Anales y Memorias

Hemerografía, gráfica y paz en los comienzos del siglo XX colombiano

Hemerography, graphics and peace at the beginning of the Colombian 20th century

César Ayala Diago
Universidad Nacional de Colombia , Colombia

Ciencia Nueva, revista de Historia y Política

Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia

ISSN-e: 2539-2662

Periodicidad: Semestral

vol. 7, núm. 1, 2023

ciencianueva@utp.edu.co

Recepción: 03 Febrero 2023

Aprobación: 16 Mayo 2023



DOI: https://doi.org/10.22517/25392662.25277

Resumen: La hemerografía colombiana del siglo xx se caracterizó por su carácter bélico. Los periódicos fueron arma de combate en las campañas electorales, dando continuidad a la guerra del siglo xix a través de la política. Sin embargo, hubo una parte de la hemerografía nacional, la que corría por cuenta de la gráfica, que propuso una alternativa distinta: la paz. Se trata de El Gráfico, Cromos y la Revista Universidad, revistas dispuestas para dibujantes, pintores, caricaturistas, ilustradores, fotógrafos, entre otros. A través de ellas, se percibió otro país, distinto al de la confrontación política y las carencias sociales; un país más leve, vivible e interesante. Un arte separado del Estado, al cual no le interesaba el uso del arte para el desarrollo de la cultura nacional. ¿Qué hubiera sucedido con el arte colombiano de no haber existido los medios que hemos mencionado, que los descubrió, acogió y reconoció? Esa es la pregunta que ronda en el espíritu de este artículo.

Palabras clave: gráfica, arte, hemerografía, periódicos, revistas, pintura, escultura, poesía, intelectuales, historia, política, cultura.

Abstract: The Colombian hemerography of the 20th century is characterized by its warlike character. Newspapers were a combat weapon in electoral campaigns, giving continuity to the war of the 19th century through politics. However, there was a part of the national hemerography, that of the graphic arts, which proposed a different alternative: that of peace. These were El Gráfico, Cromos and Revista Universidad. Magazines available for: cartoonists, painters, caricaturists, illustrators, photographers, etc. Through them, another country is perceived, different from that of political confrontation and social deprivation; lighter, more livable and interesting. An art divorced from the State, which is not interested in the use of art for the development of national culture. What would have happened to Colombian art if there had not been the media we have addressed, which discovered, welcomed and recognized them? This is the question that haunts the spirit of this article.

Keywords: graphics, art, hemerography, newspapers, magazines, painting, sculpture, poetry, intellectuals, history, politics and culture.

Introducción

El significante hemerografía está formado con raíces griegas. Hace alusión al estudio y a la descripción de un material periodístico. Sus componentes léxicos son: hemera (día) y graphein (escribir). Se trata de los materiales periodísticos que se escriben en el día a día; del medio de comunicación, el periódico, la revista, el medio más antiguo, por estar ligado a los orígenes de la imprenta. En todo el mundo, sin excepción, el periódico ha jugado un papel primordial para la formación y la información ciudadana. Los procesos históricos han estado estrechamente ligados al papel del periódico en cualquiera de sus modalidades: revistas, folletos, diarios, semanarios, quincenarios y mensuarios. El periódico ha acompañado todo, ha sido arma y herramienta para revoluciones y contrarrevoluciones, para su sostenimiento. Para bien y para mal, la civilización se debe, en parte, al surgimiento del medio de comunicación escrito, ese que pasa de mano en mano, y que es visto y escuchado por cientos de personas. Entre más civilizado un país, o más aspire a serlo, mayor número de expresiones escritas tendrá.

El lector de periódico de Theo Balden
Figura 1
El lector de periódico de Theo Balden

Cuando hablamos de prensa estamos frente a un dispositivo de poder y dominación que funciona para su sostenimiento, su mantenimiento y perpetuidad. Empero, el medio escrito es mucho más que una expresión de la dominación. Los periódicos y las revistas son muchas cosas a la vez, incluso el misterio los envuelve. En un primer plano, los periódicos se crearon para vender, para la propaganda. La primera de sus páginas durante mucho tiempo estuvo relacionada con la oferta de productos para su comercialización. De ahí vino la idea de vender también las ideas, la ideología. De tal modo, que los medios de comunicación escritos llevan la impronta de su naturaleza capitalista. Nacieron dentro y para ese sistema. El pensamiento socialista y fascista se valieron de ellos para difundir y mantener su pensamiento cuando se hizo realidad ese tipo de sociedad.

Al ser el registro de lo más sobresaliente del día a día, los diarios podrían ser considerados como el acercamiento más remoto a lo que sucedió. Prácticamente los historiadores cuentan sus historias a partir de lo registrado en los periódicos. También lo hacen los escritores. La hemerografía contiene los documentos más inmediatos con los que cuenta el investigador para estudiar el pasado remoto. Un periódico informa y forma. Al tiempo que da las noticias en algunas de sus secciones, en las editoriales, con ayuda de la gráfica y de la disposición de la información, termina opinando y sentando cátedra.

En sí, los periódicos y las revistas no están concebidos como textos sino como imágenes. Es gracias a ellas que una población se ve a sí misma representada, retratada; admira sus paisajes, sus edificios, conoce los rostros de sus personalidades más sobresalientes en cualquiera de sus campos, cuando no existía todavía la transmisión viva y en movimiento de ellos. Es la imagen del periódico y de la revista que le muestran al otro, al cercano y al lejano, a su país y al de los demás. El acceso al periódico, a la revista, hace que las personas se sientan mejor, de mayor calidad, y que se vean diferentes. Es en sí una distinción: se diferenciará del ignorante y se considerará superior. De ahí tomará referentes para la vida. Y gracias a los avisos clasificados la gente podría conseguir trabajo, vender y comprar. A través de la propaganda que sostiene al periódico advertimos el ritmo y naturaleza del capitalismo dominante.

Estudiar la hemerografía de un periodo explícito nos permite establecer de paso la organización de la cultura. Sabremos de los lugares de la producción del pensamiento, quiénes lo hacen y en qué condiciones. Descubrir periódicos permite conocer sensibilidades, asociaciones, instituciones y personalidades. Sabremos de los intelectuales, de los artistas: pintores, escultores, dibujantes, cantores y poetas, cronistas, etc. Sabremos también del esparcimiento, de la criminalidad y de múltiples curiosidades que configuran la vida diaria de una sociedad: quién se casó y con quién, quién partió o llegó. Y por supuesto sabremos de los conflictos que dividen a la elite, y por esa vía los que dividen a los ciudadanos. Irán apareciendo las redes, las alianzas, los amistados y los enemistados. Se verá con todas sus luces el nosotros y el ellos, los de adentro y los de afuera. Sabremos del desarrollo del arte gráfico, y de los avances tecnológicos.

La prensa colombiana del siglo XX será dispositivo de guerra, y por momentos dispositivo de paz. Con ella y gracias a ella habrá una continuación de la guerra del siglo XIX, esta vez a través de la política, la nueva política, la de los partidos y las masas a través de las campañas electorales. Será una política agria, bélica. Los dispositivos no serán los rifles ni los machetes, no todavía; sino la prensa liberal y conservadora. Empero, en esta ocasión no vamos a tratar de la prensa bélica, del periódico arma de combate político, sino de algunas de las revistas que obviaron la continuación de la guerra y decidieron una estrategia de dominación distinta: la de la gráfica.

Es curiosa la hipótesis: guerra desde los periódicos, paz desde las revistas. Un periódico podrá aspirar a la paz si acude al formato de la revista: suplementos dominicales o sabatinos, magazines de lecturas, secciones literarias. O cuando se anuncia como un periódico de esencia literaria y cultural como en el Caso de Sábado que circuló en las décadas de 1940 y 1950 y que le abrió las puertas a la intelectualidad juvenil conservadora. Algo parecido había ocurrido en la Revista de Los Nuevos a mediados de la década de 1920.

A continuación, tres ejemplos de revistas para la paz: El Gráfico, 1910, Cromos, 1916 y Universidad, 1921. En medio de la emergencia permanente de otros medios: El Tiempo, El Liberal, La Defensa, entre tantos. Y, no soy el primero en acercarme a sus contenidos. Otros colegas, con sus propios lentes ya han hecho sus aportes1.

El Gráfico

Una revista, la más emblemática, una de las mejores en la historia gráfica de Colombia, abrió la era del primer centenario: El Gráfico. Vale la pena destacar, entre tanto periódico anterior a ella: El Nuevo Tiempo y La Civilización, ambos fundados por Carlos Arturo Torres. El primero, en mayo de 1902 y el segundo, en enero de 1910, ya con espíritu republicano. Pero también circularon: El Espectador, fundado en 1887 en Medellín; El Correo del Cauca desde 1903; los periódicos de Enrique Olaya Herrera: El Mercurio, 1904 y La Gaceta Republicana, 1909; La Joven Colombia, 1909; La Linterna, 1909, La Unidad, de Laureano Gómez, de 1909 a 1916; Gil Blas, desde abril de 1910. La acción republicana que dio origen al republicanismo contó con su propia prensa para derrocar al gobierno de Rafael Reyes (1904-1909), llamado El Quinquenio. El vocero del movimiento se llamó Vida Nueva2. La nueva revista, que era prácticamente una síntesis periodística, histórica y gráfica, se valió de toda una experiencia acumulada.

El Gráfico salió a la luz en una fecha de carga simbólica para el país: el 24 de julio, aniversario del nacimiento de Simón Bolívar, y 1910, el año célebre del primer centenario de la Independencia. Venía en formato de ocho páginas. Fue en realidad la primera revista moderna que tuvo Colombia, la primera con cobertura nacional. Una revista moderna para un país que no lo era, para una nación atrasada, arcaica y cansada de guerra, como Teresa Batista. Un nutrido informe noticioso en cada edición estaba acompañado de una sofisticada gráfica. Noticias rápidas, ligeras; fue la antecesora de Semana en este estilo. Muy justo el nombre para la revista, mejor imposible. La revista traía el impulso artístico e intelectual del sigo XIX, exorcizaba la guerra, pero no el arte. Los hombres eran todos del anterior siglo. Alberto Sánchez y Abraham Cortés figuraban como sus primeros directores. Sánchez, conocido como el doctor Mirabel, ágil cronista y escritor.

Primera
carátula
Figura 2
Primera carátula
Fuente: El Gráfico, 24 de junio de 1910.

No solo anunciaba los modernos artículos de consumo. Hacía la propaganda de ella misma en los exteriores e interiores de los vagones del ferrocarril de Girardot (Figura 3).

Propaganda de El Gráfico
Figura 3
Propaganda de El Gráfico
Fuente: El Gráfico, 20 de junio de 1925, 29.

En la revista comenzaron a aparecer los artistas plásticos junto a los políticos y a los intelectuales: Armando Solano, Luis Eduardo Nieto Caballero, Max Grillo, etc. Tenía costumbrismo y cosmopolitismo; era una ventana que abría la revista para ver el mundo y el progreso propio y ajeno; la seriedad se combinaba con el humor, que para entonces se llamaba sátira. El avance de la fotografía es notable3. Se usaba la imagen grupal y panorámica, aparece la gente reunida, en lugares ya de la memoria, la Quinta de Bolívar, el campo de la Batalla de Boyacá, entre otros; o en lugares que lo serían después.

Se trataba de gente bien vestida, incluyendo a los niños, y los aseñorados estudiantes que posaban para el reciente invento de la magia fotográfica. Por primera vez, la gente pudo verse junta, quiso verse así y ahí estaba el fotógrafo para registrar tanto momento. En particular en El Gráfico, la gente está siempre agrupada, en cuerpos y asociaciones. La vida de las costumbres ya es registrada: los carnavales estudiantiles, los matrimonios de las elites, las fiestas patrias, los grandes funerales, y los peregrinajes que en Colombia se hacían no para venerar a los santos, sino para visitar las tumbas de liberales insignes muertos, como en el caso de Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera.

Los contenidos de la revista daban para pensar que se vivía en una Colombia civilizada, culta, e incluso aristocrática. La alta sociedad se reunía en bailes especiales en el Palacio de la Carrera, en el Jockey Club y en el Gun Club con la infaltable presencia del anciano presidente de 1923-1926, que aparecía con su señorita hija, Helena Ospina Vásquez, candidata al reinado de los carnavales estudiantiles de 1924.

La revista registraba a Bogotá como lo que no era: una gran ciudad, una ciudad de mundo. Allí estaba la ciudad y todo el país en completa armonía, sin grandes divisiones sociales, casi que sin conflictos; todos confluyendo en un evento y otro. Una sociedad con capacidad de consumo de artículos suntuosos que iban llegando al país: cámaras fotográficas, máquinas de escribir, registradoras, aparatos de sonido; un país visitado, de eventos internacionales. La revista daba cuenta de las imágenes de los que habiendo sido grandes iban ya de salida de la vida, y mostraba también a aquellos que llegarían a ser grandes y que apenas estaban entrando a ella, y por supuesto desfilaban los hombres maduros del momento. Ahí vemos el rostro tierno del joven sacerdote Miguel Ángel Builes, por ejemplo, que llegaría a la inmortalidad gracias a su negativo papel en épocas de violencia bipartidista; pero también estaba la imagen del recién partido a la eternidad, en 1924, el cronista urbano, Luis Tejada. La imagen ubicua del venerable anciano presidente Ospina daba la impresión de un país unido en la sabiduría y en la prudencia; era como si la nación pendiera de sus largos bigotes blancos todavía al estilo del siglo anterior.

El Gráfico era una revista en el pleno sentido de ese significante de historia, de literatura, de poesía, de antropología, de política, de arte plástica, de ciencia, de diseño gráfico. No eran casuales sus portadas elaboradas por pintores o fotógrafos para promover la imagen de la mujer de elite por lo regular. En un mundo de hombres los editores no dejaban de lado a las mujeres. Con limitaciones, claro, le daban espacio a sus actividades que obraban como los designios de la época.

El Sindicato de la Aguja
Figura 4
El Sindicato de la Aguja

Nota: El Sindicato de la Aguja fue una admirable institución de beneficencia donde se confeccionaba el vestuario para las penitenciarías y los niños pobres. Además, ofrecía trabajo y educación a multitud de muchachas.

Fuente: El Gráfico, 25 de junio de 1925, 628.

Ahí estaban las poetizas como les decían por entonces a las mujeres poetas. Cosas que sorprenden: encontrar parte de la obra de Catalina Recavarren, mujer de letras peruana conocida por el país gracias a la revista:

Poesía de Catalina Recavarren
Figura 5
Poesía de Catalina Recavarren
Fuente: El Gráfico, 27 de junio de 1925, 627.

El Gráfico fue casa de cronistas, de fotógrafos, pintores y artistas. Allí estuvieron presentes los pintores A. Gómez Leal, Francisco A. Cano, León Cano, A. Gómez Campuzano, J. A Rodríguez Acevedo, Roberto Pizano, Domingo Moreno Otero, Pepe Gómez, el escultor Rómulo Rozo y Santiago Martínez Delgado. Zerda, el pintor, se distinguió en 1925 por la elaboración de variopintos cuadros de costumbres. Estaba Ricardo Rendón con su caricatura satírica, los poetas Leopoldo de la Rosa, Germán Pardo García con su poesía bucólica y nostálgica, con sabor a campo verde, a llovizna y frío de páramo, León De Greiff, etc.

Dibujos del pintor
y caricaturista Pepe Gómez
Figura 6
Dibujos del pintor y caricaturista Pepe Gómez
Fuente: El Gráfico, portadas de la revista, 1925

Las páginas de El Gráfico plasmaron la historia de los ferrocarriles, que animaba tanto la vida de la gente de entonces; la histórica evolución de la construcción de ciudades y pueblos, iglesias, plazas y parques, la erección de monumentos, etc. Las portadas de la revista promueven los retratos de las candidatas a los reinados estudiantiles.

Y así, la revista creció y creció hasta convertirse en la más permanente de la historia gráfica del país conservando su carácter moderno. Al cumplirse sus primeros 15 años en 1925, los editores anunciaron transformaciones: cada número contendría 52 páginas con una sección especial para niños que llevaría el nombre de «Pulgarcito»; se ampliaría el material fotográfico para ilustrar las secciones «La Mujer y el Hogar», y «Panorama mundial».

No estaba en solitario. Mientras circulaba iban apareciendo otros intentos de periódicos que le competían y estimulaban. Ya en pleno régimen republicano aparecerá su principal representante: El Tiempo, el 30 de enero de 1911, dirigido por uno de sus ideólogos: Alfonso Villegas Restrepo. Este periódico republicano se convirtió en el principal diario de Colombia durante toda la centuria. El más influyente, el mayor referente, la fuente de noticia para todo el resto de la prensa nacional y el más potente en asuntos de tecnología periodística. Muchos querían imitarle su formato importado de las escuelas francesa y argentina. Vio nacer y morir cientos de periódicos y revistas a lo largo de su inmortal permanencia.

Muy temprano, Villegas terminó vendiéndole el periódico a su cuñado Eduardo Santos por una módica suma que podría interpretarse como un regalo de bodas. Así, el diario republicano cayó en buenas manos. Santos logró manejarlo con acierto, adaptándolo a sus propios intereses políticos, culturales y económicos. Superada la etapa propiamente republicana lo puso a disposición del partido liberal convirtiéndose de hecho en el principal vocero de esa parcialidad política.

El Tiempo, además de ser una poderosa casa política, atrajo a intelectuales nacionales e internacionales. A lo largo de los años, Santos estableció una red de intelectuales latinoamericanos. Con la gran cantidad de materiales que llegaban al periódico, se editó en los años cuarenta La Revista de América, bajo la dirección de Germán Arciniegas, donde se expresaron gloriosas plumas del continente.

El periódico empezó a editarse en formato tabloide. La primera página combinaba la noticia política con la propaganda muy diciente para la oferta de consumo de entonces. Sus primeras ediciones promocionaban La Pola, una cerveza nueva, producida por la fábrica Bavaria con la mejor cebada colombiana y lúpulo de Baviera, con extracto de malta y moderada cantidad de alcohol. La nueva cerveza fue lanzada para las fiestas del fin de año de 1911. El nombre caló, al punto que todavía hoy los bogotanos se refieren genéricamente a la cerveza con el apelativo de «una pola».

El diario como la revista El Gráfico daba cuenta de los eventos sociales de la elite como los matrimonios. En junio 10 de 1911 se supo del de Enrique Santos (Calibán), director del periódico La Linterna de Tunja, con Noemí Castillo; en agosto 21 del mismo año se informó de la boda de Alfonso López Pumarejo con María Michelsen.

El Tiempo había nacido a finales de enero de 1911. El 17 de abril de ese mismo año otro periódico salió a la luz pública: El Liberal, contrario a los intereses políticos del republicanismo (Figura 7). Tenía un objetivo claro: revivir el viejo liberalismo, confundido en la aventura republicana. Lo dirigía el guerrero liberal Rafael Uribe Uribe, quien buscaba levantar las banderas del viejo partido y adecuarlo a los nuevos tiempos que soplaban.

El Tiempo y
El Liberal
Figura 7
El Tiempo y El Liberal

Nota: El Tiempo, 30 de enero y El Liberal, 17 de abril, ambos nacidos en 1911. El primero republicano, y el segundo liberal propiamente.

De una vez salió una edición doble. Y como en el caso de El Tiempo, variopinta e interesante tanto la información política como la propaganda que sostenía al periódico. Se promovían simpáticas máquinas de escribir, una denominada Smith Premier modelo n.o 10 y la Underwood, la mejor máquina de escribir inventada hasta la fecha, según decía el aviso. Se anunciaba al Restaurante Venturoli con servicio a la carta, el restaurante Rosa Blanca con alimentación mensual y a domicilio. El número tres traía la totalidad de su primera página llena de anuncios comerciales. La edición la abría la promoción de vapores de la Empresa Colombiana de Navegación Fluvial, que cubría salidas a Girardot, La Dorada y Barranquilla.

Así estaban las cosas. Movido el mundo del periodismo y no faltaban las sorpresas, un niño vocero de periódicos recorría las calles bogotanas anunciando y vendiendo las primeras ediciones de una nueva revista gráfica que ofrecía también la alternativa de otra información para obviar a la intensidad de la política.

Cromos

En 1916 circularon en el país las primeras ediciones de una revista que se convertiría en clásica en el género gráfico. Tenía un carácter más suave, menos ácido que los medios ideológicos. Le competirá a El Gráfico y cubrirá la farándula mundial y nacional. Se publicarán allí las imágenes de los grandes eventos nacionales: efemérides, funerales, posesiones en altos cargos, matrimonios, despedidas, llegadas, y todos los actos sociales de la elite, en particular de la bogotana. Empero, tanto una como la otra serán también un lugar para la promoción del arte: pintura, escultura, música y la poesía. Y el costumbrismo tuvo un lugar preferente.

Fue una especie de regalo de nuevo año de los editores para sus lectores. Era 15 de enero de 1916. Tenía un formato mayor que El Gráfico y la gráfica prometía ser aún mejor. Sus directores hablaban de colocarse en el mismo nivel de las revistas gráficas que circulaban en las principales ciudades del mundo, una publicación donde se registrara el movimiento literario, científico, artístico, social y político de Colombia, y donde quedara constancia de lo más notable e interesante que aconteciera en los demás pueblos del planeta.

Sus fundadores lo dijeron desde el principio: abstracción de los temas que fueran materia de acaloradas divergencias y enconadas disputas4. Procurarían que el arte y el buen gusto estuvieran presentes en todas sus páginas. Harían política sí, incluso más que El Gráfico, pero sin la pasión bipartidista. Como aquella, Cromos, revista semanal ilustrada, dirigida por Arboleda & Valencia, era liberal. Se trataba de una especie de división del trabajo. El Gráfico verterá poesía eso sí, sin economía alguna, poesía avasalladora y enganchadora. Y tras la revista, la otra, que bien pudiera ser la misma, también tuvo poesía, tanta como si se multiplicara a la vez. Era como si gráfica y poesía fueran de la mano. Los artistas plásticos sufrían, necesitaban financiación y el Estado les daba la espalda. Los poetas, en cambio, tenían cabeza y pluma, ansiedades, angustias, amores, decepciones que las páginas de las revistas reproducían para satisfacción de ayer y del hoy.

El dibujo de una linda mujer aristocrática abría su primera edición. Un niño voceador de periódicos merece otra de las tempranas portadas de la revista. Coriolano Leudo era el dibujante que hacía esas lindas portadas (Figura 8). Era como si la revista hubiera sido hecha para promover su arte5. Costumbrismo en la pintura y política en su caricatura sobre los hombres más representativos de la farándula política del país. Figuras alargadas o redondas según las características físicas de sus personajes. A lo mejor la necesidad de trazar esos cuerpos le exigió a la revista su largo formato. Para variar usaba pseudónimos: Moncrayon y Robinet, no era monotemático, y sí, de veras, gran pintor. Cuando fue contratado por la revista tenía ya larga experiencia. Había sido alumno de lo más granado de la pintura colombiana llegando después a competir y compartir con ellos mismos. A nadie tanto como a ellos, a los dibujantes, les sirvió la presencia de las revistas gráficas que, creemos, no les preguntaba por sus filiaciones ideológicas y que, teniéndolas, podían trabajar cómodamente en una y otra.

Primeras portadas de Cromos
Figura 8
Primeras portadas de Cromos
Fuente: Cromos, 15 de enero y 19 de febrero de 1916, dibujos de Coriolano Leudo.

El material de Cromos refrescaba y oxigenaba el ambiente colombiano tan cargado siempre de desencuentros entre sus protagonistas. En lo particular, me agrada mucho cuando Moncrayón acude a los personajes populares para mostrar con ellos la otra sociedad de entonces, incluso los locos. Colaboraba con la revista también Ricardo Rendón que lo remplazaba como caricaturista y cuando lo hacía ensayaba los mismos trazos.

El formato de la revista le daba la vistosidad a la gráfica que no tenía El Gráfico. Cromos hacía la política, la promovía a punta de gráfica, su dibujante de cabecera, Leudo, tenía a su disposición una página entera para la caricatura de los personajes de la política nacional. Era más incisiva Cromos en la promoción de lo artístico y lo político mientras que El Grafico registraba el progreso material que iba teniendo el país.

Iban saliendo las revistas y se iban acomodando, acoplando, tomando su propio rumbo y daban rueda suelta a sus propias improntas, a sus objetivos concretos; se iban emulando unas a otras hasta entrar en diálogos explícitos o soterrados. A veces hasta parecerse y confundirse. El Dr. Mirabel que era cronista de El Gráfico hacía también crónica para Cromos (Figura 9).

Alberto Sánchez, el Dr.
Mirabel
Figura 9
Alberto Sánchez, el Dr. Mirabel
Fuente: Cromos, 6 de agosto de 1920.

Se compartían los colaboradores: Rendón estaba en todas. Compartían también los financiadores: cervezas, cigarrillos y medicamentos. Estaban todas estimuladas por el naciente capitalismo, un tipo de capitalismo nacional. El Gráfico horadaba lo propio, Cromos oteaba el mundo exterior. Un campeonato de fútbol en 1927 daba las primeras señales del mundo que vendría. El Grafico dibujaba, fotografiaba, y presentaba la belleza de las mujeres colombianas para todos. Por ahí aparece la autoría de C. Jaramillo L, para las fotografías de mujeres bellas. Domingo Moreno Otero ganó espacio como retratista e ilustrador de Cromos en 1920.

En las revistas gráficas no solo cabían los artistas consagrados; en febrero de 1920 la gente de entonces conoció la pinta y el perfil de un jovencito de 16 años que sería gloria en la escultura colombiana: Rómulo Rozo. Es muy posible que los editores de las revistas culturales de entonces tuvieran un propósito: convertir a Bogotá en una Atenas suramericana respecto del arte: escultura, pintura, etc., para que el cuadro de la fama y del elogio quedara completo. Sus editores tomaban esa iniciativa, pero no tenían eco en el Estado, que no escuchaba. Las revistas llamaban la atención al respecto, pero en el país no calaba la idea ni había condiciones. Solo las páginas de las revistas que eran privadas, por demás, eran brindadas a los artistas para apoyarlos. Por eso aparecían donde estaban, colaborando con las publicaciones. Era una asociación convenida la de artistas y editores. Otro Estado, distinto al configurado en Colombia, hubiera podido competir con México. ¿Con México? difícil. México necesitaba del arte para consolidar la era posrevolucionaria, Colombia no lo necesitaba para nada; allá los artistas, ¡ellos verían cómo vérselas!

Y se las veían con las revistas y las ayudas privadas que los llevaba, a algunos, a ventilarse y perfeccionarse en Europa. Y regresaban y seguían colaborando en las revistas gráficas. Roberto Pizano, por ejemplo, en 1920 hacía parte del equipo de Cromos. Como todos, hacía de todo: pintura e ilustración. Moreno Otero estaba consagrado a pintar las cabezas de los intelectuales más importantes del país, y Rendón contaba con una página para trazar la humanidad entera también de los personajes del día a día colombiano, y para servir de ilustrador para un poema o un ensayo. Compartía este honor con Adolfo Samper, dibujante y aspirante a pintor.

Interesante la inmediatez del análisis de los acaecimientos mundiales. Max Grillo saludó el advenimiento del fascismo italiano y habló bellezas de la personalidad de Mussolini. Era abril de 1923 y ni se imaginaba en lo que iría a parar ese fenómeno6.

Y se abultaba y abultaba el volumen de la prensa que seguía saliendo sin fin. De lo que hace que había salido a la luz Cromos, periódicos y periódicos se promovían. En Medellín había salido El Colombiano en 1912 y La Defensa en 1919, dos sensibilidades conservadoras opuestas, que se tranzaban en duras y agrias polémicas (Figura 10).

Ambas corrientes se consideraban, cada una a su manera, la más fiel interprete de la doctrina social de la Iglesia: «Cuando entre los partidos se enciende la lucha precisamente sobre la cuestión religiosa, es deber de los obispos del clero inculcar a los fieles la necesidad de tomar posiciones contra los partidos hostiles a la Iglesia»7, declaraba La Defensa ni siquiera en alusión a un periódico liberal sino directamente contra el contrincante conservador.

Tarjeta de La Defensa
Figura 10
Tarjeta de La Defensa
Fuente: La Defensa, 17 de agosto de 1923, 1.

Acusarse mutuamente entre diarios conservadores de liberalizantes era una afrenta que llevaba a la polémica y a la diatriba. En realidad, la prensa conservadora no era tanto de principios conservadores democráticos. Desde un principio su apuesta fue por un recalcitrante pensamiento de derecha. La Defensa aparecía como un órgano de la juventud católica de Medellín por la religión y la patria. El diario estaba dirigido por Luis Escobar N. y administrado por Rafael Echavarría, se presentaba como el de mayor circulación y aceptación: por los comerciantes, por las damas, por su amena lectura, su información local y por su absoluta moralidad; por el clero, por su incondicional sumisión a la Iglesia y el acatamiento a sus dogmas; por todos los pueblos del Departamento y la República, por sus artículos de interés general y su gran afirmación. Casi que toda la clase intelectual y política antioqueña hacía parte de sus colaboradores empezando por el expresidente Marco Fidel Suárez, que publicaba allí sus Sueños célebres; Nicanor Restrepo, Gonzalo Restrepo, Emilio Robledo y José Joaquín Casas. Y contaba con un excelente colaborador artístico, el fotógrafo Jorge Obando.

 La Defensa
Figura 11
La Defensa
Fuente: La Defensa, 24 de enero de 1923

La Defensa era además un órgano de resistencia a cualquier proceso de laicización no solo en Colombia, sino que su persecución cubría también a México y su proceso revolucionario. Cuando los estudiantes colombianos decidieron elevar a la dignidad de maestro de juventudes a José Vasconcelos, ministro de educación, en México, y a propósito de una visita suya a Colombia, la prensa conservadora puso el grito en el cielo.

República conservadora y católica era el eslogan del periódico, pero además no dejaba de tener un dejo fuerte de un regionalismo que protestaba contra el centralismo de Bogotá y abogaba por el desarrollo del capitalismo antioqueño. Pero por sobre todo era un diario anticomunista. El flujo del acontecer mundial, o mejor: las revoluciones mexicana y rusa y la emergencia del fascismo animaron la prensa colombiana. Se hizo más intensa la lucha ideológica. Por doquier aparecían y desaparecían periódicos. Era como si todo el mundo se pronunciara8. Prácticamente comenzó en la década de 1920 la era de la nueva prensa del siglo XX colombiano.

A mediados de 1917, los estudiantes, por iniciativa propia, entraron a competirle las clientelas a los diarios ya existentes, con la edición de la Voz de la Juventud. Traía la dirección de Eduardo Pradilla S. El periódico tenía entre sus intereses la organización del movimiento estudiantil y sirvió para promover las actividades de Carlos Pellicer, el joven diplomático que envió a Colombia el general Venustiano Carranza para promover la revolución mexicana y de paso la organización de un amplio movimiento latinoamericano estudiantil que reivindicara sus logros y que sirviera a la vez de defensa frente a las agresiones de Estados Unidos9.

Universidad

La comunidad de intelectuales y políticos que giraba en torno de Eduardo Santos en Colombia fue la responsable de estimular el dibujo, los dibujantes, la caricatura, los caricaturistas, los pintores, los escultores y el mundo del arte en general. Un buen comienzo lo constituye la creación de la Revista Universidad (1921-1927) que dirigió el joven intelectual Germán Arciniegas. La revista logró recoger la experiencia del dibujo artístico y caricaturesco de lo corrido del siglo, como el caso de los artistas que se expresaron en la Revista Panida de Medellín en 191510, lo mismo que en las páginas de las revistas Cromos y El Gráfico.

Así, la revista Universidad surgió el 21 de febrero de 1921 con una edición quincenal. Su propósito de ser expresión del naciente movimiento estudiantil, fue también un intento de nacionalizar el arte colombiano, y de vincular al país en la dinámica de la historia del continente americano11. El editor, don Germán Arciniegas, tuvo un gran olfato y fue todo un cazatalentos. No solo la revista absorbió lo mejor del arte, sino que también promovió a los jóvenes y reafirmó a los que ya eran conocidos como Ricardo Rendón, el autor de las primeras carátulas. Sus dibujos caricaturescos representaban a los dirigentes del movimiento estudiantil colombiano, retratando el carácter serio y circunspecto que los mismos estudiantes percibían de sí mismos. No hay que olvidar que se trataba de una revista vocera del movimiento estudiantil, y que su papel era la promoción de los dirigentes del movimiento. La revista, que llamaba a los estudiantes de «don», era además un punto de encuentro de jóvenes liberales y conservadores desde la escritura literaria, ensayística y el arte. Si la política bipartidista los enfrentaba, las letras los unía.

Primer número de la revista Universidad
Figura 12
Primer número de la revista Universidad
Fuente: Universidad, Bogotá, 21 de febrero de 1921.

La revista aspiraba a lo nuevo, a presentar la emergencia de las expresiones de la nueva generación en Colombia y América. De ahí que su primera sección llevara como nombre: «Los que surgen».

Se van mezclando entre sus páginas las pinturas del joven Adolfo Samper, fotografías de cuadros de jóvenes pintores y de trabajos terminados de nuevos escultores como Gustavo Arcila Uribe, o de pintores consagrados como Francisco Cano. Había fotografía, costumbrista si se quiere, pero, aunque de buena calidad, ese no era el arte que le interesaba promover. Junto a las fotografías de costumbres, tradiciones y paisajes, el retrato de hombres y mujeres representativos era muy recurrente, siguiendo, claro está, la tendencia de Cromos y El Gráfico: registro de festividades, paisajes colombianos y el cubrimiento del curso de la política.

El lenguaje utilizado por Universidad para presentar los nuevos talentos resultaba interesante. La revista escribía:

La Revista Universidad ha querido rendir un homenaje a este sacerdote de la belleza, a este valiente muchacho que salió una mañana de Bogotá, en busca de mejores horizontes, lleno de esperanzas y acorazado con una voluntad poderosa, y después de un año de sufrir y de luchar, con las alternativas de la lucha y del sufrimiento, comienza ya a probar las mieles de la victoria. Cariñoso homenaje este de la revista estudiantil, cuyos lectores son los únicos que no se escandalizan con el atrevimiento del arte puro, homenaje de hermanos el nuestro, de hermanos sinceros que siempre han tenido en la boca una palabra milagrosa: ¡Adelante!12.

Tempranamente, la revista organizó exposiciones para promover a los jóvenes talentos, como la realizada el 24 de julio de 1921. En ella se exhibieron pinturas de Adolfo Samper, León Cano, Luis Eduardo Villaveces, Villarreal Santos, Félix M. Otálora; y esculturas de Juan del C. Rodríguez y Gustavo Arcila. Curiosamente la caricatura que tenía presencia en las carátulas de Universidad no participó de la exposición. La revista lamentaba la escasez de caricaturistas en el país. Solo contaba con el talento de Ricardo Rendón, para quien no faltaron los elogios:

Las caricaturas de Rendón siempre sorprenden por su originalidad. Antes que él se había hecho en los semanarios humorísticos o serios centenares de caricaturas de personalidades políticas o literarias y ninguna tiene la fuerza expresiva, la gracia y el impecable buen gusto de las de este notable dibujante […] Rendón es nuevo y audaz; para él los políticos presumidos, los personajes serios y estirados apenas sí son las figuras risibles de un divertido guignol. En tanto que los escritores gritan y se alarman, Rendón sonríe y a veces es más temible el dibujo del humorista que los anatemas del editorial. Y esta obra continua está hecha de una manera franca y espontánea, sin más detalles que los precisos para expresar la idea, solo que esos rasgos que parecen hechos al acaso son el fruto de un estudio serio y detenido y de un delicadísimo sentimiento del dibujo que hace que todas sus figuras, aun en las exageraciones de la caricatura, nos parezcan naturales. Rendón nos convence de que las cosas son como él la interpreta, y aunque llegue a simplificar en pocas líneas un dibujo, no sentimos la necesidad de ver más, puesto que éstas ocupan el lugar justo13.

En 1922 Ricardo Rendón cumplió 28 años. Había nacido el 11 de junio de 1894. Ya era un dibujante consagrado y Universidad se valía de sus servicios para el diseño de sus carátulas. Rendón era un retratista. Ilustraba con sus retratos los artículos de la revista, la poesía y demás artículos que allí se publicaban. Aquí en esta etapa pintó los retratos de los que serían en lo sucesivo grandes personalidades del proceso histórico del país. Lo destacable es el honor que hacía a los dirigentes estudiantiles.

Adolfo Samper, que no se pensaba como caricaturista sino como pintor y gran dibujante, se convirtió a finales de 1921 en el gerente de la revista. Buena pluma también. Así lo advertimos en un texto suyo sobre Alberto Durero14. En la segunda etapa de la revista la buena suerte lo acompañó. Junto con algunos de sus colegas fue becado para estudiar en Europa.

A partir del número 26 del 9 de febrero de 1922 la revista pasó de quincenario a semanario. Vivía su primera etapa, que llegó hasta el número 34 del 20 de abril de 1922. Su primer momento duró un año. ¿Qué pasó? ¿Por qué salió de circulación? Universidad no fue ajena al vaivén de la política. Era una revista liberal y con entusiasmo cubrió el curso de la campaña presidencial en la que el candidato liberal Benjamín Herrera se enfrentaba al conservador Pedro Nel Ospina, el candidato conservador.

Fueron momentos de agitada vida política. La célebre Convención Liberal de carácter obrerista y reivindicativo sesionó el 28 de marzo en Ibagué. Instantes de gratos encuentros entre el liberalismo y los trabajadores colombianos en los cuales el partido liberal se apersonó de las reivindicaciones de los obreros. También fue una época de abundantes órganos de comunicación, y como ya lo hemos dicho, se emulaban entre sí.

De 1922 a 1927, reaparece Universidad y suceden acontecimientos culturales y políticos en el país. Se esfuma Universidad en la última etapa de la campaña presidencial que tuvo lugar el 28 de junio. Medio millón de votos se le contaron al General Pedro Nel Ospina y doscientos mil al jefe único del liberalismo Benjamín Herrera. Cundieron por doquier las sospechas de fraude, y se habló de la campaña electoral más importante en la historia del país. No obstante, a pesar de la derrota, el liberalismo se confesaba sólido y organizaba la Universidad Libre y preveía suyo el futuro.

En medio de todo se respiraba progreso, a pesar de una rampante pobreza nacional y consumo exagerado de bebidas alcohólicas. Von Krohn, un reconocido piloto alemán batió dos récords: de Barranquilla a Cali y de Girardot a Cali, volando sobre la cordillera en el último recorrido. El servicio de hidroaviones presentaba expectativas y perspectivas. Un avión que llamaban Bolívar voló sobre Boyacá y Santander y anunció el comienzo de una nueva era.

Un evento importante y que ha impactado la historia e historiografía en Colombia fue el nacimiento del grupo que se movió alrededor de la revista de Los Nuevos en 1925, justamente dirigida por los Hermanos Lleras: Felipe y Alberto, que sin duda pudo aspirar a llenar el vacío dejado por Universidad en cuanto a crítica15.

Y el 2 de julio de 1927 regresa la revista Universidad. Junto con una revista más comprometida con el liberalismo y con su estrategia de tumbar el régimen, encontramos un Rendón más firme, sin divagaciones en sus trazos y temáticas. Ahora yace metido de lleno en los asuntos políticos. En esta segunda etapa Universidad se parece al país, y Rendón también.

Sus dibujos fueron más comprometidos, con un negro mucho más acentuado. Se resaltó el carácter nacionalista de la revista. Un artículo de Armando Solano llamó al conocimiento del país y puso como referencia de lo que se quiere a México. Entonces, a diferencia de la primera etapa, la revista fue mucho más penetrante en las problemáticas nacionales, y claro: más decididamente liberal. El mundo de la gráfica se había multiplicado, el lenguaje visual penetraba en la conciencia de todo el mundo y se volvió parte inseparable de los medios y de la vida cotidiana16. Cromos encontró los servicios de Rinaldo Scandroglio, un multifacético artista italiano que intervino no solo en esta revista, sino también en Universidad. Justamente a este dibujante debemos un juicio de época sobre la caricatura:

En la caricatura no veo sino triángulos […] Me gusta inmensamente Rendón, maestro en este difícil arte, y no menos Cárdenas, quien tiene una factura de ejecución que interpreta magistralmente mi modo de sentir. Sería interesante una exposición de caricaturas en blanco y negro y a colores sobre el tipo de las del argentino Alonso, hecha por Rendón y Cárdenas…17.

Universidad, además de una revista estudiantil o de gente nueva, pasa a ser una revista de encuentro de la generación del centenario y la de Los Nuevos. Sirvió como el medio principal por el cual se expresaban consolidados intelectuales del republicanismo: Luis Eduardo Nieto Caballero, Baldomero Sanín Cano, Armando Solano, Laureano Gómez y Jorge Eliécer Gaitán. Es como si por cuenta de los textos se expresaran los mayores y por el arte los menores.

Conclusiones

Es el momento de algunas conclusiones respecto de la variable hemerografía y gráfica. Entre 1910 y 1931 hubo un desarrollo sostenido de la hemerografía en general, y de la gráfica en particular. La gráfica quiso configurarse en un campo específico. Las revistas estaban dispuestas para dibujantes, pintores, caricaturistas, ilustradores, fotógrafos, etc. Se vislumbraba otro país, distinto al de la confrontación política, y al de las carencias sociales; más leve, vivible e interesante. El arte se divorció del Estado sin emitir siquiera una opinión. Cada campo iba por su lado. Al Estado no le interesaba ni siquiera el uso del arte para el interés de la cultura nacional. Los artistas estaban casi solos, apenas impulsados por los mecenas de las empresas editoriales, o enlazados en las relaciones sociales de la elite. Pero el Estado no sabía ni quería saber del desarrollo artístico del país. Se les otorgaba algunas migajas, sobras del exiguo presupuesto nacional, algún auxilio para que apenas funcionaran, nada más. ¿Qué hubiera pasado con el arte colombiano de no haber existido los medios que hemos abordado, los que lo descubrieron, acogieron y reconocieron?

La revista y el periódico contribuyeron a la configuración del lazo, del vínculo. Gracias a los medios escritos los intelectuales, los artistas y los políticos se identificaron, se reconocieron como generación, unieron intereses y vocaciones y se encontraron en el mismo camino que buscaban con ansiedad. He demostrado la existencia en la Colombia de entonces de un sólido y variopinto conjunto de artistas que tuvieron en suerte ser acogidos por las emergentes revistas gráficas. Una feliz coincidencia entre empresarios editoriales y ellos, entre los intereses de los intelectuales de la letra en formación y ellos, y un desdén por parte del Estado ocupado en los avatares del sostenimiento hegemónico del poder político.

En Colombia todo lo cubre e impregna la política. Desde que amanece hasta que anochece. Un país que nació dividido en dos parcialidades con el carácter de dos culturas nacionales: liberalismo y conservatismo. Adscripciones que van del nacimiento a la muerte. En esa ansiedad política estimulada por la emergencia incesante de periódicos que la agitan en el día a día, la revista gráfica fue una cámara de oxígeno. A través suyo otro país se explaya ante la mirada hacia el horizonte, una ventana se abre para mirar otros creadores de país que justamente por la misma ventana abierta han vislumbrado el mundo exterior del arte.

Doctor Enrique Olaya Herrera
Figura 13
Doctor Enrique Olaya Herrera
Fuente: Cromos, 21 de diciembre de 1931.

Pero esos empresarios de la cultura no eran ajenos a la política, no podían estarlo, ya que también eran políticos, y más aún, liberales. También estaban interesados en el derrumbe de la hegemonía conservadora. El proceso histórico que se dirigió hacia esa meta también terminó por someterlos. Poco a poco la revista gráfica fue cayendo demolida, de bruces ante la intensidad de la campaña electoral que finalmente llevó al traste al gobierno conservador. Emergió un nuevo Estado: el represivo y perseguidor, el de la regulación de una anunciada revolución mundial. Los obreros fueron perseguidos y asesinados, y tanto artistas como editores no tuvieron más opción que sumarse al flujo del acontecer político que terminó por llevar al liberal Enrique Olaya Herrera a la presidencia de la República.

A finales de octubre de 1931, en pleno auge de la naciente república liberal, el símbolo, el ícono, el representante mayor de la cultura gráfica, el que deambuló por todas las revistas y por donde se le permitió, decidió terminar con su vida: Ricardo Rendón. ¿Su muerte fue un parteaguas en la historia de la gráfica colombiana? ¡Por lo pronto, digamos que Colombia enmudeció!

Ricardo Rendón
Figura 14
Ricardo Rendón
Fuente: Cromos, 31 de octubre de 1931.

Referencias

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Cauca, Antonio. Historia del periodismo colombiano. Bogotá: Fondo Rotario Policía Nacional, 1968.

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Pulido, David. «Formar una nación de todas las hermanas. La joven intelectualidad colombiana ante el proyecto de integración latinoamericana del gobierno de Venustiano Carranza 1916-1920». Tesis de Maestría en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, 2017.

Pulido, David. «Jóvenes intelectuales y política en Colombia. La revista Universidad 1921-1922, Colombia». Tesis de pregrado en Historia, Universidad Nacional de Colombia, 2010.

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Vallejo, Mary Luz. A plomo herido. Una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980). Bogotá: Editorial Planeta, 2006.

Notas

1 Hay aproximaciones a los medios que fueron saliendo en la medida en que avanzaba el siglo: Antonio Cacua, Historia del periodismo colombiano (Bogotá: Fondo Rotario Policía Nacional, 1968); Mary Luz Vallejo, A plomo herido. Una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980) (Bogotá: Editorial Planeta, 2006); María Paula Marín, «Diversificación del público lector en Bogotá (1910-1924). Un análisis de las revistas ilustradas El Gráfico y Cromos», Historia y Memoria, n.o 13 (2016): 185-214, http://dx.doi.org/10.19053/20275137.5204; Diego Jaramillo, Las huellas del Socialismo: Los discursos socialistas en Colombia, 1919-1929 (México - Popayán: UNAM y Universidad del Cauca, 1997).
2 Véase ampliamente: Vida Nueva. En Carlos E. Restrepo, Orientación republicana, vol. 27, t. i (Banco Popular, 1972), 324-42.
3 Algunas fotografías tenían la firma de Castello. Sin embargo, El Gráfico hablaba de «nuestra fotografía».
4 De la primera editorial de la revista, 15 de enero de 1916, 3.
5 Véase más sobre este artista: «Una hora con Coriolano Leudo», El Tiempo, Lecturas Dominicales, 14 de agosto de 1927, 161-163.
6 Max Grillo, «La revolución fascista», Cromos, 14 de abril de 1923, 1.
7 La Defensa, 17 de agosto de 1923, 1.
8 César Augusto Ayala Diago, «La revolución rusa y la permanencia de la contrarrevolución en Colombia», Revista grafía 14, n.o 2 (2018): 46-67; César Augusto Ayala Diago, El porvenir del pasado: Gilberto Alzate Avendaño, sensibilidad leoparda y democracia. La derecha colombiana de los años treinta (Bogotá: Imprenta Distrital, 2007).
9 David Pulido, «Formar una nación de todas las hermanas. La joven intelectualidad colombiana ante el proyecto de integración latinoamericana del gobierno de Venustiano Carranza 1916-1920» (tesis de Maestría en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, 2017).
10 Álvaro Medina, El arte colombiano en los años veinte y treinta (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1995).
11 David Pulido, «Jóvenes intelectuales y política en Colombia. La revista Universidad 1921-1922, Colombia» (tesis de pregrado en Historia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2010).
12 Universidad, 7 de julio de 1921, 190.
13 Universidad, 12 de enero de 1922, 61.
14 Universidad, 7 de abril de 1928, sp.
15 Enrique Gaviria, Los nuevos en la historia de Colombia. Una generación militante 1925-1999 (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 2010); César Augusto Diago Ayala, «Diálogos generacionales en Colombia. A propósito de la Revista Los Nuevos», Grafía 16, n.o 2 (2019): 39-59.
16 Alejandro Garay, «La ciudad ilustrada. Rinaldo Scandroglio en Bogotá», en Ensayos. Historia y Teoría del arte en Bogotá (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2010).
17 Universidad, 27 de agosto de 1927, 236.

Notas de autor

Profesor titular del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Historiador y Máster of Arts de la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos, y doctorado en historia por la Universidad Estatal de Lomonozov, en Moscú. Es también Magíster en Lingüística por la Universidad Nacional de Colombia. Especialista en historia política contemporánea colombiana.
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