Editorial
La inesperada irrupción de la pandemia de COVID-19 puso nuevamente en evidencia la necesidad de disponer en abierto la totalidad de la producción científica mundial. No solo con el propósito de facilitar y acelerar la generación y difusión de nuevo conocimiento asociado al SARS-CoV-2, sino también con la finalidad última de eliminar las barreras que restringen y limitan el acceso libre, gratuito y universal al conocimiento científico en general. Esto beneficiará y contribuirá al avance y desarrollo de múltiples actividades propiamente científicas y de otras que utilizan directa o indirectamente los resultados derivados de las investigaciones como insumo para su realización. Sin duda, el acceso abierto a las publicaciones académicas y a los datos de investigación es una vía directa para mejorar notablemente el ritmo, la eficiencia y la eficacia de la Ciencia, lo cual redunda en mayor bienestar para toda la población.
Las restricciones sanitarias imperantes, tanto de cuarentena y aislamiento social obligatorio en primer término como posteriormente de distanciamiento social, delinearon una nueva normalidad marcada por un uso sin precedentes de las tecnologías de la información y las comunicaciones en todos los aspectos de la vida (laboral, social, educativa, etc.). Esta nueva realidad dejó expuesta la persistencia de problemas de larga data, entre ellos: la desigual e inequitativa circulación de conocimiento y la marcada brecha digital. Por otra parte, las demandas sociales y los cambios experimentados también pusieron en la agenda global la necesidad de reflexionar sobre la poca transparencia u opacidad de la práctica científica en su conjunto, que continúa arraigada a viejas tradiciones y requiere un cambio cultural acorde a las nuevas necesidades.
Contrariamente a lo que se podría suponer, las dificultades de acceso al conocimiento también fueron experimentadas por las instituciones académicas con más recursos del mundo, quienes vieron limitada su capacidad de acceder a una parte sustantiva del conocimiento publicado. Por consiguiente, solo a través de un esfuerzo colectivo global podríamos iniciar una verdadera transición del sistema científico y académico actual hacia una configuración más abierta, inclusiva y libre de desigualdades.
Estamos en un nuevo punto de inflexión donde los autores, verdaderos creadores de conocimiento, y sus instituciones deberán repensar qué horizonte quieren alcanzar en el mediano plazo. Muchos agentes académicos y entidades de financiación ya han tomado su decisión, están apoyando modelos para la difusión abierta y adecuando el panorama de las publicaciones científicas y los datos de investigación, a través de la implementación de diferentes estrategias que pongan fin al uso de restricciones sobre su acceso y reutilización. Esto demuestra que una gran variedad de actores están decididos a cambiar las reglas del juego.
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