Apuntes

Sobre: El libro expandido. Variaciones, materialidad y experimentos, de Amaranth Borsuk.

María Ayelén Bayerque
Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina

El taco en la brea

Universidad Nacional del Litoral, Argentina

ISSN: 2362-4191

Periodicidad: Semestral

vol. 9, núm. 15, 2023

eltacoenlabrea@gmail.com

Borsuk Amaranth. Ampersand. 2020. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ampersand


DOI: https://doi.org/10.14409/tb.2022.15.e0069

Para citar este artículo: Bayerque, M.A. (2022). Sobre: El libro expandido. Variaciones, materialidad y experimentos, de Amaranth Borsuk. El taco en la brea, (15) (diciembre-mayo). Santa Fe, Argentina: UNL. e0069 DOI: 10.14409/tb.2022.15.e0069

Leímos, leemos y leeremos: investigar los objetos que soportan nuestros textos

Stewart Brand. (...) «Muchas personas intentan cambiar la naturaleza de la gente, pero es realmente una pérdida del tiempo. No puedes cambiar la naturaleza de la gente; lo que puedes hacer es cambiar los instrumentos que utilizan, cambiar las técnicas. Entonces, cambiarás la civilización.» ¡Strike!

Alessandro Baricco, The game

La editorial Ampersand, que desde sus orígenes se propone «poner en páginas libros sobre libros» (Ampersand, 2020), editó recientemente, dentro de su colección Comunicación y Lenguajes, El libro expandido. Variaciones, materialidad y experimentos de Amaranth Borsuk. En este volumen, el lector encontrará un minucioso recorrido por la historia del libro como objeto material y su colocación en un mundo aparentemente dominado por la digitalidad. Tal como señala Stoddard (1987) y retoman Cavallo y Chartier (2004) y, en nuestro país, De Diego (2019), los autores no escriben libros, sino textos, y Borsuk recupera y otorga nuevos sentidos a esta declamación. Su investigación acerca del objeto se imbrica una y otra vez con la historia de la lectura y la escritura.

Borsuk es una poeta, investigadora y profesora estadounidense que se desempeña en la Universidad de Washington Bothell, donde codirige la Maestría en Escritura Creativa y Poéticas. Sus inquietudes acerca de los límites del formato libro se pueden ver realizadas también en su obra poética, ya que en Between Page and Screen (2012), incorpora a la página elementos de realidad aumentada. En palabras de la autora (Borsuk, 2020), la necesidad de escribir El libro expandido surge a partir de una serie de factores, pero, principalmente, como una contrapropuesta a la sentencia mediática de que los libros han muerto. Borsuk manifiesta que, por su práctica académica y artística, ella observaba cambios en el formato, pero también la permanencia de ciertos elementos y que eso la lleva a investigar en profundidad. Originalmente llamado «The Book» (2017), desde el nombre del libro se explicita el deseo por construir una mirada inclusiva, en cuanto al tema y los destinatarios, ya que la autora menciona que su lector modelo no es —necesariamente— un académico. Este propósito se devela en el tono ensayístico del texto.

El libro expandido está organizado interiormente en una serie de apartados: un prefacio, cuatro capítulos, una cronología de los hechos históricos más destacados en la historia del libro, un glosario y un apartado final que funciona de envío a otras lecturas. En las primeras páginas, Borsuk se pregunta por qué si los entornos digitales mantienen algunas características del códice —como poner señaladores o pasar la página— la proliferación de nuevos dispositivos de lectura ha generado en los medios de comunicación una especulación constante acerca de la muerte del libro. Para responder, de alguna forma, a esa sentencia, en el capítulo 1, «El libro como objeto», se realiza un raconto histórico de la materialidad del artefacto, desde la civilización sumeria hasta la baja Edad Media y se da una definición que se retoma en varias oportunidades a lo largo de las páginas. El libro es, ante todo, «un sistema portátil de almace­namiento y distribución de información que surgió como producto derivado del paso de la cultura oral a la cultura alfabetizada, un proceso de transformación que llevó siglos y que se transmitió a través del intercambio cultural, tanto pacífico como forzoso» (Borzuk, 2020, p. 17). La funcionalidad pragmática y el impacto de los cambios sociales en el soporte textual atraviesan de modo constante los capítulos, empezando por el momento iniciático del recorrido: a medida que la sociedad sumeria se complejizaba fue necesario conservar nueva documentación acerca de las leyes, el comercio, el gobierno, la religión. Ante esta falta concreta, aumenta la necesidad de especialistas que sepan leer y escribir y, de este modo, surgen los escribas, hombres jóvenes de clase alta especializados en este arte. Si bien pasarían siglos antes de que la figura de autor tal como la conocemos existiera, Borsuk —que llena su libro de pequeñas anécdotas y datos curiosos significativos— recupera que el primer texto firmado del que se tiene conocimiento fue escrito por una mujer, la princesa y sacerdotisa Enheduanna.

De los sumerios, Borzuk se desplaza histórica y geográficamente. Así, el lector se encontrará con los egipcios y el uso del papiro —soporte para la escritura hierática y, luego, jeroglífica— realizado a partir de una planta que crece solamente en el valle del Nilo; para luego pasar al pergamino (1600 a. C.) en la antigua Grecia y Roma; al quipu sudamericano, de tela de alpaca o llama; y al jiance chino, de bambú. En este último caso, la disposición material en forma de tira influyó directamente en el particular estilo de la escritura china (desde arriba hacia abajo), explicitando el impacto enorme que puede tener el soporte en la escritura. En todos los casos hay un denominador común, cada civilización ideó un soporte para registrar datos a partir de elementos disponibles en abundancia en su territorio.

El enfoque de Borsuk, que presenta en los distintos capítulos cuestiones históricas en orden cronológico, establece siempre saltos temporales hacia nuestro presente, lo que enriquece su perspectiva. Por ejemplo, acerca de rollo de papiro lo emparenta con los códices y los dispositivos de lectura digitales contemporáneos debido a que su denominación en inglés, scroll, da nombre al verbo que usamos hoy, aún en español, para el movimiento horizontal o vertical en la pantalla. En este apartado inicial también se incorporan otros hitos importantes como el surgimiento del papel y cómo llega a Occidente, el impacto de la cultura musulmana en el crecimiento de la elaboración de libros entre los siglos VIII y XIII a. C., hasta la aparición de los primeros códices. Como vemos, libro, lectura y escritura se cruzan constantemente. Y es que, desde esta perspectiva, es ineludible analizar, a partir de las diferentes innovaciones que impactan en los soportes, qué las originó.

El segundo capítulo, «El libro como contenido» comienza con el cambio de paradigma que representa que la lectura pase del ámbito público al privado en el Renacimiento. Este movimiento se vincula fuertemente con la aparición de la imprenta, invención del alemán Gutenberg, cuya figura Borsuk desmitifica, incluyendo otros actores relevantes, ya que no fue el primero en imprimir con tipos móviles —mérito del ingeniero chino Bi Sheng en el siglo X— ni siquiera dentro de Europa. Otro dato revelador es que existe evidencia de que, aún antes de la Biblia, Gutenberg imprimía libros escolares en latín e indulgencias papales. Queda claro que la funcionalidad de las impresiones desde su origen en adelante estuvo ligado a dos instituciones claves de la modernidad: la escuela y la Iglesia. Este avance tecnológico se suma al surgimiento de las universidades y al inicio de la concepción del autor como creador, producto de la indagación humanista en la literatura y la retórica. Sin embargo, la invención de una nueva tecnología no anula de manera instantánea la anterior, ni mucho menos. Como destaca la autora, el manuscrito y el códice convivieron durante casi cuatrocientos años, tal como ahora conviven el libro y los dispositivos para leer mediante interfaces digitales. Por otra parte, cuando el libro se vuelve un objeto material que tiene lectores particulares se impone paulatinamente la figura del intermediario entre autor y receptor: luego de la invención de la imprenta asistimos al surgimiento y consolidación de la industria editorial. Al respecto, Borsuk historiza solo algunos hitos particulares que influyeron definitivamente en el soporte, como el caso del surgimiento de la editorial Penguin Books en 1935 y la producción masiva de libros en un formato económico.

En contraposición, en «El libro como idea» el foco está puesto en la experimentación con la técnica por parte de editoriales, escritores y artistas. Es el momento de desautomatizar la mirada sobre el objeto y pensar en los libros como obras de arte. Borsuk define los «libros de artista» —siguiendo a Drucker— como «“zona de actividad” en la cual artistas y escritores crean libros como obras de arte originales que “integran los medios formales de [su] realización y producción con [sus] inquietudes temáticas y estéticas”» (p. 129). En este tipo de material, el libro ya no es una copa de cristal transparente, sino que la forma se vincula al significado de la obra. Estudiar los libros de artista, entonces, puede generar interesantes aportes a la historia del libro. Para esto, se parte de la obra de precursores como William Blake —poeta y grabador romántico que se encargaba él mismo, junto a su esposa, de cada etapa de producción y veía en el libro un medio de difusión de la justicia social—, Stéphane Mallarmé —quien con Un golpe de dados jamás abolirá el azar rompe con la tradición tipográfica victoriana al jugar con el espacio de la página— y Ed Ruscha —quien hace funcionar a los libros como obras de arte conceptual—. También se incluye en esta genealogía a Ulises Carrión, quien de los 70 en adelante postula los bookworks («obras-libro»), un tipo de publicación con los que se proponía alertar acerca de la importancia de la materialidad del libro y su impacto sobre los sentidos del texto, con la intención de llamar la atención de los escritores. En libros como Cien mil millones de poemas (1961) de Raymond Queneau esta cuestión se explicita, proponiendo un tipo de lector activo, que puede formar una casi infinita cantidad de nuevos poemas a partir de los versos recortados de cada página.

Borsuk emparenta los libros de artista con los digitalmente mediados, tema del último capítulo, «El libro como interfaz»: «Ellos nos recuerdan que los libros son fundamentalmente dispositivos de lectura interactivos cuyo sentido, lejos de ser fijo, surge a partir del momento en que se accede al texto» (p. 158). Aquí la autora reflexiona acerca de la influencia del códice y sus predecesores en los nuevos dispositivos digitales, aunque haya poco en ellos del códice en su forma física, más parecida a una tablilla de cera. Como también estudian otros investigadores (Scolari, 2018), en la actualidad los dispositivos electrónicos no dejan de ser otra mediación, nueva, la última hasta ahora. Borsuk detalla cómo surge y se transforman los formatos a lo largo de los últimos 70 años. Por este motivo, se mencionan los audiolibros y el impacto que han tenido en la calidad de vida de personas con discapacidad visual. Por otra parte, refiere que el primer dispositivo digital de lectura fue imaginado por Vannevar Bush, director de la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico de los Estados Unidos, quien tuvo un rol clave en el desarrollo de las armas nucleares durante la Segunda Guerra Mundial. Así, Bush proyectó el Memex, un dispositivo de búsquedas para recuperar grandes materiales y realizar referencias cruzadas, que nunca se construyó.

Otro momento clave fue la creación de bibliotecas digitales, entre las que se destaca el Proyecto Gutenberg, cuyo objetivo fue y es digitalizar la literatura de dominio público. Con estas iniciativas surge un nuevo nudo de problemas en torno al copyright y la circulación en línea de libros, también disponibles en papel.1 Un gigante informático se une a la batalla cuando lanza en 2004 Google Print, en la actualidad llamado Google Books. El Kindle de Amazon y el IPad de Apple marcan nuevos avances, ya muy cercanos y vigentes en nuestro presente.

En las últimas páginas del libro encontramos una lista de lecturas complementarias, envíos para ampliar la mirada, para profundizar y continuar las reflexiones. La propuesta de El libro expandido opera en la trama de relaciones sociales, económicas, históricas, culturales entre múltiples actores. Borsuk logra, en un tono ameno para con el lector, captar la atención acerca del fenómeno libro en toda su complejidad y mostrar, tal como sostenía Steward Brand, de qué forma los cambios en la interfaz implican transformaciones también en nuestros modos de leer.

Referencias

Alvarado, M. (2015). Paratexto. Eudeba.

Baricco, A. (2019). The Game. Anagrama.

Borsuk, A. (2017). Amaranth Borsuk web. http://www.amaranthborsuk.com/

Cavallo, G. y Chartier, R. (2004). Historia de la lectura en el mundo occidental. Taurus.

de Diego, J.L. (2019). Los autores no escriben libros. Ampersand.

Genette, G. (1989). Palimpsestos. La literatura en segundo grado. Taurus.

Ediciones Ampersand (04/08/2020). Presentación: El libro expandido - Amaranth Borsuk. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=DoIcb2XP4Ig

Scolari, C. (2018). Las leyes de la interfaz. Diseño, ecología, evolución, tecnología. Gedisa.

Stoddard, R. (1987). Morphology and the Book from an American perspective. En Printing History, I9(17), 2-14.

Notas

1 Ecos de estas cuestiones se advierten en el intenso y reciente debate acerca de la circulación de libros ilegales en formato PDF —especialmente con fines educativos— que se dio en nuestro país al inicio del ASPO en el marco del COVID-19.

Información adicional

Para citar este artículo: Bayerque, M.A. (2022). Sobre: El libro expandido. Variaciones, materialidad y experimentos, de Amaranth Borsuk. El taco en la brea, (15) (diciembre-mayo). Santa Fe, Argentina: UNL. e0069 DOI: 10.14409/tb.2022.15.e0069

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