Pensamiento desde las orillas
Realismo y antirrealismo: consecuencias prácticas para la calidad en la educación
Revista de Investigaciones de la Universidad Católica de Manizales
Universidad Católica de Manizales, Colombia
ISSN: 2539-5122
ISSN-e: 0121-067X
Periodicidad: Semestral
vol. 18, núm. 32, 2018
Autor de correspondencia: leonardo.cardenas@ucaldas.edu.co
Los siguientes son algunos supuestos realistas de la metafísica occidental: 1) la realidad existe con total independencia de las representaciones humanas, 2) el lenguaje humano representa el estado de cosas del mundo, 3) la verdad consiste en la adecuación o correspondencia de nuestro pensamiento con la realidad o los estados de cosas en el mundo, y finalmente 4) todo conocimiento es objetivo2.
Lo importante de estas tesis es que juntas ofrecen una sólida concepción dentro de la metafísica occidental. Ellas forman una imagen coherente de las relaciones entre conocimiento, verdad, significado, racionalidad, realidad y criterios para evaluar producciones intelectuales. Lo anterior nos da las bases para explicar la manera como llegamos al conocimiento. Partimos de que el conocimiento es acerca de una realidad independiente de nuestras representaciones; expresado por un lenguaje que es público y donde sus proposiciones son verdaderas en virtud de que representan con precisión esa realidad. Según Searle, esta es la forma básica de obtener conocimiento siguiendo los lineamientos propios de la racionalidad y de la lógica. Miremos, entonces, las implicaciones prácticas de estos principios y de sus ataques.
Nuestro ideal educativo en las universidades que se dedican a la investigación debe estar guiado por la metafísica occidental. Uno de los atractivos de esta tradición es precisamente que permite al investigador ser imparcial al intentar llegar a un conocimiento objetivo y a la validez universal. Sin embargo, es común leer en manifiestos de grupos académicos que la objetividad que divulga la tradición occidental tiene un fin distinto al de la imparcialidad. Searle muestra con un ejemplo de un texto de The American Council Of Learned Societies que esta idea ya ha hecho carrera:
Como las más poderosas filosofías y teorías modernas han demostrado que no se debe confiar en las pretensiones de la imparcialidad, objetividad y universalidad, pues la tendencia de estas pretensiones se refiere a condiciones locales o históricas`. Seguidamente, defienden que las pretensiones de objetividad son habitualmente formas disfrazadas de procurar el poder.
Es cierto que existe una relación entre la metafísica occidental y los ideales tradicionales de la universidad. Sin embargo, también es un hecho que dentro de la universidad existen relaciones complejas en torno a los planteamientos de un currículo. Hay sectores que pretenden usar a las universidades, en especial las humanidades, como detonantes de una transformación política, es decir, tienen la idea de universidad como adoctrinamiento político, y ven a la metafísica occidental como un obstáculo para alcanzar sus fines. Quienes comparten este punto de vista se ven en necesidad de evadir los conceptos básicos de la tradición occidental. Si el objetivo de la enseñanza de la historia fuera un instrumento para lograr la transformación política y social del presente, los cánones tradicionales de objetividad, justificación y verdad parecen ser irrelevantes para poder colaborar con los propósitos sociales.
La idea en este punto es que existen departamentos en las universidades que ideológicamente parten de una concepción antirrealista (no comparten los principios con los que empecé este texto), y que de alguna manera afectan el estilo de la enseñanza en la educación superior. Quienes asumen que el fin de la educación debe servir como un `dispositivo´ de transformación política, argumentan que la enseñanza superior ha estado siempre inmersa en el seno de luchas políticas y sociales; y es prácticamente una fantasía el ideal de presentar un conjunto de modelos que sirvan de base para lograr verdades objetivas de una realidad independiente de nuestros esquemas de representación. Se sostiene entonces, que la universidad debe servir como “dispositivo de transformación política”. Esta idea ha sido sustentada por el impacto que han tenido autores tan representativos como Derrida, Rorty3 y Foucault. En particular, su influencia la podemos situar a partir de los años 60 y 70, en donde una gran cantidad de personas que ingresaban a la universidad tenían como objetivo colaborar con una revolución social y política por medio de la enseñanza.
Otro argumento para abandonar los parámetros de la metafísica occidental es que se supone que los cambios a nivel social deben de estar a tono con parámetros nuevos de excelencia académica y los cánones establecidos por la tradición no pueden responder o no se adoptan a las exigencias sociales de nuestro tiempo. Pero más que redefinir los patrones tradicionales de excelencia académica, lo que se busca es “promover una causa” y no “dominar un campo de estudio”, como algunas reformas curriculares muestran. Cuando se crearon en las universidades los departamentos de Estudios Feministas, se tenía la generosa idea que allí se iba a investigar de acuerdo con la objetividad de cierto campo, como la historia y la condición actual de las mujeres, así como los departamentos de Biología Molecular investigan la base molecular de los fenómenos biológicos. Pero la mayoría de los Estudios Feministas, en realidad se dedicaban a promover causas morales y políticas, como el mismo feminismo. Una de las cosas que implica la objetividad es que podemos investigar ciertas materias independientemente de nuestras actitudes morales. Searle señala que no necesitamos ser platonistas o marxistas para realizar un buen trabajo académico sobre Platón o Marx. Pero cuando abandonamos los criterios tradicionales de objetividad y verdad, parece que el único criterio que debemos adoptar para que alguien se dedique a los estudios feministas es que sea una mujer que tenga un compromiso moral y político con el movimiento como tal. No obstante, esto es un error, una persona de sexo masculino se puede dedicar a los estudios feministas, incluso si no simpatiza con sus doctrinas contemporáneas y aun así hacer un trabajo exitoso. Searle piensa que este criterio se puede aplicar para los estudios afroamericanos, homosexuales y los demás cambios recientes en los pensum universitarios.
Sin embargo, esto no ha sido del todo claro, pues muchas veces se abren nuevos departamentos académicos para satisfacer exigencias políticas. Pero hay un prejuicio detrás de todo esto que ha contribuido a que se llegue a estas consecuencias. Pues, tradicionalmente se ha pensado que cuando se va a desarrollar una “ciencia nueva” se pretende realizar un estudio científico riguroso en torno a un área determinada. El punto es que los detractores de la metafísica occidental parten de la idea de ciencia como represiva y que además obstruye los fines políticos que pretenden desarrollar. La cuestión entonces, no es que una teoría científica pueda ayudar a definir una orientación política, sino que es la orientación política la que intenta definir qué se investiga y qué no, de acuerdo con las exigencias sociales, lo cual en mi opinión es un error.
Mi punto de vista es que podemos afirmar que los cánones básicos de la metafísica occidental se comprometen con el realismo en todas sus formas. Una consecuencia de la negación de estas nociones sería el uso insulso de frases como “excelencia académica e intelectual” y “calidad de la educación” de acuerdo con valores subjetivos, culturales o políticos. Los principios de verdad, objetividad y universalidad son irrenunciables e innegociables, son no solo condiciones de posibilidad (telón de fondo) de comunicación, sino pilares fundamentales de nuestras prácticas sociales y educativas.
Referencias
Rorty, R. (1998). Verdad y Progreso. Barcelona: Paidós.
Searle, J. (2002). La Universidad Desafiada: el ataque posmodernista en las humanidades y en las ciencias sociales. Santiago: Universidad Central de Chile.
Notas
Notas de autor
Correspondencia: leonardo.cardenas@ucaldas.edu.co