Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Descargas
HTML
ePub
PDF
Buscar
Fuente


Corporeización en la toponimia quechua
Embodiment in Quechua toponymy
La corporisation dans la toponymie quechua
Boletín de la Academia Peruana de la Lengua, vol. 71, núm. 71, pp. 137-163, 2022
Academia Peruana de la Lengua

Artículos

Boletín de la Academia Peruana de la Lengua
Academia Peruana de la Lengua, Perú
ISSN: 0567-6002
ISSN-e: 2708-2644
Periodicidad: Semestral
vol. 71, núm. 71, 2022

Recepción: 23 Julio 2021

Aprobación: 11 Febrero 2022

Publicación: 15 Junio 2022


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

Resumen: El presente artículo analiza la tesis de la corporeización a través de datos toponímicos procedentes de los dialectos quechuas de Llata (Huánuco) y Huaccana (Apurímac). Demostraremos que el sistema toponímico quechua permite respaldar la tesis señalada, puesto que las experiencias son importantes para generar conceptualizaciones acerca de los puntos geográficos. Asimismo, sostendremos que, en la producción toponímica corporeizada, el proceso de prominencia ontológica (Schmid, 2007) es necesario para elaborar los nombres de lugares. En suma, sobre la base de la tesis corpórea, estableceremos una línea entre los mecanismos semánticos culturales y los mecanismos semánticos universales que se hallan en los topónimos quechuas.

Palabras clave: corporeización, topónimo, experiencia, conceptualización.

Abstract: This paper analyzes the thesis of embodiment through toponymic data from the Quechua dialects of Llata (Huánuco) and Huaccana (Apurímac). We will show that the Quechua toponymic system supports this thesis, since experiences are important to generate conceptualizations about geographical points. Likewise, we will argue that, in corporealized toponymic production, the process of ontological salience (Schmid, 2007) is necessary to elaborate the names of places. In sum, based on the corporeal thesis, we will establish a line between the cultural semantic mechanisms and the universal semantic mechanisms found in Quechua toponyms.

Keywords: embodiment, toponymy, experience, conceptualization.

Résumé: Dans cet article nous analysons la thèse de la corporisation à travers les données toponymiques provenant des dialectes quechuas de Llata (département de Huánuco) et Huaccana (département d’Apurimac). Nous démontrerons que le système toponymique quechua permet d’étayer la thèse signalée, car les expériences sont importantes pour générer des conceptualisations sur les points géographiques. Nous soutenons aussi que dans la production toponymique corporifiée, le processus de saillance ontologique (Schmid, 2007) est nécessaire pour produire les noms de lieux. En somme, sur la base de la thèse de la corporisation, nous établirons une ligne entre les mécanismes sémantiques culturels et les mécanismes sémantiques universels qui se trouvent dans les toponymes quechuas.

Mots clés: corporisation, toponyme, expérience, conceptualization.

1. Introducción

Desde el nacimiento de la lingüística cognitiva, la tesis de la corporeización ha sido un pilar en la explicación sobre el desarrollo conceptual del lenguaje. Las investigaciones acerca de este principio señalan que las unidades simbólicas son motivadas por diferentes experiencias corpóreas desarrolladas en el espacio donde se desenvuelven los diferentes hablantes. Así, tenemos los trabajos pioneros de Lakoff y Johnson (1980), Johnson (1987), Lakoff y Johnson (1999) y el estudio, más reciente, de Rohrer (2007). Respecto al quechua, objeto de análisis de este estudio, la bibliografía nos indica que no se han ejecutado pesquisas que aporten evidencia lingüística o refuten consistentemente la tesis de la corporeización en esta lengua. Solo se han indagado sobre los procesos metafóricos y metonímicos, los cuales tienen una relación muy cercana con el principio tratado. Entre estos estudios están los de Faller y Cuéllar (2003), quienes tratan específicamente las metáforas del tiempo en quechua; Gálvez y Gálvez (2013), autoras que analizan los procesos metafóricos cotidianos más prototípicos de los quechuahablantes; Gálvez y Domínguez (2015), quienes examinan las conceptualizaciones de los quechuahablantes a partir de metáforas y metonimias en datos toponímicos; y Manallay (2017), en cuyo estudio también realiza un análisis metafórico y metonímico en entradas toponímicas.

Partiendo de este vacío explicativo, en este estudio se desarrolla una serie de hipótesis sobre la tesis de la corporeización a partir del léxico toponímico quechua. En este sentido, para darle una lectura a nuestros datos, emplearemos el marco teórico de la lingüística cognitiva, pues, en este paradigma, autores como Lakoff y Johnson (1980), Johnson (1987), Lakoff y Johnson (1999) y Rohrer (2007) desarrollan, de forma rigurosa, los presupuestos teóricos de la corporeización aplicado al análisis lingüístico.

La metodología utilizada en los trabajos de campo para la recolección de datos se denomina el corpus basado en el uso, la elegimos porque es la técnica que el marco teórico empleado sugiere. Bajo la perspectiva de la lingüística cognitiva, la señalada metodología permite obtener el fenómeno lingüístico de forma natural u óptima, esto es, sin ninguna modificación voluntaria del habla y discurso por parte de los colaboradores (Kristiansen y Dirven, 2008, p. 7). En cuanto al corpus toponímico de la presente investigación, este ha sido recolectado en dos zonas de habla quechua: Llata (Huánuco) y Huaccana (Apurímac). La primera zona se enmarca en el denominado quechua I, mientras que la segunda zona se circunscribe al territorio del quechua II (Torero, 2002).

2. La corporeización

El nacimiento de la lingüística cognitiva implicó el desarrollo de una nueva hipótesis sobre cómo las personas aprehenden el significado: la tesis de la corporeización. Esta teoría (en principio filosófica de tipo fenomenológica), propuesta por Lakoff y Johnson (1980) y explicada de forma más precisa en Johnson (1987), sostiene que los seres humanos conceptualizan el mundo sobre la base del movimiento corporal, la manipulación de objetos y las interacciones perceptivas. Así, según Johnson (1987), los hablantes de todas las lenguas del mundo desarrollarían y entenderían los conceptos a partir de sus diferentes experiencias con las cosas, las acciones y los procesos conceptuados. Pero ¿qué mecanismos nos permitiría captar los significados? El filósofo señala que la metáfora. Esta figura conceptual permitiría que todos nosotros captemos figuradamente nuestro mundo o todo lo que está a nuestro alrededor. Sostener que aprehendemos información figurada equivale a señalar, desde la perspectiva de los cognitivistas, que no existe un significado objetivo. Aquí se presenta una segunda interrogante: ¿cómo se organizarían estas experiencias para producir conceptos claros, sin que todo se vuelva caótico o heterogéneo? Para Johnson (1987), las experiencias permiten derivar esquemas de imagen (también llamados esquemas no proposicionales), los cuales, a través de proyecciones metafóricas, se estructuran en los niveles más abstractos del conocimiento para organizar y sistematizar toda conceptualización concebida (p. 24).

En un análisis más reciente, Rohrer (2007) examina el desarrollo teórico y analítico de la corporeización. Este autor observa que la tesis ha sido diversificada a varios campos y temas de estudio, motivo por el cual su definición resulta divergente; no obstante, señala que dentro de todas sus nociones se puede abstraer una definición base: «In its broadest definition, the embodiment hypothesis is the claim that human physical, cognitive, and social embodiment ground our conceptual and linguistic systems» (p. 27).

Aquí, comprendemos que se sigue defendiendo la idea de la corporeización como sustento de los sistemas conceptuales y lingüísticos; sin embargo, a diferencia de Johnson (1987), la definición de Rohrer y las propuestas actuales dejan de ser fenomenológicas, pues se sustentan en investigaciones científicas psicológicas y neurofisiológicas:

Additionally, ‘‘embodiment’’ can mean what Lakoff and Johnson (1999) have recently called the cognitive unconscious. Here, ‘‘embodiment’’ refers to the ways in which our conceptual thought is shaped by many processes below the threshold of our active consciousness, as revealed through experimental psychology. Gibbs (1980, 1986, 1992, 1994) provides important reviews of the interface between experimental cognitive psychology and Cognitive Linguistics. […] In a neurophysiological sense, the term ‘‘embodiment’’ can refer to measuring the particular neural structures and regions which accomplish feats like metaphorical projection, the integration of image schemas, objectcentered versus viewer-centered frames of reference in the visual system, and so on (Rohrer 2001, 2005; Coulson and Van Petten 2002). (Rohrer, 2007, p. 30)

De la misma forma, Evans y Green (2006), en un libro introductorio, también tratan la tesis señalada. Para estos autores, la corporeización es entendida como una propiedad cognitiva que sirve de esquema para la configuración de estructuras conceptuales, las cuales son desarrolladas sobre la base de las experiencias vividas diariamente en el mundo exterior. A saber, plantean que tales estructuras conceptuales se relacionan de forma directa y estricta con conceptualizaciones hechas a partir del cuerpo humano o la percepción humana:

The idea that experience is embodied entails that we have a species-specific view of the world due to the unique nature of our physical bodies. In other words, our construal of reality is likely to be mediated in large measure by the nature of our bodies. (Evans y Green, 2006, p. 45.)

Así, para Evans y Green (2006), dichas estructuras conceptuales son las causantes de la formación de nuevas estructuras semánticas o unidades simbólicas. Esto se sustenta a partir del siguiente esquema planteado por los autores:


Figura 1
Esquema de la corporeización

Nota. Tomado de Cognitive Linguistics: An Introduction, de Evans y Green, 2006, Edinburgh University Press, p. 177.

Entonces, si tenemos un topónimo quechua, como yanacocha, que designa a una laguna, cuyas aguas se caracterizan por su color oscuro, podemos suponer que la corporeización o las experiencias visuales desarrolladas en tal punto terrestre fundamentan la formación de una estructura conceptual que, a su vez, ha operado como base para la construcción de una estructura semántica o unidad simbólica: yanacocha ‘laguna negra’.

De otro lado, es menester precisar que la teoría cognitiva más actual sobre la corporeización postula que los mecanismos neuronales, responsables de la percepción y el movimiento, son también esenciales para las habilidades cognitivas del razonamiento y la conceptualización:

The embodied-mind hypothesis therefore radically undercuts the perception/ conception distinction. In an embodied mind, it is conceivable that the same neural system engaged in perception (or in bodily movement) plays a central role in conception. That is, it is possible that the very mechanisms responsible for perception, movements, and object manipulation could be responsible for conceptualization and reasoning. (Lakoff y Johnson, 1999, pp. 37-38)

De esta manera, podemos defender consistentemente que los significados lingüísticos son producto de la estructuración y organización que se puede hallar entre el cerebro y el cuerpo humano. Sobre la base de esta idea, es sumamente importante señalar que a dicha ecuación se le puede sumar una variable interesante: la cultura. Esta, en algún sentido o de alguna manera, nos permite observar contrastes de sociedad a sociedad:

There is considerable evidence that we do categorize and organize our linguistic structure in ways which are shaped by these kinds of phenomena [embodiment]. What remains to be done, however, is the project of establishing how specific neural and physiological mechanisms are recruited to provide that conceptual organization and how they develop and vary in differing physical environments and cultures. (Rohrer, 2007, p. 39)

En efecto, es factible sostener que la tesis de la corporeización tiene implicancias universales e implicancias particulares. En otras palabras, esta hipótesis nos permite hablar de una cognición universal (compartida por todos los seres humanos) y una cognición de raigambre cultural (desarrollada a partir de principios cognitivos que son propios de una determinada cultura).

3. Metodología

La presente pesquisa analiza un fenómeno circunscrito a la lingüística cognitiva; por esta razón, la metodología de recolección de datos tiene que seguir los criterios metódicos y epistemológicos de tal paradigma teórico. Según esta corriente de estudio, la mejor forma de obtener datos es a través de entrevistas en donde los informantes puedan desarrollarse de forma fluida y espontánea, pues, para los cognitivistas, solo en el uso natural de la lengua se pueden captar de forma sistemática todos los procesos cognitivos asociados o incorporados a las manifestaciones lingüísticas de los hablantes:

Cognitive Linguistics (y la sociolingüística cognitiva) claims to be fundamentally usage-based, but it is often heavy on theory and surprisingly light on method. As Geeraerts (2005) argues, a usage-based linguistics necessarily involves not only a solid empirical method (because it aims at examining actual, non-elicited language behaviour), but also an investigation of the social variation that naturally manisfests itself in actual language use, as attested in e.g. large textual corpora. (Kristiansen y Dirven, 2008, p. 7)

Sobre la base de estas ideas, llevamos a cabo distintas entrevistas en la zona de Llata y Huaccana. En estas entrevistas, siempre tratamos de crear un ambiente adecuado para que nuestros colaboradores actuaran, verbalmente, de forma natural, es decir, sin miedo o nerviosismo al interactuar con nosotros.

Una variable importante en la recolección de datos fue la elaboración de dos preguntas bases: ¿conoce ríos, cerros, lagunas, chacras u otros lugares que sean designados en quechua?, ¿por qué se le ha dado aquel nombre a tal lugar? Estas fueron desarrolladas a partir de las interrogantes que se proponen en el libro Guía para estudios de toponimia (Cerrón-Palomino et al., 1983), a las cuales se hicieron algunas modificaciones para alcanzar los objetivos afines de la presente investigación. Estas preguntas se aplicaban en cualquier momento de la entrevista con la misma dinámica que las preguntas periféricas para no contrarrestar la fluidez en la interacción. De esta manera, los principios metodológicos cognitivos fueron efectuados.

El análisis de este trabajo presenta dos pasos: primero analizamos, de forma aplicativa, el fenómeno de la corporeización en los topónimos; luego examinamos teóricamente el mismo fenómeno a partir del primer análisis.

4. Análisis

4.1. Análisis aplicativo

En esta sección demostramos la importancia del fenómeno de la corporeización en el desarrollo conceptual lingüístico a través de los datos toponímicos. Describiremos casos que permiten corroborar la tesis de la corporeización según los patrones encontrados para que el análisis resulte más claro. En este sentido, los modelos hallados son los siguientes: corporeización olfatoria, visual, cultural-discursiva, táctil y auditiva.

4.1.1. Asnaq qullpa (río)

Este topónimo se presenta a partir del adjetivo asnaq ‘hediendo’ y el sustantivo qullpa ‘salitre’. Así, este nombre puede ser traducido como salitre hediondo. No obstante, pragmáticamente los pobladores lo entienden de la siguiente forma: el río hediondo. Esta etiqueta hace referencia a un río que presenta un olor desagradable. ¿Por qué se percibe este olor? La causa es el salitre que podemos encontrar en su configuración. Dicha sustancia emana un fuerte olor que es percibido como hediondo. En efecto, para los quechuahablantes, la mejor forma de referenciar a este río es a través del rasgo señalado, lo cual nos permite sustentar un caso de corporeización olfativa.


Figura 2
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo asnaq qullpa

4.1.2. Asyag puquio (manantial)

Esta construcción nominal se materializa bajo el adjetivo asyag ‘hediondo’ y el sustantivo puquio ‘manantial. Así, este topónimo se puede traducir como el manantial hediondo. Dicha etiqueta hace referencia a un manantial que presenta un olor desagradable. Así, la explicación es lógica, pues los quechuahablantes, sobre la base de sus experiencias olfatorias desarrolladas en el manantial, han asignado este nombre a dicho ente de la naturaleza.


Figura 3
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo asyag puquio

4.1.3. Cabra cancha (corral)

Este topónimo se constituye a partir del sustantivo cabra y el sustantivo cancha ‘corral’, este segundo opera como núcleo de la construcción toponímica. Así, este nombre puede ser traducido como el corral de cabras. Y, con dicha etiqueta, se designa una zona donde podemos encontrar un corral lleno de cabras. Por esta razón, es coherente pensar que los quechuahablantes han asignado dicho rótulo sobre la base de sus experiencias visuales, lo cual nos permite defender un claro caso de corporeización visual.


Figura 4
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo cabra cancha

4.1.4. Casha ragra (quebrada)

Esta construcción toponímica se exhibe a partir del sustantivo casha ‘espina’ y el sustantivo ragra ‘quebrada’, el cual opera como núcleo. Así, este topónimo puede ser traducido como la quebrada de espinas. Esta designación refiere a una quebrada que se caracteriza por presentar una gran cantidad de espinas. En consecuencia, podemos advertir un proceso de corporeización visual, pues la asignación de este nombre toponímico responde, lógicamente, a las diferentes experiencias visuales desarrolladas por parte de los quechuahablantes en la quebrada.


Figura 5
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo casha ragra

4.1.5. Chaupi jirca (cerro)

Este léxico toponímico se materializa bajo el adjetivo chaupi ‘medio’ y el sustantivo jirca ‘cerro’. Así, este topónimo se puede traducir como el cerro medio, aunque pragmáticamente se entiende como el cerro del medio. Esta etiqueta designa a un cerro pequeño, el cual está ubicado en medio de otros dos cerros que son de una mayor longitud. Sobre la base de esta descripción, podemos observar que la imagen esquemática desarrollada por los quechuahablantes (la de ver al cerro referenciado situado en medio de otros dos grandes cerros) es la que sirve como fuente para asignarle un nombre a este punto geográfico. En efecto, podemos defender, consistentemente, un caso de corporeización visual.


Figura 6
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo chaupi jirca

4.1.6. Huaccanapampa (llanura)

Este topónimo se presenta a partir del verbo huaccay ‘llorar’, al que esta adherido el sufijo nominalizador -na, y el sustantivo pampa ‘llanura’, el cual opera como núcleo. Así, este nombre puede ser traducido como la llanura donde se llora. Esta etiqueta hace referencia a una llanura en la cual los pobladores se despedían con llanto cuando partían hacia Lima o a otro lugar. Dichas acciones fueron determinantes para desarrollar una conceptualización sobre la llanura. De esta manera, entendemos que los pobladores quechuahablantes, basándose en sus experiencias visuales, han asignado un nombre a la llanura acorde con las acciones experimentadas en esta zona geográfica.


Figura 7
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo huaccanapampa

4.1.7. Mara mara (quebrada)

Esta construcción toponímica se materializa bajo la reduplicación del sustantivo mara ‘piedra lisa para moler’. Así, este nombre, pragmáticamente, se puede traducir como piedras lisas. Dicha designación hace referencia a una quebrada que presenta piedras lisas. Sobre la base de esta descripción, comprendemos que los quechuahablantes han focalizado el objeto hallado en el punto de la quebrada con el objetivo de rotular a este ente de la naturaleza.


Figura 8
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo mara mara

4.1.8. Senga (cerro)

Este topónimo se concretiza a partir del sustantivo senga ‘nariz’. Dicha designación refiere a un cerro que presenta la forma de una nariz humana. Así, entendemos que este dato se fundamenta en las experiencias visuales y en una metáfora de imagen, en la cual se compara la configuración de la nariz con la forma del cerro. En consecuencia, resulta sólido categorizar a este dato como un caso de corporeización visual.


Figura 9
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo senga

4.1.9. Pachaspampa (pueblo)

Este léxico toponímico se presenta a partir del sustantivo pacha ‘tierra o ropa’, al que está adherido el sufijo caracterizador -. (este indica, según Cerrón-Palomino [2002], ‘calidad de’, ‘propensión hacia’ y ‘abundante en’); y el sustantivo pampa ‘llanura’, el cual opera como núcleo. Así, este nombre puede ser traducido como dicen que es llanura de tierra o ropa, aunque pragmáticamente se entiende como el pueblo donde supuestamente vestían bien. Este topónimo hace referencia a un pueblo en donde la gente, aparentemente, se caracterizaba por vestir con buena ropa. De esta manera, este rasgo potencial sirve de base para asignarle un nombre a este pueblo. En efecto, podemos defender un caso de corporeización cultural-discursiva, pues el aparente rasgo solo es captado a través del discurso, mas no a través de la experiencia sensorial.


Figura 10
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo pachaspampa

4.1.10. Timpuy huachaq (laguna)

Esta composición toponímica se materializa bajo el verbo timpuy ‘hervir’ y el verbo huachay ‘parir’ (al que está adherido el sufijo agentivizador -.), el cual opera como núcleo. Así, este topónimo puede ser traducido como el que pare agua hervida o caliente. Dicho nombre hace referencia a una laguna que presenta aguas calientes. Entonces, es coherente pensar que este nombre ha sido motivado por las distintas experiencias táctiles que han desarrollado los quechuhablantes en la zona de la laguna, pues el rasgo focalizado solo puede ser percibido a través del tacto. Por esta razón, es consistente defender un caso de corporeización táctil.


Figura 11
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo timpuy huachaq

4.1.11. Tacay (cerro)

Este topónimo se presenta a partir del verbo tacay ‘golpear’. Obviamente, solo la traducción literal de esta etiqueta resta la comprensión sobre la conceptualización de aquel punto geográfico, puesto que esta designación hace referencia a un cerro. En este, las corrientes ventosas suelen ser muy vertiginosas y, a causa de ello, se las puede percibir de forma clara a través del tacto. Así, entendemos que las experiencias táctiles desarrolladas, en el cerro, han fundamentado la producción de esta etiqueta.


Figura 12
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo tacay

4.1.12. Chaqaqayuq (bosque)

Esta construcción toponímica se materializa a partir del sustantivo chaqaqa ‘especie de árbol’ y el sufijo posesivo quechua -yuq. Así, este nombre puede ser traducido literalmente como posee chaqaqa; no obstante, contextualmente, para los quechuahablantes, se entiende como el que suena chaqaqa. Esta designación refiere a un bosque que presenta el árbol chaqaqa. Cuando sus hojas caen al suelo, este emite un sonido específico que para los quechuahablantes es percibido como [͡tʃaqaqa]. En efecto, es consistente defender un caso de corporeización auditiva, pues comprendemos que el nombre de dicho bosque está motivado por las distintas experiencias sonoras.


Figura 13
Esquematización de la motivación experiencial del topónimo chaqaqayuq

4.2. Análisis teórico

En este apartado, desarrollaremos dos puntos centrales: el proceso de prominencia ontológica, expresado en los datos toponímicos que permiten defender la tesis de la corporeización; y el análisis de los mecanismos semánticos culturales, que permiten establecer un contraste entre una corporeización universal y una corporeización cultural. En otras palabras, en el segundo punto, determinaremos qué rasgos de la producción toponímica quechua están adscritos a la cognición universal y qué rasgos están adscritos a la cognición cultural quechua. Por último, a partir del segundo punto, presentaremos una serie de reflexiones sobre los trabajos que se han acercado implícitamente a la tesis corpórea en la lengua quechua.

4.2.1. Prominencia ontológica en la producción toponímica quechua

Se ha visto que todos los topónimos son elaborados a partir de distintas experiencias y una determinada estructura conceptual: la focalizazicón. Si uno observa detenidamente todos los casos descritos, podrá darse cuenta de que los nombres o topónimos permiten interpretar que el quechuhablante ha focalizado un rasgo o un elemento del lugar que es referenciado. Dicho proceso, en la teoría cognitiva, puede traducirse como prominencia ontológica, el cual se define de la siguiente forma:

The idea is that by virtue of their very nature, some entities are better qualified to attract our attention than others and are thus more salient in this sense. […] As a consequence, ontologically salient entities are more likely to evoke corresponding cognitively salient concepts than ontologically nonsalient ones. For example, a dog has a better attention-attracting potential than the field over which it is running. Therefore, it is likely that observers of the scene will be more aware of the dog and its actions than of the field. (Schmid, 2007, p. 120)

De esta manera, se entiende que los hablantes de las distintas lenguas siempre destacarán determinados elementos en los diferentes contextos dados. Un caso similar al que propone Schmid (2007) puede ser el hecho de que, en una exposición, se focalice al expositor y no al público o a las sillas del auditorio. Así, debemos comprender que el proceso de prominencia ontológica tiene un factor importante: la topicalidad, que en el caso propuesto por Schmid (2007) es el perro y en nuestro ejemplo, el expositor.

En el caso de la toponimia quechua, la topicalidad varía según los parámetros que podemos hallar en el sistema de nomenclatura de lugares de esta lengua. Específicamente, encontramos dos: el parámetro de figura/ fondo y la jerarquía de prominencia. El primero consiste en focalizar a los elementos según sus propiedades más afines a una figura (ser pequeña, dinámica, menos perceptible, entre otros). El segundo consiste en focalizar a los elementos según su naturaleza, la cual es jerarquizada en el trabajo de Langacker (1991): «speaker > hearer > human > animal > physical object > abstract entity» (p. 307).

Sobre la base de estas ideas, entendemos que la topicalidad de los topónimos descritos responde a los rasgos o elementos focalizados de los puntos geográficos denominados. Por ejemplo, en asyag puquio se destaca el mal olor del río; en casha ragra, las espinas de la quebrada; en mara mara, las piedras observadas, y así sucesivamente en todos los rótulos descritos. ¿Por qué se prefiere aquellos rasgos o elementos? Justamente por los parámetros encontrados que se engazaran para destacar a alguno de ellos. Si examinamos el caso de huaccanapampa, veremos que la figura —esto es, la acción desarrollada en la llanura— se impone sobre otros elementos o rasgos, debido a la naturaleza del elemento: las personas que llevan a cabo la acción; y debido a su afinidad con las características de una figura: es más pequeña que toda la llanura, es más dinámica, se percibe en menor medida en comparación a toda la llanura, etc.

En síntesis, sostenemos que todos los rasgos o los elementos focalizados para elaborar el topónimo, además de ser los más prototípicos como figuras del contexto, siguen la jerarquía de prominencia. Esto quiere decir que existe una preferencia por determinadas categorías. Obviamente, como no es recurrente encontrar personas en los distintos puntos geográficos, se observa una mayor incidencia de otras categorías: objeto físico y entidad abstracta.

4.2.2. Mecanismos semánticos culturales y universales en la toponimia quechua

En la descripción aplicativa, hemos demostrado la importancia de la corporeización en el desarrollo de la conceptualización lingüística. Sabemos, de forma clara, que las experiencias son sustanciales para construir un significado sobre los objetos. Además, hemos corroborado que estas experiencias pueden ser sistematizadas a través de patrones de corporeización (que entre otros términos pueden ser esquemas de imagen). No obstante, una explicación sobre el desarrollo del significado también debe elucidar acerca de los mecanismos semánticos encargados de producir las diferentes conceptualizaciones. En nuestro estudio, consideramos la clasificación de dos grupos: mecanismos universales y mecanismos culturales. Estos dos permiten establecer isoglosas entre una cognición universal (o innata) y una cognición específicamente quechua que es desarrollada a partir del contexto cultural y los componentes identitarios de esta sociedad. Sobre la base de estas hipótesis, sostenemos que los mecanismos semánticos culturales, presentes en el sistema toponímico quechua, son la animicidad y la estirpe ancestral de la cosmovisión quechua. El primero refiere los procesos donde el topónimo se ha elaborado sobre la base de entidades vivas o personificadas y el segundo, refiere los procesos donde el topónimo se ha elaborado a través de información discursiva-cultural quechua. De esta manera, la animicidad puede ser observada en los topónimos cabra cancha, huaccanapampa. tacay, mientras que la estirpe ancestral de la cosmovisión quechua puede ser advertida en pachaspampa y los siguientes ejemplos:

(a) Ichay Raqra (quebrada)

Topónimo materializado a partir del adjetivo ichay ‘monstruoso’ y el sustantivo raqra ‘quebrada’. Así, esta etiqueta puede ser traducida literalmente como quebrada monstruosa. Sin embargo, para los quechuahablantes, refiere a una quebrada en la que habitan entidades del ura pacha ‘mundo de abajo’. ¿Qué tipo de experiencia sensorial se evidencia? Objetivamente ninguna. ¿Cuál es la razón para discriminarla de esta manera? Esta conceptualización tiene un asidero cultural-discursiva, pues surge a partir de mitos, creencias e ideas quechuas, esto es, a partir de cosmovisión quechua. En efecto, en este topónimo observamos el mecanismo de estirpe ancestral de la cosmovisión quechua.

(b) Taytan Urqu (cerro)

Topónimo presentado a partir del sustantivo tayta ‘papá’, al cual está adherido el sufijo posesivo de tercera persona singular -. y el sustantivo urqu ‘cerro’, el cual opera como núcleo. Así, esta etiqueta puede ser traducida literalmente como cerro de su papá, aunque, pragmáticamente, se entiende como cerro papá o cerro principal. Esta designación refiere a un cerro significado como el más importante. ¿Existe alguna base sensorial? Ninguna. ¿Por qué se lo conceptualiza de esta forma? La génesis de esta etiqueta también se fundamenta en la cosmovisión quechua, en la cual existen cerros que son significados como poderosos: los apus. Por esta razón, es consistente defender que esta etiqueta presenta una base cultural-discursiva. En consecuencia, observamos nuevamente el mecanismo de estirpe ancestral de la cosmovisión quechua.

De otro lado, en los datos analizados también podemos hallar mecanismos universales que guían los procesos semánticos en las diferentes lenguas del mundo. Aquellos son la metáfora y la metonimia. El primero puede ser ubicado en el topónimo senga y el segundo se está perfilando, claramente, en los topónimos asnaq qullpa, huaccanapampa y timpuy huachaq. Sobre la base de estos datos, es menester reconocer que el desarrollo conceptual del lenguaje no solo se cimienta en mecanismos culturales generados por las experiencias, sino también en mecanismos universales que provendrían de procesos innatos del cerebro. ¿Cómo las experiencias por sí solas se organizarían, categorizarían y sistematizarían? Es inconsistente pensar que todos los mecanismos y procesos mentales tienen base en las experiencias o surgen a partir de ella. Pero esta hipótesis no es nueva, Herbert de Cherbury señala:

Hay ciertos «principios o nociones implantados en la mente» que «llevamos a los objetos desde nosotros mismos... [como]... don directo de la naturaleza, como mandamiento del instinto natural». Aunque estas nociones comunes «son estimuladas por los objetos», sin embargo, «nadie, por extraños que sean sus puntos de vista, imagina que las llevan los propios objetos». (Chomsky, 1969, p. 125)

Así, la teoría nos respalda: factores innatos también son importantes en el desarrollo conceptual lingüístico. ¿Hay otros fundamentos que permitan defender esta hipótesis? Claro que sí. Existe un experimento, desarrollado por Minervino et al., (2012), que evalúa la importancia de las experiencias en la comprensión de expresiones metafóricas derivadas de la metáfora conceptual ver es comprender. En este examen, se tomó en cuenta a hablantes videntes y no videntes de nacimiento. Se eligieron a estos últimos porque, según los principios cognitivistas, al no haber desarrollado experiencias visuales, estarían imposibilitados de entender una metáfora que se fundamenta en la percepción visual. El resultado fue novedoso: los hablantes no videntes comprendían de forma correcta dicha metáfora conceptual. Incluso, en términos graduales, no presentaban ninguna deficiencia respecto a los hablantes videntes, dado que los dos grupos ostentaban el mismo nivel de comprensión. Entonces, ¿la experiencia y los mecanismos generados a partir de ella deben ser expulsados de la ecuación que explica el desarrollo conceptual del lenguaje? Obviamente no. Potencialmente, en este caso, los factores innatos han llenado el vacío de las experiencias con la imaginería que se produce a partir de los datos verbales. De esta manera, tales factores, las experiencias y los mecanismos trabajarían conjuntamente en la construcción de la conceptualización lingüística. Por esta razón, no debemos sobredimensionar ninguna de las variables señaladas.

4.2.3. La tesis de la corporeización en estudios previos

Los estudios semánticos realizados sobre la lengua quechua, en su mayoría, describen procesos recurrentes como la metáfora y la metonimia. A diferencia de estos, el proceso de corporeización, que también se entiende como un principio de la teoría cognitiva, no es tratado ni siquiera superficialmente y solo es defendido, de forma implícita, en los trabajos que examinan procesos metafóricos o metonímicos. Por esta razón, las únicas pesquisas que nos permiten observar un acercamiento tácito a la tesis de la corporeización son las que tratan los procesos semánticos señalados. Así, tenemos como primer referente el trabajo de Gálvez y Gálvez (2013), en el cual se describen metáforas ontológicas del quechua hablado en tres regiones: Ayacucho, Huancavelica y Apurímac. Específicamente, se dilucida procesos de personificación y cosificación que permiten postular metáforas conceptuales. Estas, según las autoras, son el resultado de la interacción entre la lengua y la cultura quechua, lo cual permite deducir que el contexto y las experiencias han sido fundamentales en la producción de conceptualizaciones. En segunda instancia, encontramos el trabajo de Gálvez y Domínguez (2015), en el cual los autores presentan procesos metafóricos y metonímicos del quechua de la zona Aurahuá-Chupamarca. Aquí, se postula casos concretos de animicidad y agentivización que también son explicados sobre la base de las experiencias y el contexto. Como tercer referente, tenemos la investigación de Manallay (2018), en el cual se elucidan metáforas y metonimias del quechua del distrito de Llata (Huánuco). A partir de datos toponímicos, se explican las conceptualizaciones que son productos de los procesos referidos. De esta manera, el autor entiende que el contexto y las experiencias también son importantes para la construcción del significado. Por último, tenemos el estudio de Faller y Cuéllar (2003), en el cual se examinan las expresiones metafóricas espaciales del quechua cuzqueño que hacen referencia al tiempo. Según los autores, hay conceptualizaciones temporales que soslayan el EGO (cuerpo humano) y otras que sí se fundamentan en dicho concepto. En efecto, la experiencia solo sería necesaria en algunos casos.

Como podemos observar, estos estudios semánticos sobre el quechua han sido realizados a partir de distintos datos lingüísticos: oraciones, expresiones y topónimos. Tales pesquisas señalan la importancia de las experiencias en el desarrollo conceptual de los datos analizados y también describen los procesos o mecanismos semánticos que operan en los mismos datos; sin embargo, los análisis llevados a cabo por Gálvez y Gálvez (2013), Gálvez y Domínguez (2015) y Manallay (2018) resultan un tanto superficiales, porque solo destacan la importancia de los factores empíricos, mientras que soslayan el aporte de los factores universales (o innatos). Estos últimos también son considerados significativos en la fórmula que permite el desarrollo lingüístico, pues se ha demostrado su presencia e importancia en el fenómeno de la corporeización.

Un punto a favor de estas tres investigaciones es el hecho de que describen los mecanismos semánticos específicos que se manifiestan en los datos analizados. Esto es sustancial, porque permite conocer parcialmente la cognición de los quechuahablantes; no obstante, aquí también se comete una imprecisión, puesto que no se precisa si los mecanismos explicados son culturales o universales. Dicha distinción resulta necesaria para describir a ciencia cierta el sistema conceptual de los quechuahablantes.

De otro lado, debemos reconocer que el trabajo de Faller y Cuéllar (2003) abre la discusión sobre la importancia del cuerpo humano en las expresiones espaciales quechuas; sin embargo, entiende que aquel es importante solo en algunos casos, lo cual puede ser discutible a partir de la teoría señalada y el análisis corpóreo de los datos lingüísticos examinados en este trabajo.

5. Conclusiones

En los topónimos quechuas, se puede corroborar la tesis de la corporeización. Las diferentes experiencias desarrolladas a partir del cuerpo o la percepción humana son necesarias para producir las diferentes conceptualizaciones.

Las distintas escenas experimentadas por los pobladores quechuahablantes fundamentan la configuración de una estructura conceptual: la focalización. Esta nos permite demostrar que, en la producción toponímica, también se manifiesta el proceso de prominencia ontológica, el cual tiene como factor a la topicalidad; y como parámetros, a la figura/fondo y la jerarquía de prominencia.

En el sistema toponímico quechua, existe un límite claro entre mecanismos semánticos culturales: la animicidad y la estirpe ancestral de la cosmovisión quechua; y mecanismos semánticos universales: la metáfora y la metonimia. Estos últimos nos permiten entender qué factores innatos también son determinantes en el desarrollo conceptual del lenguaje.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cerrón-Palomino, R., Quesada, F., Quintanilla, R., Solís, G., y Zavala, L. (1983). Guía para estudios de toponimia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos/Centro de Investigación de Lingüística Aplicada.

Cerrón-Palomino, R. (2002). Sufijos arcaicos quechuas en la toponimia andina. Lexis, 26(2), 559-577. https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lexis/article/view/4913

Chomsky, N. (1969). Lingüística cartesiana: un capítulo de la historia del pensamiento racionalista. Gredos.

Evans, V., y Green, M. (2006). Cognitive Linguistics: An Introduction. Edinburgh University Press.

Faller, M., y Cúellar, M. (4-9 de agosto de 2003). Metáforas del tiempo en el quechua [presentación en papel]. IV Congreso Nacional de Investigadores Lingüístico-Filológicos, Lima, Perú. https://personalpages.manchester.ac.uk/staff/martina.t.faller/documents/Faller-Cuellar.pdf

Gálvez, I., y Dominguez, F. (2015). Animicidad y agentivización en las construcciones de la toponimia del quechua de AurahuáChupamarca: un enfoque cognitivo. Escritura y Pensamiento, 18(37), 153-175. https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/letras/article/view/13693

Gálvez, I., y Gálvez, J. (2013). Metáforas ontológicas en el quechua ayacuchano: personificación y cosificación. Letras, 84(120), 237-247. http://revista.letras.unmsm.edu.pe/index.php/le/article/view/234

Johnson, M. (1987). The body in the mind: The bodily basis of meaning, imagination, and reason. The University of Chicago Press.

Kristiansen, G., y Dirven, R. (2008). Introduction Cognitive Sociolinguistics: Rationale, methods and scope. En G. Kristiansen, y R. Dirven (Eds.), Cognitive Sociolinguistics: Language Variation, Cultural Models, Social Systems (pp. 1-20). Mouton de Gruyter. https://doi.org/10.1515/9783110199154.0.1

Lakoff, G., y Johnson, M. (1980). Metaphors we live by. University of Chicago.

Lakoff, G., y Johnson, M. (1999). Philosophy in the Flesh: The Embodied Mind And Its Challenge To Western Thought. Basic Books.

Langacker, R. (1991). Foundations of cognitive grammar: Descriptive application (Vol. 2). Stanford University Press.

Manallay, P. (2017). Léxico de los topónimos quechuas de Llata. En M. Martos, y M. Lovón (Eds.), Léxico, ideología y diccionario (pp. 299-314). IPPEC.

Manallay, P. (2018). Análisis semántico y etnolingüístico de los topónimos quechuas de Llata, Huamalíes (Huánuco): mecanismos metafóricos y metonímicos [Tesis de licenciatura, Universidad Nacional Mayor de San Marcos]. Cybertesis. https://hdl.handle.net/20.500.12672/10155

Minervino, R., Martín, A., y Trench, J. (2012). La comprensión de metáforas no requiere realizar simulaciones sensoriomotoras del dominio base. Revista Latinoamericana de Psicología, 44(3), 19-30. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-05342012000300002

Rohrer, T. (2007). Embodiment and Experientialism. En D. Geeraerts, y H. Cuyckens (Eds.), The Oxford Handbook of Cognitive Linguistics (pp. 117-138). Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780199738632.013.0002

Schmid, H. (2007). Entrenchment, Salience, and Basic Levels. En D. Geeraerts, y H. Cuyckens (Eds.), The Oxford Handbook of Cognitive Linguistics (pp. 25-47). Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780199738632.013.0005

Torero, A. (2002). Idiomas de los Andes: Lingüística e Histórica. Horizonte.



Buscar:
Ir a la Página
IR
Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R