Recepción: 15 Abril 2023
Aprobación: 31 Mayo 2023
Publicación: 30 Junio 2023
Resumen: La violencia ejercida en las relaciones de noviazgo en los jóvenes es un problema de salud pública a escala mundial y afecta a nivel físico, psicológico, sexual y reproductivo, de estas primeras relaciones afianzadas en la juventud se configurarán de manera decisiva las relaciones que se establecerán a futuro. Consecuentemente, este estudio tuvo como objetivo determinar las prácticas de violencia en las relaciones de noviazgo de los estudiantes del Instituto Universitario American College de la Ciudad de Cuenca, periodo 2021 - 2022. Se realizó un enfoque cuantitativo de tipo descriptivo con una muestra intencional no probabilística de 214 estudiantes que provienen de las carreras de Paramedicina, Gerontología, Comercio Exterior y Marketing Internacional, Seguridad e Higiene del Trabajo, Tecnología Superior en Turismo y Guía Nacional de Turismo, que representan el total de la población. Los instrumentos utilizados responden a una encuesta sociodemográfica de autoría propia que posibilite conocer las características de los estudiantes, además, se aplicó el Cuestionario de Violencia entre Novios (CUVINO) que aborda ocho tipos de violencia. Se identificó que el 12, 9 % de estudiantes nunca han sufrido ningún tipo de violencia en sus relaciones de noviazgo; mientras que, el 87,1% han sido víctimas de al menos un tipo de violencia durante sus relaciones de noviazgo. Se concluye que en la comunidad educativa están presentes los diversos tipos de violencia, presentándose prácticas violentas en todos los ámbitos sociales; sin embargo, coerción, desapego, humillación y castigo emocional, resaltan con mayor frecuencia de acuerdo a determinadas condiciones sociodemográficas de género, la edad, carrera, el nivel socioeconómico, procedencia, número de parejas y tipos de familias. Este estudio aporta con evidencia empírica que permite la identificación temprana de prácticas de violencia en las relaciones de noviazgo, con ello, se pretende promulgar el establecimiento de vínculos afectivos saludables.
Palabras clave: relaciones de noviazgo, amor, prácticas violentas, condiciones sociodemográficas.
Abstract: Violence in dating relationships among young people is a public health problem worldwide and affects the physical, psychological, sexual, and reproductive levels. These first relationships established in youth will decisively shape the relationships that will be established in the future. Consequently, this study aimed to determine the practices of violence in dating relationships of the students of the American College University Institute in Cuenca, Ecuador; period 2021 - 2022. A descriptive quantitative approach was carried out with a non-probabilistic intentional sample of 214 students from Paramedicine, Gerontology, Foreign Trade and International Marketing, Occupational Safety and Hygiene, Higher Technology in Tourism, and National Tourism Guide courses, who represent the entire population. The instruments used to respond to a sociodemographic survey of its own authorship makes it possible to know the characteristics of the students, in addition, the Violence Between Dating Questionnaire (CUVINO) was applied, which addresses eight types of violence. It was identified that 12.9% of students have never suffered any type of violence in their dating relationships; while 87.1% have been victims of at least one type of violence during their dating relationships. It is concluded that various types of violence are present in the educational community, presenting violent practices in all social areas. However, coercion, detachment, humiliation, and emotional punishment are the ones that stand out most frequently according to certain sociodemographic conditions of gender, age, race, socioeconomic level, origin, number of couples, and types of families. This study provides empirical evidence that allows the early identification of violent practices in dating relationships, with this, it is intended to promote the establishment of healthy affective bonds.
Keywords: dating relationships, love, violent practices, sociodemographic conditions.
1. INTRODUCCIÓN
Las relaciones de noviazgo violentas se caracterizan por la agresión de un miembro de la pareja contra el otro (Gracia Leiva et al., 2019). Pueden implicar cualquier acto de abuso intencional de tipo sexual, físico o psicológico (Rubio Garay et al., 2017), siendo prioritario integrar las diferentes modalidades de violencia en la relación (Paíno Quesada et al., 2020).
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) refieren que alrededor del 27% de mujeres entre 15 y 49 años que han mantenido una relación de pareja advierten haber sufrido algún tipo de violencia, estas estimaciones de prevalencia son obtenidas a través de testimonios expuestos por sobrevivientes y evidencian la vulneración de varios derechos humanos, evidentemente, esto repercutirá en la salud física, mental, sexual y reproductiva e incrementa el riesgo de contraer VIH, otro dato que preocupa, el 38% de asesinatos de mujeres en el mundo son ocasionados por sus parejas (Organización Mundial de la Salud, n.d.).
América Latina, es una de las regiones con una mayor incidencia de feminicidios a nivel global (Barredo Ibáñez, 2017). Investigaciones realizadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) exhiben que en al menos seis países de la región una de cada tres mujeres es o fue víctima de violencia por su pareja, se considera que estas prácticas pueden ser prevenibles (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2020). En universidades colombianas, las investigaciones revelan que aproximadamente el 60% de los estudiantes han presenciado empujones, golpes, amenazas e intimidaciones en las relaciones de pareja de su entorno, estas agresiones se imparten mayoritariamente de hombres contra las mujeres (Bonilla Algovia & Rivas Rivero, 2019).
La violencia representa grandes riesgos a escala mundial y las Instituciones de Educación Superior tiene un rol fundamental en la formación y difusión de ideologías (Zamudio Sánchez et al., 2017). En comparación con otras investigaciones realizadas sobre agresiones dentro de un vínculo afectivo, los estudios que abordan la violencia en el noviazgo en Iberoamérica son escasas; sin embargo, la información disponible alerta de importantes proporciones de violencia en la vida diaria de los jóvenes (Rodríguez Hernández et al., 2018).
En el Ecuador, las investigaciones realizadas son insuficientes, es evidente la ausencia de estudios relacionados a la violencia en el noviazgo, principalmente, en grupos etarios de adolescentes y jóvenes (Cóndor Quimbita, 2020). Determinar cuáles son los factores asociados a la violencia en las relaciones de noviazgo es fundamental para la identificación temprana de aquellas personas que se encuentran inmiscuidos en posibles grupos de riesgo (Pérez Ruíz et al., 2018).
En el Instituto Universitario American College no existen cifras concernientes sobre la violencia en el noviazgo; no obstante, en la Unidad de Bienestar Institucional reposan informes de atención primaria y de acompañamiento a estudiantes que han sufrido violencia en sus relaciones afectivas de pareja, sin vinculo marital. Por ello, la importancia de ampliar estas investigaciones en las Carreras de Paramedicina, Gerontología, Comercio Exterior y Marketing Internacional, Seguridad e Higiene del Trabajo, Tecnología Superior en Turismo y Guía Nacional de Turismo, que aporten al estudio de las prácticas de violencia presentes en las relaciones de noviazgo, entorno al análisis de factores psicosociales influyentes.
1.1. Prácticas Violentas
A nivel mundial los jóvenes alcanzan el mayor índice de representatividad en la pirámide poblacional, en tanto los diferentes organismos internacionales enfocan primordial atención en los indicadores de salud (Álvarez Illescas et al., 2019). Un problema de salud pública a escala mundial es la violencia ejercida en las relaciones de pareja, siendo precisamente esta violencia un fenómeno de grandes proporciones en este grupo etario de la población.
Diversos autores advierten que, quienes sufren violencia en la etapa de la adolescencia tienen mayor probabilidad de ser vulnerados física o sexualmente durante la vida universitaria (Penado Abilleira & Rodicio García, 2017). Analógicamente, otros autores afirman que la violencia en la etapa del noviazgo puede predecir la violencia en la etapa conyugal; por consiguiente, es relevante visibilizar este fenómeno y sus posibles mecanismos de prevención. Con frecuencia las personas agresoras y quienes sufren de comportamientos abusivos tienen dificultades para identificar la violencia, legitimando estas prácticas dentro de los vínculos amorosos establecidos (Lessinger Borges, Portella Giordani, et al., 2020).
Varias creencias y actitudes conservadoras inciden en mantener relaciones de noviazgo conflictuadas, estas se encuentran relacionadas con una concepción idealizada del amor, derivando en sesgos cognitivos que suelen invisibilizar las prácticas de violencia; de tal modo que, la manipulación y el dominio presente en una pareja violenta genera dependencia emocional, creando una especie de adicción que se explica por medio de procesos neuroquímicos y psicológicos, produciendo dolor emocional, pese al intento de aminorar el sufrimiento derivado por los abusos (Marie France, 2006).
Es fundamental el reconocimiento de cualquier tipo de violencia practicada durante una relación, en muchos casos, las personas no interpretarán la violencia como tal, normalizando estos comportamientos. Existen prácticas de violencia instituidas en la familia, en lo laboral y en lo social que son mantenedoras de algunos roles de género tradicionalmente establecidos y que pretenden justificar la violencia, representada en ocasiones con un carácter sexista (García Díaz et al., 2017). Se ha demostrado que haber sufrido maltrato psicológico en la infancia incrementa alrededor de cinco veces la probabilidad de ser perpetrador de violencia emocional y verbal en las relaciones de noviazgo juvenil (Lessinger Borges, Heine, et al., 2020), denotando factores intergeneracionales.
El rol social que desempeña cada persona determinará de manera influyente la percepción extraída sobre la violencia en la pareja (Sánchez Hernández et al., 2020). Las experiencias sufridas de violencia durante una relación de pareja serán distintas para hombres y mujeres (Pérez Sánchez et al., 2020). Estudios recientes han demostrado que la incidencia de la violencia perpetrada en las relaciones de noviazgo de los adolescentes y adultos jóvenes es mayor a la violencia consumada en las relaciones estables de convivencia, principalmente en población joven de Latinoamérica y en la población española (De la Villa Moral et al., 2017). Las relaciones de noviazgo afianzadas en la juventud configurarán de manera decisiva las relaciones que se establecerán a futuro (García Díaz et al., 2017). Es necesario construir relaciones igualitarias que posibiliten la identificación de situaciones de maltrato.
En los últimos años ha incrementado el grado de concientización pública en México y, en general, de Latinoamérica, sobre los riesgos latentes a experimentar violencia en las relaciones afectivas más íntimas (Rodríguez Hernández et al., 2018). Si bien estas interacciones deberían caracterizarse por un convivir de amor y aceptación, no están exentas de ejercer relaciones basadas en el ejercicio del poder y de la violencia. Las relaciones de noviazgo en adolescentes y jóvenes no son ajenas a esta realidad y se manifiestan en comportamientos que dañan la salud integral de estas relaciones afectivas que no poseen vinculo marital. Tanto en Estados Unidos con adolescentes de origen latinoamericano como en estudiantes de España se han observado altos índices de violencia (Rodríguez Hernández et al., 2018).
La violencia ejercida incide negativamente en la aplicación de la igualdad, el progreso y la paz de los diversos entornos sociales, provocando un deterioro en el bienestar biopsicosocial. Estudios realizados en universitarios afines a las carreras de la salud en Colombia concluyeron que existen comportamientos de dominación, aislamiento y otras conductas que son inadvertidas y que fomentan la violencia (Saldarriaga Genes et al., 2021). En el Ecuador, estudios realizados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) a través de la encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres revelan que sesenta y cinco de cada cien mujeres sufren violencia de distinta índole y cuarenta y tres de cada cien ha experimentado violencia sexual (INEC, 2019).
En la ciudad de Cuenca – Ecuador, en una universidad privada se encontró que el 16.9 % de estudiantes universitarios han sido víctimas de violencia durante una relación de noviazgo (Palacios Verdugo & Valverde, 2020). De igual modo, estudios realizados en la universidad pública de Cuenca muestran que 5,4% de los estudiantes universitarios cometieron más de un acto de violencia, mientras que el 60.2% reconoció haber incurrido por lo menos en un acto de violencia física durante una relación de pareja (Guillén Verdesoto et al., 2021).
1.2. Relaciones de noviazgo conflictivas
Numerosos autores dedicaron sus estudios hacia la conceptualización del amor, por ejemplo, en el idioma castellano la palabra amor está vinculada al arte de seducir debido al interés existente hacia la otra persona; de este modo, se podría llegar a una conciliación referente a este sentimiento que se supone estaría dentro de las relaciones románticas en el periodo del noviazgo y es que, el amor es una construcción social (Rocha Narváez et al., 2017). Muchos de los comportamientos presentes en una relación afectiva están sostenidos socialmente y, por tanto, repercuten en la vida personal e integral de todo aquel que anhela encontrar un compartir de intimidad emocional.
Desde tiempos antiguos, incluso, antes de nuestra era, se resaltaba el sentimiento del amor a través de leyendas y cultos dedicados hacia las diosas del amor, quizá ahí surgieron los primeros mitos e historias mágicas que se han ido descubriendo a lo largo de la historia. Las formas de relacionarse en la juventud han cambiado; con ello, nuevos escenarios, estilos y sistemas de comportamientos relacionados al romanticismo, en la actualidad prevalecen actitudes que exhiben la búsqueda del sentido de pertenecía basadas en la opresión al otro (Rocha Narváez et al., 2017), quizá, hoy, esas actitudes se sostienen por medio de la gran influencia sistemática de los medios de comunicación, entre ellos, las redes sociales, que reflejan a una sociedad enferma.
Las primeras relaciones amorosas inician con mayor frecuencia en la etapa de la adolescencia, etapa en la que la fertilidad y la capacidad de reproducción se tornan protagonistas, se presentan descubrimientos relacionados a la creatividad y la búsqueda de placer; todo esto, se evidencia desde los cambios que surgen en el cuerpo humano, hasta el inicio de las relaciones sociales, como compromisos afectivos, noviazgos e incluso interacciones sexuales (Azevedo Queiroz et al., 2019). El inicio de la vida sexual es un suceso clave, de este acontecimiento se podría prescribir cual será la futura trayectoria sexual en la vida de las personas (Contreras Tinoco, 2017). Un estudio realizado demostró que para las adolescentes la primera relación sexual tiene un significado de gran impacto, expresan que son ellas quienes deberían elegir a la persona idónea y que no puede ser con cualquiera; por lo que, cualquier tipo de violencia sexual dejará huellas mucho más allá de lo físico, envolverá el alma y existirá un miedo recurrente a ser violentadas nuevamente, refieren las jóvenes (Giraldo Pineda et al., 2017).
La violencia sexual es definida como aquel comportamiento, acción u omisión, cuyas formas de expresión inducen a la realización de prácticas sexuales no deseadas, aunque la más identificada es la violación (Sosa Sánchez & Menkes Bancet, 2016). Existen otras prácticas que suelen ser invisibilizadas y normalizadas, estas ejercen coerción sexual y contemplan acciones violentas en la sexualidad de las personas. Cuando nos referimos a la violencia sexual en las relaciones de noviazgo, hallazgos sostienen que las relaciones sexuales no siempre son consensuadas y que una de cada cuatro mujeres fue forzada por su compañero o pareja a iniciar su vida sexual usando la fuerza física o ejercieron excesiva presión o chantaje psicológico basado en amenazas de abandono si no acceden a tener un contacto sexual y que al menos el 50 % de estas mujeres comenzaron a tener prácticas sexuales antes de los 15 años, bajo este mecanismo de coacción (Sosa Sánchez & Menkes Bancet, 2016). Sin duda, esto revela el cometimiento de un delito y establece factores perpetuadores de vulnerabilidad en la mujer al destruir sus aspiraciones y proyecto de vida, lamentablemente, no suele ser identificado como tal, por considerar que se trata de la pareja sentimental. Además, esto deja en manifiesto otro tipo de violencia, el desapego, caracterizada por generar tristeza profunda por el alejamiento o supuesta desaparición de la pareja si no accede a sus peticiones.
Los comportamientos plasmados en las relaciones afectivas de noviazgo están orientados por acciones individuales e interpersonales que se revalidan en el medio social en el que se desarrollan, construyendo significados, creencias, opiniones y actitudes (Azevedo Queiroz et al., 2019). La violencia en general existe y se reproduce por discursos y prácticas socioculturales que en mayor o menor medida la legitiman y que se mantiene por patrones de control económico, social y cultural, emerge entonces la necesidad de deconstruir estas estructuras sociales que en muchas ocasiones están asociadas a dar solución a un conflicto a través de algún tipo de violencia, es necesario deconstruir ideologías de masculinidad tradicional en las que se originan prácticas de agresión y de normalización de la violencia, para reafirmar la misma (Sosa Sánchez & Menkes Bancet, 2016), por alguna inseguridad prevaleciente de quien la ejerce.
Justamente, es la sociedad quien asigna los roles tanto a hombres como a mujeres, aunque se considere lo contrario, estos aspectos no están determinados por la biología (Azevedo Queiroz et al., 2019); más bien, se constituyen por estereotipos, simplificaciones, ideas preestablecidas y socialmente determinadas, generalizadas por el hecho de pertenecer a uno u otro sexo. Cuando se realizan actos que dañan, someten, discriminan, ignoran o subordinan a una o varias personas por razones de género o por el mantenimiento de modelos hegemónicos de lo femenino o masculino, repercutiendo en el diario vivir, estamos evidenciando violencia de género, si bien nadie está exento de sufrir este tipo de violencia, en la actualidad las estadísticas demuestran que este problema de índole internacional afecta principalmente a mujeres y niñas (Águila Gutiérrez et al., 2016).
Paralelamente a esta realidad, estudios demuestran que las mujeres jóvenes con al menos un hijo tienen hasta un 41,2 % más probabilidades de ser violentadas sexualmente en el marco de sus relaciones de pareja que aquellas mujeres que no tienen hijos, estos datos serían una prueba irrefutable de la transgresión a la vida sexual y reproductiva de las mujeres, exhibiendo una lógica machista de valorización social de la virginidad, del estado civil de las mujeres que se convierten en madres y supuesto reestableciendo del orden social por medio de la violencia; así mismo, el índice de sufrir violencia sexual aumenta hasta un 55,8 % para aquellas parejas que resuelven sus conflictos de manera moderadamente violenta (Sosa Sánchez & Menkes Bancet, 2016).
La violencia de género despierta alertas y llamados de atención en la esfera mundial. De esto surge la obligación de los estados y organismos internacionales a promulgar tareas de concientización y del planteamiento de leyes enfocadas a minimizar la desigualdad y gestionar programas de erradicación. Es indispensable analizar las estrategias dadas en cada región, estas van desde la prevención y producción de benéficos que fomenten el acceso a la participación, a la educación y al trabajo, hasta el correcto diagnóstico de esta problemática (Ramírez Velásquez et al., 2020).
Durante la emergencia sanitaria debido al COVID 19, se modificaron las formas de relacionarse potenciando el riesgo de padecer violencia, como consecuencia del aislamiento de las interacciones afectivas con otros espacios sociales o la dificultad de acceder a servicios de ayuda. Si se analiza los datos se podría creer que existe un descenso de denuncias u homicidios (Lorente Acosta, 2020); no obstante, esto es el reflejo de que existe un gran número de delitos que no son denunciados y que no forman parte de la estadística.
Estudios realizados en universitarios colombianos detectaron que el 96,9% cometieron al menos algún tipo de accionar violento en los últimos doce meses; mientras que, el 93,2% recibieron algún acto violento por sus parejas en los últimos doce meses, observándose una mayor prevalencia como sobrevivientes en las mujeres (Perez Ruiz et al., 2020). Entre estos actos de violencia ejercida en las relaciones de noviazgo tenemos a la violencia física, estas agresiones se fundamentan en empujones, golpes o lanzar objetos hacia la pareja (León Carrión, 2017). De estos últimos datos el 62,2% expresó haber ejecutado violencia física y el 51,1% haber sido violentado físicamente a su novia o novio, no existe diferencia significativa relacionada por el género (Perez Ruiz et al., 2020).
A su vez, la violencia emocional por humillación está cimentada de amenazas, manipulaciones que afectan la confianza y el apoyo emocional en una relación de pareja (León Carrión, 2017), puede incluir el uso de palabras que van en detrimento de un sujeto en base a insultos y ridiculizaciones, esto suscita en la intimidad de la relación o delante de amigos, familiares y desconocidos. La violencia verbal presenta un mayor predominio en las acciones violentas que suscitan en una relación de noviazgo, jóvenes colombianos demostraron que un 94,8% cometió este tipo de violencia y 90,3% de los universitarios haber experimentado victimización, siendo las mujeres quienes mayoritariamente ejercen este tipo de violencia (Perez Ruiz et al., 2020).
Con la aparición de las nuevas tecnologías, también cambiaron las relaciones entre las personas, sin duda, esto favorece la creación de relaciones interpersonales, por el otro lado, entrañan nuevos riesgos que anteriormente no existían. De esta forma, estas herramientas pueden convertirse en mecanismos de control, vigilancia y peticiones que van en contra de los valores de la persona que es sujeta a la exigencia y manipulación por parte del opresor. El estudio realizado a universitarios demostró que el 56,5 % reconoció controlar a sus parejas por medio de las publicaciones realizadas y el 40 % reconoció utilizar la tecnología para conocer el dónde y con quién se encuentra la pareja (Piquer Barrachina et al., 2017).
Existen múltiples y muy variadas manifestaciones de violencia como la coerción, esta se asienta en el control de las conductas y de la voluntad de la pareja afectando su ámbito relacional. En cuanto a la violencia relacional el 63,5% de los estudiantes de una institución de educación superior reconoció haber generado falsos rumores, aparar a su novio o novia del grupo de pares, poner en contra de las amistades, realizar acciones de seguimiento y amenazas, siendo los hombres, aunque con un pequeño porcentaje de diferencia, quienes ejercen mayoritariamente este tipo de violencia (Perez Ruiz et al., 2020). Otro tipo de violencia, es la instrumental, está fundamentada por acciones deliberadas que tiene una persona para conseguir determinados beneficios para sí misma (León Carrión, 2017), mientras utiliza intencionalmente a su pareja; es decir, la principal motivación de mantenerse en la relación de noviazgo es lograr alcanzar sus propios objetivos, sin importar las repercusiones negativas que conllevarían a su pareja sentimental.
Es evidente que determinados factores sociodemográficos tienen incidencia positiva o negativa con respecto a la violencia expuesta en las relaciones románticas de noviazgo. Un estudio elaborado en distintas instituciones de educación superior de Bogotá, demostraron que los tipos de violencia con mayor frecuencia en las relaciones románticas son la violencia por coerción, humillación y por desapego; al mismo tiempo, existe algunas condiciones sociales que guardan un vínculo directo con la perpetración de algunos tipos de violencia; los hallazgos refieren que a mayor nivel socioeconómico en los hombres el reporte de violencia física, desapego, instrumental y de género, es más elevado; por el contrario, a menor nivel socioeconómico en las mujeres es más alta la frecuencia de violencia emocional, desapego, instrumental, humillación, sexual y de género (Rocha Narváez et al., 2021).
Con respecto a la tipología familiar se encontró que las familias nucleares y las familias monoparentales de cabeza masculina tiene mayor frecuencia en la violencia física, en cambio, en las familias extensas y monoparentales de cabeza femenina no contemplan una correlación significativa con algún tipo de violencia; en relación con la edad tanto hombres como mujeres ejercen mayor frecuencia de violencia emocional con el paso de la edad. (Rocha Narváez et al., 2021). No hay una sola causa que determine la violencia, siendo lo más probable que existan múltiples factores que se vinculen con cada sujeto y que repercuten de manera distinta a cada uno de ellos. Estudios definieron que el abuso de alcohol y otras drogas, conflictos en la personalidad tales como: descontrol de la ira, descontrol emocional, baja autoestima, dificultades de comunicación, celos patológicos y entornos familiares agresivos son determinantes en la violencia presentada en las relaciones (Fernández Picón et al., 2019).
Los victimarios suelen ostentar diversas tácticas para ocultar sus tendencias agresivas y en algunos casos delictivas, presentándose como sujetos socialmente probos, muchos de estos, en su etiología sufrieron la ruptura temprana de los lazos establecidos con las figuras parentales (Silva García & Lujan Bermúdez, 2019).
Existen tres fases que se presentan antes, durante y luego de ejercer violencia en las relaciones de pareja, así lo señaló una investigación desarrollada a sobrevivientes de violencia. La primera fase suele estar determinada por la incertidumbre debido a los conflictos suscitados, en esta fase se resaltan los errores de uno de los miembros de la pareja, con la finalidad de generar sentimientos de culpa, además, se sostienen argumentos sobre el supuesto mal comportamiento, esto produce tensión dentro de la relación y es parte del castigo emocional que cultiva el agresor; con ello, se anticipa a una explosión de violencia; en la segunda fase, se presenta la violencia como tal, el agresor cree tener el derecho de impartir un acto violento para castigar o dar una lección al comportamiento efectuado por su pareja; en la tercera fase, el agresor se muestra arrepentido y se compromete a no repetir la agresión (Pérez Cuervo & Martínez, Calvera, 2013). En esta última fase, surge lo que se conoce como la luna de miel, es decir, el victimario justifica y se muestra arrepentido por su accionar violento, lo que origina una aspiración de cambio y de obtener una mejor relación de pareja por parte de la víctima; sin embargo, esta aspiración suele romperse con frecuencia y el ciclo se vuelve a repetir.
En particular, el fanatismo y el consumismo son fenómenos que surgen de la interconectividad en redes sociales, y TikTok no es la excepción. El fanatismo, o la adoración incondicional de algo o alguien, pueden llevar a comportamientos extremos e incluso peligrosos. Por otro lado, el consumo desmedido de contenido digital se apodera de la mente humana y guía hacia la tendencia de compras compulsivas, así como impulsa la formación de patrones de comportamiento en el público activo.
En este artículo, se examina la relación entre el fanatismo, el consumismo y TikTok. Se analizan los factores que influyen para adquirir estas conductas y bajo una exploración descriptiva, se identifican las principales consecuencias para los usuarios inmersos en el entorno hipertecnológico; el cual, genera un efecto de amplificación y validación de las creencias entre comunidades.
2. METODOLOGÍA
La investigación utilizó un enfoque cuantitativo y es de tipo descriptivo. Se tuvo como población a los 477 estudiantes matriculados del Instituto Universitario American College de las Carreras de Paramedicina, Gerontología, Comercio Exterior y Marketing Internacional, Seguridad e Higiene del Trabajo, Tecnología Superior en Turismo y Guía Nacional de Turismo. Se trabajó con una muestra intencional no probabilística de 214 estudiantes que representan el total de la población. Para los criterios de inclusión se considerará las siguientes características: Tener más de 18 años, tener o haber tenido al menos una relación de noviazgo y aceptar participar en el estudio de manera voluntaria e informada, posterior a la presentación y aprobación del consentimiento informado. En cuanto a los criterios de exclusión, se descartó de la participación a quienes estuvieran casados.
Como instrumentos de recolección de datos se empleó una encuesta sociodemográfica de autoría propia para conocer las características de los estudiantes, quienes fueron motivo del estudio, así también se empleó el Cuestionario de Violencia entre Novios (CUVINO) que aborda ocho tipos de violencia, entre ellos: desapego, humillación, violencia sexual, coerción, violencia física, ataques al género, castigo emocional y violencia instrumental, este consta de 42 ítems con cuatro opciones de respuesta de “nunca” a “con frecuencia”; todo esto, se aplicó en línea.
El alcance de la investigación fue enfocado desde lo descriptivo esto permitió otorgar datos sobre la incidencia de la violencia en el noviazgo con estudiantes pertenecientes a la Educación Superior. Por ello, la investigación parte desde lo hipotético deductivo referente a la existencia de relaciones de noviazgo violentas.
Se consideraron variables sociodemográficas como el género, la edad biológica, la carrera, el nivel socioeconómico, el lugar de procedencia, el número de parejas en relación a vínculos de noviazgo y los tipos de familia. La variable violencia en el noviazgo es obtenida a través del análisis de las diferentes prácticas violentas ejercidas de manera intencional hacia la otra persona durante relaciones de noviazgo. El procesamiento de la información se realizó mediante el paquete estadístico IBM SPSS Statistics 21, empleando métodos provenientes de la estadística descriptiva.
3. RESULTADOS
La población estudiantil está caracterizada por diferencias significativas entre quienes nunca han tenido una relación de noviazgo, siendo un porcentaje minoritario del 8,4%; seguido de un 19,2% de quienes su estado civil es casado o casada; y con una frecuencia predominante el 72,4% de los estudiantes han tenido al menos una relación de noviazgo, de este último grupo, se obtuvo los datos que se presentan en este estudio. Atendiendo al género, se aprecian valores diferenciales significativos, siendo mayor el porcentaje de mujeres con el 62,6 %, que el de hombres con el 37,4%. La edad se orienta a un predominio en la población joven y adulta joven, así, los estudiantes entre 18 a 23 años representan el 69,7%; de 24 a 29 años el 22,6% y 30 años y más únicamente representan el 7,7%. Todas las magnitudes exhiben diferencias significativas.
El nivel socioeconómico referido es medio en un 81,3% y bajo en un 18,7% de los estudiantes, con diferencias estadísticamente significativas. El origen, según la procedencia geográfica, es predominante urbana en un 61,3% vs rural en un 38,7% de los estudiantes, siendo estas cifras significativas. El número de parejas, se evidencia mayor prevalencia en estudiantes que han tenido un menor número de parejas con vínculo de noviazgo, el 51,6% de los estudiantes han tenido de 1 a 2 parejas, de 3 a 5 el 36,1%, de 6 a 9 el 9% y solo 3,2% de 10 o más parejas. Los tipos de familias que refieren los estudiantes son: Nuclear tradicional con el 61,3%; separados/divorciados con el 15,5%; monoparentales con el 12,3%; extensa con el 10,3% y compuesta con el 0,6%. La carrera, Paramedicina en un 54,8%; Comercio Exterior y Marketing Internacional en un 18,7%; Gerontología en un 18,1%; Turismo en un 4,5%; Guía Nacional de Turismo 1,9% y Seguridad e higiene del Trabajo con el 1,9%, respectivamente.
Se identificó que el 12, 9 % de estudiantes nunca han sufrido ningún tipo de violencia en sus relaciones de noviazgo; mientras que, el 87,1% han sido víctimas de al menos un tipo de violencia durante sus relaciones de noviazgo.
Nota: Estadísticas referentes a los tipos de violencia en los estudiantes del Instituto Universitario American College.
A partir de las diversas prácticas de violencia que se producen en las relaciones de noviazgo de los estudiantes, se presenta con mayor incidencia agresiones de tipo coercitivo en un 24% y en un 21% desapego, en menor proporción y no por ello menos importante, castigo emocional con el 12%, humillación con el mismo porcentaje, 10% sexual, 9% física, 7% género y 5% instrumental. Lo que evidencia la existencia de prácticas de violencia en todos sus tipos.
Nota: Se muestra la frecuencia de los tipos de violencia ejercidos en el noviazgo de los estudiantes del Instituto Universitario American College.
Las frecuencias rara vez (ha sucedido 1 o 2 ocasiones), a veces (ha ocurrido entre 3 o 5 veces) y con frecuencia (se ha dado en 6 o más ocasiones), se presentan con mayor incidencia en los tipos de violencia por coerción con el 45% y desapego con un 40%, seguido de castigo emocional con un 25%, humillación 23%, sexual 18%, física 16%, género 14 % e instrumental con el 10%, estas tres escalas reflejan prácticas de violencia en las relaciones de noviazgo.
En cuanto a las correlaciones existentes, el 63,22% de los estudiantes que han sufrido violencia pertenecen al género femenino y 36,78% al masculino, presentándose una mayor proporción en la violencia de tipo coerción con un 14,09% en mujeres y un 9,97% en varones, de igual modo, pero en menor porcentaje de violencia tanto en mujeres y varones, le siguen instrumental con un 2,75% y 2,06%, respectivamente. La humillación se practica hasta un 5,15% más en contra del género femenino, los hombres que han sufrido 3,44% este tipo de violencia. Este patrón incremento se replica en todas las prácticas de violencia, en desapego se refleja 13,06 % vs 8,25%, sexual 6,53% vs 3,09%, género 5,15% vs 2,06%, física 5,15% vs 3,44% y castigo emocional 7,90% vs 4, 47%.
Nota: Se evidencia la violencia en el noviazgo según la edad de los estudiantes del Instituto American College.
Las victimizaciones frente a prácticas violentas asignadas con mayor frecuencia por los estudiantes oscilan entre las edades comprendidas de 18 a 23 años con un 59,10% de afectación, quienes tienen entre 24 y 29 años han sufrido un 31,62% de violencia en sus relaciones afectivas y quienes tienen más de 30 años en un 9,28%. Siendo los tipos de violencia coerción y desapego los comportamientos que más redundan en las agresiones sufridas.
La violencia en las relaciones afectivas con vínculo de noviazgo ejercida en los estudiantes del Instituto American College evidencia que en la carrera de Paramedicina los tipos de violencia mayoritariamente desplegadas son por coerción con un 13,06%, desapego con un 9,97%, humillación y castigo emocional con un 6,53%, seguido de la violencia física con un 5,15%, sexual con un 4,81%, género con un 3,78% e instrumental con 1,72%. De igual forma, en la carrera de Gerontología prevalece los tipos de violencia por coerción en un 5,15%, desapego en un 4,47%, humillación un 2,75%, sexual 2,41% y castigo emocional 2,06%, en menor proporción con género con un 1,72, instrumental 1,37% y física 0.69%. En la carrera de Comercio Exterior y Marketing Internacional el tipo de violencia con más frecuencia es desapego con un 5,15%, seguido de coerción con un 4,12%, castigo emocional 3,44%, humillación con un 2,75%, sexual y física 2,41%, género 1,37% e instrumental 1, 03%. En la carrera de Turismo la violencia por coerción tiene 1,03% de representatividad, desapego 0,69%, género, instrumental y castigo emocional un 0,34%. La carrera de Seguridad e higiene del trabajo prevalece coerción y desapego con 0,69%, seguido de física e instrumental con un 0,34%. La carrera de Guía Nacional de Turismo presenta únicamente violencia por desapego con un 0,34%.
Nota: Se exponen los tipos de violencia ejercidos en las relaciones de noviazgo de los estudiantes en relación con la auto identificación del nivel socioeconómico.
Se observa que el nivel socioeconómico medio, todos los tipos de violencia son infringidos con más frecuencia hasta en un 16% en comparativa con el nivel socioeconómico bajo. Los estudiantes de nivel socioeconómico medio han sufrido violencia en un 81%, prevaleciendo la violencia por coerción con un 20%; no obstante, los estudiantes con un nivel socioeconómico bajo los datos muestran un 19% de afectación por los diferentes tipos de violencia, prevaleciendo coerción y desapego con un 4%. No existe estudiantes con un nivel socioeconómico alto.
Nota: Se analiza los diferentes tipos de violencia vigentes en las relaciones de noviazgo de acuerdo la procedencia de los estudiantes
Los resultados demuestran que los estudiantes urbanos que reflejan más agresiones que quienes proceden de zonas rurales. De esta manera, quienes pertenecen a lugares urbanos exhiben haber sufrido violencia hasta en un 61,18%, siendo coerción la mayor prevalencia con un 15,12%, continua la violencia por desapego con un 12,03%, castigo emocional con un 7,22%, humillación 6,87%, sexual y física con un 6,19, género con un 4,12% e instrumental con un 3,44%. Los estudiantes rurales evidencian que el 38,82% fueron violentados por sus parejas afectivas, predominando la violencia por desapego en un 9,28%, le prosigue coerción en un 8,93%, humillación y castigo emocional en un 5,15%, sexual en un 3,44%, género en un 3,09%, física en 2,41% e instrumental en un 1,37%. Denotando que, si bien, se presentan diferencias significativas según la procedencia, se presenta todos los tipos de violencia en las dos áreas.
La violencia practicada en los estudiantes del American College de acuerdo al número de parejas, se refleja que quienes tuvieron entre 3 a 5 parejas son el grupo que mayor violencia recibieron por sus parejas con un 44% del total de la muestra, con un porcentaje muy similar de un 42% quienes tuvieron entre 1 a 2 parejas y disminuye a 8% para quienes tuvieron entre 6 y 9 parejas, finalmente en un 6% a quienes tuvieron más de 10 parejas.
Nota: Se determina la violencia en el noviazgo según los tipos de familia de los estudiantes del Instituto American College.
Se identifica que familia nuclear representa el 59,44%, la familia monoparental el representa el 11,34%, la familia de separados o divorciados representa el 17,86% y la familia extensa representa el 11,35% de los estudiantes que son víctimas de algún tipo de violencia, estas familias demuestran un mismo patrón, coerción y desapego ostentan una incidencia superior en la frecuencia. A su vez, los tipos de violencia en estudiantes provenientes de familias nucleares con menor incidencia son humillación con el 7,90%, castigo emocional con el 7,56%, física con el 5,84%, sexual con el 5,15%, género con el 4,47% e instrumental con el 2,06%. Así mismo, los estudiantes provenientes de familias monoparentales reflejan menor proporción en las violencias de tipo castigo emocional con el 1,72, sexual con el 1,37%, humillación con el 1,03%, física e instrumental con el 0,69%, concluyendo con género con el 0,34%. Los estudiantes provenientes de hogares con padres separados o divorciados denotan porcentajes de violencia inferiores en las relaciones de noviazgo de tipo castigo emocional con el 2,41%, género e instrumental con el 1,72%, finalizando con el 3,37% en sexual, humillación y física. En cuanto a los estudiantes provenientes de familias extensas proyectan haber vivido agresiones en las relaciones afectivas, en menor proporción, en las violencias de tipo sexual y humillación con el 1,72%, violencia física, de género y de castigo emocional con el 0,69% y, por último, con el 0,34% violencia instrumental.
4. DISCUSIÓN
Se pudo contrastar que el 87,1% de los estudiantes del Instituto Universitario American College que tuvieron al menos una relación de noviazgo han sufrido uno o varios tipos de violencia durante sus relaciones afectivas, en comparación con los estudios realizados por el INEC. (2019), donde revelan que el 65% de las mujeres advierten haber sufrido algún tipo de violencia y la investigación realizada por Guillén Verdesoto et al. (2021), en una universidad pública de la localidad, donde el 65,6% de los estudiantes aseguraron haber infringido violencia en sus relaciones, se revelan cifras alarmantes, denotando atención el porcentaje elevado de violencia que presenta el Instituto Universitario en su población joven y adulta joven. A su vez, Palacios Verdugo & Valverde (2020), se contrapone con la investigación realizada en otra universidad de la localidad, donde el índice de violencia en relaciones afectivas de noviazgo es de del 16,9%.
Para Rocha Narváez et al. (2021), en el estudio elaborado en varias universidades de Bogotá, se menciona que los tipos de violencia que se propician con mayor frecuencia en las relaciones románticas son coerción, humillación y desapego. Estos datos son similares a los obtenidos en este estudio, mostrando que coerción contempla una representatividad del 24%, desapego con el 21%, humillación y castigo emocional con el 12% de incidencia del total de los tipos de violencia presentados. Sobre la violencia sexual el INEC. (2019), expone que el 43% de las mujeres lo han experimentado, de igual modo, Sosa Sánchez & Menkes Bancet (2016), refiere que una de cada cuatro mujeres fue violentada sexualmente al ser forzada por su pareja a realizar actos sexuales; mientras que, la frecuencia de violencia sexual ejercida en los estudiantes del American College alcanza el 10%, evidenciando diferencias marcadas entre estas investigaciones.
La información extraída en colombianos de educación superior, por Pérez Ruiz et al. (2020), reporta 62,2% reconoció ser un agresor físico y el 51% ser víctima de este tipo de violencia en sus relaciones de noviazgo, aunque no existe diferencia significativa relacionada de estas agresiones de acuerdo al género. En contraste con el Instituto American College, la información obtenida refleja que la violencia física representa en un 9%, diferenciándose notablemente en sus valores estadísticos, anteriormente presentados; no obstante, en esta investigación existe una mayor proporción de violencia física que es transgredida en las mujeres con el 1,71% de distancia a las prácticas de violencia ejercidas en los hombres.
Destaca Bonilla Algovia & Rivas Rivero (2019), que aproximadamente el 60% de los jóvenes universitarios colombianos aseveraron haber observado empujones, golpes, amenazas e intimidades en las relaciones de noviazgo de su entorno, asegurando que estas agresiones se realizaban predominantemente de hombres contra mujeres. Estos datos son similares con los de este estudio donde el 63,22% de los estudiantes que han sufrido violencia pertenecen al género femenino y 36,78% al masculino.
Según Pérez Ruiz et al. (2020), en su estudio desarrollado en estudiantes de Colombia recoge que 96,9% cometió al menos un acto violento en los últimos doce meses y el 93,2% haber recibido algún acto violento por sus parejas en los últimos doce meses, teniendo en su mayoría como sobrevivientes a las mujeres; así mismo, Águila Gutiérrez et al. (2016), menciona que la violencia de género es un problema intencional; no obstante, señala que este tipo de violencia afecta principalmente a mujeres y niñas.
En otra dirección, en este estudio, la humillación se practica hasta un 5,15% más en contra del género femenino, mientras tanto, para Pérez Ruiz et al. (2020), la violencia verbal como parte de la humillación se ejerce en gran medida por las mujeres.
En la población estudiantil del American College la violencia de acuerdo el nivel socioeconómico, se demuestran hallazgos que en el estrato socioeconómico medio es donde se imparten con mayor periodicidad todos los tipos de violencia, siendo la coerción el tipo de violencia con más prevalencia y en el estrato socioeconómico bajo resaltan coerción y desapego, estas acciones afectan principalmente a las mujeres.
El estudio realizado por Rocha Narváez et al. (2021), refuta con su estudio, reportando que los hombres que pertenecen a un nivel socioeconómico elevado sufren en mayor parte violencia física, desapego, instrumental y de género, por el contrario, a menor nivel socioeconómico en las mujeres es más alta la frecuencia de violencia emocional, desapego, instrumental, humillación, sexual y de género. Por otro lado, el mismo autor señala que la violencia aumenta en mujeres y hombres con el paso del tiempo, a diferencia de los estudiantes del instituto que las victimizaciones de violencia entre las edades comprendidas de 18 a 23 años son altas con un 59,10% de afectación y disminuyen en edades superiores.
En cuanto al tipo de familia y su relación con la violencia, se evidencia que la nuclear representa el 59,44%, monoparental el 11,34%, separados o divorciados el 17,86% y extensa el 11,35% de la población estudiantil que son víctimas de algún tipo de violencia, en estas familias coerción y desapego ostentan una incidencia superior en la frecuencia. Por otra parte, Rocha Narváez et al. (2021), encontró que las familias nucleares y monoparentales de cabeza masculina tiene mayor frecuencia en la violencia física, en cambio, en las familias extensas y monoparentales de cabeza femenina no contemplan ninguna correlación acorde a los tipos de violencia.
5. CONCLUSIONES
Se concluye que en las relaciones de noviazgo de los estudiantes del Instituto Universitario American College se presentan todos los tipos de violencia, lo que genera riesgos latentes en el bienestar biopsicosocial. Estas prácticas no suelen ser visibilizadas; por lo que, es necesario el reconocimiento de este problema de salud pública y el trabajo mancomunado en tareas de prevención y de mecanismos de acción frente a la violencia de pareja.
La violencia en el noviazgo existe en todos los ámbitos y condiciones sociales; sin embargo, existen tipos de violencia que resaltan con mayor frecuencia tales como: coerción, desapego, humillación y castigo emocional. Es notable que la violencia ejercida se genera con más proporción en la población de mujeres, en las edades comprendidas entre 18 a 23 años, con un nivel socioeconómico medio y de procedencia urbana, entre quienes ha mantenido un menor número de parejas y que provienen de familias nucleares.
Es necesario ampliar los estudios referentes a la violencia en las relaciones de noviazgo y trabajar en acciones que vayan enfocadas a la psicoeducación, con la finalidad de construir conjuntamente con la población estudiantil estrategias que permitan la identificación temprana de prácticas violentas que pongan en riesgo el bienestar físico, psicológico, sexual y reproductivo; con ello, posicionar estilos de vida más saludables
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