida del hábito de lectura. Mientras que para Ferreiro (2006) es el nuevo nombre de una realidad, la educación básica no asegura la práctica cotidiana de la lectura, ni el gusto por escribir.

En consecuencia, la función formativa del docente es potenciar las habilidades discursivas que se llevan a cabo dentro del ambiente escolar, con la finalidad de favorecer el desarrollo de las competencias de lectoescritura. Es un total desafío hacer que la didáctica sea funcional en el momento de estimular los procesos cognitivos que tributen a formar hábiles lectores y productores de textos.

De ahí que el objetivo del artículo es argumentar la necesidad de una pedagogía de la lectura y la escritura en educación primaria. Basado en una revisión documental, se estructura en tres partes: competencias de lectura y escritura, pedagogía y conclusiones.

Competencias de lectura y escritura

La complejidad socio-histórica actual, exige cada vez mayor atención al desarrollo de las competencias de lectoescritura, como uno de los factores que más repercusiones tiene en la calidad de los servicios educativos debido a que ambos procesos son determinantes para la formación en las disciplinas académicas. En tal sentido, la capacidad intelectual va desarrollándose según el estímulo que reciba. Como bien lo expresa Vygotsky citado por Moll (1993) “el desarrollo de las funciones psicológicas superiores se da primero en el plano social y después en el nivel individual”

Como consecuencia de esto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2015) fecha en que fue aprobada la Agenda 2030 en relación al Desarrollo Sostenible, que en el ODS 4 señala “Garantizar la educación inclusiva y de calidad para promover oportunidades de aprendizaje”. Ante esa realidad, conseguir el dominio adecuado de la lectura y la escritura, es un reto fundamental.

A este respecto, son diversos los estudios que a nivel latinoamericano se han realizado en función de las dificultades en el desarrollo de las competencias lingüísticas. Así que en el Informe de Estadísticas de la UNESCO (2017) manifiesta que más de 387.000.000 de niños de educación primaria y 230.000.000 de adolescentes de educación secundaria, no alcanzan los conocimientos mínimos de lectura y escritura.

De ahí que el Banco Mundial (2019) señala que “la labor docente radica en preparar a los estudiantes centrándose en las competencias lingüísticas”. Para que sean capaces de interpretar, discernir, investigar, crear y producir en función de su propia doxa. Por lo que es necesario saber que leer y escribir es considerado como un aprendizaje fundamental del ser humano.

En este particular, Freire (2000) plantea que separarlos tipificaría un error considerable puesto que, al leer se vincula el todo con el escenario particular y a través de la escritura se determinan las acciones relacionadas con la transformación de la realidad, pues es la capacidad de registrar la memoria de una sociedad.

En Venezuela, desde el punto de vista de Barboza y otros (2014:28) “Cada día crece la preocupación porque la mayoría de los estudiantes rechazan la lectura, o no comprenden lo que leen y mucho menos adoptan una actitud crítica frente a la misma”. Bajo este escenario, la atención del docente es fundamental en la estimulación de los procesos lingüísticos, es allí que debe valerse de una pluralidad de estrategias pedagógicas, que dé respuestas a los múltiples estilos de aprendizajes que se conglomeran dentro de un aula de clases.

Celman (1998: 47) señala que “Si el docente logra centrar más su atención en tratar de comprender qué y cómo están aprendiendo sus alumnos, en lugar de concentrarse en lo que él les enseña… pasa a ser una herramienta que permita comprender y aportar al proceso.” Por qué no se cumple lo que suscribe el sistema educativo venezolano basado en la calidad de los saberes y el foco progresivo de la lectura y escritura, que analógicamente se visiona en lo que se piensa, lo que se expresa, lo que se escribe y lo que se siente al estar inmerso en el ambiente lector, en todos sus niveles.

De ahí la necesidad de alcanzar adecuados niveles de alfabetización y crear placer por la recursividad de la lectoescritura que posibiliten aprendizajes significativos y transcendentales; ya que constituyen la base para la expansión del lenguaje, aumento en los rasgos discursivos, ampliación en la creatividad, la curiosidad e imaginación y todo ello, porque se utilizan a lo largo de toda la vida. Expresa Gutiérrez (2008) "el niño que lee y escribe abre ventanas a la vida…Gana en conocimientos, pero también en inquietudes".

Estos procesos, deben estar guiados y orientados por personas que disfruten de la lectura, inviten, acompañen y estimulen al niño a leer. En este sentido, la siguiente frase de Pérez (2006) si con las palabras se pueden construir mil historias no se ahogue, entonces, en la escuela la palabra oral, escrita, el gusto por la lectura.

Para Zavala (2002) Más allá de la escuela, leer y escribir no son fines en sí mismos. Al contrario, son formas de lograr objetivos sociales y prácticas culturales más amplias. En este sentido, se evidencia una utilidad distinta y definida para crear conocimientos a través de la lectura y escritura con influencia del contexto sociocultural de la persona.

Hacia una pedagogía de la lectoescritura

La pedagogía destaca dentro del quehacer educativo por ser un sistema propio, diverso, pluralista e integrador que, al combinar con otras disciplinas, como bien lo expresó quien es conocido como el padre de la pedagogía moderna, el teólogo y pedagogo Comenio (1657) nace la Didáctica Magna, que busca la sistematización de los procesos educativos de madera globalizada. Aspecto que hoy en día se mantiene en vigencia.

En este particular, sin la pedagogía y la didáctica adecuada resulta imposible un exitoso proceso en la construcción y transferencia de saberes. Ahora bien, desde la mediación de la lectura y escritura contagiar pedagógicamente ese amor es un rasgo verdaderamente esencial, que asegura notablemente el intercambio simbólico y la coordinación de un sin número de acciones en el aprendizaje de los discentes, en la que es posible configurar múltiples horizontes de sentido, coherencia y crecimiento cognitivo.

Si la pedagogía es reconocida como una ciencia valorativa y humanista, entonces, es pertinente repensar la reconstrucción de la pedagogía para la lectoescritura, particularmente para niños de educación primaria, como actores sociales indispensables dentro del proceso educativo. Lo que implica la incorporación de técnicas de juego, escritura diversa, incorporación de talleres de lectura creativa y los aportes de las TIC, en un proceso colaborativo y participativo.

Desde la mirada de Carlino (2005:123) le “confiere el papel más idóneo al docente, el cual requiere ser verdaderamente activo y creativo”. En este sentido, la UNESCO (2014) refiere a que la función del docente es esencial, lo que exige nuevas competencias que le permitan abordar nuevas situaciones en el espacio de aprendizaje. A partir de esta afirmación, el docente funge como un guía que, mediante métodos y estrategias centradas en las características y necesidades de los estudiantes, facilita el logro del propósito planteado.

El trabajo del docente se traduce en mediar, entre el saber y el aprendiz. En este particular, se hace mención de la pedagogía del amor que según Pérez (2014) es un acto profundamente axiológico inherente al valor del amor como principio pedagógico que engloba desde el niño hasta la familia, donde se produce, inmensurablemente el aprendizaje significativo, pues según Morín (1999:65) la finalidad educativa es “Crear cabezas bien puestas más que bien llenas”. Es indispensable generar las condiciones favorables para que el aprendizaje de los estudiantes sea efectivo y significativo.

Conclusiones

Se requiere asumir una estrategia transversal de lecto-escritura en la educación primaria que verdaderamente favorezca que los educandos desarrollen sus competencias y habilidades comunicativas a plenitud para que sean capaces de expresar correctamente sus necesidades, intereses, sentimientos y experiencias en todos los entornos en los que se desenvuelven a diario: familiar, escolar y comunitario; y que a su vez comprendan adecuadamente los mensajes que reciben, mediante la formación y fortalecimiento de hábitos efectivos de lectura y escritura, a través de actividades lúdicas como círculos de lectores y escritores, comunidades de prácticas, concursos de microrrelatos, animes, fantasía y ficción en línea, entre otros, que coadyuven a estimular positivamente todo su potencial y el amor por las letras.

Referencias

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