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Tiempo y Audiencias. Disincronía y Enjambres Digitales
Time and Audiences. Dyssynchrony and Digital Swarms
Textos y Contextos, núm. 24, e3499, 2022
Universidad Central del Ecuador

Investigación original

Textos y Contextos
Universidad Central del Ecuador, Ecuador
ISSN: 1390-695X
ISSN-e: 2600-5735
Periodicidad: Semestral
núm. 24, e3499, 2022

Recepción: 04 Diciembre 2021

Revisado: 18 Enero 2022

Aprobación: 05 Febrero 2022

Resumen: Este artículo examina, desde una perspectiva teórico fenomenológica, las alteraciones en la percepción del tiempo derivadas del uso de las redes sociales on-line (RSO). La hipótesis que guía este trabajo sostiene que la pérdida de la linealidad, causada por la irrupción hipermedial, provoca un desorden temporal o disincronía, que se presenta como una cierta aceleración temporal. Este fenómeno conlleva a un cambio radical en los modos de significación de los enjambres digitales y reclama una revisión de las llamadas teorías de la recepción y los estudios de audiencias.

Palabras clave: Comunicación Mediada por Computador, hipertextualidad, disincronía, enjambres digitales.

Abstract: This article examines, from a theoretical phenomenological perspective, the alterations in the perception of time derived from the use of online social networks. The hypothesis that guides this work maintains that the loss of linearity caused by the hypermedial irruption causes a temporal disorder or dyssynchrony that appears to us as a certain temporal acceleration. This phenomenon represents a radical change in the "modes of meaning" of the "digital swarms" and calls for a revision of the so-called reception theories and audience studies.

Keywords: Computer Mediated Communication, hyper-textuality, dissynchrony, digital swarms.

1. Introducción

Toda aproximación teórica a la cuestión de las audiencias, en la era digital, requiere esclarecer, a lo menos, tres grandes cuestiones fundamentales. En primer lugar, se hace indispensable revisar de manera crítica los distintos modelos comunicacionales, y situar estos constructos en las nuevas coordenadas epistemológicas que trae la Comunicación Mediada por Computador (CMC). En segundo lugar, debemos revisar la disincronía, esto es, el quiebre radical del régimen lineal en el plano discursivo y sus consecuencias en nuestra percepción de lo que he denominado tiempo informacional. Por último, es necesario examinar la noción de audiencias, ya no como masas o públicos, sino al modo de “enjambres digitales”, es decir, usuarios diseminados en las redes sociales.

Ante el despliegue cotidiano de los flujos digitales surge una serie de interrogantes, tan inquietantes como urgentes. ¿De qué manera se está transformando la percepción de las audiencias en esta era de redes sociales on-line (RSO)? ¿Qué consecuencias tiene, para las audiencias, su nueva condición de enjambre digital, y el desorden temporal en que se encuentran inmersas? Intentar una primera exploración en torno a estas preguntas es, justamente, el propósito último de las líneas que siguen. La presente mirada teórica nace de la constatación de que la Comunicación Mediada por Computador (CMC) instituye una nueva episteme de carácter reticular, multipolar, hipermedial y virtual, que se sostiene en una memoria externa de tipo tecnogenética. De todo lo anterior, podemos inferir que la percepción temporal está íntimamente relacionada con las estructuras lingüísticas y, de manera muy especial, con las narrativas.

La hipótesis, entonces, puede ser enunciada de la siguiente manera: el carácter hipertextual e hipermedial de las estructuras narrativas, en las redes digitales, ha significado el quiebre del régimen lineal en nuestra percepción del tiempo, que, en la actualidad, se nos ofrece como una disincronía, un tiempo atomizado, reducido a mero presente, tanto a nivel vivencial como histórico. Este nuevo contrato temporario trae consigo lo que se puede denominar como un tiempo informacional, propio de las nuevas audiencias o enjambres digitales. Un cambio que, simultáneamente, implica un desplazamiento epistemológico, una alteración de nuestra percepción temporal y una transformación de las audiencias tradicionales en enjambres digitales, por lo que constituye la más profunda mutación antropológica de nuestra época. Una línea de pensamiento que, en el límite, nos muestra cómo las tecnologías digitales nos han sumido en un acelerado proceso de virtualización cuyo horizonte no es otro que la construcción de un universo alternativo, polisensorial, reticular, interactivo y virtual: un metaverso.

2. Epistemocrítica de los modelos comunicacionales

Uno de los primeros autores en advertir la indigencia en que se encuentran los estudios comunicacionales ha sido Fredric Jameson (1996), quien señala el déficit teórico y conceptual entre los avances tecnológicos y los deficientes modelos logocéntricos, en este momento histórico. En suma, en la hora actual, se hace indispensable someter nuestros paradigmas teórico comunicacionales a un severo examen que comienza por una epistemocrítica de los más reconocidos.

Los diversos paradigmas constituyen estructuras isomorfas que quieren representar su funcionamiento. Una manera de organizarlos, una entre muchas, es entender los lenguajes como mnemotécnicas o, si se quiere, como modos de concebir la memoria y la temporalidad. Al preguntarnos por el lugar de la memoria, surge una taxonomía de los modelos comunicacionales que sigue, aproximadamente, el decurso de su desarrollo. Así, podemos reconocer tres etapas o momentos epistemológicos, a saber: los modelos psicogenéticos, los sociogenéticos y, finalmente, los tecnogenéticos.

Modelos psicogenéticos

En un primer momento, los estudios comunicacionales estaban en una relación muy estrecha con la lingüística. Ese nexo se evidencia cuando se trata de caracterizar la memoria y la temporalidad. En efecto, si observamos el modelo lingüístico de Roman Jakobson (1984), donde se resume una serie de avances anteriores, advertimos que la memoria aparece ligada al concepto de código que, en este modelo, no es sino el sistema lengua.

Conviene recordar que la langue, para Ferdinand de Saussure (1991), es un sistema de signos, un producto social de naturaleza psíquica. Los modelos logocéntricos son de carácter psicomórfico en cuanto el código lengua es inmanente a la memoria del hablante. No solo esto, además, se nos ofrece un concepto lineal de la temporalidad, un “régimen lineal”, que se corresponde con una secuencia sintagmática en contigüidad: la cadena hablada lineal. En suma, los modelos de carácter lingüístico, que llamamos psicogenéticos, poseen una configuración bipolar, en la que un hablante y un oyente se comunican compartiendo como código el sistema lengua, codificando y decodificando mensajes de carácter lineal, sintagmático.

Modelos sociogenéticos

Resulta evidente que el sistema lengua, con toda su importancia, no agota las competencias comunicacionales de un sujeto o una comunidad. En efecto, junto a la langue es imprescindible examinar la parole, es decir, el proceso que actualiza el sistema de signos. Podemos constatar que manejar una lengua excede con mucho nuestras competencias lingüísticas. No basta el diccionario, debemos considerar los contextos de uso, las competencias histórico-culturales o, si se quiere, la “enciclopedia”. Durante la segunda mitad del siglo XX, este tipo de problema será abordado desde la filosofía analítica inglesa, especialmente la llamada Escuela de Oxford, cuyo lema fue “Meaning is Use”. El exponente más célebre de esta corriente fue John Austin (1971).

Será a partir de estas ideas en torno a los speech acts (actos de habla) que, desde la Escuela de Frankfurt (Honneth, 1991), Jurgën Habermas nos va a proponer un paradigma de carácter sociocultural en el contexto de la llamada Teoría de la Acción Comunicativa. En el modelo pragmático formal de Habermas (1987a; 1987b), llama la atención que, junto al lenguaje, a las competencias lingüísticas, se va a considerar la cultura como condición de posibilidad para la comunicación. Ya no se trata de un mero hablante/oyente. Los sujetos son concebidos como actores sociales. No obstante, el modelo sigue siendo bipolar, pues la conversación se entiende como la molécula de lo social, aquello que está mediado por el lenguaje.

Esta propuesta habermasiana contiene, entre muchas sutilezas, una concepción comunitaria de la memoria y del tiempo. Diríase que a la memoria individual, o tiempo psíquico, se suma ahora un tiempo colectivo. Ya no se trata solo de representar a través de signos, sino de actuar mediante actos de habla. Ese carácter perlocucionario del lenguaje, y performativo del modelo, lo inscribe en un tiempo histórico que ya no está atrapado por un sentido individual o “vivencial”, sino que reclama una narratividad capaz de construir un sentido compartido. Nótese que tanto las estructuras narrativas que articulan el psiquismo humano, dando significado a nuestra existencia, como los metarrelatos que orientan el imaginario social durante épocas históricas determinadas, se inscriben en un régimen lineal tanto narrativo como temporal.

Modelos tecnogenéticos

Pensar un modelo tecnogenético exige admitir la mediación de la tekhné en la constitución misma de la memoria. De hecho, los dispositivos tecnológicos no hacen sino exteriorizarla, ya no como mera mnemotécnica, sino al modo de una “mnemotecnología”. Con este término se quiere subrayar el carácter industrial, maquínico, del siglo XIX, que se ha transformado en digital en la era del llamado capitalismo cognitivo (Stiegler, 2013). Se trata, en rigor, de una Comunicación Mediada por Computador (CMC).

Esta modalidad es de carácter reticular y, a diferencia de los modelos bipolares, la interacción es multipolar. El hecho de que la CMC sea una forma de comunicación en red y, al mismo tiempo, multipolar, transforma los modelos conocidos. A esta nueva configuración debemos sumarle dos mutaciones mayúsculas que se relacionan con los sujetos y los discursos. En efecto, la CMC implica un nuevo sujeto que excede las dicotomías clásicas de hablante/oyente o actor social. En la actualidad, estamos frente a usuarios que constituyen un componente funcional del sistema red.

Nótese que los nuevos sujetos amplían su memoria. Ya no solo son portadores de una memoria psíquica que les otorga su propia lengua, tampoco su inmersión social y cultural la agota, pues a esta se agrega ahora una memoria tecnológica externa, en dos niveles. Primero, una tecnomemoria local, que se encuentra en el dispositivo tecnológico que se esté utilizando. Segundo, una tecnomemoria red, que se halla en las múltiples bases de datos en el espacio virtual, y a las cuales tenemos acceso remoto. Los discursos on-line constituyen semióticas complejas, pues a la Serie Visual Lingüística (SVL) se yuxtaponen la Serie Visual No Lingüística (SVNL) y la Serie Visual Paralingüística (SVPL). Estas ofrecen un nuevo nivel cualitativo que podemos llamar Serie Hipermedial (SHM). En ese sentido, por ejemplo, los mensajes de microblogging aparecen fragmentados debido a los protocolos y los formatos de la red social twitter, y a que los tweets deben estructurarse a partir de un número muy limitado de caracteres. Además, hay que considerar la sincronicidad que se busca entre la serie virtual y la secuencia de acontecimientos de la realidad o serie fáctica.

Este fenómeno hace que un discurso, frente a una realidad dada, aparezca fragmentado en una secuencia de mensajes que, desde el punto de vista de lo que defino como Análisis del Discurso Digital (ADD), van a constituir las unidades de lectura o lexias de dicho discurso. El formato y la sincronía son los fenómenos que fragmentan el discurso. Cada mensaje de twitter, en una secuencia de tweets sobre un mismo tema, durante un lapso de tiempo determinado, es una lexia. El conjunto de tweets que refiere a un acontecimiento, durante un lapso de tiempo determinado, constituye el discurso de un usuario sobre algún tema.

3. Tiempo informacional

Se ha querido llamar tiempo informacional al nuevo contrato temporario, porque se adopta la idea de que es necesario considerar las cualidades primarias de la información. Como escribe Lash (2005), estas “son el flujo, el desarraigo, la compresión espacial y temporal y las relaciones en tiempo real. En este sentido, no excluyente pero sí fundamental, vivimos en una era de la información” (p. 22). El tiempo informacional ha sido entendido, en un primer momento, como una experiencia de aceleración derivada de una “compresión espacio-temporal” (Harvey, 1998). Posteriormente, se ha observado que la aceleración es sólo un síntoma de una alteración temporal más radical. Como Han sostiene, se trata de una atomización del tiempo:

La época de la aceleración ya ha quedado atrás. Aquello que en la actualidad experimentamos como aceleración es solo uno de los síntomas de la dispersión temporal. La crisis de hoy remite a la disincronía, que conduce a diversas alteraciones temporales y a la parestesia. […] La responsable principal de la disincronía es la atomización del tiempo. Y también a esta se debe la sensación de que el tiempo pasa mucho más rápido que antes. La dispersión temporal no permite experimentar ningún tipo de duración. No hay nada que rija el tiempo. (Han, 2015, p. 9)

Hay una dispersión temporal, un tiempo sin un principio ordenador, una disincronía. Un quiebre del régimen lineal en el cual los acontecimientos estaban separados por una duración.


Gráfico 2.
Quiebre del régimen narrativo lineal
Elaboración Propia.

Hay una relación estrecha entre las estructuras narrativas y la percepción temporal. De hecho, la linealidad narrativa la percibimos como linealidad temporal. El tiempo informacional nace de la alteración de las estructuras de significación y comunicación cristalizadas como estructuras narrativas.

El final de la narración tiene una consecuencia temporal. Es el final del tiempo lineal. Los acontecimientos ya no se encadenan formando una historia. El encadenamiento narrativo, que funda un sentido, opera por medio de la selección. Fija con firmeza la sucesión de los hechos. (Han, 2015, p.79)

En suma, la hipertextualidad, entendida como una textualidad reticular, entraña un quiebre del régimen lineal de las estructuras narrativas, desordenando la secuencia y el encadenamiento de eventos que, ahora, se aparecen como un cúmulo de acontecimientos. Esto trae como consecuencia la aparición de la disincronía, es decir, el quiebre de la linealidad temporal subyacente a toda narración. En última instancia, la realidad se percibe como un puro presente, en el que todo sentido queda abolido.

El espacio de la red no está formado por fases continuadas y transiciones, sino por acontecimientos o circunstancias discontinuas. Allí no hay progreso ni desarrollo alguno. No tiene historia. El tiempo de la red es un tiempo – ahora (Jetz – Zeit) discontinuo y puntual. Se va de un link a otro, de un ahora al otro. (Han, 2015, p.64)

El quiebre del régimen lineal, tanto narrativo como temporal, va a tener una gran importancia en la percepción de las narrativas mediáticas por parte de las nuevas audiencias, así como en la construcción de sentidos frente a una realidad sin historia que se ofrece como un presente continuo. Al examinar los diversos modelos comunicacionales, podemos advertir que, en cada uno de ellos, subyace una concepción temporal. La textualidad y la narratividad instituyeron un régimen lineal, es decir, el tiempo fue percibido como una secuencia de eventos y de signos.

En los modelos psicogenéticos, la secuencia sintagmática de signos es capaz de representar nuestra experiencia de un tiempo psíquico, lineal, que articula la vivencia de lo cotidiano. En los sociogenéticos, se apela a un tiempo histórico y comunitario que se aparece como un metarrelato, que cristaliza el imaginario de una sociedad en un momento histórico. Nótese que un sentido colectivo se va a construir como una secuencia lineal de eventos, desde un origen hacia un telos. Un conjunto de rituales, emblemas y mitos que van a organizar la vida de una comunidad. Tanto los modelos psicogenéticos como los sociogenéticos se inscriben en un régimen lineal lingüístico, narrativo y temporal. No obstante, la Comunicación Mediada por Computador (CMC) va a instituir una hipertextualidad multimedial capaz de abolir el régimen lineal, instaurando una disincronía, un tiempo atomizado en el que los acontecimientos se aparecen como un flujo acelerado de información, un presente sin pausa, sin duración.


Gráfico 3.
Modelos comunicacionales y concepción temporal
Elaboración propia.

4. Enjambres Digitales

Para examinar las nuevas audiencias debemos considerar, por lo menos, dos grandes vectores que están condicionando su configuración y conducta. Primero, la expansión de una cultura global de carácter tecno-urbana-masiva-consumista. Segundo, la implementación, a nivel planetario, de las redes sociales on-line (RSO). Las nuevas audiencias nacen de la conjunción histórica de una sociedad de consumo que estatuye un sujeto consumidor (Bauman, 2007), y de una sociedad de la información constituida por usuarios (Lash, 2005). La sociedad de consumo es aquella en que irrumpe un comportamiento que se hace masivo, el consumismo (Cuadra, 2003). Si bien el consumo es una función económica, una sociedad de consumidores se define porque dicha función se transforma en simbólica.

En efecto, la sociedad de consumo aparece en los Estados Unidos, en el seno de un capitalismo industrial avanzado. El capitalismo victoriano y su ética protestante van cediendo espacio a una forma tardocapitalista basada en la producción seriada, la taylorización del trabajo y el crédito financiero (Bell, 1977). El nuevo ethos, que pronto inundaría cada rincón del planeta, ha sido denominado hedonismo de masas y, también, narcisismo sociogenético (Sennet, 1980; Lipovetsky, 1990; Lasch, 1991). Las nuevas audiencias habitan el imaginario de los consumidores, pero, al mismo tiempo, forman parte de redes sociales on-line (RSO), es decir, comparten los atributos de consumidores y usuarios. Lo que antes se llamó masa o público (Habermas, 1986), hoy se conoce como enjambre digital, un conglomerado de individualidades. “El enjambre digital no es ninguna masa porque no es inherente a ninguna alma, a ningún espíritu. El alma es congregadora y unificante. El enjambre digital consta de individuos aislados” (Han, 2014, p. 17). Esta aglomeración se constituye en “Hikikomoris”:

Las masas, que antes podían organizarse en partidos y asociaciones y que estaban animadas por una ideología, se descomponen ahora en enjambres de puras unidades, es decir, en los Hikikomoris digitales aislados para sí, que no forman ningún público articulado y no participan en ningún discurso público. (Han, 2014, p. 70)

El concepto de Hikikomori fue desarrollado por el psicólogo japonés Saito Tamaki, en 1998, en su libro “Adolescence without end” (Tamaki, 2013). Con este término se describió a sujetos que padecían una suerte de ciberadicción, la cual conducía a un aislamiento físico, social y psicológico que podía extenderse por semanas, meses o años. Este tipo de adicción no solo afecta a la juventud nipona, se ha extendido a escala mundial. Ello explica por qué para el filósofo Byung Chul Han los usuarios de las redes sociales carecen de “alma”:

Los habitantes digitales de la red no se congregan. Les falta la intimidad de la congregación, que produciría un nosotros. Constituyen una concentración sin congregación, una multitud sin interioridad, un conjunto sin interioridad, sin alma o espíritu. Son ante todo Hikikomoris aislados, singularizados, que se sientan solitarios ante el monitor. (Han, 2014, p. 16)

Los enjambres digitales constituyen la fisonomía de las audiencias contemporáneas, individuos aislados que se aglutinan episódicamente en efímeros trending topics. Sus comportamientos obedecen a emociones que se expresan en likes. En este sentido, las tendencias que observamos en las RSO son pulsiones en un espacio de seducción propio del consumo, más que convicciones, reclamos u opiniones de carácter político.

5. Conclusiones

La conjunción de consumidores y usuarios es el encuentro entre una cultura de la seducción y redes informáticas que cubren todo el mundo. Transitamos de un mundo basado en estructuras más o menos estables a uno centrado en flujos. De este modo, un perfil psicosocial de corte narcisista, propio de los consumidores y alimentado cotidianamente por voraces estrategias de seducción, se funde con los usuarios, convertidos en componentes funcionales del sistema red. Este usuario-consumidor, nuevo sujeto de la comunicación, habita las RSO conformando una novedosa audiencia: los enjambres digitales. Son estos los que interactúan en un espacio virtual de conexiones y flujos inestables. Se asiste a la expansión de audiencias globales, tensionadas hasta el extremo por la fragmentación de los metarrelatos y la creciente atomización del tiempo o disincronía. En la actualidad, son estos enjambres digitales los que están determinando los trending topics.

La conducta de los enjambres es, ante todo, ondulatoria, pasando, en tiempo muy breve, de un acontecimiento a otro, de un presente a otro. El tiempo informacional levanta estrellas o caudillos con la misma velocidad con que los hunde en el olvido. Los enjambres digitales siguen un tema o personaje de manera efímera y superficial. Recordemos que en la lógica del consumo prima la seducción por sobre cualquier convicción. En el lenguaje de las redes sociales, la adhesión a cualquier producto suntuario, incluyendo relaciones personales, partidos, candidatos e ideas políticas, es de carácter emocional, y se expresa en likes. Al observar el perfil de los usuarios-consumidores, podemos advertir que se trata de flujos muy inestables, y esto es válido para todas las esferas de la existencia. Cuando queda abolido el régimen lineal, tanto a nivel narrativo como temporal, lo que surge es una percepción de los acontecimientos como un presente, un siempre ahora que pone en riesgo cualquier sentido posible. Como advierte Bernard Stiegler:

Estas conmociones de los sistemas retencionales de acceso al espacio y al tiempo comunes (calendariedad y cardinalidad), que se han declarado verdaderamente de forma masiva tras la Segunda Guerra Mundial y que conocen una intensificación extrema con los fulminantes progresos de las tecnologías digitales, engendran por el momento una inmensa desorientación que, si no se tiene en cuenta y si se desdeña la profundidad de las cuestiones que plantea, podría suscitar enormes resistencias cuyas manifestaciones son los integrismos, los nacionalismos, los neofascismos y tantos otros fenómenos regresivos. Lo que está en juego es el corazón de las culturas y de las sociedades, sus relaciones más íntimas con el cosmos, con su memoria y con ellas mismas. Ignorarlo o desdeñarlo podría tener las más trágicas consecuencias. Debido a que la calendariedad y la cardinalidad son las tramas elementales de los ritmos vitales, de las creencias, de la relación con el pasado y con el futuro, el control de los dispositivos de orientación futuros será también el del imaginario mundial. (Stiegler, 2004, p. 224)

Las audiencias, devenidas flujos de enjambres, son capaces de convertirse en tendencias de gran alcance en las redes sociales y, eventualmente, movilizar a un gran número de simpatizantes. El caso de Greta Thunberg es paradigmático en este sentido. Sin embargo, se trata de flujos volátiles y muy inestables como para instalar un discurso en el espacio público. Finalmente, causas tan nobles como urgentes –relativas a problemas como el calentamiento global, la pauperización de gran parte de la humanidad, la expansión de la violencia y la carrera armamentista, entre otras– se han convertido tan solo en un acontecimiento más. Vivimos un tiempo sin tiempo, una época en que la disincronía ha abolido el sentido histórico y existencial. El despliegue mediático en las redes digitales ofrece imágenes en High-definition (HD), pero escamotea, precisamente, la pausa, la duración que hace posible la distancia crítica y la reflexión.

Referencias

Austin, J. (1971). Palabras y Acciones. Cómo hacer cosas con palabras. Paidós Editorial.

Bauman, Z. (2007). Vida de Consumo. Fondo de Cultura Económica.

Bell, D. (1977). Las contradicciones culturales del capitalismo. Alianza.

Cuadra, A. (2003). De la ciudad letrada a la ciudad virtual. Ediciones LOM.

Habermas, J. (1986). Historia y crítica de la opinión pública. Gustavo Gili.

Habermas, J. (1987a). Teoría de la acción comunicativa. Racionalidad de la acción y racionalización social. Volumen 1. Taurus.

Habermas, J. (1987b). Teoría de la acción comunicativa. Crítica de la razón funcionalista. Volumen 2. Taurus.

Han, B. C. (2014). En el enjambre. Herder.

Han, B. C. (2015). El aroma del tiempo. Herder.

Harvey, D. (1998). La condición de la postmodernidad. Amorrortu.

Honneth, A. (1991). Teoría Crítica. En A. Giddens y J. Turner (Eds.), La teoría social hoy (págs. 445-488). Alianza Editorial.

Jakobson, R. (1984). Ensayos de lingüística general. Ariel.

Jameson, F. (1996). Teoría de la postmodernidad. Editorial Trotta.

Lasch, Ch. (1991). La cultura del narcisismo. Editorial Andrés Bello.

Lash, S. (2005). Crítica de la Información. Amorrortu Editores.

Lipovetsky, G. (1990). La era del vacío. Anagrama.

Saussure, F. (1991). Curso de lingüística general. Akal.

Sennet, R. (1980). Narcisismo y cultura moderna. Editorial Kairós.

Stiegler, B. (2004). La técnica y el tiempo. Editorial Hiru Hondarribia.

Stiegler, B. (2013). De la misère symbolique. Éditions Galilée.

Tamaki, S. (2013). Adolescence without End. University of Minnesota Press.



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