Artículos de investigación

Un sistema que se hunde es sus profundas contradicciones

A System Sinking into its Deep Contradictions

Alfonso Insuasty Rodríguez
Universidad de San Buenaventura, Colombia
Eulalia Borja Bedoya
Grupo de investigación y Editorial Kavilando, Colombia
Yani Vallejo Duque
Grupo de Investigación y Editorial Kavilando, Colombia
Daniel Ruiz Bracamonte
Grupo de Investigación y Editorial Kavilando, Venezuela
Luis Alfredo Burbano Narváez
CedINS, Colombia
Santiago Salinas Miranda
CedINS, Colombia
Brenda Milena Perdomo Rodríguez
Centro de Investigación y Análisis de Medios (CIAM), Colombia
David Felipe Céspedes Rodríguez
Centro de Investigación y Análisis de Medios (CIAM), Colombia

Revista Kavilando

Grupo de Investigación para la Transformación Social Kavilando, Colombia

ISSN: 2027-2391

ISSN-e: 2344-7125

Periodicidad: Semestral

vol. 14, núm. 2, 2022

revistakavilando@gmail.com

Recepción: 17 Mayo 2022

Aprobación: 29 Julio 2022



Resumen: La crisis mundial, en sus diversos órdenes, se profundiza. Esta civilización, dependiente de los combustibles fósiles, va llegando a su límite, por lo que debe transitar hacia otras formas de producción y consumo sobre una matriz diferente a la trazada por el modelo capitalista de crecimiento a escala ascendente, en tanto que la supervivencia y cuidado de la vida está en juego. Sin embargo, los poderes globales insisten en sostener un modelo devastador y el impacto lo sentirán los pueblos: migraciones, hambre, alto costo de vida, entre otros hechos que exigen, desde los múltiples abajos, movilizarse de manera fuerte y aunar fuerzas para mover las esenciales transformaciones que los Estados no desean llevar a cabo.

Palabras clave: Orden mundial, Crisis energética, Crisis combustibles, Crisis económica, América Latina, Cambio climático.

Abstract: World crisis, in its various aspects, is deepening. This civilization, dependent on fossil fuels, is reaching its limits and must, therefore, move toward other forms of production and consumption based on a different matrix from the one outlined by the capitalist model of growth on an ascending scale, since the survival and care of life is at stake. However, the global powers insist on sustaining a devastating model and the impact will be felt by the peoples: migrations, hunger, high cost of living, among other facts, that demand, from the multiple levels, to mobilize strongly, and to join forces to move the essential transformations that the States do not wish to carry out.

Keywords: World Order, Energy Crisis, Fuel Crisis, Economic Crisis, Latin America, Climate Change.

Introducción

Presentamos como ejercicio colectivo de construcción de conocimiento, varios insumos para el análisis del contexto cambiante y dinámico que, como pueblos, debemos comprender para tomar decisiones estratégicas, en virtud de fortalecer las luchas por la salvaguarda de la Pachamama: sus territorios, pueblos, culturas e historias, ejercicio más que necesario teniendo en cuenta el actual momento, donde la confusión y la desinformación orientada y motivada por poderes hegemónicos, predomina.

Metodología

Metodológicamente, la coyuntura se refiere al análisis del campo de acción y posibilidades que tienen los actores a través de su correlación de fuerzas, dentro de una estructura que permanece y que se caracteriza por tener acontecimientos de tal relevancia que los pone en disputa. Una característica fundamental es que, a través del análisis de coyuntura, surge la posibilidad de entrever los escenarios futuros que derivan de los acontecimientos y los proyectos e intereses que encarnan y disputan los actores, en palabras de Zemelman “La realidad social no es un objeto posible sólo de observarse correcta o incorrectamente, sino que es una construcción social de acuerdo con un proyecto de futuro” (1989, p.21).

Desde el equipo investigativo, se orientó el análisis de coyuntura como una herramienta que permite contribuir a la comprensión de los recientes acontecimientos a nivel global respecto a la crisis económica-energética, su impacto y consecuencias para América Latina y Colombia.

A través del seguimiento y la sistematización de información y noticias a nivel global y nacional en medios de comunicación, comunicados oficiales de los Estados, entes internacionales, entre otros, se presentan tres escenarios, geográficamente hablando: Internacional, América Latina y Colombia. En esta oportunidad, el desarrollo se hará por ejes temáticos donde se cruzarán los tres niveles territoriales anteriores, así: 1. Tensiones geopolíticas y guerras. 2. Crisis económica, social y política. 3. Crisis ambiental y energética; 4. Movimientos sociales: Acción, atomización, autonomía y cooptación; 5. Vacío narrativo y nuevos enemigos absolutos.

Resultados

Contexto de la Geopolítica

En los actuales momentos, el futuro del planeta depende del conflicto militar que se desarrolla entre las potencias occidentales, dominadas por Estados Unidos (EEUU) contra Rusia. Puede considerarse la escalada bélica más importante de toda la historia humana, si tomamos en cuenta los recursos tecnológicos dispuestos y su alcance destructivo.

Rusia frena en su antiguo territorio al Occidente atlantista

El 30 de septiembre de 2022, durante la ceremonia para la firma de los tratados sobre la adhesión de la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk, la Región de Zaporozhye y la Región de Jersón a la Federación Rusa, tras celebrarse los respectivos referéndums, el presidente Vladimir Putin pronunció claramente “hacemos un llamado al régimen de Kiev para que cese inmediatamente el fuego y todas las hostilidades; poner fin a la guerra que desató allá por 2014 y volver a la mesa de negociaciones” (RT, 2022). De esta manera, nuevamente, el mandatario ruso mostró la disposición de retomar lo esencialmente necesario para encausar la situación hacia un acuerdo justo, para poner fin al escalamiento del conflicto.

En su mensaje emitido desde el Salón San Jorge del Gran Palacio del Kremlin el mandatario expresó el papel de Occidente en la actual crisis civilizatoria, subrayó: “está dispuesto a cruzar cada línea para preservar el sistema neocolonial que le permite vivir del mundo, saquearlo gracias al dominio del dólar y la tecnología, cobrar un tributo real de la humanidad, extraer su fuente primaria de prosperidad inmerecida, la renta pagada a la hegemonía. La preservación de esta renta vitalicia es su principal, real y absolutamente interesada motivación” (RT, 2022).

La Asamblea General de las Naciones Unidas condenó las consultas –como se esperaba- y exigió a Rusia retirar sus tropas de esas áreas (ONU, 2022). En la jornada, Vasili Nebenzia, el representante permanente de Rusia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló que las consultas populares “muestran que la gran mayoría de los que votaron apoyaron la idea de que estas regiones se conviertan en parte de su país” (ONU, 2022). El diplomático calificó a la resolución del organismo multilateral como un documento politizado y abiertamente provocativo.

Para la tercera semana de octubre las fuerzas militares ucranianas, fortalecidas por la OTAN, continuaban hostigando a las poblaciones civiles pro-rusas, pero con pérdidas significativas por el fuego de artillería del ejército ruso. Por tal razón el presidente Vladímir Putin, anunció la introducción de la ley marcial en las provincias de Zaporozhye y Jersón, y las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, lo que confirió a sus autoridades nuevos poderes para garantizar la seguridad de los territorios.

Por estos días una Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre las Violaciones de los Derechos Humanos en Ucrania, creada según la resolución de la ONU contra Rusia adoptada en marzo (ONU, 2022), publicó su primer informe. Para Moscú, esta Comisión de Derechos Humanos es considerado un ente de propaganda y un instrumento para ejercer presión sobre el país.

La portavoz de la cancillería rusa, María Zajárova, al abordar el tema ante los medios, denominó el comportamiento de la Comisión como “sintomático”, al no tener en cuenta los crímenes cometidos por las fuerzas armadas ucranianas y sus batallones de mercenarios contra la población civil. Para el 20 de octubre, la operación militar especial rusa en Ucrania presentaba un total de 486 aeronaves derribadas, 874 lanzacohetes blindados destruidos, cerca de 2 300 drones caídos, más de 3 500 cañones de artillería neutralizados, más de 5 900 tanques y, al menos, 6 670 vehículos blindados destruidos (Riafan, 2022)

Con el devenir del conflicto, es notorio que la operación militar de Rusia en su frontera con Ucrania es la respuesta de un Estado soberano a una guerra planificada e incitada por EEUU y sus aliados, ante el colapso del orden económico y militar del occidente colectivo. La retórica de Washington y la Alianza con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) evidencian la preocupación por el fortalecimiento de China y Rusia y, hasta cierto punto, la capacidad mostrada por Alemania, que le permitió sobresalir como la potencia —económica y tecnológica— europea, al menos durante las dos últimas décadas.

Este vector productivo desde Eurasia (eje Beijing-Moscú-Berlín) mostró, en el pasado reciente, que Alemania tendría la capacidad de industrialización y de cooperación con las potencias orientales, para garantizar el fortalecimiento del bloque europeo dentro de un equilibrio multipolar ante la amenaza de un sistema de gobierno global único que busca exigir todos los recursos finitos del planeta Tierra para sí. Es decir, alejarse de la dependencia de los EEUU.

El indicio de la desindustrialización europea

Es preciso preguntarse si las empresas alemanas decidirán adherirse a la creciente dinámica de la economía euroasiática que, siendo mucho más robusta que la estadounidense, podría garantizar al resto de Europa más aperturas del comercio y la inversión, lejos del control de Washington. Cualquier acercamiento entre Rusia y Alemania supone una amenaza existencial para la hegemonía unipolar. Cada acción denota el verdadero objetivo: colapsar la economía europea, apuntando a cortar el suministro de energía rusa.

Las autoridades alemanas del sector gasífero anunciaron, durante los primeros días de octubre, las dificultades para sostener los altos niveles de consumos doméstico. Klaus Müller, presidente de la Agencia Federal de Redes, dijo mediante un comunicado

Sin ahorros significativos también en el sector privado, será difícil evitar una escasez de gas en invierno (…) en vista de las instalaciones de almacenamiento bien llenas, podemos pasar el invierno bajo tres condiciones: en primer lugar, deben implementarse los proyectos que se han iniciado para aumentar las importaciones de gas. En segundo lugar, el suministro de gas en nuestros países vecinos también debe permanecer estable y, en tercer lugar, hay que ahorrar gasolina, aunque hacia el invierno haga aún más frío. Dependerá de cada uno" (Bundesnetzagentur, 2022).

Es un escenario complejo: cada día más áreas vitales, como los centros hospitalarios, se ven afectadas. En una publicación del 16 de octubre de 2022, el ministro de Sanidad alemán advierte del posible cierre de algunos centros debido al aumento de los precios de la energía y la inflación (Spiegel, 2022). Para ir más a fondo, desde su construcción, el sistema de tuberías del Nord Stream 1 y 2 representa una amenaza significativa para los intereses estadounidenses, una barrera dentro de sus planes de consolidar las empresas norteamericanas del gas natural licuado en el mercado global.

El viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, consideró que el atentado terrorista contra las tuberías “hundieron a Europa en una pobreza energética (…) prácticamente anuló la seguridad energética que la Unión Europea (en adelante UE) ha buscado durante mucho tiempo” (RT, 2022). Este sabotaje al sistema de suministro energético que cubría el 40 % de las necesidades de gas del bloque europeo, según los especialistas rusos, es restaurable y, de hecho, una de ellas permanece intacta y operativa. Quizá lo significativo es el deterioro de las relaciones —entre EEUU y Alemania— al exponerse los relatos de las partes, además de los análisis especializados tras el evento.

En este contexto, es importante destacar que —a pesar de los hechos ocurridos hasta la fecha— Alemania mantiene sanciones contra Rusia pero, ante la llegada del invierno, nada se da por definido. El investigador y consultor geopolítico Lucas Leiroz, hace ver otra de las consecuencias de las políticas anti rusas: el extremismo. En un artículo de mediados de octubre reflexionó que

los funcionarios alemanes se niegan a comprender la realidad evidente de que la solución al problema europeo no pasa por cambios institucionales o una planificación a largo plazo, sino por una acción incisiva en política exterior (…) dejar de adherirse a las sanciones suicidas y reanudar de inmediato la diplomacia pragmática con Rusia (Infobrics, 2022).

De acuerdo con lo anterior y, según los datos analizados por la agencia rusa Sputnik, un total de 13 países de la UE aumentaron las importaciones de bienes procedentes de Rusia en junio, y entre estos destacan: “Alemania fue el mayor importador en términos monetarios en junio, con 3 mil 500 millones de euros en bienes rusos, seguida de Italia (2 mil 600 millones de euros) y Holanda (1 mil 700 millones de euros)” (Sputniknews, 2022)

De manera preliminar, esto no significa que la situación sea favorable. Las corporaciones alemanas se han visto obligadas a reducir la producción y trasladar las inversiones a EEUU para reducir los costos, y entre ellas se cuentan las gigantes Lufthansa, Siemens, Volkswagen, Mercedes-Benz y BMW (Xinhua, 2022).

Según el informe de octubre de la agencia china Xinhua, la alerta está en que “Europa corre el riesgo de desindustrializarse” (Xinhua, 2022). Esta es —quizás— la jugada privilegiada por la administración de Biden-Harris para reacomodar sus piezas en la dinámica escena global y buscar favorecer su golpeada economía.

En la actualidad cambiante, lo evidente es que las alianzas en Occidente necesitan de una estabilidad interna urgente para lograr, al menos, presionar a Rusia y China. Con la dimisión de la Primera Ministra británica, Liz Truss, 45 días luego de asumir el cargo dejado por Boris Johnson, y las protestas crecientes en toda Europa contra la intervención en Ucrania y el desvío de fondos para sostener la guerra, la crisis política luce más adversa de lo calculado, en medio del advenimiento de una profunda recesión económica.

Nuevo paradigma de modernización de China frente a las economías occidentales

Por su parte, China es el país industrial más grande del mundo y se muestra como una de las opciones a considerar por las empresas europeas. El Ministerio de Comercio del gigante asiático resalta que muchas de las principales empresas de talla mundial ven a China como un importante destino de inversión extranjera directa que “se expandió un 20,2 por ciento interanual a 138.410 millones de dólares estadounidenses en los primeros ocho meses del año” (Xinhua, 2022). Para el cierre de 2021 la importante industria química alemana BASF “tenía 31 sitios de producción con más de 11,000 empleados” (Xinhua, 2022).

Este aspecto se ha visto incluido en el discurso del presidente Xi Jinping durante el XX Congreso del Partido Comunista de China. El mandatario aseguró que el país se posiciona en contra del unilateralismo y las prácticas abusivas, promoviendo el "establecimiento de una comunidad con un destino común para la humanidad" y la defensa de "la equidad y la justicia en los acuerdos internacionales".

El informe presentado por Xi Jinping tiene como uno de los puntos claves

el camino chino hacia la modernización” (…) es la modernización de una gran población, de prosperidad común para todos, de avance material y cultural-ético, de armonía entre la humanidad y la naturaleza y de desarrollo pacífico (…) que ofrece a la humanidad una nueva opción" (Global Times, 2022).

Distante de los intereses de los Estados Unidos, China “busca proporcionar un nuevo paradigma de modernización en una era globalizada, que erradica dos subproductos viciosos asociados a las formas occidentales de modernización: la hegemonía y la colonización” (Global Times, 2022). Por lo tanto, a partir de los nuevos escenarios de orden mundial, ciertos sectores de la economía, especialmente aquellos vinculadas al campo tecnológico, podrían optar a una relación pragmática con Beijing.

La asociación estratégica entre China y Rusia “no tiene tiempo que perder con los juegos hegemónicos globales” según el periodista y analista geopolítico Pepe Escobar, quien asegura que “lo que les impulsa es que más pronto que tarde gobernarán el Heartland -la isla del mundo- y más allá, con aliados desde el Rimland, y desde África hasta América Latina, todos participando en una nueva forma de globalización” (Escobar, 2022b).

En un explicativo análisis sobre el complejo proceso de integración de Eurasia, el mismo autor destaca la importancia de la asociación estratégica entre Rusia e Irán, que ocupó un lugar destacado en la Sexta Conferencia sobre Interacción y Medidas de Fomento de la Confianza en Asia (CICA), especialmente después de que Irán fuera bienvenido a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) como miembro de pleno derecho. Como foro multinacional “ya ha establecido una asociación con la Unión Económica de Eurasia (EAEU). Así que, en la práctica, pronto trabajará codo con codo con la OCS, la EAEU y ciertamente BRICS +” (Escobar, 2022a)

En este marco de un nuevo centro de confrontación geopolítico, sobresalen en el ámbito geoeconómico —alternativo— una lógica que se distanciada del orden unipolar occidental. El bloque de los países BRICS estudian la adopción de una moneda común, que dinamizaría —según expertos— el intercambio de moneda entre los miembros. La relación entre Rusia, China e India, resalta en su interacción en varias plataformas multilaterales, incluidos el BRICS, la OCS y el G-20, que marcan un derrotero que no se debe perder de vista. Evidentemente, las sanciones de Occidente contra Rusia han producido un acercamiento estratégico entre Moscú y Beijing, donde las transacciones en monedas locales están en máximos históricos.

Por su parte, India defiende su derecho a comprar petróleo ruso y a mantener unas relaciones con vitalidad. Como detalla el informe de Tatiana Bokova, pasante del Comité Nacional Ruso de Investigación BRICS “como socios estratégicos, han desarrollado su asociación en casi todas las áreas de las relaciones bilaterales” (Bokova, 2022).

El documento resalta la importancia de la reunión anual entre “dos comisiones intergubernamentales, una sobre cooperación comercial, económica, científica, tecnológica y cultural (IRIGC-TEC) y otra sobre cooperación técnico-militar (IRIGC-MTC)” (Bokova, 2022), lo que deja claro el interés por el desarrollo de alta tecnología en ambos países.

La OPEP+ y el BRICS+

La decisión de la OPEP+ en octubre de 2022 de reducir la producción de petróleo en 2 millones de barriles por día, provocó una sacudida en los Estados Unidos, por lo que el presidente Joe Biden ordenó liberar millones de barriles de la Reserva Estratégica de Petróleo, extendiendo la liberación previamente anunciada hasta el mes de diciembre. Ante tal decisión, el mandatario estadounidense señaló a “la invasión de Ucrania por parte de Putin” (The White House, 2022) como la culpable del aumento en el precio del combustible y el gas en el país. Una retórica recurrente de los demócratas en la estrategia de campaña para las elecciones de medio término: los agresores presentándose como víctimas.

Por la medida adoptada, se espera una reacción de EEUU contra los países de la OPEP+ (en la que está incluida Rusia), particularmente Arabia Saudita, por lo que el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU solicitó congelar la cooperación con los saudíes, incluida la venta de armas (Menendez Senate, 2022).

Por su parte, un comité del Senado estadounidense aprobó en mayo la propuesta de ley NOPEC, que permite presentar demandas antimonopolio contra los miembros de la OPEP+ en los tribunales estadounidenses, lo que además hace probable que Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico respondan ante la medida.

A pesar de que EEUU es un aliado tradicional, algunas de las potencias regionales como Arabia Saudita están construyendo otras asociaciones estratégicas. El príncipe heredero, Mohammed Bin Salman, ya expresó su deseo de incorporar al reino como miembro de pleno derecho de los BRICS, lo que podría llevarse a cabo en el 2023. Arabia Saudita es el segundo mayor proveedor de petróleo de China —después de Rusia—, mientras que China es el principal socio comercial y exportador al mercado saudí, con un volumen comercial estimado en 2020 en más de $ 30 mil millones.

Para el reino saudí esas relaciones —con ambos países— son de elevada importancia estratégica en su visión para el futuro. El príncipe Bin Salman ha presentado un proyecto de una mega ciudad-estado planificada en el desierto denominada Visión 2030 (Visión 2030, 2022). No esconde su determinación de convertirse en una potencia de inversión global, considerando toda la riqueza comprimida en su subsuelo, donde se encuentran oro, fosfato, uranio y muchos otros minerales valiosos.

En el formato actual, los BRICS comprenden el 41 por ciento de la población mundial, el 24 por ciento del PIB mundial y más del 16 por ciento de participación en el comercio mundial (Brics2021, 2019).

Con la incorporación de Arabia Saudita, se estimaría que la producción de petróleo entre los miembros se elevaría a 35 por ciento aproximadamente, entendiendo que entre Rusia, China y Brasil alcanzan un promedio de 22 por ciento. Un dato aún más relevante es la posible incorporación de Irán (Kannedy, 2022), que presentó la solicitud a la alianza de mercados emergentes en junio de 2022. Argentina también ha solicitado su incorporación.

Vale recordar la alineación de países como Libia, Venezuela, México, los Emiratos Árabes Unidos, Nigeria, Angola y el Congo, que ejercen influencia en la cuota de producción mundial de hidrocarburos, y que buscan liberarse de la influencia de EEUU. Sin lugar a dudas, los BRICS+ darán una virada al sistema económico mundial basado en el monopolio del dólar como principal moneda de reserva, y permitirán un sistema alternativo de pagos y posteriormente una nueva moneda mundial.

Biden-Harris y la Estrategia de Seguridad Nacional

Es bien sabido el método preferido por Occidente para controlar a los países a través de gobiernos manipulables, aunque sea temporalmente, afines a su programa de dominación.

En esta línea, el gobierno de Joseph Biden reafirmó el hegemonismo unipolar estadounidense en un documento titulado “Estrategia de Seguridad Nacional” (The White House, 2022) presentado en octubre de 2022, en el que establece que la necesidad de liderazgo de Estados Unidos en el mundo es hoy mayor que nunca.

El documento, que se reitera desde una visión de un mundo unipolar, hace énfasis en la importancia de su apoyo en la cooperación mundial. De allí la importancia que trae la reciente alianza entre OTAN – AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) en el Pacífico, como uno de los acontecimientos geopolíticos más importantes de los últimos tiempos. Al dejar a un lado a potencias como Francia e Italia, se refuerza la idea del debilitamiento de Europa, promovido desde Washington.

El texto presentado por Biden también pretende hacer ver a China y Rusia como autocracias basadas en la represión, por lo que el papel de EEUU es impedirlo:

En la contienda por el futuro de nuestro mundo, mi administración tiene claro el alcance, la amplitud y la gravedad de este desafío. La República Popular China alberga la intención y, cada vez más, la capacidad de reconfigurar el orden internacional a favor de uno que incline el campo de juego mundial en su beneficio, aunque Estados Unidos siga comprometido con la competencia entre nuestros países de forma responsable. La guerra brutal y no provocada de Rusia contra su vecina Ucrania ha destrozado la paz en Europa y ha afectado a la estabilidad en todo el mundo, y sus amenazas nucleares temerarias ponen en peligro el régimen mundial de no proliferación. Los autócratas trabajan horas extras para socavar la democracia y exportar un modelo de gobierno marcado por la represión en el interior y la coerción en el exterior” (The White House, 2022).

La administración Biden insiste en hacer creer al mundo que EEUU es el modelo de democracia a seguir, mientras que a Rusia y China se les debe "convencer" de que sigan el camino "correcto".

El actual gobierno estadounidense también deja claro que no está experimentando un declive; por el contrario, se describe como un país en vertiginoso crecimiento económico, dinámico, vigoroso y joven. Sin embargo, ante la imposibilidad de desplazar al gran bloque que apuesta a la multipolaridad promueve una agenda climática afín a sus intereses:

Hemos experimentado una crisis energética mundial impulsada por la militarización de Rusia de los suministros de petróleo y gas que controla, y agravada por la gestión de la OPEP de su propio suministro. Esta circunstancia subraya la necesidad de una transición energética mundial acelerada, justa y global. Por eso (…) nos centramos en la aplicación de la legislación climática más importante de la historia de nuestro país, para llevar tecnologías energéticas innovadoras lo antes posible (The White House, 2022).

En cuanto a la América Latina —designados en el texto como “las Américas” o el hemisferio occidental— es una prioridad en la "Seguridad Nacional" de los EEUU, por lo tanto, se ubica dentro de su ámbito territorial natural señalando que:

La Alianza de las Américas para la Prosperidad Económica guiará el compromiso económico regional de crecimiento (…) centrándose en la revitalización de la economía regional, instituciones económicas regionales, asegurando las cadenas de suministro, creando puestos de trabajo con energías limpias y promoviendo la des-carbonización” (The White House, 2022).

Así la Amazonía es vista dentro de la Agenda 2030 “para alcanzar el objetivo colectivo de un 70% de capacidad instalada para la generación de energía renovable en el sector eléctrico de la región” (The White House, 2022); esto, en consonancia con las declaraciones del comandante estadounidense del Comando Sur, que afirmó que dicha región forma parte de la estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

Ante tal aseveración, es relevante un dato que aporta Claudia Sobrevila —destacada conservacionista de talla internacional— en uno de sus textos: “más del 80 por ciento de la biodiversidad que aún queda en el nuestro planeta está a cargo de los pueblos indígenas, quienes protegen el agua, el aire, la tierra, las comunidades y el clima” (Sobrevila, 2018).

Colombia: socio número 1 para la seguridad regional de EEUU

La primera semana de septiembre, la General del Ejército de los EEUU, Laura Richardson, comandante del Comando Sur, visitó Colombia y se reunió con el presidente de la República, Gustavo Petro, la vicepresidenta Francia Márquez y el Ministro de Defensa, Iván Velázquez. También sostuvo importantes reuniones con militares de alto rango con quienes discutió la seguridad regional y los acuerdos existentes entre Estados Unidos y Colombia (Southcom, 2022).

Apenas unas semanas después de la asunción de Petro como presidente, llega esta visita de la jefa del Comando Sur a dejar explícita la agenda de la Casa Blanca hacia la región. La prontitud del encuentro radica —posiblemente— en el discurso del propio gobernante quien, en campaña y tras la victoria electoral, se refirió a dar un giro al tipo de relación entre ambos países.

La visita de Richardson estuvo revestida de mucha institucionalidad, con el recorrido a la Escuela Superior de Guerra Rafael Reyes Prieto donde insistió a los estudiantes la importancia de la cooperación civil-militar y les recordó las palabras del presidente Biden: “Colombia es el "eje" de todo el hemisferio sur y un socio esencial" (Southcom, 2022). También visitó las instalaciones de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega del Ejército en la Amazonía colombiana, la región selvática que cubre el 40 por ciento del territorio nacional.

Posiblemente, lo más llamativo durante esos días fue la propuesta del mandatario colombiano para crear una Fuerza Militar que se concentre en la protección de la selva amazónica y en combatir la deforestación (Petro, 2022). Con la excusa de supervisar operaciones contra el narcotráfico en América Latina, y ahora con un perfil más ambientalista y humanitario, el Comando Sur pareciera ir ocupando militarmente el territorio más biodiverso del planeta en consonancia con la agenda “verde”, pero en el fondo y forzado por los acontecimientos mundiales, hay una readaptación altamente estratégica, al haber entrado el orden occidental moderno en la fase de deterioro.

También, esta decisión del gobierno colombiano, por demás apresurada, se entendería como la continuidad de la Operación Artemisa, catalogada por la población rural como “una operación —militar— que se hace contra el campesinado (…) reproduce antiguos patrones de violencia en su contra, bajo un ropaje verde” (Bautista, 2022). En mayo de 2022, Estados Unidos designó a Colombia como un importante aliado no perteneciente a la OTAN. Por lo tanto, el país es una plataforma ideal para maximizar las posibilidades de nuevos ciclos de colonización en la región, sobre todo cuando la economía global va definiendo sus nuevos horizontes hacia tierras fértiles en el Sur.

El líder del Partido de los Trabajadores de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, durante su campaña por la presidencia en 2022, apuntó sobre la necesidad de una gobernanza global para abordar temas como la conservación del Amazonia, una de las áreas más importantes del planeta para regular el calentamiento global, por su capacidad de almacenar dióxido de carbono. Sin embargo, existe una discusión internacional amplia sobre la “soberanía” del principal pulmón de la Madre Tierra, impactado por el modelo capitalista hasta un punto de inflexión crítico.

Algunos líderes progresistas latinoamericanos se alinean al planteamiento ambientalista de Joe Biden sobre la “transición ecológica”. La administración demócrata sostiene un enfoque clave para el Norte Global sobre el apoyo a los países del hemisferio, dentro del paradigma de la Estrategia de Seguridad Nacional.

Así, lejos de las urgencias de los pueblos originarios y de la Pachamama, las agendas sobre la crisis ambiental y el cambio climático durante “las dos primeras décadas del siglo XXI solo mostraron la continuación y profundización de una mirada de securitización ambiental por parte de Estados Unidos, que se había iniciado tempranamente de la mano de la Guerra Fría” (Estenssoro y Vásquez, 2022). Se requiere una perspectiva cósmica del origen y funcionamiento de la Madre Tierra, para lograr una perspectiva sistémica y entender las complicaciones derivadas del capitalismo global. Al respecto,

No pocos teóricos políticos de la globalización han argumentado sobre la impostergable necesidad de superar el modelo westfaliano de soberanía, en la medida que habría quedado obsoleto frente a la necesidad de solucionar los nuevos problemas globales, tales como la crisis ambiental (Estenssoro y Vásquez, 2022).

En una publicación de junio de 2022, el teólogo y filósofo brasileño Leonardo Boff (2022) dilucida que la “La pandemia ha mostrado la urgencia de una gobernanza global”, por lo tanto, considera que la Amazonía como Bien Común de la Tierra debe ser administrada por un cuerpo multipolar.

Entre los datos que aporta Boff resalta su extensión de 8.129.057 Km2 (integrados por nueve países), “con 37.731.569 de habitantes, de los cuales 2,8 millones son indígenas de 390 pueblos distintos que hablan 240 idiomas de la rica matriz de 49 ramas lingüísticas, un fenómeno inigualable en la historia de la lingüística mundial” (Boff, 2022)

En este escenario, la gira del Secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, llevada a cabo durante octubre de 2022 por varios países latinoamericanos, es un indicativo de la carta bajo la manga. Al ser Colombia, Chile y Perú países donde partidos de izquierda o plataformas progresistas ganaron las últimas elecciones, establece una agenda para el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática, la protección del medio ambiente y el control de la crisis migratoria.

Ante la presión del escenario global, los EEUU aseguran sectores productivos y reservas estratégicas en el Cono Sur para las empresas estadounidenses, ante la influencia y cercanía de Rusia y China en la región. El intento de organizar, durante la 52° Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), una resolución contra Rusia —adoptada con 24 votos a favor y solo 9 en contra— donde fue rechazada por los principales actores como Argentina, Brasil y México, así como los socios de Rusia como Nicaragua, El Salvador, Bolivia y Honduras. Más Dominica, San Vicente y las Granadinas. Venezuela y Cuba no votaron porque su membresía en la OEA está formalmente suspendida.

El analista Paul Craig Robert enfatiza la inexistencia de la civilización occidental. Es un buen punto de vista, tomando en cuenta que

Una civilización se define por sus valores, como la libertad de expresión, y cuando esos valores ya no se respetan, la civilización deja de existir (…) Piensa en lo que el gobierno de Estados Unidos le ha hecho a Julian Assange. Su encarcelamiento de una década en ausencia de cargos, juicio y condena viola todos los principios legales que comprenden nuestras protecciones constitucionales contra el trato arbitrario e injusto por parte del gobierno (Craig Roberts, 2022).

En su texto The Rule of Power (La regla del Poder) alerta que la política del gobierno de los EEUU busca apoderarse de la propiedad de su adversario, y concluye que

El gobierno de Estados Unidos se apoderó del oro de Venezuela porque desaprobaba la política venezolana. El gobierno de EE. UU. se apoderó de las reservas del banco central de Rusia cuando Rusia intervino en Ucrania para proteger a la población rusa del antiguo territorio ruso (…) El imperio del poder es a lo que se enfrentan Putin, Xi, Maduro y los pueblos americanos y europeos, y parecen muy lentos en darse cuenta ( Craig Roberts, 2022).

Crisis económica, social y política

El siglo XX se caracterizó por sus constantes convulsiones políticas y sociales, una profunda crisis económica global, control del mercado y de las materias primas, fenómenos que generaron tensiones y derivaron en dos guerras mundiales a las que, le sucedieron diversos episodios de genocidios y guerras civiles.

En este inicio del siglo XXI, el mundo, a pesar de los avances tecnológicos, en infraestructura, comunicaciones, medicina, biotecnología, entre otros, se enfrenta a una gran y esencial preocupación por el futuro mismo de la humanidad.

Problemas centrales no atendidos, como la creciente desigualdad socioeconómica (OXFAM, 2022), el deterioro del medio ambiente, el aumento de migraciones, entre otros, todos productos del modelo modernizador, basado en el crecimiento económico, adoptado en el sistema capitalista de producción-consumo. Se suma la inconsciencia de sus lideres y gobernantes quienes no toman las decisiones de fondo urgentes, como lo ha expresado en diferentes informes la misma ONU (IPCC, 2021), y una sociedad en buen porcentaje desinformada, ocupada en sobrevivir o anestesiada.

Y más hoy, ante la creciente escasez de materias primas y sobre todo en alimentos, situación que agrava y profundizan una crisis sostenida, una economía global maltrecha. Como contracara, tenemos una creciente hiper-acumulación de riqueza en pocas manos, realidad que no cede y, por el contrario, se profundiza. Es esta, una aparente contradicción que en realidad nos indica que "La escasez (artificial) no es la consecuencia de un fracaso del capitalismo, sino todo lo contrario, el resultado de su triunfo" (Bolívar Echeverría, 2006, p. 41).

Tendencias inflacionarias

Las tendencias inflacionarias están golpeado a todas las economías del mundo, al tiempo que condiciona soluciones para satisfacer demandas sociales, ahondando los riesgos de inseguridad alimentaria y hambrunas. Ya en el 2020 se venía registrando un alza sostenida del índice de precios al consumidor, fenómeno que se ha mantenido a septiembre de 2022. Detrás del alza en los índices de precios al consumidor, se encuentra:

Por un lado, el incremento en los precios de las materias primas. Según el FMI dicho incremento se calcula en 135.1 puntos. Por otro, el incremento de alimentos y bebidas, para el mismo periodo, alcanzó un 62%. Esta realidad ha comenzado a levantar alarmas sobre la seguridad alimentaria mundial y ha endurecido las presiones comerciales a los importadores de alimentos.

Entre las razones de este alto costo de los alimentos, es la subida de los precios de los fertilizantes, entre octubre de 2020 y abril de 2022, el índice se incrementó 229.8 puntos, hasta llegar a 319.7 (Gambina, 2022).

Esta alza que ya venía se complicó aún más, debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, esto, en tanto, esta región tiene una alta participación en la producción y comercialización de fertilizantes.

Inflación. Índices de materias primas 2019-2022
Figura 1
Inflación. Índices de materias primas 2019-2022
Negrete (2022)

Ahora bien, no es solo la guerra en Ucrania, sino una contracción que ya venía dándose; es esta una situación propia del capitalismo y de la profunda crisis de la economía norteamericana en especial, problemas sumados desde los años 2007 a 2009. Se trata de una constante caída de la tasa de ganancia y la productividad.

El Banco Mundial en su reciente informe titulado ¿Es inminente una recesión mundial? Asegura que, los pronósticos no apuntan a una recesión mundial entre 2022 y 2023, pero advierte, partiendo de las recesiones anteriores, que ante una situación contingente y con las medidas inapropiadas podría darse dicha recisión global. Resalta dos acontecimientos que ya se han materializado en los últimos meses y que aumentan la probabilidad de una recesión mundial: Primero, cada recesión global desde 1970 fue precedida por un debilitamiento significativo del crecimiento global en el año anterior; en segundo lugar, todas las recesiones mundiales anteriores coincidieron con fuertes desaceleraciones o recesiones directas en varias economías importantes.

Advierte así mismo el Banco Mundial que

Cuando los bancos centrales de todo el mundo aumentan simultáneamente las tasas de interés para responder a la inflación, el mundo podría estar avanzando poco a poco hacia una recesión mundial en 2023 y una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo que les podrían causar daños duraderos. Una política que afecta el encarecimiento del crédito local, potencia y posterga la recuperación de la economía y del empleo, al tiempo que dificulta las deudas dolarizadas de países, empresas y personas. (Guénette, Ayhan, y Naotaka, 2022)

Con inflación o sin ella, siempre pagan los sectores más desfavorecidos en la percepción del ingreso: los trabajadores y trabajadoras, como los sectores que asocian su destino al mercado de bajos ingresos. Son altos los costos sociales de la ortodoxia monetarista que recarga sobre la mayoría empobrecida. Sobre esta población recae no solo el empobrecimiento, el desempleo y la precarización laboral, sino que es a quienes la crisis energética y el cambio climático más golpeará.

El Cambio Climático, o catástrofe climática, consecuencia no de la humanidad, como pretenden decir, sino de ese 20% de la población anclada en una lógica de desarrollo capitalista devorador, lideres y gobiernos quienes aún, ante los llamados de las agencias internacionales, centros de investigación, entre otras instituciones, no toman las decisiones necesarias, por un lado, para haber evitado la catástrofe ambiental y ahora menos para disminuir su impacto ya provocado. Se sigue así, legitimando un capitalismo desarrollado —lo que hoy denominamos como “neoliberalismo”—, y a la par surten escenarios que buscan detenerlo, detener la globalización voraz. Todo esto ocurre en el marco de un desmonte de la globalización construida por la liberalización en el último medio siglo. No solo el trumpismo o el Brexit son expresiones del freno a la lógica de la globalización, hoy se manifiesta en las sanciones unilaterales que se multiplican.

Ahora bien, la inflación resulta un mecanismo de redistribución de ingresos, funcional a la lógica del capital, en tanto que demanda reformas reaccionarias laborales, sociales y tributarias para restablecer la dinámica de la obtención de ganancias y la acumulación capitalista. Una situación que se hace insoportable por lo que termina significando para la población generando una visión de futuro desesperanzadora, alta incertidumbre e inestabilidad.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en esta misma línea, el 14 de octubre durante su intervención en el Congreso Nacional de la Asociación Nacional de Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi), alertó sobre la subida de los tipos de interés, indicando que esta medida "servirá de correa de transmisión de la recesión mundial al interior de la economía colombiana", frente a lo que abogó por una economía popular para hacerle frente (Portafolio, 2022).

Lo peor está por venir

Un reciente informe de Verisk Maplecroft afirma que, de 198 países, 101 vieron un aumento en el riesgo de disturbios civiles, en comparación con solo 42 donde el riesgo disminuyó. El mundo, sin duda, enfrenta un paulatina y acelerada manifestación masiva de inconformidad, disturbios civiles se multiplican en la medida que los gobiernos de todas las tendencias lidian con los impactos de la inflación en el precio de los alimentos básicos y la energía, según la última edición del Índice de disturbios civiles (CUI) (Torbjorn, 2022).

No importa la orientación del gobierno, el descontento crece, los impactos son evidentes en todo el mundo por el aumento del costo de vida que surge en las calles de los mercados desarrollados y emergentes por igual, desde la UE, Sri Lanka y Perú hasta Kenia, Ecuador e Irán, entre otros países. Una realidad que las centrales de inteligencias y militares de los países desarrollados conocen y por ello aceleran aún más una creciente militarización de la sociedad, sin darle trámite a los profundos problemas existentes y, en su lugar, aumentar inversión y gasto militar, incentivar gobiernos reaccionarios de derecha, fortalecer la tendencia criminalizadora de la justicia, entre otras. Curiosamente, ante estos estados de cosas insostenibles, emergen propuestas mesiánicas de derechas, que recrean las condiciones que en su momento tuvo el fascismo.

Parecen no encontrarse salidas políticas ante la ausencia de una alternativa popular en contra y más allá del capitalismo, pues ante las recetas que surgen, los gobiernos progresistas actuales encuentran decisiones de corte institucional, en los marcos que les permite el sistema, una suerte de cara amable del capitalismo voraz. Atinan algunos gobiernos progresistas a intentar rutas de recuperación de un Estado Fuerte, de corte social, buscando nacionalizar sectores estratégicos, pero sus medidas siguen estando en los marcos de lo posible, sin saltar hacia decisiones audaces y radicales. Surge, entonces, un gran desafío para el pensamiento crítico, para el movimiento social, étnico y popular en el marco de una política anticapitalista que pasa por recrear imaginarios de una perspectiva emancipadora repensando, para ello, las luchas obreras y las nuevas formas como los feminismos, la defensa del medio ambiente, las autonomías de los pueblos originarios, las redes de economías propias, populares urbanas, los circuitos de producción autónomo, lo local, entre otras; es necesario darle contenido a valores como el Buen Vivir, el Vivir Sabroso visibilizando sus formas de materialización, pensar más en lo regional, lo local, lo territorial.

Colombia enfrenta estas mismas problemáticas aunadas a una dependencia fuerte de Estados Unidos, al punto de abrirle el camino para que se apropie de la Amazonía al entregarle su cuidado de manera directa: un gran error. Así mismo, enfocando su mirada en lógicas desarrollistas en la frontera y en zonas de gran riqueza como el Pacífico colombiano, aún bajo la dinámica de dependencia económica global. El manejo de los precios de la energía, el control inflacionario, el manejo de la corrupción, el gasto público, los crecientes líos por la tenencia y control de la tierra, la #PazTotal, esto, entre los muchos retos que en poco tiempo deberá enfrentar.

A la par, el gran reto será para un movimiento social y popular que aún no reaccional de forma coordinada ante el avance de un gobierno cercano, esto en tanto, su papel es esencial en mover o exigir decisiones que aporte en el bienestar de los pueblos, deberá movilizarse para exigir, provocar decisiones, para apoyar, pero también para pedir re-encausar miradas, conceptos y anuncios de decisiones que afecten a los territorios, sus comunidades, pueblos, organizaciones, entre otros.

Crisis ambiental y energética global

La crisis civilizatoria se expresa de mejor manera, al profundizar en la relación directa entre crisis ambiental y energética. Se trata de una civilización que se hizo de la mano de la dependencia de los combustibles fósiles, y que vive gracias al alto consumo de energía como fuente que mantiene su engranaje de producción-consumo y su dinámica de crecimiento.

Hoy, la crisis derivada de la confrontación bélica entre la OTAN —representada principalmente por Estados Unidos—, países de Europa, Rusia y China, que se manifiesta por medio de la disputa armada en Ucrania, pero que puede extenderse a otros territorios, ha desatado enormes consecuencias en temas de abastecimiento de materias primas, alimentos y energía, impactando negativamente una economía de por sí maltrecha a nivel global, centrando la agenda internacional en incremento desmesurado del gasto militar, disminuyendo la inversión en la agenda global por los objetivos de desarrollo sostenible y en mitigar el impacto de la grave crisis climática. Acceder a fuentes de energía es clave y desespera a los países desarrollados en mayor medida, por sus dinámicas de consumo a escala ascendente y estilos de vida.

Por otra parte, la guerra que se desarrolla entre EE.UU y, que de contera involucra a toda la OTAN, contra Rusia y China, ha permitido la emergencia de un estilo combinado y ya probado de confrontación: la denominada guerra híbrida. En esta, se articulan acciones múltiples, legales, ilegales, fuerzas convencionales, irregulares, estrategias de control psicológico de masas, mediáticas, creación de realidades, noticias falsas, control cibernético, dinámica de persecución entre ellos el bloqueo jurídico, diplomacia de doble rasero (policía bueno-malo), cierre del espacio aéreo para naves rusas; igual en el tema de orden cultural, deportivo, prohibición de la difusión de agencias de noticias, cierre parcial del sistema financiero internacional al gobierno y a la banca rusa en este caso (Venezuela, Cuba, Irán, etc., son otros ejemplos), eso sí, se exceptúan dos grandes bancos rusos que tramitan pagos europeos a las importaciones de petróleo y gas ruso, una serie de presiones que en cadena impactan diferentes zonas, regiones, poblaciones y comunidades, provocando el aumento de nuevas crisis migratorias. Toda una combinación de formas que hacen aún más complejo el escenario, tanto así que las instituciones internacionales creadas en postguerra para garantizar la Paz como la ONU, y las regionales como la OEA en el caso latinoamericano, pierden incidencia, se hacen inocuas en tanto sus llamados y recomendaciones, por un lado, no son asumidas a cabalidad y, por otro, este tipo de acciones combinadas pasa por encima del respeto por el derecho internacional, la reglas de juego devenidas de la modernidad se hacen trizas.

Es en el marco del desarrollo de esta guerra global hibrida, su expresión en la confrontación desatada en Ucrania, que se activan sanciones y bloqueos económicos de parte de EEUU y Europa contra Rusia, agravando aún más la situación, ya que Rusia es un importante proveedor de materias primas en el mundo, de alimentos y el principal proveedor de gas y petróleo para Europa.

En Estrasburgo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, afirmó que no abandonarán a Ucrania y seguirán castigando a Rusia para debilitarla cada vez más. “Es la autocracia contra la democracia. Estoy aquí con la convicción de que con el valor y la solidaridad necesarios Putin fracasará y Europa y Ucrania vencerán” (Masclans, 2022). A la par, en el 2019, se conocían documentos de la Rand Corporation, uno de los 'think-tanks' más influyentes del gobierno de Estados Unidos, en el que se sugería obligar a Rusia a extenderse y generar desequilibrios en su poder militar, económico y político, esto en respuesta a que la nación estadounidense está viendo debilitada su hegemonía internacional frente a otras potencias como China (Zamorano, 2019).

La respuesta de Rusia ante estas sanciones y bloqueos económicos fue el de mantener una posición basada en la soberanía y la autonomía, decidiendo transitar su economía hacia China, India, Irán, entre otros, generando rápidamente bloques comerciales fuertes en los que poco a poco se desplaza el dólar como moneda de cambio y se cierran negocios con los países y bloques comerciales, acelerando la emergencia de China como potencia y la de un orden multipolar. Lo cierto es que estas sanciones están devastando a Europa, su economía y no a Rusia. Mucho más dramático aún a las poblaciones y con mayor impacto a los menos favorecidos. Se suma el aumento de las tensiones entre EEUU y China ante las provocaciones en Taiwán, la visita de la congresista Nancy Pelosi a este último fue asumida como una afrenta por parte de Pekín, que de inmediato desplegó ejercicios militares sobre el mar de China Meridional, quien a su vez llevó al anuncio del presidente norteamericano Joe Biden de defender la isla si se produce una agresión por parte de China (Euronews, 2022).

Estas situaciones han provocado, además, el ascenso mundial de la derecha y de las tendencias neofascistas, que en el caso de Ucrania están presentes; las incalculables ganancias de los grandes fabricantes internacionales de armas —en su mayoría norteamericanos—, al aumentar el gasto militar global, entre otras. Los señores de la guerra, pero también las petroleras, aumentan sus ganancias y mueven al mundo hacia una mayor dependencia de los combustibles fósiles a pesar de las alertas globales de una ya provocada catástrofe ambiental. Al igual que en Letonia, el suministro de gas ruso también se cortó, a consecuencia de las sanciones contra Rusia, en Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Polonia. En el resto de países, el flujo va secándose. Alemania, Francia, Italia, España, sufren el impacto de esta crisis energética, pero también Sri Lanka, Bangladesh, y en Nuestra América, Panamá y Ecuador, países que han tenido movilizaciones sociales por la escasez de combustibles, alimentos y energía.

Ahora bien, Cambio Climático y Crisis Energética se suman. Durante la reciente ola de calor registrada en Europa, en donde se marcaron temperaturas que en algunos casos superó los 50 grados centígrados (Noticias ONU, 2022), fenómeno que derivó en una de las sequías más fuertes y devastadoras de los últimos 500 años, afectando el transporte fluvial ante el bajo nivel del agua, en algunos casos al ya inexistente caudal de los ríos y, lo más complicado, en la pérdida de los cultivos; situación que se sentirá a mediano plazo, pues se suma a la crisis alimentaria. Francia, por ejemplo, espera su peor cosecha de maíz en 32 años debido a la sequía, uno de los mayores productores agrícolas de Europa (RT, 2022). Otro de los elementos que hace aún más apremiante y sentida la crisis energética para la sociedad, es la llegada del invierno, que se espera sea uno de los más fuertes de las últimas décadas. Sin duda, este invierno provocará más muertes y mayor impacto en las ya maltrechas economías del primer mundo que sufre el cúmulo de malas decisiones de sus gobernantes. Las protestas en Europa no se hacen esperar (Campos, 2022), presionan a los gobiernos por cesar en su apoyo a Ucrania y en contra de las sanciones a Rusia, protestas que seguirán creciendo en la medida que el invierno vaya llegando.

Es así como, en la medida que llega y se va sintiendo acercarse el invierno, se van viendo cambios de posición: Hungría manifiesta públicamente no estar de acuerdo con las sanciones europeas al gas ruso, Alemania y Francia critican los elevados precios del gas que les vende EEUU, Bulgaria levanta las sanciones al combustible ruso, e Italia vuelve a comprar en rublos el gas ruso.

En paralelo, los ataques al oleoducto Nord Stream 1 y 2 en el Báltico, no se hacen esperar (BBC, 2022), lo que limitaría aún más el abastecimiento, de seguir avanzando el acuerdo país a país, de retomar el abastecimiento ruso.

Lo público vs lo privado

Ahora bien, hacer frente a esta crisis energética requerirá de una infraestructura institucional capaz de salvaguardar a las comunidades y en mayor medida a los menos favorecidos. Esta realidad exige revisar el impacto del neoliberalismo al convertir servicios públicos en mercancías, entregando dicha prestación a empresas privadas, sobre todo, transnacionales. Las consecuencias son evidentes y quien sufre es la población en general. En 2016, el 62% de la generación eléctrica en el mundo era pública cuando 32 de las 50 más grandes compañías en el mundo eran públicas.

Tabla 1
Generación Eléctrica mundial, entre lo público y lo privado.
Francia Électricité de France El Estado tiene más del 83.7% de su empresa EDF; tiene centrales nucleares y actualmente proyectos de entrada de capital privado a “energías limpias”.
Italia ENEL el Estado tiene 23.6% de la empresa en el que hoy participa con el 11% del mercado eléctrico en ese país
España ENDESA Fundada en 1994 como empresa pública y en 1998 se inició su proceso de privatización inicia el gobierno de Felipe González y termina el de José María Aznar.
Inglaterra Central Electricity Generating Board Se contaba con el monopolio Estatal hasta su privatización en la era de Margaret Tacher
Brasil Electrobas El 88% de su generación es de hidroeléctricas. El Estado posee el 29% de la generación eléctrica y el 57% de las líneas de trasmisión.
Argentina EDESUR Sociedad Anónima, empresa privada. Fundad en 1992 se lo otorgó Concesión a 95 años. Pésimo servicio, apagones frecuentes.
Elaboración propia con datos de García Fernández y Morales (2022)

La financiarización está presente en el sector y se lo fue tomando, quedando a merced de la avaricia de los grandes capitales en el sector energético, una realidad que se siente en tanto repercute en un mal servicio, irracionales costos y condiciones desventajosas para los pueblos, protegidos por la llamada seguridad jurídica. Es urgente, para avanzar hacia una autonomía regional, recuperar la soberanía energética abandonada por el neoliberalismo. Retornarle al Estado el control de este sector estratégico es hoy una tarea esencial y urgente. Así lo ha dejado claro Andrés Manuel López Obrador, en el liderazgo que ha asumido en la región en esta nueva etapa de gobiernos progresistas en América Latina.

El plan de México, con la reforma energética que impulsa el presidente López Obrador, busca favorecer las plantas estatales de generación eléctrica: su objetivo es lograr la autosuficiencia y poner límites al avance en las ventas de energía y a proyectos privados construidos por extranjeros. Es esta una decisión soberana, que favorecerá sin duda a las comunidades y tendrá un impacto enfocado hacia una mayor inversión social. Aunque tenga sus costos en términos de relacionamiento internacional, sobre todo en lo que concierne a la inversión estadounidense, quien pondrá sus condiciones y hará valer —como históricamente lo ha hecho—, sus intereses.

Vale anotar que muchas empresas extranjeras se favorecían gracias a contratos ventajosos autorizados por funcionarios mexicanos; muchos casos de corrupción rondan estos negocios. Frente a esto, Andrés Manuel López Obrador ha dicho públicamente: “A robar a otra parte” (Los Ángeles Times, 2022). Se buscaba garantizar que la compañía eléctrica estatal tuviese una participación de al menos 54%, aun cuando el acuerdo de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá prohíbe que se favorezca a las empresas locales o gubernamentales. Estas fueron algunas de las razones que tensionaron las relaciones con los empresarios y el gobierno de EEUU un lobby que terminó por desestimar esta iniciativa vía cooptación de líderes políticos locales.

Al final, a pesar de haber ganado fuerza en 2021, dicha propuesta fue derrotada en el Congreso mexicano en 2022; ante esta situación dijo el presidente: "En vez de defender los intereses del pueblo, de la nación, en vez de defender lo público, se convirtieron en francos defensores de empresas extranjeras que se dedican a medrar, a robar" (DW, 2022). López Obrador también ha repotenciado la petrolera estatal Pemex, que ha mejorado su producción, suma la construcción de una refinería (Dos Bocas) y la compra de otra, en Deer Park (Texas) y la modernización de las seis refinerías existentes, más una coquizadora en Tula. Vale decir que este sector se nacionalizó en el país desde 1938.

La batalla por el litio

Ante la transición energética hacia la electrificación, el litio cobra especial y estratégico valor, igual el cobre, entre otros minerales y tierras raras. Es histórica la dependencia de Occidente (Estados Unidos y Europa) de las materias primas y recursos naturales del Sur global, por esos sus giros coloniales constantes que hoy cobran especial valor ante un orden multipolar.

En un informe del mes de septiembre de 2022, la Asociación Europea de Metales hizo público el tamaño de la escasez de metales que, Europa enfrentará para cumplir con sus objetivos de transición energética, y sus registros son abrumadores, ¿Dónde conseguirán esa creciente demanda de metales? Y ¿cómo? Las rutas del litio y el cobre serán esenciales.

Carga de minerales necesarios para una transición energética
em Europa
Figura 2
Carga de minerales necesarios para una transición energética em Europa
Asociación Europea de Metales

De acuerdo con los diferentes escenarios de tecnología de energía limpia de la Agencia Internacional de Energía, una trayectoria climática mundial alineada con el Acuerdo de París requerirá casi el doble del volumen de metales para 2050, a medida que el mundo continúe con sus políticas climáticas actuales (por contexto, ~80 Mt de nuevos requeridos). Los metales base de alto volumen como el aluminio y el cobre dominan en términos de su tonelaje utilizado en tecnologías limpias, pero varios metales de bajo volumen como el litio, el cobalto y el disprosio tendrán una demanda extremadamente alta a partir de la transición (Eurometaux, 2022).

El control de este recurso pone en la mira de los intereses privados a América Latina, pues tan sólo, Bolivia, Chile, Argentina, Perú y México controlan alrededor del 67% de las reservas mundiales del llamado oro blanco, según datos del Servicio Geológico de EEUU. La reforma a la Ley Minera en México aprobada en abril de 2022, impulsada por López Obrador, busca evitar que un mineral estratégico que significa el futuro de las industrias y la tecnología que se va a emplear en el mundo, en la era “Verde”, sea monopolizado por empresas y gobiernos extranjeros. “Se reconoce que el litio es patrimonio de la Nación y su exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento se reserva en favor del pueblo de México” afirma el mandatario (El Financiero, 2022). En este orden este primer semestre de 2022, Andrés Manuel López Obrador (México) y Luis Arce (Bolivia) firmaron una carta de intención rica en conceptos, entre ellos, el de la creación de una entidad regional del litio. En su momento, los asesores de las partes hablaron privadamente de algo asimilable a lo que es la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), pero no global, sino exclusivamente americana y sobre el litio.

Ya la vicepresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner manifestó su apoyo a este tipo de iniciativas, vislumbrando las próximas elecciones en Argentina; se espera crezca esta iniciativa entre los nuevos gobiernos de corte progresista en Nuestra América. Sin duda es un desafío a los poderes instituidos globales, la viejas y nuevas hegemonías: EEUU, China y el mundo empresarial global.

Colombia

Colombia tiene una de las matrices de generación eléctrica más limpias del mundo. A diciembre de 2018, la capacidad instalada de generación en el Sistema Interconectado Nacional fue de 17.312 mega-watts (MW). De esta capacidad instalada, el 68,4% correspondió a generación hidráulica, casi el 30% a generación térmica (13,3% con Gas Natural, 7,8% con combustibles líquidos y 9,5% con carbón) y aproximadamente el 1% con Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER) (eólica, solar, y biomasa) (Planas Marti & Cárdenas, 2019).

En 1994 se realiza una reforma al sector eléctrico, que se desagrupa en generación, transmisión, red de distribución y comercialización. En 1995 se liberaliza el mercado energético. Ahora más de la mitad de la capacidad de generación es privada, menos en el tema de distribución eléctrica. Tres compañías juntas: Empresas Públicas de Medellín y las privadas ISAGEN y ENEL con su marca EMGESA controlan el 52% de la capacidad de generación total.

En materia de energías solar y eólica están Hitachi Energy, Siemens Energy e ISA, y se vienen alistando, desde hace varios meses, para entrar con pie derecho en el negocio que, según la proyección del Ministerio de Minas y Energía, crecerá en un 50% en los próximos cuatro años. Vale recordar que, en este caso, los complejos a gran escala para el almacenamiento de energía son piezas clave para garantizar la energía en firme de las plantas eólicas y solares que le entregarán la energía al sistema interconectado del país (Portafolio, 2022).

El precio de la gasolina, por su parte, ha sido un tema no asumido por gobiernos anteriores, y representa un gran reto para el Gobierno Petro. Colombia no es un gran productor de petróleo, pero ha afincado su economía en el sector extractivo y de hidrocarburos; ahora, ante la crisis europea, la demanda de carbón crece, así como la de carbón y gas, pero es un contrasentido en plena crisis ambiental. Frente al anuncio del incremento paulatino del precio de la gasolina, que ha causado malestar en la población y es uno de los factores de impacto en la inflación, además de protestas sociales en diferentes países —como Ecuador y Panamá recientemente—, el mandatario explicó que los últimos gobiernos en Colombia, para mantener estable el precio interno de la gasolina, crearon un fondo de estabilización de precios de los combustibles que resulta ser muy costoso para el país; por otro lado, el actual gobierno enfrente un gran déficit que "por falta de pago del gobierno anterior es de $10 billones por trimestre", con lo que la cifra anual ascendería a $40 billones. "Casi la mitad del déficit del presupuesto nacional. Es necesario asumir este tema con responsabilidad”, aseguró Petro que "la otra cara de no subir la gasolina y aumentar el déficit del fondo es dejar aumentar el hambre y la pobreza en Colombia" (Petro, 2022).

En este sector, pensando en el bienestar de las poblaciones y en el interés nacional, es importante articular esfuerzos regionales en pos del control de la producción, distribución y comercialización de la energía en manos de empresas estatales. La crisis que ya camina así lo exige: evitar las refinadas formas de colonización. En materia de energía y crisis climática, el debate debería estar centrado en ir generando cambios en el sistema económico mundial, cuestionando el concepto de desarrollo como crecimiento en escala ascendente, pues el planeta y la realidad social no dan espera.

Sin embargo, la realidad global nos muestra que esta no es aún la preocupación central de los gobiernos y mucho menos de las grandes empresas globales, sino que, por el contrario, sigue siendo el de acaparar, capturar, ampliar, controlar las fuentes existentes de producción de energía, con el fin de mantener el engranaje del crecimiento, aún a costa de la miseria de múltiples comunidades y de la devastación ecológica.

Al parecer, por las declaraciones de Gustavo Petro en la ONU en materia de compromisos ambientales y en temas de responsabilidades globales, Colombia tendrá este tema en su agenda internacional, desde una perspectiva de cuidado y protección de la vida, un asunto complejo a la hora de contrarrestar los intereses globales por más y más recursos, disponibles en corto tiempo y a bajo costo.

Militarización y servicios ecosistémicos

Un tema de agenda, que ya prende alertas, es la financiarización de la naturaleza y deuda pública, haciendo énfasis en la bioeconomía como el sustento teórico para la apropiación de las funciones de la naturaleza (fotosíntesis, ciclo hídrico, el aire, entre otros) concebidos como "servicios ecosistémicos" y activos financieros para la acumulación del capital y el control (imperial) de la naturaleza y de los territorios, que se entregan al Comando Sur de EEUU, para su “protección” de la Amazonia. A la par que Colombia solicitó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el marco del Convenio Interactivo de la Cumbre de las Américas (2022), un crédito para desarrollar un plan de Acción para monitorear satelitalmente la Amazonía, en el marco de la Política internacional de Norteamérica para la expansión de los mercados verdes, establecida en el documento "Órdenes Ejecutivas del Gobierno NA para abordar la crisis climática", es un asunto central que deberá ser tratado con energía por el movimiento social y popular, no solo de Colombia sino de la región por todo lo que sabemos que esto implica.

Movimientos sociales: Acción, atomización, autonomía y cooptación

La pandemia del Covid-19 agudizó las condiciones adversas para los despojados del mundo y también profundizó la atomización de los movimientos sociales que, posteriormente al aislamiento, se configuraron mayoritariamente a través de las agendas de las llamadas nuevas subjetividades, aglutinadas alrededor de consignas liberales con potencial revolucionario, lo que significa que las tendencias revolucionarias o radicales hoy son minoría dentro de los movimientos.

El papel de los movimientos sociales en dicha disputa, carece de un grado de organización que permita consolidar apuestas de largo aliento, no hay una articulación real y una organización fuerte que así lo permitan. El carácter desarticulado y atomizado del movimiento social hoy no permite que, incluso con victorias electorales, las tensiones se nivelen en favor de las apuestas populares.

Las tensiones para el movimiento social ocurren en varios frentes. No se trata solo de la permanente tensión en la disputa institucional o la tensión al interior del movimiento social entre los diferentes sentidos y concepciones de los actores allí articulados, también pasa por enfrentar a los contradictores que avanzan rápidamente en agendas políticas para el desmonte de los derechos en toda escala.

Ejemplo de esta realidad es el retroceso en la decisión que tomó el Tribunal Supremo de Estados Unidos en materia del derecho al aborto que fue calificado por el movimiento feminista como un fallo de 3 a 6 líneas con un contenido puramente ideológico (Gordon, Hung, Greig y Pagliarini, 2022) que significa una victoria real y narrativa para los antiderechos. Este episodio ocurre luego de una desgastante carrera electoral en la que Joe Biden salió victorioso, en gran medida, como parte del castigo a los antiderechos. A esa complejidad nos referimos.

Vale la pena mencionar que luchas históricas como las de los pueblos originarios y las naciones que se disputan proyectos propios (Palestina, Kurdistán, los saharauis, el pueblo armenio con sus particularidades) que aún resisten en sus territorios en guerras asimétricas, impulsadas por distintos bandos de la hegemonía capitalista en disputa. Estas peleas de largo aliento son una expresión particular que tiene picos en la coyuntura, como ocurrió recientemente con el tema saharaui, a propósito del reconocimiento del gobierno español de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara occidental.

La crisis climática también es un vector relevante que ha permitido aglutinar a movimientos sociales del mundo. Tal es el caso de las movilizaciones que han tenido lugar en Pakistán como resultado de lo que algunos medios y académicos han llamado “apartheid climático” al ser responsable de tan solo el 1% de la emisión de gases de efecto invernadero, pero ocupando el octavo lugar en riesgo climático (ALAI, 2022). Pakistán asiste a una ola de lluvias incontrolable, que sume a la nación en una hambruna que no parece tener solución en el corto plazo, pues sus campos están bajo el agua, cientos de personas han quedado sin hogar y muchas personas han muerto o desaparecido. Además, las presiones del Fondo Monetario Internacional para que el Estado asuma con austeridad el momento, han empujado a las fuerzas alternativas como el Partido Mazdoor Kisan a organizar las indignaciones para salir a las calles.

América Latina: Expectativa en medio de la crisis

Asistimos en Nuestra América a una nueva trayectoria del péndulo político. Venimos de un ciclo de gobiernos de derechas neoliberales muy rapaces con las finanzas públicas, antiderechos, conservadores y violentos. Sin embargo, el péndulo ya no se mueve con fuerza hacia los bordes, oscila en un lapso más corto y por lo tanto todo ocurre más rápido: El tiempo se agota y las alternativas se limitan.

Sin embargo, vale la pena mantener en foco que el cierre del último ciclo progresista en América Latina fue resultado de golpes de todo tipo, suaves y duros, todos parte de los planes imperiales para la región ejecutados de diferentes maneras, pero en los que el papel de la OEA ha sido determinante (Romano y García Fernández, 2022).

Esta situación pone a los movimientos sociales en lógica de reacomodamiento permanente, lo que sin duda implica retos que se deben asumir en medio de problemas estructurales que pasan por las guerras ideológicas de los gobiernos en su contra, la militarización de la región y el colapso climático. Hoy asistimos a gobiernos de izquierda moderada, liberal o progresista en varios países, siendo la punta de lanza de este nuevo momento el de Boric en Chile y el de Petro en Colombia.

En esos dos casos, los pueblos originarios (en Colombia, también, el campesinado), las expresiones juveniles insurreccionales y los feminismos no han dudado en mantener sus formas de presión activadas, para conseguir avances reales o por lo menos frenar los retrocesos que implica la avanzada neoliberal que, si bien no es responsabilidad de los recién posesionados gobiernos, no parece tener en el corto plazo un desmonte radical, situación entendible pero cuestionable en todos los casos.

El sentir de las juventudes, en el contexto global en el que se desenvuelven, agota las sensaciones de esperanza en la posibilidad de un futuro en el que se pueda vivir con dignidad. La crisis climática, la avanzada de la ultraderecha global y la inminente crisis que se viene para la economía mundial, y con más fuerza a los países periféricos, ponen un plano de incertidumbre y la posibilidad de un ‘no futuro’ para las nuevas generaciones. Sin embargo, esta tiene una doble desenvolvimiento, en tanto esta sensación aviva las chispas insurreccionales de las juventudes, en especial las pertenecientes a sectores populares. Como se ha visto en los procesos de movilización de muchos países en la última década—véase Chile, Colombia, Puerto Rico, entre otros—, las juventudes son quienes están a la vanguardia de las formas de acción y de la disputa por el sentido social con las clases y sectores dominantes. En la juventud está el potencial revolucionario del movimiento de hoy.

Un revés importante para los movimientos de Chile fue la victoria del “Rechazo” al texto de la Constitución que desmontaría la heredada de la dictadura. Aunque fue un golpe inesperado para Boric, quienes realmente perdieron fueron las organizaciones sociales que empujaron desde todos los niveles, no solo el proceso constituyente, sino la campaña del Apruebo. Este hecho deja sobre la mesa la pregunta por el sujeto neoliberal, que no se identifica ni con la izquierda ni con la derecha, pero está harto de las instituciones, una suerte de persona apolítica resultado de 30 largos años de neoliberalismo (Kogan Valderrama, 2022).

Son también las organizaciones sociales y populares de Brasil las que están empujando el proceso electoral de esa nación y serán quienes deberán cargar con el desgaste y la tensión permanente tras las elecciones. En el sentido del péndulo, Lula ha tenido que ubicar su discurso en un lugar mucho más moderado, pero sigue teniendo el respaldo de organizaciones históricas como el MST, cuyo representante en la coordinación de la campaña, Joao Paulo Rodrigues, indicó que “La principal tarea del MST en este próximo período es, en primer lugar, la organización de la base de los “sin tierra”. No podemos perder el foco. La organización de los “sin tierra” en este próximo período pasa por ayudar a organizar a las familias de las tomas, que luchan por la tierra y la reforma agraria” (ALAI, 2022).

Argentina avanza rápidamente a la crisis económica, mientras el gobierno de Alberto Fernández consolida una reestructuración regresiva que tiene gestos muy contundentes, como la presencia en Washington de su ministro de Economía. Sergio Massa. Fernández ha hecho un acuerdo con el FMI que le implicó negociaciones con empresarios de la minería, especialmente del litio y del agronegocio de la soja. Mientras avanza la subordinación, el fanatismo político provocó un atentado a Cristina Fernández, que motivó a las organizaciones sociales a salir a las calles en su defensa.

En México y Centroamérica, la agenda de los movimientos hoy está profundamente ligada a la crisis migratoria. Las violencias estatales y paraestatales que deben atravesar las personas migrantes son una bomba de tiempo. Y es que las desigualdades, la pobreza y la violencia social, la crisis institucional, la crisis climática, han agudizado la ola migratoria que ha sido tratada por los gobiernos de la región, específicamente las caravanas migratorias, con represión (Ferolla, 2022).

Por otro lado, los movimientos sociales, populares, campesinos y de pueblos indígenas, aglutinados en dos alianzas, la del Pueblo Unidos por la Vida, y la Nacional por los Derechos de los Pueblos, y los pueblos indígenas de Panamá, protagonizaron recientemente movilizaciones que llevaron a la instalación de una mesa de diálogo cuyo tema central es la necesidad de cambios en el modelo económico.

La integración regional en lógica popular ha sido encabezada y sostenida por los Movimientos Sociales hacia el ALBA que, como el proceso mismo de integración de los estados, se debate entre flujos y reflujos. Hoy puede decirse que enfrenta un punto bajo y que se sostiene en medio de la dispersión de las agendas, pero que tiene un momento de oportunidad. Este escenario debe ser visto y tomado con mayor importancia por plataformas y movimientos que, a pesar de encontrarse dispersos, deben situar la perspectiva de la articulación como forma posible para sostenerse y avanzar.

Colombia: Tensión entre hegemonía y autonomía

Para entender el panorama de los movimientos sociales, se debe precisar la diferencia entre movimiento social y movimiento popular, para así asimilar su relación con la clase social. En especial en el análisis de la situación de Colombia, identificar plenamente el movimiento popular nos permitirá entenderlo en un contexto de transformación social y política: “Los movimientos sociales son acciones colectivas organizadas y normativamente dirigidas, en virtud de las cuales actores de clase luchan por la dirección de la historicidad. (campo cultural o simbólico)” (Múnera, 1993). En la existencia de los movimientos sociales está implícita la existencia de un conflicto con centralidad social: es este conflicto el que produce una acción colectiva, que está condicionada por la posición del sujeto en las relaciones de producción (relación con la naturaleza) y en la relación dominación-subordinación política y cultura.

En este sentido,

El movimiento popular es un tipo particular de movimiento social que consiste en la articulación de las acciones colectivas e individuales de las clases populares, dirigidas a buscar el control o la orientación de campos sociales en conflicto con las clases y sectores dominantes (Múnera, 1993).

El sentido de la acción del movimiento popular se crea por las relaciones internas y externas de las clases populares, así este se conforma de manera prioritaria pero no exclusiva por actores de clase, y aunque la posición de los agentes no determine el sentido del movimiento (porque es una síntesis) sí condiciona la gama de posibilidades de sentido y acción. El conflicto en el que se introducen las clases populares por el control de los diferentes campos sociales en favor del pueblo y las clases subordinadas también es atravesado y mediado por el control y orientación del Estado, por lo cual se hace necesaria la actuación en el campo institucional.

Con esta claridad en mente, tenemos que Colombia por primera vez se incrusta en la lógica del péndulo en armonía con otros países de la región, un hecho inédito en más de 200 años. La coalición de gobierno, en cabeza de Gustavo Petro, se compone de diferentes sectores ubicados en un amplio espectro político, que va desde de la oligarquía liberal —con Roy Barreras como máximo representante—, pasando por el autodenominado centro en cuyas matices caben decenas de agrupaciones políticas progresistas, socialdemócratas y liberales, hasta sectores compuestos por sectores populares que actúan en el movimiento social y popular en Colombia, y que comprenden la necesidad de una apuesta electoral dentro de su múltiples formas de acción. Estos últimos ven en Francia Márquez una oportunidad de materializar transformaciones estructurales desde el Estado (política institucional).

Dentro de estas líneas gruesas se encuentran un sinnúmero de matices políticas que irán decantando un camino en la silenciosa disputa que se germina progresivamente al interior del Pacto Histórico. Será conveniente entender cuál es el papel del movimiento social y, específicamente del movimiento popular en el proceso de transformación política que vive el país, desde la construcción de poder popular hasta la participación en el Estado.

La vieja idea de que “la historia tiende a repetirse” no puede ser descartada. Los movimientos deben racionalizar las experiencias de los gobiernos progresistas en otros países de América Latina. Lo primero es tener presente la posibilidad de que los liderazgos y las personas cualificadas al interior del movimiento social y popular sean cooptados por la institucionalidad, y respondan a la demanda de personas que tengan procesos a sus espaldas que permitan poner dichos acumulados al servicio de instituciones estatales (Solano, 2022). Esto puede tener dos desenlaces: el primero, es que esos acumulados sirvan para alcanzar un avance, en clave de reformas, hacia algunas transformaciones sociales; y el segundo es que el movimiento pierda dichos acumulados y fortalezas cuando se agoten en las trabas burocráticas de cualquier reforma estructural.

En ese sentido, preocupan los mensajes mixtos del presidente Petro quien, mientras pronuncia históricos discursos en la Organización de Naciones Unidas sobre la fallida guerra contra las drogas, abre las puerta al Comando Sur a través de la invitación a defender con la fuerza militar estadounidense la conservación de la Amazonía (Noyola, 2022); también es el caso de la Reforma Agraria o de la necesaria y urgente amnistía a los presos de la protesta social.

El bloque popular deberá ser consciente de la necesidad de saber tensionar lo que Modonesi (2010) denomina las estrategias de autonomía, reconociendo su papel como actores subalternos cuya forma de acción debe tener un margen de independencia del gobierno, con las estrategias de hegemonía necesarias para tener un ejercicio de poder institucional adecuado que permita un escenario favorable al movimiento social y popular para entender algunas situaciones que enfrentará el bloque popular en este gobierno.

La disputa del movimiento social y popular no es solo en las calles, sino que el plano de la institucionalidad abre una gama de opciones para en enfrentamiento por el control del sentido social, los modelos de acumulación, formación y cultural. Tanto el movimiento social como el popular deben salir fortalecidos, de cara a lo que se tenga que enfrentar en el siguiente periodo presidencial respecto a las reformas estructurales, que seguramente quedarán pendientes de este gobierno debido al limitado margen de acción de los actores populares respecto a otros sectores con más recursos de poder al interior del gobierno y el Congreso. Tensionar hacia alguno de los dos lados terminará en un reflujo para el movimiento social y popular, por lo que mantener esa estabilidad será un objetivo estratégico primordial en estos cuatro años.

La composición del actual movimiento social y popular en Colombia, nos llama a una discusión sobre las nuevas subjetividades que lo conforman; este es un movimiento que ha cambiado en el tiempo y que se caracteriza, a diferencia de lo que conocíamos hasta la primera década del presente siglo, por ser difuso, atomizado y que fácilmente se aglutina alrededor de consignas liberales. Se configuran movimientos cada vez más espontáneos y menos conscientes en clave organizativa. Sin embargo, esto no desconoce el potencial revolucionario al interior de estas nuevas subjetividades, pero si nos hace un llamado a la necesidad de ese tránsito de lo espontáneo a la conciencia (Modonesi, 2010). Se debe tener en cuenta también que las tendencias revolucionarias o radicales no son mayoría al interior del movimiento social y deberán ser fortalecidas, atendiendo al escenario favorable que se puede obtener de la participación popular en la toma de decisiones del plano institucional, sabemos que ese escenario no es un fin en sí mismo.

La victoria del gobierno alternativo no representó un paso mecánico de las luchas y demandas del movimiento social y popular encarnadas en los estallidos sociales de 2019, 2020 y 2021 a la institucionalidad del Estado. Por esta razón, se deberá actuar con cautela frente a las acciones del ejecutivo, entre otras razones por lo que se mencionaba anteriormente referente a la fuerte influencia que están teniendo sectores del santismo en el Pacto Histórico, así como las presiones ejercidas por otros sectores políticos y gremiales que atan las manos de sectores del movimiento social al interior del gobierno. Ejemplo de esto son las cuestionables decisiones que se han tomado con respecto a los movimientos indígenas de liberación de tierras a lo largo del país. A ese panorama se suma la amenaza en los territorios que representa la reorganización de los “ciudadanos de bien” en tenebrosas caravanas de la muerte que los medios de comunicación —descaradamente, porque es visible que hombres armados integran sus filas—, llaman “movilizaciones pacíficas de ganaderos” y que pone el toque de principio de realidad a las expectativas de los movimientos que siguen poniendo muertos.

El pulso empezará a darse en las calles y al interior de las instituciones del Gobierno. Ya hemos pasado por intentos de instrumentalización de la derecha a movilizaciones legítimas para consolidar lo que se conoce como una “insurrección de la burguesía” con el caso de la represa El Guavio (Infobae, 2022), siendo siempre el control sobre la energía eléctrica una forma de presión que ya parece de manual para las oligarquías del continente. También el uribismo materializó movilizaciones el 26 de septiembre, demostrando una fortaleza de la derecha en las calles, contra las reformas del gobierno entrante, mientras los sectores que defienden la paz han citado el próximo 2 de octubre movilizaciones en defensa de la “Paz Total”.

Este escenario de la paz total, desde la perspectiva de los diálogos regionales, pueden traer ventanas de oportunidades para la participación del movimiento social y popular en uno de los campos sociales en disputa. Dado el carácter presuntamente vinculante de dichos diálogos, los movimientos tendrán otra forma de acción para hacerse partícipes de la construcción de la sociedad. Sin embargo, en términos de la Paz Total del nuevo gobierno, será necesario tener presente las particularidades económicas y políticas que derivaron en la participación de actores armados en el plano nacional, para no confundir la negociación con grupos de corte político con meras agrupaciones narcotraficantes o criminales. La paz total no es introducir a todos los actores armados en la misma bolsa con el único fin pacificador, sino que tendrá que articular las demandas y los sentidos de los actores sociales para que, actuando sobre las causas estructurales del conflicto con participación popular, podamos hablar de un fin del conflicto o una paz total.

Perspectivas posibles

En el mejor escenario, el movimiento social logra asumir su papel histórico en la defensa de la vida, lo que implica pensarse la posibilidad de tensionar las fuerzas en las instituciones cuando haya victorias electorales para el bloque popular, a la vez que afronta el avance de las fuerzas conservadoras a todo nivel, en articulación con las instituciones estatales. Esto aplica para la realidad global, regional y nacional. El pulso en favor de las clases subalternas y populares debe darse en el plano institucional y en las calles de forma equivalente. Estos escenarios de acción configuran los frentes en los cuales el movimiento social y el movimiento popular deberán tener un plan de acción estratégico de cara a las prospectivas ecomómicas, políticas y sociales del país y la región.

No obstante, puede ocurrir que los movimientos asuman una separación tajante del Estado, asumiendo con ello un margen de maniobra y negociación más limitado en medio de lo que podemos aseverar es un momento de oportunidad, tensiones creativas y relaciones complejas.

La amenaza del exterminio y la ocupación sigue latente y toma cada vez más fuerza y, en el peor de los escenarios posibles, puede consolidarse la amenaza paramilitar en los campos, apoyada por expresiones “ciudadanas” de movilización para desestabilizar al gobierno de Colombia, permitiendo con ello la entrada más contundente de fuerzas militares imperiales para contener y estabilizar al continente.

En cualquiera de los casos, los retos para el bloque popular son variopintos, complejos y le implicarán mantener las integraciones existentes, la capacidad de negociación y de mantenerse en las calles en todos los rincones del mundo como único freno al colapso de la vida.

Vacío narrativo y nuevos enemigos absolutos

Nadie entra en una sala saludando y agitando un sable; no obstante, ese es el privilegio de dos fenómenos comunicativos opuestos: los textos de discusión académica y los mensajes de redes sociales, éstos últimos, vehículos de importantes cargas simbólicas y de sentido.

Las colombianas y colombianos venimos afrontando un cambio en la cultura y en las posturas ideológicas. Esta coyuntura, que une el levantamiento popular de 2021 y el triunfo electoral del Pacto Histórico, sería incomprensible si no se ancla en la explicación de esos cambios. Las posturas ideológicas de las clases y sus expresiones políticas, se vuelven cada vez más radicales, al tiempo que el gobierno de centro trata de posicionar un discurso de reconciliación y paz total.

La ideología, en la tradición marxista, goza de dos dimensiones: una primera cargada de un sentido negativo en el que se asume como la falsificación de la realidad, y una segunda que, a pesar de que se quiera tildar de neutral, la entiende imbuida y por lo tanto dependiente de las relaciones sociales. Reconociendo la ideología más allá de ser una forma de mirar el mundo, para considerarla como la mirada misma, debe ser comprendida en su asiento material, reconociendo su capacidad de producir concepciones y vivencias concretas de acuerdo al sistema de ideas que la alientan. Entonces la pregunta por el momento cultural e ideológico de la sociedad colombiana se puede intentar responder a partir de los reflejos de una mirada cambiante, que se traduce en algunas prácticas e instituciones que podríamos catalogar como nodales del estado de cosas actual, una especie de puntos que encausan los relatos de la vivencia coyuntural.

La configuración de la modernidad capitalista en el sur global está guiada, sin lugar a dudas, por las practicas coloniales, que a su vez se cimientan con un profundo andamiaje racista que permite estructurar a los pueblos del sur como un objeto de valorización, sin la necesidad de cobijar con las garantías elementales con que el norte global cubre a la clase que vive del trabajo.La lucha de clases en el sur se alimenta, entonces, no solo de las contradicciones capital – trabajo, sino que genera sujetos que intentan subvertir la relación planteada desde el norte global en clave anticolonial.

La simplificación de las subjetividades creadas por el imperialismo y su institución colonial ha anidado desde hace más de 200 años en la sociedad, lo que explica el racismo que destilan sectores de las clases populares. Sin embargo, las coyunturas políticas de los últimos años vuelven estas estructuras inestables; los paros, luchas nacionales, mingas y la disputa electoral, permiten un reencuentro de las clases subalternas, pulverizando los modelos teóricos de dominación y fragmentación ideológica imperialista y colonial. En la calle, la carretera o en las elecciones, los pobres, mestizos, negros o indios se entienden iguales.

Lo simbólico empieza a jugar un papel determinante en esta coyuntura, más allá de su asignación secundaria y contingente. Una de las características de este proceso ha sido el intento sostenido por fijar los símbolos dominantes. Desde el poder real, este intento se da en Colombia a partir del genocidio —de forma concreta, de prácticas sociales genocidas—, que apuntan a formas de sometimiento y orden social a partir del exterminio físico y simbólico de las subjetividades y colectividades disonantes.

Desde esta perspectiva, el asesinato sistemático y masivo no es un momento histórico, sino un círculo vicioso que se mueve conforme al modo de producción; así, el genocidio indígena de los siglos pasados se suma al genocidio de los negros y negras, al de integrantes de las asociaciones sindicales que precedió las transformaciones sectoriales normativas, del mismo modo que el desplazamiento y el despojo de tierras antecedió el asentamiento de la agroindustria latifundista, o el asesinato de estudiantes las reformas educativas modernizantes. En síntesis, el parto de Colombia a la modernización se dio con baños de sangre. Esto es importante en la comprensión de este momento ideológico, pues la continuidad de un genocidio requiere fuertes narrativas que permitan perpetuarlo sin reacción social generalizada.

Los últimos diez años han sido testigos de una serie de cismas en la narrativa de la violencia que han resquebrajado la tranquilidad dominante con la que de forma amplia se había asentado la aceptación de este modelo de genocidio continuado. El proceso de paz con la insurgencia de las FARC tuvo un efecto colateral relevante, desde la perspectiva de este análisis, en las narrativas del conflicto, puesto que la explicación de los males de la nación durante las últimas décadas y la idea de un mal absoluto y un enemigo público a derrotar, se hizo obsoleta. Pese a los esfuerzos del establecimiento, no resultó fácil reemplazar o trasladar el origen de todos los males hacia el ELN, ni a la pléyade de conflictos y actores que inciden en el orden público. Con la desaparición de las FARC se podría decir que no se alcanza una mayoría de edad en la comprensión del conflicto y queda un vacío en la narrativa de la conflictividad social, construida entre los asesores de los EEUU y los diseñadores de las operaciones ideológicas de las fuerzas armadas colombianas, que aún no encuentran en quién hacer el depósito de ser el mal absoluto, hoy disputado por varios candidatos: la corrupción, el narcotráfico, el ELN, Francia, Petro o el nuevo gobierno. Este vacío en la narrativa de los males de un país y de un enemigo supremo es al tiempo una posibilidad creativa, para volver a representar simbólicamente los conflictos sociales y una fuente de nuevas conflictividades. Por lo pronto, el régimen de dominación, que actúa con o sin gobierno, exprime a través de la JEP algunas gotas del mal total: uno a uno los antiguos comandantes de las FARC asumen las culpas de la degradación del conflicto, sin que el contendor, al que combatieron durante más de 50 años aparezca en el horizonte.

Otro efecto colateral, con pronóstico reservado en su resultado final, es la transformación en cantidad y contenido que pueda tener el ejército nacional: los ejércitos son ante todo maquinarias ideológicas, instituciones desde las cuales se lee el mundo y se enseña a leer el mundo y actuar en clave de amenaza y neutralización. En el ejército colombiano se representa la sociedad en jerarquías y se segmenta y acostumbra a la administración de privilegios, en función de clase, género y raza.

La fractura de ambos referentes funcionales para la generación de sentido, se da a partir de la desaparición de un enemigo de cualidades ambivalentes, ya que podía ser interpretado en el sentido romano, esto es un enemigo a eliminar físicamente, y el enemicus, como un enemigo que dinamiza lo político, un contendor necesario, que hay que construir.

Ambas formas se encuentran ausentes de encarnación en el discurso actual, sintonizando con la crisis económica y social derivada de la pandemia del COVID 19, que exacerbó esta crisis de sentido al exhibir públicamente las grietas del sistema político y económico, al tiempo que confrontaba las presiones de realización individual con las posibilidades materiales y económicas de los agentes.

Esta combinación de circunstancias minó gravemente la legitimidad de la represión, desnudándola como practica genocida, que siempre había sido aplicada sin posibilidad del recurso de huida o refugio fue divulgada como una respuesta a un mal subyacente de carácter insurgente, que luego recibió el mote de terrorista.

Aquí cobra sentido la semiótica de la resistencia subversiva. Todas las formas que implican un lenguaje subalterno de resistencia de los pueblos se convirtieron en recurso de los manifestantes. Al mismo tiempo, la institución militar y policial había bajado sus tasas de incorporación y el imaginario de autoridad no gozaba de la amplitud suficiente para poder denominarse como un imaginario colectivo aceptable. La marcha, el bloqueo, el incendio, se viralizaron, alimentándose de ejemplos de todo el mundo: del Hong Kong ocupy, a la quema de la comisaria de Minneapolis, pasando por las líneas de muchachos que resistían en Chile.

La manifestación, en su forma de levantamiento e insumisión, se mostró impermeable a la teorización que la encasilló como espontaneísmo, pero se politizó e ideologizó de forma rápida, planteando y reconociendo una condición de opresión y una forma de respuesta vivencial: la acción en la calle.

El debilitamiento incidental del discurso del enemigo interno, propiciado por los acuerdos de paz, obligó —puesto que la concepción y el discurso del establecimiento seguían intactos—, a trasladarlo hacia los jóvenes movilizados y hacia liderazgos sociales en las regiones. Aunque la respuesta social no ha sido contundente, es evidente que la capacidad legitimadora del discurso, necesaria para ejercer la violencia, se encuentra menguada.

En este contexto las elecciones oficiaron como cauce de la insatisfacción, un camino conocido y hegemonizado por el régimen, pero cuyas tendencias de favorabilidad hacia el Pacto Histórico debieron ser toleradas, mientras se llena el vacío narrativo dejado por la ausencia de un componente estructurante de la vida simbólica nacional: el mal absoluto encarnado en las FARC.

En síntesis, Colombia pasa por un momento de recomposición de sus elementos ideológicos desbalanceados, al tiempo que las mentalidades y la cultura van cambiando, a veces de forma lenta y otras a saltos. Con la derrota electoral del uribismo se genera, para el campo hegemónico, una ausencia de paradigma sobre la explicación del estado de cosas, siendo es un terreno fértil para cualquier apuesta creativa y dónde el narcotráfico o la corrupción comienzan a emerger como tropos dominantes de la explicación de la conflictividad de todo orden en el país. Desde el gobierno del cambio, en contraposición, se arriesga una construcción aún gelatinosa y ambigua a través de la paz total y la reconciliación, lugar en el que las clases dominantes pueden dormir tranquilas, pues no hay asomo de justicia o verdad. El acuerdo entre FEDEGAN y el gobierno tiene una carga simbólica contundente y negativa para las clases populares, que ven como los despojadores y agenciadores de la violencia venden una porción de sus propiedades mal habidas a cambio de impunidad.

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