Historiografía y teoría política
Recepción: 30 Agosto 2021
Aprobación: 17 Noviembre 2021
Resumen: Este trabajo analiza la peste de 1527 en Wittenberg, donde Lutero conducía su reforma. Lutero identifica la enfermedad como la peste negra, reconoce su fecha de llegada y efectos, así como también las respuestas a ella, que correspondieron a las comprensiones médicas de ese tiempo, a la teología reformada y a las necesidades de su contexto histórico, las cuales necesitan ser reinterpretadas desde el contexto de la pandemia actual. Con un enfoque interpretativo de los datos históricos de la ciudad y la correspondencia personal de Lutero se reinterpretan las respuestas desde una perspectiva interdisciplinaria. La conclusión incluye reflexiones sobre la pandemia de la covid-19.
Palabras clave: peste negra, peste en siglo XVI, Peste en Wittenberg, Lutero y la peste, Reforma y la peste.
Abstract: The present work analyses the pest of 1527 at Wittenberg, where Luther was leading his reform; it identifies that as The Black Death, the date of arrival and its effects, and the answers to them. These answers corresponded to the medical understanding of that age, to the Reformed theology and to the needs of that historical context, which needs to be reinterpreted from the context of the current pandemic. With an Interpretative Approach of the historical data of the city and Luther personal letters these answers are reinterpreted from an Interdisciplinary perspective. The conclusion includes some reflections on covid pandemic.
Keywords: Black Death, The Pest in the XVI Century, Pest in Wittenberg, Luther and the Pest, Reformation and the Pest.
Introducción
La peste negra del siglo XIVque azotó a Europa de los años 1348 a 1353 se extendió por múltiples rebrotes, según el historiador J. N Hays, hasta 1722 en Europa y hasta 1844 en varios lugares de «Europa del este y tierras musulmanas»1. La peste afectó mortalmente a gran parte de la población mundial y a más del 25 % de la población de Europa. En el siglo xvi hubo varios rebrotes en el norte de Europa, entre los cuales estuvo Wittenberg.
Yersenia pestis
En la plaga bubónica, pequeños números de Y. (Yersenia) pestis penetran en un vaso linfático, interactúan con los macrófagos y migran rápidamente al ganglio linfático local de drenaje, donde ellos se multiplican y dan lugar a abscesos purulentos agrandados llamados “bubones”. En el intento de luchar contra el patógeno, el cuerpo reacciona con una respuesta inflamatoria severa y síntomas como fiebre, dolor de cabeza, confusión o delirio. El periodo de incubación es generalmente de 1 a 2 semanas y los síntomas pueden persistir algunos días. Sin ningún tratamiento con antibióticos, alrededor del 40-70% de los afectados por la peste bubónica mueren debido a las cardiotoxinas liberadas de los bubones3.
Este artículo, a diferencia de otros similares4, es un análisis histórico interpretativo del azote de la peste en Wittenberg de 1527 por medio de los datos históricos de la ciudad y la correspondencia personal de ese año del reformador protestante Martín Lutero, y particularmente su carta de Johan Hess, la cual se refiere exclusivamente a esa peste. Estas fuentes ofrecen información sobre una fecha más aproximada de la llegada y desaparición de la peste; sus efectos y las respuestas de Wittenberg y Lutero frente a ella; las comprensiones médicas sobre la peste, los peligros y las políticas sanitarias de ese tiempo; la respuesta teológica y ética de Lutero ante el dilema que vivía el clero de Breslau de huir o quedarse en la ciudad azotada por la peste; sus consejos sobre el cuidado pastoral durante la enfermedad y el momento de la muerte en ese contexto; y sus peticiones sobre las necesidades sociales descubiertas en la peste y las responsabilidades del gobierno y los ciudadanos. Las respuestas de la ciudad y Lutero son reinterpretadas desde una perspectiva interdisciplinaria. La conclusión incluye también algunas reflexiones estimuladas por el presente estudio sobre la pandemia actual de la covid-19.
La peste negra en Wittenberg en 1527
Si bien la peste que azotó el norte de Europa en el siglo XVI fueron rebrotes de la peste negra del siglo XIV, hubo una diferencia entre una y otra sobre el foco de ella. El historiador William Landon señala que en el siglo IV la peste azotó las áreas urbanas y rurales, mientras que en el siglo XVI la peste principalmente azotó las áreas urbanas5. Entre estas áreas urbanas estuvo las ciudades de Wittenberg en Alemania y Breslau en Silesia (actual Polonia).
Para ese tiempo Wittenberg era de las ciudades principales de Alemania, pero con pocos miles de habitantes. Frederick, el Sabio, Elector de Sajonia, la había elegido para su lugar de residencia en 1486 y para construir su universidad en 15026. Lutero, quien también vivía en Wittenberg desde 1508, experimentó allí 5 rebrotes de la peste (1516, 1527, 1535, 1538 y 1539), según un estudio del tema en la última década7. Desde 1514, Lutero era el Prädikant, el predicador de la ciudad de Wittenberg, no el pastor. Su tarea fue predicar los domingos y feriados, así como también los días de semana (en caso de la ausencia del pastor de la ciudad)8.
El médico e investigador de pestes Jon Arrizabalaga sostiene que, en la Baja Edad Media, las estrategias de lucha contra la peste fueron principalmente dos, las cuales se derivaban de los conceptos de aerismo y contagionismo:
… los aeristas, que defendías la difusión de la peste a través del aire corrompido (los miasmas), contaban entre sus adeptos a la inmensa mayoría de los médicos de formación universitaria; mientras las filas contagionistas, que limitaban los medios de propagación de la peste al contagio interpersonal, estaban integradas por los responsables políticos de las colectividades (municipios, Estados) europeas9.
Los distintos materiales analizados muestran que la ciudad de Wittenberg los médicos de allí y Lutero asumieron estos dos conceptos en sus respuestas a la peste.
El efecto social de la peste
De las cartas de Lutero en 1527 (Tabla 1) se concluye que la peste llegó a Wittenberg alrededor de la tercera semana de julio y desapareció en diciembre del mismo año:
1. De la introducción de Theodore G. Tappert a la carta de Lutero a Johan Hess (1490-1547) de noviembre de 1527, se sabe que Hess había enviado una carta a Lutero, la cual no fue respondida. Hess insistió con otra carta. Al inicio de su respuesta Lutero no menciona en absoluto la peste en Witternberg, por lo que se infiere que la peste no había llegado a la ciudad10.
2. En otra carta del 2 de agosto, Lutero dice que la peste ya está en la ciudad y que Hans Luft ha estado enfermo por 9 días.
3. Si se parte de esta fecha, y además se consideran los 9 días de enfermedad de Luft, y se toma en cuenta el tiempo de incubación de la bacteria de 1-2 semanas (según Bramanti y otros), se concluye que la llegada de la peste fue alrededor de la tercera semana de julio.
4. La peste duró 5 meses, hasta diciembre. El pico de ella fue alrededor de la mitad del verano (de 21 de agosto al 2 de septiembre). El comportamiento de la peste en 1527 fue similar a la peste de 1516 allí, de la cual Lutero escribió: «La epidemia comenzó severa y repentinamente en la última parte del verano»11.
5. En su carta del 29 de diciembre del 1527 Lutero dice que la peste ya desapareció. En efecto, el 6 de marzo de 1528, él escribe: «Ahora han pasado ya tres meses desde que la peste se fue de Wittenberg»12. De manera que se concluye que la peste desapareció de la ciudad en diciembre de 1527.
La historiadora Anna Marie Johnson, basada en el impacto de la peste negra del siglo xiv en los pobres en Florencia e Inglaterra ha inferido que también en Wittenberg los pobres fueron más afectados que los ricos, «debido a su limitada capacidad de huir, sus hacinamientos, sus viviendas infectadas de ratas y su nutrición inferior»16. A estos factores hay que agregar la falta de vínculos sociales para el cuidado a los enfermos pobres,17 y «las condiciones de una medicina arcaica»18. En efecto, la carta de Lutero del 16 de septiembre, a casi dos meses de la aparición de la peste, refiere al fuerte impacto de la peste en los pobres, pues Lutero solicita al Duque John Elector de Sajonia que el convento franciscano sea usado como un hospital para los pobres19, y en su carta del 29 de noviembre Lutero afirma que la peste ha hecho suyo el orfanato (Tabla 1).
Las respuestas de Lutero y la ciudad ante la peste
Antes de presentar las respuestas teológicas y pastorales de Lutero frente la peste, tanto en sus acciones como en sus escritos, para entender el sentido de estas, es conveniente mencionar las cuatro estrategias religiosas ante las pestes que eran aplicadas en su tiempo, las cuales Bustamante menciona: a) el movimiento de los flagelantes; b) el culto a los santos, y en particular la devoción a los «catorce santos auxiliares» especializados en responder a diversos flagelos; c) el uso de los manuales llamados «el arte del buen morir» (ars moriendi); y d) la predicación de la contra-Reforma católica20.
Además, la salud de Lutero en ese tiempo agrega sentido a su respuesta a la peste. Justo Jonas relata que la noche del 6 de julio de 1527 Lutero presentó un cuadro de mareos, fiebre intensa, dolores de cabeza, síntomas de desmayo, pérdida de fuerzas, problemas de respiración, dolores en los miembros y delirios de sentir que iba a morir. Lutero pidió que llamaran a Agustín Schurff, profesor de medicina en Wittenberg, a John Bugenhagen, a su esposa Katherine y a su hijo Hans. Pensando que moriría le habló en tono de despedida a los dos últimos, pero con la aplicación de bolsas de agua caliente por Schurff se alivió21. Entre los distintos estudios sobre la salud de Lutero22, hay distintas opiniones sobre cuáles fueron sus problemas de salud.23 En estas, hay que descartar la peste porque su cuadro clínico no lo sugiere.
Desde 1523, Lutero y Eberhard Brisger (el antiguo abad) vivían en el monasterio agustino cuando los demás monjes se reinsertaron en la sociedad. Allí hospedaron a clérigos y religiosos refugiados. Desde 1525, cuando Lutero se casó con Katherine vivieron en el monasterio, donde hospedaron a varios estudiantes24. Los esposos Lutero fueron grandes hospedadores y cuidadores de enfermos de la peste. Por un lado, Katherine, lo fue aún a riesgo de su propia salud y embarazo, dio a luz a Elizabeth el 10 de diciembre, pero la niña murió en agosto de 1528, creyéndose que fue consecuencia de su exposición a la peste durante el embarazo (aunque hay poca evidencia de que Katherine haya cuidado enfermos de la peste)25. Por otro lado, Lutero que, a pesar de sufrir de problemas de salud, no tuvo temor de abrir su casa para atender a los enfermos. En efecto, el 1 de noviembre él dice: «Mi casa se ha convertido en un hospital» (Tabla 1).
La ciudad respondió a la peste tomando medidas sanitarias que combinaban los conceptos de aerismo y contagionismo, tales como: limpieza y fumigación de las casas, de las áreas públicas y de los hospitales; el confinamiento de las personas contagiadas de la peste en un lugar distinto al hospital para ser cuidados y atendidos; la cuarentena en casa para los no contagiados; y la salida de la ciudad afectada de quienes estuvieran en condiciones de hacerlo. Un dicho popular en tiempo de pestes ilustra lo último: «Huye rápido, mantente lejos y regresa después»26.
La respuesta de la ciudad incluyó la atención médica y cuidado en el hospital de Santa Cruz destinado para las enfermedades infeccionas, donde estuvieron bajo el cuidado del médico Böhmer. La carta de Lutero del 19 de octubre (Tabla 1) informa sobre el número de enfermos y el número de muertos a esa fecha, lo cual sugiere una baja mortandad: En casi 3 meses de la peste los hospitales atendieron a 100 contagiados, de los cuales 15 murieron. El doctor Böhmer atendió a 48 contagiados, de los cuales 8 murieron.
Otra respuesta fue mudar temporalmente la universidad a Jena (suroeste de Wittenberg) con profesores y estudiantes. Lutero, que también era profesor allí, decidió quedarse para ayudar al pastor Bugenhagen en las tareas pastorales junto con los diáconos John Mantel y George Rörer. Esta respuesta de Lutero fue la misma que él dio en la peste de 1516: «Yo estoy aquí y no puedo irme debido a mi voto de obediencia, hasta que la misma autoridad que ahora me manda a quedarme me mande a irme»27. Sin embargo, en la peste de 1527 Lutero cambia de motivo para quedarse. En 1516 su motivo es la obediencia, en 1527 su motivo es la fe en Dios y el amor al prójimo. La respuesta de 1527 muestra aquella espiritualidad de Lutero de tipo reformada, tal como lo ha señalado el historiador Teófanes Egido28.
Ante esa decisión el Elector de Sajonia, John, el Constante le escribió a Lutero para que fuera a Jena con su familia, pero Lutero rechazó ese privilegio de «permiso concedido» para huir de la peste. Inspirado en la imagen del Buen pastor (Juan 10), Lutero reafirmó su decisión de quedarse y pastorear a los enfermos. Su entrega al cuidado de los contagiados se ilustra con la muerte, casi en sus brazos, de la esposa del burgomaestre de Wittenberg Tilo Dene29.
Estas primeras respuestas de Lutero, y las que se verán en su carta a Hess, sumadas a la respuesta de la ciudad a la peste, muestran la aplicación de las medidas sanitarias del tiempo que contribuyeron a la baja mortandad de la peste en Wittenberg.
La carta de Martín Lutero a Johann Hess
La «Carta de Martín Lutero a Johann Hess y a sus colegas clérigos de Breslau de noviembre de 1527», en Silesia (actual Polonia) contiene el pensamiento de Lutero sobre la peste y los temas relacionados. Esta es conocida por la pregunta que Lutero responde: Whether One May Flee from a Deadly Plague30. Las otras cartas suyas ofrecen un panorama mayor del tema, pero debido a su amplio tratamiento a la peste la carta a Hess tiene una importancia singular.
Las circunstancias que motivaron la carta de Lutero fueron cuatro. La primera fue el azote de la peste en Breslau desde mediados de julio de 1527 (hasta fin de año) y otras partes31. La segunda fue el dilema ético del clero de Breslau de «si es apropiado para un cristiano huir de una plaga mortal», frente al hecho del escape de la gente del lugar con peste como la mejor medida sanitaria práctica para prevenir el contagio y la responsabilidad del cargo pastoral, que incluía el cuidado y la atención pastoral al pueblo en todo tiempo. La tercera fue la insistencia de Johann Hess en su segunda carta a Lutero por la falta de respuesta. La cuarta fue los comentarios negativos y burlas de un fraile agustino de Leipizg porque la población de Wittenberg escapaba de la peste como gente de poca fe,32 que ha sido interpretado como una predicación de la contra-Reforma33.
La comprensión médica de la peste, los peligros y las políticas sanitarias de Lutero en la carta
En la carta a Hess, Lutero sigue los conceptos de aerismo y contagionismo sobre la peste, al igual que la mayoría de los médicos de la Baja Edad Media. Él dijo: «Yo soy de la opinión que todas las epidemias, así como cualquier plaga, se extiende entre la gente por malos espíritus, que envenenan el aire, o exhalan un aliento pestilente que pone un veneno mortal en la carne»34. Así él sostuvo que la expansión y el contagio de la peste en Wittenberg «fue por la inmundicia»: «El aire, gracias a Dios, está todavía limpio y puro, pero algunos pocos han sido contaminados debido a la pereza o imprudencia de algunos». De modo que, se tenía que aplicar el aislamiento de los contagiados: «… si alguno llega a estar infectado, que esté lejos de las otras personas, o que él mismo permita ser llevado y que pronto sea ayudado con medicina». Sus consejos generales en la peste reflejan la afirmación de ambos conceptos:
Usa la medicina; toma las medicinas que puedan ayudarte; fumiga tu casa, el patio y la calle; rehúye de las personas y lugares donde tu prójimo no necesite tu presencia o no se haya recuperado, y actúa como un hombre que quiere ayudar a apagar la ciudad en llamas35.
En esos consejos, Lutero afirma las políticas sanitarias de la ciudad en tiempos de peste, así como también señala una ética del buen ciudadano cristiano en tiempos de peste, quien sigue las medidas sanitarias de la ciudad con dos fines: el cuidado personal y el cuidado a los demás. Esta conducta fue opuesta al grupo de temerarios e imprudentes, a quienes Lutero identifica:
(Ellos están) tentando a Dios y no ponen ninguna consideración con aquello que puede contrarrestar la muerte y la plaga. Ellos desdeñan el uso de la medicina; no evitan los lugares y las personas infectadas con la plaga, sino que bromean de ella y desean mostrar cuán independientes son. Ellos dicen que es un castigo de Dios y que si Dios quiere protegerlos, él puede hacerlo sin medicina o sin nuestro cuidado36.
Por lo contrario, Lutero enseña a aceptar el uso de las medicinas. Él dice: «Dios ha creado las medicinas y nos ha provisto con inteligencia para guardarnos y tener buen cuidado del cuerpo de modo que podamos vivir en buena salud». Y advierte sobre el peligro de descuidar la protección natural del cuerpo y el pecado de suicidio:
…si una persona no usa la inteligencia o la medicina cuando puede hacerlo así sin detrimento a su prójimo, tal persona injuria su cuerpo y debe tener cuidado de que no se convierta en un suicida ante los ojos de Dios37.
Lutero identifico también a un segundo grupo, quienes estando contagiados se guiaban por creencias populares, tales como que si «contaminan y contagian a otros», la peste saldría de ellos. Estos andaban por las calles y casas buscando contagiar a los demás. Él sostiene que es un deber social denunciarlos, juzgarlos y castigarlos como asesinos deliberados38.
La respuesta teológica y ética de Lutero al dilema «Si uno puede huir de una plaga mortal»
Lutero trata el dilema presentado en la carta desde una perspectiva teológica y ética, las cuales incluyen a Dios y al ser humano. Teológicamente, Lutero entiende que la peste fue enviada por Dios como una retribución justa de un Dios ofendido por los pecados, por lo que hay que confesarse y orar para calmar la ira de Dios; y como una prueba de Dios para la fe y el amor del cristiano. Éticamente, Lutero entiende que las autoridades establecidas, públicas y religiosas tienen una responsabilidad ineludible de quedarse y cumplir sus funciones; y que cada cristiano debe mostrar su amor al prójimo atendiendo y cuidando a los enfermos. Una persona puede huir si su responsabilidad ha sido cubierta por otra. Esta doble aproximación al dilema se ve en tres derivados de ellas:
Primero, ante la primera afirmación, que «no es necesario huir de la plaga» porque las enfermedades y la muerte forman parte de la realidad humana, de modo que huir es malo y falta de fe en Dios, Lutero dice que es una excelente afirmación y decisión, la cual muestra una sólida fe en Dios. Esta debe ser la posición de los predicadores y pastores, quienes deben estar firmes ante el peligro de muerte a fin de cuidar y proveer servicio espiritual al pueblo39. De lo contrario ellos negarían la palabra de Dios. Esta primera posición también debe ser asumida por los que ocupan cargos públicos, como alcaldes, jueces y otros, porque tienen la obligación de permanecer para gobernar, proteger y preservar, aún en tiempo de plagas. De lo contrario ellos cometerían un gran pecado, exponiendo a toda la comunidad a toda clase de peligros como incendios, asesinatos, disturbios y cualquier desastre imaginable. Se exige la ética de la responsabilidad del cuidado, servicio, gobierno, protección y preservación del mayor (clérigos y funcionarios públicos) sobre el menor.
Segundo, ante la segunda afirmación, que «uno puede huir apropiadamente», particularmente si uno no tiene un cargo público, Lutero dice que esta puede ser seguida por los predicadores y pastores sin actuar pecaminosamente, si hay suficientes de ellos en el lugar y si los predicadores acuerdan en animar a los otros a irse para no exponerse innecesariamente al peligro40. Lutero enfatiza la necesidad espiritual de la gente, que debe ser suplida por los pastores y desestima el valor de la permanencia innecesaria de los pastores. Esta segunda posición también puede ser seguida adecuadamente por las autoridades públicas, si ellos proporcionan sustitutos capaces para asegurar que la comunidad este bien gobernada y protegida, y si ellos los supervisan continua y cuidadosamente.
Tercero, en general, uno puede elegir quedarse o huir bajo cuatro condiciones: a) si no hay emergencia; b) si hay suficientes personas para atender y cuidar del enfermo; c) si voluntariamente o por órdenes, los débiles en la fe hacen provisiones, de modo que no hay necesidad de ayudantes adicionales; d) si los enfermos no los desean y han rechazado sus servicios. «Huir de la muerte y salvarse la vida es una tendencia natural, implantada por Dios y no prohibida a menos que esta sea contra Dios y el prójimo»41.
La ética de la responsabilidad del mayor sobre el menor es extendida al resto de la población de acuerdo con sus funciones y unidades de pertenencia. Esa ética se fundamenta en los mandatos bíblicos de obediencia y cuidado de los demás, y en la unidad que existe en la comunidad, de modo que no se puede abandonar uno a otro. La responsabilidad del servir y ayudar es mutua y obligatoria. Así, Lutero concluye que los miembros menores también deben cuidar a los mayores, como el siervo a su amo y viceversa, los hijos a sus padres y viceversa, los huérfanos a sus tutores y viceversa. De esta manera, nadie debe abandonar a su prójimo a menos que haya otras personas que en sustitución cuiden del enfermo y lo atiendan.
Una ética de reciprocidad de cuidado al enfermo es establecida para quienes contrajeron la enfermedad y se recuperaron. Los enfermos que se recuperaron deben mantenerse alejados de los demás para evitar el contagio y la muerte. Así como ellos fueron cuidados en tiempos de enfermedad, ahora ellos deben cuidar a los demás.
La comprensión teológica de Lutero sobre el auxilio espiritual en la peste y el peligro de la muerte, tan arraigada en ese tiempo, es claramente reformada, pues él rompe con la espiritualidad popular y católica romana. Ante los «muchos miedos», Lutero rompe «…con una espiritualidad, no solo popular y cordial, de seguridades e intercesiones, en mediaciones de santos, de reliquias, de indulgencias, de milagros, y de invasiones por los humanos, sobre todo por el papado, de jurisdicciones exclusivas de Dios»42. En efecto, Lutero no enseña a orar a los santos para su curación, sino a confiar y orar a Dios. Esta comprensión se remonta a 1519, cuando él rechazó la oración a los catorce santos que los alemanes practicaban en ese tiempo, porque: «… nuestra superstición los ha inventado y los llama los defensores contra todos los males», de los cuales uno era la peste43. En ella, Lutero recibe la crítica de Erasmo de Rotterham en su obra de 1511, Elogio de la locura, sobre este tema en particular44, la que ha sido reconocida por teólogos contemporáneos45.
En este sentido, Louise Marshall señala que: «El arte protestante inspirado en la plaga tendió a centrarse menos en la plaga, que en lo que se consideraba la respuesta adecuada a ella: la preparación estoica para una “buena muerte” en el seno de la familia»46, como una respuesta reformada a ese tiempo que, como señala Egido:
Se vivía para morir, y, de esta suerte, la vida se había convertido en valor muy subordinado, en una especie de preparación continuada y sobresaltada para la muerte, con la que tan familiarizado se estaba que, más que morir, importaba la forma de hacerlo47.
Consejos de Lutero sobre el cuidado pastoral durante la enfermedad y el momento de la muerte en situación de peste
Es necesario identificar tres circunstancias históricas de Lutero para una mejor comprensión de sus consejos. Las dos primeras son mencionadas por él en su carta: la falta de clérigos; la peste había provocado la muerte de muchos enfermos y algunos estaban moribundos; y la tercera fue el «buen morir», en un tiempo en que la esperanza de vida no superaba los veintiséis años, creando la cultura de ars moriendi48. En tal situación, Lutero apela a la prevención y preparación de los pastores y del pueblo ante la muerte, con dos consejos:
Ante la primera circunstancia, por un lado, los pastores tienen que enseñar a asistir a la iglesia donde la gente aprenda a vivir y morir cristianamente (confesándose, comulgando, reconciliándose con Dios y su prójimo y haciendo la voluntad Dios). De este modo, si uno muere antes que el pastor llegue para administrarle el sacramento, ya está preparado para encontrarse con Dios. Por otro lado, los pastores tienen que administrar el sacramento privilegiando la fe del enfermo y considerando si el enfermo descuidó voluntariamente la fe. Así, Lutero se diferencia de la práctica católica que solo administraba el sacramento antes de la muerte y reafirmaba su teología reformada de privilegiar la fe.
Ante la segunda circunstancia, por un lado, el pueblo tiene que guardar su fe y no descuidarla. Lutero ofrece un consejo en forma de advertencia, si uno ha descuidado la fe cuando estuvo sano, pero busca atención pastoral cuando está enfermo, entonces no será atendido a menos que muestre arrepentimiento. Esta severa advertencia refleja su teología reformada, que el sacramento es para los que confiesan su fe. Por otro lado, si alguien quiere que venga el pastor, este debe pedirlo mientras el paciente esté en su sano juicio, para que pueda expresar que cree, entiende y desea el sacramento. Pero, si espera hasta el último momento, cuando el enfermo ya no puede hablar o expresar su fe, entonces que no se le administrará el sacramento.
Las peticiones de Lutero sobre las necesidades sociales descubiertas en la peste y las responsabilidades del gobierno y los ciudadanos
El azote de la peste en Wittenberg reveló algunos problemas sociales relacionados a los hospitales, los entierros y el cementerio. Lutero, quien era líder de la reforma de la Iglesia allí, usó su influencia y liderazgo para pedir reformas relacionadas a esos temas. Esas reformas abarcaban la dimensión política, ya que refería a las políticas de la ciudad.
Primero, Lutero argumenta sobre la necesidad de hogares municipales y hospitales para cuidar a los enfermos, diciendo que el gobierno tiene que proveerlos, pero que también los ciudadanos deberían contribuir con donaciones para esa causa. Él propone una comunidad solidaria para los servicios de salud. Esta petición de Lutero es consistente con su petición del 16 de septiembre al Elector de Sajonia, que conceda el antiguo monasterio franciscano para el cuidado de los enfermos pobres49. Entre tanto, Lutero se mostró proactivo y no pasivo ante la realidad de falta de hospitales, pues los cristianos deben proveer el cuidado hospitalario y ser enfermeros de uno y otro, cosa que él y su familia practicaron.
Segundo, Lutero argumenta sobre el cuidado de la salud y la necesidad de enterrar a los muertos de la peste fuera de los límites de la ciudad. Comparando prácticas antiguas y conocimiento sobre la peste, él hace preguntas reflexivas concluyentes. Si los pueblos antiguos enterraban a sus muertos fuera de la ciudad ¿por qué hacer lo contrario hoy? Si la peste se difunde a través del aire corrompido (los miasmas), y los muertos de la peste destilan olores putrefactos y contaminantes, ¿por qué los enterramos en medio de la ciudad? Junghans señala que el cementerio estaba próximo a la Iglesia de Santa María50. La conclusión de Lutero es que para cuidar la salud del pueblo hay que enterrar a los muertos fuera de la ciudad.
Tercero, Lutero argumenta sobre la necesidad de construir un nuevo cementerio completamente distinto al existente. La razón fue porque el pueblo abusaba del cementerio: era usado para transitar, para tener encuentros, para llevar animales; mostrando así una falta de piedad y respeto a las tumbas. El nuevo cementerio tiene que estar fuera de la ciudad, ser un lugar decente y sagrado, ser un lugar público y estar acondicionado y adornado con cuadros religiosos y pinturas en las paredes, para que la gente vaya y medite con reverencia sobre la muerte, el juicio final, la resurrección y ore.
Conclusiones
La peste en Wittenberg de 1527 fue uno de los tantos rebrotes de la peste negra del siglo XIV. Los otros rebrotes en Wittenberg y en el resto del norte de Europa azotaron con mayor mortandad a la población más vulnerable, como fueron los pobres. Si bien Wittenberg y Lutero respondieron de acuerdo con las comprensiones de ese tiempo sobre cómo tratar con la peste, incluyendo la huida del lugar, esas respuestas estuvieron orientadas al cuidado y tratamiento del enfermo. Las respuestas no eliminaron la bacteria causante de la peste debido a que la medicina de aquel tiempo no la identificaba aún. Había que esperar hasta fines del siglo XIX para que eso ocurriera y se le conociera después como Yersenia pestis. Esto último fue logrado, entre otras razones, porque la medicina como ciencia ya estaba independizada de los condicionamientos religiosos que dominaron la Edad Media.
Justamente en ese cuidado y esfuerzo de tratar a todos los enfermos se reveló un hecho, que había mayor mortandad por la peste en enfermos pobres. Los estudios posteriores sobre la historia de ese tiempo revelaron que algunos factores que contribuyeron a ese hecho fueron condiciones, tales como el hacinamiento en sus casas, la infección allí por la presencia de ratas, la falta de lugar a donde escapar, la falta de atención por parte de familiares, tutores o personal médico, y la desnutrición. El pedido de Lutero al Elector de Sajonia en medio de la pandemia para que se dedique un monasterio como hospital para los enfermos pobres evidencia el impacto de la peste en esa población, así como también su afirmación que la peste ha hecho suya el orfanato.
La carta a Hess de noviembre de 1527 y las otras cartas del reformador alemán de ese tiempo, así como también los datos de la epidemiología contemporánea sobre el periodo de incubación de la enfermedad, son datos claves para concluir que la fecha de la llegada de la peste a Wittenberg en 1527 fue alrededor de la tercera semana de julio, y su desaparición en diciembre. Las cartas también muestran que la mortandad por la peste llegó a todos los sectores de la sociedad. La carta de Lutero a Hess, como documento, tiene un valor histórico particular, no solo porque confirma los conceptos médicos sobre la peste en ese tiempo, sino también porque sus conceptos teológicos, éticos y sociales fueron de gran influencia en distintos ciudades y clérigos en el siglo xvi, tal como lo evidencia las 19 reimpresiones de esa carta durante la vida de Lutero. Además, esa misma carta ha sido usada en el siglo xx en reflexiones sobre otras enfermedades como el sida en 1993 (Wengert) y en el siglo xxi sobre la pandemia actual de la covid-19 en 202051.
La política eclesiástica de seguimiento de las comprensiones médicas, la exigencia de la responsabilidad del gobierno y la afirmación del cuidado y la atención en forma recíproca de los individuos son principios de la ética social reformada que Lutero enfatizó. Sin embargo, sus aproximaciones médicas, sus explicaciones teológicas y sus consejos pastorales sobre el cuidado a los enfermos deben de reinterpretarse hoy desde las comprensiones científicas sobre la covid-19 y desde las políticas sanitarias del Estado. En este sentido, hay que abandonar las explicaciones que atribuyen el origen divino de las pestes como castigo por los pecados de la humanidad y los consejos pastorales circunstanciales de atender y cuidar a los enfermos en las casas, recibir en las casas a personas que lleguen de fuera, asistir a al culto regularmente, confesarse y comulgar regularmente. Hoy, el desafío para la población religiosa en la sociedad es la fundamentación médica de las pestes y enfermedades y el trato más holístico al tema, sin descuidar las necesidades espirituales de la población religiosa tal como lo han hecho el Vaticano y otras instituciones religiosas52.
La ética del buen ciudadano en tiempos de pestes enseñada por Lutero en su carta a Hess, hoy, en el siglo xxi, debe combinar políticamente las exigencias basadas en la libertad del individuo y la seguridad de la sociedad, privilegiando el derecho a la salud, a la vida. En tal sentido una ética del buen ciudadano debe afirmar las medidas actuales de bioseguridad. Esto es parte del legado histórico de la respuesta conjunta y alineada del gobierno de Wittenberg y de la Iglesia reformada allí, las cuales contribuyeron a la baja mortandad de la peste en 1527 en la población en general.
La carta de Lutero a Hess revela las condiciones del cementerio de Wittenberg en ese tiempo y las razones de su petición a la ciudad de un nuevo cementerio. Este pedido fue una medida preventiva para la salud de la población teniendo en cuenta futuros rebrotes de la peste. Es claro que para Lutero la reforma del cementerio no solo estaba en el orden sanitario, sino también de la piedad cristiana. Hoy, cuando se vislumbra un mundo de pospandemia, las políticas de salud deben incluir el aspecto preventivo que asegure el cuidado de la salud de la población en tiempos de pandemia, lo cual el Estado democrático debe garantizar. Esto implica una reforma en las políticas del Estado sobre la salud, la economía, la educación y el cuidado y protección de los recursos naturales. Cada vez es más claro la interrelación e interdependencia de estos aspectos en las políticas del Estado para el bienestar de la sociedad.
Fuentes primarias
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Fuentes secundarias
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Notas
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https://reet.org.ar/2020/04/21/declaracion-interreligiosa-en-tiempos-de-pandemia/
Notas de autor
Corporación Universitaria Reformada, Barranquilla, Colombia.