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Jóvenes Colombianos que experimentaron sentimientos de ausencias físicas y psicológicas de los padres
Colombian Youths Who Experienced Feelings of Physical and Psychological Absence from Parents
Revista Kavilando, vol. 15, núm. 1, p. 113, 2023
Grupo de Investigación para la Transformación Social Kavilando

Artículos de investigación

Revista Kavilando
Grupo de Investigación para la Transformación Social Kavilando, Colombia
ISSN: 2027-2391
ISSN-e: 2344-7125
Periodicidad: Semestral
vol. 15, núm. 1, 2023

Recepción: 24 Noviembre 2022

Aprobación: 16 Mayo 2023

Resumen: El objetivo de esta investigación fue indagar por la referencialidad de adultos distintos a los padres en el proceso de desarrollo de adultos jóvenes, de ambos sexos, entre 23 y 35 años, de las ciudades de Medellín, Cali, Cartagena, Ibagué, Pasto y Guarne. Se desarrolla desde una perspectiva cualitativa privilegiando el método de estudio de caso. Se encontró diversos recursos de afrontamiento y esperanza tejidos por los jóvenes que apuntalan con la decisión de elegir familia, establecer y agenciar vínculos de protección, sostén, refugio, y vitalidad. Asimismo, los sentimientos de ausencias registradas por los jóvenes en su temprana edad si bien pueden indicar una cuestión problémica también son la apertura para encontrar salidas en otros factores protectores.

Finalmente, los jóvenes convocan otras maneras de transitar su momento de vida, interpelan los postulados clásicos de configuración familiar y abren otras categorías epistemológicas y ontológicas para pensar el lugar de las experiencias significativas para subjetivar en contextos distintos al familiar.

Palabras clave: Sentimientos de ausencia, Familia, Jóvenes colombianos, Referencialidad.

Abstract: The objective of this research was to investigate the referential function of adults other than parents in the development process of young adults, of both sexes, between 23 and 35 years old, from the cities of Medellin, Cali, Cartagena, Ibagué, Pasto and Guarne.It is developed from a qualitative perspective privileging the case study method. We found diverse resources of coping and hope woven by the young people that underpin the decision to choose a family, to establish and to agitate bonds of protection, support, refuge, and vitality. Likewise, the feelings of absences registered by young people at a young age, although they may indicate an issue, are also the opening to find solutions in other protective factors.

Finally, the young people summon other ways of going through their moment of life, question the classic postulates of family configuration and open other epistemological and ontological categories to think about the place of significant experiences to perceive in subjective terms in contexts other than the family.

Keywords: Sentiments of Absence, Family, Colombian Youth, and Referential Function..

Introducción

Pensar el lugar de los padres en la vida psicológica de los niños y niñas afirma condiciones vitales inscritas en los vínculos que se tejen con los otros y el favorecimiento del entramado simbólico para dar existencia, advenimiento subjetivo y apertura al mundo social. Nuestras realidades contemporáneas y las nuevas configuraciones familiares se convierten en un desafío para la clínica psicológica, interesada en comprender las formas de organización subjetiva. En nuestro caso particular, jóvenes colombianos que experimentaron sentimientos de ausencias físicas y psicológicas de los padres y los recursos de afrontamiento que devienen por fuera de las familias. La escuela, el trabajo, los (as) amigos (as) , la universidad aparecen como detonantes de vitalidad e ingresan como referentes alternos a múltiples soledades, sentimientos de dolor y frustración vivida.

Los sentimientos de ausencia experimentados por los jóvenes colombianos de nuestra investigación muestran de cara no solo los cambios al interior de sus grupos familiares, las condiciones culturales y sociales en nuestros contextos, también ubican los lugares afectivos y cuidados subjetivos, algunos, fuertemente atravesados por violencia emocional, rechazo y negligencia; situaciones que indudablemente invitan a una revolución que humanice, acoja y privilegie la vida, lo simbólico y la cultura.

El observatorio de violencia en el informe preliminar 2020 presenta en cifras 13.119 reportes en Bogotá de violencia intrafamiliar en el que 1.519 corresponde a violencia contra niños, niñas y adolescentes, esta problemática de salud pública configura afectaciones no solo en la infancia, las implicaciones que traen las violencias son enormes y viajan por diferentes momentos de la vida.

Algunas investigaciones nacionales e internacionales apuntalan a las ausencias de los padres como una problemática sustancial que ha cobrado interés en la revisión de problemas comportamentales en los jóvenes como trasgresión de normas, adicciones, delincuencia, incidiendo profundamente en la salud mental, aumento de trastornos emocionales, estancamientos en las adquisiciones cognitivas, depresión, desinterés, escasa capacidad de enfrentar adversidades, y aislamiento social (Herrera, Centeno y González, 2019; Vanegas, 2011). Estas perspectivas psicológicas instalan la necesidad de un modelo familiar centrado en la presencia de los padres y señalan los efectos de estas ausencias, aspectos que dejan entrever un ambiente de crianza ideal para el orden social.

Empero, las experiencias de ausencia que aquí desarrollamos no tienen la pretensión de ubicarlas en un determinismo comportamental, nos interesa apostar por una comprensión de los sentimientos de ausencia en jóvenes ante la ausencia de los padres en su infancia y/o adolescencia y la expresión de un armazón creativo, propio de una generación que desde sus singularidades y el encuentro con otros que le integraron a la cultura fueron indispensables para entretejer sentidos a sus realidades y a los diversos conflictos que les acompañaron en sus vidas.

¿Cómo experimentaron los jóvenes la ausencia? ¿qué sentimientos albergaron respecto a la ausencia de los padres? ¿a qué renuncia el joven? ¿qué impacto generó en la vida de los jóvenes? ¿Cuáles fueron sus formas de afrontamiento? ¿qué dicen los jóvenes respecto a los sentimientos de ausencia de los padres? Estas son algunas de las preguntas que nos acompañaron en las conversaciones con los participantes de la investigación.

Sentimientos de ausencia

Cada vez más los niños, las niñas y adolescentes crecen en ausencia de uno o ambos padres o incluso en presencia de ambos experimentan sentimientos de ausencia, en algunos casos, hay negligencia e indiferencia por parte de los padres (Castaño Hincapie, Montoya Zuluaga y Moreno Carmona, 2018).

Algunos de estos sentimientos de ausencia en el momento de vida de la infancia o adolescencia son el resultado de la separación por divorcio, la muerte física, el abandono y la enfermedad de uno o ambos padres, situaciones denominadas por Caruso (1997) como separación de personas que aún viven; separación de personas que aún se aman, separación definitiva en la que se prolonga por largo tiempo o pérdida progresivas y separación bilateral o convenida por ambos de forma consciente.

Al situar la separación de un ser querido Caruso (1997) señalaba que nos enfrentamos a la irrupción de la muerte psíquica en la vida de dos seres humanos que deben vivir en el horror de esta muerte, porque tiene que sobrevivir separaciones ubicadas en momentos histórico-sociales característicos de cada contexto cultural.

Hablar de separación es estudiar la presencia de la muerte en nuestra vida (Caruso, 1997, p. 13), sus mecanismos y las múltiples formas de afrontarla, en el que la cultura ofrece condiciones simbólicas para proteger y renacer.

Investigaciones como las de Collado & Matalinares (2019) han colocado el acento en las problemáticas de los adolescentes en contextos familiares inestables, entre las que mencionan conductas como fugas del hogar, adicción y agresividad, igualmente resaltan el abandono en relación con el desarrollo de dificultades como insuficiente autocontrol, autodisciplina, y en el control emocional.

No obstante, los sentimientos de ausencia no necesariamente son generadores de conflictos o problemas. La importancia del apoyo social en el bienestar de los adolescentes al saberse los cambios profundos y complejos que implican requieren de una apuesta por factores protectores de recursos personales, sociales e institucionales que favorezcan experiencias subjetivas. Orcacita y Uribe (2010) destacan la importancia de disponer un apoyo social para asegurar la capacidad de afrontamiento a los diversos eventos y situaciones de riesgo que pueden presentar en la adolescencia; la escuela, los amigos, los grupos sociales aparecen “como redes de apoyo, que protegen, le brinden afecto, un espacio donde se sienta querido, valorado, escuchado, comprendido, donde se fomente el autoconocimiento y se dé información acerca de los cambios que está experimentando” (p.79)

En esta vía, consideramos que las ausencias de los padres no implicarían necesariamente el padecer de patologías o trastornos psicosociales, pues hay otras posibilidades con las que cuentan los sujetos para hacer frente al sentimiento de ausencia y lograr proyectos satisfactorios que generan bienestar con la vida. Montoya Zuluaga, Castaño Hincapié y Moreno Carmona (2016) señalan la importancia de indagar por los recursos alternos a la familia con los que están contando los jóvenes en la construcción de bienestar, al respecto mencionan el lugar de las instituciones, los grupos y recursos internos en el favorecimiento del proyecto de vida.

Ahora bien, las situaciones de abandono, rechazo, maltrato, entendidos como ausencia de afecto, atención y cuidados necesarios para el niño nos dejan ver la importancia que tiene el desarrollo afectivo en la constitución subjetiva, el sentido de la corporalidad, el reconocimiento de sí mismo, la apertura a las interacciones y el establecimiento de vínculos. Autores como Obando, Villalobos & Arango (2010) plantean que los adultos son indispensables en la continuidad del desarrollo y propician vínculos significativos para establecer lazos sociales y culturales, asimismo, consideran un sujeto psicológico autor y capaz de “discernir sobre esa experiencia y construir nuevas opciones de vida que permitan superar la situación de vulnerabilidad no solamente en sus aspectos materiales, sino psicológicos, en sus componentes emocionales, cognitivos, morales, éticos y estéticos” (p. 153)

Lo que implica, entonces, apuntalar por un adulto cuidador que ofrezca al niño o adolescente condiciones para subjetivarse y dar lugar a un sujeto que despliega sentido de vida; explora, descubre y construye otros rostros para existir, como una expresión de la condición humana y de su propia subjetividad. Así mismo las autoras Villalobos & Obando, (2008) señalan que niños en condiciones de vulnerabilidad poseen una fuerza vital (psíquica) que les permite reconocer en las intervenciones clínico-psicológicas del orden simbólico elementos para orientar, transformar sus experiencias de vida y posibilidades resilientes.

Afrontamiento de la Ausencia

El contexto cultural, el grupo, el adulto que acoge y la comunidad resultan recursos indispensables para propiciar vínculos significativos en los procesos de afrontamiento, especialmente en los discursos que redireccionan la victimización en las acciones, las expectativas y modos de relación que se establece con el sujeto. Así lo señala Boris Cyrulnik (2006) al indicar “La forma en que el entorno familiar y cultural habla de la herida puede atenuar el sufrimiento o agravarlo, en función del relato con que ese entorno envuelva al hombre magullado” (p.26)

Por su parte, Montoya Zuluaga et al. (2016) destacan autores como Gómez, Muñoz y Haz (2007) y Walsh (2004) que han revisado los recursos sociales como la familia extensa, la escuela, los centros de salud, los centros de actividades extraescolares en el favorecimiento del desarrollo afectivo y la impronta de referentes significativos que permiten traducir los efectos de la ausencia de los padres en reorganizaciones psicológicas que posibilitan asumir desafíos, desarrollar autonomía y “construir habilidades por medio del arte, el deporte, participación en eventos artísticos, grupos juveniles, pues, estos escenarios ayudan a construir identidades adaptativas” (p.193)

Son precisamente estos entornos externos e internos los que frente a los sentimientos de ausencia de alguno de los padres van favoreciendo salir indemne y aflorar con vitalidad en sus actividades cotidianas, proyecciones futuras y jalonar un desarrollo emocional, moral y social.

Igualmente, cabe destacar que la espiritualidad y la religión resultan para algunos jóvenes un mecanismo de afrontamiento ante la ausencia de uno o ambos padres, Macías, Madariaga, Valle, & Zambrano (2013) expresan que los procesos de afrontamiento individual si bien reciben influencia de lo social es el sujeto quien define su propia orientación y son mediadores en el ámbito social para manejar los problemas en su vida cotidiana y con ello concreta el tipo de estrategia que utiliza al afrontar los eventos críticos o estresantes en su realidad. Por su parte, el afrontamiento familiar ilustra una dinámica de grupo, que busca regular las tensiones que enfrentan y garantizar la salud de sus miembros. Según esta investigación la búsqueda de apoyo espiritual ha sido teóricamente definida en estilos de afrontamiento centrados en la emoción, regulación emocional, reinterpretación positiva. Yoffe (2015) señala que las creencias religiosas permiten reafirmar sentidos y propósito en la vida, así mismo “las situaciones de pérdida de un ser querido pueden representar una amenaza a las creencias y sistemas de valores de cada persona” (p. 162); los cuestionamientos, las preguntas pueden surgir y colocar en tensión las creencias sobre sí mismo, las situaciones y referente sagrado.

Entre los recursos psicosociales asociados al bienestar subjetivo de personas que experimentaron sentimientos de ausencia de alguno de los padres, Castaño Hincapie, Montoya Zuluaga y Moreno Carmona (2018) hallaron “factores de protección, capacidades, habilidades, instituciones, personas, elementos de los que disponen los sujetos en diferentes relaciones, situaciones, vínculos, roles e interacciones que logran establecer y que les permiten hacer frente y lograr bienestar subjetivo” (p. 3) en la investigación se encontró que los participantes contaron con recursos psicológicos como la resiliencia que les permitieron el cumplimento de las metas y asumir responsabilidades, cabe destacar que son los recursos internos los que prevalecen, igualmente mencionan que las figuras representativas constituyen un eje fundamental en la perspectiva de vida y proyectos personales; finalmente las instituciones como “grupos deportivos, recreativos, culturales, grupos de apoyo social como bomberos o defensa civil se convirtieron en la posibilidad de canalizar los sentimientos y ofrecer opciones para enfrentar la soledad que pudieron experimentar” (p.7) afirmando a la gratificación, satisfacción y bienestar subjetivo.

Método

La finalidad del estudio fue indagar por la referencialidad de adultos distintos a los padres en el proceso de desarrollo de adultos jóvenes, de ambos sexos, entre 23 y 35 años, que experimentaron sentimientos de ausencia de sus padres.

Se realizó con el método de Estudio de Caso para aproximarse a la experiencia singular de cada joven participante, y desde la sensibilidad de los investigadores generar comprensiones, ampliar el marco de preguntas como resultado del encuentro, reconocer la subjetividad, los recursos personales y sociales con los que cuentan los jóvenes para asumir y significar las experiencias de ausencias.

Participantes

El estudio estuvo integrado por 10 jóvenes colombianos de seis ciudades: Cali, Medellín, Cartagena, Ibagué, Pasto y Guarne. La selección de los participantes se realizó a través de la técnica de la bola de nieve considerando los siguientes criterios de inclusión: haber experimentado ausencia de alguno de sus padres en la infancia, ciudadanos colombianos, tener una edad promedio entre los 23 y 35 años (Tabla 1).

Cada participante firmó consentimiento informado, aprobado por el comité de Bioética de la Universidad de San Buenaventura Medellín.

Tabla 1.
Caracterización de los participantes

Moreno Carmona et al., 2023

Instrumentos

Se establecieron encuentros con los jóvenes utilizando entrevista semiestructurada en profundidad a la luz de cinco categorías predefinidas (Tabla 2).

Tabla 2
Operacionalización de las categorías para la entrevista

Moreno Carmona et al., 2023

Para las entrevistas se tuvo presente tres principios propuestos por Flick (2004) primero, la especificidad; en el que el investigador debe ubicarse en el significado que otorga el entrevistado a su experiencia; segundo, la amplitud, se abordan los temas y aspectos que conciernen a la pregunta de investigación y tercero, la profundidad y el contexto personal “debe asegurar que las respuestas emocionales en la entrevista van más allá de evaluaciones simples como “agradable” o “desagradable”. (p.90)

La información recolectada se organizó para su respectivo análisis de datos mediante rejillas en Excel elaboradas a la luz de las categorías establecidas que se desprenden del marco teórico con apertura a categorías emergentes.

En este artículo nos detendremos en la categoría: experiencia de ausencia de alguno de los padres.

Resultados y discusión

En Colombia los niños, las niñas y adolescentes cada vez más crecen sin la presencia física o psicológica de uno o ambos padres (Montoya Zuluaga et al, 2016), situación que convoca a detenernos en la experiencia de ausencia de cada joven, sus modos de relación en la infancia y formas diversas de afrontamiento. Reconocer la singularidad, la historia, las condiciones estéticas que se entretejen en cada participante resultó indispensable en la investigación.

Experiencias de ausencia

Las experiencias de ausencia en los diez jóvenes de diferentes ciudades de Colombia ubican formas familiares que operan en la contemporaneidad: el ingreso de la mujer al mundo laboral y las largas jornadas de trabajo; quiebres del lugar tradicional de la madre y el padre; abandono por parte de uno o ambos cuidadores; violencia intrafamiliar, presencia del alcoholismo; negligencia, escasez económica, distanciamiento respecto al proceso educativo de los hijos; orientación a vivir el presente sin perspectiva futura (Cicerchia et al, 2006), tiempo reducido para compartir, aumento de los artefactos tecnológicos en las relaciones para el entretenimiento y crecimiento de la frontera a favor de la distancia, vislumbran relaciones cargadas de ausencias afectivas y poco acogedoras para situarse en la vitalidad de vínculos significativos.

Estas características sociales y psicológicas que se integraron a las experiencias de ausencia de los jóvenes se tejen con la descripción de uno o ambos padres como persona poco cariñosa, distante de las necesidades básicas y escolares, sin disposición para el diálogo, y con una actitud indiferente para dirigirse a ellos (as).

De acuerdo con Cicerchia et al. (2006) estas transformaciones en la vida familiar de los jóvenes muestran que “Las conexiones suelen ser demasiado superficiales y breves como para llegar a ser un vínculo” (p. 56) en este sentido, se encuentran en las familias de los jóvenes relaciones parentales sin que ofrezcan límites, y un inminente cumplimiento de las labores del adulto o tareas domésticas antes que intercambios simbólicos:

Trabajar para ella (madre) era lo máximo porque por ejemplo cuando trabajaba en el ingenio se levantaba a las 3:00 am y llegaba allá a las 5 am y a casa llegaba a las 11:00 pm, todo el día por fuera porque pues necesita levantar a sus hijos… me hubiera gustado que ella fuera un poca más afectiva, yo en muchas ocasiones, por no decir toda la vida, me sentía sola, entonces faltaba era que ella, aunque sea que me explicara las cosas, pero ella no se tomaba el tiempo (Sujeto E)

Mi mamá nunca fue a las reuniones del colegio, en ese tiempo mi mamá no trabajaba, mantenía en casa… mi abuela hasta el último de once la conocían como si fuera la mamá mía “ La mamá de Orozco” – decían. Todo era mi abuela y mi abuelo en ese sentido de responsabilidad (Sujeto F)

De hecho, ella (mamá) estuvo en el psicólogo cuando mi papá recién murió, y el psicólogo lo que le dijo fue que ella necesitaba compañía, entonces ella lo que hizo fue que me sacó del colegio aquí y me llevo para san juan, para yo darle compañía a ella, mas no ella darme a mí … pero mi mamá nunca: ¡Hey vamos a hacer una tarea!, no nada, vamos a hacer esto, no nada, entonces mi mamá nunca me ayudaba en nada. ( Sujeto G)

De ahí que, durante todas estas experiencias de ausencia, los sujetos manifiestan sentimientos de soledad, tristeza, decepción, frustración, aburrimiento, rechazo, entre otros que influyen en la forma como construyen su perspectiva de vida y más importante aún, cómo la viven en las escenas cotidianas.

Mi mejor amiguita en ese entonces era una prima mía, y ella vivía diagonal a mi casa; y de pronto el sentir rechazo de sus papás, al decir: es que no andes más con esa niña, porque ella ya no tiene… quien la controle, ella no tiene quien la corrija, entonces quién sabe qué va a ser de ella en el futuro. Entonces, ellos pensaban que yo iba a dañar a su hija…, entonces, me sentía así como rechazada. Y de parte de mi otra familia, por parte de mi papá, siempre estuvo muy distante de mí… Yo pensé que con la muerte de mi papá de pronto…, porque yo todavía tengo a mis abuelitos parte de papá, entonces pensé que de pronto ellos iban a ser como cargo de mí, como que iban a suplir todo ese tipo de necesidades… -¡no económicas!-, sino emocionales…, sentimentales, todo ese tipo de cosas, pero no, no fue así. Cuando yo regresé a mi casa, porque cuando mataron a mi papá yo estaba acá en Medellín estudiando, y a mí no me dejaron ir al sepelio de mi papá; entonces, ese fue otro rollo, porque yo decía, o sea, entró en mí como una negativa; como yo no fui al sepelio de mi papá y yo terminé de hablar con él cuando me lo mataron, entonces yo decía que él no estaba muerto, que él estaba vivo y que todo era una mentira…Mi mamá se empezó a enfermar cuando mataron a mi papá. A mi papá lo mataron delante de ella. Entonces ella empezó como a reprimir todo ese dolor, perdió…, como le digo…, un trauma heterogéneo. Ya no nos reconocía a nosotros … Mi hermana mayor habló conmigo, me dijo que ella ya nunca más iba a ser normal; y eso para mí era muy duro, porque yo sentía mucha rabia, porque yo quería tener una mamá normal en ese entonces, como mis amigas. (Sujeto A)

Tristeza e impotencia… y todo me lo tragaba, ósea no, no tenia de otra, impotencia, me encerraba a veces a llorar, uno niño “yo no quiero esta vida, yo no quiero que mi familia este así” entonces me encerraba, ósea, yo nunca le manifesté debilidad a ninguno de mis hermanos, ni a mi mamá tampoco, ni nada, pues porque yo igual, si yo me ponía así mi mamá también se iba a poner así y mi abuela también y todo, entonces pues yo no quería tampoco que ellas se preocuparan más (Sujeto F)

Otro joven manifiesta malestar e incomodidad por la ausencia emocional de su padre, situación que se anuda con el cuestionamiento de sus creencias y forma de entender a Dios en el sufrimiento humano:

En algunos momentos me preguntaba porque tengo los papás que tengo cuando las tensiones eran demasiado fuerte, cuando uno no encuentra salida alguna, me he hecho esa pregunta pero más que hacerme esa pregunta, me he cuestionado, no sé a quién le cuestionó, me cuestionó o sí sé a quién le cuestiono, le cuestiono a mi creencia “ya bueno! papá dios, porque me diste estos papás, porque este, y no otro” y digamos que fue un ejercicio de muchos reproches y fue un ejercicio de mucho dolor porque me acuerdo tanto una frase cuando yo tenía 13 años que casualmente me encuentro a mi papá le digo cómo estás, acordate que yo cumplo años el 15 septiembre y él me dijo “jumm, yo cumplí el 3 de… usted no me dijo nada” y ese fue el encuentro más cercano que tuve en los últimos años, entonces durante la adolescencia cargada yo no podría decirte de rencor, ni odio pero, sí como con el malestar con mi papá y yo decía que no tenía papá, yo lo evitaba totalmente ( Sujeto I)

Desde las voces de los jóvenes se encuentra que uno o ambos padres no resulta fuente de gratificaciones, presenta fractura en tres categorías observadas por Levine, R. (s.f) en las sociedades humanas: la supervivencia física y salud del niño, el desarrollo de la capacidad de comportamiento del niño para autosostenerse económicamente en su madurez y el desarrollo de las capacidades de comportamiento del niño para maximizar otros valores culturales, por ejemplo: moralidad, prestigio, riqueza, piedad religiosa, logro intelectual, satisfacción personal, autorrealización. Siguiendo al autor todas estas metas implica “estrategias de investimiento parental, o colocación que hacen los padres de sus valiosos recursos, incluyendo tiempo y afecto en la persecución de sus metas tal como ellos las ven” (p.3) aclarando que son patrones de crianza diversos y no uniformes.

A la luz de las realidades circundantes, familiares, históricas y culturales que vivenciaron los jóvenes de la presente investigación se pueden observar por lo menos dos elementos de relevancia actual en los sentimientos de ausencia:

No existe por parte del padre y/o madre acciones cotidianas que mantengan y sostengan su lugar simbólico en la dinámica familiar.

Pareciera que las dinámicas de los padres permanecen amarradas a la intensidad de responder con prontitud, inmediatez y de forma instantánea el día a día, esfumándose y siendo cada vez innecesario sentir al otro, escuchar, acariciar, atravesar la mirada. En algunos jóvenes aparece una enunciación de “libertad” entregada por parte de los padres como sinónimo de soledad:

Respecto a mi madre la ausencia por su trabajo, la forma de ser de ella es bastante complicada, yo vine a entenderlo ahora, vivía muy resentida con ella. La forma de ser de ella traspasa de esa independencia a un sentirse como solo, no maneja el límite [...]una cosa es aprender a ser independiente y que te guíen y otra cosa es vivir la soledad, sentirse solo (Sujeto E)

Durante todo ese tiempo te puedo decir que tuve vínculos con mi papá en una, tres o cuatro oportunidades, pero era así como vínculo relámpago, de hola papá ¿cómo estás? porque me lo encontraba casualmente en la calle, pero nunca hubo un acercamiento de cuidado, de protección (Sujeto I).

Las soledades representadas en estos jóvenes implican una reacomodación en la vida intrapsíquica y los procesos sociales que no tuvieron lugar en las experiencias y ofrecimientos tempranos. La relación con los padres desde la infancia es recordada por los jóvenes por la ausencia afectiva y protectora, poca referencia para vivirse como mujer en sus adolescencias, contextos familiares permeados por la violencia intrafamiliar, necesidades básicas no resueltas; expectativas resquebrajadas respecto al cuidado; jugar en soledad y vivir una relación sentida de manera distante, desinteresada de lo que ocurre con su vida personal y escolar, asumir roles no correspondientes a la edad, incluso con sentimientos de no pertenencia al contexto familiar. Los siguientes relatos hilan los sentires que anuncian un lugar simbólico de los padres pendiente en sus historias:

No era cariñosa, ni expresiva, hasta despreocupada cuando era niña (Sujeto A)

Era muy duro usted tener doce años y usted llegar a su casa y ver a los dos tirados, o sea, eso es algo que…, yo decía: “¿por qué me están dando ese ejemplo?”. Yo les decía: “¿Por qué me están dando ese ejemplo tan horrible, ese ejemplo en el que…”, ¡a mí no me gusta el licor! Y yo les hablaba y no me paraban bolas. Pero, había algo muy raro, ¡que yo les pedía algo y me lo daban! O sea, yo les pedía: “Apá deme veinte mil pesos, porque necesito ir a comprarme una hamburguesa” y me los regalaban, pero seguían que no me paraban bolas del vicio (Sujeto K)

También se enfatiza confusión de rol y sobrecarga de funciones en el contexto familiar cuando uno de los participantes afirma que fue “el hombre de la casa” y le tocó volverse más autónomo:

Pues ahí me tocó... ser el hombre de la casa, prácticamente...digamos, que la ausencia de él cómo, pues, me hizo trabajar, o sea, ahí empecé a trabajar, empecé a tener mis primeros trabajos... llevaba ya las cosas para la casa..., la comida..., entonces así me sentía muy dignificado… pero, pues, al fin y al cabo, todavía era un mocoso, digamos, todavía estaba muy pequeño... y no podía defender... a mi... a mi familia, no podía… (sin la ausencia padre) no hubiese tocado trabajar tanto. De pronto hubiera jugado tal vez más. (Sujeto B)

Pareciera que en los tiempos de velocidad como lo indica Kehl (2009) la debilidad de las referencias de identificación se empobrece y los padres se sienten incapaces de ser adultos y autoridad, prefirieren ubicarse como amigos. El padre del sujeto B declara abiertamente su fracaso y le propone a su hijo ser “amigos”.

como te digo ya hace mucho tiempo que no he tenido la oportunidad de hablar con él (papá), pues, de sentarnos, de…; pero, ya estando él, yo creo que la relación mía ya más bien sería como… una relación de amigos, porque, él mismo me ha dicho, incluso, que como ya fallé como padre, entonces al menos seamos amigos. Entonces yo: ¡ah bueno! (como con desgano y agacha la mirada) (Sujeto B)

En palabras de Lebreton (2012) “la dimensión de transmisión y de filiación es debilitada por la proximidad de un padre más amigo que autoridad y por la flexibilidad de una relación conyugal que conduce a menudo a la separación” (p. 46). Asistimos a soledades que fueron vividas sin límites, sin palabra y sin envoltura de cuidado, con la pretensión de libertad, que entre otras es la clara desconfiguración de la contención, es decir “de los límites de sentido apropiados para situarse como actor en la reciprocidad social” (Lebreton, 2012, p. 44)

A diferencia de generaciones pasadas caracterizadas por el Pater Familia con poder al interior del hogar, encontramos la invitación a ser amigo y el fracaso de ser padre, estas dos declaraciones justamente muestran el deterioro social de la paternidad (Philipe, 2001). Hoy las funciones sociales del padre son establecidas por diversas instituciones que en nombre de la corresponsabilidad se ocupan de: proteger, socializar, enseñar, cuidar. A la luz de estas transformaciones, surge una nueva relación subjetiva que advierte la pregunta por el paternar que se despoja de la identificación en la crianza y se desliga de sostener el saber genealógico, este último, como lo indica Tenorio ( 2004 ) consiste en la entrega identidades familiares , inscripción social, pertenencia y normatividad social “reconocer el orden del parentesco e incluirse en él, demuestra que el niño/a ha logrado establecer con su familia una relación simbólica que se sobrepone y apacigua la relación puramente afectiva de la niñez temprana (p.18). La nueva representación de “amigo” es portadora de una asignación distinta por fuera del contexto familiar.

Estos jóvenes ubican en un momento de su vida el borramiento del cuidado y el límite como funciones esenciales en el favorecimiento de las relaciones sociales, el gusto por la vida y el reconocimiento de lo prohibido. El padre y/o madre dejan de ser garantes, no propician guía, orientación y recursos simbólicos, pero sobre todo las voces de los jóvenes enuncian la posición afectiva desdibujada: amor, escucha, protección son algunas de estas expresiones que aparecen como necesidad imperante en el momento de la infancia y la adolescencia.

Esta generación de jóvenes enfrenta la desilusión de un ideal: sentirse acompañado, cuidado y protegido por uno de sus padres. Las ausencias reclamadas por los jóvenes investigados se ven reflejadas en valores requeridos en su momento de la niñez y adolescencia que soportan un caminar en las diversas transiciones de su desarrollo, así como la necesidad de tener confianza, sostén, seguridad, saberse que cuenta con el involucramiento y/o participación del adulto en la vida escolar. Una relación que le permitiera descubrirse, identificarse y aprender cómo enfrentar con espontaneidad las situaciones de la vida.

Por parte de mi papá nunca recibí como ese acompañamiento, mucho menos el cuidado y mucho menos la parte afectiva, entonces él para nosotros se ha convertido como en un ente muy externo y muy extraño (Sujeto I)

Esta construcción de sentirse como parte del mundo familiar y establecer conectividad pareciera tener un rumbo distinto: estar por fuera de la matriz intersubjetiva y no involucrarse o asumirse en un “nosotros”, aspecto indispensable en la organización psíquica para las relaciones sociales, comunicación y aprendizaje. En este sentido, sentir al padre como un extraño emerge de las constantes inestabilidades de vínculo donde “la sexualidad y los sentimientos de intimidad no necesariamente se recubren”. (Schejtman, p. 32)

Pareciera que en este momento de la vida del sujeto I existe una pérdida de amor del objeto y una desilusión del padre que se afianza con mayor fuerza cuando se aproxima a sus dieciocho años y desea borrar, rasgar su linaje generacional y nominación:

Quería cambiar mi apellido, quitar mi apellido. En algún momento le reproché a mi mamá y le reproché más porque cuando empezó la oleada de la adolescencia y encuentros con mi mamá yo busqué a mi papá con la intención de irme a vivir con él y obviamente el rechazo fue “¡cómo se le ocurre!” y me cerraba la puerta en la cara (Sujeto I)

De este modo podemos señalar que el joven percibe e integra la experiencia de ausencia de sus padres semejante a la relación con un extraño.

En ausencia del padre no es posible vincularse con la madre, ella también está ausente

Socialmente ser padre o madre en nuestros días está trazado por numerosas características propias del mercado que ubican su acento en la incompletud, el establecimiento de fallas en las relaciones con los hijos (as) y promoción de prácticas de cuidado que pasan por lecturas profesionales y tecnicismo imperantes. Sin desconocer estas realidades, las voces de los jóvenes de la investigación nos permiten preguntarnos por las experiencias de ausencia de uno o ambos padres y los modos subjetivos de representar las situaciones vividas sin la presencia física o emocional de la mamá. Tal como lo refieren los siguientes jóvenes:

Mi mamá siempre estuvo como aparte porque, o sea, siempre había alguien que se tenía que quedar en la droguería y siempre había alguien en la droguería y siempre era ella…muy pocas veces hice cosas con mi mamá, o sea las cosas que yo hacía con mi mamá era como ir al médico…

Yo estaba con las muchachas, en mi casa había una muchacha para cocinar, una para lavar, una para cuidarme o sea todo ese poco de vainas, entonces de pronto en la tarde había una profesora que me ayudaba hacer las tareas; siempre estuve como acompañada de terceros. Entonces, de remate no me dejaban tener amigos, no me dejaban salir, pero era mi mamá la de esa vaina, mi mamá era como que: llegó fulanita a buscarte: no ella no está, y yo estaba ahí, o sea, yo escuchaba todo. (Sujeto G)

En la niñez se olvidaban de uno; mi padre no estuvo el día de mi Confirmación y mi madre prefería beber con su esposo a atender a su hijo”. (sujeto K)

Yo nunca la he visto a ella guerrear por nosotras, que “se la voy a meter toda…, voy a trabajar…, que mis muchachas están mal…, mis niñas están pasando mal…, me voy a emberracar a hacer lo que sea… (Sujeto C)

Mi mamá nunca exige, mi mamá nunca está pendiente de si usted quiso hacer esto, si lo hizo bien, si lo hizo mal, no… no ella no… ella Dios me lleva y Dios me trae… ¿quiere? Bueno, ¿no quiere? Bueno, que se va a hacer (Sujeto F)

El lugar de la madre ha sido reconocido como una figura representativa e importante en los momentos vitales, sociales y vinculares de la existencia. Sin embargo, encontramos rostros maternos ausentes, y a su vez un rostro real que nos deja ver las actividades femeninas por fuera del hogar y de las realidades operantes en tiempos actuales. Podemos decir con Lipovetsky (2006) que la separación entre trabajo y familia en el que la ocupación de una mujer está por fuera del orden familiar y no en su consagración, recae en una especie de desnaturalización que coloca en cuestión los ideales esperados sobre la mujer en el hogar y resalta la identidad social desde el trabajo- lo que hace y su reconocimiento profesional, así como ser “agente individual responsable de su propia vida” (p. 205) marcado por un cambio esencial en nuestra sociedad “rechazando una identidad constituida meramente por los roles familiares” (p. 207), característica que se coloca en escena con el Sujeto G, una mujer que abraza la atención al público, y el sujeto I quién recuerda a la mamá frecuentar festividades.

Los adultos diferentes a los padres aparecen para experimentar esta intervención necesaria en la constitución subjetiva en un momento de la vida navegado por el joven, por ejemplo, los sentimientos de ausencia marcados por la muerte de la madre, resulta en estos casos un imperativo para amar a otros, construir lazos sociales como posibilidades para vivir. Desde esta óptica, podemos decir que “la palabra familia se escapa de la semántica, para ampliar su significado al englobar a todo no familiar (persona, institución, grupo) que produce efectos, función familia en el medio ambiente” (Alizade,2015), Configuración que también teje el sujeto H, abandonado por los dos padres y acogido por sustitutos, en particular la abuela, con quien convivió aproximadamente 5 años- desde la edad de 10 años: “Los primeros días fueron duros, uno llora y le hace falta la familia, pero por lo menos uno busca familia en cualquier parte” (Sujeto H)

La enunciación “familia en cualquier parte” denota que por fuera del núcleo más cercano es posible hallar un interlocutor que transmite norma, sostiene, ingresa un diálogo confrontador e inscribe en un vínculo diferenciador y de sentido. Es precisamente los referentes alternos, los recursos propios y del contexto en cada joven participante de la investigación lo que da lugar a la subversión del orden establecido, apuntalado por investigaciones que priorizan en sus marcos comprensivos una pobreza subjetiva en niños y adolescentes que crecen sin la presencia de los padres.

Impacto de los sentimientos de ausencia de padres en los jóvenes

El sentimiento de ausencia que manifiestan los jóvenes respecto a los padres impacta en la forma como configuran su subjetividad en aspectos como lo femenino o masculino, así lo refiere el Sujeto A al decir que la ausencia de su madre representaba desconocimiento sobre los cambios de la mujer, en particular el paso de niña a adolescente: “De pronto en darme un consejo... por ejemplo, el día que me vino el período, que no tenía nadie que estuviera ahí, que me enseñara ese tipo de cosas... cosas de la intimidad de una mujer”.

El impacto de la ausencia también se establece en la forma de comprender los diferentes roles de ser padre o madre, es decir, no se tiene claridad sobre cómo sería lo que una persona desde su lugar paterno propicia, lo que denota a su vez no saberse hija, aspecto que se ve reflejado en el discurso del sujeto C:

yo realmente no sé cómo sería un papá con uno o cómo sentir... como... a mi si me quedó de pronto ese vacío... de pronto pues digo yo porque, pues sí, igual ninguna figura como que... yo no sé si es un vacío que hay que llenar, no sé, o si es un vacío que simplemente, ni siquiera alcanza a ser un vacío, sino que es una situación o algo así

En cuanto a la forma de establecer relaciones sociales, se encuentra que está mediada mayormente por la desconfianza y decepción hacia los demás:

mucha gente piensa que el amor es como un juego, que todo es juego..., y al inicio, pues, no lo ves así, pero con el tiempo te das cuenta que sí es un juego, entonces..., más bien..., hay que jugar así... a partir de eso he decidido como estar soltero en la vida... Pues es que, imagínate, si un hijo no amarra o no logra tener a un padre (aprieta el puño), ¡qué va a hacer pues uno que no tiene ninguna relación de consanguinidad con otra persona! Sino que son cosas así de palabras, que de pronto uno las puede expresar con mucho afecto, pero, puede que a la otra persona le lleguen así (se señala de una oreja a otra) y le salgan por el otro lado. Entonces uno nunca va a saber si realmente la otra persona aprendió esas palabras o las tomó o las interiorizó...; yo soy muy entregado, yo soy muy romántico, es como tan..., ¡lo podría hacer como tan, sin problema y sin ningún interés...! Que temo que la otra persona vea eso como más bien, como una burla, como que... “¡ah, mirá, lo tengo aquí, lo tengo acá!”, y no es tan así (Sujeto B)

Igualmente, la pérdida de confianza para expresar sus sentimientos fue configurando aislamiento social y tiempos de soledad como lo expresa el Sujeto A:

¡Y ya me acostumbré a estar sola! Ya en ese entonces ya me había acostumbrado a estar sola...Yo aprendí a encerrarme en el cuarto y en mis cosas, de pronto me reprimía de hablar con las personas, porque sentía que no me iban a entender”

Así mismo, se afectan las relaciones familiares; el Sujeto H, dice: “yo siempre he sido desprendido en cuanto a lo emocional con respecto a la familia, de pronto en la misma situación, la misma vida me llevó a ser así”.

Frente a los diversos impactos experimentados por los jóvenes se inaugura huida del malestar cultural y del contexto cercano hacia un medio sociocultural en la que el sujeto va tejiendo con otras figuras de identificación: abuelos, tíos y posteriormente maestros y docentes universitarios que fueron brindando varios elementos simbólicos y experiencias psíquicas para su lugar de sujeto social, ciudadano, profesional.

Afrontamiento de la ausencia

Ante las ausencias de los padres (física o afectiva), los jóvenes en la infancia y adolescencia empezaron a buscar espacios para sentirse seguros mediante vínculos confiables que impulsan el vivir cotidianamente, la tranquilidad y experiencias que proporcionan confianza en uno mismo y gestan la apertura para explorar hacia afuera. Los tíos (as), los abuelos (as), el profesor(a) de la escuela y de la universidad, resultan ser algunos de los referentes alternos a los padres que brindan referencialidad (Cardona-Rodríguez et al, 2017)

Era una mujer muy dulce (Madrina), entonces, me trató como a una hija; yo nunca tuve ningún tipo de necesidades en su casa, mientras vivía con ellos, de ninguna índole… (Sujeto A)

“mi abuela siempre lo hacía sentir en paz con uno, uno iba a misa, ella nos enseñó que hay que tener fe y lo que usted creyera había que tener fe, eso era lo más importante” (Sujeto J)

A mí me gusta mucho el fútbol, y yo me metí a una escuela de fútbol y yo... A mí la profesora Gloria Elda, la que te comento, ella me dijo: “si sus papás no le hacen caso, la única forma es usted... haga deporte, porque eso lo ayuda mucho”; y yo era jugando y a mí se me olvidaba totalmente todo (Sujeto K)

Los referentes alternos visibilizados en los jóvenes de la investigación colocan a disposición experiencias no transferibles pero que les convocaron a encarnar decisiones esperanzadoras entretejidas entre sí. La creencia, relaciones basadas en la ternura, el amor, la confianza en su propia capacidad para asumir el mundo, el alcance de logros académicos, bienestar físico y económico resultan de suma importancia para estos tres jóvenes que enfrentaron una paternidad variable y distante de las formas de proteger, cuidar y enseñar.

El apoyo de otros configurado por la presencia de referentes alternos representa para estos jóvenes ganancias: ser agentes activos, alcanzar iniciativa y posicionarse en seguridad para enfrentar los diversos retos, aspectos que llevan hacia el sostenimiento de intercambios, diálogos, investimentos afectivos y continuidad para posteriores desempeños sociales como las competencias laborales, académicas, interacciones y decisiones éticas.

Además de las figuras representativas de cuidado y afecto sostenido por las características de la cultura de occidente; los relatos culturales ocupan un lugar privilegiado en la existencia de los jóvenes colombianos, quienes encuentran apoyo social en la literatura, los saberes populares y la inserción laboral:

me gustaban mucho los libros, ella me compró, ella (mi mamá) le compró a mi hermano una enciclopedia grandísima y en ese tiempo era un lujo, mi mamá trabajaba era para eso, para la casa, para tenernos pues las cosas, entonces nos tenía una enciclopedia que se llamaba el mundo de los niños, y yo era feliz con esa enciclopedia (Sujeto E)

yo fui creciendo en todo eso que todo es comunidad, que a veces se reunían las mujeres a tejer, yo les ayudaba, yo fui a las veredas a ver cuál era la realidad como vivía la gente del campo (Sujeto J)

Los sentimientos de ausencia y los modos de afrontamiento en los jóvenes colombianos nos enseñan los importantes ajustes vitales que alcanzan para dar continuidad a las exigencias sociales propias de sus contextos y en efecto considerar la relevancia que tiene para la vida psicológica los ofrecimientos que subjetivan distante de relaciones relámpagos en las que la posibilidad para vincularse e integrar al otro a la vida están estériles.

Conclusiones

Se puede observar en la investigación el malestar que produce la ausencia física y/o psicológica de los padres con los jóvenes, como lo expresan, por ejemplo, los sujetos A y E de sus madres: “no era cariñosa” o ausente por su trabajo, respectivamente, I por su parte recuerda el escaso contacto que tuvo con su padre, mientras que los padres de K eran personas adictas al alcohol. A estos ejemplos se agrega el abandono de los padres (H), la muerte de uno de ellos (A, G y E), la negligencia (C), y la violencia intrafamiliar (B). Transitan, así, desde temprana edad hasta la madurez por estados relativos de bienestar subjetivo, pues encuentran en otros adultos la posibilidad para contener o alivianar las ausencias, pero esto no resta del todo el peso de sus vivencias.

Cuando la familia no se constituye en una fuente significativa para el desarrollo evolutivo del infante, pues es una generación en la cual se rompe con el ideal, éste, entonces, se provee de “otros” para aliviar la tensión subjetiva que esta falta le ocasiona. Los sujetos que formaron parte del estudio nos dieron a conocer lo que esto implicó: soledades que representaron un tránsito por la incertidumbre que ocasionaba por su lugar en el mundo, una cuestión que comprometía su vida intrapsíquica, sus relaciones interpersonales y dificultades en el ingreso a otros contextos distintos al familiar. Sin embargo, como algo particular que ya otros estudios han identificado (Moreno Carmona, 2012, 2013, 2014; Montoya Zuluaga, Castaño Hincapié, & Moreno Carmona, 2016; Cardona-Rodríguez, Osorio-Tamayo & Moreno-Carmona, 2017), las ausencias abren las puertas a la referencialidad de adultos significativos que son capaces de contener emocionalmente las crisis, servir de identificación frente a su condición de género, suministrar herramientas para afrontar los avatares de la vida, permitirles, en concreto, la posibilidad de hacerse a un mundo.

La familia, de esta manera, se redefine de la forma clásica como se denomina su constitución triádica de madre-padre-hijo, en algunos casos ampliándose para abarcar otros miembros de la misma línea de consanguinidad como abuelos, hermanos, tíos, primos; u otros adultos que están por fuera de la cercanía parental como padrinos, profesores, amigos, entrenadores, escuela, equipos de juego, etc. Socialmente, se subvierte el orden establecido. (Alizade, 2015).

Lo anterior también debe verse como la crisis que esto provoca, pues siendo ésta significativa para los sujetos, sus padres se convierten en extraños, distantes, lejanos, una cuestión de alta importancia pues parece ser que algunos de estos jóvenes presentan dificultades para conformar, luego, nuevas familias, pues no hay un modelo claro de lo que esto implica. Esto no resta, por supuesto, de que en sus proyectos de vida aspiren a constituir una familia. Vale la pena indicar que estas realidades nos señalan lo no lineal de la vida y las particularidades ambiguas de la condición humana (Eros- Thanatos), encontramos por ello, además de sus dilemas, las posibilidades de construir mundos distintos, disposición para “salir adelante”, para establecer vínculos más saludables, relaciones con los otros, incluyendo las familias, más adecuadas.

Para terminar, teniendo en cuenta los sujetos que participaron en la investigación y sus situaciones particulares, se pueden observar las dramáticas cifras de la violencia intrafamiliar en Colombia, en septiembre del año 2020 la fiscalía reportó 60 mil denuncias (El Tiempo, 2020), de igual manera el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF, 2020) en el Boletín N°2 reportó que entre el 12 de marzo y el 11 junio de 2020, “42991 solicitudes de restablecimientos de derechos, de los cuales 29.126 activaron equipos de Defensoría de Familia. De estas el 56% fueron por motivo de violencia física, psicológica y/o negligencia”. De acuerdo con la Misión de Observación Electoral (MOE) en el 2020 se registraron “563 hechos de violencia contra los líderes políticos, sociales y comunales en todo el territorio nacional. Esto representa un aumento del 70% en comparación del 2018 y del 2% frente al 2019” (MOE, 2021). Por citar estos datos, esto implica una honda preocupación por el desarrollo de los niños, adolescentes y su tránsito hacia la adultez, de la manera como las familias y los grupos secundarios, incluyendo las instituciones del Estado prevén formas de actuación para disminuir el impacto psicológico que esto conlleva.

¿Cuáles son los referentes significativos que pueden asegurar un futuro más apreciable a los niños y adolescentes involucrados en consideración de estos fenómenos sociales? Surge esta pregunta, porque de acuerdo con el presente estudio coincidimos con la propuesta de la existencia de una “red referencial” (Moreno Carmona, 2017) que posibilita oportunidades en contextos familiares donde hay ausencias físicas y/o psicológicas de los padres. Es una puerta de entrada para psicólogos y profesionales relacionados con cuestiones de familia, pues, más que buscar asegurar la conservación tríadica de la familia, se puede observar la importancia de los otros referentes en la vida de los niños, adolescentes y adultos. Esto demanda, incluso, las formas como se estructuran los factores de resiliencia.

Referencias

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