Artículos de investigación
Recepción: 20 Enero 2023
Aprobación: 09 Junio 2023
Resumen: En este artículo se aborda el tema de la migración internacional en la década de 1990, de México a Estados Unidos, integrando la perspectiva de cinco mujeres que la experimentaron. Por medio de la metodología de investigación cualitativa, particularizada en la investigación narrativa, se expone cómo fue su experiencia y desde ahí se analiza la autoimagen de la mujer migrante, así como los imaginarios de la migración o imaginarios migratorios. La hipótesis de este artículo es que desde las narrativas personales de estas experiencias se puede comprender, desde otro lugar, el contexto cultural y social en el que están insertas. Esta aproximación cualitativa y basada en las artes permite delinear los procesos a nivel microsocial y comprender a mayor profundidad los fenómenos, dando voz a las implicadas. Este artículo pretende dar visibilidad a las mujeres dentro del fenómeno migratorio, desde su propia voz, a partir de la recuperación de sus vivencias. El empoderamiento de estas mujeres comienza con el imaginario de la migración. Posteriormente a la llegada, y durante los primeros meses, se da una oposición entre el imaginario esperado y la nueva realidad a la que se enfrentan; los cambios deseados no se producen inmediatamente y existe una dificultad para comprender los nuevos códigos culturales y sociales. Tiempo después, cuando comienza la adaptación y las mujeres desarrollan habilidades para ello, continúa y se afianza dicho empoderamiento.
Palabras clave: migración, imaginario, mujeres, empoderamiento, investigación narrativa, experiencia, violencia.
Abstract: This article addresses international migration from Mexico to the United States during the nineties, from the perspectives of five women that went through it. It presented their experiences through qualitative methodologies and, specifically, narrative research. From these experiences, I analyze the self-image of the migrant woman, as well as their imaginaries of migration or migratory imaginaries. The main hypothesis is that these personal narratives allow for a comprehension, from a different standpoint, of the cultural and social context that they are part of. This qualitative and arts-based approach lets us portray the migratory processes at a micro social level and offer a deeper understanding of the phenomena by taking the voice of the implicated into account. The research aims to draw attention to women within the migratory process, through their own voice, and through the recollection of their life experiences. The empowerment of these women starts with the imaginary of migration. After arrival, and during the first few months, there is a contraposition between the expected imaginary and the new reality faced; expected changes are not produced immediately and there is a difficulty to understand the new social and cultural codes. Later on, when adaptation begins and these women develop new abilities, empowerment continues and eventually consolidates.
Keywords: Migration, imaginary, women, empowerment, narrative inquiry, experience, violence.
Introducción
En este artículo es un resultado derivado de la investigación de mi tesis doctoral Trazando líneas y contando historias. Investigación biográfica narrativa en torno a experiencias femeninas de migración México-California (García Crispín, 2015). En ella recupero los imaginarios que se producen desde los recuerdos y procesos de narración de cinco mujeres, Lucero, Carolina, Rosa María, Gladys, Lety y Rosa María, además de sus experiencias de migración de México a California que tuvieron lugar a finales de la década de 1980 y principios de la década de los 2000. Las entrevistas tuvieron lugar entre el 2011 y el 2015 en distintos lugares del sur de California.
Los imaginarios y el viaje en la experiencia de migración
Antes de adentrarme más en el artículo quisiera presentar a las cinco mujeres. A petición de ellas, los nombres aquí publicados son seudónimos. Lucero es una mujer jubilada. Al preguntarle su edad, respondía que tiene “entre 70 y 80 años”. Es soltera y tiene cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. Su lugar de origen es el estado de Zacatecas, México, aunque vivó algunos años en la Ciudad de México. Al momento de la entrevista llevaba más de 30 años viviendo en Estados Unidos. Carolina, quien en 2011 tenía 42 años, estaba casada y tenía cuatro hijos. Su lugar de procedencia era un pequeño pueblo de Jalisco. Llevaba viviendo aproximadamente veinte años en Estados Unidos. Rosa María tenía 50 años en nuestro primer encuentro de entrevistas (2011). Estaba casada y con cuatro hijos: dos hombres (de 25 y 23 años) y dos mujeres (de 14 y 12). Es originaria de Jalisco y llevaba viviendo aproximadamente veinticinco años en Estados Unidos. Trabajaba limpiando casas y, según sus propias palabras, hablaba inglés “medio mocho”. Gladys prefirió no dar detalle de su edad. Al iniciar las entrevistas estaba jubilada de trabajar en limpieza de casas, casada y con tres hijos. Su lugar de origen es Durango y llevaba alrededor de 37 años viviendo en Estados Unidos. Entonces ya estaba dedicada al hogar y mencionaba que hablaba poco inglés, aunque “sí entendía”. Al momento de la primera entrevista (2011) Lety tenía 63 años, estaba divorciada y tenía dos hijos en sus treintas, llevaba ya casi 40 años viviendo en Estados Unidos; es procedente de Zacatecas y relata que vivió por quince años en la Ciudad de México.
El instrumento de recolección de información estuvo basado en la entrevista a profundidad, utilizando como técnicas el relato biográfico y la línea de la vida gráfica. Fueron entrevistas semiestructuradas, no conformadas de manera rígida, pero con el mismo modelo para todas las participantes. Iniciaban con algunos datos básicos tales como nombre, edad, estado civil, lugar de procedencia, número de hijos, años y estatus de inmigración, idioma y ocupación. Las entrevistas se componían de cuatro momentos clave: el primero, la realización de la línea de la vida gráfica y a través de ella la narración de su relato de vida; el segundo, la elección de las experiencias que consideraran más significativas de sus vidas y crear un arte, dibujo o imagen acerca de ellos; un tercer momento consistía en acomodar la línea de la vida gráfica y los artes/dibujos creados, de manera que se pudieran observar simultáneamente y, a partir de ellos, reflexionar; finalmente, en un cuarto momento nos enfocábamos en el tema del arte y el proceso creativo-artístico.
Estas entrevistas fueron realizadas entre 2011 y 2015, las narraciones de las experiencias se producen años después haber migrado, cuando ha pasado suficiente tiempo de que ya se han establecido y arraigado en Estados Unidos. Ellas recuerdan su historia de vida; a veces, re-narran las mismas experiencias desde diferentes momentos y encuentros conmigo. Volver a un recuerdo en diferentes ocasiones deja ver tanto las experiencias de su vida cotidiana actual como los nuevos modos de narrarlo, recordarlo e imaginarlo; la memoria, entonces, se vuelve un acto creativo.
La investigación narrativa es un enfoque específico de la investigación cualitativa que utiliza la biografía, relatos o historias de vida tanto como modo de recogida de información, como para su análisis. La investigación narrativa tiene como objetivo estudiar las experiencias y significados de las vivencias de las personas y comprende que estas se expresan por medio de relatos que a, su vez, están localizados cultural y socialmente (Fernández-Núñez, 2015; Hernández et al., 2014). De este modo, “lo biográfico se pone en contexto, lo que permite generar conocimiento social desde la experiencia individual (…) lo que se hace mediante la entrevista es tratar de situar los sucesos en su devenir histórico y social” (Sancho et al., 2012, p. 155).
Al utilizar esta metodología para el estudio del fenómeno migratorio es posible conocer no solo las acciones, también los razonamientos y motivos de las mujeres, de tal manera que construyan sus relatos y les den sentido a sus experiencias. Para Arjun Appadurai (2001), el imaginario es construido por aspiraciones y representaciones colectivas que parten de la agencia de la imaginación como hecho social:
La imagen, lo imaginado, el imaginario: estos son términos que apuntan hacia algo verdaderamente crítico y nuevo en los procesos culturales globales: me refiero a la imaginación como práctica social (…) La imaginación se volvió un campo organizado de prácticas sociales, una forma de trabajo (tanto en el sentido de realizar una tarea productiva, transformadora, como en el hecho de ser un práctica culturalmente organizada), y una forma de negociación entre posiciones de agencia (individuos) y espectros de posibilidades globalmente definidos. (…) Ahora, la imaginación es central a todas las formas de agencia, es un hecho social en sí mismo y es el componente fundamental del nuevo orden global. (pp. 44-45)
La migración de mexicanos a Estados Unidos entre la década de 1980 y principios de los 2000 fue distinta a como es hoy en día. Después de una de las devaluaciones más importantes del peso mexicano y bajo una gran crisis económica, la migración al país del norte aumentó. En este tiempo estaba cargada de estereotipos como el del latino, el cholo, el chicano o el migrante exitoso; sobre todo, influenciados por el imaginario del “sueño americano” que incluía imágenes como una bonita casa en un suburbio americano, coches último modelo, ropa linda, mejores trabajos, buena educación, negocios exitosos y mayor libertad.
Previa a su migración internacional, estas mujeres migran de manera interna en México. Originarias de contextos rurales o indígenas y siendo jóvenes, algunas de ellas con hijos, e insertas en un complejo sistema de pobreza económica, de educación y de servicios básicos, aunada a la violencia estructural, física, psicológica y sexual; consideran la migración interna como una posibilidad de mejorar su situación. Sin embargo, al menos en estos casos, al poco tiempo el nuevo entorno se convierte en una pesada red de opresión donde su capacidad de agencia se ve constantemente coartada. Al no ver perspectivas de cambio verdadero, partir del país de origen se vuelve la mejor opción.
Carolina narra cómo ella se dio cuenta de que ya no podía seguir en el mismo lugar. Había “llegado hasta el tope” –de acuerdo con sus propias palabras–, y decidió darse una oportunidad e irse “para el norte”:
No podías hablar para nada porque te callaban y, si no, te pegaban. Pero era una represión terrible, no podía defenderme con nadie. No sé si me dañaban. Sí, me dañaban, no podía defenderme, lo único que hacía era llorar. Entonces si te van lastimando tu vida, o sea, te encuentras con personas que te lastiman, no te puedes defender, no me podía defender para nada, entonces todo eso me fue, me iba cerrando, me hacía hermética. (…) Más hermética, por eso te digo que para mí fue un cambio muy bueno venir acá. Aparte de eso, porque me di cuenta en qué estación estaba de mi vida: de hermetismo, también conmigo misma, con el yo que quería aparentar, quizás. Te digo, el decir “yo puedo y lo voy a hacer, nadie me va a hacer daño”. (Carolina, comunicación personal, 2014)
Estas formas de migración se entretejen de modos complejos, y resultan en desplazamientos que cruzan la imaginación, el miedo o una situación intolerable. Arjun Appadurai ya las delineaba en 1996 (fecha de publicación del texto original) del modo siguiente; la distancia temporal ha imbricado estas formas que Appadurai (2001) concebía separadas:
Cada vez parece que más gente imagina la posibilidad de que, en un futuro, ellos o sus hijos vayan a vivir o a trabajar a otros lugares, lejos de donde nacieron. Esta es la resultante del aumento del índice migratorio, tanto en el nivel de la vida social nacional como global. (…). Finalmente, está el caso de aquellas personas que se mudan en busca de trabajo, riquezas y oportunidades a raíz de que sus situaciones se volvieron intolerables. (p. 21)
En este contexto las mujeres deciden migrar para tener la oportunidad de vivir una vida distinta y un futuro no predeterminado por las condiciones sociales y económicas de la situación de donde provienen. Darse una oportunidad de una vida distinta, no conformarse, salir adelante, luchar, poder ser diferentes, alcanzar algo que en su lugar de origen sería imposible de lograr. Una oportunidad, primero, por ellas mismas, pero también por sus hijos e hijas, por sus familias y por un futuro distinto.
Si bien es una decisión individual que busca fortalecer su capacidad de agencia, está motivada por un vuelco hacia el futuro, la oportunidad y la esperanza para su familia e hijos. Le anteviene el pensar que otra vida es posible y que sus condiciones pueden mejorar. Esta decisión, que implica riesgos, se toma en contrapartida con el contexto de pobreza, violencia, desigualdad e injusticia.
Desde antes de decidir viajar al país del norte, estas mujeres tienen ciertas imágenes de cómo es el “otro lado”, de cómo es cruzar la frontera y de cómo podría ser su vida en Estados Unidos, es decir, los imaginarios de la migración internacional. La migración y el ser migrante como fenómeno humano está lleno de imágenes, representaciones, símbolos, historias, de supuestos que emergen a lo largo de sus narraciones.
Los imaginarios de la migración internacional son muchos: como viaje, del “otro lado”, así como los imaginarios que luego aparecen sobre “el lado de acá”. De este modo, se entretejen una diversidad de imágenes, representaciones y fantasías. Por su parte, en el imaginario del país propio se mezclan ideas de pobreza, violencia, de que “en México no hay trabajo”, “solo se puede llegar hasta cierto punto”, “el conformismo”, o “toda la gente tiene su necesidad, pues, de venirse para acá” (Lucero, comunicación personal, 2012).
De esta manera, se multiplica el imaginario a nivel micro social y a gran escala a través de los medios de comunicación. Según Cornelius Castoriadis (2013), el imaginario social y de época determina e instituye una serie de prácticas que van más allá de la funcionalidad, estructura el sentido y las significaciones:
La funcionalidad toma prestado su sentido fuera de ella misma (…) Este elemento, que da a la funcionalidad de cada sistema institucional su orientación específica, que sobre determina la elección y las conexiones de las redes simbólicas, creación de cada época histórica, su manera singular de vivir, de ver y de hacer su propia existencia, su mundo y sus propias relaciones (…) –este elemento no es otra cosa que lo imaginario de la sociedad o de la época considerada–. (p. 234)
Ahora bien, siguiendo a Albarrán y Manero (2010), la migración no resulta un fenómeno que se da exclusivamente en el terreno de la funcionalidad económica –ganar más dinero–, sino que se conforma también de un imaginario del viaje y la vida en el otro país.
El proyecto de ir a trabajar a Estados Unidos está impregnado de una serie de significaciones cuya densidad desborda –y con mucho– la idea de que migrar es solo para ganar dólares. Es cierto que se inicia la travesía al norte para ganar dinero, pero hay algo más que moviliza grandes contingentes de indocumentados dispuestos a arriesgar la vida. En ese “algo más” están implicados los deseos, las fantasías, los mitos, las utopías y las esperanzas de los migrantes, y son expresiones de su subjetividad y de sus atravesamientos imaginarios y simbólicos, constitutivos al mismo tiempo de su dimensión institucional. (p. 180)
Los relatos de Carolina, Gladys, Lety, Rosa María y Lucero narran cómo su experiencia de migración no es motivada únicamente por fines económicos o para conseguir mejores empleos, sino que responde a una multiplicidad de factores. La migración es un turning point, o punto de quiebre, en sus vidas que se extiende en todo el proceso desde su conceptualización, el viaje, la llegada, la adaptación, la reunificación, hasta el crecimiento de la familia en el nuevo territorio. La migración como experiencia de vida conforma la subjetividad.
Migración: imaginarios y capacidades de agencia
En estos relatos el imaginario de la mujer migrante es aquella persona exitosa, quien a pesar de los obstáculos logra vivir el sueño americano; lucha, aguanta, logra resistir y “la hace”. Así, la imagen social del migrante se va conformando, compartiendo y robusteciendo, y oscila entre el éxito económico y material, la esperanza, el sufrimiento y la lucha de quien se va buscando oportunidades, muchas veces no solo para sí, si no para sus seres queridos.
Carolina dice “un migrante es una persona valiente, una persona soñadora, es admirable. Cuando una persona va a perder el miedo, ir, aunque tengan miedo, pero el ver qué hay más allá es de valor” (comunicación personal, 2012). Esta imagen refiere al mismo tiempo el ser migrante y a ella misma.
Por medio de los relatos y líneas de vida, he notado que el empoderamiento de estas mujeres comienza con el imaginario de la migración. Dicho imaginario las ha llevado a tomar conciencia de que hay otras posibilidades y que pueden existir mundos distintos sin tanta pobreza y violencia. Más allá de una fantasía individual, la imaginación conlleva un sentido de la acción y transformación:
(…) la idea de la fantasía, inevitablemente, connota la noción del pensamiento divorciado de los proyectos y los actos, y también tiene un sentido asociado a lo privado y hasta a lo individualista. La imaginación, en cambio, posee un sentido proyectivo, el de ser un preludio a algún tipo de expresión, sea estética o de otra índole. La fantasía se puede disipar (puesto que su lógica es casi siempre autotélica), pero la imaginación, sobre todo cuando es colectiva, puede ser el combustible para la acción. Es la imaginación, en sus formas colectivas, la que produce las ideas del vecindario y la nacionalidad, de la economía moral y del gobierno injusto, lo mismo que la perspectiva de salarios más altos o de la mano de obra extranjera. Actualmente, la imaginación es un escenario para la acción, no solo para escapar. (Appadurai, 2001, p. 23)
El proceso de empoderamiento comienza con el imaginario de una “mujer con más posibilidades” y un “mejor lugar”, concretado en la decisión del viaje. En estos relatos he notado cómo los procesos migratorios pueden conllevar al empoderamiento de la mujer. Este inicia en el momento de tomar la decisión de salir de una red de opresión, de no quedarse en un sistema que las lleva a depender, a estar sujetas o sometidas, tanto a un régimen patriarcal, como a un hombre en particular, ya sea el padre, esposo u otro hombre de la familia. Kabeer (1999) define al empoderamiento como la expansión de la habilidad de tomar decisiones estratégicas en la vida, en un contexto en donde esta posibilidad fue negada previamente.
La mayoría de ellas decide migrar como una acción consciente y pensada previamente. A pesar de que las emociones antes de emprender el viaje son variadas: miedo, enojo, esperanza, alegría, incertidumbre e ilusión; muchas veces conociendo los riesgos o dificultades a las que se podrían llegar a enfrentar –casi siempre de acuerdo con las advertencias o los consejos de algún familiar–. Esta idea aleja la noción de las mujeres como víctimas o sujetos pasivos dentro del fenómeno migratorio y las pone en el lugar de agentes primordiales en él. Su viaje consolida un cambio, no solo para ellas mismas y sus familias, sino para sus comunidades y países.
Aún en los casos cuando emigran con su pareja o casadas, la migración, en conjunto con otros procesos sociales, comunitarios o religiosos, les permite desarrollar una mayor independencia que si se hubiesen quedado en México. Estas mujeres se emancipan de los roles tradicionales o comunes en sus culturas de origen. La hazaña que implica cruzar la frontera, tanto en el sentido real, como en el sentido simbólico, las dota de confianza en sí mismas: “El haberme venido aquí, sacó de mí que era una mujer fuerte que pudo salir adelante. Ya no me sentí como que era un avestruz con el ala metida” (Lucero, comunicación personal, 2012).
Tanto los imaginarios de la migración, como el fenómeno migratorio México-Estados Unidos, son sostenidos por la conexión de redes entre personas que previamente migraron como familiares, amigos, y conocidos, quienes a su vez desarrollan y reproducen los imaginarios[1]. Los destinos preferentemente elegidos, son aquellos donde ya se encuentra establecido un familiar o amigo, quien los acogerá. Este es el primer aterrizaje contenido por algún familiar, Carolina llegó a casa de uno de sus hermanos, quien residía en Los Ángeles:
En aquella casa en lugar de amor había puro desamor. ¡En ese tiempo hasta los árboles se veían tristes! Haz de cuenta, me sentía como un pájaro… un pajarito... con sus alas bien atadas porque ya no pude volar; era libre, muy libre, hacía lo que quería, estudiaba, trabajaba, a nadie le pedía permiso, nada más avisaba (…) dije, óyeme, me vengo de allá huyendo de todos y vengo aquí y me encuentro también con lo mismo, no. (Comunicación personal, 2012)
En aquella casa en lugar de amor había puro desamor. ¡En ese tiempo hasta los árboles se veían tristes! Haz de cuenta, me sentía como un pájaro… un pajarito... con sus alas bien atadas porque ya no pude volar; era libre, muy libre, hacía lo que quería, estudiaba, trabajaba, a nadie le pedía permiso, nada más avisaba (…) dije, óyeme, me vengo de allá huyendo de todos y vengo aquí y me encuentro también con lo mismo, no. (Comunicación personal, 2012)
En el mismo sentido Lucero menciona:
Pues aquí cuando me vine no eran las cosas color de rosas, pues como empezamos de llegar ni con un vestido, ni con algo de vestir, ni dónde dormir, ni nada. Ya cuando empezaron a cambiar las cosas fue cuando empezamos a evolucionar, a agarrar trabajo. (Lucero, comunicación personal, 2011)
Los imaginarios se confrontan con la realidad de su llegada y su adaptación en los Estados Unidos, lo que puede traer sentimientos de soledad y frustración:
Cuando llegué aquí, a Estados Unidos, no hablaba inglés, tenía mi carrera allá y venía con otra meta acá, y al ver que no era para nada la meta que tenía, eso te frustra. Tener que volver a empezar desde el suelo, querer construir algo cuesta; sin embargo, se puede. Cuando llegué aquí a Estados Unidos, me sentí como en rejas, como en una cárcel, así me sentí por un tiempo (…) me entró el coraje más; para qué me vine, porqué me vine para acá, el “si yo me hubiera quedado allá”, el “si yo hubiera”, para qué me vine, el arrepentirme, el no aceptar que me había venido a un país diferente, el que yo quería trabajar y que no, no. (Carolina, comunicación personal, 2012)
El viaje y la llegada
A su llegada, se encuentran con diversos estereotipos y con el imaginario que los “gringos” tienen de los mexicanos y de los emigrantes, de los ilegales, de los chicanos, los latinos (como grupo homogéneo), los mojados, las pandillas, de los traficantes de drogas, de jornaleros, de pobres y de indios.
Las primeras semanas y meses resultan los más difíciles, es complicado encontrar un buen trabajo debido a la falta de papeles y sin saber el idioma, aun a pesar de contar con redes de familiares y conocidos, por lo que suelen empezar con trabajos irregulares y mal pagados, principalmente en el campo, en fábricas o maquiladoras, o en el trabajo doméstico. Es entonces cuando la frontera pasa de ser física a imaginaria; como lo menciona Anzaldúa (1987), las fronteras ahora son psicológicas, sexuales y lingüísticas.
(…) el empezar otra vez en mi carrera, de emigrante, en este lugar. Pero pues, te digo, yo como quiera ya tenía unas bases, unas bases firmes. Empecé. Ah, mi hermano me enseñó a manejar… fue cuando empecé. Al principio me iba en camión, me iba a pie a la 5 de la mañana para agarrar el camión. Tuve que empezar desde el suelo y poner mi mente, decir: ok, no estás en México, no tienes carro, no tienes nada, tienes que echarle ganas. Empecé trabajando en una fábrica, inspeccionando ropa y con el miedazo y todo de irme a las 5 de la mañana en un camión, bajarme sola, caminar por caminos oscuros. Mira, me duele la cabeza nada más pensarlo. (Carolina, comunicación personal, 2012)
Haber venido a Estados Unidos cambió todo, dices que no extrañas el tuyo pero sí, allá es bonito. Cuando vine a dar aquí se me hacía raro, me preguntaba qué hacía, con el tiempo me fui acostumbrando. Hay momentos que todavía vivo en Simi Valley que me parecen raros. Ya me acostumbré aquí, aunque al principio era raro. (Gladys, comunicación personal, 2011)
Visto a través de las miradas de aquellos que se quedan en México, los que logran cruzar “ya están del otro lado”, lo que representa en el imaginario un logro automático y la concreción de un sueño. Sin embargo, para quienes realmente llegan a Estados Unidos, el cruce es apenas el principio de un largo y complejo viaje, lleno de obstáculos y piedras y para el cual muchas veces no estaban preparadas. Al respecto, Carolina narra en torno al siguiente dibujo: “Las piedras son cuando vine a encontrarme con la familia, que no era mi familia, ¿verdad?, el conocer personas de diferente, diferente pensamiento” (comunicación personal, 2012).
Con el tiempo, las experiencias de llegada e inserción en la nueva sociedad son cuestionadas y comparadas con su vida en el país de origen. De esta manera, surgen imágenes de México antes de migrar y después de migrar, de cómo sería su vida si no hubieran migrado, de cómo serían ellas mismas o sus hijos si se hubieran quedado y deviene una visión crítica de su país de origen. En este sentido, ellas reflexionan sobre el hecho de migrar como un acto de resistencia y buscar irse de México para no permitir que ocurrieran cosas que allí parecían inevitables.
Yo pienso que sí, a la mejor, [mis hijos en México] hasta se hubieran inmiscuido con otros muchachos malosos de ahí de la cuadra, yo pienso que sí. No se miraba otra cosa, no tenían otra, otro patrón de vida, sino que a todos los miraban y hacían lo mismo, yo me imagino. Y luego que su papá, también, no les hacía caso ni nada y yo tampoco tenía tiempo de –ni siquiera aquí porque estaba trabajando– pero no tenía mucho tiempo de hablar con ellos. (…) Pues yo no sé por qué, pero el país, mira yo no digo nada de México está muy bonito y todo, pero allá no hay, no hay más oportunidad en el aspecto de una mujer ya con hijos, casada y todo eso. (Lucero, comunicación personal, 2014)
El recordar el lugar de origen, se convierte en la evocación del lugar del que tuvieron que escapar, porque simplemente no había mejores oportunidades para ellas y sus familias. Es el lugar que las expulsa a través de la pobreza y la violencia, y que guarda un estado de privilegios para algunos cuantos, mientras la mayoría queda sin salida o “en la necesidad”.
Ser diferente es ser tú, sin olvidar quién eres, pero poniendo los pies en la tierra y tratando de cambiar lo malo que tienes de tu cultura o de tu conformismo a algo positivo. Porque yo no he dejado de ser yo, yo sigo siendo la misma. Yo ahí [en México] me estaba conformando con lo poquito que ganaba, con lo poquito que tenía. (…) En nuestros países, o de donde yo vengo, no tienes la mejor oportunidad de quién te oriente, uno sigue como que aquí me quedo. No, pues no, seguir a otro lugar más. (Carolina, comunicación personal, 2014)
Aunque la migración por sí misma y su debido cambio de contexto no empodera de manera automática a las mujeres; inclusive las puede llevar a enfrentar otro tipo de dificultades, en este caso, las traslada a vivir en un contexto distinto al de la pobreza y violencia en la que se encontraban previamente. Esto las ayuda a desarrollar su capacidad de agencia y con ello empoderarse y tener esperanza.
El ajustarse a un nuevo país es un proceso largo y complejo, para lo cual no basta con obtener la residencia o la nacionalidad. De acuerdo con lo que narran Lucero, Carolina, Rosa María, Gladys, Lety y Rosa María, los procesos familiares y el crecimiento y reorganización de la familia son importantes y ayudan a la adaptación: tanto la reunificación, como el crecimiento de la familia nuclear. A los hijos de migrantes en el país de acogida se les suele llamar de “segunda generación” y los nietos de “tercera generación”. Los hijos y los nietos nacidos en el país de acogida proporcionan un sentido de permanencia y arraigo en Estados Unidos. Lucero narra cómo su familia fue creciendo y simboliza el arraigo dibujando un árbol: “Yo soy un tronco, me da ternura mirar que, aunque yo he batallado y de mis ramas han salido hijos y los más chicos mis nietos, y luego sus hijos, mis bisnietos” (comunicación personal, 2014). Para ellas, la estructura familiar las hace sentir arraigo, más que la cultura, el territorio o la legalidad, ya sea “del lado de acá o de allá” (comunicación personal, 2014). El hogar se vuelve el lugar donde está la familia, reproduciendo, de cierta manera, la importancia que desde México tradicionalmente ya tenía.
Conclusiones
El rol que juegan las mujeres en los procesos de migración, en la conformación de comunidades, en las estructuras de arraigo y la construcción de imaginarios es fundamental en dichos procesos, y sus efectos se dejan ver a mediano plazo en las modificaciones culturales del país de acogida. Si bien suele evidenciarse el fenómeno migratorio entre México y Estados Unidos como uno que expulsa hombres para ganar más dinero, esta visión resulta bastante parcial[2]. El tránsito de mujeres deja ver factores más allá de lo económico, que son clave para entender la migración de hombres y mujeres, de familias y redes, para la construcción de comunidades de acogida y la conformación de nuevas estructuras sociales y políticas.
Los imaginarios de la migración visibilizan un país, una tierra, que se deja por otro, por las posibilidades de abrir espacios y cambiar la forma de vivir. Así, en las líneas gráficas de la vida de las protagonistas, las evidencias visuales muestran los símbolos, imágenes y representaciones del proceso migratorio que incluyen barreras, cortes, pero también aparecen los ríos que siguen y atraviesan montañas. La metáfora del viaje es representada con aves, palomas, mariposas y petirrojos que emigran sobrevolando las fronteras. El proceso de adaptación y el crear comunidad en el lugar de acogida es acompañado por imágenes de árboles, cuyas raíces se arraigan, dan sombra y frutos, y también generan vida.
Referencias
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Anzaldúa, G. (1987). Borderlands La Frontera The New Mestiza. Spinsters/Aunt Lute. http://www.worldcat.org/oclc/16644702
Appadurai, A. (2001). La Modernidad desbordada: Dimensiones culturales de la globalización. Ediciones Trilce, Fondo de Cultura Económica.
Castoriadis, C. (2013). La institución imaginaria de la sociedad. Tusquets.
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Fernández-Núñez, L. (2015). Cómo aplicar el análisis narrativo temático a narrativas escritas en entornos online. REIRE: Revista d’Innovació I Recerca En Educació, 8(1), 92-106. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4990076
García Crispín, G. (2016). Trazando líneas y contando historias. Investigación biográfica narrativa en torno a experiencias femeninas de migración México-California [Tesis doctoral, Universitat de Barcelona]. Repositorio institucional Universitat de Barcelona. http://hdl.handle.net/10803/373906
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Lavine, E. (2007). Migrantes mexicanos en Estados Unidos: situación socioeconómica e inserción en el mercado laboral. En J. González (Ed.), Migración internacional: efectos de la globalización y las políticas migratorias (pp. 27–46). Universidad Autónoma del Estado de México.
Sancho, J., Hernández, F., Larraín, V. y Montané, A. (2012). La entrevista como espacio de relaciones en una investigación planteada como acompañamiento. En J. Rivas et al. (Coord.), Historias de vida en educación: sujeto, diálogo, experiencia (pp. 153–160). REUNI+D. http://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/32345
Notas