Incorporaciones

Incorporación del académico don Jorge Valenzuela Garcés a la Academia Peruana de la Lengua

Marco Martos Carrera
Academia Peruana de la Lengua, Perú
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú

Boletín de la Academia Peruana de la Lengua

Academia Peruana de la Lengua, Perú

ISSN: 0567-6002

ISSN-e: 2708-2644

Periodicidad: Semestral

vol. 73, núm. 73, 2023

boletin@apl.org.pe



DOI: https://doi.org/10.46744/bapl.202301.011

Señor Eduardo Hopkins Rodríguez

Presidente de la Academia Peruana de la Lengua

Señores académicos

Damas y caballeros, amigos todos:

Reunidos para recibir como académico a Jorge Valenzuela Garcés, me corresponde darle las palabras de bienvenida a nuestra institución, y lo hago con alegría. Nuestro flamante colega ha hecho sus estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima y se ha doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es profesor de literatura en San Marcos. Ha publicado variados estudios sobre temas de investigación literaria, como libros y como artículos científicos. Pero, sobre todo, es un autor reconocido de ficciones literarias, que le están dando un lugar preponderante en la creación en prosa del Perú y lo han vuelto un autor que con cada nuevo libro despierta el interés de los lectores. En muchos sentidos Jorge Valenzuela nos recuerda al propio Ricardo Palma, el fundador de la Academia Peruana de la Lengua, que aunaba un intenso amor por el lenguaje con una pasión por la creación literaria. Así como Palma, Valenzuela tiene un rigor extremado por todo lo que concierne a los estudios literarios, como lo acaba de demostrar con su discurso sobre el pensamiento literario, donde sigue los razonamientos del escritor peninsular Javier Marías y de la estudiosa Sandra Navarro Gil, y, al mismo tiempo, una extremada voluntad creativa en uno de los géneros más difíciles: el cuento.

En los años veinte y treinta del siglo xx, se hablaba en España de los poetas profesores, intelectuales que brillaban tanto en la cátedra o en el aula secundaria como en los poemas que pergeñaban. Los nombres de Dámaso Alonso, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda han llegado hasta nosotros con fortuna. La Academia Peruana de la Lengua ha sido, desde su fundación hasta ahora, un espacio propicio para autores de prosa magnífica, fuera en el rubro de los ensayos o en la ficción literaria. Altas sombras acuden: Ricardo Palma, José de la Riva Agüero, Raúl Porras Barrenechea, Ventura García Calderón, Luis Loayza, Carlos Eduardo Zavaleta y, junto a ellos, los autores de hogaño Mario Vargas Llosa y Alonso Cueto. A esta estela de afortunados autores se viene a añadir, con todos los pergaminos, Jorge Valenzuela Garcés.

Pedro Salinas decía en uno de sus más conocidos poemas que los aires no saben sus apellidos del norte y del sur, por encima del puro viento que son. Uso esa imagen para decir que, como creador, Jorge Valenzuela representa una condición diferente; no es el ingenio lego que escribe algo excepcional y no sabe explicar cómo lo hizo y en qué circunstancias. Representa, por el contrario, al amante de la lengua que sabe bien cómo escribe, qué escribe en cada circunstancia. Representa al escritor contemporáneo consciente de su arte, al orífice de las palabras que no deja nada al azar. Es el cuentista que sabe explicar su obra, que conoce cómo editarte y que tiene nociones precisas de cómo difundirla. Ese conocimiento no viene de una ciencia infusa, ni es producto del azar. Tiene que ver con el rigor académico, con esa sensación de libertad y obligación que están vivas en las aulas y en los patios y jardines, en las bibliotecas y cafés de la universidad. Un escritor que domina sus instrumentos verbales y sabe usarlos a voluntad.

He conocido a Jorge Valenzuela desde sus años de alumno en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y pude darme cuenta de su interés profundo por la literatura, en especial por la narrativa. Por terceras personas me enteré de sus andanzas en la Universidad Complutense de Madrid y supe de su voluntad de regresar al Perú. Fui luego su colega en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de San Marcos y hemos vivido desde las mismas perspectivas los avances académicos de nuestra querida facultad. Particularmente quiero resaltar su participación en los últimos años en la maestría de Escritura Creativa, que es la más exitosa en los últimos años en toda la Facultad de Letras. Algunos académicos creían, de buena fe, que la universidad no es el lugar propicio para formar escritores; pero tuvieron que retroceder ante la cantidad de argumentos. Se enteraron, por ejemplo, que desde hace décadas la Universidad de Columbia forma escritores en maestrías y doctorados y que autores como Arthur Miller o Alonso Alegría se graduaron en la universidad.

Subsanadas las dificultades, los estudiantes de San Marcos se gradúan con una tesis que versa sobre su propia literatura. Así es como veíamos y seguimos viendo a Jorge Valenzuela: lleno de entusiasmo en las clases de narrativa, corrigiendo textos, sugiriendo cambios en algunos párrafos, pidiendo finales sorpresivos o acabos serenos en cuentos y novelas cortas. Lo observamos también, lleno de seriedad, participar en las sesiones de graduación de los estudiantes, y, después, feliz como un niño, haciendo comentarios certeros sobre la precisión de algunos relatos.

Jorge Valenzuela es un escritor solitario como tantos, enfrentado día a día con la página en blanco; pero es también un individuo social en todos sus poros, alguien que necesita verter a los otros sus conocimientos y experiencias. Y eso ha sido para él la universidad hasta el día de hoy. Ingresando a la Academia, ampliará su campo de acción. Participará en sesiones de trabajo; podrá proponer la publicación de libros, propios o de otras personas; podrá participar en congresos; podrá tener iniciativas de toda índole y verlas salir adelante. En la Academia todo se decide democráticamente y Jorge Valenzuela podrá verlo y palparlo desde el día de hoy.

Con el ingreso de un intelectual como Jorge Valenzuela, nuestra Academia Peruana de la Lengua se fortalece en el campo literario, adquiere más brillo y esplendor. Individuos como él, aquellos que no se desmayan, son indispensables para fortalecer nuestra vida institucional.

Muchas gracias.

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