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Sobre: La aventura negativa, de Carlos Surghi. Rosario: Nube Negra, 2021.
El taco en la brea, vol. 10, núm. 16, 2022
Universidad Nacional del Litoral

Apuntes

El taco en la brea
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 2362-4191
Periodicidad: Semestral
vol. 10, núm. 16, 2022


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Para citar este artículo: Arce, R. (2022). Sobre: La aventura negativa, de Carlos Surghi. El taco en la brea, (16) (diciembre-mayo). Santa Fe, Argentina: UNL. e0087 DOI: 10.14409/el taco.8.16.e0087

Surghi Carlos. Nube Negra. 2021. Rosario. Nube Negra

Acaso el ensayo, como antaño la literatura, tenga por tema último, o primero, el ensayo mismo. Acaso el ensayista se busque en la estela y a la sombra de los ensayistas. La aventura negativa es esencialmente moderna, deliberadamente intempestiva. Su paradoja es la nostalgia de una inmediación de la experiencia literaria, como si la fascinación por el ensayo pudiera constituir una suerte de literatura en tercer grado. Si elegimos tomar en serio el título (pues la ironía de Carlos Surghi demanda andar con cuidado), se trataría, de Michel de Montaigne hasta Alberto Giordano —desde el origen hasta su apropiación local, en la que se sitúa, tácitamente, el mismo Surghi— del derrotero del espíritu del ensayo. La aventura negativa podría ser entonces su fenomenología.

Aunque dividido en dos partes, el libro puede ser leído como un solo movimiento de continuidad, que va de lo universal a lo particular: la tradición del ensayo europeo y la escuela crítica rosarina. Reacia al discurso de la historia (el primero es sobre el joven Lukács y más adelante aparece Montaigne), la primera parte no desdeña, no obstante, la genealogía, de la que la segunda puede ser la clave de lectura. En efecto, es dable invertir el orden propuesto, y empezar por la escuela crítica rosarina, situada pudorosamente como una adenda. Pues el uso idiosincrático de los conceptos (forma, egotismo, descomposición, intimidad, distinción, experiencia, fascinación, sujeto, imagen, vida, obra) y los gestos de Sergio Cueto, Nicolás Rosa, Juan B. Ritvo y Giordano, permiten a Surghi trazar las escenas de lectura que configuran esa genealogía. De ahí que la heterogeneidad de método y de forma encuentre su contrapeso en las correspondencias, los cruces diagonales y las secretas afinidades. A veces, por extensión y minuciosidad, el ensayo linda con el artículo más académico (Lukács, Rosa), otras, propone bocetos de un pensamiento o insistencia a partir de un discurrir asistemático de las obras (Baudelaire, Barthes, Ritvo); aquí, la lectura insinúa también el retrato del personaje (Kierkegaard, Baudelaire, Giordano); allá, la aproximación indirecta y sesgada parece apostar al valor de la indefinición (Benjamin, Bataille).

Cada ensayo de La aventura negativa es un pensamiento sobre el ensayo desde el punto de vista de la obra interrogada y es cada perspectiva la que sigue inquietando sus modos hoy. Si en el joven Lukács la forma ciñe imperfectamente el alma, siendo el modo de moldear la irracionalidad y la violencia de la vida, es porque el ensayista, racional por fatalidad de formación, guarda la nostalgia de la ingenuidad romántica. El libro empieza por el joven Lukács porque con él el imperativo de la ciencia y de la filosofía, que después recogerá Theodor Adorno en la no renuncia de los modos al concepto, tensionan las pretensiones del pensador y dan cuenta de la ruptura definitiva de esa correspondencia armoniosa entre yo−sujeto o yo−objeto de Montaigne. La condición del ensayista sería la de una subjetividad que insiste en interrogarse aun cuando los saberes sobre el «sujeto» parezcan obliterar toda posibilidad de exploración.

Cabe preguntarse por el recurso a la filosofía en el discurrir del ensayo (literario). La figura de Kierkegaard podría responder a esta inquietud. Es posible que, para el ensayista del siglo XXI, la apelación a la filosofía tenga que ver no solo con la interrogación constante de todo saber instituido, sino también con la alternativa entre los libros y las cosas o, también y de otro modo, entre la lectura y la vida. La prosa de pensamiento de Cueto, de la que Surghi señala su prosapia blanchotiana, disuelve toda forma en la búsqueda de su forma, inventa una lengua con los restos de la literatura para que, en ellas, sin decirse, resuenen las cosas. Los diarios de Giordano proponen la figura del abandono (de la crítica académica, pero también del proyecto, sea de obra o de vida) y sus derivas (interrupción, inconclusión, recomienzo, digresión, variación, reiteración, monotonía) para oponer la ética del ensayo a la moral de la crítica.

La prosa de pensamiento de Surghi se escribe entre el rigor del saber y la libertad del artista. El comentario, el discurrir, el imaginar y el conjeturar se apoyan en una trama de lecturas que no oprimen al ensayista sino que más bien lo soliviantan en un deambular que prioriza la interrogación y que hace de la afirmación un gesto nunca terminante aunque sí persuasivo. Pues la aventura es al mismo tiempo la de cada ensayo: un movimiento presidido por un mapa o plan que encuentra en la deriva misma de su contingencia su forma singular. Cada ensayo es por añadidura una puesta en escena de la intimidad del que escribe con lo que lee, por eso la subjetividad del que escribe apela sin cesar a la subjetividad evanescente que convoca el nombre propio de una obra. El estilo de Surghi, en su diafanidad engañosa, no desdeña las dificultades que proponen sus corpus. Aun así, no se propone como una clarificación o una sistematización, sino que se impone la ardua tarea de un comentario que dibuja figuras y personajes conceptuales atento a lo irreductible de los textos. La felicidad y la irreverencia con la que se suaviza lo arduo traman una prosa que se lee con facilidad pero que obliga a volver sobre los nudos de oscuridad en los que el avance queda suspendido o incierto.

Nicolás Rosa afirmó en algún lado que somos lectores de lo universal pero solo podemos escribir lo particular. Nuestra época desconfía de ese universal, con lo cual hemos ido reduciendo la lectura al particular terruño nacional o local. La tentativa de Surghi es ciertamente inusual en nuestro contexto por su ambición y al mismo tiempo por su simultánea conciencia de nuestras limitaciones. La aventura negativa es una apuesta a experimentar esos límites.

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Para citar este artículo: Arce, R. (2022). Sobre: La aventura negativa, de Carlos Surghi. El taco en la brea, (16) (diciembre-mayo). Santa Fe, Argentina: UNL. e0087 DOI: 10.14409/el taco.8.16.e0087



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