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De la siesta a la barricada: recorrer el Mendozazo en su 50 aniversario
From napping to barricading: a tour of the “Mendozazo” on its 50th anniversary
Estudios del ISHIR, vol. 12, núm. 34, 2022
Universidad Nacional de Rosario

Dossier

Estudios del ISHIR
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
ISSN-e: 2250-4397
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 12, núm. 34, 2022

Recepción: 24 Junio 2022

Aprobación: 30 Julio 2022

Publicación: 30 Diciembre 2022


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Resumen: Cincuenta años después volvemos al Mendozazo, con un conjunto de trabajos que revisitan este hito histórico “desde abajo” a través de una lente que hace observables las condiciones de vida de los sectores subalternos, su capacidad de agencia histórica/política, su experiencia en sentido thompsoniano. En esa dirección, este dossier analiza la multiplicidad de actores intervinientes en este hecho de masas: las maestras, las infancias, el estudiantado universitario, las trabajadoras y trabajadores bancarios, las y los futuros integrantes de una de las guerrillas que tuvo desarrollo en la provincia y las abogadas y abogados que se ocuparon de la defensa de las personas detenidas. A su vez, aborda sus resonancias en el presente, al estudiar la rebelión popular de diciembre de 2019 conocida como “Mendozazo del Agua” o “Mendozaguazo” frente a la reforma legislativa que buscaba habilitar la megaminería a partir de una reforma de la “ley guardiana del agua”.

Palabras clave: Mendozazo, Historia reciente, Protesta, Represión, Historia regional.

Abstract: Fifty years later we return to the “Mendozazo”, with a set of works that revisit this historical milestone "from below" through a lens that makes living conditions of subaltern sectors observable, as well as their capacity for historical/political agency and their experience in a thompsonian sense. In that direction, this dossier analyzes the multiplicity of actors involved in this mass act: the teachers, the children, the university students, the bank workers, the future members of one of the guerrillas that developed later in the province, and the lawyers who dealt with the defense of the detained. At the same time, it addresses its resonances in the present, by studying the popular rebellion of December 2019 known as "Mendozazo del Agua" or "Mendozaguazo" in the face of the legislative reform that sought to enable mega-mining.

Keywords: Mendozazo, Recent history, Protest, Repression, Regional history.

Cincuenta años después, volvemos a visitar ese hecho de masas que se alzó como un hito bisagra en la historia local: el Mendozazo. Aquel martes 4 de abril de 1972, en que las columnas movilizadas desde distintos puntos de la provincia llegaron hasta la Casa de Gobierno y se abatieron cuerpo a cuerpo contra las fuerzas represivas, se convirtió en la fecha icónica del Mendozazo. Sin embargo, sus orígenes pueden rastrearse algunos días atrás, cuando las vecinas y vecinos realizaron las primeras asambleas en sus respectivas uniones vecinales para discutir qué hacer frente al inusitado aumento de la luz que amenazaba con un 300% de escalada y decidieron crear la Coordinadora No pague la luz. Sus raíces también se hunden en la combativa agenda de la clase trabajadora local, que contaba con varios conflictos en curso, entre los que se destacaba el paro docente, por el cual para el mes de abril todavía no habían comenzado las clases en la provincia. Esa temporalidad densa, no sólo se extiende hacia atrás, puesto que el Mendozazo no concluyó el 4 de abril, sino que los enfrentamientos se desplazaron del casco céntrico a los barrios populares de los departamentos de Las Heras y Guaymallén durante cuatro días. Incluso más. Si tomamos el cepillo que nos prestara Benjamin y lo pasamos con delicadeza a contrapelo, podemos observar que ni siquiera la renuncia del gobernador de facto del momento, Francisco Gabrielli (Partido Demócrata), ni la marcha atrás con el anuncio de aumento de la tarifa eléctrica, dieron por concluido lo que allí había nacido. Esos días en que la provincia “siestera” se despertó y salió masivamente a las calles fueron un punto de inflexión en la historia local, con hondas repercushiones subjetivas y colectivas. En pocos días se vio condensada la experiencia popular acumulada, que a la vez vivenció un salto cualitativo en materia organizativa, de métodos y objetivos de lucha. Tanto es así que luego del Mendozazo los sectores subalternos de la provincia alumbraron nuevos espacios estudiantiles, sindicales y políticos que radicalizaron su confrontación con el régimen. La docencia logró el ansiado proceso de unificación gremial y nació el SUTE (Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación); los y las estatales fundaron el combativo SOEP (Sindicato de Obreros y Empleados Públicos); los/as bancarios/as eligieron sus Comisiones Gremiales Internas (CGI) en todos los bancos y fundaron la Escuela Sindical Bancaria; los/as contratistas de viñas lograron, tras décadas de lucha, el ansiado Estatuto que los/as considerara trabajadores/as con derechos; y cientos de mendocinas y mendocinos se agruparon en las organizaciones revolucionarias con estrategias de lucha armada, tanto de izquierda marxista como de izquierda peronista, que se venían construyendo en diversas geografías del país y el continente.

Este levantamiento popular se constituyó en una marca indeleble en la historia local y es posible encontrar sus huellas incluso en el presente. Toda vez que una movilización popular de dimensiones toma las calles mendocinas, inevitablemente se oye corear la consigna “paso, paso, paso, se viene el Mendozazo”. A fines de 2019, el pueblo volvió a movilizarse masivamente, esta vez frente a una iniciativa legislativa que buscaba habilitar la megaminería. Tras siete días de manifestaciones y duros enfrentamientos con las fuerzas represivas se conquistó un histórico triunfo con la derogación por parte del ejecutivo provincial de la ley aprobada días atrás gracias a un acuerdo entre oficialismo y oposición. Los ecos del pasado se hicieron presente en la pueblada que las asambleas en defensa del agua y los bienes comunes denominaron “el Mendozazo del agua” o “Mendoaguazo”, demostrando, una vez más, que el fantasma de aquel levantamiento popular de abril del ´72 aún sobrevuela en la provincia de las acequias.

Pese a la evidente trascendencia de este hecho, la historiografía mendocina hegemonizada durante décadas por sectores conservadores vinculados a la derecha católica afincada en la facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, durante más de 40 años lo silenció y tergiversó, explicándolo a partir de la “infiltración” de elementos extraños a la tradicional “calma cuyana”. Desde un enfoque anclado en una historia de corte institucional y con persistentes marcas misóginas y racistas, se borró de manera intencional la conflictividad social, los sectores subalternos, las mujeres y disidencias y las experiencias organizativas “desde abajo”, así como las políticas represivas, sus prácticas y responsables. El relato hegemónico nos enseñó que Mendoza es una provincia de tradicional tranquilidad y apoliticismo. No obstante, como la historia es un terreno de combate de sentidos, siempre interpelado desde el tiempo y las preocupaciones presentes, desde comienzos del nuevo milenio -particularmente de la crisis de 2001- noveles generaciones comenzaron a cepillar esa historia a contrapelo, recuperando una vez más la propuesta de Walter Benjamin en sus tesis de la Historia, y se abocaron a la reconstrucción de una nueva historia que apuntó a rescatar tradiciones subalternas y genealogías rebeldes. Si bien todavía resta mucho por andar, en la actualidad nos encontramos ante una enriquecida masa crítica de investigaciones que han ido a contramano de la historiografía dominante.

Otro obstáculo que estas indagaciones debieron sortear es el ya conocido, pero aparentemente todavía no superado, hábito del centralismo. Si comúnmente se suele generalizar el caso porteño a la hora de pensar en la historia nacional, para el tema de los “azos” quien vino a ocupar el lugar central fue el Cordobazo. No era para menos, en cuanto aquellas jornadas del ’69 determinaron un vuelco en la lucha de clases a escala nacional. Pero a la hora de la investigación histórica, el hecho fue erigido como modelo de revuelta popular con la que todas las demás debían compararse y medirse. El desafío abierto para las investigadoras e investigadores mendocinos fue poder dar cuenta del Mendozazo en su propia singularidad, evidenciando el entramado local de relaciones sociales, sus sujetos protagónicos, temporalidad, espacialidad, modalidades de confrontación y asimilaciones subjetivas.

Los aniversarios de fechas tan significativas suelen convertirse en una tentadora invitación para la reflexión. Por ello, en abril de 2022, tuvieron lugar las Jornadas sobre historias, memorias y experiencias de la Mendoza subalterna “A 50 años del Mendozazo”, organizadas por el Grupo de Trabajo Mendoza Subalterna. A lo largo de dos días, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNCuyo y en el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos ex D-2, personas pertenecientes a ámbitos académicos, militantes de la época y del presente y protagonistas de esta histórica revuelta popular, tuvieron la posibilidad de debatir sobre este hecho bisagra en la historia local. La mayoría de los trabajos que componen este dossier, fueron presentados en esta inédita instancia de intercambio sobre el pasado reciente en la provincia. Si bien hace década y media la producción sobre el pasado reciente local recorre un movimiento expansivo, el 50 aniversario y la convocatoria a las Jornadas de historia habilitaron un retorno que parece sacar a la luz una sentida necesidad. Un volver al Mendozazo con lupa, a mirar lo que aún no se había visto, demostrándonos que todavía hay más por observar si damos paso a nuevas preguntas.

Justamente, esa es la propuesta e invitación de este dossier: revisitar el Mendozazo desde este tiempo presente, interrogar las jornadas del ‘72 desde nuevas perspectivas, poniendo en juego diversas dimensiones, prácticas y discursos, rescatando su carácter disruptivo y su importancia en la emergencia de nuevos actores sociales y políticos, a partir de trabajos académicos, pero también de la mano de protagonistas de la época.

En esa dirección, el conjunto de trabajos que integran el dossier, tanto los artículos de investigación como el testimonio y la entrevista, nos ofrecen siete puertas de entrada al Mendozazo. Todos enfocan desde abajo, miran con una lente especializada en hacer observables las condiciones de vida de los sectores subalternos y su capacidad de agencia histórica y política, su experiencia en sentido thompsoniano. Pero, simultáneamente, cada uno hace foco en un sujeto particular, en una experiencia singular o una temporalidad extendida, permitiéndonos acceder al Mendozazo como fenómeno histórico complejo. De esta forma nos permiten ver, sin agotarlos, la multiplicidad de actores intervinientes en esa lucha que no sin fundamentos es definida como un hecho de masas: las maestras, las infancias, el estudiantado universitario, las trabajadoras y trabajadores bancarios, las y los futuros integrantes de una de las guerrillas que tuvo desarrollo en la provincia y las abogadas y abogados que se ocuparon de la defensa de las personas detenidas. Para cada sujeto hay una atención especial a sus expectativas y modalidades de participación, así como las transformaciones subjetivas que en ellas y ellos supuso.

Las investigaciones aquí reunidas acudieron a una variedad de fuentes, entre las que se encuentran los periódicos de la época, prensas partidarias, documentos oficiales, folletos y volantes, pero donde se alza en el centro el relato testimonial, la voz en primera persona de quienes hicieron posible un “azo” en la provincia condenada a la siesta y el conservadurismo. Aquí se muestra un esfuerzo investigativo que pondera la agencia política de las clases subalternas, observando su transcurrir por los escenarios que ella misma define.

El dossier se abre con un artículo de las investigadoras María Inés Lucero Belgrano y Gabriela Scodeller, quienes vuelven al Mendozazo desde las imágenes que en distintos momentos han sido puestas en circulación por la academia, a fin de reflexionar en torno a su lugar en las narrativas que se pretenden entramar, y vislumbrar qué tipo de representaciones sociales construyen. Una vez más, esta vez a través de las fotografías seleccionadas, queda expuesto el relato propiciado por la historiografía oficial respecto de lo que para ellos no puede ser otra cosa que una violencia inexplicable en una sociedad que siempre definieron como conservadora y moderada. Pero las autoras van más allá y entre sus aportes realizan un original ejercicio de auto reflexión para analizar críticamente sus propias producciones sobre el asunto. Esta vez, asumiendo una perspectiva de género, reponen a las maestras en la escena de la resistencia y los enfrentamientos en los que previamente no habían sido merecidamente distinguidas, por haber favorecido una imagen recortada, una parcialidad de la clase trabajadora que continuaba “asociando combatividad a masculinidad” según sus propias palabras. Entre los sujetos que hace observables el artículo Releyendo la historiografía sobre el Mendozazo en clave de imágenes también se hallan las infancias. A través de distintas fotografías las autoras nos invitan a observar a niñas, niños y adolescentes participando en asambleas, actos, movilizaciones y barricadas, lo que estimula a realizar nuevas preguntas referidas a las subjetividades de las infancias forjadas al calor de los años más álgidos de la lucha de clases local.

A continuación, la historiadora Lourdes Murri pone en valor la agencia del estudiantado durante la revuelta popular, haciendo un balance sobre la presencia y omisiones de este sujeto en la historiografía que ha abordado el tema, e interrogando sobre sus modalidades de participación. En el artículo titulado El movimiento estudiantil en el “Mendozazo” (1972): disputa historiográfica y registros memoriales, la autora acude a fuentes orales producidas a partir de entrevistas a estudiantes de la época, lo que le permite esbozar una incipiente y prometedora reconstrucción de la participación estudiantil, principalmente universitaria. A partir de esta indagación, Murri describe las características que fue asumiendo la presencia estudiantil a lo largo de los días que abarcó el Mendozazo. Las formas sectoriales, vinculadas a sus propias agrupaciones, asumidas durante los primeros días habrían dado un vuelco de tonos más masivos a partir de las confrontaciones del 4 de abril. El trabajo también deja abierto un interrogante para continuar indagando sobre el Mendozazo, al preguntarse respecto del silencio, tanto académico como en el campo de la militancia estudiantil, que ronda a la figura de Luis Mallea, el joven estudiante secundario asesinado el día 7 abril en el departamento de Las Heras.

Natalia Baraldo, por su parte, en el artículo El Mendozazo y los/as trabajadores/as bancarios/as: lucha, organización sindical y experiencia de clase acude a una brújula teórica thompsoniana-gramsciana, y bajo su guía orienta los prismáticos hacia las trabajadoras y trabajadores bancarios, rastreando las pocas huellas documentales que dejó su paso por la Mesa Redonda del 3 de abril, los enfrentamientos callejeros del 4 y el sepelio de Ramón Quiroga el 5. Luego se pregunta sobre las lecturas efectuadas a partir del Mendozazo por los/as bancarios/as, visitando las páginas de la revista de la Asociación Bancaria, Democracia Sindical. En este apartado, la reposición de varios extractos de las notas nos permite acceder, sin mediaciones temporales, a las lecturas, posicionamientos y debates de la época. El análisis de la autora identifica dónde se pusieron los énfasis, cuál fue el carácter pedagógico de aquellas jornadas y qué pretensión de continuidad política se le asignó. Finalmente, el trabajo se aproxima a las formas de organización y de lucha de los/as trabajadores/as del Banco de Previsión Social (BPS) a partir de una temporalidad que abarca la década 1963-1973. Mediante el análisis de fuentes orales, la autora ubica una memoria traumática arraigada luego de las grandes huelgas bancarias de 1958 y 1959 y su desenlace disciplinatorio. Memoria que fue revertida, poco a poco, a partir del ingreso de nuevas camadas de trabajadores que impulsaron prácticas embrionarias y poco tradicionales de activismo sindical, entre las que se inscribe la creación de la Escuela Sindical Bancaria (ESB). Estas prácticas habrían resultado prefigurativas, junto con la experiencia del Mendozazo, para la constitución formal de su primera Comisión Gremial Interna (CGI) en julio de 1973. Entre las aportaciones de este trabajo puede visualizarse aquel proceso de politización por el cual estos trabajadores y trabajadoras pasaron de reivindicaciones gremiales y salariales a la disputa, en palabras de la autora, “de la totalidad social”. Es destacable que, al describir la elección de CGI por la cual un frente único de izquierdas se impuso a la lista vinculada al personal jerárquico, Baraldo no pasa por alto que ese mismo año, muchos de estos activistas sindicales se incorporaron a organizaciones políticas o se trasladaron de unas a otras, confrontando con la imagen que propone una suerte de compartimentos estancos entre lo social/sindical y lo político, como si sus protagonistas, en gran parte de las experiencias, no hubieran sido las mismas personas.

En sintonía con el trabajo precedente, y como su título lo anuncia, el artículo Del Mendozazo al PRT-ERP: experiencias subalternas de politización propone pensar al Mendozazo a raíz de las transformaciones políticas por él habilitadas en los sectores subalternos. Violeta Ayles Tortolini repasa las obras y corrientes interpretativas que han abordado al Mendozazo, prestando especial atención a las consecuencias que cada una de ellas resalta. Mientras la corriente conservadora se ha concentrado en la renuncia del interventor y la contabilización de daños; en cambio, la corriente que analiza la historia desde abajo ha extendido el análisis de las derivaciones a un plazo de mayor alcance, detectando las transformaciones en las relaciones sociales, fundamentalmente en la esfera sindical. Tomando esto como punto de largada, la autora corre el horizonte investigativo un poco más allá y bucea en un mar casi inexplorado en la provincia: el de las organizaciones armadas. Para ello, Ayles Tortolini rastrea, por un lado, las participaciones en el Mendozazo, dispersas o desde otras identidades gremiales y políticas, de algunas personas que un año después serían parte del naciente PRT-ERP mendocino, analizando el influjo que ejercieron estas jornadas de confrontación masiva callejera sobre estos/as futuros/as militantes revolucionarios/as. En un segundo apartado, la atención se vuelca sobre la participación en el Mendozazo de dos agrupamientos políticos constituidos al calor de aquellas jornadas: el Movimiento Socialista de Base y el Movimiento 4 de abril. De composición social y trayectoria disímil, ambos habían arribado a algunas premisas comunes, como la definición por el socialismo y la lucha armada como estrategia para su alcance. Cuestión que también permite reflexionar en torno a la permeabilidad de las ideas de izquierdas en una sociedad mendocina siempre imputada de conservadurismo. El reconocimiento de la existencia de estos agrupamientos que un año después confluirían en el PRT-ERP mendocino, constituyendo sus orígenes locales, le permite a la autora vislumbrar los procesos de politización que determinaron a cientos de mendocinos y mendocinas a ser parte de las organizaciones guerrilleras. Entre los interrogantes que abre para futuras investigaciones resalta que, a excepción de las FAP-PB, el resto de las organizaciones revolucionarias con estrategias de lucha armada se desarrollaron luego del Mendozazo. Esto contrasta con la versión que las responsabiliza por las confrontaciones callejeras de principios de abril de 1972, a la vez que abre la pregunta sobre si la versión local de estas no fue posible justamente gracias a la experiencia de masas y el ejercicio de la violencia política en manos de los sectores populares durante el Mendozazo.

El último artículo, de Mariano Salomone y Andrés Carminati, aborda las resonancias del Mendozazo en el presente, al estudiar la rebelión popular de diciembre de 2019, frente a la reforma legislativa que buscaba habilitar la megaminería en la provincia a partir de una reforma de la 7722, “ley guardiana del agua”. Esta revuelta, bautizada como el “Mendozazo del Agua” o “Mendozaguazo”, le permite a los autores reflexionar a partir de una serie de interrogantes que gravitan en torno a la constelación entre pasado y presente. Cuando el río manso desborda los cauces. El hilo rojo de los Mendozazos (1972/2019) constituye un comprometido trabajo de reflexión que acude a las aportaciones teóricas de Benjamin, Gramsci y Williams para pensar la historia y sus sentidos, a la vez que a Haraway, Moore y Harvey (pero también a Marx y Luxemburgo), para pensar el actual modelo extractivista y de acumulación por despojo. Por un lado, ofrecen una reposición histórica que permite conocer los hechos fundamentales de las jornadas del Mendozazo y del Mendozaguazo, a partir de la revisión de la bibliografía sobre ambos sucesos, y del análisis de fuentes documentales y periodísticas. Por otro lado, analizan cómo las imágenes de rebeldías pasadas, particularmente del ciclo de los “azos”, se hace presente en las luchas actuales para alimentar la pluralidad de movimientos que resisten la agresividad del capitalismo y contribuyen a prefigurar horizontes emancipatorios. En esa dirección se centran en las políticas extractivistas y en las resistencias de los pueblos que retoman tradiciones subalternas en sus dinámicas organizativas y de lucha, como son las asambleas en tanto instancia democrática y participativa de deliberación y toma de decisiones, o la acción directa como irrupción política en el espacio público. Los Mendozazos, separados por medio siglo, permiten identificar esas aceleraciones temporales donde los sectores populares aparecen en escena, disputan y revierten medidas de gobierno que parecían hechos consumados. Se alzan como inflexión histórica en donde se hace posible lo que antes resultaba impensable y modifican las relaciones sociales y sus correlaciones de fuerza. La apuesta no pasa por un ejercicio comparativo formal entre los Mendozazos del ’72 y del 2019, concentrado en encontrar similitudes y diferencias, sino por una actividad reflexiva que analiza la dialéctica pasado-presente como un entramado histórico de horizontes emancipatorios con sus pliegues y resonancias.

Los, les y las lectoras de este dossier también se encontrarán con un testimonio y una entrevista. Por un lado, el testimonio de Susana Vera y Elsa Barifuza, docentes y militantes gremiales, trae en primera persona la -fundamental- participación de las maestras durante el Mendozazo y los años previos. Con su texto titulado Las maestras y el Mendozazo nos invitan a observar las transformaciones en la autopercepción de las maestras a través de aquella experiencia, cómo se produjo esa ruptura con el mandato de docencia en tanto vocación o apostolado, para pasar a saberse trabajadoras de la educación. Ese desplazamiento de la conciencia de clase fue a su vez la posibilidad de sentirse hermanadas con las y los demás trabajadores, desafiando las diferenciaciones corporativas que antes las situaban a ellas como el gremio pensante. Por otro lado, la entrevista a una de las referentas de la lucha por los DDHH en la provincia, Angélica Escayola, recorre el clima social de los ´60 y ´70, su labor como abogada de jóvenes detenidos en el marco del Mendozazo, y las transformaciones y desplazamientos que se produjeron, durante esos años, de la figura de la infiltración hacia la de la subversión. Clave conceptual para la construcción del enemigo interno durante los años previos a la última dictadura, cuyo peso se desplomó con mayor encono sobre las militantes y activistas mujeres, por su doble desafío al orden político y patriarcal. La decisión de incluir el testimonio de Susana y Elsa y la entrevista a Angélica, mujeres protagonistas de las luchas de aquellas y estas épocas, responde a nuestro compromiso con continuar multiplicando las fuentes testimoniales, facilitando su accesibilidad, reconociéndolas como elemento cardinal no sólo para conocer el pasado reciente, sino, fundamentalmente, para comprenderlo.

Con este dossier hacemos nuestra aquella estrofa que denunciara como canto al viento “la historia escrita por vencedores no pudo hacer callar a los tambores”. Tomamos el desafío en nuestras manos al decidirnos a escribir nuestra propia historia. Aquí invitamos a oír siete instrumentos que repiquetean, una percusión en la que suenan los ritmos y tiempos del Mendozazo del ´72 y de los que vendrán.



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