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Violencia del docente en el aula de clase
Teacher’s Violence in the Classrroom1
Revista de Investigaciones de la Universidad Católica de Manizales, vol. 16, núm. 28, pp. 116-125, 2016
Universidad Católica de Manizales

Artículos de investigación

Revista de Investigaciones de la Universidad Católica de Manizales
Universidad Católica de Manizales, Colombia
ISSN: 2539-5122
ISSN-e: 0121-067X
Periodicidad: Semestral
vol. 16, núm. 28, 2016

Recepción: 31/07/2016

Aprobación: 31/08/2016

Resumen: Objetivo: analizar y determinar las expresiones y formas de violencia ejercidas por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas. Metodología: para confrontar la información, se aplicaron un cuestionario y una entrevista en una Institución Educativa de Manizales, instrumentos dirigidos a estudiantes y docentes, los cuales permitieron abordar con mirada reflexiva y analítica el rol del maestro dentro del aula. Hallazgos: se evidenció que la violencia docente es una seria y compleja problemática que presenta el sistema educativo y que es urgente conocerla, denunciarla, apropiarla e intervenirla, pues tiende a invisibilizarse en una forma preocupante. Conclusión: la violencia docente se puede prevenir, transformar y erradicar desde el fortalecimiento de habilidades sociales y la adecuada resolución de conflictos.

Palabras clave: violencia, problema social, discriminación, exclusión social, intimidación y participación.

Abstract: Objective: to analyze and to determine expressions and forms of violence applied by teachers in the classroom, as well as its causes, implications and effects. Methodology: To contrast the information at an Educational Institution in Manizales, a questionnaire and an interview were applied, aimed at students and teachers. The results of these tools allowed us to approach with a reflective and analytical perspective the role of the teacher within the classroom. Findings: Teachers’ violence is proven a serious and complex issue which is present in the educational system and which turns into an aspect to be immediately known, denounced, appropriated and intervened, since it tends to become invisible in a concerning way. Conclusion: teachers’ violence can be prevented, changed and eradicated through the strengthening of adequate social and conflict resolution skills.

Keywords: violence, social problem, discrimination, social exclusion, intimidation and participation.

Introducción

La violencia es hoy un elemento del diario vivir en nuestra cotidianidad. Es un despliegue de lo que está sucediendo en todos y cada uno de los estratos sociales, económicos y culturales que hacen parte de la sociedad. Sin olvidar las instituciones educativas y aulas de clase, donde durante varios años ha sido disimulada, encubierta y callada, tanto por educadores y directivos, que hacen parte del sistema educativo; razón por la cual el problema ha ido aumentando silenciosamente hasta alcanzar los altos niveles que se presentan en la actualidad.

Los hallazgos investigativos se han centrado en la descripción del fenómeno y en acciones de intervención del mismo, más que en la comprensión de las diferentes fuerzas que hacen posible la instauración de la agresividad y la violencia como formas de interacción en el escenario escolar, así como acciones encaminadas a la generación y desarrollo de habilidades para la paz y la no violencia. El mayor número de investigaciones están dadas en los escolares, mientras la comunidad educativa solo cuenta con tres estudios; además los diferentes estudios se ubican desde perspectivas cuantitativas, mediadas por procesos descriptivos y evaluativos de las diferentes propiedades y factores que están alrededor de la problemática que abordan (agresividad, acoso escolar, conducta prosocial, autoeficacia, empatía, entre otros); los vacíos que se generan a partir de este foco de comprensión son evidenciados en la comunidad educativa, ya que allí es donde se debe empezar a profundizar y comprender las dinámicas que están constituyendo la esencia de la problemática, el poder involucrar a todos los actores permite crear una mayor visión de la forma en la cual cada uno de ellos esta interactuando en cada uno de los procesos de formación que se están llevando a cabo en el escenario escolar. (Ramírez y Arcila, 2013, pp. 419-424)

Dentro de los aspectos que marcaron el desarrollo de la investigación, se propuso el estudio de las diversas expresiones de la violencia docente, percepciones de estudiantes y docentes, iniciativas de intervención y superación. En este artículo se muestran las varias formas de violencia que el docente ejerce sobre los estudiantes, dadas por el poder o autoridad ejercida en el ámbito educativo y las maneras de enfrentar la violencia en los acuerdos de convivencia.

La violencia en las aulas de clase y en todo el escenario educativo, se ha convertido en tema central de Facultades de Educación, grupos de investigación, conferencistas y docentes; incluso, los medios de comunicación masiva encuentran en la violencia escolar una excusa para atraer público con sus anuncios cargados de dolor y desesperanza.

Hoy en día, se siguen presentando al interior de los establecimientos educativos, todo tipo de violencias (maltrato físico, emocional, psicológico, abuso sexual, etc.) por parte de docentes y autoridades educativas, desencadenando en los alumnos una serie de humillaciones, dolores y secuelas difíciles de borrar y afectando su aprendizaje, desarrollo y futuro (Eljach, 2011).

Desde la práctica docente, se propicia la violencia psicológica provocando en los estudiantes daños emocionales, llevando a la baja autoestima y a la falta de motivación por el aprendizaje. Como lo plantean Ceja, Cervantes & Ramírez (2011), “este tipo de conductas suelen reflejarse en tratos crueles, inhumanos y muchas veces degradantes, que dañan la integridad psicológica de los alumnos y dejan huellas muchas veces permanentes y negativas en ellos” (p. 47).

La preocupación fundamental de esta investigación es determinar la relación de la escuela con la violencia, su influencia sobre la misma y la posibilidad de transformar la violencia ejercida por el docente en el aula de clase.

La violencia hacia las/ los alumnos, aparte de lesionar, atropellar, desmoralizar y desmotivar el proceso de aprendizaje, también es un fenómeno que se imita y se repite, al punto que, si no se interviene a tiempo, es el germen para futuros agresores.

Enfrentar la problemática significa reconocerla, analizarla y actuar sobre ella. El problema debe ser tomado sin dramatismo, pero con firmeza y en toda su magnitud. Evitar el miedo y la angustia que el fenómeno produce para no minimizarla o invisibilizarla. De esta manera, se puede actuar desde una postura reflexiva que permita encarar abordajes acordes con su complejidad. Lo anterior implica un cambio y transformación de los docentes y de la escuela como territorio social, donde “el fin formativo no se quede únicamente en la dimensión cognitiva del niño, sino en la construcción de su sentido de vida” (Ortega & Ghiso, 2003, p. 36).

Metodología

La presente investigación se enmarcó desde el enfo que mixto (Creswell, 1998; Denzin & Giardina, 2008), en dos momentos: cuantitativo y cualitativo. En lo cuantitativo se realizó un cuestionario para la exploración y descripción de las percepciones y opiniones de estudiantes y docentes respecto a la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales, cuyo análisis se realizó con el software SPSS (hoy PASW). En lo cualitativo se hizo La presente investigación se enmarcó desde el enfo que mixto (Creswell, 1998; Denzin & Giardina, 2008), en dos momentos: cuantitativo y cualitativo. En lo cuantitativo se realizó un cuestionario para la exploración y descripción de las percepciones y opiniones de estudiantes y docentes respecto a la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales, cuyo análisis se realizó con el software SPSS (hoy PASW). En lo cualitativo se hizo

La población objeto del estudio incluyó una muestra de 100 estudiantes de los grados 10 y 11, con edades que van de los 15 a los 17 años; y 20 docentes, hombres y mujeres seleccionados en forma aleatoria, en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales.

El encuentro entre conceptos, autores, experiencias y percepciones permitió establecer unos resultados generales y unas coordenadas de posible intervención pedagógica, social, política y cultural.

Resultados y Discusión

La violencia se manifiesta de muchas formas en la historia de la humanidad, en todos los niveles sociales, culturales, económicos y también en las instituciones educativas. Dicha violencia es silenciada y negada en la mayoría de los casos, por profesores y directivos, por lo cual se hace necesario reconocerla y analizarla para poder actuar sobre ella. En esta parte se presentan algunos hallazgos de la investigación.

Formas de intimidación del docente hacia el alumno

Cuando hablamos de violencia escolar, casi siempre suele referirse a la violencia ejercida entre los pares o incluso de estudiantes a profesores, pero pocas veces de la ejercida por el docente a sus alumnos. Existen varios casos donde los alumnos son sometidos a agresiones y humillaciones por parte de los docentes. Es una preocupación que se presenta continuamente en el aula de clase y muchas veces se invisibiliza.

La violencia en las aulas de parte de los docentes está referenciada en la mayoría de los casos en las relaciones de poder. Desde allí, los estudiantes sienten que se da el abuso y se sienten maltratados por sus docentes.

En el estudio realizado se encuentra la poca confianza y falta de credibilidad al interior del centro educativo de los/las estudiantes y el poco compromiso para indagar y evitar conductas agresivas que intimidan por parte del docente y que van en contra del clima escolar.

Las razones de la intimidación o de la violencia de parte de algunos docentes, se manifiesta en los siguientes testimonios: “El profesor tiene sus preferidos, siempre se interesa por los trabajos de algunos compañeros como si lo de uno no valiera” (Mujer 14 años); “No me gusta participar, porque si me equivoco en las respuesta me está corrigiendo en público, ya me ha pasado” (Hombre, 15 años); “El profesor de física es muy regañón” (Mujer, 16 años); “La profesora de inglés me cae mal, casi siempre está de mala espina” (Hombre 16 años).

Dentro de los aspectos que resaltan los estudiantes, está el trato desigual y una actitud diferencial ante los demás compañeros, las agresiones verbales y los regaños. Estas situaciones disminuyen los niveles de participación de los estudiantes por temor a ser ridiculizados y agredidos por sus docentes. Todas estas actitudes de parte de los docentes son muy delicadas en un espacio donde los jóvenes se están formando y debería primar el respeto, la equidad y el buen trato con los estudiantes.

Los porcentajes más altos de la agresión o intimidación del docente hacia el alumno se dan a partir de la expulsión del aula (25,8%), seguido de los regaños (22,5%) y las correcciones públicas (19,3%). En menor porcentaje, los señalamientos e indirectas (7%) y las amenazas (6,4%). Estas actuaciones del docente las toman algunos estudiantes como manifestaciones de violencia hacia ellos, que los lleva a sentirse excluidos y a veces, no genera ninguna reflexión en relación a su conducta, más bien, lo asumen como una forma de liberarse de una clase en la cual no se sienten cómodos y les resulta poco interesante.

En la docencia muchas veces estas prácticas se dan reiteradamente, sobre todo en el contexto del aula de clase. Este tipo de maltrato o intimidación se presenta en algunos casos, por situaciones que el estudiante manifiesta: comportamiento inadecuado en el aula, como salirse del salón, no presentar las tareas, interrumpir las clases reiterativamente, hacer críticas negativas del tema o de la clase en sí o porque no está a gusto con el profesor, entre otras.

Este maltrato que ejerce el docente con sus estudiantes es consecuencia de la hostilidad verbal, la desvalorización en forma de crítica o amenaza constante. Esto dificulta las interacciones con sus pares, el aprendizaje y el deseo de conectarse, logrando diferentes niveles de autodesvalorización.

Camargo (1996) describe como manifestaciones de este tipo:

los señalamientos psicologistas dirigidos al alumno (en púbico o en privado); las correcciones antipedagógicas al estudiante; el regaño o “cantaleta” permanentes (que muchos consideran una manera normal y cotidiana de relación con el estudiante) y las clasificaciones y tipificaciones de los estudiantes (buenos y malos, adelantados y atrasados, disciplinados e indisciplinados, etc.). (p. 9)

Si la violencia física hacia los estudiantes parece ser difícil de erradicar del contexto educativo, la emocional se hace más compleja dado su carácter sutil; pues, mientras los indicios del maltrato físico se pueden evidenciar de manera directa en la corporeidad de la víctima, las evidencias del maltrato emocional no son tan evidentes a los ojos de la sociedad a simple vista (Eljach, 2011).

Todo lo que ha caracterizado a la sociedad ha permeado con gran fuerza la escuela. No obstante, la violencia que se ha hecho presente de manera generalizada y permanente en la sociedad colombiana, ha hecho que los roles de los hombres, niños y jóvenes al interior del contexto escolar, estén siendo modificados e influenciados por las diversas formas aceptadas de violencia como el castigo, el regaño, la agresión, la intimidación etc.

Autoridad o autoritarismo en el docente

Guillote (2003) plantea que la utilización de prácticas como la imposición de la fuerza, búsqueda del poder, maltratos, humillación, entre otros, son quizás solo un esfuerzo más o menos desesperado para lograr el impacto educativo exigido a la época, donde la autoridad se personifica en el maestro, dueño del conocimiento, de las reglas, el método y del orden.

En la escuela tradicional según Van-Arckel (2012), “el profesor asume el poder y la autoridad como transmisor esencial de conocimientos, quien exige disciplina y obediencia, apropiándose de una imagen impositiva, coercitiva, paternalista y autoritaria” (párr. 3), siendo este quien tiene el mayor nivel de jerarquía.

El docente ejerce violencia hacia el estudiante a través del uso del poder (como adulto y como el que sabe). Ese poder se ve rechazado por los estudiantes, lo que genera un conflicto de intereses que no se resuelve de manera adecuada y deriva en una mala convivencia dentro y fuera del aula. Cuando se les pregunta a los docentes si alguna vez han ejercido algún tipo de violencia con sus estudiantes, manifiestan: “En ocasiones nos toca ser fuertes porque no podemos tener dominio sobre nuestros estudiantes” (Mujer, 40 años); “Debemos imponer nuestra autoridad y dominio dentro del aula de clase y eso no se puede negociar porque hay estudiantes muy rebeldes” (Hombre, 43 años).

Dentro de las razones que justifican la violencia o intimidación, un 42,3% de los encuestados argumentaron que se ejercían estos actos para mejorar la convivencia; 26,9% para llamar a la atención; 11,5% justificó la violencia como una manera de ejercer la disciplina; 7,6% manifiesta que se hace para poder controlar a los estudiantes; 7,6% dice que es para dar ejemplo; y, por último, 3,8% dicen que es para exigir respeto.

¡Advertencia! Recuerde marcar el "Título del artículo" en las referencia tipo "REVISTA". Aceptar 498 Revista de Investigaciones de la Universidad Católica de Manizales 2539-5122 0121-067X Universidad Católica de Manizales Colombia revistaeducacion@ucm.edu.co no 4983993010 Artículos de investigación Violencia del docente en el aula de clase September-December 2016 16 28 116 125 violencia problema social discriminación exclusión social intimidación y participación violence social problem discrimination social exclusion intimidation and participation Introducción La violencia es hoy un elemento del diario vivir en nuestra cotidianidad. Es un despliegue de lo que está sucediendo en todos y cada uno de los estratos sociales, económicos y culturales que hacen parte de la sociedad. Sin olvidar las instituciones educativas y aulas de clase, donde durante varios años ha sido disimulada, encubierta y callada, tanto por educadores y directivos, que hacen parte del sistema educativo; razón por la cual el problema ha ido aumentando silenciosamente hasta alcanzar los altos niveles que se presentan en la actualidad. Los hallazgos investigativos se han centrado en la descripción del fenómeno y en acciones de intervención del mismo, más que en la comprensión de las diferentes fuerzas que hacen posible la instauración de la agresividad y la violencia como formas de interacción en el escenario escolar, así como acciones encaminadas a la generación y desarrollo de habilidades para la paz y la no violencia. El mayor número de investigaciones están dadas en los escolares, mientras la comunidad educativa solo cuenta con tres estudios; además los diferentes estudios se ubican desde perspectivas cuantitativas, mediadas por procesos descriptivos y evaluativos de las diferentes propiedades y factores que están alrededor de la problemática que abordan (agresividad, acoso escolar, conducta prosocial, autoeficacia, empatía, entre otros); los vacíos que se generan a partir de este foco de comprensión son evidenciados en la comunidad educativa, ya que allí es donde se debe empezar a profundizar y comprender las dinámicas que están constituyendo la esencia de la problemática, el poder involucrar a todos los actores permite crear una mayor visión de la forma en la cual cada uno de ellos esta interactuando en cada uno de los procesos de formación que se están llevando a cabo en el escenario escolar. (Ramírez y Arcila, 2013, pp. 419-424) Dentro de los aspectos que marcaron el desarrollo de la investigación, se propuso el estudio de las diversas expresiones de la violencia docente, percepciones de estudiantes y docentes, iniciativas de intervención y superación. En este artículo se muestran las varias formas de violencia que el docente ejerce sobre los estudiantes, dadas por el poder o autoridad ejercida en el ámbito educativo y las maneras de enfrentar la violencia en los acuerdos de convivencia. La violencia en las aulas de clase y en todo el escenario educativo, se ha convertido en tema central de Facultades de Educación, grupos de investigación, conferencistas y docentes; incluso, los medios de comunicación masiva encuentran en la violencia escolar una excusa para atraer público con sus anuncios cargados de dolor y desesperanza. Hoy en día, se siguen presentando al interior de los establecimientos educativos, todo tipo de violencias (maltrato físico, emocional, psicológico, abuso sexual, etc.) por parte de docentes y autoridades educativas, desencadenando en los alumnos una serie de humillaciones, dolores y secuelas difíciles de borrar y afectando su aprendizaje, desarrollo y futuro (Eljach, 2011). Desde la práctica docente, se propicia la violencia psicológica provocando en los estudiantes daños emocionales, llevando a la baja autoestima y a la falta de motivación por el aprendizaje. Como lo plantean Ceja, Cervantes & Ramírez (2011), “este tipo de conductas suelen reflejarse en tratos crueles, inhumanos y muchas veces degradantes, que dañan la integridad psicológica de los alumnos y dejan huellas muchas veces permanentes y negativas en ellos” (p. 47). La preocupación fundamental de esta investigación es determinar la relación de la escuela con la violencia, su influencia sobre la misma y la posibilidad de transformar la violencia ejercida por el docente en el aula de clase. La violencia hacia las/ los alumnos, aparte de lesionar, atropellar, desmoralizar y desmotivar el proceso de aprendizaje, también es un fenómeno que se imita y se repite, al punto que, si no se interviene a tiempo, es el germen para futuros agresores. Enfrentar la problemática significa reconocerla, analizarla y actuar sobre ella. El problema debe ser tomado sin dramatismo, pero con firmeza y en toda su magnitud. Evitar el miedo y la angustia que el fenómeno produce para no minimizarla o invisibilizarla. De esta manera, se puede actuar desde una postura reflexiva que permita encarar abordajes acordes con su complejidad. Lo anterior implica un cambio y transformación de los docentes y de la escuela como territorio social, donde “el fin formativo no se quede únicamente en la dimensión cognitiva del niño, sino en la construcción de su sentido de vida” (Ortega & Ghiso, 2003, p. 36). Metodología La presente investigación se enmarcó desde el enfo que mixto (Creswell, 1998; Denzin & Giardina, 2008), en dos momentos: cuantitativo y cualitativo. En lo cuantitativo se realizó un cuestionario para la exploración y descripción de las percepciones y opiniones de estudiantes y docentes respecto a la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales, cuyo análisis se realizó con el software SPSS (hoy PASW). En lo cualitativo se hizo La presente investigación se enmarcó desde el enfo que mixto (Creswell, 1998; Denzin & Giardina, 2008), en dos momentos: cuantitativo y cualitativo. En lo cuantitativo se realizó un cuestionario para la exploración y descripción de las percepciones y opiniones de estudiantes y docentes respecto a la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales, cuyo análisis se realizó con el software SPSS (hoy PASW). En lo cualitativo se hizo La población objeto del estudio incluyó una muestra de 100 estudiantes de los grados 10 y 11, con edades que van de los 15 a los 17 años; y 20 docentes, hombres y mujeres seleccionados en forma aleatoria, en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales. El encuentro entre conceptos, autores, experiencias y percepciones permitió establecer unos resultados generales y unas coordenadas de posible intervención pedagógica, social, política y cultural.Resultados y Discusión La violencia se manifiesta de muchas formas en la historia de la humanidad, en todos los niveles sociales, culturales, económicos y también en las instituciones educativas. Dicha violencia es silenciada y negada en la mayoría de los casos, por profesores y directivos, por lo cual se hace necesario reconocerla y analizarla para poder actuar sobre ella. En esta parte se presentan algunos hallazgos de la investigación. Formas de intimidación del docente hacia el alumno Cuando hablamos de violencia escolar, casi siempre suele referirse a la violencia ejercida entre los pares o incluso de estudiantes a profesores, pero pocas veces de la ejercida por el docente a sus alumnos. Existen varios casos donde los alumnos son sometidos a agresiones y humillaciones por parte de los docentes. Es una preocupación que se presenta continuamente en el aula de clase y muchas veces se invisibiliza. La violencia en las aulas de parte de los docentes está referenciada en la mayoría de los casos en las relaciones de poder. Desde allí, los estudiantes sienten que se da el abuso y se sienten maltratados por sus docentes. En el estudio realizado se encuentra la poca confianza y falta de credibilidad al interior del centro educativo de los/las estudiantes y el poco compromiso para indagar y evitar conductas agresivas que intimidan por parte del docente y que van en contra del clima escolar. Las razones de la intimidación o de la violencia de parte de algunos docentes, se manifiesta en los siguientes testimonios: “El profesor tiene sus preferidos, siempre se interesa por los trabajos de algunos compañeros como si lo de uno no valiera” (Mujer 14 años); “No me gusta participar, porque si me equivoco en las respuesta me está corrigiendo en público, ya me ha pasado” (Hombre, 15 años); “El profesor de física es muy regañón” (Mujer, 16 años); “La profesora de inglés me cae mal, casi siempre está de mala espina” (Hombre 16 años). Dentro de los aspectos que resaltan los estudiantes, está el trato desigual y una actitud diferencial ante los demás compañeros, las agresiones verbales y los regaños. Estas situaciones disminuyen los niveles de participación de los estudiantes por temor a ser ridiculizados y agredidos por sus docentes. Todas estas actitudes de parte de los docentes son muy delicadas en un espacio donde los jóvenes se están formando y debería primar el respeto, la equidad y el buen trato con los estudiantes. Los porcentajes más altos de la agresión o intimidación del docente hacia el alumno se dan a partir de la expulsión del aula (25,8%), seguido de los regaños (22,5%) y las correcciones públicas (19,3%). En menor porcentaje, los señalamientos e indirectas (7%) y las amenazas (6,4%). Estas actuaciones del docente las toman algunos estudiantes como manifestaciones de violencia hacia ellos, que los lleva a sentirse excluidos y a veces, no genera ninguna reflexión en relación a su conducta, más bien, lo asumen como una forma de liberarse de una clase en la cual no se sienten cómodos y les resulta poco interesante. En la docencia muchas veces estas prácticas se dan reiteradamente, sobre todo en el contexto del aula de clase. Este tipo de maltrato o intimidación se presenta en algunos casos, por situaciones que el estudiante manifiesta: comportamiento inadecuado en el aula, como salirse del salón, no presentar las tareas, interrumpir las clases reiterativamente, hacer críticas negativas del tema o de la clase en sí o porque no está a gusto con el profesor, entre otras. Este maltrato que ejerce el docente con sus estudiantes es consecuencia de la hostilidad verbal, la desvalorización en forma de crítica o amenaza constante. Esto dificulta las interacciones con sus pares, el aprendizaje y el deseo de conectarse, logrando diferentes niveles de autodesvalorización. Camargo (1996) describe como manifestaciones de este tipo: los señalamientos psicologistas dirigidos al alumno (en púbico o en privado); las correcciones antipedagógicas al estudiante; el regaño o “cantaleta” permanentes (que muchos consideran una manera normal y cotidiana de relación con el estudiante) y las clasificaciones y tipificaciones de los estudiantes (buenos y malos, adelantados y atrasados, disciplinados e indisciplinados, etc.). (p. 9) Si la violencia física hacia los estudiantes parece ser difícil de erradicar del contexto educativo, la emocional se hace más compleja dado su carácter sutil; pues, mientras los indicios del maltrato físico se pueden evidenciar de manera directa en la corporeidad de la víctima, las evidencias del maltrato emocional no son tan evidentes a los ojos de la sociedad a simple vista (Eljach, 2011). Todo lo que ha caracterizado a la sociedad ha permeado con gran fuerza la escuela. No obstante, la violencia que se ha hecho presente de manera generalizada y permanente en la sociedad colombiana, ha hecho que los roles de los hombres, niños y jóvenes al interior del contexto escolar, estén siendo modificados e influenciados por las diversas formas aceptadas de violencia como el castigo, el regaño, la agresión, la intimidación etc.Autoridad o autoritarismo en el docente Guillote (2003) plantea que la utilización de prácticas como la imposición de la fuerza, búsqueda del poder, maltratos, humillación, entre otros, son quizás solo un esfuerzo más o menos desesperado para lograr el impacto educativo exigido a la época, donde la autoridad se personifica en el maestro, dueño del conocimiento, de las reglas, el método y del orden. En la escuela tradicional según Van-Arckel (2012), “el profesor asume el poder y la autoridad como transmisor esencial de conocimientos, quien exige disciplina y obediencia, apropiándose de una imagen impositiva, coercitiva, paternalista y autoritaria” (párr. 3), siendo este quien tiene el mayor nivel de jerarquía. El docente ejerce violencia hacia el estudiante a través del uso del poder (como adulto y como el que sabe). Ese poder se ve rechazado por los estudiantes, lo que genera un conflicto de intereses que no se resuelve de manera adecuada y deriva en una mala convivencia dentro y fuera del aula. Cuando se les pregunta a los docentes si alguna vez han ejercido algún tipo de violencia con sus estudiantes, manifiestan: “En ocasiones nos toca ser fuertes porque no podemos tener dominio sobre nuestros estudiantes” (Mujer, 40 años); “Debemos imponer nuestra autoridad y dominio dentro del aula de clase y eso no se puede negociar porque hay estudiantes muy rebeldes” (Hombre, 43 años). Dentro de las razones que justifican la violencia o intimidación, un 42,3% de los encuestados argumentaron que se ejercían estos actos para mejorar la convivencia; 26,9% para llamar a la atención; 11,5% justificó la violencia como una manera de ejercer la disciplina; 7,6% manifiesta que se hace para poder controlar a los estudiantes; 7,6% dice que es para dar ejemplo; y, por último, 3,8% dicen que es para exigir respeto.

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Violencia del docente en el aula de clase

Objetivo: analizar y determinar las expresiones y formas de violencia ejercidas por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas. Metodología: para confrontar la información, se aplicaron un cuestionario y una entrevista en una Institución Educativa de Manizales, instrumentos dirigidos a estudiantes y docentes, los cuales permitieron abordar con mirada reflexiva y analítica el rol del maestro dentro del aula. Hallazgos: se evidenció que la violencia docente es una seria y compleja problemática que presenta el sistema educativo y que es urgente conocerla, denunciarla, apropiarla e intervenirla, pues tiende a invisibilizarse en una forma preocupante. Conclusión: la violencia docente se puede prevenir, transformar y erradicar desde el fortalecimiento de habilidades sociales y la adecuada resolución de conflictos.

Palabras clave: violencia, problema social, discriminación, exclusión social, intimidación y participación.

Teacher’s Violence in the Classrroom

Objective: to analyze and to determine expressions and forms of violence applied by teachers in the classroom, as well as its causes, implications and effects. Methodology: To contrast the information at an Educational Institution in Manizales, a questionnaire and an interview were applied, aimed at students and teachers. The results of these tools allowed us to approach with a reflective and analytical perspective the role of the teacher within the classroom. Findings: Teachers’ violence is proven a serious and complex issue which is present in the educational system and which turns into an aspect to be immediately known, denounced, appropriated and intervened, since it tends to become invisible in a concerning way. Conclusion: teachers’ violence can be prevented, changed and eradicated through the strengthening of adequate social and conflict resolution skills.

Key words: violence, social problem, discrimination, social exclusion, intimidation and participation.

Origen del artículo

Artículo producto de la investigación “La escuela como territorio que posibilita la transformación de la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase”, desarrollada en el programa de Maestría en Educación de la UCM en el año 2013.

Violencia del docente en el aula de clase

Luz Ángela Gallego Daza1

Javier Acosta Orozco2

Yamiled Villalobos García3

Ángela María López Tabares4

Gloria Amparo Giraldo Zuluaga5

Introducción

La violencia es hoy un elemento del diario vivir en nuestra cotidianidad. Es un despliegue de lo que está sucediendo en todos y cada uno de los estratos sociales, económicos y culturales que hacen parte de la sociedad. Sin olvidar las instituciones educativas y aulas de clase, donde durante varios años ha sido disimulada, encubierta y callada, tanto por educadores y directivos, que hacen parte del sistema educativo; razón por la cual el problema ha ido aumentando silenciosamente hasta alcanzar los altos niveles que se presentan en la actualidad.

Los hallazgos investigativos se han centrado en la descripción del fenómeno y en acciones de intervención del mismo, más que en la comprensión de las diferentes fuerzas que hacen posible la instauración de la agresividad y la violencia como formas de interacción en el escenario escolar, así como acciones encaminadas a la generación y desarrollo de habilidades para la paz y la no violencia. El mayor número de investigaciones están dadas en los escolares, mientras la comunidad educativa solo cuenta con tres estudios; además los diferentes estudios se ubican desde perspectivas cuantitativas, mediadas por procesos descriptivos y evaluativos de las diferentes propiedades y factores que están alrededor de la problemática que abordan (agresividad, acoso escolar, conducta prosocial, autoeficacia, empatía, entre otros); los vacíos que se generan a partir de este foco de comprensión son evidenciados en la comunidad educativa, ya que allí es donde se debe empezar a profundizar y comprender las dinámicas que están constituyendo la esencia de la problemática, el poder involucrar a todos los actores permite crear una mayor visión de la forma en la cual cada uno de ellos esta interactuando en cada uno de los procesos de formación que se están llevando a cabo en el escenario escolar. (Ramírez y Arcila, 2013, pp. 419-424)

Dentro de los aspectos que marcaron el desarrollo de la investigación, se propuso el estudio de las diversas expresiones de la violencia docente, percepciones de estudiantes y docentes, iniciativas de intervención y superación. En este artículo se muestran las varias formas de violencia que el docente ejerce sobre los estudiantes, dadas por el poder o autoridad ejercida en el ámbito educativo y las maneras de enfrentar la violencia en los acuerdos de convivencia.

La violencia en las aulas de clase y en todo el escenario educativo, se ha convertido en tema central de Facultades de Educación, grupos de investigación, conferencistas y docentes; incluso, los medios de comunicación masiva encuentran en la violencia escolar una excusa para atraer público con sus anuncios cargados de dolor y desesperanza.

Hoy en día, se siguen presentando al interior de los establecimientos educativos, todo tipo de violencias (maltrato físico, emocional, psicológico, abuso sexual, etc.) por parte de docentes y autoridades educativas, desencadenando en los alumnos una serie de humillaciones, dolores y secuelas difíciles de borrar y afectando su aprendizaje, desarrollo y futuro (Eljach, 2011).

Desde la práctica docente, se propicia la violencia psicológica provocando en los estudiantes daños emocionales, llevando a la baja autoestima y a la falta de motivación por el aprendizaje. Como lo plantean Ceja, Cervantes & Ramírez (2011), “este tipo de conductas suelen reflejarse en tratos crueles, inhumanos y muchas veces degradantes, que dañan la integridad psicológica de los alumnos y dejan huellas muchas veces permanentes y negativas en ellos” (p. 47).

La preocupación fundamental de esta investigación es determinar la relación de la escuela con la violencia, su influencia sobre la misma y la posibilidad de transformar la violencia ejercida por el docente en el aula de clase.

La violencia hacia las/ los alumnos, aparte de lesionar, atropellar, desmoralizar y desmotivar el proceso de aprendizaje, también es un fenómeno que se imita y se repite, al punto que, si no se interviene a tiempo, es el germen para futuros agresores.

Enfrentar la problemática significa reconocerla, analizarla y actuar sobre ella. El problema debe ser tomado sin dramatismo, pero con firmeza y en toda su magnitud. Evitar el miedo y la angustia que el fenómeno produce para no minimizarla o invisibilizarla. De esta manera, se puede actuar desde una postura reflexiva que permita encarar abordajes acordes con su complejidad. Lo anterior implica un cambio y transformación de los docentes y de la escuela como territorio social, donde “el fin formativo no se quede únicamente en la dimensión cognitiva del niño, sino en la construcción de su sentido de vida” (Ortega & Ghiso, 2003, p. 36).

Metodología

La presente investigación se enmarcó desde el enfo que mixto (Creswell, 1998; Denzin & Giardina, 2008), en dos momentos: cuantitativo y cualitativo. En lo cuantitativo se realizó un cuestionario para la exploración y descripción de las percepciones y opiniones de estudiantes y docentes respecto a la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales, cuyo análisis se realizó con el software SPSS (hoy PASW). En lo cualitativo se hizo La presente investigación se enmarcó desde el enfo que mixto (Creswell, 1998; Denzin & Giardina, 2008), en dos momentos: cuantitativo y cualitativo. En lo cuantitativo se realizó un cuestionario para la exploración y descripción de las percepciones y opiniones de estudiantes y docentes respecto a la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase, así como sus causas, implicaciones y secuelas en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales, cuyo análisis se realizó con el software SPSS (hoy PASW). En lo cualitativo se hizo

La población objeto del estudio incluyó una muestra de 100 estudiantes de los grados 10 y 11, con edades que van de los 15 a los 17 años; y 20 docentes, hombres y mujeres seleccionados en forma aleatoria, en una Institución Educativa de la ciudad de Manizales.

El encuentro entre conceptos, autores, experiencias y percepciones permitió establecer unos resultados generales y unas coordenadas de posible intervención pedagógica, social, política y cultural.

Resultados y Discusión

La violencia se manifiesta de muchas formas en la historia de la humanidad, en todos los niveles sociales, culturales, económicos y también en las instituciones educativas. Dicha violencia es silenciada y negada en la mayoría de los casos, por profesores y directivos, por lo cual se hace necesario reconocerla y analizarla para poder actuar sobre ella. En esta parte se presentan algunos hallazgos de la investigación.

Formas de intimidación del docente hacia el alumno

Cuando hablamos de violencia escolar, casi siempre suele referirse a la violencia ejercida entre los pares o incluso de estudiantes a profesores, pero pocas veces de la ejercida por el docente a sus alumnos. Existen varios casos donde los alumnos son sometidos a agresiones y humillaciones por parte de los docentes. Es una preocupación que se presenta continuamente en el aula de clase y muchas veces se invisibiliza.

La violencia en las aulas de parte de los docentes está referenciada en la mayoría de los casos en las relaciones de poder. Desde allí, los estudiantes sienten que se da el abuso y se sienten maltratados por sus docentes.

En el estudio realizado se encuentra la poca confianza y falta de credibilidad al interior del centro educativo de los/las estudiantes y el poco compromiso para indagar y evitar conductas agresivas que intimidan por parte del docente y que van en contra del clima escolar.

Las razones de la intimidación o de la violencia de parte de algunos docentes, se manifiesta en los siguientes testimonios: “El profesor tiene sus preferidos, siempre se interesa por los trabajos de algunos compañeros como si lo de uno no valiera” (Mujer 14 años); “No me gusta participar, porque si me equivoco en las respuesta me está corrigiendo en público, ya me ha pasado” (Hombre, 15 años); “El profesor de física es muy regañón” (Mujer, 16 años); “La profesora de inglés me cae mal, casi siempre está de mala espina” (Hombre 16 años).

Dentro de los aspectos que resaltan los estudiantes, está el trato desigual y una actitud diferencial ante los demás compañeros, las agresiones verbales y los regaños. Estas situaciones disminuyen los niveles de participación de los estudiantes por temor a ser ridiculizados y agredidos por sus docentes. Todas estas actitudes de parte de los docentes son muy delicadas en un espacio donde los jóvenes se están formando y debería primar el respeto, la equidad y el buen trato con los estudiantes.

Los porcentajes más altos de la agresión o intimidación del docente hacia el alumno se dan a partir de la expulsión del aula (25,8%), seguido de los regaños (22,5%) y las correcciones públicas (19,3%). En menor porcentaje, los señalamientos e indirectas (7%) y las amenazas (6,4%). Estas actuaciones del docente las toman algunos estudiantes como manifestaciones de violencia hacia ellos, que los lleva a sentirse excluidos y a veces, no genera ninguna reflexión en relación a su conducta, más bien, lo asumen como una forma de liberarse de una clase en la cual no se sienten cómodos y les resulta poco interesante.

En la docencia muchas veces estas prácticas se dan reiteradamente, sobre todo en el contexto del aula de clase. Este tipo de maltrato o intimidación se presenta en algunos casos, por situaciones que el estudiante manifiesta: comportamiento inadecuado en el aula, como salirse del salón, no presentar las tareas, interrumpir las clases reiterativamente, hacer críticas negativas del tema o de la clase en sí o porque no está a gusto con el profesor, entre otras.

Este maltrato que ejerce el docente con sus estudiantes es consecuencia de la hostilidad verbal, la desvalorización en forma de crítica o amenaza constante. Esto dificulta las interacciones con sus pares, el aprendizaje y el deseo de conectarse, logrando diferentes niveles de autodesvalorización.

Camargo (1996) describe como manifestaciones de este tipo:

los señalamientos psicologistas dirigidos al alumno (en púbico o en privado); las correcciones antipedagógicas al estudiante; el regaño o “cantaleta” permanentes (que muchos consideran una manera normal y cotidiana de relación con el estudiante) y las clasificaciones y tipificaciones de los estudiantes (buenos y malos, adelantados y atrasados, disciplinados e indisciplinados, etc.). (p. 9)

Si la violencia física hacia los estudiantes parece ser difícil de erradicar del contexto educativo, la emocional se hace más compleja dado su carácter sutil; pues, mientras los indicios del maltrato físico se pueden evidenciar de manera directa en la corporeidad de la víctima, las evidencias del maltrato emocional no son tan evidentes a los ojos de la sociedad a simple vista (Eljach, 2011).

Todo lo que ha caracterizado a la sociedad ha permeado con gran fuerza la escuela. No obstante, la violencia que se ha hecho presente de manera generalizada y permanente en la sociedad colombiana, ha hecho que los roles de los hombres, niños y jóvenes al interior del contexto escolar, estén siendo modificados e influenciados por las diversas formas aceptadas de violencia como el castigo, el regaño, la agresión, la intimidación etc.

Autoridad o autoritarismo en el docente

Guillote (2003) plantea que la utilización de prácticas como la imposición de la fuerza, búsqueda del poder, maltratos, humillación, entre otros, son quizás solo un esfuerzo más o menos desesperado para lograr el impacto educativo exigido a la época, donde la autoridad se personifica en el maestro, dueño del conocimiento, de las reglas, el método y del orden.

En la escuela tradicional según Van-Arckel (2012), “el profesor asume el poder y la autoridad como transmisor esencial de conocimientos, quien exige disciplina y obediencia, apropiándose de una imagen impositiva, coercitiva, paternalista y autoritaria” (párr. 3), siendo este quien tiene el mayor nivel de jerarquía.

El docente ejerce violencia hacia el estudiante a través del uso del poder (como adulto y como el que sabe). Ese poder se ve rechazado por los estudiantes, lo que genera un conflicto de intereses que no se resuelve de manera adecuada y deriva en una mala convivencia dentro y fuera del aula. Cuando se les pregunta a los docentes si alguna vez han ejercido algún tipo de violencia con sus estudiantes, manifiestan: “En ocasiones nos toca ser fuertes porque no podemos tener dominio sobre nuestros estudiantes” (Mujer, 40 años); “Debemos imponer nuestra autoridad y dominio dentro del aula de clase y eso no se puede negociar porque hay estudiantes muy rebeldes” (Hombre, 43 años).

Dentro de las razones que justifican la violencia o intimidación, un 42,3% de los encuestados argumentaron que se ejercían estos actos para mejorar la convivencia; 26,9% para llamar a la atención; 11,5% justificó la violencia como una manera de ejercer la disciplina; 7,6% manifiesta que se hace para poder controlar a los estudiantes; 7,6% dice que es para dar ejemplo; y, por último, 3,8% dicen que es para exigir respeto.

Desde las experiencias de los docentes se encuentra que las razones por la cuales se ejerce un tipo de autoritarismo en el aula de clase, se cimientan en estudiantes problema o conflictivos, los cuales en la mayoría del tiempo están desconcentrados y desmotivados en las clases, además su base académica es escasa, por lo que no se interesan por aprender, hacer críticas constantes al profesorado, son desobedientes y ponen en duda su profesionalismo, interrumpen constantemente las clases creando un conflicto docente-estudiante.

Los docentes justifican las actitudes fuertes con sus alumnos por miedo a perder el control de la clase y como una forma de obtener sus objetivos; en general, no lo admiten como un tipo de violencia, consideran que están legitimando su posición en el aula. Al respecto, Bourdieu & Passeron (2008) hablan de esta actitud como violencia simbólica entendida como “todo poder que logra imponer significaciones e imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza” (p. 25).

Los estudiantes opinan: “Muchos profes ejercen la violencia como un plan B de sus carreras y no porque tengan capacidad, actitud y pedagogía para enseñar” (Mujer, 16 años); “La violencia del docente se da porque algunas situaciones con malos alumnos se les sale de control” (Hombre, 15 años).

Los estudiantes reconocen que algunos profesores son autoritarios y asumen estas actitudes para tener control con los alumnos y por falta de actitud y pedagogía para enseñar. Si bien es necesario que el profesor controle el grupo, no lo debe hacer con actitudes que generen malestar en sus alumnos. Al respecto, Muñoz (2012) dice que “autoridad no es equivalente ni a control ni a obediencia, esta tiene un sentido de reconocimiento y legitimidad que puede generar el control o la obediencia, pero estos no siempre son consecuencia de la autoridad” (p. 88).

El maltrato dentro del aula de clase por parte del docente en muchas ocasiones, pasa desapercibido, convirtiéndose en un atributo de la persona que lo lleva a cabo.

El proyecto desarrollado por el Instituto para la investigación educativa y el desarrollo pedagógico [IDEP] titulado “Vida de Maestros” (Torres, 2009), se refiere a una realidad emergente muy compleja que muestra la violencia como un tema de gran impacto y trascendencia en los niveles sociales de los actores escolares y el desconocimiento y/o subvaloración que hacen los maestros de la violencia en la escuela. Dentro de los resultados se ponen en evidencia el desconocimiento que tienen los docentes de las maneras como ejercen violencia contra sus estudiantes.

Otro aspecto que resaltan los profesores es que las relaciones de autoridad con los estudiantes han cambiado a través de la historia, y esto ha hecho que se pierda autoridad, por lo que se considera que hay una deslegitimación de la labor docente:

Son otros tiempos, anteriormente había más respeto por la labor docente, hoy en día no. Se ha perdido la credibilidad de rol del maestro y en ocasiones, los estudiantes confunden autoridad con dominio de grupo, porque hay estudiantes muy displicentes e irreverentes con los docentes (Mujer, 35 años).

Los docentes manifiestan que los adultos han perdido autoridad y efectividad en la función de formar valores. Así como ocurre con los padres de familia, sienten que se han quedado cortos e insuficientes en las habilidades necesarias para desarrollar disciplina, fijar límites, desarrollar autonomía, responsabilidad y concluyen que la forma rápida de disciplinar es ser fuerte con ellos.

Los estudiantes cambian, y seguirán cambiando, y a los docentes no les queda otra alternativa que reacomodarse a dicho cambio de tal manera que su papel frente a los estudiantes adquieran sentido, para que sea reconocido como autoridad, lo cual implica transformaciones en las teorías –concepciones- y prácticas (Muñoz, 2012, p. 67).

La revisión de investigaciones y/o líneas de investigación sobre la violencia ejercida por las/los docentes, muestra que la mayor tendencia se dirige al análisis de la influencia del ‘poder’ y la ‘autoridad’ en la generación de agresividad y violencia.

Casi todas las investigaciones coinciden en la existencia de una postura ambigua en la mayoría de las/los docentes analizados; pues, mientras asumen un discurso pedagógico abierto y participativo, se desenvuelven en una “práctica autoritaria y rígida, basada en normas de disciplina racionales y coherentes” (Cajiao, 1994, p. 35)

Ortiz (2012) plantea que la violencia escolar es pobremente reconocida por muchos docentes por diferentes razones; en primera instancia, por el afán de obedecer más a un ideal de unidad, para lo cual se etiqueta la violencia como algo externo al ámbito escolar, con lo que se niega la responsabilidad de la escuela, y por ende, de ellos como integrantes del contexto escolar en la génesis de los comportamientos agresivos.

Para lograr un cambio se necesitan intervenciones efectivas que eliminen las prácticas, actitudes y creencias discriminatorias en los salones de clase; intervenciones que modifiquen las formas de interacción y los comportamientos de los maestros en las escuelas; entrar a los salones de clase y trabajar con los maestros para que se hagan conscientes de sus actitudes y desarrollen nuevas maneras de percibir y relacionarse con sus estudiantes (Maldonado, 2011, párr. 5).

Formas de enfrentar la violencia del docente

Los estudiantes manifestaron que una forma de enfrentar y evitar la violencia de los docentes hacia ellos, sería mediante el diálogo, el respeto, la tolerancia, la capacitación y orientaciones psicológicas. Así lo sustentan las siguientes narrativas: “Dialogando con los docentes y si continua así hablando con mis padres y con los directivos de la Institución” (Mujer, 14 años); “dándole capacitación a los maestros sobre estos temas y hablándoles de la consecuencia que estos actos tienen sobre ellos” (Hombre, 15 años); “hacer un estudio sobre el ambiente escolar y hacer orientaciones con psicólogas” (Mujer, 15 años); “manteniendo respeto, tolerancia, disciplina y cumplimiento de los deberes escolares y no igualarnos con los otros” (Hombre, 13 años).

Este sentir se confronta con la investigación de Garretón-Valdivia (2013) en tanto plantea que “en las situaciones conflictivas se encontró que los docentes señalan mayoritariamente como acción, asumir el diálogo con los estudiantes que producen las disrupciones” (p.7). Las formas de enfrentar, mejorar y/o transformar la violencia y lograr una mejor convivencia dentro del aula escolar, son una apertura a la diferencia hacia los demás, escuchar al otro respetando su punto de vista y elaborando, desde su experiencia como docente, unas profundas transformaciones que incidan de forma inmediata en el ambiente escolar.

Es importante la creación y consolidación de buenos canales de comunicación al interior de los centros educativos, ya que ellos les van a dar a los estudiantes la suficiente confianza para dar a conocer la violencia de que son víctimas. Al respecto los docentes manifiestan: “se requiere de mayor compromiso por parte de toda la comunidad educativa” (Mujer, 15 años); “realizar campañas de prevención en violencia escolar” (Mujer, 13 años); “realizar capacitaciones en violencia escolar a toda la comunidad educativa” (Mujer, 15 años).

Muchos docentes que hicieron parte de la investigación, consideran que la mejor forma de enfrentar y/o transformar la violencia es la promoción y realización al interior de las instituciones educativas, de charlas de sensibilización y motivación al respecto. Así mismo, plantean que se haga un riguroso seguimiento a la problemática desde las esferas directivas hasta las docentes, con el objetivo de producir los correctivos pertinentes; que tanto docentes como alumnos se concienticen y reconozcan a las instituciones educativas como centros de paz, convivencia y aprendizaje mutuo.

Convivencia en la institución educativa

La convivencia como proceso de formación y aprendizaje no es un aspectoaislado de la interacción cotidiana de los seres humanos, por lo contrario, crea normasque rigen el comportamiento y la forma de ser de los estudiantes para una sana convivencia en sociedad (Mier-Pérez, 2012, parr.5).

El 55% de los encuestados considera que la convivencia es buena, seguido del 35% que es regular y un 10% la considera muy buena. Las cifras obtenidas representan que la convivencia en la institución es buena porque se da un ambiente agradable para el desarrollo académico de las actividades y las relaciones sociales que se generan con sus pares. Algunos de los aspectos que resaltan los estudiantes para fundamentar sus respuestas positivas son: “En el colegio hay una comisión de profesores encargada del trabajo con los estudiantes para garantizar una buena convivencia” (Hombre, 17 años); “Desde las materias de ética y religión se trabaja mucho los valores” (Hombre, 15 años); “Se organizan charlas sobre aprender a convivir con los otros” (Mujer, 16 años); “Cuando se presentan problemas, llaman a los estudiantes involucrados y trabajan con ellos” (Mujer, 17 años).

Desde la institución hay un compromiso con el tema de la convivencia escolar, dado desde la perspectiva legal con el Decreto 1965 de septiembre 11 de 2013. También se da desde una perspectiva de formación y aprendizaje en valores y competencias para aprender a convivir en la diversidad y como parte del desarrollo integral de las personas.

La adquisición de competencias básicas en conocimientos, valores, actitudes y habilidades sociales, son necesarias para generar un clima social positivo, en el cual emerjan y se desarrollen fenómenos como el compromiso, la motivación e implicación; la correcta aplicación de valores y principios, cooperación, una normatividad concertada y aceptada, la implicación de todos en la vida de la institución y del proceso educativo, son factores que contribuyen a una mejor convivencia. (Guzmán, Muñoz & Preciado, 2012, p. 7)

El 35% considera la convivencia regular. Independientemente del trabajo colectivo que realiza el colegio respecto a la convivencia, no siempre se presenta un buen ambiente escolar, porque surgen situaciones disciplinarias que afectan el normal desarrollo del trabajo académico en la escuela, así lo expresan algunos estudiantes: “Hay compañeros muy indelicados y se han presentado robos en el salón” (Mujer, 17 años); “se da indisciplina en las clases...” (Hombre, 14 años); “hay compañeros que matonean a los más callados” (Hombre, 16 años).

Dentro de las problemáticas que impiden la convivencia escolar, los estudiantes resaltan los robos, la indisciplina y el matoneo que tienen que ver con actitudes tiránicas e intimidatorias de uno o varios alumnos contra un estudiante.

Todo tipo de violencia afecta de manera significativa las condiciones de convivencia y aprendizaje del ser humano, también hay texto que enfatizan en que no toda inseguridad o amenaza puede rotularse precisamente como violencia escolar. (Ghiso, 2012, p. 815)

La convivencia en las escuelas no es todo lo deseable que se quisiera y así lo ponen de manifiesto los datos derivados de las investigaciones sobre violencia escolar.

la escuela no es un lugar de encuentro donde se acoge, acepta y respeta al otro (al diferente), por el contrario, es un espacio delimitado por un muro en el que el alumno debe permanecer varias horas diarias y en el que el profesor debe velar por el mantenimiento del orden y garantizar un modelo de enseñanza adecuada a los alumnos, todo esto unido al abandono a la desmotivación de los alumnos y la excesiva burocratización de los centros escolares, están contribuyendo al deterioro de la convivencia en los centros, donde los insultos, las amenazas, las peleas, el rechazo, la marginación, etc., se están convirtiendo en algo habitual y común. (Dabringer & De Piélora, 2010, p. 39)

Para lograr un tránsito desde la cultura de la violencia escolar hacia ese imaginario colectivo de escuela, se deben asumir actitudes como la autoformación, el servicio, los modelos de transferencia, los medios externos y la inclusión social (Martínez y Cano, 2012, p. 93).

La convivencia se articula como el andamiaje de las múltiples relaciones que convergen en la escuela y el lenguaje como el mediador cultural que permite el reconocimiento de sí mismo y del otro. En este momento surge el reconocimiento igualmente del maestro como mediador que posibilita el trance de una cultura escolar conflictiva a una de convivencia agradable. (Martínez y Cano, 2012)

Conclusiones

La escuela refleja el autoritarismo y las tensiones de la sociedad en la cual se encuentra inmersa y al mismo tiempo, se ha negado sistemáticamente a adoptar formas de desarrollo con nuevas dinámicas en el trabajo escolar para erradicar la violencia al interior de las instituciones.

La violencia escolar causa consecuencias bastante negativas tanto en sus víctimas en particular, como en el contexto educativo en general, por lo que se hace necesario generar estrategias que ayuden a enfrentar el fenómeno de la violencia en los centros educativos: la identificación de las señales de violencia escolar, la concientización del uso de las diferentes manifestaciones de violencia con las que hemos vivido culturalmente acostumbrados dada la aprobación social, la comprensión a profundidad del fenómeno, la capacitación en medidas de prevención y/o paliación del fenómeno, el diseño y aplicación de pedagogías democráticas y participativas que favorezcan y promuevan la sana convivencia en la escuela, entre otras.

Fortalecer los procesos de aprendizaje en el aula es una tarea compleja cotidiana para el docente, pues, no solo su enseñanza se basa en el desarrollo de competencias cognitivas, sino también de formar a los estudiantes integralmente y aportando elementos críticos que les permitan vivir sanamente en comunidad.

La violencia docente se puede prevenir, minimizar y transformar desde el fortalecimiento de habilidades sociales y la adecuada resolución de conflictos. Así mismo, es evidente que existen posibilidades concretas en el territorio escolar para superar dicha violencia y generar nuevas propuestas de quehacer pedagógico, humano, social y cultural al interior de la escuela.

Los retos pedagógicos que plantea la construcción social del saber tienen que ver con el reconocimiento de que es más fácil aprender de sí mismo y de los otros en contextos afectivos, de comprensión y tolerancia. Esto puede lograrse con una educación que estimule al docente a desarrollar un pensamiento flexible, creativo y con capacidad innovadora en el aula de clase.

Referencias

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Notas

1 Artículo producto de la investigación “La escuela como territorio que posibilita la transformación de la violencia ejercida por el/la docente en el aula de clase”, desarrollada en el programa de Maestría en Educación de la UCM en el año 2013.

Notas de autor

(*) Magíster en Educación. Docente Centro Educativo Granada, Manizales, Colombia.
(**) Magíster en Educación. Docente Centro Educativo Granada, Manizales, Colombia.
(***) Magíster en Educación. Docente Centro Educativo Granada, Manizales, Colombia.
(****) Centro Educativo Granada, Manizales, Colombia
(*****) Licenciada en Filosofía y Letras, Universidad de Caldas. Magíster en Educación, Universidad Javeriana – Universidad de Caldas. Docente Maestría en Educación, Universidad Católica de Manizales, Manizales, Colombia


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