Artículos libres
Recepción: 02 Mayo 2023
Aprobación: 21 Septiembre 2023
Publicación: 30 Diciembre 2023
Resumen: Entre noviembre y diciembre de 1914 fuerzas inglesas y alemanas batallaron en las costas del Pacífico y el Atlántico Sur. Este último caso atravesó un territorio en disputa de soberanía como son las islas Malvinas. El siguiente artículo indaga la cobertura que realizó el diario argentino Crítica como parte de la opinión pública y las inclinaciones que tuvo como forjadora de representaciones de la guerra y los beligerantes. La hipótesis será demostrar cómo dicho periódico sobrepuso su inclinación aliadófila y probritánica por encima de la disputa de soberanía por Malvinas.
Palabras clave: Malvinas, Alemania, Gran Bretaña, 1° Guerra Mundial, Diario Crítica.
Abstract: Between November and December 1914, english and german forces battled on the Pacific and South Atlantic coasts. This last case crossed a territory in dispute of sovereignty such as the Falklands/Malvinas. The following article investigates the coverage that the Argentine newspaper Crítica carried out as part of public opinion and the bias that it had as a forger of representations of war and belligerents. The objective will be to demonstrate how for said newspaper its allied and pro-British inclination was valued above the sovereignty dispute over the Falklands.
Keywords: Falklands/Malvinas, Germany, Great Bretain, World War I, Crítica newspapper.
Introducción
Previo a que transcurran los episodios referidos al Atlántico Sur, los teatros de operaciones bélicos durante la 1ra Guerra Mundial (1GM)[1] apuntan a extenderse. La descentralización del mapeo europeo hacia las regiones llamadas periféricas con el objetivo de ocupar posiciones, neutralizar posibles focos militares, administrar recursos lejanos, lograr vencer al enemigo en cualquier instancia militar, dominar vías de comunicación, entre otros propósitos, comienzan a presentarse como característicos de esta nueva coyuntura bélica. Esto último puede traducirse en lo que se denominó como Guerra Total, en tanto la victoria o la derrota del otro debían ser absolutas. En sintonía, Eric Hobsbawm plantea una diferencia respecto de los conflictos militares previos, que son los motivos ilimitados que impulsaron el derrotero de esta nueva guerra. La rivalidad política internacional se estableció en función del crecimiento y la competitividad de la economía, y el rasgo característico fue precisamente la inexistencia de límites (Hobsbawm, 1998: 38). En este sentido, la guerra operó como parte de las transformaciones del imperialismo como proyecto político, donde la proyección de la violencia en dominios coloniales o en las periferias, dio lugar a una ampliación de la geografía en los que la dominación occidental buscó profundizarse (Purseigle, 2018: 29).
La dimensión de los ejércitos inauguró nuevas exigencias de aprovisionamiento y logística para transportar, alojar, alimentar y armar a millones de combatientes, lo que impulsó un enorme esfuerzo colectivo. La violencia de masas a gran escala, la disputa en varios frentes, y la imposibilidad de establecer una superioridad y dominio sobre el otro, se transformaron en ejes característicos de esta nueva guerra. En ese punto, la intervención de las armadas para la protección de las marinas mercantes, el transporte de hombres y suministros, o el hecho de bloquear el ingreso de alimentos y productos básicos, fueron estrategias para desmoralizar a las poblaciones civiles (Suriano, 2017: 96; Fontana, 2017: 35). Inclusive la guerra naval adquirió una dimensión mundial, librándose la primera batalla cerca de las islas Malvinas en 1914 (Hobsbawm, 1998: 32).[2]
Las Batallas de Coronel y las islas del Atlántico Sur, fueron las únicas en Latinoamérica durante la 1GM (Ojeda Revah, 2014: 8-9), y sólo se desplegaron en el subcontinente austral y en lo que podemos categorizar como la etapa temprana de la Guerra. Así, las intenciones de Alemania y Gran Bretaña por lanzarse al acaparamiento y protección de estas regiones, entran en consonancia con las definiciones de esa Guerra Total, y con los intereses geoestratégicos y las ambiciones imperiales que poseían ambos (Lozano, 2014: 36).
El objetivo del siguiente artículo es indagar cómo analizó el diario argentino Crítica los acontecimientos. El centro geográfico estará puesto en Malvinas, al calor de la disputa territorial -entre Argentina y Reino Unido históricamente, y entre Reino Unido y Alemania circunstancialmente- por lo que el abordaje mediático puede ofrecer una percepción novedosa sobre el tema. En este punto, María Inés Tato (2020) inició una senda historiográfica, la cual evaluó las discusiones entre aliadófilos y germanófilos a raíz de ciertos dispositivos mediáticos sobre la causa Malvinas en todo el período bélico (1914-1918). Nuestro caso si bien se ciñe sobre un periódico puntual y a las batallas navales del Cono Sur, espera contribuir sobre los debates mediáticos en torno al tema Malvinas en el mismo período. Centrarnos en el caso Crítica[3] permitirá observar cómo se desplegó el día a día de la narrativa mediática de este periódico, alrededor de los acontecimientos bélicos y cómo fue cubierta esa cotidianeidad. El interrogante planteado es localizar si para dicho periódico las alianzas con los Aliados estuvieron por encima de la disputa de soberanía por Malvinas, o viceversa, y qué proyección hizo el medio de comunicación frente a los acontecimientos. A su vez: ¿cómo se comprendió el nacionalismo en esta puja? ¿Qué tipo de nacionalismo y política internacional esbozó Crítica en sus publicaciones? Son preguntas que afloran en un contexto signado por la Gran Guerra, el cual inauguró un paradigma bipolar que atravesó al ámbito periodístico, imponiendo la disyuntiva de qué lugar posicionarse durante la contienda, impidiendo una eventual postura por fuera de estos bordes.
Para desarrollar los objetivos, el marco teórico propuesto será partir del argumento de que el internacionalismo atravesó las representaciones nacionalistas en un país como Argentina, impactando lo que sucedía a nivel global con lo acontecido en Malvinas (Tato, 2008), como también, evaluar las trayectorias mediáticas a los fines de comprender los intereses de la prensa de principios de siglo (Caimari, 2015, 2018, 2019; Saítta, 2011, 2013; Sánchez, 2018, 2020). En este sentido, los periódicos, además de fungir como forjadores de representaciones, fueron un actor político capaz de afectar e influir en el proceso de toma de decisiones (Borrat, 1989). Desde un enfoque anclado en la historia social y cultural se espera reconstruir un mapeo que ubique cómo se comprendió el asunto Malvinas hacia 1914, y qué otros intereses influyeron en la producción de noticias, poniendo el foco en la postura del diario Crítica.
El caso Crítica
Dicho periódico interesa a la luz de la impronta sensacionalista que fue construyendo en su afán por captar un público popular. Desde sus inicios, con sus relatos, su vocabulario coloquial, la aplicación de imágenes sensacionalistas, y titulares grandilocuentes, Crítica buscó interpelar una audiencia de origen humilde y de estratos bajos, combatiendo las visiones elitistas que circulaban en otros medios. Surgido en 1913, nuestro caso se inscribe en un período en el que numerosos diarios tienen un paso fugaz en el escenario mediático, ya que emergen y luego decaen, en su afán por intentar ocupar lugares y espacios en la oferta periodística. Mientras la jornada matutina estaba hegemonizada por La Nación, La Prensa, el vespertino abría nuevos horizontes en tanto permitía una mayor flexibilidad en el tipo de periodismo y en los formatos, y nuevas puertas a aquellos medios fundados genuinamente por periodistas y no por funcionarios de gobierno (Saítta, 2013: 34). En ese sentido, su director, Natalio Botana, un outsider del ambiente parlamentario, y de fuerte peso en el círculo periodístico, construyó redes subyacentes con agentes del sistema político, fortaleciendo los cimientos del diario, y ubicando a Crítica en una posición privilegiada en cuanto a su prestigio e injerencia en la opinión pública de los barrios porteños y del gabinete nacional. Aquello le permitió transformarse en una usina cultural, e incrustarse en el proceso de masificación de la lectura mediática y poder simbólico por el cual atravesaba la prensa. Tal es así, que en suplementos especiales, como el 25 de mayo de 1915, llegó a vender hasta 107.000 ejemplares y a partir de la década de 1920, con la obtención de oficinas y talleres propios, superar los 300.000 ejemplares diarios. Es decir, con el correr del tiempo, Crítica se insertó como un periódico insigne de la vida bonaerense y nacional lo que da la pauta de su injerencia en la vía pública y potencia en las discusiones urbanas (Saítta, 2013).
En sintonía, la evolución de la prensa se ligó a la emergencia de una empresa comercial donde el periódico como mercancía compitió en el mercado de la industria cultural, modificando relaciones sociales entre productores de bienes simbólicos y su público. Ya no se trataba de lectores fácilmente reconocibles, con quienes director o redactores discutían en bares o clubes, sino un público anónimo y heterogéneo donde surgían relaciones impersonales y mediadas por leyes del mercado (Saítta, 2013: 125). Desde fines del siglo XIX, la prensa había ocupado un rol preponderante, en tanto demarcadora de temporalidades y productora de contenidos. La conexión directa y la circulación informativa eran símbolos de la nueva modernidad que se estaba desplegando a nivel global, como así también, el desarrollo y dominio de las redes telegráficas y cables, los cuales fueron alimentando la sed de noticias, el volumen de los contenidos y la compulsión informativa en un contexto de guerra (Caimari, 2015: 127-128; 2019: 155). La importancia multidimensional de la prensa le permitió actuar como sede privilegiada del encuentro y el debate público, ser un órgano de difusión de posicionamientos políticos, y espacio de promoción de objetos de consumo (Saítta, 2011: 6-7).
Para ubicarlo política e ideológicamente, Crítica fue un diario que bregó por la construcción de un gran partido conservador y operó como barricada contra el avance del radicalismo y del socialismo en el plano nacional, como también de una defensa agresiva del bando aliado en el plano global. En sus móviles, sostuvo un modo faccioso, por lo que no se ciñó meramente a ser un informativo, sino de intervenir en la política cotidiana e incidir en la opinión pública y operar a favor o en contra de algún partido.[4]
Situado en el contexto bélico, la línea editorial dirigida por Natalio Botana, respecto de las circunstancias internacionales, tanto para dirigirse a los alemanes y británicos, ya que eran las potencias hegemónicas y principales beligerantes de la 1GM, era una expresión de lo que también se defendía internamente, y de la incapacidad de fugarse de aquella polarización. Crítica fue un diario que se recostó sobre el bando aliado, en tanto este representaba el libre mercado, el progreso, el avance del capital productivo agropecuario y la cultura republicana (Tarruella, 2014: 34) los cuales abrían una disputa de sentido muy fuerte en la lucha contra Alemania y sus confederados bárbaros e imperialistas. Si bien la mayoría de los órganos de difusión tuvieron inclinaciones favorables a los Aliados, Crítica, tal como destacan Saítta, Compagnon y Tato, se caracterizó por su virulencia, sus ataques, su militancia apasionada, y por ser uno de los pocos órganos en sugerir de manera precoz una ruptura de las relaciones con Alemania (Saítta, 2013: 42; Compagnon, 2014: 71; Tato, 2017: 42) lo que singulariza nuestro caso de estudio.
Crítica, por su parte, publicaba noticias provenientes de la Agencia Havas[5] de origen francés y tendencia aliadófila. María Inés Tato sobre este eje menciona que la información sobre la guerra era recopilada por usinas internacionales de noticias,[6] que dominaban el mercado mundial de la comunicación (2017: 40). La prensa, en este punto, fungió como mediadora de la guerra europea y la sociedad argentina, influyendo en las opiniones y posicionamientos políticos. La Agencia Havas gozaba de un amplio dominio en países como España e Italia, y en el continente sudamericano. Tal es así, que en Argentina se alió con Reuters7][ para recibir telegramas de la agencia británica y luego publicarlos en Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile (Caimari, 2015: 128; Tato, 2017: 39-40). Es importante recapitular aquí, ya que los dispositivos propagandísticos operaron fuertemente en la opinión pública. Las técnicas publicitarias para fomentar el enrolamiento en los ejércitos, la publicación de fake news, la censura, actuar como órganos de control, o el hecho de fustigar al enemigo, fueron técnicas muy recurrentes para los diarios de entonces (Lozano, 2014: 324).
Esta secuencia, respecto de la incorporación de servicios internacionales de noticias, actuó como un elemento clave para el despegue de la prensa en las urbes, en sintonía con la profesionalización del oficio, la expansión de publicidades, la multiplicación de imágenes, y la emergencia de secciones diversificadas, conformando un proceso de modernización del periodismo (Caimari, 2018: 83). La “cultura de la noticia” y el consumo informativo, como menciona Emiliano Sánchez, expuso la sed de novedades que rodearon al estallido del conflicto, y cómo fue absorbida por estratos plebeyos generando un espectáculo mediático (2018: 177). La existencia de un público lector que se ampliaba cada vez más, y abría las puertas de un consumo masivo, fue para los diarios sensacionalistas una veta la cual capitalizar, fundamentalmente para interpelar a los sectores menos organizados de la opinión, y con ello seguir reproduciendo patrones de consumo que le eran útiles. Los periódicos, en este punto, comportaron una imagen de difusores de información que incidieron en la opinión pública (Saítta, 2013: 223) y en un actor político que, con un discurso polifónico sobre la actualidad económica, social y cultural, influyeron en el comportamiento de diversos sectores hacia un sentido favorable a sus intereses (Borrat, 1989).
Los episodios de la Batalla de Coronel y la perspectiva internacional de Crítica
Como es conocido, la Escuadra de Asia Oriental al tomar conocimiento del inicio de las declaraciones de guerra en Europa, emprendió rumbo hacia las bases y regiones donde los aliados pudieran ejercer un cierto dominio. Dada la correlación de fuerzas existente, el rumbo hacia América del Sur hallaba asidero en tanto la neutralidad de los países del Cono Sur, la presencia de comunidades inmigrantes alemanas, y la simpatía de muchos sectores sociales y actores políticos para con Berlín (Hora, 2010: 101; Rayes, 2014: 36),[8] encontraba un anclaje que le permitía a Alemania disputar en un campo bélico más inerte y no propenso a sufrir contingencias. Pero lo anterior cabía también para Gran Bretaña: depositaria de ingentes capitales invertidos en Sudamérica, referente importante de las dirigencias políticas, los ámbitos culturales, y principal importadora y exportadora de bienes y mercancías (Lanús, 2015).
Ante este escenario, el 1 de noviembre 1914 se desarrolló la Batalla de Coronel frente a las costas chilenas. Allí, las fuerzas alemanas vencieron ampliamente a las británicas permitiendo la posibilidad de dirigirse posteriormente a Malvinas, surgiendo el interrogante que movió los fines de la investigación:[9] ¿cómo fueron cubiertos los hechos por uno de los diarios más importantes de Argentina? De forma muy evidente, Crítica cubrió los eventos bajo un claro sesgo de opacar la victoria germana y la derrota británica. En aquel episodio fallecieron más de 1600 británicos frente a sólo tres heridos alemanes (Figueroa, 2014). Crítica omitió algunos de los eventos mencionados, y las cifras en cuestión, y en su número del 4 de noviembre de 1914 destacó: “Partes exagerados (…) la única referencia que se conoce es la comunicada por los marinos vencedores, se supone haber en ella exageración”.[10] Dicha inclinación continuó en los números subsiguientes, el 5 de noviembre declaró que: “los buques ingleses han despistado a los alemanes que trataban de darles caza, valiéndose de ser ahora, después del combate de Coronel, muy superiores a los enemigos. No se tiene noticia de nuevos contactos en ninguna zona del Pacífico”.[11] Y en la tirada del 6 de noviembre de 1914, vuelve a mencionarse la cuestión de la exageración de la victoria alemana sobre las inglesas en Valparaíso. En el apartado se destaca:
se confirma el hundimiento del buque alemán ‘York’ (…) El almirantazgo no confirma el combate librado en agua(s) de Chile y añade que cuando se dé a conocer la verdad oficial de este hecho, se probará que los alemanes al relatarlo en el puerto chileno de Valparaíso lo exageraron grandemente.[12]
Si bien Crítica reconoce la derrota, hay un intento por reducir cualquier titular que visibilice un avance alemán, en sintonía con los intereses de las agencias mediáticas aliadófilas que brindaban información a estos periódicos. Respecto de la Batalla de Coronel, Crítica no abundó en los pormenores del enfrentamiento, como sí lo hará luego con la de Malvinas, con lo cual nos encontramos con una clara visión tendenciosa de los hechos que apuntó a minimizar el triunfo alemán por sobre el británico. Esta será una constante por parte del periódico dirigido por Natalio Botana, donde en sucesivas notas se tomó una clara postura de defensa y no-agresión respecto a Gran Bretaña, y cuestionamiento o sátira frente a los alemanes (y a la figura del káiser Guillermo particularmente). En este sentido, la burla y caricaturización, a partir de ilustraciones,[13] actuó como contexto comparativo e intensificador de los efectos agresivos de las noticias (Roman, 2021: 104), tornándose un recurso recurrente para vituperar al bando alemán, y permitiendo dejar en claro la postura internacional que administraba el diario:
La guerra en este punto fue el acontecimiento que equilibró éxitos y fracasos. Embarcado en una campaña virulenta a favor de los aliados, Crítica dedicó al conflicto esfuerzos periodísticos que superaron su capacidad estructural, en tanto diario emergente que iniciaba su recorrido por los barrios porteños, y carente de maquinarias propias y con escasos capitales. Por tanto, si el insulto al káiser provocó la pérdida de auspiciantes publicitarios de origen alemán, las ilustraciones grotescas de Guillermo II le valieron el prestigio de la prensa internacional -o por lo menos de la prensa aliada- para sostenerse (Saítta, 2013: 41). En este marco, la línea anglófila promovida por el diario Crítica, puede observarse en números como el del 13 de noviembre de 1914, allí destaca:
jamás como en la hora presente, histórica y suprema, le ha cabido a la noble Inglaterra más gigante destino, y jamás como ahora lo ha cumplido ante el mundo, haciendo mayor honor a la hidalguía legendaria de su raza. La civilización deberá a Inglaterra la salvación del gran desastre (…) si el mundo no se hundió en el vértice de la catástrofe, es que Inglaterra estaba allí para salvarlo del naufragio (…) sus naves son las custodias del patrimonio sagrado de la estirpe (…) Inglaterra es la vanguardia del heroísmo y es la reserva de energías de la civilización. Es la fuente inexhausta de sangre donde bebe la humanidad el vino del triunfo, en la sed de la batalla. Las grandes cosas futuras están bajo su advocación (…) ¡Mientras exista Inglaterra, no puede morir la libertad en el mundo! ¡Mientras exista Inglaterra, todo milagro es posible! ¡Mientras exista Inglaterra, nada se ha perdido![15]
Esto se replicará en otros números, y con motivo de no ser repetitivos no se incorporarán al artículo, pero sí es pertinente dar cuenta de la línea constante y no esporádica que administró el diario.[16] Al mismo tiempo, Crítica juzgó considerablemente a Alemania con editoriales como “La guerra de los alemanes contra la Argentina”. Allí menciona:
nadie discute ya entre nosotros la razón que asiste a cada una de las potencias beligerantes, ni hay dos criterios en discernir la tremenda responsabilidad de la gran guerra. Toda ella pesa sobre Alemania (…) es la única culpable de esta terrible crisis que convulsiona el mundo y de esta regresión repentina a la barbarie.[17]
De todos modos, y de forma eventual, emergerán algunos cuestionamientos para con la flota británica. Esto lo inferimos en tanto Gran Bretaña representa para Crítica la seguridad y la defensa en la región (y en el mundo) y al ser la garante de ello, no podía permitir un avance alemán:
todo lo que afecta a la actividad en los mares continúa como en los comienzos de la guerra, envuelto en la más densa neblina (…) lo único que ignoramos es qué hace de su poder naval Gran Bretaña. Somos unos convencidos de que su pericia en el mar y su poder ofensivo-defensivo la coloca a la cabecera de todos los poderes del mundo, y por ser así, más nos sorprende que un día y otro Alemania la tenga casi a raya en las costas de su territorio.[18]
Prosigue párrafos después: “en el Mar del Norte van cayendo grandes unidades combatidas británicas, hundidas por las defensas submarinas (…) ¿los alemanes saldrán a la defensiva? (…) El poder británico en los mares no puede continuar callado: deben los cañones de sus torres blindadas tomar la palabra”.[19]
A los fines de comprender cómo actuaban los móviles del diario Crítica, María Inés Tato incorpora que desde la perspectiva aliadófila (y en este caso también la de Crítica) el nacionalismo no era incompatible con el internacionalismo, sino que por el contrario, se engarzaba y se reafirmaba en el contacto con otras nacionalidades en función de valores universales como la libertad, filiada con la emancipación nacional, y la democracia. Por lo tanto, sostenían la identificación de la causa de la argentinidad con la causa de las potencias aliadas, y consecuentemente reclamaban el alineamiento del país con Francia, Reino Unido, Italia, Rusia y EEUU (Tato, 2008: 248). Esto es muy importante considerarlo, porque la discusión geopolítica tuvo la condición de ser tributaria de la pertenencia con los Aliados: el modelo productivo, los dispositivos culturales, el tema Malvinas, el sistema de gobierno, entre otros, estuvieron subordinados a las cadencias globales definidas en Europa. De esta forma, y en el contexto que estamos analizando, el vértice y la injerencia política lo ocupó la inclinación sobre uno de los bandos occidentales, quienes en su condición de hegemónicos midieron los ritmos de las discusiones internacionales.
Asimismo, e incorporando a Lila Caimari en el análisis, los telegramas y la prensa periódica recibidas de Europa, acotaron y redujeron las distancias informativas recibidas de allí. Esto generó un fuerte acercamiento con sus lectores, en donde aquella Europa y los avatares de ese mundo, se mimetizaron con quienes consumían dichas noticias (2018: 90). Emiliano Sánchez, por su parte, advierte que, a pesar de ser un país neutral y alejado de los principales escenarios de conflicto, la opinión pública expresó un alto grado de interés por la guerra, el cual encontraba anclaje en el alto índice de extranjeros que vivían en Buenos Aires. A su vez, el impacto económico que ello podía causar y el interés general por estar al corriente de las novedades mundiales abonó a una cultura mediática basada en el consumo de noticias y la compulsión informativa (2018: 180). La Gran Guerra en este sentido, había producido un sismo en la sociedad, y las noticias generaban una fuerte atracción, al mismo tiempo que actuaban como factor de entretenimiento y oficiaban como tema de conversación por parte del público.
Crítica frente a la política nacional
Ante este escenario, las disputas también transitaron por el mantenimiento de las rutas comerciales y las dificultades para el libre comercio que la Guerra trajo aparejadas. Así es como el 7 de noviembre de 1914, Crítica publicó un artículo donde se cristalizan algunos de estos puntos, y la necesidad de afrontar los ejercicios bélicos alemanes:
El gobierno de Su Majestad se cree en el deber de llamar la atención del Gobierno argentino sobre la táctica seguida por las autoridades navales alemanas, de colocar minas en alta mar, en las rutas comerciales, no sólo para puertos británicos, sino también para puertos neutrales (…) la táctica de colocar minas en alta mar indistintamente y en gran número, sin reparo a los peligros para la navegación pacífica, constituye una violación cargante de los principios aceptados de la ley internacional, siendo contraria a los dictados primordiales de la humanidad.[20]
En la disputa semiótica, las tintas se cargan contra Berlín, pero no así contra Londres. La relación directa entre una Alemania afectando al libre mercado y las libertades en general, las cuales suponen ser los derechos universales es una constante. Asimismo, el blindaje hacia Gran Bretaña, que ejerce colonialismo en Malvinas desde 1833, y que aún hacia 1914 posee otros dominios coloniales en África y Asia, cercenando la libertad de esos pueblos, es una muestra del sesgo promovido por el periódico.
En otra escala, si consideramos el contexto y los intereses por los que bregaba el diario Crítica -en cuanto su defensa por el libre mercado y la dinámica económica impuesta por Gran Bretaña- la inauguración del conflicto bélico rompió con algunas tendencias. Con el inicio de las hostilidades, el comercio internacional se desarticuló progresivamente: la salida de oro hacia el extranjero aumentó, el costo de los fletes ascendió, y la demanda en los mercados europeos varió. Esto provocó una severa reducción del circulante, un incremento de la tasa de interés y una sucesión de quiebras de empresas y negocios (Belini y Korol, 2020: 28). Asimismo, hubo una caída apreciable del volumen de las exportaciones argentinas, con lo cual, Alemania y sus aliados fueron presentados como responsables de aquel desvarío (según las perspectivas aliadófilas). Los productos de gran volumen y bajo precio unitario, como los granos, fueron los principales perjudicados por los obstáculos a la navegación trasatlántica (Belini y Badoza, 2014). Hasta el estallido de la Gran Guerra, la carne enfriada -o chilled beef- (commoditie principal de la época) representaba la mitad de las exportaciones de carne vacuna del país. La oferta argentina dominaba el mercado británico, y representaba el 90% de las importaciones totales de carne enfriada de Gran Bretaña (Hora, 2015: 236). El inicio del conflicto revirtió aquella tendencia haciendo bajar los precios, y buscó alternativas alimenticias como la carne enlatada o congelada. La Gran Guerra, en definitiva, había dislocado la economía mundial abierta y liberal que durante años funcionó bajo la hegemonía británica. El orden global que prevaleció hasta 1914, había brindado excepcionales beneficios a la Argentina por la significativa afluencia de inversiones extranjeras, y por la demanda creciente de sus productos, satisfecha por el sector agropecuario, y la llegada de inmigrantes -en tanto mano de obra- atraídos por las condiciones que ofrecía el país (Lanús, 2015: 300). Los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial, en resumen, mostraron las fragilidades de un orden económico basado en la especialización agrícola-ganadera, centrado en la exportación de esos productos y en la importación de manufacturas e insumos (Belini y Korol, 2020: 66).
Bajo este escepticismo, Crítica juzgó a la industria alemana, ya que aquella iba en detrimento de la industria y el desarrollo argentino:
el ‘made in Germany’ pretende imponerse con una propaganda desleal (…) es necesario asumir beligerancia en esta guerra de los pueblos civilizados contra Alemania (…) No debe haber pueblos neutrales en esta guerra santa; cada uno con sus medios y en su esfera ha de ser beligerante frente al imperio enemigo (…) Nosotros, desde el comienzo de la actual guerra, se la tenemos declarada decididamente (…) nuestro gobierno en cambio, se ha declarado neutral, y ha mantenido celosamente esa actitud.[22]
Crítica llamó al boicot de los productos alemanes en el país por su desprestigio, por su inferioridad cualitativa y por poseer “el pecado original”. Esto es interesante pensarlo para una dinámica sobre distribución del capital y posicionamientos geopolíticos en un momento de quiebre del sistema global, y observar cómo lo económico y lo cultural sobrellevaron a un diario como Crítica a tener una visión complaciente del Reino Unido.
Asimismo, como contexto nacional, Argentina está transitando un momento de choque de fuerzas donde las oligarquías pro-británicas y asociadas al comercio londinense, se enfrentan con parte de la dirigencia política y sectores castrenses que fraternizaban con el modelo de nación germano. Numerosos oficiales del ejército (José Félix Uriburu, uno de ellos) se veían muy identificados con la formación militar proveniente de Alemania, lo que contrastaba con el modelo cultural de gran parte de las dirigencias civiles y del sector económico dominante del país (el agro) quienes tenían vínculos singulares con Gran Bretaña (Rouquié, 1987: 99). Lo anterior se transpoló a los sectores populares e intelectuales también, formándose un clivaje entre rupturistas (o aliadófilos)[23] y neutralistas (o germanófilos).[24] Esta última presentó mayor complejidad, dado que si bien bregaba por la efectiva neutralidad y la oposición de insertarse en la Guerra como aliado de algún bando, dentro de sus filas ubicamos integrantes devotos del modelo alemán (Tato, 2008: 243).[25]
Ante estas tensiones, el gobierno apeló a un consenso neutralista que no resquebrajara al orden conservador en declive,[26] y para que su comercio exterior no se vea tan perjudicado y así poder seguir negociando con las metrópolis involucradas (Weinmann, 1994: 55). Gran Bretaña y Alemania en definitiva ritman los procesos políticos internacionales, y Argentina exportaba una parte importante de sus materias primas a Alemania, y en mayores proporciones a Gran Bretaña (Rayes, 2014: 37). Descontando claro está, la incapacidad, imposibilidad, o desinterés, de las dirigencias de entonces por formular una política exterior no tan dependiente de Occidente.
Respecto de las decisiones del oficialismo, Crítica expresó signos de reprobación respecto del canciller Muratore, quien refrendaba asiduamente la neutralidad argentina (Tarruella, 2014: 57). Con el devenir de los acontecimientos, Crítica apuntaló su discurso buscando interpelar fuertemente a la ciudadanía y parte de la dirigencia argentina:
el pueblo argentino no fue por cierto de los más reacios en manifestar sus simpatías a la causa de los aliados (…) y su hostilidad hacia el Imperio Alemán (…) hubo argentinos que en menoscabo de los ideales e intereses de la raza, manifestaban un agudo germanismo (…) hasta hubo representantes diplomáticos y consulares de la República que se presentaron a ser fieles y celosos agentes de los planes del káiser y la política germánica.[27]
En el número del 20 de noviembre el vespertino menciona:
nuestras predicciones se cumplen; hestamos [sic] abocados a una conquista germánica; nuestro gobierno prepara el terreno a la invasión, favoreciendo los planes de la diplomacia imperial y el pueblo argentino permanece mudo y ciego (…) La obra de espionaje y de intriga de la diplomacia alemana, ha dado sus malditos frutos en nuestro país, infiltrándose en las esferas gubernativas, y el peligro teutón que señalábamos en nuestra propaganda desde los comienzos de la guerra, se hace cada vez más inmediato y amenazador.[28]
Crítica fustigó a Muratore considerablemente catalogándolo como “canciller de manteca”,[29] debido a que el funcionario argentino no había tomado posturas duras contra Alemania por la ocupación germana en Bélgica y por el ulterior asesinato del vicecónsul argentino Remy Himmer en Dinant, y del representante del consulado en Amberes, Julio Lemarie, dos meses después (Ojeda Revah, 2014: 10). Lo anterior, a su vez, entraba en consonancia con la partida del vapor Eleonore Woerman desde Buenos Aires, el cual había embarcado carbón y víveres para otros cruceros alemanes que estaban merodeando por el Atlántico Sur.[30] En este punto, Críticano escatimó en cuestionamientos para la investidura presidencial y en mencionar que
el doctor Victorino de la Plaza, parece haber olvidado de pronto, sus amores por Inglaterra (…) debe ser sin duda el influjo de su joven ministro el ‘germanoide’ doctor Muratore. Victorino se ha sentido ablandar por el contacto con el ‘canciller de manteca’.[31]
En ese mismo número, en su afán por captar la posición popular y arrogarse su representación, menciona: “mientras el pueblo argentino afirma cada día con más vehemencias sus simpatías hacia los aliados, el gobierno en una vergonzosa abdicación de su dignidad se inclina hacia los bárbaros”.[32]
Como balance, marcar la línea del diario respecto del rol de un canciller, en un contexto de Guerra Mundial, y porque es el encargado de las competencias y nexos geopolíticos resultan importantes. A su vez, estas posiciones del diario son útiles para cristalizar por qué Crítica tomó determinadas posturas editoriales con Gran Bretaña, las cuales serán sostenidas cuando aquella logre vencer a Alemania en Malvinas.
Visión sudamericana y prolegómenos de la Batalla
Los intereses en disputa en el Cono Sur nuclearon una serie de elementos que fueron considerados por las fuerzas beligerantes a la hora de lanzarse a confrontar. Para Gran Bretaña, su presencia dentro del hinterland sudamericano, a partir de su ocupación en Malvinas, operaba como: trampolín a la Antártida, cercanía al continente latinoamericano, puerto de recalada y reparaciones de barcos, estación telegráfica, y como pasaje de las embarcaciones que transportaban carbón, guano, minerales, trigo, lana, entre otros aprovisionamientos (Haller, 2020). Esto implicaba desventajas para Alemania, ya que Gran Bretaña poseía una ubicación geoestratégica óptima en el frente americano, y con varias facilidades. Con lo cual, el conocimiento sobre esta posesión británica funcionó como detonante para que Alemania actuara contra el bando inglés y buscase atacar y situarse en el archipiélago austral. David Stevenson, sugiere al mismo tiempo, que los Aliados tenían mayores oportunidades en movilizar recursos del mundo exterior, a través de sus territorios coloniales y a través de sus relaciones comerciales con los países neutrales (2015: 482). Con lo cual, Alemania buscaba fracturar esa circulación de recursos desarrollada por los Aliados, y arrogarse ella con tales dominios.
Asimismo, influía la cuestión naval, y la necesidad por desarrollar una armada competitiva, capaz de dominar las rutas transoceánicas, a los fines de fortalecer posiciones en la disputa militar y tecnológica. Guillermo II enfatizó en el despliegue de una fuerza naval para contraponer el dominio británico -quien precisamente había edificado su hegemonía global a partir de sus buques- y participar más firmemente de las decisiones internacionales por su potencial económico y comercial contrarrestando el poder de la Royal Navy (Maurer, 1997; Fontana, 2017: 25). La irrupción de la Weltpolitik (política mundial) buscó reformular el sistema internacional de alianzas, y arrojar a Alemania a conquistar mercados y territorios coloniales, e incrementar la grandeza y el prestigio del gobierno (Lozano, 2014: 48).
En este escenario, y ante la inminencia de la Batalla en el Atlántico Sur, Crítica lanzó una serie de artículos que versan sobre la cuestión continental, y cómo Sudamérica en definitiva se ubicaba como un escenario sensible frente a los acontecimientos de la Guerra. Respecto de una política americana para la paz, Crítica había postulado la necesidad de construir un consenso unánime con todas las repúblicas del continente, para imponer a la vieja Europa la paz que devuelva la tranquilidad del comercio. Allí emerge una cuestión de un americanismo neutral, que bregue por el fin de la Guerra, pero en donde -como se ha visto- Gran Bretaña siga maniobrando los destinos de la política y el libre mercado. Hay un intento incluso por marcar agenda sobre qué debe hacer Argentina en esta circunstancia:
debe tomar la iniciativa de invitar a todos los gobiernos a nombrar cada uno de ellos (…) un representante con poderes amplísimos para tomar parte en el congreso que se reunirá en el mes de abril de 1915 en esta capital, para discutir el acuerdo que se propone formar la “Liga de la paz mundial (…) se invitará a intervenir en ese congreso al jefe del tribunal de La Haya (…) el móvil principal del congreso nacional americano ha de ser el de buscar la manera de evitar que estallen guerras tan cruentas y terribles.[33]
El balance de Crítica por un momento pierde sensatez, y expone su costado más anglófilo, ya que si bien brega por la neutralidad, acusa también que la misma se pierde únicamente cuando se sondean vínculos con Alemania, más no así con Gran Bretaña. En este punto, el análisis de Emiliano Sánchez destaca cómo el discurso de la neutralidad en realidad poseía ciertos usos y un fuerte carácter instrumental, basado en intereses determinados, desde el cual luego se proyectaba un sesgo, u operaba como ariete para criticar al oficialismo u otros actores políticos (Sánchez, 2020: 3).
Posteriormente, Crítica teoriza sobre el desplazamiento geográfico de la Guerra, la cual se despliega ahora sobre le región sudamericana. Con el título “Sud América neutral”, la publicación expresaba que:
la guerra toma proporciones mundiales, en todos los mares y bajo todas las latitudes resuena el estruendo de los cañones. Las aguas de América han escuchado repetidas veces ese estruendo de guerra, en el Atlántico y el Pacífico. Dos repúblicas sudamericanas han estado en vísperas de un grave conflicto por violar la neutralidad en beneficio de los navíos alemanes.[34]
Frente al marco anterior, y en otra noticia de la misma fecha, Crítica realizó el primer acercamiento respecto del inminente conflicto por Malvinas del 8 de diciembre. Allí el vespertino lanzó un artículo que rezaba:
la escuadra germana del Pacífico que a raíz de conseguir un fácil triunfo sobre tres viejas naves inglesas, intentó un ataque a las islas Malvinas, ha desistido de su intento volviendo a las aguas del Pacífico. Seguramente obedece esa retirada al anuncio de la próxima venida de una escuadra inglesa en la que figura el poderoso acorazado “Indomitable”. El crucero “Karslrube” y los cruceros “Kromprinz Wilhem” y “Teodor Woerman” andan por las latitudes del Río de la Plata, habiéndose corrido el rumor de un encuentro con buques ingleses. Es hora que esos “Moreiras” de los mares caigan (…) para tranquilidad de las gentes honradas y pacíficas.[35]
Finalmente, la publicación manifestaba: “ahora, se anunciaba el bombardeo de las islas Malvinas (…) las naves de las potencias beligerantes, llevadas por el viento de la audacia, vendrán a dar batalla en nuestros propios puertos”.[36]
Malvinas[37] como teatro de operaciones
El 8 de diciembre, las fuerzas alemanas hicieron un alto en Puerto Argentino/Stanley (Malvinas), con el fin de atacar la emisora de radio y los depósitos de carbón allí ubicados. Cuando llegó a primera hora de la mañana, con la esperanza de encontrar la colonia indefensa, Von Spee descubrió que los barcos de Sturdee estaban anclados en ella para repostar carbón (Stevenson, 2015: 495). En esa instancia, la flota alemana decidió dar marcha atrás y aguardar, lo que fue capitalizado por la armada británica que se lanzó a perseguir a los barcos alemanes y atacarlos. El saldo para el bando germano fue crítico: 1871 muertos, 215 prisioneros y 4 naves hundidas; y sólo 10 muertos y 19 heridos para el conjunto inglés (Figueroa, 2014). Desde la visión de Stevenson, a diferencia de lo que ocurría en el mar del Norte, en el Atlántico Sur ni los torpedos ni las minas desempeñaron papel alguno. Fue una batalla tradicional que decidió la artillería, y en la que la puntería de los británicos no estuvo particularmente acertada, pero sí lo suficiente para destruir los navíos alemanes sin que la fuerza superior recibiera graves daños (2015: 497). Desde la mirada del autor, la Batalla de las Malvinas prácticamente eliminó la amenaza de los cruceros alemanes que tantas molestias habían causado a la navegación y a las disposiciones navales de los Aliados (2015: 499). Coincidiendo, la victoria inglesa para Ricardo Weinmann, le permitió a esta última retomar su ritmo comercial habitual y descartar en definitiva un peligro alemán en la región (1994: 51). Álvaro Lozano a lo anterior adiciona: la Batalla de las Malvinas/Falklands supuso, que no hubiese más escuadrones navales alemanes operando con libertad fuera de los puertos alemanes durante el resto del conflicto. Para la Royal Navy no había supuesto una victoria espectacular, pero sí fue significativo restablecer el maltrecho orgullo de la armada (2014: 284).
En el número del 10 de diciembre de 1914, a dos días de sucedida la Batalla de Malvinas[38] ganada por Inglaterra, Crítica en la tapa menciona: “Guerra Mundial: Avance lento pero continuo de los Aliados. Gran combate naval en las Malvinas. Los alemanes empacados en el sur”.[39] En los números analizados, es la primera vez que el archipiélago aparece en la portada del diario (Imagen 4) por lo que surge la incógnita: ¿es tapa porque hubo una victoria inglesa? Mi conclusión es que sí, dado los antecedentes que hemos descrito.
En otro artículo de ese mismo número se menciona:
el combate, según el Almirantazgo, se libró en el canal de las Malvinas, a la vista de estas islas, cuando los buques alemanes trataban de ganar el Atlántico (…) casi la totalidad de las tripulaciones han perecido en el combate.[40]
Respecto de las relaciones entabladas entre Argentina y Gran Bretaña, el diario menciona un dato llamativo: “la escuadra inglesa, venía hacía días conociendo los cruceros de la alemana, por estaciones de telegrafía sin hilos ubicadas en tierra (Argentina!)”.[41] Lo anterior nos hace inferir de las ventajas comunicativas e informativas con las que contó Inglaterra para batallar, y de sectores sociales argentinos que fungieron como base de operaciones e inteligencia, facilitando el despliegue inglés.[42]
Otros pasajes de ese mismo 10 de diciembre, dejan traslucir interesantes puntadas del abordaje de Crítica sobre la Batalla de Malvinas:
se ha librado el día 8 del mes actual, el más importante de los combates navales en la guerra actual. La jornada de ayer, la señalará Alemania con piedra negra. Sus livianos triunfos en Polonia han sido amargados por la derrota de las Malvinas, en que sucumbió todo su poderío naval en los océanos Atlántico y Pacífico.[43]
Párrafo después se observa:
en el combate de las Malvinas, descolló la pericia de los marinos británicos, que desde los primeros momentos lograron dejar fuera de combate al buque que enarbolaba la insignia del almirante de la flota enemiga y que únicamente han sufrido algunas bajas (…) el triunfo es muy significativo, bajo el punto de vista táctico y de una gran utilidad para la navegación entre Europa y América, que queda asegurada después de la victoria británica.[44]
Emiliano Sánchez enmarca esta situación bajo los parámetros de una exaltada celebración, la cual se vio reflejada también en periódicos como La Argentina, quien como Crítica, manifestaba un discurso neutralista. Empero, cuando los contendientes se cruzaron a duelo en Malvinas, dichos periódicos celebraron el aniquilamiento de la flota germana en tanto implicaba un despeje de los buques corsarios alemanes en el Atlántico Sur (Sánchez, 2020: 10).
Similar proyección realizaron los periódicos La Nación, El Diario . El Tribuno, filiados a las miradas aliadófilas y a informaciones provistas por la Agencia Havas. El primero de ellos publicaba:
De los acontecimientos ocurridos en la presente contienda europea, ninguno ha tenido para nosotros hasta ahora más acentuada significación que el combate naval de las islas Malvinas (…) el combate naval que despeja de peligros nuestros mares, es para la América del Sur un hecho.[45]
El Diario por su parte manifestaba:
el combate naval en Malvinas y el hundimiento de varios buques alemanes han producido en esta ciudad un efecto más grande que el de todos los éxitos alcanzados por el ejército de guerra (...) era necesario para la escuadra británica la realización de un hecho de armas que le devolviera su prestigio y afirmara su superioridad.[46]
Y finalmente La Tribuna expresaba: “Para nuestra República, como para todas las de Sudamérica que poseen costas en el Atlántico Sur, el combate de las Malvinas resulta un alivio (...) el resultado del combate de las Malvinas nos favorece moral y materialmente”.[47] Un periódico que tuvo una posición germanófila y anti-británica fue La Unión. Dicho caso, destaca Tato (2018), realizó constantes referencias al impacto negativo que tuvo la injerencia británica en el territorio desde las invasiones de 1806-7, la ocupación de las Malvinas y el dominio del comercio exterior. Tal es así que, avanzada la conflagración en 1918, el diario declaraba que si Alemania ganaba la guerra, Argentina podía recuperar las islas (Tato, 2018: 315). En este sentido, y como se sostuvo previamente, el internacionalismo y las vinculaciones con las agencias de prensa dominantes, determinaron las posturas periodísticas vinculadas a la guerra.
Retomando las publicaciones de Crítica, en el número del 11 de diciembre la Batalla de Malvinas era enmarcada dentro de un contexto más vasto y vinculado a la conflagración mundial. Allí intentaba dar un bosquejo sobre los balances entre victorias y derrotas, que permitía complejizar la cuestión del Atlántico Sur y las posibles relaciones con lo sucedido en el resto de los teatros de operaciones bélicos transcurridos en Europa. De esta manera, el perímetro austral sudamericano intercedía en las decisiones ministeriales, e influía en los cursos de acción globales. Así, a pocos días de que Alemania perdiera su combate en Malvinas, la misma planeaba un contraataque en regiones europeas, lo cual Crítica consideraba como una respuesta ante aquella derrota:
unos buques pequeños, unos ‘ballenatos’, que se sumergen y aparecen a flor de agua, a voluntad del que los pilotea, como si quisieran contestar a la derrota de las Malvinas, se acercaron a Dover, el punto más cercano de la costa francesa (…) El combate de las Malvinas, en que tan mal parado quedó el poder naval de Alemania, servirá para que recrudezcan las malas pasiones entre sajones y germanos.[48]
Lo mismo acontece en el número del 18 de diciembre, cuando Alemania se dispuso a atacar las costas de Britania, allí Crítica mencionaba que: “lo hacen en términos que demuestran su despecho puesto que todos relacionan su “raid” en el Mar del Norte con su desastre en las Malvinas”.[49]
Volviendo a la Batalla en sí, el 12 de diciembre Crítica citaba algunos pasajes sobre los eventos en el que manifestaba:
el almirantazgo no dio hasta ahora a conocer la lista de las unidades de la flota que tomaron parte en el combate de las Malvinas, en que fue totalmente anulado el poder militar alemán en los océanos Atlántico y Pacífico. El número de muertos y heridos, según la versión oficial comunicada a la prensa fue en los buques ingleses de 4 y 17.[50]
En esa misma tirada se observa el mapeo sobre el concierto bélico (Figura 5).
En paralelo a los acontecimientos militares, en Buenos Aires iba a inaugurarse un ‘monumento de los alemanes a la Argentina’ donde residentes de aquella nacionalidad iban a formar parte de la ceremonia. Críticavio con rechazo dicho movimiento, publicando:
nosotros como argentinos no le agradecemos en manera alguna ese homenaje a los alemanes. El imperio está en guerra contra nosotros (…) si el gobierno tolera y ampara los insultos, el pueblo argentino no olvida ni perdona esos ultrajes a su dignidad nacional.[51]
Así vuelve a presentarse el cuestionamiento al oficialismo, el hostigamiento a toda representación alemana, y el auto-percibimiento del diario como canalizador de las demandas populares.
En el número siguiente, Crítica dejaba bien marcada su postura respecto de celebrar la victoria del bando británico frente al alemán en la Batalla de Malvinas:
la última acción naval de las Islas Malvinas, ha dado buena cuenta (…) están pues abiertos de nuevo a las corrientes fecundas de la vida universal. Inglaterra monta la guardia de sus naves en todas las rutas del mar. América puede desarrollar tranquilamente sus gigantes energías. Las naves de Inglaterra vigilan su destino.[53]
Mención especial merece el ejemplar del 21 de diciembre de 1914. Allí, el corresponsal especial de Crítica tuvo acceso al buque inglés Invencible que participó en la Batalla de Malvinas, pudiendo entrevistar al Almirante Sturdee y al Comandante Towsend, en la ciudad de Montevideo, ya que allí había fondeado el barco. La nota periodística tuvo la particularidad de narrar en forma de crónica cómo fueron los sucesos para ingresar a la embarcación, su devenir allí adentro, y el hecho de conocer a las autoridades inglesas. En el transcurso de los acontecimientos, ya dentro del buque, se hizo una misa para la marinería, que según Crítica estaba conformada por novecientas personas y que terminada la ceremonia, se coreó un “God save the King”. Luego el diario destaca:
no dudamos un instante en que la marina de Albión sabrá imponerse sobre los barcos de guerra alemanes, con toda la férrea resistencia de las corazas de sus navíos y la entereza del alma y energía de músculos de sus hombres de mar.[54]
Ya en diálogo con el Comandante Towsend, Crítica pregunta:
-¿Nos podría relatar sucintamente su hermosa victoria? Es para contarla a los ingleses de Buenos Aires
-Towsend: Estábamos en las islas Falckland [sic] junto a la bahía, cuando vimos los humos alemanes (…) navegamos cerca de seis horas antes de hacer fuego (…) seguros de nuestros artilleros seguimos avanzando. A seis kilómetros del Scharnhorst le enviamos nuestra primera andanada que inutilizó completamente su ofensiva. A las seis de la tarde ese buque se hundió por la certeza de nuestros disparos.[55]
A posteriori, será Sturdee quien atienda a la comitiva de Crítica. Allí, sin esperar a que ningún periodista pregunte, Sturdee dice:
-¿De un diario de Buenos Aires? Diga allá que hemos limpiado el mar para el comercio argentino. Nos queda aún el Dresden, pero no tardaremos en descubrir su ruta y aniquilarlo.
-Periodista: De la batalla, almirante ¿nos dice algo?
-Sturdee: Diré una relación esta tarde en el Victoria Hall. Vaya para allá
-P: ¿Tienen prisioneros?
-S: Los dejamos en las Malvinas y ya van en viaje a Inglaterra en el Crown of Galicia. Son más de un centenar (…) no pudimos salvar más porque los alemanes fueron dignos enemigos nuestros. Se batieron hasta morir.[56]
Seguidamente, Críticale solicitará a Sturdee un autógrafo (Figura 6):
Continuando con las celebraciones del triunfo inglés (las cuales sea realizaron en el Victoria Hall, Figura 7), el ministro Mithel Iwnes disertó unas palabras (las cuales Crítica no citó en el artículo), y luego, gracias al aval del Comandante Towsend, el diario entrevistó a uno de los cabos que participó de la contienda. Se trataba de Percy Mackenzie: “así se llama nuestro héroe (…) nos habló de su actuación en el drama naval”, acto siguiente, Percy relató su actuación en el barco y cómo vieron hundirse al buque insignia alemán:
-Mi puesto estaba en las baterías de proa -y nos señalaba la formidable pieza a quien le cupo el honor de hundir al Scharndhost (…) en menos de cinco minutos cada cual se disponía a cumplir con su deber. De la torre de mando partían órdenes para el resto de la flota. Sonó el primer cañonazo disparado por el Glasgow (…) así continuó el combate hasta que vimos hundirse el Scharndot [sic].[57]
Días después de ganada la Batalla de Malvinas, Crítica se despachó con una serie de adulaciones muy sugestivas donde volvía a dejar marcada su línea editorial:
los cañones de las naves británicas han barrido el océano de sombras y de peligros (…) la civilización debe a Inglaterra este enorme servicio y sobre todo la América (…) la humanidad descansa en la fuerza de Inglaterra puesta toda a la salvaguarda del derecho de los pueblos (…) esa grandeza de una nación que puede decirle a todos los pueblos de la tierra: ‘trabaja, siembra, vive tu vida, nadie se atreverá contra ti, que aquí estoy yo para velar por tus destinos’.[58]
Y luego remata con “no hay memoria en la Historia de los pueblos de una grandeza igual y de una incontrastable supremacía. Y es el dominio de Inglaterra, es el imperio de la libertad”.[59]
Es complejo determinar qué agenda marcó Crítica sobre el asunto Malvinas, pero evidentemente el poder de la prensa en sí, sobre los asuntos cotidianos, atravesó indudablemente los debates porteños e hicieron de las noticias una mercancía de consumo diario. El boom de primicias, iniciada la 1GM, produjo una fuerte conmoción en Buenos Aires, alterando y complejizando la relación entre la prensa, la sociedad civil, y el gabinete nacional. El clima de expectativa constante frente a la velocidad de la transmisión informativa, y a las actualidades de los acontecimientos bélicos, fue también gracias a la inserción de la prensa porteña a la red telegráfica global (Sánchez, 2018: 203). En este sentido, las páginas de los diarios funcionaron como superficie de llegada de un complejo sistema de circulación informativa que incidieron regional y globalmente, acelerando los tiempos noticiosos (Caimari, 2018: 83). El caso Crítica, de este modo, ingresa en estas definiciones y en los impactos causados por la coyuntura bélica impulsando la comunicación de las noticias referidas al Cono Sur. Asimismo, las técnicas utilizadas por nuestro periódico en el caso Malvinas, operaron como plataforma para estrategias informativas y narrativas que [interpelaron considerablemente a sus lectores y que posteriormente,] en la década del 20 fueron su sello.
Conclusiones
Del trabajo se pueden colegir tres puntos. El primero es cómo un medio de comunicación sobrepuso sus formas de pensar y su vinculación con la política británica, por sobre el tema Malvinas, en tanto territorio usurpado por los ingleses. En la persecución de sus fines, la controversia de soberanía no fue un tema en agenda para el diario de Natalio Botana, sino que primó la celebración de las victorias inglesas (como la del 8 de diciembre), y el sostenimiento del modelo económico y cultural dominante hasta ese entonces en Argentina. El contraste entre cómo fue abordada la Batalla de Coronel y la de Malvinas, marcan en definitiva las posturas del diario.
Otra conclusión emerge del interrogante acerca de ¿dónde estaba posicionada la Cuestión Malvinas en escala general y para Crítica? Es decir, qué jerarquía o posición tenía dentro de la agenda nacional. Desde la postura de Crítica, el reclamo de soberanía en sí no aparece como un eje central, o como una demanda hacia las dirigencias, lo que no significa que desde otros espacios no se tuviera. Pensadores como Ernesto Quesada, las expresiones populares durante la 1ra Guerra Mundial,[60] el pedido por parte de cancillería para recopilar antecedentes referentes a la soberanía de las islas Orcadas e islas antárticas,[61] las disposiciones diplomáticas de 1919,[62] entre otros, fueron episodios dentro de un mismo margen histórico que exponen el conocimiento que había al respecto. Frente a esto, tomo la postura de María Inés Tato, de mostrar que el nacionalismo por el cual bregaron los aliadófilos, en este caso Crítica, fue a través del internacionalismo y la causa aliada. Malvinas, por tanto, actuó como tributaria de una inclinación internacional más amplia en donde lo que se afirmara de ese tema dependía de la unidad de medida impuesta por Gran Bretaña (y los Aliados).
El diario de Natalio Botana, en síntesis, nos ofrece una perspectiva de cómo se interpretó al Atlántico Sur durante la primera conflagración mundial. Esto importa a la luz de que las islas aparecen en discusión, pero no de forma activa, o problematizando la controversia de soberanía o el colonialismo inglés. Es decir, y como tercer punto, para Crítica, la derrota germana en Malvinas actuó como un disparador que motivó a los alemanes a contraatacar en otros escenarios bélicos operando como una respuesta global, luego de ser vencidos en el Atlántico Sur el 8 de diciembre. A su vez, en el panorama internacional, la necesidad de que Malvinas siga estando en manos británicas a partir de los vínculos que Argentina tenía con éstos, y en la importancia de que las islas no sean dominadas por Alemania, era también una manera de concebir la problemática en el Atlántico Sur, en tanto la victoria inglesa había permitido para Crítica, garantizar la seguridad y las rutas comerciales de la región.
Agradecimientos
El siguiente artículo fue presentado en la I Jornada de Investigadores en Historia de la Guerra y las FFAA siglos XX-XXI (2022). Organizada por el Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra (GEHiGue) – Instituto Ravignani (UBA) el 24 de agosto de 2022. Asimismo, parte de los contenidos han sido presentados como trabajo final en la Diplomatura “Historia de las Malvinas y Atlántico Sur: recursos naturales, disputas y conflictos” (coord. Dr. Darío Barriera) de la Universidad Nacional de Rosario siendo corregido y aprobado en diciembre de 2022. Finalmente, agradezco a los evaluadores anónimos de la Revista Estudios del ISHIR por los comentarios y sugerencias, y a Ana Lía Rey e Inés Rojkind (ambas Jefas de Trabajos Prácticos de la materia Historia Argentina II 1862-1916, cátedra Belini-Denkberg, FFyL-UBA) quienes desinteresadamente me brindaron recomendaciones para el trabajo.
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Notas
“-Guillermo: sesenta marcos solamente de calzoncillos
-Lavandera: es que esta semana ha ensuciado mucho su majestad”.