Artículos
Recepción: 14 Diciembre 2022
Aprobación: 19 Abril 2023
Publicación: 30 Agosto 2023
Resumen: El presente artículo aborda la primera intendencia de Salomón Deiver (1940-1943) en la ciudad de Villa María, Córdoba, y el papel que este tuvo como figura política en los orígenes del peronismo (1943-1946). En primer lugar, el escrito sostiene que Salomón Deiver aportó a la conformación de una base electoral peronista en la ciudad, integrada, sobre todo, por trabajadores. En segundo lugar, argumenta que la ausencia de un sector obrero consolidado en provincias no atravesadas, aún, por un proceso de industrialización nacional, no debe llevarnos a desestimar el rol que dicho sector pudo haber jugado en la conformación del peronismo como fuerza política a nivel local. Así, en la ciudad de Villa María, los trabajadores adquirieron un papel significante en los orígenes del peronismo en su vinculación al deiverismo como movimiento popular de base local.
Palabras clave: Peronismo, historia local, trabajadores, Villa María, actores políticos.
Abstract: This article addresses the first administration of Salomón Deiver (1940-1943) in the city of Villa María, Córdoba, and the role that he had as a political figure in the origins of Peronism (1943-1946). In the first place, the writing maintains that Salomón Deiver contributed to the formation of a Peronist electoral base in the city, made up, above all, of workers. Secondly, it argues that the absence of a consolidated labor sector in provinces not yet crossed by a process of national industrialization should not lead us to underestimate the role that this sector could have played in the formation of Peronism as a political force at the local level. Thus, in the city of Villa María, the workers acquired a significant role in the origins of Peronism in connection with the deiverism as a locally based popular movement.
Keywords: Peronism, local history, workers, Villa María, political actors.
Soy peronista por mis profundas
convicciones argentinistas, pero, también, soy
radical por tradición. Así vine al
movimiento peronista y, desde ese plano, seguiré prestando mis servicios al
país
Fuente: (Salomón Deiver, 1947).[2]
Después de 1955, diversas investigaciones se propusieron estudiar el movimiento político que, durante más de una década, ocupó la escena pública argentina con el apoyo de las masas populares: el peronismo. Lo hicieron desde dos perspectivas: una, sostenida por Gino Germani (1962 y 1973), conocida como ortodoxa; y la otra, defendida por Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero (1972), llamada revisionista u heterodoxa. Este grupo de trabajos ligó el estudio del peronismo al proceso de industrialización, la migración interna y la vieja clase obrera, quedando el análisis supeditado a Capital Federal y el Gran Buenos Aires. A causa de esto, Darío Macor y César Tcach (2003) sugirieron una matriz conceptual extracéntrica a fin de contrarrestar la dimensión nacional como única mirada analítica y dar lugar a otras de carácter regional y provincial. En este sentido, se propusieron explicar el surgimiento del peronismo en un interior del país con un universo económico y social poco industrializado, o no marcado aún por un proceso de industrialización. Esta perspectiva despertó numerosas y valiosas investigaciones, sin embargo, la atención se centró, principalmente, en escenarios provinciales, restando la reconstrucción de espacios locales que pueden no haber respondido al conjunto provincial.[3]
En los últimos años, el estudio sobre localidades del interior de los espacios provinciales ha alcanzado mayor ímpetu. Después del embrionario trabajo de Sandra Gayol, Julio César Melón Pirro, y Mabel Roig (1988) sobre la ciudad de Tandil, la compilación de Julio César Melón Pirro y Nicolás Quiroga (2006), avanzó en descentrar la mirada de lo provincial e incluir el análisis de algunas localidades, como el caso de Mar del Plata, Bahía Blanca y Avellaneda. A estos, se suman los trabajos de Alejandra Salomón (2012) sobre el interior de la Provincia de Buenos Aires y Rebeca Camaño Semprini (2015) sobre la ciudad de Río Cuarto, en Córdoba.
El presente artículo contribuye a dicho campo de estudios atendiendo al rol que jugaron personalidades específicas en las configuraciones locales del peronismo. Esto es, el aporte que ciertos actores hicieron, en sus comunidades, a la conformación de un movimiento político de base peronista. De este modo, con foco en la ciudad de Villa María, en la Provincia de Córdoba, este trabajo aborda la primera intendencia de Salomón Deiver (1940-1943) y el papel que este tuvo como figura política en los orígenes locales del peronismo (1943-1946).
Villa María, fundada en 1887, era la tercera ciudad más importante de la provincia en cuanto a cantidad de habitantes (30.362, según el censo de 1947) y cabecera del Departamento General San Martín. Ubicada a 141 kilómetros al sur de la ciudad capital, contaba con cuatro ramales ferroviarios y era destino intermedio obligado de la ruta pavimentada que unía Córdoba Capital con la ciudad de Buenos Aires. Epicentro del radicalismo argentino en la imagen del villamariense Amadeo Sabattini -gobernador de Córdoba (1936-1940)- la economía de la ciudad, como toda la provincia, se vinculaba con el modelo agroexportador. La actividad económica estaba ligada, también, a la instalación de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos (1939), al comercio, la construcción y los servicios. Así, sentada en un importante cruce de rutas, la ciudad de Villa María era un centro mercantil pujante, abastecedor de toda la región centro de la provincia.
La intendencia de Salomón Deiver, por la Unión Cívica Radical (UCR), se extendió desde 1940 hasta 1943, tras producirse el Golpe de Estado del 3 de junio. Su gestión implicó el involucramiento popular en el desenvolvimiento de la vida comunal y en el quehacer político. Durante los tres años que ejerció su cargo, Deiver llevó a cabo una reforma del espacio público que favoreció su apertura a un número cada vez mayor de personas, implementando políticas de disfrute del tiempo libre y el ocio, así como de mejoras de la obra pública vinculada al acceso a la vivienda, la educación, la salud. Así, tras el Golpe de Estado del 3 de junio de 1943, Salomón Deiver asumió una postura política que lo fue acercando al proyecto político que lideraría Juan Domingo Perón, postura que expresó cotidianamente a través del periódico Tercero Abajo, del cual era propietario y director.
Este artículo sostiene, en primer lugar, que Salomón Deiver tuvo un papel preponderante en la conformación de una base electoral peronista en Villa María, integrada, sobre todo, por trabajadores vinculados a la Fábrica Militar, la construcción, el comercio, ferroviarios, y empleados municipales. Bajo el lema: “Soy peronista por mis profundas convicciones argentinistas, pero también soy radical por tradición”, Deiver fue conformando una identidad política entre el peronismo y las bases sociales del radicalismo.
En segundo lugar, el trabajo sostiene que la ausencia de un sector obrero industrial en provincias no atravesadas, aún, por un proceso de industrialización nacional, no debe llevarnos a desestimar el rol que otros trabajadores pudieron haber jugado en la conformación del peronismo como fuerza política a nivel local. En pocas palabras, los trabajadores, en la ciudad de Villa María, adquirieron un papel significante en los orígenes del peronismo en su vinculación al deiverismo como movimiento popular de base local.
Salomón Deiver y su candidatura a intendente: trayectoria política e interna partidaria
El 10 de marzo de 1940, Salomón Deiver fue elegido para ejercer el cargo de intendente de Villa María luego de una interna dentro de la UCR cuyo debate inundó la esfera pública a lo largo del año 1939. La dirigencia política local del radicalismo se oponía a su candidatura, a la vez que no recibía el apoyo que esperaba de Amadeo Sabattini, gobernador de la Provincia de Córdoba durante el período 1936-1940. Si bien este último no tomó un posicionamiento concreto, desestimó la candidatura de Salomón Deiver y apoyó implícitamente al por entonces intendente Emilio Seydell para la renovación de su mandato. Los cuestionamientos de la cúpula partidaria para con Deiver incluían su escasa preparación profesional y la relación que mantenía con los sectores más desprotegidos de la ciudad.[4]
Deiver nació en Pergamino en 1899, y llegó a Villa María en 1913. Hijo de padres árabes, origen que le valió el apodo de “El Turquito”, fue lustrabotas, canillita y fotógrafo de plaza, actividades que lo vincularon a la política y el periodismo. A inicios de la década de 1920, comenzó a integrar las comitivas militantes, junto a Sabattini, para la gran tarea de reparación nacional iniciada por Hipólito Yrigoyen. En 1928, Sabattini lo designó, primero, en la policía secreta de la Provincia, y luego, como subdirector de la escuela de Policía. En 1929, adquirió el diario Tercero Abajo, fundado en 1907, principal herramienta de su protagonismo político.[5] Tanto en 1935 como en 1939, mostró sus intenciones de ser candidato a intendente, pero en ambas instancias la dirigencia partidaria apoyó a Emilio Seydell. Aun así, en 1939, se presentó como candidato y triunfó en los comicios internos.
Su trayectoria política se relaciona directamente con el diario Tercero Abajo, a partir del cual construyó y recibió su apoyo electoral, siendo, hacia 1940, el principal medio de prensa de la ciudad.[6] Durante la llamada “década infame”, el diario, bajo su dirección, adoptó una posición crítica a la situación de desocupación y marginalidad social, emprendiendo diversas acciones y campañas de ayuda (ropas, alimentos) para los grupos más postergados (Calvo, 1989: 147). La desocupación era una preocupación en la ciudad, en 1938 el entonces intendente, Emilio Seydell, envió una carta a la Sección de Trabajos Públicos del Gobierno de Córdoba, reclamando apoyo económico para la realización de obras públicas con el propósito de “solucionar, aunque sea en parte, el problema pavoroso del hambre”, sostenía: “No hay trabajo de ninguna clase y los obreros ya no aguantan más”.[7] Ese mismo año, un diario de prensa local, estimaba la cantidad de desocupados en 2500.[8] De este modo, el perfil político de Deiver fue ligándose a los sectores populares y a los trabajadores.
El contexto que circundó las elecciones internas de la UCR incluyó, por un lado, una campaña difamatoria contra la figura de Salomón Deiver que persistiría aun después de haber asumido la intendencia y, por el otro, la propaganda política que emprendió el diario Tercero Abajo a su favor y que implicaba una escisión del campo político entre amigos y enemigos. Este lenguaje, que entendía la política en términos de amistad, y en una relación antagónica con los opositores, se utilizó, sobre todo, en la columna “Noticias Políticas”, que incluía un resumen de las principales novedades semanales en torno a la precandidatura deiveriana. Probablemente la ruptura de la relación personal con Amadeo Sabattini -al no apoyar este último su candidatura- influyó en el modo en que Deiver comprendería lo político, y lo llevó a forjar una identidad ligada al sostén de los trabajadores y los sectores más vulnerables.[9]
Esto nos lleva a pensar en el lugar que ocupan los vínculos afectivos dentro de los modos en que se forjan las identidades políticas. Es decir, cómo las trayectorias de los actores políticos se van construyendo en relación a los círculos personales, lo que se torna aún más notorio a escala local, donde familia, amigos y política no implican, necesariamente, ámbitos de socialización diferenciados, sino una confluencia de espacios que requiere reparar en formas menos burocratizadas y cotidianas de la política. La significancia política que se construye alrededor de ciertos conceptos como los de amistad y traición refiere a cómo, en esas tramas personales, los vínculos afectivos se tornan políticos. Esta enemistad que se produce entre Salomón Deiver y Sabattini -debido a la falta de apoyo de este último- incide en una reconfiguración política del escenario local. Deiver se situará como el político de los humildes, de los barrios -como el “Sabattini que no fue”- y, de esta forma, conducirá un apoyo popular que, luego, va a afianzar las filas del peronismo.[10]
Su triunfo en las elecciones internas de la UCR, el 15 de octubre de 1939, no sólo desafía la dirigencia partidaria local. Ante los intentos del partido por desconocer su candidatura oficial, Deiver amenaza con la abstención, lo que podría significar la eventual pérdida de la gobernación de la provincia.[11] Asimismo, en las ediciones de Tercero Abajo posteriores a la elección, se denuncia al Comité de Circuito por desconocer la voluntad popular:
No es precisamente a Deiver a quien se intenta desconocer su situación legal, hay algo más sagrado y noble, es al pueblo a quien se le intenta despojar o sea esa clase trabajadora que se embanderó al lado de Deiver, mirando, no una cuestión netamente electoral ¡qué esperanza!, esa masa radical y cientos de participantes de todos los partidos han visto en Deiver sino una bandera de redención, ese algo que los pueblos ven cuando se debaten con las armas del corazón en búsqueda de un principio que para ellos es de justicia, el simple hecho de que sea un hombre arrancado de las mismas entrañas del pueblo el que va a manejar sino su destino, la esperanza de horas mejores que podrán llegar.[12]
La nota acerca de las elecciones primarias que Tercero Abajo publica el 21 de octubre de 1939 deja en claro la amplitud de la base electoral deiveriana, y de quienes eran, por consiguiente, los principales destinatarios de sus propuestas de gobierno:
Los que tienen a menos la personalidad política del señor Deiver creyeron, por ejemplo, que los extranjeros le votarían en contra, porque se trata de comerciantes y gente que no eran del comité, pero por lo visto no sólo los negros y los pobres lo siguen a Deiver.[13]
Finalmente, después de la amenaza de abstención en las elecciones provinciales si no se reconocía su candidatura, y la intervención de las autoridades partidarias provinciales, el 17 de febrero de 1940 se oficializó la candidatura de Salomón Deiver por la UCR, aunque la relación de hostilidad con sus opositores seguiría en pie. Su programa de gobierno, que implicaba políticas especialmente dirigidas a los sectores más postergados, se estructuraba de la siguiente manera: 1. intervención del espacio público con el objetivo de favorecer su disfrute por parte de la familia y los niños; 2. mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores; 3. garantía de acceso a la salud con asistencia médica social y ejecución de políticas de higiene; 4. atención a la mendicidad, orfandad y condiciones de pobreza extrema; 5. apoyo al comercio, la industria y el cooperativismo mixto entre el pueblo y la municipalidad, e instauración de las ferias francas; 6. fomento del deporte, la producción científica y las actividades culturales.[14]
Las elecciones municipales se realizaron el 10 de marzo de 1940 y se definieron entre la UCR, con la candidatura de Salomón Deiver, y el Partido Demócrata, con el candidato Eduardo Laplague.[15] Según Tercero Abajo, la campaña electoral de Deiver supuso la visita a los trabajadores de los barrios casa por casa.[16] Decía el diario Heraldo, que por ese entonces apoyaba al sabattinismo, en su edición del 2 de abril de 1940: “ha sido electo el más discutido de los candidatos, ciudadano del pueblo erigido en caudillo y elevado a la condición de intendente sin más prestigio que el que puede acarrear la más demagógica de las campañas”.[17] Lo cierto es que Salomón Deiver se constituyó en intendente de Villa María con una política personalista que implicó el protagonismo popular en el quehacer político. Su triunfo quebró la unidad del radicalismo en la ciudad, favoreciendo la conformación local del peronismo en el proceso político posterior.
La primera intendencia de Salomón Deiver (1940-1943)
El 10 de marzo de 1940, Salomón Deiver fue electo intendente de la ciudad de Villa María. Durante su gestión, priorizó a los niños y a los pobladores de los barrios aledaños de la ciudad, destinando buena parte de sus políticas de gobierno a una reestructuración del espacio público. Para ello, miró al río, zona de amplia extensión que limita la ciudad de Villa María con Villa Nueva, cumpliendo, a meses de su asunción, con una de las grandes promesas de su campaña electoral: la reconstrucción del puente Vélez Sarsfield, que facilitaba el tránsito entre ambas localidades. En un escaso período de tiempo, Deiver proyectó acciones tendientes a erradicar el basural existente en esa zona, desmalezar el sector y generar una serie de obras públicas destinadas al uso y el disfrute del lugar, no sin tensiones y críticas por parte de la oposición que no veía con buenos ojos que le otorgara a lo público características de uso colectivo y popular. Construyó el parque infantil, el jardín zoológico, el Rosedal y la gruta de la Virgen de Pompeya, terminando la intervención del sector con el Monumento al Cristo Redentor, obra de culto de gran envergadura inaugurada el 27 de setiembre de 1942.[18]
Tercero Abajo se encargaba de hacer explícitas las críticas -remarcando su tinte antipopular- a través de la columna política “Balconeando la Política”, donde se ironizaba sobre los cuestionamientos del Partido Demócrata y los “radicales aliados al exintendente Seydell” con respecto a las obras públicas emprendidas por Salomón Deiver. Cuestionaba el comportamiento de la minoría demócrata dentro del Concejo Deliberante, acusándola de “obstruccionismo” -con actitudes tales como ausencias y abandono del recinto en plena sesión-[19] y de “orquestar acciones contra los concejales deiveristas e incitar al pueblo a salir a la calle en contra del intendente”.[20] Deiver se coloca en el lugar de alguien que sufre no solo el hostigamiento de la principal fuerza opositora, el Partido Demócrata, sino que también es un perseguido de su propio partido político, dejando entrever, entre sus causas, el hecho de ser un “gran movilizador de masas”.[21]
Sin embargo, todo esto, no mareó la postura humilde del señor Deiver, que hoy como ayer tiene la misma facha del más infeliz de los descamisados. Y tal postura solo la tienen los hombres que hacen de la vida la bella pureza del alma y que saben vivir sin odiar a nadie y que no van a la función pública a buscar glorias materiales, pero sí el fervor, el cariño y el aplauso permanente de su pueblo.[22]
Un ejemplo de las políticas promovidas por la gestión de Deiver lo constituye el parque infantil, inaugurado el 26 de setiembre de 1941, contaba con hamacas, columpios, aeroplanos y calesitas. El proyecto también contemplaba una pista de patinaje, pero una de las mayores atracciones eran los puentes que permitían transitar por las pequeñas islas que se formaban en el río. Desde la gestión de gobierno, se sostenía que dichos puentes -bautizados como “puentes criollos”- modernizaban el lugar sin constituir un gran gasto, ya que se habían construido “utilizando material desusado, con fuertes tablones sujetados con gruesas cuerdas de alambres, asemejándose muchos de ellos a los célebres puentes colgantes que se han hecho famosos en todo el mundo”.[23] Aprovechando un brazo del río, también se instaló una “pileta criolla”, que permitía suplir la ausencia de una pileta de natación en la ciudad y que se materializaba como la habilitación de una zona balnearia cuya agua era retenida mediante “tablas y hierros para darle así, la profundidad deseada”.[24][25]
Dentro del espacio puesto en valor, también se encontraba el jardín zoológico. Muchas son las anécdotas y dichos que aun hoy circulan al respecto, incluso, en el Museo Histórico local, se conserva una réplica de yeso de la cabeza del león Carlón, atracción para todas las familias villamarienses y de la región que visitaban el lugar, en especial los domingos. El zoológico fue una de las grandes obras deiveristas, y su registro se encuentra tanto en documentos escritos como en el relato oral, transmitido generacionalmente, y que forma parte de la reconstrucción que Villa María ha hecho de su propia historia. Contaba con casi 150 especies y fue atracción hasta la década de 1960, cuando, por diversas causas, comenzó a declinar hasta su desaparición. Lo cierto es que este sector de la costa del río, donde se encontraba el parque infantil y el zoológico, pero también El Rosedal y la gruta de la Virgen de Pompeya, se constituyó en epicentro de la familia villamariense, fomentando el disfrute y la fiesta popular mediante presentaciones artísticas de cantautores locales, bailes y festivales folklóricos.
Con relación a la Gruta de la Virgen de Pompeya, Salomón Deiver impulsó el establecimiento de dos de las principales obras de culto religioso con las que cuenta actualmente la ciudad: la mencionada Gruta y el Monumento al Cristo Redentor. Lo hizo emplazando dichas obras también en la costa del río, fomentando el involucramiento de los pobladores de los barrios aledaños en el sector. Asimismo, le dio una impronta católica a su gestión de gobierno a partir de acciones como la colocación de un crucifijo en su despacho, la bendición sacerdotal de cada una de las obras que se inauguraba y la obligatoriedad de la enseñanza de la religión católica en las escuelas municipales.[26] La oposición, que dudaba de las intenciones de Deiver, no escatimaba en críticas, sostenía un concejal del Partido Demócrata con relación a la construcción de la Gruta de la Virgen de Pompeya: “Miren que construir una gruta en un parque infantil, expuesta al bullicio de los chiquilines, al ruido que producen los distintos juegos, en pleno centro de diversiones, es una medida inusitada y completamente fuera de lugar”.[27][28]
Durante los treinta y ocho meses de su intendencia, Salomón Deiver llevó a cabo más de ciento cincuenta obras que exhibiría, luego, como propaganda para su segunda y victoriosa campaña a la intendencia de 1958.[29] No obstante haber heredado una administración con serios problemas de déficit, Deiver emprendió acciones destinadas a obtener recursos del comercio, de las pequeñas industrias locales, de los contribuyentes (en quienes se fomentaba la regularidad de sus impuestos) y de donaciones. De este modo, Deiver despertaba el sentido de apropiación por parte del pueblo de las obras realizadas y lo involucraba directamente en el quehacer político de la ciudad, ya que todos podían colaborar, incluso con su trabajo. Las obras, como decía Tercero Abajo, se coronaban como un “producto colectivo” que sumaba directa o indirectamente la “mayoría de las manos y los corazones de la ciudad”.[30] Tercero Abajo señalaba que Deiver interpelaba al gobierno provincial y nacional a fin de obtener respuestas al problema de la desocupación en la ciudad que requería la inversión en obras públicas:
Villa María se ve azotada por una terrible desocupación, sin embargo, a pesar de existir Gobierno de la Provincia y Gobierno Nacional, en Villa María no se mueve un solo ladrillo en obras públicas y le toca al intendente obrerista señor Salomón Deiver sostener una desocupación que sobrepasa a los tres mil trabajadores.[31][32]
El diario sostenía que la falta de inversión pública provincial y nacional en la ciudad apostaba a frenar el crecimiento político de Deiver; la “desfinanciación” agravaba la situación causada por la deuda heredada de la administración anterior.[33] Aun así, destacaba la austeridad de la gestión municipal, acompañada por grandes logros (administración, obras públicas propias, políticas sociales): “Y todo esto ocurre, simplemente, porque el intendente Deiver no es un bandido y ha llenado de obras a Villa María sin sacarle cinco centavos, porque cuando los perros ladran señal que se está cabalgando”.[34]
Además de lo referido al disfrute y apropiación del espacio público por parte de los sectores más postergados de la ciudad, la intendencia de Salomón Deiver propició acciones tendientes al mejoramiento de su calidad de vida, entendida en términos de trabajo, vivienda, alimentación, salud y asistencia en condiciones de vulnerabilidad. Generó demanda laboral a través de la obra pública; extendió el pago del salario a sábados, domingos y días de lluvia para los obreros municipales y estableció las 44 horas de trabajo semanales; edificó viviendas sociales adjudicadas por sorteo con una cuota mínima a treinta años; estableció escuelas municipales en los barrios aledaños garantizando el alimento de los niños; instauró las ferias francas de venta de productos de primera necesidad a precios populares; estableció la provisión, durante un año, de ropa, leche, pan y carne a las madres humildes; aseguró la entrega de juguetes a los niños en fechas conmemorativas; reconstruyó lo que llamaba “la ciudad de los muertos”, con referencia al cementerio local, delegando al Estado municipal el traslado y costo de los gastos de sepelio para quienes no pudieran costearlo; desarrolló diferentes acciones vinculadas a la mejora de la salud, que comprendían no sólo la realización de obras en la Asistencia Pública (centro de atención primaria de la salud a nivel local) como la instauración de una sala de cirugías menores, sino también la provisión de medicamentos, la higiene y desinfección de las viviendas precarias.[35]
En cuanto a las políticas culturales comprendían tanto el disfrute y el esparcimiento como el acceso al conocimiento y la lectura. Así, se impulsó los festejos de carnaval, el cine en los barrios, los concursos de baile y canto infantiles; se creó la Banda Infantil; se constituyó la Biblioteca Mariano Moreno, principal biblioteca de la ciudad hasta el día de hoy; y se impulsó, aunque no llegó a efectivizarse debido al golpe de Estado del 3 de junio, la creación de la Universidad Popular, proyecto que se retomaría en la década de 1990. Los festejos de carnaval, acompañados por concursos de máscaras, carrosas y disfraces infantiles, entre otras actividades, concentraban un gran trabajo de preparación y se constituyeron en una política del Estado municipal.
Ha sido posible observar como algunos cambios introducidos en los festejos han servido para despertar el entusiasmo del público, un tanto diluido por la monotonía con que últimamente era recibido el rey Momo y que motivó la creencia de que no volverían los famosos corsos de antaño.[36]
Finalmente, en el modo de ejercer la política por parte de Salomón Deiver, es central la articulación con sectores de trabajadores de diversos rubros, organizaciones gremiales y sindicales. Esta articulación comprendía tanto la visibilización de reclamos sectoriales de los obreros de la construcción, empleados de comercio y trabajadores ferroviarios, entre otros, como el reconocimiento a la labor gremial y sindical. Respecto a esto último, la Avenida Costanera, remodelada en favor del sector de obras a la vera del río, se denominó, en 1941 “Avenida del Viajante”, en alusión a “la reconocida actuación en la ciudad del Gremio de los Viajantes”.[37] También, dentro de la política de apoyo e impulso que Deiver daba a la organización sindical y gremial, se destaca la formación de la Asociación de Obreros y Empleados Municipales.[38]
Si bien la gestión de Deiver se vio interrumpida por el golpe de Estado del 3 de junio de 1943, en el texto de su renuncia manifestó estar “identificado con los fines moralizadores de la revolución”, agregando que “desde el periodismo, profesión que ejerzo desde hace 18 años, he de colaborar en la hermosa finalidad que diera lugar al movimiento y en el propósito que ella encauza para los altos destinos de la Patria”.[39][40]
Como veremos, Deiver no agotó su rol en la política local al finalizar su intendencia, sino que fue un actor político clave para el gobierno peronista al favorecer la constitución del peronismo como fuerza política en la ciudad.
Salomón Deiver y los orígenes del peronismo en Villa María
El período que sucedió a la renuncia de Salomón Deiver, tras el golpe de Estado de 1943, se caracterizó por la inestabilidad de las autoridades comunales en la figura transitoria del interventor, situación que se replicó en casi todo el mapa argentino.[41] Fue un período de creciente apoyo a Juan D. Perón, quien irrumpió en la escena pública nacional en sus sucesivos roles de Secretario de Trabajo y Previsión, Ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación. En 1944, cuando este arribó por primera vez a Villa María, con motivo de una visita a la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos, fue recibido por una concentración de dirigentes obreros y gremiales, y objeto de diversos homenajes (Calvo, 1985: 68). El fervor popular creció a raíz de los hechos ocurridos el 17 de octubre de 1945 y se consolidó en las elecciones nacionales que lo consagraron en la fórmula presidencial junto con Hortensio Quijano.
El apoyo que Perón obtuvo en Villa María fue el resultado de un proceso de construcción donde, además de operar elementos propios (discursivos y materiales) del naciente peronismo, influyó el antecedente de una política desplegada en la ciudad por el exintendente Salomón Deiver. Este último, incipientemente, hizo destinatarios a los sectores populares de algunas de las medidas que Juan D. Perón auguraba para ellos en términos de lo que Juan Carlos Torres y Elisa Pastoriza (2002) denominaron la “democratización del bienestar”.
Del mismo modo, Salomón Deiver aportó significantes que se fusionaron con el discurso peronista, como los de criollismo (entendido como popular y anti oligárquico), y mundo gaucho, visible en las políticas culturales y sociales durante su intendencia, así como en el diario Tercero Abajo. En este último, se leía la Historieta “Aventuras de Sinforoso Puracepta (el gauchito travieso)” la cual retrataba las costumbres y hábitos de la época con el adjetivo “gauchesco”. Cuatreros, curanderas, amoríos, familia, higiene eran temas recurrentes y se aggiornaban en la picardía del “gauchito travieso”. El lenguaje y la corporeidad de Sinforoso, su vestimenta y el uso de las alpargatas como símbolo del mundo popular, permiten ver cómo los procesos de tradicionalización son un componente importante de las identidades locales y provinciales (Karasik, 2017); más aún en una ciudad como Villa María, que todavía era predominantemente rural. La historieta se publicó casi ininterrumpidamente entre 1941 y 1945, y era incluida, generalmente, en la Sección Sociales.
A mediados de 1944, Salomón Deiver y dos de sus colaboradores, Francisco Méndez y Juan Spain, fueron detenidos por supuesta malversación de fondos públicos.[42] La causa atendía a la entrega de cuarenta chapas de zinc de propiedad municipal a familias que habitaban el antiguo basural en la costa del río, convertido, en ese momento, en zoológico y parque infantil. El hecho dividió la opinión pública local, por una parte, la defensa de Deiver desde el diario Tercero Abajo -de su propiedad- y, por otra parte, una fuerte oposición a su figura, emprendida, sobre todo, por el periódico El Sol, de adscripción radical, y aliado de la dirigencia partidaria local que, oportunamente, se opuso a su candidatura a intendente:
Frente a Deiver, hábil cazador de temperamentos y aprovechado usufructuario, nos cuadramos, hace 5 años, advirtiendo en él a la pulga de los políticos, instruido de intimidades que aprovecharía un día en propia ventaja. Cuando nosotros adoptamos aquella actitud nos dijeron: ‘amigo Ud. está dando por el pito más de lo que el pito vale, lo está haciendo personaje al oscuro sirviente de Sabattini´”.[43] “Deiver desparramó mucho dinero entre cierta gente que le es adicta, corrompió la política introduciendo en ella ese sentido utilitario propio de su raza siria; solamente en un momento de achatamiento moral y de relajación de las costumbres se concibe que un hombre de su categoría moral e intelectual llegara a abrirse camino en una sociedad culta, a expensas de la cobardía y la incapacidad de los encargados de detenerla.[44]
Este discurso étnico y de clase miraba a Deiver del mismo modo que leería, en un futuro inmediato, al peronismo, sus seguidores y principales figuras políticas. Salomón Deiver era retratado en “el afán de notoriedad de un hombre anormal”, como una “mujer histérica, presa de un ataque de nervios”, como “el turco que obtuvo una libreta de enrolamiento, cuando se podía obtener sin documentación seria y fehaciente”.[45]
Desde una narrativa criolla -popular, democrática y anti oligárquica- Deiver confrontaba con las elites locales que veían en su figura el problema de la articulación entre política y masas. ¿Qué representaban Salomón Deiver y sus seguidores? Se acusaba a Deiver de dar continuidad al criollismo como modo de hacer política, explícito en sus propias palabras:
Nosotros estudiamos el paso y el que camina es Perón. Será como dicen sus contrarios el candidato de las sirvientas y los descamisados, la cuestión es que el radicalismo tendrá que pintar ‘negros’ si quiere tener algunos, porque el criollaje, está con Perón.[46]
Salomón Deiver puso en juego el criollismo en la política local -discurso que para entonces ya era parte de la cultura argentina- en tanto elemento y dispositivo para la construcción de una identificación política y social. El criollismo fue un elemento central para el deiverismo, tanto en su articulación a la figura del gaucho como a la de los propios trabajadores, a quienes retrataba como descamisados, adelantándose a la magnitud del concepto durante el peronismo. Este discurso del criollismo se articulaba, también, a la idea de la negritud que, antes que referir, a rasgos fenotípicos, retomaba una demarcación social históricamente instalada en nuestro país para justificar las jerarquías sociales. En este sentido, Deiver desafiaba a sus opositores con el mismo mote discursivo que estos utilizaban para descalificarlo. Para los antideiveristas el criollismo remitía a aquellas figuras políticas que expresaban una relación ambivalente entre la ley y la constitución de lealtades políticas, basada en un intercambio de favores antes que en un efectivo reconocimiento de derechos (Semán, 2021: 76). Es en esas condiciones, donde destaca ser hijo de inmigrantes y detentar una “raza siria”. Salomón Deiver construía una figura política que traía al presente la experiencia caudillista -fuertemente articulada con la cultura política de los partidos tradicionales- que contemplaba desde la distribución de vestimenta y alimentos, hasta las visitas a barrios humildes. Así, vehiculizó un discurso de oposición que es parte de la matriz constitutiva de la política argentina y que supone la articulación entre raza y clasismo que expresan los procesos de oposición y demarcación social.[47]
En Villa María, el 18 de octubre de 1945, con motivo de los sucesos ocurridos en Buenos Aires el 17 de octubre, se reunió, en la plaza central, un importante número de personas que dio muestras del desarrollo del movimiento peronista local, el cual implicó una reconfiguración del mapa partidario y de las relaciones al interior de cada una de las fuerzas políticas, tanto a nivel nacional y provincial, como en la ciudad.[48] Tercero Abajo publicaba una fotografía de la concentración bajo el epígrafe “Fue un acto gremial de auténtico sabor proletario”.[49][50] En la fotografía se observan principalmente hombres, pero también mujeres y niños.
En este contexto, Salomón Deiver tomó distancia del radicalismo, y desde la UCR Junta Renovadora (adscripta a Hortensio Quijano) canalizó su apoyo a Perón, enfrentando a los partidos políticos tradicionales -la UCR, el Partido Demócrata Progresista, el Partido Socialista, el Partido Comunista- reunidos en la autodenominada Unión Democrática.[51] Esta agrupación no era homogénea, y estuvo atravesada por disputas internas, aunque Deiver logró presidir la Comisión Directiva. Su postura, no fue la de otros dirigentes locales que se sumaron a las filas del peronismo, Salomón Deiver mantuvo su independencia y llamó al suyo un “radicalismo peronista”.[52] Incluso después de la victoria presidencial de Juan D. Perón, insistió en que su gente -“el deiverismo”- no se afiliaría al Partido Peronista, aunque también afirmó que respaldarían al gobierno, actuando “como francotiradores desde este cantón de la República”.[53][54] De este modo, Deiver dejó asentado su apoyo político al peronismo, forjándose un lugar que no lo definía como un actor peronista, sino en una hibridez identitaria que remite al modo en que las identidades políticas se constituyen a partir de fronteras móviles y porosas que -no sólo se desplazan- sino que permiten una importante movilidad entre ellas (Aboy Carlés, 2001). Esta situación es todavía más visible en ámbitos locales y regionales, mediados por su propia dinámica sociopolítica y cultural.[55]
Durante la campaña electoral a favor de la fórmula Perón-Quijano, y a pesar de conformar una alianza con el laborismo,[56] Salomón Deiver mantuvo una marcada independencia del Partido Laborista local, sosteniendo que su base política estaba compuesta por el favor de los trabajadores y la convicción popular.[57] En Villa María, el laborismo se dividía en dos ramas: una más sindical, compuesta principalmente por dirigentes ferroviarios, de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos, y del Centro de Empleados de Comercio, entre otros; y otra, conformada por figuras de clase media, profesionalizadas, y dirigentes que provenían del radicalismo.[58] Esta conformación originó rispideces a la hora de elegir candidatos para ocupar una banca legislativa y, finalmente, las candidaturas incorporaron dirigentes que provenían de los partidos tradicionales, y otros, surgidos del movimiento obrero local (Russo, 2022: 63).[59]
¿Quiénes seguían a Deiver? Trabajadores ferroviarios, de la construcción y de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos, trabajadores municipales y empleados de comercio. Parte de este apoyo quedó documentado en las cartas que Deiver recibió durante el transcurso de su intendencia.[60] Las cartas reflejaban, por lo general, solicitudes de empleo, entre otras necesidades; donaciones a la intendencia (vinculadas a la obra pública); pedidos y agradecimientos por la intervención de Deiver en la resolución de conflictos laborales; o simplemente saludos y reconocimientos a su gestión. También dejaban entrever el vínculo que Deiver mantenía con el catolicismo local que atendía a los sectores más postergados. Así, recibía, entre otras, solicitudes de Acción Católica, sobre todo del Círculo de Mujeres; del Asilo Maternal que funcionaba en la ciudad y de Parroquias de los barrios aledaños. Sobre esta base de apoyo, que arrastraba de su exitosa, aunque cuestionada gestión, Deiver fundó en el centro de la ciudad un “Comité Deiverista”, en cuyo acto de inauguración se lanzó la proclama pública “Contra el Rencor de los Ricos y el Odio de los Inteligentes, PERÓN será PRESIDENTE y DEIVER INTENDENTE”:
En esta ficha de adhesión, Salomón Deiver plasmó su apoyo a Juan D. Perón, apoyo que, como hemos sostenido, suponía un seguimiento directo del líder. Su importancia en la construcción de una base electoral peronista exige considerar su propia trayectoria política, donde se pone de relieve tanto elementos biográficos como de quehacer político, y donde, además, Tercero Abajo, como su vocero oficial, asume un lugar central.
Durante los meses de enero y febrero de 1946, Deiver canalizó su apoyo al peronismo mediante Tercero Abajo y manifestó sus intenciones de ser nuevamente intendente, las cuales se verían frustradas al no realizarse, finalmente, elecciones a nivel local. La tapa del mencionado diario, correspondiente al día 5 de enero, es un ejemplo: contenía una nota referida a la realización de una Convención Radical Peronista en apoyo a Juan D. Perón; el plan de gobierno municipal propuesto por Deiver (el cual se duplicó en sucesivas ediciones), con un apartado específico de “Obra social para la clase trabajadora”; y la acción que se llevaría a cabo con motivo del festejo de Reyes al repartir 3000 juguetes para los niños de la ciudad.[61] También contenía una nota que elogiaba el hacer político de Modesto Moreno, ex dirigente demócrata, central en los orígenes del peronismo en la vecina ciudad de Villa Nueva. De este modo, el diario tendía a rescatar el papel que diferentes figuras políticas cumplían en la conformación de una base electoral peronista en otras localidades del Departamento General San Martín y de otros departamentos del interior de la Provincia de Córdoba.
Tercero Abajo lideró la campaña a la presidencia de Juan Domingo Perón a nivel local, y apoyó la fórmula de Argentino Auchter y Ramón Asis en el orden provincial. Días antes de las elecciones, el diario compartió las imágenes de una manifestación en la ciudad a favor de las candidaturas peronistas junto a la leyenda: “Ante una concurrencia que fervorizaba seis mil corazones argentinos se evocó entusiasmadamente el amor a la patria y a su genuino y activo defensor coronel Don Juan Domingo Perón”. El objetivo, tal cual se aclaraba, era desmentir a los opositores de Perón, quienes negaban la concurrencia y afirmaban que solo había habido cuatro mil quinientas personas.[62] A esta nota, se sumaba otra, exaltando la figura de Salomón Deiver y aludiendo al apoyo popular del cual también él había sido objeto en la misma manifestación. Esta nota se presentaba bajo el título “Fue llevado en andas el Señor Deiver”, y sostenía: “El público en su indiscutible entusiasmo arrebató de la tribuna al Señor Deiver y pese a sus 100 kilos, fue llevado en el aire como una bolsa de papas durante el trayecto de tres cuadras”.[63] Deiver dirigió la campaña electoral y se encargó de organizar diferentes actos previos a las elecciones, en los cuales se ponía de manifiesto el “apoyo popular deiverista” a la fórmula presidencial encabezada por Juan D. Perón y las demás candidaturas peronistas.[64]
El 24 de febrero, el peronismo demostró su fuerza electoral en Villa María, tierra de Amadeo Sabattini y la UCR.[65] Existe una discrepancia documental respecto a los resultados electorales. En su estudio de las elecciones de 1946 en distintas localidades del interior del país, entre las cuales se encuentra Villa María, Samuel Amaral (2015 y 2018) sigue los datos publicados los días 9 y 10 de marzo en el diario La Voz del Interior (Córdoba capital) que dieron ganadora a la fórmula Tamborini-Mosca por encima de la fórmula Perón-Quijano, aunque sólo por dos votos (3371 a 3379). No obstante, Amaral advierte que el periódico El Argentino (de la ciudad de La Plata) sostuvo la victoria de la segunda fórmula. El diario Tercero Abajo, por su parte, publicó en sucesivas ediciones los resultados a favor de la fórmula Perón-Quijano (3371 a 3223) con una diferencia de 148 votos respecto a la fórmula Tamborini-Mosca. Esta diferencia en los datos no se manifiesta con relación a los resultados para la gobernación de Córdoba, donde se informa la victoria del peronismo, con la fórmula Auchter-Asis (2997 votos), frente a los candidatos Antonio Medina Allende y Juan Irós de la Unión Cívica Radical Comité Nacional (2291 votos).[66]
Lamentablemente, no contamos con más documentación que nos permita corroborar la información y dar con una respuesta fehaciente a la disparidad en la comunicación de los resultados electorales, aun así, podemos hipotetizar dos líneas explicativas: una de corte político y otra coyuntural.[67] Con relación a la primera, existe la posibilidad de que La Voz del Interior haya intentado disimular la caída estrepitosa de la base electoral de la UCR en la ciudad. No obstante, también es factible que el diario Tercero Abajo haya sostenido la victoria de Juan D. Perón a fin de exaltar el papel de Salomón Deiver en el resultado de las elecciones, quien pretendía asumir nuevamente la intendencia, tal como lo reflejaba el folleto: “Perón será Presidente y Deiver Intendente”.[68] Con relación a la segunda línea explicativa, pudo tratarse de un error de La Voz del Interior, o de Tercero Abajo, al publicar los resultados; o bien puede haber sucedido que ambos diarios usaran fuentes disímiles, hecho que no resulta tan extraño para la época. También puede pensarse en la incorporación, o no, del área rural villamariense en el conteo de los datos. Sería importante, asimismo, saber de dónde obtuvo el diario El Argentino la información de la victoria de la fórmula presidencial peronista.
De todos modos, esta controversia respecto a los resultados electorales -que por ahora encontramos irresoluble- no invalida la importancia que el peronismo adquirió en Villa María como fuerza política y su relación con el deiverismo como movimiento popular de base local, ya que el resultado electoral, en el peor de los casos, dejó la fórmula peronista solo 2 votos por debajo de la fórmula de la UD. El papel significativo que los trabajadores jugaron en los orígenes del peronismo en la ciudad no es explicable sin la presencia de Salomón Deiver, sin apelar a su trayectoria política, a su relación con el radicalismo y el propio Sabattini, y a la necesidad de respuestas a las demandas que los trabajadores tenían en la ciudad, tal como sucedía en otros lugares del país. Amaral (2015) retoma las resonancias que tuvieron las elecciones villamarienses en el mencionado diario El Argentino, que en su edición del 11 de marzo sostenía:
(…) donde reside el doctor Amadeo Sabattini, la elección fue ganada ayer por el laborismo, que dirige el ex intendente municipal que fuera radical Salomón Deiver (…) el señor Deiver cree tener asegurado el triunfo para ser electo otra vez intendente de Villa María, pese al cambio de rótulo político (Citado por Amaral, 2015: 26).[69]
Cabe aclarar que Villa María constituyó una excepción en el Departamento Gral. San Martín, ya que, en la mayoría de las localidades, la fórmula Tamborini-Mosca triunfó por una amplia ventaja, a la vez que en las elecciones provinciales la victoria fue para una fuerza no peronista: la UCR del Comité Nacional.[70]
En su edición del 16 de marzo, Tercero Abajo volvió a publicar los resultados electorales señalados, pero, además, intentó responder a la pregunta de “Cómo y de dónde salieron los votos peronistas en la Ciudad de Villa María”. Después de aclarar que “Los ferroviarios y los obreros de la F. de Pólvora son y han sido leales al coronel Perón”,[71] el diario presentaba el siguiente conteo de votos para alcanzar los 3371 que, afirmaba, daban ganadora a la fórmula Perón-Quijano: 1000 de la Fábrica de Pólvoras y Ferroviarios, 1800 de trabajadores amigos de Deiver, 250 de empleados de comercio, 100 de obreros de la fábrica de caños, 121 de comerciantes minoristas y 100 de comunistas.[72] De este modo, el diario intentaba dar evidencia del capital político de Salomón Deiver que comprendía - “casi con exclusividad”- a los trabajadores de la ciudad. Asimismo, Tercero Abajo destacaba el hecho de que 100 trabajadores comunistas “no se vendieron a la oligarquía”, a diferencia de demócratas y sabattinistas que se pronunciaron abiertamente en contra de Perón, situación visible en las urnas el día de la elección.[73]
Tras las elecciones de 1946 y ante la no realización de comicios a nivel municipal, Salomón Deiver continuó gravitando en la política local desde Tercer Abajo. Durante los dos gobiernos de Juan Domingo Perón, el diario intervino continuamente a su favor.[74] No obstante, este apoyo no se extendía a todos los peronistas y, mucho menos, al peronismo local. El 2 de noviembre del mismo año -día en que Eva Perón visitó la ciudad- el diario relataba un altercado entre Deiver, laboristas y dirigentes sindicales afirmando: “estos grupos buscan el escándalo porque no representan a nadie, Villa María es radical, y las únicas figuras políticas son los Radicales-Peronistas y los Radicales-Sabattinistas”.[75] El 12 de diciembre, mediante una carta remitida al gobernador Argentino Auchter y publicada en Tercero Abajo, Salomón Deiver renunciaba a los cargos discernidos por el peronismo “cansado de las persecuciones del oficialismo de Villa María”.[76] Sostenía: “puede usted imaginar la violencia que, a mi condición de luchador, me produce el tener que someterme al ostracismo que me conducen los amigos por mantenerme invicto en la vida política”.[77] Desde allí, si bien su nombre siguió sonando en diferentes definiciones políticas, Deiver no detentó ningún cargo a nivel de la ciudad ni formó parte de ninguna candidatura legislativa, a diferencia de lo sucedido con otros radicales de la Provincia que tendrían trayectorias importantes dentro del peronismo (Achával Becú, 2012). En 1955, cuando los peronistas locales perdían parte de su protagonismo y la oposición enfebrecía, Tercero Abajo apoyaba incondicionalmente al presidente, este apoyo le valdría a Deiver el voto del peronismo proscripto a partir del cual, en 1958, se erigiría nuevamente como intendente de la ciudad.
Consideraciones finales
La pregunta sobre los orígenes del peronismo en el interior del país y, en nuestro caso, a nivel local, no se puede abarcar en un solo escrito, de este modo, el aquí presente es solo una de las aproximaciones posibles acerca de cómo se conformó el apoyo a Juan D. Perón en Villa María y el aporte que recibió de una figura política local como la de Salomón Deiver, ex intendente de la ciudad.
La pregunta acerca de qué es el peronismo no es sino la pregunta por los orígenes y la controversia, por develar cómo este logró construir una base política amplia donde la presencia de la clase obrera industrial no tuvo una impronta significativa. Los escenarios son múltiples, de allí que todo intento de generalización oculte la complejidad del asunto, ya que, dentro de cada espacio provincial, las particularidades tensionaron constantemente con las semejanzas, generando situaciones que bien pueden poner en discusión lo sostenido en una escala de análisis más amplia.
En este artículo, hemos reparado en una figura política que demanda su estudio en su propia complejidad interpretativa, caudillo, radical, o ex radical, peronista o radical-peronista, su mote identitario resulta indefinible. La notoriedad de Salomón Deiver se debe a: a) su aporte a la conformación de una base electoral peronista que se expresó contundentemente en las elecciones de 1946, y no en cualquier tierra, sino en la cuna del radicalismo sabattinista; b) ese aporte provino principalmente de los trabajadores de la ciudad y los sectores más postergados, muchos de los cuales lo apoyaban desde/por su intendencia; c) tras las elecciones, Deiver no ocupó ningún cargo político, a diferencia de actores de otras localidades que también tuvieron un rol central en los orígenes del peronismo.
Salomón Deiver fue expresión de su época, de un lenguaje y un accionar político que llevan a la necesidad de comprender el peronismo más allá de un límite temporal, situado, según la corriente historiográfica, en 1943 o 1945. El peronismo en Villa María se encontró con un sector de trabajadores cuyas características respondían a las de una localidad con un desarrollo industrial incipiente, pero que, sin embargo, supo leer la posibilidad de atención a sus demandas ante la influencia del antecedente de una política de corte popular desplegada en la ciudad por un exintendente. Esta lectura le permitió a Deiver convertirse en un actor político clave en el proceso de conformación local del peronismo.
Como hemos sostenido, el papel significativo que los trabajadores jugaron en los orígenes del peronismo en Villa María no es explicable sin la presencia de Salomón Deiver, sin apelar a su trayectoria política, a su relación con el radicalismo y a la necesidad de respuestas que los trabajadores demandaban dentro de la ciudad, tal como ocurría en otros lugares del país.
En síntesis, el peronismo en Villa María tuvo, en sus orígenes, un aporte central proveniente de los trabajadores vinculados al deiverismo como movimiento de base popular. La principal contribución de este artículo radica en desplazarnos de una interpretación que busca actores conservadores -y/o, en su defecto, radicales disidentes- en la conformación local del peronismo en provincias aun no industrializadas, para indagar la presencia, también, de un elemento obrero o popular, en los casos en que sea pertinente.
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Notas