Ciencias políticas
Recepción: 12 Marzo 2019
Aprobación: 12 Abril 2021
Resumen: El presente artículo aborda el proceso de configuración de organizaciones paramilitares al servicio del Estado haitiano bajo la presidencia de François y Jean Claude Duvalier. Sus objetivos eran alterar el modelo democrático de la República de Haití y suprimir cualquier tipo de oposición política, lo que generó un tránsito desde unas frágiles estructuras democráticas a un modelo de dictadura partidario basado en el empleo de fuerzas paramilitares. Ambos presidentes estructuraron organizaciones que, junto a las propias Fuerzas Armadas haitianas y bajo el control presidencial, detentaron el ejercicio de la violencia en el país entre 1957 y 1986, generando 60.000 víctimas directas y el exilio masivo de amplios sectores de la población de Haití.
Palabras clave: Ejército, Haití, Estados Unidos, paramilitarismo, Constitución, estado de excepción.
Abstract: This article discusses the configuration process of paramilitary organizations in the service of the Haitian State under the presidency of François and Jean Claude Duvalier. Its objectives by altering the democratic model of the Republic of Haiti and suppress any kind of political opposition, both Presidents structured organizations which, together with the own Haitian Armed Forces and under presidential control ruled the exercise of violence in the country between 1957 and 1986 generating 60,000 direct victims and the massive exile of broad sectors of the population of Haiti.
Keywords: Armed Forces, Haití, United States of America, paramilitarism, Constitution, emergency rule.
1. Caracterización de la violencia de Estado en la República de Haití (1867-1957)
Entre 1867 y 1915 se suceden en la Presidencia de la República 22 presidentes1, acrecentándose la situación de inestabilidad entre 1911 y 1915, donde la violencia, protagonizada por organizaciones paramilitares, replicaba golpes de Estado que alzaron y depusieron seis presidentes en apenas cuarenta meses.
Siendo preocupante el escenario de inestabilidad política, eran aún más graves los soportes que facilitaban cada una de las asonadas golpistas. La naturaleza de los llamados «ejércitos revolucionarios», que no eran más que bandas de delincuentes de extracción urbana o campesinos procedentes de las montañas, movidos por la expectativa de botín o de obtener provecho en los saqueos, actuaban como ejecutores de los planes de élites económicas muy restringidas que aspiraban a aumentar su control sobre el comercio y los servicios esenciales del país2.
Ante la inestabilidad existente en el país y en un escenario de pérdida de liderazgo e influencia en Haití, la administración estadounidense de William Howard Tafft abogó por intensificar la presencia de agentes económicos norteamericanos en Haití, para lo cual desplego un conjunto de inversiones que le permitieran neutralizar el peso de otras potencias que aspiraban al control de la isla. De manera progresiva, Estados Unidos fue aumentando su control sobre sectores clave para la gobernabilidad del país, llegando a controlar la propia Tesorería de la Nación a través de la compra del Banque Nationale d´Haiti con el consorcio encabezado por el National City Bank of New York.
Con la llegada al poder del presidente Jean Vilbrun Guillaume Sam en febrero de 1915 y en el escenario de una revuelta en Port-au-Prince, que se saldó con la muerte de 167 presos políticos pertenecientes a la élite mulata del país, el Gobierno de Haití solicitó la intervención de Estados Unidos en la isla para preservar el orden. El gobierno de Washington, invocando la defensa de los intereses estadounidenses en la isla envió el 28 de julio de 1915 un contingente de 330 infantes de marina que se desplegaron en la capital haitiana, iniciando un periodo de control fáctico de Estados Unidos sobre la vida económica y política del país, que se prolongaría hasta 1934.
La intervención militar estadounidense vino a desactivar el ordenamiento jurídico del país, al tiempo que reforzó los mecanismos de control sobre la población mediante la creación de la Guardia Nacional o el desarrollo de un sistema de campos de entrenamiento militar repartidos por todo el país. El estallido de la Primera Guerra Mundial permitió ampliar el control de Estados Unidos sobre Haití, a pesar de las dificultades que la administración estadounidense de Woodrow Wilson estaba encontrando para defender, en el seno de la comunidad de naciones, la legitimidad de la intervención estadounidense en un tercer Estado.
Ante la necesidad de aumentar y reforzar el aparato institucional del Estado haitiano, el presidente del Senado Phillippe Sudre Dartiguenave, de origen mulato, asumió la Presidencia de la República el 12 de agosto de 1915, siendo el responsable de validar un nuevo texto constitucional que contaba con el beneplácito de la Administración estadounidense, ya que abolía la prohibición a los extranjeros para comprar tierras y facilitaba la implantación de empresas extranjeras para que pudieran ejercer el control sobre actividades económicas estratégicas del país.
En 1922, el Gobierno de Washington aumentó sensiblemente su control sobre el Gobierno de Haití al forzar la caída del presidente Dartiguenave, quien fue sustituido por Louis Borno. Para conseguir el control total de la isla, Estados Unidos nombró al general John H. Russell como alto comisionado para Haití. Será en el periodo 1922-1930 cuando, bajo el gobierno de Borno y Russell, se amplíe de manera irrestricta la política del monocultivo y la economía extractiva que condicionaría gravemente el desarrollo futuro del país, dedicándose amplias extensiones de tierra al cultivo de la caña de azúcar, al algodón y al henequén que, si bien generó una tímida recuperación económica, se vio truncada por la Gran Depresión de 1929, asolando los mercados dependientes de la economía estadounidense3.
Tras la presidencia de Louis Borno, Sténio Vincent, quien representaba a las posiciones contrarias a la ocupación estadounidense de Haití, alcanzó la presidencia en 1930 y proyectaría su gobierno hasta 1941. La llegada de Vincent a la Presidencia de República coincidió con las primeras manifestaciones de fatiga en torno a la ocupación de Haití en el seno de la administración del presidente Hoover4. Con el cambio de gobierno en Estados Unidos, llegó a la Casa Blanca el demócrata Franklin D. Roosevelt, quien en 1932 manifestó la voluntad de proceder a la firma de un protocolo para poner fin a la presencia militar estadounidense en Haití, lo que se hizo efectivo en 1933. El 15 de agosto de 1934 abandonaba Haití el último contingente de infantes de marina estadounidense tras efectuar el traspaso de competencias a la «Garde D´Haití», si bien la influencia en la política de seguridad y control armado de Estados Unidos sobre Haití se mantuvo hasta bien entrado 19475.
La presidencia de Sténio Vincent, quien se había caracterizado por una posición expresamente contraria a la ocupación estadounidense, atravesó por dos periodos claramente diferenciables. Una primera fase hasta la retirada de las tropas de ocupación estadounidense, y un segundo periodo que alcanzaría hasta su renuncia, ocurrida el 15 de mayo de 1941. El Gobierno de Sténio Vincent estuvo presidido por la firme voluntad del presidente de acumular un mayor grado de poder ejecutivo en detrimento del sistema bicameral haitiano.
Mediante un plebiscito logró que todo el poder del legislativo le fuera traspasado al ejecutivo. Hecho refrendado mediante la elaboración y aprobación de un nuevo texto constitucional que disminuyó en extremo las atribuciones del poder legislativo, al tiempo que reformaba la estructura y competencias del poder judicial, dejando en manos del propio presidente la designación de un importante cupo de senadores. Lo que se tradujo en la incapacidad de las Cámaras de fiscalizar y ejercer función legislativa alguna desde la aprobación de la nueva constitución6.
La situación de desafección existente en los sectores populares en un contexto de depresión económica, junto con las reservas expresadas por la administración Roosevelt a que Vincent continuara como presidente un tercer mandato, aceleró el proceso de renuncia del presidente Vincent. Lo que hizo recaer la presidencia de la República en el que fuera embajador de Haití en la República Dominicana Elie Lescot, quien, según lo dispuesto en la nueva constitución haitiana, ejerció entre el 15 de mayo de 1941 y el 11 de enero de 1946. Lescot, farmacéutico y perteneciente a la élite mulata del país, disfrutó de las amplias prebendas que la nueva constitución le concedía, lo que le permitió forzar una composición del legislativo tendente a reforzar su posición autocrática. Mediante decretos presidenciales, pudo gestionar los recursos económicos del país, así como proclamarse comandante en jefe de las fuerzas militares. Se sirvió del apoyo de la «Garde» para ejercer el control interno del país, reprimiendo a los sectores opositores y controlando los medios de comunicación existentes en el país
El 9 de diciembre de 1941, dos días después del ataque japonés sobre Pearl Harbor, la República de Haití declaró la guerra a los países del Eje, tras las presiones ejercidas por la Administración estadounidense para que el pequeño Estado insular entrará en la Segunda Guerra Mundial en apoyo de los Aliados. Si bien, la contribución militar de Haití al bando aliado no estribaba en su aporte de efectivos para el combate, la isla con sus 27.750 kilómetros contaba con una posición geográfica excepcional para el control del Paso de Barlovento entre La Española y Cuba, una de las rutas marítimas principales desde el canal de Panamá a la costa oriental de Estados Unidos. Haití se configuraba como un espacio clave dentro del arco de islas que se extienden a través del mar Caribe, llamado a actuar como la primera línea de defensa del canal contra los ataques que pudieran provenir del Atlántico. Haití puso a disposición de las potencias aliadas el uso de su territorio para que las patrullas aéreas de la aviación aliada pudieran proceder al aseguramiento de los convoyes de abastecimiento que se servían de estas rutas marítimas. La contribución al esfuerzo de guerra de Haití se centró en la producción de materias primas que tuvieran aplicaciones militares. El sector agrícola haitiano del país se movilizó con el objetivo de satisfacer las necesidades de los aliados, cobrando especial importancia la producción de henequén, que para el periodo 1940-1941 permitió aportar alrededor de 10.000 toneladas de una fibra de uso estratégico para cordaje e hilaturas7.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, con un Estado en bancarrota, tras el fracaso de las negociaciones con Estados Unidos a fin de renegociar los plazos para el reembolso de los préstamos concedidos, y acuciado por una economía en recesión, el Gobierno de Lescot tenía muy limitadas sus posibilidades de continuar al frente del país. Rotas las relaciones diplomáticas con la República Dominicana de Trujillo y habiendo intensificado los mecanismos de represión interna8, para 1946 se desataron numerosas movilizaciones unitarias en el país, siendo las de mayor importancia las celebradas en Port-au-Prince, donde las protestas ante el Palacio Presidencial auguraban la caída del gobierno. Lescot, cabeza visible de un gobierno mulato, intentó sin éxito que la «Garde» reprimieran las protestas, a lo que los mandos de la «Garde», mayoritariamente negros, se negaron. Ante esta situación, el ejecutivo de Lescot optó por abandonar el poder y tomar el camino del exilio.
Tras la caída del gobierno de Lescot, un comité militar presidido por Franck Lavaud tomo el poder entre el 11 de enero y el 16 de agosto de 1946 con el compromiso de organizar unas elecciones libres. El 16 de agosto de 1946, Dumarsais Estimé se convertiría en el primer presidente constitucional de Haití de raza negra, tras la ocupación militar estadounidense.
Dumarsais Estimé, que fue uno de los pocos miembros de raza negra del Parlamento haitiano, vinculado a la élite mulata, se desarrolló al amparo del gobierno de Sténio Vincent, donde llegó a ser ministro de Educación. En gran medida, y a pesar del prestigio personal de Estimé, la labor de su ejecutivo se vio condicionada por la debilidad económica que heredaba el gobierno de Lescot. Tal era el volumen de deuda contraída con bancos extranjeros que la propia Administración norteamericana impuso controles estrictos en el ámbito económico e intervino la ejecución presupuestaria del gobierno presidido por Estimé9.
La injerencia económica estadounidense fue hábilmente aprovechada por Estimé para avivar los sentimientos antiestadounidenses, lo que llevo al gobierno de Washington a reconsiderar su posición inflexible con respecto a la ayuda financiera al gobierno de Estimé10, permitiéndose la restructuración de la deuda, la emisión de un préstamo de 4 millones de dólares, al tiempo que se articularon programas de incentivos para el desarrollo de los valles con valor agrícola y forestal o la consolidación de la industria turística.
A pesar del conflicto latente entre la élite mulata del país y el gobierno de Estimé o el crecimiento de las protestas que comenzaban a ser aprovechadas por la figura emergente de Daniel Fignolé, sería nuevamente la injerencia del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo sobre la oficialía de las Fuerzas Armadas haitianas la que llevaría al Gobierno de Estimé a su situación crítica, debiendo declarar el estado de sitio en 194911. En este estado de precariedad, el gobierno de Estimé fue perdiendo progresivamente sus apoyos políticos (el gobierno perdió el apoyo del Senado, crecieron los disidentes políticos en las filas del partido gubernamental y numerosos oficiales del ejército dieron la espalda al gobierno). En un último intento por mantenerse en el poder para extender su mandato, Estimé intentó disolver parte de los órganos del Estado y procurarse el apoyo de Estados Unidos. Ante la imposibilidad de mantenerse en el poder, Dumarsais Estimé firmó su renuncia exiliándose de Haití en mayo de 1950.
Correspondió nuevamente al brigadier general Franck Lavaud presidir una Junta de Gobierno provisional entre el 10 de mayo y el 6 de diciembre de 1950, momento en el que se produjeron las elecciones que convertirían a Paul Eugène Magloire en el trigésimo primer presidente de la República de Haití, quien ejerció su cargo hasta diciembre de 1956. El periodo de gobierno del presidente Magloire se caracterizó por un aumento en el mercado mundial del precio del café, lo que permitió al Estado disponer de un incremento de ingresos que, junto con la asistencia económica de Estados Unidos, permitió abordar obras estratégicas para el país en el campo de las infraestructuras hidroeléctricas, las comunicaciones o el desarrollo de un incipiente sistema nacional de salud, para hacer frente a las sucesivas epidemias que afectaban a las zonas menos desarrolladas del país.
En 1954, se hizo público el desfalco llevado a cabo por autoridades gubernamentales de los fondos destinados a la reconstrucción del país, tras el paso del huracán Hazel que devastó Haití. Esto provocó una oleada de protestas y un desgaste irreversible para el gobierno de Magloire. A pesar de las prerrogativas que el texto constitucional, nuevamente reformado, le confería, y de los intentos de Magloire de permanecer en el poder, la presión ciudadana y de los sectores políticamente organizados provocaron la caída del presidente Paul Eugène Magloire dando paso a un periodo de inestabilidad institucional que se prolongaría hasta octubre de 195712.
2. Misma lealtad, distinto uniforme: de las «Milice Volontaires de la Sécurité Nationale» (mvsn) a «Les Léopards»
El 22 de septiembre de 1957 François Duvalier es elegido presidente. Recibió 679.884 votos contra los 266.992 sufragios obtenidos por el industrial norteño Louis Déjoie, en el marco de una campaña en las que Duvalier consiguió articular un sólido apoyo de las clases populares e invocó un proceso de reconfiguración de la economía del país, así como del propio ejército haitiano (figura 1). Se granjeó un gran apoyo popular con sus frecuentes apelaciones a las consignas esgrimidas por el populismo noiriste en torno a la discriminación de los afrohaitianos frente a la élite mulata que controlaba el país.
Tras su elección como presidente en 1957, y habiendo obtenido el apoyo suficiente para aprobar un nuevo texto constitucional, Duvalier inició un proceso de modificación de las estructuras del ejército promoviendo a miembros de la mayoría negra en puestos estratégicos del servicio civil y de las Fuerzas Armadas13. La desconfianza de Duvalier hacia el ejército motivó un proceso de remoción de los oficiales que habían ocupado puestos de responsabilidad, siendo sustituidos por suboficiales leales al propio Duvalier. La propia Guardia Presidencial fue licenciada en su práctica totalidad y se conformó un cuerpo de élite para la protección presidencial cuyos miembros mantenían lazos de lealtad profundos por el presidente Duvalier.
En 1959, Duvalier creó una milicia rural, la Volontaires de la Sécurité Nationale (VSN), comúnmente conocida como los «Tontons Macoutes», un término criollo haitiano para definir al «hombre del saco», para ampliar y reforzar el apoyo al régimen en el medio rural. Como primer jefe de la nueva organización paramilitar, François Duvalier situó como comandante en jefe de los «Tontons Macoutes» a Zacharie Delva, quien había ejercido como líder espiritual en Gonaïves. Los «Tontons Macoutes», que para 1961 contaba con el doble de efectivos que el Ejército haitiano, nunca fue una fuerza integrada en las estructuras de los cuerpos de seguridad del Estado, aunque su poder y el mando directo que Duvalier ejercía sobre ellos los convertía en un cuerpo con atribuciones de control y represión muy superiores a las atribuibles a la policía secreta14.
Dos años después de su llegada al poder, François Duvalier, apoyado en su visión de la amenaza que representaban para su liderazgo las Fuerzas Armadas de Haití15, impulsó la creación de una fuerza paramilitar con subordinación directa a su figura, con facultades plenas para el uso de la violencia con un doble objetivo inicial: reforzar la figura del presidente Duvalier y proceder a la eliminación sistemática de la oposición política en Haití. Nacía así una de las organizaciones paramilitares más brutales del hemisferio. Integrada por población de origen rural, en su mayor parte analfabetos que podían actuar sin sujeción de otras autoridades del Estado distintas del propio Duvalier. La organización de los «Tontons Macoutes» respondía a la estructura de escuadrón en la que los principales dirigentes eran personas de gran proximidad política al presidente Duvalier, quienes participaban directamente en las operaciones de malversación económica auspiciadas por François Duvalier16.
Uno de los principales objetivos de los llamados Voluntarios de la Seguridad Nacional era el control del conjunto de la población civil, los «Tontons Macoutes» se sirvieron de un protocolo de acción que combinaba la represión directa contra la población y la articulación de una escenificación que permitiera sugestionar de manera convincente a una población con escasos conocimientos. Se procedía a la ejecución indiscriminada de población inocente mediante lapidaciones públicas o quemando vivos a prisioneros en lugares públicos. Se exponían sus cadáveres colgados boca abajo en lugares transitados, con el objetivo de atemorizar a una población que estaba expuesta a los crímenes de esta fuerza paramilitar sin distinción de condición personal o social. La pertenencia a un determinado estrato social, la entrada en conflicto con los intereses de cualquier miembro del MVSN o la negativa a ser extorsionado por el Estado era motivo para ser ejecutado sin proceso alguno.
El empleo de colores y simbología propia de los jefes espirituales del Vudú17 (hougans), junto con el desempeño propio de las policías secretas, convirtió a los «Macoutes» a los ojos de la población haitiana en una fuerza sobrenatural que tenía la capacidad de identificar a quienes pretendieran operar contra los intereses del Estado y del propio Duvalier. Para 1986 se calcula que al menos 60.000 personas fueron asesinadas por esta fuerza paramilitar, al tiempo que se provocaba un importante éxodo entre la población haitiana (lo que afectó especialmente a la élite profesional e intelectual del país que debieron exiliarse y perjudicó gravemente todos los sectores productivos del país).
La consolidación y extensión de las fuerzas militares del MVSN, más allá de su papel como fuerza represiva en las principales ciudades del país (Port-au-Prince, Gonaïves, Hinche, Les Cayes, Jacmel, Fort- Liberté), tuvo lugar con la aprobación del Código Rural de 1962, en el que los alguaciles rurales pasaban a ser considerados como parte de las fuerzas de seguridad y control del Estado. Con una capacidad de acción reforzada por la transferencia constante de miembros del ejército que pasaban a engrosar las filas del MVSN, la espiral de violencia desplegada por los «Tontons Macoutes» se vio incrementada y ampliaron sus acciones al secuestro de miembros de la oposición, sindicalistas y activistas, en especial tras el intento del secuestro del hijo del presidente Duvalier a manos del exjefe de los «Tontons Macoutes», Clement Barbot, ejecutado tras el fracaso de su intento de derrocar a Duvalier el 14 de julio de 196318.
Duvalier, en la necesidad de extender su control sobre los diferentes sectores poblacionales, agudizó las desigualdades entre ellos a fin de concentrar la riqueza en manos de un grupo limitado de familias integradas en los mecanismos corruptos del Estado duvalierista. Apostó por intensificar las relaciones entre los MVSN y las Fuerzas Armadas de Haití (FAd´H), cuando asumió que las Fuerzas Armadas habían sido totalmente depuradas de disidentes y no existía capacidad de injerencia de Estados Unidos entre su oficialía19.
La relación cada vez más estrecha entre los mandos de las FAd´H y los «Tontons Macoutes» era especialmente visible en el ámbito rural, donde se concentraba el ochenta por ciento de la población haitiana. Los jefes de sección del ejército eran designados mediante un sistema de sobornos y extorsiones organizados por los dirigentes locales del MVSN, a fin de colocar en dichos puestos de responsabilidad a sus hijos o amigos. De este modo se establecía un vínculo de dependencia y una penetración irreversible dentro de las FAd´h por parte del «macoute».
Cada jefe de sección podía tener bajo su mando entre cinco y quince asistentes, quienes se convertían en los responsables de extorsionar a los distintos sectores poblacionales y garantizar los ingresos de los jefes de sección. Siguiendo un patrón organizativo similar al de las organizaciones mafiosas, los asistentes se encargaban de garantizar un mecanismo de control de las actividades relacionadas con el tráfico de personas, extorsión y protección de la población en cada una de las áreas del medio rural haitiano. Además de imponer el orden, los asistentes impartían justicia para casos de robos menores por orden de los jefes de sección, resolvían disputas entre vecinos o sometían a arresto a quienes alteraban el orden. En ausencia del Estado, el MVSN y las FAd´H, a través de los jefes de sección y sus asistentes, establecían mecanismos paraestatales de control de la población.
Por detrás de los jefes de sección (sheriff) y sus asistentes, se situaban los policías sustitutos, una figura difusa que solía realizar tareas de control físico del territorio (checkpoints) y mantenía informados a los jefes de sección de lo que ocurría en los distintos emplazamientos del área bajo control de cada sheriff. Tras los policías sustitutos aparecían los llamados «Choukêt Lawouze», que era un contingente de recaderos que se ocupaba de las tareas de menor importancia dentro de la organización cotidiana de las distintas áreas rurales. Dicho contingente solía estar integrado por campesinos sin tierras, braceros, aparceros que entraban al servicio de los jefes de sección y sus asistentes, se debían ocupar de las actividades más diversas, como el control del ganado propiedad de los sheriffs o la tortura de prisioneros por orden de los jefes de sección20.
A pesar de la violación sistemática de los derechos más elementales de la población haitiana y el deterioro de las condiciones de vida en el país, la Administración estadounidense, que se había mostrado vigilante a la situación política haitiana21, y estaba presidida por el republicano Dwight D. Eisenhower, en el escenario del conflicto latente, que fue la tónica dominante durante toda la Guerra Fría en el Caribe, mantuvo una posición de pasividad ante el Gobierno haitiano y prefirió a un socio en el área como François Duvalier, que permitiera neutralizar la expansión de gobiernos cercanos a la URSS en la región22; además de garantizar los intereses económicos de las empresas estadounidenses que estaban aumentando notablemente su presencia en la isla23.
Con la muerte de François Duvalier el 21 de abril de 1971, su hijo Jean Claude Duvalier asumió el poder a los 19 años y, a través de las amplias prerrogativas que la Constitución haitiana le permitía, intentó mantener una línea continuista de las prácticas represivas de su padre. Delegó el control de la seguridad del país en un comité que de facto dirigía el país, bajo el control del antiguo ministro del Interior Luckner Cambronne y bajo la influencia de la viuda y madre del presidente, Simone Ovide Duvalier. Una de las primeras decisiones de Jean Claude Duvalier fue la reorganización de las fuerzas paramilitares. Creó una fuerza de contrainsurgencia denominada «Leopards», que fueron estructuradas, adiestradas y equipadas por antiguos instructores del cuerpo de Marines de Estados Unidos, quienes organizaron a esta fuerza paramilitar sirviéndose de una empresa pantalla denominada Aerotrade International and Aerotrade Inc., propiedad de la CIA bajo supervisión del Departamento de Estado. Esto facilitó la llegada al país del equipamiento militar necesario para poder reforzar la figura del joven dictador haitiano24.
A pesar de la cooperación mantenida en los primeros compases del gobierno de Jean Claude Duvalier por parte de las autoridades de Washington, quien encontró el apoyo tácito de los presidentes de Richard Nixon y Gerald Ford, quienes preferían estabilizar el área ante la creciente influencia de Cuba en el conjunto de las organizaciones y guerrillas de izquierdas del ámbito latinoamericano, la llegada a la Casa Blanca del miembro del partido demócrata James Carter obligaría a relajar la represión ejercida por Duvalier contra la oposición política y la población civil, para 1981, casi 24.000 personas habían sido torturadas y asesinadas, al tiempo que medio millón de haitianos se habían visto obligados a exiliarse.
A cambio de una supuesta flexibilización de la política de represión interna, el gobierno haitiano consiguió consolidar el papel de Estados Unidos como principal socio militar. Convencido de la necesidad de renovar el equipamiento y la tecnología militar empleada por las FAd´H, Jean Claude inicio un proceso de incremento gradual del gasto militar de un país que se sumía en una creciente inseguridad tanto en las ciudades como en las áreas urbanas. De este modo, el gasto militar se situó en 30 millones de dólares anuales, lo que representaba el 8 % del total de la partida anual de gastos del país, equivalente al 1,9 % de PIB haitiano. El incremento del gasto militar tuvo como principal beneficiario a la fuerza de contrainsurgencia «Les Leopards» que recibirían importantes dotaciones de material militar de fabricación estadounidense.
A tal fin, el gobierno de Washington aprobó la venta de armas por valor de 3,4 millones de dólares, así como el desarrollo de programas de entrenamiento y apoyo para Haití, lo que permitió que 610 estudiantes haitianos se formaran en diferentes escuelas norteamericanas. En la década de los ochenta, Estados Unidos apoyó de manera intermitente las necesidades militares de Haití concediendo créditos para la adquisición de material especializado para la acción de control de disturbios, equipos de control y radioescucha, o aprobando la venta de armas, al tiempo que mantenía operativo el Programa de Asistencia Militar (MAP) y el Programa Internacional de Entrenamiento y Formación Militar (IMET) que permitía la formación especializada de jóvenes oficiales haitianos. Las acciones de apoyo militar al Gobierno de Haití se intensificaron en los dos últimos años de gobierno de Jean Claude Duvalier, alcanzando los 3,2 millones de dólares en 1985.
Sin embargo y a pesar de la ayuda exterior recibida y el mantenimiento de una política de represión contra una población severamente empobrecida, la situación del régimen de Duvalier era insostenible para mediados de 1984, cuando las primeras movilizaciones masivas en demanda de alimentos comenzaron a producirse en Gonaïves. El inicio de nuevas protestas que también tuvieron su origen en Gonaïves y Cap-Haïtien en octubre de 1985 llegaron hasta Les Cayes en enero de 1986. A pesar de la violenta respuesta militar que asesinó a cuatro estudiantes en las movilizaciones que tuvieron lugar en Gonaïves el 27 de noviembre de 1985, la ruptura entre determinados sectores de las élites económicas y la dinastía de los Duvalier, sumadas a las disensiones en el seno de las Fuerzas Armadas, era inexorable la caída de quien había dirigido con mano de hierro los destinos de Haití los últimos 25 años. El 7 de febrero de 1985, Jean Claude Duvalier, en compañía de su esposa Michèle Bennett y un séquito de colaboradores, abandonó el país rumbo a su exilio en Francia en un avión de la Fuerza Aérea Estadounidense25.
A partir de la caída del gobierno de Duvalier y la asunción del poder por parte del Conseil National du Gouvernement (CNG) por el general Henri Namphy26, se instaló en el país un proceso de movilizaciones contra el conjunto de partidarios del exdictador que cristalizó en un movimiento popular denominado «dèchoukaj» que procedió al desahucio de los partidarios de la dictadura de sus puestos de responsabilidad, protagonizando numerosos episodios de violencia contra los partidarios de Duvalier lo que obligó al propio Gobierno a proteger y ocultar a muchas de las figuras más prominentes del duvalierismo hasta que estos pudieron abandonar el país o ser procesados con garantías.
Las acciones del movimiento «déchoukaj» alcanzaron a la propia Embajada y Consulado de Estados Unidos. Parte de las masas empobrecidas identificaron con claridad el apoyo continuado que las autoridades estadounidenses habían brindado a la dinastía Duvalier, siendo puestos los edificios diplomáticos estadounidenses de Port-au-Prince bajo asedio en tres ocasiones. Las masas desposeídas realizaron acciones similares en el medio rural donde mediante el bloqueo de carreteras y la organización de patrullas de campesinos consiguieron arrestar a destacados miembros de las organizaciones duvalieristas, generándose episodios de violencia27.
A finales del mes de marzo de 1986, Haití estaba inmerso en una espiral de disturbios generalizados, al tiempo que padecía una cronificada crisis económica28. El Gobierno de Estados Unidos había anunciado que destinaría 22,6 millones de dólares mediante un programa de asistencia económica y militar para ayudar al Gobierno de Haití a estabilizar la situación. En noviembre de 1986, el presidente haitiano, Henri Namphy, fue recibido en Washington por el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el vicepresidente, George H.W. Bush; acompañados del Secretario de Estado, George Shultz, y el administrador de los programas estadounidenses de ayuda internacional, Peter McPherson. En dicha reunión ambas administraciones establecieron el plazo de 15 meses a fin de fijar las bases de un proceso a favor de la democratización del país, que sería apoyado por Estados Unidos e incrementaría sus partidos de ayuda a la República de Haití en un 25 %, hasta alcanzar la cifra total de cien millones de dólares en programas de cooperación29.
Conclusiones: Estado fallido, paramilitarismo certero
El ascenso a la presidencia de la República de Haití de Jean Claude Duvalier en un escenario de agudización de la Guerra Fría en el ámbito insular del Caribe representa una de las primeras experiencias en las que organizaciones de naturaleza paramilitar asumían de facto el control del aseguramiento de un Estado independiente, ejerciendo su poder con la aprobación tácita de los países referentes del área. A pesar de los intentos por dotar de apariencia democrática al gobierno presidido por el antiguo ministro de Sanidad y Trabajo (configuración del partido gobernante «Parti pour L´Unité Nationale»), la deriva que de forma inmediata adquirió el gobierno de Duvalier expresaba la voluntad para construir un sistema autoritario donde se generara un sistema de contrapeso entre las fuerzas armadas regulares y una nuevas fuerzas paramilitares con exclusiva lealtad al presidente Duvalier, fuerzas que con el paso del tiempo terminaron dominando en su totalidad los resortes coactivos del Estado haitiano.
El 22 de septiembre de 1957, Duvalier alcanzó el 72,4 % del apoyo popular (680.509 votos) en las elecciones presidenciales, reteniendo 35 de los 37 escaños de la Cámara de Diputados. Cinco días después, el 27 de septiembre de 1957, Duvalier inició un proceso de represión contra las huelgas organizadas por la burguesía opositora huérfana de dirección política tras la derrota electoral de Louis Déjoie. Duvalier decretó el estado de sitio, procedió a la ilegalización de los partidos políticos (entre ellos el propio Partido Nacional Agrícola Industrial de Déjoie, y junto a Dumarsais Estimé quedaron fuera de la ley) y cerró un gran número de medios de comunicación (los periódicos Foi Social, Mopisme Integral, Haití Miroir, L´Independence y Le Patriote fueron clausurados).
Entre las medidas adoptadas de forma automática tras unas elecciones presidenciales que supondrían el ocaso de los procesos democráticos en Haití hasta finales de la década de los ochenta del pasado siglo xx, Duvalier inició la depuración del Ejército, ya que lo situaba como un factor de inestabilidad contra su poder; por lo que, además de debilitar sus estructuras necesitaba abrir paso a un contrapeso que pudiera asegurar el control de la población, su estabilidad en el poder y la lealtad a la causa duvalierista. Resulta esclarecedor que uno de los oficiales que se apartó del mando fuera el propio general Kébreau, que ejerció la presidencia de la República entre el 14 de junio y el 22 de octubre de 1957.
En su búsqueda de crear un escenario que redujera las estructuras estatales para dar paso a unas nuevas estructuras paraestatales de obediencia vertical a la causa duvalierista, se iniciaron en 1957 procesos judiciales sumarios contra los opositores políticos a Duvalier, al tiempo que los jueces perdían su inamovilidad y eran sustituidos por afines al nuevo presidente.
Para lograr consolidar una base de dominio absoluto sobre los mecanismos de fuerza y represión, Duvalier avanzó hacia la construcción de un relato que le permitiera ganar cotas de legitimidad ante su población, presentándose como heredero y continuador de la Revolución de 1946 que representaran Estimé y Magloire, a fin de sumar a su causa a la mayoría negra bajo la bandera de un movimiento nacionalista de regeneración y revitalización patriótico. Duvalier partía de la concepción que la fractura social haitiana no podía resolverse mediante reformas, sino con un proceso de renovación radical.
La afirmación de los valores culturales africanos habrían de servir a Duvalier para seguir debilitando las instituciones que sostenían al Estado preduvalierista. Especialmente se forzó la depuración del clero católico mediante la expulsión de sacerdotes extranjeros, quienes serían reemplazados por sacerdotes criollos, ministros protestantes y brujos de vudú. Duvalier lanzó campañas de represión masiva contra las organizaciones estudiantiles, sindicales y empresariales. A través de las denominadas «Campañas de renovación nacional», el brazo armado del duvalierismo expoliaba a los empresarios y comerciantes, a quienes se les indicaba que si no cooperaban económicamente sus empresas serían expropiadas.
En el proceso de dislocación del Estado frágil, pero con voluntad democrática que precedió a Duvalier, la alteración del monopolio dio paso a una nueva forma de emplear la violencia desde el Estado, a través de cuerpos de represión no regulares30. Para conseguir astillar las instituciones del Estado, Duvalier configuró su autocracia como una dictadura partidista, por lo que procedió a remover a gran parte del funcionariado del débil Estado haitiano, al tiempo que promovió el éxodo de sus cuadros técnicos y profesionales que salieron del país de forma masiva. Simultáneamente, a fin de reducir el control del poder dentro de Haití, en una estructura de carácter bidireccional (paramilitares-Duvalier-paramilitares), los derechos fundamentales fueron suspendidos y los poderes legislativo y judicial absorbidos por el poder ejecutivo.
Llegados a este momento y cuando las estructuras del Estado habían sido atomizadas, Duvalier avanzó al siguiente escenario, el 22 de septiembre de 1959, tras relevar a todos los oficiales de las Fuerzas Armadas, presentó a las «Milices Volontaires de la Sécurité Nationale» (MVSN), quienes aparecieron junto a las mermadas Fuerzas Armadas en el desfile militar que conmemoraban el segundo año de gobierno de Duvalier. Esta fuerza paramilitar, «Tontons Macoutes», era una fuerza de extracción rural, entre los que se contaban pequeños terratenientes de nivel provincial que cumplirían funciones policiales. Aplicaban arrestos arbitrarios, persecuciones, ejecuciones sumarias, extorsión y desaparición de opositores.
Se completaba así la hoja de ruta establecida por Duvalier quien, veinticuatro meses después de su llegada al Palacio Presidencial, había reformulado la gestión del poder dentro del Estado haitiano. Se sirvió, además, de un más que favorable contexto internacional que imponía a Estados Unidos la necesidad de asociarse con Estados caribeños para permitir la contención de la amenaza que desde el 1 de enero de 1959 representaba la victoria del Movimiento 26 de Julio en la República de Cuba.
El grado de eficacia de las medidas puestas en juego por Duvalier a la hora de crear un modelo de gestión del poder en Haití de naturaleza bidireccional queda patente en el papel que desde septiembre de 1959 las MVSN tenían en el ejercicio de la represión política. El 14 de marzo de 1960, los «Tontons Macoutes» desarrollaron matanzas sistemáticas de población campesina en la frontera con la República Dominicana, al tiempo que se hacían con el control de los centros de detención de Fort Dimanché, Les Cayes y Cap-Haïtien.
Tan solo cuarenta y tres meses después de su victoria en las elecciones presidenciales, el gobierno de Duvalier promulgó un decreto que revocaba el mandato de los parlamentarios, suprimiéndoles el periodo de ejercicio, establecido en seis años. El 22 de abril de 1961, el Parti Unité Nationale (PUN) fue el único partido que concurrió a las elecciones y obtuvo los 58 escaños de la Cámara y 1.328.000 votos (total del censo electoral). Para el 25 de mayo de 1964 y tras un proceso de optimización de los mecanismos de represión y terror de Estado, pues para ese año ya no quedaba ninguna estructura democrática en pie dentro de Haití, Duvalier tenía las manos libres para desarrollar una Asamblea constituyente que aprobó una nueva Constitución que otorgó a Duvalier el título de presidente vitalicio.
El 14 de junio de 1964 se sometió a referéndum la nueva constitución que, entre otras disposiciones, facultaba a Duvalier a poder nombrar sucesor en el ejercicio de su presidencia vitalicia, que obtuvo 2,8 millones de votos a favor y tan sólo 2.230 votos en contra.
Para cuando se produjo la desaparición física de François Duvalier el 22 de abril de 1971, no era necesario realizar ningún ajuste para transferir el poder autocrático a su hijo Jean Claude, pues las fuerzas paramilitares (MVSN) concentraban todo el poder mediante el ejercicio impune de la violencia de Estado sobre la población civil (si bien se mantenía una apariencia de ejercicio formal en las Fuerzas Armadas, los Tontons Macoutes controlaban toda la estructura represiva del Estado).
El presente estudio ha pretendido abordar cómo se produjo el proceso de adelgazamiento de las estructuras del Estado existente previo a la victoria de Duvalier en las elecciones presidenciales de 1957. Señala cómo, sirviéndose del contexto favorable que la Guerra Fría le proporcionaba, estructuró una dictadura partidaria que en lugar de servirse de las Fuerzas Armadas como garantes para la conservación de su poder político desarrolló un cuerpo paramilitar ad hoc que neutralizó el resto de la institucionalidad y terminó dando como resultado un tipo de Estado contemporáneo, donde por primera vez en el Caribe insular incorporaba a los actores políticos legitimados por el Estado a una fuerza paramilitar.
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Notas
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