RESEÑAS DE LIBROS

Del taller al altiplano. Museos y academias en el Noroeste argentino

María Guadalupe Suasnábar
UNICEN, Argentina

Anuario TAREA

Universidad Nacional de San Martín, Argentina

ISSN: 2469-0422

ISSN-e: 2362-6070

Periodicidad: Anual

núm. 8, 2021

atarea@unsam.edu.ar

Fasce Pablo. 2019. San Martín. UNSAM edita. 352pp.


Copyright Anuario TAREA 2021

Del taller al altiplano. Museos y academias en el Noroeste argentino

Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja… Pablo Fasce ha recorrido varios kilómetros para desarrollar las palabras de este libro y sin lugar a dudas, esas formas de recorrer el espacio están presentes en sus páginas. En sus más de 300 páginas, Del Taller al Altiplano. Museos y Academias en el Noroeste Argentino nos sumerge en una amplia región de nuestro país, y nos acerca de una forma distinta a un espacio geográfico pocas veces explorado por la historia de las artes en la Argentina.

En los últimos años, el amplio campo de la historia de las artes viene desarrollando una intensa actividad en manos de investigadores e investigadoras que ponen el foco en los ámbitos locales, regionales y provinciales, y que discuten los relatos establecidos, por decenas de años, por la historia y la crítica del arte. De esta novedosa lista, cada vez más amplia (¡por suerte!), Pablo Fasce es uno de sus referentes más jóvenes.

Formado en la Universidad de Buenos Aires, es profesor y licenciado en Artes por la Facultad de Filosofía y Letras, desarrolló su Doctorado en Historia en el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Este libro es el producto de su tesis doctoral –dirigida por María Isabel Baldasarre– en 2017, cuya publicación es posible gracias al premio otorgado en 2019 por la Secretaría de Cultura de la Nación, en el programa “Investiga Cultura”.

Reconstruir y analizar los procesos de institucionalización, las estrategias de profesionalización de los artistas, los proyectos político-culturales, los discursos modernizadores y la gestación de vínculos entre regiones, parece una tarea titánica e inabarcable… Pero, Pablo Fasce lo logra en su libro: nos invita a recorrer la arqueología de un proceso de investigación que se traduce en una redacción clara, concisa y contundente sobre un período de nuestra historia artística que merecía ser contada de otra manera.

A través de siete capítulos, Del taller al altiplano… está abocado al análisis de los procesos de institucionalización de las artes, al poner el foco en los vínculos, intercambios y tensiones que se establecieron entre actores y proyectos locales, provinciales y nacionales. Iniciando su recorrido en 1910, Fasce se propone reconstruir las particularidades en la creación de museos, academias, escuelas, revistas, salones de bellas artes, enmarañados en los programas de modernización social y cultural desarrollados por artistas, intelectuales y gestores culturales hasta 1955.

Para lograr estos objetivos, el autor plantea una serie de categorías analíticas proveniente de la historia social del arte, la historia cultural y la sociología de las elites, que serán insumos necesarios para comprender las diferentes iniciativas locales que llevaron a la conformación de las ideas de comunidad y la ampliación del acceso a la cultura.

Como dijimos, este recorrido comienza en 1910, en una búsqueda por parte del autor de encontrar los postulados que explican los discursos nativistas en torno al Centenario de Mayo. El capítulo 1, “El Noroeste como polo de atracción. Ideas, imágenes e itinerarios durante la primera mitad del siglo XX”, expone la impronta de la generación del Centenario en la construcción de un mundo visual nativista desde Buenos Aires. Partiendo de las lecturas de Manuel Gálvez, Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, el capítulo se concentra en explicar cómo estas ideas constituyeron al NOA como un territorio donde podían encontrarse las prácticas, valores y tradiciones que combinaban lo precolombino, lo colonial y lo hispanoamericano. Enlazado con estas ideas, Fasce recupera una serie de artistas, cuyas trayectorias marcaron los primeros itinerarios e imágenes del mundo andino, como José Antonio Terry, Pompeo Boggio, Jorge Bermúdez, Léonie Matthis, Alfredo Gramajo Gutiérrez y Luis Perlotti. Asimismo, el autor recupera las experiencias de un conjunto de artistas, ligados a la irrupción de una “nueva sensibilidad”, al deconstruir el relato incompatible entre tradición nativista y lenguajes modernos, como Romualdo Brughetti, Elba Villafañe, Libero Badii, Raquel Forner, Alfredo Bigatti y Antonio Berni.

Este recorrido es el insumo del autor para poder conceptualizar las premisas en torno al nativismo, con la identificación de una tradición visual que representa paisajes y tipos regionales, ligado a la idea de “lo autóctono”. Así, para Fasce, el nativismo es un amplio concepto que combinaba lo telúrico, los restos del pasado y los tipos humanos, generando un campo temático y no un estilo o una corriente, mucho más atravesado por las selecciones de los actores involucrados. Esta conceptualización del nativismo, será un eje articulador a lo largo de todos los apartados, lo que permite comprender las formas en que los agentes tensionaron, negociaron y resignificaron su comprensión.

Los capítulos siguientes concentran la mirada sobre distintos espacios regionales/provinciales. Y esta también es una característica interesante de la obra de Fasce: la comprensión de la dinámica de las y los sujetos en el espacio. El NOA es una región atravesada por un pasado –y un presente– que no se termina en los límites administrativos, sino que conforma un sinfín de tramas y redes atravesadas por lo histórico y lo cultural, donde empatizan la memoria local, provincial y nacional. Los apartados que recorren el NOA no son meras reconstrucciones de datos y nombres propios, sino que problematizan los entramados políticos, culturales y sociales en pos de comprender el vínculo entre el ambiente artístico y las ideas de comunidad, al apostar a la visibilización y recuperación de la identidad de un número importante de hacedores y hacedoras culturales.

Así, el capítulo 2, “Elites, religión y poder. El Museo y la Escuela de Bellas Artes en el proyecto político-cultural de la Generación del Centenario en Tucumán (1908-1936)”, nos acerca al primer espacio provincial, poniendo en discusión una categoría ampliamente utilizada para pensar los procesos de institucionalización artística. Pablo Fasce pone en cuestionamiento la teoría de los campos de Pierre Bourdieu para interpelar procesos de institucionalización de las artes por fuera de los grandes centros urbanos: es necesario ampliar las herramientas y utilizar otras categorías para pensar regiones como el NOA. Así, a partir del caso de Tucumán, el autor propone poner en juego conceptos de la historia cultural y la sociología de las elites para comprender los roles en la consolidación de los proyectos modernizadores. Con estas premisas, Fasce recorre la formación de la escena artística-cultural de Tucumán, con un análisis del proyecto de la Generación del Centenario, que, tras la figura de Juan B. Terán, desarrollaron una serie de estrategias que llevaron a la creación de la Universidad de Tucumán (1912), el Museo de Bellas Artes (1916) y la Escuela de Dibujo, Pintura y Plástica (1918). Recuperando las ideas rectoras de Terán y los vínculos con el pensamiento de Ricardo Rojas, la creación de una escuela de arte anclada en la Universidad, tenía un proyecto estético y social que condensaba el rol protagónico de la elite azucarera tucumana. Esta escena se completaba con la inauguración de un museo, alineado a la concepción espiritualista de la cultura nacional, y la creación de un plan de estudio que apostaba a las artes aplicadas. Sin embargo, la nacionalización de la Universidad (1921) y la llegada del radicalismo, provocó la inestabilidad de estas instituciones y la provincialización del Museo. El devenir de la Escuela dependiente de la Universidad, será retomada en el capítulo 5, bajo los años del primer peronismo.

El siguiente capítulo, “Institucionalización en dos tiempos, El Museo y las escuelas de Bellas Artes de Salta en los gobiernos radicales (1928-1930) y peronistas (1945-1953)”, nos traslada unos 300 km. al norte, hasta la ciudad de Salta. En esta oportunidad, Fasce también plantea otro problema historiográfico: la periodización tradicional de la historia de las artes, no puede ser aplicada sin intervención en ciertos territorios. Pensar los procesos desde la región, lleva a comprender que la delimitación del tiempo histórico no es homogénea, sino que debe tener presente las territorialidades. Así, para el caso salteño, Fasce elabora dos recortes temporales específicos: el primero entre 1928 y 1930, marcado por los años del gobierno de la Unión Cívica Radical; y el segundo momento, atravesado por el devenir del primer peronismo entre 1945 y 1953. En esta lógica, el autor toma las características de cada proyecto marcando similitudes, rupturas y continuidades entre los programas políticos-culturales para analizar la Escuela de Dibujo y Pintura (1928) y el Museo Provincial de Bellas Artes (1930). Así, estudia los vínculos de Rafael Sosa y las redes relaciones que gestó con actores claves como Eduardo Schiaffino y Pío Collivadino, y la crisis de este proyecto. Tras el intersticio del retorno conservador, Fasce recupera la renovación de la escena plástica local con la aparición de la revista Ángulo y la reorganización de la educación artística bajo la gestión peronista de Julio Díaz Villalba, para finalizar con la creación de la Escuela de Bellas Artes “Tomás Cabrera”.

En el capítulo 4, nos trasladamos a la provincia de La Rioja. “Entre la traición local y la consagración nacional. El Salón Joaquín V. González y el Museo Municipal de La Rioja (1949-1960)”, recorre las singularidades de la creación del Museo de Bellas Artes “Octavio de la Colina”. Como parte del proyecto político municipal, la fundación de un museo en La Rioja capital, permitió resignificar los conceptos de región y nación. Para ello, Fasce retoma la figura de Joaquín, V. González y analiza cómo se enlaza con el proyecto cultural del justicialismo local, trasmutando ese legado intelectual como el aporte hecho por la provincia al conjunto de la nación. Como ocurrió con otros espacios regionales, el peronismo apostó a actividades que potenciaron “lo local” y fomentó la producción de ciertas iconografías con acento en “lo regional”. El caso riojano nos permite comprender otro tipo de estrategias, donde el vínculo entre funcionarios locales y nacionales se materializó en una agenda común sostenida por la democratización y federalización de la cultura en el primer peronismo. Aquí Fasce recupera la realización del Salón de Verano de Artes Plásticas Regionales (1949), antesala del Primer Salón Anual de Arte “Joaquín V. González” (1950), paso necesario para la gestación de un museo de bellas artes. Sin embargo, los avatares políticos después de 1951 truncaron la posibilidad de poner en marcha el museo, para finalmente concretarse en 1960 en parte al impulso de los artistas nucleados en la revista Calíbar.

Como mencionamos, Pablo Fasce retoma en el capítulo 5 el recorrido en Tucumán para comprender el devenir de la educación artística en la Universidad. Este apartado, “El Norte como modelo de una educación moderna. El Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán (1946-1952)”, recorre el proceso de jerarquización de la educación artística y el impacto sobre la región del novedoso Instituto de Artes, creado en 1948. Partiendo de premisas modernizadoras, la Universidad tucumana apostará a jerarquizar la investigación y producción de conocimientos con el objetivo de expandirse en la región (y el país). En consonancia con los capítulos 3 y 4, la gestión de Horacio Descole y Guido Papagnoli en la Universidad Nacional de Tucumán, permite comprender otras dimensiones de los vínculos entre arte, cultura y política en el primer peronismo.

Hasta aquí el autor recorre una serie de espacios geográficos donde los procesos de institucionalización fueron desarrollados por una red relacional de artistas, intelectuales y políticos, anclados en proyectos que tendieron a la modernización social y cultural de sus provincias. En el capítulo 6, “Tácticas modernas. Artistas y gestores culturales en Catamarca, Humahuaca y Santiago del Estero”, Fasce nos acerca otro esquema para pensar los procesos de institucionalización en tres regiones: Catamarca, Santiago del Estero y Humahuaca. Al partir de la diferenciación de la noción de tácticas y estrategias establecida por Michel de Certeau, recupera la travesía de Laureano Brizuela y la formación del Museo Provincial de Catamarca, la creación del Estudio Museo de Francisco Ramoneda en Humahuaca y la agencia desplegada por Ramón Gómez Cornet para poner en marcha el Museo Provincial de Santiago del Estero.

En el último capítulo, “La región como espejo de la nación. El Monumento a los Héroes de la Independencia entre las ideas del Centenario de la Revolución de Mayo y el peronismo”, puede considerarse desconectado de las propuestas anteriores. Sin embargo, la inclusión del relato sobre los avatares en torno a la obra de Ernesto Soto Avendaño en Humahuaca, se comprende desde la concepción de institución sostenida por Cornelius Castoriadis. Comprendiendo la importancia del monumento como producción simbólica acerca de los imaginarios en torno a la comunidad y su vínculo con el pasado, Fasce reconstruye este proceso desde los debates parlamentarios, el concurso, la elección de la obra, la trayectoria del artista, la visibilidad del monumento y su inauguración en 1950. Así, varios de los postulados expuestos en el primer capítulo se retoman para pensar la resignificación y presencia de los discursos nativistas en relación a contextos, proyectos y tradiciones que varían entre 1925 y 1950.

La selección de imágenes que realizó el autor son una muestra amplia de los temas e iconografías que circularon a lo largo y ancho del NOA. Por un lado, piezas que recuperan los imaginarios construidos por los artistas en sus viajes, hoy presentes en museos de París, Buenos Aires o Rosario. Por otro lado, una selección de piezas y documentos presentes en las instituciones provinciales, lo que permite visibilizar una producción desconocida para muchos lectores y lectoras, entre ellos Atilio Terragni, Arístene Papi, Domingo Nieto, Medardo Pantoja, Raúl Russo, Laureano Brizuela, Luis Lobo de la Vega, Timoteo Navarro. Asimismo, estas obras se combinan con las piezas de artistas consagrados presenten en las colecciones locales como el caso de Emilio Pettoruti, Juan del Prete, Lino Enea Spilimbergo y Carlos Alonso.

La ausencia de algunas piezas se remite a la imposibilidad de conseguir permisos de reproducción, pero es compensado con maestría por el autor, al anexar al final de algunos capítulos la lista de obras prestadas y/o donadas para la inauguración de los museos locales. Desde la lista de envíos al museo de Tucumán, pasando por el préstamo de Enrique Udaondo y las donaciones de Collivadino al museo de Salta, llegamos a la nómina de obras que se despacharon a La Rioja y Santiago del Estero. Así, recorrer estas tablas, nos posibilita imaginar el universo estético que deambuló en esta región, permitiéndonos identificar particularidades en torno al gusto del público local y las características de origen de las colecciones de los museos en la actualidad.

Del taller al altiplano… recorre gran parte del devenir del siglo XX, deconstruyendo relatos y preconceptos que la historia de las artes ha reproducido durante varios años. La institucionalización de las artes en el NOA no formó parte de ningún proyecto implantado, sino que fueron resultado de las ideas, deseos y pasiones de los y las hacedores locales, quienes supieron desplegar amplias redes relaciones para potenciar la identidad local en el mapa cultural nacional. Y Pablo Fasce recuperó y dio potencia a esas voces, para generar un verdadero aporte a la(s) historia(s) de las artes en la Argentina.

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