Desde las orillas
Autor de correspondencia: daospina@ucm.edu.co
Al pensar acerca de cuáles son los retos que tiene la educación del presente en nuestra sociedad colombiana, es posible pensar en aspectos tan importantes como la construcción de la paz, la formación profesional de los estudiantes, el desarrollo de la investigación, la innovación y el emprendimiento. Todos estos asuntos de gran importancia se encuentran marcados en los planes de los gobiernos nacional y municipales, incluso hacen parte de las acciones de mejoramiento y afianzamiento de la calidad de la mayoría de las instituciones de educación superior en el país.
Es innegable pensar que durante muchos años la educación de nuestro país ha cumplido con importantes indicadores que han hecho del sistema educativo colombiano un referente latinoamericano en aspectos de medición y reconocimiento de la calidad en los que la Comisión Nacional de Acreditación, por ejemplo, se destaca.
No obstante, al reconocer las condiciones particulares del territorio colombiano, reconocido como un país determinado por el vaivén de la política y los cambios de posición de los gobiernos de turno, la estrategia de planeación a 4 años ha resultado insuficiente ante la necesidad de demarcar una ruta de desarrollo en múltiples dimensiones, que propenda por la cohesión social, la transformación económica, el aprovechamiento y desarrollo del capital tecnológico y especialmente humano que apalanquen el futuro del país a largo plazo.
La prospectiva de futuro en el país se encuentra anclada a un marco histórico en el que el sistema capitalista imperante ya ha pasado por casi tres décadas en las que la privatización, la globalización a través de los marcos económicos, TLC y expansión comercial y lo que podría denominarse hoy, como la etapa de “flexibilización laboral” representan la herencia de una sucesión de gobiernos que han visto en la educación el “vehículo dinamizador” de la economía convirtiendo nuestra educación en una estadística dependiente de indicadores económicos globales que, en los que no se asocia la comprensión de la calidad en la educación a los problemas sociales, económicos y culturales al desarrollo de una educación que brinde respuesta oportuna y efectiva a la transformación social que los colombianos menos favorecidos reclaman de manera permanente.
El panorama de realidad en Colombia, permite comprender en cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que durante el año 2019 un aspecto tan importante como el desempleo no solo se encontraba en niveles muy altos frente al panorama deseado, sino también daba cuenta del porcentaje de informalidad en que se encuentra sumido nuestro país, el cual llegó a registrarse en áreas metropolitanas en un 46,5% para el trimestre octubre - diciembre 2019, siendo esta una cifra de tendencia al alza; lo que significa, como lo afirma la misma entidad, que 5,78 millones de personas se encuentran en esta condición.
Así mismo, la cifra de desempleo registrada por la entidad estadística refleja como en el mes de diciembre de 2019, el desempleo en Colombia representó un 9,5%, siendo finalmente el 2019, un año dónde la tasa de desempleo fue 10,5%. Cifras que representan sin duda, las grandes e importantes carencias y ausencia de oportunidades que tiene la población, lo que es demostrado con la confirmación de la existencia de 9,69 millones de colombianos en pobreza multidimensional.
Según las cuentas del DANE, entre 2016 y 2018 ingresaron 1,1 millones de personas a este rango de pobreza multidimensional. Sin embargo también es preocupante el indicador de pobreza monetaria que tiene actualmente el país, como lo afirma el DANE (2019) casi tres de cada 10 colombianos ganan mensualmente menos del monto asociado a este indicador, el cual para 2018 se ubicó en tan solo $257.433, dejando de considerarse pobres a quienes ganan más de esta pequeña cifra al mes, lo que dejó en el año 2019, 13,07 millones de colombianos bajo esta condición de pobreza monetaria.
Sin duda, las estadísticas dan cuenta de un panorama desfavorecedor, en el que presentar la educación como un escenario de calidad debería también implicar mucho más que destacarse en diferentes ranking el posicionamiento de las instituciones educativas, siendo esto en el propio concepto una posición selectiva y excluyente hacia diferentes instituciones de educación superior y comunidades educativas que por años y con una trayectoria reconocida a cuestas se han destacado en el orden regional y nacional con su propio sello y valores agregados de calidad, dando cuenta de niveles de percepción de una calidad comprendida desde el papel trascendental que la educación, desplegada con pertinencia en dichos contextos ha impactado positivamente la transformación de las regiones, bien impulsando la economía, incidiendo en la dinámica social, pero en todo caso, impulsando el papel de muchos ciudadanos que desde la educación se han proyectado al servicio recurrente de esta nación.
El panorama obliga también a reconocer como durante el año 2018 el índice de cobertura de la educación superior alcanzó el 52,01% según cifras del SNIES, Ministerio de educación Nacional (MEN, 2018), dejando eso sí, como cifra total de graduados en programas de formación: Técnica profesional, Tecnológica y Universitaria, 377.686 graduados según OLE (MEN, 2018), muchos de los cuales hoy se encuentran desempleados, en la informalidad o incluso desarrollando actividades que no tienen relación con sus procesos de formación culminados. En cifras del DANE (2019), en el año 2019 se presentaron 12 millones de trabajadores ocupados. De ahí, 6,3 millones se ubicaron en la categoría de ocupados, siendo el resto informales.
Al indagar en la población joven de nuestro país acerca de la educación que tenemos y queremos tener en nuestro país, muchos son los testimonios y las opiniones que sin duda, se hacen presentes a la hora de hablar sobre el tema. No obstante, en su mayoría, las voces de nuestros jóvenes reconocen aún en la educación un escenario de transformación para sus vidas, implicados en la construcción de su futuro laboral, económico y familiar. Hasta allí, puede decirse que la educación en la mayoría de ellos los motiva para “salir adelante” lo que resulta ser promisorio para el futuro de una sociedad como la nuestra.
Por su parte, la inmersión, cada vez más avanzada de la tecnología, la incorporación de nuevas formas de comprensión del mundo, las nuevas lógicas de habitar e interrelacionarse permiten contemplar en la actualidad avances importantes que demuestran que el papel de la tecnología en el escenario educativo apenas inicia su trascendencia y transformación en materia de innovación, aprendizajes y por supuesto, en el campo de la investigación y divulgación de conocimiento científico.
Si nos detenemos un poco a pensar cuál es el papel que debería cumplir la educación en la transformación de la actual realidad, es necesario afirmar que no se trata de recrear utópicamente la sociedad perfecta. Se trata de llegar a ser una sociedad en armonía, que construya desde la diversidad una comunidad compleja que abarque la diferencia, sin eliminar los antagonismos y dificultades de vivir a través del reconocimiento de la condición humana, llegando a ser mucho más sensibles, consientes, solidarios y responsables del poder que tienen nuestros actos. Se trata explícitamente de establecer acciones que garanticen la construcción de principios de paz y convivencia, en donde la educación está llamada a contribuir con un papel mediador y trasformador de nuestra sociedad.
Por lo que siendo la escuela uno de los mejores espacios que permite promover transformaciones significativas en la sociedad, desde la relevancia que poseen los aprendizajes tanto cognitivos como experimentales, se hace necesario avanzar en el reconocimiento y respeto del otro, como principios de una vida democrática y la reconfiguración de una sociedad que puede avanzar desde su obligación moral y deber ético hacia la superación de los enormes niveles de intolerancia, polarización y violencia que vivimos en el presente.
También se hace urgente y necesario que la innovación educativa que se presenta como una alternativa importante de cambio, evidencie propuestas creativas de reforma al modelo escolar vigente para dar salidas útiles a los problemas que afectan la convivencia y la construcción de relaciones y entornos de paz, dentro y fuera de las instituciones educativas haciendo de estos espacios escenarios mucho más potentes e interrelacionados con la construcción del futuro económico, social, político y cultural de este país. De este modo:
La escuela está llamada a constituirse en el lugar material e institucional eje del sistema educativo, comprometida con la construcción de la democracia y la prosperidad social por medio de la promoción de una educación integral al difundir conocimientos requeridos y generar ambientes sociales propicios para aprender vivencialmente la importancia y obligatoriedad de las normas sociales, el goce estético y el pensamiento crítico y creativo. Todo lo anterior en el marco de la equidad como principio fundamental, que trata de ofrecer las mejores oportunidades de aprender y desarrollar su potencial a quienes están presentes en los espacios de interacción social para la reconstrucción permanente de la cultura. (Boom, 2004, p. 236)
Por lo anterior, maestros, padres de familia, estudiantes y escuela en general, en corresponsabilidad con el gobierno nacional, tendrán que ser consecuentes con los retos del presente y de la realidad que acontece para tratar de lograr la transformación que tanto se necesita en Colombia para construir el futuro que queremos, llevando consigo el reto para niños y jóvenes en contra de las distintas formas y expresiones de violencia, la desesperanza, la pobreza y la falta de oportunidades, de modo que podamos superar el panorama adverso y desesperanzador que hoy la sociedad colombiana presenta.
Referencias
Boom, A. (2004). De la escuela expansiva a la escuela competitiva: dos modos de modernización educativa en América Latina (Vol. 5). Anthropos Editorial.
DANE. (2019). Pobreza monetaria y pobreza multidimensional en Colombia. Recuperado de https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/pobreza-y-condiciones-de-vida/pobreza-y-desigualdad/pobreza-monetaria-y-multidimensional-en-colombia-2018
MEN (2018). Resumen de indicadores de educación superior. Recuperado de https://www.mineducacion.gov.co/sistemasdeinformacion/1735/w3-article-212350.html?_noredirect=1
Notas de autor
Correspondencia: daospina@ucm.edu.co
Enlace alternativo
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