Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Descargas
HTML
ePub
PDF
Buscar
Fuente


El marxismo como pilar esencial de la formación revolucionaria de Raúl Roa García. Una mirada a su pensamiento y obra en las décadas previas a 1959
Marxism as an essential pillar of Raúl Roa García's revolutionary formation. A look at his thought and work in the decades prior to 1959.
Política Internacional, vol. 3, núm. 4, pp. 148-156, 2021
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García"

LENTE CIENTÍFICO ESTUDIANTIL

Política Internacional
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García", Cuba
ISSN: 1810-9330
ISSN-e: 2707-7330
Periodicidad: Trimestral
vol. 3, núm. 4, 2021

Recepción: 12 Marzo 2021

Aprobación: 17 Junio 2021

Resumen: En el pensamiento revolucionario de Raúl Roa García se evidencia la influencia indiscutible de la época que se abre en la década de 1920 y cuyo punto máximo de crisis sería el proceso revolucionario de los años treinta. En un contexto nacional marcado por las deformaciones económicas y las desigualdades sociales resultantes de políticas de gobiernos corruptos y entreguistas, el encuentro con las ideas del Marxismo y el Leninismo se produjo muy rápidamente en Roa, lo que indudablemente conllevaría a una consolidación y una radicalización de su ideología revolucionaria y antimperialista. En este sentido, la presente investigación se propone demostrar la influencia de la ideología marxista en el pensamiento del “Canciller de la Dignidad”, centrándose fundamentalmente en su etapa de lucha estudiantil, precisamente por la influencia que tuvo este período en su formación como revolucionario.

Palabras clave: Raúl Roa, marxismo, leninismo, pensamiento revolucionario.

Abstract: In Roa’s revolutionary thought, the indisputable influence of the period that began in the 1920s is evident, which maximum point of crisis would be the revolutionary process of the 1930s. In a national context marked by economic deformations and social inequalities resulting from the policies of corrupt and submissive governments, the encounter with the ideas of Marxism and Leninism occurred very quickly in Roa, which would undoubtedly lead to a consolidation and radicalization of its revolutionary and anti-imperialist ideology. In this sense, this research aims to demonstrate the influence of the Marxist ideology in the thought of the “Chancellor of Dignity”, focusing mainly on his stage of student struggle precisely because of the influence this period had on his training as a revolutionary.

Keywords: Raúl Roa, Marxism, Leninism, revolutionary thought.

INTRODUCCIÓN

No cabe duda de que en la vida y en la obra de Raúl Roa está presente una parte importante del acontecer cubano, sobre todo en lo referente a la pasada centuria. En el pensamiento del Canciller de la Dignidad se evidencia la influencia indiscutible de la época que se abre en la década de 1920 y cuyo punto máximo de crisis sería el proceso revolucionario de los años treinta.

Según el propio Roa, la Cuba de entonces estaría marcada por el caos económico, político y social, contexto en el cual la forma política republicana y su constitución liberal trataban, sin el menor éxito, de ocultar que la Isla seguía siendo una colonia:

Colonia, por su estructura económica, en la que el latifundio azucarero y el monocultivo son sus más firmes soportes; colonia, porque su economía, fundada sobre relaciones feudales de producción y de trabajo, está casi íntegramente en manos norteamericanas; colonia, porque era una plantación azucarera a merced de la preponderancia o no, en el Congreso yanqui, de los intereses remolacheros; colonia, porque su crédito se lo otorga o quita Wall Street; colonia, porque su miseria o sus “vacas gordas” dependen, principalmente, de los aranceles estadounidenses; colonia, porque no puede emitir papel moneda de curso legal; colonia, en fin, porque todos sus gobiernos, desde Estrada Palma hasta Machado —al igual que todos los que le sucedieron hasta 1959— han calorizado todas las maniobras y planes (…) que tendían a desangrarnos y empobrecernos, en beneficio exclusivo del capitalismo yanqui y de la burguesía y terratenientes nativos (Roa, 1964).

Como todos los gobernantes de los países coloniales, nuestros presidentes eran verdaderos lacayos del imperialismo, que los protegía y apoyaba mientras eran una garantía y servían a sus intereses. Nos referimos a una Cuba en la que desde 1902, los dos polos de la vida política nacional habían sido la dictadura o el caos, o ambas cosas a la vez (Roa,1964). Es en este contexto histórico en el que Roa perfila su pensamiento y lo nutre de fuentes marxistas-leninistas, lo que conllevó a que su ideología revolucionaria y antimperialista se consolidara.

El presente trabajo pretende demostrar la presencia de la ideología marxista en el pensamiento del Canciller de la Dignidad, centrándose en su etapa de lucha estudiantil precisamente por la influencia que tuvo este periodo en su formación como revolucionario.

DESARROLLO

El Marxismo como pilar esencial de su formación revolucionaria

El 18 de abril de 1907 nace Raúl Roa García, en una casa de la calle habanera de Carlos III, en una época en que la República había sido vendida al imperialismo yanqui y se habían traicionado los ideales de José Martí.

Viene al mundo en el seno de una familia humilde, en la que recibe mucha influencia de su abuelo paterno Ramón Roa, “hombre del 68”, poeta, escritor y soldado que dejó una marcada impronta en el nieto. Fue el abuelo mambí quien primero le inculcó el amor a la patria, por los héroes de la “Guerra Grande” y de la gesta del 95. Más tarde, halló en la biblioteca de su tío Jorge Roa y en la de Federico de Córdova las obras de Varela, Luz y Caballero, José Antonio Saco y José Martí que, junto a los clásicos de la lengua, en particular el Quijote de Cervantes, habrían de aguzar su apetito literario y acendrar su cubanía. Sin olvidar a Salgari y a Verne, que incendiaron su imaginación y poblaron sus sueños de feroces dayakos, pérfidos colonialistas y visiones submarinas (Kourí, 2007).

Estudia bachillerato en la academia de Champagnat, de los hermanos Maristas y en 1925 ingresa en la Universidad de La Habana, en la Escuela de Derecho, lo que coincide con el ascenso al poder del general Gerardo Machado Morales. En su caracterización de ese período, Carlos Rafael Rodríguez expresó:

En 1925, el año de la fundación del Partido Comunista, ingresa Roa en la universidad, podemos decir que comienza con un signo ideológico impreciso, pero marcado con un espíritu radical que no lo abandonaría jamás en toda su vida (Padrón, 2007).

En la década de 1920, Roa fue un discípulo eminente de Enrique José Varona y era ya un lector apasionado y culto de José Martí. En esos tiempos, Julio Antonio Mella organiza la Liga Antimperialista de Cuba y la Universidad Popular “José Martí”. Raúl Roa ingresa en ellas y se convierte en uno de sus más activos promotores. Había conocido ya a Rubén Martínez Villena, con quien entabló una entrañable amistad. Sobre esto, Roa escribió:

“Conocí a Rubén y al punto me reclutó” (García, 2007).

Sobre sus antecedentes revolucionarios, Raúl Roa comentó:

Descubrí que era revolucionario el día que me sentí disconforme con el mundo estante y anhelé uno más justo y bello: Mella contribuyó decisivamente y acaso también el sedimento inconsciente de mi progenie mambí. A la sombra iluminada de mi abuelo, Ramón Roa, hice yo mi primera vela de armas (García, 2007).

Era un estudioso de las hazañas independentistas y un indignado combatiente contra la frustración republicana; un investigador profundo de las causas de la injerencia imperialista en Cuba. Influido fuertemente por la Revolución de Octubre, por las bregas heroicas y aleccionadoras de Sandino, en Nicaragua, y lector apasionado de Mariátegui, Lenin y Marx, situó como la primera y más importante pasión de su vida la lucha por la revolución social y política en Cuba y Latinoamérica.

En una apretada síntesis de su juventud podría acotarse que, a comienzos de la década de los treinta, se aprecia su participación en el grupo clandestino que reorganizó el movimiento juvenil tras la disolución del Directorio Estudiantil Universitario (DEU), la expulsión de numerosos educandos y la clausura temporal de la Universidad de La Habana. Raúl Roa estuvo a la vanguardia de los jóvenes que fundaron el DEU en 1930 y fue uno de los principales organizadores de la manifestación revolucionaria del 30 de septiembre de ese año. En este periodo de la vida del Canciller de la Dignidad se perfila su ideario político, que a la vez muestra elementos en formación y desarrollo en su conjunto. Responde a las contradicciones sociales que enfrentó y a su propuesta de solución. Una muestra de ello es el concepto de la necesidad del cambio radical en el orden social que se esboza desde sus primeros escritos y alegatos políticos, todo lo que adquiere sustantividad en su práctica política en las filas del DEU y del Ala Izquierda Estudiantil. Su participación en estos movimientos políticos le permite conceptualizar la problemática social y buscar la posible salida que se imponía en aquellos momentos. Así Roa toma conciencia, en el análisis de tal situación y en el ejercicio práctico como revolucionario, de que el estudiantado no podía devenir portador material exclusivo de los cambios sociales, hecho de gran trascendencia teórica.

El propio Roa nos proporcionó una visión de este periodo de su formación. Así, para él, los males de la República neocolonial, agudizados en el gobierno machadista, solo podían resolverse mediante la revolución. Este concepto aparece delineado en su pensamiento desde muy temprano, y en él se encuentra indiscutiblemente la huella de Carlos Marx, pues para él, aunque se exprese en términos políticos, la entraña de la revolución es siempre económica:

“La revolución es la violencia organizada de las masas oprimidas para modificar radicalmente el régimen de relaciones sociales de producción a las cuales corresponden formas ideológicas, jurídicas, políticas y de conciencia peculiares”. (Roa, 1964).

El encuentro con las ideas del Marxismo y el Leninismo se produjo muy rápidamente en Roa. Siendo un adolescente había leído de Lenin “El capitalismo de estado y el impuesto en especie.” Al entrar a la Universidad ya había releído el “Manifiesto comunista” y estudia la “Crítica a la economía política” de Marx, todo lo cual dice mucho de su temprana vocación por la ideología de la clase obrera. Otras obras que también estudió más tarde fueron: “El estado y la revolución”, “El imperialismo, etapa superior del capitalismo”, “El extremismo de izquierda, enfermedad infantil del comunismo”, entre otros.

Acerca de la escasa bibliografía marxista existente entonces, Roa valoraba:

No hay que olvidarse de que en aquella época en Cuba la bibliografía marxista leninista era bastante pobre, era más rica la de Lenin que la de Marx. Por eso yo muchas veces he pensado que todos nosotros fuimos a Marx desde Lenin, y no fuimos a Lenin desde Marx, como suele ocurrir en la mayor parte del mundo (García, 2007).

Como resultado de discrepancias surgidas respecto de las concepciones y tácticas del Directorio Estudiantil Universitario, creó con Pablo, Gabriel Barceló, Ladislao González Carbajal, Aureliano Sánchez Arango, Manuel Guillot y otros compañeros, el Ala Izquierda Estudiantil que propugnaba, junto al derrocamiento de Machado, la erradicación de las causas que engendraron la República neocolonial, la dominación económica y política del imperialismo yanqui.

La tarde en que se discutiría la separación del grupo del Directorio, Roa fue capturado con casi la totalidad de este, en casa del periodista Rafael Suárez Solís, siendo retenido en el Castillo del Príncipe durante 105 días. Como muchos de sus compañeros, el Canciller de la Dignidad sufrió prisión en La Cabaña, la cárcel de Nueva Gerona y el Presidio Modelo, donde permaneció incomunicado un año y once meses.

Como integrante del Ala Izquierda Estudiantil, Raúl Roa interviene en numerosas conmemoraciones desde el presidio, en las que tendrá lugar especial la recordación del ideario político de José Martí, a su juicio, “[…] uno de los revolucionarios más auténtico que hemos producido” (Roa García, 1964). A partir de las experiencias acumuladas, va a plantearse la revolución socialista como objetivo final de las luchas del pueblo cubano por su liberación nacional. El programa del Ala Izquierda constituía esencialmente un proyecto revolucionario que tomaba como punto inicial la lucha antimperialista y consideraba como imprescindible el logro de una transformación económica y social en la sociedad cubana bajo la hegemonía de la clase obrera y su partido.

La formación marxista de Roa se profundiza en estos años de cárcel y lucha revolucionaria, a través de las conferencias que imparte y recibe en las academias “Carlos Marx” y “Materialista” —fundadas en el presidio por él y Pablo de la Torriente Brau, entre otros—, así como otras actividades en las cuales se involucra. Su aprehensión de la ideología del proletariado como teoría para interpretar y transformar la realidad va a estar fuertemente sustentada en las tradiciones ideológicas nacionales, fundamentalmente en el conocimiento del pensamiento antimperialista y de liberación nacional de José Martí.

La carta que enviara a Jorge Mañach, escrita a finales de 1931 —“Reacción versus revolución”—, resulta una lúcida interpretación marxista del proceso histórico cubano. En este importante documento, Roa defiende el Marxismo en su contenido histórico “[…] como una interpretación dialéctica de los procesos sociales, una verdadera sociología, y, en su contenido filosófico, una visión peculiar de la vida y de sus problemas, una explicación materialista del mundo, que aspira también a transformarlo” (Roa, 1964). También argumenta acerca de los aportes cardinales de Marx al pensamiento humano y los de su continuador Lenin “[…] su más genial exégeta y su primer realizador […]”, que adaptó la doctrina marxista “[…] sin que substantivamente sufriera menoscabo, a la época del capitalismo financiero y de la revolución proletaria […]” (Roa, 1964).

Muy interesante resulta su concepción del imperialismo como sistema, como categoría específicamente histórica y temporal, que corresponde a un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Coincidiendo con los geniales atisbos martianos sobre la esencia del imperialismo, expone desde una perspectiva leninista que “[…] es la reproducción amplificada de la concurrencia imperialista [...] la política peculiar del capitalismo financiero, del capitalismo elevado a su más alto grado de complejidad y evolución […]” y que el “[…] desenvolvimiento monstruoso de este desemboca, necesariamente, en el revuelto golfo de la trustificación nacional [...] y se orienta la política del Estado en un régimen cada vez más reaccionario y represivo, culminante en el fascismo” (Roa, 1964).

Aborda además la dimensión latinoamericana de la lucha contra el imperialismo que representa la heroica gesta de Sandino contra la intervención norteamericana en Nicaragua. Y explica citando a Lenin:

Esta transformación del capitalismo en un sistema mundial de esclavizamiento y de opresión colonial de la inmensa mayoría de la población de la tierra por un grupo de países “avanzados” ha convertido a las economías […] nacionales en los eslabones de una sola cadena, llamada economía mundial; y por otra parte, ha dividido la población del globo en dos campos: un puñado de países capitalistas “avanzados” que oprimen y explotan a numerosos países coloniales y dependientes, obligados a luchar para emanciparse del yugo imperialista (Roa, 1964).

En este documento se perfila cómo Roa asume aquel pensamiento martiano y también leninista opuesto a todo esquematismo y asimilación mimética de experiencias revolucionarias de otros pueblos, realizadas por otros hombres y en escenarios diferentes. Su concepción con respecto a la especificidad y universalidad de los procesos revolucionarios puede apreciarse cuando afirma:

[…] que nosotros pretendemos, no obstante, nuestro Marxismo, resolver el problema cubano con datos cubanos y no con datos rusos; y cómo nuestra forma de verlo no es ‘inútil’ ni ‘contraproducente’, sino extraída de las propias necesidades cubanas, y, por ende, cierta y fecunda (Roa, 1964).

Al ser liberado, se incorporó al Comité Ejecutivo del AIE, desde donde combatió la “mediación” de Summer Welles y participó en la organización y desarrollo de la huelga general que dio al traste con la dictadura. Fue el primer estudiante que entró en la Universidad de La Habana, el 12 de agosto de 1933, tomando posesión de ella. Esa mañana, desde la emisora de radio del Hotel Palace, denunció con Jorge Quintana el golpe de estado que fraguaran Welles y el ABC, y exhortó al pueblo a apoderarse del poder (García, 2007).

Tras el fracaso de la huelga de marzo de ese año, Roa, quien había participado en su organización, se vio forzado a abandonar el país con Pablo de la Torriente, estableciéndose inicialmente en Nueva York, donde ambos fundaron, con el concurso de otros jóvenes revolucionarios, la Organización Revolucionaria Cubana Antimperialista (ORCA), cuyas siglas apenas ocultaban el destino que para ellos merecían los que nuevamente habían traicionado a la patria, objetivo político por el cual trabajaron entonces con denuedo. ORCA expresaba una línea de continuidad con la Asociación Nacional de Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC), creada por Mella, y en ambas está presente la huella del Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí en 1892. Para Roa, ORCA y los clubes revolucionarios que se organizan constituían etapas de la lucha antimperialista.

A los efectos de la construcción de un partido único de izquierda, Roa elaborará un conjunto de ideas en las cuales ocupará un lugar fundamental el problema del carácter clasista de esa instancia unitaria, sobre bases estrictamente marxistas. Para Roa el partido de la revolución cubana, en esa etapa de su historia, debía ser un partido de enlace, o sea, “[…] un partido que represente una solución no entre el dominio imperialista y el poder proletario, sino hacia este último, fase superior de la Revolución cubana dentro del marco clasista” (Roa, 2006). Como él mismo explicara, aunque la guía teórica y práctica en el terreno dialéctico eran Marx y Lenin, el pensamiento político había que proyectarlo hacia las características de la lucha revolucionaria en Cuba y las limitaciones que esta padecía.

El pensamiento político revolucionario de Roa, en su proyección y acción en la casa de altos estudios en su época de estudiante, siguió siempre el principio de la unión de la lucha estudiantil con el movimiento revolucionario, y la convicción de que la transformación de la estructura universitaria no podía hacerse sin previos cambios en la estructura social nacional. Esta tesis identificó su línea de pensamiento durante su lucha estudiantil y ha quedado recogida en sus alegatos políticos de aquel periodo. Según su opinión, “una revolución de estudiantes es cosa que solo puede aceptarse a título novelesco. Los estudiantes, masa informe, cambiante y supeditada, no pueden por sí mismos, independientemente, hacer revoluciones. A lo sumo, asaltar el poder” (Roa, 2006). Es por eso que Roa defendía la idea de la creación de una fuerza lo suficientemente fuerte y organizada para llevar a cabo la difícil tarea de desarrollar con éxito la revolución.

Roa retorna a Cuba clandestinamente en 1936 y, en desacuerdo con la incorporación a la “legalidad” batistiana, formó parte de un grupo de jóvenes que desde el periódico BARAGUÁ, dirigido por José Antonio Portuondo, contrapuso a la consigna de Asamblea Constituyente Soberana, la tesis de la acción armada.


Fig. 2.
Roa, Canciller de la Dignidad.
Elaboración propia

Durante el periodo que se cierra con el golpe militar del 10 marzo de 1952, mantuvo una posición independiente, exponiendo en su cátedra universitaria, en revistas, periódicos y libros, sus puntos de vista antimperialistas y combatiendo a los desgobiernos de Batista, Grau San Martín y Prío, incluso durante el año que fue Director de Cultura en el gobierno de este último. Nunca se afilió a ningún partido de las clases dominantes.

A raíz del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, participó en actividades insurreccionales de diversa índole y procedencia hasta que tuvo que asilarse en diciembre de 1953. En México permaneció 2 años, fundó el periódico Patria, dirigió la Revista Humanismo y denunció en ambas publicaciones y en las universidades mexicanas la situación imperante en Cuba. Al volver a La Habana en 1955, colaboró hasta la victoria final con el Movimiento 26 de julio, habiendo sido conducido varias veces al Buró de Investigaciones, al BRAC y al SIM.

Después del triunfo de la Revolución en 1959 fue designado Embajador de Cuba en la OEA, donde permaneció hasta el mes de junio de ese mismo año, en que fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Revolucionario, cargo que asumió hasta el año 1976, en que fue elegido Vicepresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Desde 1979 hasta 1981 fue Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular por sustitución reglamentaria. Sus actividades internacionales fueron muy intensas desde el triunfo de la Revolución hasta su desaparición física en 1982. Sus principales discursos políticos son una muestra de su arraigado pensamiento revolucionario.

Martiano y marxista, consecuente durante toda su existencia, el que pasaría a la historia como el “Canciller de la Dignidad” de la Cuba revolucionaria, confirmaría con su vinculación al proceso revolucionario de 1959 sus ideas, proyectos y experiencias de los años treinta.

CONCLUSIONES

A través del Marxismo, que según sus propias palabras “es, en su contenido histórico, una interpretación dialéctica de los procesos sociales, una verdadera sociología, y, en su contenido filosófico, (…) una explicación materialista del mundo”, Roa supo denunciar “la mecánica homicida del imperialismo” y la “estructura capitalista moderna, en cuyas entrañas bélicas se trituran, exprimen y acogotan a los trabajadores de todas las nacionalidades, colores y sexos hasta sacarle la última gota sanguinolenta de plusvalía” (Roa, 1964).

Fue la ideología marxista la que le permitió comprender que la lucha que se estaba librando en Cuba por la liberación nacional y social de las masas explotadas y oprimidas, debía tener, para ser efectiva, una base real, económica y política, un carácter democrático y un contenido antifeudal y antimperialista. Además, afirmó que a esa emancipación revolucionaria del yugo colonial, sucedería, por la mecánica misma del proceso histórico en su fase ascendente, la socialización de Cuba.

Como todo buen revolucionario, Raúl Roa interpretó el pensamiento marxista y lo convirtió en una guía para la acción. Pudo ver claramente que para resolver el problema cubano, era necesario hacerlo con datos cubanos a partir nuestra propia realidad, de las propias necesidades cubanas.

El accionar y la ideología de Raúl Roa estuvieron fuertemente influenciados por la filosofía marxista-leninista, que, a su vez, le permitió ver más hondo y lejanamente que los demás, para inscribirse en la historia como uno de los más grandes revolucionarios que ha parido la patria, al mismo tiempo que se perpetuara en el corazón de su pueblo como el inolvidable “Canciller de la Dignidad”.

REFERENCIAS BIBLIOGRáFICAS

García, J. R. (2007). Raúl Roa García: De Martí a Marx y Lenin. Reflexiones en su centenario. (M. B. Armenteros Toledo, Ed.) Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (1-2), 89-101.

Kourí, R. R. (2007). Los cien años de Roa. (M. B. Armenteros Toledo, Ed.) Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (1-2), 9-15.

Capote, I. (abril de 2007). La Universidad de La Habana: escenario natural de Raúl Roa. La Jiribilla. Recuperado de http://www.lajiribilla.cu/raul-roa-director-de-cultura-1949-1951/

Roa, R. (2006). Bufa Subversiva. La Habana: La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

Roa, R. (1964). Retorno a la alborada. Villa Clara: Universidad Central de Las Villas.



Buscar:
Ir a la Página
IR
Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R