Dossier
Resumen: Los cantos de Doctrinas del Dpto. de Yavi (en la provincia argentina de Jujuy) entonados durante la Cuaresma y el Viernes Santo constituyen una manifestación cultural reservada para el ritual de dicha época. La dinámica de este rito sigue siendo muy sensible a las coyunturas histórica y socioeconómica no solo de la región sino del país. Así, los cambios que se aprecian en lo sonoro están ligados al significado que otorgan las comunidades al ritual y se observan a medida que pasan las generaciones.
Palabras clave: cantos, Doctrinas, Yavi, significado, cambio.
Abstract: The songs of Doctrinas of the Department of Yavi (Province of Jujuy, Argentina), during Lent and Good Friday, constitute a cultural manifestation reserved for that time. The dynamics of this rite continues to be very sensitive to the historical and socioeconomic situations, not only of the region but of the country. Thus, the changes that can be seen in the sound are linked to the meaning that the communities give to the ritual, and are observed as the generations pass.
Keywords: songs, Doctrinas, Yavi, meaning, change.
1. Introducción1
Los cantos de Doctrinas2 del Departamento de Yavi (en la provincia argentina de Jujuy) durante la Cuaresma y el Viernes Santo, constituyen una manifestación cultural muy poco estudiada.3
Mi primer contacto con dicho tema fue en 1989, solo durante el Viernes Santo. Luego, las etapas de estudio fueron surgiendo de acuerdo con las necesidades para responder a los planteos surgidos en cada trabajo de campo, que fueron cuatro: el primero, octubre de 1992, viaje para contactar a los principales Maestros de Doctrina (encargados de enseñar los cantos); el resto, en tres años no consecutivos (1993, 1995 y 2005) en los que realicé un estudio en cada comunidad durante la Cuaresma y el registro audiovisual completo de los tres Viernes Santo.
En las dos ponencias que dieron lugar a este artículo expuse los resultados de los trabajos de campo de la segunda etapa de investigación (1993-1995) y la tercera (2005), respectivamente.
Pese a los diez años que separaron una ponencia de la otra, ambas guardan íntima relación, ya que en ellas desarrollé las transformaciones del aspecto sonoro, resultado este de los cambios de significado que tiene el ritual para sus participantes.
2. Un ritual para ser mostrado: consecuencias de la resemantización de la Doctrina4 en el ritual del Viernes Santo de Yavi (1996)
Luego del trabajo in situ realizado en 1995, quise demostrar que en el Viernes Santo de Yavi, ritual y representación dramática se superponen, consecuencia de la resemantización que sufrió la Doctrina.5 Además, pude corroborar la importancia de las expresiones sonoras en esta manifestación cultural aún vigente. Hasta ese momento los estudios estaban centrados especialmente en el aspecto sonoro en sí y en la relación de este con las variantes de cambio y significado.
Para analizar la dinámica interna de cada grupo en cuanto al estatus de roles y juegos de poder y examinar las variantes de espacio y tiempo rituales, tanto en cada porción del ritual como en su totalidad, fue determinante mi participación intensa en cada ensayo, adhiriendo a la idea de que:
...la 'experiencia' ha servido como una garantía efectiva de la autoridad etnográfica [...] evoca una presencia participatoria, un contacto sensitivo con el mundo a comprender, un rapport con su gente, una tangibilidad de percepción. También sugiere un conocimiento acumulativo, en profundización constante. (Clifford, 1992: 155)
Este acontecimiento se enmarca en lo ritual por observarse en él “una conducta prescrita [...] y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas” (Turner, 1980[1967]: 21) que se desarrolla en forma cíclica dentro de un espacio y un tiempo. En este ritual entran en juego una serie de símbolos dominantes, sin los cuales este perdería su sentido, y otros secundarios, cuya ausencia no lo afectaría.
El concepto de representación dramática está expresado de acuerdo con Beeman (1993: 384), más cercano a su concepto de espectáculo: “una fiesta religiosa puede ser descripta como una forma teatral empleando actores humanos para ejecutar textos escritos ante una audiencia presencial”,6 “...una muestra pública de los elementos significativos centrales de una sociedad” (Ibid., p. 380).7
2.1 El comienzo del ritual
En el Viernes Santo el ritual alcanza el momento culminante; se realiza la performance, “la puesta en acto” (Kapferer, 1986: 191) del mito de la Pasión, pero su comienzo escapa a una observación simple. Pude determinar que los ensayos (o “ejercicios”", “prácticas”, etc.) realizados por las comunidades son una parte del ritual; podrían considerarse como sub-rituales con particularidades propias en cada una de aquellas. Especialmente, difieren en el día de citación a los participantes durante la Cuaresma y, por ende, en el inicio de los ensayos, lo que depende inclusive de la convocatoria que tenga el Maestro o Maestra, ya que la asistencia a la Doctrina no es obligatoria en la actualidad. O viceversa, si hay alguna persona disponible para cumplir ese rol. Por tal motivo consideré, en un principio, que hay tantos comienzos como comunidades con Doctrina.
Pero en 1995 presencié el inicio real del ritual. Una vez que todos los grupos habían llegado a Yavi, se realizó -como siempre- una reunión de Maestros con el presidente de la Comisión Municipal en el gran patio de la Casa del Marqués. En primer término, se recordó el orden en que avanzarían de las Doctrinas durante las procesiones, agrupadas por “tonos”8 similares -dada la suma importancia de lo sonoro-, y confirmaron el grupo “cabezante” -aquel que debe dirigir los cantos y los rezos durante todas las procesiones transportando la Cruz-. Después, el presidente del comisionado anunció que comenzarían a programar el orden para el año siguiente.
Cuando revisé la grabación obtenida, llegué a esta conclusión: el comienzo del ritual del Viernes Santo yaveño se superpone, se concatena con la culminación del ritual anterior. Podría decirse que, luego de iniciado, entra en un letargo hasta el siguiente año, cuando reaparece en cada una de las comunidades que lo practican. ¿Podría inferirse de esto que así queda asegurada su continuidad, una especie de compromiso implícito para que el ritual se realice, haya o no personas para formar las Doctrinas, como una obligación -al igual que antes- pero con aspecto de participación voluntaria?
2.2 Lo sonoro como símbolo dominante
El interés común que todos los grupos de Doctrinas manifiestan, tanto en actitud como discursivamente, es la preparación óptima de los cantos y oraciones para el Viernes Santo, por lo cual lo sonoro pasó a ser el símbolo dominante de esas reuniones cuaresmales, y se impuso así al sentido religioso de antaño.
El concepto de resemantización que señalé en un comienzo, referido a este cambio, está expresado a partir de la siguiente afirmación de Segato: “...es posible que un cuerpo de símbolos emanados de un centro y adoptados por una localidad distante de aquél pueden mantenerse formalmente, pero, al mismo tiempo, ser resemantizados de acuerdo con contenidos propios de la localidad que los adopta” (Segato, 1991: 43).
Sabido es que estas manifestaciones son resabios de lo que la Conquista española ha traído a América. Tal como afirma la cita, el cuerpo de símbolos se mantiene -en este caso, las reuniones durante la Cuaresma, con sus símbolos secundarios, como las “novenitas”,9 las libretas de cantos y oraciones, el látigo- pero resemantizado.
Es posible asegurar motivos bastante recientes por los cuales se produjo esa resemantización. Las causas primordiales fueron externas, consecuencia de la nueva conquista ejercida por el capitalismo y la industria turística, sucesos que también tienen lugar en otros países latinoamericanos durante las mismas celebraciones, ya que “El régimen colonial primero y después las relaciones propiamente capitalistas han resignificado estas estructuras, que están en permanente recomposición” (Rodríguez, 1991: 92).
Hacia fines de los 70 estas manifestaciones parecían decaer. Como se las sabía atractivas para el turismo, un intendente creó una comisión en la Municipalidad yaveña, la que incentivó la celebración aportando vehículos para que los grupos asistieran sin sacrificios, además de brindarles cena, desayuno y almuerzo y la clave para el cambio de significación de las reuniones cuaresmales: el otorgamiento de premios a los grupos que mejor “entonaran”.10 Esto último -que ya no sucede-, sumado a la afluencia cada vez mayor de turistas (con cámaras fotográficas, de video y grabadores) ayudó a virar la importancia de lo religioso hacia el cuidado del aspecto sonoro, y a pensar en Yavi y el Viernes Santo como un lugar y un momento donde se vive un protagonismo escénico y social.
2.3 La resemantización y la concepción de espacio y tiempo del ritual
Durante mi experiencia en los ensayos de cada lugar llegué a percibir dos espacios: uno real -la capilla, dentro de la cual se disponen según sus roles-; y otro ideal, mucho más importante, aquél que sitúa a los actores permanentemente en Yavi, tanto dentro del templo como fuera -en las procesiones-. A ese espacio ideal ellos hacen referencia continuamente, por lo cual se experimenta que el espacio real es sólo el medio que permite comenzar a vivir en el lugar deseado.
Y lo sonoro está relacionado con lo antedicho, porque la práctica de los cantos y oraciones -únicas expresiones musicales de la performance del ritual- se proyecta hacia ese espacio donde serán exhibidos con lucimiento ante un público expectante. Lo sonoro, entonces, ejerce una doble acción: delimita el espacio real y transporta al ideal.
¿Qué sucede, entonces, con el tiempo? Íntimamente ligado con lo espacial, también se percibe uno real –cuando recuerdan el horario del próximo ensayo o en los saludos del cierre–, y otro ideal, dividido a su vez en tres instancias experimentadas simultáneamente: a) por el entorno sonoro –un repertorio muy antiguo– se vive un pasado; b) a la vez, por la ubicación mental en el Viernes Santo, un futuro; c) y una tercera instancia producida por la emisión vocal del Maestro/a o Contramaestro/a, por la cual traspasa la dimensión de la realidad. El tempo muy lento y la extensión de los cantos –que llegan a durar treinta minutos, aproximadamente–, proporcionan la vivencia de un tiempo estático, como suspendido, que no avanza, como si lo sonoro y lo temporal entraran en una misma frecuencia y nos mantuvieran flotando en sus ondas paralelas. Lo estático se manifiesta inclusive en la inmovilidad corporal de todo el grupo.
2.4 Viernes Santo. Doctrinas: ¡A escena!
2.4.1 Llegada de las Doctrinas
Las primeras Doctrinas llegan alrededor de las 16 horas. A los grupos de Inticancha, Suripujio y Quirquinchos el vehículo los deja a la entrada del pueblo, y desde allí bajan al templo como en las épocas en que iban a Yavi a pie, hecho que, a quien toma contacto con el ritual en ese momento –como yo en 1989– le crea la ilusión de que aún sucede así. Pero, cuando ya se ha vivido el ritual desde cada uno de los grupos, puede comprenderse que en la performance del mito de la Pasión en Yavi se entrelazan la representación dramática con el ritual en sí.
Ya se ven personas con videocámaras, cámaras fotográficas y grabadores. Generalmente, se trata de turistas, de los cuales hay dos tipos: los que concurren motivados por el evento y aquellos a quienes este los toma por sorpresa. Por último, los propios habitantes de Yavi. Aquí se va complejizando la situación y para analizarla debe tenerse en cuenta el mencionado proceso de resemantización.
En este momento comienza a observarse lo que podríamos considerar como una “competencia de símbolos”. Por un lado, se actualiza el mito de la Pasión, cuyos símbolos dominantes son la Dolorosa y Cristo –concebidos por los pobladores como seres reales– pero por otro, nuevamente drama y ritual se superponen. Las Doctrinas, además de dedicar sus cantos a esos símbolos, los exhiben ante el público; para este, el binomio Doctrinas-cantos pasa a ser el símbolo dominante, y para las Doctrinas, el binomio público-cámaras también se torna un símbolo dominante, en competencia con los otros, por cuanto significa la perpetuidad de sus expresiones, ser reconocidos, olvidarse momentáneamente de la marginalidad que viven dentro de su propia provincia y del país. Entonces,
…la celebración popular y su representación teatral es un acontecimiento en el que no sólo se depositan muchas miserias humanas como el desempleo, la enfermedad, las crisis personales de vida, sino que también es el espacio donde se busca retomar fuerzas, alegría de vivir y energía para continuar la lucha cotidiana. (Rodríguez, 1991: 169)
Es también el momento en que cada conjunto comienza a mantener bien el “tono” de cada lugar. Las Doctrinas son –y tienen conciencia de ello– las protagonistas del ritual, y en un análisis holístico, el público tiene también un rol dentro de él.
2.4.2 Ceremonia nocturna en el templo
Alrededor de las 20 horas, cada uno de los grupos va entrando al templo en el orden establecido. Aparecen roles nuevos. Rodeando a la Virgen de Dolores, están las “Piadosas”,11 que la transportarán durante la Primera Procesión; luego, su rol finaliza.
Esa agrupación la conforman seis chicas adolescentes –“jóvenas”– descalzas, vestidas de blanco, con el cabello suelto y un tul, de tal modo que su rostro queda cubierto íntegramente, simulando las lágrimas.
Para quien observa ese momento por primera vez, sobre todo para el que llega ese día, sumado al clima que generan los cantos simultáneos de todos los grupos de Doctrinas, la imagen es sobrecogedora. Pero para quien sabe que las “jóvenas” se postulan como “Piadosas” alegremente, con gran entusiasmo, el efecto es totalmente distinto. Es entonces cuando vemos que estos personajes no son más que actores de la performance del mito de la Pasión, por lo cual nuevamente aparecen superpuestos representación y ritual.
Pero más allá de la resignificación de los hechos, la estructura de este ritual está protegida de los cambios. Todos necesitan escuchar la narrativa del mito –la Lectura de la Pasión– que transforma una vez más el tiempo presente en pasado; se actualiza ese pasado de la creencia común que recuerda el motivo original del rito, y esto parece entrar en competencia con la resemantización mencionada.
Sin embargo, no podemos comprender ese hecho como Pasión vs. Expresión Sonora, puesto que una es complemento de la otra, y ambas logran que se experimente el sentido de communitas, como lo expresara Turner (1974), en tanto experiencia ritual compartida, más allá de los roles y estatus, motivada por una misma convocatoria: la puesta en acto del mito.
2.4.3 Procesiones
Hay una gran diferencia entre la primera procesión y las otras dos, ya que, en aquella, las calles se vuelven casi intransitables, se avanza con dificultad. Por momentos se quiebra el orden establecido, y se observan grupos que quieren ganar espacios en los que pueden ser fotografiados o filmados con más facilidad. Hay un sentido de competencia que se percibe tanto en lo visual como en lo sonoro; en este caso, la representación, el espectáculo, se impone sobre el ritual cuya coreografía se torna caótica.
Lo más notorio es que en ese contexto se produce, entre una Estación y otra, un desfasaje entre el tempo de los cantos –lento– y el tempo de la marcha –acelerada e irregular–; mientras que, en las otras procesiones –Los Siete Dolores y Las Catorce Estaciones–, al participar solo los grupos de Doctrinas, con los rezos entre una y otra dentro del templo, recuperan el espacio, la coreografía se ordena. Los grupos forman, arrodillados, como un abanico bordeando cada Estación, y el sentido de competencia se diluye: no hay ante quién.
2.5 Conclusiones de 1996
En primer lugar, se evidencia la importancia del aspecto sonoro, con cuyo dominio las Doctrinas alcanzan un prestigio y poder no sólo extrínseco sino intrínseco, es decir, no sólo para el lucimiento ante los espectadores sino entre las mismas comunidades que realizan la performance. Lo sonoro como símbolo, a partir de la resemantización que sufrió el ritual, ascendió jerárquicamente con respecto a otros símbolos. Es un símbolo dominante, y, teniendo en cuenta las dimensiones a través de las cuales puede abordarse su significación, según Turner (1967:56), esa jerarquía la observo más desde las dimensiones posicional y operacional que desde la exegética, esto es:
En segundo lugar, con el correr de los años, ritual y representación dramática han ido imbricándose de tal modo que sus límites están desdibujados en más de un momento. La intimidad con que se vivía antaño esta performance del mito de la Pasión –según los comentarios de los colaboradores durante las entrevistas– fue superada por el placer del exhibicionismo de cualidades sonoras; intimidad que hoy se deja penetrar adrede sobre todo por videocámaras. Se produce una convergencia cultural, una aceptación mutua irreversible, que confirma lo expresado por Turner: “...llegué a ver las celebraciones rituales como fases específicas de los procesos sociales por los que los grupos llegaban a ajustarse a sus cambios internos y a adaptarse al medio ambiente” (1967: 22). Todo esto podría relacionarse con los elementos que Kapferer analiza en el concepto de performance, entendido este como "la unidad del texto y su puesta en acto” (Kapferer, 1996: 192):
direccionalidad: hacia quién o hacia dónde se dirige el ritual, tal como lo contempla el autor; el que se cumple durante el Viernes Santo yaveño, por lo que vinimos viendo, se dirige tanto a lo terrenal como a lo sagrado;
medio: los cantos y las oraciones en primer término, y ciertos momentos de representación; y
manera: en que la performance organiza el contexto, el cual es estructurado por los dos elementos anteriores que crean su significado y permiten su comunicación, creando a su vez el espacio donde público y actores comparten la misma experiencia más allá de sus diferencias culturales –el ritual genera la "communitas" de Turner–.
En síntesis, un ritual que permite a estas comunidades reforzar la identidad tanto comunitaria como intercomunitaria, y ser protagonistas sociales, una vez al año, para olvidarse momentáneamente de su marginalidad en la macro-sociedad argentina.
3. Cantos de Doctrinas en Yavi: estructuras en movimiento vs. anclajes de identidad (2006)
En marzo de 2005 regresé al departamento de Yavi con el supuesto de que un paréntesis de diez años –con acontecimientos clave como lo fueron el desarrollo de las comunicaciones y la debacle económica de 2001 –sería suficiente para encontrar cambios en varios aspectos, por los cuales el ritual yaveño y sus elementos constitutivos –inclusive los cantos– no permanecerían indemnes.
Además, había quedado pendiente efectuar la documentación en las comunidades de Sansana Sur y Corral Blanquito. En la primera realicé una entrevista a quien fuera Maestra de Doctrina entre 1995 y 2000. La segunda ya no existe; la Doctrina se forma desde 2000 en Cerro Colorado, donde pude registrar una reunión nocturna y mantener un diálogo informativo con el actual Maestro.
Desde un enfoque que contempla el cambio y el significado, y a su vez, el desplazamiento de significado de los símbolos rituales y su incidencia en el resultado sonoro, abordo en esta oportunidad el análisis de los registros obtenidos in situ.
3.1 Los cambios en el paisaje urbano y la identidad re-inventada
El reconocimiento por parte de la UNESCO de la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio Cultural de la Humanidad tuvo incidencia en el desarrollo de La Quiaca y de Yavi aunque no perteneciesen a esa zona. Esta distinción incentivó la concreción del desvío de la ruta Nacional Nº 9 por el borde del Río Grande, que antes continuaba desde Humahuaca por la pintoresca pero problemática Cuesta de Azul Pampa, por lo que se empleaban entre cuatro y cinco horas para llegar a la última localidad del noroeste argentino. En la actualidad se emplean apenas dos horas por camino asfaltado en lugar del anterior de tierra, lo cual ha propiciado un notable crecimiento de concurrencia turística hacia la Puna. Esto dio lugar a que se ampliara y mejorara la plaza hotelera en La Quiaca, y surgieran unas cinco hosterías en Yavi, donde hasta 1995 se debía recurrir a casas de familia para pernoctar.
Asimismo, al llegar a La Quiaca en 2005 pude apreciar un panorama urbano cambiado. En primer término, advertí nuevos grupos de viviendas, adquiridas por familias que vivían en diferentes localidades del departamento yaveño –algunas, integrantes de las Doctrinas que había contactado otros años–.
En segundo lugar, noté que en varias calles instalaron “cybers” –inclusive, en el mismo pueblo de Yavi–.
Otro hecho destacable fue observar el crecimiento del alumnado de enseñanza media en La Quiaca.
Las localidades de Sansana Sur, Suripujio, Inticancha y Cerro Colorado contaban ya con paneles solares para la energía eléctrica, cosa que sucedía en otros lugares donde estuve otros años –según se me informó–, que por entonces sólo tenían generadores o simplemente luz de faroles o velas. La escuela de Suripujio estaba recibiendo canales por Direct TV y había computadoras que las instalarían en breve.
A su vez, en Inticancha se implementó el nivel de educación inicial desde 1997, que benefició especialmente a la sociabilidad de los niños, entre ellos y con los adultos; además, allí se edificó otra capilla en lugar de la que había conocido –que pasó a ser templo evangélico– como también una sala de emergencias, y otras dos para el jardín de infantes.
Una diferencia en cuanto a lo identitario con respecto a 1995: desde el año 2000 las comunidades se califican con el adjetivo “aborígenes”, pero por una propuesta externa. Se les otorgó personería jurídica; eligieron a un representante de cada una con quienes tuve la oportunidad de conversar en Yavi. Sí confirmé que se ha gestado una identidad re-inventada, cuyo objetivo primordial era el reclamo por la posesión de la tierra. Percibí que, en la mayoría de los casos, el “ser aborigen” quedaba en un plano discursivo y no internalizado; esta percepción fue corroborada en las entrevistas.
Por lo tanto, y contrariamente a lo que sucede en otros lugares, observé que ellos no renegaban de la fe manifestada hasta el momento (católica o evangélica); es más, algunos grupos esperaban la reunión de su “comunidad aborigen” para determinar el día en que comenzaría a reunirse su Doctrina (la mayoría la llevaría a cabo el sábado previo al Domingo de Ramos).
Supuse que estas novedades, en su conjunto, constituían el síntoma de un proceso sociocultural-económico de acomodación regional en lo global por un lado y, paralelamente, un intento de intensificar los lazos de pertenencia a partir de la denominación de comunidades aborígenes con personería jurídica.
Quizás el lector esté pensando que llevo varios párrafos y aún no mencioné nada concreto sobre el aspecto sonoro; pues aclaro que está vivenciando lo mismo que yo in situ. Otros años, faltando dos días para el Domingo de Ramos, ya tenía registradas las prácticas o ensayos de casi todos los grupos de Doctrinas de las localidades visitadas –alrededor de seis–. En 2005, sólo uno –Cerro Colorado–.
3.2 Estructura social y Doctrina
Antes de comenzar a trabajar con los grupos previstos, me preguntaba cómo sería en 2005 la composición de las Doctrinas que llegaran a formarse. En primer lugar, describiré la estructura social de las comunidades de acuerdo con el concepto emic de grupo etario y la relación de cada uno con la Doctrina en orden ascendente según su importancia para el ritual:
Niños (hasta los 12 años):12 participan en la Doctrina, pero sin obligación, como parte de la catequesis implementada desde la escuela. Van generalmente con sus padres, abuelos o algún familiar cercano; repiten y/o leen los cantos y oraciones.
Ancianos, o abuelos (de 60 años en adelante): asisten a la Doctrina por lo que considero una inercia sociocultural; repiten –pocos leen– el repertorio tal como lo aprendieron obligados desde niños.
Veteranos (entre 45 y 60 años): se aplica esta denominación especialmente a la mujer que ya no puede procrear, pero también a los hombres. Colaboran en la Doctrina de su comunidad apoyando a los nuevos Maestros; un caso particular es el de Julián Calisaya, de Suripujio, quien durante varios años colaboraba en diferentes comunidades.
Jóvenes –“Jóvenas”– (entre los 13 y 18 años): los significantes adolescente o adolescencia no aparecen en el discurso cotidiano de los pobladores, ya que, de acuerdo con lo estudiado hasta aquí, los mayores no han vivido esa etapa, por lo que tales términos no tendrían sus significados correspondientes. Esta franja etaria es clave para asegurar la continuidad de cada comunidad y virtualmente ya no existe en ellas, dado que los jóvenes se trasladan a La Quiaca para recibir educación formal media –hasta hace unos diez años lo hacían sólo para trabajar, en especial en Buenos Aires–; y aunque se instalen allí con todo su grupo familiar, esta situación, además de incrementar su formación intelectual, favorece la relación con sus pares, que los lleva a experimentar la adolescencia que sus padres no vivieron. En tal circunstancia se identifican con bienes culturales lo más distantes posible de los elaborados y consumidos en sus lugares de origen, adonde seguramente no retornarán. No obstante, vi jóvenes que acompañaban o participaban todavía de la Doctrina de su comunidad el mismo Viernes Santo.
Mayores (entre 20 y 45 años): asisten y leen los cantos y oraciones de sus cuadernos o fotocopias; para ellos el Viernes Santo en Yavi significa su infancia y el vínculo con familiares fallecidos, además de un motivo de reencuentro con sus hijos. De hecho, es el grupo etario que está sosteniendo la tradición de la Doctrina. No está explícita sino implícita la necesidad de que las propias frustraciones no se reproduzcan en sus hijos. Esta idea aparece tácitamente: se infiere de actitudes tales como el enorme esfuerzo que les significa costear los estudios secundarios. Los actuales Maestros de Doctrina pertenecen a este grupo y desarrollan su actividad entre las añoranzas de los ancianos por el pasado y la indiferencia o negación de la mayoría de los jóvenes hacia el ritual. Los Maestros de Doctrina ancianos han fallecido todos; si bien hacia 1995 la mayoría ya no ejercía su rol directamente, aún podía documentarse su participación como supervisores de los grupos o consultores de los Maestros mayores. En la actualidad, éstos consideran de suma importancia el recurrir a las grabaciones que yo había dejado allí de algunos Maestros veteranos y ancianos –como las realizadas a don Julio Condorí de Inticancha o a don Inocencio Gutiérrez de Suripujio–.
3.3 Consecuencias de la movilidad de la estructura sociocultural en la estructura del ritual
Luego de analizar las entrevistas y la descripción de los sucesos, infiero que las razones básicas de cambio son:
Desinterés de los jóvenes por la Doctrina; inclusive, algunos manifestaban vergüenza de haber participado durante su niñez.
Traslado de los jóvenes a La Quiaca, por lo que recién el lunes o casi sobre el mismo Viernes Santo, los que aún participan, tienen tiempo de reunirse. Algunos mayores se van directamente a Buenos Aires a trabajar, y es probable que aparezcan el Viernes Santo para cumplir con la promesa de participar en la Doctrina de su comunidad –tal el caso de la Maestra de Doctrina de Casti–.
Conversión a la religión evangélica. Este hecho cierra definitivamente posibilidades de participación en la Doctrina. Como ejemplo, la familia13 que había levantado la capilla de Suripujio, y cuya Doctrina constituyó por varios años un paradigma para el resto, se ha convertido al evangelismo desde la muerte de don Inocencio –ejemplo de Maestro de “Doctrina antigua”– y la iglesia pasó a ser templo evangélico, por lo que se ha construido otra católica a pocos metros de la escuela –con el aporte de la Universidad Austral de Rosario–. Algunos evangélicos14 me han explicado los motivos por los cuales se convirtieron: porque les enseñan la Biblia, y principalmente, porque “nos ponen límite como la iglesia de antes, y nuestros hombres dejan de macharse.15 La iglesia católica de ahora, con sus libertades, no nos sirve. En esta religión encontramos un cambio.”16
La relación con la iglesia oficial no es la misma desde el cambio del cura párroco de La Quiaca. En 2005 hacía un año y medio que el Padre Jesús Olmedo Rivero, quien vivía compenetrado con la cultura de la región y daba protagonismo a las Doctrinas durante la ceremonia del Viernes Santo, fue reemplazado por otro recién llegado de España, de postura conservadora pese a su juventud, con un discurso que propiciaba el antisemitismo popular, y además se mostraba autoritario con los feligreses, actitudes que van en contra del espíritu general de la Prelatura de Humahuaca. Se produjo una relación asimétrica, con un nuevo sometimiento al poder eclesiástico oficial. Como ejemplos: 1-contra la voluntad de los lugareños, este sacerdote obligó a cubrir la imagen articulada del Cristo; 2- en algunos momentos de la ceremonia nocturna del Viernes Santo en Yavi, cuando en otras épocas las Doctrinas cantaban, impuso él su propio canto; y 3- impidió que las Doctrinas rezaran el Padre Nuestro con su entonación especial.
Por lo tanto, noté que los grupos de Doctrinas no tenían dominio sobre la ceremonia como en años anteriores, y su participación ya no se incentivaba desde la Iglesia.
3.4 Comienzo y duración del ritual
Menos Inticancha, que había comenzado a reunirse desde quince días antes del Domingo de Ramos, como siempre,17 el resto de los grupos lo hizo sobre la Semana Santa, y algunos recién el día Jueves. Se sostiene, por ende, mi afirmación de 1995 en cuanto a que había y sigue habiendo tantos comienzos [del ritual] como comunidades con Doctrina.Pero la otra afirmación, que los ensayos eran una parte del ritual y que podían considerarse como sub-rituales con particularidades propias en cada comunidad, es una instancia que, por lo menos en 2005, casi no se cumplió, por las circunstancias expresadas en párrafos anteriores; o bien porque se realizaron sin la intensidad de otros años.
Tampoco se ha llevado a cabo la reunión de Maestros en la Casa del Marqués –como lo documenté la tarde del Viernes Santo de 1995– en la que se recordaba el orden de las procesiones teniéndose en cuenta el “tono” de cada grupo, dada la importancia de lo sonoro y, principalmente, se confirmaba el orden para el año siguiente. Yo había deducido entonces que el comienzo real del ritual se concatenaba con la culminación del ritual anterior, hecho que tal vez sirviera para comprometerse ante todos y asegurar su continuidad. A causa de los cambios señalados, tal compromiso ya no puede asumirse. En 2005 hubo un encuentro improvisado en la Comisión Municipal luego de la Segunda Procesión.
Con respecto a la duración del ritual, en comparación con las documentaciones anteriores, puede apreciarse una notable reducción, a excepción de Inticancha.
3.5 Vivencia del espacio-tiempo en 2005
Otros años se vivenciaban dos espacios en las reuniones nocturnas de la Cuaresma: uno real –la capilla o el salón, dentro de los cuales se disponían según sus roles–, y otro ideal, mucho más importante, aquél que situaba a los actores permanentemente en Yavi, tanto dentro del templo como fuera. En 2005, sólo se vivenció el primero, puesto que muy poca mención se hacía a la ceremonia del Viernes. Esto sucedió porque al no estar seguros de si llegarían a Yavi el Viernes Santo, oficializaron la realización de un via crucis en sus localidades el Miércoles, lo que antes sólo se hacía como un ensayo para la ceremonia principal; entonces, no manifestaron el mismo interés por su participación allí.
Diez años antes también me planteaba qué sucedía con el tiempo. Íntimamente ligado a lo espacial, tanto en 1993 como en 1995 se percibía uno real y otro ideal. A su vez, por el tempo muy lento y la extensión de los cantos, se vivenciaba un tiempo estático que se manifestaba inclusive en la inmovilidad corporal de todo el grupo. En 2005 se vivió el tiempo real, y las instancias primera y tercera instancias del ideal.
3.6 Desplazamiento de significado de los símbolos rituales: una nueva resemantización de la Doctrina
En 1995, el análisis de la documentación había permitido constatar el desplazamiento del valor religioso de la Doctrina hacia el valor de lo sonoro. En 2005, la experiencia in situ y el análisis de la actual documentación dieron como resultado un nuevo desplazamiento de sentido, una segunda resemantización de la Doctrina: lo sonoro cedió el paso a la importancia de la función social del ritual, y éste pasó a ser, fundamentalmente para los mayores, el elemento vinculante con el pasado inmediato y, en algunos casos, con los jóvenes que aún acceden al rito. Para el público, cada vez más numeroso, el símbolo dominante del ritual continuaba siendo el binomio doctrinas-cantos. La recepción conmovía; seguía percibiéndose aquello que los grupos quisieron exhibir años atrás. Pero para las Doctrinas, el binomio público-cámaras quedó en un segundo plano; al no estar pendientes de ello perdió su estatus de símbolo dominante. Este hecho llevó inclusive a una modificación del aspecto exterior de las doctrinas, y no utilizaron ropas especiales para la ceremonia. Antes, la vestimenta para el Viernes Santo era consensuada en los ensayos, y se pedía a las mujeres que llevaran rebozos oscuros. En 2005, ya no exhibían el ritual como un espectáculo, y por lo tanto, las doctrinas aparecieron con su vestimenta cotidiana –generalmente, camperas y jeans–; no se percibió la necesidad de la mise-en-scène.
3.7 El repertorio como constante del ritual vs. las performances
En principio, quiero recordar que entendiendo como performance “la puesta en acto” (Kapferer, 1986: 191) del mito de la Pasión; empleo la expresión performance general para el desarrollo completo del rito, y performance particular a la ejecución del repertorio, basándome en explicaciones teóricas de Miguel Ángel García, a quien me uno en la idea de que “la práctica musical es una forma particular de performance” (García, 2005: 47).
El repertorio que se entona –cantos y oraciones– es lo único inalterable en este ritual a través de los años; permanece en el imaginario de estas comunidades sostenido por los mayores, quienes lo guardan con celo en los cuadernos que heredaron de sus padres, y más aún los Maestros de Doctrina –por lo menos, los que no se han convertido al protestantismo-. Además, este repertorio mantiene todavía un significado cargado de sacralidad, diferente de los cantos entonados en la iglesia el resto del año.
Por el contrario, la forma y la intencionalidad de ambas performances son afectadas por los cambios. En 2005, desde la ceremonia del Viernes en la iglesia, hubo desajustes que comenzaron a marcar el carácter improvisado de la performance general. Con prisa, se buscaron “jóvenas” para representar a las Piadosas, y estas aparecieron sólo tres minutos antes de comenzar, mientras que antes, y como ya se ha especificado, se postulaban hasta seis con varios días de antelación. Lo mismo sucedió con el rol de José de Arimatea que desciende al Cristo articulado.
Los efectos sobre la performance particular fueron notorios. Luego de la Primera Procesión, mientras volvían a la iglesia, cantaron Dulce Jesús mío con el tono de Virgen de Copacabana; no resultaba extraño dado que el grupo “cabezante” era Chalguamayoc, el único que entona este canto y sobre el cual tiene mayor seguridad.
En la Segunda Procesión, “Los Siete Dolores”–ya sin público–, desde la narración cantada del Primer Dolor –con el tono de Mi Jesús, mi dulce prenda–, pasando por el canto empleado en el trayecto de un Dolor a otro –Salve mar de penas–, hubo momentos de dudas que conducían a silencios, y se confundían con otro canto – ¡Venid oh, cristianos! –. Habían comenzado a relatar el Segundo Dolor y debieron interrumpirlo, pues no se ponían de acuerdo en cómo seguir. Pasaron varios minutos y –rencillas mediante–, otra Doctrina –sin ser guía– tomó la iniciativa de continuar. La entonación fluctuaba sin lograr la estabilidad que se percibe en los registros de los años anteriores.
3.8 Conclusión 2006
Los desajustes sonoros ocurridos durante las performances del Viernes Santo integran el conjunto de síntomas que remiten a los cambios socioculturales-económicos descriptos en este trabajo. Durante la Fiesta de la Cruz,18 en Conima –Perú– los desajustes del conjunto de flautas comparados con otros registros, llamaron la atención al etnomusicólogo Thomas Turino, quien a partir de ello indagó los motivos. De modo inverso, aquí fui presentando, de acuerdo con mi experiencia, las causas que llevarían a lo que luego sucedió en la ceremonia principal; por lo tanto, el texto no produjo asombro pues el contexto fue anunciándolo anticipadamente.
Además, estos hechos, junto con lo expresado en entrevistas, daban la pauta de que no había una preocupación por el resultado estético de los cantos como en otras oportunidades.
En el intento de lograr un estado de equilibrio, tal vez de manera inconsciente, los integrantes de esta estructura social, tan móvil por las circunstancias expuestas, se aferran a aquello que fortalece su identidad, para no diluirse en el inevitable avance de la cultura globalizada. Y lo distintivo no se encuentra en una denominación, como podría ser “comunidad aborigen”, sino en hechos como la utilización de un repertorio sonoro específico que les ha dado prestigio y protagonismo durante largos años.
No obstante, un entrevistado me planteó que las Doctrinas estaban pasando por una nueva crisis, como había sucedido en los ’70. En el supuesto caso de que continúen formándose, aun improvisadamente, me pregunto:
4. Conclusión general
La dinámica de esta manifestación cultural sigue siendo muy sensible a las coyunturas histórica y socioeconómica.
Los factores comunes que se obtienen de las conclusiones anteriores, de ambos años, son:
la preocupación por preservar la identidad: una vez, desde el logro de la mejor calidad sonora para imponerse y destacarse así cada comunidad; y otra, desde el mantenimiento del repertorio que los une con sus ancestros;
ligado con lo anterior, los cambios de significado que en cada época se producen en el ritual. Si bien no tuve oportunidad de continuar con los trabajos de campo sobre este tema, constato que las Doctrinas siguen apareciendo durante el Viernes Santo en Yavi, tal como puede verse en videos subidos a YouTube por medios de comunicación y turistas. Pero no podemos saber cómo es la situación real, en su totalidad, y no solo lo que se observa, tal como lo analicé en los años anteriores a partir de mis trabajos in situ.
Debido a la pandemia del Covid19, en un video de 2021 se ve a las doctrinas cantar con barbijos. No dejaron de asistir al templo durante el Viernes Santo de ese año, pero no hay registros de lo sucedido en 2020 ni cómo afectó esta situación sanitaria al desarrollo de las Doctrinas en cada una de sus localidades.
Pude comprobar durante todos los años de abordaje del tema aquí tratado, que el trabajo de campo resulta arduo, dada la dispersión de las comunidades que forman Doctrinas, el clima y la altura de la Puna. Además, se torna lento, pues se requiere de mucho tiempo para trabajar con cada grupo, ya que hay que adaptarse al quehacer cotidiano de sus integrantes. No obstante, sería muy útil retomar la tarea a los efectos de lograr una continuidad en el estudio de esta tradición que continúa vigente.
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Notas
Notas de autor