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Redes migratorias entre Ucrania y Argentina. Estudio de una migración familiar en los años 90
Migratory networks between Ukraine and Argentina. Study of a family migration in the 90s
PAPELES del Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 1853-2845
ISSN-e: 2591-2852
Periodicidad: Semestral
vol. 16, núm. 27, Esp., e0029, 2023
Recepción: 18 Septiembre 2023
Aprobación: 09 Noviembre 2023
Resumen: El artículo aborda el rol que desempeñó la red migratoria entretejida por los integrantes de una familia ucraniana que migró hacia Argentina -en diferentes etapas- en la década del 90. Surge a partir del resultado de entrevistas realizadas entre los años 2021 y 2022 en el marco de una investigación más amplia que tenía por objetivo reconstruir las trayectorias biográficas de los migrantes. El transnacionalismo -perspectiva desde la que se posiciona este texto- comprende a las redes migratorias como un sistema complejo de relaciones sociales que cumple un rol clave a lo largo de todo el proceso migratorio, desde la decisión de emigrar hasta el asentamiento en el lugar de destino, fijando así el origen, la orientación y direccionalidad de los flujos. A partir del relato de los protagonistas, es posible afirmar que la migración aquí estudiada es el resultado de las conexiones establecidas por la familia migrante con agentes individuales y colectivos asentados en Argentina, con quienes tenían y/o establecieron lazos de parentesco, familiaridad, amistad y nacionalidad; el funcionamiento de la red permitió la concreción del proyecto migratorio, aportando ayuda económica, facilitando la comunicación, brindando hospedaje, entre otros.
Palabras clave: migración, redes, familia, ucrania, transnacionalismo.
Abstract: The article addresses the role played by the migratory network interwoven by the members of a Ukrainian family that migrated to Argentina -in different stages- in the 90s. It arises from the result of interviews conducted between 2021 and 2022 in the framework of the broader investigation that aimed to reconstruct the biographical trajectories of migrants. Transnationalism -perspective from which this text is positioned- understands migratory networks as a complex system of social relations that plays a key role throughout the migratory process, from the decision to emigrate to settlement in the place of destination, thus fixing the origin, orientation and directionality of the flows. From the story of the protagonists, it is possible to affirm that the migration studied here is the result of the connections established by the migrant family with individual and collective agents settled in Argentina, with whom they had and/or established ties of kinship, familiarity, friendship and nationality. The operation of the network allowed the realization of the migratory project, providing economic aid, facilitating communication, providing lodging, among others.
Keywords: migration, networks, family, Ukraine, Transnationalism.
1.Introducción
El presente texto surge a partir de entrevistas realizadas en el marco de la elaboración de una tesina de la Licenciatura en Trabajo Social (Universidad Nacional del Litoral) que tenía por objetivo reconstruir las trayectorias biográficas de los integrantes de una familia ucraniana que migró -en diferentes etapas- hacia la Argentina a lo largo de la década del 90. A diferencia de las teorías migratorias que se centralizan en los elementos económicos, la perspectiva teórica transnacional permite comprender la migración desde múltiples enfoques, contemplando al individuo y su relación con la sociedad de origen y de destino, así como también los diversos factores y actores que se ven involucrados y afectados en el proceso migratorio (Arango, J., 2003; Blanco, 2007; Levitt, P., & Schiller, G. 2004, entre otros). Situarnos desde dicho paradigma en conjunción con una metodología cualitativa de diseño flexible con una impronta diacrónica y descriptiva, permitió contextualizar el proceso y reconstruir las trayectorias biográficas a la luz de los vínculos que se fueron generando entre ambas sociedades.
La construcción del conocimiento desde perspectivas que permitan reconstruir los procesos a partir de la voz de los propios actores, es clave para las ciencias sociales en general, la Sociología y el Trabajo Social en particular. El análisis del fenómeno migratorio supuso el desafío de dar cuenta de la complejidad de las migraciones sin perder de vista las transformaciones que generan no sólo en la vida de los propios migrantes, sino también en la de otros sujetos que integran las sociedades de origen y de destino. Como consecuencia de ello, a lo largo del trabajo emerjan diversos aspectos de interés social que excedían los objetivos planteados para la tesina; uno de ellos es el rol que cumplieron las conexiones sociales establecidas por la familia migrante antes, durante y después de la migración. Desde allí surge nuestro interés por profundizar el análisis que será aquí presentado, respecto a cómo las redes que la familia fue entretejiendo permitió no sólo concretar el viaje sino también asentarse y permanecer en el país de destino. La realización de entrevistas semiestructuradas y en profundidad a cada uno de los miembros de la familia, permitió reconstruir el modo en el cual se fueron tejiendo esos lazos y qué significación tuvieron en cada uno de los migrantes.
El transnacionalismo -perspectiva desde la que se posiciona este texto- comprende a las redes migratorias a partir de la concepción de capitales sociales de Pierre Bourdieu (2000). Los eslabones de la red que se va construyendo entre vecinos, familiares, amigos y conocidos de estos resultan fundamentales en el proceso migratorio, ya que a través de las mismas circulan objetos, información, bienes económicos y se brindan distintos tipos de ayuda que incluyen alojamiento, comida, dinero, entre otros. En nuestro estudio, los lazos que la familia ucraniana tenía con otras familias que residen en Argentina permite explicar no sólo cómo se construye la idea de migrar, sino también cómo se vinculan de manera dinámica los sujetos de la sociedad de origen y de llegada; a lo largo del texto se evidenciará de qué manera estas redes facilitaron el proceso a través de diversos favores, estableciendo nuevas conexiones con otras personas, brindando hospedaje, facilitando la comunidad, entre otras.
La migración familiar ha sido una dimensión ignorada durante mucho tiempo dentro del ámbito académico; tradicionalmente, fue comprendida como un asunto de varones, resultado de decisiones y acciones individuales determinadas en la mayoría de los casos por razones económicas. Sin embargo, en las últimas décadas ha tomado relevancia dado el auge que adquirieron los desplazamientos familiares y de mujeres y/o niños que viajan solos, encontrándonos frente a un proceso de feminización de las migraciones (Zubrzycki, 2011). A lo largo de este texto, intentaremos dar cuenta de que el caso aquí estudiado constituye lo que sociológicamente se denomina como migración familiar transnacional; no sólo la primera en migrar y en generar los lazos de la red fue una mujer, sino que además los primeros eslabones de la cadena migratoria se constituyeron a partir de lazos de parentesco y redes familiares.
Frente al objetivo de desarrollar de manera integral la propuesta de nuestro trabajo, consideramos necesario en primer lugar realizar una breve descripción de Ucrania, para comprender el contexto en el que se produce la migración. Dado que la emigración se produce en el marco de una oleada migratoria mayor que ya contaba con antecedentes en Argentina, retomaremos algunas investigaciones que nos permitirán contextualizar el fenómeno bajo estudio. En segundo lugar, definiremos qué entendemos por familia y cómo las mismas se reconfiguran en los procesos migratorios, dando lugar así al concepto de familia transnacional. En tercer lugar, presentaremos las características del grupo familiar bajo estudio y, en cuarto lugar, daremos cuenta de cómo se construyeron las redes migratorias. Luego, reconstruiremos el rol que tuvo ese tejido social creado por los propios migrantes a lo largo de todo el proceso.
2. Contextualización y antecedentes del tema
Para comenzar resulta pertinente mencionar que Ucrania se encuentra en una zona estratégica desde el punto de vista geopolítico. Ubicada en la frontera entre Europa, Rusia, Asia Central y Oriente Medio, constituye un lugar de paso fundamental entre Occidente y Oriente, siendo este uno de los motivos principales que condujo al actual conflicto bélico desencadenado por Rusia.
Para dar cuenta del contexto en el que se produce la migración bajo estudio, resulta pertinente mencionar algunos procesos y hechos históricos que configuraron dicho presente. Hasta 1917 parte de Ucrania formaba parte del Imperio Ruso, tras la caída del zarismo en Rusia y el colapso del Imperio Austríaco, Ucrania proclamó su independencia. Durante el conflicto de la denominada Guerra Civil en Rusia que tuvo lugar entre 1917 y 1923 Ucrania fue un importante lugar de batallas, sin embargo, caería bajo el dominio de los bolcheviques (García, 2014), siendo uno de los países fundadores en diciembre del año 1920 de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) junto a la República Socialista Soviética (RSS) de Rusia y Bielorrusia entre otros países.
Como desenlace de las guerras acontecidas en el siglo XX, hacia finales del mismo se produjo la desintegración total del bloque soviético entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991. Tal como afirma García (2014) el punto culmen del progresivo desmoronamiento de la URSS ocurrió el 8 de diciembre de 1991 cuando Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmaron el Tratado de Belavezha en el que proclamaban la disolución de dicha unión. Unos meses antes, el 24 de agosto de 1991 se aprobó en el Parlamento ucraniano el Acta de Declaración de Independencia de Ucrania, siendo Argentina uno de los primeros Estados que la reconoció como país independiente en el año 1992.
No resulta menor mencionar que durante los procesos bélicos mundiales del siglo XX, la región de la actual Ucrania fue un polo de expulsión de migrantes, siendo Argentina uno de los principales destinos. A partir de información disponible en la página web de la Embajada de Argentina en Ucrania, se desarrollaron cuatro oleadas migratorias en esta dirección: 1897-1914, 1922-1939, 1946-1955 y la última, iniciada después de 1989 a partir de la disolución del bloque soviético (Cancillería Argentina, 2023). De acuerdo a (Marcogliese, 2003, pág. 50) entre los años 1994 y 2001 emigraron 9.399 personas desde Europa Central y Oriental a la Argentina, siendo el 72% ucranianos.
Ahora bien, la emigración aquí estudiada no se produjo de manera aislada, sino más bien en el marco de un convenio (Resolución 4632/94) firmado por el entonces presidente argentino Carlos Menen con el Parlamento Europeo. El acuerdo establecía la facilitación administrativa para el ingreso a Argentina de migrantes provenientes de países de Europa Central y Oriental -entre ellos Ucrania-; sin embargo, no contó con un programa que acompañe el proceso y la inserción sociolaboral de los migrantes. Ante la falta de organismos estatales que regulen el proceso, las redes migratorias tejidas por los propios migrantes adquieren mayor relevancia.
La migración ucraniana en Argentina por lo general es analizada junto a la de otros países de Europa Central y Oriental, ya que no sólo son impulsadas de manera conjunta, sino que además los migrantes provenientes de estas regiones comparten determinados recursos identitarios (Masseroni, 2022). Sobre las primeras oleadas migratorias, contamos con trabajos que analizan el desarrollo de las asociaciones étnicas creadas por los migrantes en comunidades específicas de la ciudad y provincia de Buenos Aires (Albornoz, et.al., 2005; Panella, 2003, Martínez, M.; Leandro, S., 2006). En relación a la oleada producida a finales del siglo XX y principios del XXI, las investigaciones abordan temáticas diversas.
En líneas generales sería posible afirmar que el traslado de estas personas fue una estrategia para huir de diferentes problemáticas: el colapso económico y la desintegración social, el desastre ecológico por la contaminación nuclear de Chernobyl y la inestabilidad política (Masseroni y Ponisio, 2005). Ahora bien, pese a que se trató de una migración calificada -con altos niveles de estudio técnicos y terciarios en el caso de quienes provenían de Ucrania- (Marcogliese, 2003), los migrantes debieron resolver de manera independiente diversas dificultades de inserción sociolaboral. Incluso la falta de integración puede verse reflejada en cómo los migrantes ucranianos asentados en Buenos Aires resolvían problemas de salud a través de estrategias de autoatención y medicina naturista, es decir, sin concurrir a los sistemas de salud (Silberman, 2008). Ante la falta de medidas de asistencia y orientación concretas promovidas por los Estados firmantes del convenio, las asociaciones de migrantes de la Capital Federal cumplieron un rol preponderante en esta nueva etapa migratoria (Escoffier y Sellaro, 2009).
Los estudios antes mencionados, si bien aportan datos significativos a la hora de abordar la migración ucraniana, se desarrollan en Buenos Aires (ciudad y provincia), es decir, en espacios donde los migrantes podían acceder a diversos tipos de organizaciones y asociaciones étnicas que colaboraban con su inserción y adaptación. El presente trabajo diversifica tales antecedentes al analizar cómo se produjo este tipo de migraciones en ciudades intermedias del país, que carecen de asociaciones y entidades creadas por inmigrantes ucranianos. La teoría de las redes migratorias permitirá reconstruir la migración familiar (características principales de los desplazamientos del período abordado) en el litoral argentino, región en la cual, ante la ausencia de entidades étnicas previas, los migrantes se valieron de las redes de contactos que ellos mismos fueron tejiendo.
3. Migraciones familiares
La familia, en tanto forma de organización socialmente construida (Bourdieu, 1997) en la cual se inician los procesos de integración social, reproducción cultural y de formación de identidades, ha experimentado toda clase de transformaciones a lo largo de la historia; comprender el lugar que ocupa en la sociedad y en la cultura implica también identificar los procesos que la redefinen. En este sentido, las migraciones no sólo impactan en la estructura y organización socio-económica familiar, sino también en las relaciones de género, los vínculos, la construcción colectiva de los recuerdos, y, por ende, en la identificación que cada uno de sus miembros construye sobre sí mismo y el grupo.
El espacio social sobre el que los sujetos se desarrollan construyendo familiaridad, opera como un elemento constitutivo de su identidad. Esta capacidad de los individuos de identificarse con lugares que les resultan significativos de sus mundos, no sólo está determinada por los espacios que habitan, sino también por la imagen que construyen de aquellos lugares donde les gustaría vivir o del que procede su familia. Como afirma Borrego (2009) estos sentidos no son creados de manera solitaria, sino colectivamente a través de discursos, representaciones y universos simbólicos que se reproducen desde el seno familiar. A modo de ejemplo citamos el relato de uno de los entrevistados: “De chico siempre me imaginaba venir acá, o por lo menos conocer, hacia un dibujo en un mapa, en el que cruzaba los continentes, y océanos para llegar a la Argentina, pero era una imaginación de chico. Pero eso siempre influye.” (Taras Chembarovich; entrevista, 11/07/20). Como da cuenta el relato la idea de migrar -instaurada a partir de la lectura de cartas que su madre intercambiaba con familiares asentados en Argentina- fue construida como un imaginario posible con muchos años de anticipación a la concreción del traslado.
Para poder comprender el rol que la familia desempeña en los procesos migratorios resultan pertinentes los aportes de Moreira (2016), quien desarrolla un marco conceptual tridimensional en el cual la unidad familiar es considerada como una estructura intermedia. De acuerdo a la autora, en el nivel microsocial se encuentra la acción individual determinada por un conjunto de aspiraciones y expectativas; en el nivel macrosocial se establece la conexión y la forma en que se relacionan procesos migratorios dentro de contextos estructurales más amplios -políticos, económicos y sociales- que determinan la movilidad. Por último, propone un nivel mesoestructural en el que contempla las redes migratorias y la función que cumple la familia como unidad de pertenencia del sujeto. En este sentido, la familia actúa articulando las esferas micro y macro social que intervienen en el proceso migratorio. Es por ello que “la familia, se revela como un espacio de conflicto y negociación” (Pedone, 2010, pág. 142) donde entran en juego las condiciones estructurales, las expectativas individuales y grupales que condicionan las estrategias de movilidad social planificadas.
Como quedará demostrado en el caso aquí presentado, resulta habitual que las migraciones familiares se realicen en etapas, es decir, que sus integrantes no se desplacen todos juntos. Ello determina que la migración dé lugar a la construcción de una familia transnacional (Araujo y Pedone, 2014), cuyos miembros viven la mayor parte del tiempo dispersos entre dos o más países, pero aun así se mantienen unidos por lazos emocionales y/o financieros. El modo en el cual las familias se dispersan en el espacio transnacional mediante la migración produce nuevas formas de relacionarse y de expresar afecto. Tanto los migrantes como sus familiares que se quedan en el lugar de origen, deben adaptarse a esta nueva dimensión que adquiere la familia en tanto unidad. Además, los términos “aquí” y “allá” pasan a formar parte del vocabulario cotidiano, utilizado mayormente por los migrantes para referir al país de origen de su familia y al lugar en que residen; pero también es esgrimido por quienes no emigraron y mantienen conversaciones sobre el lugar de destino.
La aplicación de la perspectiva de género al campo de los estudios migratorios, sumado al aumento de la migración que posiciona a las mujeres como primer eslabón de las cadenas migratorias, implicó mayor atención a las configuraciones familiares (Araujo y Pedone, 2014). En este sentido, a finales de los años ´90 el surgimiento de los conceptos de “familias transnacionales” y “maternidad transnacional” permitieron captar la profunda incidencia de la migración internacional en las formas de organización de las familias migrantes. A lo largo de este texto, intentaremos dar cuenta de que el caso aquí estudiado constituye lo que sociológicamente se denomina como migración familiar transnacional; no sólo la primera en migrar y en generar los lazos de la red fue una mujer, sino que además los primeros eslabones de la cadena migratoria se constituyeron a partir de lazos de parentesco y redes familiares.
4. Presentación del grupo familiar bajo estudio
Frente al objetivo planteado en el trabajo de investigación, de reconstruir las trayectorias biográficas de cada uno de los integrantes de la familia, se adoptó el enfoque biográfico como método de recolección de datos empíricos y de análisis. En torno a esto Meccia (2020), afirma que pensar las biografías es como pensar en ventanas para observar el mundo en muchos de sus aspectos y formas. Sin una verdad hegemónica que la reconstruye sino como las seleccionan o interpretan los actores. Es a partir de esto, que reconocemos que aparecen reflejadas creencias, valores, modelos culturales y emociones que arrastran las experiencias vividas.
“El «método biográfico» designa un amplio conjunto de procedimientos para la producción de datos empíricos relativos al estudio de la vida de los individuos. Los procedimientos pueden enmarcarse en la metodología cualitativa y/o cuantitativa y están destinados a dar cuenta de un transcurso, de un devenir, es decir: son datos que deben informar sobre los impactos del paso del tiempo en las biografías” (Meccia, 2020, p.25)
Posicionarnos desde esta metodología permitió reconstruir los puntos de inflexión o cambio que determinaron las trayectorias, los cuales se encontraban vinculados a la emigración. Teniendo en cuenta la importancia que la temporalidad y la espacialidad tienen a la hora de abordar un fenómeno migratorio, en el cuadro que se encuentra a continuación se presenta una breve caracterización biográfica para cada uno de los integrantes del grupo familiar que migró. La misma se construyó tomando como referencia el año en que viajaron y el vínculo familiar con Miroslava.
Al momento de viajar el grupo familiar estaba constituido por nueve personas, pero uno de sus integrantes no emigró; en tanto una de las mujeres se encontraba embarazada de tres meses, siendo en total nueve los integrantes de la familia que se asentaron en el litoral argentino. Sin embargo, sólo se entrevistó a ocho de ellos, ya que Basilio Chembarovich falleció en el año 2012.
A partir de los datos proporcionados en la tabla es posible inferir algunas características del grupo familiar bajo estudio: en primer lugar, en concordancia con la tendencia mundial observada sobre la feminización de las migraciones (Zubrzycki, 2011), la primera integrante de la familia en viajar fue una mujer. En segundo lugar, los traslados se realizaron de manera individual o en pares; por lo tanto, el modo en el cual cada uno de ellos vivenció la migración es diferente, no sólo porque cada experiencia es personal, sino también porque la realizaron en contextos disímiles valiéndose de conexiones diferentes dentro de la red migratoria. En tercer lugar, el arribo conjunto de Basilio y Miguel (varones adultos), puede ser comprendido como una estrategia para resolver la situación económico-laboral de la familia previo a la llegada de las mujeres más jóvenes y niños del grupo. En cuarto lugar, en consonancia con los datos proporcionados por Marcogliese (2003) es posible afirmar que se trata de una migración calificada, ya que todos los integrantes de la familia tenían estudios secundarios, técnicos y/o terciarios profesionales.
Para reflejar de modo más claro el proceso migratorio, a continuación, se presenta una línea temporal donde se enuncia el año en el que migró cada uno de los integrantes de la familia.
Tal como aparece reflejado en la imagen y como Miroslava mencionó en la entrevista, su objetivo al viajar sola era el de “abrir camino” al resto de la familia. Siete meses después, en julio de 1999, cuando Miroslava ya había encontrado un sitio donde asentarse, viajaban su esposo Basilio y su yerno Miguel. A los tres meses de su llegada, los siguió Antonina (esposa de Miguel, hija de Basilio y Miroslava) junto a su pequeño hijo Maksym. En diciembre de ese mismo año llegó Natalia (hija de Basilio y Miroslava), quien estaba embarazada de un varón al que llamaría Marco, junto a su hija Anastasia. El último en concretar el viaje tres años después de iniciado el proceso fue Taras, el hijo menor de Miroslava y Basilio, quien se encontraba en Ucrania finalizando sus estudios secundarios; resulta interesante mencionar que Taras no migró solo, sino que su madre viajó previamente a Ucrania para actualizar su documentación y poder acompañar a su hijo en el viaje.
Myroslava y su familia arribaron en el marco de la cuarta oleada migratoria producida entre Ucrania y Argentina. Sin embargo, la construcción del imaginario de Argentina como lugar de destino comenzó mucho antes, a partir de la comunicación epistolar que mantenían con miembros de la familia Seginovich que habían emigrado al país durante la primera oleada migratoria (finales del siglo XIX y principios del XX). Al respecto una de las entrevistadas mencionó:
“Nos enteramos que mucha gente migró en esos años, 1919-1918, es decir después de la primera guerra y antes de la segunda, y entre esos países estaba Argentina. Mi abuelo, tenía muchos hermanos, y a uno de esos hermanos, lo enviaban a Canadá, de un tío que no tenía familia, tenía un lugar turístico y necesitaba ayuda. El nombre del hermano era Myhailo, se equivocó de barco, desembarcó en Argentina. Y empezó a trabajar en Telecom, cuando recién estaban levantando los postes y así caminando llegó a Santiago del Estero, y formó su familia” (Antonina Chembarovich; entrevista, 25/05/20).
Para poder reconstruir los lazos familiares y, por ende, los orígenes de la red migratoria, consideramos pertinente elaborar un árbol genealógico de la familia Seginovich. Dicha herramienta analítica que permite reunir información objetiva (Dalle, 2020), aportará claridad respecto a las conexiones personales, las dimensiones temporales y espaciales que posibilitaron la concreción del proceso migratorio bajo estudio. Para ello recurrimos a la utilización de diversos colores para diferenciar a los miembros de la familia que permanecieron en Ucrania (azul oscuro), quienes migraron a Argentina (amarillo oscuro) y sus hijos nacidos en el país de destino (amarillo clarito).
Desde Argentina Myhailo mantuvo contacto mediante correspondencia con su familia en Ucrania, principalmente con Mycola, padre de Miroslava. La comunicación continuó a través de sus hijos, posibilitando que muchos años más tarde ambas familias se contacten y visiten:
“La primera carta, la mandó mi prima mayor, no a mí, sino a mi papá. Y cuando visitamos a nuestros padres, él comento que llegó una carta de Argentina, de mi hermano e hijos de ellos me invitaron a ir para ella, que quiere conocernos.” (Miroslava Seginovich; entrevista, 23/01/21).
Ello nos permitiría afirmar que Myhailo sentó las bases del proceso migratorio bajo estudio, ya que junto a sus descendientes argentinos construyeron y transmitieron a los demás miembros de la familia en Ucrania la idea de Argentina como un paraíso extranjero al cual migrar. En este sentido, las redes familiares fueron el tejido medular de las redes migratorias, redoblando así la significancia y el lugar clave que ocupa la familia en el proceso migratorio. Para evitar confusiones entre un grupo y otro, de aquí en adelante cuando hagamos referencia a la “familia migrante” estaremos aludiendo específicamente al grupo de personas presentado en la figura N 2.
5. Conformación de la red migratoria
Como se mencionó en secciones anteriores, las migraciones son generadas por diversas condiciones macroestructurales, razón por la cual tradicionalmente fueron estudiadas desde perspectivas que ponían el foco de atención en esos aspectos. Centrándose en los aspectos socioculturales, la teoría de las redes migratorias permite describir cómo los migrantes conforman un tejido social y crean recursos dentro del mismo para lograr el traslado y la inserción en el lugar de destino (Demarchi et al., 2016). Mediante esa red, se facilitan y reducen costos e incertidumbres que hacen posible la concreción del proceso. De este modo, la reconstrucción de estas redes posibilita analizar los movimientos migratorios desde otras perspectivas.
Las redes migratorias ofrecen la posibilidad de desarrollar estrategias fuera del lugar de origen; es por ello que, para las familias transnacionales, mantener los vínculos supone minimizar los riesgos y desafíos que significa la distancia entre la sociedad de origen y de destino. Comprendemos que la decisión de migrar no es el resultado de elecciones racionales individuales de sujetos autónomos, sino que están condicionadas por el ámbito de las relaciones sociales que los propios actores constituyen. Tal como afirma Pereda, “la existencia de tales redes ayuda a explicar ciertas discordancias entre contextos y conductas: una persona puede tomar la decisión de emigrar más por la seguridad que le ofrecen sus contactos que por las ventajas materiales que se deducen de la situación "objetiva” (2013, pág. 57).
Es importante destacar que también forman parte de esta red aquellos individuos que no son migrantes pero que intervienen en el proceso otorgando trabajo, brindando alojamiento, facilitando información, etcétera. La red se retroalimenta a medida que incorpora nuevos miembros y, junto a ellos, nuevos recursos y capitales sociales:
“(…) gracias a Román también conseguí trabajo, la mujer de su mejor amigo que murió, vivía en Sunchales y estaba juntada con un chico que trabajaba en la fábrica. Fuimos hablamos, él me presentó en la fábrica a los dueños” (Miguel Kulykov; entrevista, 6/06/20).
Los hijos y descendientes de Myhailo Seginovich asentados en Santiago del Estero, intercambiaron cartas durante años con su prima, Miroslava. El vínculo construido motivó a Miroslava y su esposo Basilio a viajar a Argentina en el año 1990 para conocer en persona a sus familiares; quienes posteriormente los visitarán en Ucrania. En este viaje turístico de tres meses, la pareja que ya venía construyendo en su imaginario la posibilidad de migrar, recorrió diferentes lugares del país visitando diversas comunidades de migrantes ucranianos que habían viajado en las oleadas migratorias previas; los mismos se encontraban asentados en comunidades específicas de Santiago del Estero y Chaco. Pero también visitaron en la localidad de Ataliva, en la provincia de Santa Fe a la familia Gluszko, con quien intercambiaba correspondencia desde hacía varios años.
La conexión con la familia Gluszko (quienes también habían migrado décadas atrás desde Ucrania) surgió por intermedio de un amigo en común. La diferencia generacional y de idiomas se tradujo en una traducción incorrecta, a partir de la cual ambas familias se consideraban familiares. Sin embargo, cuando Miroslava y Basilio visitan a la familia Gluszko en Ataliva, intercambian fotos y reconstruyen sus árboles genealógicos comprobaron que no eran familiares, pero ello no se antepuso a continuar la relación de amistad ya establecida, la cual trascendió en el tiempo.
A través de este viaje turístico, Miroslava y Basilo comenzaron a entretejer el tejido social que sostendría el proceso migratorio de su familia. Esa red contó con dos eslabones claves a partir de los cuales se diversificaron las conexiones: por un lado, los familiares de Myhailo Seginovich asentados en Santiago del Estero, quienes podríamos afirmar que motivaron la proyección y concreción de la emigración; y por otro, la familia Gluszko establecida en Ataliva, quienes fueron fundamentales para la familia migrante, no sólo determinando el lugar en el que se asentará la familia migrante, sino también teniendo en rol clave en dicho proceso.
De este modo, queda reflejado cómo la red migratoria tejida por Miroslava durante la década de 1990 para migrar junto a su familia a Argentina, se construyó a partir de nexos y relaciones establecidas con familias que, un siglo atrás, habían realizado el mismo proceso. A continuación, veremos el rol y/o la importancia de estas redes en diferentes momentos del proceso migratorio.
5.1 El paraíso extranjero
En las comunidades que se caracterizan por tener un alto porcentaje de población migrante, existe un sentido común instaurado como sistema cultural (Geertz, 1994) según el cual las posibilidades de crecimiento personal y económico que se pueden alcanzar en otros territorios son mayores a las del lugar de origen. En países como Ucrania que históricamente se vieron afectados por conflictos geopolíticos y bélicos, esta idea es reforzada por la necesidad de los sujetos de proyectarse en territorios donde no se vean afectados por esas problemáticas. De este modo, la situación contextual, las aseveraciones que se tiene sobre la emigración y las narraciones de “progreso” de quienes migraron -ya que nunca cuentan las experiencias negativas-, contribuyen a la idealización de la migración y fortalecen la idea del “paraíso extranjero” (Rodríguez García, 2003, pág. 264).
En las entrevistas realizadas los hijos de Miroslava y Basilio mencionaron que desde muy niños “conocían la Argentina y la sentían cercana” pese a que nunca habían estado allí. La conexión postal no sólo permitía el intercambio de cartas; desde Santiago del Estero también les enviaban libros escritos en español, mapas para que ellos puedan localizar el país y medir la distancia con Ucrania, fotografías sobre el paisaje, entre otros. A través de la información recibida en la correspondencia, la familia fue construyendo un imaginario posible sobre Argentina. Halbwachs (2004) afirma que en relación a cómo las personas se atribuyen discursos que en realidad fueron inspirados por los relatos de otras personas, nos permitiría afirmar que la convicción de la familia migrante sobre las características favorables del lugar de destino, se construyó en base a crónicas, reflexiones e ideas que no les eran propias, sino que eran trasmitidas por sus familiares de Santiago del Estero.
Cuando preguntamos a Miroslava sobre su primer viaje a Argentina y la visita realizada a las diversas comunidades, mencionó que todas las personas le decían que se necesitaban trabajadores, maestros y que allí tendrían varias opciones de trabajo: “según nos decían todos necesitaban profesiones que los ucranios conocen bien, con la misma educación y cultura” (Miroslava Seginovich; entrevista, 23/01/21). Su relato permite ejemplificar cómo los propios migrantes transmiten información favorable sobre el lugar de destino a través de las redes de contactos; de este modo, se construye un discurso en el cual se sobrevalora aquello que no es propio configurándose de manera colectiva la idea positiva del país que será el lugar de destino (Montero, 2006). En el caso aquí estudiado, el convenio legal establecido mediante el cual se establecen facilidades administrativas para los migrantes provenientes del ex bloque soviético, no hacía más que reforzar estos discursos. Esto nos permite preguntarnos ¿qué hubiera sucedido con la familia migrante si no establecía previamente estas conexiones y si no conocía dichos discursos?
Quizás estas respuestas puedan surgir a partir de los relatos de Natalia, quien afirma que la proyección familiar de migrar se vio condicionada por el viaje que realizaron sus padres a Argentina en el año 1990:
“Ellos se fueron por 3 meses y cuando volvieron, recuerdo que mi mamá quedó enamorada de Argentina, y se ve que esas ganas de volver quedaron en ella, por esto creo que solo tenía que surgir un momento justo para que irnos de Ucrania a Argentina” (Natalia Chembarovich; entrevista, 23/03/20).
La entrevistada afirmó que, a través de los relatos e historias que Miroslava les narró al regresar de su viaje, sus hermanos y familias se fueron convenciendo de que aquel país sobre el que tanto conocían, era un territorio apropiado para desarrollar sus vidas. Además, el hecho de saber que contarían con personas que los recibirían y ayudarían brindándoles alojamiento y comida hasta que ellos puedan conseguir sus propios trabajos, los motivó a aceptar la propuesta de su madre para llevar a cabo la migración familiar.
Por su parte, durante la entrevista Miroslava relató que
“ellos [su esposo e hijos] querían que venga yo primero para hacer un camino a ellos, para que después se puedan mudar. Pero mi primo [de Santiago del Estero] me dijo que no era la mejor situación para venir y que no me convenía. Pero la familia Gluszko [de Ataliva] sabían eso, pero no me querían decir, me lo ocultaron para que nos vengamos, y cuando llegué, ellos me fueron a ver y me propusieron Ataliva como lugar para vivir.” (Miroslava Seginovich; entrevista, 23/01/21).
De este modo podemos afirmar que fue a partir de la conjunción de diversos elementos que la familia decidió migrar: el contexto ucraniano, el convenio legal entre los países, las redes migratorias y el deseo de conocer ese país del que tanto escucharon a lo largo de sus vidas y del que habían construido una imagen.
5.2 El rol de las redes en el proceso migratorio
Como mencionamos anteriormente, a partir del viaje realizado en el año 1990 por Miroslava y Basilio a la Argentina, la familia comenzó a planificar y organizar la migración, siendo la primera en emigrar Miroslava en el año 1998. Tenían como objetivo asentarse en la provincia de Santiago del Estero, lugar donde residen los descendientes de Myhailo Seginovich, con quienes intercambiaron correspondencia durante tantos años; recordemos que, esta familia es considerada como uno de los eslabones principales de la cadena migratoria. Sin embargo, ante la dificultad de Miroslava por conseguir trabajo en esa región, mediante la ayuda de la familia Gluszko -segundo eslabón clave de la red-, se asentó en la localidad de Ataliva, provincia de Santa Fe. En función de la disponibilidad de alquiler de viviendas y posibilidades laborales al arribar al país los demás integrantes del grupo familiar, se radicaron en poblados cercanas a ésta dentro del departamento Castellanos. En consecuencia, el asentamiento familiar se fue configurando del siguiente modo: Miroslava y Basilio se radicaron en el pequeño pueblo de Tacural; Miguel, Antonina y Maksym en Ataliva; Natalia, sus hijos y su hermano Taras, en la ciudad Sunchales.
En la entrevista Miroslava relató que, si bien ella pretendía asentarse en Santiago del Estero, el hecho de no conseguir trabajo luego de varias semanas de búsqueda impactaba negativamente en su estado anímico; además, afirmó que no se sentía que su primo Carlos, ya que no la apoyaba para que pueda conseguir un empleo. En ese contexto, el contacto establecido con la familia Gluszko abrió un nuevo camino:
“ellos me llamaron si quería ir a Ataliva, nos ofrecieron vivir ahí (…) yo estaba desesperada porque estaba sola. Todos estaban en Ucrania, yo acá sola y en Yugoslavia empezó la guerra, y yo pensaba si algo se mueve en el mundo, se empieza la guerra, yo me queda acá y ellos allá.” (Miroslava Seginovich; entrevista, 23/01/21).
Al mes de estar en Santiago del Estero, Miroslava continuó su viaje hacia la provincia de Santa Fe, donde se asentaría definitivamente:
“Para llegar a Ataliva me vine en colectivo de Santiago del Estero, yo me tenía que bajar en Rafaela, y de ahí me buscaban. Pero el colectivero se olvidó de decirme que baje. La familia Gluszko me estaban esperando, cuando se dieron cuenta que pasó el colectivo y yo no me bajé llamaron a la empresa y dijeron que tenía que estar una ucraniana y no está. (…) cuando me despertaron y me bajé, ya estaba a las afueras de Rafaela. Yo me bajo, era de noche, no sabía dónde estaba, y en la vereda escucho que alguien duerme, ronquidos, tos, se escuchaba todo. No sabía qué hacer, estaba parada. Y veo que viene un auto y para, y me dicen “Mirollaaaaaaaaa”, era la familia Gluszko que había seguido el colectivo.” (Miroslava Seginovich; entrevista, 23/01/21)
El relato de Miroslava no sólo permite reconstruir el rol que las redes cumplen en el proceso migratorio, en tanto conexiones que van permitiendo la apertura o el cierre de nuevas oportunidades. También da cuenta de la importancia que las mismas tienen para los sujetos migrantes a nivel emocional e identitario, en tanto son personas que se encuentran a miles de kilómetros de sus hogares en un territorio nuevo en el que no manejan su idioma.
Ya asentada en Ataliva junto a la familia Gluszko, Miroslava pudo ponerse en contacto con organizaciones creadas por migrantes ucranianos de Buenos Aires para gestionar el alojamiento de los demás integrantes de su familia cuando arribaban al país. En la entrevista Miguel da cuenta de dichas conexiones:
“al llegar a Buenos Aires nos hospedamos en la casa de una mujer. Una señora que formaba parte de la asociación ucraniana Prosvita. Teníamos contacto antes de venir, nos contactó mi suegra que ya estaba acá”. (Miguel Kulykov; entrevista, 6/06/20).
Escoffier y Sellaro (2009) resaltan la importancia que tuvieron este tipo de asociaciones -en particular la Prosvita- para los migrantes ucranianos que llegaron a fines de los años 90 a Buenos Aires. Estas instituciones -surgidas en el marco de las oleadas migratorias previas- se encargaban de gestionar y colaborar en la adaptación de los migrantes en el lugar de destino; además, funcionaban como espacio de sociabilización y visibilización, a través de la organización de actividades puertas adentro y de la participación en eventos sociales como las fiestas de las colectividades a las que eran convocados. Dado que Miroslava y su familia se asentaron en otra provincia, no pudieron gozar de los beneficios que las mismas brindaban, por lo que su proceso migratorio dependió exclusivamente de las redes que ellos mismos fueron creando. Al preguntar en las entrevistas por el vínculo que tenían con estas asociaciones, afirmaron que tenían conocimiento de su existencia, acudían a ellas cuando un nuevo integrante de la familia iba a llegar (para que les prevean alojamiento) o cuando viajaban a Buenos Aires para realizar trámites.
En su relato Natalia -quien viajó embaraza y junto a su hija de 3 años- pone nuevamente en evidencia el rol de las redes migratorias. Afirma que en Buenos Aires la esperaba su mamá, quien las acompañó a la casa de una familia de origen ucraniano donde pasaron la noche. Al día siguiente, un señor de la localidad de Sunchales fue a buscarlas en auto a Capital Federal para que puedan reencontrarse con su familia en la provincia de Santa Fe. En la entrevista Natalia menciona que, el hecho de poder contar con estas personas en el tramo final de su viaje fue clave, en tanto no tuvo que enfrentar la dificultad de la diferencia del idioma y el hecho de llegar a un país desconocido sola.
Como mencionamos anteriormente, las redes migratorias fueron claves no sólo para tomar la decisión de migrar y concretar el viaje sino también durante el proceso de asentamiento de la familia en el lugar de destino. A través de estas conexiones, la familia pudo conseguir alojamiento, contar con transporte e incluso que den referencias laborales de ellos. Estas redes funcionaban como espacios de contención y sociabilización, ya que trasmitían a la familia migrante las normas y costumbres del nuevo espacio de vida y según el relato de los entrevistados, siempre tenían buena predisposición para despejar sus dudas y/o aclarar situaciones a las que estos se enfrentaban, facilitando así su inserción en la sociedad de destino.
En el relato de Miguel, por ejemplo, se evidencia cómo diferentes eslabones de ese tejido social trabajan articuladamente para ayudarlos para que puedan establecerse:
“La primera casa en que vivimos era una casa prefabricada, que por suerte no nos cobraban, pero igual no eran las mejores condiciones (...) Carlos [Seginovich, su primo de Santiago del Estero, quien se trasladó a Ataliva para ayudarlos] miró lo que faltaba, tenía una camioneta, se fue a Rafaela y ahí nos ayudó con cosas básicas. Y así empezamos”. Luego Miguel continúa relatando: “Román Gluszko fue quien más nos ayudó acá (...) Gracias a Román también conseguí trabajo en la fábrica. (...) empecé con un poco de inglés, de español”. (Miguel Kulicov; entrevista, 6/06/20).
Ahora bien, Más allá de los aportes y el acompañamiento otorgado por la red migratoria, la integración en la sociedad de destino no deja de ser un proceso complejo, ambiguo y problemático. En relación a ello Buraschi (s/f) afirma que es necesario tener en cuenta la asimetría en la que se encuentran los migrantes respecto a los “natales”, quienes de manera consciente e inconsciente se valen de las desventajas generando una asimetría de poder; consecuencia de ello, devienen de actitudes xenófobas, clasistas y racistas.
Durante las entrevistas, emergieron diversos relatos en los que hacían referencia a estos sucesos:
“Uno puede diferenciar quien tiene buenas intenciones, quien con voluntad o quien burlándose. Había gente ordinaria que nos decía cosas feas y uno no sabía que te decían. Pero como no entendes mejor. Porque si no sabes no entiendes [risas]” (Antonina Chembarovich; entrevista, 25/05/20).
En consonancia con ello Miguel afirmó:
“Y había gente que, por ejemplo, venía a mi casa sin invitación y me decían te traje cosas, a lo mejor te hacen falta. Y me trajo ropa y me trajo tápers sin tapas, y el plástico ya era amarillo de la grasa, o de que era. Los jeanes ya los cortaron, no tenían cierre. Y después decían, yo llevé ayuda al ucraniano.” (Miguel Kulykov; entrevista, 6/06/20).
En los relatos retomados es posible identificar la asimetría entre quién es local y quien es extranjero. A partir de los mismos se torna notable la emergencia de acciones que se realizan con el fin de demostrar una posición de poder sobre el otro, es decir, dando cuenta quien está en condiciones de ayudar y quien necesita de esa ayuda. Frente a la tristeza y el dolor que generaban estas situaciones xenófobas y discriminatorias, el hecho de haber migrado en familia generaba en estos migrantes un sentido de pertenencia y comunidad. Si bien sabían que podían sufrir este tipo de situaciones, se refugiaban en la idea de que saber que al regresar a su hogar iba a poder hablar su idioma natal y conversar con otras personas que iban a comprender lo que les sucedía.
6. Conclusiones
El paradigma transnacional y, específicamente, el concepto de redes migratorias, fue clave para poder comprender el caso aquí analizado. En consonancia con Demarchi et al. (2016) resulta posible afirmar que a partir de dicha red que Miroslava y su familia fueron tejiendo a lo largo de los años, se generó un vínculo y una conexión entre ambos países que aún hoy continua vigente.
Teniendo en cuenta el marco conceptual tridimensional de Moreira (2016), a partir de los relatos de los entrevistados resulta posible reconocer a la unidad familiar en torno a Miroslava como una estructura intermedia del proceso migratorio. La migración se desarrolló en el marco de contextos estructurales más amplios, sin embargo la familia y las redes de contactos que desde allí surgieron, articularon las acciones llevadas a cabo por cada uno de sus integrantes, las cuales a su vez fueron determinantes en los procesos de reconstrucción identitaria de los migrantes.
El hecho de comprender el espacio no como algo físico y concreto sino más bien como una dimensión transnacional, nos permite concluir que las conexiones que se fueron estableciendo dieron origen a una construcción social más amplia. Esa gran red integrada por diferentes familias, individuos e instituciones de migrantes ucranianos, puede ser definida como una “comunidad desterritorializada” (Blanco, 2007). A partir de las entrevistas realizadas es posible afirmar que, si bien esa comunidad se caracteriza por tener períodos de mayor actividad y otros más pasivos, entra rápidamente en acción para los días festivos, cumpleaños y cuando algunos de sus miembros requiere algún tipo de ayuda. Esto último se ve claramente reflejado en el contexto bélico actual que Ucrania está padeciendo frente a los ataques de Rusia.
Así mismo, a lo largo de la investigación quedó reflejado cómo esta familia transnacional, fue tejiendo relaciones con otras familias que realizaron el mismo proceso en etapas previas. De este modo, conformaron una estructura social, que podríamos denominar en términos de Anderson (1993) como “comunidades imaginadas”; o bien, retomando el concepto de Blanco (2007) podríamos considerarlas como “familias desterritorializadas”.
A partir de los relatos de las entrevistas, resulta posible afirmar que esta familia desterritorializada mantiene sus tradiciones y las refuerza cada vez que las reproduce en el país de destino; incluso actualmente, veinte años después de iniciado el proceso. La articulación constante entre las tradiciones ucranianas y las prácticas culturales del país de destino, permite concluir que nos encontramos ante un claro ejemplo de familia transmigrante, es decir, una familia que lleva a cabo una forma de vida transnacional, entre el aquí y el allá. Así mismo, ello se ve reflejado en el modo en el cual los sujetos se auto-perciben y se presentan ante los demás, aludiendo a una identidad que se construye a partir de dicha dualidad.
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Notas de autor
Licenciada en Trabajo Social, Universidad Nacional del Litoral.
Licenciada en Sociología, Universidad Nacional del Litoral. Doctoranda en Estudios Sociales, UNL. Becaria interna Doctoral, Instituto de Humanidades y Ciencias del Litoral (CONICET – UNL). Docente Adjunta en la Universidad Nacional de Rafaela (UNRaf). Miembro del Centro de Estudios sobre Diversidad Religiosa y Sociedad, Universidad Nacional de Rosario.