Dossier: "Escenarios, tensiones y convergencias en los campos de la cultura, el patrimonio y el turismo de América Latina. Procesos colectivos y experiencias de gestión"
El trabajo en “la cooperativa” de Misión Nueva Pompeya entre 1969 y 1973[1]
The work in "the cooperative" of Misión Nueva Pompeya between 1969 and 1973
De Prácticas y Discursos. Cuadernos de Ciencias Sociales
Universidad Nacional del Nordeste, Argentina
ISSN-e: 2250-6942
Periodicidad: Semestral
vol. 12, núm. 19, 2023
Recepción: 08 Septiembre 2022
Aprobación: 02 Mayo 2023
Resumen:
Hace unos años escuché hablar de “la cooperativa” por primera vez. Estaba investigando (doctorado en Antropología Social), viajando entre El Sauzalito, Misión Nueva Pompeya y Resistencia. Al principio no presté mayor atención a la cuestión. Al transcurrir el tiempo, y más que nada por las emociones que Guillermina Hagen (referente clave de la organización) parecía despertar en las personas con quienes conversé, tomé creciente interés por la Cooperativa de Trabajo Agrícola y Producción e Industrialización Nueva Pompeya Limitada (inscripta con esta forma jurídica en 1971). En Misión Nueva Pompeya, la presencia de dicha organización se siente y en alguna medida parece cultivarse. Prueba de esto son las numerosas experiencias educativas mediante las cuales docentes y estudiantes de la Escuela Cacique Francisco Supaz de Pozo del Sapo revitalizan el lugar. Con enfoque etnográfico, me aproximo a entrevistas realizadas por docentes en el marco de una de dichas experiencias educativas, en articulación con material de archivo y bibliografía. Aspiro así a reconstruir el funcionamiento de la cooperativa, en términos de organización del trabajo, entre 1969 y 1973, aproximadamente. El funcionamiento de la cooperativa era motorizado por un pequeño grupo de personas no indígenas y no nacidas en Misión Nueva Pompeya. El movimiento se puso en marcha mediante el establecimiento de vínculos con el Estado y el mercado, la promoción y coordinación de actividades económico-productivas principalmente orientadas a la venta y el transporte de productos e ingresos por ventas en forma de mercaderías o alimentos no perecederos.
Palabras clave: Chaco, Estado, mercado.
Abstract:
A few years ago, I heard about "the cooperative" for the first time. I was doing research (PhD in Social Anthropology), traveling between El Sauzalito, Misión Nueva Pompeya and Resistencia. At first, I did not pay much attention to the issue. As time passed, and because of the emotions that Guillermina Hagen (key reference of the organization) seemed to arouse in the people with whom I spoke, I became increasingly interested in the Cooperativa de Trabajo Agrícola y Producción e Industrialización Nueva Pompeya Limitada (registered in 1971). In Misión Nueva Pompeya the presence of this organization is felt and to some extent seems to be cultivated. Proof of this are the numerous educational experiences through which teachers and students of the Escuela Cacique Francisco Supaz in Pozo del Sapo revitalize the place. With an ethnographic approach, I approach interviews conducted by teachers within the framework of one of these educational experiences, in articulation with archival material and bibliography. I aspire to reconstruct the functioning of the cooperative in terms of work organization between 1969 and 1973 approximately. The operation of the cooperative was driven by a small group of non-indigenous people, not born in Misión Nueva Pompeya. The movement was launched through the establishment of links with the State and the market, the promotion and coordination of economic-productive activities mainly oriented towards sales and the transportation of products and sales income in the form of goods or non-perishable food.
Keywords: Chaco, State, market.
Introducción
Los misioneros franciscanos, desde mediados del siglo XIX, se hicieron cargo de las misiones jesuíticas que se desenvolvieron en el Chaco Argentino (región luego organizada en los territorios nacionales de Chaco y Formosa) durante el siglo XVIII (Giordano, 2003, 2004). Su labor respondía a la “tarea civilizadora-evangelizadora” emprendida por el Estado y la Iglesia, en un contexto de sometimiento a los pobladores indígenas de la zona (Giordano, 2003; Iñigo Carrera, 1979; Trinchero, Pizzini y Gordillo, 1992). A principios del siglo XX se dieron tres últimas experiencias misioneras en el territorio en cuestión: Misión Nueva Pompeya (1900), Misión San Francisco del Laishí y Misión San Francisco Solano de Tacaaglé (1901) (Giordano, 2003).
A partir de los cambios derivados del Concilio Vaticano II (1962-1965), las misiones de pastoral aborigen se predispusieron a: 1) realizar un trabajo mancomunado con anglicanos, metodistas y pentecostales; 2) interactuar con los indígenas de modo tal de aprender “nuevas claves de interpretación y clasificación de su propia práctica de intervención” (Leone, 2019, p. 115)[3]. Esto decantó, apunta Leone (2019, p. 115), en una idea de evangelización particular: “la inculcación de principios religiosos se subordinó a la mejora de las condiciones de vida de los destinatarios de la misión”.
En este contexto, en 1969, llegan a Misión Nueva Pompeya siete personas, “voluntarios y empleados de la Dirección Provincial del Aborigen”, ligadas al Obispado de San Roque en Sáenz Peña, con el objetivo de “mejorar la situación de los pobladores de la zona” (Hermitte et al., 1995, p. 110). Además de la promoción de actividades económico-productivas, los autores apuntan que en la Misión funcionaba un centro alfabetizador para adultos: a la tarde se trabajaba con mujeres y a la noche, con varones.
Figura 1. Localización de El Sauzalito y Misión Nueva Pompeya (Perret, 2022).
En 1971, la Cooperativa de Trabajo Agrícola de Producción e Industrialización Nueva Pompeya Limitada fue inscripta con actividades, primeramente, centradas en el desmonte para hacer agricultura y el comercio de artesanías y, luego, centradas en el obraje, en particular en la producción de postes de quebracho colorado (Iñigo Carrera, 1999). Hacia 1973, la cooperativa contaba con un aserradero, un grupo electrógeno y tres tractores, la emigración estacional para trabajar en la cosecha de algodón se redujo y aumentó la población indígena proveniente de otras localidades (Iñigo Carrera, 1999). En ese año se intensificaron los conflictos: presión del comerciante por perder el monopolio de compra-venta en la localidad, presiones de colonos de Juan José Castelli por ver reducida la oferta de trabajadores para la cosecha de algodón e intereses de capitales vinculados a la explotación maderera (Iñigo Carrera, 1999). Leone (2022) apunta que, simultáneamente, se profundizaron las diferencias con la Dirección Provincial del Aborigen, cuyo director era René James Sotelo. Las diferencias daban cuenta de, por un lado, los diversos modos de abordar la acción indigenista y, por otro lado, las rentabilidades alternativas de los suelos chaqueños, a conseguirse en diferentes condiciones de explotación (el Plan Agrex se presenta como alternativa de explotación “moderna y capitalista”, Leone, 2022, p. 180). Así es que en 1973 se produce el apresamiento de los directivos de la cooperativa y asesores, y en 1975 es intervenida por el Instituto Nacional de Cooperativas (Iñigo Carrera, 1999).
Franceschi (2021, p. 97) habla de dos “experiencias de cooperativismo” en Misión Nueva Pompeya. La primera abarcó el período 1966 a 1973 y fue dirigida por Guillermina Hagen. Se trató de una etapa donde el trabajo era duro, aunque recordado “con felicidad y firme entusiasmo”, donde los wichí “[e]staban contentos. Comían bien, tenían ropa buena. No estaban obligados a trabajar en la cosecha de Castelli” (Franceschi, 2021, p. 112). La segunda abarcó el período 1973 a 1996:
fue la continuación natural de la primera experiencia de cooperativismo, y estaba constituida principalmente por los wichís de Pompeya, no tenía misioneros entre los promotores, aunque en los últimos años la congregación de los Hermanos Maristas del Colegio Marcelino Champagnat ofreció a los wichís pompeyanos su apoyo. (Franceschi, 2021, p. 97)
La autora afirma que, al cabo de esta segunda experiencia, que “permanece confusa, dispersa entre recuerdos infelices”, se produce el cierre definitivo de la cooperativa y su historia se convierte en la de muchos otros proyectos de la zona que “fracasaron miserablemente” (2021, p. 116).
Los Hermanos Maristas comenzaron a trabajar en el lugar en 1979. En la actualidad, indica Muñoz (2020), se ocupan principalmente de la administración de la escuela bilingüe (estatal de gestión privada) Cacique Francisco Supaz en Pozo del Sapo (paraje ubicado a aproximadamente 5 kilómetros de Misión Nueva Pompeya), a la que concurren estudiantes de los niveles inicial, primario y secundario.
Hace pocos años, docentes de la mencionada escuela propiciaron la creación de un espacio de encuentro y recuerdo en el antiguo aserradero de la cooperativa (actualmente remodelado), incluyendo a la antigua sierra sin fin. Esta sierra se puede ver en una de las imágenes, publicadas en Facebook, por el profesor guía de la Alternancia realizada en junio de 2022 con estudiantes de 4° año[4]. Se trata de la misma sierra que fue capturada en septiembre de 2019 por la foto publicada en Franceschi (2021). Misma sierra, aunque tapadas con pintura negra las viejas inscripciones (“666”, esvástica y “pibes chorros”, ver Figura 2).
Figura 2. Sierra sin fin en septiembre de 2019 (izq. Franceschi, 2021) y sierra sin fin en 2022 (der. Facebook de Julio Cesar Zanuttini Oggier, docente de Escuela Cacique Francisco Supaz, compartido en el muro del Centro Educativo Comunitario Marista).
Nos enteramos a través de aquella red social que en la misma experiencia educativa (junio de 2022) estudiantes y docentes además visitaron la Asociación Comunitaria, los talleres del Centro Educativo Comunitario Marista (también localizados en el antiguo predio de la cooperativa, recientemente remodelado), a familias wichí y criollas que tienen plantación de algarrobos a cargo, el Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias[5] y la Dirección de Bosques[6].
Antes de esto, en 2020, con la pandemia por covid-19 y las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio, docentes de la misma escuela montaron una radio FM (FM Totnajpek) y armaron un programa al que llamaron “En torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh”. Se enfocaron en el trabajo de la cooperativa e hicieron entrevistas (virtuales y presenciales) a personas que se vincularon a la misma de una forma u otra. Realizaron un total de nueve entrevistas, cuatro de ellas a pobladores wichí de Misión Nueva Pompeya[7]. El resto, a ex miembros del “grupo de la Misión”, que actualmente viven en otras localidades (Buenos Aires, Santa Fe, Misiones y Formosa). Estos audios eran compartidos, comentados y traducidos (al español y al wichí, respectivamente) en cada programa radial por el equipo docente. Colaboré con material bibliográfico y con la construcción de un documento interactivo, disponible online, que registra cada uno de estos programas en wichí y español. El documento se puede leer/escuchar cronológicamente, desde el primero al último programa radial (entre septiembre y noviembre de 2020) o por entrevista de interés (https://bit.ly/3ox4CTm)[8].
Con enfoque etnográfico (Guber, 2001, 2005), reconstruyo el funcionamiento de la cooperativa entre 1969 y 1973, aproximadamente[9]. Articulo las perspectivas de las personas entrevistadas con material de archivo y bibliografía.
A continuación, me concentro en la conformación y composición del grupo de personas que trabajaron en la cooperativa, nucleados en torno al edificio de la Misión en Misión Nueva Pompeya. Luego, estudio las actividades económico-productivas desarrolladas entre 1969 y fines de 1973.
Conformación del “grupo de la Misión”
Si bien la Cooperativa de Trabajo Agrícola de Producción e Industrialización Nueva Pompeya Limitada fue inscripta en 1971 (Iñigo Carrera, 1999; Muñoz, 2020), Guillermina Hagen ubica sus inicios en 1969: “En realidad es enorme el trabajo realizado. Hemos creado una cooperativa después de trabajar tres años de forma cooperativista” (Revista ASI, 1973, p. 21).
Guillermina Hagen, ingeniera agrónoma con formación en economía, psicología social, desarrollo comunitario y cooperativismo, perteneciente a la Congregación de Hermanas del Niño Jesús, llegó a Misión Nueva Pompeya en 1969 por invitación de Oscar Cervera, director de la Dirección Provincial del Aborigen (Lanusse, 2007; Leone, 2019, 2022).
Siendo estudiante, Guillermina realizó experiencias pastorales en el norte santafesino, cerca de Fortín Olmos, donde se contactó con Arturo Paoli (Leone, 2022). Luego de unos años de viaje de estudio por Europa, regresó a Buenos Aires donde se recibió y convirtió en monja tras lo cual se instaló en Villa Ana, norte de Santa Fe, donde la Congregación de Hermanas del Niño Jesús tenía una casa (Lanusse, 2007). En esa zona conoció al exseminarista Orlando “Negro” Montero y a Rafael Yacuzzi quien, en 1969, la introdujo al cura Oscar Cervera, quien, como mencionamos, le ofreció trabajar con los wichí “en el Impenetrable” (Lanusse, 2007, p. 105).
Hermitte et al. (1995), a partir de la investigación realizada en 1970, indican que las personas que llegaron a Misión Nueva Pompeya en 1969 eran empleados y voluntarios de la Dirección Provincial del Aborigen. Se instalaron en el antiguo edificio construido por los franciscanos allá por el 1900[10], que en ese momento era utilizado por el comerciante Kloster como corral para sus animales (Lanusse, 2007).
Los primeros en llegar a la Misión fueron Guillermina Hagen, Orlando “Negro” Montero (de ahora en más “el Negro”), Margarita Merganti (ex monja y enfermera) y Carlos Cavalli (Lanusse, 2007). Ellos conformaron lo que varios entrevistados (miembros de este grupo de trabajo) llaman “primer grupo”. Con Ana Cabrera (amiga del Negro), Raúl Semería y Teresita Odier conforman el “segundo grupo”.
Hacia 1970, además de contar con una radio, obtuvieron un camión al que llamaban “chico nuevo” (Ana Cabrera en el programa del 4 de noviembre de 2020)[11]. Fue donado por la Congregación Hermanas del Niño Jesús (Lanusse, 2007). Lo usaban para hacer los viajes de los que se hablará en el próximo apartado. En uno de estos viajes, Carlos Cavalli conoció a Marta Tomé, quien se desempeñaba como vínculo de la cooperativa en Buenos Aires y estaba familiarizada con el trabajo realizado en Fortín Olmos. En 1971 se incorporó al grupo de la Misión. En este mismo año, luego de un breve viaje de visita en 1969, se incorporan Francisco Nazar, Basilio Howlin y Diego Soneira (de la Orden Pasionista), además de Rosalinda “Nené” Cabrera (de ahora en más “Nené”, hermana de Ana Cabrera), Teresa Gilson, Roberto Vizcaino, Virgilio Ilari (Roberto y Virgilio eran estudiantes pasionistas) y Elvio Alverga, con docentes, enfermeros y carpinteros llegados desde el norte de Santa Fe. Ellos conformaron el “tercer grupo”. En este mismo año, Ana Cabrera regresó a Buenos Aires y Carlos Cavalli comenzó a trabajar en El Sauzalito seguido por Teresa Gilson[12].
En 1972 a la Misión llegaron Nélida Trevisán, madre y padre de Nené, Guillermo Arturo Soria y María Julia Niero. Francisco Nazar regresó a Formosa (posiblemente en este mismo año lo acompañaron Diego Soneira y Roberto Vizcaíno) y a Nené, Guillermina y el Negro no le permiten regresar a Misión Nueva Pompeya luego de un breve viaje hecho a Buenos Aires para rendir la última materia del secundario. También en ese año Nélida Trevisán , Marta Tomé y posiblemente Elvio Alverga, junto a otras personas de Santa Fe, comenzaron a trabajar en El Sauzalito.
Hacia 1973 se incorporaron al grupo de Sauzalito: Diego Soneira, Nené Cabrera (en abril de 1973 Diego y Nené se casaron), madre y padre de Nené, Teresita Odier, Sara Bolazco, Vicente González y Pablo Mackarchuc con su esposa Nilda. A su vez, un grupo de personas que estaba trabajando y viviendo en El Sauzalito (exceptuando a Nélida Trevisán y a Teresa Gilson) se trasladó a la casa que, para ese entonces, tenía la cooperativa en Misión Nueva Pompeya. En esos tiempos, Carlos Cavalli y Marta Tomé (ya casados) se alejaron de la zona[13].
A raíz de la política de asfixia a la cooperativa y los altercados entre quienes permanecieron en Misión Nueva Pompeya y quienes partieron hacia El Sauzalito, Guillermina viajó a Buenos Aires desde donde continuó vinculada a la cooperativa por un tiempo (Doyle, 1997; Iñigo Carrera, 1999; Lanusse, 2007; Leone, 2022; Niero, 2018). Luego de su casamiento con el Negro (10 de mayo de 1974), un día antes del asesinato del cura tercermundista Carlos Mugica, recibió una nota amenazante desde el Chaco (“Metete bajo tierra porque te van a ir a buscar”) tras lo cual decidió exiliarse en Perú (Lanusse, 2007, p. 131). En la última visita que hizo a Misión Nueva Pompeya en 2007 se dirigió a los pobladores mediante una radio local (estas palabras fueron reproducidas en diversos programas de la radio Totnajpek), dijo lo siguiente con relación a lo que ocurrió en esta localidad en el 74:
la gente que estaba haciendo la intervención, entre comillas “intervención”, el robo de la cooperativa de ustedes, acá […] le pidió a los muchachos de acá […] que se fueran y un grupo se fue. Cargaron su pequeña cantidad de cosas, sus camas, sus cosas; cargaron en un vehículo, salieron por la Juana Azurduy, pero la policía les hizo […] una trampa, los agarraron en mitad de camino, le pegaron una soberana paliza y de ahí es que no sabemos más […] Sabemos que ahí los mataron a golpes, al resto los molieron a patadas […] y a un grupo se lo llevaron y a otro grupo lo trajeron para acá, y la gente de la Dirección del Chagas Mazza, ¿se acuerdan?, los que venían a fumigar las casas del Chagas, ellos tenían simpatía y ellos levantaron a algunas de las mujeres con los niños y se las llevaron, y ellos zafaron de la prisión […]
Figura 3. Guillermina Hagen sosteniendo una antigua acción de la cooperativa en Misión Nueva Pompeya en 2007 (Julio Zanuttini, 2016, 8:33)
También fueron apresadas varias personas del grupo de El Sauzalito, decía Nené en el programa de radio del 23 de septiembre de 2020:
Era una época muy peligrosa. Nosotros no estuvimos al tanto de lo que a ellos les iba pasando porque estábamos con esa disrupción, con ese corte que había hecho Guillermina, y estábamos muy lejos, sin comunicación. Ellos hacían su vida y nosotros hacíamos la nuestra […] todos tenían puestos los ojos tanto en ellos como en nosotros, porque a nosotros nos pasaron también cosas y continuamente estuvimos […] mirados con lupa. De hecho, Diego y un grupo grande de compañeros […] el administrador del hospital, también el director, el director del hospital […] un paisano que había cobrado su primera jubilación […] y compró una bolsa de harina, estaba […] con esposas al lado de Diego, con las esposas puestas.
A las situaciones de violencia mencionadas se sumaban dificultades en los traslados y las comunicaciones, como así también problemas de salud que contribuían al desgaste físico y emocional. Marta Tomé, en Doyle (1997), cuenta que su marido Carlos Cavalli sufría de taquicardias y sus dos hijos se infectaron de tuberculosis. Lanusse (2007, p. 114) apunta:
Producto de la inevitable vorágine, los voluntarios trabajaban de sol a sol. Solían comer muy mal y a veces ni siquiera tenían tiempo de hacerlo; dormían pocas horas y eran atacados por todo tipo de enfermedades. Guillermina contrajo Chagas, tuberculosis y tos convulsa, y debido a esta enfermedad durante años padeció feroces ataques de tos.
Organización del trabajo
Diversas actividades económico-productivas se realizaban en Misión Nueva Pompeya entre 1969 y 1970. Mientras que la caza de animales para consumo de carne y venta del cuero y recolección de algarroba para autoconsumo se mantuvieron sin mayores cambios, en estos años se promovió la agricultura, la construcción, la producción de artesanías para la venta y el desempeño de trabajos en el ámbito de la Misión (almacén, despensa y enfermería) (Hermitte et al., 1995). Más adelante se involucran en la explotación forestal, que pronto se convirtió en la principal fuente de ingresos de la cooperativa (Iñigo Carrera, 1999; Lanusse, 2007).
En cuanto a la agricultura, en el programa de radio del 9 de septiembre de 2020, Basilio Ledesma (docente wichí de la Escuela Cacique Francisco Supaz) tradujo las palabras en wichí de Francisco Salazar, poblador de Misión Nueva Pompeya, sobre el trabajo de la cooperativa:
Empezaron con los trabajos, limpieza de los cercos, limpieza de los terrenos para sus sembrados y qué hacían por familia […] después […] le enseñaban a sembrar, a cuidar su cerco de las hormigas, todas esas cositas […] después […] hablaba del otro tipo de sembrado que sería una huerta, que empezaban a sembrar tomates, después que cuando estaba una fruta, salían y fueron hacia la ciudad de Sáenz Peña, y que ahí vendían sus productos.
Francisco distingue modos de siembra en sintonía con lo señalado por Hermitte et al. (1995):
- Agricultura en pequeños cercos: ubicados en cada casa, se sembraba maíz, sandía, batata, porotos, sorgo, zapallo. Tenían una extensión menor a la media hectárea, la producción se destinaba al consumo familiar y a la venta de la cooperativa, la escuela o el boliche.
- Agricultura en cercos de la Dirección Provincial del Aborigen: al momento de la investigación, la dirección contaba con un solo cerco de 4 hectáreas de extensión en Pozo del Toba, de las cuales una estaba sembrada con maíz, sandía y zapallo, y dos cercos se encontraban en preparación. Quienes trabajaban en estos cercos (cercado, desmonte, arada, siembra) recibían un pago en mercadería (para quien trabajara en el cerco y su familia) por parte de la dirección.
- Agricultura en cercos particulares colectivos: impulsados por la Dirección Provincial del Aborigen, con mayor extensión que los cercos pequeños para facilitar el trabajo con tractores (al momento de esta investigación no tenían tractores), quienes trabajaban en estos cercos (al momento de la investigación existía solo uno, que aún no había sido sembrado) recibían un pago en mercadería (sólo para quien trabajara en el cerco) por parte de la dirección. Quienes trabajaban en estos cercos contaban con menor control de la dirección, lo cual era apreciado.
Es probable que la siembra por familia sea equivalente a lo que Hermitte et al. (1995) llaman “cercos pequeños” y la huerta en la que sembraban tomates para vender en Sáenz Peña corresponda a lo que los autores llaman “cercos de la Dirección Provincial del Aborigen”. En el programa del 2 de septiembre de 2020, Marta Tomé recuerda lo siguiente:
Justamente allí […] en Pozo del Sapo […] fue donde no me olvido cuando llegué en el 71 a Sáenz Peña, había, estaban vendiendo tomates que habían cultivado allí, en Pozo del Sapo, y mi marido [Carlos Cavalli] era el que estaba allí […] coordinando de alguna manera los trabajos. En cambio, Guillermina y el que llamábamos el Negro […] más bien era como que iban y venían […] en el vehículo [hacían] todas las cosas que había que coordinar y que entrar de un lado al otro, por ejemplo, habían venido a mi casa […]
Ella presenció una de estas ventas de tomates en Sáenz Peña. Nótese que indica que la producción provenía de Pozo del Sapo, no de Pozo del Toba, que era el cerco que se encontraba en producción cuando Hermitte et al. (1995) realizaron la investigación. Entonces, es probable que en el transcurso de uno o dos años (de 1969 a 1971) hayan puesto a producir un nuevo cerco (el de Pozo del Sapo). Este testimonio también da cuenta de la organización del trabajo entre los miembros del grupo de la Misión. Guillermina y el Negro aparecen ocupándose más que nada de los traslados, en este caso de tomates hasta Sáenz Peña y de mercadería hacia Misión Nueva Pompeya (se ampliará más adelante). Carlos Cavalli aparece coordinando los trabajos en los cercos. Niero (2018, p. 54), que eventualmente se incorpora al grupo, indica lo siguiente respecto del trabajo de Cavalli: “Proveniente de Goya, Corrientes, de los movimientos obreros, con experiencia en organizaciones populares. El ‘Gordo’ [apodo], se ocupaba principalmente de organizar a la gente en los trabajos y la agricultura”. En una entrevista que le hace Patricio Doyle (1997, p. 224), si bien relacionada con el trabajo realizado en El Sauzalito, Carlos afirma que la producción de postes “era algo para poder subsidiar la agricultura”. En la misma entrevista, Marta Tomé indica: “Pensá en el poste, pero desde el vamos la idea estaba puesta en que ahí había que hacer agricultura”. Es de suponer que se otorgó similar importancia a la agricultura en Misión Nueva Pompeya. Carlos recuerda:
Cuando en Pompeya se hacen los grupos de 25 personas… porque yo estaba encargado del laburo. Todos querían destroncar. 24 personas le ayudaban a uno. El control era de ellos mismos. Si uno se hacía el vago. Después había que ir a destroncar en el lote de él. No pudimos hacer nada en una franja. Por respeto. Yo lo podía haber hecho… porque manejaba todo. Pero ellos querían una quintita acá, o sea que manejábamos todas las herramientas, de una punta a la otra. En vez de las 200 hectáreas destroncadas, se podría haber hecho mucho más. Tenían un encargado de herramientas. Y a lo mejor, al que más le podías desconfiar iba de encargado…te podía afanar una pala o algo… ¿Sabés cuanto se perdió en cuatro meses? Un pico. Y hasta sabíamos quién era…uno de Pozo del Toba. O sea que hay varias cosas… ellos cuidaban las herramientas. Porque si no, no iban a poder destroncar… ¡tenían un entusiasmo! (Doyle, 1997, p. 229)
Es posible que se refiera al trabajo en cercos pequeños (Después había que ir a destroncar en el lote de él). El trabajo se organizaba por grupos que se ocupaban de los cercos de modo secuencial. Si bien Carlos afirma tener gran control sobre esta modalidad de trabajo (manejaba todo), parece contenerse (por respeto), lo cual tiene implicancias, por un lado, en la cantidad de hectáreas destroncadas y, por otro lado, en la disponibilidad de herramientas. Los conocimientos de las personas que trabajaban en los cercos parecían ser tenidos en cuenta. Al respecto, decía Marta Tomé (programa del 2 de septiembre de 2020): “mi marido me contaba siempre que como conocía la gen[te], no habrían nunca cultivado tomate, pero como el que cuidaba sabía perfectamente por dónde caía el agüita, quiero decir, para para poder regar me decía […] es decir que valoraba mucho el conocimiento de la gente para eso”.
Con respecto a la construcción, Hermitte et al. (1995) indican que con la llegada del grupo de la Dirección Provincial del Aborigen se construyeron caminos para mejorar y facilitar el acceso a Misión Nueva Pompeya y a Pozo del Toba, un pozo de agua cerca de la Misión y casas de los empleados de la Misión. Los autores expresan que la Dirección Provincial del Aborigen pagó con mercadería a quienes realizaron dichos trabajos.
En el programa del 23 de septiembre de 2020, Francisco García del pueblo wichí de Misión Nueva Pompeya relató lo siguiente respecto de los trabajos de construcción de caminos:
Cuando éramos chico laburamos con hacha, pico, machete, pala, fuimos caminero de […] los obrajeros que van a cortar poste, cuando van a ir a acampar ahí en lugares, lejísimos […] Cuando éramos camionero, cuando […] llueve y no se puede salir bueno, hicimos la que ahora ya es ruta y bueno, ya es ruta la primera curva y después la contracurva bueno, todo ese hicimos nosotros, nosotros limpiamos todo […] hicimos 300 metros más o menos y doblamos a la izquierda, ese bueno, camino, picado, bueno, ese ese era para que entre los tractores con acoplado y sacar los postes todo y bueno nosotros éramos para eso […] cortaron ahí los postes y rodeaba, nosotros éramos los camineros donde había poste que hay que sacar y que pueda entrar los tractores a rodear, bueno, nosotros éramos todo eso éramos para eso. Cuando terminó todo […] los quebrachales, todo eso que hicieron poste, pasamos al otro lado de la ruta […] ahí seguimos con el mismo trabajo todos los días, acá salimos […] los domingos a la tarde como a las 5 para llegar de día a acampar y […] lleva […] un bolsito con una frazadita y una […] bolsas arpillera […] porque colchones no conocíamos nosotros. Era un pedazo [de] trapo viejo y era para poder extender en el piso no más y almohada, te debo. Cortamos algunos troncos ahí y ese era nuestra almohada y bueno, entonces salimos los domingos […] llevan tres acoplados, tres tractores y con sus herramientas. Cada uno llevaban todo lo que es para cocinar, fideos, arroz, polenta, carne, cebolla, papa, todo lo que es para cocinar, y carne y algo de pan […]
Francisco habla de la construcción de caminos en conexión con el trabajo en los obrajes, el corte de “postes”. Se entiende que los caminos permitían, por un lado, la llegada a los puntos de extracción de madera donde se hacían “campamentos” en los que las personas permanecían trabajando durante unos cuantos días. Allí coincidían “obrajeros”, “camineros” y miembros del grupo de la Misión. Por otro lado, los caminos permitían el traslado de los postes hacia los puntos de venta. Es notable el modo que Francisco se identifica con la actividad realizada (fuimos caminero, éramos caminero). También la apropiación que hace del trabajo realizado: “todo ese hicimos nosotros, nosotros limpiamos todo”. Si al momento de la investigación de Hermitte et al. (1995) la cooperativa aún no contaba con tractores, el testimonio anterior da cuenta de la existencia de tres tractores y tres acoplados.
En El Sauzalito se trabajaba de modo similar. Carlos Cavalli (Doyle, 1997) cuenta que comenzaron la labor con el obraje y la construcción de caminos y dice: “Todos estos trabajos se hicieron con machete, pala, pico… No teníamos vehículo… vehículo tenía Guillermina. Se rodeaban los postes del monte con un carrito hecho con ruedas de palo santo”. A continuación, en la misma entrevista, Marta Tomé aclara que dicho carrito fue “hecho por [el señor] Parrilla. Todo lo de carpintería era increíble”. Para este entonces los grupos de El Sauzalito y Misión Nueva Pompeya se manejaban por separado, es por esto que inventaron un vehículo con ruedas de madera que les permitía rodear los postes que luego serían trasladados a su destino final.
Con relación a la producción de artesanía, Hermitte et al. (1995, p. 69) señalan que, si bien antes de 1969 se elaboraban tejidos con chaguar, algodón y lana, tinajas para guardar agua y botijas para buscar agua de los pozos de agua; con la llegada de los trabajadores de la Dirección Provincial del Aborigen, la actividad adquiere mayor importancia económica (“la producción aumenta enormemente”). Los autores apuntan lo siguiente:
La monja [Guillermina Hagen] comenzó a comprar estos productos para venderlos en Buenos Aires y Santa Fe. Los productos son entregados por los habitantes de Nueva Pompeya a la Misión, e inmediatamente se les paga un adelanto (que oscila entre un tercio y la mitad del precio); cuando se junta cierta cantidad de productos, la misma monja los lleva al sur y entrega a un grupo de personas que colaboran con ella para colocarlos entre los dueños de negocios donde pueden ser vendidos al público. Cuando estos artículos han sido vendidos, se paga a los artesanos el resto del precio. (Hermitte et al., 1995, p. 69)
Se trataba de un esquema de trabajo en red con puntos de venta en Buenos Aires y Santa Fe. Llama la atención el modo de retribución, se hacía en dinero. En cambio, las otras labores analizadas por los autores, salvo por los trabajos realizados en el ámbito de la Misión (en el almacén y la despensa), eran exclusivamente retribuidas en especie: mercadería[14].
Antes de trasladarse a Misión Nueva Pompeya, Marta Tomé formaba parte de este esquema de trabajo en red. En el programa del 2 de septiembre de 2020 cuenta que al ir al norte santafesino a conocer el trabajo realizado en Fortín Olmos tomó contacto con personas que comenzaron a enviarle artesanías fabricadas en esa zona para comercializar en Buenos Aires. Ella hacía exposiciones donde vendía las artesanías. El dinero recaudado era enviado al norte santafesino. Así fue que la contactaron desde Misión Nueva Pompeya para enviarle artesanías y fotos. Marta organizaba charlas y formaba “pequeños grupos de apoyo” para lograr vender las obras. Decía Marta en Doyle (1995, p. 222):
Yo me di cuenta, cuando vi lo que me mandaron de Pompeya, que esto no era chiste. Era artesanía en serio, y en volumen que cada vez fue mayor, a tal punto que yo lo conocí a él (mi marido) en un camión completo hasta el tope, acá en la puerta, un cacharro dentro del otro: una cantidad muy grande.
En el programa radial cuenta que junto a Carlos Cavalli había viajado el Negro manejando el camión cargado de vasijas hasta Buenos Aires (ver apartado “Conformación del ´grupo de la Misión´”).
Analicemos ahora los trabajos realizados en el ámbito de la Misión, en particular en el almacén y la despensa. Hermitte et al. (1995, p. 73) apuntan que eran desarrollados por “empleados indígenas de la Misión” que recibían su paga en dinero, mercadería, desayuno y almuerzo. Las actividades desarrolladas, de acuerdo a los autores, eran:
- Encargado del almacén: atención al cliente, venta de productos, compra de productos de producción local (zapallo, queso, etc.), recepción de mercadería que llegaba desde Sáenz Peña.
- Encargado de la despensa: recepción de mercadería enviada por la Dirección Provincial del Aborigen y pago a trabajadores (entrega de provista).
Con relación al almacén, Hermitte et al. (1995) expresan que recibía el nombre de “cooperativa”, que si bien a julio de 1970 no estaba organizado de ese modo, sí se había realizado una asamblea para elegir autoridades. El mismo era administrado por miembros del grupo de la Misión, siendo Guillermina Hagen “la que controlaba las cuentas” rendidas al Obispo de Sáenz Peña (Hermitte et al., 1995, p. 112)[15]. Los precios de los productos vendidos en el almacén (alimentos, velas, alpargatas, cuadernos, lápices), apuntan los autores, eran inferiores a los ofrecidos por el antiguo comerciante del lugar. Se trataba del “único comerciante en cientos de kilómetros a la redonda” (el mismo que usaba la infraestructura de la Misión como corral para sus animales), cuyas prácticas comerciales eran criticadas por el grupo de la Misión (por ejemplo, compraba un cuero de iguana a cambio de un kilo de yerba y lo vendía al equivalente de quince kilos de yerba) (Lanusse, 2007, p. 107). Está claro que la apertura del almacén respondía a una estrategia de mejorar el poder adquisitivo de los pobladores de Misión Nueva Pompeya. En el boletín Entre Amigos, publicado en 1970, se informaba: “Solamente por eso […], porque es un crimen que le estén vendiendo la harina, el azúcar, la yerba, y las demás cosas que ustedes necesitan a precios tan caros, por eso nos metimos a almaceneros” (Lanusse, 2007, p. 113)[16].
En el programa del 9 de septiembre de 2020, Paulino Díaz tradujo las palabras en wichí de Sabino Polé, poblador de Misión Nueva Pompeya que trabajó en el obraje:
El poste vendía para cambiar, o sea, para comprar las herramientas y mercadería en […] azúcar, harina, tabaco, y entre otros mercaderías, y todos los depósitos que están en la Misión […] todo llenitas de mercaderías, ¿no? Y fin de semana, los días, o sea, los que tienen familias ya pueden retirar las mercaderías y los que no tienen familia […] recién el día, los sábados, ahí retiran la mercadería para los gente […] solteros […] pero los que tienen familia, cada señora se retira [la] mercadería de los fin de semana, sería los viernes […] a la tarde.
La descripción de Sabino involucra, teniendo en cuenta la diferenciación que establecen Hermitte et al. (1995), tanto al almacén como a la despensa. Desde el punto de vista de Sabino, la mercadería que provenía de la venta de postes (almacén) era la que se destinaba a pagar a quienes se ocupaban de cortarlos (despensa). En concordancia con lo señalado en la introducción, es posible que con el transcurso de los años despensa y almacén hayan sido consolidadas en un solo espacio, más aun teniendo en cuenta que hacia 1973 las diferencias con la Dirección Provincial del Aborigen se intensificaron hasta la suspensión de vínculos y, por ende, la suspensión del abastecimiento de mercadería que, al menos hasta 1970, efectuaba dicha dirección.
Abordemos finalmente la explotación forestal que, de acuerdo a Hermitte et al. (1995), entre 1969 y 1970, era inexistente. Comenzaron vendiendo madera como materia prima, cuyos ingresos fueron invertidos en un aserradero donde se fabricaban durmientes y varillas que se comercializaban haciendo uso del camión de la cooperativa (Lanusse, 2007). Explica Guillermina Hagen en una entrevista que se publicó en la revista ASI en 1973:
Hemos cortado algarrobo, hemos cortado quebracho blanco. Pero todo esto no es directamente convertible en mercaderías, en alimentos. Son unas dos mil personas que viven de la Cooperativa. La Cooperativa tiene sus socios que son activos, pero tiene un peso enorme de gente enferma, de gente anciana, de criaturas, que deben ser mantenidas. Es decir, que la Cooperativa tiene un núcleo central, un corazón que es el obraje. Y ese obraje produce el poste de quebracho colorado que inmediatamente se transforma en dinero y en mercaderías y en bienes de uso. Todas las demás maderas nosotros estamos explotándolas racionalmente también, pero vender un rollizo entero de algarrobo, sin semielaborarlo, en aquella distancia, no rentable… ¡es regalar esa madera! Nosotros tenemos que sacar el tablón del aserradero. Es decir, tenemos que llevar el flete completo, no podemos perder peso en el camión con “costaneros” que los tenemos que tirar. Por eso, nosotros no vendemos algarrobos; para no tirarlo, para no desperdiciarlo. Estamos ya instalando la última sierra grande. Hemos podido comprar. Gracias al préstamo obtenido, un grupo electrógeno de 130 H. P. que representa una verdadera usina. La estamos instalando a toda marcha, pero tenemos que seguir comiendo, tenemos que seguir evolucionando. Al quebracho colorado vienen a sacárnoslo de las […] mano[s]. Es de fácil venta. En estos momentos hay un mercado buenísimo de poste de quebracho colorado. El poste nuestro es hermoso, es muy bueno. Al algarrobo, en cambio, hay que venderlo en tablas, hay que hacerlo en varillas, hay que elaborarlo o semilaborarlo y para eso no tenemos instalado totalmente el aserradero, pero mientras tanto tenemos que vivir […] (Revista ASI, 1973, p. 22-23)
De inexistente, la explotación forestal, en particular lo relativo al quebracho colorado, pasa a ser el “núcleo central” de la cooperativa. Esta madera era comercializada en forma de postes y trasladada en el camión de la organización. Los ingresos por ventas se transformaban en las mercaderías que eran intercambiadas con los obrajeros -y demás- a cambio de su fuerza de trabajo. Este esquema laboral fue descripto por Sabino Polé, quien además indicó lo siguiente sobre el trabajo en el obraje (programa del 9 de septiembre de 2020, traducción por Paulino Díaz):
La Guillermina también hacían las misas en los campamentos […] y algunos clases para enseñar a los obrajeros […] por el tema […] de cómo es para […], por ejemplo, uno quiere saber cuántos postes tiene que cortar […] entonces ahí enseñaba de esa partes, o sea, dar clase, digamos, para enseñar todo eso. Y después también decía que […] hacen la celebración porque es importante y por eso la gente que decía esa época nunca se enferma […] decía que seguramente esa, las celebraciones que hacía, por eso estaba bien, que siempre estaban trabajando. No pasa nada, pero también hay un grupo de los médicos, […] que hay una enfermera y van en ese campamento y llevan el botiquín […]
Tres cuestiones se destacan de las palabras de Sabino. En el obraje, además de cortar madera, se realizaban misas o celebraciones religiosas, se daban clases y se trataban problemas de salud. Nótese que celebraciones religiosas y atención médica se asocian a la seguridad en el trabajo (por eso estaba bien, que siempre estaban trabajando, no pasa nada).
Figura 4. En el obraje (Revista ASI, 1973).
Respecto de las clases en los campamentos, donde dijimos que coincidían “obrajeros”, “camineros” y miembros del grupo de la Misión, Marta Tomé recuerda (programa del 2 de septiembre de 2020) que antes de ir a El Sauzalito, ella y Nélida Trevisán iban en camioneta hasta el campamento para trabajar con los hombres. Por su parte, Francisco García (programa del 23 de septiembre de 2020) recuerda:
Yo me acuerdo que la Guillermina, cuando nosotros no podíamos ir a las clases, de lunes a viernes, siempre toda la tarde traían para que no faltemos en la escuela […] traía una maestra o maestro siempre venían, dos maestros. También traían diapositivas o video. Nosotros no sabíamos qué era y mientras nos enseñaba, los maestros todos y las maestras nos iban haciendo ver [un] video y mediante ese íbamos trabajando al ritmo [del] video y hacíamos […] pasamos muy rápido, aprendimos muy rápido porque era una persona más que te dictaba […] todo lo que es tabla […] divisiones, todo lo que es multiplicaciones, sumas, división, todo […] Capaz que [en] un mes ya entendíamos los números y entendíamos el abecedario y ahí empezamos a aprender todo […]
Se trata de un modo de enseñanza que articulaba el hacer, en este caso la construcción de caminos, con multiplicaciones, sumas, división y abecedario. Las palabras traslucen un entusiasmo por “aprender todo”.
Conclusión
El motor de la Cooperativa de Trabajo Agrícola y Producción e Industrialización Nueva Pompeya Limitada fue el “grupo de la Misión”. Se conformó paulatinamente alrededor de la figura de Guillermina Hagen. La composición no fue constante. Esto habría configurado la aparición de dos subgrupos: quienes permanecieron en Misión Nueva Pompeya hasta 1973 aproximadamente y quienes iban y venían. Llama la atención el estrechamiento de vínculos, a través de alianzas matrimoniales, al interior de cada uno de estos subgrupos: Guillermina y el Negro (grupo que permanece), Marta y Carlos y Nené y Diego, respectivamente (desde 1971 empezaron a vincularse a El Sauzalito). Las situaciones de violencia, la dificultad en las comunicaciones y el padecimiento de enfermedades habrían acentuado las diferencias al interior del grupo de la Misión. La expansión de la labor de la cooperativa hacia El Sauzalito se presentó entonces como una posibilidad de: 1) continuar trabajando en la zona, y 2) remediar las crecientes tensiones al interior del grupo.
La palabra “motor”, de acuerdo a la Real Academia Española, está asociada al movimiento, a la producción de movimiento. ¿En qué sentido “el grupo de la Misión” funcionaba como un motor para la cooperativa?
Se ocuparon de establecer vínculos con el Estado (Dirección Provincial del Aborigen) y con el mercado (compradores de postes, artesanía y/o tomates). Estos vínculos, como caminos, se traducían en la promoción y coordinación de actividades económico-productivas y en el transporte de productos (egresos) y “mercadería” (ingresos).
La coordinación del trabajo ligado a la agricultura es pertinente para divisar un tipo de tensión inherente a la labor: entre el respeto y el control. Esta tensión surtía efectos en términos de productividad y disponibilidad de herramientas.
Frutas, verduras, artesanías y principalmente madera (quebracho colorado) se vendían en el Chaco y en otras provincias argentinas. Los ingresos por ventas, en general, eran convertidos en mercadería, esto es, alimentos no perecederos que abastecían el almacén de la cooperativa. Tan importante debió haber sido este espacio organizacional que allá por 1970 era conocido como “la cooperativa”. Se encontraba bien surtido y proveía productos a los trabajadores de la organización (como pago por su trabajo) y a pobladores de Misión Nueva Pompeya (incluyendo a criollos) que por esto encontraban mejorada su capacidad adquisitiva.
Si en los inicios de la labor del grupo de la Misión la producción de postes era una actividad secundaria para “subsidiar la agricultura”, con el paso del tiempo se convirtió en el núcleo central de la organización. Así es que se transformó el esquema de sostenimiento socio-productivo: del lugar principal otorgado al Estado (la Dirección del Aborigen) y secundario al mercado (venta de producción agrícola en la plaza de Sáenz Peña y de artesanía mediante redes en Buenos Aires), se otorgó un lugar fundamental al mercado (venta de postes de quebracho colorado).
Bibliografía
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Glosario
Afanar: robar.
Caminero: quien construye caminos.
Costaneros: la parte del costado del árbol.
Destroncar: sacar troncos.
Obrajero: quien trabaja en el obraje.
Quebrachales: zona poblada de quebrachos (Schinopsis balansae).
Vago: tiene poca afición al trabajo.
Zafar: Huir o esconderse para evitar un riesgo.
Fuentes
Entrevistas:
· FM Totnajpek (4 de noviembre de 2020). Entrevista a Ana Cabrera para En torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh.
· FM Totnajpek (23 de septiembre de 2020). Entrevista a Francisco García para En torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh.
· FM Totnajpek (9 de septiembre de 2020). Entrevista a Francisco Salazar para En torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh.
· FM Totnajpek (2 de septiembre de 2020). Entrevista a Marta Tomé para En torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh.
· FM Totnajpek (23 de septiembre de 2020). Entrevista a Nené Cabrera para En torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh.
· FM Totnajpek (9 de septiembre de 2020). Entrevista a Sabino Polé para En torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh.
Publicaciones periódicas:
· Perazo, C. (julio de 2020). Docentes, hermanos maristas y la comunidad wichí armaron una radio para continuar las clases en cuarentena. La Nación. https://bit.ly/40sWnES
· Misión en la selva chaqueña (23 de enero de 1973). Revista ASI.
Documentos:
· Alternancias de 7º y 8º año de EGB, Escuela Cacique Francisco Supaz (2005). Cuadernillo titulado “Los Wichí y Pompeya” (no publicado).
· Zanuttini, J. (2016). “Guillermina Hagen, su hermana siempre 2016” [audiovisual]. https://www.youtube.com/watch?v=x8d6OusnZ3g
· Zanuttini, J., Díaz, P. y Perret, M. (2020). Historias en torno al fuego/Tokheyis wet to-iyej itojh. Alternancia. Escuela Cacique Francisco Supaz. https://bit.ly/40n6UBz
· Julio Cesar Zanuttini Oggier (2022). Publicaciones varias [Facebook].
Notas